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25 El ministerio de Cristo en el Santuario celestial

Mirada retrospectiva

La caída y el primer sacrificio

La ley de Dios existía antes que el hombre fuera creado. Los ángeles eran
gobernados por ella. Satanás cayó porque transgredió los principios del gobierno de Dios.
Después que Adán y Eva fueron creados, Dios les hizo conocer su ley. Esta no estaba
escrita entonces, pero les fue repetida por Jehová...

Después del pecado y la caída de Adán, nada fue eliminado de la ley de Dios. Los
principios de los Diez Mandamientos existían antes de la caída, y eran de una naturaleza
que se ajustaban a la condición de un orden de seres santos. (2)

Esos principios fueron formulados al hombre más explícitamente después de la


caída, y enunciados para satisfacer las necesidades de seres inteligentes caídos. Esto fue
necesario a causa de que la mente del hombre había sido cegada por la transgresión. (3)

Dios creó al hombre con la capacidad de decidir por sí mismo, lo hizo libre de elegir
sus propias acciones, pero también le colocó una condición para demostrar su lealtad ante
el universo y consistía en no comer del árbol de la ciencia del bien y el mal (Génesis 2:17).

La caída del hombre llenó todo el cielo de tristeza. El mundo que Dios había hecho
estaba mancillado con la maldición del pecado, y habitado por seres condenados a la
miseria y a la muerte. Parecía no existir escapatoria para quienes habían quebrantado la ley.

Dios permitió que Satanás siguiera con su obra hasta que el espíritu de desafecto se
trocó en una activa rebelión. Era necesario que sus planes se desarrollaran en toda su
plenitud, para que sus verdadera naturaleza y tendencia fuesen vistas por todos.

Por lo tanto, era necesario demostrar ante los habitantes del cielo y de todos los
mundos que el gobierno de Dios es justo y su Ley perfecta. Satanás había fingido que
procuraba fomentar el bien del universo. El verdadero carácter del usurpador y su
verdadero objetivo debían ser comprendidos por todos. Debía dársele tiempo suficiente
para que se revelara por medio de sus propias obras inicuas.

Si se lo hubiera suprimido inmediatamente, algunos habrían servido a Dios por


temor más bien que por amor. Para el bien del universo entero a través de los siglos sin fin,
era necesario que Satanás desarrollara más ampliamente sus principios para que todos los
seres creados pudiesen reconocer la naturaleza de sus acusaciones contra el gobierno
divino, y para que la justicia y la misericordia de Dios y la inmutabilidad de su Ley
quedaran establecidas para siempre. (4)

Ahora bien, toda desobediencia a Dios es pecado y como tal tiene consecuencias
que nos separan de Dios. En Génesis 3:21 vemos la consecuencia de la desobediencia de
Adán y Eva, donde se hizo necesario el sacrificio de un cordero inocente para cubrir la
desnudez de su pecado. Con esto podemos decir que "el sistema de sacrificios del AT se
originó inmediatamente después de la caída". (5)

En el Edén "es la primera vez que en la Biblia se menciona el acto de matar a un


animal para el uso humano. El derramamiento de la sangre de esos animales fue una
sombra, en alguna manera, del derramamiento de la sangre de innumerables animales en el
sistema de sacrificios instituido por Moisés." (6)

Entonces se estableció un sistema que requería el sacrificio de animales, con el fin


de mantener delante del hombre caído lo que la serpiente había hecho que Eva no creyera:
que la paga de la desobediencia es la muerte. La transgresión de la ley de Dios hizo
necesario que Cristo muriese como sacrificio, para así proporcionar al hombre una vía de
escape de su castigo y al mismo tiempo preservar el honor de la ley de Dios. El sistema de
sacrificios debía enseñar humildad al hombre, en vista de su condición caída, y conducirlo
al arrepentimiento y a confiar sólo en Dios, por medio del Redentor prometido, para
obtener el perdón por las pasadas transgresiones de su ley. (7)

