Está en la página 1de 237

Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

ECOCAPITALISMO CON
FUNDAMENTOS BIOÉTICOS EN
NEODERECHO

UN MODELO ECONÓMICO SOCIAL BASADO EN


ACTIVIDADES DE SUSTITUCIÓN Y RESTITUCIÓN
PARA SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL

Alfonso Hernando Zamudio Díaz

2020
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por


cualquier medio, sin autorización escrita del editor.

Derechos reservados © 2020


Registro 10-852-12
AHZD, Primera edición
ISBN 978-958-48-8820-4
Copyright © MMXX by AHZD
Bogotá, D.C. Colombia
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Para

PAZL, AAZL y JFJL

5
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Seguir forzando el crecimiento para consumir más y seguir


produciendo una infinita cantidad de cosas innecesarias, (…)
hacerte comprar aquello que no necesitas, con plata que no
tienes, para impresionar a quienes no conoces. Eso
evidentemente no puede ser sustentable. (…) a diferencia de
la economía tradicional, la economía ecológica es una
economía que está al servicio de la vida y tiene
características fundamentalmente opuestas a la
convencional.

Manfred Max Neef

7
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Contenido
Pág.

Introducción..............................................................................................

Sobreviene la era de la extinción endógena..........................................

1. La teoría económica y la naturaleza...................................................

La economía clásica........................................................41
La economía neoclásica..................................................47
La síntesis neoclásica...................................................52
La escuela austríaca.....................................................56
La economía keynesiana.................................................60
La economía poskeynesiana...........................................64
La economía neokeynesiana...........................................67
La escuela de Chicago y el pensamiento monetarista.....70
¿Una economía ambientalista o ecológica?....................73
Las ventajas esperadas...................................................85
2. Una caracterización de las actividades
económicas...............................................................................................

Las actividades sustitutivas.............................................95


Las actividades restitutivas............................................102
Respecto a la curva medioambiental.............................109
Ecocapitalismo sustentable y sostenible........................112
Desarrollo con sustentabilidad y democracia
representativa real......................................................122
La restitución es reparación y restauración...................124
Las restituciones financieras directas e indirectas.........126
Las actividades contributivas.........................................137
Las infructuosas estrategias reduccionistas..................139
El negacionismo ambiental............................................144
La necesaria morigeración antrópica.............................147

9
Alfonso H. Zamudio D.

3. El neoderecho como necesario amparo legalista


para un horizonte de equilibrio ecocapitalista......................................

El neoconstitucionalismo como nuevo pacto social.......170


Inicio de un ordenamiento neoconstitucional.................177
Jurisprudencia y legislación...........................................184
Derechos mayoritarios y derechos de minorías..........186
La jurisprudencia en neoderecho para la
ecosostenibilidad........................................................188
Justiciabilidad y separación de poderes........................198
Conclusiones............................................................................................

Índice de temas.............................................................214
Figura 1. Brújula ecológica.........................................216
Figura 2. Mapa conceptual.........................................217
Anexo 1. Población, PIB percápita, emisiones CO2,
suministro total de energía primaria 1971-2009..........218
Anexo 2. Producción mundial de caña........................219
Anexo 3. Agricultura ecológica mundial 1999-2017....220
Anexo 4. Tendencia tecnológica sustitutiva 1995-2035
...................................................................................221
Referencias bibliográficas.......................................................................
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

11
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Introducción

El tercer milenio ha traído enormes


preocupaciones que invitan a la reflexión sobre el
impacto económico y social que el desarrollo ha
producido en el mundo contemporáneo caracterizado
por cambios que han sido relativamente
imperceptibles en el devenir diario, pero que son
cada vez más notorios si se analizan con perspectiva
de largo plazo por su efecto nocivo en la vida de la
humanidad. Esto podría parecer una paradoja pues
hoy se sabe que, por el contrario, no ha sido
percibido el daño cotidiano que las acciones
individuales, empresariales y estatales han ido
ocasionando en la naturaleza biótica y abiótica como
también en el ser humano, pero sí se ha hecho
consciencia clara del negativo efecto que la
“civilización” ha infligido al amplio escenario
terráqueo.

De alguna manera resultaría fácil hacer


referencia a los diversos y muy variados temas al
respecto de tal cuestión. Pero lo que se pretende en

13
Alfonso H. Zamudio D.

este ensayo es simplemente coordinar algunas ideas


en una sincronía lógica que confluya hacia la
comprensión de sociedades que, dispuestas al
cambio en la mejora de sus niveles de vida, de los
factores de equidad social y de la preparación de
escenarios de más amplio horizonte, se enfrentan a
la verdad única de que la humanidad se encuentra
encerrada en el globo en el cual vive, reconocen la
convivencia indefectible con muchas otras especies
vivas en el gran ecosistema y que este entorno
define las condiciones bajo las cuales ha de
trascenderse hacia un mundo que, aunque finito,
debe alcanzar un mayor horizonte temporal al que
actualmente ofrecen los desórdenes, caos e
injusticias que conlleva la “civilización” que hoy se
conoce. Una civilización que muestra grandes e
innegables cambios en un sistema internacional que
tiene básicamente un cariz institucional, que muestra
grandes variaciones en la cultura globalizada a la luz
de la enorme incidencia de tecnologías energéticas,
electrónicas, informáticas y comunicacionales, pero
que no hace aceptación concreta de sus
responsabilidades en el problema de los impactos
ambientales.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

No obstante esta esquizoide perspectiva de la


problemática generada por la humanidad intrusa en
la restante naturaleza, hay determinantes ideológicos
que prevalecen sobre los debates singulares en esa
conjunción cambiante de ideas que van desde el fin
“fukuyámico” de la historia que está impidiendo negar
al sistema capitalista como único modo múltiple de
producción, de mercado y de libertades, hasta la
verdad inclusa de fuertes y arraigados intereses de
élites sociales cuyos derechos adquiridos no han de
desconocerse si pudiera emprenderse eficazmente el
deseable camino de la contrición ambiental a nivel
mundial. También existe la concepción clara de que
el ser humano ha estado imbuido de un
antropocentrismo egótico frente a la naturaleza
biótica y abiótica, lo cual ha significado un principio
de positiva contradicción frente al creciente y
respetuoso pensamiento ecológico y ambientalista
contra toda irracional forma de intervención humana
sobre cualquiera de los sistemas vivientes, una gran
duda fundamental ante la cual las formas
institucionales de los Estados no han cambiado en
esencia y demuestran la pervivencia de algunos

15
Alfonso H. Zamudio D.

elementos nocivos propios de la influencia de


sociedades privadas en el funcionamiento de los
sectores públicos en un amplio clientelismo cómplice.

Ante este extenso panorama problémico se ha


de ir hacia soluciones que conciban el desarrollo
social no como un simple crecer de los agregados
económicos, no como un conjunto de arrogantes
indicadores de tendencia positiva, no como un
modelo de pautas contables y financieras a alcanzar
y diseñado por algunas entidades multilaterales
internacionales que fungen de paraestados y no
como un conjunto de valores morales equívocos
propugnado por tanques y núcleos de pensamiento
que suponen de maneras poco objetivas cuales han
de ser las conveniencias sociales para una
verdadera, concreta y positiva orientación de los
destinos de todos, pero orientados por los intereses
de siempre y de pocos.

De tal escenario globalizado, en tanto no se


halle una mejor definición del entorno internacional
interdependiente, surge la necesidad de plantear
como eje central de análisis la necesaria
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

transformación positiva del modo prevalente de


capitalismo depredador, salvaje e injusto, en un
ecocapitalismo de perspectiva holística, con lucidez y
racionalidad acerca de cuáles deben ser las tomas
de decisión individuales, empresariales, estatales e
internacionales orientadas por importantes criterios
de acreencia y retribución hacia los ecosistemas, que
se convierten en principios obligantes al asumir toda
nueva tecnología que nunca dejará de tener
afectaciones de incierta y variada índole sobre la
naturaleza circundante.

Bajo ese deseado ecocapitalismo debe


subyacer una bioética inherente a una serie de
aspectos de la organización social que van desde el
trazado de líneas de investigación científica, el
diseño de técnicas diversas, la implementación de
las nuevas tecnologías y la cimentación de entornos
de poder político que no podrán desconocer, dentro
del amplio ámbito ciudadano, ni las mayorías
fríamente aritméticas ni las minorías representativas
de impotentes diversidades y vulnerabilidades de
todo rango. Esas minorías que suelen ser,
precisamente, las que evidencian los primeros daños

17
Alfonso H. Zamudio D.

que la humanidad inflige a la naturaleza, en regiones


apartadas que son impactadas por proyectos
nocivos, en localidades provinciales alejadas de los
poderes centrales que, de toda forma, resultan
impotentes e incompetentes ante las ilegalidades y
los legalismos cometidos en contra del ambiente. Es
deseable un ecocapitalismo que esté caracterizado
por políticas públicas que concilien con el modo real
de vida existente dentro de cada delimitación
geográfica y en cada momentum nacional de estado
histórico y coyuntura política dominante. Solo de tal
manera y bajo estas premisas, la ética de vida y la
moral ecologista aun coincidentes con un
policentrismo ideológico y político han de ser
coherentes con la obligante convivencia de especias
naturales y de grupos sociales diversos. Este amplio
escenario ha de quedar amparado en las nuevas
legislaciones y en las decisiones de justicia
normativa adheridas a principios y derechos
fundamentales que, fuera de ser tendencias de
dictado social no democrático, se orienten de manera
flexible a criterios acordes con un mejor ser humano
dispuesto a reconocerse como la ínfima célula social
que es. Sin el debido ordenamiento en derecho no ha
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

de sobrevivir un ecocapitalismo consciente en busca


constante de los cambios que son necesarios, mucho
de los cuales antagonizan con anacronismos
retardatarios de carácter ideológico político que
persisten en el cuestionado statu quo y se oponen a
disruptivas pero necesarias transformaciones.

A ese instante histórico de nuevas figuras de


ordenamiento normativo se ha llegado ya, de alguna
manera, con las formas jurídicas de un neoderecho
naciente que debe imponerse como la real vía
democrática que sustente la vital hermandad
naturaleza humanidad y para lo cual la democracia
que hoy se conoce debe tener en cuenta, aparte de
los simples formalismos mayoritarios que
equívocamente la sustentan, la voz consciente de
minorías no alienadas por el sesgado modo
capitalista dominante. Ese neoderecho con nuevos
principios se ha estado haciendo patente en la
aparición de derechos tales como el aborto bajo
diferenciaciones permisibles, la eutanasia, la
paternidad a través de contratos de vientres, los
derechos conexos con la diversidad de género, el
matrimonio igualitario, entre otros muchos. Ese

19
Alfonso H. Zamudio D.

neoderecho debe ampliar su incidencia con celeridad


orientándola más enfáticamente hacia el escenario
productivo y ecoproteccionista. Es decir, los nuevos
modelos de familia, la disposición femenina del
propio cuerpo, las visiones éticas y morales
controvertibles, deben conjugarse con la apertura de
caminos de legalidad a derechos especistas,
animalistas y ecologistas, muchas veces
contradictorios entre sí.

Se deben reconocer todos estos nuevos


movimientos sociales que están siendo amplificados
en tiempos recientes por diversos sectores y
militancias, que, estando considerados como
representaciones minoritarias, deben replicarse y
extenderse a grados de racionalidad económica y
exigencia jurídica urgentes que aseguren desde ya la
supervivencia global de la humanidad que hoy está
en un muy cierto peligro.

En resumen, un modelo de ecocapitalismo


exige la distinción entre teorías ambientalistas y
ecológicas. Las primeras simplemente sustentan el
modo predador de la naturaleza bajo esquemas
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

pragmáticos de producción y consumismo


desaforado. Las segundas miran hacia los cambios
paulatinos pero decididos a una nueva orientación
capitalista. Debe aceptarse que sin el ámbito jurídico
conveniente los esfuerzos de cambio son inútiles. Se
requiere de una visión en neoderecho que se ocupe
de dar vía legal a decisiones que las minorías no
alcanzan o que aquellas mayorías emocionalmente
equivocadas no pueden o deciden mal. El camino a
un ecocapitalismo mantiene una ética de la vida
natural y se acoge a perspectivas jurídicas de un
nuevo derecho.

21
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Sobreviene la era de la extinción endógena

Hace ya unos 65 millones de años que las


especies de grandes bestias y dinosaurios fueron
extinguidas de la faz de la tierra a causa de un
fenómeno de enfriamiento global. El planeta sufrió
una radical baja de sus temperaturas debida a
fenómenos atmosféricos desencadenados en
accidentes geofísicos acaecidos por impactos
exógenos. Mucho después, hace unos 60.000 años,
los primeros homínidos desaparecieron y los
casquetes polares se expandieron cuando el clima se
caracterizaba por tener unos 5 grados más fríos que
en la actualidad. Eran tiempos del primer apocalipsis.
Los nearthentales, un género de homínidos, se
acoplarían a estas condiciones extremas mediante
algunas estrategias intuitivamente exitosas, entre las
cuales el descubrimiento y uso del fuego, la caza de
otras especies y el consumo de carnes animales de
gran poder proteínico y calórico, así como la
protección corporal mediante el uso del vestuario
abrigado con las pieles residuales de los animales
consumidos.

23
Alfonso H. Zamudio D.

Luego vendrían los inicios de la ganadería


como un medio de acopio, cría y almacenaje
previsivos de los animales como fuente alimentaria
básica. Posteriormente, se iniciarían los métodos
agrícolas de diversificación nutricional basada
revolucionariamente en las estrategias de siembra,
cultivo y cosecha de los suelos1. Se estudiaron los
climas, las épocas convenientes de siembra y se
aseguraron los resultados productivos de vegetales y
frutas. Con ellos se posibilitó que algunos humanos
se asentaran mientras otros continuaban siendo
nómadas. Encontrar alimentos ya no era cuestión de
viajes. La ocupación agrícola permitió a los humanos
contar con tiempos sobrantes, quizá algo más que
con la crianza de semovientes. Se construyen
resguardos contra las inclemencias climáticas, las
comunidades primigenias se orientan a otras
ocupaciones, se especializan los individuos y
también las sociedades nacientes. Sobreviene la
construcción no solo de vivienda, la fundición, los
telares, la cerveza a partir de la fermentación y el
pan, que complementaron parcialmente la caza como
actividad productiva. De la duplicidad agropecuaria
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

se originó una división y especialización tecnológica,


pero también los enfrentamientos de colectividades
dependientes de uno y otro modo técnico de vida. La
necesidad de proteger animales y sembrados lleva a
la obligatoria y civilizada innovación de la
demarcación territorial de la propiedad, junto con los
enfrentamientos bélicos en defensa de las
consecuentes delimitaciones de unos y otros
parcelamientos individuales y colectivos.

Sobreviene así la sustitución por contención,


es decir, el cambio de modos de vida conexos a
diferencias en los patrones de consumos pecuarios y
agrícolas, como factores disuasivos en la sustitución
técnica de una por otra forma de vida, pero
igualmente de la coexistencia de los diversos modos
de manutención de los primeros habitantes del globo.

Al comienzo, cuando las primeras extinciones


masivas, sus causas fueron exógenas,
extraterrestres y sus efectos e impactos lo fueron
epidémicos de enfermedades ocasionados por los
desbalances en cada biocenosis sufridos por las
especies vivas dominantes.

25
Alfonso H. Zamudio D.

Con un enorme salto temporal y llegando al


mundo actual, puede afirmarse que se está en
camino de una extinción masiva ya no exógena sino
autogenerada por el mismo avance civilizador. Se
requeriría ahora de sustituciones económicas
inducidas en los patrones productivos a los cuales la
humanidad ha llegado. Incluso se ha de aceptar que
las migraciones humanas relacionadas con factores
políticos y económicos, son en gran parte también
originadas en diferencias bioclimáticas.

Es así como los expertos han conocido y


teorizado sobre climas, epidemias, volcanes, caídas
del nivel del mar, calentamiento y enfriamiento
global, erupciones de metano o algunos eventos
anóxicos de los océanos, fundamentando versiones
de extinciones masivas de animales y antropoides en
diversas épocas prehistóricas. Tres, cinco, ocho
extinciones, dependiendo del paleontólogo o del
geólogo que las conceptúe, de las evidencias
encontradas en algunos fósiles de diversos tamaños
y del conocimiento acumulado en las edades
premoderna y moderna acerca de las leyes de la
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

naturaleza y el universo. Pero, la siguiente extinción


masiva habrá de derivarse de la ruptura de diversos
ecosistemas naturales por culpa de las sociedades
actuales descendientes de los primeros
neandertales, a pesar de la larga experiencia
tecnológica e histórica y a costa de sí mismas,
reconociendo que la mayoría de los avances
humanos se concentran en los reinos naturales
Animal, Vegetal y Fungi, de los cuales se conoce
mucho más que de los Eubacteria, Archae y Protista,
reinos vitales pero compuestos de microorganismos
no observables directamente.

A comienzo del milenio, Paul Crutzen (Nobel


de Química, 1995) y Eugene Stoermer2 dieron
popularidad al concepto de “Antropoceno”
(“anthrōpos”, hombre, “kainos”, nuevo), como
denominación de la época actual de ruptura con la
excepcional estabilidad climática del Holoceno, como
un nuevo tiempo geológico caracterizado por los
impactos sufridos por el planeta a causa de los
daños ambientales producidos por la intervención
humana. Aunque algunos han estimado que dicha
época debió iniciarse al comenzar el siglo XIX por

27
Alfonso H. Zamudio D.

efecto de la Revolución Industrial, que indujo


cambios en la composición química atmosférica.
Otras hipótesis ubican este comienzo en los años
cuarenta con el uso de la energía nuclear, o en 1945
según Will Steffen3, de la Universidad Nacional de
Australia, en la segunda gran posguerra con el
dramático aumento de la población del planeta desde
unos 2.500 a cerca de 7.750 millones de personas en
la actualidad, generando una fuerte presión sobre los
recursos naturales como el agua y el suelo para
producir alimentos. Se está utilizando actualmente
poco más del 75% del agua disponible en ríos y
acuíferos en las reservas subterráneas que
sustentan a más de 1.600 millones de personas 4,
pero paradójicamente 1.800 millones de los
habitantes de la tierra carecen de agua con la calidad
requerida para su consumo seguro y 2.400 millones
no cuentan con instalaciones de saneamiento para
uso del agua, causando contaminación de las
fuentes hídricas, en consecuencia con altas tasas de
morbilidad infantil y prevalencia actual de pestes
como el cólera5.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Steffen expone que esta creciente destrucción


de hábitats ha reducido la biodiversidad provocando
el correspondiente desbalance en los sistemas
vitales de la tierra a velocidades de 100 a 1.000
veces más rápidas que en la era previa, llevando a la
economía mundial a un aumento en más de 15 veces
solo hasta final del siglo pasado, con un consumo de
petróleo acrecentado en un factor de 3.5 desde 1960,
y un número de vehículos motorizados aumentado
dramáticamente de 3 millones bajo la gran depresión
de 1919, a aproximadamente 40 millones al final de
la guerra, casi 700 millones en 1996 y 1,2 billones en
el 2016 (de los cuales 150 millones en Estados
Unidos). Este escenario significa combustible
quemado a través del sistema vial del mundo que
emite 1.730.000.000 toneladas métricas, o 3,81 billón
de libras de dióxido de carbono a la atmósfera
anualmente. Esta visión inicial del enorme problema
económico ambiental del planeta en la actualidad, ha
sido tratado por diversas corrientes del pensamiento
y analistas con diferentes tendencias ideológicas. El
economista japonés Yoichi Kaya es crítico del modo
en que el cambio climático ha sido abordado como
un asunto meramente científico, tanto a nivel de sus

29
Alfonso H. Zamudio D.

causas como de sus soluciones. Para Kaya es


evidente que se trata de un problema creado por el
comportamiento colectivo de los seres humanos,
especialmente de aquellos que concentran la riqueza
del mundo. Kaya se aúna a quienes reconocen un
tamaño excesivo de la población humana y sus
actividades económicas. En un análisis de las cuatro
décadas que recorren 1971-2009 encuentra los
cambios en las emisiones globales de dióxido de
carbono relacionadas con la energía, con cambios en
la población mundial, con las variaciones en el
producto interno bruto (PIB) per cápita, la intensidad
energética del PIB mundial y la intensidad de
carbono del uso energético mundial, comparando el
suministro total de energía primaria con el PIB6.

A pesar de sectores que no aceptan las


evidencias del cambio climático, este se revela en las
reiteradas olas de calor con promedios de 45 0C, los
constantes incendios forestales, la recurrencia de
huracanes y tormentas de nieve, con reducción de
hasta -300C de temperatura, con constantes sequías
generadoras de crisis en la producción alimentaria,
lluvias torrenciales e inundaciones 7. El cambio
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

climático tiene como principales causas


físicoquímicas la emisión de los gases de efecto
invernadero como el bióxido de carbono, los óxidos
de nitrógeno y el metano, todos producidos
fundamentalmente por la combustión de carbón,
petróleo y gas, energéticos esenciales para el
desarrollo de la sociedad moderna, junto con lo cual
la deforestación para habilitación de suelos
destinados al cultivo de alimentos y gran parte de
caóticas prácticas agrícolas y pecuarias8.

Bruno Latour9, piensa al respecto que existe


una conexión entre la desregulación del mercado, la
desigualdad socioeconómica y la negación
sistemática del cambio climático por parte de algunos
grupos sociales. De acuerdo con Latour, fue en la
Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático de 2015 cuando las potencias mundiales
se dieron cuenta que de continuar con sus planes de
modernización necesitarían muchos planetas Tierra,
aunque afirma que el reconocimiento de esta debacle
ha calado en grupos poderosos pero, no obstante, la
izquierda política ha sido extremadamente lenta para
dirigir su atención a esta nueva situación

31
Alfonso H. Zamudio D.

quedándose en posiciones que van desde la


inversión en valores locales hasta la esperanza de la
globalización, pasando por insistir en que las
personas insatisfechas con el ideal de la modernidad
están volviendo a la protección de las fronteras
nacionales o incluso étnicas, en lo cual habría una
cierta confusión o cruce de pareceres con lo que es
la actitud evidente de las fuerzas mundiales de la
derecha política.

Es claro que, a manera de inicio resumen, la


presión sobre el medio ambiente mundial ha
significado que en medio siglo, los humanos han
cambiado más los ecosistemas del mundo rápida y
extensamente que en cualquier otro período
comparable en la historia humana, lo que permite a
muchos analistas afirmar desde finales del siglo XX
que la Tierra está en su sexta gran extinción 10, con
tasas de pérdida de especies creciendo rápidamente
para ambos ecosistemas, terrestres y marinos,
además del aumento sustancial del rápido
calentamiento global en lo que se ha denominado
como la Gran Aceleración11, fenómeno que comenzó
en la segunda posguerra como resultado conjunto de
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

la primera guerra, de la gran depresión y de la


segunda gran conflagración mundial. Esta sexta
extinción de especies en la historia del planeta
representa la pérdida de integridad de la biósfera, la
delgada capa del planeta donde se desarrolla la vida,
y es causada fundamentalmente por la adecuación
de tierras orientadas a la agricultura para atender el
consumo alimentario. De la biosfera solo el 71% es
habitable si se excluyen glaciares y tierra estéril 12, y
la mitad de esta porción habitable se utiliza para
producción agropecuaria (de la cual 77% es
ganadería y 23% cultivos), 37% corresponde a
bosques, 12% a sabanas, arbustos, humedales y
ríos, mientras únicamente el 1% se destina a
ciudades e infraestructura.

Por otra parte, es de relievar que la


explotación ganadera para carne y lácteos provee
apenas el 17% del suministro calórico y el 33% de
proteínas, ambos a nivel global, de tal forma que 11
millones de kilómetros cuadrados en alimentos
proveen más calorías y proteínas para la población
del mundo que los casi 44 millones de km2 utilizados
para ganadería13.

33
Alfonso H. Zamudio D.

Los bosques, a su vez, albergan 80-90% de la


biodiversidad terrestre14, y el número de personas
que dependen de estos se estima en 1250 millones,
de los cuales 750 viven dentro de ellos o muy
cerca15. Por otra parte, en las ciudades habita el 54%
de la población del mundo y se produce un 85% de la
actividad económica, concentrando además el
consumo de energía, la construcción, la actividad
industrial y el tráfico automotor, en escalas sin
precedentes históricos16.

Pero, también, en términos de indicadores


menos tangibles, los centros urbanos, dadas las
actuales tendencias, refuerzan la exclusión social, la
pobreza, la aparición de enormes conflictos sociales
y fenómenos de violencia. Debe tenerse en cuenta
que las poblaciones urbanas de África, Asia,
Oceanía, Europa y Norteamérica ya representaban
hace un lustro el 40%, 47,5%, 70,8%, 73,4% y 81.5%
de sus respectivas poblaciones totales. Asia
representa el 53% de la población urbana mundial,
luego de Europa con 14% y América y el Caribe con
13%17. Si bien, en el caso de América Latina, el
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

incremento de la población urbana será absoluta y


relativamente menor en términos comparados con
Asia y África, habrá de aumentar pasando de 458
millones en 2010 a 784 millones en el 205018.

En este escenario, su horizonte próximo se


encuentra marcado por cuatro dimensiones de
naturaleza disruptiva que van de la economía, la
tecnología y la geopolítica al medioambiente, a modo
de revolución imprevista y acelerada que conlleva
riesgos, pero también oportunidades, durante la
nueva década disruptiva 2020-2030. El mismo
Steffen acerca del Antropoceno hablando acerca de
“la gran aceleración” planetaria, hace referencia no
de aumentos lineales ni incrementales sino
exponenciales cambios que han permitido hacer
converger el tiempo socioeconómico de la
modernidad con el tiempo geológico y la aceleración
del cambio climático, un gran entorno en el cual las
actividades productivas y empresariales se ven
imposibilitadas a obrar por predicción respondiendo
solo por reacción a los embates de la naturaleza. El
Antropoceno, además de un gran deterioro
ambiental, simultáneo a un nivel de vida sin

35
Alfonso H. Zamudio D.

precedentes, también coincide con la éticamente


inaceptable cifra de 708 millones de habitantes que
se encuentran en la miseria, no olvidando reconocer
que se ha dado una reducción en dos tercios, a partir
de 2208 millones de personas miserables respecto a
1970, pero manteniendo una concentración creciente
de la riqueza y la desigualdad19,20.

He aquí todo un mundo de disrupciones


negativas en el que se deben cambiar los usos de los
recursos y las técnicas, dando prevalencia a un
modelo de transición sustitutiva de la depredación
por la recuperación ambiental y el mutualismo
sistémico, dando prevalencia a un paradigma que
bien podría sustraerse de indicadores simples de
crecimiento cuantitativo dando paso a un estado
económico cercano a suma cero, de tipo circular y de
transición energética. Involucrando, claro que esta
perspectiva sea planetaria y no parcial en la cual no
se siga con un tipo de producción offshoring en la
cual entran, desde el traslado de las inversiones en
busca de menores costos generales hasta la
existencia de países que importando basuras para
reciclaje y generación de energía, como Noruega o
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Suecia, podrían estar contribuyendo a ocultar la


necesidad de un verdadero modelo de sustitución
que lleve a un ecocapitalismo urgente.

