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de las Ventanas
Cerradas
Tertulias con André Malby
Antonio Muro
— 2005 —
Índice
A Modo de Introducción | 4
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Sexta Ventana: La Realidad Invisible | 89
− La Transcomunicación
− Ubicación Física de las Voces e Imágenes Recibidas
− Hipótesis Extraterrestre en la Transcomunicación
− La Nueva Visión del Universo
− El Yo Material y el Yo Espiritual
− Aplicación Práctica de la Visión Holística
− Los Sentidos, Barreras de Conocimiento
− El Cerebro como Receptor del Universo
− El Silencio Interior, Puerta al Conocimiento
− La Magia, Relación Natural con lo Desconocido
− La Meditación
− La Astrología
Epílogo | 162
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A Modo de Introducción
Un libro no debería ser nunca un regalo sorpresa. Así que espero que
hayas sido tú quien me haya escogido para compartir algunas horas de
lectura y reflexión. Un libro es como un espejo donde afloran todas
aquellas cosas que intuimos que están en nuestro interior, pero
desconocemos cómo hacerlas salir. Un libro es un puente entre lo visible
y lo invisible que, al escogerlo, te animas a cruzar. Si me estás leyendo
es que te sirvo. Ahora o más adelante, no deja de ser una cuestión menor.
Soy uno de los millones de caminos posibles. Tan sólo eso, pero no
menos que eso.
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él, pero fue tanto lo que me ayudó a descubrir, que he querido dejar
buena prueba de ello en estos diálogos que tienes entre tus manos. No
voy a aportar nada que no pueda encontrarse en su obra, salvo, sí, el
papel de ingenuo buscador que necesita respuestas, porque muchas de
las explicaciones ofrecidas con anterioridad resuenan ya a falsas en mi
interior. Quizás, la primera gran respuesta que me ofreció el Universo
fue encontrarle.
«…Quiero decir que, siendo falso el progreso, el hombre cuanto más corre, más
se frustra. Y se impone, por esa razón, la costosa tarea de regresar. Regresar hasta
el punto en que se extravió el norte verdadero. Porque, en efecto, no somos hoy
más felices, ni más pacíficos, ni más amorosos que nuestros antepasados. No
tenemos más tiempo para nosotros mismos, ni han disminuido nuestras
desgracias, ni se nos han suavizado los obstáculos. Es preciso, en consecuencia,
reflexionar sobre la trampa tecnocrática en que caímos presos, y corregir los pasos.
Romper los ritmos naturales nos condujo a una riqueza, desalmada e
insatisfactoria, que pisotea la miseria ajena. Frenemos de una vez este triste
progreso. Retrocedamos ya…»
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personas insatisfechas, pero, al mismo tiempo, tan distinta como
personal.
Una de las primeras cosas que uno aprende en esta nueva senda es que
las casualidades no existen; ocurre lo que tiene que ocurrir y, darle la
espalda a la realidad, es tan inútil como irreflexivo. Por eso, enseguida
entendí que, llegara por unas horas o tan sólo por unos días, André
Malby estaba llamado a dejar una profunda huella en mi vida.
Malby es, sin lugar a dudas, uno de los pensadores más prodigiosos de
nuestro tiempo. También podríamos definirlo como un hombre del
Renacimiento, porque está empeñado en ayudarnos a renacer en un
mundo donde el desarrollo de la conciencia y el uso de su principal
exponente, el Amor, sea el principal motor del progreso que se avecina.
Lo hace tendiendo un puente entre la tradición y las más modernas
teorías científicas. Realiza, además, su búsqueda con sentido
multidisciplinar, entendiendo que la comprensión de la Naturaleza no se
consigue parcelando la realidad en áreas estancas, sino dejando correr el
conocimiento entre ellas como ríos de agua que fluyen juntos a una única
conciencia.
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alejarme demasiado del objetivo principal, y unas cuantas –no pocas–,
por evitar la sensación de ignorarlo todo. A pesar de todo, creo que, si te
miras con atención en el espejo que configuran las líneas de este libro,
algunas cosas sí podrás rescatar de tu interior que, si bien habías
olvidado, tu intuición mantenía vivas esperando esta ocasión.
Quizás la gran ventaja del libro que ahora comienzas es que podrás
comenzarlo por donde quieras, terminarlo cuando te apetezca y leerlo
tantas veces como desees porque siempre encontrarás cosas nuevas.
Pocas cosas más voy a añadir en esta presentación, ya que lo importante
es seguir su charla. Si acaso, acabaré con una cita de “El Retorno de los
Brujos”. Louis Pauwels, uno de los coautores, hace una definición de su
compañero Jacques Bergier:
Es ésta una descripción que quiero hacer mía para el gran protagonista
de este libro, André Malby, que me ayudó a entender que los seres
humanos vivimos en un palacio de puertas y ventanas cerradas que no
dejan pasar lo realmente hermoso que nos ofrece el Universo. El primer
paso es, pues, abrir las ventanas de par en par.
«Yo soy, en muchos aspectos, un hombre del secreto. Las verdades que llego a
rozar son, a menudo, muy frágiles y tenues. Cualquier mirada cargada de
intenciones diferentes de las justas, las quebrantaría y aniquilaría sus frágiles
existencias antes de que hayan cogido cuerpo. No te preocupes: hace tiempo que sé
que no tengo historia, sino que vivo un destino. Es mi debilidad, a veces, delante
de las enormidades que tengo que resolver, la que me hace dudar y olvidar que
nunca estoy solo.»
André Malby
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PRIMERA VENTANA
Un Nuevo Siglo
Son pocos los que saben aprovechar todo lo que de bueno ha hecho el
Ser Humano después de milenios, pero, afortunadamente para todos –
para mí al menos–, algunos existen. Quizás, lo único que haya que hacer
es desear encontrarles, porque, entonces, con el deseo claramente
formulado, con la pregunta adecuada realizada de forma correcta,
entonces, sólo entonces, el deseo se convertirá en realidad. Nada podrá
impedir que se cumpla.
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Y, mientras me alejaba de allí, pensaba que tampoco mi rutina era la
peor de las posibles. Mucha gente vivía peor, mucha gente tenía menos
y luchaba, probablemente, más; pero, quizás por esto, estaba obligado a
encontrar respuestas donde los demás ni siquiera formulaban preguntas.
La rutina, ni favorece las preguntas, ni mucho menos proporciona
respuestas. Así que, mientras me adentraba cada vez más por la
carretera, viendo desfilar, a ambos lados, bellas casas de labranza de
sólidos muros, sentía que un fuerte lazo me uniría ya siempre a aquella
tierra, a aquel hombre que, para mí, sí significaba una luz de esperanza
sobre el futuro del Ser Humano como especie. Así, sí merece la pena
llegar a ser algún día. Así, al menos, la Humanidad tendrá futuro.
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Muchos lo mencionaron, pero tengo la impresión de que no
demasiados lo entendieron. Sin embargo, allí sentado, mientras sentía
que cada una de esas figuras representaba una puerta a un Universo
diferente del mío, pero no por ello menos real, comprendí que nada,
realmente, nos da derecho a pretender ser los portadores de la verdad
absoluta. Si acaso, deberíamos considerarnos ante el pasado como los
guardianes de una de los miles de fronteras que nos separan del futuro.
Razón, pues, no le faltaba al filósofo griego cuando escribía:
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lo que otros oyeron o leyeron de un testigo presente en una conversación
donde se comentaba algo que alguien había escuchado. Sombras,
sombras que nos obligamos a rechazar porque, si no, se abriría una
enorme brecha en nuestro entendimiento que muchos se sienten
incapaces de cerrar. Además, las cadenas son cortas. No tenemos
tiempo. Nos movemos mucho, pero avanzamos poco. Y, sin embargo,
cuando alguien, en ese momento feliz de nuestra vida que todos tenemos
alguna vez, nos abre la puerta al Universo y nos dice: «Adelante», son
mayoría los que se limitan a responder: «No tengo tiempo»; y la puerta se
cierra. Algunos otros, damos un paso inseguro y franqueamos un umbral
donde la Vida cambia de color, la luz se hace, al tiempo que todo se
complica. Y es que, cambiar la forma de ver el Universo, no cambia el
Universo mismo, sólo mejora nuestra propia visión. No tenía más
remedio, llegado a este punto de mi reflexión, que continuar recordando
a Platón:
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No voy a recurrir a escribir lo que ya hiciera en su día Platón para
justificarme. Quien quiera leerle, algo ganará en sabiduría. Con lo escrito
es suficiente para significar el aislamiento al que, sin oponer resistencia,
nos somete la parte más perversa del denominado desarrollo social o
progreso. Los deseos nos atan fuertemente a un carro que corre
desbocado por el mayor supermercado del mundo, dándonos acceso a
más y más cosas; y, como si de un castigo bíblico se tratara, incapaces de
disfrutar de lo conseguido, nos vemos arrastrados por los caballos de la
codicia a buscar algo nuevo. Así hasta que, devorados por el tiempo,
agotados nuestros recursos físicos y mentales, cuando ya da igual desear
que no, nos preguntamos si alguna vez hicimos algo de veras por intentar
entender el juego de la vida.
«…¿No daría lugar a que estos tipos (los prisioneros de la caverna) se rieran
diciendo que, por haber salido de la caverna, habían perdido la vista, y no
añadirían, además, que sería de parte de ellos una locura el querer abandonar el
lugar en que estaban y que, si alguno intentara sacarlos de allí y llevarlos al
exterior, sería preciso cogerle y matarle?»
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Allí, sentado frente a él, mientras nuestros vasos reposaban en el
mármol de aquel local antiguo, lleno de todo el sabor de la nostalgia y la
tradición, me hablaba sin parar. La lluvia fuera no hacía sino convertir
en más acogedor aquel rincón. Hablaba de sus inventos, rechazados por
imposibles en la mayor parte de las ocasiones, pero defendidos con la
fuerza de quien sabe que el futuro será quien dé y quite razones. Entre
datos y cifras, la mayor parte de ellos arrinconados en algún lugar
insondable de mi memoria, lo único que lamento es recordar tan sólo
una de sus ideas: algo así como terminar con el peligro de los residuos
radiactivos a base de plomo cristalizado y flexible; junto con otros
elementos, serviría, no sólo para evitar sus perjuicios, sino, además,
disminuir con el tiempo su peligrosidad. Yo no salía de mi asombro, y
sólo meses después, llegué a entender que, quizás entonces, me hablaba
de la Alquimia aplicada a uno de los grandes problemas pendientes en el
XXI. Proyectos, ideas, sueños de una mente siempre en movimiento y
conectada con algún punto del Universo donde el Conocimiento, así
escrito con mayúscula, permanece al alcance de todos en el corazón del
laberinto.
Y fue allí, en aquel bar francés, donde por primera vez pude
preguntarle frente a frente, sin teléfonos, sin micrófonos. Allí estábamos
él y yo solos, los demás charlaban animadamente en la barra. Sabía que
había viajado hasta allí para saber y ahora no sabía por dónde empezar.
Así que recurrí a un viejo truco de periodista en aquella noche invernal.
Decidí situarme yo primero, hablar de algo genérico que me permitiera
ir tanteando mis propias sensaciones ante él; puesto que me había
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atrevido a subir en la ola de la Nueva Era, y ella era la que, al fin y a la
postre, me había conducido hasta Francia, hasta él.
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R.– En una ocasión, Einstein dijo esta frase fantástica: «Si el cerebro
humano llega a poder entender el Universo, será porque, en definitiva, tiene una
estructura similar al Universo».
R.– Hablo a menudo con los niños pequeños. Date cuenta de que,
muchas veces, los niños pequeños hablan de sí mismos en tercera
persona. Entonces, nosotros luchamos como bestias para conseguir que
el niño conquiste su individualidad. Le ayudamos a reforzar las fronteras
que lo separan y aíslan del resto del Universo y, después, de los demás
hombres.
Logrado esto, si algún día intuye el niño que existe una puerta íntima,
esa maravilla secreta que yace en el corazón de todos los hombres, que
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sólo se descubre cuando se comparte y se regala, tendrá que dedicar
esfuerzos brutales para deshacer lo que habíamos construido.
R.– Existen dos referencias que pueden tomarse ahora a este respecto.
La primera es el Tao Te King que dice: «La única cosa que te impide
encontrar el camino es el mero hecho de buscarlo». La segunda, más conocida,
te recomienda amar a los demás como te amas a ti mismo, lo cual implica
–entre otras cosas– que uno se tendría que amar a sí mismo. Es decir,
requiere tener buenos motivos para autorrespetarse, estar de acuerdo con
todo lo que uno hace y, por lo tanto, no hacer nada con lo cual no se esté
de acuerdo.
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correspondencia –que ahora no la hago mediante correo, sino por fax o
por email–, se tiene la enorme ventaja de que, para contestarte, la otra
persona tiene que leer primero, lo cual presupone volver a descubrir el
silencio que hay entre las palabras, que es lo que realmente permite
entender lo que el otro manda. Evidentemente, uno de los primeros
trabajos de quien se formula preguntas es conseguir playas de silencio.
En cuanto a los jóvenes, que son quienes más parecen sufrirlo, te voy
a contar una anécdota que suena a chiste, pero que viví. Un padre vino
a verme a la consulta; estaba con los ojos llenos de bolsas, arrugas en la
cara, cansado, gordo, calvo –tenía unos cuarenta años–, y un día, le dice
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a su hijo: «Trabaja, hijo, porque si trabajas fuerte, un día llegarás a ser como yo».
Evidentemente, ¡al niño no le hacía ninguna gracia ser como su padre!
Hasta ahora, se podía poner a los padres como modelo, pero esto ya
no sirve. No conozco a ningún padre que pudiera sobrevivir en el mundo
de sus hijos y, por lo tanto, toca a la generación que crece ahora, a los
que quieren ser los del mañana, reconstruir un plan y elaborar un modelo
que no sea el impuesto por una dinámica sociohistórica que, al final, sólo
tiene la validez de una regla de juego. Con un juego de naipes puedes
jugar a veinte o treinta juegos diferentes, no cambian los naipes. El
problema es que estamos con una mano de cartas y nos intentan imponer
el jugar con unas reglas que ya no son aplicables.
R.– En cuanto a las drogas, quiero señalar algo importante. Pienso que
esta intuición de lo trascendental, de ese cambio vertical del que antes te
hablé, está mal traducida por una infinidad de gente. Lo mismo que si
intentamos captar con un aparato de radio mal arreglado una emisora
determinada: en vez de escuchar una, oyes diez; oyes ruido, pero no
sabes muy bien qué es.
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En el inicio de la droga, hay que reconocer que, la gente que cae, no
lo hace para transformarse en una legumbre, no lo hace para acabar
siendo un delincuente. Intuye que hay algo. Que ese algo se disfrace de
la amistad de “X” compañeros, que lo haga para integrarse en una fuerza
social que no llega a identificar, para estar dentro de la movida, que lo
haga por cualquier motivo, es siempre porque intuye una trascendencia
posible en una dirección. La droga es una mala respuesta a una buena
pregunta.
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Es normal que duden porque, de cada diez diamantes, nueve son
falsos. Ahora me estoy dando perfecta cuenta de esto. Yo fui uno de los
doce miembros que constituían el comité ejecutivo del Instituto
Internacional de Metapsíquica y, allí, era el único que no era médico.
Nos ocupábamos de investigar todas las facultades extrañas del Ser
Humano y, si nuestros estudios no plantearon problemas mayores, es
porque no nos lanzamos a la plaza pública. Lo que se llama ciencia,
habitualmente son los residuos de la ciencia. La ciencia está dedicada a
lo desconocido. Una vez que la ciencia ha aclarado algo, lo deja tras de
sí y sigue avanzando. Ocurre que, normalmente, a nivel del público, se
confunden esos sedimentos de la investigación, de la búsqueda… con la
misma búsqueda. No es lo mismo. No se puede confundir la trayectoria
de un David Bohm y la de un señor que enseña a sus chavales que el
átomo es como un sistema solar, a pesar de que ya sabemos
perfectamente que no es así.
P.– ¿Llegará un momento en que uno pueda hacer más por sí mismo
que los médicos?
Ahí lo dejamos. Tenía una idea clara de lo que quería saber de él, y en
los días siguientes, nuestras conversaciones iban a ser mucho más
concretas.
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SEGUNDA VENTANA
La Salud
Contenidos
− Límites entre la Salud y la Enfermedad
− Influencia de los Estados de Ánimo en las Enfermedades
− Medicina Convencional y Medicina Alternativa
− Validez de los Productos Naturales, “La Gran Farmacia
de Dios”
− El Amor como Energía Curativa
− Sanación Espiritual
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a quedarse entre nosotros. No hay enfermedad imposible. A todas y a
todos se puede acceder a través de las autopistas invisibles que unen los
cuatro rincones del Universo. Puede llamarse sanación espiritual,
movilización de energías, o de cualquier otra manera, pero lo importante
no es el proceso, sino sus resultados. Tampoco hablo de nada nuevo. Este
tipo de curación puede rastrearse en los textos de cualquier cultura
milenaria oriental u occidental, incluso, no lo olvidemos, en el libro de
los libros de la tradición católica, el Nuevo Testamento, ¿o acaso Jesús
no era capaz de curar a distancia? Claro que sí, él lo hacía, aunque nunca
lo definiera como tal. Era un milagro. Simplemente se trataba de una
manera distinta y desconocida de entender y atender la salud y la
enfermedad.
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lo leído con anterioridad nos obligaba a enfocar de una manera bien
distinta lo que se entendía por salud y por enfermedad.
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una maravilla, y hay que dar gracias al Gran Ser que preside a la
existencia de este Universo únicamente por ser. Es muy importante
recalcar que existen datos concretos, hechos. Sarajevo contaba con tres
hospitales. Cuando comenzó la guerra y empezaron los horrores, los
hospitales se llenaron de heridos, de gente con todo tipo de heridas de
guerra, y la ayuda internacional se dedicó a mandar lo imprescindible a
estos centros.
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cápsula que tomó, este hombre que estaba prácticamente aullando de
dolor, se tranquilizó. El dolor se le fue en menos de un minuto.
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Sólo pido a la gente que recuerde: el perdón oficial, el hecho de
levantar el acta de excomunión de Galileo Galilei, no se dio hasta los
años ochenta. Cuídense de lo que anuncian los mandamases del
paradigma, los que tienen, de momento, un poder basado en cierta visión
del Universo, los que tienen su fuerza y su capacidad sobre los demás
enraizada en un paradigma que está muriéndose. Es escandaloso que,
aún ahora, se enseñen cosas a chavales sabiendo perfectamente que son
falsas. ¿Cómo se puede, sólo en nombre de la defensa del derecho a
cobrar un sueldo, seguir enseñando datos en Física, sabiendo
perfectamente que los últimos descubrimientos demuestran su invalidez?
