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Nuestra América

libro de José Martí

Nuestra América es un ensayo filosófico


y político publicado por el cubano José
Martí en 1891. Su forma elocutiva básica
es la de la prosa expositiva conceptual.
De ese modo, por su condición genérica,
se apoya en un discurso reflexivo.
Nuestra América
de José Martí
Género Ensayo
Idioma Español
País Cuba
Fecha de 1891
publicación
José Martí
El presidio Nuestra América
político en Cuba

Fue publicado por primera vez el 1 de


enero de ese mismo año en la Revista
Ilustrada, en Nueva York, y luego el 30 de
enero en el diario mexicano El Partido
Liberal. Nuestra América salió a luz recién
concluida la Primera Conferencia
Internacional Americana y las reuniones
de la Comisión Monetaria, a manera de
síntesis de las ideas dispersas en las
crónicas sobre la Conferencia,[1] en el
Informe sobre los resultados de la
Comisión y en otros escritos coetáneos
como el discurso pronunciado en la
Sociedad Literaria Hispano-Americana de
Nueva York, el 12 de diciembre de 1889,
ante los delegados latinoamericanos a la
Conferencia, texto conocido como Madre
América.[2]

El ensayo corresponde a la producción


de Martí dentro de su etapa
norteamericana (1880-1895), etapa
conformada, sobre todo, por los textos
Respeto de nuestra América (agosto de
1883), Mente latina (noviembre de 1884),
Madre América (diciembre de 1889),
Nuestra América (1 de enero de 1891) y
Las guerras civiles en Sudamérica
(septiembre de 1894).[3]

El objetivo fundamental del ensayo es «el


análisis crítico de una situación histórica
determinada y, a partir de allí, la
formulación de propuestas para el
cambio social, todo lo cual determina el
uso de un lenguaje referencial, pero su
tejido verbal está tan empapado de
lenguaje expresivo, tan potenciado
connotativamente por la carga
poética».[2]
Nuestra América nace en un contexto
histórico en el que «la independencia de
Latinoamérica, en los alrededores de
1890, ya no está amenazada por las
metrópolis ibéricas, que son potencias
en el ocaso, sino por la rivalidad de las
nuevas potencias europeas y sobre todo
por la descollante potencia americana:
los Estados Unidos de América».[4]

Título
El título del ensayo de Martí obedece a
un llamado a la unión entre los pueblos
hispanoamericanos, como una forma de
reapropiación y distinción del nombre
«América» respecto de la «América»
anglosajona. Martí «niega a los
norteamericanos el derecho a reivindicar
para sí solos el nombre de América,
como han tenido la tendencia a hacer
desde el tiempo de George
Washington».[4]

El título también sugiere una


reapropiación de identidad de la cultura
de los países hispanoamericanos, como
una forma de resistencia al
neoimperialismo estadounidense
principalmente.[cita requerida]

Temas
Se destacan tres temas principales: una
invitación a la unión y la soberanía entre
los pueblos latinoamericanos, una
llamada a la lucha de independencia
contra la corona española y un aviso
ante la amenaza del imperialismo
norteamericano.

El ensayo comienza con un párrafo


sentencioso y grave en el que se acotan
como temas el aldeanismo o
regionalismo, los EE.UU., una incitación y
arenga al ‘despertar’ latinoamericano y a
su unión. Martí llama a ser buenos
latinoamericanos mediante el
autoconocimiento, restando diferencias,
soterrando celos, estableciendo la
justicia histórico-geográfica entre los
pueblos mediante la unión y resistencia
ante las fuerzas imperialistas de los
EE.UU.[5]

Martí, «con mentalidad profética logra


refutar la tesis derrotista de civilización
(lo yanqui y/o lo europeo) frente a la
barbarie (lo genuinamente americano)
[del] ya consolidado ideario de
Sarmiento asentado en muchos círculos
intelectuales, dada la importancia del
estadista argentino».[5] Martí invierte la
dualidad sarmentiana al establecer: «No
hay batalla entre la civilización y la
barbarie, sino entre la falsa erudición y la
naturaleza».[6]

Respecto de las formas de gobierno,


Martí considera que el primer requisito
para gobernar las repúblicas es el
conocimiento de los diferentes
elementos de cada pueblo, las fuentes
de riqueza y la producción natural de
cada país, la disposición de las
necesidades materiales y espirituales de
sus habitantes; el segundo requisito es
abstenerse de intentar gobernar con
leyes, constituciones o sistemas
políticos de países completamente
diferentes.[7]

