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2
Staff
Mel Cipriano

Deydra Eaton Danny_McFly Sofí Majo_Smile ♥


Fullbuster
Maca Delos CrisCras perpi27
*~ Vero ~*
Mel Markham aa.tesares Tsuki
Adriana Tate
Vanessa VR Amy Ivashkov Mel Cipriano
Melody
Moni eyeOc
Hamort
Juli Aimetz14
♥...Luisa...♥
Anelynn NnancyC
Nats
Zafiro MaryJane♥

CrisCras Alessa Masllentyle Tsuki


Vanessa VR Moni Juli
Mel Cipriano Alaska Young Melii
Sofí Fullbuster NnancyC Itxi
Mel Markham Meliizza
Amy Ivashkov Aimetz14

Juli Maca Delos Mel Cipriano


CrisCras Mery West

July

3
Sinopsis
ÍndiceCapítulo 16
Dedicatoria Capítulo 17
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Capítulo 29
Capítulo 13 Capítulo 30
Capítulo 14 Sobre el Autor
Capítulo 15

4
Sinopsis
E
ntre las criaturas enojadas que quieren a la cazadora de
demonios, Lily Marks, muerta, y el ángel caído que sólo...
la quiere, Lily está a punto de abandonar el mercado para
siempre y obtener un trabajo cómodo en una oficina.
El hecho de que ella y Julian son civilizados el uno con el otro es
suficiente para expulsarla del Santuario, pero ella no puede
desprenderse de su acosador no tan angelical, o de cómo él la lleva
peligrosamente al éxtasis.
Su relación prohibida con Julian proporciona el combustible
perfecto para sospechar de ella cuando se descubre que un traidor está
trabajando en el Santuario. Lily rápidamente se encuentra siendo
perseguida por, bueno… todo el mundo.
Su única esperanza es descubrir al verdadero traidor antes de
perderlo todo, y va a necesitar la ayuda de Julian. Es decir, si Julian
está realmente allí para ayudarla... y no para destruirla.
Sí, ser un Nephilim no es tan bueno como debería ser.
Nephilim Rising #1

5
Para los lectores y amantes de los géneros urban fantasy y
paranormal…

6
1 Traducido por Mel Cipriano
Corregido por CrisCras

E
l rítmico sonido de las botas de combate de Lily Marks hizo
eco en la azotea de acero del Centro de Nancy Hanks,
enviando a las palomas hacia el cielo oscuro. Nadie podía
oírla por encima de la esquina de Twelfth y la avenida Pennsylvania
Lily calculó que la distancia entre la torre del reloj y la plataforma
de observación era de alrededor de un centenar de metros. Sus ojos
esmeraldas se estrecharon en la torre mientras aferraba la bolsa cerca
de su pecho. Su falda a cuadros se agitaba alrededor de sus muslos
mientras daba la vuelta y saltaba sobre el hueco, aferrándose a la
cornisa de la ventana de la torre. Después de levantarse, se sentó en el
borde, con las piernas colgando en el aire. Metiéndose un mechón de
pelo castaño rojizo detrás de la oreja, miró furtivamente por encima de
su hombro.
Nadie la había seguido.
Abrió la bolsa para recibir su premio. Mientras hundía los dientes
en la hamburguesa, inmediatamente gimió ante el sabor de la grasienta
y misteriosa carne perfectamente cocida. En este mundo, donde pasaba
la mayor parte de su tiempo deshaciéndose de criaturas estúpidas que
pensaban que podían llevársela por delante, eran las pequeñas cosas
las que la hacían feliz. Denle una hamburguesa que obstruyera sus
arterias, y ella estaba en el cielo. Patético como sonaba, necesitaba
momentos como aquél.
Lanzó una fritura en su boca y luego se congeló. La sensación
serpenteándole por la espalda era innegable. Vino tan cerca, tan rápido,
que supo que era él.
—Maldita sea —murmuró. La soledad y el privilegio de comer en
paz ni siquiera podían ser ganados sentada en la torre de un maldito
reloj.
No hacerle caso sería un esfuerzo inútil. La sensación de
hormigueo creció mientras Lily se asomaba a la terraza de observación
y, como siempre, la mera visión de él robó su capacidad de formar un
pensamiento inteligente. Tenía un nombre, uno que no podía comenzar

7
a pronunciar o deletrear, así que siempre lo había conocido como
Julian.
Y cuando él no estaba, ella simplemente lo llamaba un dolor en el
trasero.
—Hola, mi Lily.
Ella cerró los ojos. Maldita fuera su voz. El sonido, su timbre
profundo, la forma en que había dicho su nombre, se arrastró hasta
llegar a la boca de su estómago, donde ardía.
Abrió un ojo.
Los labios de Julian formaban una sonrisa depredadora. Un labio
inferior lleno y uno más delgado en la parte superior, curvados de una
manera que era francamente pecaminosa. Esos labios susurraban
prometiendo placeres, y también llevaban una amenaza intensamente
real.
Tenía que recordar eso.
Una mirada irónica parpadeó sobre su rostro, y ella reprimió un
suspiro. Sabía que él era malo. Oh, era tan malo que casi todos los de
su especie le temían. Ese conocimiento no hizo nada para frenar la
apreciación de su belleza. Intimidaba tanto a hombres como mujeres.
Después de todo, Julian había sido un ángel.
Esa noche, vestía pantalón negro y una camisa blanca abotonada.
Debió de haberse aburrido de los botones, sin embargo. Sólo la mitad
de ellos estaban prendidos, y una dura y pálida carne se asomaba a
través de la tela.
Lily encontró una pizca de sentido común, junto con su voz. —
¿Qué quieres?
Su sonrisa se ensanchó. —¿No es una pregunta capciosa?
Ella rodó los ojos, tomando un bocado de su hamburguesa. —
Estoy en la hora del almuerzo. Así que si esperas que te persiga, estás
equivocado.
Se acercó un poco más, la brisa suave tiró su largo cabello rubio
sobre su hombro. —¿Qué tipo de Nephilim no persigue a un ángel
caído?
—Uno hambriento —murmuró ella.
—Tal vez comencé a gustarte.
Lily pensó en eso por un momento. Él había sido su sombra
durante casi ocho años. A veces esperaba sus interacciones con ansias.
Por lo general, eran divertidas, si no otra cosa. —No.
—No te creo —dijo él en tono bajo.

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Su voz le hizo cosas raras en el estómago, y ella se movió,
incómoda. Sus ojos se encontraron con su mirada azul brillante. —¿No
tienes nada mejor que hacer?
Él echó la cabeza hacia un lado, riendo. —Después de todo este
tiempo, ¿todavía me tienes miedo, mi Lily?
¿Qué demonios le pasaba con esa mierda de "mi Lily"? Odiaba
cuando él la llamaba así. Era como si le perteneciera de alguna manera.
Eso era un gran y gordo no. Lily no pertenecía a nadie. Bueno, eso no
era cierto, tampoco.
Pertenecía al Santuario.
—¿Lo estás? —insistió cuando ella no respondió.
La piel se arrugó entre sus cejas. Podía matarla de un solo golpe,
pero él nunca la había herido de gravedad. Ni siquiera la vez en que ella
había logrado meter la espada entre sus costillas. Él simplemente la
había apartado como a una mosca, y seguido con lo suyo.
Recordaba aquella noche como si hubiese sido ayer. Era la
segunda vez que lo veía. A los diecisiete años. Había estado cazando
sola por primera vez, cuando fue acorralada por un Poseído, y tres más
habían logrado colarse detrás de ella. Se había hecho cargo de uno sin
problema, pero los otros estaban furiosos. Un movimiento en falso y Lily
había sido arrinconada. La habían rodearon como buitres y, justo
cuando pensaba que estaba a punto de morder al más grande, Julian
había aparecido de la nada, liberándola del horrible trío.
Lily lo había apuñalado por ello.
La segunda vez que él había salvado su vida era algo en lo que
ella se negaba a pensar. Siempre. —No. No te tengo miedo —dijo
finalmente.
Él mostró un conjunto de dientes blancos y perfectos. —Mientes.
—Eres molesto. —Tomó otro bocado y consideró brevemente
derramar las papas fritas en su cabeza.
—¿Cómo puedes comer esa basura? —preguntó.
—No es basura. Es delicioso, y estás interrumpiendo.
—Sólo me importa el estado de tus arterias.
Una completa mierda, y ella lo sabía. —Tengo serias dudas de que
esto sea lo que va a matarme.
—Me preocupo por ti.
Sus dedos se clavaron en el pan de sésamo, mientras ponía todas
sus fuerzas en no tener en cuenta esa declaración. —¿Por qué siempre
me sigues?
—Tengo que hacerlo.

9
—¿Por qué? —Una mejor pregunta podría haber sido cómo era
capaz de seguirla, en primer lugar. Los Nephilim como ella estaban
protegidos por un escudo celestial que impedía a los caídos, y sus
estúpidos, pequeños esbirros1 —un apodo cursi con los que otros de su
especie llamaban a los Nephilim que habían sido corrompidos—
detectar su paradero.
Él le dirigió una sonrisa maliciosa mientras el tono de sus ojos se
intensificaba.
—¿Cómo puedes encontrarme? —Puesto que él parecía estar en
un estado de ánimo conversador, y no iba a ninguna parte, le preguntó
algo que siempre había querido—. ¿Mi hechizo celestial no funciona o
algo así?
—Tu escudo celestial está muy bien. —Echó la cabeza hacia
atrás, dejando al descubierto su cuello. Un movimiento estúpido
teniendo en cuenta lo vulnerable que lo hacía, pero de nuevo, Lily sabía
que no tenía miedo de ella en absoluto—. Siempre sé dónde estás.
Un escalofrío recorrió su espalda. —Eso es... eso es un poco
escalofriante. ¿Te importaría explicarme?
—¿Te importaría venir aquí, mi Lily?
—¡Deja de llamarme así!
Su risa era abiertamente masculina, oscura. —Creo que te gusta
cuando lo hago.
Su boca se abrió mientras lo miraba con incredulidad. Su
temperamento, que ella nunca comprendió bien, estaba a la altura.
Empujando su hamburguesa a medio comer en la bolsa, la colocó en la
repisa y luego saltó de la torre del reloj. Aterrizando ágilmente en
cuclillas a pocos metros del ángel caído, se paró, liberando los cuchillos
de las pulseras de plata alrededor de sus delgadas muñecas. Los
brazaletes brillantes no eran sólo accesorios.
Él sonrió aún más. —Eres muy sexy cuando estás enojada.
Algo parecido a placer se contoneó sobre su piel, y eso sólo la
enojó. Había una buena posibilidad de que estuviera más enojada con
ella misma que con él, pero por lo menos podía actuar como un
Nephilim se suponía que lo hiciera cuando se enfrentaba a su más
peligroso enemigo.
—Estoy tan harta de ti esta noche. Tengo cosas que hacer. Como
Poseídos que cazar, esbirros que matar, y una orden de papas fritas con
mi nombre en ella. —Se detuvo frente a él, estirando el cuello para
mirarlo a los ojos. Teniendo en cuenta que medía más de un metro

1Persona pagada por otra para que lleve a cabo acciones violentas en su lugar.

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noventa, aquello no era algo fácil de hacer para alguien que apenas
llegaba al metro sesenta... en tacones—. Ahora, vete o…
—¿O qué? —Extendió la mano, corriendo la punta de su dedo
sobre el borde afilado del cuchillo. La forma en que lo acarició causó
otro temblor en ella—. ¿Qué vas a hacer?
Lily sonrió con dulzura. Un segundo más tarde, se dio la vuelta y
golpeó un tacón en su parte media. Él gruñó, pero no hizo mucho más,
lo que realmente la enojó. Se volvió hacia él.
Julian le tomó la mano y la dio la vuelta, atrayéndola contra su
pecho y fijando un brazo entre sus pechos jadeantes. —Puedes hacerlo
mejor que eso, Lily.
Su primer pensamiento después de haberse sometido tan rápido
fue Guau. El segundo, Mierda, estoy muerta. Tomó una respiración
entrecortada, plenamente consciente de su cuerpo contra las duras
losas de sus músculos y su... otra cosa, que parecía igualmente
proporcional a su enorme cuerpo. Olía decadente, como un profundo y
rico sabor a… hombre. Calor líquido se agrupó bajo en su vientre, lo
que estaba mal en muchos niveles diferentes. No era divertido.
Y peor aún, detrás de la edificación de calor tentador dentro de
ella, estaba el miedo. No era bueno. El miedo no era algo a lo que Lily
estuviera acostumbrada, pero Anna no había conocido el miedo,
tampoco. ¿Y no estaba ella haciendo lo mismo que Anna había hecho?
¿Permitiendo que uno de los Caídos se acercara demasiado y se metiera
bajo su piel? Su corazón se recogió en forma de hielo, empapando sus
venas. Mira lo que pasó con Anna.
Anna estaba muerta, sacrificada como un animal.
Con el corazón acelerado, agarró el brazo de Julian mientras
empujaba el codo contra su pecho con todas sus fuerzas. Él,
sorprendido, la soltó. Sin perder tiempo, ella se alejó corriendo y dio la
vuelta, levantando sus… ¿qué demonios? ¿Dónde estaban sus
cuchillos? Movió las muñecas, liberándolas de las esposas de plata una
vez más. —No vuelvas a hacer eso otra vez.
—Puedo oler tu miedo —dijo en voz baja.
—Oliste mi repugnancia. —Dio un paso atrás—. Nunca miedo. Yo
no tengo miedo a nada, y mucho menos a ti.
—Eres una mentirosa terrible. —Merodeó hacia adelante,
deteniéndose cuando ella se movió a una posición ofensiva. Sus manos
se apretaron a los costados—. ¿Sabes a qué más huele este aire? Tu
excitación.
Le ardían las mejillas. Gracias a Dios que era de noche o ella
tendría que haberlo apuñalado de nuevo. —Estás loco. No hay manera
de que alguna vez fuera a…

11
Él chasqueó la lengua suavemente, y entonces estaba delante
suyo, moviéndose más rápido de lo que ella podría. —¿Quieres probar
eso?
—No. —Trató de no respirar. Su olor era puramente embriagador.
Tomando otro pequeño paso, se preguntó cómo demonios seguía
terminando en situaciones como aquella. De todos los Nephilim en el
mundo, ¿por qué era ella la que había quedado pegada a un Caído al
que le gustaba jugar con su comida antes de devorarla?
Levantó la barbilla, y sus fosas nasales se abrieron. Una sonrisa
de suficiencia adornaba sus labios. —Ah, sí, tienes miedo y estás...
excitada. Casi puedo saborearlo en mi lengua.
El calor estalló en algún lugar que no debía. —Eso es asqueroso.
Su sonrisa se volvió indulgente cuando se inclinó hacia adelante.
—¿Sabes qué?
Lily inhaló. Su aroma le inundó los sentidos. Julian solía
quedarse a una distancia de un brazo a menos que se sintiera
particularmente amistoso. Podía verse que esa noche iba a ser una de
esas noches. —¿Qué?
—Dos veces esta noche has desenganchado tus cuchillas.
Su mirada cayó. Maldita sea, tenía razón. Inconscientemente, las
había liberado de nuevo. Realmente necesitaba apuñalarlo.
—¿Y quieres saber qué más? —Sus palabras agitaron los
mechones de pelo que se le habían escapado de su agarre desordenado.
Conciencia corría por su cuello, y sus pezones estaban duros. Oh,
mierda, tenía que escapar. Ahora mismo. Sin peros o excusas. Sus
encuentros siempre eran relativamente breves, y Lily sabía que no era
bueno estar a su alrededor. Girándose para huir, se quedó sin aliento.
Julian estaba delante de ella, tan cerca que las puntas de los
zapatos de cuero italianos rozaban sus botas. Al menos tenía buen
gusto para los zapatos. —Sé a lo que realmente le temes. Te sientes
atraída por mí, aunque detestas la idea.
Los ángeles no tenían sentido de la decencia o la capacidad de ser
humildes. Al parecer, los Caídos no eran una excepción. Fijó una
sonrisa en su rostro. —No lo creo.
Su ardiente mirada se deslizó hacia abajo. —¿Entonces por qué
están tus pezones tan duros como guijarros, mi Lily?
Se sonrojó hasta donde sus dedos del pie se curvaban dentro de
sus botas. Sin poder hablar, se limitó a mirar. Corre, Lily, susurró la
parte sensata de su cerebro. Corre ahora mismo y nunca mires atrás.
Terminarás como Anna.
Julian hizo la cosa más extraña. Llevó una mano detrás de ella,
desatando su cabello. Una masa de ondas castañas cayó sobre sus

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hombros y por su espalda. Satisfecho con su trabajo, enroscó
profundamente una mano en ellas. —Te sonrojas como una virgen.
Por imposible que pareciera, ella estaba segura de que su cara se
puso aún más roja.
Los ojos de él se abrieron. Lily no podía pensar en un momento en
que lo hubiera visto tan sorprendido. Bueno, cuando ella lo apuñaló.
Eso lo había sorprendido. Pero ahora estaba boquiabierto como si
hubiera encontrado un diamante que no esperaba entre un montón de
piedras.
—Eres virgen —susurró algo vacilante.
—No, no lo soy. —Con los puños temblando y el cuerpo
quemándose, trató de alejarse, pero su agarre se apretó—. Y no es de tu
incumbencia.
De forma relajada, los dedos de Julian encontraron su camino a
través de la masa de pelo para llegar a la sensible piel del cuero
cabelludo. —No hay vergüenza en eso.
—¡No me avergüenzo! —Golpeó su mano—. Deja de tocarme el
pelo.
Sus labios se separaron. —¿Cómo es posible que seas virgen? Te
he visto con chicos... Nephilim. Te gusta ir a ese club en el centro. Este
es un desarrollo curioso.
Jesús, ¿la seguía a todas partes? Su vida sexual era algo que no
iba a discutir con él. Le dio un puñetazo en el estómago, pero ni
siquiera se inmutó. —Lo juro por Dios, si no me dejas ir...
Sin moverse, él negó con la cabeza. Un molesto mechón de cabello
cayó sobre su frente mientras su mano le rodeaba la nuca. —¿Qué hace
un Caído con una virgen? Dios mío, hay muchas opciones.
—¡¿Podrías dejar de decir eso?! —Su corazón se aceleró, y la piel
bajo sus manos hormigueó de una manera que no debería—. Y
suéltame. —No había manera de romper su agarre sin romper su cuello.
Campanas de advertencia sonaron por todas partes en ella—. ¿Qué
bicho te picó?
Él no respondió. En cambio, dejó que su mano vagara libremente
por su brazo.
Ella se sacudió. —No lo hagas.
—¿No hacer qué? —susurró misteriosamente—. No voy a hacerte
daño. No estoy tratando de persuadirte o poseerte, ¿cierto?
No lo estaba. Julian no utilizaba cualquiera de los trucos
mentales por los que los Caídos eran conocidos. No, el calor en ella era
todo suyo. Por eso era tan malo, tan estúpido. Lo que estaba ocurriendo
iba a meterla en problemas, de una u otra manera. Si cualquier otro
Nephilim los veía, estaría en un mundo de dolor. De pie allí, sin

13
matarlo, estaba rompiendo todo un conjunto de reglas, y mucho peor,
estaba permitiendo que la tocara.
Julian tenía que saber eso.
Él le acarició el cuello. Sus dedos se pusieron a trabajar,
calmándole los músculos tensos de una manera que la sorprendió.
Nunca antes se había frotado el cuello, y realmente se lo había estado
perdiendo. Se sentía muy, muy bien.
Su cuello se arqueó en su mano sin darse cuenta, y sus entrañas
se convirtieron en lava fundida. El calor en el estómago se extendió más
abajo, mientras su cuerpo se relajaba y tensaba al mismo tiempo.
—Esos hombres… esos chicos… que te han tocado, ¿nunca les
permitiste más que esto? —Su mano se movió hacia la punta de los
dedos de Lily, y luego a través de su estómago cóncavo. Ella se sacudió
otra vez, acercándolos. Demasiado cerca. No podía respirar. Sus
sentidos estaban vivos, rompiendo calor a través de sus venas. Él dejó
caer la mano en la parte delantera de su falda, justo encima de su sexo.
Y gruñó desde lo profundo de su garganta.
Una parte de ella que todavía estaba operando a un nivel racional
disparó innumerables razones por las que aquello era una de las cosas
más estúpidas que jamás había permitido. Además del hecho evidente
de que él era un Caído, y su deber era matarlo. Para eso había sido
entrenada. Los Caídos eran malos, carentes de cualquier tipo de código
moral. Él podría haberle roto el cuello en ese momento. Estaba
expuesta, completamente vulnerable. Eso era lo que los Caídos hacían.
Atraían a sus víctimas y las daban por muertas.
La mano de Julian viajó hacia el borde de la falda, mientras que
su otro brazo se deslizaba alrededor de su cintura. —Te puedo dar más
placer que cualquiera de ellos.
Sus entrañas se apretaron. —No.
Él le dio la vuelta, moviéndola con facilidad. —Déjame darte esto.
Oh, Dios, eso no era bueno. Era una locura, y el aliento caliente
contra su mejilla estaba volviéndola loca. —No.
Julian la apretó contra él, deslizando una mano por su pierna. —
Déjame entrar.
Se mordió el labio contra el placer tentador de su mano subiendo
por su muslo, deslizándose sobre una cicatriz rosada, del tamaño de
una huella dactilar. Su toque suave debería haber servido como un
recordatorio doloroso de lo que le ocurrió cuando uno de los Caídos se
acercó demasiado. En cambio, un gemido se le escapó, y él se apretó
contra ella con más fuerza. Su respiración se detuvo sobre la curva de
su mandíbula y luego por la pendiente de su cuello. Esto era una
locura, peligroso... y deliciosamente perverso.

14
Él levantó la cabeza, sus labios cerniéndose sobre ella. —Pequeña
y linda Lily.
Sus oídos se agudizaron y nudos de hielo se formaron en su
vientre. Un aullido quejumbroso resonó dentro de su cráneo. No había
forma de confundir ese sonido. Julian también lo oyó. El aire a su
alrededor cambió en un instante, pero la carga sexual aún vibraba a
través de su sangre. Estirando el cuello hacia la derecha, identificó la
ubicación exacta.
A varias cuadras de distancia, en la parte de la ciudad donde los
turistas no se atrevían a aventurarse, ella sabía que un alma recién
engañada se había introducido profundamente en el cuerpo de un ser
humano inocente. Malditos Poseídos. Los odiaba tanto como odiaba a
los ángeles caídos.
—Déjame ir —ordenó.
Julian se centró en ella. El deseo había convertido su mirada en
duras chispas de color azul brillante. —Quédate conmigo un poco más.
Si se quedaba un segundo más, iba a arrepentirse. A lo grande.
Por no mencionar el caos que estaba a punto de tener lugar una vez que
el alma enganchara sus tentáculos en un cuerpo muy vivo y se
acomodara. Era seguro que sería épico. Y ella sólo tenía minutos antes
de que el humano una vez perfectamente humano se convirtiera en una
loca juerga de muerte.
Sacó sus cuchillas y apretó el borde terriblemente afilado contra
la parte inferior de la barbilla de Julian. —Déjame. Ir.
Por un segundo, ella no pensó que fuera a hacerlo, y había una
parte, una pequeñísima y diminuta parte de su cuerpo, que latía por
ello.
—¿Por qué? —preguntó él.
La pregunta la hizo detenerse. ¿Por qué? Porque era un Caído —
por eso. Por otra parte, Julian siempre había actuado de manera
extraña cuando lo comparaba con otros Caídos. El aullido del Poseído
llegó de nuevo, causando un dolor agudo al dispararse a través de su
sien.
Julian la soltó, dando un paso atrás. —Pequeña Nephilim
ocupada. Será mejor que te vayas... antes de que cambie de opinión.
Ella se quedó sin aliento, pero antes de que pudiera responder, o
incluso mostrarle el dedo medio, él desapareció. Sólo así. Con un
suspiro de disgusto, se volvió hacia el Séptimo Distrito. Alguien estaba
a punto de recibir una patada en su profano culo.

15
2 Traducido por Deydra Eaton
Corregido por Mel Cipriano

T
odas las unidades disponibles, tenemos un 10-1032, posible
10-103M3 en “Licores Ritchie” en el Séptimo Distrito.
Suspirando con cansancio, el oficial Michael Cons se
comunicó por radio. —Aquí la unidad siete-cincuenta. Informo que
estoy cerca de esa ubicación.
Esperó a que el interminable crepitar se despejara. —10-44,
unidad 7-50 —dijo la voz apagada—. El hombre que llamó afirma que
escuchó a alguien detrás de su negocio, gritando plegarias. Salió, pero
no encontró nada. Le gustaría que un oficial le eche un vistazo a la
zona.
Las cejas de Michael se alzaron. Genial, simplemente perfecto.
Esa noche no podía ser mejor. —10-4.
Tan pronto como puso en su lugar el micrófono, su celular sonó.
Lo sacó de su funda, sin siquiera comprobar quién llamaba. —¿Qué?
—Suena como si hubieras conseguido un loco o un borracho,
novato.
Encendió las luces y dio vuelta con la patrulla. —Mi tipo de
suerte, Cole. Ya he tenido tres llamadas de borrachos y desordenados,
dos domésticas, y una de una mujer asegurando que su gato había
utilizado su teléfono.
Sonaron carcajadas. —¿Qué?
—No te estoy jodiendo. —Le echó un vistazo a las señales de
tránsito—. La señora quería a la policía del Pentágono, ya que era un
asunto de seguridad nacional.
—Hombre, qué noche difícil.

2 Los números que aparecerán así son Códigos 10, palabras codificadas destinadas a
representar nombres, lugares y situaciones de manera rápida y estandarizada entre
cuerpos policiales. 10-103: disturbio.
3 Disturbio por una persona con enfermedades mentales.
4 Recibido.

16
—Sí, ha sido una de esas.
Michael no bromeaba, tampoco. Su compañero, Rodríguez, había
llamado para faltar a su turno, alegando gripe porcina o la enfermedad
de las vacas locas, o lo que sea. Los malditos llamados habían estado
llegando sin parar, y los lunáticos estaban fuera de servicio. Era una de
esas noches en las que hubiera deseado seriamente quedarse en su
trabajo de escritorio, muy lejos del público loco.
Miró hacia las brillantes luces de neón de “Licores Ritchie”
mientras estacionaba la patrulla. —Tengo que ir a comprobar esta
mierda.
—Claro, hombre —respondió Cole—. Diviértete con tu borracho.
—Jódete. —Michael metió el celular de vuelta a la funda y
desenganchó la linterna de servicio mientras comunicaba por la radio—:
10-975.
Michael no se molestó en entrar en la tienda de licores. Rodeó
todo el destrozado edificio, entrando en la boca del callejón estrecho.
Inmediatamente, el olor a comida podrida y orina llenó sus fosas
nasales. Ahí se fue su apetito.
Movió la luz de la linterna hacia las numerosas bolsas negras de
basura. —¿Hola? Soy el oficial Cons. ¿Hay alguien aquí?
Sólo podía oír a los rufianes del otro lado de la calle y a los coches
que pasaban detrás de él. Deseando que de alguna manera no pudiera
respirar el mal olor, se aventuró más en la oscuridad y se asomó a uno
de los contenedores de basura.
Su mano cayó a su arma mientras sus sensibles oídos captaban
un ruido a su izquierda. —Policía. ¡Muéstrese ahora!
Bajo el resplandor amarillo de la linterna, las cajas se
tambalearon antes de dispersarse por la sucia calle empedrada.
Algunas ratas salieron apresuradamente del desastre. Hizo una mueca.
Demonios, odiaba a las ratas.
Lentamente, apareció una brillante camisa de color naranja, luego
unos sucios pantalones de mezclilla. Michael dio un paso atrás
mientras la forma se tropezaba sobre sus pies. Los rizos teñidos de gris
y la cara floja y arrugada de un anciano se mostraron. Sus ojos tenían
ese aspecto de mirada vidriosa que los borrachos solían tener.
Michael se relajó. —Señor, es la policía. ¿Está bien?
El anciano bajó la vista hacia su camisa y dejó escapar una risa
ahogada. Pasó sus manos por el emblema de Washington Nats6. Una
parte de Michael se compadeció del viejo por varias razones.
—Señor —intentó de nuevo—, ¿cuánto ha bebido esta noche?

5 Llegado a la escena.
6
Equipo de las Grandes Ligas de Béisbol basado en Washington, D.C., Estados Unidos.

17
Después de examinar su propia ropa, el viejo finalmente alzó la
vista hacia él. —¿Bebido? —preguntó, su voz ronca por la edad.
Michael asintió mientras ponía la linterna bajo su brazo y daba
un paso hacia adelante. —Señor, ¿tiene algún familiar al que pueda
llamar? ¿Alguien que pueda venir a buscarlo?
El anciano lo miró curiosamente, y luego sonrió. Enseñando una
hilera de dientes amarillentos, se lanzó hacia él.
Desprevenido ante el ataque repentino, Michael se tambaleó hacia
atrás. Antes de que pudiera recuperarse, el viejo estaba sobre él.
Usando una sorprendente fuerza, el hombre de edad avanzada envolvió
una huesuda mano alrededor de su garganta y lo lanzó a varios metros.
Michael se estrelló contra la pared de ladrillo, deslizándose hacia
el suelo. Una breve oleada de pánico se disparó a través de su cuerpo
mientras recordaba las horas de entrenamiento destinadas a prepararlo
para toda la mierda al azar con la que pudiera entrar en contacto en la
calle, pero esto... esto era diferente. Se puso de pie justo cuando el viejo
lo abofeteó contra la pared, golpeándose la cabeza en el proceso.
Aturdido, saboreó la sangre en su labio.
El hombre se agachó, un grasoso mechón de cabello gris cayendo
sobre su rostro. Tomó a Michael por la garganta, alzándolo varios
metros sobre el suelo. —Los oficiales de paz son siempre mis favoritos
para matar o convertir.
Jadeando por aire, Michael trató de deshacerse de los dedos
huesudos del anciano. El diminuto abuelo lo sostuvo, dos metros y
luego más, suspendiéndolo en el aire. Ninguna cantidad de
entrenamiento en la academia lo podría haber preparado para esto.
Para ser honesto, nunca antes había estado tan cagado de miedo. Ni
siquiera cuando, a los seis años, encontró a su madre muerta por
cortes que se había provocado ella misma en sus muñecas.
El hombre atrajo la cabeza de Michael a la suya y se echó a reír.
Su corazón golpeaba dolorosamente contra sus costillas mientras el
hombre acercaba la cabeza a la suya y reía, el hedor a aguas negras y
azufre de su aliento lo envolvieron. Vómito de una semana, o carne
podrida olían mejor que esto.
Entonces, él vio sus ojos. Un liquito negro y espumoso se filtraba
desde las esquinas y se extendía sobre la parte blanca de sus ojos,
cubriendo los apagados iris azules. El terror volvió fría la piel de
Michael. Sabía que iba a morir. Allí, en un callejón infestado de ratas en
Anacostia, asesinado por un desquiciado paciente de enfermera a
domicilio. Buscó su arma, pero ya era demasiado tarde. Justo cuando
tomó lo que sabía que sería su último respiro, escuchó algo aterrizar
suavemente detrás del viejo. Sin previo aviso, el agarre en su cuello fue
liberado.
Michael se desplomó en el callejón sucio, agarrando su garganta
magullada. Incluso en su estado de shock, registró la daga plateada que

18
atravesó el pecho del hombre, directa al corazón. Una herida así debería
haber sido un caos sangriento, pero no hubo sangre. Ni siquiera una
gota.
La daga se retiró rápidamente, y el hombre cayó al suelo hecho
un ovillo sin vida. Sólo un susurro de aire le recordó que no estaba solo.
Poniéndose de pie, apuntó con el arma a su posible salvador.
Una mujer joven se paró frente a él. Era una cosa pequeñita, con
fríos y enojados ojos verdes, y una cabeza llena de ondas castañas
rojizas que caían más allá de sus pechos.
—¿Acabo de salvarte el trasero y me vas a disparar?
Por un momento, él no hizo nada, y luego balbuceó—: ¿Qué
demonios acaba de pasar?
La mujer le echó un vistazo al cuerpo, y luego lentamente volvió
hacia él. —¿Qué te parece?
Michael sacudió la cabeza mientras alcanzaba sus esposas. —De
acuerdo, está usted bajo arresto. ¡Suelte el arma ahora, y ponga las
manos arriba!
La pequeña luchadora pelirroja soltó una risita, levantando sus
manos. —¿Qué arma?
Su mirada se precipitó hacia sus manos. Estaban vacías. La
única cosa que notó fueron dos anchas pulseras de plata que
adornaban ambas muñecas. —¿Dónde está el cuchillo? —preguntó
entre dientes—. ¡El cuchillo que usó para matar al hombre!
Ella dejó caer las manos a sus caderas. —¿Te refieres al hombre
que estaba estrangulándote hasta casi dejarte sin vida?
—Muéstreme el arma ahora. —Dirigió la mano hacia el radio de
su hombro, necesitando pedir ayuda. Un posible asesino y una asesina.
Habría toneladas de papeleo de mierda esa noche.
Ella simplemente le frunció el ceño. —Sabes, realmente no tengo
tiempo para esto.
Su arma descendió una fracción de centímetro. —¿Qué?
Eso fue todo lo que ella necesitó. Se movió rápido como un rayo.
Antes de que él pudiera ganar el round, le sacó la pistola de la mano
con un golpe del antebrazo y le dio un puñetazo justo en la mandíbula.
Su cabeza cayó hacia atrás, pero no antes de captar la mirada de
asombro en el rostro de la chica, y mientras se desmayaba, la escuchó
gritar—: ¡Mierda!

***
Lily se quedó mirando al joven oficial, asombrada y más que un
poco perturbada. Limpiándose nerviosamente la mano en el frente de su

19
camiseta blanca, dio un paso atrás. En el momento en que su mano
había hecho contacto con su piel, lo había sabido.
Mandó todo al demonio. Y apostaría su sonrosada nalga
izquierda, por la manera en que él se congeló en frente del Poseído, que
no tenía ni idea de lo que era. Maldiciendo de nuevo, sacó su
destartalado celular de su bolsillo y llamó a Luke.
Él contestó al segundo timbrazo. —¿Qué pasa?
—Tenemos un problema épico en Anacostia. Te necesito a ti y a
Remy ahora. Será mejor que también llames a Nathaniel. Esto va a
involucrar a la policía.
—Oh, vamos, Lily. ¿Qué demonios hiciste ahora?
Lily rodó los ojos, terminando la llamada sin contestar. Le dio un
empujón al policía con la punta de su bota. Sip, se encontraba
inconsciente y no entraría en razón pronto. Poniéndose en cuclillas,
estudió su laxo rostro.
—Mierda. Mierda. Mierda —siseó.
No era como si lo hubiera sabido cuando le pegó. No lo habría
hecho si lo hubiera sabido. Pensándolo bien, aún así probablemente lo
habría golpeado. Pero podría haber suavizado el golpe un poco si se
hubiera dado cuenta que él era uno de los de su especie.
Un Nephilim.

20
3 Traducido por Maca Delos
Corregido por Vanessa VR

L
o dejaste completamente inconsciente, Lily. Diablos.
Ella le dirigió una sonrisa asombrosa a Luke. —Iba a
dispararme.
Él frunció el ceño, echándole un vistazo otra vez al hombre
que roncaba suavemente, tumbado en la cama, bien resguardado en el
Santuario. —Creí que iba a arrestarte.
—Eso después de dispararme —le corrigió ella.
Su hermoso rostro se amargó mientras se giraba de vuelta hacia
ella. —No creo que me agrade este tipo.
Ah, allí estaba ese peligroso tono bajo. Luke la veía como la
hermana pequeña que probablemente jamás quiso. Demonios, ella lo
admiró toda la vida mientras pasaba tiempo mostrándole las cuerdas.
Lo admiraba aún, incluso cuando sabía muy bien que sus habilidades
eran superiores a las de él. Aun así, cuando algo realmente la
amenazaba —lo cual no ocurría a menudo—, el encanto masculino y su
naturaleza fácil desaparecían. Luke podía ser absolutamente homicida
cuando lo provocaban, especialmente tras lo de Anna.
Apenándose ante la idea de la hermosa Nephilim que Luke había
amado profundamente, le golpeó su pesado brazo musculoso. —Nah, no
creo que realmente me hubiera disparado.
Eso no hizo nada para borrar el ceño. —Será mejor que despierte
pronto.
Lily le echó un vistazo de vuelta al oficial, leyendo su nombre en
la identificación. ¿Oficial M. Con? —Apuesto a que su primer nombre es
Michael.
Él resopló. —A eso se le llama ironía.
El Arcángel Michael, el santo patrón de los oficiales de policía,
probablemente estaba rodando los ojos en algún lugar allí arriba o
riéndose entre dientes. O, afilando su recta cuchilla y apuntando al
cuello de este joven hombre. Los Arcángeles no eran muy amables con

21
los Nephilim, aunque luchaban en el mismo bando del tipo grande allí
arriba. Bueno, la mayor parte del tiempo.
—¿Todavía está inconsciente?
Levantaron la mirada cuando Remy entró a la habitación con una
amplia sonrisa expandida en la tonalidad chocolate intenso que era su
rostro. Sus rastas fibrosas estaban tiradas hacia atrás. Le dio un
golpecito a Lily en el hombro. —Maldita sea, chica. Siempre tan
especial.
Se encogió de hombros delicadamente, echándole un vistazo al
oficial. Había estado inconsciente desde el momento que tocó el suelo.
No había hecho un sonido mientras Remy y Luke lo llevaban de vuelta
al Santuario. La mirada de Lily se posó sobre sus nudillos
inmaculados. Diablos, soy buena.
El tipo tenía que ser joven. Tal vez en los últimos años de los
veinte. Algo caliente, también. Todos los Nephilim hombres eran
atractivos. Tenían buena apariencia, cortesía de sus padres.
Este tenía el cabello castaño rojizo bien corto, un estilo que le
favorecía a la mayoría de los oficiales de policía. Cuando dormía, su
rostro llevaba la calidad inocente y joven que sólo probaba que no tenía
idea de qué era. Todos los Nephilim tenían una especie de dureza en
ellos, incluso ella. La curva del cuello del hombre era fuerte y sus
mejillas, esculpidas. Abundantes pestañas abanicaban aquellas
mejillas. Tenía el rostro de un ángel.
Remy cruzó los brazos sobre su amplio pecho mientras
inspeccionaba su más reciente adquisición Nephilim. —Demonios, no
puedo decir que no me sorprende que noquearas a otro oficial de
policía.
Ella hizo una mueca.
Luke estaba parado al lado de Remy. Inmediatamente, ella se
movió hacia el otro extremo de la cama. Odiaba cuando se cernían
sobre ella. La altura de los chicos era característica de su especie, algo
que Lily había perdido. Todos los hombres Nephilim medían más de un
metro ochenta, eran prácticamente gigantes, mientras que ella era lo
suficientemente pequeña como para que se la llevaran a la espalda
como una mochila.
—¿Realmente crees que sea Nephilim? —Luke se dirigió a Remy.
Lily suspiró. —Tócalo y averígualo.
—¿Cómo un Nephilim podría sobrevivir tanto tiempo y no saber lo
que es? —preguntó Luke—. Mejor aún, ¿cómo no fue influenciado por
los Caídos?
—¿Cómo se supone que lo sepa? Anda, tócalo —insistió ella—. Lo
sabrás. —Tanto Luke como Remy parecían dubitativos—. Sólo tócalo y
termina con esto.

22
Remy se burló. —Dios, no cuando lo dices así.
Lily le levantó el dedo.
Murmurando bajo su aliento, Luke se inclinó encima del hombre
y lentamente posó la mano contra la frente del tipo. Luke se echó hacia
atrás como si le hubiera dado una sacudida —un leve golpe de
electricidad que explotaba cuando se ponía en contacto con otro
Nephilim. —Maldita sea.
Ella se balanceó sobre sus talones, sonriendo. —Te dije que era
Nephilim.
Remy sacudió la cabeza, en duda. —Vaya, el hijo de puta tiene
suerte, entonces, de que lo hayas derribado.
La sonrisa de ella se hizo ridículamente grande. Amaba que la
halagaran. No lo hacían a menudo, estos...
—¡Lillian Marks! ¡Trae tu culo aquí ahora mismo!
Lily saltó con los ojos abiertos. Dos pisos los separaban y
Nathaniel había sonado muy fuerte. Luke soltó una risita, y ella le
dirigió una mirada sucia. —Gracias —murmuró.
Remy al menos tuvo la decencia de darle una advertencia—:
Nathaniel está molesto. No tienes idea de cuántos favores tuvo que
pedir esta noche.
Sus hombros se cayeron a medida que se movía alrededor de la
cama, lentamente. Luke la golpeó en la cima de la cabeza cuando pasó.
Se giró hacia él, pero él se movió del camino, riendo. —Los odio a
ambos.
Remy se arrastró más cerca de la cama mientras ella se dirigía a
la puerta. —¿Sabes lo difícil que será entrenarlo a esta edad?
Se detuvo en la salida. Sería casi imposible. No podían entrenarlo.
Era demasiado tarde. Lo mejor que podían hacer era llevarlo de vuelta a
la patrulla y esperar que ocurriera lo mejor. Cruel, pero no había forma
de que el Oficial Bonito pudiera hacer este trabajo y vivir para contarlo.
Pero ese no era su problema.
Lily caminó a través del pasillo tenuemente iluminado del nivel
cinco, una unidad a cinco pisos debajo del edificio de oficinas del
Santuario. Enterrado tan profundamente bajo el tercer edificio más alto
de DC, nadie llegaba a este nivel sin ser invitado. Tomando el elevador,
descendió al nivel siete donde Nathaniel mantenía su oficina verdadera
y casa.
Estaba sentado detrás de un largo escritorio en forma ovalada,
cubierto por un tono color cereza que estaba lustrado a tal punto que
ella podía ver su reflejo en él. Lily estaba muy familiarizada con él.
Pasaba un montón de tiempo observándose el rostro en su escritorio
mientras Nathaniel la regañaba por las últimas artimañas que había

23
provocado —o por Julian, especialmente por él. Se había convertido en
el tema principal de la mayoría de sus sermones.
Se le trabó la lengua. Jamás le ocurría. A menos que fuera sobre
su acosador no tan angelical, Julian, y cuando lo era, todo se iba al
Infierno.
Nathaniel bajó el teléfono en silencio, haciéndole señas para que
entrara a la oficina. —Siéntate.
Era como si tuviera trece otra vez, y se sentó incómodamente,
cruzando los brazos en su regazo como un niño que se comportaba mal.
Era una adulta que podía deshacerse de una habitación entera de
esbirros sin romperse una uña, pero nada de eso importaba cuando se
sentaba frente a Nathaniel.
Tenía un aspecto especial cuando estaba enojado con ella.
Usualmente comenzaba echándose el cabello hacia atrás
distraídamente, luego metiendo los mechones más largos detrás de las
orejas. Sus labios solían doblarse hacia abajo, y la perforaba con sus
ojos azul pálido. Luego finas líneas se formaban alrededor de ellos,
encuadrando su joven rostro.
No tenía idea de cuántos años tenía. Nadie que conociera lo sabía.
Debía tener al menos unos varios cientos de años, aunque lucía
de treinta. La misma edad que tenía el día que la había alejado,
chillando y llorando, del cadáver de su madre. Ella tenía cinco.
—Lily.
Se retorció. —Nathaniel.
—Primero que nada, ¿qué demonios llevas puesto?
Sorprendida, bajó la mirada a su cuerpo. Estaba usando lo
mismo que antes. —¿Eh?
—Estás cazando con una falda que apenas te cubre el trasero —
remarcó.
Se enfureció a pesar de que sus mejillas flamearon. —
Discúlpame, policía de la moda, no me di cuenta que debía tener tu
permiso para elegir lo que llevo puesto.
Él suspiró con cansancio. —Sólo te estoy cuidando.
—No necesito que nadie me cuide.
—Eso puede ser, pero tenemos un desastre en manos. —Se
inclinó contra su silla, pinchándose el puente de la nariz—. Lily, sabes
que las cosas se están calentando. Los Caídos están corrompiendo más
y más Nephilim. Estamos perdiendo un número creciente de almas por
ellos, y eso significa innumerables personas inocentes.
Sí que lo sabía. Los Caídos estaban agarrándose a los jóvenes
Nephilim antes de que el Santuario pudiera ponerlos a salvo. Una vez
que los Caídos los tuvieran, estaban perdidos. Corrompidos como los

24
ángeles que los habían criado. Aquellos Nephilim se transformaban en
esbirros y se convertían en lo primero que se suponía su raza tenía que
perseguir.
—Lo último que necesitamos es quedar desprotegidos.
Lily se movió, el cuero resonando debajo de su ligero peso. —Lo
sé.
—¿Sabes siquiera cuántos favores tuve que pedir? Danyal puso
su cuello en el medio para que nadie se tuviera que cuestionar por qué
ese joven muchacho no salió de su puesto.
Se movió nerviosamente en el asiento. Danyal se había enredado
en el departamento de policía sólo en caso de que necesitaran a alguien
en momentos como este. Pero los favores siempre eran pocos y difíciles
de cubrir.
—Te enseñé a atacar y marcharte como el infierno. Es tan simple
como eso.
Sus labios se fruncieron. Ese había sido el plan, pero su
temperamento se había quedado con lo mejor de ella.
—Necesitas ser más cuidadosa —dijo despacio.
Lo que no había dicho colgaba en el aire entre ellos. Ella sabía
que estaba recordando a Anna y lo que le pasó. Maldita sea, extrañaba
muchísimo a su amiga. Anna y Lily habían tenido una relación muy
cercana. Anna era más grande que Lily, habiendo aceptado el Contrato
hacía décadas. Pero primero había perdido su corazón y luego su
cabeza por un Caído.
Insensata, hermosa Anna.
Había tan pocas mujeres Nephilim. La mayoría de los niños
nacían hombres, pero cada pocas décadas se producía una casta
femenina. Además de Michelle, que había sido resignada a Nueva York,
Anna había sido la única mujer cazadora en la sección de DC.
El dolor de su pérdida todavía reverberaba a través de los pasillos
del Santuario, y no había otro par de personas más afectadas por ello
que Nathaniel y Luke. Lily sabía que Nathaniel se culpaba
completamente, creyendo que no la había entrenado lo suficiente. Parte
de ella sabía que Luke estaba de acuerdo con él. Las últimas seis
semanas habían sido duras, y la tensión entre los dos hombres sólo
había crecido.
Nathaniel descruzó sus brazos, soltando un suspiro larguísimo.
—Lo bueno de esto es que lo tenemos nosotros en lugar de los Caídos.
No tengo idea de cómo sobrevivió tanto tiempo, pero recibirá el
entrenamiento adecuado ahora, y será capaz de meterse completamente
en su destino.
—¿Qué? —Salió disparada de la silla.
—Lily —le advirtió él.