37
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

39
Alfonso H. Zamudio D.

1. La teoría económica y la naturaleza

El pensamiento económico fundamental en los


recientes tres siglos ha ido incorporando
paulatinamente el análisis y la observación racional
de la conversión de los factores de producción en
bienes económicos, así como el estudio del
comportamiento de los mercados como espacios de
intercambio de estos bienes y servicios y de su
posterior distribución entre compradores. Dentro de
este largo proceso algunos importantes conceptos
económicos han soportado el paso de los años y
permanecen como útil y explicativo lenguaje
transdisciplinario, mientras que con otros se han ido
incorporado intencionales simbolismos matemáticos
y estadísticos que buscan proveer una especial
precisión, más propia de las ciencias naturales, a las
variaciones y cambios de las unidades económicas y
sociales relacionadas con lo que se considera el
espacio objeto del análisis económico.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Sin embargo, la naturaleza ha permanecido


gran parte del tiempo solo de manera implícita en el
discurso económico y como una fuente inagotable de
insumos y riqueza, únicamente caracterizada como
suma de recursos renovables y no renovables que no
mereció mayor atención en los más importantes
enfoques económicos.

La recuperación de afectaciones ambientales y


la precaución en el uso de aquellos recursos
definitivamente finitos se consideraban a lo sumo
variables de costeo y, solo muy recientemente, son
motivo de análisis de riesgos en los estudios de
prefactibilidad, y factibilidad conducentes a las tomas
de decisión viable para inversión de los capitales
productivos y financieros.

Es decir, la teorización económica como


resultado de más de siete siglos de evolución
permaneció relativamente invariable en el análisis del
origen de los recursos naturales. Ni Aristóteles en el

41
Alfonso H. Zamudio D.

Oeconomica (1343), o Ibn Jaldún en su Muqaddimah


(quizá 1370), mirando quizá demasiado atrás en la
historia del pensamiento, consideraban a la
naturaleza como el eje de los principios éticos del
deber ser del comportamiento económico.

Solamente en el medio siglo reciente se han


vislumbrado los primeros pasos de previsión de la
naturaleza, más allá de ser considerada como una
fuente finita de materias primas para el sustento
humano, como una variable costeable y un
fundamental factor económico con los mayores
riesgos y como objeto de análisis a la luz de
principios de precaución ambiental.

La economía se ha ocupado en sus inicios


solo de la interacción entre los hombres, como
agentes económicos, pero siempre dejando de lado
la relación de estos con las demás especies y con el
planeta, “perdiendo así la oportunidad de articular
tempranamente a la economía con el estudio de los
flujos materiales y energéticos de los ecosistemas” 21.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

La economía clásica

Data de hace ya unos dos siglos y medio lo


que hoy se conoce como economía clásica. Hacen
parte de este filón del pensamiento universal, entre
otros, Adam Smith, Jean Baptista Say y David
Ricardo, pasando luego a Thomas Malthus, François
Quesnay, Frederic Bastiat, incluyendo a Karl Marx y
concluyendo en John Stuart Mill, como sus más
connotados pensadores. De ellos han quedado
conceptos que siguen teniendo plena validez para la
descripción y análisis de los hechos económicos. Un
tanto antes que Ricardo, William Petty, preclásico de
mediados del siglo XVII, consideraba que la riqueza
provenía no del comercio sino de la producción y que
el valor de uso de las mercancías incorporaba la
tierra y el trabajo, pero al analizar el valor de cambio
enfatizaría en el trabajo y el mercado minimizando un
tanto a la tierra como factor de producción.

43
Alfonso H. Zamudio D.

Los fisiócratas reconocerían la tierra, como


objeto de explotación agrícola y fuente
verdaderamente productiva de la actividad
económica, relacionándola con los auges y caídas de
los ciclos económicos. La prevalencia de la tierra
daba origen así a la idea central de François
Quesnay acerca de una sociedad dividida en clases
productora, propietaria y estéril, que partía de la
tierra como propiedad vital, en tanto las demás
clases participaban transformando e intercambiando
sin hacer un mayor aporte agregado al excedente
social.

De esta escuela clásica se reconoce la


llamada Ley de Say que aseguraba una oferta que
crearía su propia demanda o, en perspectiva, que las
recesiones o crisis no se producirían por fallos de la
demanda sino que serían causadas por anomalías
de la oferta, con origen en la tierra, por cuanto de
manera implícita todo lo que se produjere tendría que
ser demandado y no se generarían excedentes por
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

sobreproducción por lo cual la tendencia fundamental


sería el equilibrio general del sistema económico.

En ese escenario de libertad de actividades y


oficios, la industria sería luego un actor principal
como actividad generadora de riquezas
reemplazando a la agricultura (fisiocracia)y al
comercio (mercantilismo). La naturaleza pasó a ser
sólo un factor más en la producción que, mediante la
ciencia y la técnica, podría ser explotada para
satisfacer las necesidades humanas.

En términos más actuales, los pensadores


clásicos partían de la prevalencia de una libertad de
mercado, con pleno empleo de recursos que incluían
la fuerza de trabajo y con lo cual solo circunstancias
coyunturales o friccionales explicarían algunas
temporalidades del desempleo. Del “laissez faire et
laissez pasar, le monde va de lui même” o, “dejen
hacer, dejen pasar, el mundo va solo”, una
afirmación acuñada por el fisiócrata Vincent de

45
Alfonso H. Zamudio D.

Gournay en el siglo XVIII, la onda clásica hacía


negación de los desequilibrios que actualmente se
tratan mediante políticas de todo orden,
fundamentalmente monetario, fiscal o de rentas, que
hubieran significado en su momento innecesarias o
ineficaces intervenciones de los gobiernos.

En el pensamiento clásico, Smith lo declaró así


dentro de su mundo de competencia y egoísmo
productivo, soportando la idea básica acerca de la
cual el valor de un bien está determinado por la
cantidad de trabajo utilizada en producirlo. La
naturaleza simplemente se encontraba libremente
disponible y, aunque el trabajo no económico
implicaba un consumo energético y de recursos, no
era analizado por los economistas clásicos, tal como
se repite al interior de la economía en la actualidad.
Solo se consideraban aquellas actividades que
pudieran medirse en términos monetarios,
marginando analíticamente a diversas actividades
que contribuyen al agotamiento de los recursos
materiales y energéticos. Los diversos recursos
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

disponibles estaban implícitos como dispuestos a


plenitud en la naturaleza circundante y a través de la
faz de la tierra. Se suponían de libre uso a partir de
cualquiera de las hipótesis del origen del planeta,
fuere por generación espontánea, por expansionismo
o por inflacionismo cósmico, estacionario u oscilante,
como propugnan las teorías más aceptadas, o por su
simple aparición creacionista. Estos recursos,
dispuestos espontáneamente para beneficio de los
seres humanos, pasarían al estatus económico con
la sola aplicación de los costos de mano de obra
necesarios para su acopio o extracción. Así las
cosas, los recursos de producción serían siempre
aprovechables con relativa facilidad, siendo
probablemente infinitos y renovables, sin significar
mayores problemáticas para el equilibrado curso de
las economías sociales.

Sería Thomas Malthus quien encabezaría


algunos argumentos oposicionistas a esta visión
paradisíaca del mundo exponiendo su teoría
demográfica como posible hipótesis distópica contra

47
Alfonso H. Zamudio D.

la prevalente teorización de la economía clásica. Su


posición analítica preveía un crecimiento exponencial
de la población frente al aumento aritmético de los
recursos, de lo cual se colegiría fácilmente la
potencialidad de una crisis alimentaria y una
contradicción básica de la ecuanimidad del sistema
en cuanto prevalecerían las tendencias hacia la
desigualdad y la pobreza debidas a las diferenciales
opciones de acceso de la ingente población a sus
necesarios consumos de bienes finitos.

En dicha perspectiva las salidas a una crisis


tendrían base de solución solo en la voluntad
individual de restricciones morales respecto a la
procreación y el control de los vicios humanos, como
elementos sociales endógenos, así como la
eliminación de la pobreza, la desnutrición, las
epidemias, las catástrofes naturales, las guerras y los
conflictos de carácter político, como factores
relativamente exógenos a la voluntad colectiva de los
individuos. Al respecto, Marx anticipaba como
premisa “anticrisis” de ese desequilibrio demográfico
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

malthusiano un presupuesto positivo previsible en el


progreso científico y tecnológico, algo que la historia
ha confirmado, aunque quizá, si bien con los
positivos efectos previstos para el corto plazo no con
las negativas afectaciones que se han ido
evidenciando en el largo plazo.

La economía neoclásica

La escuela clásica le otorgaba preponderancia


en su análisis económico a la producción, la oferta y
el costo de producción de los bienes. Bajo la doctrina
neoclásica ese lugar lo ocuparían el consumo, la
demanda y la utilidad. Con siglo y medio da
antigüedad, la corriente de pensamiento conocida
como escuela neoclásica en sus vertientes inglesa,
francesa o austríaca, introduciría una idea
fundamental acerca de que el valor de los bienes
producidos es una función de la utilidad o
satisfacción que le asignan los consumidores que los
adquieren, lo que se identifica como teoría subjetiva

49
Alfonso H. Zamudio D.

del valor. Fuera de los debates relativos a la


pertenencia o no de pensadores reconocidos a cada
doctrina económica, en el neoclasicismo se incluye
dicha escuela marginalista, también como una
tendencia que buscó formalizar la economía de
manera supuestamente más exacta mediante la
simbolización matemática.

El valor de los bienes dependería


fundamentalmente del trabajo y el capital, y mucho
menos de los recursos naturales y energéticos
contenidos en éstos. Aunque fenómenos como la
fertilidad de la tierra podrían influir en el ritmo
económico, los neoclásicos no la incorporaban de
forma sistemática en su análisis, ya que el agua, el
aire o la luz solar, entre otros elementos naturales,
eran de difícil valoración de cambio dentro del
análisis económico neoclásico.

En contraste con la escuela clásica, según la


cual el valor de los bienes se constituye por sus
costes de oferta, para los neoclásicos el valor de los
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

bienes se explica por la utilidad marginal, es decir


mediante la variación del valor que la demanda va
asignando a la última unidad consumida. Esa
marginalidad de la apreciación se extendía a nivel
internacional, a través de uno de los principales
argumentos del pensamiento neoclásico consistente
en que la asignación y distribución óptima de los
recursos en una sociedad, mediando el libre
comercio como motor de desarrollo económico,
permitiría el aprovechamiento de las ventajas
comparativas de producción de los bienes
comercializables en cada uno de los países,
conduciendo la preferencia de los consumidores
nacionales hacia los diferenciales marginales
comparativos de menores costos entre naciones,
incluyendo los esenciales fletes determinados como
“puntos de oro”, .

Entre los economistas neoclásicos de la


escuela inglesa hay representantes connotados
como William Stanley y Alfred Marshall, este último el
más reconocido exponente del neoclasicismo

51
Alfonso H. Zamudio D.

económico sistematizador del pensamiento clásico


de Ricardo y Stuart Mill y contribuyendo a profundizar
en la utilidad marginal, basado en Leon Walras y
Stanley Jevons. Desarrollando además el concepto
de equilibrio parcial, según el cual lo que suceda a un
agente económico es relativamente independiente de
lo que acontece con los demás, hasta que el sistema
se ajusta de nuevo hacia el equilibrio general.

Serían los economistas neoclásicos de la


escuela francesa, liderados por Leon Walras como
fundador de la economía matemática, dentro de una
ola que se extendería posteriormente en el siglo XX,
quienes contribuirían al desarrollo de la teoría del
equilibrio general y al ya comentado concepto de
utilidad marginal.

En el ala neoclásica de la escuela Austriaca se


encuentran asociados principalmente Ludwig von
Mises, Friedrich Hayek, Murray Rothbard, Hans-
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Hermann Hoppe y Carl Menger, quien desarrollaría


aún más los fundamentos del análisis marginal.

En todas estas vertientes del pensamiento


económico neoclásico se propuso que el
comportamiento de las personas y empresas es
racional, partiendo de supuestos acerca de que estos
dos tipos de agentes económicos buscan maximizar
su satisfacción, los primeros cuando eligen los
bienes o servicios que demandan y las empresas
cuando buscan maximizar sus utilidades en la venta
de dichos bienes o servicios. Es decir, a mayor
utilidad, los consumidores estarían dispuestos a
pagar más, en tanto que mientras más escaso sea
un bien, tendrá mayor valor de cambio. La escasez,
sin embargo, no tendría relación alguna con la
concepción de lo no renovable posteriormente
reconocida en algunos bienes naturales. Estas
premisas de que tanto las personas como las
empresas actuarían de manera independiente y con
base en información completa y relevante, es un
precepto de competencia perfecta aplicable a

53
Alfonso H. Zamudio D.

mercados de demanda mas no a mercados de la


oferta en los cuales, para productores en
competencia, la información sobre los procesos
naturales previos a las materias primas de su interés
simplemente era irrelevante o se consideraba como
si no existiere.

Respecto a la formación de precios y la


distribución de las rentas, la escuela neoclásica
renegaría de la premisa clásica acerca de que los
ingresos de los factores de producción estarían
determinados por un proceso histórico y consideraría
que eran la oferta y demanda de dichos factores lo
que determinaba sus precios. Por tanto, el equilibrio
en el mercado de factores determinaría a su vez la
renta y su distribución entre los agentes económicos,
empresarios o trabajadores, financistas o rentistas,
como propietarios de fuerza de trabajo o de capital
en sus diferentes formas.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

En resumen, el neoclasicismo económico


representó una ruptura con la teoría del valor-trabajo
e introdujo la teoría subjetiva del valor basada en las
motivaciones individuales, provocando una cierta
abstracción del contexto social y ambiental al
concentrarse en el estudio de las demandas
individuales

La síntesis neoclásica

A la propuesta de Alfred Marshall acerca de


conciliar algunas ideas clásicas con la perspectiva
marginalista, esto es del equilibrio parcial, se le
conoce como la síntesis neoclásica. De tal manera,
tanto la oferta como la demanda desempeñan un
papel crucial en la asignación de un valor a los
bienes o servicios. Siendo así, con Marshall se
originan conceptos de gran importancia. El primero
de ellos, que la curva de demanda, o del consumidor,
tiene pendiente negativa y, bajo el supuesto de
“ceteris paribus”, cuando todas las demás variables

55
Alfonso H. Zamudio D.

se mantuvieren constantes, a menores precios más


cantidad se puede comprar. El segundo concepto
marshalliano expresa que la curva de oferta, o del
productor, tiene una pendiente positiva y bajo
condiciones también “ceteris paribus”, a mayor precio
más desearía producir el empresario. Pero, si el
precio se reduce, el empresario tendrá menores
incentivos y tenderá a producir menos de su bien o
servicio a ofrecer. En este contexto, la escasez o
abundancia de aquellas materias primas naturales
sería visible a través de la respuesta a sus precios en
el mercado. La baja apreciación de una materia
prima natural no limitaría necesariamente su
explotación por parte del productor y solo un alto
precio lo enfrentaría a la necesidad de cálculo de su
costo beneficio respecto de la demanda del bien
final. La racionalidad en el uso de los recursos
naturales queda así sometida bajo dicha síntesis
conceptual a leyes de mercado y cálculos de
marginalidad, un tanto lejanos de previsiones
bioéticas ecologistas y cercanas a simples
precauciones ambientalistas.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Con base en que factores como la energía y


los recursos naturales tuvieran el mismo tratamiento
metodológico que el capital, los economistas
neoclásicos se permiten incorporar algunos
supuestos en sus modelos con los cuales superan la
restricción que el carácter limitado de algunos
recursos naturales significa para el crecimiento
económico como, por ejemplo, el cambio tecnológico
y la sustituibilidad entre factores. El avance
tecnológico como producto del conocimiento
humano, un factor ilimitado, permitirá el creciente
acervo de conocimientos aplicado a los procesos
productivos con lo cual se puede hipotetizar el
crecimiento económico sostenido por encima de las
limitadas fuentes materiales y energéticas de origen
natural, que son base de la producción material.

Pero, de manera algo complementaria, el


progreso tecnológico considerado como condición
necesaria para el desarrollo de sustitutos sintéticos,
permitiría que un recurso agotable y esencial para la
producción, dejara de serlo22. En algún momento,

57
Alfonso H. Zamudio D.

ninguno de los recursos se agotaría antes de que su


sustituto fuera descubierto.

Robert Solow (Nobel de Economía 1987)


tomaría la definición de William Nordhaus (Nobel de
Economía 2018), de la “Tecnología de contención”,
describiendo el fenómeno de sustitución y
argumentando que, en primera instancia, el precio
del sustituto sintético sería más elevado que el del
recurso natural en sí, pero a medida que éste
comenzara a escasear sin que su demanda
disminuyera, su precio se elevaría hasta ser mayor
que el del bien sustituto reemplazándolo en el
mercado. Por tanto, el precio del bien sustituto que lo
reemplazaría en el mercado representando un techo
para el precio de mercado de los recursos agotables
sustituídos23. El aporte neoclásico de Solow con su
visión de la sustitución de bienes naturales fue
dirigido a un análisis parcial del crecimiento
económico, mas no a la necesidad de emprender la
sustitución como estrategia de control a la
hiperexplotación del ambiente, pero permite
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

vislumbrar el comportamiento de precios como


posible variable de ralentización de todo proceso de
sustitución ecologista. Además, se relacionan bien el
cambio tecnológico y la sustitución entre factores;
pues el primero perfectamente podría viabilizar la
sustitución de un factor o recurso no renovables, o
agotables, por otro de carácter reproducible
sintéticamente o mediante innovación en el
reemplazo de técnicas, sean uno u otro de carácter
endógeno o exógeno al sector que produce el bien
en ruta de ser sustituído.

La escuela austríaca

La escuela de pensamiento neoclásico,


reconocida igualmente como escuela austríaca o de
Viena, surgió a partir de los Principios de Economía,
propuestos por Carl Menger, con base en la
heterodoxia del individualismo metodológico y el
subjetivismo. Sin embargo, su más reconocido
representante fue Friedrich Hayek (Nobel de

59
Alfonso H. Zamudio D.

Economía 1974), además de un conjunto de


pensadores de alto nivel entre los que se encuentran
Eugen von Böhm-Barwerk, quien realizó estudios
sobre el capital y el interés; Ludwig von Mises,
creador de la praxeología, como fundamento de la
racionalidad perfecta del individuo, y crítico del
socialismo; Murray Rothbard, defensor del
anarcocapitalismo: Jesús Huerta de Soto, también
representante del anarcocapitalismo, teórico del ciclo
económico y defensor del patrón oro en el campo
monetario.

Las recomendaciones de la corriente austriaca


parten del anti-intervencionismo de los Estados, la
promoción del liberalismo económico, el
individualismo metodológico que explicaría los
fenómenos sociales a partir de las acciones de los
individuos. La escuela austriaca rechazó la división
entre macroeconomía y microeconomía, con el
supuesto de que la segunda explicaría la primera.
Por otra parte, para los economistas de la corriente
austriaca la utilidad es subjetiva y depende de la
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

intensidad de las necesidades que desee satisfacer


cada individuo, lo cual eliminaría otras teorías
relacionadas con el valor objetivo, especialmente la
basada en el valor trabajo muy presente en las
vertientes de la escuela clásica.

Junto a estos preceptos económicos se


alimentarían ciertos valores ideológicos relacionados
con el teorema del socialismo inviable que, debido a
los problemas de información con la no presencia de
precios de mercado ni beneficios bajo este sistema,
tornaría la planeación de los recursos en algo
ineficiente.

Finalmente, la teoría austríaca en su enfoque


del ciclo económico afirmó que dichos ciclos se
inician debido a una expansión artificial del crédito
sin respaldo en ahorro previo. Los tipos de interés
bajos, y conexos con políticas monetarias
expansionistas, generarían de tal manera un exceso
de inversión orientada a actividades que de otra

61
Alfonso H. Zamudio D.

forma serían inviables. Este falso auge económico, o


burbuja, caerá ante la presencia de una valoración
real del crédito. Por ello, las políticas deben
proponerse que los recursos de capital y trabajo
destinados a la burbuja deban asignarse a labores
realmente productivas lo cual, sin embargo, dada la
heterogeneidad de los bienes de capital, gran parte
de los cuales son recursos no renovables, no pueden
reasignarse fácilmente de un sector a otro e irán
generando ajustes con las consecuentes pérdidas de
valor y, seguidamente, provocando depresión. Hay
un acercamiento a la idea de que el agotamiento de
algunos recursos que, provocando la consecuente
caída del mercado al cual pertenecen, obligaría a un
costoso proceso de sustitución por vía de innovación
radical o de satisfacción de mercado mediando
posibles bienes sustitutos ya existentes.

Así, con las diferentes vertientes del


pensamiento de la escuela neoclásica, la tierra como
importante factor para preclásicos, fisiócratas y
clásicos, fue incluida en el rubro de capital. Con este
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

enfoque se eliminó cualquier restricción que los


recursos naturales pudiesen imponer al crecimiento
económico. La función de producción neoclásica,
construida con base en los factores: trabajo, capital y
tecnología, permite ver posible la producción de
bienes materiales en forma continua y a través de
cualquier combinación de dichos factores. De esta
manera, todos los factores, incluyendo los recursos
naturales no renovables, podrían ser considerados
como sustituibles, sin considerar su carácter limitado
y las afectaciones negativas que su explotación
conlleva para el medio ambiente. Pero, igualmente,
de esta visión neoclásica lo que aparece es un
principio de sustitución que bien puede orientarse
teniendo en cuenta de la misma forma la sustitución
de las afectaciones negativas por impactos positivos,
reparadores y retributivos a la naturaleza, sin
descuido de la celeridad y el crecimiento económicos
que son debidos.

La economía keynesiana

63
Alfonso H. Zamudio D.

Una de las escuelas de mayor importancia


desde su aparición en el pensamiento económico se
debe al británico John Maynard Keynes. Su interés
fundamental se centró en el estudio de los agregados
económicos, los ciclos de la economía y la
posibilidad de dirigismo hacia los agentes y recursos
involucrados. La llamada por algunos “revolución
keynesiana”, significó desde el comienzo la revisión
de los preceptos clásicos liberales inmersos en la
propuesta del dejar hacer y dejar pasar, así como del
supuesto de autoequilibrio de los mercados.

El pensamiento keynesiano pondría en tela de


juicio la idea del equilibrio natural de ofertas y
demandas de los diversos mercados, develando el
enorme peligro de los ciclos económicos dentro del
sistema capitalista. De tal forma, Keynes veía en una
baja demanda, conexa a la reducción de
expectativas de los consumidores, la causa central
de las crisis del sistema. De este importante enfoque
se deducía la necesidad del intervencionismo por
parte de los estados y gobiernos como mecanismo
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

de estímulo a la demanda y de regulación del


sistema económico ante la presencia de puntos de
recesión o depresión en los ciclos económicos.

Del pensamiento keynesiano se evidencia el


necesario estudio macroeconómico de fenómenos
agregados de la economía como el desempleo, los
niveles de inversión, consumo, producción y ahorro.
La escuela keynesiana soporta los fundamentos del
intervencionismo de Estado y del necesario diseño
de políticas públicas orientadas al dirigismo desde el
orden monetario y fiscal, mediando el gasto público
como variable determinante de factores de
recuperación y reactivación necesarios ante
coyunturas que exigen la urgente asignación de
recursos. Las precedentes escuelas de pensamiento
económico no preveían la escasez de recursos en
los mercados, en contraste con las premisas de
Keynes, como también de Marx. Premisas que
significaban simplemente la imposibilidad de vender
como factor esencial de crisis. Ante situaciones de
exceso de recursos se obligaba el uso de

65
Alfonso H. Zamudio D.

mecanismos de estímulo a la demanda. Una de


estas variables de trascendente importancia es la
inherente al mercado laboral, en el cual el desempleo
es una evidencia de crisis no debida a la escasez de
recursos, sino a una escasa demanda de los mismos
que obliga a la oferta a la disminución de puestos de
trabajo. Sin embargo, de la observación del mercado
de fuerza de trabajo se deduce, además, la
característica rigidez de los salarios a la baja pues,
ante un incremento de los precios de bienes o
servicios implica un incremento del poder adquisitivo
con elevación de salarios pero, ante la afectación de
la productividad nominal marginal del trabajador lo
que provocan no es su ajuste, mediante una
disminución correspondiente de su precio, sino la
tendencia al aumento de la mano de obra
desocupada a través de despidos.

El keynesianismo representa por tanto un


rechazo a los axiomas de la economía clásica,
cuestionando la neutralidad del dinero y de un mundo
económico ergódico a lo neoclásico, según el cual el
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

promedio temporal de ciertas magnitudes podría


obtenerse como promedios en el espacio de estados
diferentes permitiendo la simplificación de las
predicciones sobre los mismos, al considerarlos
restrictivos y agregando a estas algunas
características esenciales del mundo real.

El keynesianismo, sin embargo, no representó


una propuesta crítica de las relaciones de los
agentes económicos con los recursos naturales,
manteniendo en el fondo una visión cuantitativista de
las tomas de decisión y razonamiento sobre la
utilización de la naturaleza como fuente de los
recursos para producción y consumo. La posición
dirigista y no simplemente indicativa de las políticas
estatales, eso sí, aunque de manera implícita,
frenarían o acelerarían la extracción o
procesamiento, quizá de manera racional o no, de los
recursos disponibles solo como una respuesta
mecanicista con carácter anticíclico.

67
Alfonso H. Zamudio D.

La economía poskeynesiana

Las diferentes tendencias dentro del conocido


como pensamiento poskeynesiano se interesaron
básicamente en responder a las críticas al
keynesianismo y en el interés por el estudio de
ciertos fenómenos de largo plazo, como el
crecimiento de las economías. El poskeynesianismo,
que ha pretendido ser la continuación del
keynesianismo, agregó algunos fundamentos
microeconómicos para sustentar la importancia de
los choques de oferta respecto a la insistencia teórica
previa sobre la importancia de los choques de
demanda.

El poskeynesianismo fue simultáneo a Keynes


y complementario, en alguna forma, a su
pensamiento. Entre sus colegas, poskeynesianos,
Richard Kahn aportaría el concepto del multiplicador;
Joan Robinson enriquecería el pensamiento
keynesiano con su trabajo sobre la competencia
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

imperfecta y la acumulación de capital; Nicholas


Kaldor y Roy Harrod harían importantes análisis de la
distribución de las rentas y de la dinámica del
crecimiento, dentro de esta escuela de pensamiento.

Según Alfred Heichner24, se encontraban al


mismo nivel que Keynes en Cambridge, Piero Sraffa,
un neoricardiano y marxista crítico de la economía
política, y Michael Kalecki, quien trabajaría las
implicaciones del ahorro y la inversión sobre la
distribución de la renta y las dinámicas de la
producción en el largo plazo, pero quizá estos dos
renombrados economistas podrían no considerarse
pos sino keynesianos25. Además, esta onda
poskeynesiana fructificó contribuyendo a ver con
mayor claridad y criticismo al primigenio Keynes,
enfocando sus reflexiones al mecanicismo
subyacente en la analítica de sus colegas, pero sin
llegar a cuestionar los impactos de las acciones de
los agentes económicos sobre los entornos naturales
que originan los recursos transformables.

69
Alfonso H. Zamudio D.

Aunque el keynesianismo no miraba hace ya


casi un siglo hacia los problemas ambientales, en la
reciente época se le han encontrado aplicaciones a
sus principales ideas. El efecto multiplicador en el
enfoque del keynesianismo medioambiental ha sido
centrar este gasto público en proyectos que llevasen
simultáneamente a beneficios medioambientales.
Respecto a la orientación del gasto público el
keynesianismo medioambiental argumentaría que las
inversiones en infraestructura “verde” expandirían de
manera simultánea el efecto precaución a la
economía con nuevas orientaciones productivas. Por
otra parte, el direccionamiento hacia inversión y
desarrollo, I + D, en tecnologías bajas en carbono
tendría efectos de igual sentido que el anterior.