Elena G. de White en sus escritos confirma el lugar y el origen de los sacrificios cuando
dice:

"Para Adán, ofrecer el primer sacrificio fue una ceremonia muy dolorosa. Tuvo que
alzar la mano para quitar una vida que sólo Dios podía dar. Por primera vez iba a presenciar
la muerte, y sabía que si hubiese sido obediente a Dios no la habrían conocido ni el hombre
ni las bestias. Mientras mataba la inocente víctima temblaba al pensar que su pecado haría
derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios". (8)

A Adán se le encomendó que enseñara a sus descendientes a temer al Señor y, por


su ejemplo y humilde obediencia, les enseñase a tener en alta estima las ofrendas que
tipificaban al Salvador que habría de venir. Adán atesoró cuidadosamente lo que Dios le
había revelado, y lo transmitió verbalmente a sus hijos y a los hijos de sus hijos. (9)

El sistema de sacrificio confiado a Adán, fue pervertido por sus descendientes. La


superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje corrompieron el sencillo y significativo
servicio que Dios había establecido. A través de su larga relación con los idólatras, el
pueblo de Israel había mezclado muchas costumbres paganas con su culto; por
consiguiente, en el Sinaí el Señor les dio instrucciones definidas tocante al servicio
sacrificial. (10)

El Señor Jesús era el fundamento de todo el sistema judaico. Su imponente ritual


fue ordenado divinamente. El propósito de él era enseñar a la gente que en el tiempo
prefijado vendría Uno a quien señalaban esas ceremonias. (11)

Al apartarse de Dios, los judíos perdieron en gran medida la visión de lo que


enseñaba el servicio ritual. Ese ritual había sido instituido por Cristo mismo. En todas sus
partes era un símbolo de él; y había sido llenado de vitalidad y belleza espiritual. Pero los
judíos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias y se aferraron a las formas muertas.
Confiaban en los sacrificios y los ritos en sí mismos, en vez de confiar en aquel a quien
éstos señalaban. Con el fin de suplir lo que habían perdido, los sacerdotes y rabinos
multiplicaron los requerimientos de su invención; y cuanto más rígidos se volvían, tanto
menos del amor de Dios se manifestaba. (12)

Como ya sabemos, el mensaje del santuario es un mensaje de salvación. Dios usó


sus servicios para proclamar el evangelio (Heb. 4:2). Los servicios del Santuario terrenal
eran un símbolo para el tiempo presente, hasta la primera venida de Cristo. Por medio de
símbolos y ritos, Dios se proponía enfocar la fe de Israel sobre el sacrificio y el ministerio
sacerdotal del Redentor del mundo, el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo.
(Gál. 3:23; Juan 1:29).

Este servicio anunciaba el ministerio de Cristo en la tierra y su muerte como


sacrificio por la raza caída, con el propósito de hacer una reconciliación de la humanidad
por medio de él con el Padre.

El Santuario ilustraba tres fases del ministerio de Cristo:


 El sacrificio sustitutivo
 La mediación sacerdotal
 La muerte de Cristo en reemplazo nuestro

El triple propósito del plan de la redención visto desde el Santuario

La justificación: nos salva de la culpa del pecado y nos da derecho al cielo. Cuando
venimos a Cristo con corazón contrito y humillado y confesamos nuestros pecados, Él nos
perdona. Antes estábamos condenados a muerte, pero ahora tenemos la garantía de la vida
eterna a través de su muerte. Ante la vista de Dios ya no somos culpables. La justicia de
Cristo no es acreditada sin mérito alguno de nuestra parte (Romanos 3:24). La muerte que
debemos de sufrir la sufrió Él en nuestro lugar. La justicia de Cristo no es imputada, somos
declarados inocentes y se nos trata como si nunca hubiésemos pecado. Somos “aceptos en
el Amado (Efesios 1:6) y tenemos el titulo o el derecho de entrar al cielo en virtud de los
méritos de Cristo. Como ya hemos visto Jesús tuvo que hacerse hombre para poder
acreditarnos su vida y su muerte.

