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Seminario Teoló gico Adventista en Cuba

Los sistemas de Sacrificio a través de la Palabra de Dios

Monografía presentada en cumplimiento parcial de los requisitos del curso

THST335(2) Santuario

por

Cesar Santiesteban González

Marzo 2022
Contenido

Introducció n............................................................................................................................................................. 1

Capítulo 1: El Santuario terrenal...................................................................................................................... 4

Conforme al modelo.......................................................................................................................................... 5

Capítulo 2: El santuario Celestial...................................................................................................................... 8

El verdadero Santuario.................................................................................................................................... 8

La obra actual que realiza Cristo en el Santuario Celestial............................................................10

Conclusiones.......................................................................................................................................................... 13

Bibliografía............................................................................................................................................................. 14

ii
Introducción

Cuando Dios creó este mundo, lo hizo perfecto. La declaració n de Moisés a medida

que sucedían los días de la creació n anunciaba “y vio Dios que era bueno”. No había indicios

de imperfecció n y mucho menos de pecado. Pero ocurrió una desgracia en medio de tanta

belleza y santidad, el ser humano había caído bajo el engañ o de Sataná s.

Dios había alertado a la pareja edénica los resultados de violar la orden de no comer

del á rbol de la ciencia del bien y del mal. Ahora ellos debían pagar los requerimientos de la

ley con su propia vida. Pero Dios en su infinita misericordia quería extenderle una

oportunidad para que abrazaran la vida. Esto demandaba un gran problema para el creador

que había entregado al ser humano la capacidad del libre albedrío, ¿có mo podía salvar a la

humanidad y no al pecado?, al mismo tiempo, ¿có mo podía eliminar al pecado y salvar al

pecador?

La caída del hombre llenó todo el cielo de tristeza. El mundo que Dios había
hecho estaba mancillado con la maldició n del pecado, y habitado por seres
condenados a la miseria y la muerte. Parecía no existir escapatoria para quienes
habían quebrantado la ley… Pero el amor divino había previsto un plan mediante el
cual el ser humano podría ser redimido. La quebrantada ley de Dios exigía la vida
del pecador. En todo el universo solamente existía uno que podía satisfacer sus
exigencias en beneficio del hombre. Puesto que la ley divina es tan sagrada como
Dios mismo, solo uno igual a Dios podría expiar su transgresió n.1

El gran amor de Dios, ahora por la raza caída, no se había limitado por causa de la

desobediencia del ser humano. Quedaba una esperanza para aquellas personas que se

1
Elena G. the White, Historia de los Patriarcas y Profetas (Florida, EE. UU.: Asociació n
Publicadora Interamericana, 2008), 43.
1
encontraban desnudas y con miedo ante el juicio investigador en el que ambas partes

intentaban justificarse sin tener si quiera alguna porció n de esperanza. Es en ese momento

que antes de dar una sentencia al ser humano, les brindó la menos esperada promesa “Y

pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá

en la cabeza, y tú le herirá s en el calcañ ar”. (Génesis 3:15)

A través de estas palabras, Dios le estaba dando un sustituto que pagaría la deuda

del hombre. Llegaría el momento en el que de la simiente de la mujer vendría el Salvador

que cargaría con la culpa para darle la oportunidad de la vida eterna. Mientras esto no

ocurriera, el ser humano necesitaba reconocer su dependencia de Dios, y esto solo sería

posible a través de un sistema que le permitiera recordar lo que Dios estaría haciendo en

su lugar.

Entonces se estableció un sistema que requería el sacrificio de animales, con


el fin de mantener delante de los seres humanos caídos lo que la serpiente había
hecho que Eva no creyera: que la paga de la desobediencia es la muerte… El sistema
de sacrificios debía enseñ ar humildad al hombre, en vista de su condició n caída, y
conducirlo al arrepentimiento y a confiar solamente en Dios, por medio del
Redentor prometido, para obtener el perdó n por las pasadas transgresiones de su
ley.2

La pareja del Edén participó de ese primer sacrificio, contemplando la muerte en un

sustituto que era inocente, y por medio de la fe podían contemplar al verdadero sustituto

que moriría en su lugar. “Antes que el pueblo de Dios entrara a Egipto, su culto era sencillo.

