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Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006, nos presenta Mercaderes, empresarios y
capitalistas (Chile, siglo XIX) de Editorial Sudamericana. Un libro que cuestiona el orden
portaliano desde su origen. Salazar aborda el tema desde una perspectiva económica para
desmitificar una parte de nuestra historia y sus consecuencias posteriores.
A través de sus páginas podemos darnos cuenta de porqué, cuando nos acercamos a las
celebraciones del Bicentenario, no son muchas las cosas que han cambiado en nuestro país
en cuanto a los abusos y la usura, lo que además tiene que ver con los orígenes de nuestra
República.
¿Por qué comenzar su libro con la historia, un tanto novelada, de un mercader, Juan Antonio
Fresno?
Más que nada porque con los documentos que encontré pude hacer la historia de un gran
mercader desde su intimidad. Cómo llegó a Chile, de dónde venía, con quién se casó, cómo
construyó su fortuna. Pude demostrar al mismo tiempo las relaciones que se dieron en esa
clase social en torno a él y los problemas que tuvo para designar a la persona que lo
reemplazaría en la conducción de sus negocios, pues sus hijos no reunían las condiciones. La
idea era mostrar a los capitalistas desde su interior. Mostrar a esta clase social también por
dentro, desde sus relaciones humanas, conocer sus problemas, sus miedos.
¿Tiene que ver también con una nueva manera de escribir la historia?
Desde luego, es una manera de hacer historia económica, pero no tan preocupado del
modelo, las estadísticas, la estructura, sino que desde la perspectiva del ser humano. Porque
los mercaderes y capitalistas también son seres humanos. Trato de mostrar cuál era su lógica
empresarial. Si explotaban porqué lo hacían, cuáles eran las razones, cómo lo hicieron. Me
interesaba mostrar esa parte de la clase patronal.
Aquí el concepto amplio es empresario, el que inicia una operación tendiente a movilizar los
factores productivos, el capital, para acumular más dinero. El mercader es un tipo de
empresario en el sentido que su lógica acumulativa no es producir sino que comprar barato lo
que ya está producido para venderlo caro. Es un intermediario que no desarrolla las fuerzas
productivas, como decía Carlos Marx. Y como compra barato castiga al productor. En el fondo
es un gran explotador de otros empresarios productores. El empresario es un concepto más
amplio, el mercader uno más específico, y el capitalista tiende a ser definido como aquel que
gana dinero a partir del dinero. En el fondo es un banquero, un financista que utiliza la usura, el
crédito. Hoy el crédito impera.
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Usted habla de la “construcción dictatorial” del orden portaliano realizada por los mercaderes
¿Por qué construcción dictatorial?
De hecho el Estado que se construyó después de 1830 y fue constitucionalizado en 1833 fue
producto de un golpe militar asestado contra un grupo social y político que era mayoría en ese
momento, que eran los liberales. Entonces un golpe que se da contra esa mayoría y con
extraordinaria crueldad, no desemboca en otra cosa que en una dictadura. La batalla de Lircay
fue sangrienta, a los militares que cayeron prisioneros los asesinaron a hachazos, como fue el
caso del coronel Tupper. Y estando ya Portales en el gobierno como ministro, realizó una
represión brutal, con fusilamientos, exoneraciones, relegaciones y exilio. Además descabezó
al ejército, cuya oficialidad, en la gran mayoría había luchado en la guerra de Independencia y
eran liberales. Dio de baja a más de doscientos oficiales sin sueldo ni pensión. También inició
una represión contra los sectores populares. O sea, fue una dictadura de punta a cabo.
Sí la encuentran. Recordemos que el golpe de Estado fue contra la mayoría y el ejército que
comandaban José Joaquín Prieto y Manuel Bulnes fue un ejército mercenario que se reclutó
entre los inquilinos de varios dueños de fundo más algunas tropas que Manuel Bulnes trajo de
la frontera donde combatían a los mapuches. El financiamiento lo aportó Diego Portales y sus
amigos mercaderes. Este ejército mercenario derrotó al ejército constitucional patriota que
comandaba Ramón Freire. Después de la batalla de Lircay y de la represión brutal siguieron
encontrando oposición. Hubo cerca de siete motines militares y civiles entre 1830 y 1837. El
último de ellos fue el que liquidó a Portales. Recordemos después la oposición de la Sociedad
de la Igualdad. En 1851 guerra civil, en 1859 guerra civil nuevamente. El Estado portaliano
encontró una oposición terrible, no sólo civil sino militar. Ha sido el régimen político que tuvo
que enfrentar más insurrecciones armadas.
