Está en la página 1de 15

CLAMIDIOSIS EN KOALAS:

DIAGNÓSTICO, TRATAMIENTO Y
PROFILAXIS

Sara Landa de la Iglesia


Patología Obstétrica y
de la Reproducción
4º de Veterinaria

0
ÍNDICE
I. Introducción........................................................................................................................................3
II. Mecanismo de acción y patogenia.....................................................................................................3
III. Respuesta inmune.............................................................................................................................4
IV. Signos clínicos..................................................................................................................................5
1. Lesiones oculares...........................................................................................................................6
2. Lesiones reproductivas..................................................................................................................6
Machos..........................................................................................................................................6
Hembras........................................................................................................................................8
3. Lesiones urinarias..........................................................................................................................9
4. Otras lesiones...............................................................................................................................10
V. Diagnóstico......................................................................................................................................10
VI. Tratamiento.....................................................................................................................................11
VI. Profilaxis........................................................................................................................................12
VII. Referencias bibliográficas.............................................................................................................14

1
I. Introducción
Los koalas (Phascolarctos cinereus) constituyen uno de los animales más conocidos de Australia, unos marsupiales muy
queridos por todo el mundo y los últimos de la familia Phascolarctidae (David Lizárraga et al., 2020).
Fueron clasificados como vulnerables por la IUCN debido a una serie de factores como la pérdida de hábitat, cambio
climático, incendios, accidentes de tráfico, ataques de otros animales, y causas infecciosas entre las que destaca
principalmente la clamidiosis (David Lizárraga et al., 2020).
Son bacterias gram negativas intracelulares obligadas que alternan entre dos formas morfológicas, siendo los cuerpos
elementares infecciosos (EBs) extracelulares y los cuerpos reticulares (RBs) intracelulares (Palmieri et al.,2018).
En los koalas las infecciones por la familia Chlamydiaceae son principalmente por Chlamydia pecorum, Chlamydia
pneumoniae (Nyari et al., 2017) y otros organismos Chlamydia-like (se cree que hay por lo menos 9 (Griffith, 2010)). C.
pecorum es más prevalente y patogénico que el resto, razón por la que es más estudiado (Nyari et al., 2017), mientras que
C. pneumoniae parece tener predilección por la ubicación ocular (Griffith, 2010).
Las co-infecciones por dos cepas distintas son posibles, es decir, puede presentar una cepa de C. pecorum aislada en el
sitio clínicamente afectado, como pueden ser los ojos, y una segunda cepa presente en las heces procedente del tracto
gastrointestinal (Jelocnik et al., 2014).
Las prevalencias son muy elevadas en muchas de las poblaciones, sobretodo de la isla pricipal autraliana, alcanzando el
100% en las regiones del norte Queensland y New South Wales (Palmieri et al.,2018). Un reciente estudio ha
demostrado que la isla Canguro está libre de enfermedad e infección, pero debido a estas prevalencias, no sorprendería
que la enfermedad se haya extendido a otros marsupiales y animales salvajes, de los cuales hay registros en el petauro
gigante, Trichosurus cunninghami y tejón marsupial rallado, así como de la zarigüeya australiana, ardilla planeadora y
quol de cola moteada o gato tigre, aunque aún se desconoce el impacto que podría tener. También se reconoce en
animales de producción como ovino, bovino, caprino y porcino (Jelocnik, 2019).

II. Mecanismo de acción y patogenia


Como se ha dicho en la introducción (Palmieri et al.,2018), Chlamydia spp. presenta dos formas morfológicas:
- EBs: extracelular, menos metabólicamente activa. Invade las células susceptibles y se diferencia en RBs.
- RBs: forma intracelular metabólicamente activa. Sufre una serie de ciclos de fisión binaria y vuelve a
diferenciarse a EBs.
Cuando ocurre está involución a EBs es cuando la célula se lisa y libera las bacterias, o bien salen por extrusión al formar
vacuolas a partir de la membrana plasmática de la célula hospedadora (Lawrence et al., 2016).
Si se interrumpiera este ciclo (por estrés, antibioterapia, malnutrición, respuesta inmune) se liberarían RBs aberrantes
causando infección persistente, ya que ni se replican ni se diferencian a EBs (Lawrence et al., 2016).
Aunque no se comprende muy bien todavía, se cree que HtrA (High temperature requiring A), una serina proteasa, posee
una función crítica en la virulencia y supervivencia a nivel intracelular (Lawrence et al., 2016).
En el caso de los machos, la infección comienza en las células epiteliales de la uretra peneana con la forma EBs, y en la
liberación posterior, otra vez como EBs, asciende (Figura 1). Esta infección puede ser crónica y persistente en la próstata
y glándulas bulbouretrales (Figura 2), lo cual afecta a la producción del semen del macho y por tanto disminuye la
fertilidad (Palmieri et al.,2018).

Figura 1 (Johnston et al., 2015): testículo: cuerpos elementares (EBs) en las células de Sertoli. Prestar atención a la doble
membrana clamidial (flecha) y el material nuclear eccéntrico (*). Microscopio electrónico Bar = 500nm

2
Figura 2 (Palmieri et al.,2018): 1. prostatitis grave con acumulación intraluminal de exudado marrón. 2. glándula
bulbouretral: infiltración de multifocal a coalescente con infiltrado de células mononucleares en el estroma y capa
epitelial. Hematoxilina - eosina (HE). 3. epidídimo caudal: antígenos clamidiales en el citoplasma de las células
inflamatorias y en las células epiteliales desprendidas. Inmunohistoquímica (IHC) para proteínas de membrana externa
pincipales clamidiales (CMOMP). 4. próstata: inmunomarcado multifocal positivo de células epiteliales, con bajo
número de linfocitos intraepiteliales. IHC para CMOMP. 5. glándula bulbouretral: antígenos clamidiales
intracitoplasmáticos en células epiteliales alrededor del lumen glandular. IHC para CMOMP. 6. uretra peneana:
inmunomarcado positivo de las células epiteliales uretrales. IHC para CMOMP.

