La música ha sido parte importante de mi vida desde la infancia. A pesar de que
mi familia no contaba con músicos, sí existía en esta un notable interés en este arte, especialmente por parte de mi madre y tíos, personas que se encargaron de inculcar el amor por dicha disciplina. No obstante, el mayor acercamiento llegó a mis trece años, cuando mi padre me obsequió un teclado de cinco octavas marca Casio. A partir de ese momento, creció mi fascinación por la música, y especialmente por el piano. Comencé a escuchar las piezas de música docta grabadas em el teclado, que inmediatamente despertaron mi interés, tanto como por su belleza como por su complejidad. Esto gatilló en la decisión de aprender piano clásico. A pesar de que en el comienzo del aprendizaje fui autodidacta, pronto comprendí que era indispensable la guía de un profesor, ya que, en ese momento no contaba con conocimiento sobre técnica pianística o lectura de partituras, saberes fundamentales para esta disciplina. Para ese entonces, me encontraba cursando octavo año básico en el colegio San Francisco de Asís de la ciudad de Angol, región de la Araucanía. Dicho establecimiento contaba con diversos talleres instrumentales, entre los que había uno dedicado a la enseñanza del piano, en el que decidí ingresar. Sin embargo, la elevada cantidad de alumnos participantes en el taller ralentizó mi aprendizaje, por lo que finalmente, apoyado por mi madre decidí tomar clases particulares de piano con el mismo profesor a cargo del taller. Fue en este periodo en el que aprendí los rudimentos básicos de la lectura de partituras aplicadas al instrumento, y al mismo tiempo tomé la decisión de seguir una carrera musical, al imponer como meta estudiar interpretación musical. Luego de aproximadamente dos años de clases particulares de piano, creció en mí la inquietud por conocer personas del ambiente de la música clásica, con el fin de obtener orientación sobre la carrera de interpretación musical. Esta curiosidad me llevó a visitar el Conservatorio de música de la Universidad Austral de la ciudad de Valdivia. En dicho establecimiento, los profesores a cargo de la cátedra de piano me hicieron la sugerencia de cambiar de profesor de forma inmediata, puesto a que el nivel pianístico en los conservatorios del país era alto, y si quería tener oportunidad para ingresar a una institución especializada en música debía contar con un docente con mayor especialización en el área. Posterior a esta visita, decidí emprender la búsqueda de un profesor o profesora de piano que se hiciera cargo de mi formación musical. Debido a que la ciudad en la que residía era de un tamaño reducido, carecía de personas capacitadas para tal empresa. Esto me llevó a buscar en la ciudad de Temuco, capital de la región de la Araucanía, en la que por medio de parientes logré contactar a una profesora especialista en piano, cuya formación completó en Facultad de Artes de la Universidad de Chile, y que aceptó hacerse cargo de mi educación musical. En escaso tiempo, me vi abrumado por la exigencia de dicha profesora, que, sumado a mis deberes como estudiante y los viajes semanales desde Angol a Temuco, es que decidí a renunciar a las clases de piano al cabo de cuatro meses. Sin embargo, esta decisión fue momentánea, ya que, mi intención era proseguir con mi formación musical posterior a concluir la enseñanza media. Al concluir mis estudios de enseñanza media, decidí ingresar al entonces Conservatorio de música de la Universidad Católica de Temuco, institución en la que me formé durante cuatro años. A pesar de dificultades iniciales principalmente gatilladas por un método de estudio ineficiente, ineficaz e insuficiente, logré paulatinamente una superación técnica y el aprendizaje de importantes conocimientos fundamentales del área teórica competentes a un intérprete. Fue durante esta etapa en la que comencé a profundizar en el repertorio sinfónico y operístico, por los que desarrollé un profundo aprecio y me llevaron a considerar aprender dirección orquestal en un determinado momento de mi vida. También, durante este periodo participé en diversas presentaciones en la ciudad de Temuco y Puerto Montt, tanto como solista como en agrupaciones de cámara. Instado por mi profesora de piano, decidí postular a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Posteriormente, ingresé a la carrera de Licenciatura en Artes con mención en Interpretación musical en dicha institución, a la que pertenecí durante cuatro años. Durante esta época obtuve una mejoría técnica en el instrumento, profundicé en conocimientos inherentes a la teoría musical, tales como el solfeo y la armonía, además de conseguir experiencia como pianista acompañante y participar con mayor frecuencia en conjuntos de cámara. Paralelo a esto, procedí a realizar clases de piano y lectura musical de manera asidua en academias, colegios y de forma particular, algo que hizo crecer mi interés en la pedagogía. Sin embargo, esta fue una época particularmente difícil, puesto que comencé a presentar diversas complicaciones a la hora de las presentaciones públicas, originadas por la ansiedad y el estrés relativos a la carrera universitaria. Lo anterior implicó una etapa de dudas e inseguridad, que finalmente desembocaron en mi salida de dicho plantel universitario. Posterior a este suceso, instado por mi creciente interés en la enseñanza y la dirección de orquestas, decidí ingresar a la carrera de Pedagogía en música con mención en dirección de orquestas juveniles e infantiles en la Universidad Alberto Hurtado, institución académica a la que pertenezco actualmente. Debido a la mención escogida, fue necesario la elección de instrumento perteneciente a conformación de la orquesta sinfónica. Para ello escogí el clarinete, puesto que en mi carrera musical tuve la oportunidad de trabajar con diversos clarinetistas, lo que incidió en el desarrollo de un interés personal en aquel instrumento de viento. Consciente de la dificultad de estudiar un instrumento musical desde el inicio, me apresuré a tomar lecciones, con el fin conseguir los rudimentos básicos del clarinete. El inició del aprendizaje fue dificultoso, debido a los desafíos técnicos inherentes a este, sin embargo, la experiencia obtenida en el estudio del piano, he contribuido a menguar dichas dificultades. Actualmente me encuentro en el tercer año de Pedagogía en música y curso el tercer semestre de clarinete, sin participación en presentaciones como clarinetista, aunque busco ansiosamente conseguir mayor experticia en esta especialidad nueva para mí.
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