No obstante, el keynesianismo original no


preveía estos enfoques. Pero es de intuir fácilmente
que las propuestas actualizadas de un
keynesianismo medioambiental si resultaren exitosas
en el plano económico no lo serán frente al medio
ambiente, pues alimentarán el desafuero del
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

crecimiento per se. Si su aplicación fuera


medioambientalmente efectiva, sus propuestas no
serán eficientes ni eficaces ni económicamente
sostenibles dentro de un capitalismo que exige el
crecimiento incesante de los recursos y de los
consumos.

La economía neokeynesiana

Los llamados nuevokeynesianos han sido


identificados por su interés particular en aportar a la
teoría keynesiana la microfundamentación que de
manera constante se le había reclamado. El nuevo
keynesianismo surge contra los cuestionamientos a
las inconsistencias de la economía neoclásica a la
luz de la teoría de las expectativas racionales. Su
teoría es basada en la idea de rigideces nominales
que impiden a los mercados vaciarse por completo,
limitando el pleno empleo en el corto plazo y
evidenciando tendientes desequilibrios de los
mercados.

71
Alfonso H. Zamudio D.

El neokeynesianismo fue liderado por James


Tobin y Franco Modigliani, quienes aportaron
introduciendo de nuevo a su constructo
macroeconómico la síntesis neoclásica con énfasis
en una perspectiva microeconómica. Insistieron en la
fijación y rigideces de los precios y salarios
nominales, en cuanto estos no seguirían el
comportamiento del crecimiento del producto nominal
agregado. No compartieron la creencia en el papel
activo y necesario de los gobiernos. Gregory Mankiw,
más recientemente, ha continuado con el estudio de
las rigideces de los precios y de los ciclos
comerciales, con efectos sobre el bienestar que han
de resultar mayores que los “costos del menú”, es
decir de los costos que se han de asumir para
ajustes de respuesta a los cambios en costos de
producción. Es ahí donde cabría incluir aquellos
gastos de sustitución, recuperación y retribución a la
naturaleza, en caso que se tomaran las decisiones
concomitantes con ello, pero los neokeynesianos no
hace ninguna alusión a ello.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Se incluirían los costos de la inflación conexos


con política monetarias expansivas, con lo cual el
neokeynesianismo cuestiona la tradicional curva de
Phillips, enriqueciéndola en cuanto el análisis de los
retardos de la información, en la curva negativa de
inflación y empleo de los recursos, debidos a
inatención o desacuerdos endógenos por parte de
los agentes económicos. Parecería inherente a
vertientes del pensamiento nuevokeynesiano como el
de Mankiw y otros, como Ricardo Reis, que los
recursos naturales continúan siendo un factor sobre
el cual obra el buen criterio de los agentes
empresariales, mediando únicamente algunas
perspectivas de medición marginal de los costos y
beneficios que orientarían la decisión social sobre el
uso del medio ambiente como fuente inagotable de
determinados costos previos inherentes a un proceso
potencial latente y no desarrollado, costos que
suelen ser desconocidos junto con los de
agotamiento, degradación y contaminación
ocasionados posteriormente.

73
Alfonso H. Zamudio D.

La escuela de Chicago y el pensamiento


monetarista

La Escuela de Negocios Booth de la


Universidad de Chicago dio origen a la corriente de
pensamiento con dicho nombre y tiene como
característica fundamental su oposición al
pensamiento keynesiano como principal
representante del intervencionismo de Estado. La
escuela de Chicago significó un retorno a la defensa
del libre curso de las fuerzas de los mercados y el
apoyo a las políticas monetarias. Los principales
representantes de este monetarismo fueron Milton
Friedman (Nobel de Economía 1976) y George
Stigler (Nobel de Economía 1982). Otros nombres
dentro de esta corriente fueron Theodore Schultz
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

(Nobel de Economía 1979), Merton Miller, Ronald


Coase y Gary Becker (Nobel de Economía 1992),
quienes no necesariamente deducían una taxativa no
intervención del Estado sino la consideración de que
las políticas equivocadas al respecto son los
causales de crisis en mercados inherentemente
estables.

Las crisis económicas según esta escuela,


conocida también como neoliberalismo económico,
serían ocasionadas por restricciones indebidas en la
oferta monetaria ya que los individuos toman sus
decisiones de consumo con base en sus preferencias
traducidas en expectativas racionales, basadas en
información disponible y formalmente observables en
las curvas de utilidad, aunque con restricción
presupuestaria de su ingreso monetario frente a las
combinaciones posibles de bienes y servicios.
Específicamente en el mercado laboral obrarían
como sus determinantes la productividad, las
habilidades y la experiencia inherentes al concepto
de capital humano.

75
Alfonso H. Zamudio D.

De la prevalencia alcanzada por el


pensamiento del monetarismo en el momento
histórico de los últimos años del siglo XX, surgieron
extensiones ideológicas conservadoras en lo social,
aparte de políticas desreguladoras y de privatización
de organismos públicos que significaron la reducción
del tamaño de los Estados a través de la disminución
y eliminación de los subsidios y de la burocracia que
previamente habían surgido a partir de políticas de
empleo estatal. La premisa de restricción
presupuestaria le provee al monetarismo una base
para la defensa de posiciones que apoyaban las
políticas de cauteloso manejo monetario por parte de
los bancos centrales, en el sentido de control de la
inflación de precios mediante políticas
contraccionistas, o del impulso a la producción con la
expansión de los flujos de emisión de dinero
orientados por el indicador de una baja tasa de
intervención. Los parámetros del neoliberalismo se
extendieron, quizá de manera irresponsable y con
una mirada impasible de la sociedad frente a un
verdadero libertinaje de mercados, hacia el
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

desbocamiento extractivo y explotador de las fuerzas


productivas sobre las riquezas naturales durante los
recientes treinta años26. No obstante, como en la
explotación de acero, gas natural, carbón y crudo
(anexo 4), se observa que, si bien su uso en el
mundo mantuvo un desaforado crecimiento desde
finales del pasado milenio, a partir del tercer lustro
del siglo XXI se prevería tendiente reducción que
habría de continuar hasta el 2035 o más allá, gracias
a la adopción de tecnologías sustitutivas. Quizá la
excepción se presentaría en el uso del cobre cuya
línea continuaría de manera incremental si no
apareciera técnicas de reciclaje y sustitutos técnicos
para este metal. A nivel teórico ello había sido
previsto por Kuznets con su Curva Ambiental27, quien
daba esperanza a la reducción en el uso continuado
de los recursos, estableciendo un comportamiento de
curva en U invertida luego que, tras producirse un
fuerte consumo inicial con el empuje de países en
pleno crecimiento, vendría luego una disminución en
el consumo de recursos al ser alcanzadas ciertas
cotas de progreso no siendo tan necesario el uso
intensivo de recursos naturales.

77
Alfonso H. Zamudio D.

¿Una economía ambientalista o ecológica?

El mundo de finales del siglo pasado y


contemporáneo al tercer milenio se ha visto
enfrentado a un dilema que no debiera caracterizarse
como tal. Se debaten posiciones entre lo que algunos
denominan como antropocentrismo humanista y lo
que otros adjetivan como un naturalismo biocentrista.
Esto es, entre la premisa de una perspectiva
megalómana, consumista y utilitarista de la
naturaleza y una radical oposición a la explotación de
ecosistemas en función de los avances técnicos y
tecnológicos interesados.

Algunas voces se centran en discursos


inocuos que pugnan por no plegarse a un
ambientalismo pragmático ni a un ecologismo
profundo, pero ambas posiciones no pasan de
discusiones desorientadoras con interesadas y
malogradas pretensiones.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

A estas disquisiciones con intención filosófica


e infructuoso esfuerzo deontológico se suman de una
y otra parte muchos males sociales en crítico
contraste. Tobasura (1998) lo reflejó en una frase
que se reitera de formas diferentes convirtiéndose en
distractor de soluciones de fondo a la controversia
ecoambiental:

“Hoy, …, muchos defensores de la


naturaleza se rasgan las vestiduras porque
se tala un árbol o un pez naufraga en un
arroyo moribundo por el verano, mientras
caminan sobre los cadáveres de niños,
jóvenes y adultos víctimas del hambre, de
las pestes o de la violencia”28.

Pensamientos emocionalmente tan sentidos


declinan equívocamente en posiciones blandas
frente al daño de la naturaleza, con una serie de

79
Alfonso H. Zamudio D.

supuestos y temores que van de una extrema


política, a uno y otro lado del espectro de la
preocupación ambiental, sea por errónea
interpretación de la acción humana sobre el medio
natural o por otra, aunque correcta valoración de esta
intervención de la actividad económica en el entorno
natural, conducente a radicalismos
contraproducentes tanto en el debate como en la
realidad.

Pero en el camino de plantear criterios más


coherentes de las escuelas económicas con los
diversos movimientos sociales y corrientes del
pensamiento surgidos en el escenario capitalista
actual signado por el problema del deterioro
ecosistémico global, se debe evitar el recaer en el
espacio tradicional de las tendencias políticas y los
referentes usuales en la toma de decisiones
económicas.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Primero, debe hacerse precisión conceptual de


las premisas y visiones analíticas sobre la catástrofe
natural ya innegable a que se enfrenta el sistema
capitalista en el mundo de hoy. Martínez (2015), por
ejemplo, ha planteado de forma bien clara, cuál es la
dicotómica diferencia entre ambientalismo y
ecologismo, haciéndolo de manera un tanto concreta
y menos idealista.

El ambientalismo como tendencia de


pensamiento, dice Martínez, supone que todos los
problemas ambientales, económicos y sociales
pueden quedar al libre albedrío de la racionalidad
económica de los mercados y de la previsión y
medición del lucro como indicador de la viabilidad o
inviabilidad de iniciar y dar continuidad a una
determinada actividad de explotación de la
naturaleza.

El ambientalismo se emparenta así con las


perspectivas del pensamiento económico de hace

81
Alfonso H. Zamudio D.

dos siglos, pues presume que los mercados son


capaces de internalizar los costes ambientales, en
extremo asumiendo nuevas tecnologías prudentes, o
en corto plazo con simples cautelas jurídicas, una de
las cuales el reiterado principio de precaución
presente en la mayor parte de las normas
ambientales. Bajo esta perspectiva, los mercados de
patentes, por ejemplo, demarcan la acción de los
grandes conglomerados empresariales y señalan
fronteras de la geopolítica monopólica de las
naciones. El cuidado del medio ambiente comienza
así a proveerse de un cariz simplemente filantrópico,
se le enfrenta de manera consciente como uno más
de los aspectos a tener en cuenta al estudiar la
viabilidad de asignación óptima de los factores para
explotación de los recursos naturales disponibles en
una vía de desarrollo que se supone “sostenible”. En
palabras de Martínez:

“Surge así un mercado “verde”, que


acelera el consumo desenfrenado y
perverso del desarrollo sostenible, que
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

burla la razón crítica y agrava la crisis, al


cuantificar e integrar en la economía
positiva, los costes ambientales (presentes
y futuros) de la producción; y asignarles un
valor económico, mediante la lógica que
regula la oferta y la demanda. Las
externalidades no caen sobre quien las
provoca (productor), sino, sobre territorios,
pueblos, el ambiente, la sociedad
(consumidor)” 29.

Esta mirada reconoce que los mercados no


realizan las correcciones necesarias, que algunas de
estas son de carácter técnico y otras se basan en
políticas de subsidio que resultarán siempre
insuficientes para enfrentar los problemas
socioambientales. Se cree, además, que tales
supuestas correcciones no han de producir
afectaciones a un sistema general basado en el
crecimiento del consumo y la creciente acumulación
de capital. En este punto cabe observar que, más
que el consumo de confort, es el consumismo o

83
Alfonso H. Zamudio D.

consumo suntuario, una de las causas más


importantes de la crisis ambiental en el mundo. La
ropa rápida, por ejemplo y curiosamente, es la
segunda más grande contaminadora del mundo
luego del petróleo30. A ello coadyuvan las
desregulaciones de actividades económicas y de los
mercados globales, en conjunción con un
intervencionismo estatal a la manera de aparato
técnico al servicio mercantil de empresas privadas en
pleno uso de sus libertades. Este modo capitalista de
carácter mixto ignora los impactos provocados
reduciéndolos a la concepción de disfunciones
ajustables mediante instrumentos de política estatal a
niveles normativo y tecnológico. El sistema persiste
en un crecimiento no tan continuo como se desea,
pero cíclico a causa de sus mismas
disfuncionalidades. La proyección de lo que sucede
en el plano de una naturaleza expuesta a la
explotación creciente y desordenada se convalida en
un desarrollo humano que resulta injusto y muy poco
equitativo. La economía no responde a los intereses
humanos y a la satisfacción de necesidades sentidas
sino a los intereses dominantes en la cooptación de
corporaciones y estados en respuesta a su lógica de
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

los mercados. Se hace referencia a la obsolescencia


programada de los productos, pues solo se piensa en
el consumo continuo, en una senda que no es
ecológica ni prosocial.

La tendencia ecologista, en contraposición al


enfoque puramente ambientalista, no concilia con los
“principios” de supuesta sostenibilidad y de ética
ambiental, que planteando ser sustentables
requieren para el modelo prevalente importantes
cambios con relación al ambiente. La visión
ecologista enfatiza en dar solución al problema,
revelando las contradicciones del sistema de
perversidades amparadas en la libertad de
mercados, aunque no necesariamente partiendo de
su intervención mediante orientaciones dirigistas de
carácter ortodoxo. El ecologismo propone una
“política de los límites” o “sociedad de la escasez”,
que parte de reconocer la difícil renovación de
recursos y el delito social de asumir el consumo
descontrolado de recursos que no son renovables.

85
Alfonso H. Zamudio D.

La escasez invita, como principio, a asumir


conscientemente economías de ciclos cortos y
explotaciones de baja escala, reduciendo los
consumos energéticos y produciendo bienes
mediante tecnologías de alta durabilidad. A ello se
deben acompañar cambios en los patrones de
consumo que actualmente se expanden cada vez a
mayores segmentos poblacionales. Esto se puede
afirmar teniendo en cuenta que, adentrarles en una
mejora del consumo que supone salidas a la pobreza
o aun a la miseria observable en toda nación, incluso
aquellas consideradas con mayor desarrollo con
segmentos relativamente elevados de necesidades
básicas no satisfechas, no ha significado nada más
allá de engrandecer una falsa emblemática de auge y
progreso. No se ha logrado alcanzar, como sería lo
deseable, la conciliación de justicia distributiva con
una mejora esencial de niveles de vida con obligante
perennidad en el tiempo y bienes de más útil
perdurabilidad.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Es decir que, las naciones de clase alta y


media mundial no pueden calificarse aun como
sociedades educadas para el consumo sano y
responsable en la búsqueda del bienestar individual y
colectivo. Se requieren cambios radicales en los
patrones de consumo y las políticas de equidad y
redistribución del poder adquisitivo de todos los
segmentos sociales, como condición necesaria pero
no suficiente para adentrarse en un modelo de
desarrollo verdaderamente sustentable, justo y
equitativo en lo ambiental y lo social.

La sustentabilidad conlleva no consumir más


allá de las necesidades objetivas y no violando las
fronteras físicas y sistémicas de la naturaleza que,
aunque expugnables no deben seguir siendo
traspasadas. La cuestión ambiental es grave pues,
siendo nueve los límites planetarios importantes que,
si fueren respetados darían seguridad de operación a
la humanidad, ya hay cuatro de estos que han sido
sobrepasados a partir de la “gran aceleración”. Estos
son el cambio climático (es alta la concentración de

87
Alfonso H. Zamudio D.

CO2 equivalente en la atmósfera), la interferencia


con los ciclos de nitrógeno y fósforo (se están
produciendo flujos desde los sistemas de agua dulce
a los océanos y fijación biológica industrial a través
de fertilizantes), la integridad de la biósfera (uno de
los indicadores negativos es ya la creciente tasa de
extinción de especies), el cambio de los sistemas de
suelo (área de suelo con bosques como porcentaje
de la cubierta forestal del planeta), la acidificación de
los océanos, la eliminación del ozono estratosférico,
la carga de aerosoles en la atmósfera y la
contaminación química31.

No obstante, debe reiterarse enfáticamente


que el origen del cambio climático no es, como
piensan algunos de los sectores sociales
negacionistas, producto de fenómenos naturales sino
de origen humano, como lo ha evidenciado con
certidumbre científica del 97%, el Panel
Intergubernamental de Cambio Climático, pues la
combustión de la gasolina y el carbón han
incrementado el efecto invernadero sobre la tierra
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

produciendo un promedio incremental de la


temperatura de su superficie32. No debería
sorprender que la paradoja del cambio climático es
que ha resultado del ingenio y creatividad humanos
en su búsqueda de satisfacción de las propias
necesidades básicas, pues toda serie de
innovaciones como las tecnologías de vapor y de
combustión para uso industrial y de transportación,
como también de la fertilización agrícola para
aumento de su productividad han resultado
afectando al medio ambiente. Son bien reconocibles
las afectaciones al ecosistema debidas, por ejemplo,
al desarrollo ganadero por varios factores como su
excesiva necesidad en uso de tierras fértiles,
producción de CO2 y, debe insistirse, impacto en la
salud humana (enfermedades coronarias, diabetes,
obesidad, colesterol, entre otras) a través de su
consumo.

Debe anotarse al margen que acerca de los


términos utilizados en este tema hay ciertas
ambivalencias, como es el caso de los reconocidos

89
Alfonso H. Zamudio D.

fenómenos del Niño o la Niña, de los cuales se hace


una asociación usualmente incorrecta con el cambio
climático. Aunque antes ya eran predecibles ahora
solo han aumentado su frecuencia. Por otra parte, el
término de cambio climático es preferido en su uso
por las fuentes científicas al de calentamiento
global33.

Joseph Stiglitz (Nobel de Economía 2001) y


Paul Krugman (Nobel de Economía 2008), han
coincidido en que resulta más costoso para la
economía global continuar aplazando el combate
contra el cambio climático que afrontarlo, pues se ha
calculado que el combate efectivo al problema
climático requeriría la inversión anual de un
equivalente al 1% del PIB global, lo cual contrasta
con la pérdida por siempre del 5% de dicho PIB por
inacción. Un escenario aún más negativo indica que
podría darse el desplome del PIB hasta en un 20%,
lo que conllevaría una situación semejante al impacto
de una crisis económica sin antecedentes en la
historia. La base de tales cálculos ha tenido en
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

cuenta todo lo que la reducción de emisiones de


gases de efecto invernadero requeriría en términos
de inversiones para descarbonizar la economía
global a través de un período no menor a medio
siglo34.

Las ventajas esperadas

El mundo, de preeminencia capitalista hace


tres décadas, no puede deshacerse tan rápidamente
y como sería deseable de muchas de las formas
irracionales de su hacer actual. Eso lo comprueba la
distancia que hay entre una creciente conciencia
ecologista, pero no operante y una débil práctica
ambientalista en acuerdo con la experiencia de los
últimos setenta años. Cabe recordar que, sin
embargo, en la primera mitad del siglo XX ya se
habían planteado temáticas de protección de
recursos a nivel global. Desde 1913 la Conferencia
Internacional sobre la Protección de los Paisajes
Naturales en Berna, Suiza. Luego en 1923, se
realizaría el Primer Congreso Internacional sobre la

91
Alfonso H. Zamudio D.

Protección de la Flora y la Fauna, de los Parajes y de


los Monumentos Naturales en París y, en 1948 el
Congreso Constitutivo de la Unión Internacional para
la Protección de la Naturaleza en Fontainebleau,
también en Francia.

Es a partir de los años cincuenta que se


comienza a hablar con mayor frecuencia de
contaminación y se empezaron algunos estudios
acerca de los efectos negativos sobre el medio
ambiente. En los años sesenta algunos de los
sectores poblacionales fueron conscientes de las
consecuencias medioambientales en la vida diaria.
Se debe recordar una importante inflexión en el
pensamiento académico mundial cuando
investigadores del Massachusetts Institute of
Technology expusieron, lo que posteriormente se
plasmó en el informe del Club de Roma del año
1971, como los límites del crecimiento, previendo
hace medio siglo que el desbordamiento del planeta
a través de la extracción de recursos naturales a una
mayor velocidad que su capacidad de regeneración
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

en los recursos renovables y de una tasa marginal


cada vez menor de disponibilidad de los recursos no
renovables, como los minerales, indicaba la frontera
del crecimiento que actualmente es más evidente 35.

Los años setenta también vieron el comienzo


de iniciativas globales como la Asamblea General de
la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente en Estocolmo 1972, de las cuales
surgirían recomendaciones para los gobiernos y
organismos internacionales dirigidas al objetivo de
detener la contaminación del suelo, las aguas y el
aire. Vendrían luego las conferencias de 1977 en
Argentina y en Nairobi.

Luego, en 1987, los gobiernos del mundo en el


Protocolo de Montreal sobre la capa de Ozono,
reconocerían la existencia de los límites planteados
por el Club de Roma, tres lustros antes. En este
mismo año surge el concepto de desarrollo
sostenible, como el reconocimiento de la existencia

93
Alfonso H. Zamudio D.

de limitaciones que imponen a los recursos del medio


ambiente el estado tecnológico actual, la
organización social y la baja capacidad de la biósfera
de absorber los efectos de las actividades humanas
como hoy se están llevando a cabo36.

Río de Janeiro en 1983 y 1992, en Dublin


1992, El Cairo 1994, Dinamarca 1994 y 1996, Kyoto
1997, Nueva York 2000, Johannesburgo 2002, Balí
2007 Copenhague 2009, o Cancún 2010.

Los temas enfocados en estas reuniones


internacionales pasaron del agua, a la desertización,
de las ciudades y pueblos sostenibles, a
problemáticas más generales como el desarrollo, el
cambio climático y los gases invernadero. Luego de
un Foro sobre los bosques en 2011, en 2015 se
convocó por parte de la ONU la cumbre que arrojaría
como resultado el documento "Transformar nuestro
mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible". Han sido numerosos los eventos
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

desarrollados a la luz del Programa de las Naciones


Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA (United
Nations Environment Programme, UNEP). El
Transporte Sostenible y la problemática sobre
refugiados y migrantes fueron tratados en 2016, y, a
su vez, los Océanos en una cumbre de 2017. De una
secuencia anual que partió en 1994 se llegó a la
Conferencia de las Partes, COP24, que se llevó a
cabo en 2018. La Cumbre sobre la Acción Climática
hizo parte determinante de la programación de
Naciones Unidas. La IV Asamblea de Medioambiente
de la ONU, UNEA-4, en Nairobi 2019 llegó a un
acuerdo general provisional que entraría en vigor en
2030, para acabar con la contaminación marina por
plásticos y microplásticos, que ha sido cuantificada
en el 41% de los océanos que registra una huella
humana profunda y con muy pocas zonas del planeta
azul que permanecen prístinas37. Los desechos
domésticos, industriales, agrícolas y mineros no
tratados impactan la vida marina eliminando los
arrecifes de coral y reduciendo las actividades de
pesquería a nivel mundial38.

95
Alfonso H. Zamudio D.

En resumen, los esfuerzos de la organización


multilateral en foros, conferencias, cumbres y demás
reuniones de alto nivel alrededor de la
concientización de sociedades y estados sobre las
problemáticas del clima y los usos indiscriminados de
los recursos naturales, como de la intención
relativamente frustrada hacia el logro de
compromisos válidos, concretos y operativos, ha
marcado en términos generales ya un siglo, período
en el cual el avance de los factores negativos a la
naturaleza ha superado los esfuerzos por su racional
control. En este lapso de tiempo los países han
estado signados por un mayor desarrollo industrial y
los más elevados indicadores de consumo mundial, a
la par que se han producido muy altos logros
alcanzados por los diversos centros de investigación
y tanques de pensamiento en Ciencia y Tecnología.

Pero, en simultaneidad al crecimiento de los


resultados de la creatividad humana, es cada vez
más clara la catástrofe ocasionada a niveles bióticos,
abióticos y humanos que anuncia indefectiblemente
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

que ya se está en el proceso de extinción endógena


que ha significado la visión medioambientalista. Una
perspectiva que, sin asumir una seria orientación
ecologista de manejo de recursos y racionalización
de consumos, no se compagina bien con el cambio
que requiere el capitalismo conocido hacia objetivos
orientados por una brújula ecológica 39. Son ocho
aspectos cardinales resumidos en una Salud y medio
ambiente que deben mejorar en un entorno de
menores Emisiones, mayor Prolongación de
servicios, reducción de consumos de Energía,
aumento del Reciclaje, menor Generación de
residuos, mayor Conservación de recursos y baja
Intensidad de uso de materiales.

97
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

99
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

2. Una caracterización de las actividades


económicas

Las actividades sustitutivas

Las industrias o servicios de carácter


sustitutivo son aquellas cuyo objetivo central es
reemplazar actividades que puedan caracterizarse
como nocivas al medio ambiente biótico, abiótico o
humano, mediante formas de explotación, producción
y consumo que sean amigables a todo coentorno.

Una actividad sustitutiva tiene la difícil doble


misión de introducir un nuevo bien o servicio en los
mercados, además de alcanzar logros de
competencia destructiva y constructivamente. Werner
Sombart y Joseph Schumpeter lo vislumbraban hace
ya cerca de cien años, sustitución mediante
destrucción creativa de aquellas actividades de
agentes que actualmente surtan soluciones a las
necesidades de los consumidores y usuarios sin que
estos hayan sido percatados de los impactos

101
Alfonso H. Zamudio D.

negativos que su placer de uso o consumo actual


acarrea contra los otros, con afectaciones a corto
plazo en la actualidad para algunos, pero a largo
plazo contra todas las generaciones venideras.

Schumpeter ya lo expresaba como un tipo de


desarrollo “totalmente diferente a lo que puede ser
observado en la corriente circular o en la tendencia al
equilibrio. Es un cambio espontáneo y discontinuo en
los cauces de la corriente, alteraciones del equilibrio
que desplazan para siempre el estado de equilibrio
existente con anterioridad”40. La frase de este
economista político austriaco de comienzos del siglo
XX no era plenamente explicatoria, pero si
hondamente consciente de las dificultades que a la
destrucción creadora se le oponen. Cabe reconocer
que Schumpeter analizaba la destrucción creativa
desde un ángulo pasivo, mientras que la definición
de una actividad sustitutiva debe significar un tipo de
destrucción creadora orientada a una sustitución
“activa”, con plena consciencia social y con ánimo de
reemplazo de los actos específicos de “construcción
devastante” en que se han convertido muchas de las
actividades actuales del capitalismo desbordado.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Un pequeño ejemplo concreto de esto es la


producción de estevia, uno de los varios
edulcorantes de origen agrícola, bajo en
carbohidratos y azúcares, con muy poco efecto en la
glucosa en sangre, que están sustituyendo a la
sacarosa en el escenario de innovación actual. En
forma de glucósidos de esteviol o esteviósidos, la
estevia ha sido aprobada en diversos países
orientales, europeos y latinoamericanos, ante todo a
partir del presente milenio como un aditivo
alimenticio, suplemento dietético o edulcorante, solo
o incorporado a otros alimentos.