25
—No podemos entrenarlo. Es demasiado grande.
Nathaniel frunció el ceño. —Lucía de unos treinta.
—¡Sí! ¡Treinta años de absoluto desconocimiento de los Nephilim y
los Caídos!
Levantó una ceja. —Tú eres más joven que él.
Lily balbuceó. —He tenido años de entrenamiento, y acepté el
Contrato. ¡No podemos entrenarlo con todo lo que está pasando!
—Encontraremos la manera. —Se detuvo, levantando la mirada—
. Mejor aún, tú encontrarás una manera.
Estaba a dos segundos de agarrarse el cabello y tirarlo. —Estás
bromeando.
Él sonrió. —No.
—No puedes hacerme esto. No puedo entrenar a nadie. Sabes que
no tengo paciencia. Soy mejor como cazadora.
—Lily, eres genial como cazadora. Eres una de las mejores.
Demonios, probablemente eres la mejor —admitió él—. Pero ésta es una
orden.
Sus manos cayeron inútilmente a sus lados. Raramente le
ordenaba algo. Sabía que no tenía sentido discutir.
—No seas hosca. —Se levantó y caminó alrededor de la mesa.
Ella notó que su ropa estaba arrugada. La culpa carcomió sus
entrañas. Aquí estaba ella, añadiendo cosas a su enorme pila de
preocupaciones. —No has dormido, ¿verdad?
Él hizo una pausa, bajando la mirada hacia sí mismo. —¿Es tan
obvio?
Ella asintió. Francamente, lo había visto peor, pero había un
cansancio que se aferraba a su piel. —Es malo, ¿verdad? —susurró.
Él se inclinó contra el escritorio, estirando sus largas piernas,
pareciendo estar eligiendo cuidadosamente sus palabras. —Me temo
que alguien nos está traicionando.
Quedó boquiabierta. De acuerdo, sabía que era malo. Sólo no
había esperado que fuera así de malo. —¿A qué te refieres?
Se alejó del escritorio y fue al gran gabinete que ocupaba un
costado entero de la pared. Siguió sus movimientos. Curiosa, esperó en
silencio.
—Alguien está dándole a los Caídos una lista de cada Nephilim
del que estamos al tanto. También creo que la misma persona está
activamente buscando a aquellos que nosotros todavía no hemos
rebuscado. —Pasó las manos por la madera—. Sabiendo esto,
rápidamente nos superarán en número a cientos. Son puros números.
Toman más almas e infectan más humanos.

26
Y había tantas almas hoy en día… Aquellos que morían
inesperadamente eran vulnerables a la persuasión. Aquellas pobres
almas que se aferraban a cualquier esperanza de vida, incluso las falsas
esperanzas que los esbirros les ofrecían.
Invadían los cuerpos de los vivos, realmente creyendo que era una
segunda oportunidad en la vida. Pero una vez que su alma se mezclaba
con el huésped, las cosas caían rápidamente en picada. El humano se
volvía algo marchito —las almas humanas avasallaban a ambos.
—Con los Caídos operando detrás de escena, donde no podemos
alcanzarlos, nos queda limpiar su desastre una y otra vez.
Levantó la mirada. —¿Sabes quién es?
Se puso cara a cara con ella. —Eso es lo que me ha estado
manteniendo despierto.
Ella inclinó la cabeza. —¿Los Poderosos saben de esto? —Así es
como llamaba a los ángeles o quien sea que mandaba en este juego.
—No me han hablado en un largo tiempo.
Eso hizo que ella hiciera una pausa. Nathaniel era la única
conexión entre los Nephilim y los Poderosos que estaban a cargo desde
su noble posición. Siempre se los imaginaba posando sobre una nube
llena de moral y pompa, tocando sus arpas de oro mientras observaban
sus hermosos reflejos.
A Lily no le gustaban los ángeles, especialmente sus políticas.
Ellos veían a su raza como una abominación que se había
convertido, desafortunadamente, necesaria. Si alguna vez lograban
erradicar a los Caídos y sus legiones, los Nephilim serían los próximos
en su lista de golpes celestiales.
—Bueno, demonios —murmuró ella.
Nathaniel chasqueó. —Exacto. No menciones nada de lo que he
compartido contigo sobre mis sospechas. Sólo el círculo está al tanto del
tema. Quiero que se mantenga de esa forma.
El círculo consistía en los más viejos y habilidosos de los
Nephilim en cada sección del Santuario. Estaban a cargo de varias
cosas como temas disciplinarios, las más secretas misiones, y
ocasionales eventos sociales que requerían su participación.
En la sección de DC, eran Nathaniel y Luke, Remy, y cerca de
otros nueve Nephilim. Y luego estaba Lily. Ella era por mucho la más
joven, pero la más habilidosa. Tenía el hábito de recordárselos a todos.
—Por supuesto.
—Sólo mantén un oído al suelo por mí, y reporta cualquier cosa
que parezca extraña. Ahora, vuelve al policía y asegúrate de informarle
qué es. Te encontrarás con una resistencia, pero intenta ser paciente.
Arqueó una ceja pero no respondió.

27
—Usa a Remy y Luke para todo lo que necesites. Confío en ellos.
Puedes también buscar a Rafe. —Soltó una sonrisa débil—. Mantén a
Michael fuera de la escuela. No quiero que los más jóvenes lo asusten.
Sabes cómo pueden ser.
Lily sonrió ante eso. La escuela alojaba jóvenes Nephilim de cinco
a dieciocho. Los adolescentes eran los peores, y los más jóvenes
simplemente todavía no habían desarrollado un sistema de auto-
censura. Les agradaba por eso.
Nathaniel le sonrió cariñosamente a la cabeza castaña rojiza que
no llegaba a su pecho. —¿Lily?
—¿Sí?
—Sé buena. Y, Dios, por favor no lo mates.
—Sin promesas.
Dejó la habitación e hizo su camino de vuelta al nivel cinco,
decidiendo que se había pasado esta vez. Su trasero había sido
masticado peor que en el pasado. Halando de una aparente
interminable cantidad de energía, dio un salto para subir las escaleras.

***
Cory Roberts se apresuró a través del césped cuidado, respirando
con alivio cuando vio la limusina del senador en su lugar designado.
Era pasada medianoche, y todo lo que quería era estar en casa, en su
cama, con su esposa.
Mañana estaría atiborrado de entrevistas, tediosas conferencias
telefónicas, un bebé o dos que besar en la mejilla, y el tener que lidiar
con el último escándalo del senador.
Hacía malabares con el pilón de carpetas en un brazo, apenas
manteniendo su flojo agarre en el café. Era por eso que estaba
perdiendo el sueño. La cafeína a medianoche y otra dosis al amanecer
eran una combinación miserable para su corazón.
En la mediana edad y ya calvo, con la presión alta y una sospecha
perturbadora de que estaba desarrollando una úlcera, Cory había
tenido un día de mierda. Las gafas de alambre caían por su nariz. Esta
última aventura de seguro sería la perdición del senador. No había
forma de que pudiera cubrir esto, y la perra de mujer que tenía el
senador ya estaba llamando a los programas de rumores matutinos.
El político no podía mantener la polla en sus pantalones, y esa
polla iba a llevarlos a todos a la línea de desempleo. Sin su trabajo,
Cory podría perderlo todo: el dinero, la ilusión de poder, la casa que su
mujer amaba, e incluso a ella.
Daría su alma para que desapareciera todo el desastre.

28
El conductor dio un paso al frente, abriendo la puerta. Cory le
digirió una sonrisa tensa y entró. Apretando las carpetas y el café a su
pecho, observó a través del asiento, esperando al senador o, al menos, a
la puta de su secretaria.
El café se deslizó de sus dedos.
Cory amaba a su esposa de diez años —siempre había amado a
las mujeres. Jamás se había cuestionado su sexualidad hasta ese
momento. Destruyó su mundo.
El hombre era meticulosamente hermoso. Oscuramente exquisito,
de una manera que bordeaba lo extraño. Su rostro era perfecto, y el
azul de sus ojos prometían éxtasis. Cory reaccionó a él de una manera
que sólo su esposa había sido capaz de provocar. Necesitó aire, incapaz
de escapar de la esencia del hombre y el vago olor a azufre.
Los labios llenos del hombre se curvaron en una sonrisa ligera,
como si conociera el efecto que tenía. Su brillante mirada se posó sobre
el café caído, luego en Cory. —Hola, señor Roberts.
Ante el sonido de la voz del extraño, la cabeza de Cory se astilló
de dolor. Quería llorar y correr, pero no se podía mover.
—Puedes llamarme Asmodeus. Estoy aquí para hacerte un favor.
Cory comenzó a responder, pero su corazón quedó sujeto. Las
carpetas se derrumbaron al suelo mientras agarraba su pecho, con ojos
abiertos y respirando con dificultad. Observó al hombre,
intrínsecamente sabiendo que le había causado el repentino dolor.
La sonrisa de Asmodeus creció. —Puedo hacer que el escándalo
del senador desaparezca. Usted puede mantener el trabajo, la lujosa
casa en la colina... y a su esposa.
Cory aspiró mientras el aire en sus pulmones se expulsaba
dolosamente. —¿Qué... es usted?
Movió una mano desdeñosamente. —Todo lo que debe hacer es
devolverme el favor. Hay alguien que... necesito.

29
4 Traducido por Deydra Eaton
Corregido por Mel Cipriano

M
ichael sentía como si hubiera sido golpeado en la cabeza
por un apoyador de la NFL y luego caminado por el
desierto de Mojave. Nunca había estado tan sediento en
su vida.
—Oh, creo que se está despertando.
Hizo una mueca. Esas palabras fueron excepcionalmente altas.
No tenía idea de por qué le dolía la cabeza. Finalmente, la bruma que se
había apoderado de sus recuerdos comenzó a aclararse. Hubo una
llamada por disturbios en un callejón, y luego un anciano. Michael
recordaba eso.
—Supongo que no conozco mi propia fuerza.
Y recordó esa voz y a quién le pertenecía. Sus ojos se abrieron de
golpe. Estaban mirando a un par de sorprendentes ojos verdes. Se
quedó observando torpemente a la chica encaramada en una silla al
lado de su cama, con esta pequeña media sonrisa.
La intensidad de su cabello castaño rojizo favorecía el tono rosado
de su perfecta piel, haciendo que sus ojos brillaran como joyas de
esmeraldas. Sus labios rosados eran exuberantes. Labios que
normalmente habrían tenido a su polla saltando fuera de sus
pantalones, pero algo sobre ella volvía helado su interior.
La chica movió sus dedos. —Hola.
Apartó la mirada, dándose cuenta de que no se encontraban
solos. Dos hombres corpulentos estaban al pie de su cama. Por los
intrincados tatuajes cubriendo los brazos y manos de piel blanca, supo
que no eran colegas policías.
¿Qué significaría? Extendió la mano hacia su arma, pero no
encontró nada. Se irguió, haciendo una mueca, y forcejeó por el
pequeño micrófono que se conectaba al sistema de radio. Pero también
había desaparecido.
—Yo tendría cuidado —dijo ella—. No deberías moverte tan
rápido.

30
Se giró hacia ella, sorprendido de que esa pequeña cosa lo
hubiera noqueado. La ira estalló, los músculos se endurecieron en sus
entrañas y, más allá de eso, una sensación de cansancio. —¿Dónde está
mi cinturón de servicio?
Su sonrisa nunca vaciló. —Lo tomamos. Ninguno de nosotros
quería recibir un tiro. El doctor de aquí odia sacar cosas de nosotros.
—¿Dónde está mi pistola?
—Oye, muchacho. —El de piel más blanca dio un amenazador
paso más cerca—. Cuida tu tono.
La mirada de Michael giró hacia él. —¿Quién eres tú?
Sus labios se torcieron en una mueca burlona. —Soy el que te
pondrá en un ataúd si me hablas así de nuevo.
Michael sacó sus piernas de la cama y se levantó. Al diablo los
golpes en la cabeza y la mandíbula, y olvida el hecho de que se
tambaleaba sobre sus pies. —¿Sí?
La chica suspiró. —Chicos.
Ninguno de los dos la escuchó. El de tez blanca inclinó su cabeza
hacia un lado. —Si ya no te hubieran noqueado hoy, estarías en el
suelo.
Entonces, la chica se puso frente a él, firmemente plantándose
entre ellos. Ambos eran más altos que ella, pero no había ni una pizca
de miedo en sus ojos. —No tenemos tiempo para este concurso de
meadas que está a punto de ocurrir —dijo dulcemente—. Así que vamos
a tomar un respiro antes de que los patee.
Divertido por la pequeña amenaza, bajó la mirada. El humor
escapó cuando vio una navaja en su garganta. La pequeña perra... Pero
una parte de él aún quería reír.
—¿Te vas a comportar? —preguntó ella.
Respirando profundamente, dio un paso atrás. —De acuerdo,
quiero saber dónde estoy.
La navaja desapareció en el brazalete. —¿Qué tal si primero nos
presentamos? Mi nombre es Lily. —Haciendo una pausa, hizo un gesto
hacia el tipo enojado—. Este es Luke. Y este es Remy.
El instinto le dijo que no iba a llegar a alguna parte con esa
actitud, así que empujó su temperamento tanto como pudo y trató de
mantenerse calmado. —Mi nombre es oficial Michael Cons, y ustedes
están en un montón de problemas.
Luke soltó un bufido. —Eso es dudoso.
—¿Michael? —murmuró Lily—. Quién lo hubiera imaginado.
Como sea, estás en el Santuario.

31
—¿La compañía de seguridad en el Triángulo Federal? —
preguntó, rogando que hubiera escuchado mal. De ser así, estaba muy
lejos de su distrito. Cuando ella asintió, perdió la calma—. ¿Dónde
demonios está mi patrulla? ¿Y por qué me tienen aquí?
Luke dio un paso adelante, pero Lily arqueó una ceja hacia él. —
Tu patrulla está de vuelta en la estación del Séptimo Distrito. Te has
registrado y, de hecho, has solicitado un permiso debido a problemas
personales. —Sonrió tímidamente y añadió—: Cortesía de nosotros.
Sacudió la cabeza débilmente. No sabía si estar enojado o reírse.
Esto era una total mierda y tenía que ser una bizarra alucinación.
—Puedo ver que estás un poco conmocionado. Puede ser útil si te
explicamos las cosas. —El que se llamaba Remy dio un paso adelante
con una sonrisa amistosa.
—Tal vez desees sentarte —aconsejó Lily.
—Estoy bien de pie.
Ella se encogió de hombros. —Luke, ¿puedes traer algo de beber?
—Como sea. Sólo estás tratando de sacarme de la habitación.
Sabes que él va a volverse loco.
Centró sus ojos brillantes en Luke. —¿Por favor?
El permanente ceño fruncido en el rostro de Luke comenzó a
ablandarse, sorprendiendo a Michael.
—¿Qué quieres? —Luke suspiró.
—Un batido —pidió con una emoción que él envidió.
—Tienes que estar bromeando. —Luke negó con la cabeza—.
Tendré que hacer uno o ir a comprarlo, Lily. Vamos.
Hizo un mohín. —Un batido.
Remy se echó a reír. —Bien podrías ir y traerle uno. —Hizo una
pausa—. Y uno para mí, también, mientras estás en eso.
Luke maldijo, pero se giró rápidamente y salió de la habitación.
Lily se giró hacia Michael, cruzando los brazos. —¿Recuerdas algo
del callejón?
—¿Además de cómo golpeaste a un oficial? —replicó.
Ella sonrió suavemente. —Me refiero al anciano. ¿Recuerdas algo
de él?
Recordó la fuerza bruta del viejo. Y su horrible aliento y algunas
otras cosas raras que relacionaba con los golpes que recibió en su
cráneo. —¿El que asesinaste?
—¿El que estaba a punto de arrancarte la garganta y hacer
bonitas imágenes en la pared con tu sangre? —devolvió—. Sí, ese.

32
Se mordió el interior de la mejilla. Algo estaba totalmente mal con
esta gente. Su patrulla estaba en algún lugar, su arma desaparecida, y
todo el departamento probablemente se encontraba buscándolo ya que
no había respondido ninguna de sus llamadas. Habrían encontrado al
hombre muerto a estas alturas.
—Iba a matarte, Michael. Eso es lo que los de su especie hacen —
prosiguió—. Intervine porque eso es lo que nosotros hacemos.
¿En serio? Dio un silbido, no estando seguro de por dónde
comenzar con la carga de locura. —De acuerdo. ¿Por qué querría
hacerlo?
Ella miró a Remy, quien se encogió de hombros. —Un esbirro,
uno de los de nuestra especie que ha sido corrompido por un ángel
caído, persuadió a un alma para invadir el cuerpo del hombre. El alma
lo poseía.
Cuando ella no se rió ni admitió que estaba bromeando, él
empezó a preocuparse. —¿Perdón?
—No hay una manera fácil de decírtelo, y realmente no tengo la
paciencia para facilitarte esto.
—Esta es la parte en la que tal vez quieras sentarte —recomendó
Remy.
Lo ignoró, concentrándose en ella. —Mira, no sé a qué están
jugando, pero creo que lo mejor es que me dejen ir.
—No podemos —dijo.
Los vellos de su nuca se erizaron. Rápidamente examinó la
habitación, notando sólo una salida. —Déjame ver si entiendo esto. ¿Me
están reteniendo en contra de mi voluntad?
Las manchas verdes en sus ojos se encendieron cuando se
acercó. —Lo que sea. Eso no es importante. —Colocó las manos en sus
caderas—. Michael, si abandonas la seguridad del Santuario, cada
Caído, esbirro y humano poseído estará a la caza de tu trasero.
La miró boquiabierto. Estaba completamente loca. Más ida que la
mujer que pensó que su gato había usado su línea telefónica. ¿Qué hizo
para merecer una noche como esa? Maldita sea, él era una buena
persona.
Después de graduarse con honores de la universidad y pasar
varios años como contador para una firma de abogados en Sterling, la
necesidad de hacer algo más con su vida lo había superado. Como un
idiota, aplicó para el Departamento Metropolitano de Policía en el
segundo en que se había enterado de que estaban contratando. Hacía
seis meses que se había graduado de la academia.
Y eso era lo que obtenía de ello, por el amor de Dios.

33
—Me largo de aquí. —Michael pasó junto a ella. Escuchó la risa
profunda de Remy, y luego ya no estaba sobre sus pies. De alguna
manera, la pequeña Lily lo había alzado e inmovilizado sobre la cama.
Mirando fijamente los más verdes ojos enmarcados con las más
gruesas pestañas que jamás había visto, admitió que generalmente
hubiera estado satisfecho con el giro inesperado de los acontecimientos.
Pero una vez más, se sintió como si alguien hubiera soplado aire frío
por su espalda. Y sabía que una mujer normal de su tamaño no podía
hacer eso.
Oh, demonios, no. Algo no estaba bien. Había sido derribado por
una chica con fuerza sobrehumana. Hombre, había subestimado
seriamente la situación.
Justo ahora, él realmente extrañaba a la loca mujer del gato.

34
5 Traducido por Mel Markham
Corregido por Sofí Fullbuster

¿ Qué pasó con tener


claramente divertido.
paciencia? —preguntó

—La paciencia está sobrevalorada. —Lily bajó la mirada


Remy,

hacia su prisionero—. Ahora vas a escucharme. Voy a dejar


que te levantes, pero te sentarás en silencio y nos escucharás.
Michael la miró. Lo azul de sus ojos se profundizó. Al principio,
no creyó que fuese a responderle, pero finalmente asintió.
—Lo digo en serio —le advirtió—, la próxima vez que intentes irte
corriendo, voy a dejar que Remy se haga cargo de ti. Y él lo hará
doloroso. ¿Lo entiendes?
Se tensó. —Bien.
Lily sonrió abiertamente. —Genial. —Empujándolo, aterrizó
ágilmente sobre sus pies. El asombro en su rostro la complació.
Observó cómo él se sentaba incómodamente.
Michael dejó escapar una profunda respiración mientras
levantaba la mirada, inmovilizándola con los ojos. —¿Van a decirme lo
que está ocurriendo?
Remy sacó una silla y se sentó. —¿Conoces a Danyal Archer?
Creo que es un sargento en tu distrito.
Reconocimiento parpadeó por su rostro. —¿El detective Archer?
Remy sonrió mientras tiraba de un hilo suelto, girándolo entre
sus largos dedos. —Danyal es muy amigo nuestro. Cuando Lily notó
el… error que cometió, llamamos a Danyal y le explicamos lo que
ocurrió. Se encargó de todo. Tanto como tu departamento sabe, tienes
una emergencia familiar y tuviste que irte. Nadie lo cuestionará.
Lily se metió. —Tomamos tu cinturón y tu radio porque no
podíamos arriesgarnos a que arruinases todo el trabajo duro de Danyal.
Metió su cuello en el asunto y, amigo, nuestros cuellos son
tremendamente valiosos.
Michael se frotó la parte de abajo de la barbilla. —¿Por qué habría
de ayudarlos el detective Archer?

35
—Porque es uno de los nuestros —dijo él suavemente. Abrió la
boca, pero Lily lo interrumpió—: Voy a empezar desde el principio. Todo
lo que pido es que no me interrumpas y silenciosamente reces para que
Luke regrese pronto con el batido, porque me hacen feliz. Y tú quieres
mantenerme feliz.
Su expresión se agrió.
—Y mantén la mente abierta —lanzó Remy—. Ya tienes que saber
que no somos tus capellanes militares promedio.
Michael soltó un bufido. —No sé qué pensar. Un viejo casi me
mata. Ésta chica parece ser capaz de lanzar a hombres de tres veces su
tamaño. Hombre, dime lo que quieras.
Lily casi se rió. Intentó recordar cómo era cuando había
aprendido la verdad sobre lo que era, pero era tan joven y asustadiza.
Nathaniel podría haberle dicho lo que sea, y le hubiera creído.
Empujando esos oscuros recuerdos hacia la parte trasera de su mente,
se aclaró la garganta. —¿Has oído hablar de los ángeles caídos?
Sus cejas se alzaron. —Aparte de que los has mencionado hace
unos minutos, vas a tener que refrescar mi memoria, gracias.
En lugar de ser el matón que generalmente era, Lily se sentó en
una silla y empujó su maraña de pelo. —Los Ángeles solían caminar
entre los hombres, sirviendo como fuente de esclarecimiento y fe. Solo
los ángeles en los que Dios más confiaba eran enviados a la Tierra, un
tercio de todos los ángeles en el Cielo. Él tenía fe en que no lo
desobedecerían.
—Los ángeles que fueron enviados a la Tierra, se deslumbraron
con los humanos —continuó—. Quizás fue por la fragilidad de la
naturaleza humana o el hecho de que ellos tenían almas, y eso sólo los
hizo apasionados de una forma en la que los ángeles no podían serlo. Al
final, realmente no importaba. Los ángeles tomaron a las mujeres como
sus amantes y, después de hacerlo, cayeron. Se convirtieron en los
Caídos.
—Espera un segundo —interrumpió Michael—. ¿Estás hablando
de ángeles acostándose con mujeres?
Lily asintió. —Y ellas tuvieron hijos, llamados Nephilim. Como te
puedes imaginar, esto enfureció a Dios. Hizo todo lo que estaba bajo su
poder para evitar que se esparcieran los hijos mitad-humano y mitad-
ángel. Envió más ángeles para arrebatarlos de sus madres, se
incendiaron pueblos enteros, e incluso inundaron la tierra. Los Caídos
eran fuertes, sin embargo. Nunca podría detenerlos, y eso pronto se
convirtió en la última de sus preocupaciones.
—Verás, Dios no les habló más, y esto enfureció a los Caídos —
dijo Remy inclinándose hacia delante—. Los ángeles ven a Dios como su
padre, y para los que cayeron, Dios los abandonó. Su odio los infectó,
volviéndolos en contra de los seres humanos que alguna vez apreciaron.

36
Una vez que cayeron, perdieron toda misericordia por los hombres. En
lugar de ayudarlos, los Caídos comenzaron a encontrar formas de
herirlos, y así, perjudicar a Dios en el proceso.
Michael parecía dudar. —¿Cómo herían a las personas?
Lily intentó determinar dónde se encontraba Michael en todo esto.
Actualmente, él los miraba, aturdido, una mezcla de desconcierto y
fascinación morbosa en su rostro. Pero la siguiente fase de información
era donde las cosas se volvían un poco complicadas.
Afortunadamente, Remy siempre sabía cuándo aportar su granito
de arena y ayudar. Había una cierta facilidad en él a la que la gente,
Nephilim o no, respondía. —Verás, ángeles y Nephilim tienen una
habilidad única. Cuando la gente muere, sus almas deben ascender al
Cielo o, en algunos casos, ir al Infierno. —Se interrumpió con una
media sonrisa—. Como sea, hay algunas almas que son vulnerables. No
saben a dónde ir y, en la mayoría de los casos, se niegan a renunciar a
la vida. Se espera que los ángeles los guíen a donde se supone que
vayan. Es un rasgo que los Caídos mantuvieron después de su caída y
que pasó a los Nephilim.
Las cejas de Michael se levantaron un poco con cada palabra que
salía de la boca de Remy. Miró a Lily, y ella sonrió con simpatía. Estaba
a punto de ponerse mucho peor. Aprender sobre los ángeles era una
cosa. Aprender lo que las almas podían hacer a las personas
relativamente normales, era otra historia. Decirle que no era realmente
humano iba a ser la cereza del postre, pero iba a dejar esa parte para
después.
Remy le explicó con rapidez y con un fervor que hasta el mayor
cínico tenía que creerle. Describió como los Caídos aprendieron que
podían persuadir las almas en los cuerpos humanos, y las devastadoras
consecuencias de tal acto. Haciendo esto, los Caídos habían hecho dos
strikes de un solo golpe. No sólo que dañaban las almas que habían
fallecido recientemente, sino que también destruían el alma y el cuerpo
de un poseído.
—Todo cambió, entonces —dijo en voz baja—. No fue más un
problema por su desobediencia o sus actividades en el dormitorio. ¿A
quién le importaba si producían niños? Destruían almas inocentes, y
cuando se dieron cuenta que sus hijos también podían sentir esas
almas, vieron su venganza contra Dios.
Michael dejó escapar un silbido bajo. —Chicos, se dan cuenta de
lo loco que esto suena, ¿verdad?
Lily se rió. Iba a sonar incluso más loco. —Los Caídos están
bastante enojados con Dios y extremadamente celosos de los humanos.
Es una mezcla repugnante de emociones.
—De acuerdo —dijo él lentamente—. ¿Me estás diciendo que hay
ángeles malvados dando vueltas y niños mestizos? ¿Por qué debería
importarme? ¿Por qué habría de hacerlo?

37
Lily se preguntó si era lento. ¿Por qué no podía sumar dos y dos y
hacérselo más fácil? —Porque soy una Nephilim y también lo son Luke
y Remy.
Sus labios se separaron como si quisiera reírse. —Si tu eres una
Nephilim, ¿no eres mala como esos ángeles?
Estaba a punto de responder, pero afortunadamente, vio lo que
Luke traía hacia la habitación. Saltó de su asiento, corriendo hacia él.
—Gracias. Te lo debo, Luke. En serio. —Tomó una de las copas
esmeriladas.
Luke rodó los ojos, alcanzándole la otra a Remy. —Entonces,
¿cómo lo está llevando el policía?
Agarrando la copa en sus manos, Lily se hundió en la silla.
Levantó la vista. Michael la miraba. —¿Quieres un poco?
Él parpadeó. —No. No, gracias.
Ella sonrió. —Estábamos por decirle a Michael sobre las
diferencias entre nosotros y los caídos.
Luke se impulsó de la pared. —Bueno, eso es fácil. Ellos están
básicamente para destruir la humanidad. Nosotros para detenerlos. Es
así de simple. Matamos a los Caídos y a esos que trabajan para ellos sin
preguntas.
Lily, chupando del sorbete, miró a Luke. Sí, eso no ayudó. Tomó
un gran trago del frío y espeso liquido y tragó. —Hay Nephilim buenos y
malos. —Inclinó el vaso contra su pecho—. Obviamente, nosotros
somos buenos. Todos los del Santuario, y hay muchos de nosotros, son
buenos. Operamos como un sistema de controles y contrapesos.
Michael se tiró hacia atrás, pasando la mano por su rostro
mientras la miraba fijamente. La expresión que tenía le dijo a Lily que
estaba a punto de correr de nuevo, y ella no podía permitirse eso. No
con Luke aquí. Él haría algo mucho peor que derribarlo. Miró su vaso
casi vacío, con el ceño fruncido. Debería haber pedido dos.
—Como podemos sentir las almas que son vulnerables, tenemos
que llegar a ellas primero. Hay algunos de nuestra especie que luchan
con sólo encontrar esas almas y las ayudan a cruzar. ¿Las personas que
pueden hablar con los muertos? —Hizo una pausa, dejando que eso se
hundiera—. Son Nephilim, y su trabajo es ayudar a esas almas, pero a
veces no somos lo suficientemente rápidos.
Michael asintió como si entendiera. —¿Qué pasa si no lo hacen?
—Es lo que pasó con ese pobre hombre en el callejón. Una vez
que un alma entra en un humano, es demasiado tarde. El alma se
corrompe y se vuelve mala. Los llamamos Poseídos. Lo sé, no es muy
creativo o clásico, pero así es como los conocemos. Cuando ocurre, el
humano tiene que ser asesinado.

38
Él soltó una breve carcajada, cerrando los ojos. —Ésta ha sido
una noche infernal. ¿Así que ustedes van por ahí matando a la gente
que creen que está poseída por las almas malignas?
—No es lo que nosotros creemos —lo corrigió Remy—. Es algo que
sabemos. Podemos sentir las almas antes de que entren en un cuerpo, y
una vez que lo hacen. Se siente como la muerte: fría y definitiva. Lo
sabes cuando ocurre. No hay forma de confundirlo.
Michael se volvió hacia Lily. —Entonces ¿mataste a ese hombre
porque tenía un alma mala en él? ¿Por qué no simplemente…
exorcizabas el alma?
Luke se rió. —Esto no es la televisión, amigo. No se puede quitar
un alma una vez que entran en un cuerpo. Como ella dijo, el alma se
vuelve mala en el momento en que sube por la garganta de los
desafortunados que se encuentran cerca de la misma. Deberías saber lo
que ocurriría si trepara por la tuya.
Había una buena probabilidad de que Lily lanzara la copa a la
cabeza de Luke. Con una fuerza de voluntad que no se dio cuenta que
tenía, dejó el vaso en el suelo y cruzó las manos. —Míralo de esta forma,
Michael. El alma infecta al huésped. Como un resfriado o un virus, pero
este tipo de infección es permanente. Ya no recuerdan quiénes son. No
se preocupan por las cosas molestas como la moral o la compasión. Se
vuelven máquinas asesinas, y es nuestro trabajo ocuparnos de ellos.
Nos han entrenado para… deshacernos de ellos.
Michael sacudió la cabeza. —Ustedes están malditamente locos.
Era demasiado esperar que absorbiera la información como una
esponja y luego preguntara dónde podía firmar para el trabajo. Sabía
que era bien pasada la medianoche, y no tenía idea de cuánto tiempo
Michael había estado en su turno antes de que lo encontrara. Supuso
que sólo tenía un par de horas con él antes de que se negara a todo, y
tanto si le gustaba como si no, planeaba utilizarlas.
—Tengo un par de cosas más para decirte. Después tenemos algo
que queremos mostrarte. —Hizo caso omiso de la sensación de
confusión que Remy y Luke le dispararon—. Es realmente importante
que sepas lo que está allí fuera. Hay personas como nosotros que son
malos. Fueron Nephilim una vez, pero los Caídos los corrompieron. Se
convirtieron en lo que nosotros llamamos esbirros. Sip, de nuevo,
apestamos con los nombres, pero hay una legión de ellos.
Michael comenzó a levantarse, pero volvió a sentarse. Una especie
de sonrisa torcida se formó, pero su rostro palideció varios tonos. —
Esperaba haber oído mal cuando dijiste esbirros.
—Lo siento, pero no lo hiciste. Los esbirros están constantemente
buscando almas y… a Nephilim como nosotros.
—Quieren matarnos —agregó Luke con indiferencia—. Y también
los Caídos.

39
La mirada cansada de Michael pasó a Luke. —No veo cómo esto
es mi problema.
—Bueno… —comenzó Lily con una sonrisa forzada—. Como que
es tu problema. ¿Recuerdas cuando te advertí que cada esbirro y Caído
estarían buscándote? —Michael asintió—. Bueno, una vez que un alma
entra en un cuerpo humano, lo que sea que vea o sienta se lo comunica
al esbirro que los persuadió y luego al Caído que lo corrompió. Es algo
así como un sistema de mensajería instantánea realmente jodido.
Las cejas de Michael se juntaron. —¿Y?
Lily respiró profundamente, exhalando lentamente. —Los Caídos
y los Nephilim pueden sentirse entre sí. También las almas. Es un
sistema de alarma interno. Algo así viene muy bien también, pero eso
no viene al caso.
—Sólo dilo, Lily —gruñó Luke desde su esquina.
Ella lo miró. —Es porque eres como nosotros, Michael. Tu padre
era uno de los Caídos, y eso te hace uno de nosotros.
—Basura —susurró él.
—Y siendo que el alma sabe lo que eres, eso significa que también
lo sabe el esbirro… y los Caídos. Saben que no estás entrenado y
prácticamente indefenso ante ellos. Van a ir por ti. Primero, intentarán
coaccionarte para que te unas a ellos.
—Pasarte al lado oscuro y todo. —Remy sonrió.
—¿Y si no lo haces? —continuó ella—. Te matarán.
Michael manejó esa pequeña parte sorprendentemente bien. Los
miró y se echó a reír tan fuerte que pensó que se había hecho daño a sí
mismo.
—No estamos bromeando —dijo ella, encontrando y sosteniéndole
la mirada—. En absoluto.
Comenzó a levantarse, pero no llegó muy lejos. —Esto… esto es
una locura.
No dijo mucho más después de eso. Estaba negado, y había
mucho que no sabía. No habían llegado al hecho de que los Caídos
estaban detrás de la mitad de los políticos sucios en esta ciudad.
Lily se puso de pie y se desperezó. Tenían un par de horas antes
de la salida del sol y para que los esbirros se arrastrasen de regreso al
lugar más húmedo y oscuro que podrían encontrar. Bueno,
probablemente vivían en algún lindo pent-house, pero como sea. —Sé
que se está haciendo tarde, pero hay algo que necesitamos mostrarte.
Creo que ayudará.
—Creo que nada me ayudará a entender —respondió secamente.
Ella le disparó una sonrisa. —No, esto lo hará. En el peor de los
casos, sabrás que no estamos locos. —Luego se rió cuando vio la

40
mirada de incredulidad en su cara—. No voy a matar a otro hombre, si
eso es lo que estás pensando.
Remy se alejó de la pared. —¿Iremos al viejo reformatorio St.
Mary?
Lily asintió, ganándose una sonrisa de Luke. Se volvió hacia
Michael. —Te haré una promesa. Si vienes con nosotros, y no probamos
que todo lo que te dijimos es cierto, entonces te dejaremos en paz, y
nunca nos volverás a ver.
Sus cejas bajaron con incertidumbre.
Le ofreció su meñique. —Lo juro por el meñique.
Michael sacudió la cabeza, poniéndose de pie. —¿Puedo volver a
casa y no preocuparme nunca por ángeles o…. lo que sea?
Casi se sintió mal por hacerle esto. —Lo prometo.
Dio un largo suspiro antes de aceptar. Se dio la vuelta, pasando a
Luke mientras salía. —Sé agradable.
Una mirada abiertamente inocente apareció en su rostro. —Por
supuesto.
—¿A dónde va? —exigió Michael inmediatamente.
Luke se volvió hacia él, su sonrisa fría. —Vas a verlo muy pronto.
Rodando los ojos, se dirigió hacia la puerta. Maldita sea, ella
esperaba que Luke no lo matara antes de que peleara con un esbirro…
o dos.

***
Michael siguió a los dos hombres por las calles de DC en un
aturdimiento surrealista. Después de quitarse el uniforme azul de la
marina y el chaleco, se sintió extrañamente desnudo en su camisa. Ni
siquiera sabía por qué había aceptado. Quizás fue porque, por debajo
de la incredulidad, confusión, e incluso un poco de miedo, estaba
curioso. Y a pesar de golpearlo antes, ninguno de ellos intentó
lastimarlo de verdad, y él sabía que podían.
El único pensamiento que lo impulsó a través de la niebla era
saber que pronto podría dejar todo esto atrás. Echarle la culpa a una
noche llena de locos; despertarse en la mañana para volver alegremente
a lo suyo, como si nada de esto hubiera pasado.
Salieron de la acera, en dirección al puente. Deseaba que le
devolvieran su arma. Mierda, podía ser reconocido incluso sin el
uniforme. Las calles por aquí no eran agradables. —¿A dónde estamos
yendo?
Remy lo miró. —¿Conoces el viejo reformatorio cerca del Congreso
Heights?

41
Lo conocía. Todos sabían dónde estaba el Congreso Heights.
Había sido uno de los barrios más descuidados en DC, y sólo
recientemente se habían mudado allí desarrolladores urbanos. Con el
aumento de la presencia policial y el esfuerzo general de la limpieza,
había mejorado, pero todavía no era genial.
Los tres giraron en la calle Clay, y delante de ellos apareció el
alguna vez prestigioso reformatorio que había sido olvidado hace mucho
tiempo. Él frunció el ceño mientras Remy tomaba la valla metálica y,
con un simple giro de muñeca, rompía la cerradura.
Su estómago se congeló. ¿En qué diablos me he metido? Puede
que no creyese en los ángeles y toda esa mierda, pero no había duda de
que había algo radicalmente diferente en estas personas. Tal vez eran
producto de un experimento gubernamental encubierto que salió mal.
Más creíble que la basura sobre los Nephilim, pero aún así, era
bastante aterrador.
El césped no había sido cortado en años, y la hierba había crecido
hasta las rodillas. Los arbustos y malezas cubrían el antiguo camino de
entrada, y se pegaban a sus pantalones.
—¿Vamos a entrar ahí? —preguntó en voz alta.
Remy le sonrió antes de desaparecer por el costado del edificio.
Michael se volvió hacia Luke, cruzando los brazos. —¿Qué estamos
haciendo?
—Remy va a encontrar una manera de entrar. Una que no sea
demasiado obvia.
—¿Por qué querríamos entrar?
La mueca en la cara de Luke se profundizó. —Haces un montón
de preguntas estúpidas, ¿sabías?
Su ira se encendió. No quería nada más que golpear la sonrisa
arrogante de su rostro, y aunque el hombre era mucho más grande que
él, Michael pensaba que podía ganarle. O por lo menos, hacerle algo de
daño en el proceso.
Luke le hizo señas para que lo siguiera por el lado del edificio de
ladrillo deteriorado. —Vamos, Remy —murmuró—. No tenemos mucho
tiempo.
¿Mucho tiempo antes de qué? Dios, ¿realmente quería saberlo?
Una de las placas que cubrían una ventana inferior se astilló,
asustándolo. Remy sacó la cabeza, recordándole a un enloquecido Jack
Nicholson. —Entren.
Se detuvo. Cada célula de su cuerpo le advirtió que no entrara.
Además del hecho de que estaba bastante seguro de que los pisos
debían estar podridos hasta el punto de no ser seguros, también sabía
que no le gustaba a dónde se dirigía esto.
Luke se movió a su lado. Extendió el brazo. —Entra.

42
Michael apretó los dientes. Viendo que no podía salirse de esto, le
disparó una mirada sucia por encima del hombro y trepó por la ventana
tan cuidadosamente como le fue posible. Una vez dentro, apenas podía
ver lo que lo rodeaba.
Luke saltó por la ventana y aterrizó sobre sus pies a su
lado. ¿Cómo un tipo tan alto puede ser tan silencioso?
—Están cerca. —Remy se dirigió hacia la puerta—. Síganme.
Michael hizo lo mejor que pudo para seguirle el paso por el
laberinto de escritorios rotos y sillas desparramadas. Dondequiera que
la luna era capaz de filtrarse, vio grafitis pintados en las paredes y
pisos.
Dejaron la habitación en silencio, entrando en los pasillos. Tuvo
cuidado de seguir los pasos seguros de Remy. Partes del suelo estaban
podridas, pero de alguna manera, los chicos las evitaron sin siquiera
mirar. Quizás eran ninjas.
Casi se rió, pero dudaba que alguno de los hombres lo apreciara.
Subieron las escaleras, y cansado del silencio, pidió saber cuál
era el plan. Luke le lanzó una sonrisa cínica, pero Remy fue un poco
más informativo. —Algo que tienes que ver, algo que va a poner las
cosas en perspectiva.
Dudó en la cima de las escaleras. —No hay nada que puedan
mostrarme que ponga esta noche en perspectiva.
Luke se rió entre dientes pero no respondió mientras hacían su
camino por el corredor. Al final, Remy abrió la puerta doble cubierta
con pintura roja desvanecida y oxidada.
Medio esperando que algo le saltara, Michael quedó un poco
decepcionado cuando se dio cuenta que estaban en la cima de un
gimnasio vacío. Se giró hacia Remy. —¿Hay un juego del que no soy
consciente?
Remy inclinó la cabeza hacia atrás, riendo. —Un juego de clases.
Poniendo los ojos, se volvió hacia el suelo agrietado por debajo de
ellos. Las gradas se habían retirado, y sólo quedaba un poste de
baloncesto. La red había desaparecido y el tablero colgaba en un ángulo
extraño. Sintió a los hombres moverse en silencio a su lado.
Luke le tocó el brazo. —Cállate.
Quería romper ese maldito dedo, pero pasos sonaron por el suelo
y algo… algo se agitó en su estómago. Era el tipo de sensación que tenía
cuando estaba a punto de arrestar a alguien, pero más fuerte, mucho
más fuerte. Excitación nerviosa mezclada con temor salió de su
estómago y viajó por su columna vertebral en un estremecimiento. Se
inclinó para mirar por encima de la barandilla, pero Luke tiró de su
brazo.
—Retrocede —siseó.

43
Desde su nuevo punto de vista todavía podía ver la zona de abajo,
pero se ocultaba en las sombras que se arrastraban por las paredes y el
techo.
Alguien entró por las puertas de las tribunas en el lado opuesto
del gimnasio, parado en el centro de la cancha, bajo un rayo de luz de
luna que entraba por una ventana rota. Era un chico. Un joven.
Probablemente ni siquiera en sus veinticinco años, por lo que se veía.
Su pelo negro estaba desordenado, y llevaba delineador, lo que
acentuaba los ojos inusualmente pálidos. Michael podía ver una banda
en la camisa negra del chico, pero el logotipo se había desvanecido.
Sus palmas comenzaron a sudar. —¿Quién es ese? —susurró.
Luke lo miró severamente. —Alguna vez fue un Nephilim —
respondió en un susurro—, pero ya no es cálido y difuso. Es un
esbirro.
El chico levantó la cabeza, oliendo el aire. Los ojos de Michael se
ampliaron mientras el chico alcanzaba el bolsillo de sus pantalones
negros, retirando un cuchillo de aspecto desagradable. Del tipo que él
imaginaba se usaba para destripar un ciervo.
—¿Qué está haciendo?
Luke exhaló lentamente. —Está buscando a Lily. Él nos siente,
pero cree que es ella.
Michael fue sorprendido por la repentina aparición de la pequeña
fiera frente a ellos. Situada en el borde de la baranda del balcón, tenía
los brazos a los costados, la cabeza inclinada hacia abajo.
—Sólo observa —susurró Luke.
Lo hizo, paralizado por la belleza salvaje de Lily. Se agachó allí
con una facilidad que era poco común. Con el pelo recogido en un moño
desordenado y lo que era más una sonrisa de satisfacción en su rostro,
parecía aburrida, como si estuviera a punto de ir al supermercado o
algo así. Luego, bajó la mirada, vigilante, se puso de pie con elegancia y
saltó al piso de abajo.
Una oleada de proteccionismo estalló profundamente dentro de él.
Lily era una niña, ¿y se suponía que ellos debían quedarse ahí parados?
Al diablo con eso. Cada instinto en él exigió que hiciera algo.
Luke y Remy debieron haber sentido su asombro repentino
porque se movieron para bloquearlo. Pero empujó, y empujó más fuerte.
Ambos hombres cayeron a los costados, y él fácilmente cerró la
distancia entre ellos y la barandilla. Se inclinó, gritando su nombre—:
¡Lily!
El chico alzó la cabeza con la boca abierta. Dejó escapar un grito
que cortó el interior de Michael. El aullido viajó hasta su alma,
dejándola helada. La boca del chico colgaba abierta, distorsionándola

44
hasta convertirse en un enorme agujero de la oscuridad que casi se
tragaba todo su rostro.
El sonido siguió llegando, chillando hasta que se convirtió en un
lamento que llenó todo el gimnasio. —¡Nephilim! —gritó.
Con el corazón tronando, Michael se tambaleó hacia atrás de la
barandilla. No podía haber imaginado eso. Ni en sus sueños más
salvajes. No había manera de que pudiera deshacerse de lo que vio u
olvidarse de él.
Esa cosa en el piso con Lily no era humana.
Santa mierda, todo lo que habían dicho era verdad.