EL CAPITAL EXTRANJERO
Usted plantea que en diferentes épocas el orden portaliano colapsa, pero ha sido salvado por
políticos y militares ¿Estamos condenados al renacer cíclico de ese orden?
El Estado que construyó Portales fue por medio de la violencia y permaneció hasta 1925. No
fue alterado. Lo que ocurre es que en su aspecto económico, que es lo que examino en este
libro, el régimen portaliano comenzó a experimentar crisis muy complicadas desde 1860, y
cada vez más profundas. Experimentó crisis importantes en el año 60, 73, 78, hasta la gran
crisis de 1908-1910. El orden portaliano hizo agua, se derrumbó por el lado económico y si no
pasó a mayores, como se cuenta en el libro, es porque el capital extranjero que se instaló en
Chile en la práctica se convirtió en la burguesía capitalista del país. Son los extranjeros
quienes mantienen el desarrollo del país hasta comienzos del siglo XX. La crisis la
experimentó principalmente la oligarquía portaliana de la época, que no le queda más remedio
que echar mano a los recursos del Estado, por eso dan el golpe contra Balmaceda, pues
querían seguir profitando de los recursos estatales. Luego, durante el régimen parlamentario,
continúan haciendo lo mismo. Hacia 1920 los movimientos sociales se rebelan contra este
régimen e intentan erradicarlo y levantar otro Estado. Pero Alessandri se las arregla para
establecer el Estado de 1925, que en el fondo es el mismo de 1833 con algunos cambios
cosméticos.
A pesar de que la oligarquía mercantil es la que construye el Estado a su amaño ¿Por qué
permite la entrada de capitales extranjeros que se llevan la tajada mayor? Eso sucede hasta el
día de hoy.
El capital extranjero comienza a llegar con Bernardo O’Higgins y poco a poco va tomando el
control de la economía del país. Sobre todo después de 1860. Ese capital extranjero inclusive
inició un proceso de industrialización del país, lo que logró desarrollar en gran escala. La
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industria chilena de 1900, 1906, 1907, fue mucho más importante que la industria de 1940 y
desde luego muchísimo más que la de hoy en día. Todo gracias a que los extranjeros se
movilizaban para instalar en el país sus industrias y desarrollarlas, y si no llegaron a
industrializarse más fue porque el Estado controlado por la vieja oligarquía mercantil no
protegió la industria, al contrario, la desprotegió, porque creó pactos de libre comercio, al igual
que sucede hoy, con las potencias de la época, y por eso que aquella oligarquía liberal, que
era mercantil, hizo colapsar la industrialización creada por los extranjeros, que hizo crisis
alrededor de 1920.
En el siglo XIX, cuando predominó la oligarquía mercantil, antes del desarrollo de la industria
por parte de los extranjeros, dominaron en Chile la hacienda y el habilitador minero, que era un
especulador de la minería. No era un minero. Hay un tremendo error, incluso entre
historiadores de izquierda que, por ejemplo, consideran a José Santos Ossa como minero, o a
Francisco Puelma, cuando en estricto rigor eran comerciantes que le compraban a los
pirquineros. Eran mercaderes, comerciantes del producto que sacaban los verdaderos
mineros. Así se enriquecieron. En el siglo XIX predominaron en Chile los hacendados que
explotaban el trabajo de los inquilinos y los peones, y los habilitadores mineros que explotaban
el trabajo de los pirquineros y del peonaje minero.
El inquilino no podía irse de la hacienda porque tenía familia, pero sus hijos sí, y éstos
comienzan a vagabundear por el país y constituyen el “roto chileno”. Es decir, el trabajador
típico del siglo XIX es el peón. Es un trabajador temporero. Pero cuando se inicia la
industrialización, a fines del XIX, aparece la clase obrera. Por eso hacia 1870-1880 la clase
obrera hace huelgas para apoyar la industrialización, porque ellos querían que Chile se
industrializara, ya que el patrón industrial les pagaba salario en efectivo, mientras que el
habilitador minero le pagaba al peón en fichas, lo mismo que el hacendado. O sea, en un
principio, protegieron a los patrones para que el Estado protegiera la industria ¿Pero qué
pasó? Estalló la inflación, los salarios bajaron y la clase obrera se vuelve contra los patrones
industriales.
