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japón
CARACAS, 2021
Ambos términos Nippon y Nihon literalmente significan el origen del sol o la base
del sol), 日 (Sol) y 本 (base, comienzo, origen). Eso es, donde el sol nace, y son a
menudo traducidos como Tierra del Sol Naciente. Ambos están escritos en
japonés con el kanji 日本 .
La palabra Nippon apareció en la historia solo a finales del Siglo VII. El Libro de
Tang (舊唐書), una de las Veinticuatro Historias, afirma que al enviado japonés le
disgustó el nombre de su país Woguo ( 倭 國 ), cambiándolo a Nippon ( 日 本 ), u
Origen del Sol. Otra crónica del Siglo VIII, El verdadero significado de Shiji
(史記正義), afirma que la Emperatriz China Wu Zetian ordenó al enviado japonés
cambiar el nombre a Nippon.
Cabe destacar que antes de que el término Nihon empezara a ser usada
oficialmente, Japón era conocido como (倭 Wa) o (倭国 Wakokiu). Wa era el primer
nombre usado en China para el pequeño grupo étnico que vivía en Japón durante
el Periodo de los Tres Reinos. Aunque la etimología de Wa permanece incierta,
los textos antiguos chinos registran un antiguo pueblo residente en el Archipiélago
del Japón (probablemente en Kyūshū), llamado Wā o Wər 倭. Las investigaciones
recientes proponen que la etimología de Wa va en un rango posible desde (la
transcripción del pronombre japonés en primera persona waga 我が mi; nuestro y
las utilidades 我 Yo; nosotros; uno mismo) la vergüenza (escribiendo en japonés
Wa como 倭 lo que implica enano, inservible), y resume las implicaciones para el
Wā Japonés en variaciones de las dos etimologías: comportamiento sumiso o
físicamente corto La primera explicación sumisa, obediente, se inició con el
diccionario Shuowen Jiezi del año 121 de su era. Define 倭 como shùnmào 順皃
apariencia obediente/sumiso/dócil/obediente, que gráficamente explica a la
persona; humana radical con una fonética wěi 委 se, y cita el poema Shi Jing. Es
concebible que, cuando los chinos encontraron por primera vez a los japoneses,
se sugiere que los transcribieron como Wa que significa espalda doblada. Wa es
compatible con inclinación / obediencia. Esta característica se observó a principios
de referencias históricas a Japón. Ejemplos incluyen: El respeto se demuestra en
cuclillas, y ellos ya sea en cuclillas o de rodillas, con las dos manos en el suelo.
Éste es el modo en que muestran el respeto. Koji Nakayama interpreta wēi 逶
sinuosidad como llevada demasiado lejos y eufemísticamente traduce Wō 倭
como separado desde el continente. La segunda etimología de wō 倭 significa
enano; persona corta tiene un posible cognado en ǎi 矮 persona de baja estatura;
mirmidón, enano; bajo, wō 踒 cepa; esguince; piernas dobladas, y wò 臥
acostarse, agacharse, sentarse (animales). Historias tempranas dinásticas chinas
se referían a Zhūrúguó 侏儒國 , país pigmeo/enano, localizado al sur de Japón,
asociado posiblemente con las islas de Okinawa o Ryukyu. Se cita el precedente
histórico de construir Wa como pueblo sumiso y la leyenda del País de los Enanos
como evidencia de la etimología de gente pequeña como desarrollo secundario.
La religión en Japón
La religión shinto proviene de tiempos prehistóricos, como una religión con respeto
a la naturaleza y en particular a ciertos lugares sagrados. La adoración del shinto
se realiza en lugares considerados santos. Sobre todo es importante el acto de
purificación antes de la visita a estos lugares sagrados. Estos sitios al principio
pueden haber sido usados para adorar al sol, formaciones de roca, árboles, e
incluso a sonidos. Ya que cada una de estas cosas fue asociada con una deidad
esto causó un complejo politeísmo religioso. Se conocen a las deidades en el
sintoísmo como kami, y shinto.
El shinto es como una religión indígena: no tiene ningún libro santo, ningún
fundador ni canon alguno. El Nihonshoki y el Kojiki, sin embargo, contienen un
registro de mitología japonesa. Es una de las religiones más grandes de Japón
siendo a su vez la religión natal. Esta se originó en Japón y es casi exclusiva de
allí.
Budismo
El budismo llegó a Japón en el siglo VI, de la parte meridional del reino coreano de
la península de Baekje, donde el rey Baekje envió al Emperador japonés una
pintura de buda y algunos sutras. Los aristócratas japoneses construyeron muchas
estatuas y templos budistas en la capital en Nara, y posteriormente en la capital de
Heian (ahora Kioto).