45
6 Traducido por Vanessa VR
Corregido por Mel Markham

L
ily estaba excepcionalmente orgullosa de sí misma. Había
seguido claramente al esbirro por DC, y luego prácticamente
se arrojó sobre él. Una vez que él la visualizó, la persecución
se inició, y lo dirigió justo a donde quería.
Pero entonces saltó, aterrizando sobre la punta de sus pies, y todo
se fue al infierno en el momento que Michael gritó su nombre. El esbirro
emo soltó su grito de batalla, girando sobre ella. Ella vislumbró el
cuchillo afilado preparado, alto en el aire. Había varios metros de
distancia entre ellos, pero el joven esbirro la redujo con un solo salto.
Los esbirros eran estúpidos, pero fuertes.
Sacudió las muñecas y las dagas de plata en forma de carámbano
se liberaron de los brazaletes que usaba. A centímetros de ella, el
esbirro descendió con el cuchillo apretado en su puño. Levantó el brazo,
dirigido directamente a su pecho, y ella se echó a reír. Sólo un golpe al
corazón con plata inscrita y perfeccionada en agua bendita mataría a
uno de los suyos.
Los Nephilim habían diseñado esos cuchillos. Los esbirros
simplemente usaban cualquier cosa para cortar un Nephilim hasta que
no quedara nada, o los desgarraban miembro a miembro. Podría ser un
caos sangriento si los tomaban desprevenidos, pero ella raramente
fallaba. Probaría que esta vez no era diferente.
Su cuchillo hizo contacto con el pecho del esbirro, hundiéndose a
través de la carne suave y hueso con una rapidez que requería poco
esfuerzo.
Los ojos transparentes del esbirro se abrieron ampliamente. —
Mierda.
—Lo siento. Escogiste el lado equivocado, amigo —susurró,
sacando la navaja. Cuando las hojas se replegaron en los brazaletes, el
esbirro tembló una vez, y luego su piel comenzó a desprenderse. Sus
hombros se hundieron mientras la apatía la llenaba. El joven Nephilim
tenía una opción. Como seres humanos, todos tenían libre albedrío, y

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éste optó por convertirse en esbirro. En cuestión de segundos, quedó
sólo una fina capa de polvo.
Levantó la mirada y encontró sus nuevos objetivos. —¿En serio?
—gritó, levantando los brazos—. ¿No podían mantenerlo callado
durante unos pocos segundos?
Luke tuvo la decencia de avergonzarse. —Lo siento. Es más fuerte
de lo que parece.
Disgustado con ellos, negó. Ganando velocidad, se lanzó hacia el
balcón, aterrizando en la barandilla frente a Michael.
Su rostro palideció. —Cristo.
Ella rodó los ojos y cayó frente a él. —Eso es lo que teníamos que
mostrarte.
Michael se frotaba un punto sobre su corazón como si le
molestara.
—¿Estás bien, hombre? —preguntó Remy.
Luke soltó un bufido. —Creo que oficialmente lo ha comprobado.
Golpeó a Luke en su brazo. —Michael, ¿estás aquí con nosotros?
Aún no respondía. Esperando que el aire fresco lo estimulara, lo
condujeron de nuevo a través de la escuela abandonada y en la noche.
Una vez fuera, Michael se inclinó y apoyó las manos sobre las
rodillas, tragando el aire como si estuviera hambriento de oxígeno. Luke
frunció el ceño antes de dirigirse hacia la parte frontal del edificio, pero
Remy y Lily se mantuvieron al lado de Michael, dándole tanto tiempo
como necesitara para entender lo que acababa de presenciar.
Lily trató de recordar la primera vez que había visto a un
Nephilim al que le había ido mal. Ella tenía como diez años, y Nathaniel
y Luke habían capturado una mujer solitaria que se había vuelto
esbirra. En un intento para, de alguna manera, traerla de regreso, la
habían encerrado en una de las celdas en el Santuario. Era la primera
vez que oía los gritos horribles. Estaba tan asustada, y el sonido era tan
horrible, que vomitó. Pasó la noche aferrada a Luke en un apretón de
muerte, demasiado asustada para dormir sola.
Distorsionada más allá de la salvación, la esbirra finalmente tuvo
que ser sacrificada. A Lily, tan aterrorizada como se encontraba, le
había sido difícil entender eso.
Michael se puso de pie lentamente, frotando el dorso de la mano
por la boca. —¿Qué era eso?
—Lo que te dijeron que era —respondió ella con suavidad—. Un
esbirro.
Se volvió hacia ella. —¿Toda esta mierda... es cierta?

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Ella sonrió. —Todo, y la parte que te dije sobre tu padre… sobre
todo eso.
Sus ojos se clavaron en los de ella mientras hablaba. —No... no sé
qué decir. Nunca he creído en esas cosas, pero sé que lo que vi fue real.
—Tan real como un ataque esbirro —bromeó.
—Joder —dijo.
Remy se adelantó, palmeando al hombre en el hombro. —¿Qué tal
si damos por terminada la noche?
Aceptó débilmente, y el desconcierto se asentó en su rostro. —
Quiero ir a casa.
Ella se volvió hacia Remy con cansancio, y él asintió. Michael
tenía que volver al Santuario, donde estaría seguro. Ahora, un esbirro
además de un humano poseído lo habían visto. Tenía que ser ya el tema
de discusión entre los Caídos.
Remy le susurró algo a él que no pudo oír. Confiaba en Remy con
Michael. De todos ellos, era el más comprensivo y el menos impaciente.
Eso trajo de vuelta a Luke y la conversación que necesitaba tener con
él.
Echó un último vistazo al joven policía y sintió una extraña
agitación en su interior. ¿Era simpatía? ¿Posiblemente incluso
comprensión? ¿Pena? La pena conseguía gente muerta. Empujó lo que
fuera hacia abajo, dejándolos para buscar a Luke.
Se encontraba al lado de la puerta. Lo miró en silencio durante
un momento. Sus labios normalmente expresivos formaban una línea
dura. Pasó una mano a través de sus ondas marrones, cortas,
maldiciendo en voz baja. Luke había cambiado desde la muerte de
Anna. Se volvió más y más frío. Nunca supo realmente lo que había sido
su relación, pero supuso que era más que una amistad. Hizo su muerte
mucho más difícil para él.
Se acercó a su lado, tocando su brazo. —Hola.
La miró, una sonrisa irónica formándose en su rostro. —¿Cómo
está nuestro nuevo recluta?
Se encogió de hombros, miró al otro lado de la calle vacía. —Como
se esperaba.
—Genial —murmuró.
Se volvió hacia él. —No me gusta esto, tampoco. Creo que es
absurdo tratar de entrenarlo ahora, pero ¿qué podemos hacer? Ellos lo
conseguirán de un modo u otro, si no lo hacemos.
Frunció el ceño, pero no dijo nada.
Extendió la mano, envolviéndola suavemente alrededor de la de
él. —Una orden es una orden. Esto es lo que Nathaniel quiere. Por lo
menos si está entrenado, puede protegerse a sí mismo.

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—Me importa una mierda lo que Nathaniel quiera.
Suspiró. —Entonces preocúpate por lo que yo quiero. No puedo
hacer esto sola. Sabes que soy un desastre con los Nephilim novatos.
Termino rompiéndolos, y necesito tu ayuda con esto. Por favor, Luke. Sé
agradable por mí.
Bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas. Con un suspiro
que dijo que sabía que lo envolvía con su pequeño dedo meñique,
asintió. —Está bien... lo intentaré.
Finalmente, algo iba bien hoy.
—Pero si fanfarronea de nuevo, no puedo prometer nada.
—Está bien. Es un trato —concordó. Decidida a probar su nueva
actitud, le pidió su primer favor—. ¿Puedes asegurarte de que Remy lo
regrese al Santuario? Estoy acabada. —Comenzó a alejarse, pero Luke
le apretó la mano.
—¿Por qué no te quedas en el Santuario?
Rodó los hombros. —Quiero ir a mi casa.
—A Nathaniel no le gusta que te quedes allí —respondió—. Ni
siquiera le gusta la idea de que tengas tu propia casa.
Pero era su casa, su pequeño pedazo del mundo, y no tenía que
compartirlo con nadie. Fue ella quien remodeló el estudio, esculpiéndolo
en algo únicamente suyo. El pequeño jardín en el balcón en el que
trabajó meticulosamente cada vez que tenía tiempo era su tesoro
personal. Era donde lograba estar en paz, y donde escapaba cuando
necesitaba ser normal.
Allí podía mezclarse. Dejar su apartamento por la puerta, bajar
las escaleras y salir al mundo ordinario donde los ángeles sólo existían
en la Biblia y en las pinturas. Afuera de su casa, había salas de cine,
restaurantes, y cafeterías. El bullicio ocupado la confortaba de una
forma en la que el Santuario nunca podría.
No iba a renunciar a él por nada. Ni por Luke, ni por Nathaniel.
—Pensé que no te importaba una mierda lo que quiere Nathaniel
—le recordó.
Sus labios se curvaron en una sonrisa genuina. —Cuando se
trata de ti, sí.
Y Anna, pero no era lo suficientemente ignorante para mencionar
eso. —Luke, no voy a ceder.
Tensando la mandíbula, soltó su mano, dejándola libre. —Ten
cuidado.
Se paró en la punta de sus pies, y él se inclinó. Le dio un casto
beso en la mejilla y murmuró—: Como siempre.
—Lo digo en serio.

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—Sabes que eres mi favorito, ¿cierto?
Dejó escapar un suspiro. —Lo que sea. Vete.
Sonriendo, se giró y se fue. Muchos de los Nephilim preferían los
modos más habituales de viajar, como tomar el metro, pero ella prefería
la ruta más solitaria para llegar a donde iba, que no era su casa, como
Luke esperaba. En cambio, fue en la dirección opuesta. Cazar el esbirro
y su posterior muerte tenía su sangre toda enardecida. Y bien, el
enfrentamiento con Julian también la tenía furiosa. Estaba ansiosa. No
había forma de que fuera a casa como la buena pequeña Nephilim que
Nathaniel y Luke esperaban que fuera.
Se lanzó entre dos edificios de apartamentos. Asegurándose de
que nadie miraba, se agachó y saltó. Se dirigió a la escalera de
incendios en el séptimo piso. A partir de ahí, saltó fácilmente al otro
edificio. Brincó a través de las viejas escaleras de acero, alcanzando el
techo rápidamente.
Saltando de una azotea oscura a la siguiente, exhaló
profundamente. Le encantaba la corriente de aire, la incertidumbre de
la caída, y la forma en que la noche se inclinaba hacia ella. Tan cerca de
volar como le era posible, estaba en su mejor momento. Así debe
sentirse un ángel de pura sangre… ligero y libre.
Aquí, Lily no pensaba en Anna. En el aire, no se preocupaba por
Nathaniel o Luke. Mientras volaba sobre los edificios, no pensaba en
Michael y lo difícil que sería para él. Era sólo ella.
Saltando los techos como la gente en el suelo saltaba a los trenes,
le tomó quince minutos precipitarse por la escalera de incendios junto
al club frecuentado tanto por humanos como por Nephilim.
Enderezando su falda, rodeó el edificio de ladrillos de dos pisos, y le dio
una sonrisa descarada al gorila de seguridad en Deuces Wild.
Bruno —probablemente no era su nombre real— apartó la
cuerda, dejándola pasar delante de los clientes muy cabreados
esperando en la cola.
El fuerte ritmo de la música tecno penetró su sangre
inmediatamente, añadiéndose a la agitación acumulada en su interior.
Las personas estaban reunidas ante un escenario en forma de S,
bailando juntos en algo que parecía vagamente una orgía con ropa
puesta. En el escenario, las chicas del club bailaban con poca ropa,
aunque las que bailaban en las jaulas colgando de los techos
abovedados eran las que más fascinaban a la mayoría. ¿Cómo podían
bailar esas chicas así en tacones de plataforma de quince centímetros?
Dirigiéndose directamente a la barra, tomó el primer asiento
vacío. Sammy, el camarero, llegó a su lugar. Incluso en la tenue
iluminación la reconoció inmediatamente. Realmente necesitaba
conseguir una vida. O un pasatiempo.

50
—¿Lo de siempre? —preguntó, lanzando una toalla blanca sobre
sus hombros con una mano muy tatuada. Diablos, cada pieza expuesta
de carne, incluyendo su cara, estaba tatuada.
—Sip. Una noche difícil. —Apoyó los codos en la barra mientras
Sammy le dedicaba una sonrisa dudosa, que parecía divertida
considerando que tenía un dragón en su mejilla.
—No puede ser tan mala, cariño.
—Siempre es muy mala. —Era la misma conversación que
intercambiaban cada vez que venía aquí. Sammy nunca preguntaba qué
hacía que sus noches fueran tan malas. Probablemente pensaba que
era una prostituta, por todo lo que sabía. Divertido, pero dudaba que la
verdad lo perturbara.
Observó a las personas hasta que Sammy regresó. Sobre todo
chicos en edad universitaria llenaban el club, emborrachándose, con la
esperanza de follar de una forma u otra. Así estaba ella... de cierta
forma. Mientras su mirada revoloteaba sobre ellos, se preguntó cuántos
llegarían realmente a casa esta noche. ¿Y cuántos iba a enfrentar en un
futuro próximo, empujando un cuchillo en sus pechos? Mierda. Ahora
ella se deprimía a sí misma.
—Aquí tienes —anunció Sammy.
Se giró en su asiento, juntando las manos. —Eres el mejor, ¿lo
sabías?
Deslizó una caja de cartón de porción individual del helado Ben &
Jerry y la Coca-Cola dietética hacia ella. Un inconveniente de ser un
Nephilim: ninguna cantidad de alcohol en este mundo podía
emborracharla. Una planta, cuando se cocinaba y guisaba
correctamente, podía hacer efecto, pero era muy adictiva. Nathaniel
tendría su trasero si la agarraba con Triunfante de Ángel... otra vez.
Sammy se pasó una mano por la calva mientras su mirada se
deslizaba detrás de ella. —Uno de tus chicos acaba de llegar. Traten de
no destruir la lavandería esta vez.
Un rubor feroz cruzó sus mejillas mientras forzaba la tapa y
cavaba en el helado, esperando la sensación familiar de otro Nephilim
recorrer su espina dorsal. “Uno de sus chicos” verdaderamente
significaba una persona. Gabe. Y no habían destruído la lavandería la
última vez. En realidad no.
La bondad de los trozos de chocolate casi había desaparecido en
el momento que Gabe decidió saludarla, lo que estaba bien. Si ella se
encontraba aquí, y él también, sólo significaba una cosa.
Se detuvo detrás de la silla ocupada a su lado. Bastó una mirada
amenazadora de él, y el tipo borracho prácticamente se cayó del asiento.
Gabe se deslizó en ella, nada arrepentido, sus labios carnosos
curvándose en una malvada sonrisa de complicidad. Era un mellizo,
maldita sea. Alto y con una mata de cabello castaño rizado, musculoso,

51
y tremendamente travieso, era mucho más relajado que su hermano
silencioso y malhumorado, Damon. También era uno de los pocos de
confianza para estar en el círculo, junto con su hermano.
—Hola —dijo, dejando caer su cuchara en la caja de cartón vacía.
Lo miró, empujando su rodilla con la suya—. ¿Qué hay?
—Nada. —Se inclinó sobre ella, su rodilla empujando lentamente
sus piernas, separándolas hasta que el muslo vestido de cuero presionó
contra el suyo desnudo—. Esperaba que estuvieras aquí después de la
noche que tuviste.
Ella suspiró. Se imaginó que todos los Nephilim sabrían de ella y
el policía. Era como si hubiera una especie de tablón de anuncios
secreto que desconocía. —Si hubiera sabido lo que era, no lo habría
noqueado.
—Sí, lo habrías hecho. —Sonrió—. Me encontré con Remy. Dijo
que ustedes le mostraron la... vida nocturna. Escucharlo no fue muy
agradable.
—Se asustó. —Ella tomó un sorbo de Coca-Cola, amando la
manera en que burbujeó en su lengua—. Pero, ¿qué se puede esperar?
El tipo no tenía ni idea de lo que era. Él va a ser de cosecha principal.
—No puedo creer que Nate va a tratar de entrenarlo. —Su mano
grande cayó a su rodilla, y su pulgar se deslizó donde la piel se plegaba,
recorriendo ociosamente de un lado a otro—. Va a ser una pérdida de
tiempo.
—Una pérdida de mi tiempo —corrigió—. Yo tengo que entrenarlo.
Ella tuvo la satisfacción momentánea de ver su expresión
normalmente aburrida cambiar a sorprendida. —¿Me estás tomando el
pelo? —dijo.
—Me temo que no.
—Así que vas a quebrarlo. —Se rió.
—O matarlo accidentalmente, pero ya veremos. —Puso una mano
sobre la suya, deslizándola por su muslo. Tomando un último sorbo de
la Coca-Cola, se puso de pie, entrelazando los dedos con los suyos
callosos.
Gabe inclinó la cabeza en su oído, y en voz baja y ya espesa dijo—
: ¿Estás apurada esta noche?
Sus entrañas se apretaron, y el calor líquido sustituyó algo de la
agitación. Se inclinó hacia él, presionando su cuerpo contra el suyo. —
¿Tienes algún problema con eso?
—Es lo último en este mundo con lo que tendría un problema,
amor.
—Bueno. —Girando, lo condujo alrededor de la barra. Sammy
puso los ojos y siguió lavando los vasos.

52
No hablaron mientras Lily lo conducía hacia la parte posterior de
la barra y a través de la puerta claramente marcada con Sólo para
Empleados. Pero cuando se detuvo para dejar que sus ojos se
acostumbraran a la oscuridad del pasillo estrecho, lo sintió contra su
espalda, rígido y grueso. Nop. A Gabe seguro que no le importaba ir
rápido.
Encontrar la lavandería tomó muy poco tiempo. Ir al grano una
vez que la puerta se cerró detrás de ellos fue incluso más rápido. Un
segundo después de que ella tirara de la cadena de metal colgando en el
centro de la habitación, dejándola en completa oscuridad, sus brazos se
posaron alrededor de su cintura y la levantó sobre la punta de sus
botas.
Sus manos luego se movieron hacia el norte, terminando en sus
pechos, buscando los pezones cubiertos de tela y satén. Ella se arqueó
contra sus manos, reprimiendo un gemido mientras sus pulgares se
deslizaban bajo su camiseta y se burlaban de las puntas cubiertas de
satén. Ella nunca hacía un sonido. Nunca.
Gabe gruñó bajo en su garganta, chocando su pelvis contra ella.
La oleada de calor inundando su centro la tenía balanceándose contra
él. Una mano dejó su seno, se deslizó sobre la curva de su estómago y
encendió su cadera. La deslizó bajo su falda, moviéndose sobre sus
muslos. Cuando sus dedos rozaron las ya húmedas bragas, gruñó de
nuevo.
Justo como Julian había predicho en la azotea, la frágil barrera
de la ropa se mantuvo. Gabe palmeó su sexo cubierto, frotando el
pulgar sobre su clítoris hasta que ella se retorció contra su mano.
La desesperación aumentó en ella tan bruscamente que casi gritó.
El deseo, la necesidad de perderse en nada más que la sensación,
aunque sea por unos momentos, se hizo cargo.
Entonces, sin previo aviso, la imagen de Julian destelló detrás de
sus párpados cerrados. ¿Qué demonios? No lo quería en su cabeza
mientras hacía esto. Se concentró en el hermoso rostro de Gabe, y
cuando eso falló, se imaginó a otros hombres. Pero una vez que su
mente trajo la imagen de Julian, la fantasía prohibida se arraigó.
Se movía detrás de ella, sosteniéndola en sus brazos fuertes, sus
dedos burlándose despiadadamente. Con el corazón acelerado, se aferró
a los brazos de Gabe mientras la intensa presión comenzaba a
construírse en su núcleo.
Gabe se echó hacia atrás, volviéndola y agarrando sus caderas. La
subió en el borde de la lavadora, separando sus muslos con sus manos
y piernas. Se situaron como dos amantes, plenamente dispuestos a
disfrutar en la carne del otro. Pero había reglas, límites entre ellos que
nunca serían cruzados. Nada de besos. Sin penetración de ningún tipo.
Gabe nunca la presionaba, nunca hablaba de ello. Y nunca se quejaba
cuando lo hacían. Ni hablaba de lo que hacían. Ella sabía que él creía

53
que Luke cortaría sus pelotas incluso si sospechaba que follaba con
ella. Así que sus travesuras privadas funcionaban para ambos.
Después de todo este tiempo —y maldito Julian por averiguarlo de
alguna manera— aún era virgen. Apenas. Tan jodido como sonaba, era
la única cosa realmente suya. La única cosa que podría darle a alguien
que no pertenecía al Santuario y no estaba controlada por su Contrato.
Mantuvo los ojos cerrados, su mente traicionera sosteniendo la
imagen de Julian frente a ella. No importa cuántas veces lo empujó de
sus pensamientos, venía de regreso con una venganza. Maldito sea.
Pero, oh —oh, Dios… la fantasía la conducía a nuevas alturas. Su
piel estaba en llamas mientras bajaba la mano, abría la cremallera de la
bragueta, y lo liberaba. La mano libre de él se estrelló contra la
lavadora, abollándola mientras ella envolvía la mano alrededor de su
pene.
Sammy iba a estar enojado.
—Maldición —gimió Gabe, empujando en su mano mientras ella
trabajaba sin compasión—. Una noche realmente mala, ¿eh?
—No tienes idea. —Enterró la cabeza en su cuello mientras se
acercaba más, juntando tanto sus cuerpos que él tuvo que moverse
para mantener la mano entre sus piernas.
Ella envolvió una pierna alrededor de sus caderas mientras la
tensión se acumulaba en su interior. La punta de su polla se apretó
justo bajo su mano. Sus cuerpos se estremecieron juntos, pero
separados. Su polla se hinchó en su mano, y ella sabía que
probablemente quería enterrarse profundamente dentro de ella, pero no
lo haría. Y entonces la tensión se disparó, rompiéndose en pedazos y
estallando. Ella echó la cabeza hacia atrás, mordiendo sus labios hasta
que probó la sangre. La inundó la dicha. En esos momentos, como un
relámpago de energía por sus venas, era libre de las cadenas que
llevaba. Su cerebro se apagó. Eran sólo su cuerpo y la deliciosa
sensación de espasmos en sus músculos internos.
Un grito ronco vino de Gabe, y se echó hacia atrás un poco,
derramando líquido caliente sobre su muslo. Su polla saltó en su mano
mientras su cuerpo convulsionaba. Se quedaron así por un momento,
respirando con dificultad y montando las réplicas débiles. Luego buscó
a tientas la pila de toallas blancas limpias, la limpió a ella, y luego a sí
mismo.
Cuando terminó, presionó los labios justo en el lugar bajo su
oreja. —Ten más malas noches, amor.
Todas sus respuestas ingeniosas se secaron y desaparecieron. Él
se había ido antes de que abriera los ojos. Normalmente, eso no le
habría molestado. Eran dos adultos mayores de edad, y ni siquiera
habían tenido relaciones sexuales. Pero cuando se sentó en el borde de

54
la lavadora y el latido de su corazón disminuyó, sintió un anhelo de...
algo más que esto.
Esto era lo que estaba fuera del Santuario, llevándola a
conexiones impersonales en un oscuro cuarto de lavandería oloroso con
compañeros de trabajo. Claro, no había afecto entre ellos, pero esto no
se trataba de amor o incluso lujuria.
Eran sólo dos personas quitándose el estrés.
La soledad, de una forma con la que nunca había estado
familiarizada, se instaló en su pecho. Esta es mi vida, se dio cuenta
estúpidamente. Esto era lo que sacrificaba por un llamado superior.
Demonios, tal vez debería haber leído la letra pequeña en su Contrato.

55
7 Traducido por Moni
Corregido por Amy Ivashkov

N
athaniel levantó la vista del enorme Libro de los Nombres.
Era demasiado temprano para que estuviera despierto, e
incluso lo era para Luke. Pero parecía como si Luke
estuviera durmiendo tan poco como él. Deslizó la mano sobre el Libro,
cerrándolo.
El Libro de los Nombres era exactamente como sonaba. Contenía
todos los nombres de aquellos acogidos por los Caídos desde la creación
hasta el presente. Cuando un Nephilim era creado, su nombre y
locación aparecerían. Una marca emergería a su lado una vez que su
madre moría. Era entonces cuando iban por el niño. Nunca tomarían a
un jovencito de los brazos de su madre. Ni siquiera Nathaniel sabía
cómo trabajaba el Libro, o quién estaba detrás del conocimiento. Él era
simplemente el lector, y sólo unos pocos de confianza eran enviados a
buscar a los niños. Esperaba que un día pudiera confiar en Luke con
tal deber.
—¿Dónde está Lily? —preguntó Nathaniel.
Luke se alejó de la puerta. —En su casa.
Los ojos de Nathaniel se cerraron brevemente. Esa chica sería su
perdición. Desde el momento en que había traído a casa a la niña
gritando, ella se había enganchado alrededor de su corazón.
—Traté de hacer que se quedara en el Santuario, pero ya sabes
cómo es.
Nathaniel se puso de pie, tomando una llave dorada de su
bolsillo. Se acercó al armario, abriendo la mitad inferior. —¿Eso está
aún siguiéndola?
—Sí. —Las manos de Luke se apretaron en puños—. No sé qué se
trae entre manos. Es rápido, así que cuestionarlo es casi imposible.
Colocó el eterno Libro en su lugar. La llave fue de vuelta a su
bolsillo. Se giró hacia Luke. —No vayas tras él.
Luke frunció el ceño. —¿Entonces dejamos que haga lo que
quiera con Lily? ¿Es eso lo que estás sugiriendo?

56
—Lily no es Anna. Sabes eso.
Luke se quedó inmóvil. Sus ojos se volvieron fríos. Pasó un
minuto completo antes de que hablara. —No me hables sobre Anna.
Sus ojos se encontraron con los del joven Nephilim. Una gran
cantidad de arrepentimiento creció en él. —Luke, yo…
—No me gusta donde esto está dirigiéndose con Lily —lo
interrumpió—. Así es como comenzó con Anna.
—No me gusta su obsesión con ella más de lo que a ti te gusta —
respondió rápidamente—. Pero Julian nunca ha intentado hacerle daño.
—Tienes que estar bromeando —espetó Luke—. Eso es lo que el
Caído le hizo a Anna. La siguió, la protegió, y se ganó su confianza, sólo
para volver esa confianza contra ella. ¡No puedes confiar en él!
Las cejas de Nathaniel se levantaron. —¿Crees que lo hago?
Confío en Lily. Eso es lo que importa. Ella nunca sería tan tonta como
para meterse con él.
Lo que había pasado con Anna colgaba entre los dos y había
creado un abismo que siempre se mantendría. Nathaniel sabía que
Luke lo culpaba por permitir que Anna tuviera demasiada libertad.
Justo como Lily. Pero había cosas que nunca podría compartir sobre
Julian. Ese ángel caído era la menor de sus preocupaciones en este
momento.
Nathaniel volvió a su escritorio. Las risas lejanas de los niños, y la
severa maestra acallando su emoción, trajeron una sonrisa a su rostro.
—Estoy seguro de que no estás aquí por Lily.
Luke asintió con rigidez. —Micah vio a Asmodeus anoche. Él
estaba con el ayudante de un senador.
—Jesús. —Nathaniel se frotó el puente de la nariz. Asmodeus era
uno de los primeros ángeles en caer, y por mucho, uno de los más
peligrosos. Si había una jerarquía entre los Caídos, entonces Asmodeus
serviría junto con Lucifer. Con creciente preocupación de lo que se
estaba desarrollando, animó a Luke para que continuara.
—El ayudante trabaja para el senador que ha estado en los
periódicos por follarse a una secretaria, o algo así. Esta mañana, la
historia salió diciendo que la secretaria había estado mintiendo,
tratando de conseguir dinero del senador, y admitió que lo acusó
falsamente. Que conveniente ¿no?
—Genial. —Estaba comenzando a tener dolor de cabeza sólo de
pensar qué tipo de acuerdo había sido hecho para dejarlo ir tan
rápido—. Entonces estoy asumiendo que Asmodeus debió haber tenido
parte en eso.
—Exactamente, pero, ¿por qué Asmodeus estaría haciendo
acuerdos? Podrías pensar que eso está por debajo de él, pero debe
querer algo si es quien está susurrando en el oído del senador.

57
La inquietud se movió en las entrañas de Nathaniel. Los Caídos se
congregaban dentro y alrededor de la capital de la Nación por obvias
razones. Había muchos jugadores de poder en DC para hundirles las
garras, y el Santuario normalmente enviaba interferencias. Algunos se
deslizaban de sus dedos y terminaban en las manos de los Caídos. Era
una batalla constante.
¿Pero que Asmodeus esté personalmente envuelto? —Algo está
faltando aquí. ¿Quién dices que lo vio?
—Micah. Él ha estado manteniendo un ojo en el senador y su
ayudante —afirmó Luke.
Nathaniel se acarició la barbilla con aire ausente. —Asegúrate de
que Micah tenga cuidado. Él no debe acercarse a Asmodeus por
ninguna razón.
—Me gustaría manejar esto. —Luke dio un paso hacia delante con
los hombros rígidos—. Micah es demasiado joven para tratar con algo
tan serio como Asmodeus. Con tu… permiso me gustaría tener más
detalles.
Luke tenía un punto, Nathaniel debía admitirlo. Micah era
demasiado joven para manejar al más viejo de los Caídos. —Sí, eso
estaría bien.
Con un gesto brusco, Luke se dirigió a la puerta, pero se detuvo.
Un músculo apareció a lo largo de su barbilla. —Sabes, si Asmodeus
está aquí, eso también significa que Baal está de vuelta.
Como si Nathaniel no supiera eso ya. Su mano se enroscó en el
borde del escritorio. La madera crujió. —Asegúrate de que Lily no vaya a
ninguna parte cerca de él.
—No creo que sea así de estúpida de nuevo. —Luke se pasó una
mano por el cabello—. ¿Piensas que él iría tras ella?
Algo parecido al miedo apretó su corazón, llevándolo de vuelta a
la noche en que realmente había creído que había perdido a Lily. —Haz
que Micah mantenga un ojo en ella, pero no entres en detalles sobre el
por qué. Ya sabes como es ella cuando se trata de Baal. Eso puede
disminuir el impacto de alejarlo de Asmodeus.
El alivio se apoderó del rostro de Luke antes de que se fuera esta
vez. Nathaniel permaneció frente a su escritorio, perdido en sus
pensamientos. La reaparición de Asmodeus no presagiaba nada bueno,
sobre todo con sus sospechas recientes de que uno de los suyos estaba
traicionando al Santuario. Él sólo podía esperar que no involucrara a
Asmodeus.

***

58
Cory miró con indiferencia las paredes de color beige de su
estudio. Su esposa había insistido por semanas en la combinación de
colores antes de asentarse finalmente en el tono terroso. Todas las
pinturas que se había visto obligado a mirar lo habían vuelto loco. Se
veían iguales para él, y sólo para evitar una pelea con su esposa, había
escogido uno a ciegas. Cory terminó odiando el color. Ahora parecía
inútil.
El archivo estaba abierto sobre la mesa. Una foto de un hombre
de unos treinta años estaba adjunta a una hoja con información básica:
nombre, fecha de nacimiento, y ocupación. Como si Asmodeus aún no
conociera esa información. La dirección era lo que Asmodeus
necesitaba. El maldito ángel había sido bloqueado de encontrar la
ubicación del tipo por cualquier jodida razón celestial.
Él había hecho esto para averiguar donde vivía un maldito policía.
Cory se pasó la mano por la frente sudorosa mientras miraba la
pequeña pistola que guardaba en su escritorio por si había intrusos.
Se atragantó con su risa seca. Pudo haber engañado a su esposa,
pero nunca habría tenido el valor de dispararle a alguien. La idea de
terminar con una vida sólo lo enfermaba.
Dejando escapar un sollozo roto, palmeó la pequeña pistola. La
religión nunca le había atraído antes, pero después de lo que había
hecho… lo que había accedido a hacer… Todo para mantener el trabajo
que odiaba, el poder que realmente no tenía, y una esposa veinte años
menor que él.
—La he jodido —susurró en la habitación vacía.
Cory lo había hecho, y lo sabía. Él había dicho lo que la cosa le
había pedido. Luego este… impulso lo llenaba, montándolo con fuerza.
No podía quitárselo ni podía alejar el canto interminable de sus
pensamientos. Hazlo. Termínalo. Termina con todo. Hazlo. Desde el
momento en que dejó esa cosa en su limosina había comenzado. No
había más opciones, ni otro resultado final.
¿Había renunciado a su alma para qué?
El entumecimiento se apoderó de Cory, un sentimiento de
resignación llenó su corazón y mente. Miró hacia el arma en sus manos
temblorosas y luego hacia la foto de su esposa y su joven hija. Sin
apartar la mirada, puso el arma en su sien y tiró del gatillo.

***

Michael movió la bolsa de la compra a su otro brazo mientras


salía del elevador. Apenas recordaba levantarse, bañarse, y dirigirse

59
hacia la tienda de la esquina. Una niebla surrealista se había apoderado
de él anoche, y no se había levantado.
Era sólo un jodido sueño, todo ello.
Sí, se diría eso hasta que lo creyera. Porque cada vez que cerraba
los ojos, veía la cara distorsionada del tipo y escuchaba ese horrible
grito.
Aún no tenía idea de lo que iba a hacer. Hacía más de una hora,
se suponía que debía encontrar al idiota llamado Luke en el Santuario.
No era como que le hubieran dado una opción. Sólo le dijeron que se
presentara. Que se jodan.
Dirigiéndose por el pasillo hacia su apartamento, sacó sus llaves.
Un repentino hormigueo en la base de su columna vertebral lo puso
alerta. Su mirada se posó en la puerta. El estremecimiento incrementó,
y todos los cabellos de su cuerpo se levantaron. Sacando su arma de
fuera de servicio, le dio un codazo a la puerta.
Se abrió un poco.
Mierda. Quitando el seguro, respiró hondo y entró.
Lo que vio fue como un golpe en el estómago y ganar la lotería en
uno solo. Había una mujer hermosa en su apartamento. Anotación. Esa
hermosa mujer no era humana. Fracaso.
Sentada en su mostrador, como si perteneciera allí, Lily extendió
una pierna envuelta en cuero. Una breve sonrisa apareció, y luego
estaba fuera del mostrador y frente a él antes de que pudiera
parpadear. No había podido llegar al segundo parpadeo, y ella lo había
desarmado.
Jesucristo, esa mujer era un dolor en el culo.
—No te enseñaron eso en la academia, ¿verdad? —se burló,
girando el cañón del arma hacia él.
Él se aferró a su bolsa de compras, aunque quería estrangularla.
Nunca había estado desarmado antes, y su corazón se aceleró ante el
hecho de que ella ahora apuntaba el arma justo en su frente. Apretó los
dientes. —¿Qué estás haciendo aquí?
Inclinó su cabeza a un lado, sonriendo dulcemente. —Teníamos
una cita hoy, ¿no es así? ¿Alrededor de las ocho? Eso fue hace una hora
y media. No me gusta esperar.
Ignoró eso. —¿Cómo entraste?
—Abrí tu cerradura.
—Eso es allanamiento de morada.
Ella sonrió. —No me importa.
—Podría arrestarte en un segundo —amenazó en voz baja.
Sus labios se torcieron de nuevo. —Me gustaría verte intentarlo.

60
La miró en silencio. Por la forma en la que sus ojos verdes
brillaban y el hecho de que su brazo no vacilaba, él sabía que no estaba
bromeando. —No me gusta tener un arma apuntando mi cara.
—A mí tampoco, y tú sigues apuntándola hacia mí. —Su mirada
bajó hacia la bolsa que estaba sosteniendo. Al mirar hacia abajo, él sacó
una barra de pan de panadería, espagueti y salsa. Luego ella le dio la
vuelta al arma, ofreciéndole el mango primero. —Hemos comenzado
mal, ¿cierto?
Él la miró con recelo. Usando una blusa sin mangas y pantalones
de cuero apretados que abrazaban sus piernas y trasero, se veía tan
increíble como él sabía que podía ser. Curioso, ella era el tipo de chica
que usualmente lo volvería salvaje. Pero todo lo que sentía era…
diversión renuente.
Tomó el arma, deslizándola de nuevo dentro de la funda oculta. —
No tenías que venir aquí.
Ella lo miró descargar la bolsa. —No viniste con nosotros. No
teníamos otra opción.
—Siempre hay una opción —dijo él.
—El problema con la ideología es que estás pensando en el nivel
humano de las cosas. —Se detuvo, frunciendo los labios—. Tú aceptas
lo que soy, pero no aceptas lo que eres.
—No soy como tú.
Suspirando, colocó los codos sobre el mostrador. —¿Sabes? Tu
historia no es diferente de cualquiera de las nuestras.
Colocó el frasco de salsa en frente de sus manos y la observó de
cerca. La masa de su cabello se había separado, cayendo hacia delante
y dejando al descubierto sus hombros ante él. Tatuadas con tinta
negra, dos alas brotaban desde la base de su columna vertebral. Por lo
que él podía ver del intrincado tatuaje, cada ala se ampliaba hasta el
borde de su hombro y luego se extendía hasta desaparecer bajo la
banda de su blusa.
Un repentino deseo de llegar al tatuaje y pasar los dedos sobre las
finas líneas grabadas en su piel fue casi demasiado difícil de ignorar.
Apretó los puños, luego tomó el espagueti. —Dudo que nuestras
historias sean las mismas.
Ella apoyó su barbilla sobre sus manos juntas. —Déjame
adivinar. Tu madre se suicidó. Nunca has conocido a tu padre. Blah…
blah… blah.
Él se quedó inmóvil, sintiendo la piel entre sus cejas fruncirse. —
No vayas allí.
—Escucha, Michael. Todos hemos estado allí. ¿Mi madre y la
madre de Luke? —dijo en voz baja—. Todas nuestras madres murieron

61
por su propia mano, y ninguno de nosotros hemos tenido la desgracia
de conocer a nuestros padres.
Golpeó el recipiente de espagueti en la mesa. Los bordes de la
caja se doblaron, regando fideos sin cocer por todo el mostrador. —Mi
familia es algo que nunca discutiré contigo.
Ella se echó hacia atrás, mirando los fideos. —Sé que esto es
difícil para ti. Sé que todos los huesos racionales en tu cuerpo me están
diciendo que me joda, pero debe haber una parte de ti que sepa lo que
eres. Sentiste que yo estaba aquí, ¿cierto? Lo sabías.
—¡Ninguna parte de mí cree que soy de maldita sangre mezclada
con lo que sea! ¿De acuerdo? —Limpió los fideos del mostrador, y
rebotaron al suelo—. Nunca voy a creer eso.
—No quieres creerlo, pero sabes que es cierto. ¿Quieres saber por
qué tu madre se suicidó? ¡Es la misma razón para todas nuestras
madres! Amar a un ángel —un ángel caído— las vuelve locas. Puede
tomar días, o pueden ser años, ¡pero el final es siempre el mismo!
Él caminó alrededor del mostrador con las manos cerradas en
puños. —¡Sal de mi apartamento!
No se movió. —¡Michael, tienes que escucharme!
Se acercó a ella. Maldición, él era unos centímetros más alto y
probablemente tenía cincuenta kilos más que ella, pero la cosita se
mantuvo firme. Tenía pelotas. Él le reconocía eso. —Sal… —Se detuvo,
congelándose por ninguna razón, sintiéndose fuera de balance. Era la
forma en la que se había sentido antes de abrir la puerta de su
apartamento, pero peor. Peor que cuando vio al chico y lo escuchó
gritar.
—Mierda. —Los ojos de Lily se estrecharon en aberturas delgadas
mientras metía la mano en su bolsillo, sacando su celular—. ¿Luke?
¿Dónde estás? Tengo al menos tres esbirros y, no lo sé, dos o tres
poseídos. Sí, entiendo. —Cerró el teléfono, pasando junto a él—. ¿Las
escaleras en el pasillo llevan a la azotea?
Él ya había sacado su pistola. —Sí. ¿Por qué?
Lily miró el arma. —Espero que tenga el tipo de calibre que deja
un gran agujero.
Sus entrañas se apretaron, y tragó. Había… algo viniendo.
Maldita sea, lo podía sentir. La sensación se deslizó a través de él,
dejando rastros de pavor. Pero el arma era un peso tranquilizador en su
mano. —¿Por qué?
—Porque esa arma no le va a hacer ni mierda a lo que está por
venir. Necesitamos salir de aquí, y ahora.

62
8 Traducido por Juli
Corregido por Alessa Masllentyle

E
l sonrojo sorprendió a Lily cuando Michael no la cuestionó.
Ella podía sentirlo a sus espaldas cuando se dirigió a la
puerta. —Maldita sea. Te han descubierto, amigo. —Miró
por encima del hombro—. Te lo advertí. Lo mismo pasó con Remy y
Luke. Pero no pensamos que iba a suceder tan pronto, porque no te
habían encontrado antes.
—Si están detrás de alguien, esa eres tú —dijo él—. Has traído
esta mierda sobre mí.
—¡Ja! —Agarró el pomo de la puerta—. Pensé que los policías
tenían que ser inteligentes. Tú, querido, eres tan tonto como un
Poseído.
Él trató de empujar más allá de ella, pero lo bloqueó con facilidad.
—Déjame chequear el pasillo.
—¿En serio? —dijo arrastrando las palabras lentamente—.
¿Quieres probar y ver qué pasa? Regresa. Mira y aprende, Mikey.
Chispas prácticamente estallaron en sus ojos. —No me llames así.
Sacándole el dedo medio, ella abrió la puerta. En el otro lado del
umbral había un esbirro vestido con un traje de negocios. Se habría
visto bastante normal si no fuera por los ojos muertos y la boca torcida.
Michael levantó su arma, pero ella fue más rápida. Las dagas
salieron de sus puños de plata mientras empujaba una profundamente
en el pecho del esbirro. Él se echó hacia atrás antes de caer al suelo. Ni
siquiera tuvo la oportunidad de hacer un sonido. Así es como a ella le
gustaban, silenciosos y muertos.
—¡Uno menos —contó alegremente—, restan dos! —Pasó por
encima del cuerpo ya disuelto—. Tal vez he subestimado el número de
Poseídos. Hay más de tres.
Michael se acercó a ella. —Tengo este sentimiento extraño de que
podrías estar disfrutando esto.
Encogiéndose de hombros, se acercó por el pasillo. —¿Qué puedo
decir? Son las pequeñas cosas.

63
Puso los ojos en blanco. —¿Cuántos crees que hay?
—Tal vez cinco. —La luz en el pasillo parpadeó y luego se apagó.
Ella reprimió un suspiro aburrido. Siempre tenían que ser dramáticos,
haciendo alarde de su malvada bolsa de trucos de salón como si fueran
a asustarla realmente.
—¿Qué demonios? —murmuró él a sus espaldas.
—No hagas caso a eso. ¿Hay algún hueco de escalera por aquí
cerca?
Él hizo un gesto enfrente de ella. —¿Por qué no bajamos?
—Tú pensarías en eso. —Suspiró—. Está bien, Mikey Mike, las
cosas están a punto de ponerse un poco desagradables.
—¿Qué? —Se detuvo detrás de ella.
—Hagas lo que hagas —se dirigió hacia las escaleras—, por favor
no me dispares por accidente.
Resopló. —Tengo mejor puntería que eso, muchas gracias.
—Espero que sí. —Abrió la puerta y subió un escalón.
Afortunadamente, las luces seguían allí. Aunque podía ver bien en la
oscuridad, no estaba segura de que Michael también pudiera, y no
quería que cometiera alguna estupidez con la pistola.
No estuvieron en la escalera ni durante cinco segundos antes de
que la puerta del piso de abajo se abriera de golpe. Ella miró hacia
abajo. —¿Cuántos pisos tiene esto?
—Diez.
—¿Y en qué piso estamos?
—Cinco —respondió con cierta impaciencia.
Maldición, odiaba correr por las escaleras. —Mikey, ponte detrás
de mí. —Cuando él la miró con su expresión yo-hombre-tú-mujer, ella lo
empujó un paso. Fue justo a tiempo, porque lo que sonaba como una
manada de elefantes se aproximaba por el nivel debajo de ellos. Ella se
inclinó, mirando hacia abajo.
Genial, vamos a tener una fiesta.
Dos seres humanos —Poseídos— aparecieron desde la esquina,
clamando uno sobre el otro. El más joven parecía tener cerca de
veinticinco años y babeaba. Ella hizo una mueca. El otro era nuevo y
terriblemente rápido. Detrás de ellos había un esbirro dando las
órdenes, y ella sabía que había por lo menos dos Poseídos más y otro
esbirro en alguna parte.
Una voz resonó, haciendo eco a través del hueco de la escalera de
ladrillo. —Mata a la mujer. No al hombre.
Lily giró la cabeza, al hombre asustado detrás de ella. —¿Y yo soy
la que trae la mierda?

