Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Acuerdo sobre asuntos económicos de 1979 regula esta compleja materia refiriéndose a
tres aspectos claramente delimitados:
a) En primer lugar, reconoce el derecho de la Iglesia a aplicar sus propios mecanismos de
financiación, haciendo mención expresa de algunos de ellos: colectas, limosnas.
b) El segundo aspecto se refiere a la financiación de la Iglesia a través de la correspondiente
aportación estatal. Cuestión ciertamente discutida y discutible en la que los antecedentes
históricos se confrontan con el principio de libertad religiosa, en sus manifestaciones
concretas de igualdad y de laicidad en orden a encontrar el fundamento de dicha
financiación y, en su caso, la extensión a otras confesiones religiosas para garantizar el
principio de igualdad. Existen tres sistemas de financiación en el texto del Acuerdo:
dotación presupuestaría, asignación tributaria y autofinanciacion ,reflejo de las
dificulatdes de la cuestión.
c) Finalmente, se prevé un régimen tributario especial con relación a determinados sujetos y
materias mediante la aplicación de algunos mecanismos tributarios, tales como la
enumeración de supuestos de no sujeción tributaria, así como un elenco de exenciones y
beneficios fiscales.
El Acuerdo, en su art. I, reconoce que la Iglesia puede libremente recabar de sus fieles
prestaciones, organizar colectas públicas y recibir limosnas y oblaciones.
El reconocimiento de esta facultad eclesiástica parece congruente con lo dispuesto en el c.
1.260 del Código de Derecho Canónico, al disponer que la Iglesia tiene el derecho nativo de exigir
de los fieles los bienes que necesita para sus propios fines.
1
La redacción del artículo citado asume un compromiso mayor que la simple colaboración
con una confesión religiosa para configurarse como una obligación del Estado de garantizar el
«adecuado sostenimiento económico de la Iglesia».
Para alcanzar estos objetivos se diseñan tres sistemas de financiación que se aplicarán de
forma sucesiva. Durante los primeros tres años se mantiene el sistema, hasta entonces vigente, de
dotación presupuestaría.
De acuerdo con estos principios se establece en el Acuerdo un período transitorio de
mantenimiento del sistema de dotación presupuestaría que tendrá un plazo de tres años mediante la
consignación en los presupuestos generales de la adecuada dotación, con carácter global y único,
que será actualizada anualmente (art. 11.4).
El Acuerdo establece al mismo tiempo la cláusula de sustitución del sistema de dotación
presupuestaría por el de asignación tributaria.
El sistema de asignación tributaria consiste, según lo convenido en el Acuerdo sobre
Asuntos Económicos, en que el Estado podrá asignar a la Iglesia Católica un porcentaje del
rendimiento de la imposición sobre la renta o el patrimonio neto u otra de carácter personal, por el
procedimiento técnicamente más adecuado. Para ello será preciso que cada contribuyente manifieste
expresamente en la declaración respectiva su voluntad acerca del destino de la parte afectada (art.
II.2 ).
Durante el período de tres años 1988-1991, coexiste el sistema mixto de dotación
presupuestaría y el de asignación tributaria.
Cumplido el plazo previsto para la sustitución definitiva del sistema de dotación ha quedado
implantado plenamente el sistema de asignación tributaria.
Es oportuno recordar, asimismo, que el régimen de asignación tributaria constituye un
sistema intermedio o transitorio dirigido a alcanzar lo que para ambas partes se revela como el
sistema idóneo: la autofinanciación de la Iglesia Católica.
2
El Acuerdo sobre asuntos jurídicos firmado entre la Santa Sede y el Estado español el 3 de
enero de 1979 contiene diversas disposiciones sobre el matrimonio canónico que conviene
reproducir y comentar sucintamente.
3
1953.
Las tramitadas con posterioridad tendrán efectos civiles si se declaran ajustadas al Derecho
del Estado en resolución dictada por el Tribunal civil competente.