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productos homeopáticos es tan ferozmente construida hoy en día.
Imagínate que un país pueda, con pocos millones de pesetas, escapar al
hecho de tener que comprar medicamentos. El problema no sería para el
país, sino para quien tendría que quedarse sin vender.
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no creo que el trabajo sea el fin último de la existencia. La gente debe
acordarse siempre de que la pregunta magna es: ¿Para qué sirve existir?
Entre otras muchas respuestas, la primera sería para mejorar, en el
sentido de darle más presencia, más intensidad, más interrelación con el
resto, a todo lo que uno se acerca: la piedra con la cual tropieza, la niña
a quien mira por la calle, la mujer con la cual vive, el libro que abre o el
vecino que no duerme.
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reconocer públicamente lo contrario, y hay que esperar trescientos años
para que se diga: «Vale». ¿Crees que esto es normal? ¿En tu opinión, es
normal que los mejores representantes franceses de la ciencia
reduccionista oficializada al final del siglo pasado, cuando se realizó la
primera demostración de los fonógrafos, con el tubo de cera grabado,
etc., los académicos se pusieran a mirar por debajo de la mesa para
averiguar dónde estaba el ventrílocuo? ¡Es intolerable!
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P.– Sin embargo, ¿no es menos cierto que, desde la perspectiva del
ciudadano de a pie, lo único que vale es lo que, a lo largo de los años,
la medicina, digamos, convencional ha dado como válido?
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apendicitis aguda. Decidió, así –debido a la urgencia y frente a la
imposibilidad de llevarlo a un hospital–, operarle. Y le operó. No es una
operación muy difícil, pero lo es más en un pueblo sin nada. Aun así, se
puede hacer y lo hizo. El niño, al final, no tiene fiebre, se encuentra
relajado, está bien. Una hora más tarde, al joven médico le cortan la
cabeza porque el brujo fue a ver al jefe diciéndole: «Usted ha permitido que
un blanco le abra el vientre a su hijo y le meta algo dentro».
Creo que estas dos posturas reflejan cómo, lo que llamamos ciencia y
conocimiento, puede llevarse a su extremo límite de intransigencia: aquel
en donde los resultados importan menos que la teoría.
P.– En una de tus obras afirmabas que, en esa revisión del pasado
que muy de tarde en tarde se hace, ha podido constatarse que algunas
pócimas de las denominadas brujas, desde el punto de vista químico,
ofrecen resultados sorprendentes que justificarían su aplicación.
Al final, uno de los libros que encantó mi niñez fue “La Isla del
Tesoro” de Julio Verne. Tiene un personaje muy interesante, el de un
ingeniero que acaba allí después de un accidente de globo dirigible y se
encuentra que está sin ningún instrumento ni útil. Sólo tiene lo que sabe.
Utiliza sus conocimientos y construye una lupa con los cristales de dos
relojes para hacer fuego, recupera sal petra y azufre en unas rocas para
hacer pólvora y cerillas, etc. En este libro maravilloso, la ciencia no es
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un animal raro que vive en el interior de una madriguera pintada de
blanco con aparatos que se encienden y apagan, como en una película de
ciencia ficción. La ciencia es lo que permite entender lo que, de todas
maneras, todo el mundo vive a diario, se encuentre donde se encuentre.
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años ochenta, un físico que debería haber tenido el Nobel, el Profesor
Aspect, hace un experimento alucinante, ya que consigue, al dividir una
partícula en dos y aplicar una fuerza sobre una de las partículas cuando,
en el instante, simultáneamente, la otra partícula manifiesta el mismo
efecto en sentido opuesto. Con esto llega a demostrar que existe una
interrelación entre partículas que derivan de una partícula inicial, sin
tener en cuenta el famoso límite de la velocidad de la luz, y, por otra
parte, que existe una cohesión a escala universal. Hay unos comentarios
sobre sus resultados que no se llegaron a publicar. En ellos, se afirma que
el equivalente de este experimento ocurrió durante el Big Bang. En el
momento cero, la totalidad del Universo estaba condensada en un solo
sitio y hubo el equivalente de ese ataque energético que hizo explotar y
aparecieron todas las partículas tal como las conocemos con su difusión.
Pero claro está que, si existe esa cohesión interparticular permanente,
quiere decir que todo el Universo, la totalidad de lo existente, está, no
sólo en interacción permanente, sino en interacción simultánea, lo cual,
entre otras cosas, permite y permitiría integrar en esta dichosa ciencia –
que poco merece su nombre– fenómenos descartados, de momento,
porque no pueden reproducirse o entenderse.
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le sopla sobre el codo, le da un beso, le mima un pelín y le dice: «Ya está,
ya no duele». Y, la mayor parte de las veces, es verdad, ya no le duele.
Pues bien, esto es lo que hay que hacer con los adultos. Cuando te
encuentras con alguien que sufre, imponle las manos, mímale y dile, con
cariño y amor, que ya está. Ya verás: en la mayoría de los casos, el dolor
se irá.
P.– Resulta extraño, hoy en día, oír hablar con tanta intensidad del
Amor, cuando la mayor parte de las veces lo hacemos con miedo o
reduciéndolo a una vertiente sexual, pero no quiero insistir. ¿Cómo
llegamos a poder utilizar esa gran energía que existe?
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R.– La gente es como un gran castillo en el cual viviría alguien que se
limitaría a permanecer dentro de la cocina, abajo, y habría ciento de salas
dentro de su castillo en las cuales jamás habría estado. Claro, el primer
día que abre la puerta para entrar en la parte del castillo a la cual no va
nunca, todo está cubierto de suciedad y de polvo. Hay que quitar lo que
cubre todas las cosas, abrir las ventanas, dejar entrar la luz, etc., pero las
cosas están ahí. No se añade nunca nada a nadie, no se está añadiendo
nada a esa persona, sólo se desvela algo que llevaba dentro y de lo cual
no se daba cuenta todavía. Esto de poner categorías como “el que sabe y
el que no sabe”, “el que puede y el que no puede”, no va así. Seamos
serios. Maestros auténticos, he conocido dos en mi vida, y jamás
presumen, ni se anuncian. «Yo puedo y usted no puede, habría que hacer esto
durante veinte años, ponerse en pelotas en una cueva fría…» son pijadas
porque, si el camino hacia la autenticidad del Ser pasara por un esquema
tan castigador, tan reductor, tan horrorosamente doloroso, pues, ¿para
qué sirve? ¿Para que serviría a los cincuenta años ser capaz de poder
hacer lo que tenías que haber hecho a los veinte? Abramos los ojos. El
derecho al saber, las capacidades y el derecho a utilizar la totalidad de lo
que cada uno de nosotros –sin ninguna limitación– tiene dentro, es un
derecho que no se puede tocar. Ya ha habido una declaración de los
derechos del hombre, y yo reclamo la aparición de una nueva
declaración, la aparición de los derechos del Ser. Y una obligación: no
podemos malgastar esos tesoros que albergamos. Todos. No hay nadie
que sea más que otro.
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positivos que esperabas. Hay que hacer todo con conciencia, dejando que
las cosas y los seres nos dicten el cómo hacer, de verdad, lo que sentimos
necesario. Son actos de este tipo los que hay que hacer, y no reclamar
una iniciación compleja. Ahora bien, una vez se adquiere esta capacidad
de discernimiento, lo mismo que cuando se aprende a montar en
bicicleta, nunca se olvida y, con su ejercicio, mejorará su utilización. No
todos los que van en bicicleta son Indurain. Sin embargo, todos pueden.
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meditar, proyectar el bien ajeno como si fuera tan vital como el mismo
aire, obra milagros. Entre los mensajes de las grandes fuentes iniciáticas
o religiosas no hay oposición, sólo existen, a veces, peleas de seguidores
y, cuanto más bajo nivel de conciencia tengan, más sensibles son, y más
duramente se pelean entre ellos. Cuando la primera cruzada, en los
encuentros con Saladino, hubo fantásticos contactos con los templarios
porque, los que buscan la luz, van hacia la luz. Los que están muy lejos
y son autorreductores hacia sí mismos, se pelean y matan. Pero la verdad
es que no existe, ni podría existir, intolerancia ni incomprensión entre
gente que va hacia este centro en el cual te das cuenta de que, la totalidad
de lo que acontece, acontece para todo lo que existe.
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registrar un montón de datos, constantes vitales, conductividad de la piel,
etc. Los conejitos fueron subidos a bordo de un submarino atómico que
no volvió a la superficie durante más de un mes. A intervalos totalmente
aleatorios elegidos por una maquina automática, el capitán del
submarino que navegaba por debajo del hielo polar, cogía a uno de los
conejitos, lo hacía matar por el cocinero, apuntaba en el cuaderno de
bitácora, la hora y el segundo exactos en que se había ejecutado al
animal, y después se comían al conejito, sin crueldad gratuita. Mientras
tanto, en tierra, la coneja permanecía conectada al pletismógrafo. Al
cabo de dos meses, volvieron a tomar tierra y se compararon las horas
apuntadas en el cuaderno de bitácora con el registro del polígrafo. A cada
vez, en el momento exacto en que moría un conejito a miles de
kilómetros de allí, la coneja manifestaba una variación absolutamente
impresionante de todos los parámetros observados. Existe una relación
de este tipo entre cada Ser Humano y cada Ser Humano, cada planta,
cada animal, cada piedra, entre el Himalaya y tu cerebro, prescindiendo
incluso de las fronteras del tiempo.
Creo que esto funciona permanentemente, pero muy pocos son los que
aceptan tomar la responsabilidad y dedicar, aunque sea dos o tres veces
diez minutos al día, a –concretamente– dar, ponerse en contacto, igual
que la gente da su sangre sin saber a quién.
R.– Hay un gran problema desde hace años. Tanto en España como
en Francia, Suiza o Bélgica, que son los países que más conozco, hay
cada vez más gente que utiliza las plantas precisamente como si fuera
una farmacia. Yo digo “la Farmacia de Dios” como expresión de cariño,
pero suele ser tratada habitualmente como una farmacia: «No, no… no se
tome una aspirina. Tome… aquí tiene la spirœa ulmaria». El problema reside
en que la Reina de los Prados precisamente contiene aspirina. Con lo
cual, si utilizas las plantas como si fueran pastillas, cometes una idiotez.
Hay poquísima gente que utiliza las plantas como debieran utilizarse,
reconstruyendo secuencias armónicas, más parecidas a una sinfonía
musical que a la sustitución de una pastilla por una planta, con el
pretexto de que la planta es natural.
–– 38 ––
Un buen amigo, G… en concreto, que había sido capitán de barco, un
día compró un huevo fecundado en Venezuela y lo puso en una cestita
de algodón. Al cabo de los días, salió un pajarito. Todos los días, lo
alimentaba con granos de maíz hervido y molido. Al cabo de unos meses,
de repente, se dio cuenta de que el pájaro estaba totalmente hecho de
semilla transformada por la Vida. Esto es realmente fuerte.
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necesita, por lo tanto, de una especie de guerrero especializado que
utilice dicha arma. De aquí proceden las barreras que oponen las
estancias oficiales a la aparición de armas no peligrosas.
R.– Sí. Se podría decir así. He conversado hace poco con un amigo
que trabaja en Médicos Sin Fronteras, y me dice que, en tres meses,
murió en Ruanda más gente que en los dos últimos años de SIDA en
África. Este simple dato sirve para darse cuenta de la desproporción
brutal de medios que se ponen en marcha.
–– 40 ––
¡Te puedes imaginar el cataclismo que se produciría si empezáramos
a decir –y con muchísimas razones para ello– que la Gran Farmacia de
Dios, la Naturaleza, que en cada país permite resolver los problemas que
se plantean más comúnmente en esa zona geográfica, proporciona
recursos que se pueden, sencillamente, cosechar!
–– 41 ––
y que, de todas maneras, nadie puede impedir nunca a nadie que mande
Amor y Vida a otros.
R.– Tú bien sabes que, si sólo me pudiera llevar una cosa a un planeta
desconocido para atender todo lo que pudiera pasar, me llevaría el Amor,
porque el resto siempre se puede sustituir.
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TERCERA VENTANA
Más Allá de la Muerte
Contenidos
− Morir Es Vivir de Otra Manera
− La Reencarnación
− La Muerte y las Grandes Tradiciones
− Conciencia Individual y Conciencia Global
− Viajes en Compañía a lo Largo de los Tiempos
− A la Búsqueda de Vidas Anteriores
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rigen nuestras relaciones. Nos obligaríamos a ser generosos, solidarios,
caritativos… Y eso es mucho más de lo que alguno podría soportar. Así
que, en caso de duda –que, lamentablemente, no tienen–, lo mejor es
disfrutar a cualquier precio y a costa de quien sea.
Por todo ello, es difícil encontrar a alguien con quien sentirse cómodo
al hablar de la Vieja Señora de la Guadaña, y mucho más es hacerlo con
alguna de las pocas, proporcionalmente hablando, personas que sitúan
el bienestar, la vida de los demás, por encima de la suya propia. Es por
ello que me fascinó ver cómo el interés de André por la gente estaba
siempre muy por encima de su propio estado físico. Tan sólo una semana
antes de nuestro encuentro, había sufrido una crisis cardíaca, él, que
había padecido ya tres infartos. La muerte había dejado, hacía tiempo,
de ser un simple argumento filosófico. Para él se trata siempre de un
peligro presente, sobre todo si, como suele ocurrir, su entrega a sus
pacientes se antepone siempre a su propia salud. La noche anterior había
atendido en Barcelona a una gran cantidad de personas que buscaban en
él una solución a sus problemas físicos. Nadie recibió un no por
respuesta. En su caso, su capacidad de resistencia está sometida siempre
a prueba en cuanto abandona su refugio, su hogar. Es como, si allí, los
devas del bosque, los espíritus que habitan –seguro que sí– entre los
árboles y las aguas, aquellos de los que me habló en una ocasión,
mantuvieran con él una relación continua de intercambio. Ellos,
supongo, le suministran esa energía que mantiene vivo todo lo que existe,
a cambio de la felicidad o gratitud que consigue de quienes acuden a él.
–– 44 ––
temores individuales, las prisas, los grises rostros que deambulan sin
mirar a su alrededor, van calando su alma y transformando su físico, de
tal manera que pareciera que, entre su entrada en la ciudad y su marcha,
han pasado meses y no horas.
Al final, nada se pudo hacer. Nada, salvo una cosa; y él la hizo. Estar
al lado de la parte más energética, sutil o espiritual de su amigo a la hora
de realizar el tránsito a un más allá desconocido, con paz y tranquilidad.
Yo quería saber algo más sobre eso también y, aunque pareciera que no
era el mejor momento, la tranquilidad, la naturalidad propia de lo que
tiene que ser –y además es–, había vuelto a envolvernos a ambos tras las
últimas horas de tensión.
–– 45 ––
En el segundo en el cual te das cuenta de que existe una continuidad
–no una huella como la huella de tu voz en una cassette, no, una
continuidad auténtica con voluntad, capacidad de decisión, de pensar y
de emanar pensamientos conceptuales completos–, en este momento,
hay que darse cuenta de que la muerte sólo es muerte para quien la mira
desde este lado y que, frente a la continuidad de la conciencia, parece ser
sólo un episodio.
R.– Por supuesto que lo ha travestido. Entre otras cosas, porque, como
Occidente está marcado por una voluntad de poder absolutamente
espantosa, su última amenaza es, evidentemente, la muerte. Si dejas que
la gente no tema a la muerte, a ver cómo te lo montas. Todos los procesos
de conquista, de control de las personas, siempre en Occidente han
estado asentados en este miedo último, mucho más que en el dolor. Con
ello, Occidente ha conseguido pervertir la muerte.
–– 46 ––
Volviendo a la pregunta, es cierto que es imposible controlar al que no
teme la muerte y eso permite entender inmediatamente la vocación
occidental de imperios, conquistas y matanzas asentadas en el miedo a
la muerte.
R.– No. ¡Cuidado! Pienso que, en esta larga cadena evolutiva, la cual,
desde la primera macromolécula proteica que se divide en dos en la sopa
primordial en el planeta, hacia lo que algún día será la humanidad,
existen muchas etapas y no todo el mundo está exactamente en el mismo
sitio, en el mismo momento. Esto significa que pueden surgir
comportamientos animales, actos totalmente incongruentes y que
provocan daños y barbaridades. No hay que atribuir un significado
puntual, una voluntad a todo lo que ocurre. Ni muchísimo menos.
–– 47 ––
luz en este campo, muchas veces, es la que se pone sobre las cosas mucho
más que la que de ellas se recibe.
La tercera respuesta tiene que ver con cada uno. Que cada uno
examine dentro de sí mismo, muy seriamente, la incidencia de seres
anteriores, la presencia, ese aliento venido a través del infinito y que nos
llega, portador de la peculiar presencia que caracterizaba a alguien. Yo
creo que todos lo habrán sentido alguna vez.
–– 48 ––
Siempre es posible rechazar las manos tendidas. Siempre es posible
negarse a cualquier tipo de trascendencia o transformación. Siempre es
posible para un niño decidir que nunca jamás cambiará y decir, como el
héroe de esa novela, que quiere quedarse pequeño, sentado y cagarse
encima para que le den de beber con un biberón. Hasta ahora, este tipo
de comportamientos han sido clasificados como patológicos. No tengo
ningún motivo para obligar a nadie, pero que miren un segundo y que se
den cuenta de que, al ser estas cosas ciertas, cambia la manera de vivir,
la relación que tenemos con los demás, cambian los planes de vida,
cambia el tipo de actividad y de actuación que podemos tener y, por lo
tanto –y es gordo lo que voy a decir–, aunque fuera falso, hay que hacer
como si fuera cierto.
–– 49 ––
Imagínate mi reacción ante esto. Tengo una convicción. No tengo
demostraciones y nadie las tiene. Hay una infinidad de gente que se ha
dedicado de una manera muy seria, un Wasserman, por ejemplo, que ha
llegado a aplicar la teoría de los campos de la Física Cuántica a unos
campos que podrían ser responsables de la organización molecular que
soportan los fenómenos psi; pero claro, siempre se queda en teoría. La
única manera de averiguarlo es intentar tener la conciencia más abierta
posible para que cuando nos muramos, todos y cada uno por su cuenta,
en vez de dormirnos y, a lo mejor, pasarnos un tiempo “X” –porque, al
parecer, el tiempo al otro lado es muy relativo– sin conciencia, sin volver
a nacer, sin memoria… que cada cual intente establecer, de una vez,
eslabones conscientes.
