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Aquiles y el amor

Era el gran Aquiles, nacido en el Guarataro, parroquia San Juan, en el


año 1920, exactamente un 17 de mayo, rodeado de amor e ilusión de sus padres
el jardinero Rafael y doña Micaela, quienes, siendo muy humildes, le dieron en
su momento aquello que necesitaba.

Desde muy niño, salió a trabajar para ayudar a su familia, tan pequeño
pero fuerte, era a lo que popularmente se le dice “Chichón de piso”,
desempeñándose como carpintero, recuerdo que no era muy ágil en su labor,
haciendo esas mesas, “patas cojas”, “ventanas torcidas”, “sillas tres patas”,
hubo un día en donde doña Flor, señora muy robusta y alta, que según decían
pesaba como unos 100 kilos, esposa del gran abogado de la cuadra, Don Pastor,
hombre chiquitico y delgado, calvo y muy serio, le encargó una cama, grande,
perfecta, porque como ella lo decía: Allí haría muy feliz a su marido, pues a la
semana de recibir el encargo Aquiles le avisó a Doña Flor que estaba lista su
cama, que podía ir a buscarla. Ella mandó a sus servidores a buscarla y feliz la
estrenó esa noche. Al día siguiente llegó la doña muy furiosa a buscar a aquel
escuincle descarado y abusador, que como ella gritaba cobraba mucho dinero
para trabajo tan mal realizado, el barrio se enteró que, en plena faena, doña
Flor entusiasta y vivaracha, terminó en el piso, ya que a la cama se le partieron
tres de sus patas. Todos decían que no era culpa del pobre niño, sino de tanto
peso que el pobre inmueble tenía que soportar, cosa que, por supuesto Doña
Flor negaba categóricamente, diciendo que, que tanto era para una buena cama
aguantar los 60 kilos que ella apenas pesaba.

Siempre fue un joven muy enamoradizo, poeta y conversador, quien con


sus dulces palabras lograba conquistar a las señoritas mas hermosas de la
ciudad. Cuando estaba prendado de una chica, aunque se ponía nervioso al
momento de acercarse, tenía una apariencia de relajación y felicidad, sonreía
con solo mirar el paisaje. Hubo una época en que vivía solo en la playa, tenía su
casita a la orilla de playa Juventud, en Margarita. era muy dichoso. Sin
embargo, le faltaba algo en su vida. A pesar de todo, deseaba con
todas sus fuerzas tener una familia, una esposa y un hijo.

Aquiles todos los días compraba en la bodega de Doña Juana, allí


trabajaba Lucero, su gran amor. Pero desde hace algunos días no la veía.
¿Estaba tan desesperado, como le diría que ella era esa luz que alumbraba
todos sus días, si no la podía ver? Ella no había ido a trabajar y él no sabía
cómo encontrarla.

Ya desesperado, un día fue a la tienda de doña Juana, y le dijo que él


tenía algo de Lucero que debía llevárselo a su casa. Doña Juana, le dijo que ella
no estaba en su casa, que estaba de viaje. Aquiles sorprendido le preguntó por
qué viajaba, si debía estar trabajando. Y la Sra. Juana le dijo: Mijo, yo no soy
tan mala. A toda mujer se le da permiso para que vaya a su luna de miel. Ese
momento fue muy duro para aquel que se sentía tan encelado por toda la
situación, sintió que nunca más llegaría otra igual. Un par de años más tarde
conoció a Estrella Fernández, se enamoró perdidamente y se casó. Con el mal
infortunio que esta se enfermaría de tuberculosis y falleció. Pero eso no hizo
que aquel hombre soñador perdiera la fe en el amor, y siguió buscando en el
jardín cual flor era la que lo haría feliz, y la encontró cuando tenia 29 años. Ella
una mujer hermosa, María era su nombre, llegó sin previo aviso y lo flechó. Se
casaron y tuvieron 3 hijos.

Es así como entre rosas y espinas, chistes y llanto, Aquiles el carpintero


romántico, vivió de la manera que lo decidió, feliz y rodeado de sus libros,
tinta, hojas y escritos.
Aquiles en su vida
Aquiles el carpintero

hijo de Rafa y Mica,

era aquel niño travieso

que siempre jugaba canicas.

Era un niño soñador

y también enamorado,

que comía las cachapas

con el queso bien ahumado.

Aquiles el escritor

que andaba tomando notas,

en sus poemas hablaba

de lluvias de grandes gotas.

de princesas y de gringos

de la girl americana,

del sarampión y las viudas

y de que el amor siempre gana.

Él logró enamorarse

y creer en el amor,

se casó con dos mujeres

y lo llamaban señor.

Tuvo una vida dichosa

que no solo compartió,

con sus hijos y familia

también con quien lo leyó.

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