Siendo el azúcar un endulzante que se


considera perjudicial al organismo humano, debido a
que incrementa la tensión sistólica y la presión
arterial diastólica, además de estar relacionado como
factor cancerígeno y conexo con enfermedades
como la diabetes mellitus tipo 2 y el alzheimer, como
también siendo una fuente de calorías vacías, es un
producto que se ha considerado como debido
sustituíble pero que aún prevalece en los mercados
mundiales en productos de toda índole, un patrón de

103
Alfonso H. Zamudio D.

consumo nocivo, y en campos de caña


agroindustrializada, un patrón de producción que
afecta muchas cadenas alimenticias e incide de
manera interesada en las relaciones de poder,
mediante enormes entes empresariales alrededor los
ingenios azucareros.

Al respecto, las directrices de la OMS 41 han


recomendado de vieja data reducir el consumo de
azúcares libres a lo largo del ciclo de vida, debiendo
tenerse en cuenta que, tanto para los adultos como
para los niños, el consumo de estos debería
reducirse a menos del 10% de la ingesta calórica
total, considerándose además que una reducción por
debajo del 5% de dicho total de ingesta calórica
produciría importantes beneficios adicionales para la
salud.

Sin embargo, a pesar de su afectación a la


salud humana y de no ser sus derivados unos
ingredientes necesarios dentro de los patrones de
consumo humano, la caña de azúcar es cultivada en
amplísimos sectores rurales de cañaduzales, de
transformación agroindustrial de la caña y como un
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

insumo determinante dentro de la siguiente cadena


industrial ramificada a mezclas, bebidas y una
enorme cantidad de subproductos derivados 42. El
total del agro mundial dedicado a caña de azúcar se
acerca a 2 millones de hectáreas que, como
parámetro representan el 2,7% frente a la
denominada agricultura ecológica hoy cultivada a
nivel mundial en 69,8 millones de hectáreas 43. Otro
referente cercano es el de los cultivos transgénicos
que representan 185,1 millones de hectáreas a nivel
mundial44.

Hay en este ejemplo una serie de factores


constitutivos de importancia. Los recursos utilizados
en la industria azucarera, los valores agregados en
todas las actividades conexas y el “daño” a la salud
humana representan los componentes a considerar
en la actividad a sustituir. Por otro lado, estos
mismos factores deben también considerarse en el
proyecto sustituyente. A nivel simbólico:

(1) S= [ (Ra+VAa) (Rb+VAb)


Ina

Inb ]

105
Alfonso H. Zamudio D.

Donde:

S = Sustitución
R = Recursos invertidos
VA = Valores agregados
In = Impacto negativo
a = actividad sustituta
b = actividad sustituida

Condición óptima en la ecuación (1):


S>1

En este caso el estándar de decisión debe ser


un indicador resultante mayor a la unidad, lo que
indica una orientación positiva de la ejecución del
proceso sustitutivo en el mediano plazo, en cuanto la
diferencia con la unidad involucra un intervalo de
margen temporal. Si S = 1, el proyecto sustituyente
debe ser emprendido en un corto plazo dado que las
variables que integran el criterio de decisión son
susceptibles de cambios imprevistos. Un S<1 implica
que la toma de decisión involucraría un impacto
negativo sobre los costos sociales al incrementarlos.
Sin embargo, este diferencial de mayores costos
involucrados a la decisión de sustitución puede ser
considerado como una decisión inversora racional en
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

momentos en los cuales otros proyectos sustitutos de


mayor impacto hubieren sido ya puestos en marcha y
las consideraciones al respecto puedan permitir la
asunción de “pérdidas” financieras.

En esta última circunstancia:

Ss=[ ( S1 + S2 + S 3 …+ S n )−S x ] ≥ 1

Ss = sustitución social
Sx = actividad sustituida

O, de otra manera,
n
f ( Ss ) =∑ S ≥1
1

Es decir que, ante un emprendimiento


sustituyente a nivel nacional, por ejemplo, la
sumatoria de sectores con índices positivos puede
compensar uno o varios resultados negativos de
sectores cuya sustitución resulte relativamente
costosa, pero ante lo cual dicha economía de sector
o empresa específica pueda asumir tal decisión de

107
Alfonso H. Zamudio D.

pérdida financiera a cambio de la mejora en réditos


socioecológicos de carácter agregado.

Las actividades restitutivas

Las actividades restitutivas pueden definirse


como aquellas que, dentro de la cadena de
producción y distribución a la cual pertenecen,
utilizan recursos naturales o transformados, con un
determinado impacto nocivo sobre los medios
bióticos, abióticos y humanos pero que, en
concordancia con ello, y ante una justificada
necesidad de mantener su producción o servicio
frente a la sentida y justa satisfacción de una
necesidad social inmediata, deben mantenerse pues
restituyen socialmente en términos de los impactos
ambientales ocasionados, pero en contraste de éstos
con los beneficios de toda índole que pueden
generar, a pesar de una relación beneficio/costo
menor que la unidad o incluso negativa.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Es decir, la satisfacción de necesidades


sociales a través de la oferta de un bien restitutivo
supera los impactos ambientales negativos de sus
demandas intermedias, bajo una perspectiva que
resulta permisible para cortos o medianos plazos sin
soslayar la obligación de ser eliminada, si las
condiciones tecnológicas llegan a permitirlo, o de ser
sustituida parcialmente por fuentes que, aunque
adversas generen menores afectaciones sobre el
medio ambiente.

Aunque esta puede ser la imagen conceptual


de cualquiera de muchas de las actividades
predominantes en los sectores y economías
actuales, que suelen actuar bajo principios
depredadores y de prevalencia de búsqueda de
beneficios nominales sobre costos reales, en los
casos restitutivos se trata de actividades sobre las
cuales la toma de decisión social se basa en el
reconocimiento de que sus beneficios reales a nivel
social son mayores que los costos nominales y/o
reales en el orden ambiental. Una sociedad acepta la
afectación inducida sobre la naturaleza por la
determinada actividad restitutiva en contraste con la

109
Alfonso H. Zamudio D.

satisfacción de necesidades inaplazables que esta


provee a nivel humano.

Uno de los ejemplos emblemáticos de lo que


se puede considerar como actividad restitutiva es el
uso de técnicas de fragmentación en la industria
petrolera mundial. Aunque es objeto de gran debate
mundial, el fracking resulta un buen ejemplo de lo
que podría considerarse como actividad restitutiva.

No siendo esta exposición una defensa


contradictoria con la temática bioética de un
ecocapitalismo deseable, la decisión de emprender
explotaciones petroleras o de gas, con base en la
tecnología de fracturación o estimulación hidráulica,
destinada a horadar el subsuelo en busca de estos
recursos naturales no renovables, resulta en un buen
ejemplo de lo que, en algunos casos muy
específicos, podría justificar su calificación como
actividad restitutiva, aunque teniendo como
perspectiva un determinado mediano plazo, luego del
cual la sociedad debe proceder a su sustitución con
otra fuente o tecnología, para lograr su eliminación
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

como actividad contraria al equilibro natural de los


ecosistemas.

A la técnica de fragmentación se le acusa de la


contaminación de acuíferos, de un desproporcionado
consumo de aguas, de contaminación atmosférica y
de la afectación sonora del hábitat cercano, de la
migración hacia la superficie de los gases y químicos
utilizados en el subsuelo con la correspondiente
contaminación de los terrenos superficiales debido a
los vertimientos generados por la actividad y,
finalmente, por los eventuales efectos nocivos de
todos estos factores en la salud humana y de otras
especies vivas. En algunos países se han
evidenciado posibles correlaciones de los
incrementos en la actividad sísmica con las
inyecciones profundas de los fluidos utilizados para
el fracking.

Ante las dudas de orden científico sobre este


delicado tema. los diversos Estados han acudido a
esgrimir los principios de precaución y de
participación. Estos principios, más que de orden
técnico son de carácter normativo. Dado que en gran

111
Alfonso H. Zamudio D.

parte de los países es sujeto de protección


constitucional el medio ambiente, en aquellos en los
cuales la carta constitucional asume derechos de
última generación los mencionados principios hacen
parte del conocido como neoconstitucionalismo
ambientalista.

Sin embargo, podría considerarse una muy


débil relación entre el principio de precaución como
desarrollo del deber de protección al medio ambiente
y el principio de participación social en las decisiones
acerca del emprendimiento de actividades que
pueden afectar o no al medio natural. Es por ello que,
la prevención del daño a la naturaleza, cuando existe
falta de certeza científica de impactos graves e
irreversibles sobre el medio ambiente, no debería
obstaculizar la adopción de medidas preventivas
para evitar la degradación del medio ambiente, en
tanto no haya pruebas en contrario.

Retornando al ejemplo de afrontamiento de


técnicas de explotación de hidrocarburos no
convencionales, HNC45, se suele tener como
sustento una serie de argumentos económicos entre
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

los cuales la permanente necesidad de mayores


ingresos, la introducción de esta variable tecnológica
de la fracturación como instrumento de productividad
con mayor rapidez de extracción y menor relación
costo/beneficio, obviando la mensura de los daños
mediatos e inmediatos a la naturaleza.

La aplicación del fracking es, por tanto, en


horizontes de corto plazo una decisión de política
económica que en lo cuantitativo prioriza la
satisfacción de necesidades presupuestales y en lo
cualitativo la aceptación de costos no económicos
representados en la afectación a los medios
naturales. Se pueden considerar costos no
económicos, en cuanto al no contener la
incorporación de costos de fuerza de trabajo ni
ingresar a mercados explícitos, los daños son aún
cuantías no económicas. La cuantificación de daños
previsibles a la naturaleza conllevaría en el muy corto
plazo a un encarecimiento del bien extraíble y
retrotraer las desventajas del proceso de explotación
llevando a la decisión de no realizarlo. Pero, con la
premisa de serios y fuertes compromisos de asumir
estrategias dirigidas a la paulatina reducción de

113
Alfonso H. Zamudio D.

hidrocarburos, de llevar a cabo procesos sustitutivos


mediante la implementación a inmediato y muy corto
plazo de tecnologías energéticas alternativas
(eólicas, solares, geotérmicas, hidráulicas y/o de
biomasa residual), la decisión de utilizar la
fragmentación como actividad temporal de mediano
plazo es un ejemplo de actividad restitutiva.

La restitución se basa en el cumplimiento de


las siguientes condiciones:

( Ra+VAa)
(2) Rt = [ Ina ]
Donde:

Rt = Retribución
R = Recursos invertidos
VA = Valores agregados
In = Impacto negativo
a = actividad retributiva

Condición de aceptabilidad en la ecuación (2):

Rt ≥1
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Condición en términos de su relación costo /


beneficio:
c
0> <1
b

Respecto a la curva medioambiental

La conocida Curva Medio Ambiental de


Kuznets46, plantea la hipótesis de una relación entre
crecimiento económico y calidad ambiental, según la
cual a corto plazo dicho crecimiento económico
genera un mayor deterioro medioambiental, pero a
largo plazo y en la medida que las economías elevan
su nivel de vida, este crecimiento económico resulta
beneficioso para el medio ambiente.

En términos reducidos, la calidad del medio


ambiente mejoraría con el incremento en el ingreso,
aunque con la condición de que esto vaya en
correlación causal con una franca disminución en el
uso de tecnologías nocivas gracias a las

115
Alfonso H. Zamudio D.

innovaciones técnicas y tecnológicas que han de ir


permitiendo su reemplazo.

Se considera que la mejora del nivel de vida es


resultado conjunto de mayores comodidades en
términos de adquisición de bienes y servicios a nivel
individual y colectivamente, lo que incluye la
producción de bienes privados y públicos, además
del mejoramiento de variables como la distribución
del ingreso, el cumplimiento de los derechos
fundamentales y prestacionales, las libertades
políticas, entre otros muchos.

En la fase ascendente de la mencionada curva


de Kuznets los impactos ambientales aumentarían en
la medida que la sociedad se acerca a niveles de
vida deseados, para luego, longitudinalmente en fase
de mayores ingresos y altos indicadores de
condiciones de vida, evidenciar un decrecimiento de
los impactos negativos sobre el medio ambiente. No
obstante, estos resultados son transversalmente
diferenciales entre la población según su
estratificación socioeconómica. La población con
mayor ingreso y conciencia del deterioro ambiental,
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

reconoce que una mejora en la calidad ambiental


reporta beneficios sobre su bienestar individual y
social, conduciendo sus preferencias y patrones de
consumo hacia la preservación del medio natural y
utilizando su cercanía al poder político para la
realización de estos valores y la inducción paulatina
de los demás sectores poblacionales en esa misma
forma de obrar. En cuanto estos mejores indicadores
de desarrollo social alcancen a los sectores de
menores ingresos o mayor pobreza de la población
se estaría extendiendo la reducción del deterioro
ambiental.

Sin embargo, aunque numerosos estudios


empíricos han evidenciado el cumplimiento de la
hipótesis kuznetsiana en sociedades desarrolladas,
otros hallan una relación directa entre el
mejoramiento de ingresos y nivel de vida con los
crecientes indicadores de afectación medioambiental.
Por otra parte, en países con menor desarrollo
también los indicadores de afectación a la naturaleza
son concomitantes con el aumento de las mejoras en
niveles de consumo y otras variables de calidad de
vida.

117
Alfonso H. Zamudio D.

Para efecto de mantener un enfoque de


transición hacia un ecocapitalismo operante, debe
darse implementación de políticas sustitutivas y el
emprendimiento de política retributivas, basadas en
el uso de materias primas renovables, biorefinación
paralelamente sustitutiva a operaciones de
aceleración tipo fracking, uso de desperdicios
orgánicos a manera de biomasa energética, entre
otras tácticas que deben considerarse dentro del
punto de partida hipotéticamente situado en el tope
máximo de la curva ambiental de Kuznets, o
permitiendo adelantar el auge de la curva hacia dicho
punto de inflexión para adentrarse en la fase de
desaceleración de la degradación ambiental con
crecimiento económico de cambio paulatino.

Ecocapitalismo sustentable y sostenible

La literatura económica utiliza el concepto de


desarrollo sostenible dentro de los debates al
desarrollo económico que se han producido en el
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

último medio siglo, como un constante acercamiento


a la creciente problemática ambientalista del modo
de vida contemporáneo. Aun así, aunque el
desarrollo sostenible tiene un carácter ambientalista
o quizá economicista, no representa un enfoque
realmente crítico respecto a las necesidades
estructurales que revela el sistema capitalista como
inherentes a las falencias que su actuar representa
contra la naturaleza y la misma sociedad.

El concepto de desarrollo sostenible es


ambientalista mas no ecologista. La sostenibilidad
confiesa un permanente convivir con los métodos
actuales y con difíciles caminos de contrición
capitalista. La sostenibilidad plantea dilemas teóricos
entre productividad y desarrollo, consumo y
consumismo, depreciación y obsolescencia de los
activos productivos, obsolescencia programada y
ciclo productivo en los bienes ofrecidos,
correlaciones de ingreso y consumo, todos ellos con
una mirada cuantitativista que busca diferir en el
tiempo los impactos nocivos del modo de producción,
pero no su reversión y el recambio de técnicas y
tecnologías hacia sustitutos que satisfagan las

119
Alfonso H. Zamudio D.

mismas necesidades con benévolos impactos sobre


los ecosistemas.

La sustentabilidad capitalista, como autonomía


del sistema, no puede alcanzarse sin la eliminación
de las ingentes adversidades provocadas sobre la
naturaleza. Debe darse solución a estas para
proclamar la sustentabilidad más allá de la simple
sostenibilidad del sistema.

Desde la Declaración de Estocolmo de 1972,


los acuerdos internacionales han advertido sobre la
necesidad de preservar el medio ambiente, el
desarrollo económico y social, la no descarga de
sustancias tóxicas y de otras materias que causen
daños a los ecosistemas acuáticos, aéreos y
terrestres. Sin embargo, no aconsejan de manera
bien concreta cuáles han de ser las políticas públicas
de los diferentes Estados adherentes ni las diversas
estrategias empresariales privadas y pùblicas que en
cada país pudieran contener los negativos influjos
directos e indirectos de sectores productivos sobre la
vida humana en general.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Dos décadas después en la "Declaración de


Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo",
se han ido reafirmando las relativamente infructuosas
palabras sobre una alianza mundial nueva y
equitativa entre las naciones, mediante acuerdos
internacionales de igualdad e integridad del sistema
ambiental y persistencia en el desarrollo mundial,
todos estos discursos intencionales que reiterados en
el "Protocolo de Kioto en la Convención Marco de las
Naciones Unidas" de 1997, solamente innovaron
introduciendo la concepción del cambio climático,
sobre elementos que la Organización de las
Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial
(ONUDI) y el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA), introducirían
formalmente en 1998 sobre la necesidad de
desarrollar capacidades nacionales en Producción
Limpia dentro del fomento al desarrollo industrial
sostenible, peyorativamente enfocado a países en
desarrollo o en transición.

Una “producción limpia” acompañada de


conceptos como “minimización de residuos”,
“prevención de la contaminación” y “ecoeficiencia”,

121
Alfonso H. Zamudio D.

que conllevan estrategias de “hacer más con menos”,


no se encuentra apartada del constante uso de los
recursos naturales, materias primas e insumos con
ánimo eficientista en reducción de costos y
generación de residuos, sin atacar con eficacia la
contaminación y los riesgos ambientales inherentes a
esta persistente producción y consumo de los
mismos bienes derivados de la explotación nociva de
recursos, en su mayor parte de carácter no
renovable.

Es así como el acuerdo climático de París en


2015 se orientó a delimitar mediante indicadores
demasiado generales, como las fronteras de
calentamiento global a muy por debajo de 2 °C
respecto a los niveles preindustriales. De otra parte,
el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
en 2018 propuso que el aumento se limitara a 1,5 °C.
Del lado del pensamiento económico, William
Nordhaus (Nobel de Economía 2018), quien ha
incluido la variable del cambio climático en modelos
macroeconómicos de largo plazo propuso límites de
3,5 °C para el año 2100, lo cual significaría que ya en
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

el 2050 las emisiones netas considerables como


aceptables deberían ser de 0.

Dentro de este tema, el impacto climático del


calentamiento global en el rendimiento de los cultivos
significa incrementos en las zonas más frías y
disminución en las regiones más cálidas, provocando
cambios importantes en los ciclos hidrológicos, con
precipitaciones extremas como el denominado
fenómeno de “la niña” y sequías más prolongadas
como en su antagónico “el niño”, con los
correspondientes efectos adversos en las actividades
agrícolas, pero con incidencia hasta en las
migraciones humanas. Debe recordarse, sin
embargo, que estos fenómenos no han sido
causados por el cambio climático, siendo su única
relación posible con este fenómeno unas mayores y
más bajas temperaturas dentro de estos que siempre
han sido recurrentes ciclos naturales.

En esta problemática área de reflexión pasa lo


que en otros campos de la economía que se
pretende predictiva. En el actual milenio se han
sofisticado modelos de previsión que no han sido

123
Alfonso H. Zamudio D.

realmente útiles, como sucedió en el gran desastre


del 2008. Esos modelos no hicieron ninguna
advertencia del desastre inminente y solo sirvieron
para que los gestores bancarios, las bancas
centrales del mundo y sus entes reguladores
confiaran de manera bien arriesgada en que todo
estaba previsto, medido y posible de manejar a buen
destino y con la precisión de una disciplina exacta.
Es lo que pasa actualmente con los muchos modelos
de alta sofisticación que calculan el supuesto nivel
óptimo de calentamiento global o los costos
económicos de alcanzar la neutralidad de carbono
hacia el 2050. Resultaría mucho más realista y con
algún carácter científico, estimar todo ello con base
en una metodología introspectiva, si puede
denominársele así, estimando los costos de los
efectos adversos de las diferentes actividades
humanas sobre el cambio climático, lo cual se
argumenta y mide equivocadamente, pero no se
toma como directriz obligante para una real contrición
ecologista y de mejoramiento del sistema económico.

Desde hace más de cuatro décadas


Nordhaus47 analizaba el coste-beneficio del cambio
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

climático y para 1975 concluía que 20 C era una


temperatura aproximadamente equivalente a la
duplicación de concentraciones de CO2
preindustriales, lo cual permitía dimensionar que el
alcance de una economía sin carbono requeriría un
aumento del uso global de electricidad de cerca de
cuatro veces para mediados de este siglo (de 23.000
a 90.000 teravatios / hora, TW). A pesar de altos
requerimientos en inversiones esto resulta factible
pues la oferta por parte de los proveedores de
energía solar y eólica se consigue actualmente a
precios similares al costo de la generación con base
en combustibles fósiles. Esta real viabilidad involucra
costos de almacenamiento de energía para consumo
en épocas no soleadas o de vientos calmos, además
de las acciones sustitutivas para descarbonizar
sectores industriales del acero, el cemento o
petroquímicos, principales emisores contaminantes
cuyo costo a nivel de la economía global ha sido
calculado solo entre el 1 o 2% del PIB mundial 48, ello
sin estimar la posibilidad de avances tecnológicos
que contribuyeren a su morigeración. Como también,
otras alternativas de estabilización del clima y de
descarbonización de la economía que han sido

125
Alfonso H. Zamudio D.

avizoradas en el curso el presente milenio 49. Por


ejemplo, en 2010, la Agencia Internacional de
Energía proyectaba una caída del 70% en los costos
de los equipos solares fotovoltaicos para 2030 lo que
contrario a lo esperado se alcanzó con adelanto en
201750.

En este contexto de proyecciones inciertas y


reales certezas, la 21 Conferencia de las Partes de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (COP 21), llevada a cabo en París
en 2015, adoptó el Acuerdo de París firmado por los
195 países miembros y destinado a regir desde 2020
en coincidencia con la finalización del Protocolo de
Kioto, que pretende sostener como meta de aumento
de la temperatura global debajo de los 20C,
estableciendo medidas de reducción de las
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)
mediante la mitigación, adaptación y resiliencia
respecto a efectos del calentamiento global sobre los
ecosistemas. Sin embargo, en junio 1 de 2017, el
presidente Donald Trump anunciaría la retirada de
Estados Unidos, siendo el único país fuera del
acuerdo.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

A pesar de celebrarse con continuidad anual,


las Conferencias de las Partes (COP), órgano
supremo de la Convención Marco de las Naciones
Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), han
operado en 2016, COP22, Marrakech, como “reunión
técnica”; 2017, COP23, Fiji-Bonn, como impulso al
Acuerdo de París tras la decisión de abandono por
parte de Estados Unidos; 2018, COP24, Katowice,
Polonia, en la cual Estados Unidos, Rusia, Arabia
Saudí y Kuwait no estuvieron de acuerdo con el
informe del IPCC, llegando a argumentar que “el
Acuerdo de París ha muerto”. El ambiente de la
reunión fue de incomprensión fundamental de la
urgencia climática actual por parte de algunos
países.

Así, se llegó a la programación de la COP25,


2019, en Santiago de Chile, en vilo debido a los
disturbios del mes de octubre en ese país y que
finalmente se celebró en Madrid durante la primera
quincena del diciembre 2019 con la presencia de la
OCDE, el BID y la nueva Comisión Europea. Se
ingresó de esta manera al año 2020 con la

127
Alfonso H. Zamudio D.

esperanza de iniciar la vigencia del Acuerdo de 2015


y la frustrante oposición de Estados Unidos y algunos
otros líderes petroleros a la evidencia científica y a la
necesidad de librar la gran batalla ecologista. Esta
cumbre de Madrid terminó sin resultados, aplazando
todo para la siguiente reunión y con la prevista
ausencia de Estados Unidos, China, Rusia e India,
causantes del 55% de las emisiones nocivas, lo cual
está significando la dilación a favor de empresas y
gobiernos que siguen contaminando. En tanto, la
comunidad científica sigue alertando sobre la
disolución de los hielos polares y otras varias
catástrofes incipientes. Expertos en los temas
económico-ecologistas51, realizan proyecciones tales
como, por ejemplo, que la reposición de los hielos de
la Antártida costaría unas 9.000 veces las reservas
de combustibles fósiles de la Tierra, o que el nivel de
los mares debido a ello subiría unos 70 metros.

Desarrollo con sustentabilidad y democracia


representativa real
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

La concepción de desarrollo sustentable


incluye no solo el reconocimiento de los límites de la
naturaleza en su relación con el crecimiento
económico, sino que exige la transformación de las
economías hacia una mayor diversificación,
competitividad y, en general, una mayor sensibilidad
frente a las necesidades sociales52.

La sustentabilidad exige nuevas condiciones


económicas, sociales y ambientales. Se hace
necesario que las naciones revisen lo que puede
denominarse, por ejemplo, como competitividad
espuria basada en bajos salarios, irresponsable
sobreexplotación de los recursos naturales sin partir
de, por lo menos, el costeo de la recuperación de los
daños causados, depreciación ficticia de la tasa de
cambio o creación de subsidios a la apreciación de
los factores de producción. Para ello, la mirada ha de
dirigirse a principios de equidad, ecoeficiencia y
productividad, acompañados de elementos
institucionales de elevación de los criterios de
estabilización de las democracias, así como la
despolitización de los trámites de normatividad y
legalidad respecto a marcos regulatorios apropiados

129
Alfonso H. Zamudio D.

frente a los intereses privados, multinacionales e,


incluso, de la ilegalidad organizada internacional.

Se requiere de una profunda revisión de los


aspectos políticos que han desvirtuado las
democracias participativas, lo que ha deslegitimado
los procesos electorales convirtiéndolos en
instrumentos de la alta política y engañoso proceso
de sustentación de un statu quo que prohíja, no los
intereses de las mayores masas y de la voz inane de
la naturaleza, sino los poderes desatados del enorme
aparato productivo que se identifica con las causas y
las grietas del actual capitalismo depredador.

La restitución es reparación y restauración

La restitución hace referencia a aquel grupo de


actividades derivadas o conexas que implican
mecanismos de reparación o restauración que han de
efectuarse para resolver el daño material concreto del
ambiente53. Las actividades restitutivas buscan devolver,
directa o indirectamente, a la naturaleza lo que se le
extrae. Involucran elementos de reparación en cuanto
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

compensan (indirectamente) o devuelven (directamente)


al planeta lo afectado en términos de daños al orden
natural. También se orientan a restaurar el estado u
orden previo de natura antes de intervenirla, consciente o
inconscientemente.

Se considera como reparación ambiental el


proceso jurídico y práctico (la reforestación es un caso
emblemático de reparación indirecta) por el cual, a partir
de la determinación valorativa de un bien que ha sufrido
deterioro por un daño ambiental, el agente dañoso debe
indemnizar efectivamente al, o a los afectados54; 55
; 56
.
Luego de establecer que la afectación de un elemento
del ambiente, como el agua, por ejemplo,
indefectiblemente tiene efectos sobre otros componentes
del mismo ambiente dada la prevalente interdependencia
de los fenómenos naturales, pero su daño ecológico
hace afectación al conjunto de los elementos de un
sistema de forma indirecta y difusa, de manera tal que no
permite dar paso a derecho a la reparación, aparece una
doble incidencia del daño ambiental. Una, como impacto
a un interés colectivo carente de materialidad y de
titularidad colectiva. Otra, concordante con daño civil

131
Alfonso H. Zamudio D.

como una afectación directa a las personas o a sus


bienes.