P.– Es decir, ¿que las personas con las que convivimos se repiten una
y otra vez, si no la siguiente, al paso de varias vidas?
R.–Yo no tengo el guion entre manos, pero lo que parece cierto es que
existe una continuidad. Las mismas personas asumen papeles diferentes
dentro de escenarios diferentes, dentro de situaciones diferentes, pero
todo parece indicar que la naturaleza de estos compañeros de eternidad
depende únicamente de que uno haya intervenido mediante actos,
emociones o relaciones intensas o violentas dentro de la estructura
íntima del otro ser. Y que lo que se busca no es arreglar una cuenta, sino
reencontrar un estado armónico, que probablemente era antes y será
después del momento en el cual uno se ocupa de este tipo de problemas.
–– 50 ––
P.– ¿Qué cabría encontrar en el fondo de las tradiciones, común a
todas ellas?
R.– Todo ocurre como si cada acto, cada realización marcada por la
emoción, la intensidad, o el mero hecho limitado de entrar dentro de la
integridad de otro ser, cambiando parte de su estructura, tuviera una
medida. Quiero decir que las cosas se tienen que llevar hasta su fin, guste
o no guste. Es como si existiesen unas estructuras preferenciales que
determinan lo que es la perfección, la plenitud de un acto, implicando
este acto una, dos o tres o más personas, y que, mientras no esté acabado,
sigue existiendo, sin que –creo y me lo temo– nada lo pueda parar. Todo
parece indicar que cada uno de nosotros es sólo la emergencia
momentánea en uno de los pliegues de lo que David Bohm llama el
Universo implicado, la emergencia de otra realidad de un Ser más amplio
que, probablemente, asume la totalidad de la que nosotros somos sólo
partes y fragmentos esparcidos.
R.– No pienso que sea tan grande. Pienso que somos trozos de una
realidad más extensa. El presente es sólo la marca de la aplicación de
nuestra conciencia al continuum que nos rodea, una aparente
direccionalidad del tiempo que depende mucho más de nuestra
capacidad para captarlo que de su esencia verdadera.
–– 51 ––
P.– ¿Qué podemos decir a quien se sienta angustiado por cuestiones
académicas, económicas o de relaciones familiares, y cree ver en la
muerte una salida?
–– 52 ––
promesa, de huella, de ésas que dejan los animales en la nieve durante el
invierno: no es el animal, pero deja una señal. Y creo que esto sólo nos
dice que, si amas a alguien, es que dentro de ti hay el sitio para este
alguien y, probablemente, que, detrás de esto, se encuentre una de las
claves que permita entender el “ama al otro como a ti mismo”.
P.– ¿Es bueno intentar encontrar las vidas anteriores con alguna
técnica determinada?
R.– Evidentemente que existen técnicas. Hay una cosa que es cierta:
antes de ir a ver en otro tiempo, otro espacio, y otras historias, es,
probablemente, vital e imprescindible estar en paz con la época en la que
uno se encuentra. Lo que quiere decir que, la primera labor, es una labor
de apaciguamiento del Ser y de la persona, y también una labor de
limpieza, en el sentido que hay que aclarar los motivos que empujan a
alguien a hacer este tipo de intentos. Ahora bien, técnicas hay muchas.
Con el apoyo de otra persona, una especie de sustitución de voluntad.
Puede tratarse de inducciones regresivas, hipnosis, incluso autohipnosis,
que sería probablemente la parte más peligrosa de este tipo de intentos.
–– 53 ––
CUARTA VENTANA
No Estamos Solos
Contenidos
− Fenómeno OVNI
− Sí a la Existencia de Inteligencias Extraterrestres
− Indicios de Civilizaciones Anteriores a la Nuestra
− Hechos Inexplicados por la Ciencia Actual
− Ocultación de Datos Oficiales
− Secretos Inconfesables: Las Experiencias de Robert Monroe
–– 54 ––
La conclusión parece clara. Me lo pareció mientras la esbozaba y me
lo parece, aún hoy, mucho más. En esta tierra que compartimos miles de
millones de habitantes, despojados de nuestras ropas, sin el amparo de la
tecnología, nos encontraríamos con que la mayoría seguimos siendo
hombres del neolítico, o poco más. Eso sí, mejor trajeados y hasta
aseados. Algunos podrían sentirse afortunados si se les comparara con el
hombre del Renacimiento. Pocos hay que hayan sido capaces de
conjugar la modernidad y su carga de tecnología con su propia
evolución, dejando atrás las cadenas del mundo de los sentidos y
satisfacción como únicos objetivos vitales. Total, que los menos serían
hombres de hoy y, desde luego, una minoría que no ocuparía demasiado
espacio en un bloque de viviendas de una moderna ciudad, es la que ha
sabido beber de las tradiciones milenarias, para aprender de ellas a
afrontar el Universo y poder entender la modernidad como un simple
escalón en la casi infinita escalera de nuestra propia evolución. Un
escalón por el que es preciso pasar, pero sin detenerse, creando, a cada
paso, hombres nuevos con nuevos objetivos, nuevas potencialidades y
nuevas metas.
Lo demás fue fácil, fue un simple salto, una simple proyección, pensar
que la cara global que da nuestra humanidad al resto del Cosmos es
bastante desagradable todavía. Más allá del luminoso azul que
descubriera para nosotros –como color de nuestro planeta– Yuri
Gagarin, la realidad es que vivimos en un patio de vecinos bastante
indispuestos los unos con los otros, con bastantes diferencias entre unas
puertas y otras, y parece que con pocas cosas en común. Es como esos
viejos pleitos por herencias, arrastrados durante años, en los que las
propiedades se pierden ante la incapacidad de los hermanos de ponerse
de acuerdo en las cifras y en el reparto, mientras los posibles compradores
asisten impotentes al deterioro, sin conseguir un interlocutor válido.
–– 55 ––
como en el otro, si nos atenemos a flamantes currículums, hay pruebas
de esto, pero también de aquello, los hechos se pueden explicar así, pero
también de la otra manera. Vivimos en un mundo plural en donde la
verdad se esconde dentro de uno mismo. Es ese viejo puente entre
nuestro Universo y algo más sutil y complejo a lo que podemos
asomarnos cuando el silencio se hace dentro de nosotros.
–– 56 ––
gente puede que describa de manera tosca las cosas, pero lo que nunca
hace es describir cosas que no hayan visto.
Yo creo que las disputas con los que dicen que no existe, mejor
olvidarlas, porque el tiempo no es para discutir con gente que llega a
hacer cosas tan espantosas como el presidente de la Unión Racionalista
francesa que, interrogado por un periodista sobre lo que haría si viese un
OVNI a través de la ventana, contestó que se giraría y miraría la pared.
–– 57 ––
La lucha mayor es intentar hacer caer esas falsas barreras que aíslan a
la gente que vive, que experimenta y que no tiene que demostrar nada,
porque cada uno vive lo que vive, y merece respeto, Amor, y
consideración. Pero, al mismo tiempo, sería necesario no permitir que
nadie se hiciera famoso contando cualquier tontería.
R.– Sí. De todas maneras, hay que cuidarse mucho al hablar del
fenómeno OVNI de no limitarse a lo que pasó desde que Kenneth
Arnold, a finales de los años cuarenta, tuvo su primer encuentro, en el
que, para describir lo que acababa de presenciar pronunció las palabras
“platillos volantes”; porque en realidad el fenómeno OVNI como tal,
aportando los comentarios y limitándose a los hechos vistos, vividos y
constatados es una realidad tan vieja como puede hundirse en la
memoria humana dentro de su propia historia. Si me permites, me
gustaría hacer mención de unos conceptos que, igual, pueden permitir
aclarar cosas.
–– 58 ––
entre ellos. Incluso sus aparatos son específicamente diferentes, si nos
atenemos a las descripciones de los últimos cuarenta o cincuenta años.
Esto me empuja, personalmente, a pensar, observando la gran diversidad
de las razas que viven en nuestro planeta, que no todos nosotros, no
todos los que viven –bípedos, humanos…– sobre este planeta somos
oriundos auténticos y reales de este planeta, por lo menos en su origen,
aunque los mestizajes ya son tantos que seamos todos de la misma
familia.
–– 59 ––
veces en los últimos años, el motivo de los extraterrestres tiene que ver
con algún comportamiento de este tipo.
Por otra parte, es evidente que, a veces, llegan unos maleantes y que,
por un motivo u otro, se dedican a hacer salvajadas. Precisamente, este
gran abanico de comportamientos que podemos ver en el planeta, y entre
nosotros también, se puede observar en medio de todo lo que puede ser
la fenomenología OVNI, porque la variedad es inimaginable. Repasando
el material que tengo, hay varios miles de documentos desclasificados de
la CIA en la cual la variedad de testimonios es alucinante.
Es necesario abrir las mentes y las conciencias para entender que pasa
algo muy gordo y muy importante. En medio de esta gigantesca variedad
de visitantes o náufragos que han llegado hasta nosotros, también hay
seres que parecen ser cierto tipo de guardianes o mentores, unas especies
de proyecciones llegadas de infinidades galácticas de las cuales poca idea
podemos tener. Creo que podemos encontrar huellas de estos
conocimientos dentro de lo que son las grandes fuentes tradicionales.
Puede ser que aún, todavía, moren en nuestro planeta y estoy
personalmente convencido de que, varias veces a lo largo de cualquier
vida de alguien que viaje un poco, es posible cruzarse una o varias veces
con alguien que no ha nacido en este planeta, ni probablemente tampoco
morirá en él, sino que, sólo de momento, se ha fundido con la gente de
aquí para mirar o para cualquier otra actividad. Por ejemplo, los estudios
del científico Petit que, sobre la base de lo que entregaron los ummitas,
ha podido elaborar toda una serie de teorías físico‐teóricas, y está
trabajando sobre aparatos concretos que se fabrican y son el fruto de un
conocimiento radicalmente diferente del nuestro. Yo creo que hay gente
que viene, probablemente, a ayudar, a que pasemos ciertas etapas
cruciales del desarrollo global de esta humanidad tan variopinta que
existe en el planeta.
–– 60 ––
Fue un amigo piloto el que me dio la respuesta. Me dijo: «Cuando se
dan vuelos de noche, la única cosa que se ve en Europa, es Bélgica, porque todas
sus autopistas están iluminadas, pero con luz fuerte». Lo cual quiere decir que,
cualquiera que se acerque desde el espacio a territorio europeo buscando
una marca de desarrollo técnico, lo primero que encontraría sería
Bélgica.
Sé que esto puede hacer caer muchos esquemas, pero, a veces, las
explicaciones más sencillas son las mejores.
–– 61 ––
se movía en un plano horizontal y se desplazaba dejando dos fogonazos
que se veían perfectamente. Paramos en la autopista para poder verlo, ya
que estaba justo delante de nosotros. Hablo de una observación que duró
minutos y minutos. Al cabo de un cuarto de hora, en el momento de las
informaciones en la radio francesa, se interrumpen para decir que un
gigantesco objeto volador había sido visto, y describen perfectamente lo
que habíamos visto, al igual que los cientos de personas que transitaban
por aquellos parajes. Pues, muy bien, el objeto acaba desapareciendo en
dirección este y nosotros seguimos el viaje escuchando la radio.
–– 62 ––
extraterrestre había caído allí y lo habían recuperado, se anuncia que un
globo sonda había caído y lo habían recuperado. En mi vida –y he visto
un montón de globos meteorológicos– juro que nunca ha hecho falta
movilizar a tantos militares y tantos camiones.
¿Qué pasó? Que los testigos auténticos eran muy pocos, los más
numerosos eran militares que estaban bloqueados por el deber de reserva.
El resto aún sigue gritando lo que vieron y lo que pudieron comprobar
con sus ojos, entonces y ahora, porque en las cercanías de ese sitio
continúan ocurriendo cosas rarísimas. De repente, aparecen vacas
degolladas sin una gota de sangre, con trozos cortados con algo que
parece ser de cirugía laser. Cosas extrañas siguen pasando y no se habla
de ellas, ¿por qué? Porque son tres testigos frente a millones de personas
que encuentran más aceptable y menos angustioso aceptar cualquier tipo
de explicación.
–– 63 ––
daños y perjuicios que pueden ocurrir en un conjunto humano y las
relaciones con el mundo en el cual se encuentra, de tal manera que no se
destruya, yo creo que ha habido probablemente infinitamente más de las
que se cree.
P.– ¿Qué indicios existen que permitan suponer que otras muchas
civilizaciones de alta tecnología y complejos conocimientos existieron
hace miles de años y acabaron desapareciendo, envueltas en el
misterio?
R.– Es una pregunta que merece una larga respuesta. Sin tener que
volver a pasar sobre miles de investigaciones hechas por gente muy
capacitada en todo el planeta en cuanto a huellas que podamos encontrar
en textos, en monumentos, en restos arqueológicos, tradiciones,
leyendas, etc. Recuerdos tan diversos como los que se pueden encontrar
en Nuevo México, Arizona, Colorado o Utah, en Estados Unidos o en
Ecuador, adonde fui hace tiempo y en donde se encuentran las entradas
de las cuevas de Taos. Pienso que hay varios datos que me gustaría
conectar con hechos más palpables y contemporáneos.
–– 64 ––
Tampoco está solucionado el tema del maíz. Tú dejas maíz en un
campo y, al cabo de unos pocos años, habrá desaparecido, porque todo
parece indicar que el maíz no es una planta, sino un híbrido que, para
poder dar fruto y sobrevivir, necesita ser cultivado. Otra vez, la pregunta
se plantea: ¿Dónde empezó y quién fue el primero que lo empezó a
cultivar? ¿Cómo fue que alcanzó tal nivel de perfección?
–– 65 ––
humanos. Después de las mil y una investigaciones hechas a este
propósito, no cabe la más mínima duda de que, lo mismo que, en tiempos
antiguos, unos cuantos Nephilim bajaron y se mezclaron con las hijas de
los hombres, dejando descendencia –por lo tanto, lo bastante iguales
morfológicamente con los seres humanos para que esto sea factible–, de
la misma manera, ahora mismo, existen visitantes. Lo que ocurre es que
no se llegan a discernir. Para mí, desde siempre, los platillos volantes que
se ven y se identifican como tales pertenecen al nivel más bajo de quienes
nos visitan, porque la mejor manera de esconderse en el espacio es
disfrazándose de avión o de helicóptero, etc., pero no de platillo volante.
Esto es una animalada y, probablemente, son los más bastos de los
visitantes quienes se hacen notar así.
–– 66 ––
marcha y es una de las mil invenciones de la inteligencia humana para
intentar describir lo que nos rodea.
R.– Yo pude tener en mis manos un bloque de granito dentro del cual
había un clavo. Se encontraba en Hendaya, donde yo estaba
investigando alrededor de lo que se llama la cruz cíclica, porque estaba
haciendo otros trabajos de los cuales habla también Fulcanelli. Me
encontré con un médico allí que tenía –por lo visto, ha habido varios
bloques del mismo tipo encontrados por aquella zona– un bloque, un
trozo de veinticinco centímetros por veinticinco, en forma de cubo
grosero de granito, y dentro de ese granito, había una parte metálica que
salía. Yo estaba presente cuando se rompió este bloque y pudimos
constatar que, dentro, lo que había era un clavo perfectamente hecho,
con su cabeza incluida.
–– 67 ––
perfectamente esculpidas que plantean problemas. Lo que plantean es
que toda nuestra visión tecnológica está basada sobre la rapidez,
probablemente, debido al hecho de que, por otras alteraciones, la vida
humana se ha reducido a menos de cien años, habitualmente menos, y
que, por lo tanto, la prisa marca todas y cada una de las acciones del
hombre en su vida en este mundo. Por lo tanto, no se estiman
prácticamente nunca los actos que requieren tiempo y paciencia.
–– 68 ––
Otro ejemplo: existe, en el Museo de Leningrado, una cabeza de
búfalo en la cual hay un agujero hecho por una bala. La cosa es que, los
exámenes con carbono 14, indican que este animal, con su herida, fue
matado por una bala hace setenta mil años. Impresionante, ¿verdad?
–– 69 ––
primer protocolo, se hicieron otros, entre los cuales se pidió que fueran a
otros planetas. Por ejemplo, el experimento hecho con el planeta
Mercurio. Cuando se realizó, se detectó que había una atmósfera tenue
pero que había atmósfera. Con lo cual se dijo: «Estos tíos están locos… no
hay atmósfera en Mercurio. Son fantasmadas…». Resulta que, después, con
las diversas misiones que se mandaron –entre otras, una periorbital
alrededor del Sol–, se pudo averiguar que era verdad, que había tenido
razón el experimento psíquico frente a la ciencia reduccionista. Esto
plantea un problema porque se revela a la gente que hay personas que
pueden entrar en tu habitación o en tu comedor, ver lo que estás
haciendo. A mucha gente se le pondrían los pelos de punta.
–– 70 ––
habían descubierto, pero lo habían callado, puede ser que para salvar el
pellejo, y puede ser porque pensaban que no era el momento para hacer
público su descubrimiento. Sólo como anécdota, citaré que, una de las
tablillas de arcilla que fueron encontradas en investigaciones
arqueológicas hechas en Irak, en el sitio de Ur-Nammu, y que estaba
muy bien escondida dentro de otra placa más gorda, contenía –según lo
que en ella estaba escrito en caracteres cuneiformes– importantes
secretos, el secreto de los secretos. Al final, era la manera de calcular la
medida de los lados de un triángulo rectángulo; y es que no fue Pitágoras
quien lo descubrió, sino que ya se sabía en la época de Ur-Nammu y
Nínive.
El concepto de secreto, muchas veces, tiene que ver con una especie
de impresión de seguridad o de mantenimiento del status social en vigor
en un momento dado de la historia. Supongo que todos, o casi todos,
habrán leído alguna cosa sobre el emperador Nerón. Pues, bien, ante él
se presenta un buen día un señor, maestro cristalero, que le presentó un
cristal irrompible. Su respuesta fue hacerle ejecutar en el acto. ¿Por qué?