64
Sus ojos se abrieron mucho con incredulidad.
—Dispárales en la cabeza. Los detendrá. —Ella se volvió hacia los
Poseídos—. No te preocupes por sus cuerpos. Voy a ocuparme de ellos
antes de que alguien tenga la oportunidad de llamar a la policía.
El más nuevo apareció. Una mujer, usando pantalones cortos y
zapatillas Nike. Al parecer, la habían encontrado en medio de una
carrera por la noche. Un iPod seguía conectado a su brazo, creando la
ilusión de que todavía era humana. Todo era bastante molesto. Una vez
que obtuvo un vistazo de Lily, se echó a reír histéricamente. —Mata a la
mujer —cantó—. Mata a la mujer.
Lily arqueó una ceja. Definitivamente no iba a tener una carrera
como cantante en su futuro. Ni iba a respirar. Se echó hacia atrás justo
cuando un arma se disparó en su oído. Se estremeció cuando la bala
silbó pasando junto a su cara, golpeando en el pecho de la mujer.
¡Dulce Jesús! Se acarició la mejilla para asegurarse de que la bala no la
había rozado.
La corredora se miró el top. Había un agujero en su camisa, a
unos cuantos centímetros de su corazón. —Mata a la mujer.
—¡La cabeza, Michael! —gritó—. ¡Dije la cabeza!
Él se quedó boquiabierto. —Mierda.
Exactamente. Ella se echó hacia atrás, plantando su pie derecho
en el rostro de la mujer. La Poseída se tambaleó hacia atrás, chocando
contra uno que se encontraba más abajo. Un hombre de mediana edad,
que tenía el aspecto de un profesor, levantó la cabeza, rugiendo una
cadena de palabras guturales.
—Sube las escaleras, Michael. —Bajó un escalón, pateando a la
corredora de nuevo. Esta vez la Poseída cayó contra la pared con un
grito furioso—. Y no dispares de nuevo, ¿de acuerdo? ¡Sólo guarda la
maldita arma! —Con eso, se bajó de un salto al lado del profesor y le
clavó el puñal en el pecho. Él cayó encima de la barandilla y, luego, su
piel comenzó a desprenderse.
La mujer se puso en pie, y Lily se giró para mirarla. En vez de
escuchar, ahora Michael se encontraba en el rellano junto a ella.
Al parecer, él había decidido que las balas no eran eficaces.
Golpeó con la pistola a la Poseída. Su cabeza se echó a un lado con un
crujido repugnante. Incluso con el cuello roto, se las arregló para darse
la vuelta hacia Michael y reír.
—Al diablo con esto —susurró mientras le disparaba con el arma
a quemarropa en la frente. Ella cayó hacia atrás y se deslizó hasta el
suelo, retorciéndose y chillando.
Lily esquivó las piernas agitadas de la corredora, bajando la daga.
Era una pena. La chica había sido bonita.

65
—Apuñálalos en el pecho con este tipo de plata grabada con
símbolos sagrados y estarán acabados. En cualquier otro lugar sólo va a
dolerles terriblemente y los cabreará—le informó ella fríamente—. Esas
balas son muy malditamente inútiles.
Michael la miró. —¿Estás tratando de enseñarme?
Ella lo empujó por las escaleras. —Ve.
—Nephilim —llamó el esbirro desde el rellano de abajo—.
¿Quieres jugar?
Tomando una respiración profunda, Lily se volvió y sonrió. Al
igual que el de la noche anterior, este esbirro era joven, pero las
similitudes terminaban allí. En lugar de pelo negro, su pelo estaba
teñido de rubio, y no mostraba ningún adorno gótico. Parecía más bien
un niño rico en su polo y pantalones vaqueros de diseño, sonriéndole.
Ella se colocó delante de Michael, esperando que él no intentara
pasarla como un idiota. —William, ¿cómo has estado? ¿Te volvió a
crecer el dedo?
Una sonrisa se deslizó por la cara del esbirro. —¿Por qué no
vienes aquí y lo averiguas?
Ella fingió tener en cuenta su solicitud. La mayoría de los esbirros
eran pura lucha y poco cerebro, pero William conservaba sus
habilidades de pensamiento cognitivo, y tenía un par de cuentas que
saldar con ella. Una de ellas involucraba a la mano izquierda de cuatro
dedos.
Bordeando a Michael, sintió a otro viniendo detrás de William.
Atrapada en un rellano estrecho no era el lugar ideal para ocuparse de
esto. —Entonces, ¿quién está sosteniendo tu correa, Willy?
—Lo sabrás muy pronto.
Sin estar convencida, rodó los ojos. Era más probable que ella
besara la nalga rosa de William antes de que uno de los Caídos
realmente se involucrara en una pelea. Su mirada se precipitó hacia la
llegada más reciente. Prácticamente era un calco de William, el otro
esbirro se puso delante de él. Ah, el peón. Ante ella estaban los cerebros
y luego la fuerza. El peón se apresuró a bajar las escaleras.
Detrás de ella, Michael se movió y levantó su arma. Distraída,
gritó una advertencia para él. —¡No hagas eso!
Ella se dio cuenta un segundo demasiado tarde que él no sabía lo
que hacía. Al estar entrenado para disparar un arma de fuego cuando
su vida corría peligro, tenía que ser difícil para él superar la lógica
detrás de ello. ¡Disparó un par de veces y dio en el blanco! La bala
acertó en uno de los esbirros justo en el centro de los ojos.
Ella se encogió por dentro, agachándose. Esto no iba a ser bonito.
Y tenía razón.

66
El esbirro reaccionó, tomando dos escalones a la vez.
Ella se lanzó hacia él, bloqueando su intento de correr más allá.
Se estrellaron uno contra el otro, deslizándose por un escalón o dos en
una maraña de piel y ropas color caqui. Cuando el esbirro se echó hacia
atrás, ella se retorció fuera de su alcance. La luz de la bombilla captó el
brillo de la plata en su mano. No era la cuchilla lo que la impactó.
Todos los esbirros tenían algún tipo de arma. Era la intrincada
escritura desplazada en la longitud de la hoja lo que la hizo tomar nota.
Era como la de ella, lo que significaba que podía matarla.
Sin tener tiempo para considerar dónde podrían haber estado sus
manos sucias sobre la cuchilla Nephilim, la hundió profundamente en
la carne del esbirro. Su peso cayó sobre ella. —Ugh —gruñó.
Michael bajó los escalones de dos en dos, arrancando el esbirro
de ella. En el momento en que lanzó a la criatura sobre la barandilla, su
rostro ya había comenzado a desintegrarse.
Ella le dio una sonrisa agradecida. —Dos menos...
Los labios de Michael temblaron. —Queda uno más.
Ella arrancó la cuchilla que el esbirro había tenido y se volvió
hacia William. Tres Poseídos más lo rodearon. Y eran completamente
nuevos en el mundo de la posesión. ¿Cuántas vidas humanas se han
perdido esta noche?
—Mátenla —ordenó William fríamente.
Los tres levantaron la cabeza, con las miradas fijas en Lily.
Normalmente, ella habría ido felizmente detrás de los tres y William,
pero ahora estaba Michael. Los Poseídos eran sin duda un señuelo para
llegar a él. La mantendrían lo suficientemente ocupada para que
William pudiera tomarlo. La puntería de Michael había mejorado
drásticamente, pero William era fuerte e inteligente. No creía que
Michael estuviera listo para eso.
—Es su día de suerte —anunció ella. Sin dar a ninguno el tiempo
suficiente como para entender lo que hacía. Se volvió y agarró la mano
de Michael—. ¡Vamos! —Llevándolo detrás de ella, subió corriendo las
escaleras.
—¿Vamos a correr? —Parecía sorprendido.
—No puedo dejar que te atrapen. Ese es el plan del chico Willy. —
Completó el octavo nivel—. Están tomándose muchas molestias por ti,
muchacho.
—¿Por qué vienen por mí?
Ella le lanzó una mirada dudosa sobre su hombro. —¿De verdad
tienes que preguntar eso? —Completó otro nivel con Michael sobre los
talones. Soltó su mano, agarrando la barandilla—. Eres un Nephilim
adulto que no tiene conocimiento de lo que es. O bien van a utilizarte o
matarte.

67
Él se movió y estuvo a su lado. —No puede ser verdad.
Irritada por eso y por el hecho de que estaba corriendo por las
escaleras, lo cual tenía que ser su propio infierno personal, luchó contra
el impulso retorcido de hacerlo entrar en razón. Rodearon el último
rellano, y llegó a la puerta.
Una sensación de malestar se apoderó de ella. El temblor que la
recorrió fue diferente al hormigueo que los esbirros le provocaban.
Vaciló en la puerta de la azotea. —¿Michael?
—¿Sí? —Se encontraba a su lado, entornando los ojos mientras
estudiaba su rostro—. ¿Qué es?
Se apartó de la puerta. ¿Dónde diablos está Luke? Tenía que
sacar a Michael de aquí. Ahora. No había más tiempo. En el otro lado de
la puerta estaba la muerte, y debajo de ellos William y su equipo.
Habían quedado atrapados, y ella había corrido directamente allí.
Maldijo en voz baja, mirando a su alrededor salvajemente. La
única manera de salir de esto era a través de William y sus esbirros.
—¿Qué es, Lily? —preguntó Michael mientras mantenía la pistola
amartillada y lista. Dio un paso hacia ella—. ¿Lily?
Se volvió hacia él con los ojos muy abiertos. —Si te digo que
corras, Michael, corre. No preguntes por qué, y... por favor escúchame.
—Mierda. —Las puntas de sus mejillas se sonrojaron—. No voy a
dejarte.
Ella tomó su mano libre una vez más y lo arrastró unos pasos
atrás, escuchando los sonidos de una pelea y a William maldiciendo. A
continuación, se escuchó el inconfundible golpe de un cuerpo contra el
suelo y luego otro.
—¿Lily, que pasa? —llamó Luke desde cuatro pisos más abajo.
Aliviada, abrió la boca para responder, pero fue interrumpida. Se
volvió y sintió su corazón caerse cuando la puerta por encima de ellos
se abrió. A la vez, ella se retorció y saltó delante de Michael, obligándolo
a quedarse detrás. —Michael, por favor, escúchame.
Una risa distante hizo eco alrededor de ellos. Ella se estremeció
una vez. El olor a azufre llenó el estrecho hueco de la escalera. Su paso
se tambaleó un poco mientras apretaba con fuerza la barandilla.
Palideció cuando él apareció a la vista, sintiendo como su corazón
se derrumbaba. La rabia y el miedo se arremolinaron en su interior,
mareándola. Su nombre vino a sus labios, quemándolos. —Baal...

68
9 Traducido por Anelynn
Corregido por Moni

H
abía una parte salvaje e instintiva de Michael que se dio
cuenta de que lo que sea que estaba bajando las escaleras
era de lejos peor que lo que esperaba abajo.
Lily dio vueltas enfrente de él, su rostro sin color y con ojos
amplios. —¡Corre!
Él no estaba acostumbrado a tomar órdenes de cualquiera, pero
el miedo en la voz de Lily lo impulsó a avanzar. Solo la había conocido
por veinticuatro horas, y durante ese tiempo la había visto hacer, sin
más que una mueca, cosas que habría hecho a un agente experto
encogerse del horror. Ahora, ella estaba visiblemente asustada. Aunque
sabía eso, la curiosidad era de lejos más fuerte que cualquier pizca de
sentido común. Mientras Lily lo arrastraba bajando las escaleras, él
titubeó.
Y miró sobre su hombro.
Un hombre vestido todo de negro se paraba encima de ellos. No
fue la impecable línea de su traje de diseñador o el corte moderno de su
cabello oscuro lo que hizo a Michael detenerse. El hombre llamado Baal
era absolutamente impresionante. Por naturaleza, sabía que esta cosa
era un ángel. Un simple mortal no podría tener un rostro tan perfecto u
ojos de un azul tan brillante y antinatural.
Su repentino escaso movimiento debió haber lanzado a Lily fuera
de balance porque sintió su tropiezo sobre el siguiente escalón.
Dándose la vuelta, vio sus brazos sacudirse mientras trataba de
agarrarse. —¡Mierda! —Trató de alcanzarla, pero era demasiado tarde.
Su caída fue afortunadamente breve, pero su sien chasqueó en el
barandal. Se deslizó hacia abajo en la pared de cemento,
aparentemente aturdida.
—¡Lily! —rugió. Sentía la mirada fija en su espalda como brasas
calientes—. ¡Mierda—Lily!
Ella se puso de pie, balanceándose un poco. —Estoy… bien.
Baal se echó a reír. —¿La gran Lily cayó un escalón o dos? Creo
que podría haber visto esto antes.

69
Michael envolvió el brazo alrededor de su cintura, sujetándola
firme. —Vamos.
Ella presionó la palma de su mano contra su sien, haciendo una
mueca de dolor. —Vete, Michael. ¿Qué estás haciendo? ¡Vete ahora!
—Mi pequeña Lily Pad7 —murmuró Baal, lentamente bajando las
escaleras. Su sonrisa nunca alcanzó sus ojos—. ¿Cómo va esa pierna
tuya?
Ella levantó su cabeza. —Va muy bien.
—¿De verdad? —preguntó. Baal deslizó una mano perezosamente
hacia abajo por el barandal. La pintura amarilla se agrietó y burbujeó
bajo su toque. Bucles de humo flotaron en el aire—. Creo que dejé mi
marca detrás.
Ella tragó mientras bajaba su mano y se volvió hacia Michael. —
No lo dejes que te toque, sea lo que sea que hagas.
Santa mierda. No pudo dejar de mirar fijamente a la pintura.
Baal sonrió con afectación. —No vayas y arruines todas mis
sorpresas. —Su mirada lentamente se movió sobre ellos.
Lily retrocedió, y Michael se alejó lentamente con ella. Su mano
temblando contra él, y pensó que era por miedo, pero la firme
colocación de sus labios le decía algo diferente. Una onda cálida de ira
irradiaba de esa pequeña cosa.
—Te das cuenta de que si corres te atraparé —se burló Baal—.
Tuvimos mucha diversión antes. Me encantó oír tus gritos.
Pisadas resonaron por las escaleras. La cabeza de Luke apareció.
—Lo siento, me entretuve con… Oh, mierda.
Baal le echó un vistazo a Luke, sus labios carnosos frunciéndose.
—Ya me aburrí de esto.
De pronto, Lily se movió y empujó a Michael hacia Luke. Un
mensaje silencioso pasó entre los dos, y Luke agarró su brazo.
—¡Maldito infierno, Lily! —gritó Luke sobre su hombro mientras
arrastraba a Michael—. ¡Retrocede! ¡Retrocede!
—¿Qué demonios? —Michael trató de liberarse del agarre de
Luke. Quería poner a Lily entre ellos. No estaba bien que ella se
quedara atrás con eso… esa cosa detrás de ellos—. ¡Saca a Lily de aquí!
¡No te preocupes por mí!
Ella lo empujó por la espalda. —¡Eres un idiota!
Michael continuó protestando, pero el olor del azufre creció, y sus
ojos ardieron. Con ganas de vomitar, sintió el empuje en su espalda

7
Nenúfar (en inglés: Lily Pad): Es una hoja de lirio que crece en estanques o lagos.
Pero en este caso es un apodo para referirse a Lily.

70
más fuerte. Dio un traspié pero se recuperó. Entonces, sobre los fuertes
latidos de su corazón, la escuchó jadear.
Y luego, ella comenzó a gritar. El tipo de gritos que había
escuchado en llamadas que envolvían disparos y puñaladas.
Volviéndose, su corazón se detuvo.
Lily estaba sobre sus rodillas. El ángel caído —Baal— la tenía
agarrada del antebrazo. Placer sádico inundaba su rostro. Carne
quemada superaba el olor del azufre.
Maldiciendo vehementemente, Luke lo empujó fuera del camino.
—¡Lily!
—¿Sobre tus rodillas? —dijo Baal, riendo entre dientes—. Una vez
más, encuentro todo esto tan terriblemente familiar. Y un poco cliché.
Vio a Lily inclinarse hacia adelante y poner una mano en el piso
justo antes de que un destello de luz subiera por las escaleras,
cegándolo. Un segundo después, la luz se aclaró. El impacto había
enviado a Baal varios metros arriba en la escalera, y Lily tenía su frente
presionada en el piso, su brazo acunado en su pecho.
Comenzó a ir hacia ella, pero se detuvo. Alguien ya había llegado
a su lado. No era Luke.
Se trataba un hombre con cabello rubio largo hasta el hombro,
alto como una montaña y construido como una casa de ladrillos. Sus
rasgos competían con los de Baal en términos de niveles inhumanos de
belleza, pero estaban oscurecidos mientras se inclinaba hacia abajo y
levantaba su cuerpo desplomado con sorprendente ternura. Colocó a
Lily sobre sus pies y le dio un ligero empujón. —Ve, te daré suficiente
tiempo para escapar. Ve. —Entonces, el extraño se giró hacia Baal con
una sonrisa sardónica—. Viejo amigo, nos encontramos otra vez.
Baal se tropezó en sus pies, sus manos curvadas en puños. —
Esto se está haciendo repetitivo, Julian. ¿Te has olvidado de lo que
eres? ¿A quién sirves?
El hombre rió mientras subía rápidamente las escaleras,
agarrando a Baal alrededor de la garganta—. No soy siervo de nadie.
Todo el edificio tembló mientras las dos criaturas se golpeaban
entre sí contra la pared de las escaleras. Yeso y polvo llovían tan
pesadamente que parecía nieve.
Luke sujetó el brazo intacto de Lily. —Salgamos rápido de aquí
antes de que desplomen el edificio sobre nosotros.
Su cabeza se movió de arriba a abajo débilmente, y ella miró sobre su hombro una vez
más antes de que Luke la jalara por el resto del camino. Michael odiaba que tan lastimada
como estaba, ellos lo estaban llevándolo para ponerlo a salvo.
Una vez afuera, disminuyeron el paso mientras la gente
comenzaba a esparcirse alrededor del edificio de apartamentos,

71
preocupados y curiosos. Las sirenas de policía se podían oír en la
distancia.
Un pequeño niño se aferró a la mano de su mamá y siguió
apuntando hacia arriba. —Ma, mira arriba. ¡Ma!
Michael siguió el dedo regordete del niño, divisando al Caído
llamado Julian y a Baal en la azotea, antes de desaparecer
retrocediendo en el cielo nocturno. Maldición, eso va a ser difícil de
cubrir.
Se empujaron a través de la multitud de gente. Mantuvo un ojo
precavido en Lily. No había hablado desde que Baal la había tocado. Un
fino brillo de sudor cubría su rostro demacrado, y sus labios estaban
presionados firmemente.
Luke los guió a donde Remy los esperaba, cruzando la calle en
una Cayenne. Michael entró en el asiento delantero sin discutir,
girándose hacia donde Luke había forzado a entrar a Lily, en el asiento
de atrás.
—Déjame ver tu brazo —demandó Luke.
Ella se alejó de él. —No está… no está tan mal.
—Tonterías. —Extendió su brazo, levantando el de Lily de su
cuerpo. Miró hacia abajo, a su piel ampollada en forma de una mano.
Luke exhaló lentamente. —Llévanos de vuelta al Santuario. Ahora,
Remy.
—¿Qué pasó allí? —preguntó Remy mientras arrancaba antes de
que los carros del escuadrón de policía y bomberos llegaran—. ¿Qué
demonios, chicos?
Michael lo ignoró. —¿Estás bien?
—¿Parece como que está bien? —demandó Luke, sus ojos
quemando.
—La siguiente vez que te diga que corras. —Un temblor retorció
su cuerpo—. Por favor, escúchame.
Michael miró fijamente su rostro contorsionado con dolor. Su
mirada cayó a su brazo, y tragó con fuerza. Su piel literalmente
borboteaba. —Lo siento. Yo estaba… —¿Él estaba qué? ¿Paralizado?
Nunca había visto un ángel antes, pero esa no era una buena excusa.
Lily se removió en su asiento, su ceño frunciéndose. —Sólo
escúchanos. ¿De acuerdo? Cuando te digamos que corras, no estamos
bromeando. Hay una buena razón para eso. —Se detuvo, abriendo un
ojo—. ¿Qué les pasó a William y a sus bobos?
Luke apartó su mirada de ella. —Lo maté a él y a los Poseídos.
Su otro ojo se abrió de golpe. —¿De verdad? —preguntó con una
pequeña voz—. ¿En serio?
Él asintió.

72
Lily soltó una risita con poco entusiasmo. —Ah maldición, esas
son buenas noticias. Ojalá hubiera podido… ver la cara del idiota
cuando lo atrapaste. Buen trabajo, Luke.
Remy puso los ojos en blanco. —¿Alguien va a decirme qué pasó?
—Lo haremos —habló Luke—. Sólo llévanos al Santuario primero.
Lily giró su rostro hacia Luke, quien se inclinó y susurró algo que
Michael no pudo oír. Ella se alejó del asiento, frunciendo el ceño
mientras Luke deslizaba un brazo alrededor de su espalda,
cuidadosamente jalándola hacia él. Sostuvo su brazo inmóvil, y
finalmente sus ojos se cerraron.
Parte de él quería subir al asiento trasero y disculparse otra vez.
Había sido su culpa que hubiera salido herida. Si no se hubiera
detenido, ellos podrían haber logrado salir.
Volteó su rostro al frente, mirando a ciegas las calles abarrotadas.
Ella pudo haber muerto ahí, ¿y para qué? Descansó un lado de su
cabeza contra la ventana, cerrando sus ojos. Mierda. No podía negar
que esas cosas habían estado tras él. Incluso se encontraban
dispuestos a matar a Lily para llegar a él. El ácido ardió a través de su
estómago.
Definitivamente era uno de ellos… o algo así.

***
Tan pronto como llegaron al Santuario, Lily fue entregada a un
hombre extraordinariamente alto que Luke había llamado Nathaniel.
Los había encontrado en una gran recepción, sorprendentemente
normal. Michael sintió que este Nathaniel parecía ser el líder por allí.
Con un vistazo del brazo de Lily, había maldecido furiosamente, y
desapareció con ella por el corredor. Había querido seguirlos, pero Luke
lo guió en una dirección opuesta.
Sentada en un escritorio, en medio de una habitación grande en
forma de óvalo, estaba una bonita rubia. Ella sonrió mientras
caminaban a su lado. Garabateado en grandes letras a lo largo de la
pared negra en lo que sospechosamente lucía como oro puro estaba la
palabra Santuario.
Luke se inclinó, y movió la manga de la blusa de la recepcionista.
—¿Trabajando tarde, Sandy?
Ella sonrió. —Siempre es hasta tarde por aquí.
La dejaron atrás mientras pasaban a través de un grupo de
puertas dobles. Justo adentro, dos guardias armados estaban de pie.
Todo esto era nuevo para él. Cuando se había ido, la noche anterior,
ellos lo habían hecho a través de un sistema complejo de túneles debajo
del Santuario.

73
—Maldición, ustedes chicos tienen más seguridad que Fort Knox8
—murmuró.
Remy resopló. —Hay una razón para eso.
Los guardias inclinaron sus cabezas ante los hombres. El que
estaba en el lado izquierdo con un gafete que decía Número Uno dio un
paso adelante, tecleando un código en la pequeña interfaz de
computadora. Las puertas de acero vibraron antes de abrirse. Entraron
en la habitación que contenía dos elevadores. Él miró a Luke, quien
sonrió.
—¿Quieres conseguir algo de comer? —ofreció Luke.
Echó un vistazo hacia atrás, pero las puertas se habían cerrado.
—Seguro.
Luke los guió al elevador que Michael rápidamente se dio cuenta
se dirigía a los pisos de arriba. Se detuvieron en el segundo piso. Remy
frotó su estómago. —Espero que la cafetería todavía esté abierta.
—¿Hay una cafetería aquí? —preguntó Michael.
Remy asintió mientras seguía a Luke. —El segundo piso tiene
una cocina completamente operativa y cafetería. —Hizo un gesto con la
mano hacia las puertas de cristal—. Allí está el gimnasio, y si vas de
vuelta abajo, al primer piso, encontrarás una piscina y una guardería
para los empleados que tienen niños. Arriba está la agencia de
seguridad.
Las cejas de Michael se fruncieron. —¿De verdad hay una agencia
de seguridad?
Luke rió entre dientes mientras empujaba las puertas de la
cafetería. —Sí. Varios pisos son centros de atención dedicados a
clientes. Arriba de están los cubículos de subcontratos que alojan a los
analistas, y entonces nuestras oficinas ejecutivas ocupan los dos pisos
superiores. Todos los humanos son dirigidos y supervisados por
Nephilim.
—¿Ellos saben lo que son?
—Sí.
Sus ojos se entrecerraron hacia Luke. —¿Puedes confiar en ellos
con eso?
Remy echó un vistazo sobre su hombro. —Sí. Si le dijeran a
alguien sobre nosotros, nadie les creería de cualquier forma.
—Y los mataríamos —agregó Luke con indiferencia.
Dio un traspié. —¿En serio?

8
Base militar del Ejército de los Estados Unidos ubicada en el estado de Kentucky.

74
—No. —Remy le disparó a Luke una mirada sucia—. No lo
haríamos. No podemos matar a humanos que no estén poseídos —no
importa qué. La sola acción nos volvería esbirros.
Bueno saberlo.
Luke miró abajo, a los varios pedazos de pizza que habían sido
calentados en una caja debajo de una lámpara de calor. —Y realmente
quiere decir que no importa qué. No podemos matarlos incluso si tratan
de matarnos a nosotros. —Agarró dos pedazos de pizza y las dejó caer
en su plato—. Eso apesta si me preguntas, pero nadie jamás lo hace.
Michael reflexionaba eso mientras levantaba un plato blanco y
dejaba caer dos pedazos en éste.
No iba permitirse pensar mucho en eso. Tenía los nervios de
punta.
—¿Lily va a estar bien? —preguntó.
Remy agarró tres sodas del refrigerador y las llevó a la mesa en
donde Luke se había sentado. —Eso creo, pero de nuevo, no tengo idea
de lo que pasó.
Luke tragó una gran mordida de pizza. —Ella estará bien.
Nathaniel la curará. Tenemos algunos de los mejores doctores aquí. De
esos quienes son aptos para el tipo de heridas con las que nos
aparecemos.
Se sentó enfrente de ellos. —¿Qué fue eso de allá atrás?
Remy destapó su soda. —Sí. Dinos.
—Baal —dijo Luke con una boca llena de pizza.
Remy dio un silbido bajo. —Oh, hombre.
—Él habló como si conociera a Lily —dijo Michael.
Luke se tensó. —Cuando Lily era nueva, cometió el error de ir
detrás de Baal al verlo con un inspector de policía a quien estaba
sobornando. No, no pregunten quién. No voy a decirles. —Alejó su plato,
el último pedazo de pizza sin tocar—. Nunca vayas tras un Caído solo, y
especialmente no a Baal.
Él realmente quería saber quién era el inspector, pero la cerrada
expresión en el rostro de Luke decía que no conseguiría ninguna
respuesta. —¿Por qué ella haría eso?
Remy se encogió de hombros. —Porque es Lily, y aunque no lo creas, lo que ves hoy es
una versión atenuada de lo que solía ser. —Sacudió su cabeza, enviando temor en su rostro
ovalado—. Ella era realmente joven cuando fue detrás de Baal. A los diecisiete, nuestros
Nephilim están listos para pelear. Ella aprendió de la forma dura.
—¿Diecisiete? —No podía creerlo—. ¿Ustedes dejan que los niños
salgan y peleen?

75
—Nuestros Nephilim de diecisiete años pueden patear tu trasero
limpiamente a través de la ciudad. —Luke jugueteó con su soda—. La
edad no tiene nada que ver con pelear con un Caído. Ella lo sabe muy
bien, pero… mierda, es Lily.
—¿Cuántos años tiene ahora?
Los labios de Remy se curvaron. —Lily tiene veintiséis. Aceptó el
Contrato a los veintidós.
Mierda, esa chica apenas se veía de veintidós. —¿Contrato? —
Cuando ninguno de los hombres contestó, suspiró. El conocimiento que
habían compartido sobre Lily antes de pelear con Baal era vago, y
estaba seguro que ellos estaban dejando detalles fuera por su bien—
¿La quemadura en su brazo era de él tocándola?
—Come algo, y te diré todo. —Cuando Michael accedió, Luke se
reclinó en su asiento y dobló sus brazos en su pecho—. Baal es uno de
los más malvados bastardos que jamás conocerás. Ha estado en la
tierra desde los días de Adán y Eva. Su toque, si quiere, puede quemar
cualquier cosa.
Remy hizo un gesto hacia él con su rebanada de pizza. —Los
rumores dicen que cuando otros ángeles comienzan a caer, Baal quema
y arranca las alas de sus espaldas.
Michael tenía problemas para tragar la comida. —¿Qué estaba
haciendo ahí?
—Aparentemente estaba aburrido —comenzó Luke—. O estaba
yendo tras de ti. Es muy extraño. El Caído no tiene el hábito de
ensuciarse las manos.
Él también alejó su plato. No tenía mucho apetito. No después de
todo lo que había pasado. —¿Era el otro un… buen ángel?
Remy lentamente se volvió hacia Luke, su expresión expectante.
—¿Y quién sería ese?
—Julian —murmuró Luke.
Remy dejó caer la rebanada que estaba sosteniendo. —¡No
inventes! ¿En serio?
El rostro de Luke re arrugó. —¿Bromearía con algo como eso?
—¿Entonces quién es Julian? ¿Cuál es la gran cosa? —preguntó
Michael—. Salvó nuestros traseros allá atrás.
—Julian es uno de los Caídos —dijo Luke—. Cayó hace cientos de
años, si no es que más.
—Eso no tiene sentido. Dijiste que los Caídos son malvados.
¿Entonces por qué nos ayudaría?
—No nos estaba ayudando —Luke envolvió sus dedos alrededor
de la lata vacía de soda—. Julian no da una mierda por nosotros. Él
estaba ayudando a Lily.

76
Eso no aclaró nada para él.
Remy miró a Luke cautelosamente. —Es como el amistoso vecino
acosador angelical.
—¿Qué? —escupió.
Remy se reclinó y agregó. —Julian es complicado. Ha ayudado a
Lily un par de veces. La última vez que Baal puso sus manos en ella,
Julian fue quien la sacó de eso.
Luke aplastó la lata de soda y miró fijamente a Michael. —No se
puede confiar en Julian. Sí, sus hábitos de acosador ayudan de vez en
cuando, pero no puedes confiar en él. Si nos agarrara a cualquiera de
nosotros, no dudaría dos veces en terminar con nuestras vidas.
Michael deslizó su lata de soda media llena lejos de Luke. No
estaba hambriento, pero tenía sed. —¿Lily confía en él?
Remy apartó la mirada, pero Luke explotó. —¡No! Lily no es tan
estúpida.
Los ojos de Michael se entrecerraron hacia Remy, quien levantó
una ceja, pasándole una mirada de advertencia para no continuar con
los asuntos de Julian. —Sabes que no puedes regresar a tu
apartamento —dijo Remy, cambiando de tema—. Ellos saben dónde
vives.
Cerró sus ojos, frotando su frente. Podía seguir negando lo que
era obvio, o podía enfrentar la verdad. Ninguna de las opciones iba a ser
fácil.
—Cuando sea seguro, enviaremos a un equipo a recuperar tus
pertenencias personales —continuó Remy—. No es seguro que vayas
allá. Podría ser que nunca lo sea.
Su mundo se movió, el peso del mismo era casi opresivo. —¿De
verdad creen que soy…un Nephilim? ¿Qué mi padre era un ángel caído?
Luke lo observó. —Sí.
Se reclinó, exhausto. —¿Así que mi vida está acabada ahora? —
No era como si tuviera una vida de cualquier manera. Sólo tenía a su
madre, pero cuando murió, era su último familiar. Aunque no era
cercano a nadie en particular, todavía había sido su vida.
Inclinando su cabeza a un lado, Luke sonrió. Era una sonrisa
real. La primera que Michael había visto en su rostro. —No. Tu vida
comienza ahora.

***

Baal estaba hecho una furia a través de su penthouse, arrasando


con tres esbirros que habían dado un paso adelante para servirlo. Sus

77
gritos no habían mitigado su ira. Nada lo haría. Esa perra se había
escapado otra vez debido a Julian. Baal no quería nada más que
extender los muslos de esa pequeña zorra y quemarla desde adentro
hacia afuera mientras Julian observaba.
Abrió de golpe las puertas francesas de su habitación, y se
detuvo.
Un muchacho estaba de pie junto a su cama, sus manos
dobladas cuidadosamente. En un traje hecho a la medida, adecuado
para un chico de su edad, lucía como si estuviera asistiendo al Sunday
mass9. A Asmodeous le entretenía vestirlos así. Muchachos poseídos
por un alma engañada, podrida en un rango más lento. Algunas veces
tomaba años para que eso pasara. Asmodeous esperaba pronto tener a
más como él, pero de los que nunca mostrarían señales de posesión.
—Baal. —El chico habló con un suave acento—. Le he traído un
regalo.
Eso hizo. Tumbada a lo largo de satín negro estaba una joven
mujer con cabello marrón profundo y piernas curvilíneas que se
asomaban del borde de su falda. Su blusa blanca había sido arrancada
hasta el medio, y sus abundantes pechos se derramaban a través de la
prenda.
El pequeño prodigio de Asmodeous siempre sabía cómo
complacer a la gente. Baal se acercó a la cama, mirando fijamente a la
encantadora cosa. —¿Está viva?
—Por supuesto —respondió—. ¿Desea algo más?
—No.
El muchacho hizo una reverencia antes de silenciosamente cerrar
las puertas detrás de él. Baal se volvió hacia la inconsciente mujer. Se
cernió sobre ella, pasando sus manos a través de su cabello. Ella se
movió, y un lloriqueo sin aliento se escapó de sus labios entreabiertos.
—Despierta —ordenó suavemente. Observó mientras sus
pestañas se agitaban contra sus mejillas y entonces, para su deleite,
llamativos ojos verdes se encontraron con los suyos. Ah, necesitaría
darle las gracias especialmente a este chico. Lo había hecho bien.
Los ojos de la joven mujer se ampliaron mientras veía a Baal. Él
sabía lo que había visto. Su belleza sofocó el terror, haciéndola olvidar
como llegó ahí.
—¿Cuál es tu nombre?
Ella humedeció sus labios. —Alicia.
Baal sonrió completamente. —Ven a mí, Alicia.

9
Una emisión de televisión masiva de la Iglesia de St. Malanchy, localizada en el
centro de la ciudad de Manhattan.

78
Ella se puso de rodillas delante de él, sonrojada y ansiosa. Su
pecho subió y bajó rápidamente. Baal extendió el brazo y pasó las
puntas de sus dedos a lo largo de su rostro.
—Quítate la blusa.
Ella obedeció con un pequeño estremecimiento. Su mirada de
deslizó a sus rosados pechos. Las puntas se endurecieron bajo su
mirada. ¿Tal vez aquello suavizaría su repugnante humor? Trataría, al
menos.
—¿Disfrutando por ti mismo? —preguntó Asmodeous.
No apartó la mirada de la mujer ante sonido de su voz. —Estoy
por hacerlo.
—¿Por qué te involucraste esta tarde?
Baal bajó su mano a uno de sus carnosos montículos y presionó.
La mujer gimió, un sonido de dolor mezclado con placer. —Sentí el
propósito de William de tomar al nuevo Nephilim. Lo habría tenido si no
fuera por Julian. El Nephilim habría sido mi regalo para ti.
Asmodeous dio un paso desde un rincón oscuro de la habitación.
—Julian no es problema.
—Quiero matarlo —anunció Baal mientras ociosamente tocaba el
pezón de la mujer.
Se endureció con el sonido de su suave gemido.
—A su tiempo, pero él no es quien me preocupa en este momento
—Asmodeous dio un paso más cerca de la cama.
La mujer le echó un vistazo ansiosamente. Baal podía fácilmente
leer sus sentimientos. Ella estaba en shock, encendida por los dos
hermosos hombres. Sabía que estaba considerando irse a la cama con
ambos, y entonces miró los ojos de Asmodeous. Se achicó
retrocediendo, mostrando miedo real por primera vez.
Baal atrapó su barbilla, subiendo su cabeza, forzando a su
espalda a arquearse. Se deleitó con el rápido latido de su pulso y el
picante olor de su inseguridad. —¿Qué quieres con el policía? No
entiendo qué es tan importante sobre él. —Le echó una mirada a
Asmodeous—. Es sólo otro Nephilim.
Asmodeous se alejó, sonriendo con suficiencia. —Él es muy
importante para mí. No espero que lo entiendas.
—¿Y el Senador? —preguntó.
—El asistente sirvió a su objetivo, pero ya no es útil. Para nada.
—Asmodeous rió, y la mujer se estremeció con el frío sonido—. Me
reuniré con el Senador pronto.
El agarre de Baal se apretó en su barbilla; su piel destelló. La
mujer chilló, pero la sujetó mientras el olor a carne quemada flotaba en
el aire. —Silencio, Alicia.

79
—Te dejaré con tus… placeres. —Se detuvo en la puerta—. Tengo
una petición, Baal.
Baal levantó su boca de donde su pulso latía frenéticamente. —
¿Sí?
—Si vas detrás de la mujer Nephilim una vez más, desearás que
simplemente hubiera removido tu cabeza de tu cuerpo.
Un segundo después, Asmodeous se había ido. La mujer Nephilim
podría estar fuera de los límites ahora, pero eso no hacía nada para
calmar su deseo de romper a la pequeña puta en pedazos. Cerrando sus
ojos, juró bajo su aliento, e imaginó a Lily delante de él, lo cual no era
difícil debido al parecido. Sin hablar, movió su cabeza abajo a la
garganta de ella y bajó más. Los lloriqueos de la joven mujer se
convirtieron en gritos aterrorizados.
Baal sonrió.

80
10 Traducido por Zafiro
Corregido por Alaska Young

L
ily escapó del Santuario a través de uno de los numerosos
túneles, luego tomó el metro a casa, la mañana siguiente.
Nathaniel iba a estar molesto cuando descubriera su
desaparición, sin ni siquiera una nota, pero sabría a dónde había ido, y
no la seguiría.
No después de la noche anterior.
Abrió la puerta y entró en su apartamento con un tembloroso
suspiro. La conmoción de Nathaniel al ver su brazo anoche seguía
carcomiéndola. Supo de inmediato que Baal había venido por Michael,
lo que no tenía sentido. Claro, Michael era un Nephilim inexperto, que
podía ser fácilmente influido, pero ¿por qué diablos le importaría a
Baal? Mientras los médicos habían atendido su brazo, Nathaniel la
interrogó hasta que se quedó dormida. Lo que le dijo fue inútil. No tenía
ni idea de por qué uno de los Caídos originales estaría interesado en el
policía.
Dejó caer las llaves en el mostrador, yendo directamente a la
nevera y sacando una botella de jugo de naranja. Tomando un largo
trago, se pasó el dorso de la mano sobre la boca.
El recuerdo del tacto de Baal se sentía demasiado fresco. Le había
costado meses volver al ritmo de las cosas después de la primera vez
que la golpeó. Y tomó años para que las pesadillas desaparecieran. Su
brutalidad en ese entonces la había dejado insegura de si podría
cumplir con su deber.
Se estremeció, tratando de sacudirse el horror. Ahora no podía
darse el lujo de que le afecte.
La ira y desesperación la llenaron, y en un rápido giro, lanzó la
botella vacía a través de la habitación. Dio un golpe seco menos que
satisfactorio.
Ella era un completo desastre después de haber dormido con la
ropa puesta. Su camisa se encontraba arrugada más allá del
reconocimiento, y las rodillas de sus pantalones de cuero estaban

81
desgastadas. Saliendo de la cocina y el desorden menor que acababa de
crear, fue al oscuro dormitorio.
Normalmente lo primero que haría en casa sería abrir las cortinas
y dejar entrar la luz del sol. Sus habitaciones en el Santuario estaban
varios niveles bajo tierra, donde la luz no podía penetrar. Había sido
una de las razones por las que compró un apartamento que
proporcionaba tantas fuentes de luz natural.
Pero esa vez dejó las pesadas cortinas en su lugar. En total
oscuridad, se desnudó y se metió en el cuarto de baño contiguo, donde
preparó un baño hirviente. Se sentó en el borde de la gran bañera
mientras el vapor llenaba el aire. Su mirada cayó a su muslo. La
irregular carne rosada parecía tan notoria hoy como lo fue la primera
vez que la vio.
Los médicos mantuvieron su pierna vendada por días, y en
aquella época, esa no fue su mayor preocupación. Baal la convirtió en
un numerito. Le rompió dos costillas, agrietando tres más, y
fracturando su brazo. Además le dislocó la mandíbula y le astilló la
cuenca del ojo izquierdo. Pero podría haber sido mucho peor, lo sabía.
Sus entrañas se tensaron mientras las náuseas la recorrían.
Las horribles cosas que Baal le había susurrado mientras la
inmovilizaba en el sucio suelo, apalancando sus piernas abiertas,
dejando su marca detrás mientras ella lloraba, la perseguirían para
siempre. Si Julian no hubiera aparecido...
Tragó el repentino engrosamiento en su garganta. De alguna
manera Julian curó la peor de sus heridas después de luchar contra
Baal, exponiendo el hecho de que había conservado algunos de sus
poderes angelicales de los días antes de caer. Los médicos le
preguntaron cómo había sanado tan rápidamente, pero por razones
desconocidas, mantuvo su habilidad en secreto.
Tuvo suerte en esa ocasión.
Lily cerró el agua y luego se hundió, dejando escapar un suspiro
de felicidad mientras sus rígidos músculos se relajaban. Manteniendo el
brazo vendado por encima del agua, deslizó la cabeza hacia abajo,
deseando que la simple acción también pudiera lavar su mente.
El silencio era acogedor. Los últimos dos días habían sido los más
largos, y la semana acababa de comenzar.
Quedándose sin aire, salió a la superficie y abrió los ojos, la
humeante agua corriendo por su rostro.
Dos extraordinariamente brillantes ojos azules se clavaron en ella.
Por un segundo, su cerebro no reconoció lo que ocurría, y todo lo que
pudo hacer fue mirar.

82
Julian, sentado en el borde de la bañera, le devolvía la mirada.
Había una pícara peculiaridad en sus labios que se desvaneció cuando
su mirada cayó sobre sus rosados picos.
Saliendo de la conmoción, gritó y saltó. El agua se derramó sobre
el borde y la pierna de Julian mientras se cubría los pechos y recogía
las piernas. —En el nombre de Dios, ¿qué haces aquí?
Él ladeó la cabeza. —Quería verte.
Su corazón se lanzaba a sí mismo contra sus costillas. —¿En mi
cuarto de baño? ¿Cómo diablos pudiste incluso llegar hasta aquí?
—Quería estar aquí, así que estoy aquí. —Su mirada cayó sobre
sus manos y la piel que no podía cubrir. Ella se sonrojó—. En realidad
es muy fácil.
—¿Cómo es tan fácil? —La mandíbula le dolía por la fuerza con
que apretaba los dientes.
Sus labios se torcieron. —¿Quieres ver?
En realidad no. —Sí.
Hubo una cierta naturaleza juguetona en cómo se inclinó hacia
atrás, atrapando su mirada de ojos muy abiertos y sosteniéndola. Le
guiñó un ojo, y entonces simplemente desapareció.
Su boca se abrió mientras se giraba frenéticamente. Ya no se
encontraba en su cuarto de baño. A menos que estuviera escondido en
su gabinete, y eso parecía poco probable. Esto tal vez explicaba la
rapidez con que se movía, porque no estaba realmente moviéndose.
Desapareció.
—¿Julian? —susurró.
El aire brilló junto a la bañera, tan débilmente que casi no lo
notó, y luego él se hallaba sentado en el borde una vez más. —Sí.
Ella retrocedió de un salto, golpeando su hombro contra la
bañera. —Bueno, eso... eso es muy útil. ¿Pueden todos ustedes hacerlo?
—Sólo podemos ir a un lugar que conocemos. No puedo aparecer
en cualquier parte.
Se quedó boquiabierta. —¿Cómo sabes dónde vivo?
Esa era una muy buena pregunta, porque siempre fue cuidadosa
cuando iba a su apartamento, tomando diferentes rutas cada vez, y
mirando de forma paranoica sobre su hombro. Por otra parte, esa
mañana había estado demasiado agotada como para prestar atención.
Pero habría percibido a un esbirro o un Caído si hubiera estado cerca.
—Siempre he sabido dónde vives. —Extendió la mano, retirando
un mechón de cabello mojado de su hombro.
Se estremeció. —No lo hagas.
Sus ojos se estrecharon sobre ella.