La santificación: esta nos salva del poder del pecado. Si la justificación nos da el perdón
del pecado, la santificación nos da la victoria sobre el pecado. En la justificación Cristo
llega a ser nuestro Salvador, en la santificación llega a ser nuestro Señor. Si en la
justificación la justicia de Cristo nos es imputada (atribuida), en la santificación nos es
impartida (derramada en nuestro corazón).

El proceso de la santificación dura toda la vida y tiene como fin reproducir en


nosotros el carácter de Cristo. Sabemos que Jesús tuvo que vivir como hombre en esta tierra
a fin de desarrollar un carácter humano perfecto que nos pudiera impartir por medio del
poder del Espíritu Santo. Nuestra santificación depende de su humanidad. El proceso de la
santificación consume el pecado y le da idoneidad al hombre para entrar al cielo. Lo hace
apto para morar con Cristo para siempre. Jesús mismo se refirió en las bienaventuranzas
“Bienaventurado los limpio de corazón, porque ellos verán a Dios (Mateo 5:8).

La glorificación: este es el momento en que Cristo “transformará el cuerpo de la


humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3:21). Es la
ocasión gloriosa en que Cristo nos vestirá de inmortalidad e incorrupción (1 Cor. 15:53-55).
Habiendo sido librados de la culpa y el poder del pecado, seremos librados de la misma
presencia del pecado.

Hasta aquí vemos que la salvación es un proceso que se extiende en el pasado,


presente y futuro. La glorificación será imposible a menos que hayamos sido justificados y
santificados, y estas dos fases de la redención depende de la naturaleza perfecta de Cristo.
Vivió y murió por nosotros, para que pudiéramos vivir con Él para siempre.
Cristo visto en el Santuario terrenal

Santuario Terrenal (Tipo) Cristo (Antitipo)


Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que
El pan a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mi cree, no tendrá sed jamás. Juan 6:35
Las lámparas Yo soy la luz del mundo; el que me sigue,
no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida. Juan 8:12 (ver El aceite)
El aceite Y delante del trono ardían siete lámparas
de fuego, las cuales son los siete espíritus
de Dios. Apoc. 4:4 (el aceite y las
lámparas son símbolos del espíritu Santo).
El cordero He aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo. Juan 1:29
Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo
La sangre pacto, que por muchos es derramada.
Marcos 14:24
Los sacrificios Representa la cruz (la muerte de Cristo)
Lucas 23:46
Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se
El Sumo Sacerdote sentó a la diestra del trono de la Majestad
en los cielos. Hebreos 8:1
Vida de Cristo en la tierra. Y el Verbo se
hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos
Campamento israelita su gloria, gloria como del unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan
1:14
La fuente (Lavacro) Resurrección de Cristo. Lucas 24:6
Lugar Santo Obra individual de Cristo por aquellos que
reclaman su sangre como suya. Rom. 6:11
Continuación de la obra intercesora por
Lugar Santísimo aquellos que confiesan sus pecados y la
obra del juicio investigador. Rom. 8:34
“Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Daniel
8:14
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar
la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable,
sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Daniel 9:24
Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos y se sentó un Anciano de días. Su
vestido era blanco como la nieve; el pelo de su cabeza, como lana limpia; su trono, llama de
fuego, y fuego ardiente las ruedas del mismo. Un río de fuego procedía y salía de delante de
él; miles de miles lo servían, y millones de millones estaban delante de él. El juez se sentó y
los libros fueron abiertos. Daniel 7:9,10