De modo que en la reparación ambiental no hay


solo un componente de resarcimiento pecuniario propio
del ordenamiento civil, sino también la restitución a su
estado anterior de los ambientes ecológicamente
dañados o deteriorados. Esto es, de acuerdo con las
ecuaciones de Sustitución (1) y Restitución (2), que la
variable In (Impacto negativo) se acrecienta no
solamente con factores de reparación y restauración
a niveles colectivos y civiles individuales, sino con
mayores cuantías de costo inherentes al conjunto de
los recursos R, previstos en las políticas sustitutivas
y restitutivas que se deben tener en cuenta.

Las restituciones financieras directas e indirectas

Una de las recientes figuras financieras más


innovadores y notorias ha sido la invención de los
Bonos de carbono o bonos CO2, que buscan
conciliar los intereses de países desarrollados con
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

los de países en vía de desarrollo, o quizá mejor de


los que afectan más y los que impactan menos a la
naturaleza y el equilibrio ambiental, en procura de
incentivar acciones tendientes a reducir el impacto de
las actividades sectoriales y empresariales en contra
del medioambiente. Mediante estos activos
financieros que representan una cierta cantidad de
toneladas capturadas de Dióxido de carbono, se
obtiene que al ser vendidos a los países
industrializados puedan generar ingresos al país
productor que ha confirmado el alcance de metas
parciales hacia la reducción de dichas emisiones de
CO2.

De esta manera el esfuerzo de países


usualmente menos afectantes de la naturaleza, pero
con mayor capacidad de reducción de emisiones
venden esa característica o logro a aquellos países
que afectan en mayores cuantías a los medios
naturales, pero cuentan con más reducida capacidad
de disminuir o atenuar los impactos negativos que
generan.

133
Alfonso H. Zamudio D.

Cabría esperar que esta iniciativa mundial


fuera eficiente en el corto o mediano plazo, buscando
ser una estrategia de suma cero, pues unos pocos
restaurarían o sustituirían en términos de producción
de CO2 al planeta, compensando lo que otros
generan en deterioro ambiental medido en unidades
de carbono. Pero se ha evidenciado como difícil
tarea para la humanidad poner en práctica su
consciencia ambiental en estos nuevos términos. Sin
el esfuerzo concreto de unos y otros, la suma cero
sería simplemente nominal y elevada a intercambio
de ítems contables de orden financiero sin influencia
alguna en la reducción neta de las afectaciones. Es
lo que está sucediendo.

Los bonos de carbono surgieron como un


mecanismo al final del anterior milenio en el
Protocolo de Kioto (1997), destinado a buscar el
aporte de soluciones para reducción de las
emisiones contaminantes causantes del
calentamiento global. El protocolo buscaba que los
países más industrializados cumplieran con una
reducción en sus emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI), en cuanto si una empresa o país
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

lograra reducir sus emisiones de CO2 pudiera poner


en venta dicha reducción a aquellos países
desarrollados que se encuentren comprometidos o
estén obligados a emitir menos gases, lo que
significa generación de beneficios ambientales para
la sociedad. Igualmente, los países considerados
como desarrollados también podrían cofinanciar los
proyectos de captura o abatimiento de gases nocivos
en otras naciones, pudiendo así acreditar tales
disminuciones como propias57. No está sucediendo.

Los bonos de carbono representan en términos


del lenguaje economicista una extensión
poskeynesiana de la demanda de liquidez y de
innovaciones financieras58. Fueron propuestos por la
economista argentina Graciela Chichilnisky, como
unos activos financieros que serían creados a raíz de
la implementación de los Mecanismos de Desarrollos
Limpios (MDL), con el objetivo de reducir las
emisiones de gases de efecto (GEI) invernadero que
causan el calentamiento global, inscritos en Kioto con
vigencia actual59, hasta diciembre de 2020, como se
acordó en las Conferencias de Partes COP18 y en la

135
Alfonso H. Zamudio D.

COP21 (cuya prórroga, sin embargo, no fue


respaldada por Estados Unidos, Rusia y Canadá).

Los elementos relacionados con esta


innovación financiera se pueden agregar, en términos
de simbolización económica con enfoque
cuantitativista, a la ecuación de preferencia por
liquidez iniciada por Hyman Minsky, con el fin de
incorporar esta clase de demanda monetaria
internacional a los elementos en función de la relación
costo beneficio que hay en la decisión de contaminar o
pagar por parte de las empresas nacionales y
multinacionales. Los bonos de carbono resultan en un
agregado comprensible dentro del mundo económico
nominal, equilibrados en el mundo económico real con
cuantías de toda índole, sin impactar en niveles de
sustentabilidad.

Dentro del ya mencionado acuerdo de Kioto se


buscó reducir las emisiones de varios de los más
importantes gases causantes del calentamiento global
como son el dióxido de carbono (CO2), el gas metano
(CH4) y el óxido nitroso (N2O), además de gases
industriales como los hidrofluorocarbonos (HFC), los
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

perfluorocarbonos (PFC) y el hexafluoruro de azufre


(SF6). Con base en dicho compromiso, algunos de los
países firmantes, que ratificaron luego el protocolo, se
plantearon diferentes tasas porcentuales de variación
en función de variables económicas y ambientales,
que van en su momento desde el -28% de
Luxemburgo a un +27% de Portugal, como países
comprometidos.

A dicho compromiso de carácter cuantitativo se


le introdujeron ex tratado algunos tipos de proyectos
con apoyo en innovaciones financieras. Es así como
en la línea de los biocombustibles, algunas firmas
europeas se propusieron construir en Latinoamérica,
proyectos que van desde termoeléctricas con base en
derivados del carbón vegetal, como combustible para
generar electricidad, hasta plantas siderúrgicas
localizadas en diferentes puntos del hemisferio para
cumplir con la dicha Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, hasta la
emisión de los mencionados papeles financieros
representativos de ahorro en unidades de carbono,
emitidos dentro de mercados de carbono en los que

137
Alfonso H. Zamudio D.

participan los países comprometidos con políticas de


mitigación.

Al sustituir con emisiones de combustión de


orgánicos las provenientes de fluorocarburos del
carbón o el diesel, disminuyendo la cantidad de CO2,
dicha reducción se computa en el haber contable de la
multinacional correspondiente dentro de lo que, desde
la entrada en vigor del Protocolo en 2006, son los
MDLs. Cada país ratificante tiene asignadas unas
cuotas máximas de emisión de gases con efecto
invernadero, que no deberá sobrepasar. El objetivo
para el período 2008-2012 planteaba reducir las
emisiones en un 5,2% respecto a los índices de
199060, ante un escenario que sin el acuerdo podía
llegar a niveles de emisión del 29%.

En camino de cumplir dichos compromisos


anuales, cada país o empresa diseñaría un Plan
Nacional de Asignaciones con el fin de distribuir los
derechos de emisión y cuando superan el límite
asignado se pondrían en funcionamiento los MDL o el
comercio de emisiones que, a partir del 2001 en Bonn
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

y Marrakech, hicieron realmente posible la aplicación


del acuerdo de 1999.

El mecanismo obraría también cuando una


empresa de un país desarrollado buscara reducir las
emisiones haciéndolo a través de un país considerado
de menor desarrollo invirtiendo en energías limpias o
menos contaminantes o renovables, pero a menores
costos generales. De esta manera, formado un amplio
mercado de emisiones, cada uno de los países que
superara los límites admitidos compraría derechos de
emisión a países que no hubieren llegado a las cuotas
establecidas para ellos, permitiendo cumplir con las
exigencias del protocolo, pero sin lograrse la reducción
de la contaminación total. Igualmente, al esquivar los
compromisos adquiridos, como ha sucedido, mediante
la compra de derechos de emisión de gases menos
contaminantes, como el metano o el HCF-23, se está
cumpliendo solo formalmente lo convenido en Kioto.

Este esquema, que birla un tratado tan


avanzado en materia de protección ambiental en lo
referente a alcances concretos en reducción de CO2,
crea entonces un mercado de enormes inversiones en

139
Alfonso H. Zamudio D.

MDL como sucedió en el 2004, cuando el incipiente


juego de oferta y demanda de derechos y emisiones
vendió 64 millones de toneladas de CO2. A la entrada
en pleno vigor del protocolo en el 2005, se acrecentó
el intercambio de opciones y futuros europeos sobre
emisiones de gases contaminantes, ante todo de
CO261, dando oportunidad a que los consultores, los
inversores, los brokers y el sistema bancario
descubrieran la veta en la cual los expertos en CO2 y
cambio climático se han convertido en otra especie
que maneja estos nuevos derivados financieros.

Para el año 2010, las inversiones alcanzaron


los €200.000 millones con el agregado negativo de
que las infraestructuras de MDL en países en
desarrollo tienen como referente un compromiso que
no iba más allá de 2012. No obstante hay en curso un
régimen post 2012 derivado de la XV Conferencia
sobre Cambio Climático, de 2009, en Copenhague,
Dinamarca y COP16 en Cancún, México, del 2010,
de las cuales salió el compromiso de proporcionar
US$30.000 millones de financiación rápida y de
movilizar US$100.000 millones a partir de 2020 para
atender a las necesidades de los países en
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

desarrollo y en complemento con el Plan de Acción


de Bali y los cuatro elementos clave identificados allí
en mitigación, adaptación, finanzas y tecnología.

De este nuevo mercado mundial de emisiones


surgen, no obstante, conclusiones ciertamente
negativas en los planos monetario, financiero y
ambiental. En lo monetario sorprenden las grandes
cifras malgastadas en inducir comportamientos
ecologistas como respuesta de las empresas y los
países. En lo financiero, la insaciable búsqueda de
innovaciones en derivados financieros que soslayan
la práctica de los mercados reales especulando en el
mundo bursátil. En lo ambiental, la aceptación de lo
paradójico de las buenas intenciones de Kioto, en el
sentido de que ha sido imposible reducir la
contaminación a escala global y se ha impuesto la
política pragmática de que quien contamine, pague.

De todo ello, en suma, se incrementa en el


fondo global de los flujos de capital la cifra que no
corresponde a actividades productivas, calculada por
el Banco Internacional de Pagos para el año 2008 en

141
Alfonso H. Zamudio D.

un 95% de ellos como flujos de capital puramente


especulativos.

Los resultados de este mercado de “bonos


verdes” alcanzaron a comienzo del 2016 unos US$87
billones, de acuerdo con las cifras del Climate Bonds
Initiave, US$200-250 en 2019 y con una meta de
US$1 trillion en los años 2020s 62, cuya mayor
proporción es de carácter especulativo, a pesar que
coincide con un valor previsto de entre USD 40 y
USD 80 por tonelada de CO2 previsto para 2020 y
entre USD 50 y USD 100 por tonelada de CO 2
previsto para 2030 y calculado con base solo en el
15% de las emisiones globales. Sin embargo, se ha
calculado la necesidad de unos US$700 billones al
año en 2030 (unas 10 veces los niveles actuales)
para financiar la transición de las economías hacia
bajos niveles de emisión de carbono. Por otra parte,
en la introducción del factor de MDLs respecto a la
demanda de liquidez, obran también otros bien
reconocidos elementos. Es decir, que la
deforestación, la degradación en la tierra, por erosión
del suelo y residuos sólidos, la contaminación del
agua por efluentes nocivos, los efectos en el aíre
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

derivados del bióxido de azufre, el óxido de


nitrógeno, el monóxido de carbono y las partículas
suspendidas, entre otros factores contaminantes, no
están teniéndose en cuenta en los costos del
producto petrolero, quizá el mejor ejemplo de daño al
entorno ambiental en el mundo.

De esta forma, los altos niveles de deuda


ecológica y el compartir los riesgos a través de las
transacciones de derivados financieros en el
mercado bursátil, significan que los impactos de la
industria global, por ejemplo en el caso emblemático
del petróleo, debidos a la alta demanda de
economías desarrolladas son trasladados a países
productores y no productores, exportadores o no del
hidrocarburo, bajo un precio subvalorado en el
mercado real y unas tasas variables de riesgo en el
mercado nominal, al igual que se está haciendo hace
un cuarto de siglo con los bonos de carbono 63. La
deuda ecológica del mercado real se mantiene y
crece junto con la nueva fuente de especulación del
mercado nominal. A la problemática de la naturaleza
se une ahora la que puede considerarse no tan

143
Alfonso H. Zamudio D.

deseable problemática especulativa clásica de los


mercados bursátiles.

Las actividades contributivas

Las actividades contributivas identifican a


aquellas industrias de bienes o servicios destinados
de manera expresa a proveer insumos a sectores de
difícil sustitución y que afectan al ambiente natural
con sus demandas. Ejemplo de este tipo de
iniciativas de corto y mediano plazo, en tanto el
sector al que se contribuye sea sustituido, es la
producción de la denominada “madera ecológica”
constituida, generalmente, de una mezcla de virutas
de madera, arroz u otros elementos aprovechables y
materiales plásticos reciclados que aporten
características de resistencia a plagas y al agua, lo
cual permite una contribución temporal al relativo
control de la tala deforestante y para producción
maderera con impacto desertificante.

Una actividad contributiva no sustituye


actividades nocivas al medio ambiente. Permite un
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

tipo de sustitución parcial del deterioro ambiental


generado por algunos de los insumos de sectores
que no pueden o deben ser sustituidos en el corto o
mediano plazo debido a una alta relación
beneficio/costo que sea considerable como
conveniente en términos sociales.

Una actividad que genere afectación a la


naturaleza ha de reducir su impacto nocivo al contar
con la posibilidad de reemplazar el uso dañino de
recursos por materias primas o insumos
contributivos. De tal forma el resultado negativo de la
actividad sectorial pasa a ser menor a la previa
medición de su impacto, contribuyendo a la
reducción del índice de afectación social o afectación
agregada:

(3) I na=( R−Ic )/VA ¿

R = Recursos invertidos
VA = Valores agregados
Ina = Impacto negativo por insumos negativos
Ic = insumos contributivos

Condición de aceptabilidad en la ecuación (3):

145
Alfonso H. Zamudio D.

Ina ≥ 0

Las infructuosas estrategias reduccionistas

El mundo actual ha reconocido que a nivel de


los gobiernos como en el plano de la opinión pública
han aparecido dos vertientes dominantes respecto a
la identificada crisis ambiental que se vive en todos
los continentes. Una de ellas es evasiva frente a la
existencia de una situación apremiante en el campo
de las variaciones climáticas, de características
deformaciones de la línea comportamental de los
escenarios naturales marítimos, desérticos,
selváticos, hidrográficos y de degradación de
importantes aspectos de la vida urbana. La otra
tendencia reconoce las evidencias científicas que
confirman los impactos que las diversas actividades
productivas y de consumo de la sociedad actual han
infligido al medio ambiente y de su incremento al
compás de la idiosincrasia de un modelo capitalista
desenfrenado, inequitativo y predatoria en su carrera
extractivista, su irresponsable generación de
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

residuos industriales y su inventiva tecnológica no


sostenible ni sustentable.

Esta amplia opinión mundial pugna por


cambios en el modelo dominante, enfatiza en el
derecho de las comunidades a la defensa y
protección de sus territorios, propugna por la
minimización de los daños, por su identificación y
control, por su reparación finalista o su
compensación dentro de una visión circular del uso
de los recursos naturales.

La economía circular es una de las


aproximaciones conceptuales a la solución del
problema ambiental e incluye la ecología industrial
como una perspectiva de búsqueda de sistemas de
producción y consumo que se asemejen a
ecosistemas naturales de baja perturbación 64,
significando así una real reducción de afectaciones
en los procesos de transformación que,
posteriormente, en su etapa de reproducción, retorne
impactos positivos de “reparación, reuso y
reposición”, alcanzando un objetivo finalista de
basura cero. Este “zero waste” significa que los

147
Alfonso H. Zamudio D.

materiales descartados puedan convertirse en


recursos utilizables por otros, significa el diseño y
rediseño de productos y procesos que tengan en
cuenta la reducción del volumen de residuos, la
minimización de la toxicidad de desechos, la
conservación y recuperación de los insumos
utilizados, sin procedimientos de quema o
enterramiento de estos65.

Un buen ejemplo de lo que iba a ser y no fue


es uno de los modelos considerados más exitosos
del capitalismo dentro de la industria de muebles.
Una marca como IKEA66, 67
, la multinacional sueca
caracterizada por sus modernos diseños prácticos a
costos viables para su consumo masivo, iniciada en
1943 y con expansión a todos los mercados
mundiales. La imagen corporativa de frugalidad y
vida sencilla de su fundador no pudo ocultar delitos
de evasión de impuestos contra su país y unos
tantos errores de diseño que ocasionarían accidentes
letales en algunos hogares que utilizaron sus
productos.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

Pero más allá de estos “detalles”, IKEA ha


llegado a consumir algo más del 1% de la madera del
mundo (que en total es de 7,6 millones de hectáreas,
equivalentes a 27 campos de fútbol por minuto) y ha
afectado ecosistemas forestales de gran valor. Un
caso emblemático del accionar de esta multinacional
está relacionado con Rumania que, con 19 millones
de habitantes en 239mil kilómetros cuadrados, luego
de emerger del comunismo en 1989 hacia su
conversión en Estado Republicano, se orientó a la
libertad de mercados de gas natural y petróleo,
energía nuclear e hidroeléctrica, y otra serie amplia
de explotación de recursos agropecuarios.

Pero hay evidencia de una gigantesca tala


ilegal de bosques de ricas maderas con destino a la
exportación no controlada hacia compradores como
IKEA, cuya acción pirata en parques nacionales
como el Domogled o el Retezat, ha sido denunciada
por organizaciones como Evergreen por su imparable
afectación de uno de los últimos reductos de paisaje
forestal intacto en Europa. Un gobierno joven e
inestable permitió la instalación de plantas de
procesamiento de la madera que rebasan la oferta

149
Alfonso H. Zamudio D.

legalmente permitida y la capacidad gubernamental


de control. Muchos proveedores ilegales de IKEA no
hacen reforestación ni limpieza técnica de los
campos talados. Taladores austríacos acaban con
los Cárpatos generando campos que seguirán en
deforestación permanente y destrucción de la
biodiversidad. Todo esto se hizo visible gracias a que
la empresa estatal Holzindustrie Scheweighofer tuvo
acusaciones y condenas por compra de maderas de
origen ilegal, viendo afectados sus mercados del
Japón y revelando a IKEA como uno de los
principales predadores forestales. IKEA era así
impulsador de la tala no técnica no únicamente en
Rumania, sino también en Rusia, lo que
conjuntamente a su modelo de consumo de sus
muebles desechables o de mediana durabilidad,
representa un ataque constante e indiscriminado al
medioambiente bajo un modelo de negocio
típicamente capitalista de diseño, consumo de un
solo uso, reciclaje parcial e ilicitud de sus etapas de
proceso más importantes. IKEA es uno de los casos
más emblemáticos, en apariencia reduccionista por
sus diseños minimalistas y sus reducidos costos de
producción, pero generando además toda una
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

cadena de afectaciones a las finanzas estatales de


origen y de frustración de las expectativas
ecologistas de sus mercados de consumo en todo el
mundo.

El negacionismo ambiental

No cabe duda que los sectores negacionistas


son grupos sociales conscientes de la defensa de
sus propios intereses, pero con plena inconsciencia
de los problemas que les son comunes a sí mismos y
a los demás. Al igual que en el mundo científico
coexisten positivismos en búsqueda de leyes
naturales, quizá contrarios a la evidencia y hallazgos
de sus oponentes ideológicos, neopositivismos
empiristas que se oponen a los procesos científicos
de verificación efectuados por las alas contrarias de
pensamiento y, en general, idealismos,
escepticismos y dogmatismos, ubicados a la derecha
de la sociedad en duelo constante con racionalismos,

151
Alfonso H. Zamudio D.

empirismos y realismos, quizá más cercanos al


progreso. En ese enorme campo de guerra
intelectual, de batallas inocuas, de refriegas anodinas
y de pragmáticos enfrentamientos, una sociedad
diletante se tapa los ojos frente a la realidad
circundante.

Ante la clara situación de deterioro global hay


elementos que tener en cuenta frente a la
preocupante inercia de los Estados, sus
ordenamientos jurídicos y empresas cómplices que,
en pugna teatral frente a la platea de los pueblos, de
las mayorías y de las minorías, desconocen la inerte
naturaleza en cuyo socorro acuden pocos y débiles
sectores. Si bien algunas voces aisladas aunque
sonoras han desplegado la bandera ecologista,
existe una invisibilidad de la crisis del capitalismo y el
deterioro ambiental a nivel global. Las enormes
masas citadinas se encuentran aisladas en un
fenómeno de urbanización que impide a las personas
reconocer su ecodependencia pues se encuentran
físicamente aisladas de la naturaleza. La
sustentabilidad, además de impopular requiere
tiempo para ser alcanzada, como obligante camino
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

de la humanidad desde hace medio siglo y con


obligante urgencia de decisiones inmediatas y
eficaces en el momento actual.

Las sociedades nacionales de hoy no deben


disculpar la velocidad como valor inherente a los
procesos industriales, la competitividad y
productividad de la fuerza de trabajo, toda una
aceleración de acciones que se traducen en mayor
celeridad de las afectaciones a lo natural y a las
actividades humanas en general.

Se requiere una cultura ecológica de la


lentitud, entendida como opuesta a la cultura
capitalista de la rapidez en caza de márgenes,
utilidades, incremento de indicadores superficiales,
engañosa reducción de la pobreza y acercamiento a
un éxito aparente.

No se debe justificar tampoco la lejanía de


algunas metas para el urgente cambio del modelo de
desarrollo destructivo, pues la ralentización, la
desaceleración y el decrecimiento son necesarias
condiciones de la sustentabilidad, pues los

153
Alfonso H. Zamudio D.

ecosistemas son cíclicos y no lineales. Toda acción


humana individual o colectiva regresa transfigurada
hacia todos, no importando si cercanos o lejanos al
punto generatriz.

No debe interpretarse la autosuficiencia como


falencia de sistemas que supuestamente se aíslan de
la tecnología predominante occidental, ha de
rechazarse el no reconocimiento de la complejidad
de los sistemas vivos y reconocer la
autoorganización de los ecosistemas como
característica de los sistemas sostenibles, humanos
y de cualquier otra especie o materia.

La necesaria morigeración antrópica

La antropía deja una huella ecológica al


afectar la naturaleza. Una huella medida en términos
de hectáreas globales de impacto de las actividades
humanas sobre el medio natural. Esto es, de la suma
de dos magnitudes de las cuales una representa la
superficie necesaria para producir los recursos y otra
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

la que se requiere para absorber sus impactos en


términos de CO268.

La huella ecológica surge de las revoluciones


desatadas por la invención de la máquina de vapor
(1780-1830), el tren y el acero (1930-1970) y la
tecnología de la información (1970 en
adelante)69,70,71. Revoluciones que han aparecido en
una secuencia cíclica concordante con las ideas de
Nikolái Kondratiev y declinando en la gran
aceleración, agigantada fundamentalmente desde
mediados del siglo XX e identificada por el
crecimiento de la producción mundial bruta, GWP, y
directamente proporcional al crecimiento de la
población mundial durante el período que va de 1
d.c. -1800 d.c., pero que a partir de 1800 se
multiplicó por 240 veces72. Entre 1900-1950 se
multiplicaría por 3 y entre 1950-2015 lo haría por 11
veces73.

Expresado de otra forma, la Revolución


Industrial se inicia en el último cuarto del siglo XVIII,
marcando el paso de la economía orgánica,
impulsada por las fuerzas animal y humana, del agua

155
Alfonso H. Zamudio D.

y del viento, a la economía inorgánica, sustentada en


los combustibles fósiles iniciando con el carbón.
Antes de 1820 la tasa global de crecimiento era
0.22% y luego pasó al 2.21%, multiplicándose por
1074, en tanto la población mundial solo lo ha hecho
en 8 veces pasando de 978 millones a 7.714 millones
en los dos siglos precedentes. El número de
habitantes era de 1000 millones en 1804, luego en
1927 alcanzó 2000 millones y entre 1927-2011 la
población del globo pasó a 7000 millones de
habitantes. Será de 9000 millones en 2038, de 10000
millones en 2056 y llegará a poco más de 11000
millones en el 210075.

La producción de granos creció en 1950-2017


en 4 veces, pasando de 631 a 2618 millones de
toneladas. La cantidad de automóviles pasó de 40 a
1.300 millones, el número de pasajeros de avión se
multiplicó por 132 (31 a 4.100 millones). Pero, en la
misma senda, la producción de plásticos pasó de 1,5
a 348 millones de toneladas (un aumento de 232
veces)76; 77; 78; 79.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

La incongruencia cuantitativa entre pobladores


del mundo y las enormes masas de producto no
indica la necesaria identidad de ello con la mejora de
la equidad en el consumo, ni una relación razonable
entre necesidades objetivas y consumo que las
resuelva. Conlleva, por el contrario, una acentuación
de las diferencias sociales, una malversación del
consumo necesario en consumo suntuario, un
consumismo injustificable y la divergencia entre
acumulación de riqueza y crecimiento económico.

Todo lo anterior ha significado una tasa de


explotación del mercado connivente con la
desigualdad de Piketty, r > g, que expresa
prácticamente una ley en lo que es una tasa r de
crecimiento del capital como mayor a la tasa g de
crecimiento del ingreso nacional. Según ello, la
riqueza acumulada es recapitalizada mucho más
rápido de lo que crece la economía. Es decir, la
exorbitante dinámica del mercado como factor de
beneficio al capital se suma a la plusvalía creciente
por productividad en el mercado laboral. De allí a
relacionar con ello la extremada tasa de afectación a
los ecosistemas naturales solo hay un sencillo paso.

157
Alfonso H. Zamudio D.
Ecocapitalismo con fundamentos bioéticos en Neoderecho

159
Alfonso H. Zamudio D.

3. El neoderecho como necesario amparo


legalista para un horizonte de equilibrio
ecocapitalista

La evolución hacia políticas ambientales de


carácter estatal orientadas en común con el mundo
de las actividades privadas es más compleja de
iniciar e implementar desde una óptica ecologista,
dado que existen limitaciones institucionales en las
democracias actuales. Se tiende a dificultar, desde
ángulos técnicos y políticos, la adopción de agendas
de largo plazo indispensables para enfrentar los
procesos físicos y biológicos hoy erróneamente
manejados.

Hay una clara debilidad del modelo


democrático liberal pues en muchos países se
encuentra enfrentado a la presión de los principales
sectores extractivistas, pecuarios y agroindustriales,
que no reconocen competencias de orientación de
sus actividades por parte de los Estados sociales,
democráticos y en derecho. Las instituciones
estatales de hoy favorecen de más fácil manera las
políticas puramente ambientalistas y simplemente
catalizadoras del enorme daño al planeta que ejercer
una real protección del medio natural ante los
desaforados acometimientos de iniciativas legales e
ilegales. Los cuantificadores de costo y beneficio,
rentas y gastos, determinantes de bienes
económicos y bienes no económicos, simulan ser
inhibidores de las exacerbadas fuerzas económicas
capitalistas que ansían alcanzar un utópico horizonte
de real progreso a través de la producción acelerada
y el consumo irresponsable.

Es de reconocer que la libertad de elección de


los individuos es un principio de los derechos
económicos y sociales, no solo en materia de
adquisición de bienes necesarios sino en muchos
otros asuntos como los relacionados con la libertad
de elegir y ser elegidos, o también de participar en la
orientación de los destinos sociales a través de
decisiones que permitan alcanzar la equidad y la
justicia entre ciudadanos. Pero en cuestión de las
formas concretas de dominio de la naturaleza como
elemento central de la acción humana, mucho ha de
esto ha de cuestionarse, pues para una verdadera

161
Alfonso H. Zamudio D.

transformación del estado de cosas a que se ha


llegado, debe darse prioridad al cuidado y
preservación de los bienes colectivos y
ambientales80. En esta tarea urgente son
determinantes el tipo de ordenamiento jurídico y sus
instituciones.