Sin embargo, en hembras se da una infección ascendente del tracto reproductor que, en infecciones crónicas, causa
inflamación pélvica y quistes ováricos que derivan en infertilidad (Phillips et al., 2020).
Las infecciones del uroepitelio causan infecciones uretrales que ascienden hasta la vejiga, inflaman la pared vesical
(cistitis), y por último llegan al riñón por los uréteres causando nefritis (Phillips et al., 2020).
Los mecanismos de transmisión son principalmente por vía sexual y vertical, aunque este último no está reconocido
oficialmente todavía, hay muchas evidencias que lo respaldan, como el aparecimiento de Chlamydia spp. en animales
inmaduros sexualmente (Nyari et al., 2017). Se cree que la transmisión puede ocurrir durante el parto, ya que el tracto
urogenital está infectado(Griffith, 2010), o durante el amamantamiento (Nyari et al., 2017). También se sospecha de que
pueda deberse a la ingestión por parte de las crías de contenido cecal de la cloaca de su madre, porque en el recto también
hay presencia de bacterias (Griffith, 2010). Además, se ha observado que los animales asintomáticos soportan una carga
bacteriana mayor que los sintomáticos, lo cual puede tener que ver con el número de animales que pudiesen contagiar
(Nyari et al., 2017).
La prevalencia entre ambos sexos es relativamente parecida, tanto a nivel sistémico como anatómico. Pese a todo, dentro
del grupo de animales juveniles dependientes de su madre, se observa una mayor prevalencia de las enfermedades
urogenitales en hembras que en machos, posiblemente debido a sus diferencias anatómicas (Nyari et al., 2017).

III. Respuesta inmune


Los antígenos son presentados a las células T vía MHC, si son intracelulares por la vía I, y si son extracelulares son
fagocitados y presentados por la vía II, obteniendo respuestas de Th1 y Th2 (Quigley y Timms, 2021).
Siempre se ha creído mejor la respuesta Th1 (mediada por células), siendo IFN-γ la citoquina más importante en el
aclaramiento de la infección (potencia la fagocitosis por macrófagos, activa la óxido nítrico sintasa para producir NO e
inhibir la replicación bacteriana, y limita el acceso a hierro y triptófano, que potencian el crecimiento de la bacteria, al
reducir la disponibilidad al receptor de transferrina y aumentar la degradación de triptófano), además de inducir la
diferenciación de las células T en Th1y regular la proliferación de Th2 (Quigley y Timms, 2021). En caso de que la
regulación de Th2 no se haga correctamente se producirá un feedback negativo en el que se desplome la concentración de
IFN-γ . Tanto el IFN-γ como el TMF-α son producidos gracias a la estimulación de IL-12, quien además y junto a las
células T regulatorias (Tregs) regulan la inflamación. Por su parte, IL-22 está involucrada en la inmunidad epitelial
(Phillips et al., 2019).
Junto con Th1, también es necesaria la intervención de macrófagos, células dendríticas y NK, así como una respuesta
primaria de anticuerpos caracterizada por isotipos especializados que modulan la activación de Th1, los CD4/CD8

3
(Phillips et al., 2019). De todas maneras, C. pecorum cuenta con un mecanismo de biosíntesis de triptófano, por lo que no
le afecta tanto como en el caso de otras especies de Chlamydia spp. (Quigley y Timms, 2021).
Recientes estudios reconocen la importancia de la respuesta humoral en el aclaramiento de la enfermedad, como las IgA
en las secreciones vaginales para el aclaramiento, o la inducción de IgG2a e IgA post vacunación, para lograr una fuerte
respuesta inmune. También son responsables de la memoria secundaria con participación en la neutralización,
opsonización y citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (ADCC), como mecanismos de control contra
Chlamidia spp. (Quigley y Timms, 2021).
Por último, intervienen las CD4 T helper (Th17) productoras de interleuquinas pro-inflamatorias como las IL-17, IL-6 e
IL-22, y TNF-α para que actúe en los fibroblastos, macrófagos, y células endoepiteliales y epiteliales recrutando
neutrófilos al sitio de infección (Quigley y Timms, 2021).
El hecho de que haya tantas células interviniendo e interaccionando entre ellas coordinadamente para lograr la inmunidad
y defensa del organismo es algo que se ha descubierto hace poco (Lizárraga et al., 2020), siendo más complicados de lo
que se pensaba en un principio. Además, todos deben tenerse en cuenta en los estudios de inmunidad obtenida por
vacunación. (Phillips et al., 2019).
Estudios recientes sugieren que la inmunogenética de MHC tiene un papel importante dentro de la respuesta inmune
contra la infección por Chlamydia spp, así como su progresión, aunque se necesitan más estudios hasta poder
comprenderlo del todo (Quigley y Timms, 2021).
El control de la infección por parte del sistema inmune del koala queda resumido en la Figura 3:

Figura 3 (Quigley y Timms, 2021): Resumen de los principales compuestos de la infección por Chlamydia spp.

IV. Signos clínicos


Las células diana son las células epiteliales de la mucosa (nasal, ocular, rectal, oral, urogenital...), por lo que se asocia a
esterlidad o infertilidad con diferentes rangos de mortalidad, lo cual tiene un impacto muy negativo en unas poblaciones
ya de por sí vulnerables (Lizárraga et al., 2020).
No hay predisposición a ciertos rangos de edad o sexo, ni se sabe con exactitud si hay variación en la gravedad de la
enfermedad entre poblaciones, aunque hay registros que indican una mayor prevalencia y gravedad en las poblaciones
del norte (Jelocnik, 2019). A medida que avanza, es muy visual la inflamación fibrinótica en los ojos, provocando
keratoconjuntivitis (Figura 4) que puede evolucionar a úlceras corneales, aparato reproductivo y tracto urogenital,
causando cistitis (Phillips et al., 2019).

Figura 4 (McCallum et al., 2018): keratoconjuntivitis

4
Además, la sintomatología se agrupa según sea aguda o crónica (Robbins et al., 2018):
- Aguda: respuesta celular mediada por neutrófilos casi exclusivamente.
- Crónica: inflamación con células mononucleares, plasmáticas, hiperplasia de la mucosa, fibrosis. En este caso
puede haber cambios importantes anatómicos y funcionales, ceguera temporal o permanente, incontinencia,
esterilidad.
Según este criterio, los animales con infecciones crónicas, avanzadas y graves son más frecuentemente diagnosticados
para comenzar un tratamiento, lo cual hace muy difícil poder obtener una mejoría (Robbins et al., 2018).
También existen los animales asintomáticos, pueden realizar múltiples apareamientos infértiles, aumentando el riesgo de
transmisión, el cual a us vez depende de la prevalencia de la población (Griffith, 2010).