Porque, de haber prosperado su invento, la industria del cristal –que está
basada en que el cristal se rompe– hubiera saltado por los aires. Lo
mismo pasó con un experimento que tuvo lugar en Málaga, en la plaza
de toros, en el cual un señor bastante alucinante, hizo funcionar un
camión con agua. A la semana, este señor desapareció, y después, ya no
se ha oído nunca más hablar de él. Claro está que ahora hay decenas de
aparatos e inventos que funcionan con agua, desde los montajes del
Señor Paul Pantone, a cuya esposa se intentó matar, hasta los de grupos
que, incluso, tienen patentes oficiales por sus inventos. Anécdotas de este
tipo se podrían contar hasta mañana por la tarde sin parar, porque son
millares. Y siempre obedece el hecho del secreto y de lo oculto a una sola
preocupación: no entregar a quien no está preparado unos datos que
podrían hacerle perder su equilibrio interior y poner en peligro esa cosa
tan frágil que es la sociedad en la que vivimos y que está agrietada por
todos los lados.
–– 71 ––
R.– Sobre Marte, encontramos elementos para la discusión ya en los
siglos pasados, porque, cuando se descubren finalmente, con los aparatos
de visión astronómica, los dos satélites de Marte y, cuando quien los
descubre se da cuenta de que habían sido descritos cien años antes en
una novela, “Los Viajes de Gulliver”, le espanta tanto que los bautiza
como Terror y Pavor: Fobos y Deimos. Más cercanamente a nosotros,
hay que recordar que el astrónomo ruso Chklowsky, en los años
cincuenta, haciendo los cálculos sobre las órbitas de Fobos y Deimos,
descubre unas irregularidades. Sus órbitas parecen ser rectificadas de
forma artificial, porque no responden a ninguno de los cálculos que se
les intenta aplicar. Los resultados fotográficos que tenemos, aunque la
última aproximación haya fallado del todo, muestran que es cierto que
existen cuevas inimaginables en esas masas que circulan alrededor del
planeta. De todas maneras, si yo tuviese que esconder algo que dé vueltas
a un planeta como un satélite artificial, para que nadie se dé cuenta, lo
disfrazaría de meteorito o de cualquier otro satélite tonto en forma de
roca. Lo mismo que si tuviese un OVNI que esconder: haría un disfraz
en forma de avión o coche, como ya ha ocurrido.
–– 72 ––
Te diré que, en el IMI, teníamos en proyecto un protocolo en el cual
íbamos a repetir estos experimentos, no ya en personas especiales que
tienen capacidades extrañas, sino con gente común y corriente,
“normal”, porque tenemos datos que nos permiten pensar que cualquiera
es capaz de hacerlo y que, probablemente, lo estén haciendo, pero por el
mismo motivo que los indios del Canadá no vieron el barco, no se
pueden acordar, ni la experiencia deja huella en la memoria accesible a
la parte consciente del individuo. Son unos temas absolutamente
alucinantes.
–– 73 ––
QUINTA VENTANA
Nuestra Madre, la Naturaleza
Contenidos
− Vida Centenaria
− Los Sonidos de las Plantas, Experimentación Propia
− Posibilidades de Interacción con la Naturaleza
− Comunidades Alternativas, Findhorn
− Formas de la Conciencia
− Comunicación con las Plantas
–– 74 ––
crece pegado al árbol y se seca, aun servido en la mejor de las bandejas
de plata.
–– 75 ––
János Móricz, el famoso descubridor de los túneles de los Andes, el que
llevó al astronauta Mitchell a la Gruta de los Tayos, a la que fue también
mi amigo Andreas Faber-Kaiser. No sólo es Vilcabamba. Hay otro sitio
en el lado opuesto del planeta, en una región cercana a los Himalayas,
que es el valle de los Humsa, en la que sus habitantes también llegan a
unas edades alucinantes.
–– 76 ––
P.– Hablemos de la conciencia de las plantas. ¿Es cierto que hiciste
un experimento en el cual se pudieron apreciar sensaciones,
sentimientos de las plantas?
–– 77 ––
Esto apunta a que la interacción existe, aunque no lo notemos. Date
cuenta que, el hecho de vivir aislándose o rechazando al otro
permanentemente, hace que vivamos como ciegos en un parque de
atracciones, pero no impide que las cosas existan. Las plantas han sido
para mí una manifestación de este hecho, pero yo he visto en peces cosas
igualmente impresionantes.
R.‐ ¡Ojo! Que inteligencia es una palabra magna. Las plantas tienen
una reacción dinámica en la cual procesan unas energías informativas
que son comunes a las plantas, a los animales y al Ser Humano, que es
un animal entre muchos otros. En este hecho de que se procesa la misma
energía de información, existe una posibilidad de conexión. Lo que
ocurre la mayor parte de las veces es que, cuanto más organizado sea el
sistema de captación –en este caso, el sistema nervioso–, tanto más
actuará sobre los que lo son menos. Por ejemplo, yo tengo delante de mí
ahora mismo una rama de un moral del que habían dicho que iba a
morir, pues bien, esta rama está ahora cubierta de hojas que son dos o
tres veces más grandes que las ramas del resto del moral, y es la rama
más cercana. Está creciendo tanto que está a punto de entrar en mi
despacho. Más aún, esta rama tiene unas moras que son el doble de
gordas que las del resto del árbol. ¿Qué tiene de diferente con el resto del
árbol? Únicamente que yo miro a esta rama con cariño y ternura
prácticamente todos los días del año, y que este efecto es un efecto real.
–– 78 ––
¿Qué quiere decir? ¿Que yo hablo al moral y que él me entiende? No, es
que los dos formamos parte de una realidad viva, extensa, en la cual, si
tú disuelves la frontera que te separa del otro –que ésta sea un árbol u
otra persona–, hay un proceso de interacción y esta clave de esta
interacción es la que está en el eje de todos los procesos, tanto de
captación como de modificación.
R.– Te digo una cosa, yo, cuando decido mover el dedo índice, se
mueve. ¿Quiere esto decir que el dedo índice tiene una inteligencia
particular con la cual estoy tratando? No. Estoy delegando una secuencia
de orden que organiza la realidad vital de mi dedo para que se mueva.
De momento, consideramos que el árbol que tengo delante está separado
de mí, pero esto es una postura meramente convencional,
correspondiente a un tipo de cultura vigente oficialmente, un paradigma
momentáneo. En realidad, es exactamente lo mismo. Hablar de
comunicación es hablar de la misma relación que tengo yo con mi dedo.
Es cierto que puedo tratar de actuar sobre este árbol para que haga una
cosa como si fuera parte de mí, pero también puedo abandonar ciertas
características mías para que el árbol me mande sus cosas. Lo cierto es
que, muy difícilmente, el árbol podrá darme a mí unas ordenes que yo
pueda realizar porque las respuestas son diferentes.
–– 79 ––
reacción cognitiva que el Ser Humano tendría en parecidas
circunstancias?
–– 80 ––
ya presentes en el momento en que nadie podía saber nada de ello, que
cosas que apuntaban se han podido conseguir, y se darán cuenta que,
cuando formulas con claridad algo que realmente forma parte de tu
destino, siempre, siempre acaba pasando.
Ahora bien, creo que hay un peligro. Un peligro que reflejó Alphonse
Allais, un humorista francés de finales del siglo pasado, cuando dijo que,
si las ciudades se construyesen en el campo, el aire estaría ciertamente
mucho más limpio. Yo, personalmente, he aplicado varias cosas donde
vivo. Un árbol muerto desde años, ha vuelto a crecer; unos cincuenta
metros cúbicos de arena estéril del río Cèze, que me fueron regalados por
un campesino de aquí, se han transformado en una tierra absolutamente
prodigiosa; aquí, donde hay heladas todos los inviernos, he sembrado
huesos de dátiles que están creciendo, dándome palmeras. Estamos
experimentando hechos directamente en nuestras vidas. Es cierto que es
tiempo de que la gente no ubique en un lugar lejano la posibilidad de
transformarse y de transformar lo que le rodea en la dirección de más
luz.
Para mí, una de las cosas más importantes que habría que decir es que,
incluso si alguien está obligado, si cada vez que pasa, saluda a un árbol
en concreto o a unos árboles, o a unas matitas en un jardín público, o
que han crecido desesperadas al lado de un banco en una avenida, o a
una piedra de hormigón que se ha levantado y ha dejado pasar una
–– 81 ––
florecita, estará haciendo una labor de muchísima importancia. Porque,
una de las cosas que más me molestan en la actual situación de “la nueva
era”, es que se está ubicando en lugares concretos, las más de las veces,
difíciles para quienes están necesitando precisamente este aliento de luz,
el punto y el sitio en el cual pueden ir a saciar su sed.
R.– Más que abiertas, dejaron de cerrarse porque, uno de los puntos
más importantes que hay que resaltar, es que nunca se trata de conseguir,
de llegar, de aumentar. No, no. La situación, como ya lo he dicho en
cursos y otras ocasiones, es que somos un poco como esas bombillas que
yo vi por primera vez en mi niñez en los gallineros. Había una bombilla
encendida, día y noche, para calentar a las gallinas. Una vez, entré en un
gallinero y, como estaba a oscuras, pregunté si no había bombilla. Me
contestaron que sí, pero ya que las gallinas se ponen más arriba, cagan
encima y se llega a tapar totalmente la bombilla. Me acerqué, rasqué la
bombilla, cayó una costra y salió la luz. Creo que somos exactamente
así. Bombillas sucias. No es que vayamos a conseguir una luz que no
tenemos, sino que hay que dejar de inhibir la que llevamos, tapándola
con esos deseos, esas envidias, esos odios y cabreos, esos deseos
descontrolados que son proyecciones nuestras, pervertidas. Éste es el
punto fundamental.
P.– En la segunda parte del Señor G…, hablas de tus contactos con
el mundo de los espíritus del bosque. ¿Qué son esos devas, o espíritus
del bosque, que tanto ayudaron a los pioneros de Findhorn?
–– 82 ––
R.– Honradamente, no lo sé. Lo único que te puedo decir es que
existen. Dejando de lado mi experiencia propia, Daniela, mi mujer, tuvo
una vez la suerte de estar en presencia, durante cerca de un cuarto de
hora, de un ser diminuto de unos treinta centímetros de altura, de color
verde, que bailaba encima de unas rosas. Por otra parte, Lucía Bosé, que
vino aquí a pasar un tiempo, la llevamos a unas cascadas cerca de La
Roque-sur-Cèze, y ella estuvo en contacto con otra entidad que se
manifestó a ella, bajo forma de lo que Lucía llamó una ondina. Mi
experiencia propia: Hace de esto más de treinta y cinco años, en
compañía de G…, me encontré en una situación en la que, por primera
vez, pude captar esas chispas de consciencia que están presentes en todas
las cosas.
Otra cosa que tú puedes vivir aquí en mi casa: Cuando yo llegué aquí
había en la puerta un árbol, una morera muerta desde los años ochenta,
y la querían cortar. Me negué y comencé a regarla porque yo sentía vida
allí. Puedes ver cómo han vuelto a brotar, desde el corazón de este tarugo
muerto dos nuevos árboles, ya que el portainjerto y el injerto han salido
por separado después de quince años de haber muerto, aparentemente.
Desde entonces, tengo un contacto, no sólo con esta maravilla que tengo
delante de casa, sino con todas las demás moreras que hay en los
alrededores y es verdad que me responden con lo que llamaría un
prodigioso cariño silencioso.
–– 83 ––
que captaran nada porque ese bosque era un bosque falso, plantado, los
árboles tienen la misma edad, y no tiene entidad. Es un poco como unos
esclavos a los que alguien habría quitado el cerebro y la memoria.
–– 84 ––
Pero, claro, estamos ahora en una época en la cual hay una especie de
impregnación múltiple, debida a una infinidad de lugares definidos por
su ambiente sociocultural, que hace que sea normal que alguien de
veinticinco años haya leído textos budistas, haya visto referencias
egipcias, aztecas o mayas, y esté abonado a una de las múltiples revistas
que existen ahora mismo en el mercado nacional o internacional, que ya
tenga la mente muy saturada de una infinidad de datos, ninguno de ellos
conectado directamente con esta parte de inconsciente que ha
recuperado del lugar en el cual ha nacido. Y en el inconsciente colectivo,
en el alma general ibérica, existen una serie de referencias que igual
pueden provocar sorpresas.
R.– No hay que mezclar cosas. La tradición más antigua que tenemos
es la china, con el Feng Shui y la utilización de la brújula con los
hexagramas del I-Ching, que permite determinar si un sitio es favorable
o no a la estancia humana y a un tipo de actividad en concreto. Gran
parte de los datos, corresponden a experiencias adquiridas, de tipo
campesino, que tienen que ver con los árboles, con los montes, con el
agua, con las zonas que reciben luz o no la reciben, etc. Después,
tenemos experiencias mucho más recientes, por ejemplo, del Profesor
Hartman, que descubrió que había una red de alteraciones que cubrían
la casi totalidad del planeta, que tiene unos nudos, más o menos, cada
dos metros. Existe toda una red de este tipo. Pero, cuando uno habla de
fuerzas telúricas, está haciendo un acto poético porque es un poco como
la virtud dormitiva del opio de la que se hablaba hace doscientos
cincuenta años. Es una parábola, una metáfora.
–– 85 ––
Trabajos, hay miles. Los trabajos de Delaware en Oxford, los trabajos
de todos los que se han ocupado de radiónica en los últimos cien años…
Hay gente, como la hija del Señor Galen Hieronymus, Sarah
Hieronymus, que vende los aparatos de su padre que permiten armonizar
la tierra. Yo he visto cómo funcionan y es alucinante. Clavas una especie
de tubo gris con punta de cobre en el suelo: el cosmic pipe y, en un radio
de doscientos o trescientos metros, todo lo que hay crece de manera
espectacular, sin que se añada nada.
P.– Me detengo en una cosa que decías hace un instante: ¡un sistema
en el que metes una barra en la tierra, la golpeas y todo comienza a
crecer!
–– 86 ––
un poco, ponía piedras, lo arreglaba con mucho cariño, venía allí varios
días durante quince días, un mes, dos, tres; y, mira la maravilla: casi
siempre ahí aparecía agua. Esto es prodigioso. Y este hombre no tenía
sistema. Yo hablé con él, y él me comentó: «Me imagino que, si yo fuera
agua, me gustaría manar en este sitio».
Esto es una prodigiosa maravilla porque creo que, dentro de cada Ser
Humano, existe una reserva de factores de identificación. Podemos ser
prácticamente lo que seríamos si fuéramos un cristal, una planta, un
árbol, un tipo de río, o un color. Este descubrimiento íntimo que no
necesita ser transmitido ni pasar por el filtro de una doctrina o una
temática que diga: «Esto está bien hecho, esto está mal hecho». No. Cada uno
está dentro de su vida y, dentro de esta vida, tiene que ir descubriendo la
luz que es común a todas las vidas, pero no tiene que someterse a nada.
Yo predico una libertad y una disponibilidad, cuanto más absoluta
mejor.
R.– Hay una cosa muy sencilla. Cada verano, vienen unos amigos
míos y me dicen: «¡Qué maravilla este sitio! ¡Qué suerte! Yo tengo que trabajar
todo el año para estar aquí sólo quince días». Les digo: «Es muy fácil, vente a
vivir aquí y estarás todo el año, tendrás más o menos las mismas dificultades
físicas y de concentración, con la ventaja que tendrás delante de ti a la
Naturaleza». En ese momento, te das cuenta de que les hace falta el ruido,
el tumulto y toda esta especie de mecánica loca que representan las
ciudades. El desorden es peligroso.
–– 87 ––
maravilló de ver la casa que tenía, de piedras vistas, del fuego, la
chimenea, las castañas, el olor y la visión de los montes de Auvergne. Se
le fundió el alma. Como el pueblo estaba medio abandonado, le dijo a su
padre que se iba a comprar una casa al lado para vivir allí. El padre le
contestó en ese momento: «Si es tan genial, ¿por qué te fuiste?».
–– 88 ––
SEXTA VENTANA
La Realidad Invisible
Contenidos
− La Transcomunicación
− Ubicación Física de las Voces e Imágenes Recibidas
− Hipótesis Extraterrestre en la Transcomunicación
− La Nueva Visión del Universo
− El Yo Material y el Yo Espiritual
− Aplicación Práctica de la Visión Holística
− Los Sentidos, Barreras de Conocimiento
− El Cerebro como Receptor del Universo
− El Silencio Interior, Puerta al Conocimiento
− La Magia, Relación Natural con lo Desconocido
− La Meditación
− La Astrología
–– 89 ––
noticias del periódico o la radio que escogemos. Trabajamos en aquello
que, aparentemente, dominamos y volvemos a nuestro hogar, a tiempo
de asomarnos al mundo a través de la televisión para, antes de dormir,
practicar un poco de sexo, si podemos, de acuerdo con las pautas
establecidas. Y después de todo esto, tenemos el valor de juzgar sobre lo
cierto y lo falso. Verdad es aquello que leemos u oímos en nuestras
tertulias favoritas. ¡Falso todo aquello que no sale en grandes titulares, o
es defendido por las instituciones que velan por nosotros! En realidad,
¿qué sabemos del mundo que nos rodea?
–– 90 ––
Son ejemplos. Sencillos y claros. Nada es lo que parece y, encima, nos
parece a cada uno de una forma diferente. Es mucho, pues, lo que nos
queda por conocer antes de empezar a parapetarse en el cansino «eso no
existe», «es imposible». Para empezar, lo mejor es pertrecharse con el
silencio de compañero y escuchar a nuestras tripas, o nuestro corazón,
esa voz, esa intuición que, más allá de la razón, nos aleja o acerca a
personas y cosas.
–– 91 ––
costa de la calidad de información que pasa de un nivel a otro. Si, ahora
mismo, se está incrementando, de manera inimaginable, la
transcomunicación, la cantidad de contactos y de experiencias de este
tipo es, a pesar de esa idiotez congénita, porque algo está pasando que,
de momento, escapa a lo que podamos alcanzar con nuestra capacidad
de proyección. Evidentemente, algo está pasando.
–– 92 ––
hice»; «Pero, ¿lo hace ahora?»; «No, porque nos han puesto el teléfono». Creo que
cualquier cosa que se pueda obtener mediante la ayuda de una tecnología
nos indica lo que tendríamos que hacer sin ningún tipo de ayuda.
Yo no creo que haya unas medidas que sean superiores, inferior… creo
que, el concepto de diferente, es algo importante. Imagínate cómo harías
para explicar lo que es el horizonte del mar a alguien que haya vivido
toda su vida dentro de la ciudad y para quien el horizonte siempre está
parado a los treinta, cincuenta metros de la pared de enfrente. El contacto
con otros niveles de realidad se puede definir de una manera muy tonta.