Entonces, tenemos en el XIX al peonaje temporero y luego a la clase obrera, que era muy
pequeña porque la industria nunca la desarrollaron gran escala. La clase obrera crece entre
1938 y 1973, cuando el Estado se preocupa de desarrollar la industria. Pero cuando Pinochet
llega al gobierno de nuevo favorece al capitalismo comercial, por eso hoy estamos llenos de
mall y las fábricas han desaparecido. No existe ninguna de las grandes industrias que había
en los años que precedieron al golpe de 1973. Hoy tenemos una gran masa de trabajadores,
precaristas, que como se les llama, o temporeros, que es muy parecido al peón del siglo XIX.
Sólo que le pagan un salario un poco mejor. Y la zanahoria que le pusieron son las tarjetas de
crédito. Las casas comerciales han entregado en Chile 22 millones de tarjetas de crédito.
Agrégale unos 6 millones de tarjetas bancarias, que entregan los bancos. Es decir, si
descontamos a los menores de dieciocho años, tenemos mucho más de una tarjeta de crédito
por habitante. La usura es brutal. El trabajador chileno es explotado de dos maneras: en su
trabajo porque le pagan un salario de hambre, y una vez que le pagan lo explotan a través del
mercado vendiéndole a crédito todo, y más encima cobrándole por la educación y salud, cosa
que antes no ocurría, por eso hoy día la explotación es mucho mayor que antes, que en la otra
democracia. Con la diferencia que no se nota porque la gente consume a crédito y cree que
nos es pobre.
La Iglesia siempre ha influido en la sociedad ¿Cómo se manejan sus relaciones con el Estado
portaliano?
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Llama la atención que la familia Edwards merece un capítulo en su libro ¿Cuál es la razón?
En ese capítulo estudiamos las familias de mercaderes, no sólo los Edwards. Estudiamos una
docena, más o menos, de familias que se enriquecieron a través del comercio y que fueron
influyentes. Lo que pasa es que la familia Edwards fue la más importante, por eso estudiamos
su trayectoria, no tanto por hacer la biografía de uno de los Edwards sino para estudiar esa
familia como empresa, como un conjunto de empresas. Le seguimos la pista hasta 1930
aproximadamente. La fortuna la forma el segundo Edwards, que era un gringo nato, Jorge
Edwards. Su hijo A. Edwards Ossandón es el que forma el imperio, él era un especulador
minero y con la fortuna que hizo le permitió formar un banco. Fue tan grande su fortuna que la
tercera generación ya no son empresarios, se dedican a la política. Las últimas generaciones
giran en torno a El Mercurio, con bastante influencia social, incluso como para promover
golpes de Estado tal cual lo hicieron contra Allende en 1973.
UN EJÉRCITO MASACRADOR
El Estado portaliano controlado por los mercaderes fue siempre sustentado por una minoría
social que si hubiese habido elecciones democráticas libres las habrían perdido todas. Por esa
razón Portales se dio cuenta que no podrían gobernar si el régimen fuera democrático.
Entonces necesitaba un ejército, y como no lo tenía porque el ejército de entonces era liberal,
armó uno mercenario, que fue el que triunfó en Lircay.
De ahí en adelante el Estado portaliano necesitó del ejército para poder sostenerse, por eso
fue autoritario y represivo. Hay que contar la historia del ejército chileno tal como es. Desde
que asesinaron a Manuel Rodríguez en 1818 y hasta 1973 el ejército intervino violentamente,
masacrando a muchos o a pocos, en veintitrés oportunidades.
En toda Latinoamérica es un caso único. No existe otro país donde el ejército haya violentado
a su propio pueblo en veintitrés ocasiones. Todas las intervenciones fueron siempre en la
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misma dirección, para proteger el Estado mercantil, para proteger las distintas versiones del
Estado portaliano y reprimir a sus opositores.
Ese Estado, en sus diferentes versiones, no sería nada sin el ejército, por eso ha construido
el mito del ejército chileno. Este ejército le ha servido para reprimir a los rotos, para ganar unas
provincias a Perú y Bolivia. Si tú te fijas, antes Estado e Iglesia estaban unidos, hoy la
verdadera relación es entre el Estado y el ejército. Es el ejército el que ha permitido dictar las
Constituciones en Chile, la de 1833, 1925 y 1980. El ejército es el verdadero dueño del Estado
en este país.
Ese es un hecho real, y la oligarquía, que es minoría, necesita de él. Por eso no me extraña
que todo el tiempo estén promoviendo el mito del ejército chileno y lo glorifiquen. Deberían
hacer un juicio al ejército, pues sólo están juzgando a un milico suelto tras otro milico suelto,
pero lo que está enfermo es el ejército como institución.
