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«Ya que de las cosas (res) unas son universales y otras, singulares, llamo
universal a lo que es apto para ser predicado de muchos, y singular a
lo que no, por ejemplo “hombre” es universal, en cambio “Platón” lo
es de las que son singulares.»2
«[...] respecto del concepto de género y de los otros que sean de ese
modo se pregunta si entendemos las especies y los géneros como aque
llas cosas que existen y a partir de las cuales captamos un concepto ver
dadero, o nosotros mismos nos engañamos cuando aquellas cosas que
no existen, nos las formamos con un vano pensamiento del ánimo.»'7
Para Boecio, pues, la alternativa que presenta el universal ya no es,
como lo había sido para Porfirio, subsistentia ontológica por una
parte o formación del pensamiento por la otra, sino subsistentia.
ontológica y formación del pensamiento por una parte o producto
de la imaginación por la otra. De ese modo, Boecio procura recu
perar la dimensión gnoseológica del universal que Porfirio había
descuidado. En el primer comentario Boecio ya había reformula-
do la primera pregunta porfiriana al punto de abrir con ello una
nueva alternativa que unía ontología con gnoseología oponién
dolas a la imaginación. Pero en este texto Boecio aún no llevaba
adelante un discurso demostrativo acerca de por qué era necesario
producir esa reformulación. Por ello, en el segundo comentario,
esa misma primera pregunta porfiriana vuelve a ser reformulada.
si están sólo colocados si son más bien repre o nosotros mismos nos
en conceptos desnu sentados por la imagi engañamos cuando
dos y puros (sive in nación del ánimo {an aquellas cosas que no
solis nudis p urisque certe quadam an im i existen, nos las forma
intellectibus posita imaginatione fingantur) mos con un vano pen
sunt) sam iento del ánim o
(an nosmet ipsi nos
ludimus curn ea quae
non sunt anim i nobis
cassa cogitatione form a
mos)
Pero este fundamento, a pesar de no ser una resy debe ser un fun
damento objetivo. Ese fundamento que es algo, pero que no es
una cosa, es el status. La teoría del status sintetiza todo el esfuer
zo de Abelardo por lograr una definitiva «descosificación del
universal».16 Si dos individuos, Sócrates y Platón por caso, no
coinciden en una cosa común, ¿en qué coinciden entre sí? La
primera respuesta de Abelardo dice que no coinciden en una
cosa, sino en un «hecho», en que son hombres:
F r a n c isc o B ertello n i
n o t as