No sé si vives en una gran ciudad. En este caso, no estoy seguro de que
conozcas al vecino de la derecha, o al de la izquierda, al de arriba o al de
abajo, al que está a las espaldas del edificio que está en otra calle. Sin
embargo, están en el mismo sitio.
–– 93 ––
construido para separar, porque el Ser, para existir, empieza separándose
de los demás diciendo: «Hasta aquí, soy yo, y desde ahí, todos los demás». Pero
ahora vivimos en un momento en el cual, por leyes que tienen que ver
con la evolución normal de lo que somos, tenemos que dar un paso hacia
lo que seremos, y, evidentemente, en este momento, cualquier
razonamiento basado sobre lo adquirido anterior no tiene sentido.
Colgamos del futuro, no estamos sentados sobre un pasado acumulado.
–– 94 ––
P.– Una duda que siempre se tiene al abordar este tipo de
grabaciones: ¿No sería la propia mente del experimentador la que
provoca esas grabaciones?
R.– Respecto a si son las propias personas las que, con sus propias
mentes, con proyecciones mentales, afectasen a las grabaciones debo
decir que, en ochenta años de investigación, el IMI no ha conseguido
encontrar a nadie. Ahora bien, si alguien tiene un teléfono técnicamente
genial, no quiere decir que, cada vez que hable con alguien, el que esté
al otro lado sea un genio. Hay una gran confusión entre la calidad del
trabajo y la calidad de la comunicación. Es como si alguien te dice: «Es
que esto está muy viejo, es una antigüedad, es una cosa preciosa que vale mucho
dinero». Lo siento, ha habido pijadas y monstruosidades en épocas
anteriores y no todo lo viejo es guapo. Lo mismo con las
transcomunicaciones, no todo lo que es comunicación es genial. Lo
mismo que cuando coges un teléfono para llamar a gente: mejor saber a
quién llamas para saber de qué vas a hablar. Hay diferentes planos y,
dependiendo de las circunstancias, te encuentras con unos o con otros.
P.– ¿Es bueno intentar este tipo de comunicaciones, aunque sea con
los pequeños aparatos que existen al alcance de todos?
–– 95 ––
mundo? Nadie. Hay una gran confusión entre lo que se podría llamar la
temperatura actual de la ciencia y lo que es la vulgarización. De todas
maneras, creo que nadie se atrevería a entregar a algún loco los planes
necesarios para fabricar una bomba, y Dios sabe que es fácil. La
evidencia es que: mejor callarse e irse preparando, poco a poco, para las
nuevas realidades.
R.– ¿Por qué no? No tengo nada en contra. Lo que ocurre es que,
mientras no hayamos explorado y recibido la totalidad de lo que, quienes
nos rodean, pueden transmitirnos, ¿para qué nos va a servir el que
alguien llame desde Miami a un esquimal para decirle lo que tiene que
hacer como comida? Que vaya adonde está el esquimal y se dará cuenta
de que no es lo mismo.
Creo que con la opción extraterrestre siempre pasa igual. Sirve para no
hacer frente a lo inmediatamente cercano que, finalmente, es
probablemente la condición previa a cualquier tipo de adelantamiento –
llámalo iniciación, llámalo como quieras–, porque mientras alguien no
puede tratar con lucidez, claridad e inteligencia y conciencia con el árbol
que está delante de su ventana, el vecino de al lado, su hermana, su
mujer, su cuñada o el colega del trabajo, ¿por qué diablos va a intentar
establecer relaciones realmente privilegiadas con seres de otros niveles?
Primero que asuma dónde está, que pase el examen de entrada y que,
después, se ocupe de los problemas de la universidad. No es que haya
que seguir una especie de escalafón mental, sino que, si no hablas inglés,
¿para qué te sirve que te contesten en inglés?
R.– Hace ahora poco más de trescientos años, Galileo decía que la
ciencia sólo se tenía que ocupar de estudiar las cualidades que se
–– 96 ––
pudieran relacionar con las condiciones internas del mundo, aquellas
susceptibles de ser pesadas y medidas. Este enfoque ha venido
desarrollándose hasta ahora, que se están ya vislumbrando dos grandes
familias de científicos.
Los que podríamos llamar científicos reduccionistas, que son los que
niegan cualquier otra cosa que no sean las que se pueden medir y pesar,
y que, por lo tanto, plantean un problema enorme: ¿Cómo puede
hablarse de un Universo objetivo, cuando lo que empleamos para medir
y pesar está hecho por científicos subjetivos que han determinado que
sólo los sentidos –que, en un último análisis, es lo que se utiliza–, son los
que permiten dar una especie de certificado de existencia o no existencia
a las cosas? Es un poco como si miramos el cuadro de la Gioconda, de
Leonardo da Vinci. Es un cuadro que tendrá un olor. Limitarlo a esto es
una necedad. Lo mismo que ir a medir cuánto pesa, cuánto color, cuánto
pigmento, cuánta madera… porque, al final, todo esto, aunque el estudio
esté hecho perfectamente, no daría de ninguna manera fe de la belleza,
del trazado, y de la puerta abierta que permite al hombre empezar a
construir cosas que no son, precisamente, las que están en el momento
en el cual contempla algo al alcance de sus sentidos. Siempre se ha vivido
esta especie de dicotomía entre una descripción fría, mecánica, de las
cosas, y lo que cada uno de nosotros sabe que está viviendo y que es muy
diferente de eso.
Por otro lado, nos encontramos con los actuales físicos teóricos,
llamados así, pero que, en realidad, se ocupan, de la misma manera que
los demás, de la totalidad de este Universo. Lo que pasa es que, gente
como David Bohm y muchos otros, permite ahora llegar a unas
conclusiones que hubieran hecho saltar –igual ahora todavía lo hacen– a
muchísima gente. Por ejemplo, hay gente ahora mismo que piensa que
fue posible que las condiciones vigentes en los primeros momentos de
existencia del Universo, en el Big Bang, fueran exactamente elegidas por
el Universo mismo, para evolucionar en la manera en que lo ha hecho.
Y algunos sugieren, incluso, que estas condiciones no sucedieron por
azar. De todas maneras, se tiene que plantear que las hay y que son
anteriores a la expansión del Universo.
–– 97 ––
en juego. Parece ser que el Ser Humano es capaz, no sólo de modificar
físicamente el nivel de realidad densa determinada, por lo que podemos
captar con nuestros sentidos el mundo que nos rodea, fabricando y
modificando el orden de las cosas, sino que también, a través de una
peculiar visión o intuición de lo que no capta, es susceptible de alterar la
realidad objetiva del Universo dentro del cual se encuentra.
–– 98 ––
emergencia. Esto quiere decir que nuestra realidad no está nunca
apartada del resto. Lo que pasa es que, para poder ejercer la conciencia
en sus niveles más bajos, es necesario separarse de lo que se observa,
porque la identidad entre el que piensa y la cosa en que se está pensando,
presupone una especie de equilibrio estático. Cuando, ahora, lo más
probable es que el concepto de equilibrio sea una falacia, habría que
considerar un concepto de equilibrio dinámico, cambios permanentes de
los parámetros que definían la situación antes de que comience a ocurrir
y que se van modificando, poco a poco, mientras todo va evolucionando.
Nos enfrentamos a un Universo de interacción y será, probablemente,
necesario volver a considerar el legado de antiguas tradiciones que,
incluso, nos pueden parecer muy bastas, muy sencillas, muy primitivas.
–– 99 ––
la investigación, y menos aún a farolear con lo que saben o pretenden
saber.
–– 100 ––
espectáculo. En una ocasión, alguien comentó a uno de los críticos que
estaban en una de las funciones: «Oiga, ¡qué abominación!». El crítico
contestó: «Aunque sean dichas por un idiota, siguen siendo las obras de
Shakespeare». Y, en este sentido, yo se lo agradezco a los charlatanes.
Por otro lado, constato que cada vez hay más médicos que se dedican
directamente a investigar, oficial o no oficialmente, los inmensos
recursos que yacen dentro de esta parte no explorada todavía del Ser
Humano, y en la cual la idea de sí mismo parece ser una de las fuerzas
rectoras de lo que al final acabamos siendo.
–– 101 ––
el campo de conciencia, densificar la cantidad de información que se
recibe y buscar lo que yo busco. Al final, lo que yo busco es el viejo sueño
del Verbo Fundamental, de ese Verbo soñado en el cual la palabra silla
es de tal calidad que te podrías sentar encima.
–– 102 ––
en aplicación en el espacio, nos limitan, al captar sólo una parte
infinitesimal de lo que es el Universo.
–– 103 ––
manera de describirlo y, la gran confusión actual, es creer que el tipo de
descripción es interactivo con el objeto de la descripción. Lo que es
interactivo es la conciencia, no la descripción del acto de conciencia, por
lo tanto, atribuyendo a los órganos sensibles una función que no tienen,
nos conduce a error, ya que, en realidad, frente a la conciencia, son sólo
como unas pruebas indiciarias en un informe policial.
R.– Creo que la casi totalidad del mundo está pensando que, de una
manera u otra, el pensamiento, la naturaleza del ego, la persona misma
en su ente profundo, está directamente conectado con el cerebro. Yo
discrepo totalmente.
–– 104 ––
P.– La división de hemisferios y sus respectivas capacidades,
¿habría que entenderla, entonces, dentro de este marco y formarían
parte de ese sistema de sintonía del que estás hablando?
Te señalo, además, una cosa que habría que recordar cada vez que se
habla de hemisferios, de diferenciación cerebral: los trabajos de
investigación hechos por Sir John Eccles, premio Nobel de Biología, que
tratan de las personas que tienen anencefalia, es decir, que no tienen
cerebro. Él descubrió a una por casualidad, porque era alguien
totalmente normal, con vida normal, trabajo, diplomas, mujer, etc. Y
tuvo un accidente. Se le hizo un escáner en la cabeza y resultó que no
tenía cerebro. Sin embargo, tenía conciencia y funcionaba. Eccles se
puso a buscar y encontró bastantes casos más de gente que funcionan
perfectamente bien y son anencefálicos. Lo cual a mí me importa
muchísimo porque permite hacer tambalearse un poco esa visión
organicista de la conciencia.
–– 105 ––
que, durante la guerra del Pacífico, los americanos habían puesto, como
en todas las pequeñas islas del océano, unos observadores americanos
que eran dos, tres, a veces, cuatro, que estaban allí con una tienda de
campaña, una emisora, material para sobrevivir… unas pocas cosas.
Cada cierto tiempo, venía un avión, de noche, y les lanzaba lo que les
faltaba. Todos los días los observadores que miraban con gemelos al mar
daban su parte de radio. Y les contestaba el aparato de radio. Los
indígenas que vivían allí, en esas islas, se quedaron muy impactados
porque, de repente, aparecía el avión de noche que les soltaba la comida.
Cuando estaban enfermos, les curaban dándoles unas cositas de color,
que eran pastillas de medicamento.
–– 106 ––
indios, es, todavía ahora, siguiendo este mismo error. Lo que buscaba no
era oro, eran especias. Hay ahí una serie de cosas increíbles. Imagínate
que, cuando el rey de Portugal, Pedro el Navegante, manda a sus
primeros marineros para bajar por las costas de África, los tres primeros
dan la media vuelta antes de haber pasado por donde él quería que
fueran, diciendo que habían visto monstruos de un solo ojo, que había
un vórtex en el mar que se lo tragaba todo. ¿Por qué? Porque no veían lo
que había, que era un mar, sino que vivían el miedo de lo que podía ser,
y el hecho de proyectar algo cuando hay que observar y ser libre y
disponible, altera completamente los resultados. Yo creo que los
métodos son malos. Creo que lo más importante que hay que hacer es
intentar aprender a dejar que un cierto tipo de silencio interior deje la
posibilidad para que la voz tenue que nos llega del Universo pueda ser
oída…
–– 107 ––
P.– Hablando de puertas al Universo, ¿qué es para ti la Magia (con
mayúsculas)?
–– 108 ––
hacerlas, y se convierte en un sabio y no en un ladrón con capacidades
extrañas.
Hay una única cosa que es cierta: El Ser, no sólo es capaz de actuar
directamente con el Universo, sino también con sí mismo, con lo cual la
idea de poner algo en marcha no cambia el mundo, pero cambia a la
persona y, al cambiar a la persona, la orienta, le da una especie de
monodirección mental, con lo cual la hace más eficaz, en bien o en mal,
en construcción o en destrucción, pero esto nace y se queda dentro del
que lo intenta. Hubo, por ejemplo, una ceremonia espantosa cerca de
Brisbane, en Australia. El centro de la misma era un aborigen que se
había portado mal: se había acostado con la mujer de otro, y se había
formado un follón enorme. Uno de los sabios de la tribu le condenó.
Cogió una flecha de pedernal, antigua, y la apuntó hacia él. Se puso gris
y, en menos de una semana, había muerto. No me creo en absoluto que
la dichosa flecha de piedra provocará algo, pero sí la convicción
–– 109 ––
profunda que tenía la víctima permitió inhibir, somatizando, dentro de
él mismo, los procesos que temía. Le hizo morir.
Yo creo que hay que temer muchísimo más a este diablo que todos
somos adentro que a la eventual capacidad de otros que estén afuera.
Porque, quien llega a tener capacidad de captar a distancia a otros, si no
lo hace por los lazos del Amor, dudo mucho de que lo consiga.
P.– ¿Cuáles son los motivos que están llevando a la gente a acudir a
magos y a gente que vende cualquier tipo de hechizo, conjuros para
todo…?
–– 110 ––
Ocurre que, en nuestras sociedades, la voluntad de lucro y de
instalación de un poder de unos sobre otros impide esta captación
constante de la responsabilidad común de esta especie de gigantesca
cadena de Amor que une a todo lo que está vivo sobre este planeta y,
probablemente, mucho más lejos, que sea vigente. Porque imagínate que,
en el momento de hacer un negocio en el cual vendes mucho más caro
algo que se ha comprado mucho más barato, sintieras la dificultad del
otro, o su cabreo, o su emoción, y eso te llegara a alterar. Entonces, ya
no podrías hacerlo. Esto sería matar la gallina de los huevos de oro.
–– 111 ––
Yo pienso que lo mejor es empezar primero por enseñar lo malo que
somos. En la Edad Media, los exorcistas sabían perfectamente que
cuando conseguían dar un nombre al demonio que infectaba a una
persona, ya habían conseguido hacer el exorcismo. Lo mismo pasa con
nuestros diablos íntimos. Una vez que hayamos mirado dentro para ver
dónde están esas zonas oscuras de nuestra realidad, entonces
desaparecen nuestros problemas. Es un poco como esas cucarachas que
huyen cuando se enciende la luz de una habitación.
Por otro lado, últimamente estoy trabajando sobre una cosa muy
extraña que me ha caído entre manos: una versión recopiada muchísimas
veces de un conjunto de dos grandes tratados que cubren, prácticamente,
los dos mil últimos años que acaban de pasar. Uno es “Apotris Matica”,
que fue publicado bajo seudónimo porque utilizaron el nombre de
Manetón, el famoso historiador egipcio, pero el texto fue escrito
trescientos sesenta años después de que él escribiera su obra histórica. En
él, se recuperan los trabajos clásicos de Nekepso, Petrosidis, Dorotea,
Hermes, etc. Acompañado del “Tetrabiblos” de Claudius Ptolomeus, que
sirvió prácticamente de Biblia de los astrólogos durante más de mil
quinientos años.
–– 112 ––
Me llama muchísimo la atención la coincidencia de todas estas
tipologías que, al final, dan resultados. No hay que creer que, cuando un
astrólogo del primer siglo de nuestra era se dedicaba a levantar un tema
e interpretarlo, fallaba. No, no fallaba. Obtenía resultados suficientes
para ser contratado por emperadores que no dudaban en hacer cortar la
cabeza a los que no acertaban sus predicciones. Hay que fiarse, pues, de
la historia misma. Tampoco creo que, los de hoy, que trabajan con otras
técnicas, otros tipos de cálculos, otros tipos de referencia, las efemérides
actuales, sufren una especie de locura de precisión absolutamente
impresionante. Ellos también, los buenos –y hay más de lo que se cree–,
obtienen resultados asombrosos.
Por otra parte, las actuales críticas que se levantan de todas partes en
contra de la Astrología, suelen oponer la denominación habitual que está
aceptada de las constelaciones, con el hecho de que se han desplazado,
que, en vez de doce, hay trece, ya que suelen olvidar –aunque no
siempre– la constelación de Ophiucus; pero la realidad es que las
constelaciones fueron escogidas, únicamente, para llegar a determinar
sectores de la gran esfera que rodea al observador. Donde sea que tú estés
en el Universo, el Universo alrededor de ti es como una esfera sin límites.
El famoso dicho que dice que el Universo es un círculo infinito, del cual
el centro está en todas partes y, la circunferencia, en ninguna. En este
momento, para llegar a ubicarte frente a este flujo, que él sí es continuo
y lineal, aparentemente, pues, tienes que determinar los gajos universales
dividiendo de manera regular, y que, además, la diferencia entre esta
–– 113 ––
regularidad circular y la realidad elíptica de las órbitas, tanto de los
planetas como de la mayoría de los cuerpos celestiales, se hacía a través
de un tipo de recálculo que es la domificación, que, no sólo ubica sobre
el planeta mismo el punto en el cual tiene lugar el nacimiento y, por lo
tanto, el tipo de incidencia de este flujo, sino que también permite
establecer una relación de tipo elíptico entre dos zonas del planeta, ya
que el zodíaco o el horizonte aparente de donde naces, cuando se
proyecta sobre el círculo ecuatorial de la Tierra, provoca una variación
de la dimensión de dichas casas, que es la correspondencia local de los
doce sectores de los signos astrológicos, lo cual, si se vuelve a proyectar
en un solo plano, da, en vez de un círculo, una elipse.
R.– Hay una posibilidad de confusión. En los últimos dos o tres mil
años, se ha intentado hacer coincidir, permanentemente, todo lo que iba
clasificado por doce, de tal manera que se permita sustituir una cosa por
otra. Es así que se ha atribuido a cada signo una piedra preciosa, una
divinidad griega, cuando no egipcia. Yo conozco gente que, incluso, ha
trabajado con árboles, con flores, con plantas… Existen múltiples
tratados sobre esto, entre los cuales, los más recientes son los de Enel,
“La Llave de las Ciencias Secretas”, o compiladores como el Conde
Piobb, que fue primero un comentarista de Nostradamus, antes de
publicar su famoso “Formulario de Alta Magia”, que es una recopilación
de textos recuperados en archivados privados y en bibliotecas privadas,
cuando no nacionales, o archivos.