A partir de 1970, ya hace medio siglo, surgen


innumerables instrumentos de carácter jurídico
debido a la preocupación de los gobiernos y de la
sociedad civil frente a los problemas ambientales
globales. Los costos ambientales han sido
disfrazados tras factores contables que simulan
reconocer la recuperación de los daños infligidos al
planeta a causa de la mala explotación y extracción
de recursos naturales, su transformación en bienes
de consumo irresponsable y la disposición irracional
de los residuos generados en ese perverso proceso.

Comenzando el presente milenio se estimaba


que existían más de 1000 diferentes instrumentos
jurídicos ambientales de carácter internacional, unos
pocos con dureza de fuerza jurídica y otros muchos
blandos por ser de cumplimiento voluntario. A finales
del siglo XX ya se contaba con 139 tratados
ambientales internacionales mayores de alcance
regional o global81. Todo ello agregando la
participación activa de las ONG conservacionistas,
algunas creadas desde finales del siglo XIX y gran
cantidad de ellas emergidas durante el siglo XX,
principalmente a partir de los años cincuenta.

En Latinoamérica, el ambientalismo surgiría


simplemente como una influencia de los sucesos en
Europa y Estados Unidos82. No solo gran parte de los
países desarrollados sino la gran mayoría de las
naciones emergentes han ido elaborando
pretendidas soluciones a la denominada “tragedia de
los bienes comunes”. Muchas de estas, como la
imposición de derechos de propiedad privada,
regulación gubernamental o, en complemento, el
desarrollo de instrumentos económicos como las
tasas de uso de los recursos y los impuestos a quien
contamine83. En este contexto, el pago por los
servicios ambientales, PSA, es un instrumento
económico para protección ambiental que se utiliza
hace cuatro décadas. Al surgimiento del concepto de
los servicios ecosistémicos en el presente milenio se

163
Alfonso H. Zamudio D.

produjo un nuevo impulso a ciertas herramientas


apropiadas a las agroindustrias mediante las cuales,
por ejemplo, los grandes latifundios en producción
pagan por la conservación y restauración de sus
bosques protectores a las fincas cercanamente
ubicadas, con el fin de asegurar el agua para el riego
de sus cultivos, la captura de carbono y
mantenimiento de la biodiversidad84.

En esta ruta, la economía de los recursos


naturales, ya de vieja data, ha formulado métodos de
valoración económica aplicables a la provisión de los
servicios ambientales estimando el valor monetario
de los beneficios y su distribución entre los diferentes
segmentos de la sociedad como medio de toma de
decisiones de política pública85. No obstante, este
tipo de instrumentos provienen más de un enfoque
ambientalista que de una perspectiva ecologista,
pues de tal forma se está mercantilizando la
naturaleza sin considerar mayores valores desde las
perspectivas biológica, paisajística, cultural y
evolutiva. Estos como valores intrínsecos que, a
diferencia de los puramente extrínsecos, no ignoran
aquellos servicios de los ecosistemas no reconocidos
por el mercado, como son la regulación del clima o el
ciclo del agua86.

A pesar de la existencia de numerosos


instrumentos económicos para la gestión ambiental,
si bien se han incluido en algunas normas y
constituciones87, éstos no son suficientemente
utilizados o no son correctamente implementados o,
mejor, son desconocidos por los agentes económicos
a quienes van dirigidos. Ejemplos de ello son las
participaciones en los impuestos prediales, el manejo
de transferencias de sectores como el de generación
eléctrica, o la participación en las regalías derivadas
de la explotación de recursos mineros para la
protección ambiental. Igualmente, el cobro de tasas
retributivas por el uso de recursos como el agua, el
aire o el suelo con destino al depósito de desechos,
así como las tasas compensatorias por el uso de
algunos recursos renovables.

En este aspecto relacional de lo económico y


lo jurídico, como ejemplo el caso colombiano, la
Constitución de 1991 fue denominada por algunos
como Constitución Ecológica por el hecho de contar

165
Alfonso H. Zamudio D.

con unos 79 artículos sobre protección del medio


ambiente y el desarrollo sostenible. Notables
muestras de ello son la institución del derecho de los
ciudadanos a un ambiente sano, la implementación
de instrumentos jurídicos como la acción popular
para la defensa de derechos colectivos de carácter
ambiental o el reconocimiento de la función ecológica
de la propiedad. Igualmente, los mecanismos de
participación ciudadana como el plebiscito, el
referendo, la iniciativa popular, el cabildo abierto, las
acciones populares, las acciones de cumplimiento o
de tutela, las veedurías ciudadanas o las audiencias
públicas, todos instrumentos mediante los cuales se
habilita a la ciudadanía para ejercer la reclamación
de sus derechos de manera directa, no por vía
representativa, pues esta expresión de la democracia
no ha probado ser plenamente expedita para
solución de temáticas de carácter ambiental, pues
adolece de intereses clientelistas.

En el campo de la planeación, se incorporaron


en los nuevos ordenamientos constitucionales y de
manera conjunta las dimensiones social, económica
y ambiental. Gracias a esto, la inclusión a nivel de
bloque constitucional de los derechos de las
comunidades ciudadanas minoritarias, de los grupos
indígenas, del reconocimiento de éstos a sus
derechos a nivel territorial, entre otros muchos
ejemplos minoritarios, todo lo cual es ya propio de las
cartas constitucionales de reciente generación.
Además, como ha sucedido en Colombia y algunas
otras naciones en las recientes tres décadas, se han
incluido figuras de previsión de parques nacionales,
zonas de reserva natural o santuarios de flora y
fauna, como imprescriptibles, inalienables e
inembargables88.

En esa misma senda, la judicialización de la


gestión ambiental ha sido característica de la
identidad jurídica de constituciones de la generación
de los derechos Económicos, Sociales, Culturales,
de Justicia, paz y solidaridad. Es ahora relativamente
común que los fallos de los altos tribunales de la
rama judicial vayan desde intervenir obras de
infraestructura que se considere pueden resultar
perjudiciales al medio ambiente, o sentenciando la
compensación de daños ambientales ya ocurridos.

167
Alfonso H. Zamudio D.

En esta línea de judicialización ambiental las


constituciones ecologistas han incluido las
posibilidades de asegurar la participación de las
comunidades ciudadanas en los territorios, las
consultas previas a las mismas comunidades raizales
acerca de cada proyecto de explotación en cada
región, la consulta popular en asuntos ambientales o
de aprovechamiento de recursos naturales en zonas
de injerencia de ciertas minorías étnicas o en áreas
de reserva forestal, entre otras muchas situaciones
en las que se ha de intervenir el medio natural.
Siendo así, en la recuperación del entorno natural, en
la racionalización del accionar actual del capitalismo,
en la eliminación de pecados contra natura con la
producción y funcionamiento de mercados de
algunos bienes básicos y suntuarios, se ha
constatado y reconocido la ineficacia de gran parte
del orden normativo y de la democracia participativa
como se les conoce hoy. Un común denominador del
mundo occidental, si no a nivel global, es la crisis
política del modelo democrático y su alta conexión
con la catastrófica relación del actual modelo
capitalista, la naturaleza circundante y la crisis
ambiental.
¿Qué impide que las instituciones formales
puedan concretar los valores ambientalistas en sus
decisiones económicas como paliativo del caos
climático ocasionado? Un elemento fundamental es
que la democracia participativa, como eje del sistema
democrático actual tiene un sesgo en el sufragio
electoral, del cual depende en demasía. No obstante
ser un valor democrático supremo, las mayorías
electorales han demostrado su ineptitud dentro del
sistema de representación dadas las diversas
motivaciones interesadas que le sustentan y la
cooptación mecanizada y “corrupta” de sus
procedimientos, así como de las letargias de las
masas pasivas e indolentes, abstencionistas, no
politizadas y sí muy emocionales como opinión
pública, cuando ejercen su expresión ciudadana.

En estas realidades políticas, algo visibles en


el presente milenio, pero invisibles en anteriores
épocas, se perciben enormes defectos que sustentan
a su vez el mal funcionamiento del capitalismo
democrático predominante. Se denota frustración e
incertidumbre en las masas acerca de su deber

169
Alfonso H. Zamudio D.

actuar para obtener respuestas a sus justas


reclamaciones. En mucho del sentir de las mayorías
resulta claro que, aunque el capitalismo no es
perfecto es el sistema inherente a lo que más se
acerca a la concepción de democracia con libertad.
Pero se ha llegado a una simbiosis capitalismo-
democracia que no está funcionando.

También se vislumbra cierta manía de las


democracias actuales en provocar saltos a su propio
ordenamiento a través del ejercicio de lo que algunos
han denominado como democracia refrendataria o
directismo89, enviando a consulta del electorado la
toma de decisiones acerca de álgidos temas que los
electos representantes e intermediarios políticos no
pueden o no quieren resolver. Las decisiones sobre
previsiones, prevenciones y correcciones de
situaciones ambientales son algunas de aquellas a
las cuales los legisladores–intermediarios–
representantes no están dispuestos a ceder un ápice
dada la interdependencia del modo de producción
con el sistema de propiedad y el lobbying de decisión
que prevalecen en el accionar político capitalista del
cual dependen. La alta concentración de la riqueza y
la hegemónica retención del poder político están
coaligadas con formas monopólicas y oligopólicas de
explotación despiadada de los recursos naturales
cuasigratuitos, cuya explotación y uso contribuye al
sostenimiento per se de las élites poseedoras de la
riqueza material y del poder político.

Sartori ha expresado que a Occidente se le


deben reconocer dos liderazgos, uno el científico-
tecnológico y otro el de la construcción de la ciudad
libre (ciudadanos libres y no súbditos), que le dan
una primacía ético política90. En efecto, quizá esta
primacía basada en la tecnología y el ejercicio
democrático han coludido para el daño ambiental y la
hegemonía política provocando una crisis que, si
bien tiene una faz de frustración de expectativas de
las masas y de crisis económicas de carácter cíclico,
ocultan otra cara que es un verdadero sincretismo de
rupturas del orden natural y resquebrajamientos del
ordenamiento político. Se revela así un mundo
contemporáneo que se encuentra en un punto de
inflexión tecnológico, con cierto agotamiento de los
avances científicos, en cuanto aparecen cada vez
más innovaciones de orden incremental en términos

171
Alfonso H. Zamudio D.

de funcionalidades y eficiencias, pero de menores


innovaciones radicales o disruptivas.

En este contexto, los caracteres demográficos


de las sociedades del presente muestran una
prevalencia de los jóvenes entre los 15 y los 39 años
que es cercana al 40% y representa el grupo
poblacional con mayores expectativas sociales y
elevada capacidad de protesta. Aunque, cabe
reconocerlo, con una limitada visión y comprensión
de las experiencias del pasado y muy reducida
capacidad propositiva. He aquí el escenario de la
sociedad contemporánea que va del constante
malestar de una ciudadanía que se expresa de
manera puntual y sin clara percepción del todo
social, a un ordenamiento institucional que resulta
excluyente y no lee bien las necesidades de cambio
del sistema en sus niveles económico y político. De
un lado las mayorías alienadas por un modo de vida
consumista y delirante, por el otro unas minorías que
resguardan un inequitativo sistema anclado en
prácticas de explotación y depredación de toda
especie.
Paradójicamente, en el curso de las recientes
tres décadas, el mundo ha vivido la experiencia de
nuevos tipos de judicialidad sin dar a éstos la debida
importancia respecto a su potencialidad de cambios
con esencia ecologista. Muchas de las altas cortes y
tribunales representan ahora una innovación
institucional con autonomía corporativa en el ámbito
de sus funciones y a pesar de escándalos aislados
acerca de casos de corruptibilidad a su interior. En
algunos países la fortaleza de las Cortes Supremas
se extiende al ámbito de lo Constitucional, mientras
en otros los Tribunales Constitucionales han ido
generando lo que se puede describir como una etapa
de radicales reformas a través de sus sentencias.
Debido a estos cambios en la juridicidad, orientada a
solventar sentidas necesidades sociales, se le ha
señalado con el apelativo de Gobierno de los Jueces,
siendo mejor conceptualizado como el surgimiento
de un Neoderecho.

Bajo estas nuevas tendencias del orden


jurídico, en primer lugar, se evidencia que los
poderes ejecutivo y legislativo ceden, de alguna
forma, terrenos de decisión a ciertas expresiones de

173
Alfonso H. Zamudio D.

la rama judicial, y en segundo lugar, se está


cuestionando el principio fundamental que se ha
apoya consuetudinariamente en las mayorías
sufragantes como soporte decisorio y de ejercicio de
derechos fundamentales. Este principio electoral
pudiera estar siendo actualmente sustituido en
ocasiones y naciones por decisiones corporativas de
los tribunales, que algunos sectores retardatarios de
la ortodoxia podrían estar considerando como poco
democráticos en cuanto tienden a reconocer antiguas
y sentidas reclamaciones de minorías sociales, lo
cual es visto como una postura politizada y
hegemónica de sus magistrados, particularmente, en
aquellos tribunales con funciones de control
constitucional.

Se ha de reconocer que los cambios del


capitalismo, como hasta ahora se le conoce, serían
más viables con una ruptura evolutiva de los canales
convencionales de generación de leyes y una
creciente aceptación de la idea de que en ciertos
asuntos fundamentales el principio electoral que
otorga el poder decisorio a mayorías estrictamente
cuantitativas es simplemente un obstáculo para tales
cambios. El afrontamiento de las políticas públicas
necesarias para reorientar el sistema hacia un
ecocapitalismo operante, requiere que los tribunales
judiciales se fortalezcan en acuerdo con un
paradigma neoconstitucional, permitiendo la creación
de derechos no sujetos al obstáculo de las mayorías
no alcanzables, a victorias electorales logradas de
manera distorsionada, reconociendo que las
mayorías numéricas en muchas oportunidades
legitiman la vulneración de importantes derechos de
algunas minorías.

Los tribunales neoconstitucionales han de ser


el epicentro del reconocimiento de nuevos derechos
y una garantía colectiva de los derechos
fundamentales ya previstos para algunos de los
grupos minoritarios como también para todo el
conjunto poblacional. Su accionar neojurídico ha de
distanciarse de los dogmas electorales de mayorías
decisorias guiadas por criterios poco progresistas y,
en los tiempos más recientes, pero quizá de siempre,
por manipulación irracional de sus emociones. A
nivel político, en los últimos años se ha insistido en
volver a cuestionar los derechos minoritarios

175
Alfonso H. Zamudio D.

adquiridos a través de fallos excepcionales de los


tribunales constitucionales en momentos políticos
favorables, hasta el punto de proponer que tales
revisiones se vuelvan a dejar a criterio de cada pleno
electorado nacional. Esto es un refrendarismo
directista, amañable y conveniente, manejado
condicionalmente a través de posverdades y de no
verdades que significan un retroceso de los pocos
avances alcanzados dejándolos expuestos al vaivén
de los ciclos políticos de turno.

A pesar que suele cuestionarse como un


proceder de aseguramiento no democrático de los
derechos fundamentales o como expresión de un
gobierno hegemónico de sus jueces, la
institucionalidad neoconstitucional aseguraría unas
vías expeditas de puesta en práctica de los cambios
que el actual momento crítico en lo económico,
ecológico y social exige. Se trata de una forma
jurídica que puede contribuir, como ya lo está
haciendo en muchos casos, a cimentar los derechos
ecológicos y los derechos ciudadanos a un ambiente
sano en correspondencia con un ecocapitalismo
verdaderamente operante.
El neoconstitucionalismo como nuevo pacto
social

Debe recordarse en sintética perspectiva lo


que se considera como un paradigma
neoconstitucional, estrictamente para efectos del
abordaje ecocapitalista que se pretende. El momento
histórico que da origen al neoconstitucionalismo se
generó en Europa después de la Segunda Guerra
Mundial, como consecuencia de las violaciones
masivas y sistemáticas de los derechos humanos
producidas durante los regímenes fascistas de
Alemania, Italia y España91. Pero, de hecho, es
Pozzolo quien utilizó el concepto
“neoconstitucionalismo”, mencionándolo por primera
vez en 199792.

No ha sido una casualidad por tanto que se


dieran tan profundos cambios en los mencionados
países europeos durante la posguerra, evidenciados

177
Alfonso H. Zamudio D.

tanto en su sistema jurídico cuanto en su modelo de


Estado93. Ello tiene el enorme significado experiencial
de que el valor de una Constitución no se mide
principalmente por su mayor o menor perfección
técnico-formal, su adecuada redacción o su
coherencia, sino que radica más en los avances de
fondo que incorpore respecto al pasado y en sus
proyecciones hacia el futuro, como resultado de un
nuevo pacto social94.

En este sentido cabe recordar que dentro del


proceso de trabajo de las Cortes en el aparato
judicial, haciendo referencia a los casos de países
como España, Corea del Sur y Colombia, éstos
tribunales han ido tan lejos como para haber
establecido derechos no enumerados o enunciados
previamente, definir un nuevo modelo estatal y
sostener la existencia de cláusulas constitucionales
no escritas95, en temas que habrían de generar
controversia en cualquier sociedad contemporánea,
pero que han sido resueltos de manera capaz por
estas altas Cortes en cada uno de los países antes
mencionados. Naciones éstas en las cuales, además
del poder otorgado para ejercer el control
constitucional de las leyes se les ha provisto a los
tribunales de jurisdicción para atender quejas por
violación de los derechos de las personas.

En tal sentido, a nivel latinoamericano, algunas


naciones como Colombia (1991), Paraguay (1992),
Perú (1993) Venezuela (1999), Ecuador (2008) y
Bolivia (2009) han ido realizando un reordenamiento
de sus constituciones políticas orientadas por una
visión neoconstitucional96. Otros países americanos
que también han renovado sus constituciones
posteriormente son República Dominicana (2010) y
Haití (2012). Una gran diferencia en tales casos es
que varios de estos países han realizado la
transformación de su respectiva carta magna con
una orientación política bien diferente.

Colombia en 1991, por ejemplo, respondía en


ese momento a crisis internas relacionadas con la
falta de inclusión política de emergentes terceras
fuerzas políticas, como también de dar una necesaria
solución a las diversas violencias internas, unas
provenientes del guerrillerismo urbano y rural, otras
conexas con el gran enemigo del narcotráfico.

179
Alfonso H. Zamudio D.

Venezuela en 1999, por su parte, inició un amplio


proceso de reforma constitucional para dar paso a la
pretensión de poner en práctica un ideario
Bolivariano conjugado con la puesta en marcha de su
socialismo de nuevo cuño. En esto le siguieron, con
sus propias y particulares diferencias, Ecuador en el
2008 y Bolivia en el 2009. De estos países, Ecuador
reformaba una carta más reciente que en los demás
casos, pues databa de 1998.

En todos estos casos el común denominador


de sus constituciones residió en que fueron
diseñadas sobre la base de la preeminencia de los
derechos fundamentales y en la simultánea
institución de un tribunal destinado para su guarda y
defensa. Sin embargo, la esencia diferencial en
algunos de dichos países radicó en la orientación
política que quedó amparada con el nuevo
ordenamiento constitucional.

Partiendo de que el neoconstitucionalismo


europeo apareció como una respuesta a apremiantes
reivindicaciones sociales durante la segunda
posguerra, su eco en Latinoamérica, aunque
importante, ha demostrado diversas dificultades e
incapacidad política para su plena aplicación pues se
ha tratado de adoptar ese sistema jurídico innovador
trasplantándole a realidades sociales distintas 97. Es
así como este llamado “constitucionalismo
transformador”, heredero del neoconstitucionalismo
europeo y modelo decolonizador en cuanto busca
democratizar promoviendo las diferencias, ha surgido
en el ámbito latinoamericano comenzando con la
constitución brasileña y siguiendo con la colombiana,
caracterizándose por reconocer nuevos derechos
sociales.

En esta onda es que se reconoce el


constitucionalismo andino a partir de las
mencionadas Constituciones boliviana y ecuatoriana,
que introdujeron varios aspectos novedosos como la
noción de pluriculturalidad e interculturalidad a los
previos avances europeos y latinoamericanos98. Todo
ello ha significado intentos de un cambio jurídico que
ha buscado renovar el constitucionalismo de
posguerra a las circunstancias del tercer milenio en
Latinoamérica e, incluso, la generalidad de muchos
otros países del mundo, pero aún bajo las

181
Alfonso H. Zamudio D.

predominantes reglas del capitalismo predador y


libertino que ocupa al presente escrito.

El neoconstitucionalismo alude entonces a una


nueva visión del Estado de Derecho con base en la
primacía de la constitución sobre las demás normas
jurídicas y viene a hacer la distinción entre reglas
como normas legalistas y principios como normas
constitucionales, con énfasis en la guarda de
derechos fundamentales. Se identifica por
instituciones relativamente rígidas, control de la
constitucionalidad de las leyes ordinarias y cambios
en el paradigma de la naturaleza y estructura del
derecho, de la ciencia jurídica y también en la
jurisdicción99.

Sin embargo, los nuevos tribunales surgidos


de manera directa de las recientes letras
constitucionales, pero de forma indirecta en la previa
institucionalidad representativa en cuanto sus
integrantes son nombrados mediante mecanismos
dependientes de los poderes ejecutivo y legislador,
suelen contar solo con alguna relativa pero
importante autonomía frente a intereses partidistas
de orden político. En alguna forma, la selección de
estos jurisprudentes proviene indirectamente de la
decisión mayoritaria del electorado nacional mediada
por los otros poderes, pero esencialmente cuentan
con un alinderamiento en los nuevos principios
constitucionales y en los criterios meritocráticos con
que son escogidos, lo que les aseguraría un
suficiente grado de autonomía política.

Podría por tanto partirse de la hipótesis de que


estas características de los recientes tribunales en
ejercicio de neoderecho podrían acogerse a las
necesidades de cambio que la actual crisis del
sistema capitalista está exigiendo. Cambios urgentes
que requiere un sistema con índole de democracia
estadística, que cierra los espacios de
participación100, y que en la práctica excluye
identidades suigéneris de clase social, de orientación
sexual y política, de nacionalidad y etnicidad, todo lo
cual ha significado una persistente monoculturalidad
que desvalora e invisibiliza formas distintas de vivir.
Esto se contradice en esencia con lo escrito y
comprometido constitucionalmente, e ignora criterios
diversos para enfrentar la problemática de los

183
Alfonso H. Zamudio D.

ecosistemas, uno de los aspectos más graves de las


sociedades de hoy.

Inicio de un ordenamiento neoconstitucional

La institución de un tribunal neoconstitucional


se justifica, además de sobre la base del consenso
ciudadano propio de la misma constitución que le da
origen, en la necesidad de proteger el amplio listado
de derechos fundamentales de nueva generación y
en la exigente necesidad de una posterior
jurisprudencia para ratificación de dicha protección a
derechos. También, debe recordarse que jueces y
tribunales de menor jerarquía requieren de una guía
superior y común a todos y del correspondiente
ejercicio de su función como instancia y órgano de
cierre constitucional, dando luces sobre los
contenidos de la norma fundamental, además de
estar resolviendo las controversias relativas a la
acción de amparo y tutela, como paso clave de la
protección del gran andamiaje de derechos.
Con diferencias frente a los casos de España y
Corea del Sur, en países como Colombia, su Corte
Constitucional surgió no de un Estado autoritario en
transición de cambio sino de un Estado que
amparaba un régimen de democracia aunque
excluyente y restringida, significando la nueva
constitución base de una propuesta para refundar al
Estado y la sociedad101, algo muy similar a lo que
sucedió en Suiza en el 2000, Bolivia en 2004,
Ecuador en 2008 e Islandia en 2011, y sucede más
recientemente a finales del 2019 en un país como
Chile. Casos en los cuales un viejo ordenamiento
constitucional, de origen dictatorial en algunos de
ellos, había demostrado su obsolescencia frente a
las nuevas necesidades ciudadanas surgidas a la luz
de un mayor ambiente democrático posterior.
Ordenamiento caduco que es reformado de manera
parcial en las democracias que podían ser
consideradas ejemplares, como Suiza o Islandia e
incluso Chile, o cambiado totalmente en las demás.
Es así como la constitución se lee como un
instrumento que ha de poner fin a la crisis
sociopolítica sufrida hasta entonces por una

185
Alfonso H. Zamudio D.

determinada nación y como fuente de nuevos


acuerdos que han de cambiar el ejercicio del poder
en cada caso particular.

Con respecto a ello, debe recordarse que un


paradigma neoconstitucional, se expresa en rasgos
característicos102 que consideran la existencia de una
Constitución normativa y principalista; parten de la
ponderación como forma de aplicación de las normas
y principios constitucionales; aceptan la
omnipresencia de la Constitución en todas las áreas
del derecho, así como la prevalencia de la
omnipotencia judicial en lugar de la autonomía del
legislador ordinario, y la identificación de la
coexistencia en la Constitución de valores plurales,
en su mayoría contradictorios entre sí, en lugar de la
homogeneidad ideológica. Bajo este modelo hay
predominio de principios más que de reglas, de una
mayor ponderación doctrinaria y jurisprudente de
problemas más álgidos para toda la nación a nivel de
la nueva corporación, que de la sola subsunción de
potenciales derechos de minorías en la legislación
originada en el poder legislativo.
Lo importante de dilucidar la potencialidad de
lo neoconstitucional, como elemento que favorece la
toma de decisiones normativas para viabilidad de un
orden ecocapitalista, es que se trata de una
concepción apegada a la constitución y no
meramente procedimentalista de una democracia
que ha de ser garante de los derechos
fundamentales de todos los ciudadanos, pero no
simplemente de la omnipotencia muchas veces
emocional de la mayoría103,104, y que esa garantía
sólo puede hacerse verdaderamente operativa con el
recurso a la instancia jurisdiccional.

Los argumentos precedentes se han orientado


a reconocer la íntima relación existente entre la
actual práctica neoconstitucional de la aplicación de
este paradigma y la necesidad de una democracia
realmente operante en cuanto se trata de hacer
válidos los derechos fundamentales, lo que se ha
comprobado en diversos temas de actualidad.
Partiendo de que la sociedad contemporánea
requiere de una reorientación cierta y real hacia un
ecologismo operante, se debe resolver lo que se ha
venido desarrollando como una falacia de número,

187
Alfonso H. Zamudio D.

un argumento ex populo, que consiste en que, si la


mayoría lo cree y dice, se trataría de algo correcto.
Una falacia que trasciende de manera negativa a
toda la vida ciudadana, social y natural, con base en
la prevalencia del parecer de una mayoría, no solo
contra los derechos de algunas minorías, sino de
manera negacionista resguardada tras falsas
contraevidencias científicas y de acciones políticas
simplemente emocionales. Mayorías electorales
alcanzadas sin saberlo ellas mismas en contra de
sus propias conveniencias, pues de esa problemática
se trata en cada uno de los innumerables casos en
los cuales se juega la suerte de la naturaleza frente a
la acción libre de sectores inversionistas y
empresarios ceñidos a los retardatarios cánones de
la producción irresponsable oculta bajo el manto de
principios simplemente ambientalistas como la
prevención y la precaución.