1. Lesiones oculares
Conjuntivitis con descarga ocular que puede ser desde serosa a mucopurulenta (Figuras 4 y 5), hiperemia conjuntival,
quemosis (irritación) e hipertrofia papilar, edema corneal y neovascularización, alopecia periocular (Griffith, 2010)
(Figura 6) y adhesión palpebral (González-Astudillo et al., 2019).

Figura 4 (Booth y Nyari, 2020): conjuntivitis leve (izquierda) y moderada (derecha)

Figura 5 (Fabijan et al., 2019): conjuntivitis grave

Figura 6 (Griffith, 2010): a) quemosis, hiperemia conjuntival, alopecia periocular, b) hipertrofia papilar conjuntival,
hiperemia conjuntival, alopecia periocular, c) descarga mucopurulenta copiosa, alopecia periocular, d) descarga serosa
moderada, hiperemia conjuntival, quemosis, alopecia periocular.

2. Lesiones reproductivas

Machos
Raramente se diagnostican porque las ecografías son infrecuentes, el diagnóstico definitivo de las lesiones viene dado por
la histología de las necropsias (Polkinghorne et al., 2013).

5
En machos afecta a la uretra a nivel prostático, uretral y membranoso, glándulas bulbouretrales (Palmieri et al.,2018) y
próstata sobretodo, pero también al testículo (Figura 7) y al epidídimo (Johnston et al., 2015) a nivel agudo o crónico:

Figura 7 (Johnston et al., 2015): testículo: a) marcaje multifocal de las células que recubren los túbulos seminíferos. b)
marcaje de restos en la luz (L) de un túbulo seminífero e inclusiones de Chlamydia bien definidas dentro del citoplasma
de las células de Sertoli (flechas). IHC para lipopolisacáridos clamidiales.
- La inflamación aguda causa un exudado que cuando la enfermedad pasa a ser crónica se consolida y obstruye la
secreción prostática en el eyaculado (Hulse et al., 2021).
- La inflamación crónica activa, orquitis y epididimitis granulomatosa con fibrosis intersticial (Johnston et al., 2015)
intervienen luego en el descenso de la fertilidad.
La calidad espermática en esta especie y en otros marsupiales está ya comprometida fisiológicamente, ya que al no tener
cisteína los enlaces disulfuro no están estabilizados como en otros mamíferos. Esto hace que el ADN sufra más daños
debido a la cantidad de radicales reactivos de oxígeno (asociados con infecciones bacterianas), así como por la
exposición a los lipopolisacáridos clamidiales, que comprometen la funcionalidad espermática de forma directa, o de
forma indirecta, con la inflamación crónica persistente en epidídimo, próstata y testículos, causando una obstrucción
tubular y daño epitelial, afectando tanto a la citogénesis como a la espermiogénesis. Por último, cabe recordar que las
infecciones inducen células de la línea blanca (linfocitos en infecciones crónicas, neutrófilos en infecciones agudas),
citoquinas y radicales reactivos de oxígeno, que afectan a la motilidad y a la fragmentación del ADN (Hulse et al., 2021).
Estos daños del ADN espermático, así como un aumento en la incidencia de anomalías morfológicas, se encuentran más
frecuentemente en los machos con signos clínicos de clamidiosis urogenital que en asintomáticos (Hulse et al., 2021).
Los machos en libertad presentan una incidencia más alta de defectos teratológicos de la cabeza, independientemente del
estatus de clamidiosis. Dentro de este grupo, los animales no infectados presentan con mayor frecuencia los llamados
"espermatozoides de cabeza suelta" (Hulse et al., 2021).
Dentro de las anomalías estructurales (Figuras 8 y 9), la más común es la del "cuello roto". Se presenta como un daño
estructural en la parte que conecta el flagelo y la cabeza, lo que provoca su "caída", tienden a nadar en círculos y no son
fértiles. Se encuentran con más frecuencia en el grupo de los no infectados, lo que podría deberse a la patología residual
de una infección previa (Hulse et al., 2021).

Figura 8 (Hulse et al., 2021): morfotipos nucleares de los espermatozoides de los koalas

6
Figura 9 (Hulse et al., 2021): Ejemplos de heterogeneidades y anomalías en la cabeza del espermatozoide del koala. a)
ampliación a bajos aumentos. b) morfotipo I. c) morfotipo III. d) morfotipo V. e) morfotipo VII. f) morfotipo VIII. g)
morfotipo IX. h) morfotipo XI. i, l, m, n) teratoide. j) simple doblado. k) cabeza suelta. o) cuello roto.
Por último señalar que, a nivel general dentro de los parámetros de calidad seminal, se mostraron mejores resultados
cuando los animales están en cautiverio en comparación con los que están en libertad, independientemente del estatus
sanitario respecto la clamidiosis, lo cual puede deberse a haber muestreado semen de animales infectados en mayor o
menor medida, o a patologías residuales de infecciones previas. No se pueden descartar los factores de estrés ambiental o
antropomórfico (Hulse et al., 2021).
La expansión de la enfermedad es más amplia de lo que se pensaba en un principio, incluso sin sintomatología clínica, lo
que implica que la diseminación aumenta ya que hay machos capaces de contagiar pero no muestran sintomatología y por
tanto no se tratan (Palmieri et al.,2018).

Hembras
En hembras las infecciones pueden ser:
- Agudas: pueden asociarse a un exudado mucopurulento, aunque generalmente no muestra sintomatología (Polkinghorne
et al., 2013),
- mientras que las crónicas producen cambios quísticos en el oviducto y en la bolsa ovárica, dando lugar a una bursitis
con o sin salpingitis fibrótica (Figura 10), con un líquido de transparente y de color pajizo a purulento o hemorrágico,
unilateral o bilateral (González-Astudillo et al., 2019), un grado variable de engrosamiento de la pared uterina que no
siempre muestra sintomatología (Polkinghorne et al., 2013), endometritis, vaginitis (Speight et al., 2016), piómetra y
adhesiones entre los tejidos entre el tracto urogenital y órganos adyacentes (Figura 11) (Griffith, 2010). De todas
maneras, no se han hecho estudios suficientes que aseguren que los quistes son patológicos en todas las ocasiones, y que
no sean simplemente folículos de gran tamaño (Fabijan et al., 2019). En casos patológicos, los quistes de la bolsa ovárica
se consideran secuelas de inflamaciones producidas por infección y fibrosis del tejido (Hulse et al., 2021).