–– 114 ––
proserpinianos, de plutonianos, etc. que ya no coinciden con la antigua
tipología en siete que respondía a toda otra intencionalidad que la
constatación de la existencia de cuerpos celestes, que –vuelvo a insistir–
sólo tienen la función de alterar de manera significativa un flujo y, por lo
tanto, no ponen en tela de juicio los trabajos de los astrólogos; pero esto
habría que, también, constatarlo de una manera tonta. Imagínate que el
rayo que cae del cielo no ha cambiado en cincuenta o sesenta mil años;
se han utilizado distintas maneras de observar lo que, de todas maneras,
siempre ha sido. Lo que quiero decir es que, sobreponer a la constatación
de una realidad universal una u otra teoría, no cambia, de momento,
dicha realidad universal. Por lo cual, evidentemente, no se pueden
oponer una escuela a la otra, sino constatar la simultaneidad o la riqueza
prodigiosa de variantes que existen en este campo.
–– 115 ––
de espejo en la pared, etc., habitualmente, las discusiones o decisiones
que se toman o tienen lugar dentro de estos sitios, suelen ser bastante
más agresivas y marcadas por un tono mayor de violencia, y ahí, por
narices, me acuerdo que el hierro y Marte y las influencias guerreras
tienen algo que ver…
–– 116 ––
nosotros. Hacerse hacer una carta astral para acercarse a sí mismo, es
una cosa prodigiosa porque ahí ya no hay que intentar farolear, ni
parecer lo que uno es o no es, sino que, en la soledad de su casa, puede
volver a leer los resultados y reconocer sin tener que decirlo afuera lo
que, desde tantos años, está intentando, a lo mejor, esconder a todos. A
mí me parece un acto muy importante.
P.– Hay un tema que siempre me ha intrigado y que tiene que ver
con el tema que tratamos, la Astrología, y también con el tema de la
muerte y la reencarnación. ¿Existe la posibilidad de que en las estrellas
quede, a modo de guía, el esquema que uno tiene que seguir para
evolucionar o mejorar en cada vida?
–– 117 ––
Cualquier experiencia metafísica o mística que permita estar
realmente metido en condiciones de tener que plantear los problemas que
acabas de levantar y preguntar, es muy parecida a la muerte. En este
sentido, constituye una incapacidad última de obedecer al orden innato
que es el de sobrevivir. En esta dialéctica de pulsiones opuestas radica
una de las grandes contradicciones que, evidentemente, deberíamos
resolver. De otra parte, te diré que la vieja fantasmada mediterránea del
sacrificio y la recompensa: «Yo he sufrido esto, por lo cual me merezco lo otro»;
o bien lo que me dijo una señora andaluza encantadora: «¡Ay, he ganado
a la lotería! ¡Dios sabe lo que me va a caer encima!». Yo creo que, el buscar
siempre motivos lejanos, es dejar de lado la responsabilidad inmediata
que tenemos dentro de nuestras vidas, y que lo primero es resolver esto
y no buscar huir de la responsabilidad diaria y del acercamiento a los que
nos rodean diariamente, en nombre de una dinámica lejana que ya se
mirará cuando sea su tiempo y momento.
–– 118 ––
SÉPTIMA VENTANA
El Poder de la Mente
Contenidos
− Los Límites de la Hipnosis
− Control del Dolor
− Hipnosis como Terapia
− Los Poderes de la Mente
− La Telepatía
− Precognición y Clarividencia
− El Futuro tras la Precognición
− Comunicación con Animales y Plantas
− Poderes de la Mente y Desarrollo de la Conciencia
− Las Energías Enviadas, el Bien y el Mal
− La Memoria
− Técnicas para Acceder a Datos Olvidados
− La Meditación
− El IMI. Distintas Hipótesis sobre el Campo de Energía
− Reproducción de Fenómenos en Laboratorios
− Distintas Investigaciones en este Campo
− Calculador Superrápido
− Regresiones
–– 119 ––
Allí estábamos, sentados entorno a la mesa de la cocina, con las tazas
de café todavía calientes, charlando él, mi mujer, mi amigo Mario y yo,
aunque quizás en justicia habría que decir que él hablaba y nosotros
escuchábamos, absortos por el torrente de sus razonamientos, e
incapaces, en muchas ocasiones, de seguir la complejidad de sus
argumentos, lo que favorecía bastante nuestros silencios. De repente, en
medio de la charla, André se paró. Fue un instante, menos de un
segundo, quizás, y dijo: «Ya llega Daniela (su mujer) y trae cajas con las
compras hechas en el pueblo». Simplemente. Después, pidió a Mario, que es
como un hijo adoptivo para él, que saliera a ayudarla. Mientras trataba
de terminar de contarme lo que, instantes antes, era el centro de nuestra
charla. Yo, la verdad es que, para entonces, trataba de dividir mi
atención. Quería seguir escuchando sus palabras, pero era inevitable que
mi curiosidad me condujese fuera de la cocina.
–– 120 ––
Pocas horas después, en la sobremesa, después de disfrutar de un buen
guiso caliente, llegaría la segunda ocasión de sentir la misma sensación
de asombro ante lo inexplicable. Fue el único momento en que André se
permitió jugar consigo mismo y con nosotros. Cogió una baraja y, de una
forma desenfadada, comenzamos a coger y mezclar las cartas. El
resultado era siempre el mismo: lo hiciéramos como lo hiciéramos,
siempre sabía la carta que habíamos tenido en la mano. Ya sé que mucha
gente se gana la vida sorprendiendo la buena fe de quienes asisten a
espectáculos de magia o ilusionismo, pero repito que éste no era el caso.
Nadie allí quería obtener beneficio alguno. Se trataba, simplemente, de
mostrar una habilidad, y ¡vaya si nos sorprendió a todos!
Pero ¿cuáles son los límites de esas autopistas, fuera del tiempo y del
espacio, que le permiten sentir los hechos antes de que ocurran? No lo
sé. Aparentemente, por lo que hablamos al respecto, no los hay. El único
límite es acceder a ellas y saber utilizarlas. Lo fascinante es que la
conexión, no sólo puede producirse entre seres humanos, sino también
entre seres humanos y animales o plantas. ¿Es eso todo? Aunque parezca
inmenso, no. No es todo. También es posible cierto tipo de conexión –
no sé cómo, desde luego– con los objetos, con ciertos tipos de conexiones
electrónicas, y lo digo, evidentemente, por hechos que allí presencié.
Como aquella vez en que, tras volver de un pequeño paseo por los
–– 121 ––
alrededores, nada más entrar en casa, André, sin tan siquiera pararse,
dijo que había recibido un fax en la memoria del ordenador.
Efectivamente, en nuestra ausencia, alguien se había dirigido a él. Puede
parecer que no es nada extraordinario, sobre todo si tenemos en cuenta
que son muchas las personas en todo el mundo que guardan como única
referencia suya su número de fax, pero las cosas nunca son lo que
parecen a primera vista, o, dicho de otra manera, a veces las cosas
pequeñas sólo adquieren su auténtica dimensión cuando se las analiza o
contempla desde una perspectiva global. Si sólo hubiera ocurrido en una
ocasión, podría haber sido una casualidad, sin embargo, no fue así. El
hecho se repitió alguna otra vez mientras estábamos sentados charlando,
comiendo o tomando café. Quizás la vez que apareció como más
sorprendente esa especie de interrelación que, aparentemente, pueden
llegar a tener mente y entorno eléctrico o electrónico, fue aquella tarde
que vino a marcar toda nuestra estancia.
–– 122 ––
telefónica, un amigo le quería consultar algo de manera urgente. En
principio, nada extraño. Sin embargo, algo diferenciaba esta consulta de
muchas otras que había hecho antes y haría con posterioridad: ni el
teléfono tenía la línea conectada todavía, ni el número lo conocía nadie.
¿Cómo pudo, entonces, hacerse la llamada?
R.– Sí, por supuesto. ¿Tú aún dudas? En las últimas reuniones del IMI
a las cuales asistí antes de dimitir de mi cargo, una de las decisiones que
se tomaron, fue que ya no se dedicaría ni un solo esfuerzo más para
comprobar la existencia de la fenomenología. Teníamos, no centenares,
teníamos decenas de miles de informes elaborados y hechos por las
mejores inteligencias, a cada vez, de su época. Que haya gente que siga
diciendo: «No me lo creo»… problema de ellos. No tiene nada que ver con
ellos. Actualmente, todo el trabajo está en dos enfoques claros. Uno: la
observación, mediante la gamma-cámara, de ciertas alteraciones
estructurales a nivel cerebral cuando se producen cierto tipo de
fenómenos. En la segunda línea de trabajo, se busca cómo hacer, no para
provocar ciertos fenómenos, sino para conseguir que la gente deje de
impedírselo. Es un poco el mismo problema que el de la memoria. La
memoria es prácticamente igual para todo el mundo. Lo que pasa es que
olvidamos por voluntad. Y cuando dices: «Tengo que recordar algo» y haces
un esfuerzo para memorizar, estás haciendo una idiotez porque, de
cualquier forma, ya está memorizado. Lo que hay que hacer es dejarse
de impedir recordarlo. Esto se explica porque, si tú pones a alguien en
estado hipnótico, aunque sea ligero, le puedes volver a hacer aflorar a la
conciencia cantidades ingentes de cosas que ni siquiera creía haber visto
en su vida. Lo que la gente llama poderes, es una tontería, porque son
capacidades naturales que la gente pasa su tiempo inhibiendo.
–– 123 ––
locas y que a mí me afectan. Te diré que, para poder convivir con otras
personas, mejor inhibir la facultad de percibir, porque si no, no hay quien
aguante. Esto, entre otras cosas, permite entender por qué las personas
que empiezan cierto tipo de camino, sea un camino ascético u otro, ¿qué
hacen? Se aíslan. No conozco monasterios construidos dentro de las
grandes ciudades. Hay ciudades que se intentaron poner alrededor de
monasterios en los que ya había monjes dentro, pero eso es otra historia.
Si tú miras bien, volver a leer es acordarse. Esta civilización
judeocristiana se alimenta, entre otras cosas, de lo que se podría llamar
“los padres del desierto”, y la función del desierto es albergar solamente
a quien va, y esto es algo que habría que mirar de vez en cuando, así
como el hecho de que tan poca gente aguante, acepte, estar solo en
alguna parte sin que haya nadie en un radio de dos o tres kilómetros.
R.– No. Voy a recordar la experiencia ya citada que tuve cuando era
niño, al entrar en un gallinero donde la bombilla no alumbraba por estar
cubierta de caca de las gallinas. Dándole un golpecito, cayo un trozo de
la capa de suciedad y descubrí que la bombilla ya estaba encendida. Creo
que se trata de lo mismo. Además, decir que la luz estaba ahí, no por la
luz que daba, sino por el calor que mantenía a lo largo del año. No se
trata de mejorar el montaje eléctrico. Hay que quitar un poco de lo que
lo tapa, que es muy diferente. Es muy diferente porque planteas como, si
haciendo un ejercicio, como una especie de carné de conducir la mente,
se fuera a conseguir algo. No, esto sería como intentar correr con los dos
pies atados juntos. Quita el hilo y verás cómo funciona.
–– 124 ––
que demostrar nada a nadie. No hay vocación de proselitismo ni de
misioneros. En absoluto. Es una trayectoria de entendimiento. La
telepatía, que es percibir –del griego, patos–, sentir a distancia y al mismo
tiempo que otro, aunque a veces no hace falta ni el otro que, además, no
tiene por qué pertenecer al género humano.
–– 125 ––
nada evidente. Realmente, para hacer bien sólo un hacha rudimentaria,
no una pieza excepcional, hay que desarrollar una capacidad abstracta
de conceptualización bastante intensa. A mí no me extraña en absoluto.
Hay una falsa visión. La historia siempre está escrita por los
vencedores; y los vencedores, en la historia de nuestra cultura, siempre
han sido castradores de conciencia, desde hace dos mil años y más. No
veo por qué la gente se asombra cuando se encuentran, por ejemplo,
hebillas de platino. Es imposible, dicen: «¡Nosotros, que lo sabemos todo,
acabamos de encontrar, tan sólo hace cien años, la electrólisis!». Pero, ¿qué
soberbia es ésta? La visión de una especie de encadenamiento marcado
con que cada paso es mejor que el anterior es una solemne necedad.
R.– Sí, claro. Todo lo que vive está interrelacionado y también los
minerales. Al principio de este siglo, con especial intensidad en los años
veinte, hubo un prodigioso científico indio, educado en Inglaterra,
estudiante en Oxford, doctorado en 4 disciplinas, que se llamaba Sir
Jagadish Chandra Bose. Fue el primero en hablar de la sensibilidad de
las plantas. Inventó una cosa que se llamó la “célula energética”, un
montaje muy complejo que permite registrar, no sólo la actividad de
plantas, sino que él se ocupó también de la sensibilidad de los minerales,
descubriendo, incluso, que se podía envenenar y matar al metal. ¿Matar
al metal? No es una idea de una especie de medio loco. Un científico de
alta calidad que hizo un trabajo muy sistemático, repetido, medido,
comprobado, etc., disponible para todos. Pero presupone que se haga el
esfuerzo de leerlo y de rehacerlo. Yo lo hice porque quería estar seguro.
No rehíce todo, pero monté una “célula energética” e hice unas pocas
pruebas. Es absolutamente impresionante porque supone darse cuenta
de que existe una relación auténtica hasta con esta grabadora que está
delante de mí, y que hay una interacción o modificación de las cosas.
Esto te sitúa en un nivel de responsabilidad bastante más grande que
anteriormente. Evidentemente, hay conexión con animales, con plantas,
con minerales y con las nubes. Yo me acuerdo aún del primer
experimento que hice con el Cloud Buster cuando vivía en la provincia de
Málaga. Lo hice funcionar en el mes de agosto encima de la playa de
Benalmádena, y funcionó.
–– 126 ––
En sí, no cambia nada. Lo único que cambia es tu relación con el
mundo en general y con los seres que lo pueblan, incluyendo dentro de
esto, desde tus vecinos, hasta el perro que acompaña a una tribu aborigen
en Australia. Darte cuenta de que hay una continuidad, cambia
completamente la postura de enfrentamiento habitual que caracteriza a
nuestra semi-civilización; y este enfrentamiento que supone el
endurecimiento, el engrosamiento, de las fronteras interpersonales,
explica cómo los procesos, tanto de telepatía o de interacción directa de
conciencia a conciencia, sean tan poco frecuentes.
R.– ¿Estás seguro de que las decisiones que modelan tu futuro las
tomas ahora, o hace un día, hace un mes, hace dos, antes de nacer?
¿Cuándo? El concepto del futuro del cual me hablas es como una
proyección desde aquí, donde estás ahora mismo, en la linealidad del
tiempo –si se acepta que el tiempo sea lineal–, y un momento, que sería
dentro de un rato, un minuto, diez, un cuarto de hora, un día, un mes,
un año; pero esto presupone que, lo que va a cambiar, lo que será este
próximo presente que es el futuro, sólo actuará en el momento en el cual
ocurra. El problema es que no hay nada ni nadie que pueda determinar
cuándo realmente se toman las decisiones.
Sir John Eccles también investigó una cosa bastante espectacular, que
se llama el “área psicomotora secundaria”, que se encuentra en el cerebro
humano, detectando ahí una actividad eléctrica antes de la aparición de
la necesidad de un pensamiento. Parece ser que había ya una actividad
en el aparato antes de que éste se pusiera en función. Esto es un poco
fuerte porque, por otra parte, si aceptamos el hecho de que somos
receptores de emisiones que no están encerradas dentro de nosotros,
puede ser que la decisión sobre toda una vida o el conjunto de vidas de
todo un planeta se haya tomado desde fuera, desde muy lejos y desde
hace mucho tiempo; y, claro, cuando vas descubriendo, página tras
página, lo que pasa, que es un momento y, después, otro, como la gente
que compra esos calendarios que hay que arrancar la hoja para ver la que
viene después, no quiere decir que sólo exista en el momento en el cual
se arranca la hoja. Antes también existía.
–– 127 ––
P.– Y esto tiene que ver con el tema de la proyección hipnótica hacia
el futuro?
–– 128 ––
una vida “X”, cayendo cabeza adelante, haciéndose una herida en la
frente, resultaba que en la vida actual manifestaba una jaqueca terrible o
incluso crisis epilépticas. Hay varios casos de estos. Después de la
regresión, de la toma de conciencia, de la adquisición, después de haber
hecho una especie de puente entre la conciencia actual y la otra
conciencia, y la otra realidad, al volver en sí, habían desaparecido los
síntomas que les aquejaban antes de haber procedido a la regresión. Ésta
es una de las vías en lo que toca a curaciones por la regresión.
Yo pienso que habría que aclarar una cosa, antes de todo. Yo no dudo
de la experiencia, a nivel personal, de cada uno. Yo, personalmente, he
vivido algo muy concreto. Lo que creo es que, lo más probable, exista
una especie de fondo global de lo vivido en el cual cada persona puede ir
a escoger lo que le es, no similar o idéntico, pero parecido. Sería como
vivir una especie de papel que parecería la persona misma y le permitiría
vivir sin tantos factores traumatizantes, tantas cosas que le molestan en
el presente. Con lo cual, muchas veces, en los procesos de investigación
hacia vidas anteriores, en la regresión, hay una necesidad cuyo origen es,
la mayoría de las veces, patológica.
Ahora bien, una vez expuesto esto, yo creo que existe en la mente
humana un fenómeno muy claro. De una parte, somos lo que pensamos
ser, o sea, que hay una especie de vivir la vida del Ser sólo dedicada a lo
que él cree que son sus límites y características. Y, de otra parte, existe la
reserva prodigiosa representada por las capacidades innatas de esta
máquina armonizante que es el cuerpo. Ahora bien, ¿qué ocurre? Que
tenemos la construcción, a lo largo de la vida, de unos cuantos caminos
que se pueden llamar “secuencias neuronales preferenciales”, que están
reforzadas por las experiencias vividas por cada uno. Cualquier situación
que induzca la aparición de otros caminos neuronales, pone en marcha
otra secuencia de neuroglias y pone en marcha otras secuencias de
capacidades de relación de recuerdos entre ellos de una capacidad
creadora brutal.
–– 129 ––
Por otro lado, yo no dudo en absoluto de la validez del fenómeno.