Irreligión
Cristianismo
Shinshūkyō
También en Japón ha surgido otras religiones como las Nuevas Religiones
Japonesas o Shinshūkyō ( 新宗教 ), y que tienen origen en el shinto, el budismo,
tradiciones folclóricas y algunos elementos sociales. Surgieron a partir de la Era
Meiji, y existen centenares de sectas, muchas de estas con mucho arraigo con el
shinto, consideradas a veces como sectas shinto, y no tienen una gran
membresía. La más notable es la Soka Gakkai, y que tiene una pequeña
presencia política en Japón; otras religiones son la Seicho-No-Ie ( 生 長 の 家 ), la
Shinreikyo ( 神 霊 教 Shinreikyō?), la Kōfuku-no-Kagaku ( 幸 福 の 科 学 ?), Mahikari,
Oomoto ( 大 本 ?), Konkokyo ( 金 光 教 ), Tenrikyo ( 天 理 教 ), y el famoso Aum
Shinrikyo, que realizó un atentado terrorista en 1995 en Tokio.
Fe Bahá'í
Islam
Hinduismo
Arte de Japón
Santuario Itsukushima, entre los años 593 y 811, de origen sintoísta, con su
torii (arco de acceso a un espacio sagrado), situado sobre el Mar Interior de
Seto, isla de Itsukushima, cerca de la ciudad de Hatsukaichi, en la prefectura
de Hiroshima, en Japón.
Por último, en época moderna –iniciada con el período Edo–, aunque perduran los
conceptos anteriores se introducen algunas nuevas categorías estéticas,
relacionadas con las nuevas clases urbanas que surgen a medida que Japón se
va modernizando: el sui es una determinada finura de corte espiritual, hallada
principalmente en la literatura de Osaka; iki es una elegancia honesta y directa,
presente sobre todo en el teatro kabuki; el karumi es un concepto que ensalza la
ligereza como cualidad esencial bajo la cual se alcanza lo «profundo» de las
cosas, reflejada especialmente en la poesía haiku; el shiori es una belleza
nostálgica; el hosomi es una delicadeza que llega hasta la esencia de las cosas; y
el sabi es la belleza simple, despojada, sin adornos ni artificios, ensalzando
valores como la pobreza y la soledad. Esta última entroncó con el concepto
anterior de wabi, creando una nueva noción llamada wabi-sabi, la trascendencia
de la simplicidad, donde la belleza reside en la imperfección, en lo incompleto,
basada en la fugacidad e impermanencia. En todos estos conceptos subyace
nuevamente la idea del arte como proceso creativo, y no como realización
material. Según el autor Okakura Kakuzō, sólo los artistas persuadidos de la
imperfección congénita a su alma son capaces de engendrar la verdadera belleza.
Periodización
Artes plásticas
Por último, en el Jōmon tardío (2500-400 a.C.), los recipientes vuelven a ser de
formas más naturales, menos elaboradas, con boles y vasijas de fondo
redondeado, ánforas de cuello estrecho y cuencos con asas, a menudo con pie o
base elevada. Los principales yacimientos de cerámica Jōmon son: Taishakukyo,
Torihama, Togari-ishi, Natsushima, Kamo y Okinohara en la isla de Honshū;
Sobata en la isla de Kyūshū; y Hamanasuno y Tokoro en la isla de Hokkaidō.
Vista del Naikū, la zona más sagrada del Santuario de Ise. También conocido como
el Gran Santuario de Ise (伊勢大神宮 Ise-Daijingū) y oficialmente como El Santuario
( 神 宮 Jingū), de la religión sintoísta, localizado en la ciudad de Ise, prefectura de
Mie, en la región central-sur del Japón. La fundación legendaria del Santuario fue
realizada en el año 4 a. C., por la princesa Yamatohime-no-mikoto, hija del
Emperador Suinin.
Esta era supuso la consolidación del estado central imperial, que controlaba los
principales recursos, como el hierro y el oro. La arquitectura se desarrolló
preferentemente en el terreno funerario, con unas características tumbas de
cámara y de corredor llamadas kofun (tumba antigua), sobre las que se elevaban
túmulos de tierra de grandes proporciones. Destacan las grandes sepulturas de
los emperadores Ōjin (346-395) y Nintoku (395-427), donde aparecieron diversas
joyas, armas, sarcófagos de piedra o terracota, cerámica y unas figuras
antropomórficas de terracota llamadas haniwa, formadas por un pedestal cilíndrico
y un medio busto. Estas estatuillas eran de unos 60 centímetros, sin apenas
expresión, tan solo unas hendiduras en los ojos y la boca, aunque constituyen una
muestra de gran relevancia del arte de esta época. Según su vestimenta y
utensilios se distinguen diversos oficios en estas figuras, como granjeros,
soldados, sacerdotisas, cortesanas, músicos y bailarines. A finales de este período
también aparecieron figurillas de animales, especialmente ciervos, perros,
caballos, jabalís, gatos, pollos, ovejas y peces. Se han hallado gran variedad de
armas (equipos de arqueros, coronas con joyas matagama, estribos de bronce), lo
que denota la importancia del estamento militar en esta época, cuyos rasgos
estilísticos están emparentados con la cultura Silla de Corea, al igual que un tipo
de cerámica denominada Sueki, oscura y de gran finura, con accesorios
tintineantes.