Figura 10 (Griffith, 2010): Izquierda: distensión macroscópica de un quiste bursal ovárico lleno de pus con múltiples
áreas de perforación, adherencias cecales y peritonitis.
Figura 11 (Griffith, 2010): Derecha: engrosamiento y distensión bilateral uterina (piómetra) (flechas negras), oviducto
bilateral y ovario con quistes (flechas blancas).

7
La fibrosis puede ocurrir en el aparato reproductivo superior, en el ovario y las trompas de Falopio El colágeno suele ir
acompañado por una infiltración linfocítica supurativa (González-Astudillo et al., 2019), y es difícil de diagnosticar ante-
mortem, se asocia a cambios estructurales correlacionados con baja fertilidad. La infertilidad, aunque no se conozca del
todo el mecanismo, se asume en casos en los que se conoce que lleva tiempo sin criar (Griffith, 2010).
La enfermedad del aparato reproductivo (coloquialmente también se denomina "cola sucia" o "wet bottom" (McCallum
et al., 2017) (Figura 12) es un sigo clínico asociado a la incontinencia urinaria presente en hembras y en machos
infectados con Chlamydia spp., aerococáceas o clostridios, entre otros. En hembras hay una disminución de la diversidad
de la flora urogenital, pero no se sabe si es algo que ocurre en animales que presenten wet bottom debido a Chlamydia
spp o en el resto de infecciones también ocurre (Legione et al., 2018).

Figura 12 (Booth y Nyari, 2020): Incontinencia urinaria leve (izquierda), moderada (centro) y grave (derecha), el goteo
crónico de orina causada por Chlamydia spp. causa la tinción del pelaje de la grupa.

3. Lesiones urinarias
Cistitis: puede acarrear hematuria, sedimento urinario inflamatorio y engrosamiento de la pared vesical (Figura 13)
(Robbins et al., 2018).

Figura 13 (Griffith, 2010): Enrojecimiento difuso grave de la mucosa de la vejiga y engrosamiento de la pared vesical
(cistitis fibrótica difusa crónica grave).
Nefrosis por oxalatos: cada vez está adquiriendo mayor importancia, para dilucidar su origen. Puede ser espontánea, se
relaciona con deshidratación y antibioterapia, al disminuir la concentración de comensales capaces de degradar oxalatos
(no está del todo demostrado) (Griffith, 2010).
La cistitis e uretritis, así como prostatitis multifocal crónica con pústula intraglandular, se da en machos (González-
Astudillo et al., 2019).
Otras lesiones causadas por la ascensión de la inflamación se ven en la Figura 14:

Figura 14 (González-Astudillo et al., 2019): Izquierda: hidrouréter. Centro: nefritis crónica. Derecha: bursitis bilateral y
cistitis hemorrágica

8
4. Otras lesiones
Rinitis, neumonía, artritis en una o más articulaciones (Jelocnik, 2019). La neumonía no estaba tan claramente asociada a
la clamidiosis hasta 2016, año en el que se realizó un estudio por Mackie et al., en el que se detectaron cuerpos
elementares con Chlamydia en el epitelio bronquiolar de un animal que había muerto por la neumonía o la falta de
respuesta al tratamiento de la misma (Figura 15). Aún así, la neumonía es más frecuente en animales en cautividad
(Fabijan et al., 2019).

Figura 15 (Mackie et al, 2016): A. Bronconeumonía piogranulomatosa con células epiteliales bronquiolares hiperplásicas
y fibrosis intersticial. HE, Bar = 120 µm. B. Células epiteliales bronquiolares hiperplásicas con agregados
citoplasmáticos puntiformes basófilos (flechas). HE, Bar = 40 µm. C. Las inclusiones citoplasmáticas de las células
epiteliales bronquiolares muestran un marcaje inmunohistoquímico del antígeno lipopolisacárido clamidial. Bar = 30 µm.
D. Microcolonia de clamidias en una célula epitelial bronquiolar, compuesta por cuerpos elementales (flecha), cuerpos
reticulados (*) y cuerpos intermedios (flecha). Microscopio electrónico. Bar = 500 nm.
Debido a su dieta altamente especializada y restringida en nutrientes, la reserva de grasa en esta especie es bastante
limitada. La pérdida de peso puede ser muy debilitante y a veces irreversible (emaciación), y pueden deberse a estrés
(tratamiento veterinario prolongado) o por el medio natural en el que se encuentren (depredación, falta de recursos,
dinámica social), factores climáticos, desgaste dental (reduce la eficiencia de la digestión en un 50%). Por tanto, la
condición corporal es un parámetro importante a tener en cuenta para lograr una rehabilitación exitosa e interactúa con
comorbilidades que reflejan la gravedad de la enfermedad (González-Astudillo et al., 2019).

V. Diagnóstico
Se usa la sintomatología junto con métodos laboratoriales:
1. Inmunohistoquímica y microscopía electrónica, en los que se observan cuerpos de inclusión en las células epiteliales
con un infiltrado inflamatorio circundante (Johnston et al., 2015).
2. PCR: más sensible que la inmunohistoquímica ya que, dada la tendencia a encapsularse, puede haber mayor porcentaje
de falsos negativos, y muchas veces son asintomáticos (hasta el 30%) (Palmieri et al.,2018). La desventaja es que la PCR
sólo se puede realizar en un laboratorio y tarda en obtenerse el resultado entre 24-48h. Como se ha dicho anteriormente,
muchos de los casos clínicos por clamidiosis son causados por enfermedades crónicas, avanzadas y graves, que no
pueden esperar tanto tiempo hasta instaurar un tratamiento (Hulse et al., 2019).
3. LAMP (loop-mediated isothermal amplification): se ha desarrollado recientemente, es rápido y simple, da un resultado
rápidamente, con lo que compensa las desventajas mencionadas sobre la PCR, e incluso tiene una alta sensibilidad y
especificidad aun con una muestra baja en ADN (Hulse et al., 2019).
4. Inmunoensayo rápido que detecta lipopolisacáridos específicos de la familia Chlamydiaceae, junto con una
sintomatología que lleve a pensar que es clamidiosis, es suficiente para instaurar un tratamiento antibiótico orientado
(Mackie et al., 2016).
5. Cultivo bacteriano de las secreciones en HE, PAS, tinción Gram (genitales, lavado bronquialveolar) (Mackie et al.,
2016). Cultivo de C. pecorum en células McBoy en DMEM y 10% de suero de feto de ternera (FCS), C. pneumoniae en
células HE-2 en DMEM y 10% FCS (Lawrence et al., 2016).
Hay que tener en cuenta que la infección puede encontrarse en el tracto urogenital superiro, y que si se toma una muestra
del tracto inferior podemos obtener un falso negativo. La problemática causada por los animales asintomáticos debe
solucionarse desarrollando una metodología más sensible capaz de sobreponerse y ayudar a conseguir un diagnóstico
correcto (Palmieri et al.,2018).

