La sensibilidad permite al individuo ser consciente de las
constantes variaciones que se presentan en su medio interno y en su interacción continua con el medio externo.
La sensibilidad general abarca la sensibilidad superficial o de
la piel y comprende a su vez la sensibilidad táctil, térmica y dolorosa, y la sensibilidad profunda o de los músculos, huesos y tendones, integrada a su vez por varias clases de sensibilidad: barestesia, barognosia, batiestesia, palestesia y sensibilidad dolorosa profunda. Diapasón La palestesia se refiere a la sensibilidad vibratoria para la cual se utiliza un Diapasón de frecuencia baja preferiblemente de 128 Hz (también usado de 256 Hz, menos recomendado), el cual se coloca vibrando sobre los relieves óseos. Es uno de los medios importantes en la clínica para poner de manifiesto las lesiones del cordón posterior de la médula. De los diferentes tipos de sensibilidad profunda, la vibratoria es la más susceptible, y se afirma que su perturbación constituye el signo más precoz y constante de la lesión incipiente o parcial de sus vías de transmisión.
La aplicación de los estímulos vibratorios de frecuencia sensible para el hombre normal
origina una sensación de vibración, que el individuo sano compara a una corriente eléctrica, a un hormigueo. En cambio, en los casos en que existe una lesión de las vías de conducción de la sensibilidad vibratoria, las ondas de negatividad desencadenadas por el tren de impulsos sufren un retraso a nivel de la lesión, fusionándose en una sola, lo cual se traduce en una sensación única y persistente, que se refiere por lo general como de contacto, frio o calor.
NORMAS GENERALES
El ambiente debe tener adecuada iluminación y temperatura; ser limpio, privado,
tranquilo y silencioso. El paciente debe ser colaborador, estar tranquilo y conocer lo que se va a realizar. Explicar al paciente de lo que se va hacer y cómo debe contestar antes de iniciar la exploración indicando “si siente” o “no siente” la vibración. Mantener los ojos tapados o hacerle desviar la mirada mientras se aplica el estímulo. Explorar regiones simétricas para tener puntos de comparación y de forma ascendente. Debe repetirse la exploración antes de inferir un resultado La estimulación no debe ser muy seguida o próxima. Antes de iniciar la exploración se debe enseñar al paciente a reconocer la diferencia entre el apoyo del diapasón sin vibrar y cuando éste vibra en la muñeca, en la apófisis radial o cubital.
EXPLORACIÓN
1. Paciente en decúbito dorsal sobre camilla de exploración.
2. Tomar el diapasón cercano a su base y golpearlo contra la palma de la mano para activarlo. También se puede pellizcar su rama en U para que vibre. 3. Colocarlo sobre la prominencia ósea de forma perpendicular. Iniciar en la articulación más distal. En miembro inferior: falange distal, base de primer metatarsiano, articulación interfalalángica del primer dedo, tobillo (maléolo), rodilla, cresta iliaca. En el miembro superior es: articulación interfalángica distal o metacarpofalángica, muñeca (apófisis estiloides del radio o del cubito), codo, esternón. 4. Preguntar al paciente si siente la vibración y cuando deja de sentirla. 5. Realizar el procedimiento de forma simétrica y bilateral 6. En caso de que haya pérdida de la sensibilidad se debe determinar el nivel sensitivo. 7. No se aplicará sobre zonas de hiperqueratosis o callo, si existe esta se explorará en la piel sana más próxima.
Referencia bibliográfica
Fustinoni O (2016). Semiología del sistema nervioso. Editorial El Ateneo. 15 Edición.
Argentina. Argente H. y Álvarez M. (2010). Semiología médica: Fisiopatología, Semiotecnia y Propedéutica. Editorial Panamericana. 1ra Edición