Haniwa de gobernante (Funazuka Kofun), figura de terracota que fue elaborada para
su uso en rituales y enterrada como objetos funerarios durante el período Kofun de
la historia de Japón.
Haniwa de soldado (Funazuka Kofun), figura de terracota que fue elaborada para su
uso en rituales y enterrada como objetos funerarios durante el período Kofun de la
historia de Japón.
La pintura seguía los patrones chinos, en tinta o pigmentos minerales sobre seda
o papel, en rollos de pergamino o colgando de la pared. Denota un gran sentido
del dibujo, con obras de gran originalidad, como el relicario de Tamamushi (Hōryū-
ji), en madera de alcanfor y ciprés, con bandas de filigrana de bronce, presentando
varias escenas en óleo sobre madera lacada, en una técnica denominada
mitsuda-i procedente de Persia y relacionada con la pintura china de la dinastía
Wei. En la base del relicario se muestra un jataka (relato sobre las vidas anteriores
de Buda), que muestra al príncipe Mahasattva ofreciendo su propia carne a una
tigresa hambrienta. En esta época empezó a cobrar relevancia la caligrafía, a la
que se otorgó el mismo nivel de artisticidad que a las imágenes figurativas.
También destacaron los tapices en seda, como el Mandala Tenjukoku dedicado a
Shōtoku (622). La cerámica, que podía ser esmaltada o no, tuvo escasa
producción local, valorándose más la de importación china.
Durante este período se estableció la capital en Nara (710), primera capital fija del
mikado. En esta época tuvo su apogeo el arte budista, continuando con gran
intensidad la influencia china –los japoneses veían en el arte chino una armonía y
perfección similares al gusto europeo por el arte clásico grecorromano–. Los
escasos ejemplos de arquitectura de la época son construcciones de aire
monumental, como la Pagoda del Este de Yakushi-ji, los templos de Tōshōdai-ji,
Tōdai-ji y Kōfuku-ji, y el almacén imperial Shōso-in de Nara, que conserva multitud
de objetos de arte de la época del emperador Shōmu (724-749), con obras
procedentes de China, Persia y Asia central. La ciudad de Nara se construyó
según una planimetría reticular, siguiendo el modelo de Chang'an, la capital de la
dinastía Tang. Se otorgó igual importancia al palacio imperial que al monasterio
principal, el Tōdai-ji (745-752), construido según un plano simétrico en un gran
recinto con dos pagodas gemelas, y donde destaca el Daibutsuden, el Gran Salón
de Buda, con una gran estatua de bronce del Buda Vairocana (Dainichi en
japonés), de 15 metros, donada por el emperador Shōmu en 743. Reconstruido en
1700, el Daibutsuden es el edificio de madera más grande del mundo. Otro
importante recinto del templo es el Hokkedō (Salón del Loto, también llamado
Sangatsudō, Salón del Tercer Mes), que cuenta con otra magnífica estatua, el
Kannon Fukukenjaku, un bodhisattva de ocho brazos realizado en laca, de cuatro
metros de altura e influencia Tang, perceptible en la serenidad y placidez de los
rasgos faciales.
Otro exponente fue el Kiyomizu-dera (778), cuyo edificio principal destaca por su
enorme baranda, sostenida por cientos de pilares, que sobresale de la colina y
ofrece impresionantes vistas de la ciudad de Kioto. Este templo fue uno de los
candidatos en la lista a Nuevas Siete Maravillas del Mundo, aunque no salió
elegido. Por su parte, el Rinnō-ji es famoso por el Sanbutsudō (Salón de los Tres
Budas), en donde se encuentran tres estatuas laminadas en oro de Amida,
Senjūkannon (Kannon de los mil brazos) y Batōkannon (Kannon con cabeza de
caballo). Como santuario sintoísta destacó el Fushimi Inari-taisha (711), dedicado
al espíritu de Inari, especialmente conocido por los miles de toriis rojos que
delimitan el camino por la colina en la cual se encuentra situado el santuario.
Santuario de Fushimi Inari-taisha (711), Fushimi-ku, Kioto, con sus
característicos torii de color rojo.