Las decisiones de los magistrados


constitucionalistas a través de fallos en sentencias y
criterios en sus autos, han mantenido una tónica
positivista de derechos objetivos, lo cual significa
solamente una exigibilidad judicial muy diferente de
la justiciabilidad de los derechos individuales. Una
visión neoconstitucional no clásica habría de aceptar
el carácter subjetivo de los derechos sociales, entre
los cuales y muy principalmente los derechos a un
medio ambiente prístino, a un modo de vida sano y a
la certeza de que las decisiones tomadas en derecho
conducen a la seguridad climática de las
generaciones futuras y a la detención de la catástrofe
ya evidente.

Dar prevalencia a los criterios de altos jueces y


magistrados conlleva que el reconocimiento de
algunos derechos individuales como derechos
sociales puede, en ciertos casos, estar vulnerando
derechos de las mayorías en dos sentidos. Uno por
efecto de la defensa de derechos de minorías frente
al paradigma democrático de las mayorías y, otro,
por razón del eventual incumplimiento de dichos
derechos dadas las usuales y reiterativas razones de
escasez de recursos presupuestales de los Estados,
lo cual ha sido más patente en el constante y relativo
incumplimiento de lo que se han llamado derechos
prestacionales, como los conexos con salud y
educación esgrimidos como justificatorios del

189
Alfonso H. Zamudio D.

acometimiento de atentados irreparables contra


natura.

Se debe alcanzar la justiciabilidad de los


derechos sociales rezagados por notorias
deficiencias del sistema tradicional, pero ahora
evidentes en cambios de actitud y conciencia de la
población civil105. Las causas de que haya funcionado
la justiciabilidad en algunos países, como Colombia,
han sido, entre otras, una menor disfuncionalidad
institucional, el activismo civil y la participación
social106.

Esta disfuncionalidad institucional reside en


una debilidad estructural de la misma sociedad civil,
en la baja participación política de la población, la
corrupción electoral y el clientelismo, como también
en la escasa responsabilidad política de los agentes
públicos y el incumplimiento generalizado de la ley y
de las sentencias judiciales, tanto por parte del
Estado como de los particulares.

No obstante, hay razones de carácter positivo


que promueven la justiciabilidad de derechos no
alcanzados: el activismo cada vez mayor de la
sociedad civil, el diseño de mecanismos de
participación ciudadana ante las instituciones y las
mismas ejecutorias de los jueces constitucionales.
También, de audiencias públicas participativas y de
intervenciones ciudadanas a nivel mundial en un
contexto general de lucha por los derechos humanos
y ambientales.

Jurisprudencia y legislación

La actividad de las cortes constitucionales ha


sido revisada por diversos autores sobre las
diferentes circunstancias de varios países. Suele
evidenciarse que, desde su comienzo resultan
progresistas sus fallos acerca de derechos de
prestación, como los derechos a la salud 107 o a la
educación, o los derechos respecto a parejas del
mismo sexo108, o a los derechos de la mujer frente al
aborto. Igualmente, de numerosas sentencias que
han cubierto espacios que la labor legislativa no

191
Alfonso H. Zamudio D.

habría podido alcanzar por los contrapuestos


intereses políticos derivados de la preeminencia del
principio de la mayoría decisoria, reiterando una
democracia representativa que resulta en negación
del clamor de algunas minorías hacia el alcance de
justas reclamaciones de derechos justiciables. Los
derechos a un ambiente sano, a la preservación de
paisajes naturales insustituibles y la previsión del
futuro de la tierra ante la mirada incontrastable y la
objetividad alcanzados por la ciencia y la tecnología.

No obstante, el ejercicio de la garantía de los


derechos fundamentales en un marco institucional de
respeto al principio de división de poderes y de
consideración a la esfera de decisión de las cámaras
del poder legislativo, impone una serie de cuestiones
concernientes a las relaciones entre la justicia
constitucional y el poder legislativo 109, que no están
siendo desconocidas aun ante la comprensión de
que en el ámbito del legislador juegan intereses algo
más usualmente impregnados de clientelismo que de
debate puramente filosófico y político.
En este campo, los tribunales constitucionales
suelen alcanzar el balance del ejercicio tradicional
del poder público que los canales comunicantes
establecidos entre los tres clásicos poderes no han
logrado. Es de anotar que las decisiones de estos
colegiados de magistrados han logrado modificar la
distribución inequitativa del poder entre actores
políticos y sociales, mediante respuestas legitimas,
aunque muchas veces controversiales frente a los
problemas más sensibles y complejos.

Derechos mayoritarios y derechos de minorías

Algunas de las justificaciones para un orden


neoconstitucional parten de que la forma de Estado
es actualmente cada vez más compleja en cuanto a
las clasificaciones tradicionales. Ello por la esencia
diferencial de las regiones o las experiencias
federales muy diferentes de los clásicos
centralismos. Idéntica aseveración cabe en punto a
las formas de gobierno, como los

193
Alfonso H. Zamudio D.

neoparlamentarismos o los regímenes


semipresidenciales110.

De este modo el neoconstitucionalismo podría


estar correlacionado con cambios en el
parlamentarismo y una cada vez menor incidencia
del poder del ejecutivo presidencialista. Se está
permitiendo utilizar el término “democracia
constitucional” para hacer referencia a la
contemporaneidad de prevalencia y defensa de los
derechos fundamentales, principalmente de los
derechos ambientales en un amplio espectro. La
expansión del derecho constitucional se debe a la
universalización de ciertos principios y técnicas que
infunden fisonomía propia a la democracia, fundada y
vivida con sujeción al plexo de valores articulados en
una Carta Fundamental, como también a la
posibilidad de llegar a un régimen político en el que
el Estado-Gobierno se sienta menos autojustificado
para remediar los problemas de la ciudadanía por el
hecho de contar con los grupos e individuos
capacitados por el Derecho para protegerlos por sí
mismos. Además, a la internacionalización de los
órganos y procedimientos, regulados en los tratados
respectivos, tanto universales como regionales,
establecidos para infundir eficacia a las
declaraciones de los atributos públicos inalienables
de la persona, desde su concepción hasta después
de su muerte111.

Todo ello llevaría al posible agotamiento


conceptual de una diversidad de derechos y a la
consecuente necesidad de girar sobre estos mismos
para asegurar su real cumplimiento respecto a cada
uno de los ciudadanos dentro del sistema
democrático basado en una división de clásicos
poderes. Pero, en tal esquema uno de tales poderes,
el de los tribunales constitucionales dentro del poder
judicial, tendría a cargo una mayor carga de
responsabilidad en dicha tarea. Conectar el
neoconstitucionalismo de vertiente europea a la
realidad latinoamericana y andina podría servir, no
solo para un ejercicio de afianzamiento de ciertos
criterios de carácter universal, como la progresividad
e irretroactividad de los derechos, como también
para todo lo referido a la transferencia de una visión
estadocéntrica hacia otra antropocéntrica en la cual
haya de caber el ánimo positivo de proteger los

195
Alfonso H. Zamudio D.

medios naturales como entorno de actividades vitales


de todo ser humano.

La jurisprudencia en neoderecho para la


ecosostenibilidad

De las diversas disquisiciones sobre el


neoconstitucionalismo, el neoderecho y la
judicialización de derechos fundamentales, el
equívoco gobierno de los jueces ha surgido de la
experiencia respecto a varias posibles situaciones 112.

La primera de estas ha sido originada en los


fallos proferidos por los jueces con ocasión de
algunas Acciones de Tutela y, principalmente, por
determinados pronunciamientos del tribunal
constitucional contra las autoridades administrativas,
cuando se trata de la violación de derechos
fundamentales.

Otra de tales disquisiciones ha sido generada


por sentencias de acciones de amparo proferidas por
los magistrados, en especial, por cada Tribunal
Constitucional, contra los fallos de otros jueces o
altos tribunales. De igual manera, las producidas por
las decisiones proferidas por cada tribunal
constitucional, dentro de las demandas de
inconstitucionalidad de leyes o decretos especiales,
que han afectado principal y directamente al poder
ejecutivo de turno.

Por último, quizá la más importante, la


generada en las situaciones creadas por los fallos de
cada Tribunal Constitucional mediante los cuales se
le ha sugerido e incluso ordenado al ente legislador
actuar en determinado sentido, ante su inactividad
parlamentaria frente a temas urgentes o para
remedio de algunos vacíos o lagunas legislativas.

Pero, también, este tipo de actuaciones


controversiales de los jueces y magistrados
constitucionales estaría demostrando un real
ejercicio de sus característicos principios
neoconstitucionales, como son su omnipresencia
judicial y la defensa de la no homogeneidad

197
Alfonso H. Zamudio D.

ideológica a través de sus decisiones


jurisprudenciales.

La justicia constitucional en el mundo ha


mostrado una notable evolución, hasta tal punto que
ha llegado a afectar notables presupuestos básicos
intocables en el anterior régimen legal, como la
seguridad jurídica, un principio capital que empieza a
ser cuestionable en virtud del bien común. Bajo los
postulados de la defensa de la Constitución, del
Estado Social de Derecho y de los derechos
fundamentales, la jurisprudencia de tribunales
“neoconstitucionales” ha enfrentado decisiones de
los otros poderes. Los “neotribunales” han generado
avances positivos en temas como la libertad
religiosa, las libertades individuales, la eutanasia,
como también la limitación a los poderes excesivos
del ejecutivo y del legislativo. Incluso en campos
estrictamente relacionados con la administración
económica de los Estados, los jueces han enfrentado
el alcance de la independencia de los bancos
centrales, atendiendo de paso a los previsibles
efectos fiscales, financieros y de cambiantes reglas
presupuestales que al romperse pueden significar
riesgos derivados de sus fallos113, 114.

Algunos autores, observando específicamente


el caso colombiano han tipificado, además, efectos
coordinatorios, efectos deliberativos, efectos de
política pública y efectos sociales, gracias a los fallos
emitidos115.

Según estos, el “efecto coordinador” consiste


en “descubrir” fallas de relación entre las varias
entidades y los mismos funcionarios. El “efecto
deliberativo” se produce a través de los autos y
audiencias de seguimiento efectuadas por el Tribunal
Constitucional hacia otros entes gubernamentales.
En tanto, el “efecto de política pública” se produciría
en cuanto la influencia de los fallos del tribunal
constitucional en la conducta de las autoridades
públicas a las cuales se les imparten las órdenes
constitucionales. El “efecto social” se produciría al
establecer como derechos los mínimos
prestacionales que deben ser satisfechos por el
Estado.

199
Alfonso H. Zamudio D.

En resumen, no se puede restar ningún


mínimo de importancia al hecho de que los fallos
constitucionales sí generan una serie de conductas
positivas de respuesta a nivel de las diversas
instancias gubernamentales directamente
responsables de hacer realidad el ejercicio de los
derechos fundamentales, prestacionales,
ambientales y sociales en general, de toda la
población y, quizá en contra y a pesar de los
entramados representativos amañables por los
grandes poderes del capital, sin apego nacional y sin
fronteras ni mucho menos respeto suficiente por los
recursos naturales de la nación.

En este sentido, con referencia a la


justiciabilidad constitucional de comienzo del actual
milenio, una delimitación de los alcances de las
decisiones de las cortes neoconstitucionales
respecto al reconocimiento de la subjetividad de
derechos fundamentales es que la exigencia judicial
de un derecho social dependerá de factores tales
como la gravedad y razonabilidad del caso, su
vinculación o afectación de otros derechos y la
disponibilidad presupuestal del Estado 116. Es decir,
que la subjetividad de derechos, en cuanto al
reconocimiento de los derechos individuales,
conlleva su reconocimiento desde la perspectiva
neoconstitucional, no clásica, como derechos
sociales que en cuanto algunos de carácter
puramente prestacional, suelen tener en el plano
concreto de lo económico solo un límite en la
capacidad presupuestal de cada Estado.

Pero, más allá de limitaciones concretas del


Estado actual frente al cumplimiento de las
expectativas ciudadanas en el reconocimiento de
determinados derechos muy sentidos por algunas
minorías y aun no reconocidos en la carta de
derechos fundamentales, hay un elemento
profundamente político que distingue al escenario
actual en el cual se desenvuelve la clásica división
de poderes.

Lo que puede seguir denominándose como


gobierno de los jueces117, término algo peyorativo
pues desvirtúa la necesidad de no ruptura con el
equilibrio de los poderes, responde a una expresión
utilizada desde inicio del siglo XX por estudiosos de

201
Alfonso H. Zamudio D.

orientación progresista para criticar la jurisprudencia


de la magistratura americana de tipo federal,
significando en general el poder que alcanzan los
jueces en la vida institucional dentro de un modelo de
democracia constitucional. Al referirse a un gobierno
de los jueces se revela un grado de tensión entre el
sistema jurídico del Common Law y el Civil Law. Los
jueces mantienen, en el Common Law, una posición
de relativa autonomía respecto a las leyes emanadas
del Parlamento, o Congreso, mientras que el Poder
Judicial asume una posición en un mismo plano que
los otros. No se afirma el principio del monopolio
estatal de la producción de normas jurídicas,
reservándose así un papel trascendente al derecho
jurisprudencial, en una tarea principalmente
destinada a los jueces para servir de contrapeso al
legislativo.

En un entramado constitucional caracterizado


así por un sistema de pesos y contrapesos se
atribuye a quienes están al frente de cada poder los
instrumentos constitucionales y las razones
necesarias para resistir a las usurpaciones de los
otros. En una situación de cogobierno equiparado
con los jueces, una mejor forma de describir este
asunto, la característica es la de interpretación de las
normas constitucionales, entendiéndose que el
legislador como constituyente no puede ser a la vez
intérprete de las leyes, que pueden haber sido
formuladas por sus mismos integrantes.

Del mismo modo y otras muchas razones han


llevado a un proceso de expansión del poder judicial
que ha sido reconocido como la judicialización de la
política, un fenómeno que se produce con el
desplazamiento de las competencias decisionales
desde los poderes ejecutivo o legislativo hacia los
tribunales pero que, de manera determinante, habilita
las instancias estatales para afrontar decisiones que
las vías legislativas no han de tomar por efecto de
corruptela, clientelismo e intereses creados de todo
orden que las vías electorales mediante las cuales se
legitiman reproducen una y otra vez permitiendo
desconocer realidades sociales que exigen urgente
atención.

Ya lo han expresado grandes grupos de


pensamiento como el Foro Económico de Davos, en

203
Alfonso H. Zamudio D.

el cual se ha comparado el denominado “cisne


negro”, un acontecimiento eventual que se presenta
con consecuencias positivas o negativas, del cual se
habló cuando la crisis de 2008 118, con un nuevo
“cisne verde” en el 2020, relacionado ahora con los
impactos y efectos del cambio climático en una
nueva crisis financiera, que no solo tiene de nuevo
este carácter económico sino que se extendió ya a
todas las áreas y actividades humanas y amerita un
tratamiento que alcance niveles de judicialidad, en
vista de que cada acción contra natura puede y debe
verse, no podría ser de otra manera, como un delito
contra la sociedad mundial.

En esta línea de pensamiento, resulta


relevante recordar que un rasgo significativo de
países de América Latina a partir de la década de los
años noventa ha sido el protagonismo judicial, que
ha conducido a una importante “judicialización” de la
política119. Esto ha significado que ciertos asuntos
que tradicionalmente habían sido resueltos por el
sistema político han comenzado a ser decididos por
los jueces.
La intensidad de dicho proceso ha sido diversa
pues mientras en países como Argentina, Colombia o
Costa Rica, ha sido muy importante, en otros como
Chile, México o Ecuador, ha sido relativamente débil
e incluso inexistente. En los primeros países ha sido
en gran medida una expresión del activismo
relativamente autónomo de un tribunal constitucional
específico, amparado en la adopción de una nueva
constitución generosa en derechos y en mecanismos
judiciales de protección.

Dado un escenario constitucional de derechos,


el resultado es que el sistema político, en especial el
poder ejecutivo dispone de menos posibilidades de
influencia y los políticos ya no pueden considerarse
por encima de las reglas pues se han convertido en
justiciables, una situación cada vez más usual en las
democracias contemporáneas. Esto, debido
fundamentalmente a que cada tribunal constitucional,
como intérprete del pacto social que ha significado la
carta constitucional que le da origen, incluye en su
labor de incorporación sujetos históricamente
excluidos del anterior contrato social llevándolos
hacia la creación jurisprudencial de derechos

205
Alfonso H. Zamudio D.

excluidos de la misma carta120, como la mayor


evidencia del ejercicio de su autonomía jurisdiccional.
Sin embargo, se deben considerar ciudadanos a
incluir en el nuevo contrato social, a quienes por
negacionistas no se les debe acallar en sus
clamores, ni mucho menos desconocer sus derechos
adquiridos, por afrontar de inmediato las medidas
para restauración de la naturaleza herida y el más
fuerte control de las afrentas sociales al planeta.

Justiciabilidad y separación de poderes

Un elemento de soporte a la importancia de


que sea un tribunal constitucional el encargado del
control de constitucionalidad de los actos emitidos
por los poderes ejecutivo y legislativo proviene de
Kelsen121: en el sentido de que el principio de que
“nadie puede ser juez en su propia causa” le llevó a
proponer como garante de la Constitución a un
órgano ajeno a la aplicación cotidiana de esta, como
lo serían el Parlamento legislador o el gobierno
ejecutor, en cuanto son órganos que participan en la
tarea legislativa. Kelsen, con base en su convicción
de que la interpretación de la Constitución es una
tarea estrictamente jurídica consideró que debe ser
confiada a técnicos del derecho, como es el caso de
los jurisconsultos, jueces o magistrados.

Resulta tácito en dicha concepción que los


poderes políticos deben estar bajo constante control
por parte de los jueces constitucionales dentro de la
necesidad de poner límites jurídicos al ejercicio del
poder, una de las condiciones de resguardo de los
parámetros funcionales de la democracia
constitucional en sistemas que son típicamente
capitalistas en el plano económico. La búsqueda de
la autonomía y hegemonía de los jueces
constitucionales en la actualidad radica
principalmente en la necesidad de distanciar a los
legisladores de los asomos de posible
desconocimiento a los derechos fundamentales a
través de las claras e interesadas motivaciones
políticas que conlleva el ejercicio de la propuesta y
aprobación de leyes que pretenden orientar el
funcionamiento del sistema social hacia rumbos
considerados disruptivos a pesar que miran a la
solución de candentes problemáticas como los

207
Alfonso H. Zamudio D.

ecoambientales, dependientes de la libertina acción


empresarial en uso de las libertades democráticas
usual y tendenciosamente malinterpretadas.

La prevalencia de los jueces y magistrados


respeta la separación de los poderes con perspectiva
hacia el reconocimiento, resguardo y defensa de los
derechos ciudadanos fundamentales, solo que hace
cuestionamiento y claro contrapeso a las mayorías
decisorias representadas en aquellos funcionarios
públicos y en los parlamentarios electos por sufragio
popular. Los resultados electorales sujetos al dogma
decisorio de las mayorías suelen desconocer, en la
práctica, los sentidos derechos de algunas minorías y
algunos ignorados o desapercibidos derechos de los
demás y de todos. El reconocimiento de derechos
fundamentales a grupos con menor representatividad
política ha sido tarea de expertos respetuosos de los
parámetros constitucionales que, ante el
desconocimiento de derechos de algunas minorías
de raza (biológicas), étnicas (culturales), religiosas
(credo), sexuales (género) o lengua, a través de
decisiones cualitativas mediadas por una
representatividad política apegada al criterio
puramente cuantitativista de las mayorías. Pero el
dogma de las mayorías decisorias en época de
políticas emocionales y prevalencia de un estado
poblacional de opinión acentúa su carácter de
negación de verdades y afirmación de mentiras en
una inmensa falacia que impide el camino a urgentes
soluciones.

Es de esta manera, y en general, que se


identifica al modelo de Estado constitucional con la
corriente neoconstitucionalista, que no solamente
trata de la separación a ultranza de las competencias
de cada uno de los poderes, recordando
constantemente que los poderes ejecutivo y
legislativo surgen de vencedores electorales
mayoritarios de carácter directo y que el poder de
cortes o tribunales tiene origen intermediado en
procesos democráticos considerados como
indirectos.

Pero en este sentido, el impacto positivo de la


ola neoconstitucional, a partir de la experiencia
reciente de países latinoamericanos, sin embargo, es
cuestionado en cuanto a pesar de su progresivo

209
Alfonso H. Zamudio D.

camino se han adentrado en un aparente dominio de


los jueces que aún se produce en ámbitos e
instituciones que continúan estando realmente
ceñidos a las previas redes de poder que, no en
pocas oportunidades, se oponen a los lineamientos
progresistas de los muchos de estos tribunales
neoconstitucionales.

En el campo de la protección de derechos


ambientales, estos en muchas ocasiones se
relacionan más directamente con problemáticas que
afectan a pobladores de las regiones relativamente
apartadas, un 11% de la población regional
Latinoamérica, como grupo social al cual más
sistemáticamente se le han desconocido y violado
derechos “no solamente como ciudadanos
individuales, sino como colectivos específicos con
derechos diferenciados respecto del resto de la
ciudadanía”122 y con algún grado de
autodeterminación interna alcanzado en
ordenamientos constitucionales más plurales
calificables como neoindigenistas a lo largo del
continente y también “plurinacionales” pues, en vez
de extender el reconocimiento del Estado solo a la
base de la pluralidad cultural, los ha extendido en
derechos potencialmente justiciables, en una línea
jurídica que trasciende de principios que han sido
reconocidos a los derechos de otros sectores
sociales nacionales en todo lo cual son
determinantes los derechos y decisiones
concernientes al afrontamiento ético de las
relaciones capitalistas con la naturaleza.

Este reconocimiento del impacto del


capitalismo actual ocasionando la crisis ambiental
que ha llegado a puntos álgidos de afectación no
solo a los diversos ecosistemas sino a la humanidad
como un todo integrado, es ahora parte de un
llamado de auxilio que paulatinamente ha encontrado
voces adherentes más allá de la ciudadanía inane en
grupos de poder que permitirían vaticinar un
verdadero arranque renovador hacia controles
operantes de los daños al planeta por cuenta de
agentes económicos en incesante e irresponsable
búsqueda del lucro.

La maximización del “shareholder value”, del


valor de utilidades y precios de los títulos en

211
Alfonso H. Zamudio D.

posesión de los accionistas, no importando las


consecuencias para trabajadores, clientes,
proveedores, competidores, familias y comunidades
en general, ha sido una idea central del capitalismo
desde comienzo de los años setenta. El salvaje
apetito de accionistas no habría de obrar
cautelosamente hacia los entornos naturales
afectados por el actuar maquinal de las grandes
empresas y corporaciones de las cuales detentan
propiedad, intermediada por el salvavidas del
desafuero bursátil.

Aparece una mirada esperanzadora al


aproximarse del año 2020 cuando en Estados
Unidos, innegable adalid del capitalismo voraz, se ha
producido una declaración de apoyo a un capitalismo
de “partes interesadas” (stakeholders), firmada por
casi todos los miembros de la organización
empresarial estadounidense Business Roundtable.

Aún más positivo resulta escuchar las voces


del Foro Económico Mundial, celebrado en Davos a
comienzo de 2020, “Partes interesadas para un
mundo coherente y sostenible” (Stakeholders for a
Cohesive and Sustainable World), renovando esta
misma idea del “capitalismo de partes interesadas”,
según Klaus Schwab, adalid fundador de este
Congreso anual de líderes empresariales, líderes
políticos internacionales, periodistas e intelectuales,
destinado al análisis de los problemas apremiantes
que afronta el mundo, de los cuales el medio
ambiente como prioridad de atención conduciría al
ecocapitalismo que la humanidad y demás especies
requieren como alcance de la única razón económica
verdaderamente vital del planeta.

213
Alfonso H. Zamudio D.
.

Conclusiones

¿Puede ser un tribunal independiente en la


estructura judicial de cada nación, en acuerdo con el
paradigma neoconstitucional, un garante suficiente
de los derechos minoritarios, como también de la
toma de decisiones convenientes a la mayoría
poblacional? ¿Lo puede ser fundamentalmente en
aspectos conexos con la preservación de un
ambiente natural sano? ¿Podría convertirse este en
una institución generatriz de vulneración de estos y
otros derechos por incidencia de los viejos
parámetros de la democracia participativa ineficaz?

Una mirada al caso específico de un país


como Colombia proporciona indicios relativamente
claros para unas respuestas algo conclusivas. Desde
1991 aparece como un ejemplo destacable de esta
garantía colectiva de los derechos fundamentales, no
solo de las minorías indígenas u otras minorías

215
Alfonso H. Zamudio D.

sociales, un modelo cercano al neoconstitucional, al


igual que en otros países de la región
latinoamericana que pueden ser catalogables como
tal. Lo acaecido a través del trabajo de estos nuevos
tribunales de la constitución ha demostrado no solo
que se hace realidad la defensa de los derechos de
reciente generación para la ciudadanía mayoritaria,
sino que la creación de algunos derechos que, por
raza credo u otro factor social diferencial, eran aun
desconocidos a ciertas y determinadas minorías se
encuentran ahora instituidos con base en el
reconocimiento de dichos ciudadanos como sujetos
de derechos específicos o de derechos en equidad.

La actividad jurisprudencial de este tipo de


tribunales ha significado un proceder de
aseguramiento democrático de los derechos
fundamentales sin que ello haya representado la
configuración indeseada de lo que algunos han
calificado como un posible gobierno hegemónico de
sus jueces o magistrados. El balance político de la
acción judicial de los tribunales constitucionales
frente a acciones del ejecutivo o decisiones del
legislativo suele haberse dirimido en franca lid
democrática del pensamiento y la razón, en muchos
casos con carácter y argumentaciones de base
científica. Si bien algunos de tales choques de
debate ideológico y político en materia legalista
podrían interpretarse como antagonismos entre
poderes del Estado respecto a la protección de los
derechos fundamentales, la actividad jurisprudencial
de tribunales constitucionales ha mantenido un perfil
progresista respecto a las diferentes instancias
democráticas de los otros poderes del Estado,
afirmando la línea neoconstitucional de apoyo en el
avance de la judicialización de algunos nuevos
derechos.

La potencial constitucionalización de aquellos


que se pueden considerar neoderechos
fundamentales para determinados grupos de
minorías ciudadanas, no solo ha reconocido estos,
sino que se mantenido en la línea de respeto a los
demás sectores ciudadanos, dentro del ejercicio del
paradigma neoconstitucional, sin que se haya
evidenciado la indeseada hegemonía de los
magistrados, y con sujeción a los parámetros

217
Alfonso H. Zamudio D.

trazados para el Estado de derecho y cada carta


constitucional vigente.

Si el reconocimiento y ejercicio real de lo que


se conoce como aplicación del neoderecho a través
de un tribunal constitucional activo permite la
inclusión de nuevos derechos a la constitucionalidad
de una nación, esta podría considerarse la vía
expedita para hacer realidad algunas
determinaciones políticas que son de difícil consenso
entre los legisladores, como todo aquellas
relacionadas con la previsión de daños a la
naturaleza, o como aquellas de necesaria respuesta
a consultas populares en comunidades que se
declaran en oposición a proyectos de explotación del
subsuelo, usualmente extractivistas, o de otra índole
que pueda afectar de manera grave su entorno
natural. La jurisprudencia de tribunales
neoconstitucionales se vislumbra, así como el
mecanismo mediante el cual la naturaleza pueda ser
realmente considerada como sujeto de derechos
cuando ha sido afectada o va a ser intervenida sin
respetuosa mesura por inconsecuentes actividades
públicas, privadas o mixtas.
En el ámbito de la teoría económica, si bien
han sido paulatinamente introducidos algunos
elementos analíticos de las relaciones de la
humanidad como sujeto, con la naturaleza como
objeto, este proceso teórico ha ido desarrollándose
con una índole estrictamente pragmática por cuanto
la práctica económica y los diversos proyectos de
inversión continúan teniendo en cuenta a la
naturaleza solamente como una fuente de costos a
partir de su relación con el trabajo humano cuando
algunos de sus recursos han de ser transformados
en bienes económicos.

