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TEXTO: “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual
pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de
Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová” (Levítico 10:1-2).
INTRODUCCIÓN
Estimados hermanos debo decirles que existe la verdadera adoración y la falsa adoración. El mejor ejemplo de esto es
Caín y Abel. La biblia dice que Dios busca adoradores, que le adoren en “Espíritu y en verdad” Dios espera eso de su
pueblo ahora. Caín y Abel, ambos ofrecieron lo mejor, pero solo uno presentó lo que a Dios le agrada, y solo con uno
mostró su aprobación.
Nadab y Abiú eran dos de los hijos de Aarón, sobrinos de Moisés. Después de Moisés y Aarón, ellos ocupaban los
puestos más elevados en Israel y tenían muchas ventajas y privilegios. Habían oído la voz de Dios; habían estado con
Moisés y Aarón en el monte de Dios; habían sido testigos del poder de Dios, habían recibido grandes favores; pero no
habían aprovechado esas oportunidades. Poco antes de que ocurriese lo registrado en este capítulo, habían pasado
toda una semana de estudio y meditación, preparándose para el día en que habrían de comenzar a oficiar en el
santuario. Habían ayudado a su padre a ofrecer los sacrificios, y le habían llevado la sangre de las víctimas. Habían
presenciado el solemne servicio de la dedicación y ellos mismos habían sido rociados con la sangre del sacrificio.
Habían sido completamente adoctrinados y conocían cabalmente la santidad de la obra de Dios. Todo esto sirvió
solamente para hacer más grave su pecado. No tenían excusa. Cuando les tocó oficiar, hicieron lo que Dios "nunca les
mandó".
DESARROLLO
I. FUEGO EXTRAÑO, FUEGO COMÚN.
Significa que no había sido tomado del altar de los holocaustos, fuego que Dios mismo había encendido y que
era por lo tanto sagrado (cap. 16: 12,13). En el atrio de la congregación había fogones donde los sacerdotes se
preparaban la comida, y quizá Nadab y Abiú tomaron su fuego de allí.
Este pasaje tiene que ver con la adoración: la adoración es el acto de reverenciar y honrar a Dios en un
servicio religioso en espíritu y verdad. Es un acto de Amor a Dios, es gustar de algo extremadamente bueno;
tener puesta a una persona en alta estima, tener inclinación por alguien, adoración es servir, especialmente en
relación con las formas externas de adoración; como postrarse, rendir obediencia, y reverencia.
La actitud de humildad es muy importante en el culto de adoración. La reverencia, el honor, la devoción y la
adoración señalan adecuadamente las relaciones entre los seres creados y su Creador, particularmente en su
presencia. La Biblia enseña que tal adoración es debida sólo al único Dios verdadero. No se adora a los
hombres (Hechos 10:25), ni se adora a los ángeles (Apocalipsis 19:10).
Dios espera ser adorado por su pueblo, pero como Dios es Espíritu, entonces no se usan representaciones
materiales para adorarle. La adoración debe ser en Espíritu y en verdad. Adorar representaciones es fuego
extraño, por eso la idolatría es pecado, va contra la ley de Dios.
Aunque ahora si ofrecemos fuego extraño no morimos al instante, pero va suceder lo mismo que a Adán y Eva
que ellos no murieron en el acto, sino después, pero lo más triste es que nosotros podríamos estar
condenándonos a la muerte eterna, como Nadab y Abiú, si es que ofrecemos fuego extraño.