La pintura está representada por la decoración mural de Hōryū-ji (finales del siglo
VII), como los frescos del Kondō, que muestran similitudes con los de Ajantā en la
India. También surgieron diversas tipologías como el kakemono (pintura colgante)
y el emakimono (pintura en rollo), historias pintadas en un rollo de papel o seda,
con textos que explican las distintas escenas, llamados sutras. En el Shōso-in de
Nara existe una serie de pinturas de tema profano, con diversos géneros y
temáticas: plantas, animales, paisajes y objetos de metal. A mediados del período
se puso de moda el estilo pictórico de la dinastía Tang, como se vislumbra en los
murales de la tumba Takamatsuzuka, de alrededor del año 700. Por el decreto
Taiho-ryo de 701 el oficio de pintor quedó regulado en gremios artesanales
controlados por el Departamento de Pintores (edakumi-no-tuskasa), dependiente
del Ministerio del Interior. Estos gremios eran los encargados de la decoración de
palacios y templos, y su estructura perduró hasta la era Meiji. La cerámica
evolucionó notablemente gracias a diversas técnicas importadas de China, como
el empleo de colores brillantes aplicados sobre la arcilla.
Son de remarcar los murales del Salón del Fénix del Byōdō-in, cuyos paisajes
sintetizan por primera vez el gusto estético más propiamente japonés, con su
sentido de melancólica emotividad. Se sustituyen los elementos típicos chinos por
otros de gusto nipón, como los cerezos en flor en vez de los ciruelos nevados de
moda en la pintura Tang, o los arrozales en vez de las elevadas cumbres
montañosas chinas. Junto a otros elementos como glicinas, orquídeas, peonías,
bambú, la luna, la niebla, el mar, la lluvia, etc, se creó en esta época la más típica
imaginería paisajística japonesa. Igualmente, la composición asimétrica, el espacio
vacío, el ambiente etéreo, el movimiento ondulado, los detalles anecdóticos, la
aplicación del color más por manchas que en pinceladas, el carácter lírico y
emotivo del conjunto serán típicos de la pintura japonesa, tanto mural como en
grabados y biombos. Pese a ello, la influencia china continuó en edificios públicos
y oficiales, ya que estaba ligada al prestigio funcionarial. Denominada kara-e, la
pintura china prosperó en el círculo imperial, como se percibe en obras como el
Biombo de los sabios y el Biombo del lago Kunming.
Tras diversas disputas entre los clanes feudales, se impuso el de los Minamoto,
que instauraron el shogunato, un tipo de gobierno de corte militar. En esta época
se introdujo en Japón la secta zen, que influiría poderosamente en el arte
figurativo. La arquitectura era más sencilla, funcional, menos lujosa y recargada.
La influencia zen provocó el llamado estilo Kara-yo: los monasterios zen seguían
la planimetría axial china, aunque el edificio principal no era el templo, sino la sala
de lectura, y el lugar de honor no lo ocupaba una estatua de Buda, sino un
pequeño trono donde el abad enseñaba a sus discípulos. Destacan el conjunto de
cinco grandes templos de Sanjūsangen-dō, en Kioto (1266), así como los
monasterios Kennin-ji (1202) y Tōfuku-ji (1243) en Kioto, y Kenchō-ji (1253) y
Engaku-ji (1282) en Kamakura. El Kōtoku-in (1252) es famoso por su estatua de
bronce del Buda Amida, de 13 metros de alto y un peso de 93 toneladas, siendo el
segundo Buda más grande en Japón después del de Tōdai-ji. En 1234 se
construyó el templo de Chion-in, sede del budismo Jōdo shū (Secta de la Tierra
Pura), que desataca por su colosal puerta principal (Sanmon), que es la estructura
más grande de su tipo en Japón. Uno de los últimos exponentes de este período
fue el Hongan-ji (1321), formado por dos templos principales: el Nishi Hongan-ji,
que incluye los salones Goei-dō (Salón del Fundador) y Amida-dō (Salón del
Buda), junto a un pabellón de té y dos escenarios de teatro nō, uno de los cuales
presume de ser el más viejo que se conserva; y el Higashi Hongan-ji, donde se
encuentra el famoso el jardín de Shosei-en.
Rollo con descripciones del ataque nocturno al palacio Sanjō, detalle de los
Rollos ilustrados de los sucesos de la era Heiji (siglo XIII), anónimo, Museum
of Fine Arts, Boston, Estados Unidos.
La pintura se caracterizó por un mayor realismo y por su introspección psicológica.
Se desarrolló principalmente el paisajismo (La catarata de Nachi) y el retratismo
(El monje Myoe en contemplación, de Enichi-bo Jonin; conjunto de retratos del
templo Jingo-ji de Kioto, obra de Fujiwara Takanobu; retrato del emperador
Hanazono, de Goshin). Continuó el estilo yamato-e y la pintura narrativa en rollos,
algunos de hasta 9 metros de longitud. Estos rollos reflejaban aspectos de la vida
cotidiana, escenas urbanas o rurales, o bien ilustraban acontecimientos históricos,
como la guerra de 1159 en Kioto entre ramas rivales de la familia imperial. Se
presentaban en escenas sucesivas, siguiendo un orden narrativo, con una
panorámica elevada, como a vista de pájaro. Destacan los Rollos ilustrados de los
sucesos de la era Heiji (Heiji monogatari) y los rollos Kegon Engi, de Enichi-bo
Jonin. La pintura relacionada con la secta zen era de influencia más directamente
china, trazada en sencillas líneas de tinta china siguiendo la máxima zen de que
demasiados colores ciegan la visión.