Estos tres pasajes guardan relación entre sí en el diagrama mostrado arriba de los
2300 días, las 70 semanas y la purificación del Santuario y el Juicio Investigador iniciado el
22 de octubre de 1844. Estas profecías (70 semanas y 2300 días) tuvieron su cumplimento a
lo largo de la historia el antiguo Israel, la venida y muerte del Mesía y su obra intercesora
en 1844 hasta su segunda venida.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fueran purificadas así;
pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. (Hebreos 9:23) El
Santuario celestial es el centro del gobierno de Dios, y el mismo fue pisoteado por Satanás
por medio del cuerno pequeño en Daniel 7, desafiando la autoridad de Dios. A la luz del
Calvario, todas las acusaciones de Satanás serán refutadas. Todos comprenderán y estarán
de acuerdo en que Dios estuvo siempre en lo correcto; que no tiene responsabilidad alguna
por el problema del pecado. Su carácter saldrá inmaculado de la prueba, y su gobierno de
amor será confirmado en el universo. El mismo juicio que resulta en la condenación del
poder apóstata del cuerno pequeño, fue dado a favor de los santos del Altísimo (Daniel
7:22). Este juicio no solo vindica a Dios delante del universo, sino también a su pueblo. Los
santos han sido despreciados y perseguidos por su fe en Cristo a través de los siglos; ahora
este juicio pone las cosas en su lugar. El pueblo de Dios verá cumplirse la promesa de
Cristo: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 10:32)

El juicio antes del advenimiento (juicio investigador) es para beneficio del universo,
puesto que refuta las acusaciones de Satanás y provee para la creación no caída la seguridad
de que Dios permitirá entrar en su reino únicamente a los que estén verdaderamente
convertidos.

Los seres no caídos de la creación no son omniscientes; no pueden leer el corazón,


por eso se necesita un juicio antes de la segunda venida de Cristo, para separar lo verdadero
de lo falso y demostrar al universo interesado, la justicia de Dios que salva al creyente
sincero. La cuestión se desarrolla entre Dios y el universo, no entre Dios y sus hijos fieles.
Requiere que se abran los libros de registro y que se revele la verdadera naturaleza de los
que han profesado fe y cuyos nombres han sido entrados en el libro de la vida. (Holbrook,
Light in the Shadows, p.34).

Tanto la purificación como el juicio pondrán fin a la gran controversia entre Dios y
Satanás, donde la quebrantada ley de Dios será restaurada por la transgresión de nuestros
primeros padres. El santuario celestial está contaminado con los pecados confesados de
cada uno de los seguidores de Cristo, que a diario depositan sus pecados por medio de la
oración y la sangre redentora de Cristo.

Cuando Cristo culmine su obra intercesora por cada uno de nosotros, saldrá del
lugar Santísimo a reclamar a su pueblo, que tomó como suyo su sacrificio expiatorio en la
cruz del calvario, y a depositar en Azazel (Satanás) los pecados de toda la humanidad.
Nuestro gran Sumo Sacerdote, nos está representando como abogado ante el Padre.

El centro de este mensaje es el evangelio eterno, que debe ser proclamado con un
sentido de urgencia por cuanto “la hora de su juicio ha llegado” (Apoc. 14:7). Este llamado
amonesta al mundo en cuanto a que el juicio de Dios está realizándose ahora. Dios llama a
su pueblo a experimentar un arrepentimiento de corazón. La obra de Cristo como Sumo
Sacerdote se acerca a su fin, no sabemos cuando se proclamará la voz: “Consumado es”.
Referencias
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1. Reina Valera 1960


2. El Espíritu de Profecía Tomo I p. 261
3. Señales de los Tiempos 15 abril 1875
4. Patriarcas y Profetas p. 21-22
5. Fundamentos bíblicos de nuestra fe p.99
6. Nuevo comentario ilustrado de la biblia p.16
7. El espíritu de profecía I p261, 262
8. Cristo en su Santuario p.26
9. Espíritu de Profecía I p. 59
10. Patriarcas y Profetas 380
11. Palabras de Vida del Gran Maestro p.17
12. El Desado de todas las Gentes p.21

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