Los patriarcas vivían cerca del Señ or, y no necesitaban muchas formas o ceremonias para

enseñ arles la ú nica gran verdad que el pecado podía expiarse solamente mediante la

2
Elena G. the White, The Spirit of Prophecy (Battle Creek, Mi: Seven-day Adventist
Publishing Association, 1870), 1:261,2.
2
muerte de Uno que no tenía pecado”.3 Pero después de muchos añ os, fue necesario un

sistema má s completo que fuera una escuela para el pueblo de Dios.

Sujetos a una vida de trabajo incesante y rodeado por la oscuridad impía, los
hijos de Israel perdieron de vista el significado de sus sencillos sacrificios. Por
cuenta de su servidumbre, ellos fueron desprovistos de los privilegios disfrutados
por los antiguos patriarcas, de pasar mucho tiempo en comunió n con Dios, y
naufragaron muy cerca de la idolatría egipcia. Cuando Dios los sacó de Egipto, É l
proclamó su ley desde el Sinaí, y luego les dio el mismo sistema de adoració n que
habían seguido los patriarcas. Pero É l tuvo que tratar con ellos como se trata con
niñ os. Porque ellos no podían comprender las verdades sin las sencillas
ilustraciones, Dios les dio el sistema de adoració n que Abrahá n, Isaac, y Jacob habían
seguido, pero en la forma má s elemental posible, así como nosotros utilizaríamos los
métodos de la escuela elemental para enseñ arle a los niñ os lecciones que los adultos
pueden comprender fá cilmente.4

¿Có mo estaba constituido ese sistema?, este es el tema de estudio de esta

investigació n que pretende analizar todo el sistema de sacrificios con el objetivo de

reconocer por sobre todo a Jesú s como el verdadero sacrificio que murió en favor del ser

humano.

Esta investigació n está clasificada como descriptiva ya que busca a través de toda la

doctrina adventista con relació n a este punto unificar los criterios que llevan a Jesú s a ser el

sacrificio verdadero que había sido descrito a través de los sacrificios instituidos desde los

primeros tiempos de la historia de este mundo. Al mismo tiempo, está delimitada por el

tiempo de estudio y el tema en cuestió n.

3
Stephen N. Haskell, La sombra de la Cruz (South Lancaster, Mass: The Bible
Training School, 1994), 16.
4
Haskell, La sombra de la cruz, 17, 8.
3
Capítulo 1: El Santuario terrenal

Así como en los primeros siglos el sistema de sacrificio se realizaba de una manera

simple, llegó el momento en que requería una metodología diferente. Esto era necesario

por algunas razones: por el sistema religioso en el que se encontraban y la demografía que

existía en el contexto del Pueblo de Dios atravesando el desierto. Ademá s, porque Dios

quería habitar en medio de su pueblo.

En primer lugar, ellos habían salido de Egipto, y este era un país extremadamente

religioso. Aunque la verdadera naturaleza de la religió n egipcia es todavía muy oscura, han

sobrevivido muchos templos de los antiguos egipcios y se sabe bastante acerca de sus

rituales.5 Esto había familiarizado a los hebreos al sistema de adoració n egipcio.

En segundo lugar, en cuá nto al sentido demográ fico, “Durante el período patriarcal

Dios tuvo que ver primariamente con familias aisladas. La estructura debía ser sencilla…

Pero ahora Israel había crecido hasta convertirse en una grande y compleja nació n

compuesta de millares de unidades familiares individuales; por lo cual el antiguo sistema

se volvió inadecuado”.6

Es notable la diferencia del sistema de sacrificios antes del Sinaí y después de este.