Habría que hacer un juicio ciudadano contra un ejército que ha masacrado a su pueblo a
través de la historia. Es tiempo que saneemos eso. Y claro, decir que el Bicentenario parte con
las glorias del ejército es simplemente el reforzamiento del mito de los que han sido unos
verdaderos criminales en este país.
- Las fiestas patrias siempre han tenido un carácter patriotero, que resalta las
cualidades del chilenismo ¿Existe ese tal chilenismo, o es un mito impuesto e utilizado
por la oligarquía?
LA IZQUIERDA INSTITUCIONAL
Es una vieja historia en Chile. Porque el Estado, construido tres veces en base a violentos
golpes militares y siempre en pro de la oligarquía, derrotando los proyectos sociales del pueblo
mediante masacres, es ilegítimo.
En seguida ¿qué necesitaba para legitimarse el Estado que dejó Pinochet con la Constitución
del ‘80? Que los políticos civiles demócratas administraran ese Estado.
Cuando se construyó el Estado el movimiento social fue excluido, y como no fue el Estado que
quería el pueblo se inicia la protesta. Luego, algunos de estos movimientos se convierten en
partidos políticos. Al principio lo liberales pelearon desde la calle, pero cuando presentaron
candidatos se meten dentro del Estado y se vuelven oligarquía liberal.
Después los radicales hacen lo mismo, también el partido democrático. Cada rebelión
popular ha producido un partido, que con el tiempo entra al Estado, se oligarquiza y queda
todo igual.
Jamás se reforma el Estado. En el caso del partido democrático se corrompió por todos lados,
por algo Recabarren renunció. Después el Partido Socialista y el Partido Comunista entraron
al Estado que Alessandri creó contra el pueblo en 1925. Intentan hacer la revolución desde el
interior de un Estado que es contrario a la revolución, por eso que Allende finalmente termina
suicidándose, porque estaba metido en una jaula que no era la suya.
Están todos dentro del Estado. Yo creo que no hay Izquierda. Y la que podría ser, la
extraparlamentaria, está jugando a las elecciones, qué terrible, jugando a tener presidente y
parlamentarios en el Estado ilegítimo que construyó Pinochet.
La tarea es construir otra Izquierda, pero no dentro del Estado sino fuera de él. Y con el
pueblo como soberano. De una vez por todas hay que cortar ese hilo de reproducir el Estado
portaliano.
En América Latina hay dos procesos muy interesantes que están en marcha. Uno es la
movilización de los pueblos para ejercer soberanía por sí mismos. Tiempo atrás el pueblo
venezolano se movió en ese sentido.
En Argentina los piqueteros y otros sectores asociados van por ese sendero.
Hay un gran movimiento de los pueblos tendiente a desarrollar su propia soberanía. En Chile
el pueblo mapuche. Por eso que en varios países estos movimientos han desembocado en la
convocatoria a Asambleas Nacionales Constituyentes, donde el pueblo quiere decidir cómo
debe ser el Estado.
Por otro lado, en torno a este mismo fenómeno han surgido caudillos de nuevo tipo, que
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dialogan con este fenómeno. Pero al mismo tiempo el caudillismo es peligroso porque anula la
autonomía de las bases sociales. Eso produjo el castrismo, está produciendo el fenómeno del
chavismo y el de Correa en Ecuador. Está pasando en Bolivia y capaz que pase en Paraguay.
Son dos fenómenos que forman parte de la misma raíz. Los pueblos quieren ser soberanos,
pero si un caudillo les facilita la pega es mejor. Pero como decía, es peligroso, aunque hasta el
momento se han portado bien los caudillos.
Ahora, si vemos el mapa de América Latina hay una tendencia a la izquierda y en ese mapa
Colombia queda aislada, y dentro de Colombia las FARC. Entonces, siete bases
estadounidenses no son ingenuas, no son para combatir el narcotráfico, son para poner ahí
una especie de segundo Irak, y con razón Chávez las rechaza, porque esas bases están
pensadas debido al petróleo venezolano. Para qué estamos con cosas, es la verdad.
Está muy interesante el panorama en América Latina, y es muy triste que Chile esté guiado
por políticos neoliberales que no encajan en este nuevo mapa.
martes, 22 de septiembre de 2009
* Fuente: El Clarin
Comentarios (4)
Escrito por denisEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam,
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