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en
instituciones de educación universitaria
Presentado por:
Abel Antonio Díaz Castellar
Diego Alejandro Cruz Echeverri
La historia nos ha mostrado la necesidad de que existan líderes entre nosotros, en los
diferentes campos y ámbitos sociales, algunos por iniciativa propia y otros por elección de
sus representados, en la búsqueda más que de intereses personales, de intereses colectivos,
y en la medida que deben cumplir con determinados perfiles y características, situación de
la que no es ajena la educación superior, refiriéndonos a las universidades propiamente. Al
respecto, Argos y Ezquerra [CITATION Arg14 \n \t \l 3082 ] sostienen que el “liderazgo
está omnipresente en nuestro contexto cotidiano, apareciendo por doquier, ya sea como
causa o como consecuencia” (p. 11), de tal forma que todos podríamos llegar a ser líderes
de alguna forma, si no lo somos aún, pero para ejercer un liderazgo educativo, primero
tendría que ser un líder para sí mismo, lo que sería liderazgo personal.
Más que una cualidad, el ser líder implica diversos aspectos y características que van
más allá del dirigir o administrar una universidad, se asume como un proceso que
trasciende la gerencia, “donde las acciones de quienes lo ejercen no están claramente
gobernadas por los procedimientos organizacionales, aunque se busca como fin último el
bienestar y desarrollo de la institución” [CITATION Rub07 \p 151 \l 3082 ], con lo que no
sólo basta con planificar, organizar y controlar los procesos que se desarrollan, se trata de
mediar para que el equipo de personas a su cargo participe y se desempeñe de la mejor
manera posible, entender que el capital humano es indispensable para el cumplimiento de
las metas propuestas.
Proveer foco
Responder a
al liderazgo
los retos
instruccional
Proveer un
Liderar el
foco moral a
cambio
la institución
Desarrollar
una
estructura de
liderazgo
colaborativo
Cada uno tan importante como el otro, pero hacemos especial énfasis en el poder dar
respuesta a los retos que constamente deben enfrentar y resolver las universidades, en
cabeza de sus líderes, por la cultura misma que trae la globalización, así que valdría la pena
preguntarse qué tan competentes son dichos líderes, y qué tan dispuestos estaríamos
nosotros para afrontar tales retos, y a qué aspectos se le está asignando mayor valor en ese
ejercicio de liderazgo educacional, tanto la realidad muestra que mientras algunos se
pueden centrar en algunos específicos, otros lo hacen en otra línea, y quizás de situaciones
como la descrita dependen los resultados alcanzados y el cumplimiento, o no, de las metas
trazadas con sus respectivos equipos de trabajo. Pero independiente a ello, todos deben
apuntar, tal como lo señala Rubino [CITATION Rub07 \n \t \l 3082 ], “a la necesidad de
desarrollar valores, principios y actitudes hacia la creación de una cultura organizacional
basada en el cambio y en la participación” (p. 152), de tal forma que se podría concluir en
eso, creación de cultura, que sea un proceso sistemático y constante, que involucre y tenga
en cuenta la participación de todos y cada uno de los integrantes, valorando y reconociendo
el trabajo en equipo, así mismo los logros y posibles fracasos que se puedan presentar en el
camino, en la misma tarea de enfrentar y responder a los diferentes retos, tanto internos
como externos, asumiéndolos más como oportunidades de mejora que apunten al
fortalecimiento y cualificación de los diferentes procesos que puedan proponer y
desarrollar.
Reflexiones Finales
Bibliografía