Durante este periodo el shōgunato fue ostentado por los Ashikaga, cuyas luchas
internas favorecieron el creciente poder de los daimyō, que se repartieron el
territorio. La arquitectura era más elegante y típicamente japonesa, destacando las
mansiones señoriales, monasterios como el de Zuiho-ji, y templos como los de
Shōkoku-ji (1382), Kinkaku-ji o Pabellón de Oro (1397) y Ginkaku-ji o Pabellón de
Plata (1489), en Kioto. El Kinkaku-ji fue construido como villa de descanso del
shōgun Ashikaga Yoshimitsu, como parte de su propiedad llamada Kitayama. Su
hijo transformó el edificio en un templo de la secta Rinzai. Es un edificio de tres
plantas, con las dos superiores recubiertas con hojas de oro puro. El pabellón
funciona como un shariden, guardando las reliquias de Buda. También contiene
varias estatuas de Buda y figuras de bodhisattvas, y en el techo está ubicado un
fenghuang o fénix chino dorado. También posee un magnífico jardín adyacente,
con un estanque llamado Kyōko-chi (espejo de agua), con numerosas islas y
piedras que representan la historia de la creación budista. Por su parte, el
Ginkaku-ji fue construido por el shōgun Ashikaga Yoshimasa, quien buscaba
emular el Kinkaku-ji construido por su abuelo Yoshimitsu, pero lamentablemente
no pudo recubrir el edificio con plata tal y como lo había planeado. También es
característica de la arquitectura de esta época la aparición del tokonoma,
habitación reservada a la contemplación de una pintura o un arreglo floral, en
consonancia con la estética zen. De igual forma, se introdujo el tatami, un tipo de
alfombra confeccionada con paja de arroz, que hizo más agradable el interior de la
vivienda japonesa.
En Japón, esta técnica con tinta china recibió el nombre de sumi-e. Basado en los
siete principios estéticos del zen (véase el apartado Teoría y estética), el sumi-e
(«pintura a tinta») pretendía reflejar las más intensas emociones interiores por
medio de la sencillez y la elegancia, en líneas simples y modestas que trascienden
su aspecto externo para significar un estado de comunión con la naturaleza. Para
los monjes zen, el sumi-e era una vía (dō) para buscar la paz interior, la
realización espiritual. Las propiedades tonales de la tinta, sutiles y difusas,
permitían al artista captar la esencia de las cosas, en una impresión sencilla y
natural, pero a la vez profunda y trascendente. Es un arte espontáneo y de rápida
ejecución, imposible de retocar, hecho que lo vincula con la vida, donde es
imposible volver al pasado. Cada pincelada expresa la energía vital (ki), ya que es
un acto de creación, donde se pone el espíritu en acción, y donde importa más el
proceso que no el resultado.
Los principales artistas del sumi-e fueron: Muto Shui, Josetsu, Shūbun, Sesson
Shukei y, sobre todo, Sesshū Tōyō, autor de retratos y paisajes, primer artista que
pintó del natural. Sesshū era un gaso, un monje-pintor, que viajó a China entre
1467 y 1469, donde estudió el arte y el paisaje natural. Sus paisajes están
compuestos por estructuras lineales, iluminados por una luz súbita que refleja el
concepto zen del instante trascendental. Son paisajes con presencia de elementos
anecdóticos, como templos en la lejanía o pequeñas figuras humanas,
enmarcados en parajes recónditos como acantilados.
En esta época Japón fue de nuevo unificado por Oda Nobunaga, Toyotomi
Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu, que eliminaron a los daimyō y se sucedieron en el
poder. Su mandato coincidió con la llegada de comerciantes portugueses y de
misioneros jesuitas, que introdujeron el cristianismo en el país, aunque llegando
solo a una minoría. La producción artística de esta época se alejó de la estética
budista, remarcando los valores tradicionales japoneses, con un estilo
grandilocuente. La invasión de Corea en 1592 comportó el traslado forzoso de
numerosos artistas coreanos a Japón, instalados en centros productores de
cerámica aislados del resto. Asimismo, durante este período se recibieron las
primeras influencias de Occidente, reflejadas en el estilo Nanban (bárbaros del
sur, nombre dado a los europeos), desarrollado en la escultura miniaturista, de
tema profano, objetos decorativos en porcelana y biombos decorados en estilo
yamato-e, con colores brillantes y pan de oro, en escenas que narran la llegada de
los europeos a las costas japonesas. La influencia occidental introdujo la pintura al
óleo y el uso de la perspectiva, aunque en general no tuvieron mucho éxito en el
arte tradicional japonés.