Dudo de la validez de todas las experiencias, pero no dudo del
fenómeno. Ya comenté anteriormente el contenido de mis sueños en
Egipto y cómo comprobé su autenticidad y realidad en Kom Ombo. Son
experiencias que sólo valen, claro, para quien las vive. No tienen validez
desde el punto de vista de la elaboración de la teoría general del
fenómeno, pero, sin embargo, sí que tienen un peso magno para la
persona que lo asume en su propia existencia, en su experiencia íntima,
porque, detrás de todas esas experiencias, hay una pregunta: ¿Estamos
limitados a este aparente accidente físico, material, con un contenido
psicológico eventual, o bien el cuerpo es sólo donde se manifiesta la
personalidad? Éste es el problema fundamental que hay detrás de todo
esto. Detrás de la hipnosis, detrás de los procesos de regresión, y detrás
de los procesos de proyección, o sea, lo contrario de la regresión.
–– 130 ––
cálculo estadístico: evidentemente, se rechaza su individualidad, sus
factores extraños, porque, cuando tú dices que en el ochenta por ciento
de las veces algo, indudablemente, ocurre, ¿y si yo estoy en el veinte por
ciento que no es así? Éste es uno de los problemas mayores del trabajo
científico –muy serio, por cierto, pero un poco reduccionista– que se
utiliza ahora.
–– 131 ––
algunos problemas físicos o emocionales que tengan su raíz en el
pasado?
–– 132 ––
investigaciones arqueológicas, históricas, etc. Tiene memoria de, al
menos, diez mil años. Hay gente que salta aún más lejos, y más aún.
–– 133 ––
el dedo, algo cambia en lejanas estrellas a miles de años luz,
evidentemente, tiene que mirar con muchísimo más respeto la totalidad
de lo que vive, de lo que hace, de lo que está existiendo. Y esta
responsabilidad no permite las mil y una trampas que, por mala suerte,
son, todavía, características de esta aparente sociedad del fin del milenio.
R.– La visión del karma como ley de causa y efecto, que es la que se
utiliza en Occidente, muy poco tiene que ver con el concepto de karma
dentro de su ámbito cultural original. Limitar el karma a esto sería decir
algo muy evidente, pero muy restrictivo; sería como decir que, si alguien
va a mear contra el viento, se moja los pantalones, que es una ley perfecta
de causa‐consecuencia. No creo que sea justo.
–– 134 ––
característica, peculiar de este tipo de actos, la cual será, posteriormente,
la llave que hará que se encuentre en otras circunstancias en las que, lo
que recibirá, se parecerá a lo que él había provocado. Siembras bien,
recibirás bien; siembras mal, recibirás mal. Pero esta lectura, que es el
final del razonamiento, no es, de ninguna manera, la esencia del
conocimiento que corresponde al concepto de karma.
R.– Te diré una cosa. Es evidente que tú puedes hablar inglés sin
problemas, pero, antes de hablarlo, te hará falta un profesor. Considero
que, la fase en la cual el elemento externo aparece, habría que
considerarla como una fase de aprendizaje. Donde está el probable error
es en considerar que esto es el fin. Esto es sólo el inicio porque, a través
del descubrimiento de una capacidad, no muy sencilla, pero bastante
investigada, empiezas a hacer aparecer endorfinas, vale; pero hay
también otros inductores y neurotransmisores que pueden permitir la
aparición de colinesterasa, que va a bloquear el paso del influjo nervioso
en ciertas zonas y va a escoger lo que yo llamaba otras secuencias
neuronales diferentes de las habituales en la persona.
–– 135 ––
placer. Lo que hay es que esta dialéctica no parece responder a la
organización bioquímica estructural de los sistemas perceptivos del
organismo humano. Es un proceso cultural.
P.– ¿Tú crees que puede ser, a partir de ahora, que el hombre tiene
más conciencia de su propio funcionamiento, cuando la hipnosis
pueda progresar como ayuda terapéutica?
Tendríamos que tener una postura mucho más abierta y, sobre todo,
dejar un poco de lado las actitudes reduccionistas de esta especie de
ciencia decimonónica que ahora mismo están usando. Estamos
–– 136 ––
confundiendo el estado actual del conocimiento con el sedimento de los
conocimientos anteriores. La ciencia es una persecución de lo
desconocido y nada debe impedirlo, aunque haya que aplicar lo que dice
Karl Popper: buscar dónde pueden estar los fallos porque es la única
manera de proceder. Yo creo que uno de los enemigos en todo esto puede
ser la estadística, sobre todo si se utiliza como un arma. Fue el General
De Gaulle quien decía que la mejor manera de mentir para un político
era utilizar estadísticas.
–– 137 ––
llamó hipnotismo, tras varios nombres, y que ahora se está empezando
a diversificar en capillas o escuelas, viejas escuelas doctrinales. Pero son
ciertas. Tú dices a alguien que le vas a tocar con un carbón ardiente, le
tocas con un carbón frío, y le sale una ampolla y una quemadura. Lo
mismo: le dices que le vas a tocar con un cubito de hielo, le pasas el
carbón caliente y no le quemas. Hay cien mil experiencias y hechos que
permiten saberlo. La cosa es que la gente siempre valora como poder
extraordinario lo que es, en realidad, una capacidad ordinaria e innata;
y lo valora así porque es mucho más fácil no hacer las cosas si se dice
que son imposibles.
R.– Es que tú planteas siempre lo mismo. Vas con la lógica del jefe.
Aquí mando yo. No, no manda nadie. No es controlar. No es ser más
fuerte. Eso es falso. Otra vez hay que decir lo mismo. Calma y silencio.
Juro que la información llega. Todo es factible cuando uno calla un poco
ese tumulto interno que hay entre nosotros permanentemente. Con lo
cual, como es un factor desorganizador y de desorden, pues sólo se
manifiesta por cosas desorganizadas y desordenadas. ¿Tú no crees que
todo el mundo conoce a alguien que es gafe? Pues imagínate que, esta
capacidad de ser gafe, se utiliza en el otro sentido. Ahí sería suerte activa.
Los hay también; menos, mucho menos. ¿Por qué? Porque es mucho más
fácil tener problemas que tener soluciones.
R.– Supongo que sí. Es una pena, pero supongo que sí. No me interesa,
pero supongo que sí. De todas maneras, cuando planteas bien y mal, me
parece oír placer y dolor, y no sé muy bien, porque los conceptos de bien
y mal son tan relativos que difícilmente, para ser honestos, se puede
elaborar o emitir un juicio. Puse en mi libro “Ágape” un ejemplo que
puede ser muy concreto. Una historia que transcurre en un pueblo en el
que vive un viejo señor respetado por su sabiduría y que, todos los años,
se sube a la montaña. Nace un niño, baja al pueblo antes de tiempo, de
noche, llega a la casa del recién nacido, besa a la madre, saluda al padre,
se acerca al niño, lo coge con un gran cariño, lo acaricia dulcemente y le
–– 138 ––
rompe la nuca. ¡Qué horror! Sí. Pero, en el cuento, este niño se llama
Adolf Hitler. ¿Quién juzga? Claro que es un cuento.
El gran problema del bien y del mal es que habría que mirar si son
entrópicos o neguentrópicos, si favorecen el paso, sin alteración, del plan
universal y de la cohesión, o bien si deshacen localmente las estructuras,
introduciendo desorden donde no lo había antes. Incluso, en este caso,
habría que pensárselo dos veces, porque existen trabajos muy serios de
otro premio Nobel de origen ruso, pero de nacionalidad belga ahora, Ilya
Prigogine, sobre la teoría del caos y lo que él llama estructuras
disipativas, que dice que, cuando aparece un desorden, el desorden baja
de un nivel energético a otro, pero como llega inicialmente de un nivel
más denso de energía, cuando llega abajo, le falta energía y la coge en el
caos que le rodea. Con lo cual, hace aparecer un nuevo orden bastante
más fuerte que los anteriores. Esto, claro, plantea enormes problemas,
porque todas las dificultades de gestión de masas humanas que tenemos
bajo el nombre de leyes, empiezan a tener serios problemas.
P.– Hay mucha gente que presupone que la memoria es una de las
principales proyecciones de la mente. Pero, ¿qué es la memoria?
–– 139 ––
memoria no es un acto que consuma energía, la memoria es un hecho en
sí. Lo que consume energía es el no dejarnos el permiso de acordarnos
de lo que, de todas maneras, está grabado.
P.– ¿Qué sistema hay para acceder a los datos que nos interesen?
–– 140 ––
y, después, en terminales neuronales; y se podría llamar a esto como
senderos neuronales preferentes, seleccionados, los cuales impiden o
dificultan otro tipo de conexión. Después, ocurre otro fenómeno: para
que pueda funcionar la máquina cerebral es necesario el paso del influjo
nervioso de una neurona a otra, o de una neurona a la central de
diversificación, si quieres, una especie de terminal de comunicaciones
que son las neuroglias, lo cual depende de que una sustancia llamada
acetilcolina pueda pasar. Pero, a veces, se bloquea en el receptor del axón
a consecuencia de la acción de una sustancia que es la colinesterasa. Se
pueden liberar estos bloqueos con sustancias como la galantamina o
nivalina, que es un producto extraído de una planta que se llama galantis
nivalis, cuyos efectos fueron descubiertos por el Profesor Paskov de Sofía.
Por otra parte, existen desde hace dos mil años técnicas conocidas. En
la época de la Grecia antigua, ya circulaba un tratado que se llamaba “Ad
Herennium” que enseñaba cómo hacer para elaborar mentalmente un
palacio en el cual los conocimientos estarían ubicados en un lugar
concreto, lo cual permitía recordar cantidades realmente ingentes de
datos. Ya he citado la anécdota del poeta Simónides de Ceos, a quien sus
contemporáneos llamaban “lengua de miel”. Invitado a un festín dado
por un noble de Teselia, Scopas, el poeta estaba recibiendo reproches del
noble porque, en una oda que éste le había encargado para celebrar sus
victorias, había elogiado más a los gemelos míticos Castor y Pólux que a
él, el anfitrión. En ese mismo instante, un servidor se acerca diciendo que
dos jóvenes esperan en la calle a Simónides. El poeta sale y ve a dos
jóvenes. En el momento en que él llega hasta ellos, desaparecen; y, en el
mismo instante, el palacio de Scopas se derrumba. Cunde el pánico, y la
gente intenta tirarse sobre las ruinas para sacar los cuerpos. Simónides
dice: «Mirad, todos están muertos, pero vamos a ir por pasos; yo me acuerdo
exactamente dónde estaba cada uno de los trescientos invitados, cómo estaban
–– 141 ––
vestidos, lo que estaban comiendo y lo que llevaban encima». Simónides lo había
memorizado todo perfectamente.
Todo el mundo puede ir sobre una bicicleta, pero los hay que nunca lo
han hecho; sin embargo, pueden. De todas maneras, cuando empiezas a
montar en bicicleta, los primeros días te fijas mucho más en la bicicleta,
en los bordes del camino donde te encuentras, en quién puede cruzarse
a tu paso, etc. Al cabo de un tiempo, la bicicleta pasa a ser tan natural
que puedes mirar el paisaje. Pues esto es exactamente lo mismo. Al inicio
es un poco áspero y árido el trabajo porque no se ve beneficio alguno.
Como todos los trabajos de mejoramiento humano, hay una fase en la
cual es esfuerzo, como los que quieren hacer músculos tienen que pasar
un tiempo haciendo pesas y ejercicios antes de que se vea el resultado de
sus esfuerzos. El problema es que la mayoría de la gente abandona
mucho antes de tener los primerísimos pequeños resultados.
–– 142 ––
R.– No creo que se puedan comparar ambas cosas, pero, si existe
delincuencia, es porque, globalmente, la sociedad emana cierto tipo de
incoherencia frente al cual la violencia es una de las respuestas más
fáciles, con lo cual es coherente. Si disminuye la incoherencia,
disminuye, como consecuencia, la respuesta a la misma y, por lo tanto,
la delincuencia.
Ahora bien, me molesta mucho que se use esto como un plan general
y que se empiece a pensar en la posibilidad de que existiesen como
monasterios que se dediquen a la salud y a la salvación de los demás
mientras los demás siguen haciendo putadas absolutamente
inaguantables.
Actualmente, hay dos tipos de gente que meditan. Los que para mí
son pajarracos y son aquellos que dicen: «Yo hago meditación alfa, voy a un
cuarto piso dos horas a la semana y es como un paraíso; y después bajo y, ¡qué
horror!, tengo que coger el autobús». Lo siento mucho, tendrían que hacer su
meditación alfa en el mismo autobús. Los otros, que son mucho más
discretos, que no van a centros, ni acuden a nadie, ni farolean con lo que
hacen, son gente que intentan siempre encontrar algo de luz dentro de la
más oscura de las noches.
–– 143 ––
las más blancas de las perlas». Yo creo que hay dientes más blancos que las
más blancas de las perlas en todas las carroñas vitales con las cuales nos
tropezamos a diario en la vida actual. No pienso que haya que seguir
cursos. Cada vez que alguien se siente molesto o afectado por cualquier
situación, sabe dentro de sí mismo. Basta mirar, en silencio, lo que
tendría que hacer y que no hace para que algo cambie. En el momento
en que lo haga, tendrá un mayor grado de eficacia y de efectividad que
cualquier actitud enloquecida.
P.– Pero, perdona que vuelva casi al principio, ¿no podría ser
posible que varias personas intentaran irradiar energía mental positiva
para que algo cambiara?
R.– En verdad, todo lo que se hace, para mí está bien. Pero nunca me
vas a oír decir que, si hay veinte personas que comen cada dos horas
aquí, habrá gente que no muera de hambre en el Tercer Mundo. Hay que
ser claro. Cada uno de nosotros tiene un alcance alrededor suyo, que es
a un metro lo que tocas con la mano, a un metro veinte lo que toca dando
una patada, a treinta metros lo que llega a mover gritando y, dentro de
esas zonas de presencia, es donde primero debe actuar. Te diré que, una
de las farsas más enormes, es la de intentar tener efectos a diez mil
kilómetros sobre dos mil personas, cuando, en realidad, si cada uno de
nosotros se dedicara a estar en paz con su suegro, con su suegra, con el
vecino de arriba, con el vecino de abajo, con el tío del trabajo, etc., ya
habría hecho un trabajo enorme. Pero no, éstos no se quieren mojar a
hacerlo. Lo que quieren hacer es actuar sobre el señor que vive en
Calatayud o en Marruecos. Pues, no. Lo siento mucho.
–– 144 ––
Meditación, sí. Paz, sí. El crecimiento espiritual, sí. El abrir paso a la
luz, sí. Pero, ¡Ojo! Empezar por lo que está a mano. Si alguien tiene
problemas con alguien cercano, que primero dé paz a éste antes de dar
paz a otro, porque, si hace esto, hará aparecer realmente un foco que no
se podrá apagar nunca. Claro que esto es, aparentemente, pedir mucho,
pero te diré una cosa: si son incapaces de ponerse en paz dentro de un
edificio o en una planta “X”, o en un piso, o en una habitación de
matrimonio, que no vengan a hablar de intervenir en el destino de la
humanidad. Lo primero es lo primero. Si tú quieres subir hasta la quinta
planta de un edificio, hay que subir todos los peldaños de la escalera.
R.– Cuando intentas el silencio, ocurre que te das cuenta de que hay
pensamientos que vienen, pero el primer acto importante es darse cuenta
que, para saber que están viniendo pensamientos, hay que poderlos
observar. La meditación consiste en mover la mente, la persona, el Ser,
desde el sitio en el cual te confundes con el conjunto de cosas que pasan,
hacia el sitio en el cual te vuelves el observador que ya eres; porque, si te
das cuenta, cuando lo intentas, que no lo consigues, ¿quién se da cuenta
que esto está ocurriendo? Es una pregunta fundamental y la única
pregunta vital que permite conseguirlo, entre otras cosas, porque el mero
hecho de darse cuenta de que el intento está perturbado proviene de una
parte de ti mucho más allá de este nivel en el cual estamos, de momento,
–– 145 ––
encerrados por propia voluntad y que es exactamente el que ya ha
conseguido lo que tú intentas conseguir; y lo único que tenemos que
hacer es casarnos con nosotros mismos, porque esto sí que es la paz que
irradia cuando, de repente, se vuelven a hacer las paces entre los trozos
separados de este gran ente que todos, todos, sin ninguna excepción,
somos.
Sin querer ser malo ni destructivo contra los que, de buena fe, van a
un sitio, vale exactamente igual que alguien que dice: «Hay tanta gente
muriéndose de sed en el Sahara, voy a comprar dos mil vasos y allá voy». Puede
comprar dos mil vasos, pero si no tiene agua, ¿para qué van a servir los
vasos? Si tú das vasos vacíos a la gente, si no tienes nada para llenarlos,
¿para qué sirven?
La paz, ¿qué quiere decir? ¿Que tú renuncias y dices: «Has ganado tú» a
alguien que te quiere agredir? No. ¿Qué quiere decir? ¿Que estamos en
paz porque yo gane sobre ti, que me querías agredir? No, tampoco. ¿Qué
es? Cambiar de nivel, cambiar de nivel… porque hay un nivel en el cual
la agresión nace de la sexualidad, de la voluntad de poder, de la voluntad
de dominio, de la gana de penetrar dentro de la vida del otro,
materializada por armas que hacen agujeros en la piel, llegan hasta los
órganos.
Te diré una cosa: se vende en las tiendas para niños una sustancia que
puedes hacer lo que quieras con ella, coge todas las formas, después se
pasa. Imagínate que el agua fuera una sustancia capaz de cuajarse en el
acto, ¿qué pasaría? Pues pasaría que el agua tomaría la forma del vaso en
el cual se la pone, y se juzgaría la calidad del agua pensando en la forma
que tiene; y es lo que estamos haciendo permanentemente. Un decilitro
de agua o un ente humano puesto en una botella redonda es redondo; y
si la juzgas que es redonda, pierdes, porque es redonda porque está
encerrada en ese receptáculo. Hay que volver a reunir las mentes con la
gran fuente inicial, y juro que esto no pasa por las palabras, ni pasa por
cursos, ni pasa por dictámenes, pasa por disponibilidad, hay que buscar
el silencio entre los momentos de tumulto de nuestra mente, porque la
voz del Universo es una voz tenue. Para poder oírla, hay que callarse y,
a veces, las ganas de oírla pues también lo impide. Dicen en China que
el único obstáculo para encontrar el camino es la gana de encontrarlo.
No son juegos de palabras.
