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Tu personaje debe tener una fuerte motivación. Piense en las ocasiones en que se ha
vuelto más agresivo, molesto o combativo. Lo más probable es que, si lo sintiera con tanta
fuerza, estuviera relacionado con algo que deseaba o le importaba mucho. Un personaje de
una obra de teatro o un monólogo necesita desesperadamente algo.
El monólogo debe tener mucho en juego. Es decir, hay algo importante o significativo en
juego para tu personaje. Si el personaje no obtiene lo que quiere, ¿Cuál será la
consecuencia? Tal vez pierdan prestigio social, pierdan a un amigo, pierdan el respeto por
sí mismos. ¿Quizás perderán su fe o perderán la oportunidad única de demostrar su amor a
alguien? Las apuestas dan al monólogo una tensión dramática. Sin apuestas, un monólogo
es un paseo por el parque, no tiene importancia. Tiene que haber algo en juego para el
personaje, de modo que si no logra su objetivo en el monólogo, habrá importantes
consecuencias negativas para él, ya sea en forma tangible o emocional. Una apuesta
tangible podría ser que, si el personaje no consigue lo que quiere, perderá la relación con la
persona a la que está entregando el monólogo. Claramente, esto también tiene riesgos
emocionales: se sentirán terribles, solos, etc. Un riesgo puramente emocional podría ser
que si el personaje no logra lo que está persiguiendo, perderá el respeto por sí mismo,
perderá el valor, pierden la fe, etc. Como puede ver, las apuestas altas son importantes.
Cuando trabajes en el desarrollo de tu monólogo, pregúntate: ¿qué está en juego para este
personaje?