Uno de los mejores artistas de esta época fue Honami Kōetsu, que destacó tanto
en pintura como en poesía, jardinería, laca, etc. Educado en la tradición artística
procedente del período Heian y en la escuela Shorenin de caligrafía, fundó una
colonia de artesanos en Takagamine, cerca de Kioto, gracias a unos terrenos
cedidos por Tokugawa Ieyasu. La colonia se nutrió de artesanos de la escuela
budista Nichiren, y produjo una serie de obras de gran calidad. Se especializaron
en objetos de laca, principalmente accesorios de escritorio, decorados con
incrustaciones de oro y nácar, así como en diversos utensilios y vajillas para la
ceremonia del té, destacando el cuenco fujisan, con un cuerpo rojizo cubierto de
una barbotina negra y, en la parte superior, un blanco vidriado opaco que da el
efecto de nieve que cae.
Período Edo (1603-1868)
A principios del siglo XIX, cuando el arte ukiyo-e parecía declinar, apareció la gran
figura de Katsushika Hokusai, autor de unos 30.000 dibujos que recopiló en 15
volúmenes, que tituló Manga (1814). Reflejó especialmente la vida urbana de Edo,
con un cierto toque humorístico, en un estilo enérgico de fuertes trazos. También
fue un gran representante del paisajismo, siendo uno de sus motivos
fundamentales el monte Fuji, en escenas de gran colorido, con un sello
fuertemente personal, ni realista ni idealizado, reflejando siempre la visión interna
del artista. Uno de sus últimos exponentes y gran maestro de la escuela fue
Utagawa Hiroshige, igualmente un gran paisajista, como denota en sus Cien
famosas vistas de Edo. Tenía un estilo más realista que Hokusai, pero más lírico y
evocador, utilizando a menudo una perspectiva de fondos encuadrados en un
primer plano de ramas, hojas u otros objetos.
Porcelana de Imari, siglo XVIII, Arita, prefectura de Saga, Japón.
La Orilla del Lago (1897), de Kuroda Seiki, pintura de estilo occidental (yōga).
Literatura
Una figura importante en esta tradición oral primitiva fue la del kataribe. Se trataba
de un recitador o recitadora de historias que cumplía la función de conservar y
transmitir hechos, mitos y leyendas que una determinada comunidad consideraba
parte esencial de su identidad. El de kataribe era un oficio con frecuencia
desempeñado por mujeres probablemente asociadas a funciones chamanísticas.
La expresión para describir su actividad era monogataru (contar cosas), base de
los futuros monagatari o narraciones escritas que surgieron en la época Heian. La
labor de los kataribe llegó a ser tan importante que, con el tiempo, algunos se
profesionalizaron y llegaron a ocupar un puesto oficial en la Corte, creando lazos
entre la literatura oral arcaica y la nueva literatura escrita.
Los inicios
La poesía del periodo Nara está representada por el Manyoshu (Colección de diez
mil hojas) probablemente concluida en la segunda mitad del siglo VIII. Se
desconoce la identidad de los antólogos, aunque se le atribuye al poeta Ōtomo no
Yakamochi un papel importante. La colección reúne cerca de 4500 poemas de
finales del siglo VII y la primera mitad del VIII. El Manyoshu representa el triunfo
del poema breve: de los cuales 4200 eran poemas tanka, 260 choka y 60 sedoka,
todos ellos escritos en caracteres chinos. La temática de estos poemas pueden
agruparse en tres categorías: somonka (poemas de amor), banka (elegías) y zoka
(misceláneos) dedicados a celebrar viajes, banquetes o leyendas. Entre los poetas
destacados de esta antología se hallan, además del propio Ōtomo no Yakamochi,
Kakinomoto no Hitomaro (finales del siglo VII), Yamabe no Akahito (primera mitad
del VIII), Yamanoue no Okura y Ōtomo no Tabito, considerados los cinco grandes
hombres del Manyô.
Período clásico
La literatura de la época Heian refleja los sólidos valores del mundo de la Corte y
en ellas la combinación de artes plásticas y literatura hace difícil encuadrar las
obras de artes en categorías estancas. Por otro lado, se trata de una producción
literaria realizada tanto por hombres como por mujeres. Las damas japonesas,
desde el mundo cerrado de sus alcobas y mansiones, ofrecerán una rica obra
literaria llena de sensibilidad y, a veces, de humor.