–– 146 ––
amigos que hemos tenido en casa un día u otro, y que llegan cuando hay
en la tele un programa genial. Y tú dices que te gustaría oírlo, y están
aquí, a tu lado, y a los dos minutos de empezar la emisión, comienzan a
comentar qué bueno, y tal, y tal… y hablan tanto que no consigues ni ver
ni oír lo que se está emitiendo. Estamos haciendo exactamente eso, con
lo cual hay que aprender lo mismo de gente muy extraña. Los maestros
están al alcance de la mano, todos los niños de dos años, cada perro, cada
gato, cada pájaro en la rama te lo está diciendo porque no se molestan
en decir por qué hacen lo que hacen, lo hacen y punto.
R.– Voy a hablar de cosas concretas. Cada día, a las nueve menos diez
de la noche, hay un montón de gente que está intentando lo más fácil del
mundo: sentarse tranquilos sin hacer absolutamente nada, no intentan
hacer nada. Que intenten quedarse en blanco no quiere decir que
necesitan conseguirlo, sólo que lo intenten y basta. Que hagan lo que
hacen los que conozco ya, que se pongan en el cuarto de baño, porque
ahí, habitualmente, estamos solos, en silencio y tranquilos. La gente que
quiera, que se vaya al baño durante dos minutos, entre las 20h50 y las
21h. de cada día, y que intenten no hacer nada. Yo te juro que sólo con
esto que parece una trivialidad, ya se puede conseguir mucho. Si lo
hacen, al cabo de pocos días –quiero decir cuarenta o cincuenta días, que
es poca cosa frente a una vida–, ya empezarán a notar algo especial,
porque no hay cabreo que resista diez minutos sentado en silencio. Lo
–– 147 ––
siento, pero es así y, si esperaban que yo hablase de encender incienso o
ponerse en un templo, lo siento, no. Porque, si se plantea lo que hay que
hacer en términos que están marcados por su imposibilidad, permite a
los que intentan hacer, no hacer, en nombre de lo difícil que sería el
cumplir con lo que quieren.
P.– A estas alturas del siglo XX, son muchos, aún, los que dudan de
la capacidad del Ser Humano para movilizar energías, individual o
colectivamente. Hay gente que está trabajando en una doble dirección
para tratar de explicar el papel del cerebro en la producción de esta
“energía”. ¿Cuál es esta doble vía?
–– 148 ––
Yo, personalmente, soy mucho más partidario de la primera porque
esta segunda opción del hombre colaborador de una divinidad “X”
presupone una falta de humildad y un orgullo gigantesco.
–– 149 ––
Pero, cuál va a ser el futuro de nuestro órgano de recepción, no lo
sabemos y, de momento, sólo la intuición o la visión poética o profética
podrían permitirnos acercarnos a él. Por otra parte, el concepto de
evolución siempre se contempla con una especie de prejuicio
antropomórfico; hemos decidido, como si fuera una verdad eterna, que
el hombre es lo mejor de la creación, que somos como reyes, que todo es
para nosotros, cosa que no es cierta en absoluto. Con lo cual, es muy
probable que nuestra visión lineal del proceso evolutivo sea totalmente
falsa y que, incluso, podría ser que la salida hacia el famoso Homo Nuovo,
del cual se habla muchísimo, represente una especie de rama colateral
frente a la especie humana tal y como la conocemos hoy día.
–– 150 ––
Por otra parte, permite entender por qué los santos o místicos se aíslan,
ya sea en el desierto o en conventos, donde el silencio y la regla interna
permiten pensar que no hay ese tumulto interhumano de las grandes
ciudades. Además, por esta vía, podríamos explicar el por qué las
sensaciones de lo inefable pueden ocurrir más fácilmente dentro de una
iglesia, dentro de un templo, durante una ceremonia tibetana o en ciertos
rituales. Es únicamente porque la gente focalizada sobre una única cosa
tiende a armonizar sus contenidos mentales conscientes e inconscientes,
y, de esta manera, ya no es necesario mantener las barreras que nos
protegen de los demás. Claro que, al mismo tiempo, nos impiden captar
la prodigiosa maravilla de lo que nos rodea por todos lados.
–– 151 ––
OCTAVA VENTANA
Ayudas Celestiales
–– 152 ––
primaria que nos mantenía unidos, más solos nos encontramos y más
errores estamos dispuestos a cometer para justificarnos.
–– 153 ––
R.– Sin lugar a dudas. Yo tuve una primera experiencia cuando tenía
siete años, en un pequeño pueblo del suroeste de Francia, en el cual mi
padre tenía su consulta dentro de lo que fue el cuartel general de
Wellington. Enfrente de allí, de la balaustra que había en la primera
planta, se abrían las puertas de una enorme abacial muy antigua, ya que
su primera construcción era del siglo VI.
Allí, yo vi, durante un rato que no pude medir –sólo sé que cuando
terminó la experiencia que voy a contar, tenía las manos adormecidas
del frío de las losas del balcón–, vi a un ser diminuto que parecía la
imagen de esos angelotes típicamente italianos, esa especie de estereotipo
hiperclásico y casi barroco. Este pequeño ser, de pelo rubio, era un niño
pequeño, estaba jugando y saltando sobre el altar mayor, que es y era
una pieza de piedra imponente; sobre el altar, había unos grandes cirios
con candelabros que estaban a los extremos; había en medio otras cosas:
flores que acababan de poner, un atril, probablemente, con el evangelio
abierto. Y se veía este pequeño ser haciendo saltos que realmente eran
de una lentitud alucinante. Mi recuerdo está clarísimo. Lo veo como esas
películas que se ven a cámara lenta. Se paró el mundo en esos momentos.
–– 154 ––
o flexionar, que algo puede cambiar, o va a pasar; y, de hecho, cuando
tuve esta primera experiencia, poco tiempo más tarde, mi hermano más
joven caía desde el balcón de arriba, pegaba un salto sobre los hilos del
teléfono y terminaba sobre el suelo del balcón donde yo me encontraba,
sin matarse; y yo conecto ahora los dos hechos. Ahora bien, muchas
veces no he tenido en cuenta esas presencias benefactoras o indicativas,
y por eso es que, probablemente, mi vida, en vez de tener un trazado
perfectamente lineal, la línea áspera que va hacia la cima de cada uno,
tiene, a veces, un camino mucho más sinuoso.
R.– Hay dos preguntas en lo que acabas de decir. La primera tiene que
ver con los mecanismos de la percepción. En realidad, nosotros
percibimos el mundo a través de nuestros órganos sensoriales. Los
primeros años, incluso los primeros meses de vida, son el momento
privilegiado durante el cual elaboramos una especie de panorama general
de categorías que nos servirán, en el futuro, para tener unas categorías
fundamentales de cosas, que pueden ser inicialmente huecas o llenas, con
aristas o redondas, dando dolor o dando gusto, categorías inicialmente
sólo definidas por polaridades, y se va elaborando esto poco a poco,
mientras sigue creciendo el cerebro del niño, que no está acabado cuando
nace.
Ahora bien, cuando has adquirido los datos culturales que te rodean,
porque siempre hay una primera vez en la vida en la cual uno ve la
imagen dibujada o esculpida de un ángel en el idioma correspondiente al
lugar en el que se encuentra en ese momento. Cuando, después, ve algo
que se parece, de cerca o de lejos, a la carga emotivo‐significativa que fue
integrada en ese momento, la primera cosa que vendrá a la mente será,
probablemente, una imagen que servirá para hacer coincidir lo captado
con lo anteriormente adquirido, lo cual permite entender que,
muchísimas veces, la gente describe cosas atribuyéndoles significados
que, si lo miras detenidamente, desaparecen.
–– 155 ––
era eso, sino que estaban convencidos de haber tenido unos contactos
con devas, unos espíritus de la naturaleza que llegaron a describir con
movimientos sinuosos en los cuales se reconocía perfectamente el legado
cultural que les correspondía, ya que estaban describiendo al dibujo de
apsarás que adorna todas las cajas y paquetes de incienso que quemaban
a diario en el templo de al lado.
R.– Sí. Esta manía del Ser Humano que, designando alguna cosa, dice:
«Esto, ¿qué es?» es sólo una perversión a la cual no doy demasiada
importancia porque, basta que la gente se dé cuenta de que existe, para
que –espero– deje de dejarse encarcelar dentro de este comportamiento,
finalmente muy ridículo y diminuto; porque, cada vez que tuve la
ocasión de hablar con alguien y me decía: «Esto, qué es…?», le decía:
«Dígame qué es lo que no sabe lo que es». Al final, sumando sus preguntas, o
sea: «¿Qué es esta cosa redonda que reluce con un hueco al lado?»; sumas todas
las preguntas y obtienes todas las respuestas que corresponde para la
persona que lo pide. Pero claro que esto es un proceso muy parecido a
esa especie de proceso de colapso cultural que encontramos, por ejemplo,
en el zen, mediante el uso de los kōanes, o dentro de ciertas
meditaciones, prácticamente en todas las escuelas de mejoramiento o de
ampliación de la conciencia; ¡y Dios sabe que hay muchas!
R.– No es que entren o salgan. Somos nosotros los que nos damos
cuenta o no nos damos cuenta. En realidad, hay una continuidad
perfecta. Voy a volver a utilizar una imagen que ya utilicé en otra
ocasión. Cuando, por primera vez, un barco europeo atravesó el río San
–– 156 ––
Lorenzo en Canadá, los indios que estaban en las orillas no lo vieron,
con excepción de los niños pequeños y los chamanes; y esto por un solo
motivo: los viejos porque habían empezado a aceptar que había muchas
más cosas, dentro de este mundo, de las que creyeron durante toda su
vida; y los pequeños porque aún estaban permeables a todo lo que venía
de nuevo y, por lo tanto, dispuestos a construir y a elaborar este esquema
inicial y fundamental, anterior a cualquier forma de conciencia
organizada; y los chamanes porque, por el entrenamiento iniciático,
estaban dispuestos. En cuanto a los demás, como no tenían imagen de
referencia que les permitiera identificar a esa cosa de madera con unos
mástiles altos y cosas que colgaban, pues no lo vieron y, probablemente,
lo asimilaron a unos árboles, o lo que sea, y lo dejaron pasar.
Esto ocurre muy a menudo, muy a menudo... Creo que, las más de las
veces, nosotros no somos conscientes de lo que está a nuestro lado
porque no hemos dejado sitio, no hemos dejado categorías abiertas para
lo desconocido. Pero, en realidad, no es que van y vienen, están
permanentemente, están colindantes con nuestra propia realidad íntima.
R.– Sí. Pero, ¡ojo! Hay que hacer un hincapié mayor en el concepto de
beneficio, ya que cualquier tipo de conceptualización en cuanto al
beneficio, como dices, el provecho de sus actuaciones depende de lo que,
de momento, somos capaces de percibir, de sentir, de concebir, elaborar
o esperar; y, en realidad, esta visión muy ridículamente reductora,
humana, destinada a satisfacer todas las pulsiones derivadas del Ser
Humano, no por fuerza tiene que ser coincidente con un destino mayor.
Date cuenta que, de momento, no es que el Universo esté escondido, ni
que las cosas estén ocultas, sino que nosotros no hemos aprendido a ver
más que las cosas más densas, más condensadas, de la realidad del
Universo en el cual nos encontramos, y no hablo de niveles espirituales,
sino de una cosa directa. Ahora mismo, imagínate que, incluso a un nivel
muy oficial, incluso los científicos más reduccionistas, saben que la
cantidad de Universo que llegamos a captar y observar representa una
proporción tan ínfima de su realidad extensa que casi no tiene validez.
–– 157 ––
capaces de entender un Universo causal pero no entendemos que haya
cosas que dependan de adónde llegarán mucho más que de dónde
vienen.
–– 158 ––
R.– He llegado a la conclusión, a través del examen bastante fino de
todos los actuales trabajos de Física Teórica –y aquí me reclamo
seguidor, tanto de la Física Cuántica, como de los filósofos sistémicos–,
a la conclusión de que los Ángeles de la Guarda, que son los que más
fácilmente se pueden acercar, concebir y, probablemente, captar, no son
más que nosotros mismos pero llegados en la infinidad del tiempo a ese
punto en el cual todos llegaremos algún día, en algún momento, y algún
sitio, de ese espacio gigante que nos rodea por todas partes y que se
extiende en muchísimas más dimensiones de las que podemos imaginar
de momento.
–– 159 ––
destino escogido, o sea, el fatum, en el sentido romano y latino de la
palabra, que es esa especie de dicha común que los pueblos orientales
aceptan: el fatalismo.
Hemos escogido nacer en este mundo, este momento, esta vida, este
cuerpo, esta familia, al igual que uno sube a un barco que, de todas
maneras, va a un sitio. El objetivo real sobre el que, ya una vez decidido,
no se vuelve, es el puerto de llegada. Mientras tanto, sobre el barco,
dentro de esta vida, puedes hacer de todo. De todas maneras, es muy
difícil, si no imposible, escapar a la decisión que hemos tomado nosotros
mismos antes de nacer para vivir lo que vivimos.
P.– ¿Hay que seguir el camino de las tradiciones que nos hablan de
cuerpos angélicos completamente jerarquizados?
P.– Y, a todo esto, ¿qué sitio ocupan entre nosotros aquellos que la
tradición califica como ángeles negros?
–– 160 ––
R.– Los ángeles negros son, en realidad, aquellos de quienes se ha
apartado la luz. Existen trozos que se apartan, o han sido apartados, y
que siguen con la misma fuerza que los había impulsado, pero ya no
están conectados. Un poco como si tú tienes una instalación eléctrica y,
de repente, hay un cortocircuito, coge fuego la instalación y, durante un
tiempo, los trozos de hilo y alambre eléctrico se van a quemar, se
pondrán al rojo vivo, se fundirán, arderán en llamas produciendo calor,
luz y energía mientras se queman y autodestruyen para acabar
desapareciendo y terminar en cenizas. Los que se llaman ángeles negros,
o aquellos de quienes se aparta la luz –y la imagen es perfectamente
coincidente–, son resultados de un cortocircuito que, durante un tiempo,
claro –corto a su escala, pero puede que muy largo a la nuestra, a la escala
de las vidas humanas–, se están consumiendo, produciendo llamas, calor
y energía en lo que es, en realidad, el proceso de su desaparición.
–– 161 ––
Epílogo
Si has llegado hasta aquí, el esfuerzo que has realizado merece que te
confiese un pequeño secreto: aunque ha sido corregido y actualizado por
André Malby, las conversaciones que constituyen el núcleo de la obra
tuvieron lugar antes de que el siglo XX nos dijera adiós, antes de que
cayeran las torres gemelas, antes de que el nuevo emperador alcanzara
el poder por tan sólo un puñado de votos, quién sabe si mal contados. El
mundo era otro: no habíamos sucumbido a la globalización de la miseria
y manteníamos la fe en un hombre nuevo, en un ciudadano nuevo que
fuera capaz de un reparto más justo de las riquezas, materiales y
espirituales. Pero los huevos de la serpiente ya estaban puestos: la
codicia, la pobreza, la riqueza, la miseria, el terror, la muerte, y el miedo,
manejado, manipulado para hacernos más débiles y dependientes… El
mundo ha cambiado y yo también.
Puede que tan sólo sea una modesta muestra de rebeldía ante el
pensamiento dominante, que ha terminado por hacerse agobiante.
Quienes se atreven a discrepar en política, quienes se atreven a cuestionar
la globalización, quienes ponen en tela de juicio los beneficios del
liberalismo económico, quienes hablan del respeto cultural, quienes
abogan por una medicina alternativa, quienes piden la libertad de
elección de médicos y remedios curativos… ellos, y muchos más, están
ahora peor que cuando André y yo charlábamos en libertad. O, al menos,
a mí me lo parece.
–– 162 ––
Las esperanzas de una Nueva Era, de unos nuevos valores, producto
de la síntesis de las tradiciones y los nuevos campos de la ciencia, con un
nuevo ser humano capaz de crear una sociedad más solidaria, parecen
asfixiadas entre la intransigencia ante lo nuevo, el oscurantismo de lo
viejo y el miedo a perder lo poco –cada vez menos– que tenemos en la
sociedad que nos ha tocado vivir, y eso que somos unos privilegiados
comparados con otros países. Las nuevas ideas son ridiculizadas en los
medios de comunicación de masas, con personajes de opereta que
merecen más lástima que risa. En tan ruidoso circo resulta cada día más
difícil hacerse oír. Sin embargo, a pesar del ruido, las ideas sobreviven,
las mentes más claras saben del silencio como refugio en medio de la
tormenta. Así que, con este libro, he tratado de darte ánimos, de invitarte
a dudar y a discrepar, de hacerte saber que las llamadas interiores que
sientes hacia un cambio no son gritos aislados, sino que tienen su eco en
el tiempo; no son cosa de locos, sino de sabios, no son cosa de ahora,
pero sí de mañana.
Ahora que, por fin, has decidido abrir las ventanas de tu propio palacio
para dejar entrar el mundo que se ocultaba afuera, disfruta de todo lo
nuevo que se extiende ante ti. La ruta a seguir es tu elección. En última
–– 163 ––
instancia, sabes que, si le quitas la suciedad a la bombilla de tu ocupada
vida –lo que André ha tratado de contarnos siempre–, te va ayudar en el
complicado camino de mejorar como seres humanos. Mi último consejo
es una simple invitación. Busca su obra. Te asombrará. En cualquier
caso, con mi gratitud por haberme acompañado, un regalo. Nadie mejor
para poner el punto y seguido de este libro que su auténtico protagonista,
André Malby.
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PUNTO Y SEGUIDO
por André Malby, desde su molino,
en un día cualquiera de finales de enero del 2003
¡Cuando hace falta una explicación a una verdad es que algo falta en su
evidencia! No sé cómo Antonio vivió estos momentos que, aunque para el
estuvieron cargados de sentido, para mí formaron parte del fluir universal.
«Panta rhei», decían los griegos: todo fluye. Pero, inmersos como estamos en
las casuísticas diarias, se nos escapa, diría que del todo, lo que podrían ser
los fines últimos.
Quien espera a que los demás cambien para cambiar también él, está en
el error.
Quien sigue pensando que “lo mío” y “lo tuyo” son unas realidades
diferentes e, incluso, puede ser que opuestas, está en el error.
Quien cree que la felicidad puede ser algo solitario, está en el error.
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Quien pone precio a lo que, desde siempre, es incuantificable, está en el
error.
A fin de cuentas, la única regla de vida que permite dejar paso a los
milagros del existir radica en una frase sencilla: “No hagas nunca nada de
lo cual no te puedas alegrar al día siguiente”.
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