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Servicio de Santa Cena (3):

Qué anuncia la Santa Cena

1. Lo que anuncia.
La Santa Cena, tal cual la instituye el Señor, nos indica, como peregrinos en este mundo, el inicio de
nuestro caminar, y el destino al que nos dirigimos. Jesús dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Es en
este momento cuando recordamos que Cristo es quien nos salva. Es en este momento cuando
debemos recordar lo que Jesús hizo por ti, sólo por ti y por nadie más. Es el momento de mirar atrás
y ser agradecido con el Señor. Es el momento de mirar atrás, y ver que hay una nueva oportunidad
para el pecador arrepentido.

En cuanto a nuestro destino, también nos dirige la mirada al futuro. Jesús dijo, en Marcos 14:25: “En
verdad os digo: Ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el
reino de Dios”. La segunda venida, el reencuentro con tu Salvador, con tu Redentor, con tu Creador,
es el punto hacia el que apunta la Santa Cena. Nos muestra el compromiso de Dios en volver a
buscarnos, nos da la promesa de la instauración definitiva y feliz del Reino de Dios, de un mundo
nuevo, como el fruto de la vid, sin pecado, sin fermento, sin levadura.

2. Indignamente.
Pero hay un texto que a algunos les entristece y preocupa. Y Satanás conoce bien las Escrituras
para usarlas a su conveniencia. Ese texto es 1 Cor. 11:27, donde Pablo dice: “De manera que el que
coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del
Señor”. No es extraño que pensemos si nosotros somos dignos o no de participar de la Cena. Pero
hay que entender lo que Pablo quiere decir, en su contexto, en su medida justa. Para empezar, el
Único que es Justo es Dios, según Apocalipsis 15:4 dice: “¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará
tu nombre? Pues sólo tú eres santo”. Si sólo Dios es Santo, eso quiere decir que nosotros no lo
somos. Si hemos entendido bien el significado de la Pascua, y de la Santa Cena que la sustituye,
comprenderemos que son precisamente los pecadores los que necesitamos participar de ella, para
reclamar la limpieza de pecados por la Sangre del Cordero de Dios.

Entonces, ¿a qué se refiere Pablo? Sólo hay que leer con un poco de atención los párrafos
precedentes y posteriores. En el capítulo 5, del que ya hemos leído unos versículos que mencionan
la levadura y la Pascua, que es Jesús, claramente habla de esto, y sin embargo está tratando un
caso de inmoralidad, de pecado grave y público. También se refiere, según 1 Co. 1:11; 3:3 donde
dice “que hay contienda entre vosotros”, al que, teniendo una discordia con un hermano, no
aprovecha la ocasión para reparar el daño hecho, restaurar la relación, perdonarse mutuamente, y
participar demostrando que no ha entendido el verdadero significado de este rito.

Pero de forma más inmediata, en 1 Cor. 11:17 – 22, se refiere a participar de la Cena del Señor
como de una fiesta social, cuyo fin es comer glotonamente, beber hasta emborracharse, y uno se
puede emborrachar con mosto sin fermentar. Si se bebe mucho y con abundante comida, la
digestión se hace tan lenta que el mosto tiene tiempo de fermentar en el estómago, y se produce la
embriaguez.

Lo que sucede en ese tipo de “cenas” es tan vergonzoso que Pablo llega a decir: (11:17) “no os
alabo, porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor”. Vuelve a mencionar las divisiones
en el v. 18, y afirma en el v. 20 “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del
Señor. 21, Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre,
y otro se embriaga. 22 Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis
la Iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no entienden nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En
esto no os alabo”. Se perdió de vista lo espiritual del rito, y pasó a ser un banquete común.

Hermano, si has venido a participar de esta cena como de un banquete más, entonces te diré que
eres indigno, como lo dijo Pablo. Pero si has venido pensando que eres indigno por sentirte pecador,
te digo que esta cena ha sido preparada especialmente para ti. Ése es el motivo de la Cena,
recordarte que Cristo murió por ti, para perdonarte, y para consolarnos con la promesa de su venida.
El sentimiento de culpa no te hace indigno de estos emblemas, al contrario, te indica que los
necesitas más que nadie.

Si dices que no has aprovechado la semana para hacer examen de conciencia, para “comer panes
sin levaduras” simbólicamente, este es el momento de confesar tus pecados al Señor, de hacer las
paces con tu hermano, hermana, padre, madre, hijo, hija, amigo, amiga, prójimo, y restaurar la
relación. En Mateo 5:23 y 24, se nos plantea la misma situación:

“23 Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene
algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y
entonces ven y presenta tu ofrenda”. Jesús no dijo que no participes del rito, sino que aproveches la
situación para arreglar los malos entendidos. No esperes a la próxima ocasión, quizás no la haya.

Ilustración.

Recuerdo que en una iglesia, de la que yo fui miembro, un hermano participó de la Santa Cena aquel
Sábado. Lo hizo dignamente, entendiendo su significado. Y al salir de la Iglesia, intentó cruzar la
calle, y un coche le puso fin a su vida. El Señor se lo llevó al descanso, limpio, sin nada que ocultar
ni temer. ¿Esperarás a otro momento que quizás nunca llegue? Aprovecha hoy para reconciliarte
con tu prójimo y con Dios.

(Marchar al lavamiento de Pies).

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