En esta segunda etapa, los ritos y los simbolismos apuntaban má s abiertamente a su

verdadero cumplimiento escatoló gico para ese tiempo. Ahora, no só lo existía el sacrificio

del cordero, sino que se encontraba toda una estructura amueblada con una serie de

5
Elvis Herná ndez Rodríguez, “Egipto” (Clase presentada en OTST101 Historia
Antigua y Arqueología, SETAC, La Habana, curso 2019-2020).
6
Roy Adams, El Santuario (Miami, Florida: Asociació n Publicadora Interamericana,
1998), 12.
4
instrucciones concernientes a la consagració n de los sacerdotes. Esto proporcionaba

algunas de las ideas teoló gicas má s importantes con el Santuario.7

La orden de Dios de que se le edificara un Santuario entre los israelitas vino


después de que salieron de Egipto e hicieron un pacto con él (É xo. 25:8). Esto
sugiere que la redenció n es anterior a la libre entrada al Santuario porque
ú nicamente aquellos que han sido redimidos y han entrado en una relació n de pacto
con Dios pueden gozar la plena comunió n con él. En cierto sentido, el Santuario es
un intento de restaurar la condició n edénica de una comunió n íntima con Dios.8

Este comentario lleva a la confirmació n de É xodo 25:8 en el que Dios le declara a

Moisés su intenció n de “morar con su pueblo”. Es decir, que la razó n principal para erigir el

Taberná culo era para restaurar a su pueblo a una relació n de pacto en la que Israel

participara del proceso por medio del cuá l estaba tipificado cada departamento del

Santuario.

Conforme al modelo

De acuerdo a las estructuras de adoració n de las naciones vecinas de los tiempos del

É xodo, estas poblaciones altamente religiosas tenían un sistema complejo de adoració n en

el que se evidenciaba su orden. De acuerdo al contexto de los hebreos una vez que habían

salido de Egipto, ellos arrastraron muchas de sus costumbres. Era necesario un sistema

totalmente diferente a las demá s naciones para separar al pueblo de Dios de las demá s. Es

por ello que Moisés recibe instrucció n para la realizació n del nuevo sistema.

É xodo 25: 9 declara que: “Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseñ o de la

Morada y de sus utensilios, así lo haréis”. Cada detalle, cada figura, cada medida, cada

7
Á ngel Manuel Rodríguez, “La doctrina del Santuario”, en Teología: Fundamentos
Bíblicos de nuestra Fe, Félix Cortés A., vol. 4 (Florida: Asociació n Publicadora
Interamericana, 2005), 102.
8
Rodríguez, “La doctrina del Santuario”, 108.
5
elemento del Santuario tenía sus especificidades, y cada una de ellas simbolizaba algo

específicamente dentro del plan de Dios para la restauració n del ser humano para con Dios.

La palabra utilizada para modelo viene del hebreo ‫ ַּת ְבנִית‬taḇniyṯ, un “sustantivo

femenino que significa un plan, un patró n, una forma…, significa construir, y se refiere a los

planos de un edificio o un objeto, como el diseñ o del Taberná culo y su contenido (Ex. 25:9,

40); un altar (Josué 22:28; 2 Reyes 16:10); y el Templo y su contenido (1 Cr. 28:11, 12, 18,

19) … Los sinó nimos de esta palabra son temû nā h (8544), que significa semejanza o forma,

y demû t (1823), que significa semejanza”.9

Es notable aclarar que Dios no le dio la libertad a Moisés de hacerlo segú n su

entendimiento. En el mismo tiempo que él se encontraba recibiendo la instrucció n de Dios

de edificar un Santuario, Aaró n le construyó por pedido del pueblo un ídolo segú n la

semejanza de la adoració n egipcia al cual declararon: “Israel, estos son tus dioses, que te

sacaron de la tierra de Egipto” (É xodo 32:4). Si se les hubiese permitido hacerlo segú n la

mentalidad de las naciones vecinas, jamá s iban a comprender el propó sito santo y perfecto

de Dios para con su pueblo. Debía ser segú n la semejanza o forma que los acercara a Dios,

no que los alejara.