El «tigre de afuera»
Cuando Martí habla del «tigre de afuera»
alude al imperialismo estadounidense. El
año en que publica Nuestra América,
1891, bordea el término del
expansionismo de los Estados Unidos.
Ya en 1823 el presidente James Monroe
creó su doctrina, la Doctrina Monroe, que
informaba a Europa que cualquier
injerencia en el continente americano
sería interpretada como un ataque contra
los EE. UU., efectivamente declarando a
los EE.UU. como una policía mundial.
Hacia 1840 los EE.UU. adoptaban la
doctrina del Destino Manifiesto, es decir
que, según sus líderes políticos, la
expansión era aparente e inexorable.

La aplicación de este modelo condujo a


la intervención estadounidense en
México en 1846, la cual terminó con el
Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el
cual México cedió gran parte de su
territorio a cambio de dinero. Poco
después de la publicación de Nuestra
América, la guerra hispano-
estadounidense estalló en 1898,
resultando en que los EE.UU. tomaron
control sobre Cuba, Puerto Rico, Guam y
las Filipinas. Teniendo estos factores en
cuenta, es claro que la amenaza más
perturbadora para Latinoamérica era el
país del norte, enfocado en expandir su
territorio.

En Nuestra América, Martí también se


refiere a EE.UU. con otro nombre: «¡Los
árboles se han de poner en fila, para que
no pase el gigante de las siete leguas!»:
según Martí, los árboles —los
latinoamericanos— necesitan unirse en
contra de la hegemonía que quiere
«pasar» y hacerse con las tierras del sur.

Estilo
Nuestra América entra en la línea del
ensayo modernista que se destaca por la
«necesidad de impregnar la expresión de
mayor lirismo y ánimo de erigir un nuevo
lenguaje literario sobre los mismos
elementos estilísticos con que se
compone la poesía modernista».[8] Por
dicho motivo es que Martí traspasa las
fronteras entre el ensayo y la poesía al
fundir en un solo nivel, lírico
experimental, las formas hasta entonces
contrarias del discurso poético y el
discurso de la prosa».[8]

Así, Nuestra América incorpora una gran


dosis de lirismo, en extensos pasajes de
una prosa esencialmente poética y
mediante un lenguaje simbólico, para la
exposición de su ideario moral, social y
político.[9] Es decir, la lucha por la
autonomía ideológica y la resistencia
ante el imperialismo estadounidense.

El estilo de Nuestra América se


caracteriza por las acumulaciones de
figuras retóricas, multisensorialidad,
musicalidad, naturaleza antitética entre
otras. Asimismo «[l]a prosa martiana —
más que su verso— está saturada de
figuras y elementos poéticos que luego
el modernismo hará suyos y popularizará
hasta convertirlos en lugares
comunes».[10] El estilo es ágil y las
imágenes diáfanas. El lenguaje que Martí
utiliza es sonoro, vibrante y luminoso, por
ejemplo cuando escribe: «Una idea
enérgica, flameada a tiempo ante el
mundo, para, como la bandera mística
del juicio final, a un escuadrón de
acorazados» o «el sable tinto en la
sangre de sus mismas venas». En
Nuestra América encontramos por un
lado una prosa poética arquitectónica y
por el otro la sencillez del discurso
directo: «Lo que quede de aldea en
América ha de despertar», escribe Martí.

Estructura
Consta de «unas 3600 palabras,
agrupadas en doce párrafos de longitud
variable».[11] Su estructura es tripartita y
simétrica, y responde a la siguiente
clasificación:

1. Anuncio del peligro (párrafos 1 y 2).


2. Análisis de las circunstancias en las
que se presenta dicha amenaza
(párrafos 3 a 10).
3. Visión profética de la superación de
este peligro (párrafos 11 y 12).[11]
Como plano intermedio, la estructura
verbal se caracteriza por la elevada
presencia del futuro. La estructura
profunda del ensayo es totalmente
simbólica: reside en la oposición de
símbolos procedentes del reino vegetal y
del reino animal, específicamente el árbol
y el tigre. El segundo se refiere a la
noción del peligro ya apuntada, el
primero al «hombre natural» que enfrenta
ese peligro. Asimismo, Martí establece
un sistema de transmutaciones en que
estas imágenes confluyen en distintos
momentos del ensayo, resolviéndose en
un gran símbolo trascendente,[11] la del
«Gran Semí» regador de semillas.
Sistema conceptual
Sistema conceptual:

1. Antiimperialismo: el «imperio»
como el peligro que acecha a
Latinoamérica desde el Norte
anglosajón.
2. Panamericanismo: unión de los
pueblos latinoamericanos en
defensa de sus intereses.
3. Defensa de los marginados:
reconocimiento de la explotación y
marginación de los pueblos nativos
de América, reconocimiento a su
derecho a ser tomados en cuenta
en el gobierno de los países y
defensa de los pueblos negros de
América (javichos).
4. Pacifismo universalista: visión de la
humanidad como un todo, rechazo
de la fuerza en la solución de
conflictos y valoración del amor
como medio de solución y
encuentro.
5. Modernización: el necesario fin de
la aldea colonial, el comienzo de un
tiempo diferente basado en el
progreso social.
. Necesidad de construir un
instrumento ideológico propio:
ideario panamericano distinto de
las fórmulas y soluciones que
Europa (Francia, Alemania) y los
Estados Unidos han encontrado
para su organización.
7. Sistema binario opositivo:
naturaleza/sistemas políticos de
las democracias europeas y
norteamericanas. Gobiernos
creativos/importación de ideas,
falsa erudición y tiranías. Pueblos
nativos/población de origen
europeo.
. Superación del par binario: fruto de
esperanza para las repúblicas de
América.[12]

Citas
Nuestra América se refiere al destino de
los pueblos latinoamericanos:

Los pueblos que no se


conocen han de darse
prisa por conocerse,
como quienes van a
pelear juntos. Los que
se enseñan los puños,
como hermanos
celosos, que quieren
los dos la misma
tierra, o el de la casa
chica, que le tiene
envidia al de casa
mejor, han de encajar,
de modo que sean una,
las dos manos.
Martí insiste en la unidad para poder
enfrentar los peligros que tienen frente a
ellos los pueblos latinoamericanos:

Los árboles se han de


poner en fila, para que
no pase el gigante de
las siete leguas. Es la
hora del recuento, y de
la marcha unida, y
hemos de andar en
cuadro apretado,
como la plata en las
raíces de los Andes.[6]

También habla sobre las características


que debían tener los gobiernos:

El gobierno ha de
nacer del país. El
espíritu del gobierno
ha de ser el del país.
La forma de gobierno
ha de avenirse a la
constitución propia
del país. El gobierno
no es más que el
equilibrio de los
elementos naturales
del país.[6]

Menciona además las características y


la formación de los gobernantes:

¿Cómo han de salir de


las universidades los
gobernantes, si no hay
universidad en
América donde se
enseñe lo
rudimentario del arte
de gobierno, que es el
análisis de los
elementos peculiares
de los pueblos de
América?[6]

Y después dice:

En la carrera de la
política habría de
negarse la entrada a
los que desconocen los
rudimentos de la
política. El premio de
los certámenes no ha
de ser para la mejor
oda, sino para el mejor
estudio de los factores
del país en que se vive.

De igual forma, insiste en la necesidad de


profundizar en el estudio de la Historia
de América:

La universidad
europea ha de ceder a
la universidad
americana. La historia
de América, de los
incas de acá, ha de
enseñarse al dedillo,
aunque no se enseñe la
de los arcontes de
Grecia. Nuestra Grecia
es preferible a la
Grecia que no es
nuestra. Nos es más
necesaria.
Al patentizar la estrategia que debía
seguirse para lograr la defensa de la
cultura e historia de los pueblos
latinoamericanos afirma:[13]

Injértese en nuestras
repúblicas el mundo;
pero el tronco ha de
ser el de nuestras
repúblicas.[6]

Martí también analiza elementos de la


Historia del continente, y destaca la
importancia de la lucha para consolidar
la independencia por conquistar, y el
compromiso con los marginados:

Con los oprimidos


había que hacer causa
común, para afianzar
el sistema opuesto a
los intereses y hábitos
de mando de los
opresores.[6]

También hace referencia a la actitud y las


tareas que tenían ante sí la juventud
latinoamericana:

Los jóvenes de
América se ponen la
camisa al codo,
hunden las manos en
las masas, y la
levantan como la
levadura de su sudor.
Entienden que se imita
demasiado, y que la
salvación está en
crear. Crear es la
palabra de pase para
esta generación.