9
VI. Tratamiento
De alta complejidad, debido a la naturaleza de los koalas:
- Se alimentan de eucaliptos, por ello tienen una microbiota intestinal altamente especializada y muy susceptible
a sufrir disbiosis fatales, limitanto la antibioterapia que pueda administrarse (Lizárraga et al., 2020). No se
pueden aplicar estudios de otras especies ya que, por ejemplo, las tetraciclinas y los macrólidos, utilizados
para las clamidiosis del ser humano, causan emaciación y una incorrecta eliminación de la infección (Lawrence
et al., 2016).
- Por su alimentación, el metabolismo hepático es muy eficiente, para eliminar las toxinas y, potencialmente,
fármacos, que si no producen una disbiosis, son excretados sin haber llegado a hacer efecto (Booth y Nyari,
2020).
Todo esto se complica por el hecho de que la mayoría de animales llegan a los centros clínicos muy graves y con la
enfermedad avanzada, están muy débiles, por lo que los tratamientos pueden causarles con mayor probabilidad la
disbiosis y muerte, o excretarse sin hacer efecto (Booth y Nyari, 2020).
Como en cualquier otra especie, para instaurar un tratamiento se deben conocer los efectos secundarios, farmacocinética,
sensibilidad del patógeno, métodos de excreción, vía de administración, frecuencia y duración del tratamiento. El
conocimiento de la farmacocinética de los koalas permite el establecimiento de la dosis, ruta y frecuencia de
administración. Las características de esta especie hacen que no puedan servir de referencia los conocimientos aplicados
de otras especies animales o de medicina humana (Booth y Nyari, 2020). Por ejemplo, las tetraciclinas y los macrólidos,
utilizados para las clamidiosis del ser humano, causan emaciación y una incorrecta eliminación de la infección
(Lawrence et al., 2016), y la oxitetraciclia causa una disbiosis fatal debido a la interacción con enterobacterias que
degradan el complejo tanino-proteico (T-PCDE) (Booth y Nyari, 2020). La respuesta al tratamiento se evalúa en función
al seguimiento de los signos clínicos y la falta de detección del agente patógeno en el organismo (Booth y Nyari, 2020).
Por lo tanto, las opciones para el tratamiento médico son:
- Cloranfenicol: era el fármaco de elección, ya que provoca pocas alteraciones a la microflora y es capaz de
detener la expulsión de Chlamydia spp. en 2 semanas con una dosis de 60mg/kg cada 24 horas durante 45 días (Lawrence
et al., 2016). Es el segundo fármaco con mayor eficacia por detrás de la doxiciclina. Los efectos secundarios que puede
causar son pérdida de peso, depresión, candidiasis, disbiosis y tiflocolitis, además, se han evidenciado casos de
hipoplasia de médula ósea en animales tratados a largo plazo (se sospecha que pueda deberse, al menos en parte, a KoRV,
pero no se han relacionado con certeza todavía), al igual que ocurre en humanos y razón por la cual su producción es tan
limitada (Booth y Nyari, 2020).
- Florfenicol: podría ser el tratameinto alternativo para el cloranfenicol, una vez se investigara más a fondo su
eficacia, farmacocinética y seguridad en koalas (Lawrence et al., 2016). Son análogos y no causa mielosupresión, pero no
es tan eficaz debido a su vida útil, de 24 horas. En el estudio llevado a cabo por Booth y Nyari en 2020 se duplicó la
dosis que se había aplicado anteriormente, con la cual no se alcanzaba la Concentración Mínima Inhibitoria, a 20mg/kg
IV, administrado cada 2 días durante 28 días, para comprobar su eficacia, y aunque no con demasiada frecuencia pero en
algunos casos los animales consiguieron que Chlamydia spp fuera indetectable. Sus únicos efectos adversos son la
pérdida de peso, inapetencia y depresión (Booth y Nyari, 2020).
- Doxiciclina: es el fármaco más efectivo, necesita una dosis de 50mg/mL en una dilución con solución salina en
proporción 50:50, semanal de administración subcutánea, algo muy beneficioso de aplicar en animales salvajes ya que la
disminución de la manipulación disminuye el estrés, que puede inhibir la capacidad inmune. Consigue una recuperación
clínica, ya que elimina la sintomatología, pero también controla la eliminación de Chlamydia spp. y se deja de detectar
con las pruebas diagnósticas. Los efectos adversos encontrados son pérdida de peso, depresión, candidiasis, disbiosis y
tiflocolitis, dolor muscular, hinchazón e incluso cojeras en el sitio de inyección (se puede evitar diluyendo la preparación
con solución salina) (Booth y Nyari, 2020).
- Enrofloxacina: consigue obtener una mejora de los signos clínicos así como una eliminación de Chlamydia
spp. a nivel sistémico, con una dosis de 5mg/kg cada 24 horas durante 28 días administrados vía subcutánea (Booth y
Nyari, 2020).
- Aztromicina: causa muchos efectos gastrointestinales, depresión y pérdida de peso, con una baja de
supervivencia (en este estudio, llevado a cabo por Booth y Nyari en 2020 el tratamiento con este fármaco se aplicó en
animales muy graves, que mejoraron los primeros 14 días, lo que lleva a pensar que como tratamiento de última opción
puede ser útil). Además, su inyección es dolorosa y requiere de la sedación o anestesia de los animales para su
administración, posterior a una dilución, por lo que no es muy práctico como tratamiento de primera opción pero sí como
tratamiento de soporte (Booth y Nyari, 2020).
Para tratar la conjuntivitis son necesarios los tratamientos oculares de soporte, sobretodo durante la primera semana,
como con ocufloxacin o cloranfenicol, y antiinflamatorios (dexametasona o cloroptasona una vez se han descartado las
úlceras corneales, AINES como trometamina ketorolaco si es una inflamación grave). La inyección subconjuntival de