La otra gran obra del periodo Heian, y sin duda una de las obras más importantes
de la literatura japonesa de todos los tiempos, corresponde a una novela
cortesana, el Genji Monogatari (La historia de Genji) de Murasaki Shikibu,
aparecida en el año 1000. Se trata de un inmenso relato de más de 4000 páginas,
que narra la historia del hijo de un mikado (emperador japonés) y que refleja los
valores de la élite aristocrática del período Heian.
En la misma época hay que situar situar a Sugawara no Michizane, autor de Suga-
ke Bunsō ( 菅 家 文 草 , Suga-ke Bunsō) escrito en 900 y el Suga-ke Goshū
( 菅 家 後 集 , Suga-ke Goshū) en 903 que introducen una tímida aparición de la
literatura de crítica social.
Período medio
Esta etapa que abarca de fines del siglo XII, hasta principios del siglo XVII, fue
muy pobre, debido a las constantes guerras y hambrunas, hubo poca producción
literaria la cual recayó sobre los monjes. Así, son de digna mención las obras
Heike-monogatari (Cantar de los Taira) y Tsurezuregusa de Yoshida Kenkō.
En el siglo XIV aparecen las representaciones teatrales llamadas No, que tenían
como propósito la exaltación patriótica y la propaganda religiosa, recordemos que
la literatura de estos tiempos fue elaborada por monjes budistas.
Aislamiento japonés
Los primeros europeos en tener contacto con la cultura japonesa, fueron los
marinos, mercaderes y misioneros del siglo XVI. Ante estos primeros encuentros,
los japoneses mostraron bastante tolerancia, incluso aceptando el catolicismo.
Pero los dirigentes del país, el shogunato Tokugawa, desconfiaron de las
intenciones de los europeos, expulsándolos y llevando al país a un aislamiento de
más de 200 años.
Esta etapa dio inicio en el siglo XVII prolongándose hasta mediados del XIX, que
fue cuando Japón abrió de nuevo sus puertas al mundo. Dentro de la producción
literaria del país, se hace notable en cuanto a poesía, novela y teatro.
En la poesía, destaca Matsuo Bashō, quien compuso los haiku, pequeños poemas
que con la mínima cantidad de palabras, se trata de expresar el máximo de cosas.
En cuanto a novela, destaca Saikaku Ihara, escritor de Hombre lascivo y sin linaje,
su obra más conocida, donde se muestra un vivido reflejo de la vida de la época.
Causa por la cual estuvo cerca de morir en la hoguera.
En el caso del teatro hubo dos tendencias distintas en ejecución, una el kabuki,
representado por personas y el joruri, donde se empleaban marionetas. El más
grande representante del teatro en esta época fue Chikamatsu Monzaemon.
Período imperialista
Junichiro Tanizaki, escribió todas sus novelas alrededor de un solo tema, el sexo.
Por su parte, Yasunari Kawabata se centró en el amor no correspondido. En 1968,
este escritor fue el primer nipón en ganar el premio Nobel de Literatura. Una de
sus obras más conocidas fue Mil grullas, basado en el Romance de Genji, pero en
un contexto moderno. Se suicidó en 1972.
La literatura japonesa tiene una fuerte influencia china, debido sobre todo a la
adopción de la escritura china. El testimonio más antiguo conservado es el Kojiki
(Relatos de cosas antiguas), especie de historia universal de corte mítico y
teogónico. Otro testimonio de relevancia es el Nihonshoki (Anales de Japón). La
poesía está representada por el Man'yōshū (Colección de diez mil hojas),
antología de poemas de diverso signo, con gran variedad temática y estilística,
redactado por varios autores entre los que destacan Otomo Yakamochi y
Yamanoue Okura.
Heike-monogatari (1371)
Literatura moderna
Música
En el siglo XVI, los komuso, un grupo de monjes budistas Zen, desarrollaron una
práctica de meditación sonora. A esta práctica de meditación individual, que
consistía en meditar mientras soplaban ciertos sonidos en un Shakuhachi -una
flauta tradicional de meditación japonesa que se sujeta verticalmente como una
flauta dulce en lugar de como la tradicional flauta traversa- y la llamaron suizen.
Los sonidos no eran improvisados y el objetivo de estos monjes Zen era llegar a la
iluminación a través del sonido del shakuhachi. El shakuhachi no era considerado
un instrumento musical, gakki, sino uno de práctica religiosa budista, hooki.
Las honkyoku ("piezas originales") se remontan al siglo XIX a. C. Estas son piezas
para solo de shakuhachi ejecutadas por los monjes de la secta mendicante Fuke
de budismo Zen. Estos monjes, llamados komusō (monjes de la vacuidad),
ejecutaban honkyoku para las limosnas e iluminación. La secta Fuke dejó de
existir hacia finales del siglo XIX, pero actualmente continúa una tradición escrita y
oral de numerosos honkyoku, si bien esta música es hoy a menudo ejecutada en
conciertos o escenarios musicales.