Tal como lo declaró Stephen cuando dijo “Este santuario era una sombra, o modelo,

del santuario celestial; y el servicio fue planeado de tal manera por el Señ or que todo el

trabajo era un tipo, o representació n, de la obra que el Hijo de Dios haría en la tierra y en el

cielo para la redenció n de la raza perdida. Era la lecció n objetiva má s maravillosa que

alguna vez se le haya dado a la humanidad”.10

9
Warren Baker y Eugene E. Carpenter, The complete word study dictionary: Old
Testament (Chattanooga, TN: AMG Publishers, 2003), 1213.
10
Haskell, La sombra de la cruz, 18.
6
Tal como lo describe Haskell, el modelo dado por Dios era un tipo de Cristo. Es decir,

que tanto el primer sacrificio patriarcal como el nuevo sistema de sacrificios a través del

Santuario, ambos eran tipos del verdadero sacrificio que tendría cumplimiento mediante

Jesú s. Llegaría el momento en que estos dos tipos se enfrentarían al antitipo para dar

cumplimiento a la promesa dada por Dios en Génesis 3:15 a través del verdadero Santuario

y no el construido por el hombre.

7
Capítulo 2: El santuario Celestial

Para poder entender lo que está ocurriendo en el Santuario Celestial, es preciso

recordar el simbolismo que representaban los anteriores sistemas de sacrificios, teniendo

en cuenta que no es el propó sito explicarlos a detalle. El primer sistema dado a Adá n y

practicado por su hijo Abel, el pecador debía tomar un cordero para ofrecerlo en sacrificio

por causa de su propio pecado. Mediante este acto, el cordero tomaba la culpa del pecador

y moría en lugar de este. Era un sistema bastante simple y con un significado profundo que

apuntaba a Cristo.

El segundo sistema de sacrificios se llevaba a cabo a través de todo un sistema ritual,

no só lo estaba el sacrificio por la culpa, sino que se realizaban otros por diferentes motivos.

Tomando solamente el pecado por la culpa, a modo de resumen el pecador que cometía un

pecado debía ir hasta la puerta del taberná culo con un cordero. Una vez en el lugar, frente

al sacerdote, imponía sus manos sobre el cordero y traspasaba su culpa y luego el mismo

pecador lo degollaba. Luego comenzaba la funció n del sacerdote quién tomaba la sangre

que transportaba el pecado y lo llevaba hasta el santuario, lugar que una vez al añ o debía

ser purificado.

El verdadero Santuario

La promesa dada a Adá n y Eva en Génesis 3:15 declara que “la Simiente de la mujer

aplastaría a la serpiente”. Era preciso que Jesú s viniera a este mundo nacido de una mujer.

Todo el Antiguo Testamento se puede resumir en el intento de Dios de levantar a una

8
nació n y prepararla para la llegada del Salvador. Desde la elecció n de Abraham para ser el

padre de la promesa, posteriormente a través del libertador Moisés, luego a través del

reinado Davídico, Dios estaba forjando a un pueblo por medio del cual vendría la Simiente

que traería liberació n y restauració n al ser humano.

Cada profeta apuntó al momento que habría de venir el Salvador del mundo, y

llegado el día señ alado, nació en un lugar humilde el mismo Dios en la persona de

Jesucristo.

Justo antes de comenzar su ministerio, Juan el Bautista declaró “He aquí el Cordero

de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Juan 1:29). Esta declaració n conectó

directamente a Jesú s con el cordero del sacrificio patriarcal. Aú n Jesú s no había cumplido

con la promesa, pero a través de todos los profetas, incluyendo al mayor de todos los

tiempos, Juan el Bautista, ahora se señ aló a Jesú s como el cordero de Dios que moriría en

nuestro lugar.

