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Los hechos evidencian, cada vez más, la puesta en marcha de una guerra
indiscriminada, que haciendo uso de dispositivos y acciones no convencionales y
violatorias de los derechos humanos, como el irrespeto a las Misiones Médicas, han
terminado por acrecentar la confrontación. Con tres agravantes adicionales: uno, la
implementación de la política del chivo expiatorio o, la mal habida práctica de los
falsos positivos, bajo justificación de recuperar el orden público; dos, la
configuración de un juvenicidio ante la resistencia que los y las jóvenes han
sostenido en todo el país, particularmente en las Primeras Líneas; y, tres, el aumento
de desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales y acciones
de tortura con secuelas como el suicidio de quienes la padecen. Los datos son
reveladores, según lo han registrado las Ongs Temblores e Indepaz, hasta el 18 de
mayo (ver imagen 1):
https://twitter.com/Indepaz/
En este contexto, la agenda de discusión nacional debe poner de presente el manejo
del orden público que, en una situación de pérdida de gobernabilidad de las
administraciones locales, puede acrecentar la crisis. Por ello, en nada ayuda y deja
evidencia de su estrategia en este asunto, el llamado de la Presidencia de la
República a las fuerzas armadas en el cual conmina al despliegue de la “… máxima
capacidad para que dentro de la proporcionalidad y dentro del estricto
cumplimiento de los derechos humanos, recuperemos la movilidad” (ver imagen 2).
Mensaje enviado el 17 de mayo, pero ese mismo día y el siguiente, Yumbo padeció
confrontaciones muy fuertes, que confirman la máxima capacidad y desdice la
proporcionalidad y la defensa de derechos. La agenda prioritaria, ahora, está en la
garantía de los Derechos Humanos para quienes se manifiestan, lo peor que puede
pasar es un escenario parecido al del Estatuto de Seguridad Nacional del presidente
Turbay Ayala.