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Los versos, su forma, contenido y significado van mutando y heredándose de poema a poema, de
poema a canción, de generación en generación, de siglo en siglo, y se instalan en el imaginario
colectivo donde los poetas buscan ideas y trabajan con las palabras.
“Donde habite el olvido” nació como verso, en particular como el 15 de la rima LXVI de Gustavo
Adolfo Bécquer, el poeta romántico del siglo XIX, donde el sevillano reflexiona acerca del destino del
hombre, donde se pregunta acerca de dónde venimos y a dónde vamos, y donde alcanza la dolorosa
conclusión de que nuestro destino es la abrumadora nada, donde habita el olvido:
RIMA LXVI
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero ¿A dónde voy? El más sombrío y triste
de los senderos busca, de los páramos cruza,
las huellas de unos pies ensangrentados valle de eternas nieves y de eternas
sobre la roca dura, melancólicas brumas.
los despojos de un alma hecha jirones En donde esté una piedra solitaria
en las zarzas agudas, sin inscripción alguna,
te dirán el camino donde habite el olvido,
que conduce a mi cuna. allí estará mi tumba.
Un siglo después Bécquer era homenajeado por otro poeta sevillano: Luis Cernuda, en esta ocasión
“Donde habite el olvido” toma la categoría de título de un poema y Cernuda se refiere a ese mismo
lugar, donde el deseo no existe, como la única solución para aplacar un amor no correspondido. La
muerte en esta ocasión es una herramienta donde poder descansar del ángel terrible que puede llegar a
ser el deseo amoroso.
Y cierra el círculo medio siglo más tarde otro poeta andaluz, nuestro ya citado Joaquín Sabina que en
su disco más aclamado “19 días y 500 noches” se sirve del verso inicial de Bécquer y del poema de
Cernuda para llevarlo al terreno de la canción popular. “Donde habita el olvido” en esta ocasión refleja
el sentimiento de frialdad y vacío que queda en la cama una vez que la pasión amorosa ha
desaparecido tras la llegada del alba y la huída de la noche.
Y la vida siguió
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.