Durante el período Edo, los actores (a partir de 1652 sólo adultos varones)
actuaban en el teatro kabuki, que era muy popular y colorido. El kabuki incluía
todo tipo de representaciones, desde obras históricas hasta piezas musicales con
números de danza; era a menudo acompañado por cantos en estilo nagauta y
actuaciones shamisen.
Desde la era medieval, las mujeres ciegas que eran músicos, llamadas goze,
también recorrían los campos, entonando canciones y tocando música
acompañadas por un tambor pequeño. A partir del siglo XVII ellas tocaban el koto
o el shamisen. Las organizaciones Goze se difundieron por toda la región, y hasta
hace muy poco tiempo existieron en lo que hoy es la prefectura de Niigata.
Taiko
Se dice que los conjuntos de ejecutantes modernos de taiko fueron inventados por
Daihachi Oguchi en 1951. Oguchi que tocaba el tambor en eventos de jazz,
incorporó sus conocimientos musicales en la constitución de conjuntos con gran
número de ejecutantes. Su estilo energético hizo que su grupo alcanzara gran
popularidad en Japón, convirtiendo a la región de Hokuriku en el centro de la
música taiko. Entre los músicos que surgieron por dicha época se destacan
Sukeroku Daiko y su compañero Seido Kobayashi. Hacia 1969 surgió el grupo Za
Ondekoza que fue fundado por Tagayasu Den; Za Ondekoza promovió la
incorporación de ejecutantes jóvenes que plantearon algunas innovaciones a la
música taiko, y se difundió en festivales y fiestas comunales. Durante la década de
1970, el gobierno japonés proveyó de soporte económico a ciertas actividades que
formaban parte de la cultura japonesa, y como consecuencia se formaron muchos
grupos de taiko. Hacia finales del siglo XX, los grupos taiko se difundieron por el
mundo, especialmente en Estados Unidos. GOCOO es el nombre de una banda
moderna de taiko.
Min'yō: Música folclórica
Existen varios términos comúnmente asociados al min'yō tales como ondo, bushi,
bon uta, y komori uta. Un ondo por lo general es una canción folclórica con una
melodía distintiva que puede ser entendida como teniendo un ritmo de 2/4 (si bien
los músicos por lo general no agrupan las notas). La música folclórica típica que
se escucha en las danzas de los festivales Obon por lo general es un ondo. Un
fushi es una canción con una melodía característica. Su nombre, que se pronuncia
bushi, significa melodía o ritmo. Muy raras veces la palabra se utiliza aislada, en
cambio es acompañada por un prefijo que se refiere a una ocupación, ubicación o
nombre personal. Bon uta, tal como lo indica su nombre son canciones para Obon,
el festival de faroles de los muertos. Komori uta son canciones de cuna para niños.
Los nombres de las canciones min'yo a menudo incluyen un término descriptivo
por lo general al final, por ejemplo Tokyo Ondo, Kushimoto Bushi, Hokkai Bon Uta,
y Itsuki no Komoriuta.
Muchas de estas canciones enfatizan ciertas sílabas como también incluyen gritos
agudos (kakegoe). Por lo general el kakegoe son gritos de alegría pero en el
min'yō, a menudo son incluidos como parte del coro. Hay numerosos kakegoe, y
varían según la región. Por ejemplo en Okinawa Min'yō, se escuchará la expresión
ha iya sasa!. Mientras que en las zonas centrales de Japón, son más comunes las
expresiones a yoisho!,sate!, o a sore!. Algunas otras son a donto koi!, y dokoisho!
Artes escénicas
Durante el período Edo surgió la modalidad del kabuki, que sintetizó las antiguas
tradiciones tanto musicales e interpretativas como de mímica y danza, con
temáticas desde las más mundanas hasta las más místicas. Así como el nō era de
tono aristocrático, el kabuki sería la expresión del pueblo y la burguesía. La puesta
en escena era de gran riqueza, con decorados donde destacaba la composición
cromática, vestidos de lujo y maquillaje de tono simbólico, representando según el
color diversos personajes o estados anímicos. La dicción era de tipo ritual, mezcla
de canto y recitativo, en ondulaciones que expresaban la posición o el carácter del
personaje.
REFERENCIAS
-AA.VV. (2002). Gran Enciclopedia Espasa, tomo 18. Madrid: Espasa Calpe.
-Fernando G. (1999). El arte del Japón, Col. Summa Artis. Madrid: Espasa Calpe.
-Honour, Hugh y Fleming, John (2002). Historia mundial del arte. Madrid: Ed. Akal.
-Manrique, María Eugenia (2006). Pintura zen. Método y arte del sumi-e.
Barcelona: Ed. Kairós.
-Oliva, César y Torres Monreal, Francisco (2002). Historia básica del arte
escénico. Madrid: Cátedra.