Luego de la muerte, resurrecció n y ascensió n de Jesú s, el apó stol Pablo conectó a

Jesú s con el segundo sistema de sacrificios dado en el Sinaí cuando dijo “Mas estando ya

presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el má s amplio y má s

perfecto taberná culo, no hecho de manos, es á saber, no de esta creació n; Y no por sangre

de machos cabríos ni de becerros, má s por su propia sangre, entró una sola vez en el

santuario, habiendo obtenido eterna redenció n”. (Hebreos 9:10,11)

Así como el segundo sistema de sacrificios a través del Santuario no terminaba hasta

la purificació n de este, el Santuario Celestial debe ser purificado para poder disfrutar de la

fiesta del cordero. “Con respecto a la naturaleza de la purificació n, Jaime White afirmó , en

1853, que el santuario terrestre fue ‘purificado, no como se limpia una habitació n o el

9
vestuario, sino del pecado’. A lo que J.N. Andrews añ adió que, como ‘el santuario terrestre

era purificado por la sangre’, ‘el santuario celestial debe ser purificado por un sacrificio

mejor, o sea, por la sangre de Cristo’ (Cf. Heb. 9: 22-24)”. 11

La obra actual que realiza Cristo en el Santuario Celestial

Al ascender Jesú s al cielo, tal como lo describe el apó stol Pablo, entró en el Santuario

Celestial. Una vez dentro comenzó su funció n sacerdotal de intercesió n por la humanidad.

Pero, llegó el momento que debía cruzar hacia el lugar Santísimo para purificarlo, ¿cuá ndo

ocurrió esto?

Al profeta Daniel se le dio el privilegio de recibir la revelació n divina que le anunció

el momento en que comenzaría la purificació n del Santuario, refiriéndose Dios al Santuario

no creado por el hombre. Daniel 8:14 declara el momento exacto que ocurriría, y en el

capítulo siguiente Dios le da la fecha de partida para establecer el momento exacto en la

historia de este mundo.

“Para Miller, los 2300 días de Daniel 8:14 eran simbó licos en su naturaleza, y debían

ser entendidos como 2300 añ os literales. EI alegaba que, al considerar "cada día como un

añ o", estaba en armonía con "todos los comentadores protestantes má s importantes". EI

encontró apoyo bíblico para el principio de día por añ o principalmente, en (1) Nú meros

14:34; (2) Ezequiel 4:6”.12

A través de Guillermo Miller, se levantó un movimiento que comenzó a estudiar con

diligencia la Palabra profética relacionada con Daniel, y para Gloria de Dios lograron

establecer la fecha en la que ocurriría la purificació n del Santuario. La historia relata que
11
Alberto R. Timm, Clásicos del Adventismo, vol. 11, El Santuario y los mensajes de los
Tres Ángeles (Lima, Perú : Salt & Escuela de posgrado, 2004), 199.
12
Timm, El Santuario y los mensajes de los Tres Ángeles, 32.
10
este movimiento creyó que era la purificació n de la tierra y fueron chasqueados al no

ocurrir nada durante la fecha señ alada. Pero, después de mucho estudio, un grupo selecto,

reconoció que el Santuario Celestial se encontraba en el Cielo y que la tierra solamente

representaba el atrio del Taberná culo.

¿En qué consistía la purificació n del Santuario?, en el sistema de sacrificio dado en el

Sinaí, cuando se realizaba la purificació n del Santuario, todos los pecados de manera

simbó lica eran sacados fuera e impuesto sobre el macho cabrío por hazazel. Esta escena fue

descrita por la iglesia naciente adventista como un período de juicio pre advenimiento al

comparar con El Mensaje de los tres Á ngeles descrito en Apocalipsis 14:6,7.13

“Así, para 1850, los adventistas sabatistas sostenían (1) que el santuario de Daniel 8:

14 era el santuario/templo en la Nueva Jerusalén; (2) que los 2300 días terminaron el 22

de octubre de 1844; y (3) que la purificació n del santuario comenzó con el paso de Cristo

del lugar santo al lugar santísimo del santuario celestial e implica un juicio investigador

pre-advenimiento, para borrar los pecados”. 14

A través de esta revelació n, Dios estaba mostrando el cambio de funció n sacerdotal

de Cristo dando cumplimiento a cada figura así representada en el Santuario Terrenal. De

acuerdo a la funció n que Jesú s realiza actualmente, es posible declarar que luego de borrar

los pecados, es decir, separar los pecados del pecador para poder salvarle, lo siguiente será

imponer todos los pecados sobre el verdadero culpable. Una vez realizado este proceso, el

pecado finalmente será destruido juntamente con el originador del pecado y aquellos que

no aceptaron a Cristo en sus vidas como su Salvador y Redentor.

13
Timm, El Santuario y los mensajes de los Tres Ángeles, 94.
14
Ibid.
11
Conclusiones

Todo lo que ha hecho Dios ha sido perfecto. Primero, toda la creació n. Luego,

después de Sataná s haber trastornado la creació n, Dios puso en prá ctica un plan perfecto

para rescatar al ser humano. Todo el sistema de sacrificios, tanto el de la era patriarcal

como el posterior al Sinaí, estaba establecido para que el hombre se acercara a Dios a

través de la fe por medio de la promesa. Una vez cumplida la promesa, poder vivir con Dios

por toda la eternidad.

Es importante dedicar tiempo al estudio de la Palabra de Dios, pero sobre todas las

cosas, acercarnos má s a É l por medio de la comprensió n de lo que representa el Santuario

para cada vida.

Estamos en el gran día de la expiació n, y la sagrada obra de Cristo que se está


llevando a cabo en este momento en favor del pueblo de Dios en el santuario
celestial, debiera ser nuestro estudio constante. Debemos enseñ ar a nuestros hijos
lo que significaba el típico día de la expiació n, y que era una época especial de gran
humillació n y confesió n de pecados ante Dios. El día simbolizado por la expiació n ha
de ser del mismo cará cter. Todo el que enseñ a la verdad por precepto y ejemplo
dará a la trompeta un sonido certero. Usted necesita siempre cultivar la
espiritualidad, porque no es natural para usted pensar en las cosas celestiales.
Tenemos por delante la obra de apartar al pueblo de las costumbres y prá cticas del
mundo, de subir cada vez má s alto, hacia la espiritualidad, la consagració n y la obra
ferviente por Dios.15

15
Elena G. the White, Testimonios para la Iglesia (Florida, Estados Unidos:
Asociació n Publicadora Interamericana, 1998), 5:490,1.
12
Bibliografía

Adams, Roy. El Santuario. Miami, Florida: Asociació n Publicadora Interamericana, 1998.

Baker, Warren y Eugene E. Carpenter. The complete word study dictionary: Old Testament.
Chattanooga, TN: AMG Publishers, 2003.

Haskell, Stephen N., La sombra de la Cruz. South Lancaster, Mass: The Bible Training School,
1994.

Herná ndez Rodríguez, Elvis, “Egipto”. Clase presentada en OTST101 Historia Antigua y
Arqueología, SETAC, La Habana, curso 2019-2020.

Manuel Rodríguez, Á ngel, “La doctrina del Santuario”, en Teología: Fundamentos Bíblicos de
nuestra Fe. Félix Cortés A., vol. 4. Florida: Asociació n Publicadora Interamericana,
2005.

Timm, Alberto R., Clá sicos del Adventismo, vol. 11, El Santuario y los mensajes de los Tres
Ángeles. Lima, Perú : Salt & Escuela de posgrado, 2004.

White, Elena G. the. Historia de los Patriarcas y Profetas. Florida, EE. UU.: Asociació n
Publicadora Interamericana, 2008.
___________________
. Testimonios para la Iglesia. Florida, Estados Unidos: Asociació n Publicadora
Interamericana, 1998. 5.

. the, The Spirit of Prophecy. Battle Creek, Mi: Seven-day Adventist Publishing
___________________

Association, 1870. 1.

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