83
—¿Cuántos saben dónde vivo? —Las lágrimas brotaron de sus
ojos. Si los Caídos sabían dónde se encontraba y podían aparecer en
cualquier momento, tendría que abandonar el único lugar que era
realmente suyo.
La dura línea de su mandíbula se suavizó. —Ellos no saben
acerca de este lugar. No tienes nada que temer.
Un poco de alivio la recorrió. Le creía. Hasta el momento, tan raro
como era, no le había mentido nunca. Pero aún estaba desnuda, y
Julian todavía miraba sus manos con tanta atención que se preguntaba
si tenía visión de rayos X. Sus pezones se endurecieron contra sus
manos. Apartó la mirada.
Julian suspiró. —Esperaré a que termines.
Y luego se fue... otra vez. Lily se deslizó de nuevo bajo el agua y
cerró los ojos, su mente corriendo. ¿Qué hacía aquí? ¿Y cuánto tiempo
había estado observándola? En vez de desagradarle, su cuerpo fue en la
dirección opuesta, calentándose con la idea.
Salió a la superficie. —Mierda.
Esto no era bueno.
Saliendo de la bañera, se secó rápidamente y agarró la bata de
seda colgando en la parte posterior de la puerta. Aún podía sentir que
se encontraba aquí. Agarró las pulseras del tocador y las colocó antes
de abrir la puerta. Su mirada se dirigió a la cama, y dejó escapar un
suspiro de alivio. Por lo menos no estaba allí.
Julian se hallaba de pie frente a las puertas de cristal reforzado
que llevaban al balcón, de espaldas a ella. Llevaba una llana camiseta
blanca estirada sobre los anchos hombros y un par de pantalones
negros que colgaban bajo en sus estrechas caderas.
Se volvió, sus intensos ojos derivando desde su cara hasta la
punta de los dedos. —Eso fue rápido.
—De alguna manera mataste la idea de relajación.
—Lo siento.
Sabía que tenía que decirle que se fuera, y luego meterse en la
cama y pretender que nunca apareció en su cuarto de baño,
consiguiendo un vistazo a sus bienes. Pero eso era lo que debería hacer,
no lo que quería. La curiosidad tomaba lo mejor de ella, lo que era
peligroso y estúpido. —¿Qué estás haciendo aquí, Julian?
La miró como si debiera saber. Bueno, no lo hacía, por lo que
esperaba su explicación. —Quería asegurarme de que estuvieras bien.
Esa no era la respuesta que esperaba. Retrocedió un paso, sus
dedos se apretaron alrededor de la bata hasta que los nudillos se le
pusieron blancos. —Por supuesto que estoy bien.
—Baal te lastimó otra vez —dijo, con voz dura.

84
Retiró sus ojos de él, mirando sobre su hombro. La marca de
desgaste dejada por su anterior rabieta se convirtió en su único punto
de interés. —Gracias... por aparecer cuando lo hiciste.
Se quedó en silencio por un momento. —Recuerdo la primera vez
que me agradeciste. Eso fue meses después. Esperaste por mí, ¿verdad?
Sabías que aparecería.
Ella bajó la mirada a su alfombra. Lo había esperado en el
maldito edificio del reloj después del ataque de Baal.
—Me agradeciste y saliste corriendo como si el mismo diablo
estuviera tras de ti.
—Me salvaste la vida. —Levantó los ojos, encontrando los suyos—
. Tenía que darte las gracias. Pero no era como si pudiera pasar el rato.
Todo el mundo mantenía un ojo en mí... después de lo que pasó. —Y
probablemente harían lo mismo ahora. Genial.
—Lo sé —dijo—. Pero no he venido aquí para que me des las
gracias.
Mordiéndose el labio inferior, decidió que no tocaría esa
afirmación ni con un palo de tres metros.
Julian ladeó su cabeza, inhalando profundamente. —Te
preguntas por qué te salvé. —La forma en que sus ojos se cerraron y
sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa la hizo temblar en todos
los incorrectos —correctos— lugares—. Si alguien va a matarte, ese seré
yo.
Arqueó una ceja. No era la primera vez que le decía eso. —Eso no
tiene sentido. Has tenido un montón de oportunidades para matarme.
¿Por qué no lo has hecho?
Se encogió de hombros. Una pequeña sonrisa jugó en su rostro
hasta que aparecieron dos profundos hoyuelos. —¿Quieres que lo haga?
Eso no merecía una respuesta. En su lugar, posó los ojos en sus
labios, y se sonrojó. Recordó imaginar a Julian al estar con Gabe.
Aquello se estaba volviendo francamente estúpido.
—¿Cómo está tu brazo?
Parpadeó. —Eh, va a estar bien, y ni siquiera duele ahora. —Eso
era una mentira, pero él no tenía por qué saberlo.
El silencio se extendió entre ellos, y no podía dejar de notar como
él parecía ocupar todo el oxígeno de la habitación.
—¿Por qué haces esto? —le preguntó finalmente.
Ella frunció el ceño por su cambio de tema. —¿Hacer qué?
—¿Esta vida? —aclaró—. ¿No se vuelve tedioso? ¿Siempre
cazando sin verdadero final a la vista? ¿Sabiendo que los Caídos
siempre estarán un paso por delante, simplemente porque superan en
número a los Nephilim?

85
—Bueno, cuando lo pones de esa manera —dijo arrastrando las
palabras lentamente—. Realmente no tengo otra opción. Nací para esto.
La miró con curiosidad. —Siempre hay una opción.
Extraño, pero Michael le dijo lo mismo. —Pude haber tenido una
opción, pero ya no la tengo. Firmé el Contrato. Ahora no puedo salir de
esto.
Poniéndose serio, asintió. —Ahora tienes la eternidad, y es sólo
tu deber y tú.
—Oh, qué alegría. —Lo rodeó, comprobando las cerraduras de la
puerta. Estaban puestas. ¡Guau! En serio se limitó a aparecer en su
apartamento. Cuando se dio la vuelta, el aire se enganchó en su
garganta. El nivel de intensidad con la que la observaba la ponía
nerviosa, muy nerviosa, y caliente. —Debes irte.
—Tiene que ser una existencia solitaria para ti —dijo, como si no
hubiera oído.
Sus dedos se cerraron alrededor del borde de su bata. Por
supuesto que su vida era locamente solitaria. El más cercano contacto
íntimo que había tenido recientemente tuvo lugar en la barra del cuarto
de lavandería. Y no le sorprendería si Julian lo supiera.
—¿Qué hay de ti? —lanzó la pregunta de regreso mientras
caminaba hacia la cocina—. Estoy segura de que tienes un montón de
gente para ocupar tu tiempo.
—Ya no más —susurró.
Se puso rígida. Lo sintió detrás e, inmediatamente, su cuerpo
volvió a la vida. Respondiendo a algún tipo de llamada que no entendía,
sus pezones se apretaron contra la suave seda y el calor se agrupó entre
sus piernas. —¿Por qué? —susurró.
Julian suavemente apartó la masa de cabello mojado por encima
de su hombro mientras se inclinaba hacia adelante. Su aliento agitó los
pequeños vellos de su nuca, enviando ligeros escalofríos a través de
ella. —Las cosas cambiaron para mí.
Ella se precipitó lejos de la puerta, poniendo un poco de espacio
entre ambos. Pero ese espacio duró un segundo, porque cuando
parpadeó, volvía a estar detrás de ella. Cada célula de su cuerpo luchó.
Luchó contra él, aún quieto. Con decirle que se vaya, o no decir nada en
absoluto.
Él bajó la cabeza para que sus labios rozaran la piel expuesta de
su cuello. —Nunca fue un por qué, ya sabes. Más como un cuándo...
—Oh. —No era una de las respuestas más inteligentes, pero era la
mejor que tenía en ese momento.
Julian arrastró los labios sobre su piel ligeramente. —Hace ocho
años, para ser exactos.

86
El significado de la fecha no se le pasó a Lily. Alguna necia parte
suya quería oírselo decir. —¿Que pasó hace ocho años?
Se rió entre dientes posando las manos en sus hombros. —Tú —
dijo mientras llevaba las manos hasta sus codos en una suave caricia—.
Pasaste tú.
—No hice nada. —Ah, esto es peligroso y estúpido. Pero no era
capaz de evitarlo. Echó la cabeza hacia atrás contra su duro pecho. Sólo
un poco más, y luego lo echaría. Sólo unos pocos minutos más con esta
magnífica cosa detrás, y el glorioso calor que creaba en ella. Entonces lo
dejaría ir. Tenía que hacerlo, porque era una idiotez. Porque así fue
como todo comenzó con Anna.
—¿No lo hiciste? —Sus manos siguieron la curva de sus brazos,
descansando en donde sujetaba con fuerza los bordes de su bata.
—¿Además de apuñalarte? —Comenzó a alejarse, pero él la
mantuvo en su lugar—. No.
El profundo estruendo de la risa de Julian vibró a lo largo de ella,
y un pequeño suspiro escapó de sus labios. —Eso no era lo que tenía en
mente. —Sus dedos se cerraron sobre los suyos—. Ah, Lily, me llevas a
hacer cosas locas.
¿Lo llevaba a hacer cosas locas? ¿Qué estaba haciendo? Permitirle
estar tan cerca y olvidar todas las maneras en las que esto podría ir
mal. Tal como todo había salido mal para Anna. El hielo bañó sus
venas, y se tensó. Esto era malo.
Julian apretó sus manos suavemente. —Está bien —susurró
justo debajo de su oreja—. No voy a hacerte daño. Si me dices que pare,
lo haré.
Abrió la boca para decirle que se detuviera, pero sus pulgares
rozaron la curva de sus pechos y las palabras la dejaron. El calor latía
en su cuerpo, derritiendo el hielo.
—Pararé, Lily. No voy a hacer nada que no quieras que haga —
continuó, presionando sus labios contra su pulso—. Sólo no me alejes
por miedo. No dejes que el miedo te controle. Eso es todo lo que te
pediré hoy.
Su corazón triplicó el ritmo, y sus dedos aflojaron su asimiento
sobre la suave tela. —No puedo hacer esto.
—¿Cómo lo sabes? —Tiró suavemente sus manos lejos de la tela,
llevándolos a sus costados. La floja bata de inmediato se abrió.
El aire se trabó en su garganta. Cada célula de su cuerpo esperó
mientras él llevaba las manos hacia sus hombros. Tenía que apartarse,
pero permaneció allí, llena de una desenfrenada curiosidad que la
excitaba de un modo que nunca había sentido antes.
—¿Quieres que me detenga? —le preguntó.

87
Las palabras se formaron en sus labios, pero no fueron más allá.
Su cuerpo y su mente peleaban. Las hormonas sin duda estaban
ganando en ese momento.
Julian deslizó la seda sobre sus pequeños hombros y bajo sus
brazos. El aire fresco susurró contra su piel desnuda, y cuando debería
haber estado luchando contra él, en cambio le encantaba. Pasó un dedo
sobre el contorno de su tatuaje. —Sabía que serías hermosa con alas.
Lo mismo se podría decir de él, si aún tuviera las suyas. Entonces
el pensamiento voló fuera de su mente cuando sintió su lengua
trazando la misma línea que su dedo. Dulce Jesús, cada músculo de su
cuerpo se bloqueó. —Julian, yo... esto...
—¿Quieres que me detenga? —Cuando no respondió, la tiró hacia
atrás para que se recargara en él—. Tú y yo compartimos este dolor.
Lucha todo lo que quieras, pero es la verdad.
No había cómo negar eso. El dolor la volvía loca.
—Déjame tomar ventaja frente a toda esa soledad. —Levantó su
barbilla, el pulgar trazando círculos ociosos sobre la delicada extensión
de su cuello—. Tan hermosa —murmuró mientras su otra mano
recorría a través de su tembloroso estómago—. Nadie lo sabrá. Ningún
Nephilim. Ningún Caído. Sólo tú y yo.
Sus ojos se cerraron, y cuando la mano se desvió hasta arriba de
su estómago y se detuvo justo debajo de un redondo globo, casi gritó.
—Dime que me detenga. —Su voz era gruesa—. Y maldito sea el
infierno, lo haré.
Sus labios se separaron, pero no dijo nada.
Julian gruñó bajo en su garganta y luego llevó su boca a la de
ella.

88
11 Traducido por Danny_McFly
Corregido por Sofí Fullbuster

H
abían pasado años desde que besó a alguien. En ese
entonces, era sólo una adolescente, antes de Baal y antes
de aceptar el Contrato. Había olvidado cuánto placer podía
traer un beso, pero no recordaba nunca antes haber sido besada así.
Julian reclamó sus labios como si estuviera reclamando su alma.
La posibilidad de que ya lo hubiera hecho le debería haber servido como
una advertencia calamitosa, pero se encontraba demasiado inmersa en
los sentimientos que Julian estaba explotando en ella. Sus labios eran
demandantes, y cuando tiró de su labio inferior con los dientes, le cedió
el paso. El beso se profundizó, y su lengua se deslizó sobre la suya.
Dejó escapar un pequeño y jadeante gemido contra su ardiente boca.
Su sabor, su olor… todo la invadió, quemándola. Estaba tan caliente,
tan húmeda.
Sus labios comenzaron a explorar pausadamente los suyos
mientras su mano finalmente se posaba sobre su pecho. La tocaba
como si se hubiera estado muriendo por hacerlo. Sus hábiles dedos
tiraron de su pezón, lo que la hizo hacer algo que nunca había hecho
antes.
Gimió en su boca.
Su pecho retumbó en su espalda cuando dejó sus labios. —No voy
a obligarte. A pesar de que cada célula de mi cuerpo me dice que te
tome ahora. Tienes opción, Lily.
¿Qué opción le estaba dando, cuando sus dedos se estaban
moviendo hacia su otro pecho, a la deriva sobre su pezón? El fuego
líquido en su interior era demasiado potente para ser ignorado. Le
faltaba el aire, sabiendo que ya había ido demasiado lejos.
Todavía quedaba una opción. A pesar de que estaba excitada,
podía recuperar el control de sí misma, pero era más que sólo lo físico.
Se encontraba tan increíblemente sola y él... él la había salvado dos
veces. Y sus caricias, no había nada parecido. Su respuesta era más
profunda que tratar de aliviar un poco la soledad, pero no estaba
dispuesta a profundizar demasiado en eso.

89
—Quiero darte placer —dijo Julian, moviendo su pulgar sobre el
labio inferior de Lily mientras el otro hacía lo mismo con su pezón. La
combinación era enloquecedora—. Eso es todo, Lily. No haré nada más.
—¿No? —Duda coloreó sus palabras.
—Oh, quiero hacer mucho más. Mucho, mucho más. Quiero
hundirme profundamente en tu interior. Quiero llenarte mientras gritas
mi nombre.
Su cuerpo se estremeció.
—Todo lo que tienes que hacer es decirme que no. —Su mano
izquierda soltó su pezón, cayendo hacia donde la bata estaba
anudada—. ¿No?
Se mordió el labio. Su pecho dolía por la pérdida de contacto.
Rápidamente, Julian deshizo del nudo que ella había hecho, y la bata se
abrió de par en par.
—Tan hermosa —susurró de nuevo.
Sus ojos se estrecharon levemente por el placer mientras los
dedos de Julian se abrían paso hacia el suave montículo entre sus
piernas. Contuvo la respiración. Un dedo rozó sus húmedos labios, casi
sin tocarla, pero Lily se sacudió contra su mano. Nadie, nadie la había
tocado sin algún tipo de barrera entre su piel y ellos. Y sin pensarlo,
separó los muslos, dándole más acceso.
Él exploró suavemente su carne caliente, y ella rápidamente se
fue perdiendo a sí misma, respirando como si hubiera corrido cinco
tramos de escaleras. Cuando su pulgar presionó contra el pequeño
manojo de nervios, gimió.
—¿Me detengo? —preguntó.
Cuando no dijo nada, Julian aumentó la presión hasta que sus
caderas comenzaron a moverse, meciéndose contra su mano. La
temperatura ambiental subió, eclipsando todo lo que había sentido
antes. Construyéndose y construyéndose hasta que temía que la fuera a
consumir.
Julian pasó perezosamente un delgado dedo sobre su raja
húmeda. La tensión creció en su interior mientras se apretaba contra
su mano, buscando frenéticamente lo que fuera que le ofrecía.
—Mírame, Lily —le ordenó bruscamente—. Dime lo que quieres.
Una respiración entrecortada escapó de sus labios entreabiertos,
y sus ojos se encontraron con los de Julian.
Se apretó contra ella, su gruesa y dura polla contra la parte baja
de su espalda. —Dime que me detenga.
Todo pareció venirse abajo en este momento. Sus caderas seguían
empujándose contra su mano, girando hasta que los afilados picos de
placer la atravesaron.

90
—¿Qué será? —Apretó sus labios en la herida de su sien—.
¿Quieres que me detenga?
—No —jadeó.
Julian hizo un sonido triunfante y la levantó en sus brazos. Sus
movimientos fueron un borrón, y luego la puso en su cama. Quitó la
bata de donde había quedado atrapada alrededor de sus brazos y la
besó. La besó hasta que sus dedos se hundieron en su pelo, tirando.
Gimiendo de placer, alzó la boca y arrastró sus labios por su
cuello. Ella quería, no, necesitaba sentir su piel contra la suya. Con
dedos temblorosos, agarró su camisa y se levantó. Sin decir ninguna
palabra, Julian se detuvo y levantó los brazos. Arrojó la camisa a un
lado. Cada plano duro y rizado de su pecho le rogaba que lo tocara.
Y lo hizo, pasando sus manos sobre él. Maldición, era
absolutamente magnífico. Su piel era como seda estirada sobre acero.
Cada parte era dura y lisa.
Entonces sus labios se asentaron sobre su pezón, succionando
profundamente. —Julian —suplicó en un susurro climatizado.
Respondiendo a su petición, apretó su mano contra ella,
deslizando un dedo en su humedad. Su espalda se arqueó en la cama
mientras apretaba sus caderas contra su mano. La sensación de Julian,
su dedo en su interior, la tuvo apaleada.
Él deslizó dos dedos y el fuego en su núcleo se encendió. Su
nombre era como una oración pecaminosa en sus labios, animándolo.
La boca de Julian se deslizó de un pecho a otro y luego de vuelta a sus
labios. Lily sintió la gruesa longitud de su pene contra ella y las chispas
saltaron. Sus dedos se clavaron en su piel mientras presionaba todo su
cuerpo contra el de Julian.
La tensión comenzaba a crecer en su interior y su mano bajó a la
banda de su pantalón. Más, quería más. —Por favor —rogó—. Por favor,
Julian.
—No lo hagas —gruñó él contra sus labios mientras bombeaba
lentamente sus dedos.
Haciendo caso omiso, movió el frágil material. Los botones se
rompieron, esparciéndose a través del cuarto oscuro. Tiró de él por
encima de sus caderas, y su polla saltó hacia adelante. Iba a comando.
Y maldita sea, era enorme. Envolvió su mano alrededor, y Julian se
sacudió como si lo hubiera quemado.
Gimió, arqueándose en su mano. —¿Qué estás haciéndome? Ah,
Lily, no.
No hizo caso. Pasó la mano por él, maravillándose de la longitud y
anchura. Su aliento salía en cortos jadeos, y estaba asombrado de lo
que ella podía hacer con tan sólo su tacto. Pronto, se estaba empujando

91
a sí mismo en su mano mientras metía cuidadosamente sus dedos en
ella.
Presionó su pulgar contra su clítoris.
—Córrete para mí, Lily —le ordenó.
La bobina en su interior comenzó a girar locamente. Su agarre se
apretó contra él. —Quiero sentirte dentro de mí. Por favor.
Julian gruñó, girando su dedo pulgar sobre su clítoris. Lily lo
sintió hincharse en su mano. La fuerza del torbellino en su interior se
retorció fuera de control, y la primera ola de pura felicidad se estrelló
sobre ella. Gritó, tensándose contra su mano. Espasmos se acumularon
en su cuerpo, y los dedos de sus pies se curvaron. Con los ojos muy
abiertos, vio a Julián poniéndose rígido y sintió su polla saltar en su
agarre apretado. Entonces, también se unió a ella en la liberación, su
corazón corriendo mientras sus cuerpos se liberaban.
La fuerza de su orgasmo la dejó sin habla, y mientras su corazón
volvía lentamente a la normalidad, Julian sacó suavemente sus dedos.
Él soltó una especie de risa temblorosa, presionando sus labios en su
frente húmeda. —Esto no es lo que tenía en mente —dijo con voz ronca.
Lily se dio cuenta de que su mano seguía envuelta alrededor de
su longitud, y que ya se estaba endureciendo bajo sus dedos. Apartó la
mano, sonrojándose. —Lo siento —susurró—. Supongo que me dejé
llevar.
Julian se acomodó a su lado y tomó suavemente su mejilla. —No
te disculpes. —Se inclinó y la besó suavemente—. Dulce Lily, me
sorprendes.
Su mano cayó en el pecho de Julian. Se sentía cálida por todas
partes, y sus huesos parecían haberse fundido en algún momento con
su cordura. —¿Lo hago?
Julian asintió con la cabeza, deslizando un brazo debajo de ella, y
Lily se acurrucó contra él.
El silencio se estableció y ella trató de conciliar todo lo que sabía
acerca de los Caídos con lo que sabía de Julian. Lo que acababa de
hacer, lo que habían compartido, había sido verdadera felicidad. ¿Cómo
podía alguien tan malo ser tan paciente, tan suave? ¿Y traerle tal
placer?
La inquietud se apoderó de ella. Por primera vez desde que sabía lo que
era, dudaba de lo que sabía. Todos los caídos eran malos. Carecían de
compasión y eran totalmente inmorales, eso es lo que le habían
enseñado. Pero no se atrevía a pensar en Julian de esa manera.
Julian se inclinó, dándole un beso en la mejilla. —¿Qué estás
pensando?
Lily echó la cabeza hacia atrás, mirándolo. No había manera de
evitarlo. —¿Por qué caíste?

92
Su mirada no vaciló. —¿Por qué crees que lo hice?
Se encogió de hombros. —¿Dormir con jóvenes doncellas? —Por
favor, no digas que mataste a toda una familia sólo porque querías, rogó
en silencio.
Se quedó en silencio por un momento, y luego se inclinó y besó el
pulso en su cuello. —Creerías eso, ¿no? —Levantó la cabeza, mirándola
fijamente—. Fue hace mucho tiempo, Lily. Fui tonto y demasiado
orgulloso.
Lily se mordió el labio. Esa no era la respuesta que esperaba. Lo
presionó. —¿No mataste a una persona inocente o algo así?
Su mirada se estrechó y sus cejas se levantaron. —¿Qué fue lo
que Nathaniel te enseño? No, no he matado a nadie… que fuera
inocente.
Lily le sostuvo la mirada por un momento. —Está bien —
susurró—. Te creo. —Decirlo la hizo sentirse ridícula, teniendo en
cuenta que no le había dicho nada, pero lo hizo.
Julian agarró suavemente su barbilla, llevando sus labios a los
suyos. Cuando terminó, la tomó en sus brazos.
—Será mejor que no te vea en Deuces Wild de nuevo —dijo con
voz ronca, apretando su mejilla contra su pecho desnudo.
Saciada y extrañamente más feliz de lo que se había sentido en
años, sonrió adormilada mientras su corazón retumbaba bajo su
mejilla.

* * *

La cabeza de Michael iba a explotar.


Estaba lleno de conocimiento y era demasiado. Había pasado la
mayor parte de la jornada de clausura con Luke, y ahora Remy. Era
como estar en la escuela de nuevo. Salvo que lo que estaba aprendiendo
era mucho más extraño e interesante de lo que cualquier universidad
podría haberle enseñado.
Por lo que le había entendido a Lily la primera noche, lo que había
aprendido de los Caídos y lo que aprendió ese día, decidió que estaban
jodidos.
Eran simples estadísticas.
Luke había explicado que sólo nacían unos pocos Nephilim al
año. El ahora infame Nathaniel, con el que aún no había hablado
personalmente, recibía el distintivo de alguna manera. Había dicho que
era mentira, lo que le ganó una dura mirada de su maestro
improvisado. Fuera de los Nephilim nacidos, sólo alrededor del

93
cincuenta por ciento en realidad sobrevivía a los primeros años. Al
parecer, su especie eran bebés necesitados.
De ese cincuenta por ciento, los Nephilim salvaban sólo el veinte
por ciento. Los Caídos conseguían al resto.
Una vez más, eran simples estadísticas.
Así que sí, estaban jodidos.
Se preguntó por qué todavía se encontraba sentado allí, en vez de
estar empacando todas sus pertenencias y saliendo de la ciudad.
Estaba en el bando perdedor, pero no se fue. Y, honestamente, ¿no se
pondría todo al día con él eventualmente? Pensando en las razones por
las que había dejado su cómodo trabajo y se había unido a las fuerzas
de policía, comenzó a entender una parte de él que había permanecido
en estado latente. Todo este tiempo, había estado buscando algo que
faltaba en su vida. Los propósitos elusivos de los que siempre hablaba
la gente. Pensó que ser un oficial de policía llenaría el agujero en su
interior. Pero sólo había sido un paso en la dirección correcta.
Un paso que lo había llevado a Lily, y a la verdad sobre sí mismo.
Exploró el Santuario, perdido en sus propios pensamientos.
Aprendió que la parte de seguridad del Santuario era una de las
mejores. Ofrecía protección a algunas de las personas más ricas del
mundo y proporcionaba un software de seguridad a las empresas más
importantes. Vio más de una súper compañía registrada en los
documentos que eran portados por uno u otro humano. Jodidamente
irreal.
A lo largo del día, se dio cuenta de que era capaz de sentir a otro
Nephilim, al que se mezclaba entre la mano de obra humana. Una
extraña sensación crecía en su interior cuando un Nephilim salía de un
ascensor en frente de él o pasaba por delante de la puerta.
Después de vagar por los niveles superiores, bajó al primer piso.
Sin preguntar quién era, los guardias se hicieron a un lado, lo que le
permitió acceso al Santuario real. Bajo tierra, sus sentidos se
disparaban de un lado a otro. Había Nephilim por todas partes. Sobre el
nivel de la tierra, los seres humanos al menos le sonreían, pero los
Nephilim ni siquiera lo miraban. Aún más extraño era el hecho de que
no había visto ni a una sola mujer Nephilim.
El primer nivel era como una escuela. Tenía varias aulas
ocupadas. Oyó risas silenciosas y una voz joven femenina callar a los
estudiantes, y su curiosidad sacó lo mejor de él. Se asomó en la
habitación.
Era como cualquier clase de jardín de niños normal, con una
docena de niños correteando por la habitación llevando cartulinas y
lápices de colores. Una profesora delgada estaba a la cabeza de la clase,
una paciente sonrisa fija en su cara bonita. Fue entonces cuando se dio
cuenta de una pequeña Nephilim niña, con pintura manchando sus

94
regordetas manos. Así que ahora conocía a dos Nephilim femeninas.
Pero de la profesora no estaba seguro.
Pasando de esa habitación, miró en un par más. Había
estudiantes de todas las edades, y algunos parecían cerca de la edad
para graduarse. Ese nivel tenía su propia cafetería, parque infantil, y lo
que supuso era una cancha de baloncesto por los ecos de la puerta
cerrada. El segundo y tercer piso eran los niveles de vivienda para los
estudiantes, y uno parecía una tienda gigante de juguetes. Rápidamente
se retiró de allí. Suspirando, se trasladó al cuarto nivel, y fue como
encontrar el cielo.
La cantidad de armas almacenadas allí habría hecho que a la
milicia que se le aguara la boca. Michael caminó lentamente por el
pasillo. Cada habitación era del tamaño de un gimnasio y tenía un
tema. En una habitación, armas de todos los tamaños se alineaban en
las paredes. Todas ellas tenían escrito un críptico grabado en el mango
o en sus barriles. Algunos eran modelos que nunca había visto antes.
Otra sala estaba llena de explosivos y detonadores. A Michael no
le gustaba lo que veía, por lo que encontró otra habitación con cuchillos
afilados y espadas samurái que comenzaban desde las pequeñas dagas
que Lily llevaba. Todas estaban pulidas y, como las armas de fuego,
tenían extrañas imágenes talladas en ellas. Quería tocarlas, todas ellas,
pero el sonido de un combate le llamó la atención.
Al final del pasillo, se encontró con varias salas de formación de
gran tamaño. Dentro de una, inmediatamente reconoció a Remy
combatiendo con un Nephilim más joven. Él claramente le ganaba al
adolescente demasiado bronceado, pero fue muy paciente mientras el
muchacho titubeaba sobre sus pies o dejaba caer su espada.
En otra esquina, varios Nephilim mayores estaban enseñando
jiujitsu brasileño a un público absorto. Más atrás, hombres estaban
luchando. A primera vista, Michael pensó que estaban realmente
luchando por la intensidad de la forma en que iban uno tras otro. Se
sorprendió cuando un Nephilim de pelo castaño se levantó y se echó a
reír mientras utilizaba la parte de atrás de su mano para limpiar la
sangre de su labio partido.
El Nephilim de piel morena sonrió. —Tu gemelo lucha mejor que
tú.
—Lo que sea. —El otro hombre se echó a reír de nuevo—. Soy
mejor que él en todos los demás niveles. Los que cuentan fuera de la
sala de entrenamiento.
Ambos hombres sonrieron y volvieron a sus posturas defensivas.
Michael se retiró al siguiente nivel antes de que pudiera ser visto.
En el quinto piso eran cuartos adicionales de vivienda, cada una bajo
llave. Su llave estaba segura en su bolsillo.

95
Sabiendo que sólo había un nivel más para investigar, tuvo
curiosidad cuando encontró guardias apostados en el sexto nivel. Al
parecer, no tenía autorización para ese piso y se dio la vuelta. Volvió a
la séptima planta, donde estaba su cuarto, y decidió hurgar allí. Sabía
que había cámaras destinadas para la vivienda, una biblioteca, y un
gran laboratorio de computación.
Caminó a través de la biblioteca, explorando las pilas. Varios de
los libros eran en idiomas que no podía leer. Había muchas biblias de
diferentes edades y versiones. En el estante inferior en la parte de atrás,
se encontró con algunos volúmenes de mitología. Uno en particular le
llamó la atención.
—El Libro de Enoc —dijo, y se puso en cuclillas—. Tienes que
estar bromeando.
Sacando el antiguo libro, lo abrió. Un penacho de polvo golpeó el
aire. Hojeó algunas páginas. —Y se quedaron embarazadas y dieron a
luz a inmensos gigantes, cuya altura era más grande de tres mil metros:
que consumieron todas las adquisiciones de los hombres. Y cuando los
hombres ya no podían sostenerlos, los gigantes se volvieron contra ellos y
devoraron la humanidad. Empezaron a pecar contra los pájaros bestias,
reptiles y peces, y devoraron la carne de los demás y bebieron la sangre.
—Whoa.
Michael negó con la cabeza, pero estaba morbosamente fascinado
por todo.
Mientras leía un verso acerca de Dios, Uriel, y Noé, como en El
Arca de Noé, alguien se aclaró la garganta detrás de él. Miró hacia
arriba, encontrando a Nathaniel parado entre las dos pilas.
—Veo que has descubierto la biblioteca —dijo Nathaniel.
Asintió. —No he oído hablar de la mitad de estos libros. ¿Y esto?
—Agitó el volumen lleno de polvo—. Es una locura.
Nathaniel sonrió. —No, no lo habrías hecho.
—Por supuesto que no… —Miró a su alrededor—. ¿Así que tú eres
Nathaniel?
—Lo siento, no he tenido la oportunidad de presentarme. He
estado muy ocupado, y esperaba que Luke te mantuviera de la misma
forma.
—Lo ha hecho, pero supongo que pensaba que necesitaba un
descanso.
Nathaniel sonrió. —Sobrecarga sensorial, ¿no?
Se echó a reír, pero su risa sonaba áspera. —No tienes ni idea. —
Observó a Nathaniel lentamente y se sorprendió de lo alto que era.
Michael de ninguna manera era pequeño, pero de pie junto a
Nathaniel, se sentía como una hormiga. Un viejo acento que no podía
ubicar se aferraba a las palabras del hombre. Quizás Mediterráneo, por

96
el aspecto de su piel naturalmente bronceada y el color rojizo de su
pelo. —¿Cómo está Lily?
—Está bien. No hay necesidad de preocuparse por ella. Es una
chica muy fuerte.
Michael podía pensar en muchas palabras para describirla.
Ninguna de ellas era la palabra chica. —¿Tú lideras este lugar?
Arqueó una ceja. —Todo lo que puedo. Aunque parece que me
sobrepasa muy a menudo.
Michael se estaba poniendo más incómodo a cada momento. La
mirada del hombre le hacía sentir como si Nathaniel pudiera ver en su
alma y ver todos sus secretos. No era que tuviera algún secreto que
rivalizara con lo que ocupaba el Santuario. Se movió, cruzando los
brazos sobre su pecho.
Nathaniel ladeó la cabeza hacia un lado. —¿Puedo hacerte una
pregunta? —Cuando Michael asintió, continuó—: Todos estos años has
pasado delante de nosotros, y los Caídos ni siquiera te notaron. Es una
situación muy curiosa. ¿Alguna vez has notado a uno de nosotros
antes?
—No lo creo —respondió con sinceridad—. Si lo hubiera hecho, lo
habría ignorado, o lo hubiera atribuido a una mala alimentación. Ahora,
no puedo explicarlo. Yo puedo… sentir… a otros Nephilim.
—Supongo que parte de ti ha permanecido en estado latente. Sin
embargo, me han aconsejado porque ha trabajado estrechamente con
Danyal. Estoy perdido para explicar cómo no sentir lo que eres, y
viceversa.
—Bueno, ¿no estaba mi nombre en ese libro? Supongo que
alguien dejó caer la pelota. —Mirando hacia atrás, Michael hubiera
estado agradecido si el equipo de Nathaniel lo hubiera encontrado. Vivir
aquí habría sido mucho más fácil que mudarse de un hogar adoptivo a
otro.
Una extraña sombra brilló en el rostro de Nathaniel.
—Ese es el misterio, Michael. Tu nombre nunca apareció en el
libro.
No estaba seguro de cómo tomar eso. La idea de que había un
libro en el que aparecían al azar los nombres de los Nephilim parecía
absurda para él. Por otra parte, todo esto lo hubiera golpeado de esa
manera hace una semana.
Nathaniel ladeó la cabeza como si escuchara algo. —Creo que
Remy te llama. Tienes mucho que aprender por delante. —Hizo una
pausa y sonrió levemente—. Tu entrenamiento será intenso. Pero tengo
fe en ti. Vas a tener que luchar como todos los Nephilim lo hacen al
principio, pero saldrás adelante. Ya ves, Michael, eres muy especial.

97
—Especial —repitió. No estaba seguro de si era un insulto o no,
pero Nathaniel ya lo había dejado solo. Suspirando, miró el libro.
Probablemente era el material de lectura más frívolo que podría
haber encontrado nunca, pero se lo puso bajo el brazo y salió de la
biblioteca.

98
12 Traducido por Juli
Corregido por Vanessa VR

L
ily comprobó su reflejo en la ventana del Santuario.
Alisando las ondas salvajes, estudió su expresión. Parecía
normal, no como si hubiera pasado la noche teniendo
orgasmos alucinantes. No era como si “me encamé con Julian” estuviera
estampado en su rostro. Dios, esperaba que no, sino estaría
mortificada. Bueno, no mortificada. Extrañamente, no se avergonzaba
de lo que hizo. Sabía que debería hacerlo, pero no pudo encontrar una
pizca de arrepentimiento en ello.
Quizás los orgasmos borraron su sentido común.
Si ese fuera el caso, entonces no tenía nada de sentido
considerando la cantidad que había tenido en las últimas doce horas.
Se sorprendió de que los músculos de sus piernas aún funcionaran.
Después de quedarse dormida en los brazos de Julian, había sido
despertada por un beso profundo dirigido a un lugar muy privado.
Había protestado al principio, pero él la había persuadido.
Una oleada de recuerdos calientes la forzó a cerrar los ojos. Había
cosas que tenía que hacer, pero la forma en que su lengua se había
burlado de ella... y lo hizo una y otra vez. Nunca entró en ella, ni
siquiera cuando se lo pidió. Maldita sea, había rogado también. Mucho.
Sólo había salido de sus brazos hacía una hora. No se extrañó al ver
que él se había ido después de la ducha rápida, pero la rosa roja que
dejó en el mostrador sí la sorprendió. Aún más sorprendente fue su
reacción. Inmediatamente agarró un vaso sin usar y lo llenó de agua,
colocando la rosa cerca de una ventana. Una estúpida sonrisa se
extendió por su rostro.
Suspirando, se precipitó a través de la sala de recepción y saludó
a Sandy. —Hola, chica.
—¿Cómo está tu brazo?
Lily miró el vendaje. —Ah, está muy bien.
Sandy sonrió, murmurando que se sentía aliviada. Después de
preguntarle a Sandy sobre su último novio, salió de la sala de recepción
y esperó el ascensor subterráneo, sin prestar atención al cosquilleo que

99
se deslizó por su espalda. En el Santuario, aprendías a ignorar esa
sensación ya que el lugar estaba repleto de Nephilim.
Una vez en el ascensor, los nervios la hicieron inquietarse. Apretó
el botón para el nivel cinco, exhalando con fuerza. Nathaniel no iba a
estar feliz con su desaparición durante todo el día, sobre todo desde que
más o menos abandonó a Michael con Luke. Tratando de olvidar eso, se
preguntó cómo habría sido su primer día en el Santuario. Con suerte,
ahora les creía.
Si no era así, iba a darle una patada en la cara.
El ascensor se detuvo y las pesadas puertas se abrieron para
revelar a Luke. Lily dio un pequeño grito de sorpresa y retrocedió. —Por
Dios, Luke.
—¿Dónde has estado todo el día? —exigió.
—Oh, ¿me has echado de menos?
Él se rió. —Nathaniel no está muy contento contigo.
Sus hombros se hundieron. —Como si fuera algo nuevo.
Hizo una mueca mientras entraba en el pequeño ascensor con
ella. —Vas a venir conmigo.
Ella se cruzó de brazos. —¿A dónde?
Pulsó el botón para el nivel inferior que los llevaba a los sistemas
subterráneos, estudiándola de cerca. —Vamos a lo de Michael para
recuperar algo de su basura personal. Micah se nos unirá allí. —Se
detuvo, entrecerrando los ojos—. Te ves diferente. ¿Te has hecho algo
en el pelo?
Con los ojos abiertos, tímidamente se pasó una mano por el pelo
suelto. —No.
Se encogió de hombros. —Hay algo que quiero hablar contigo.
Reprimió un suspiro de alivio, contenta con el cambio de tema. —
¿Qué?
Luke puso un dedo sobre sus labios. Ella rodó sus ojos, pero
permaneció en silencio cuando las puertas del ascensor se abrieron una
vez más. Rápidamente se dirigieron por el pasillo donde esperaban dos
guardias. La puerta estaba abierta, y entraron en el túnel poco
iluminado.
—Entonces, ¿qué has estado haciendo que era tan importante
para que no estuvieras aquí para ayudarnos con tu poli?
Sus ojos se estrecharon peligrosamente. —En primer lugar, no es
mi poli. Sólo le di un puñetazo. Eso es todo lo que me atribuyo. En
segundo lugar, en realidad no es de tu maldita incumbencia.

100
Luke se detuvo, volviéndose tan de repente que Lily se estrelló
contra él. Él puso las manos sobre sus hombros y bajó la cabeza,
mirándola. —Es sólo que no quiero verte hacer algo estúpido.
Abrió la boca para lanzar una observación mordaz, pero se
detuvo. Lo que hizo era estúpido, y tenía la sospecha de que Luke de
alguna manera sabía que no fue a casa y descansó todo el día en la
cama. Sintiéndose expuesta y un poco mentirosa, un ardor se arrastró
hasta su pecho mientras su temperamento estallaba. —Luke.
—No quiero que te hagan daño.
Dejó escapar un sonido de exasperación. —Todo el mundo sigue
diciéndome eso, como si tuviera dos años. ¡Maldita sea! Soy más fuerte
que la mitad de los Nephilim de aquí, y puedo cuidar de mí misma. Ya
no soy esa niña. Tú y Nathaniel necesitan recordarlo.
—¡Nos preocupamos por ti! Sales corriendo sin pensarlo dos
veces. ¿Te acuerdas de lo que pasó la última vez que desapareciste todo
el día?
Se estremeció ante el recuerdo de su primer encuentro con Baal.
—Luke, no vayas allí. Volví a mi casa. Necesitaba un poco de tiempo a
solas.
—¿Necesitabas un poco de tiempo para ti misma? ¿Has pensado
en alguien más? ¿Quieres saber en lo que pensé hoy? —No le dio la
oportunidad de responder—. Ese día, hace ocho años, cuando el hijo de
puta de Julian te trajo de nuevo a nosotros. Sigo viéndote allí tendida,
sin vida. ¿Y todas las noches que huyes, sin decirle a nadie a dónde
vas? Me temo que voy a verte así de nuevo. Insensata, Lily. Eso es lo
que eres. —Se interrumpió, tomando una respiración inestable—. No
puedo perderte a ti también.
Sus hombros se hundieron mientras su ira se evaporaba, y el
corazón le dolía. No. No había pensado en nada de eso esta mañana. Ni
una sola vez cruzó su mente mientras yacía en los brazos de Julian. La
culpa le carcomía el estómago. —Lo siento —susurró—. No me vas a
perder. No soy ella, Luke.
—Dime que no vas a hacer nada estúpido, Lily. —Sus ojos se
cerraron brevemente, dejando caer las manos a los costados—. Quiero
que me lo prometas.
Oyó el conflicto en su tono, la discordancia evidente en todo su
hermoso rostro. Sabiendo que estaba mintiendo, porque no podía
recuperar lo que había hecho, Lily se lo prometió. Luego se levantó
sobre sus dedos del pie, envolviendo sus brazos alrededor de él.
Inhalando su aroma familiar, apoyó la cabeza contra su pecho. —¿Qué
haría yo sin ti? —murmuró hacia la camisa de algodón que llevaba.
Él se relajó, abrazándola. —No lo sé. Estarías corriendo
frenéticamente por las calles de DC, o harías a Nathaniel comer de tu
mano pequeña.

101
Se echó hacia atrás, sonriendo. —No veo nada malo con ninguna
de esas.
—Sí, ya tienes a Nathaniel comiendo de tu mano. El maldito
hombre se está volviendo demasiado viejo como para caer en tus juegos.
—Le acunó la barbilla ligeramente—. Confías en mí, ¿verdad?
Esa era una pregunta extraña e increíblemente estúpida. —Con
mi vida —afirmó con fuerza—. ¿Por qué?
Él se dirigió a la salida que conducía a la estación de metro. Ella
se quedó mirando su espalda por un momento, perpleja. ¿Por qué le
preguntó eso? Mirando a su alrededor, se apresuró a seguirlo. —¿Luke?
—Sé que Nathaniel compartió su miedo contigo —dijo en voz baja.
Ella se encogió. —¿Te lo dijo?
Asintió, mirando el único túnel vacío por el que se podía acceder
al Santuario. —Por eso no quería hablar de esto en el Santuario. Si
Nathaniel tiene razón, podría ser cualquiera.
Lily se rodeó con sus brazos por el repentino frío de la oscuridad,
en el túnel húmedo, deseando haber llevado algo más que un par de
pantalones 5.11 Tactical y una camisa fina. —¿Tienes alguna idea de
quién podría ser? —Lo siguió por otro túnel. Odiaba usar los sistemas
de túneles. Claro, eran útiles y se conectaban a casi cualquier andén
del metro en la ciudad, pero le recordaban a una celda. Nunca le
gustaron los lugares cerrados y confinados, se encontraba con
dificultades para conseguir suficiente aire en los pulmones.
—No —dijo—. ¿Quién sabe si alguna vez lo sabremos? —Luke se
detuvo, marcando un código de acceso en la puerta gruesa y circular—.
Micah ha descubierto algo potencialmente grande. —La puerta se abrió
suavemente, y miró alrededor para asegurarse de que el andén se
encontraba vacío—. Vio a un jugador importante con el asistente de un
senador hace unos pocos días, el senador Sharpe.
Lo siguió dentro y cerró la puerta detrás de sí. Una vez en el área
abierta del metro, respiraba un poco mejor. —¿A quién vio?
—Asmodeus —respondió en voz baja.
Lily casi tropezó con sus pies. —¿Qué? —Baal estaba de vuelta, ¿y
ahora esto? Cristo.
Luke estudió el andén vacío. —El asistente ha fallecido
recientemente debido a una herida de bala autoinfligida.
—Por supuesto —murmuró ella—. ¿Crees que quien sea que envía
a los Caídos realmente está trabajando con Asmodeus? —Cuando
asintió, ella volvió a maldecir—. Oh Dios, eso no es bueno. —No quería
nada más que darle una paliza a quienquiera que fuese—. ¿Por qué
alguien haría esto? Todo el mundo es como una familia aquí.