Bajo esta perspectiva, los procesos naturales


previos resultan en simples variables gratuitas dentro
del proceso de explotación de los recursos
ambientales, pues las fases precedentes a la
aparición del bien económico no se consideran un
factor de obligada retribución a los ecosistemas
afectados por la intervención humana. Los procesos
de recuperación ecológica de fauna, flora o suelos se
encuentran separados de las acciones de los sujetos
económicos que han ocasionado las

219
Alfonso H. Zamudio D.

correspondientes afectaciones y son usuales tareas


afrontadas por los Estados u organizaciones no
gubernamentales como objetivos paliativos y que
resultan puramente demostrativos. Los enfoques de
toda economía ambientalista manejan las variables
de costo del bien económico, pero no conciben como
factor de costeo las obligantes previsiones de
retribución responsable al medio natural como fuente
primigenia de riqueza y menos la identificación previa
de los sujetos económicos responsables de tal
reparación.

Ha sido un punto de partida conceptual en el


presente ensayo, la propuesta de considerar que las
perspectivas y enfoques ecologistas, en
contraposición a las puramente ambientalistas, son
más acordes al necesario reconocimiento de los
principios de recuperación y retribución a la
naturaleza afectada en ejercicio de una concepción
bioética condicionante de la intervención humana en
la creación de bienes económicos.

Debe reconocerse que esta mirada ecologista


a la economía involucra grandes dificultades de tipo
político que resultan en constante impedimento para
que cualquier sociedad entre de lleno y con mayor
celeridad en la práctica de transformación de las
actividades de explotación más perjudiciales a los
ecosistemas, en la reparación de los ingentes daños
históricos infligidos a los medios naturales y en la
retribución obligante en aquellos casos en los cuales
urge la explotación de la naturaleza por razones de
supervivencia humana y dadas las limitaciones del
nivel de desarrollo tecnológico alcanzado. La visión
ecologista, el reconocimiento bioético de los
principios de sustitución y retribución, así como la
judicialización de los neoderechos, de difícil
reconocimiento mediante los canales de la
democracia representativa, configuran una estrategia
urgente de combate a la irresponsable antropía
depredadora que identifica al modo capitalista como
se le practica hoy y un posible avance en el camino
hacia un ecocapitalismo sustentable.

221
Alfonso H. Zamudio D.

Índice de temas

actividad sustitutiva, 95
actividades contributivas, 137
actividades restitutivas, 102
ambientalismo, 74, 76, 156
antropía, 147, 213
Antropoceno, 27
biodiversidad, 28, 33
cisne negro, 196
cisne verde, 196
Constitución Ecológica, 158
construcción devastante, 96
Curva Ambiental, 73
democracia refrendataria, 163
desarrollo sostenible, 113
desarrollo sustentable, 122
destrucción creativa, 95, 96
directismo, 163
ecocapitalismo, 17, 18, 20, 167, 205
ecologismo, 80
economía clásica, 41
economía neoclásica, 67
escuela austríaca, 56
escuela clásica, 47
escuela de Chicago, 70
escuela keynesiana, 61
fracking, 104
Friedrich Hayek, 56
Gary Becker, 70
George Stigler, 70
gobierno de los jueces, 194
Gobierno de los Jueces, 166
Gran Aceleración, 32
huella ecológica, 147
IKEA, 141
Joseph Stiglitz, 84
judicialización, 160, 195, 213
justiciabilidad, 181, 182
justiciabilidad constitucional, 192
keynesianismo, 63
keynesianismo medioambiental, 66
Milton Friedman, 70
monetarismo, 70, 71
negacionistas, 144
neoconstitucionalismo, 105, 170, 173, 174, 188
neoderecho, 19, 21, 188
neokeynesianismo, 67
neoliberalismo, 71, 72
pacto social, 171
Paul Crutzen, 27
Paul Krugman, 84
pensamiento poskeynesiano, 64
poskeynesianismo, 64
restauración, 124, 157
restitución, 108, 124
Robert Solow, 55
sostenibilidad, 79, 113
sustentabilidad, 81, 122, 145, 146
sustitución, 25, 55, 60, 95
Sustitución, 99
tendencia ecologista, 79
Theodore Schultz, 70
William Nordhaus, 55, 116

223
Br újula ecológica
Alfonso H. Zamudio D.
Salud y medio ambiente
10
10
Intensidad de materiales Emisiones

5 5 5

10 10
Conservación de recursos 0 Prolongación de servicios

5 5

Generación de residuos 10 Energía

Reciclaje

Figura 1. Brújula ecológica


Figura 2. Mapa conceptual

225
Alfonso H. Zamudio D.

Anexo 1. Población, PIB percápita, emisiones CO2,


suministro total de energía primaria 1971-2009
Anexo 2. Producción mundial de caña

Países productores TM %
Brasil 807.316 43,85
India 372.590 20,24
China 137.046 7,44
Tailandia 109.309 5,94
Pakistán 69.670 3,78
México 66.830 3,63
Colombia 38.111 2,07
Indonesia 36.800 2,00
Filipinas 34.835 1,89
Estados Unidos 30.467 1,65
Guatemala, Sudáfrica, Egipto,
Costa Rica, Etiopía 138.153 7,50
Total mundial 1.841.127 100,00
Fuente: Fao statistics proyección 2010-2019:
https://www.portalcania.com.ar/noticia/conoce-cuales-son-los-
principales-paises-productores-de-azucar/

227
Alfonso H. Zamudio D.

Anexo 3. Agricultura ecológica mundial 1999-2017

Fuente: FIBL. En:


https://www.bioecoactual.com/2019/02/18/laproduccion-ecologica-
mundial-maximo-historico/
Anexo 4. Tendencia tecnológica sustitutiva 1995-
2035

Fuente: McK GIA

229
Alfonso H. Zamudio D.
Referencias bibliográficas

231
1
La superficie calculada del planeta es de unos 510.101.000 km2. De esta, cerca de
150 millones de km2 (29,41%) la conforman los continentes. La tierra cultivable es de
11,06% a 2016, según reportes del Banco Mundial, la cual era 55 años antes de 9,8%.
En: https://datos.bancomundial.org/indicador/AG.LND.ARBL.ZS?view=chart
2
Crutzen, P. y Stoermer, E. (2000) The ‘Anthropocene’. En: Global Change Newsletter,
núm. 41, pp. 17-18.
3
Steffen, W.; Crutzen, P. & McNeill, J. (2007) The Anthropocene: Are Humans Now
Overwhelming the Great Forces of Nature? Royal Swedish Academy of Sciences,
Ambio Vol. 36, No. 8, December, pp. 614-621. En:
http://www.profwork.org/wsy/earth/Ambio2007.pdf
4
Richey, A.; Thomas, B.; Lo, J. et.al. (2015) Quantifying renewable groundwater stress
with Grace, Water Resour. Res., 51, pp. 5217-5238. DOI: 10.1002/2015WR0177349
5
OMS, UNICEF (2015) Informe 2015 del PCM: datos esenciales. En: www.who.int
6
AIE (2011) Emisiones de CO2 de la combustión de combustible: aspectos
destacados. Agencia Internacional de Energía (AIE); Editorial: AIE, París, Francia.
(Anexo 3)
7
Brittain, Blake (2018) Wheather disaster cost U.S. record $306 billion in 2017. En:
Reuters, enviroment, enero 8. Recuperado de: www.reuters.com
8
Rodríguez Becerra, Manuel (2019) Nuestro planeta nuestro futuro. Debate. Penguin
Random House Grupo Editorial.
9
Latour, B. (2018) Down to Earth: Politics in the New Climatic Regime.
10
Pimm, S.L., Russell, G.J., Gittleman, J.L. & Brooks, T.M. (1995) The future of
biodiversity. Science 269, pp. 347–350
11
Hibbard, K., Crutzen, P., Lambin, E., Liverman, D., Mantua, N., McNeill, J., Messerli,
B. & Steffen, W. (2006). Decadal interactions of humans and the environment. In:
Integrated History and Future of People on Earth. Costanza, R., Graumlich, L. and
Steffen, W. (eds). Dahlem Workshop Report 96. MIT Press, Cambridge, MA, pp 341–
375.
12
Rodríguez (2019), p. 39.
13
Roser, Max y Ritchie, Hannah (2018) Yields and Land Use in Agriculture. Recuperado
de: ourworldindata.org
14
WWF (2018) Living Planet Report. Gland: WWF. Recuperado de: wwf.panda.org
15
FAO (2014) State of the World´s Forests. Enhancing the socioeconomic benefits from
forestd. Rome.
16
Swilling, M.; Hajer, M: Baynes, T. Bergesen, J: Labbé, et. al. (2018) Report by the
International Resource Panel. United Nations Environment Programme, Nairobi,
Kenya
17
UN (2014) Department of Economic and Social Affairs, Population División. World
Urbanization Prospects: The 2014 Revision, Highlights
18
IRP (2018) The Weight of Cities: Resource Requirements of Future Urbanization.
19
Piketty, Thomas (2014) Capital in the Twenty-First Century. Cambridge: The Belknap
Press.; Deaton, Angus (2013) The Great Escape: Health, Wealth, and the Origins of
Inequality. Princeton: Princeton University Press
20
Deaton, Angus (2013) The Great Escape: Health, Wealth, and the Origins of
Inequality. Princeton: Princeton University Press
21
Arango, Juan (2014) Evolución del papel de la naturaleza en el estudio económico:
desde los autores preclásicos hasta la escuela neoclásica. Ensayos de Economía,
No.45, julio-diciembre, p. 63. Recuperado de:
http://bdigital.unal.edu.co/65317/1/50500-246788-1-PB.pdf
22
Dasgupta, Partha y Heal, Geoffrey (1974). The optimal depletion of exhaustible
resources. The Review of Economic Studies, (41), pp. 3-28
23
Solow, Robert (1974). The economics of resources or the resources of Economics.
The American Economic Review, (64), pp. 1-14.
24
Eichner, Alfred (1984) Joan Robinson's Legacy, Challenge 27(2), pp. 42–46
25
León, John (2007) Keynesianismo, Poskeynesianismo y Nuevokeynesianismo: ¿Tres
doctrinas diferentes y una sola teoría verdadera? Munich Personal RePEc Archive,
MPRA, Paper No. 4600. Recuperado de: http://mpra.ub.uni-muenchen.de/4600/
26
De la Torre, Luis (2015) El reto de la tecnología y los recursos minerales: la realidad
de un progreso sostenible para el siglo XXI, pp. 127-140. Recuperado de:
https://www.mincotur.gob.es/Publicaciones/Publicacionesperiodicas/EconomiaIndustri
al/RevistaEconomiaIndustrial/408/LUIS%20DE%20LA%20TORRE.pdf
27
Kuznets, Simon, (1955) Economic Growth and Income Inequality. American Economic
Review, No. 45, pp. 1-28
28
Tobasura, I. (1998) Ecologismo y ambientalismo: el surgimiento de viejos
fundamentalismos, Cuadernos de desarrollo rural, No. 41, p. 59
29
Martínez, R. (2015) Ambientalismo y ecologismo: diferencias. Recuperado de:
https://semanariouniversidad.com/opinion/ambientalismo-y-ecologismo-diferencias-2/
30
Sweeny, Glynis (2015) It´s the Second Dirtiest Thing in the World – and You´re
Wearing It. En: Alternet. Recuperado de: www.alternet.org
31
Steffen, Will: Broadgate, Wendy; Deuitsch, Lisa; Gaffney, Owen y Ludwig, Cornelia
(2015) The trajectory of the Anthropocene: The Great Acceleration. The Anthropocene
Review, Vol.2 (1), pp. 81-98
32
IPCC (2014) Assessment Reports. Recuperado de: www.ipcc.ch
33
Rodríguez (2019), op. cit
34
Stern, Nicholas (2008) El Informe Stern: la verdad sobre el cambio climático.
Barcelona: Paidós.
35
Meadows, Donella; Meadows, Dennis; Randers, Jorgenn: Behrens, W. (1972) The
limits to growth. New York: Universe Books.
36
Brundtland, G. & WCED (1987) Our Common Future: Report of the World
Commission on Environment and Development. Oxford: Oxford University.
37
Halpern, Benjamin; Walbridge, Shaun; Selkoe, Kimberly; Kappel, Carrie; Micheli,
Fiorenza; D'Agrosa, Caterina; Bruno, John; Casey, Kenneth; Ebert, Colin; Fox, Helen;
Fujita, Rod; Heinemann, Dennis; Lenihan, Hunter; Madin, Elizabeth; Perry, Matthew;
Selig, Elizabeth; Spalding, Mark; Steneck, Robert y Watson, Reg. (2008). A Global
Map of Human Impact on Marine Ecosystems. Science (New York, N.Y.). 319. 948-52.
10.1126/science.1149345. Recuperado de:
https://www.researchgate.net/publication/5574961_A_Global_Map_of_Human_Impact
_on_Marine_Ecosystems
38
Hughes, T.; James, T. y Shaun, W. (2017) Global warming and recurrent mass
bleaching of corals. En: Nature 543, pp. 373-377
39
Brújula ecológica (Figura 1)
40
Schumpeter. Joseph (1978), Teoría del desenvolvimiento económico, México: FCE, p.
75.
41
OMS (2015) Sugars intake for adults and children. Guideline. En:
https://www.who.int/nutrition/publications/guidelines/sugars_intake/en/
42
La caña de azúcar es un cultivo de nivel mundial y una de las fuentes de azúcar,
etanol y jaggery semirefinado de la India, con subproductos utilizados como forraje
alimenticio de ganado. Se cultivan 1.841.528 toneladas métricas anuales, en cerca de
24 millones de hectáreas (Anexo 3).
43
FIBL-IFOAM (2017) The World of Organic Agriculture. Anuario Estadístico. Instituto
de Investigación de Agricultura Ecológica (FiBL) e IFOAM – Organics International en
BIOFACH (principal feria comercial mundial de alimentos ecológicos del mundo),
Nuremberg, Alemania) (Anexo 2).
44
En las dos décadas recientes, los transgénicos, organismos genéticamente
modificados (OGM), han pasado de ocupar 1,7 a 185,1 millones de hectáreas,
equivalentes a 12 millones de automóviles menos por año; 19,4 millones de hectáreas
de tierra menos dedicadas a la agricultura y reducciones del 19 % de agroquímicos,
según Syngenta e ISAAA (2016) International Service for the Acquisition of Agri-
biotech Applications. En: https://www.dinero.com/economia/articulo/aumento-de-
cultivos-transgenicos-a-nivel-mundial/250874
45
Son “Hidrocarburos presentes en el subsuelo en estado diferente a los hidrocarburos
líquidos convencionales o gas libre, incluyendo gas asociado a los primeros; o
hidrocarburos que se encuentren en yacimientos no convencionales. Esta definición
incluye hidrocarburos tales como crudos extrapesados, arenas bituminosas, gas en
mantos de carbón, yacimientos de muy baja porosidad (tight) e hidratos de gas”.
Agencia Nacional de Hidrocarburos. Glosario. En: www.anh.gov.co
46
Kuznets, Simon, op. cit.
47
Nordhaus W.D. (1977) Economic growth and climate: the carbon dioxide problem.
American Economic Review 67: pp. 341–346.
48
TSO (2008) Building a low-carbon economy – the UK’s contribution to tackling climate
change. Committee on Climate Change. 512p.; p. xiv. Recuperado de:
https://www.theccc.org.uk/wp-content/uploads/2008/12/Building-a-low-carbon-
economy-Committtee-on-Climate-Change-2008.pdf
49
Pacala, S. y Socolow, R. (2004) Stabilization Wedges: Solving the Climate Problem
for the Next 50 Years with Current Technologies. Science, Vol. 305, pp. 968-972.
Recuperado de: www.princeton.edu
50
Ibid.
51
Naredo, J.M. (2019) Taxonomía del lucro. Siglo XXI editores.
52
Gutiérrez, R.; Martínez, C.; Sfeir-Younis, A.; Fairbanks, M.; Lindsay, S.; Holden, P. &
Brugger, E. (1998). Retos para el nuevo milenio en América Latina. Desarrollo
sostenible, competitividad y reformas de segunda generación. Prólogo. Bogotá: CAF.
Recuperado de: http://scioteca.caf.com/handle/123456789/877
53
INREDH (2016) Recuperado de: https://www.inredh.org/index.php/archivo/boletines-
ambientales/155-la-reparacion-ambiental
54
Crespo, Ricardo (2009) La responsabilidad Objetiva por daños ambientales como
mecanismo de participación para el acceso a la justicia ambiental, en Los Derechos
Colectivos. Hacia su efectiva comprensiva y protección, Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, Serie 16, Flacso.
55
Libro Blanco de la Responsabilidad Ambiental de la Comunidad Europea (2000) eur-
lex.europa.eu/LexUriServ/site/es/com/2000/com2000_0066es01.pdf;
56
Ávila, María y Corredores, María (2009) Los derechos colectivos hacia su efectiva
comprensión y protección Quito: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos: Alto
Comisionado de Naciones Unidas: Ministerio Coordinador de Patrimonio: Fondo para
el logro de los ODM. 501p. En: Flacso Andes, Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales, Biblioteca digital de vanguardia para la investigación en Ciencias Sociales.
Región Andina y América Latina. Recuperado
dehttps://biblio.flacsoandes.edu.ec/shared/biblio_view.php?bibid=116661&tab=opac
57
Zamudio, Alfonso (2011) Del origen del dinero y de las crisis financieras del sistema
capitalista contemporáneo, Demanda de liquidez y el hábitat. En: pp. 174 y ss.
58
Zamudio amplía “sin límites a nivel mundial” la oferta monetaria. Ibid., pp. 274-275.
59
Naciones Unidas (1998) Protocolo de Kioto de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático.
60
INTI (2005) Instituto Nacional de tecnología industrial. Bonos de carbono, mayo.
61
Ibid.
62
CM (2019) Recuperado de: https://www.climatebonds.net/
63
Zamudio, Alfonso (2011) Del origen del dinero y de las crisis financieras del sistema
capitalista contemporáneo, p. 188
64
Rodríguez (2019), op. cit, p. 35
65
Rosa, Ferran (2018) Walking the circle: The 4 guiding pillars for a Circular Economy.
Recuperado de: zerowasteeurope.e
66
IKEA, por las iniciales de su fundador y su sitio natal (Ingvar Kamprad Elmtaryd
Agunnaryd), confeso profascista del Movimiento Nueva Suecia en su etapa juvenil,
que al momento de su defunción en 2018 era la octava persona más rica del mundo
con US$58,7 billones. En: http://www.bloomberg.com/news/articles/2018-01-31/ikea-
fortune-falls-to-no-one-after-billionaire-founder-s-death
67
Netflix (2019) Sociedad de consumo: verdades incómodas. En:
https://www.netflix.com/watch/81002635?
trackId=14170286&tctx=2%2C0%2C76891161-1145-4850-87d9-36e25af94b4a-
9633867%2C55810ba1-2620-4a7d-8d15-
6a04710b3e21_60619159X3XX1575317341906%2C55810ba1-2620-4a7d-8d15-
6a04710b3e21_ROOT
68
WWF (2018), op. cit.
69
Kondratiev, Nikolai D. (1926) Los grandes ciclos de la actividad económica; Gottfried
Haberler (Ed.) Ensayos sobre el Ciclo Económico: pp. 35-56. México: Fondo de
Cultura Económica, segunda edición, 1956.
70
Constable, George y Somerville, Bob (2003) A Century of Innovation: Twenty
Engineering Achievements That Transformed Our Lives. Washington, DC: Joseph
Henry Press.
71
Sachs, J. (2015) El carbón no tiene futuro y Colombia debe prepararse. En: Portafolio,
junio 19. Recuperado de: www.portafolio.com
72
Sachs (2015), ibid.
73
Roser, Max y Ortiz-Ospina, Esteban (2019) World Population Growth. En:
OurWorldInData.org. Recuperado de: ourworldindata.org
74
Alam, Shahid. (2005). The Economy As An Energy System. Boston: Northeastern
University. 25p., p. 13
75
Roser, Max y Ortiz-Ospina, Esteban (2018) Global Extreme Poverty. En:
OurWorldInData.org. Recuperado de: ourworldindata.org
76
Petite, Sarah (2017) World Vehicle Population Rose 4,6% in 2016. En: Wards
Intelligence. Recuperado de: subscribers.wardsintelligence.com
77
Geyer, Roland, et. al. (2017) Production, use, and fate of all plastics ever made.
Science Advances, julio. DOI: 10.1126/sciadv.1700782
78
Rosen y Ortiz-Ospina (2018), op. Cit.
79
Statista (2019) Total global grain production from 2008/2009 to 2017/2018 (million
metric tons). Recuperado de: www.statista.com
80
Rodríguez (2019), op. cit.
81
Anton, D. (2013) Treaty congestion in contemporary international environmental law.
En: Routledge Handbook of International Environmental Law, pp. 651-666
82
Rodríguez (2008), op. cit.
83
Hardin, Garrett (1968) The tragedy of the Commons. Science, dec. 13, Vol, 162, pp.
1243-1248. Recuperado de: https://science.sciencemag.org/content/162/3859/1243
84
Rodríguez (2019), coloca como ejemplo los cultivadores de caña de azúcar en el
Valle del Cauca, Colombia, op. cit.
85
IPBES (2018) Biodiversity and Nature´s Contributions Continue Dangerous Decline,
Scientist Warn. Press Release. Recuperado de: www.ipbes.net
86
Goulder, Lawrence y Kennedy, Donald (2011) Interpreting and estimating the value of
ecosystem services. En: Kareiva, Peter; Tallis, Heather; Ricketts, Taylor (2011) State
of the World´s Forests 2012. Rome: FAO
87
Constitución de 1991 y Ley 99 de 1993, en el caso de Colombia.
88
Rodríguez (2019), op. cit.
89
Sartori, Giovanni (2008) La democracia en 30 lecciones. Taurus Pensamiento, 150p.
90
Ibid., p. 103
91
Entre los autores primigenios del tema neoconstitucional pueden citarse a Miguel
Carbonell, Susanna Pozzolo, Luigi Ferrajoli, Luis Carlos Villabella, Roberto Viciano y
Ramiro Ávila, como algunos de sus tratadistas más recientes.
92
Pozzolo, Susanna (2001) Neoconstituzionalismo e positivismogiuridico, Torino,
Giapichelli.
93
Ávila, Ramiro (2011) Neoconstitucionalismo Transformador. “El Estado de Derecho
en la Constitución de 2008”, p. 53, AbyaYala UASB, Quito. Recuperado de:
http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/2984/1/%C3%81vila%2c%20R-CON-
007-El%20neoconstitucionalismo.pdf
94
Ibid, p. 11
95
González, Rodrigo (2017) Pactos constitucionales y control constitucional. Una
aproximación desde el derecho comparado. Biblioteca Porrúa De Derecho Procesal
Constitucional. IMDPC 123, p. 5
96
Uprimny, Rodrigo (2011). The recent transformation of Constitutional Law in Latin
America: Trends and Challenges. Documento pdf, pp. 1587-1609. Recuperado de:
http://www. texaslrev.com/wp-content/uploads/Uprimny-89-TLR-1587.pdf
97
Anchaluisa Shive, Christian (2013) El neoconstitucionalismo transformador andino y
su conexión con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Línea Sur 5, pp.
115–133
98
Ibid., p. 17
99
Ferrajoli, Luigi (2007) Neoconstitucionalismo. En: Teoría del Neoconstitucionalismo,
Edición de Miguel Carbonell, Editorial Trotta, p. 17
100
Avila, op. Cit., p. 235
101
González, op. Cit., p. 61
102
Espino Tapia, Diana (2017) Derechos sociales y justiciabilidad en la teoría
constitucional de inicios del siglo XXI. Instituto de Investigaciones Jurídica UNAM,
Revista Mexicana de Derecho Constitucional Núm. 36, enero-junio, pp. 79-108.
103
Ferrajoli, Luigi (1999) Derechos y garantías. La ley del más débil. Introducción de P.
Andrés, trad, de P, Andrés y A. Greppi, Trotta, Madrid.
104
Prieto Sanchís, Luis (2001) Neoconstitucionalismo y ponderación judicial. Anuario de
la Facultad de Derecho, No. 5, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, pp. 201-228.
105
Arango, Rodolfo (2012) Justiciabilidad de los derechos sociales fundamentales en
Colombia aporte a la construcción de un ius constitutionale commune en
Latinoamérica. Revista, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, pp. 17-34
106
Prieto, op. Cit.
107
Sotelo, Luis (2000) Los derechos constitucionales de prestación sus implicaciones
económico-políticas. Los casos del derecho la salud de los derechos de los reclusos,
Planeación y Desarrollo Volumen XXXI, Números y 2, pp. 143-188
108
Cubides, Jaime (2012) El rol de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en los
derechos de las parejas del mismo sexo (PMS). Jurid. Manizales (Colombia), 9(1): pp.
61 - 79, enero-junio, Recuperado de:
http://vip.ucaldas.edu.co/juridicas/downloads/Juridicas9(1)_4.pdf
109
García Jaramillo, Leonardo (2010) Buenos tiempos para el neoconstitucionalismo
(Sobre la aparición de El examen de proporcionalidad en el derecho constitucional),
Vniversitas. Bogotá (Colombia) N° 120, enero-junio, pp. 317-332.
110
Cea Egaña, José (2004) Una visión de la teoría neoconstitucional. Anuario
Iberoamericano de Justicia Constitucional Núm. 8, pp. 43-72
111
Ibid.
112
López Daza, Germán (2006) ¿Un Gobierno de los Jueces? Documento pdf, 8p.
Recuperado de:
https://www.journalusco.edu.co/index.php/pielagus/article/viewFile/563/1069
113
Kalmanovitz, S. (1999) Los efectos económicos de la Corte Constitucional.
Recuperado de: http://www.banrep.org/docum/Lectura_finanzas/pdf/K-
EfectosCorte.pdf
114
Kalmanovitz, S. (2001) Las instituciones y el desarrollo económico en Colombia. Ed.
Vitral, Norma, pp. 153-169.
115
Rodríguez Garavito, César y Rodríguez Franco, Diana (2010) Cortes y cambio social.
Cómo la Corte Constitucional transformó el desplazamiento forzado en Colombia.
Colección DeJusticia
116
Espino, op. cit., p. 88
117
Garrido, John (2011) El gobierno de los jueces. Recuperado de:
http://www.ilustrados.com/tema/8468/gobierno-jueces.html
118
Taleb, Nassim Nicholas (2012) El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable.
Booker, 592p.
119
Sieder, Rachel; Schjolden, Line y Angell, Alan (2011) La Judicialización de la Política
en América Latina. Universidad Externado de Colombia, 340p.
120
Garrido, op. cit., p. 148
121
Córdova Vianello, Lorenzo (2009) Derecho y poder: Kelsen y Schmitt frente a frente.
México D.F., Universidad Nacional Autónoma de México. Citado en Velasco y Llano,
op. Cit.
122
Sieder, et. al.; op. cit., p. 303

También podría gustarte