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1.

Los presocráticos: la búsqueda del arké


Se suele considerar el inicio de la filosofía con el nacimiento del lógos por obra de los
filósofos milesios, Tales, Anaximandro, Anaxímenes y Heráclito. Ellos buscan
racionalmente una causa del todo, el arké. Solamente que la buscan en el empíreo material.
Con Pitágoras, encontramos una nueva concepción del principio: el número como principio
inmaterial. En efecto, Aristóteles escribe que los Pitagóricos “pensaron que los elementos
del número fueran elementos de todas las cosas, y que todo el universo fuera armonía y
número”.1 Nos encontramos aquí frente a una importante ganancia del lógos. Los
pitagóricos dan el paso cualitativo, porque ya no buscan el arké en la esfera de lo sensible,
sino más bien en el orden de lo inmaterial. Haber encontrado, por primera vez en la historia
de la humanidad, que toda la realidad es traducible al número, principio armónico de orden,
significa haber descubierto a toda la realidad como “orden y armonía”, y al número como el
regulador de la realidad. Esto significa, que racionalidad y verdad dominan la realidad. Los
Pitagóricos son los primeros en introducir el concepto de Kósmos: conjunto ordenado y
armónico. Para los “físicos”, – se ha dicho – el problema, entonces, es la búsqueda del arké
en la esfera material. En esa búsqueda, ciertamente, se incluye también al hombre, pero
como parte de la totalidad del universo, por decirlo de alguna manera, solamente como una
cosa junto con otras cosas, como objeto y no como sujeto.
Distinguimos los siguientes grupos:
a) la escuela de Mileto y Heráclito;
b) los Pitagóricos;
c) Jenófanes y la escuela de Elea;
d) los pluralistas y los físicos eclécticos

I. Tales de Mileto (vivió entre los últimos decenios del VII siglo y la mitad del
siglo VI a.C.).
1. Él no escribió nada pero Aristóteles nos relata acerca de tres proposiciones de Tales
con las cuales él afirma que:
a) el agua es el arké de todo;
b) todo está lleno de Dioses;
c) el magneto posee el alma, es decir, el principio que mueve todas las cosas.

2. El arké es
a) “lo del cual deriva originariamente y en el cual se resuelven por fin todos los
seres”, “una realidad que permanece idéntica en el cambiar de sus afecciones”.2
b) Lo por el cual todo subsiste.
3. El agua es el arké, porque es experimentable la relación existente entre ese principio
y las cosas.
4. Tales afirma, que todo está lleno de Dioses, porque todo tiene como principio al
agua; por lo tanto, el agua es lo divino.

II. Anaximandro de Mileto (611-546 a.C.).


1. Muy probablemente fue discípulo de Tales. Escribió el Peri Fyseos (De la
Naturaleza).
̓́
1 Aristóteles, Metafísica, A 5, 986a 1. τὰ τω̂ν ἀριθμω̂ν στοιχει̂α τω̂ν οντων ̓̂ ,
στοιχει̂α πάντων ὑπέλαβον ειναι
̔́
καὶ τὸν ολον ̓̂ καὶ ἀριθμόν.
οὐρανὸν ἁρμονίαν ειναι
2 Cfr. Aristóteles, Metafísica, A 3, 983 b 9 ss.
2. 2. Para él, el arké es el ápeiron, es decir, el ilimitado cuantitativamente e
indeterminado cualitativamente. El ápeiron es no engendrado e imperecedero.
También, para Anaximandro, todo está lleno de Dioses, porque el principio está
en todo.
3. 3. La génesis de todas las cosas ha tenido lugar desde el infinito por una adikía
(injusticia), debida a dos causas: la separación de los contrarios, y su tentativa
recíproca de atropello. Infinitos y contemporáneos son los mundos. De todas las
cosas, el tiempo es juez.

III. Anaxímenes de Mileto.


1. Discípulo y sucesor de Anaximandro, nació en los primerios primeros decenios del
siglo VI, y murió en los últimos decenios del mismo siglo. También, escribió un
Peri Fyseos del cual nos han llegado tres fragmentos.
2. Para él, el principio es indeterminado solamente cuantitativamente, no
cualitativamente. Ése es el aire, y éste es Dios. Anaxímenes cambia el principio de
su maestro Tales, ya que el aire mejor que cualquier otra cosa se presta a las
variaciones. “El aire está cerca al incorpóreo; y, ya que nosotros nacemos por su
flujo, es necesario que él sea infinito y rico para nunca faltar”.3

IV. Heráclito de Éfeso (vivió entre el V y el VI siglo).


Escribió también un Peri Fyseos.
1) Pone a tema la perenne movilidad de todas las cosas existentes:
“a quien desciende en el mismo río sobrevienen siempre aguas nuevas”.
“No se puede descender dos veces en el mismo río, y no se puede tocar dos veces
una misma substancia mortal en el mismo estado; pero, a causa de la impetuosidad y
de la velocidad del cambio, se dispersa y se recoge, viene y va”.4
Las cosas, para él, no tienen realidad, sino en el perenne devenir.
Éste es el continuo conflicto de los contrarios, fundamento de la realidad de las
cosas. “La guerra es madre de todas las cosas; y de todas, reina”.5
El perenne devenir de las cosas es armonía o síntesis de contrarios.
Y en esto consiste Dios, ya que él es unidad de los opuestos.
Heráclito no deja todavía el nivel de la búsqueda de la Fysis.
En efecto, él afirma que el fuego es el elemento fundamental de la realidad, ya que
ése expresa las características del cambio y al mismo tiempo de la armonía.
El Dios de Heráclito coincide con el fuego y es inteligente.
Heráclito llama también a este primer principio divino lógos, que en este caso
significa “regla según la cual todas las cosas se realizan, y ley que es común a todas
las cosas, y gobierna todas las cosas, y que es también racionalidad e inteligencia”. 6
Nosotros, con nuestros sentidos, nos quedamos en las apariencias de las cosas;
mientras, la verdad consiste en el saber captar ese lógos.

3 Fragmento relatado por Olimpiodoro, De arte sacra, c. 25; cit. en: Giovanni Reale, Storia della filosofia
antica, Vita e Pensiero, Milano, 1979, 5 voll, vol. I, p. 69
4 Cfr. Diels-Kranz, 22 B, 12 y 91. Cit. en: Giovanni Reale, Storia della filosofia antica, Vita e Pensiero,
Milano, 1979, 5 voll, vol. I, p. 73
5 Cfr. Diels-Kranz, 22 B, 53. Cit. en: Giovanni Reale, Storia della filosofia antica, Vita e Pensiero, Milano,
1979, 5 voll, vol. I, p. 75
6 Cfr. Giovanni Reale, Storia della filosofia antica, Vita e Pensiero, Milano, 1979, 5 voll, vol. I, p. 80
3) En cuanto al alma, encontramos presentes en Heráclito dos líneas de
reflexión:
a) el alma se identifica con la naturaleza del principio ( arké); y por lo tanto, es
fuego;
b) el alma pertenece a otra dimensión distinta de la dimensión física; ésa es
inmortal.
Aquí nos encontramos con una de las varias aporías presentes en los
presocráticos.

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