102
Él miró hacia abajo a las vías, una mirada lejana en sus ojos
claros. —Alguien que odia el Santuario —dijo en voz baja—. Tal vez
alguien que odia a Nate.
—¿Odiar a Nate? —cuestionó.
Luke se encogió de hombros. —Es el jefe. Podría ser una
venganza contra él, alguien que quiere causar tanta destrucción como
sea posible.
Ninguna de esas era una razón lo suficientemente buena para
ella. Los Nefilim estaban ya muy superados en número por los Caídos y
esbirros. Pero perder a más Caídos los dañaría severamente. —
Necesitamos saber quién es esta persona, porque sólo Dios sabe lo que
Asmodeus está haciendo con los jóvenes Nephilim... o si tiene algo que
ver con el senador.
Su mirada siguió a Luke, y las brillantes luces del tren que se
aproximaban, les lanzaron un resplandor amarillento espeluznante.
Cuando el tren frenó, sintió un repentino destello de inquietud. Se
acercó más, envolviendo el brazo alrededor de Luke. —No quiero creer
que uno de nosotros conviviría con Asmodeus.
Bajó la mirada hacia ella. —Yo tampoco, pero tenemos que
tenernos como prioridad, tú y yo.
El tren se detuvo frente a ella. Cuando la puerta se abrió, frunció
la nariz contra el olor corporal y desinfectante. Miró a Luke, la mitad de
su rostro ensombrecido. La inquietud aumentó. —¿Como en los viejos
tiempos? —susurró ella.
—Como en los viejos tiempos.
***
No tardaron mucho en llegar al apartamento de Michael. Lily se
resistió ante la puerta de la escalera. La idea de ser arrinconada ahí de
nuevo le retorció el estómago. Con una mirada de contrariedad en su
brazo vendado, empujó a Luke hacia el ascensor.
—¿Qué? ¿Ahora tienes estrés postraumático? —bromeó.
Como en los viejos tiempos aparentemente significaba burlarse de
ella.
Luke cedió cuando ella lo amenazó con empujarlo hacia el hueco
del ascensor y le lanzó un golpe fuerte en la cabeza.
Él sacó una llave de su bolsillo.
Lily alzó las cejas. —¿Michael sabe que tienes eso?
Se encogió de hombros, deslizándose en el interior. —No.
Puso los ojos, siguiéndolo, y luego cerró la puerta detrás de sí. Se
quedaron en el apartamento oscuro y vacío. Después de haber estado
demasiado enojada la última vez que estuvo aquí, realmente no había

103
mirado nada. Ahora vagó hacia la mesa y tomó un pequeño marco. —No
tengo idea de lo que él querría. ¿Y tú?
Luke se dirigió directamente a la pequeña cocina, abriendo
armarios hasta que encontró una caja de bolsas de basura. —Sólo
agarra la ropa y todo lo que creas que es personal. —Le entregó varias
bolsas, arrastrando los pies más allá de un cuarto de baño del tamaño
de una caja de cerillas.
¿Cómo iba a saberlo? Pasó junto a una foto, mirándola fijamente.
Una rubia muy joven sonreía a la cámara, con los brazos envueltos
alrededor de un pequeño niño que le sonreía con picardía. El pequeño
era Michael, pero eso no fue lo que le llamó la atención. Fue la mujer
que supuso que era su madre. La foto había capturado su felicidad de
una manera que la conmovió. No pudo evitar comparar los pocos
recuerdos de su propia madre con aquella imagen. Su madre nunca
había sido feliz. Su madre había sido la sombra de una mujer
deprimida, amargada y enojada.
Levantando la imagen, se dio cuenta de un pequeño crucifijo en el
cuello de Michael y de la mujer. —Me siento mal por mirar sus cosas —
le dijo a Luke mientras deslizaba el marco en una de los bolsillos más
grandes de los pantalones.
Él resopló desde el baño. —Realmente, nunca he pensado que eso
te molestaría. —Se quedó callado por un momento—. ¿Sabías que el
nombre de Michael nunca surgió en el Libro de los Nombres?
Sorprendida, se detuvo a medio camino entre la habitación de
Michael y la sala de estar. —¿Qué?
—Sí. —Salió del cuarto de baño—. Me pregunto qué significa eso.
Lo miró boquiabierta. —¿Acaso Nathaniel te dijo eso?
Asintió. —No quería que nadie lo supiera. Supongo que está
preocupado por cómo tomaría ese pequeño pedazo de conocimiento otro
Nephilim. Así que no vayas corriendo a Nathaniel exigiendo respuestas.
Herida, quería volver corriendo a Nathaniel y demandarle por qué
no se lo había dicho.
Obviamente, no confió en ella con esa información, y quería saber
por qué. ¿Pensaba que era la rata?
No lo haría. Me conoce.
Luke se deslizó en la cocina con una bolsa llena de objetos
personales. La mirada de Lily cayó a su bolsa vacía y suspiró. Él abrió
la nevera y sacó una botella de cerveza.
Sacudiendo la cabeza, lo vio desenroscar la tapa. No tenía la
menor idea de por qué Luke insistía en beber cerveza. Era bastante
inútil.
Se alejó hacia la habitación de Michael para recoger tanta ropa
como le fuera posible. Sin estar segura de lo que preferiría, empezó a

104
tirar en la bolsa de basura todo lo que podía tomar en sus manos.
Abriendo un cajón, se preguntó cómo un hombre podía tener tantos
pares de calcetines que no coincidían.
Encendiendo una lámpara de noche, vio a un pequeño plato de
cristal que había sido empujado a la parte posterior de la mesa. En el
interior había dos crucifijos. Lily levantó los collares y los metió en su
bolsillo, junto con el marco.
Al ver una caja de zapatos pequeña en la parte superior de la
cómoda, dejó caer la bolsa de pertenencias de Michael y se acercó a ella.
Rápidamente sacó la tapa, rebuscando en los documentos. Dentro
había un par de fotos de su madre y él, unos recortes de prensa
anunciando su graduación, y varios documentos personales de
identificación. Una de las imágenes le llamó la atención. La sacó,
sosteniéndola suavemente entre sus dedos. Su madre era una mujer
hermosa, su sonrisa irradiaba. Lily no pudo evitar pensar que esta
mujer no se parecía a alguien de luto por la pérdida de un ángel caído.
No. Lucía contenta de estar viva y con su hijo. No alguien con la
intención de quitarse la vida como una forma de escapar de la dolorosa
herida que un Caído siempre dejaría en su estela.

105
13 Traducido por CrisCras
Corregido por NnancyC

L
ily se arrastró detrás de Luke y Micah, sólo medio
escuchando la discusión. Habían estado así desde el
momento en el que habían subido al Escalade. Lo único que
había captado era que Micah estaba molesto porque Luke le había
sacado de una misión. Él había estado cazando más tiempo que Lily,
pero para nada cerca de la cantidad de tiempo que lo había estado
haciendo Luke. Ella reconocía lo peligroso que era Asmodeus, y porque
Luke era más adecuado, pero también entendía cómo de frustrado se
sentía Micah. Se sentía de la misma manera después de aprender
acerca de Michael y el Libro de los Nombres. Nunca se sentía bien ser
puesto en duda… o dejado de lado.
Apretando la pequeña caja de zapatos en sus manos, dejó salir un
suspiro de cansancio. ¿Volví aquí para esto? Deseó saber dónde tenían
escondido a Michael, así no tendría que escuchar el festival de quejas
que no terminaría nunca. El viaje había sido lo suficientemente malo,
pero la incomodidad en el elevador era algo que no quería repetir
nunca.
Se detuvieron en el nivel siete, lo que la sorprendió. Sólo
Nathaniel y el círculo tenían habitaciones en este nivel. Michael
simplemente era súper especial, ya que era “tú no puedes ser
nombrado” en el Libro.
Micah lanzó el bolso de artículos que había empacado sobre el
hombro. Era alto, como lo eran todos los varones Nephilim, con cabello
rojo y tez pálida. Había incluso unas pocas pecas salpicadas por su
nariz. Probablemente era uno de los pocos hombres que podía agitar
bien su pelo rojo, y también tenía el temperamento para acompañarlo.
—Esto es una mierda, hombre. Si piensan que no puedo manejar
a los Caídos, ¿entonces por qué demonios me permiten cazarlos solo? —
dijo, volviéndose hacia ella—. Lily, no has dicho ni una palabra. ¿Sabías
acerca de esto?
No había forma de mantenerse al margen de la discusión. Se
centró en el alto pelirrojo, forzando un encogimiento de hombros casual.
—En realidad no.

106
—No la metas en esto. —Luke cambió de sitio el bolso que había
recogido del apartamento de Michael—. Una orden es una orden. Así
que lidia con ello.
Ah, Luke tenía tal comportamiento con la gente. Micah se
enderezó, alcanzando su máxima altura. —¿Perdona? —pronunció
peligrosamente.
No había duda de que llegarían a las manos si se les daba la
oportunidad. —Micah, tampoco tengo permitido acercarme a Baal o
Asmodeus —dijo ella, dando un paso entre los dos—. No es nada
personal. Relájate, ¿de acuerdo?
Micah miró el vendaje que había alrededor de su brazo. —Puedo
entender por qué no lo tienes permitido. Has sido marcada dos veces,
Lily. Él está cazando tu trasero. Sin mencionar que no puedes ir a
ninguna parte sin que el monstruo, Julian, aparezca.
Deteniéndose a mitad de un paso, ella lo miró. Sus propios dedos
picaban por hundirse en él. —¿Quieres reconsiderar lo que acabas de
decir, amigo?
Luke se alejó un paso, pareciendo más bien divertido con el
repentino giro de los acontecimientos. Unos cuantos Nephilim que
estaban de camino a sus cacerías les esquivaron con miradas curiosas.
Micah suspiró. —Lily, no quise decir nada con eso.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Quieres saber cómo quedé
marcada? Luché con él. Lo cual es más de lo que puedo decir que has
hecho jamás, ¿y ese monstruo? Confío en él para salvar mi trasero más
de lo que confío en ti.
—Lily —advirtió Luke, inmediatamente a su lado.
Se giró hacia él, lista para tumbarlo también, cuando se dio
cuenta de lo que había hecho. Había defendido a Julian enfrente no
sólo de dos Nephilim, sino de los dos de más confianza de Nathaniel.
Defender a un Caído era una cosa bastante impropia.
Y cayó como una tonelada de ladrillos. Micah apretó los labios,
dando un paso atrás. Su labio se curvó con disgusto cuando se giró y se
dirigió a la habitación de Michael sin otra palabra.
Ella cerró los ojos con fuerza, su corazón martilleando. ¡Mierda!
Eso fue simplemente perfecto. Se encogió de hombros para escapar de
la mano de Luke y siguió a Micah.
Luke maldijo, recogiendo los bolsos. —Lily —siseó entre dientes—.
Me lo prometiste antes.
Se volvió hacia él. —Lo hice. Sólo déjalo pasar, ¿está bien? ¿Por
favor?
La miró con dureza y luego gruñó su desaprobación.

107
Alcanzaron a Micah, y mientras el trío iba ralentizándose, podía
oír el sonido de las risas infantiles mezclado con el profundo rugido de
la voz de Michael.
—¿De verdad consigues dispararles a los tipos malos? —preguntó
uno de los Nephilim más jóvenes.
—Intento no hacerlo —respondió Michael.
—Pero son malos, y las cosas malas merecen morir —declaró otro
niño.
Lily se encogió ante esa declaración, pero Michael se rió
suavemente. —No todas las cosas malas merecen morir. A veces las
personas malas sólo están confundidas y necesitan a alguien para
hablar o para que les ayuden. Intentaría eso antes de…
—¡Matarlos! —chilló el niño.
Oh, chico. Lily rodeó a los dos matones, que de repente habían
apartado sus diferencias en diversión mutua. —Está bien, enanos, ¿qué
están haciendo aquí?
Michael y dos pequeñas cabezas se volvieron hacia ella. Un niño
de cabello oscuro llamado Julio, en nada menos que su pijama de
Scooby, se puso de pie de un salto y corrió hacia ella. —¡Lily! ¡Lily!
Cambió de lado la caja de zapatos bajo su brazo y se preparó a sí
misma. —Julio, ¿qué estás haciendo fuera de la cama?
El niño le envolvió los pequeños brazos alrededor de sus piernas y
se aferró. —Donnie dijo que había un policía aquí, y no le creí y… él me
obligó.
—¡Nah, no lo hice! —El otro niño se levantó de golpe, plantando
los pequeños puños en sus caderas.
Ella alzó una ceja hacia Donovan. Era alrededor de un año mayor
que Julio, por lo tanto el cabecilla no oficial. —Dudo que alguien pueda
obligarte a hacer algo que no quieres hacer —le dijo a Julio mientras le
separaba los brazos de su pierna—. ¿No es así?
La miró con curiosidad. —No. Nadie puede obligarme a hacer algo
que no quiero hacer.
Le acarició la parte superior de la cabeza. —Es bueno oír eso,
pero ustedes dos realmente tienen que ir a dormir. Es demasiado tarde,
y no quieren que el viejo gruñón Nathaniel les atrape. ¿Verdad?
Luke resopló en algún lugar por detrás de ella, pero las cejas del
pequeño Julio volaron hacia arriba y sus ojos se abrieron como platos.
—No. No. —Volvió a mirar al pálido Donovan—. Deberíamos volver a
nuestros dormitorios.
Donovan asintió, corriendo al lado de Lily. Ella se arrodilló,
inclinando la cabeza hacia delante. —¿Beso?

108
Ambos chicos colocaron un beso húmedo en cada una de sus
mejillas antes de salir corriendo de la habitación. Oyó a Donovan chillar
cuando uno de los hombres hizo un juguetón intento de agarrarle. Lily
se levantó, secándose la mejilla con la parte posterior de su mano. —
¡Qué asco!
—Eso fue malo —dijo Luke mientras arrastraba los pies pasando
por delante de ella.
Soltó risitas. —Están tan asustados de Nathaniel —le explicó a
Michael—. En realidad no debería usarlo contra ellos, pero funciona.
Micah pasó junto a ella, dejando caer las cosas de Michael en el
centro de la habitación. Ni siquiera reconoció la presencia del hombre
sentado en la cama. Le disparó a Lily una mirada mordaz antes de salir
de la habitación.
Luke negó con la cabeza mientras dejaba los bolsos. —Descansa
un poco, Michael. Tienes un largo día por delante mañana. —Luego a
Lily y mucho más bajo—: Realmente lo has hecho ahora.
Ella observó a Luke marcharse, con la esperanza de que se las
arreglara para detener a Micah antes de que fuera a Nathaniel. Esa era
una lección que le gustaría evitar esta noche.
—¿Qué pasa con eso? —preguntó Michael mientras hurgaba en
los bolsos.
Hizo una mueca. —No quieres saber.
Se pasó una mano por su corto cabello. —Eres buena con los
niños.
—Tú también.
—Sistema de acogida —ofreció—. Pasé mucho tiempo con niños.
Ella se sentó en el borde de la cama, apoyando la caja de zapatos
en su regazo. —Pasó un largo tiempo antes de que estuviera rodeada de
niños. Cuando vine aquí, había sólo unos pocos niños, y era una de
ellos. Solamente en el último par de años hemos sido capaces de
ofrecerles una escuela y mantenerlos aquí. Supongo que pienso en ellos
como míos. No podemos reproducirnos, o al menos ninguno ha sido
capaz de hacerlo. Así que son lo más cercano a hijos que tendré jamás.
—Se rió, tímidamente—. Y estoy divagando. Lo siento.
Se sentó junto a ella con el ceño fruncido. —No sabía eso.
Encontró su mirada. Parecía… triste por ella. Apartó la mirada,
incómoda. ¿Él quería niños? Bueno, acababa de explotar su burbuja. —
De cualquier forma, trajimos algunas de tus cosas.
—Ya lo veo. —Se frotó las manos por la parte delantera de sus
muslos cubiertos con los vaqueros—. Entonces, ¿tengo que quedarme
aquí para siempre?

109
—Sólo hasta que estés mejor preparado para lo que hay allí
afuera. —Se metió un mechón de pelo detrás de la oreja—. Sin embargo
la mayoría de los Nephilim se quedan. Les gusta. Todo está establecido
para ellos, y es seguro. En realidad no está tan mal.
—¿Te quedas aquí?
—La mayoría del tiempo —respondió, bajando la vista a la caja.
—¿Y el resto del tiempo? —espoleó.
—Tengo mi propio lugar lejos de aquí. —Golpeó con los dedos a lo
largo de la tapa—. A veces me gusta alejarme de todos.
—Puedo entender eso. He estado aquí únicamente veinticuatro
horas y ya me siento claustrofóbico. —Hizo un gesto hacia la caja en
sus manos—. ¿Mío?
—¡Oh! —Se lo entregó—. Pensé que podrías querer tus objetos
personales. Nosotros… um… agarramos lo que pensamos que podrías
usar hasta que decidas si quieres quedarte aquí o no.
Pareció sorprendido por eso. —¿En verdad tengo elección?
Ella sonrió. ¿Él pensaba que eran la mafia? —Tienes elección. Si
quieres marcharte una vez que estés entrenado, puedes. Es cosa tuya.
—Hizo una pausa—. Aunque creo que deberías elegir un apartamento
diferente.
Sus cejas se alzaron. —Me he dado cuenta de eso. Ya sabes, yo
era normal hasta que…
—¿Me conociste? —Se rió suavemente—. Confía en mí, estabas
lejos de ser normal. Sólo aparecí por casualidad. —Le observó mientras
abría la caja y rebuscaba en ella.
Volvió a ponerle la tapa. —Gracias por traer mis cosas.
—Ah, no me agradezcas. Me sentí como una fisgona teniendo que
revisar tus cosas.
Dejó la caja en el suelo. —Este ha sido un infierno de día. Solía
pensar que mi primer día en el trabajo sería el día más extraño de mi
vida, pero en realidad no tenía ni idea. —Se frotó una mano por el
pecho, sacudiendo la cabeza ligeramente—. Supongo que ya no tengo
que preocuparme acerca de los días en las fuerzas, ¿uh?
—¿Por qué?
Su expresión se volvió dudosa. —No es como si fuera a volver al
trabajo después de esto. Con suerte, el Santuario paga bien.
—El Santuario paga extremadamente bien, pero todavía puedes
conservar tu trabajo de día si quieres. —Ella esperó mientras una lenta
sonrisa se extendía por su rostro. Por alguna razón, ella también
sonrió—. Sólo necesitas encontrar alguna buena razón por la que
tuviste una emergencia familiar cuando tus cuatro semanas se hayan
acabado.

110
—Genial —bromeó—. Eso debería ser fácil. Tal vez debería
decirles que tuve un brote psicótico con la realidad.
Ella se echó a reír. —Sí, no sé si eso sería muy buena idea.
—Bueno, después de toda la mierda que he aprendido hoy sobre
tu… ¿mi especie? De cualquier forma, ¿los Nephilim y las cosas de
ángeles? Siento que necesito ver a un loquero.
—¿De qué te habló Luke?
Cruzó los brazos sobre el pecho y se quedó mirando el techo,
recordando todo lo que había aprendido mientras Lily escuchaba con
atención lo que Luke había divulgado. Era todo lo básico, nada
demasiado espectacular. Para el momento en el que Michael había
terminado, sus hombros se habían desplomado hacia delante y se frotó
los ojos con cansancio.
Lily se sentó y le ofreció una sonrisa genuina. —Descansa un
poco. Mañana empezaremos la formación. Van a ser un par de semanas
largas para ti. —También lo serían para ella. Sólo porque estuviera
entrenando a Michael no significaba que no tuviera que cazar. Estaría
quemando la vela por los dos extremos.
Asintió, aparentemente perdido en sus pensamientos. Ella llegó a
la puerta antes de recordar el marco en su bolsillo y los collares. —Oh,
casi lo olvidé. —Sacó la foto junto con los dos pequeños crucifijos—.
Pensé que podrías querer esto.
Tomó la foto y los collares, su garganta se movió. —Esta era mi
imagen favorita. Yo tenía cuatro años —murmuró.
Lily colocó una mano en la puerta. No podía leer su expresión,
pero sonaba triste. —Tu madre parece realmente feliz.
Él alzó la vista. —Lo era. Era realmente feliz. —Dejó la foto en la
mesita de noche, junto a un libro hecho jirones—. Supongo que ese es
el por qué nunca entendí… —Se apagó.
—¿Por qué se suicidaría? —preguntó en voz baja.
—Seh, supongo que nunca conocemos a la gente.
Ella se centró en la imagen. La mujer de la foto les sonreía
felizmente. Una vez más, fue golpeada por la diferencia entre la madre
de ella y la de él. Lily detuvo ese profundo pensamiento y después de un
momento se excusó.
Salió corriendo de la habitación, esperó hasta salir del elevador
antes de sacar su teléfono móvil. El teléfono sonó dos veces. —Hola,
Lily, es bueno ver que todavía estás viva. ¿Qué pasa?
Frunció el ceño. —Danyal, ¿puedes hacerme un favor?
Suspiró ruidosamente. —Tengo miedo de preguntar después del
último.

111
—No, no es nada parecido. ¿Quería ver si podrías conseguirme
una autopsia y decirme qué piensas?
—¿Tienes una muerte sospechosa?
—No estoy segura —admitió—. Es una tal Sharon Cons. Creo que
podría haber muerto en Hillsboro, Virginia.
—Espera. ¿Esta es la madre de Michael?
—Seh. —Abrió la pesada puerta de acero y salió a la terraza—.
¿Puedes buscarlo por mí?
Hubo una pausa antes de que respondiera—: Claro. Te haré saber
en poco tiempo.
—Gracias. —Lily volvió a deslizar el teléfono en el bolsillo y se
dirigió al borde de la azotea. No podía quitarse la sensación de que algo
no estaba bien. Por lo que sabía, todas sus madres habían sido mujeres
destrozadas y miserables, pero la imagen de la madre de Michael
resultó diferente. Había más. Estaba segura.
La resonancia de un alma deslizándose en el cuerpo de un
humano captó la atención de Lily. Cerró los ojos, ralentizando su
respiración. Alerta, se concentró en la localización del poseído en la
saturada ciudad. Girando con gracia sobre los talones, tomó vuelo
sobre el tejado. Otra noche, otro ser humano inocente perdido.
En verdad tenía que pedir un aumento de sueldo.

112
14 Traducido por aa.tesares
Corregido por Meliizza

R
afe, conoce a tu nuevo amigo Michael —dijo Lily, ahogando
un bostezo con su pequeña mano—. Michael, saluda a
Rafe. Él va a estar pateándote el trasero en un futuro
próximo.
Rafe se rió, extendiendo su mano. —Es un placer conocerte. No le
hagas caso a Lily. Habrá una paliza mutua.
Michael sacudió la mano del hombre, disparando a Lily una
mirada agria. ¿Llegó a dormir algo anoche? Apareció en su habitación al
amanecer, vestida con chándal y una camiseta, con una taza de café en
la mano. Se veía más preparada para ir a la cama que al entrenamiento.
La primera vez que puso los ojos en el alto español, lo único que
podía pensar era que este hombre tenía que ser peligroso. Más de un
metro ochenta de altura y construido como un luchador profesional,
aseguraba que Rafe era el tipo de hombre que no dejaba muchos
adversarios de pie. Oh, esto iba a ser divertido.
Lily flotó lejos de las alfombras, sentándose en la esquina.
Echando un vistazo alrededor, la vio sentada con las piernas cruzadas,
con la barbilla apoyada en una mano. Su taza de café asentada frente a
ella, prácticamente intacta.
—Así que eres un agente de policía, ¿no? Eso significa que tienes
algunas habilidades básicas de combate.
Se preguntó qué consideraba Rafe como habilidades básicas de
combate. Lo que vio a Lily hacer no era nada en el ámbito de lo que le
enseñaron en la academia de policía.
Rafe cruzó sus grandes brazos sobre el pecho. —El entrenamiento
va a ser difícil, y habrá veces que querrás abandonar. Te voy a empujar
a tu punto de ruptura. Sólo entonces comenzará tu entrenamiento real.
Michael rodó los ojos. No pudo evitarlo. Oyó eso antes. —Sí, lo sé.
Derribarme para reconstruirme de nuevo. He estado allí, he hecho eso.
Lily rió desde la barrera. Él frunció el ceño hacia ella. Y esta tomó
el café y le dio un trago. Sus ojos bailaban por encima del borde de la
taza. Tenía la clara sensación de que se reía de él.

113
—Cualquier cosa que hayas aprendido en la academia de policía
no es nada comparado con lo que vamos a enseñarte —continuó Rafe
como si no lo hubiera oído—. Aprenderás varias técnicas de luchas
diferentes. Artes marciales mixtas de ataque, jiu-jitsu, por nombrar
algunas. También aprenderás cómo luchar con cuchillas.
—¿En serio ? —preguntó con las cejas levantadas.
Rafe sonrió. Agarró dos cuchillas de un banco bajo que ocupaba
varios instrumentos afilados. —Tendrás que dominar esto. —Hizo una
seña a Lily.
Ella se empujó fuera del tapete. —Es un poco temprano para esto,
Rafe.
Resopló. —Vamos a mostrarle cómo se hace, y entonces puedes ir
a sentarte y lucir linda, o lo que sea que estés haciendo allí.
Las cuchillas se deslizaron de los puños de su camisa. Lily sonrió.
—Idiota...
Michael se encontraba fascinado por esas cosas. Las puños en
sus delgadas muñecas eran de sólo tres pulgadas de ancho y sin
embargo las cuchillas era por lo menos de seis pulgadas de largo. Dio
un paso adelante, curioso. —¿Cómo funcionan esas?
Lily bajó la mirada. —¿Eh? Oh esto. Remy es el interno experto en
armas. En realidad es un genio. Las cosas con las que puede salir. —
Levantó la muñeca para que pudiera obtener una vista más cercana de
la cuchilla. Señaló varias interrupciones finas en el acero—. No sé la
mecánica del mismo, pero la cuchilla simplemente colapsa en sí misma
cuando no está en uso. Ves. —Sacudió la muñeca, y la hoja se hundió y
desapareció en sus puños. A continuación, movió de nuevo la mano y la
cuchilla salió disparada, abriendo rápidamente una capa tras otra—. Es
bastante útil, ¿no crees? La plata se refuerza con Inconel, un tipo de
metal utilizado en la industria aeroespacial. Es súper fuerte y hace el
trabajo.
—Me imagino —respondió secamente.
—¿Estás lista? —llamó Rafe, impaciente.
Suspiró. —Por supuesto. Vamos a hacer esto.
Michael retrocedió.
Rafe se lanzó hacia Lily con un conjunto de puñales que lucían
mortales. Ella se movía con él, bloqueando cada golpe de la mano con el
antebrazo. Una y otra vez bailaron en una mezcla de artes marciales y
juego de cuchillos. Vio lo mortal que era esta forma de lucha. Se
turnaban para fallar el bloqueo para que pudiera ver el disparo mortal,
o al menos lo que debería haber sido un disparo mortal. Moviéndose
rápido, o el cuchillo golpearía la garganta o pecho.
Lily se dejó caer y giró, golpeando los pies de Rafe por debajo de
él. Trajo su cuchilla al pecho expuesto de Rafe. —No importa qué, tienes

114
que permanecer de pie —explicó—. Los esbirros están entrenados de la
misma manera que lo estamos nosotros. Una vez que te tumben, estás
acabado. Muerto.
Rafe tocó su brazo. —Gracias, Lily —murmuró.
Ella le perdonó una sonrisa descarada y se levantó. —Las
cuchillas son el arma más letal en contra de nuestra especie. En su
mayor parte, los esbirros no tienen el mismo tipo de cuchillas que
nosotros, pero son igual de hábiles con un cuchillo. —Retractó las
dagas y se sacudió las rodillas—. A los esbirros les encanta rebanar y
cortar en cuadritos.
—¿Por qué no puedo dispararles? —preguntó, medio en serio.
—Debido a que tus balas no van a detener a los esbirros, y
apenas va a hacer una diferencia en los seres humanos que poseen —
anunció Remy detrás de ellos.
Michael se giró. No escuchó al hombre entrar. ¿Acaso todos se
mueven como fantasmas? Era espeluznante y un poco molesto.
—A menos que tengas mis balas —continuó Remy—, entonces les
harás un daño importante.
Eso llamó la atención de Michael. A la mierda la lucha con
cuchillo. Dame una pistola. Ahora bien, esto era algo a lo que podía
entrar. —¿Qué tipo de balas?
Rafe le entregó las hojas a Remy, que las sujetaba hacia arriba. —
Fíjate en los grabados. Son símbolos sagrados.
Michael había visto las marcas en las cuchillas de Lily, pero no
tenía idea de lo que eran. Remy pasó un dedo por el primer símbolo. —
Este es el Chi-Rho. Es el símbolo cruciforme más nuevo. —Parecía una
P alargada con una X dibujada en el centro. Luego deslizó su dedo
sobre más arañazos en la plata—. Este es un símbolo sagrado contra la
posesión.
Tras una inspección más cercana, Michael vio que parecía una X
con un diamante en la parte superior.
Remy deslizó su dedo sobre otro diseño, dos cruces al revés y
cruzadas.
Michael frunció el ceño. —¿No es eso satánico?
—No —respondió Remy—. Es un símbolo de la muerte. Se trata
de dos cruces latinas que representan la muerte en batalla.
No entendía cómo los dibujos eran de importancia. —¿Cuál es el
último? Parece una flecha o en el medio, un signo de la paz.
—Otro símbolo de la muerte.
Veo una tendencia aquí. —Un poco deprimente —murmuró.

115
—Estos diferentes símbolos son muy poderosos —explicó Remy—.
Ni siquiera puedes decir mágicos en el sentido de que suponen un
aporte si se han creado correctamente. Cualquier plata reforzada con
Inconel, entonces marcada con estos símbolos en el agua que ha sido
bendecida y el fuego que es puro, pronunciará un golpe mortal. Es un
poco más difícil de conseguir todas estas marcas en una bala, pero es
posible. Estos símbolos también son mortales para nosotros... tenlo en
cuenta. Si somos apuñalados en cualquier lugar con estos, la plata nos
comerá. No va a curar como una herida normal de arma blanca.
Recibes un golpe con estas cuchillas, necesitarás salir rápidamente del
infierno de Dodge. Y vas a tener un poco de dolor.
Michael le echó un vistazo a Lily. Tenía una mirada aburrida
mientras miraba a la pared. —¿Así que si cargo un arma con ese tipo de
balas, matará a un esbirro o a un Caído?
—Dispara a un esbirro en el corazón o un tiro certero en la
cabeza, y los mataras —contestó Rafe—. Sin embargo, un Caído no va a
caer con sólo una bala, no importa lo poderosa que sea. Es por eso que
no puedes confiar únicamente en un arma. Si finalmente te enfrentas a
un Caído, ningún arma o cantidad de balas especiales salvará tu
trasero.
Remy se rió. —Si utiliza un rifle de asalto semiautomático y
disparas lo suficiente en la cabeza, estoy seguro de que hará el truco.
Lily hizo una mueca. —Ew...
—Sí, buena suerte en conseguir que un Caído se quede quieto y
deje que le dispares varias veces. Es probable que eso no suceda —
añadió Rafe.
Remy continuó sonriendo afablemente. —Tienes que disparar
rápido, mi hermano.
—Los Caídos no se van a quedar allí y dejar que les disparen —
explicó Lily—. Sus reflejos son más rápidos que los nuestros. Por el
tiempo que te lleva sacar tu arma, ya te habrán quebrado el cuello. Son
muy rápidos y fuertes. Nos les toma nada arrancarte la cabeza de los
hombros.
Oh mierda.
—De todos modos, de nuevo al entrenamiento importante. —Rafe
pasó junto a Remy.
Lily volvió a su puesto en el tapete. —Su fuerza no es lo único de
lo que tienes que preocuparte. Algunos de ellos han conservado sus
poderes angélicos. ¿Recuerdas a Baal?
Asintió. ¿Cómo podría olvidarlo? No es como si viera a un chico
quemar metal y piel con un solo toque todos los días.
Ella levantó el brazo y sacó rápidamente la gasa blanca. La piel de
su brazo era suave y lisa, pero cuando su mirada cayó sobre su

116
antebrazo trató de no mostrar ninguna reacción. En serio esperaba que
no lo hiciera.
La piel era de un color rojo cereza brillante, y se extendía
alrededor de su antebrazo. Parecía una marca de nacimiento en lugar
de las ampollas de quemaduras que vio la última vez. Pasó por encima
de su brazo, y podía ver claramente la impresión de unos dedos. —
Jesús.
—Baal, obviamente, tiene una afinidad con el fuego. Su toque
puede quemar cualquier cosa. Me imagino que derribó ciudades enteras
en sus buenos tiempos. —Se encogió de hombros—. Duele como una
perra, te diré eso.
Tragó saliva y miró hacia otro lado. No parecía justo que estuviera
luchando contra una criatura que podía hacerle algo así. —¿Todos ellos
pueden hacer eso?
—No —dijo—. Sólo los más viejos parecen haber conservado
algunos de sus poderes. Sabemos que algunos pueden provocar la
muerte con un solo toque, mientras que otros todavía pueden curar. —
Vio la expresión de su cara—. No quieres saber cómo nos enteramos de
quién hacía qué.
—¿Hay algo más que debería saber acerca de estas cosas? —
preguntó.
—Todos tienen la capacidad de influir en los seres humanos. Es
una compulsión que ni siquiera podemos sentir. Sin embargo no somos
tan susceptibles a ello. —Tomó su taza de café, bajando la mirada en
esta—. Todo lo que necesitas es un susurro o una palabra de ellos. La
compulsión es tan poderosa. Supongo que los ángeles solían utilizar su
capacidad como fuente de inspiración. Ya no tanto.
Su primera reacción fue rechazar lo que le acababa de decir, pero
entonces recordó las cosas que había visto. Cada vez escuchaba algo
más loco que lo anterior, así se hacía un poco más fácil de aceptar. Poco
a poco, se quedaba inmerso en este mundo.
No sabía con seguridad si eso era bueno o malo.
Michael no tenía mucho tiempo para pensar en eso. Rafe lo llamó
y comenzó su entrenamiento con un infernal calentamiento que incluía
burpees10, resortes de suicidio, y una cantidad ridícula de sentadillas.
Luego tuvo su culo entregado en bandeja de plata.
No una ni dos veces, si no más de una docena de veces, y todo
antes del almuerzo. Rafe comenzaba con el ataque, y Michael sintió que
fue cegado por una pelea callejera. Entre las dolorosas derribadas y las

10 Circuito de ejercicios de abdominales.

117
arrojadas, ni siquiera quería saber lo que Rafe había planeado para
después del almuerzo.
Por desgracia, lo descubrió muy rápidamente. Aprendió como
hacerlo correctamente y mantener un cuerpo a cuerpo creado para
derribarlo o tirarlo. Lily ayudó, si reír cada vez que Rafe retorció el brazo
de Michael podría considerarse ayuda. Luego vino la presentación de la
contención. Oh hombre, fueron jodidamente geniales. Ser ahorcado no
era algo que Michael esperaba, especialmente cuando tenía un brazo
del tamaño de un tronco clavado en su garganta.
En el momento en que el primer día de entrenamiento concluyó,
Michael preguntó a qué había accedido. Cada hueso de su cuerpo dolía,
cada músculo molestaba y estaba bastante seguro de que sufrió una
conmoción cerebral leve o dos. Luego se levantó al día siguiente y todo
empezó de nuevo.
Una y otra vez, su cuerpo y resistencia fueron empujados al
límite. De ataque a jiu-jitsu, Michael fue golpeado incansablemente día
tras día. Hubo una mejora, pero nada de lo que pudiera estar realmente
orgulloso.
Otros Nephilim ayudaron durante la primera semana de su
entrenamiento. No eran nada fáciles con él. Luego se encontraba Luke,
que por lo general se presentaba para darle a Lily un mal rato, pero
eventualmente dirigía su atención a Michael. Fue entonces cuando
comenzó el dolor real.
Al final de cada día, pasó tiempo con Remy en la sala de armas. A
él le gustaba estar ahí. No porque no recibiera ninguna paliza, sino
porque Remy realmente era un genio cuando se trataba de armas.
Michael estaba impresionado.
Lily se quedó con él durante todo el entrenamiento, pero nunca lo
atrajo dentro de una batalla. Cuando ayudaba a Rafe con las técnicas,
por lo general tomaba la delantera. Era una cosita feroz.
No se encontraba seguro de si se trataba de los golpes que recibió
en su cabeza, pero cada día, pensaba que Lily comenzaba a respetarlo
un poco más. Su burla disminuyó, y su frialdad general hacia él cambió
a una tolerancia más cálida. Sólo esperaba que este entrenamiento no
fuera en vano, y que la primera vez que se enfrentara a un esbirro, no
terminara siendo cortado en rebanadas y cuadros, como le dijo Lily.

***
El senador canoso inclinó la copa de vino, el líquido frío girando
en la flauta de cristal. Llevaba el aspecto de poder y prestigio, un líder
nato con un potencial ilimitado. En el interior, temblaba.
El filete mignon sát intacto en el plato, la silla frente a él vacía.

118
El senador Robert Sharpe odiaba esperar. Su falta de autocontrol
fue lo que lo metió en esta situación en primer lugar. Venía de una
familia de sangre azul, criado en el mundo de la política y preparado
para ser algo más que un senador. Su padre, Dios guarde su alma, se
revolcaría en su tumba si supiera de que las posibilidades de su hijo en
la presidencia podrían haberse perdido en el momento en que metió la
polla en su bonita secretaria pelirroja.
Cuando Cory trajo al hombre extrañamente bello para él, sólo
había tomado un solo toque del ángel caído, y Sharpe había aprendido
todo sobre los Caídos y Nephilim. Todo, excepto lo que se puede esperar
de él.
Sharpe sintió que el aire se agitaba a su alrededor, su atención se
volvió hacia la silla frente a él. El diablo había llegado.
Vestido con un traje tan caro como el que llevaba el senador, el
hombre irradiaba supremacía y malevolencia. Sin embargo, el hombre
que tenía delante era tan hermoso como frío. Sharpe empujó fuera el feo
miedo con un sorbo de vino. —Me ha costado un ayudante.
Asmodeus sonrió. —Podría costarte mucho más que eso.
El senador Sharpe puso la copa abajo, su mano temblando
ligeramente. Nunca habían hablado palabras más verdaderas. —Así
que... ¿Mi problema ha sido atendido?
Agitó la mano. —Es como si nunca hubiera sucedido.
El senador dejó escapar un suspiro de alivio, pero el alivio se
desvaneció rápidamente cuando se dio cuenta de que la cosa al otro
lado de él quería algo a cambio, y aún tenía que saber lo que podía
hacer por un... ángel caído. —¿Cuál es el precio? —preguntó, nunca se
iba por las ramas.
Asmodeus se reclinó en la silla, sonriendo de manera fría. —Mi
petición es bastante simple, y estoy seguro de que tendrá éxito. No creo
que quieras terminar como el pobre Cory.
Tragó pesadamente ante el recordatorio. Eso dejó un sabor
amargo en la boca, nunca terminaría como Cory. Era más fuerte, más
inteligente que su ayudante. —No, no voy a ser como él.
—Bueno. Calienta mi corazón oírte decir eso. —Asmodeus se
inclinó hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa—. He adquirido
recientemente una gran extensión de terreno en Hillsboro, situado
profundamente en el país del vino. El dueño anterior dejó una vacante
en la propiedad de forma inesperada.
No quería saber lo que pasó con el anterior propietario.
Asmodeus chasqueó los dedos, y un hombre salió de entre las
sombras, llevando un pergamino enrollado. —Quiero construir un
complejo en mi tierra. —Asmodeus desenrolló el pergamino, dejando al
descubierto los planes de construcción de una gran estructura—. No

119
necesito ningún financiamiento, pero necesito una cara pública para
ello.
El senador empezó a sudar bajo su costoso traje. —No veo cómo
podría ser de ayuda. Mi tiempo está lleno...
—Tu tiempo es mi tiempo. —Asmodeus distraídamente arrancó
un pedazo de pelusa de su hombro—. La muerte de Cory eran sólo
cinco palabras susurradas. ¿Sabías? Me imagino que no. —El senador
no respondió—. La construcción comenzará la próxima semana más o
menos. Vas a decirle a la prensa y a todos tus amiguitos políticos que se
está construyendo una escuela para jóvenes desfavorecidos.
Sharpe aflojó el cuello alrededor de su garganta. —¿Y qué voy a
decir cuándo pregunten por qué no hay niños en la escuela?
—¡Qué tontería preocuparse! —Él tomó la mano del hombre. El
contacto fue suficiente para que el senador entrara en pánico, teniendo
en cuenta lo que pasó la última vez que fue tocado por el ángel caído.
Aparte de la sensación de calor y frío, nada más ocurrió—. En realidad
habrá niños. Muchos. Y todos son especiales.
Entonces Asmodeus se retiró, moviéndose demasiado rápido para
que el senador lo siguiera. Se quedó solo en el restaurante, a solas con
el trato que había hecho. ¿Qué planificaba un ángel caído con niños?
¿Niños especiales? Las náuseas lo rodaron. ¿Qué he hecho?
Pero ya era demasiado tarde para replanteárselo o redimirse. Un
escándalo de muchos había puesto al senador en la posición de perder
su asiento y reputación. Por desesperación, pensó que había hecho un
trato con un ángel y en su lugar, vendió su alma al diablo.

***
Después de pasar la semana viendo a Rafe y a numerosos
Nephilim limpiar el piso con la cara de Michael, Lily empezaba a
sentirse un poco mal por él. Realmente creía que se merecía un
descanso, por lo menos el fin de semana.
Sin embargo, el hombre, era un soldado. Hacía mucho tiempo que
no había visto a alguien recibir una paliza como la que él había recibido
y levantarse. Dudaba en decirlo, pero iba a ser un gran cazador una vez
que estuviera entrenado con eficacia.
Estar con Michael durante el entrenamiento mató dos pájaros de
un tiro. Muchos de los Nephilim se interesaban en él, y la mayoría de
ellos flotaba en la sala de entrenamiento en algún momento. Algunos se
quedaban más tiempo que otros, y esos eran en los que Lily mostró
interés.
Sabía que había un traidor entre ellos, con la intención de
traicionar al Santuario. Ese Nephilim tendría que estar interesado en
Michael, sobre todo porque alimentaba los nombres de Caídos que

120
aparecieron en el libro, y el nombre de Michael nunca apareció. Apostó
que arrojó al imbécil en una tormenta de mierda.
Pero ninguno de los Nephilim gritaba “traidor”. Tal vez ella no
quería verlo en alguien que conocía.
Creciendo su inquietud, salió de la sala de entrenamiento para
defender su caso de mini vacaciones para Michael. Por supuesto,
también era para ella. Podría usar un día o dos de descanso. Entre
pasar el día con Michael e ir de caza con Luke, que ahora parecía estar
pegado a ella como pegamento, tenía que desaparecer de su
apartamento por unos días.
Bajó las escaleras hasta el nivel siete. Al acercarse a la oficina de
Nathaniel, el cosquilleo de un Nephilim cercano la desaceleró. No podía
explicarlo, pero era una sensación diferente. No la que por lo general
tenía de Nathaniel. Lily se fue, cubriendo la pequeña distancia en dos
pasos. Si detectaba a otro Nephilim, eso significaba que la sentirían,
también.
La puerta del despacho de Nathaniel se encontraba entreabierta,
pero ésta se abrió tan rápido que Lily dio un paso atrás. Sus ojos se
abrieron al Nephilim, que salió de la oficina vacía. —¿Qué estás
haciendo en la oficina de Nathaniel, Micah?