10
corticoesteroides de acción prolongada se ha demostrado útil en conjuntivitis hiperplásicas, en animales crónicos, junto
con un tratamiento quirúrgico para retirar el tejido proliferativo, una vez acabe el tratamiento sistémico (Booth y Nyari,
2020).
La tifocolitis (inflamación del ciego y colon) puede poner en riesgo la vida del animal, hay que tenerlo en cuenta como
efecto secundario y monitorizarlo, éste y los otros efectos secundarios se asocian a los antibióticos de amplio espectro
(patología gastrointestinal, candidiasis, diarrea...). La candidiasis gastrointestinal se puede tratar con anfotericina B o con
nistatina, mientras que la disbiosis ceco-cólica se puede tratar con administración oral de contenido cecal recogido de
koalas que hayan muerto recientemente (Booth y Nyari, 2020).
El tratamiento quirúrico, por su parte, implica un riesgo sobre el tiempo de recuperación y a la facilidad de estresarse de
la especie (Jelocnik, 2019). Puede ser necesario en las lesiones bilaterales del aparato reproductivo (Robbins et al., 2018).
A pesar de todo hay animales que no son aptos para el tratamiento, como en enfermedades muy avanzadas o las
agravadas por la inmunodeficiencia secundaria a infecciones de retrovirosis de los koalas (KoRV) (Jelocnik, 2019).
Se están estudiando nuevos compuestos, como el serine protease inhibitor (JO146), que inhibe la actividad proteolítica
del factor de virulencia clamidial que requiere de altas temperaturas (HtrA), acompañado de una antibioterapia con
doxiciclina y terapia de soporte (Jelocnik, 2019). JO146, inhibidor de HtrA, en tratamientos in vitro, puede causar una
pérdida de la infecciosidad, mientras que el tamaño de los cuerpos de inclusión no sólo no aumentó, sino que disminuyó,
cuando se añade durante la fase de replicación. El tratamiento es más efectivo cuando se mantiene durante la fase de
replicación y transición hasta la fase infecciosa, por lo que futuros estudios deberían buscar cómo estabilizar las
moléculas en los tejidos y optimizar la biodisponibilidad, extendiendo la vida media in vivo (Lawrence et al., 2016).
Por tanto, el estudio sugiere que los objetivos de JO146 son, además de posiblemente HtrA, otras serin proteasas, y que
son necesarias no sólo para la replicción sino para la diferenciación en cuerpos reticulares para los cuerpos elementares
infecciosos que forma Chlamydia spp., no es tóxico para los PBMCs, así como tejido conjuntival y endometrial ex vivo,
y se confirma su poder bactericida, pero aún necesita de más investigación en su formulación definitiva para alcanzar una
mayor letalidad. Por tanto, JO146 y otros inhibidores derivados de JO146 son posibles opciones de tratameinto
(Lawrence et al., 2016).
Además, JO146 sigue siendo el inhibidor más activo a nivel celular, sin embargo, se han identificado análogos potentes
con características estructurales maleables y perspectivas farmacocinéticas prometedoras. Una mayor optimización de P2
(prolina) y P4 (Boc) para aumentar la potencia y reducir el carácter peptídico es el siguiente paso para avanzar hacia los
inhibidores de proteasa clínicamente relevantes para el tratamiento de la clamidiosis humana y animal (Agbowuro et al.,
2019). Aún están en las primeras fases para desarrollarlo como fármaco, pero los resultados están siendo prometedores.
(Lawrence et al., 2016).
El objetivo que se tiene que tener en mente es la recuperación del animal por lo menos para que pueda vivir en libertad y
que obtenga la cura microbiológica de manera que se reduzca la inflamación y la fibrosis (Robbins et al., 2018).
Sin embargo, a pesar del tratamiento implementado puede que sea necesaria la eutanasia, debido a nefrosis por oxalatos,
mala respuesta al tratamiento o a la cautividad (entran dentro de las iatrogénicas), enfermedades concomitantes, disbiosis
cecocólica, síndrome de tiflocolitis, candidiasis, complicaciones quirúrgicas, o vólvulo intestinal (Robbins et al., 2018).
Como los tratamientos médicos no están teniendo toda la eficacia necesaria, y la presencia de animales sintomáticos
dificulta aún más el control de la enfermedad, ha hecho necesaria una vacuna que pueda controlarla (Waugh et al., 2015).

VI. Profilaxis
Aún no hay una vacuna definitiva (Lizárraga et al., 2020), sino que está en curso, pero han avanzado mucho en la última
década, son seguras en animales enfermos y sanos, ya estén en libertad o no, y aseguran inmunidad frente a varios
genotipos de Chlamydia pecorum MOMP (proteína principal de la membrana externa), tanto a nivel humoral como a
celular, y a largo plazo (Jelocnik, 2019). De todas formas, aún queda mucho por hacer, ya que en la mayoría de casos
sólo se ha medido la inmunidad a corto plazo, de menos de 1 año post-vacunación (Phillips et al., 2019).
Para que la respuesta sea buena, debe inducir (Figura 16) la inmunidad celular a través de la regulación de IFN-γ e IL-17;
y la inmunidad humoral a través de IgG (en el plasma y en la mucosa) e IgA (en la mucosa). Se analizan con mediciones
del tracto urogenital y a nivel ocular, y generalmente ha habido buenos resultados. La eficacia de la vacuna se mide según
sea la inmunidad en estos puntos, ya que constituyen los puntos primarios de infección (Quigley y Timms, 2021).