El Código Civil, aunque resulta casi coincidente con el art. VI del Acuerdo, introduce alguna
modificación respecto de la normativa bilateral; el art. 80 dispone que: «las resoluciones dictadas
por los Tribunales eclesiásticos sobre nulidad de matrimonio canónico o las decisiones pontificias
sobre matrimonio rato y no consumado tendrán eficacia en el orden civil, a solicitud de cualquiera
de las partes, si se declaran ajustadas al Derecho del Estado en resolución dictada por el juez civil
competente conforme a las condiciones a las que se refiere el art. 954 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil».
A tenor de lo dispuesto en ambos preceptos se deduce lo siguiente:
a) Los contrayentes podrán optar entre la jurisdicción eclesiástica y la jurisdicción civil para
instar la declaración de nulidad de su matrimonio canónico conforme a lo dispuesto en las
respectivas legislaciones.
b) Cualquiera de los contrayentes podrá instar la declaración de nulidad o la dispensa super
rato ante los Tribunales eclesiásticos.
c) sólo tendrán eficacia civil las sentencias y resoluciones relativas a nulidad matrimonial y
dispensa super rato. Carecerán, por tanto, de eficacia civil las sentencias eclesiásticas de separación
y las resoluciones canónicas en aplicación de los privilegios paulino y petrino.
d) La eficacia civil de estas resoluciones eclesiásticas ha de ser solicitada por las partes,
careciendo de eficacia automática; tampoco podrá ser promovida de oficio.
En todo caso, la cuestión clave que late en los aludidos preceptos, y que ha suscitado una
mayor discusión doctrinal, se refiere a la declaración de ajuste al Derecho del Estado que debe
realizar el Tribunal civil para que las resoluciones eclesiásticas alcancen plena eficacia en el orden
civil.
Las diferentes opciones que se han planteado en torno a este tema han sido así resumidas: «
a) hay ajuste cuando la sentencia se funda en causas de nulidad coincidentes con las reguladas por el
Código Civil; b) el ajuste se refiere solamente a la observancia por la resolución canónica de
requisitos civiles de naturaleza externa y accesoria, y c) hay ajuste cuando el contenido de la
sentencia no contradice los principios fundamentales del ordenamiento español. reconducibles a
alguna fórmula general, como los principios constitucionales, el orden público, etc.
El art. 7 de los Acuerdos suscritos con FEREDE, FCIE y CIE regula, respectivamente, los
efectos civiles en el ordenamiento jurídico español del matrimonio religioso realizado según el rito
evangélico, judío e islámico.
El principio general es el reconocimiento de efectos civiles de estos matrimonios, siguiendo
el paradigma del Acuerdo Jurídico con la Iglesia Católica y lo dispuesto al respecto en el Código
Civil.
Según el Acuerdo Jurídico, el matrimonio canónico produce efectos civiles desde el
momento de su celebración y plenos efectos civiles desde su inscripción en el Registro Civil.
Pues bien, para la validez del matrimonio judío y el evangélico – según lo dispuesto en los
respectivos Acuerdos – es necesario promover previamente el expediente de capacidad matrimonial
de los contrayentes ante el Registro Civil y, por otra parte, prestar el consentimiento ante el ministro
de culto oficiante de la ceremonia y dos testigos.
4
Ciertamente, el art. 59 del Código Civil reconoce la eficacia civil del matrimonio celebrado
en forma religiosa cuando concurran alguno de los siguientes requisitos: a) que se preste el
consentimiento matrimonial en la forma prevista por una confesión religiosa, en los términos
acordados con el Estado; b) que se preste dicho consentimiento en la forma prevista por la confesión
religiosa, en los términos autorizados por la legislación del Estado.