121
15 Traducido por Amy Ivashkov
Corregido por Aimetz14

L
os dedos de Lily picaban para liberar sus cuchillas. Su
aversión a Micah desde que había regresado desde el
departamento de Michael no era un secreto. El sentimiento
era mutuo, pero nunca esperó encontrarlo husmeando en la oficina
obviamente vacía de Nathaniel.
Sus ojos pálidos se estrecharon en ella. —Estaba esperando a
Nate.
Ella se movió, bloqueándolo. —¿Solo en su oficina?
—Sí, ¿cuál es el gran problema?
—Ninguno —dijo—. ¿Quieres que le deje un mensaje o algo?
—No. —Trató de dar un paso a su alrededor—. ¿Te importaría?
—¡Lo siento! —dijo inocentemente—. No te voy a retener, Micah.
Sus cejas color rojizo y rubio le fruncieron. Con un leve
movimiento de cabeza, dejó el nivel siete bajo su mirada. ¿Lo había
pillado con las manos en la masa? Abrió la puerta de la oficina de Nate
y entró. Nada parecía fuera de lugar, pero no había forma de saber
cuándo tiempo él había estado allí sin interrupción.
Cerrando la puerta, observó la habitación en la que había estado
más de mil veces. Dio un paso adelante, con los labios apretados. Sí,
totalmente reconoció la hipocresía de culpar a Micah por husmear en la
oficina de Nathaniel y luego hacer precisamente lo mismo. Sin embargo,
soy diferente, razonó. Soy Lily.
Fue a su mesa y abrió el cajón donde guardaba las llaves del
gabinete y sacó uno que desbloqueaba los archivos del personal. Tardó
sólo unos segundos para agarrar el archivo de Michael y otros cuantos.
Rápidamente hizo una copia de cada uno, los puso de nuevo y bajo
llave.
Pensó que sería una gran espía algún día.
Tomando la pila de archivos copiados, se fue a su habitación.
Después de leer el de Michael, no sabía si debía reír o sentir lástima por
él. Su vida había sido cuidadosamente aburrida. Con la excepción del

122
suicido de su madre, nada remotamente emocionante había sucedido
en su vida, no es que su mamá matándose fuera emocionante.
Frunció el ceño. Tenía que ser menos cruel. Pensar un poco antes
de permitir ciertos pensamientos para procesar frases coherentes. Si
ella tenía un alma —y quién sabía— se estaba condenando a sí misma
al Infierno con algunos de sus pensamientos.
No había nada notable en él que el hecho de que no estaba en El
Libro de los Nombres. Dejó a un lado su expediente, agarrando el de
Micah.
Nunca le había hecho nada a ella, pero la idea ardió en su
estómago.
Tal vez era la forma en que su cabello estaba peinado en un estilo
desordenado. Sí, el estilo de su cabello era una razón válida para no
confiar en él.
Tenía que haber estado haciendo algo en la oficina de Nathaniel y
dudaba que fuera algo bueno. Hojeó sus papeles, encontró reseñas
numerosas por no obedecer órdenes. Bueno, maldición, Lily tendría a
un montón de estos idiotas. Ella dio vuelta la página, encontrando algo
que hizo que sus cejas se alzaran. Otro Nephilim se quejaba de que
Micah mostraba demasiada fuerza brutal cumpliendo su deber.
Su trabajo era bastante excesivo y brutal. Mataban cosas. No se
podía ser más brutal que eso. Pero para ser considerado excesivo y
brutal en su línea de trabajo, tenías que hacer un daño realmente
importante. Generalmente involucraba la tortura o algo así. Los
Poderosos fruncían el ceño ante cosas como esa. También lo hacía
Nathaniel.
Los Esbirros y los Caídos eran malos, pero todavía eran criaturas
que vivían y respiraban gracias a la gracia de Dios. Su trabajo consistía
en disponer de su compasión, lo que significaba que eran lo más
rápidos y limpios posibles. A veces eso no siempre era posible,
especialmente con los Caídos. Eran desordenados. Señor, lo fueron
alguna vez. Sin embargo, la tortura nunca estuvo en la ecuación. Era
incorrecto.
Esta revelación le dejó un mal sabor en la boca. Pasó a través de
algunas páginas más. Lo único inusual era una nota sobre el tiempo
libre excesivo. Lily lo encontró extraño. Tenían tiempo libre, al igual que
los humanos pero incluso aún más tiempo. Los Nephilim tenían un
ambiente de trabajo más estresante que el de las granjas.
Supuso que si estuviera a escondidas reuniéndose con los Caídos
necesitaría mucho tiempo. Cerró el archivo de Micah, y tomó el de Rafe.
Bien, realmente no sospechaba de Rafe. Además del hecho de que tenía
el atractivo sexual de un ángel caído y probablemente conquistaba
demasiado, era un buen Nephilim. Un buen tipo de sonrisa fácil y con
una mano que ayudaba. El tipo de mano amiga que te animaba cuando
necesitaba una palmadita amistosa en el trasero. Ella había recibido

123
unas cuantas. No había nada en su expediente que le llamara la
atención.
Pasando la mano por la cara, tomó otra pila de papeles. Los
gemelos: Damon y Gabe. La única razón porque los tomó, era porque
tenían acceso a todos los jóvenes Nephilim. Más a menudo que no,
fueron enviados a recuperarlos cuando sus nombres recibían una
marca. Eso justificaba la sospecha.
Pero ella conocía a Gabe bastante bien. Había visto más parte de
él que de cualquiera de los otros. Y era demasiado tranquilo como para
ser atrapado en tal traición. Eso dejaba a su gemelo. Idéntico al punto
que ni siquiera podía diferenciarlos, Damon y Gabe eran material sexy.
Cuando los dos estaban juntos, se comunicaban en silencio entre ellos.
No era una cosa probada, pero ella lo creía. Los había visto muchas
veces mirarse en silencio, luego actuar de la misma manera.
Damon era demasiado serio. Fuera de cualquier Nephilim que
conocía, era el más reservado, lo que era gracioso considerando que
Gabe era todo lo contrario. Demonios, ella no había estado con Deuces
Wilds en días, y tenía la sensación de que no volvería por un tiempo.
Eso era algo que no quería examinar muy de cerca.
No había nada en sus archivos, tampoco.
Se puso de pie, tomó todos los papeles y los colocó en el cajón del
escritorio. Sacó su celular y marcó a Luke. Por supuesto, no le iba a
decir lo que había hecho. Sólo quería ver si respondía. Si lo hacía, sabía
que tenía un compañero de caza por la noche.
No respondió.
Sonriendo, deslizó su teléfono en el bolsillo de su falda y salió del
Santuario. Eran las doce y cuarto, las calles de la ciudad todavía llenas
de gente. Lily se mantuvo en las aceras, escuchando y observando.
Dobló una esquina y escuchó el misterioso zumbido de un alma
caer en un cuerpo vivo. Sal, ¡sal dónde quiera que estés! No pasó mucho
tiempo para que se concentrara. Fuera de Rock Creek Park. ¿Que
demonios? ¿Desde cuándo las almas van a la tierra salvaje? Eran más
un problema urbano.
Maldita sea, tenía que tomar un ritmo. Quizás podría pasar por el
zoológico después. Amaba ver caer la noche y ver los animales.
Se fue por los callejos para realmente poder alcanzar el tipo de
velocidad que le daría a los seres humanos un sobresalto o dos, corrió
hacia el parque. Se encontraba a menos de diez kilómetros, pero fueron
unos muy poblados diez kilómetros de las avenidas más importantes de
DC, y con el tiempo ya no podía esconderse en las sombras.
Disminuyó la velocidad a lo que se podía considerar una velocidad
normal, tiró su falda y deseó haberse puesto algo que podría ser más
pasable como ropa para trotar. La pequeña falda que llevaba

124
probablemente le hacía parecer más como una prostituta corriendo de
su proxeneta que cualquier otra cosa.
Lily corrió por la rampa de Beach Drive. Una vez dentro del
parque nacional de casi dos mil hectáreas, se vio rodeada por la
naturaleza del centro de DC. Era como estar en un mundo diferente.
Siguiendo por la línea de árboles gruesos, dejó que sus sentidos la
llevaran. Dobló una curva y vio al poseído.
Maldición. Era un guardaparques. A ella le gustaban los
guardaparques y sus sombreros. A éste le faltaba su sombrero. Era
joven y se sentía un poco mal por tener que matarlo. Hizo una mueca
mientras se tambaleaba sobre el camino de las bicicletas, levantando su
rostro al cielo. Él tenía la boca abierta en un ángulo extraño. Era como
un grito silencioso. El tipo de grito que comenzaba antes de comenzar a
realmente gritar y a molestarla.
Dio un paso adelante pero se detuvo, mirando atónita, mientras
tres poseídos salían de la ruta junto al guardabosque. Uno parecía sin
hogar, otro era un corredor, y el tercero era… realmente asqueroso.
Una vez fue una persona. Sin embargo, no podía estar segura. El
pelo se le había caído, la piel se había vuelto marrón, se estaba
descomponiendo, y los oídos se habían agudizado. Este no era fresco.
Oh no, había estado montando en un cuerpo humano hasta convertirse
en lo que la gente llamaría un monstruo. En realidad, a Lily le
recortaba los dibujos primitivos que los seres humanos hacían de los
poseídos. No tenían idea si los esbirros eran realmente atractivos, lo que
habían dibujado era un poseído con fecha de caducidad.
Era un tipo diferente de problema. En algún momento, el cuerpo
se endureció y el mal en ellos se hizo más oscuro. Eran feroces, al
menos casi tan malos como un esbirro.
Y, Dios, olían horrible.
Rodó los ojos. Por supuesto, tenía que ser ella quien escuchara la
llamada. No debería ser tan perra al respecto, pero este tipo de poseídos
apestaban. Moviéndose una vez más, no caminó muy lejos. Inclinó la
cabeza a un lado y sintió que un escalofrío le recorrió la espalda.
Antes de que pudiera decir Mississippi, la cabeza del trotador
bruscamente la movió a un lado. Ella se desplomó como un saco de
piedras, con espasmos y gemidos. Luego el guardaparques voló en el
aire y después de varios rebotes, cayó a la izquierda del camino. Él
crujió de forma repugnante cuando aterrizó. Se retorció, también.
Julian apareció frente del poseído, arrugando la nariz. —¿Quieres
manejar este?
Ella salió de los arbustos, ignorando la repentina sensación de
calor que la recorrió. No era momento para eso. —Oh no, lo estás
haciendo bien. Adelante. No dejes que detenga tu diversión.

125
El poseído inclinó la cabeza hacia atrás y gimió. El sonido, una
mezcla entre un coyote y lince, fue suficiente para hacer que los oídos
de Lily sangraran. Julian lo consideró con disgusto. —Oh, cállate. —
Giró la cabeza de la cosa a un lado.
—Guau. —Lily hundió su espada en el corazón del trotador. La
convulsión se detuvo—. Eso fue… guau.
Julian miró sus manos con disgusto. —Volveré enseguida.
Lily se dirigió hacia el guardabosques. Díos mío, era joven. Su
etiqueta decía Oficial Joel Curry. —Lo siento, Joel —susurró.
El poseído que fue una vez Joel la miró con los ojos marrones en
blanco. Ella hundió la espada en el pecho.
Para el momento en que Julian había regresado, todos los
cuerpos se habían desvanecido. Ella notó manchas de humedad en los
pantalones negros de Julian. Aparentemente, estaba lo suficientemente
disgustado como para lavarse las manos. Se puso de pie a unos metros
del camino, mirando la luz pálida de la luna. Esta noche llevaba un
traje muy caro. La camisa estaba desabrochada por debajo, exponiendo
su perfecto estómago cincelado. Ella suspiró.
—Te extrañé, Lily. —Su voz se convirtió en baja y sensual.
Oh, su interior se acurrucó. Le recordaba lo que había pasado
entre ellos en su departamento hace una semana, pero tenía que jugar
esto bien. —Lo dudo. Estoy segura de que has tenido un grupo de
mujeres para ocupar tu tiempo.
Él sonrió y dio un paso adelante. —Sabes que eso no es verdad.
Ella dio un paso atrás, decidiendo cambiar el tema. —Ya sabes, lo
tengo manejado. No tienes que entrometerte.
Se encogió de hombros. —Iba a tomar mucho de tu tiempo.
Ahora, te tengo para mí.
En la semana pasada había hecho lo posible para no pensar en él,
por no estar en su pequeña cama en el Santuario recordando como se
sentían sus labios en su boca, en su carne. Le había hecho una
promesa a Luke. —Julian, no podemos.
Se acercó. —¿No podemos hacer qué? —Se agachó, y tomó su
cabello con su dedo.
Su calor la inundó, y cuando colocó su mechón de pelo delante de
ella, se quedó mirando sus dedos. Esto no era una buena idea. Echó su
pelo hacia atrás. —¿Por qué no vas a hacer… cosas de… Caídos?
—¿Cosas de Caídos? —repitió con una risa—. Que tontas
nociones tienes.
Ella hizo una mueca y comenzó a caminar hacia la entrada. —
Tengo una gran cantidad de caza que hacer —le dijo—. Es temprano.
Se puso a caminar a su lado. —Entonces iré contigo.

126
Lily se detuvo. —No puedes venir conmigo.
—¿Por qué no?
—No puedes ayudarme a cazar, Julian. Lo aprecio, pero no. No
puedes.
Frunció el ceño. No alejó su belleza del todo. —Entonces estamos
en un punto muerto.
Cruzando sus brazos, lo miró. —¿Entonces qué? —demandó.
—Quiero pasar tiempo contigo —explicó muy serio—. Si no
puedes cazar conmigo, entonces me temo que no puedo permitir que
caces.
—Julian…
—Por cierto, me gusta la falda. ¿Qué es lo que los humanos
dicen? ¿Fácil acceso o algo así? —dijo con un guiño coqueto—. De todos
modos, no tengo nada más que hacer que atormentarte.
Sonrojada, miró los pliegues negros. A ella le gustaba también. —
Um, gracias. Creo. —Se aclaró la garganta—. En serio, Julian, tengo
trabajo que hacer.
Sonrió más angelical, lo que era totalmente incorrecto. —Dije que
trabajaría contigo. Creo que tu lucha es increíblemente sexy. Realmente
seductor, la forma en que te mueves —se calló. La mirada angelical se
desvaneció en algo parecido al pecado—. Estoy obsesionado. Muéstrame
tu vida nocturna, bebé.
Luchando contra una estúpida sonrisa, ella sabía que no debería
estar disfrutando esto. Había cosas que hacer, cosas para matar. Cosas
como él. Sin embargo, allí estaba, bromeando con él. Y se estaba
divirtiendo. Estúpida Lily… y estúpidas hormonas…
Estaba tan perdida.
Lily suspiró. Tenía que cazar, pero no importaba en qué parte de
la ciudad estaba, ella podía oír a un poseído si se ponía juguetón y
había otro Nephilim por allí. Así que, ¿qué pasaba si estaba algún
tiempo en el parque con Julian? Se mordió el labio. Soy egoísta,
totalmente egoísta.
—Está bien —acordó—. Pero si escucho a un poseído, me iré, y no
puedes seguirme. No harás preguntas. Es la única oferta que haré.
—No hay trato.
Sus ojos se estrecharon en él. —¿Qué?
—Dame tu mano. Haremos esto como la gente normal.
Lo miró con curiosidad. —¿Hacer qué, exactamente?
—Una cita —dijo—. Un paseo en el parque es considerado una
cita para los estándares humanos. Es algo malo, pero no es como si te
pudiera llevar a cenar sin tener a todo el Santuario sobre nosotros.

127
—¿Una cita? —repitió tontamente.
—Sí.
—¿No nos hemos saltado eso antes?
Julian se inclinó, rozando sus labios sobre los de ella. —Podemos
pasar directamente a eso otra vez, pero estoy tratando de ser un
caballero.
¿Qué era más divertido, la idea de ir a una cita con él o él
tratando de ser un caballero? No podía decirlo. —No vamos a citas.
¿Nuestras razas? De ninguna manera, amigo. —Ella le dio la mano de
todos modos—. Tómala, si eso te hará feliz.
Julian sonrió ampliamente. Con su cálida mano agarró la suya. —
¿No tenemos citas? Ahí va mi idea de una película.
—Ja, ja. —Lily dejó que la dirigiera hacia la boca del parque.
Observó su mano agarrada en la suya—. Esto es por lejos la cosa más
rara que he hecho.
—¿En serio? —preguntó—. Encuentro eso difícil de creer.
Ella lo pensó por un momento. —Sí, lo es. Hombre, si uno de ellos
me encuentra, estaría tan muerta.
Julian la llevó fuera de la ruta habitual, al bosque. —¿Te importa
tanto lo que piensan?
—No —contestó inmediatamente—. Sí, quiero decir, ¿qué es esto?
Ni siquiera sé que es, pero no está permitido. Pensarían lo… peor.
Sus ojos brillaban con diversión. —¿Y qué sería eso?
Sus labios se fruncieron. —Que estamos… ya sabes, haciéndolo.
—Julian echó la cabeza hacia atrás y rió profundamente. Frunció el
ceño—. No es gracioso.
—Pero no lo estamos haciendo. —Se detuvo bajo un gran árbol de
roble y la atrajo hacia él.
El aire quedó atrapado en sus pulmones, y su cuerpo traidor rozó
el de él, volviendo a la vida. —¿Qué estamos haciendo? —susurró.
—Realmente no lo sé.
Su respuesta parecía sincera, y no se apartó cuando inclinó sus
labios en los de ella. Tampoco lo detuvo cuando el susurro de un beso
se convirtió en algo más. Él abrió los labios, profundizando el beso.
Las manos de Julian se deslizaron debajo del dobladillo de la
falda, burlándose y tocando. Levantó la boca unos centímetros. —
¿Sabes lo mucho que te he echado de menos esta semana?
Sus dedos se cerraron sobre su pecho mientras lo miraba
fijamente a los ojos.

128
Una pequeña elevación de sus labios suavizó su dura belleza. —
Ese Nephilim ha estado en todas las partes que has estado. No me
gusta.
Ella deslizó su mano por el cuello de su camisa. —Luke se
preocupa por mí.
Él rozó su mejilla en la de ella. —Es la única razón por la que
tolero su presencia.
Abrió su boca para responder, pero él se aprovechó del momento,
colocando su lengua profundamente en su boca. Cuando rompió el
beso, dio un paso atrás para capturar su mano otra vez. Lily frunció el
ceño.
Le dio una sonrisa de complicidad y comenzó a caminar. —
Pregúntame lo que quieras.
—Um —dijo, pasándose una mano temblorosa por el pelo—. Está
bien… ¿Qué haces en tu tiempo libre?
—¿Además de seguirte?
Bueno, consiguió puntos por honestidad. —Sí, además de
seguirme.
—Bueno, no duermo todo el día en mi guarida, si eso es lo que
piensas. —La llevó alrededor de un pequeño arroyo alimentado por el
río Potomac—. En realidad tengo un par de negocios en Maryland y
unos pocos en la ciudad: clubes y bares.
Eso no es lo que esperaba. La sorpresa debió ser transparente,
porque Julian se rió. —Me aburro fácilmente, sobre todo después de
siglos. No es algo raro para nosotros adquirir ciertas cosas. Te
sorprenderías.
Lily realmente necesitaba compartir eso en el círculo. —¿Qué tipo
de clubs?
—Del tipo del que vas —dijo con una sonrisa—. Los clubes están
de moda entre los estudiantes ricos de Georgetown y jóvenes
profesionales buscando un buen rato.
—Así que esto es una cosa ilegal o una manera de…. ¿llegar a
más humanos? —Se refería a corromper más humanos explotando sus
vicios. Era algo en que los Caídos eran muy buenos.
Julian la miró con cara de interrogación. —A veces, sí. En su
mayor parte, es sólo un club de moda para ir a divertirse. No me
aprovecho de todo el mundo que entra por las puertas de mis
establecimientos. Aunque algunos de mis clubes son privados. Lugares
para gente que va a pagar un buen dinero para relajarse y no ser visto.
¿Políticos y celebridades? Al parecer Julian siempre fue
oportunista.
—¿Tú? —dijo después de un momento.

129
—No hago nada emocionante —dijo secamente—. No hay
empresas secretas o intrigas. —Hizo una pausa—. Fui a la American
University.
—¿Universidad de posgrado? —preguntó—. Caliente.
Lily se rió suavemente. —No me gradué. El trabajo se puso en el
camino...
Parecía que digería esa información. —Tu trabajo es todo. Es todo
lo que tienes.
Cuando lo puso de esa manera sonaba deprimente. Pero ella
amaba su trabajo. Demonios, era más que un trabajo. En realidad no
había mucho de ella para contarle. Además de ser un Nephilim, vivía
una vida aburrida. Él no parecía pensar así.
No por la gran atención que le daba.
Pasaron unos minutos y la belleza del parque se instaló alrededor
de ellos. Fue entonces cuando Lily se le ocurrió preguntar lo más
inapropiado que podía preguntar. —¿Cuántos Nephilim has tenido?
—¿Niños? —Inclinó la cabeza hacia un lado y un mechón de pelo
cayó sobre su ancha mejilla—. Ninguno.

130
16 Traducido por EyeOc
Corregido por Aimetz14

L
ily se soltó a reír a carcajadas. —Como sea. Me dices que te
pregunte lo que sea y luego mientes.
La piel entre las cejas de Julian se arrugó. —No estoy
mintiendo.
Su sonrisa se desvaneció. O tenía un rostro imperturbable o decía
la verdad. Pero no había manera de que él no hubiera procreado a un
Nephilim. Era sólo… lo que hacían. Como una y otra y otra vez. Pero la
miró con esta expresión seria y de alguna manera ofendida en su cara.
—No puedes estar hablando en serio —siseó Lily.
—¿Por qué mentiría sobre eso?
Habían parado de caminar. Debajo de un viejo puente de piedra
que ya no estaba en uso, retiró sus manos de las de él. —¿Ni un
Nephilim?
Suspiró. —Si hubiera sabido que estarías decepcionada por eso,
te hubiera mentido.
—No —se mordió su labio—, no estoy decepcionada. Sólo estoy
sorprendida. Quiero decir, ¿Qué Caído no produce un Nephilim? Somos
como su primer “en tu cara” para Dios.
Julian se echó a reír. —Supongo que soy un Caído muy pobre.
—Guau —murmuró. Estaba lleno de sorpresas, y su última
hablaba por sí misma. Había pensado que su inexplicable cariño por
ella y su manera frívola de destruir a las creaturas que su especie
creaba era extraña, pero esto estaba más lejos—. ¿Los otros son como
tú?
La agarró, desdoblando sus brazos. —Imagino que hay algunos
que se han cansado de este camino que hemos escogido. Quienes han
forjado una vida diferente, dejando atrás lo que los hizo caer.
Eso no se asentaba bien con Lily. Todos los años de
entrenamiento y educación de los Caídos comenzaba a aclararse. Las
líneas entre ellos siempre eran un problema de blanco y negro. Aun así,
Julian era la prueba de que no era siempre la verdad. ¿Y podía haber

131
más como él? ¿Afuera? ¿Caídos pero no completamente malvados? ¿Y
su especie los mataba?
Necesitaba alejarse, para pensar. Todo esto la confundía.
Julian frotó las manos sobre sus brazos. —¿Te molesta, no es
cierto?
—¿Qué?
Sonrió un poco. —Saber que todo lo que te han enseñado no es
siempre lo correcto. Ni un montón de entrenamiento podría prepararte
para el conocimiento de que hay muchas áreas grises.
Demonios, era bueno. No significaba que lo admitiría, sin
importar cuánta razón tuviera. —¿Por qué no eres como ellos?
Una mirada oscura pasó por su cara mientras miraba hacia el
cielo. —¿Quién dice que no lo soy?
Está bien entonces. Decidiendo que había pasado un buen tiempo
para volver a la ciudad y cazar, se alejó. —Julian, tengo que volver…
Sus palabras fueron cortadas por la intensidad pura en la manera
que reclamó sus labios con los de él. Deslizando los brazos alrededor de
su cintura, la levantó en su contra. Maldición, era increíblemente
caliente cuando hacía eso.
Levantó su cabeza. —Lo sé. Sólo dame unos cuantos minutos.
—¿Unos cuantos minutos? —murmuró, mareada por su pasión.
Tenía unos cuantos minutos. Unos cuantos minutos no harían daño.
Luego comenzó a besarla otra vez. Supongo que no responder es
un sí por respuesta. ¿A quién demonios quería engañar? Le gustaba
cuando la besaba como si el puro sabor de ella fuera lo suficiente para
que viviera. Julian estaba tan equivocado y aun así tan acertado.
Se giró y la presionó contra los ásperos bloques de piedra. No era
la posición más cómoda, pero había algo sobre el frío bloque a su
espalda y el calor de Julian al frente. Fuego y hielo, así era él.
Un brazo se apretó a su alrededor mientras deslizaba una mano
por debajo del dobladillo de su falda. Hacia arriba y arriba, hasta que
sus dedos rozaban la curva de sus nalgas. Gimió en su boca, la
necesidad que su toque trajo era repentina y poderosa, pero cuando
deslizó sus dedos debajo de sus bragas, sus ojos se abrieron de golpe.
—¡Julian! —siseó—. ¡Alguien podría vernos! —No era una
puritana, pero no se sentía con ganas de darles un espectáculo gratis a
los desamparados y a los guardabosques.
Se rió profundamente entre dientes, presionándola más contra la
pared. —Nadie nos verá. —Devolvió sus dedos a donde habían estado.
—¡Julian! —comenzó como una orden para soltarla, pero terminó
en un gemido mientras deslizaba un dedo sobre su húmeda hendidura.
Lily se sacudió contra su mano mientras bajaba su boca contra la de

132
ella. Sus besos eran intoxicantes. Coordinando el ritmo del empuje de
su lengua con la gentil zambullida de sus dedos, sus protestas se
evaporaron. Que se joda la indigna moral.
Cuando su pulgar se presionó contra su pequeño bulto de
nervios, se meció contra su mano. Era implacable, y no tomó mucho
tiempo. No cuando se desplazó y puso su rodilla entre sus muslos. La
presión entre el abundante cordón de músculos y su mano la llevaron
sobre el borde. Su boca tragando el sonido de su orgasmo.
Temblorosa y sin aliento, tomó unos cuantos minutos para que
regresara a sus sentidos. Cuando Julian la bajó con cuidado a sus pies,
sintió su agitación. Se movió, presionándose en su contra.
Su cabeza hundida en su cuello. —Pequeña descarada.
Sus dedos se pasaron por su suave cabello. —Quiero hacer eso
por ti.
Gruñó. —Sigue hablando así y lo harás.
Podría hacerla una mala persona, pero sus palabras sin embargo
la excitaron. Sus manos serpentearon entre ellos, ahuecándolo a través
de su pantalón. —No me importaría.
Levantó la cabeza, fijándola con una mirada salvaje. Casi sacó el
aire de sus pulmones. Estaba atrapada en su derretida mirada. El
líquido ardiente que corría por su cuerpo era demasiado potente para
ignorar. Su sexo aumentando con anticipación. Haría todo lo que le
pidiera… cualquier cosa que demandara.
Algo oscuramente posesivo parpadeó por sus rasgos, afilándolos.
—Entonces hazlo.
Sin aliento, lo miró desabotonarse sus pantalones y sacar su
hombría. Estaba grueso, completamente hinchado, y su corazón saltó a
su garganta.
—Tócame —ordenó bruscamente.
Un malvado entusiasmo pasó por ella mientras lo alcanzaba.
—No. —La detuvo—. Así no. —Acunó sus mejillas, inclinándose
para colocar su boca sobre la de ella. El beso era profundo, intenso.
Succionó su lengua en su boca expertamente—. Así —dijo, con voz
ronca y no dejando lugar a la desobediencia—. Chúpame.
Un afilado estremecimiento pasó sobre ella. ¿Haría esto, aquí
afuera donde todos los podían ver? El malvado entusiasmo la llenó. Con
piernas tambaleantes, cayó en sus rodillas en frente de su sobresaliente
estructura. Un profundo gruñido de triunfo salió de él mientras
enredaba su mano alrededor de la base. Se sacudió en sus manos
mientras corría sus dedos a la punta, pasando su pulgar sobre el
líquido adornando ahí.
Inhaló su esencia de almizcle mientras lo tomaba con su boca,
rozando sus dientes todo el camino hasta la raíz. Él gimió, enredando

133
su mano en su cabello mientras flexionaba sus caderas. Trabajándolo
duro y rápido, estaba asombrada por cómo se estremecía ante ella,
fascinada de cómo se hinchaba dentro de su boca, listo para explotar.
Después estaba empujándose tan profundamente, sus movimientos
convirtiéndose más erráticos mientras su boca lo tomaba más
profundamente.
Hizo un sonido ronco y trató de alejarse, pero lo sostuvo, poco
dispuesta a dejarlo ir. Pasó sus manos sobre su trasero, y eso lo
completó. Su liberación llegó, y gruñó su nombre mientras sus manos le
agarraban la nuca. El agarre era casi doloroso, pero algo primitivo se
elevó en ella, revelándose en el sentimiento de sus espasmos
interminables. Cuando finalmente soltó su agarre, estaba un poco
estupefacto.
Aún en sus rodillas, corrió su lengua sobre su labio inferior.
Mirándola, sus ojos azules resplandecieron. —Dulce Jesús —dijo.
Luego se agachó, la tomó por sus hombros, y la levantó. Presionó su
espalda contra la pared, besándola con tanta ferocidad que sus dientes
se clavaron en su labio inferior.
Saboreó un poco de sangre mientras tomaba su cabeza,
besándolo de vuelta con la misma hambre. Julian la levantó de vuelta,
envolviendo sus piernas sobre sus caderas. Lo sintió, ya duro y grueso
otra vez, presionándose contra el centro de sus empapadas bragas.
Apretando sus tobillos juntos, molió sus pelvis contra la suya. Pequeños
gemidos escapaban entre besos. Podía tomarla ahí mismo, y no lo
habría detenido. Estaba tan cerca de rogar. Lo quería, lo quería
demasiado que lo anhelaba de maneras más allá de lo físico.
Su espalda golpeó la pared otra vez, y sintió sus manos ir debajo
de su falda, deslizándose debajo de la banda de sus bragas. Su sangre
hirvió. Quería que arrancara sus bragas y entrara… se puso rígida, los
ojos abriéndose de golpe y muy abiertos.
Julian se alejó, sus ojos arremolinándose con lujuria. —Lily…
No había ni un error sobre el sentimiento deslizándose por debajo
de su columna. Un humano acababa de ser poseído, y era en algún
lugar cerca. —Tienes que estar bromeando.
La miró como si pensara lo mismo.
Sonrojada, caliente, y lista para desgarrar su ropa y saltar sobre
él, cerró sus ojos. —Lo siento. De verdad. Tengo… tengo que irme. —O
querido dios, no quería hacerlo.
Sacándose por lo que probablemente eran siglos de limitaciones
—lo cual estaba completamente carente— desenredó sus piernas de sus
caderas y la bajó gentilmente.
—Lo entiendo —su voz era ruda y ronca—. Te hice una promesa.
Ve.

134
Ajustándose la falda y blusa, no tenía ni idea de que decir. Así
que se decidió por algo simple. —¿Te veo por ahí?
—Lily —la llamó—. Sé cuidadosa. Por favor.
Le lanzó una sonrisa arrogante sobre su hombro. —Ahora, creo
que estás comenzando a agradarme, Julian. No te preocupes, siempre
soy cuidadosa. —Luego se apresuró hacia el frente del parque.
Esperando que la carrera de alguna manera le aclarara sus
intensos pensamientos hasta el punto que podría pelear exitosamente,
corrió rápido y fuerte. El alma estaba en algún lugar en el camino
delantero del parque. No le tomó tanto tiempo. Aparte del hecho de que
le pareció como si hubiera corrido en un círculo gigante, se sentía bien.
Está bien, se sentía malditamente muy bien. Aun después de que lidió
con el poseído, no había perdido su fulgor.
Maldita sea, de hecho se sentía viva. Su piel hormigueaba, la
sangre zumbaba.
Su buen humor permaneció después de que el resultante juego
del gato y el ratón, comenzara entre ella y el esbirro que había
entrevisto cerca de Verizon Center. Persiguió al cobarde a través de DC
y de vuelta. Le dio al pequeño bastardo una cosa: seguro podía correr
como un esbirro.
A mitad de la persecución, Luke llamó y quería conversar, aun
después de que le explicara que estaba algo ocupada. Luego tuvo que
explicarle exactamente porque estaba ocupada. Siguió riéndose.
Aparentemente, perseguir a un pequeño esbirro alrededor de la ciudad
era divertidísimo si no era su trasero haciendo la carrera.
Finalmente le colgó.
Una vez que arrinconó al esbirro, sólo le tomó treinta segundos
para eliminarlo. Derrotar poseídos le molestaba más que derrotar
esbirros. El pobre cuerpo en el que el alma se había deslizado no tenía
opción. Su vida había sido robada. Lily no podía sentir nada de lastima
cuando eran los esbirros.
¿Tendría lastima de un Caído que se había mezclado con los
humanos? Sus labios se fruncieron. No podía contestar la pregunta, y le
preocupaba. Moderó su ritmo.
Muriéndose de hambre, estaba felizmente sorprendida cuando
Luke apareció con dos bolsas de comida rápida. Casi se le aventó
encima. —Oh mi dios, te adoro.
Se rió entre dientes. —Se me ocurrió que te lo ganaste después de
tanto correr.
Caminó a su lado, ansiosamente abriendo la bolsa. Toda su
felicidad se disolvió, y su voz salió chillona. —¿Me compraste un Cajita
Feliz? —Simplemente inaceptable. Esta chica tenía un apetito, y una
Cajita Feliz no lo iba a llenar.

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Se rió a carcajadas. Varias personas se detuvieron a mirarlos, y
quería golpearlo. Abrió su bolsa para ella. —Oye, también te compré
una Big Mac.
Lily entrecerró sus ojos. —La comida no es un asunto para
bromear. ¿Cuántas veces tengo que decirte eso? —Le arrebató la bolsa
de cartón—. Te amo Sr. Big Mac. Me casaré contigo si me prometes un
suministro interminable. ¿Crees que conseguiría un suministro
interminable si salgo con Ronald McDonald? El maquillaje de payaso
me hace cagarme de miedo, pero valdría la pena.
—A lo mejor si le das sexo oral.
Sus mejillas se sonrojaron, pero forzó a que esos otros
pensamientos se alejaran. Ladeó su cabeza, mirando a la magnífica
creación. —Doble.
—Eres extraña.
—Pero me amas —le recordó sobre un bocado de hamburguesa.
Lily atacó su comida con la misma ferocidad que mostraba en sus
batallas. Y aparentemente otras cosas. Se comió la Big Mac, la
hamburguesa con queso, y las papas fritas en tres minutos. No era su
mejor tiempo, pero dado al hecho que caminaba, era muy bueno.
—¿Cuántos mataste esta noche? —preguntó Luke mientras
tomaba su bolsa vacía y la enrollaba en una bola. La tiró en el piso,
junto con la suya.
—¡Luke! —Se inclinó, recogiendo las bolsas desechadas.
—¿Qué? —preguntó inocentemente.
Lo fijó con una mirada que decía que él lo sabía mejor, luego tiró
las bolsas en el bote de basura más cercano. Decidió que podía contar
al que Julian le arrancó la cabeza. Luke no sabría la diferencia. —Seis.
—Maté a ocho, holgazana.
Lily lo empujó hacia el ocupado caminó. Por poco falla en ser
golpeado por un taxi. El chofer le tocó la bocina, y él le sacó el dedo
medio.
—Tuve que perseguir a uno a través de siete distritos. Ese debería
de contar por dos más por lo menos. —Sabía que se estaba quejando,
pero ya ni modo.
La empujó enfrente de algún rufián callejero. Algo en la manera
que ella le sonrió al adolescente, lo advirtió de que no tuviera problema
con ello. —La noche todavía es joven, a lo mejor te puedes emparejar
conmigo, pero probablemente no —se burló Luke.
—Fanfarrón —murmuró.
—Tonta —contestó de vuelta—. Está bien, te veo después.

136
—Oye, espera un segundo —le gritó—. Encontré a Micah en la
oficina de Nathaniel. Creo que estaba husmeando.
Luke frunció el ceño. —¿Por qué estaría haciendo eso?
Le dio una mirada de incredulidad. —Alguien nos está
traicionando.
—¿Así que crees que es él? —Luke frunció el ceño más
profundamente—. Mierda, Lily. No lo sé. Micah es un buen tipo.
—Quien sea que nos está traicionando en un muy buen actor,
¿verdad? Si no, ya hubieran metido la pata.
Él dio un paso hacia atrás mientras una mujer joven caminaba
entre ellos. Era una morena alta y bonita. En sus pantalones de
mezclilla apretados y su blusa colorida, hacía que las cabezas giraran a
mirarla. Luke la miró dos veces. —Maldita sea.
La chica se giró, dándole una sonrisa. Por supuesto que sí. Lily
rodó los ojos. La mayoría de las mujeres pagarían buen dinero por
obtener esa clase de atención de su parte. Con sus rasgos cincelados y
amplio cuerpo, él también hacía girar algunas cabezas.
—Um, presta atención a la cosa importante a manejar —le
recordó secamente.
Luke quitó su mirada de la morena. —¿Qué?
Suspiró. —Alguien nos está traicionando, bla, bla, bla.
—Se lo mencionaré a Nate y veré lo que opina. —Luke miró detrás
de sí—. Buena atrapada, por cierto. Estoy orgulloso de ti. —Ligeramente
la golpeó en la barbilla con un gran puño—. Me tengo que ir. Sé
cuidadosa.
—Adiós, mi buen amigo.
Le rodó los ojos y desapareció por el callejón. Ella se dirigió hacia
el estadio Washington Nationals. Estaba segura que se encontraría a
algunos poseídos, esbirros o gente mala común en su camino.
Al final de la noche había conseguido tres más. Luke consiguió
cuatro y a la chica. Se sintió con ganas de compartir eso, y con gran
detalle. Era tan cretino. Mientras se dirigía de vuelta al Santuario, su
teléfono sonó. Sacó la cosa. Era Danyal, contestó. —¿Sip?
—Conseguí la información para ti.
—Oh genial. —reaccionó—. Suéltalo.
—Cualquier sospecha que tengas, tienes razón —le dijo Danyal—.
No sé como el forense se le pasó esto. Tenía varias cortadas en sus
dedos y manos. Había también moretes en ambos lados alrededor de su
muñeca que ocurrieron antes de su muerte.
—Heridas de auto defensa —declaró mientras bajaba del techo del
edificio de Contaduría General hacia el borde más bajo.

137
—O el forense era un idiota o fue pagado —dijo—. No creo que la
mamá de Michael se suicidara. Nunca había visto un suicidio con
tantas marcas de vacilación, especialmente la de los dedos.
La inquietud formó pequeñas bolas de hielo en su estomago. —
¿Así que no se suicidó?
—Espera —comunicó por radio una instrucción—. Lo siento. No.
Mis instintos profesionales me dice que no.
—Maldita sea. —Eso era realmente raro.
—¿Qué te hizo chequear esto?
—Vi algunas fotos de su mamá —admitió—. Sabes cómo eran
todas nuestras mamás, ¿verdad?
Había un silencio. Después respondió—: Frías de corazón y sin
alma.
—Exacto —respondió—. Y en cada una de las fotografías de su
mamá, estaba sonriendo. Quiero decir, realmente sonriendo. No lo sé.
Sólo me pareció raro.
—De verdad no sé qué es lo que esto puede significar. Si la mamá
de Michael fue asesinada, ¿entonces los Caídos están detrás de esto?
Lily deseó poderle preguntar a Danyal por qué Michael no estaba
en el Libro, pero se suponía que no debía saber eso. —¿Y porque
matarían a su mamá? —terminó por él.
—Deberías de decírselo a Nate. Nunca sabes. Podría ser una
coincidencia, o podría significar algo.
Lily asintió y luego frunció el ceño. Como si pudiera verte asentir,
idiota. —Sí, lo haré. —Empujó las puertas del vestíbulo—. Gracias,
Danyal. Ten cuidado por ahí.
—Lo mismo para ti —respondió.
Una vez dentro, fue en busca de Nathaniel pero no fue capaz de
encontrarlo. Se dirigió de vuelta a su habitación, excavando otra vez en
el expediente de Michael. Al revisarlo por una segunda vez, seguía sin
encontrar nada que sobresaliera para ella.
Sentada en la cama, trató de darle sentido a la conexión entre la
muerte de la mamá de Michael y el hecho de que su nombre nunca
apareciera en el Libro. Luke probablemente le diría que no había ni una
conexión, pero no podía descartar el sentimiento de que había más, y de
alguna manera lo pasaba por alto.

138
17 Traducido por Aimetz14
Corregido por CrisCras

N
athaniel miró el Contrato sobre su escritorio. —
Interesante —murmuró.
¿Es eso todo lo que diría por descubrir que Micah
husmeó en su oficina? Decepcionada, los hombros de
Lily se desplomaron. —Me imaginé que estarías más intrigado con las
noticias.
Arqueó una ceja hacia ella. —Intrigado no es una palabra que
usaría, Lily. Decepcionado y furioso son palabras mejor adaptadas. He
conocido a Micah por décadas. Por lo que sospechar de alguien como él
no es algo que pueda tomar a la ligera.
Cruzó una pierna por debajo de ella. —Tiene que ser alguien
dentro del círculo —señaló—. Ellos son los únicos que saben dónde está
el Libro.
Nathaniel tocó sus dedos. —Voy a hablar con él. Ver qué
información puedo conseguir. Admitiré que espero que tus sospechas
no sean correctas.
—Sí lo son, entonces sólo significa que debes confiar en otra
persona. Pase lo que pase, no va a ser bonito. —Ella se mordió el labio,
frotando las palmas sobre sus rodillas—. ¿Es el contrato de Michael?
—Sí. ¿Le has mencionado algo todavía?
Se rió. —No. Me imaginé que te dejaría eso a ti.
Nathaniel se inclinó hacia atrás, colocando las manos detrás de la
cabeza. —He enviado a Luke para recuperarlo. Pienso que sería bueno
si pudieras estar aquí por unos cuantos minutos más.
No le gustaba cómo sonaba eso. —¿Por qué?
Sus labios se curvaron en una sonrisa. —Lily, creciste sabiendo
acerca del Contrato. Lo aceptaste. Demonios, trabajas hacia ello. No es
lo mismo con Michael. Esto va a venir como una sorpresa.
—Oh, sí, buen punto —murmuró distraídamente. Realmente no
había prestado mucha importancia a la idea de que el Contrato fuera
ofrecido a Michael. Ahora que lo hacía, deseaba escapar de alguna

139
manera de esta reunión. No podía imaginar que no enloqueciera una
vez que escuchara los términos—. Es algo bastante pesado. ¿De verdad
vas a ofrecérselo a ahora?
—No, pero creo que él debería tener una buena idea de qué es
esto.
Ella quiso reír, pero Michael llegó con Luke arrastrándolo detrás
de él. Nathaniel hizo una seña a Michael para que se sentara. Luke
podía haber tirado de una silla, pero optó por flotar detrás de ella.
Ella inspeccionó a Michael. Vestía la camiseta y sudadera usual.
El pobre tipo lucía como si necesitara dormir un poco. Pero aunque un
poco irregular en los bordes, todavía era algo para mirar. Especialmente
con su cabello más crecido. No estaba tatuado, y su belleza masculina
parecía mucho más refinada que el estilo más salvaje de otros Nephilim
masculinos favorecidos.
Perdida en sus propios pensamientos, se dio cuenta de que se
perdió una buena parte de la conversación—y todos ellos la miraban.
—¿Qué? —preguntó.
Luke se inclinó sobre el respaldo de la silla, sonriendo. —Nate
preguntó si tenías alguna introducción sobre la formación del novato.
—¡Oh! Umm —balbuceó mientras se giraba hacia Nathaniel—.
Está haciéndolo muy bien, utilizando el jiu-jitsu y captando la
formación más rápido de lo que creí que lo haría. Necesita mejorar en
su pelea con cuchillos, pero eso se esperaba. Además, su bloqueo
podría mejorar. —Se detuvo, dedicándole una pequeña sonrisa a
Michael—. Tiene la determinación y la resistencia de un Nephilim. Será
un buen luchador.
Michael parecía como si se hubiera caído de su silla.
—Bien —respondió Nate—. ¿Luke?
—Todavía necesita mejorar —dijo sin rodeos.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás. —¿Tú pasas qué, una hora más
o menos al día con él? ¿Cómo puedes incluso responder eso?
Luke enarcó una ceja. —Nate preguntó mi opinión.
Ignorándolo, ella miró a Michael. Sus cejas estaban fruncidas. —
Así que, ¿cómo crees que lo estás haciendo? —preguntó.
—Lo estoy haciendo malditamente bien, tomando en
consideración que hace menos de una semana pensaba que todos
estaban drogados —respondió—. Sin mencionar que mi entrenamiento
consiste en tener mi trasero entregado de manera regular, y aún sigo de
pie.
Nathaniel había permanecido callado hasta ese momento. —Eso
puede ser, pero en realidad, fuera en las calles, tu trasero no te será
entregado si fallas. Morirás.

140
Un rubor viajó por los rasgos de Michael, y sus labios se
estrecharon. —Sé que puedo mejorar. —Se inclinó hacia adelante,
encontrando la mirada de Nathaniel a su propio nivel—. Lily tiene
razón. Necesito mejorar mi bloqueo. Necesito no terminar sobre mi
espalda cada cinco segundos, pero puedo hacerlo. Puedo hacerlo.
Por el momento, Lily estaba un poco orgullosa de él. Como una
madre que acaba de ver su niño hacer algo bien.
—No creo que puedas hacer esto —dijo Nathaniel—. Creo que
puedes dominar esto.
Una vez más, Michael parecía asustado. —Gracias.
Él continuó—: Sé que sientes curiosidad sobre el Contrato y lo
que conlleva. Creo que en este momento de tu formación, es una buena
idea discutir lo que es.
—¿Qué? ¿Estás hablando en serio? —explotó Luke. Lily se sentó
en la silla y se meció hacia adelante.
Ella colocó su brazo en el respaldo de su silla. —Jesús —
murmuró agriamente—. No es necesario.
Luke se puso rígido, cruzando sus gruesos brazos. —Nate, sólo ha
estado entrenando por poco más de una semana. No sabía ni siquiera
qué era Nephilim hasta hace poco. Tiene mucho que aprender y
experimentar antes de que pueda aceptar el Contrato. ¡Está lejos de
estar listo para un compromiso y responsabilidad así!
Nathaniel lo miró con calma. —¿Hay algo más que desees
agregar?
—Oh, dame unos segundos y estoy seguro de que puedo llegar a
una docena o más de razones de por qué no debería serle ofrecido el
Contrato.
Michael se puso de pie. —¿Esto es una conversación que
prefieren tener sin mí? Tengo la sensación de que no importa si estoy o
no.
—Estoy de acuerdo —respondió Luke, siempre el listillo.
Michael se volvió hacia él. —Hombre, ¿cuál demonios es tu
problema?
Lily suspiró fatigosamente. Esto no iba según lo planeado. —
Michael, siéntate. Luke, cállate. —Era un día triste para los Nephilim
alrededor del mundo cuando intercedía como mediadora—. Si quieren
sacar sus pollas y ver quién la tiene más grande, pues háganlo y así
podremos seguir adelante.
Los hombres la miraban como si le hubieran salido dos cabezas,
pero Michael por lo menos se sentó. Luke parecía que iba a hacer lo que
ella pidió, confiaba en serio que no lo hiciera. Eso era algo que no
quería ver. Nunca. —¿Luke?

141
La miró por un momento. —Lo que sea. Adelante.
—Gracias por tu permiso —dijo Nathaniel uniformemente. Había
un brillo en sus ojos que advirtieron a Luke contra cualquier otro
berrinche—. Michael, una vez que tu formación esté completa, te
enfrentarás con cazadores. Los Nephilim como Lily y Luke.
Deseó que no emparejara a Michael con Luke en algún momento,
pronto. Uno de ellos no lograría volver.
—¿Qué es exactamente este Contrato? —preguntó Michael.
Ella deslizó una mirada curiosa hacia Nathaniel. ¿Cómo iba a
explicar esto? La vida Eterna y toda esa jerga no iba a ser fácil.
—El Contrato es un contrato entre tú y el Santuario. Qué conlleva
tu deber para el Santuario, y qué se espera de ti como cazador. Los
cazadores no guían a las almas. Eres la mano que se mueve contra el
mal. Estarás de acuerdo en hacer frente a los Caídos, los Nephilim que
se han vuelto esbirros y la eliminación de los seres humanos que se han
convertido en poseídos por las almas. Vas a comprometerte a proteger a
tus compañeros Nephilim, incluso si significa hacerlo con tu vida. —
Hizo una pausa lo suficientemente larga como para tomar un respiro—.
Serás recompensado grandemente; monetariamente en la Tierra y
espiritualmente en el Cielo. No te faltará nada. No hay límite a lo que se
te pague.
Era la pura verdad.
Lily no sabía cuánto tenía en su cuenta bancaria. Dejó de contar
hace dos años. Podría comprar y vender la mitad de las élites de DC. El
dinero nunca fue un problema.
—No habría ninguna necesidad de que mantengas tu trabajo
como oficial de policía a menos que quieras. Danyal es un ejemplo. Ha
hecho dos trabajos con éxito durante años y ha demostrado ser un
activo inestimable.
No hubo ninguna vacilación. —Entonces, ¿dónde firmo? —
preguntó.
No tenía ni idea. Nathaniel había dejado de lado algunos detalles
muy importantes. —Michael, esto no es tu tipo de contrato de por vida;
como veinte años hasta la jubilación y llegar a pasar tus años dorados
jugando al golf en Florida.
La miró sin gracia. —Guau, ¿en serio?
—No tendrás los años dorados. Una vez que firmes el Contrato, no
envejecerás. Es para siempre. —Se detuvo con un leve gesto—. O hasta
que mueras. Lo que sea. Pero no es sólo un trabajo. Es un deber que
siempre tienes que defender. —Algo por lo que estaba desesperada y
que tenía la necesidad de que le recordaran—. Tu vida se convertirá en
tu deber. Lo es todo.