11
Figura 16 (Quigley y Timms, 2021): respuesta post-vacunal en koalas
De todas maneras, la inmunidad mediada por IFN-γ está en entredicho debido a que en un estudio reciente se demuestra
que C. pecorum es resistente a las altas concentraciones de IFN-γ in vitro, algo necesario a tener en cuenta ya que en C.
trachomatis pasa lo contrario (infecta a los ratones, en los cuales se realizan muchos estudios), aunque en el caso de los
koalas la relación entre la infección por Chlamydia spp. y la respuesta inmune, sobretodo de IFN-γ e IL-17, no se
comprende del todo todavía (Lizárraga et al., 2020). Por ello y, aunque los estudios en ratones puedan ser útiles, a al hora
de imitarlos no se ha conseguido obtener los mismos efectos, ya que la bacteria no es la misma ni lo son las interacciones
con las defensas del hospedador (Phillips et al., 2019).
La caracterización de los anticuerpos ha permitidos descubrir que: hay una variabilidad mayor de la esperada de
genotipos MOMP, más de los incluidos en la vacuna; que la vacunación induce un reconocimiento de epitopos superior al
reconocimiento en infecciones naturales; y que la vacunación aumenta la capacidad de neutralización de los anticuerpos.
Obtener una respuesta con múltiples genotipos MOMP (actualmente se conocen 15), podría significar que una vacuna
heteróloga es posible (Quigley y Timms, 2021).
Las vacunas que hay, de momento, son dos. Una de ellas se basa en las tres proteínas de membrana principales de
Chlamydia spp. (A, F y G), y un Complejo Inmunoestimulador (ISC) como adyuvante. La pauta de administración es de
3 dosis subcutáneas, con un mes de intervalo entre cada una. Estimula las inmunoglobulinas G anti-Chlamydia,
disminuye las cargas bacterianas y la prevalencia tanto a nivel ocular como urogenital, 6 meses post vacunación
(Lizárraga et al., 2020), por lo que se aprecia una mejora de la sintomatología (Phillips et al., 2019).
La segunda vacuna está basada en MOMP (genotipos A, F y G) o PMP (proteína de membrana periférica de genotipo G),
de administración subcutánea. Ambas utilizan un triadyuvante (PCEP, IDR1002 y poliI:C) y son capaces de estimular
IFN-γ e IL-17. Además, la vacuna con MOMP disminuyó las cargas bacterianas durante los primeros 6 meses post-
vacunación (Lizárraga et al., 2020). Se observaron anticuerpos plasmáticos contra dominios de MOMP tanto conservados
como variantes, con un resultado diferente en función de la vía de inoculación (intranasal o subcutánea) (Waugh et al.,
2015). Se ha descubierto que la vacunación con MOMP puede afectar, indirectamente, el desarrollo de la enfermedad
urogenital al disminuir la carga bacteriana (Lizárraga et al., 2020), así como el aumento de IL-17 se asocia a menores
signos de enfermedad, lo cual sugiere que los hospedadores producen menos esta citoquina con el crecimiento de las
Chlamydia spp. (Quigley y Timms, 2021).
La vía subcutánea induce una respuesta inmune mediada por células y estimula el aparecimiento de linfocitos de sangre
periférica (PBL) y de anticuerpos séricos, mientras que la vía intranasal induce una respuesta inmune humoral en las
secreciones del tracto urogenital. La inoculación de la vacuna en las mucosas es muy importante por ser el punto de
entrada de Chlamydia spp. y por estar constituido por sus células diana, las células epiteliales. La vía intranasal ha
demostrado ser la mejor vía para inducir protección contra procesos respiratorios y reproductivos, al menos en hembras
(Waugh et al., 2015). Por último, una vacuna específica contra C. pecorum indicó que una vacuna multivalente rMOMP
inyectada vía subcutánea e intranasal puede inducir una respuesta inmune cruzada humoral y celular, tanto en animales
sanos como infectados, con o sin síntomas de enfermedad, que puede durar hasta 1 año (Phillips et al., 2019).
Sin embargo, está el problema de las múltiples dosis en animales salvajes en libertad, no lo hace práctico, como pasaba
con el tratamiento antibiótico (Phillips et al., 2019).
Por tanto, se diseñó la Tri-Adj, con 3 adyuvantes (Phillips et al., 2019):
- un péptido de defensa del hospedador (IDR-1002) antiinflamatorio,
- un PCEP (una proteína transportadora con propiedades inmunoestimulantes)
- y ácido policitídico (Poly I:C, análogo de los ribonucleótidos reconocido por los receptores toll-like 3 (TLR3)
que impulsa la regulación de las citoquinas de la respuesta inmune en las que interviene Th2).
El resultado fue bueno en koalas sanos, aunque no induce tan eficazmente la imnunidad humoral como las otras vacunas.
Aún así, al compararla con la vacuna con ISC, induce el reconocimiento de dos epitopos más con un dominio conservado
y otro epitopo de los dominios variantes, lo cual hace que las ventajas superen a las "desventajas". Esta vacuna reduce la
gravedad de la sintomatología conjuntival, aunque no consigue inmunidad a largo plazo (Phillips et al., 2019).

12
VII. Referencias bibliográficas
Agbowuro A. A., Hwang J., Peel E., Mazraani R., Springwald A., Marsh J. W., McCaughey L., Gamble A. B., Huston W.
M. y Tyndal J. D. A. (2019) "Structure-activity analysis of peptidic Chlamydia HtrA inhibitors", Bioorganic & Medicinal
Chemistry, 27 (18). Pp. 4185-4199. https://doi.org/10.1016/j.bmc.2019.07.049.
Booth R. y Nyari S. (2020) "Clinical comparison of five anti-chlamydial antibiotics in koalas (Phascolarctos cinereus)".
PLoS ONE 15(7): e0236758. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0236758.
Fabijan J., Caraguel C., Jelocnik M., Polkinghome A., Boardman W. S. J., Nishimoto E., Johnsson G., Molsher R.,
Woolford L., Timms P., Simmons G., Hemmatzadeh F., Trott D. J. y Speight N. (2019) "Chlamydia pecorum prevalence
in South Australian koala (Phascolarctos cinereus) populations: Identification and modelling of a population free from
infection". Scientific Reports 9, (6261). https://doi.org/10.1038/s41598-019-42702-z.
González-Astudillo V., Henning J., Valenza L., Knott L., McKinnon A., Larkin R. y Allavena R. (2019) "A Necropsy
Study of Disease and Comorbidity Trends in Morbidity and Mortality in the Koala (Phascolarctos cinereus) in South-
East Queensland, Australia". Scientific Reports, 9 (17494). https://doi.org/10.1038/s41598-019-53970-0.
Griffith J. E. (2010). Studies into the diagnosis, treatment and management of chlamydiosis in koalas. Tesis doctoral.
Universidad de Sydney.
Hulse L., Beagley K., Larkin R., Nicolson V., Gosálvez J. y Johnston S. (2021) "The effect of Chlamydia infection on
koala (Phascolarctos cinereus) semen quality", Theriogenology, 167, pp. 99-110.
https://doi.org/10.1016/j.theriogenology.2021.03.016.
Hulse L. S., McDonald S., Johnston S. D. yBeagley K. W. (2019) "Rapid point of care diagnostics for the detection of
Chlamydia pecorum in koalas (Phascolarctos cinereus) using loop mediated isothermal amplification without nucleic
acid purification". MicrobiologyOpen. 8 (916). https://doi.org/10.1002/mbo3.916.