Así, en los tres Acuerdos se utiliza el mismo artículo, el número 7, para regular esta materia,
desarrollando los siguientes aspectos: a) ámbito; b) expediente de capacidad; c) celebración; d)
inscripción.
b) Expediente de capacidad. La principal novedad del régimen matrimonial acordado con las
minorías confesionales, respecto al suscrito con la Iglesia Católica, se encuentra en la exigencia de
que las partes realicen, previamente a la celebración del matrimonio religioso, el expediente de
capacidad matrimonial ante el encargado del Registro Civil.
Tanto el Acuerdo con la Federación de Comunidades Israelitas como el suscrito con la
Federación de Entidades Religiosas Evangélicas asumen la misma cláusula al respecto: «las
personas que deseen contraer matrimonio en la forma prevista en el párrafo anterior promoverán el
expediente previo al matrimonio ante el encargado del Registro Civil correspondiente. Cumplido
este trámite, el encargado del Registro Civil expedirá, por duplicado, certificación acreditativa de la
capacidad matrimonial de los contrayentes, que éstos deberán entregar al ministro de culto
encargado de la celebración del matrimonio».
No obstante, en el Acuerdo con la Comisión islámica se ha seguido una fórmula distinta, la
fórmula utilizada en este último Acuerdo ha sido la siguiente: «las personas que deseen inscribir el
matrimonio celebrado en la forma prevista en el número anterior deberán acreditar previamente su
capacidad matrimonial mediante certificación expedida por el Registro Civil correspondiente».
5
ante el ministro de culto oficiante de la ceremonia y al menos dos testigos mayores de edad, antes de
que hayan transcurrido seis meses desde la certificación de capacidad matrimonial.
Esta cláusula es plenamente aplicable a los matrimonios celebrados de acuerdo con el rito
judío o en una iglesia evangélica.
Ningún problema plantea la celebración del matrimonio en presencia de un ministro de una
iglesia evangélica, pues como ya hemos dicho, se asume la forma civil, no presentando ninguna
peculiaridad desde el punto de vista jurídico-religioso.
Mayores dificultades plantea, en cambio, el matrimonio islámico, que en el propio Acuerdo
adopta una fórmula distinta de la utilizada por las otras dos confesiones.
Por una parte, se declara que el matrimonio deberá celebrarse según la forma religiosa
establecida en la ley islámica; por otra parte, se añade que los contrayentes expresarán el
consentimiento ante un dirigente religioso islámico y, al menos, dos testigos mayores de edad. Este
último requisito – la presencia de un dirigente religioso en la ceremonia – es una exigencia del
régimen acordado, ya que la forma matrimonial islámica no exige la presencia de una autoridad civil
o religiosa, siendo suficiente la presencia de dos testigos.
Por último, para acceder al matrimonio islámico no es necesario – aunque sí recomendable –
instruir previamente y aportar, en el momento de la celebración, el certificado de capacidad
matrimonial, el cual sí es necesario para las otras dos confesiones.
6
de celebración del matrimonio (gitanos), y b) por otra parte, la figura de las uniones maritales de
hecho que solicitan el otorgamiento de efectos jurídicos, sin observar forma alguna, mediante la
mera inscripción registral.
La admisión del matrimonio celebrado según las costumbres de un grupo étnico no sólo debe
ser admisible en nuestro Derecho, sino que incluso podría plantearse un supuesto de
inconstitucionalidad, poniendo en relación el art. 14 de la Constitución (igualdad y no
discriminación por razones étnicas) y el art. 32.
Lo mismo podría decirse de aquellos grupos confesionales que, por no haber celebrado
Acuerdos, según lo prevenido en el art. 7 de la LOLR, se encuentran en peor situación que aquellos
que lo han firmado, y ello, principalmente, debido a la ausencia del desarrollo legislativo previsto en
el art. 59 del Código Civil.
Por otra parte entendemos que la simple comunicación de los contrayentes al Registro Civil
y su posterior inscripción, su decisión de vivir unidos con intención marital, asumiendo los derechos
y obligaciones derivados del vínculo jurídico matrimonial, debe ser suficiente para reconocer
eficacia civil a esa unión.