Asimismo, señala la posición que


deberían asumir los pueblos
latinoamericanos frente a la presencia de
su poderoso vecino del norte:

El desdén del vecino


formidable, que no la
conoce, es el peligro
mayor de nuestra
América; y urge,
porque el día de la
visita está próximo,
que el vecino la
conozca, la conozca
pronto, para que no la
desdeñe.[6]
También menciona lo que es necesario
que tuvieran e hicieran los pueblos para
garantizar su defensa:

Los pueblos han de


tener una picota para
quienes les azuzan a
odios inútiles; y otra
para quien no les dice
a tiempo la verdad.[6]
Respecto a la raza Martí opina:

Peca contra la
Humanidad el que
fomente y propague la
oposición y el odio
entre las razas.[6]

Referencias
1. Salim Lamrani. «José Martí y las
conferencias internacional y
monetaria: Alegato por la
independencia económica de
Nuestra América» . josemarti.cu.
Consultado el 23 de mayo de 2020.
2. Navarrete Orta, “Discurso reflexivo y
discurso literario en Nuestra America
de José Martí.”
3. Sobrevilla, “El surgimiento de la idea
de nuestra América en los
ensayistas latinoamericanos
decimonónicos.”
4. Estrade, José Martí.
5. Sacoto, José Martí (1953): Estudios
y Antología.
. Martí, 2005, p. ??
7. Riog de Leuchsenring, Martí Anti-
imperialista.
. Jiménez, J.O y Antonio R. de la
Campa. Antología de la prosa
modernista hispanoamericana.
9. Morales, La Poética de José Martí y
su contexto.
10. Schulman, Martí, Darío y el
modernismo.
11. Lagmanovich, “Lectura de un ensayo:
‘Nuestra América’ de José Martí.”
12. Mártires y sueños en “Nuestra
América”: Lecturas de un texto
latinoamericano. Mester, Vol. XX, No.
I (Spring (1991) Claudia Ferman.
13. Pérez-Galdós Ortiz, José Martí,
Visión de un hombre universal.

Bibliografía
Estrade, Paul. José Martí: Los
fundamentos de la democracia en
Latinoamérica. Doce Calles: Madrid,
2000.
Ferman, Claudia. Mártires y sueños en
“Nuestra América”: Lecturas de un
texto latinoamericano. Mester, Vol. XX,
No. I (Spring (1991)
Jiménez, J.O y Antonio R. de la Campa.
Antología de la prosa modernista
hispanoamericana. Eliseo Torres and
Sons: New York, 1976.
Lagmanovich, David. “Lectura de un
ensayo: ‘Nuestra América’ de José
Martí”. En Nuevos asedios al
modernismo. Ed. Iván Schulman.
Madrid: Taurus, 1987. 235-245.
Martí, José (2005). Nuestra América.
Caracas: Biblioteca Ayacucho.
Morales, Carlos Javier. La Poética de
José Martí y su contexto. Verbum:
Madrid, 1994.
Navarrete Orta, Luis. “Discurso
reflexivo y discurso literario en Nuestra
América de José Martí”. Universidad
de La Habana (UdLH) 241 (Jul-Dec
1991): 23-31.
Pérez-Galdós Ortiz, Víctor. José Martí,
Visión de un hombre universal. Puvill:
Barcelona, 1999.
Riog de Leuchsenring, Emilio. Martí
Anti-imperialista. Ediciones Políticas:
La Havana, 1967.
Sacoto, Antonio. José Martí (1953):
Estudios y Antología. Casa de la
Cultura Ecuatoriana: Quito, 2003.
Schulman, Iván. Martí, Darío y el
modernismo. Gredos: Madrid, 1969.
Sobrevilla, David. “El surgimiento de la
idea de nuestra América en los
ensayistas latinoamericanos
decimonónicos”. Revista de Critica
Literaria Latinoamericana 25,50
(Septiembre de 1999): 147-163.

Enlaces
Wikisource en español contiene
obras originales de Nuestra América.
Wikisource en español contiene
obras originales de o sobre Nuestra
América.
Página oficial de José Martí:
https://web.archive.org/web/20110304
000212/http://jose-
marti.org/default.aspx

Datos: Q2004307

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