Jelocnik M. (2019). "Chlamydiae from Down Under: The Curious Cases of Chlamydial Infections in Australia"
Microorganisms, 7 (12). https://doi.org/10.3390/microorganisms7120602.
Jelocnik M., Walker E., Pannekoek Y., Ellem J., Timms P. y Polkinghorne A. (2014) "Evaluation of the relationship
between Chlamydia pecorum sequence types and disease using a species-specific multi-locus sequence typing scheme
(MLST)". Veterinary Microbiology, 174, pp. 214-22. doi: 10.1016/j.vetmic.2014.08.018.
Johnston S. D., Deif H. H., McKinnon A., Theilemann P., Griffith J. E. y Higgins D. P. (2015) "Orchitis and Epididymitis
in Koalas (Phascolarctos cinereus) Infected With Chlamydia pecorum". Veterinary Pathology, 52 (6). Pp. 1254-1257.
doi:10.1177/0300985815570069.
Lawrence A., Fraser T., Gillett A., Tyndall J. D. A., Timms P., Polkinghorne A. y Huston W. M.. (2016) "Chlamydia
Serine Protease Inhibitor, targeting HtrA, as a New Treatment for Koala Chlamydia infection". Scientific Reports, 6
(31466). https://doi.org/10.1038/srep31466.
Legione A. R., Amery-Gale J., Lynch M., Haynes L., Gilkerson J. R., Sansom F. M. y Devlin J. M. (2018) "Variation in
the microbiome of the urogenital tract of Chlamydia-free female koalas (Phascolarctos cinereus) with and without ‘wet
bottom’". PLoS ONE, 13 (3): e0194881. https://doi.org/10.1371/journal. pone.0194881.
Lizárraga D., Timms P., Quigley B. L., Hanger J. y Carver S. (2020) "Capturing Complex Vaccine-Immune-Disease
Relationships for Free-Ranging Koalas: Higher Chlamydial Loads Are Associated With Less IL17 Expression and More
Chlamydial Disease". Frontiers in Veterinary Science. 7 (530686). doi: 10.3389/fvets.2020.530686.
Mackie J. T., Gillett A. K., Palmieri C., Feng T. y Higgins D.P. (2016) "Pneumonia due to Chlamydia pecorum in a Koala
(Phascolarctos cinereus), Journal of Comparative Pathology, 155 (4). Pp. 356-360.
https://doi.org/10.1016/j.jcpa.2016.07.011.
McCallum H., Kerlin D. H., Ellis W. y Carrick F. (2018) "Assessing the Significance of Endemic Disease in
Conservation—Koalas, Chlamydia and Koala Retrovirus as a Case Study". Conservation Letters, 11.
https://doi.org/10.1111/conl.12425

Moori Bakhtiari N., Barati S. y Gudarzi, S. (2018). "Survey on Carrier State of Sheep in Chlamydia pecorum Infection".
Iranian Journal of Applied Animal Science. 8 (1), pp. 61-65.
Nyari S., Waugh C. A., Dong J., Quigley B. L., Hanger J., Loader J., Polkinghorne A. y Timms P. (2017) "Epidemiology
of chlamydial infection and disease in a free-ranging koala (Phascolarctos cinereus) population". PLoS ONE, 12 (12):
e0190114. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0190114.
Palmieri C., Hulse L., Pagliarani S., Larkin R., Higgins D. P., Beagley K. y Johnston S. (2019) "Chlamydia pecorum
Infection in the Male Reproductive System of Koalas (Phascolarctos cinereus)". Veterinary Pathology, 56 (2). Pp. 300-
306. doi:10.1177/0300985818806963.

13
Phillips S., Quigley B. L., Olagoke O., Booth R., Pyne M. y Timms P. (2020) "Vaccination of koalas during antibiotic
treatment for Chlamydia-induced cystitis induces an improved antibody response to Chlamydia pecorum". Scientific
Reports 10 (10152): https://doi.org/10.1038.
Phillips S., Quigley B. L. y Timms P. (2019) "Seventy Years of Chlamydia Vaccine Research – Limitations of the Past
and Directions for the Future". Frontiers in Microbiology, 10 (70). doi: 10.3389/fmicb.2019.00070.
Phillips S., Robbins A., Loader J., Hanger J., Booth R., Jelocnik M., Polkinghorne A. y Timms P. (2018) "Chlamydia
pecorum gastrointestinal tract infection associations with urogenital tract infections in the koala (Phascolarcto cinereus)".
PLoS ONE, 13(11). e0206471. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0206471.
Polkinghorne A., Hanger J. y Timms P. (2013) "Recent advances in understanding the biology, epidemiology and control
of chlamydial infections in koalas" Veterinary Microbiology, 165 (3–4). Pp. 214-223.
https://doi.org/10.1016/j.vetmic.2013.02.026.
Quigley B.L. y Timms P. (2021) "The Koala Immune Response to Chlamydial Infection and Vaccine Development—
Advancing Our Immunological Understanding". Animals, 11 (380). https://doi.org/10.3390/ani11020380.
Robbins A., Loader J., Timms P. y Hanger J. (2018) "Optimising the short and long-term clinical outcomes for koalas
(Phascolarctos cinereus) during treatment for chlamydial infection and disease". PLoS ONE, 13 (12): e0209679.
https://doi.org/10.1371/journal.pone.0209679.
Speight K. N., Polkinghorne A., Penn R., Boardman W., Timms P., Fraser T., Johnson K., Faull R., Bate S. y Woolford L.
(2016) "Prevalence and pathologic features of Chlamydia pecorum infections in South australian koalas (Phascolarctos
cinereus)". Journal of Wildlife Diseases, 52 (2). Pp. 301-306. https://doi.org/10.7589/2015-05-120.
Waugh C. A., Timms P., Andrew D., Rawlinson G., Brumm J., Nilsson K. y Beagley K. W. (2015) "Comparison of
subcutaneous versus intranasal immunization of male koalas (Phascolarctos cinereus) for induction of mucosal and
systemic immunity against Chlamydia pecorum, Vaccine, 33 (7). Pp. 855-860.
https://doi.org/10.1016/j.vaccine.2014.12.052.

14

También podría gustarte