142
Michael la miró fijamente, claramente inseguro de si la había oído
correctamente. —¿No envejecer? —repitió estúpidamente.
Ella asintió. —Los Nephilim que aceptan el Contrato saben que
podrían caminar por la Tierra por toda la eternidad, luchando contra los
Caídos y sus creaciones. —Señaló con la cabeza a Nathaniel—. Dios
sabe cuántos años tiene él. Luke tiene más de ochenta años.
Los ojos de Michael se ensancharon. —Mierda…
—Lo que Lily está tratando de decir es que el Contrato no es algo
que te puedes tomar a la ligera —aconsejó Nathaniel—. Es hasta la
muerte en la mayoría de los casos, y esa muerte podría ser eras por
ahora. Muy raramente revocamos el Contrato una vez que se hace. Si
aceptas esto, Michael, tendrás una muy larga vida por delante.
Michael palideció varios grados. Se sentó de nuevo en su silla,
parpadeando rápidamente. —Guau.
No fue aprobado por Nathaniel. —Creo que es suficiente por
ahora. Puedes tener el resto de la tarde y noche libre. Tómate un tiempo
y relájate. No espero una respuesta pronto. —Nathaniel hizo una pausa,
encontrándose con los ojos ensanchados de Michael—. Francamente,
no es hasta que hayas cometido tu primer asesinato que incluso
considere tu respuesta. Este es el tipo de vida que tienes que
experimentar antes de que puedas decidir qué es lo que quieres.
—¿Y si no lo hago?
Lily bajó la mirada al suelo. Ella nunca hizo esa pregunta. Firmar
el Contrato había sido lo que siempre quiso. Cuando era más joven,
idolatraba a quienes aceptaban el Contrato, saliendo cada noche para
cazar a los Caídos y a sus creaciones. Para ella, eran como los
superhéroes, y quería ser una de ellos. Ahora, escuchando a Michael
hacer una pregunta que nunca consideró, sentía curiosidad por saber
cómo respondería Nathaniel.
—Hay muchos Nephilim que no aceptan el Contrato y son activos
para el Santuario. La mayoría son guías para las almas, mientras que
otros han asumido posiciones dentro del Santuario en sectores más
públicos. Incluso tenemos algunos políticos Nephilim. Envejecen como
lo haría cualquier otra persona.
—¿Así que ellos no cazan? —preguntó, confundido.
—Sí, pero no frecuentemente —respondió Lily suavemente—. Es
muy peligroso para ellos. Verás, cuando aceptas el Contrato estás
dotado de ciertas cosas. No sólo la cosa de la fuente-de-la-juventud.
Estarás más saludable, resistente a la mayoría de las lesiones, serás
capaz de saltar y correr más rápido de lo que nunca creíste posible.
Serás más fuerte en la batalla, más rápido en tus ataques. El Contrato
te hace un mejor cazador. Sin él, eres sólo un humano yendo contra las
criaturas que no lo son.

143
—¿Por qué alguien elegiría cazar y no tomar el Contrato? Eso no
tiene sentido.
El reloj en la pared marcó diez veces antes de que alguien
respondiera. Sorprendentemente fue Luke quien lo hizo. —Eso es lo que
la mayoría hace, pero si tienen el corazón puesto en la caza
permaneciendo tan humanos como sea posible, entonces que así sea.
Michael sacudió la cabeza. —No lo entiendo.
—Esto es así. —Lily se inclinó hacia adelante, colocando la mano
sobre su brazo—. Quienes quieren permanecer lo más humano posible
quieren más de la vida que este… deber. Algunos quieren casarse,
quieren envejecer. Guiar almas es tan importante como la caza, y te
brinda una oportunidad de tener más de una vida personal.
—Así que, si acepto este Contrato, ¿entonces no tengo una vida?
—Tienes una vida diferente —dijo—. Cuando no envejeces, como
que levanta un montón de preguntas. Eventualmente tendrás que dejar
el Departamento de policía. Sin mencionar que no se conocen a las
personas más geniales cuando estás cazando. Las cosas que cazamos
son como las cucarachas: sólo salen de noche, y nosotros también.
Aquellos que no aceptan el Contrato tienden a conocer a otras
personas, a vivir sus vidas felizmente enamorados. —La última parte
fue un poco sarcástica, incluso para ella.
Miró a Lily, con su penetrante mirada. —¿No querías eso?
¿Alguien a quien podrías amar y vivir sus años contigo? ¿Tener una
vida?
Ella quitó la mano como si se hubiera quemado. Su pregunta la
cogió desprevenida, trayendo la imagen de Julian a su mente. Alejó la
mirada, parecía incómoda por la intensidad en sus ojos y la imagen de
Julian que no podía alejar por mucho que lo intentara. —Es
simplemente algo que no elegí.

***
Hace una semana, Michael no creía en la inmortalidad. Mierda,
tampoco había creído en los ángeles caídos y Nephilim. Y si era honesto
consigo mismo, probablemente no creía en los Ángeles en absoluto.
Fue difícil para él meter en su cabeza la idea de vivir para
siempre—o por lo menos hasta que algo lo matara. Y parecía que las
cosas siempre trataban de matar a los Nephilim.
¿Qué clase de vida podría tener si firmaba el Contrato?
Arrastró los pies desde su cama a la pequeña cómoda y cogió el
frasco que Rafe le había dado unos días antes. Desenroscando la tapa,
echó la cabeza hacia atrás cuando el olor de la hierbabuena casi lo
noquea. Supuestamente el bálsamo era bueno para los golpes y dolores
musculares. El pegajoso bálsamo era frío y causaba que se

144
estremeciera, pero la quemadura helada trabajaba en aliviar los dolores
musculares en sus costados inmediatamente.
Intentó distraerse de la reunión que había tenido, pero nada en
esa habitación podía mantener su atención lo suficiente. Si tuviera una
suave mujer debajo de él, sería una historia diferente. Entonces podía
olvidarlo todo.
Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. —¿Sí? —gritó.
La puerta se abrió, revelando a un sonriente Remy. Sus gruesas
trenzas estaban atadas atrás, pero una salió hacia adelante, rebotando
en la mejilla cuando irrumpió en la habitación. —Sólo quería ver cómo
estabas.
Sentado en el borde de la cama, Michael gruñó—: Lidiando,
supongo.
La fácil sonrisa no vaciló. —Escuché que has aprendido sobre el
contrato.
—¡Maldita sea! Las palabras vuelan aquí.
Remy se recostó contra la pared, doblando los brazos. —Lo hacen.
El Contrato es una mierda muy pesada. No es una fácil decisión.
—Si te estás preguntando si voy a firmarlo, realmente no lo sé. Es
decir, el aumento de fuerza y las locuras que les he visto hacer a
algunos de ustedes parece genial, ¿pero la parte de vivir para siempre?
No lo sé.
Remy se rió. —Eso es lo divertido de los mortales. La mayoría
piensan en tener la oportunidad de vivir para siempre, pero cuando se
presenta la opción, no es tan genial como parece.
—¿Firmaste el contrato? —preguntó Michael, curioso.
—Sí, hace unos cincuenta años. —Lanzó otra amplia sonrisa—.
Estoy envejeciendo bien.
—¡Maldita sea! —Parpadeó Michael. El hombre no parecía un día
más allá de treinta años, y eso era demasiado—. ¿Y Luke está realmente
rondando los ochenta años?
—Sí. Hay algunos que firmaron el Contrato hace cientos de años.
—Remy inclinó la cabeza hacia el lado—. ¿Esto te asusta?
En cierto modo sí, pero fuera de todo lo demás que había
aprendido, se imaginó que esto era lo menos loco. Quizás. —¿Qué hay
de Lily?
—Firmó el contrato cuando tenía veintidós o veintitrés. Alrededor
de hace tres o cuatro años. Es la bebé del grupo. Bueno, excepto por ti,
si aceptas el Contrato. Entonces serás el bebé.
Michael ignoró la última declaración. —Por eso es que algunos de
los chicos aquí son protectores con ella.

145
Remy se rió. —Lily puede cuidar de sí misma. No es su edad la
que los tiene corriendo como idiotas.
—¿Julian? —dijo Michael, recordando su primer día aquí—.
Verás, hombre, eso no lo entiendo. Es un ángel Caído. ¿Por qué iba a
querer proteger a Lily?
—¿Quién sabe? —Remy se estiró—. Ha sido así desde que empezó
a cazar. Probablemente no sería tan malo si no fuera por Anna.
—¿Anna?
Remy miró la puerta abierta antes de continuar. —Anna era una
de nosotros. Una cazadora malditamente buena y una de las chicas
más dulces que jamás conocerías. Te hubiera gustado. —La siempre
presente sonrisa desapareció de su rostro—. No era nada como Lily. No
me malinterpretes, Lily es… bueno, Lily. Pero Anna siempre estaba
sonriendo y era el tipo de chica que quieres llevar a casa de mamá,
¿sabes lo que quiero decir?
Michael asintió. Él no podía imaginar llevar a Lily a un buen
restaurante, y mucho menos a casa para conocer a su madre, si todavía
estuviera viva.
—De todos modos, estaba demasiado cerca de un Caído.
Realmente nadie sabía nada hasta que Luke atrapó a Anna con el ángel
caído. Nate le prohibió que continuara viéndolo, pero no hizo caso.
Anna podía ver lo bueno en cualquier cosa. Sentía lástima por los
esbirros y los poseídos. —Sacudió la cabeza—. El ángel caído finalmente
la mató. Y fue bastante malo. Luke la encontró poco después. Mató al
bastardo responsable, pero lo destrozó bastante. A todos nosotros, en
realidad.
—Jesús. ¿Por qué Lily confiaría en Julian después de todo eso?
Remy no respondió inmediatamente. —No sé si ella lo hace.
Lily… lo tolera, pero no sé si es más que eso.
—Luke parece odiar a Julián.
—Bueno, eso es debido a Anna. Luke tenía algo por esa chica. Y
creo que está preocupado de perder a Lily del mismo modo. Ella es
como una hermana para él. Así que se vuelve todo irritado del trasero
cuando piensa que algo, o alguien, la está amenazando.
Los labios de Michael temblaron.
—Sabes, lo más extraño de Julian es que no creo que él haya
tocado a un Nephilim desde que empezó a seguir a Lily —continuó
Remy—. Luke se ha cruzado en su camino. Al igual que yo. No peleó
con nosotros. Y sé que no es por tenernos miedo.
Michael se inclinó hacia un costado, tratando de relajar sus
músculos. —¿Tal vez es diferente?

146
—No dejes que nadie te escuche decir eso —aconsejó Remy
suavemente—. Las cosas son bastante blanco-y-negro aquí. Los Caídos
son malos, sin hacer preguntas.
Estar en la fuerza era así. Has violado la ley o no. Allí no había
“en el medio”, pero en este mundo no parecía estar en un montón de
zona gris. Y Michael no estaba listo para estar en una u otra parte. —
¿Es eso lo que piensas?
Remy sonrío. —Entre tú, yo y Dios, realmente no lo sé. La delgada
línea es difícil de caminar. Y personalmente no creo que las dos cosas
en este mundo sean las mismas. Mira cuando empezamos con respecto
a lo que somos hoy.
—¿Qué quieres decir?
—Ah, lo siento. Sigo olvidando que no sabes nuestra historia. —
Remy metió una trenza suelta detrás de su oreja—. La versión corta es
que los primeros Nephilim que caminaron en esta tierra no eran la
mejor gente para estar cerca; no todos ellos, pero la mayoría. Y eran
muy diferentes a nosotros. La primera generación de Nephilim llevaba
algo de la energía angelical de sus padres, ya que no caen hasta el acto
real de la… concepción.
—Espera. ¿Qué? —Michael se frotó la frente. Estaba consiguiendo
un dolor de cabeza. Otra vez.
—Los Ángeles cayeron después de tener sexo. Quién sabe si esa
fue la razón por la que cayeron en primer lugar. No se sabe. De todos
modos, sus hijos, los primeros Nephilim, tenían dones. El que sea que
su padre angelical tenga. ¿Recuerdas cómo Baal podía quemar con su
toque? Bueno, otros podrían inspirar o atormentar. Algunos podrían
hacer llover azufre y fuego. Cualquier Nephilim producido después de
que un ángel caiga es sólo un Nephilim normal. De todos modos, los
primeros Nephilim abusaron de su poder y sus dones. No estaban bien.
—El diluvio —murmuró Michael y señaló el Libro de Enoc.
—Exacto. —Remy se encogió de hombros—. Así que, ya ves. No
éramos buenos cuando llegamos por primera vez. Entonces, ¿quién soy
para decir que algunos de los Caídos no han cambiado? No se sabe.
Pero la mayoría cree que es demasiado para correr el riesgo.
—¿Queda alguno de los Nephilim originales?
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Remy. —Muy
pocos. Algunos incluso creen que el Nephilim primogénito aún aparece
de vez en cuando.
—Mierda. No es posible. ¿Como, corriendo por ahí con súper
poderes angelicales?
Remy se rió. —Sí. Es un rumor, pero demonios, todo es posible.
—¿Y estos Nephilim son malos?

147
—Nacemos con libre albedrío, amigo. Ninguno de nosotros nace
siendo malo o bueno. —Se detuvo, mirando hacia el techo—. ¿Pero te
imaginas qué pasaría si los Caídos consiguen a un primogénito
Nephilim y lo corrompen? Con él teniendo poder angelical, estaríamos
jodidos.

148
18 Traducido por NnancyC
Corregido por Tsuki

L
ily se deshizo de Luke en algún lugar entre las avenidas
Georgia y New Hampshire. Fue sorprendentemente más fácil
de lo que pensó que sería. Se dirigió a un grupo de chicas
universitarias saliendo de un bar y luego “noviecito” tenía que ir a hacer
su cosa.
Chicos —Nephilim o no— eran tan malditamente predecibles.
La noche casi había terminado, pero no estaba cansada. Un
montón flotaba por su cabeza, ideas con las que no estaba muy
cómoda. Algo sobre la pregunta de Michael se había pegado a ella y no
lo dejaría ir.
Sólo porque ella firmó el contrato no significaba que no podría
tener una vida privada. Los chicos eran un ejemplo perfecto de eso.
Salían en citas —usando las palabras “salir en citas” muy vagamente—
tenían vidas. Ser contratada no significaba que no pudiera tener sexo o
formar vínculos con los humanos. Sólo complicaba las cosas. Podía
casarse si encontraba un Nephilim que quisiera, pero nunca le importó
eso antes.
Había veces cuando espiaba a los humanos y a otros Nephilim,
que se habían establecido en vidas normales. Vio los momentos en que
las parejas se escabullían cuando pensaban que nadie los observaba,
las miradas largas de necesidad que compartirían, las promesas
susurradas y las sonrisas secretas. Aquellos momentos robados
algunas veces encenderían un dolor profundo dentro de ella.
La soledad mezclada con el deseo de estar cerca, realmente cerca
de alguien. Era más que un anhelo por lo físico. ¿Podría ella querer
compartir su vida con alguien?
Esto —todo esto— necesitaba ser aplastado. Había tomado una
decisión hace mucho tiempo, y no existía nada que pudiera ser hecho
ahora para cambiarla. Incluso pensarlo era incorrecto. Era una
cazadora. Eso no dejaba lugar para un lindo maridito al que le pudiera
susurrar nada dulce. La volvería débil. Ella flaquearía y básicamente,
fracasaría ante su deber.

149
Y amar hacía que las personas hicieran cosas estúpidas. Tener
una vida no quería decir que el amor tenía que estar en ella. El amor y
la vida, no eran codependientes.
Llegó a un alto en la cima del Hilton, mirando abajo a la
intersección transitada de la Avenida Connecticut. Tengo una vida. La
tengo. Tengo amigos y tengo a… Julian. Mal. Mal. Mal.
Tantísimas cosas mal con eso. No tenía a Julian, no podría tener
a Julian. No era como si él fuera otro Nephilim o incluso un humano.
Un humano habría sido mejor elección.
Una zarigüeya rabiosa habría sido una elección más inteligente.
Apartándose de la cornisa, caminó por la azotea. ¿Qué demonios
estaba mal con ella? ¿Qué había en Julian que merecía la pena
arriesgar todo? Tan pronto como ese pensamiento terminó, la sensación
familiar corrió por ella, y le recordó muy claramente uno de los motivos
por el qué arriesgaba todo.
Julian salió de las sombras, moviéndose muy parecido a un
fantasma. Un minuto se encontraba sola, contemplando la lista de
cosas que hacía mal, y al siguiente segundo estaba en los brazos de
Julian, sumando a su lista.
Él no le dijo nada. Nop. La reclamó en su lugar. Atrayéndola
contra su duro pecho, ella estaba tomada por su demandante beso. Y
maldita sea, le gustaba. La forma en que la devoraba, como su cuerpo
se fundía contra el suyo perfectamente, y las ansias que él trajo a la
vida cavando dentro de ella.
Él se alejó, pero sus manos permanecieron en su cintura. —Sabes
como el cielo. Lo reconocería.
Rodó los ojos, haciendo su mejor esfuerzo para detener la sonrisa.
—Has esperado todo el día para usar aquello, ¿cierto?
—Tal vez —murmuró, sin afectarse en lo más mínimo. Le rozó los
labios sobre la punta de su nariz—. ¿En qué pensabas?
Se le arrugó la frente. —¿Cuándo precisamente? —Hace unos
momentos pensaba en cuán delicioso él se sentía contra ella, pero no
iba a admitir eso.
—Antes de que sintieras mi presencia.
Ella le puso las manos contra el pecho, insegura de si era para
mantenerlo a raya o estabilizarse a sí misma. —¿Has estado
siguiéndome otra vez?
—Por supuesto —respondió, descarado. Probablemente no veía
nada mal con ello.
Ella se alejó de su alcance. Ésta noche, él usaba una simple
camisa blanca que se extendía sobre sus músculos y un par de
pantalones vaqueros. Incluso vestido así de casual, lucía magnífico. Ella
se había cambiado a un par de sencillos pantalones militares verde

150
oliva y una camiseta ligera sin mangas. Al lado de él, se sentía
tremendamente aburrida. —Sabes que eso es considerado acechar y es
ilegal en la mayoría de los estados.
—Matar humanos, poseídos o no, es ilegal en todos los estados —
señaló casualmente—. No me ves buscándole el pelo al huevo.
Lily frunció el ceño. Bueno, él tenía un buen punto. —Sólo
pensaba.
Julian inclinó la cabeza al costado; el azul intenso de sus ojos
parecía anormalmente brillante. —¿Estás disgustada?
Ella se pasó una mano por el cabello, desviando la mirada. —¿Por
qué crees eso?
Él se acercó. Con las puntas de sus dedos, guió la cabeza de ella
hacia atrás. —Podía sentir la tensión en tu cuerpo.
Eso era bastante desestabilizador de oír. —Y percibir sólo significa
que eres muy observador, ¿cierto?
Sencillamente sonrió. —Entonces, ¿qué te preocupa? —Su mano
se deslizó alrededor, envolviendo su cuello. La forma en que sus dedos
se movían por los músculos tensos era absolutamente divina. Se relajó
con el movimiento, y sus ojos fueron a la deriva. Ella realmente
necesitaba visitar un masajista o conseguir que Julian hiciera esto más
a menudo.
—Te gusta esto, ¿no? —preguntó, su voz apenas un susurro.
—Mmm —murmuró.
Él le colocó un suave beso en la frente. —Dime que te inquieta.
—Sólo es algo que me preguntaron hoy. —Dios, soy tan fácil como
romper una nuez—. Por qué elegí la vida de un cazador y no una vida
donde pudiera tener alguna clase de normalidad.
—¿Y eso te preocupa?
Tanto como continuara con aquellos dedos mágicos, contestaría
cualquiera de sus preguntas. ¿Era triste? Sí, pero totalmente cierto. —
Sí. Me hizo sentir como un fenómeno. Como si no debería haber sido
una guía o simplemente apartarme. Hay algo mal conmigo por no ir tras
el esposo y las valla-de-madera-blanca de mierda.
Sus dedos se quedaron quietos. —¿Eso es lo que quieres?
La magia fue rota justo así. Abrió los ojos y encontró los de él
extraordinariamente intensos. —No —se obligó a reír—. No es para mí.
—Se deslizó lejos de él.
Claramente se veía como que no le creyó. —Lily.
Ella soltó una corta sonrisa. —No soy ese tipo de chica, Julian.
Nunca lo he sido.

151
—¿Cuál es ese tipo de chica? ¿No es lo que todos quieren en el
fondo después de todo? ¿Por qué no querrías más que el Santuario?
—¿Qué más podría tener? —se rió ante su propia pregunta—.
Además del hecho que sobreviviré a todo en ésta ciudad si no llegan a
exterminarme en cualquier momento, tengo tanto dinero que debería
estar avergonzada. Amo mi trabajo. ¿Cuántos humanos pueden decir
eso?
—¿Cuántos humanos quieren vivir por siempre únicamente
teniendo su trabajo? —contraatacó con tranquilidad—. ¿Y es en verdad
un trabajo? ¿No es tu deber, una obligación?
—¡Es una obligación para un propósito mayor!
—Odio cuando lo llamas un propósito mayor. —Sus labios se
curvaron—. Tu mayor propósito es matar indiscriminadamente, Lily. Te
dijeron que algo es maligno y no cuestionas eso, creyendo que todo
tiene un objetivo divino.
Sus músculos se tensaron, remplazando la maravillosa sensación
relajante que él había creado sólo unos momentos antes. —Primero que
todo, no asesino indiscriminadamente. Segundo, las cosas que decimos
que son malignas son, de hecho, ¡malignas!
—Según tu razonamiento, eso me haría maligno. ¿Así que dónde
está tu deber? ¿Dónde está tu propósito mayor? —respondió.
Ella crepitó. —Oh, esto es estúpido. No eres… como ellos. ¿De
acuerdo? ¿Feliz porque lo dije? —Levantó las manos—. Pero no cambia
que la enorme mayoría de tu clase son malos. No puedes negar eso.
Julian se rió con severidad. —Cuán conveniente, cuando soy el
único Caído con el que te has tomado el tiempo suficiente para hablar
de verdad, antes de meter un puñal en mi corazón.
—Si recuerdo correctamente, te metí un puñal. Por desgracia,
experimenté un raro acto de mala puntería —replicó, disfrutando en la
furia roja-caliente.
Su columna se puso rígida mientras el azul de sus ojos ardía. —
Eres una marioneta del Santuario. Y ni siquiera lo notas.
—Una marioneta, ¿estás bromeando? —Se inclinó hacia
adelante—. ¡No corrompo a las personas! ¡No asesino a inocentes!
—Tampoco yo —rugió.
Cuando mucho, la ira de Julian debería haber sido una
advertencia, pero ella estaba más allá del punto de importarle. Todas
las salvajes emociones que él incitó la noche que había encontrado a
Michael, salieron a la superficie. Era vertiginoso, embriagador y
poderoso. Esto era, después de todo, culpa de él. No había nada que
hacer con el hecho de que cualquier cosa que él dijo podría ser
posiblemente verdad. No en absoluto. —Entonces, no lo haces ahora,

152
pero lo hiciste. ¿Todavía me juzgas por ser leal a mi deber al
Santuario?
—No estoy juzgándote, Lily. —Dio un paso hacia ella—. Todo lo
que estoy diciendo es que quizás hay más en el mundo que ser una
Nephilim y hacer todo lo que el Santuario te dice que hagas.
—Uh, hola, el hecho que sostuve una conversación contigo es
exactamente lo opuesto de lo que el Santuario me dice que haga. Así
que, amigo, realmente no acato todas las reglas.
Él dejó salir una respiración mientras se pasaba una mano por el
cabello. —Lo sé. No debería haber insinuado eso. Tu aceptación por mí
es una prueba de que no lo haces.
Ella cruzó los brazos y lo miró con suficiencia.
—No cambia cuán tristemente desinformada estás sobre mi clase.
Sí, algunos de nosotros somos pura maldad. Tantos que incluso tu gran
Nathaniel se mearía encima en su presencia, pero todos no cayeron por
las mismas razones, y no todos tomamos las mismas elecciones. Ahí es
donde tu Santuario está ciego. Y una vez que triunfen en
exterminarnos, avanzaran con tu clase. Sabes malditamente bien que
es cierto.
Las palabras quitaron la sonrisa de su rostro, aunque
secretamente creía que la última parte era un cien por ciento verdad,
pero eso no venía al caso. —Ni siquiera sé por qué estoy teniendo esta
conversación contigo.
—Porque sabes que hay más vida que ser un Nephilim. —Sus
palabras estaban llenas de pasión y convicción—. Que mereces ser más
que la máquina asesina del Santuario, debido a que al final el Santuario
se volverá en contra de ti. Cuando eso suceda, ¿qué tendrás? ¡Nada, ya
que tu vida entera ha sido esta única cosa!
—¿Qué? —Se sobresaltó y dio un paso atrás. Algo que raramente
alguna vez hizo—. ¿Por qué siquiera estoy escuchándote? Lo que estás
diciendo no tiene sentido para mí. Eres el enemigo, Julian. Por
supuesto que lo veras como que no tengo una vida o lo que sea.
Él la miró fijamente por un momento. —Por supuesto que lo verás
de ese modo. No te veo como un Nephilim, y tú no me ves como un
Caído. —Cuando argumentó, el azul de sus ojos se oscureció—. Te veo
como Lily. Te veo por quien eres, aunque tú no lo hagas.
—¿Cómo me veo a mí misma, señor sé jodidamente todo?
—No te ves para nada. No como Lily. Te ves únicamente como una
Nephilim. ¿Cuál es tu credo? ¿Cazar a los Caídos, asesinar a los
subordinados y proteger a tus compañeros Nephilim a toda costa?
¿Dónde está Lily en eso?
Vaya. Su rostro se arrugó. —¿Qué demonios es esto? Sé qué y
quién soy.

153
Él lucía dubitativo. —¡Entonces dime!
Su exigencia hizo explotar una reacción en cadena de eventos.
Incapaz de enfrentar la dura realidad, hizo lo único que nunca hacía. —
Sabes qué, olvida esto. —Lily dio medio vuelta y corrió.
Bueno, intentó correr era una mejor manera de ponerlo. Alcanzó
la cornisa y estaba a punto de saltar cuando Julian la enganchó
alrededor de la cintura y la arrastró al suelo. Parte de ella reconoció que
él decía lo que era correcto, pero la otra parte se rehusaba a admitirlo.
La dejó abajo, y ella inmediatamente tomó una mala decisión en
una sarta de malas decisiones. Medio empujó, medió se balanceó hacia
él. Julian se hizo a un lado, y su impulso la envió tropezando al pasarlo.
Intentó atraparla una vez más, pero ella se retorció y ambos
colisionaron en la azotea cubierta de polvo.
Enojada y muy consciente de su duro cuerpo presionando hacia
abajo el suyo, Lily de inmediato comenzó a empujarlo. —¡Quítate!
Julian con facilidad clavó sus manos al lado de su cabeza. —Te
he seguido por ocho años, Lily. Te conozco mejor de lo que te conoces.
Te he visto tomando decisión tras de decisión. Además del apartamento,
nunca te he visto hacer algo por ti misma. Toda tu existencia se centra
en el Santuario y en tu deber, mientras que otros Nephilim tienen una
vida fuera de sus obligaciones. ¿Dónde está tu vida?
Ella sacudió la cabeza frenéticamente. ¡Dile que tomas decisiones
fuera de tu deber! No podía formar las palabras. Además de él y el
apartamento, no había hecho una sola cosa por sí misma. Él sabía esto
después de vigilarla por tanto tiempo.
—¿Sabes cómo los Caídos llaman a los Nephilim? Llamamos a tu
clase carne de cañón, y eras carne de cañón para el Santuario la noche
que fuiste tras Baal. Lo hiciste por el Santuario, ¿y dónde estaban ellos
cuando caíste allí, destrozada y casi muerta? ¿Tomaste una decisión
tan imprudentemente valiente como Lily o como un Nephilim?
—Detén esto. —No quería escucharlo.
—Maldita sea, Lily, eres más que sólo una Nephilim. Eres Lily. —
Su agarre alrededor de sus muñecas se aflojó—. Serás valiente, en
batalla, pero la idea de querer algo para ti te aterroriza. ¿Lo qué
tenemos? Es la primera vez que te has permitido hacer lo que has
querido simplemente porque lo querías. Eso te aterroriza. Puedo verlo
cada vez que estás cerca de mí. Luchas por lo que quieres, y estás
asustada todo el tiempo. Temes que esto te haga un Nephilim malo. No
una mala persona, sino un Nephilim malo.
Sus palabras no sólo la sobresaltaron en rendición, la
escandalizaron hasta el centro. La verdad nunca se había sentido tan
potente, tan devastadora. Sus manos se relajaron cuando su pecho se
levantó y cayó irregularmente.

154
Las puntas de su cabello rozaron sus mejillas cuando él se
agachó. —Por ocho años he esperado para que te des cuenta de eso. He
esperado que veas tú misma quien eres realmente. Eres Lily Marks, una
mujer hermosa, extremadamente astuta cuya capacidad para
compadecerte te coloca aparte de los Nephilim. No son tus habilidades
de luchar o cuán buena guerrera eres. Es el hecho que me miras y ves
un hombre en lugar de un Caído. Debajo de todo el deber y la obligación
eres Lily. ¿Y sabes lo que me haces? —continuó con pasión—. De todas
las personas, Nephilim y humanos por igual, has sido la única que me
ha hecho desear que fuera un hombre y no lo que soy. Hiciste eso Lily,
no la Nephilim.
Lo miró fijamente, ojos ampliados y en silencio. Lo que dijo…
bueno, era probablemente la cosa más linda que alguien jamás había
dicho sobre ella. Como la veía era simplemente asombroso, porque
todas las personas que conocía, incluida ella misma, solamente la veían
como una cazadora. Pero lo que Julian vio la aterraba, de la misma
manera que sus sentimientos por él —y cuanto lo quería— la aterraba.
Él descansó la frente contra la de ella. —Oh, Lily, ¿ves? No hay
nada mal contigo queriendo amor, la casa, e incluso la maldita valla de
madera. El deseo y la pasión no te hacen una mala persona.
Oh maldición, ella estaba a punto de llorar. Giró la cabeza,
apretando los ojos. Él empujó hacia atrás la cortina de cabello castaño
rojizo que caía por su rostro, con suavidad volviéndola hacia él. Abrió
los ojos, la humedad con lágrimas no derramadas. Si ella supiera mejor,
si tuviera alguna experiencia en aquel tipo de cosas, habría pensado
que la forma en que la miraba significaba algo poderoso y real.
Sus dedos trazaron su mejilla. —¿Lily?
—En verdad te odio ahora mismo, ¿sabes eso? —murmuró.
—No, no me odias. Ese el gran problema. No me odias en
absoluto.
Exhaló temblorosamente. No, no lo odiaba. Pero deseaba hacerlo
un poco. Haría las cosas un infierno mucho más fáciles. Pero Julian la
entendía en una forma que Luke y Nathaniel jamás podrían. Las
barreras invisibles lentamente se agrietaron.
La besó tan profundamente que pensó que su alma ardería en
llamas. Él reclamó su alma, justo como ya había hecho con su corazón.

155
19
Traducido por MaryJane♥ & Sofí Fullbuster
Corregido por Tsuki

D
os semanas después de que Julian básicamente le hubiera
dado la verdad y sus palabras aún traían una sonrisa a
sus labios. El tipo de sonrisa que no se desvanecía
mientras miraba al esbirro al que acababa de derrotar. Alejándose, miró
hacia el cielo nocturno.
Maldita sea, estaba cansada.
Entre controlar el entrenamiento de Michael y la caza en la noche,
sólo estaba teniendo cuatro horas de sueño. Por supuesto, conseguiría
al menos cinco horas y media de sueño si dejara de escabullirse para
pasar tiempo con Julian.
Una suave brisa se levantó, revolviendo unos cuantos mechones
de pelo alrededor de su cara. Ella puso una media sonrisa. Con mucho
gusto daría hasta una o dos horas de sueño antes de que debiera volver
al Santuario si eso significaba ir a dormir bien saciada.
Julian era bastante hábil cuando se trataba de formas de
entretenerla. Usaba sus labios y sus dedos, y ella nunca estaba
desinteresada. No lo habían hecho todavía, a pesar de que estuvieron
cerca un par de veces. Justo anoche le había rogado que la tomara. Ella
no se había preocupado de que estuvieran en la azotea del Hilton. Allí, a
la intemperie. Lo deseaba tanto, y él lo había sabido.
Julian aun así se había negado. Maldito sea.
Aunque Lily era reacia a admitirlo, no era sólo su toque lo que
esperaba todo el día. Las cosas habían cambiado desde aquella noche
que habían luchado y Julian la había obligado a enfrentarse a sus
sentimientos. Ya no pensaba en él como un Caído, si es que realmente
lo hizo alguna vez. Tan peligroso como era.
Incluso intercambiaron números de teléfono. Cuando Julian le
había ordenado registrar su número de móvil y los números de los tres
clubes que poseía en su teléfono, lo había encontrado gracioso. Él la
había mirado con extrañeza, y había tratado de explicar por qué
pensaba que era gracioso que ahora estaban sólo en la etapa de

156
intercambio de números. Él no lo entendía, y ella había renunciado a
tratar de explicarlo.
Su sonrisa se extendió.
La voz en la parte posterior de su cabeza apareció, susurrando:
Recuerda a Anna. Esto le sucedió a Anna.
Apartando la voz, ella se acercó a la repisa y un escalofrío recorrió
su piel. Dándose la vuelta, se sorprendió cuando un hombre gigante se
paró en el centro del techo.
Gabe se paseó hacia ella, con una sonrisa un poco arrogante en
los labios. —Hola, nena, mucho tiempo sin verte.
Lily casi dio un paso atrás, pero se detuvo antes de que cayera
sobre la repisa. Aparte de pasar por el Santuario, no había visto a Gabe
desde la noche en el cuarto de lavado. El calor tiñó sus mejillas. —Hola
—dijo sin convicción.
Se detuvo frente a ella. —No he tenido ningún mal encuentro
recientemente. Estoy un poco decepcionado.
Ahora la punta de sus orejas ardían. —Sí, bueno, las cosas han
estado... bien.
Su sonrisa se extendió mientras la estudiaba. Gabe era guapo, y
mucho. Cualquier chica, Nephilim o no, estaría arrojando sus bragas
por él, pero Lily no sentían el menor deseo de hacerlo.
—Bueno, ya sabes dónde encontrarme. —Él saltó en la repisa
junto a ella—. Incluso si estás teniendo un buen encuentro. —Luego se
inclinó, la besó en la oreja y saltó.
Se quedó allí, con la cara encendida. —Dulce niño Jesús. —
Dándose la vuelta, ella esperó unos minutos, luego salió al lugar donde
se reuniría con Julian.
Cinco minutos más tarde, aterrizó en la punta de sus pies en lo
alto del Hotel Hilton, una pequeña sonrisa jugando en sus labios.
—Te tomaste el tiempo suficiente.
Se agachó, encaramándose en la cornisa. —Tuve que trabajar, a
diferencia de algunos.
—No creo que el trabajo te haya retenido.
Lily frunció el ceño. —¿Qué quieres decir... oh Dios, no me digas
que nos has oído a Gabe y a mí? No te sentí.
Él se acercó a ella. —Los Nephilim quieren dormir contigo.
Ella rompió a reír. —¿Gabe? Gabe quiere acostarse con un
montón de gente.
—Pero has…
—¿Estás celoso? —Ella se echó a reír de nuevo.

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—Nunca —dijo, aunque no de una manera totalmente
convincente.
Lily se inclinó hacia delante, apretando sus suaves mejillas en
sus manos. Atrayendo sus labios a los de ella, lo besó suavemente. —No
tienes nada que envidiarle.
—Por supuesto que no. —Julian frunció el ceño—. De todos
modos, sí trabajo.
Sin creerlo por un segundo, ella tomó un momento para apreciar
la inclinación sensual de sus labios, la arrogancia abiertamente
masculina, y la forma en que la camisa abrazaba la parte superior de su
cuerpo. Dios, podía bebérselo todo en un solo trago. —Convencer a los
jóvenes de la alta sociedad del DC a hacer cosas malas no es un
trabajo.
Julian parecía ofendido. No era creíble de ninguna manera. —Yo
nunca haría una cosa así.
—¿En serio? —Ella se rió.
—Bueno, estaba esta monja a la que convencí de dejar la iglesia
para seguir una carrera de baile de tubo. —Esbozó una sonrisa
maliciosa—. Eso fue divertido.
—En serio, Julian, ¿qué haces todo el día?
Apoyó las manos en las rodillas dobladas. —No creo que quieras
saberlo.
Volvieron al tema principal y Julian no se movía. No importaba
cuántas veces y de cuántas maneras le preguntaba, él se negaba a
decirle lo que hacía, como si al hacerlo estuviera entregando sus
secretos comerciales. Lily todavía estaba curiosa, no frustrada. —
Pruébame.
Él la miró, arqueando una ceja. —Dormí hasta el mediodía, si
quieres saberlo.
Ella frunció los labios. —Suertudo.
Sonrió. —Entonces observé a un joven que estaba siguiendo a
esta niña, demasiado cerca.
Ugh. No le gustaba a donde iba. —Um, ¿qué quieres decir?
Julian deslizó sus manos sobre sus caderas. —¿Qué crees que
quiero decir? Creo que su nombre era Larry. De todos modos, a Larry le
gustan las niñas.
—No lo hiciste... Quiero decir, no lo coaccionaste, ¿verdad? —Ella
tenía miedo de su respuesta. No sería inaudito. Los Caídos hacían a los
humanos hacer cosas que normalmente no concebían hacer. Era una
manera de curar su aburrimiento.
Él hizo una mueca. —Dame un poco de crédito, Lily. No. Podía
sentir sus... gustos. Así que miré mientras él la seguía hasta este

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callejón donde esperaba el autobús que la llevaría a casa de su
abuela. Simplemente sugerí la necesidad de irse.
—¿A la niña o al hombre? —preguntó.
—Al hombre —dijo, levantándola de la repisa y poniéndola de pie.
Ella lo miró. —¿A dónde se fue?
Julian se encogió de hombros con indiferencia. —Oh, por delante
de uno de esos grandes camiones que recogen basura —explicó con
suavidad—. Me di cuenta de que era conveniente.
Ella hizo una mueca. —En realidad no sé cómo sentirme acerca
de eso.
Le tomó la mano, guiándola a través de la azotea y la condujo
hacia las sombras, lejos de miradas indiscretas. —Te dije que
probablemente no querías saber. Después de eso, simplemente observé
a las personas.
¿Observó a las personas después de instar a un hombre a
caminar enfrente de la camioneta? Qué cosa más... ¿qué? ¿Cómo podía
realmente resumir eso? Ella lo miró. Él la miraba con curiosidad,
esperando su reacción. Suspiró. —Está bien, probablemente no debería
haber preguntado.
Julian se rió entre dientes. —¿Quieres que te diga “te lo dije”?
—Bueno, podría haber sido peor. —Ella decidió tentativamente—.
Por lo menos era un pedófilo principiante.
—Oh no, él era un pedófilo. Sólo que no había sido aún
capturado.
Tragó saliva, enferma por como algunas personas podían ser tan
malas por su cuenta. —Bueno, bueno, no puedo decir que estoy
totalmente disgustada con lo que hiciste.
—¿No estás sedienta de sangre?
Ella sonrió. —Es algo que viene con el trabajo. ¿Qué pasó con la
niña?
—Llegó a la casa de su abuela sana y salva. —Julian se inclinó,
capturando un mechón de pelo entre los dedos. Lo hizo girar alrededor
de su dedo índice—. ¿Qué hiciste hoy, mi Lily?
Ella desenredó el cabello de su dedo. —Entrenamiento y más
entrenamiento —le dijo. Él cogió su pelo otra vez, pero ella golpeó su
mano—. Nunca he tenido que entrenar a alguien antes. Es un cruce
entre aburrimiento extraordinario y completa falta de paciencia. —Hizo
una pausa, y añadió pensativamente—: Por mi parte, lo es.
—¿Impaciente? —bromeó. Su mano se cerró alrededor de la suya,
que era mucho más pequeña, llevándola a sus labios. La besó en la
palma de la mano. El toque la hizo temblar todo el camino hasta sus
pies—. Entonces, ¿cómo va a lograr su sabia formación?

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Ella se encogió de hombros, decidiendo que una respuesta
verdadera no podía hacer daño. —Él aprende muy rápido.
—¿Y sigues siendo impaciente? —preguntó—. Eres muy difícil de
complacer.
Ella observó la mano envuelta alrededor de la
suya. Presionándose contra de él, miró sus sorprendentes ojos
azules. —En realidad no. No cuando se trata de ti.
—¿En serio? —murmuró. Julian deslizó su brazo alrededor de su
cintura, tirando de ella hasta la punta de sus dedos. Él rozó sus labios
sobre los de ella una vez, luego dos veces. Lily inmediatamente se
suavizó en su contra—. ¿Estoy pensando que quizás desees poner eso a
prueba?
—Tal vez —estuvo de acuerdo. No más agotada ya, ella envolvió
sus brazos alrededor de su cuello—. ¿Tal vez deberíamos intentarlo?
Los labios de Julian se curvaron en una sonrisa indulgente. —
Insaciable. —La levantó como si no pesara nada, sosteniéndola al nivel
de sus ojos.
Su fuerza siempre la hacía detenerse. Era fuerte, pero estaba
sobrecargado. Le recordaba lo frágil que realmente era en comparación
con él. A la chica dentro de ella le encantaba, esa chica era una tonta y
fácil de seducir. El lado Nephilim de ella estaba incómodo, sabiendo que
él podría acabar con su vida en un instante. Era como estar dividida en
dos cuando estaba con él.
Puso sus labios contra los suyos, y los pensamientos simplemente
desaparecieron. No importaba cuántas veces la besara Julian, nunca
podría prepararse para la embestida de sentimientos. Era como si todos
los nervios de su cuerpo se dispararan a la vez, abrumando sus
sentidos y dejándola sin aliento.
—Lily. Da un paso atrás.
Se quedó inmóvil contra Julian, sus ojos abriéndose de
golpe. Estaba tan perdida en él, que no había sentido al otro Nephilim.
Oh... oh mierda, esto iba a ser malo.
—Un paso atrás, ahora.
Ella lo hubiera hecho así debido a la gran malicia en su voz, pero
el brazo de Julian se apretaba a su alrededor, por lo que le era casi
imposible moverse. Lentamente levantó la cabeza para mirar por encima
de su hombro. Lo que vio en el rostro de Julian la llenó de pavor. Desde
la línea firme de su boca a sus ojos peligrosamente entornados, Lily
reconoció cuán peligrosa era la situación que estaba a punto de llegar.
—Julian —susurró—. Bájame.
Él inclinó la cabeza hacia ella. —¿Quién es este Nephilim al que le
permites darte ordenes?
—El Nephilim que te va a matar —respondió Micah con frialdad.

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El corazón le dio un vuelco. —Julian, por favor, bájame.
Él la miró por un momento antes de soltarla. —Por supuesto —
murmuró.
Enderezó su camiseta sin mangas con movimientos rápidos antes
de enfrentarse a Micah. Le ardían las mejillas y su corazón latía tan
rápido que las náuseas la recorrían. ¿Cómo iba a explicar esto?
Micah se quedó a varios metros delante de ellos, con las piernas muy
abiertas y una cuchilla lista en su puño.
—Micah —comenzó torpemente—. No estoy segura...
—Cállate, Lily —ordenó.
—¿Perdón? —balbuceó mientras Julian se ponía rígido a su lado.
Los ojos de Micah se movieron sobre ella antes de volver al
hirviente Caído detrás de ella. —Te he seguido.
No estaba segura de haberlo escuchado correctamente. —¿Qué?
—Te he seguido —dijo de nuevo, más fuerte—. He estado
siguiéndote, pero el último par de noches te había perdido. Ahora
entiendo por qué salías corriendo tan rápido.
La rabia la inundó mientras lo miraba fijamente. —¿Quién diablos
te crees que eres para seguirme?
Se burló. —¿Quién diablos te crees que eres? No soy el que tontea
con el enemigo. Vamos, Lily, yo solía respetarte. —Micah apretó los
puños—. Tú misma te has ofrecido a él como una puta, peor que
cualquier esbirro.
Antes de que pudiera decir una palabra, Julián tenía al Nephilim
por la garganta, colgando sobre el borde del hotel. En medio había un
callejón oscuro. La caída no mataría a Micah, pero le haría un daño
masivo.
—Julian —gritó Lily, corriendo tras ellos—. ¡Basta!
—¿Qué has dicho? —exigió Julian en voz baja, mortal.
—¡Ya has oído lo que he dicho, maldito loco! —Micah levantó el
brazo, intentando apuñalarlo.
Julián cogió el brazo de Micah y lo retorció hasta que la espada se
deslizó de su mano. Él gritó cuando la daga cayó en la oscuridad. —
Creo que tienes que pedir disculpas ahora mismo.
Micah agarró el antebrazo de Julian. —Sobre mi cadáver.
La sonrisa de Julian era fría. —Eso se puede arreglar fácilmente.
—Lo alejó más de la seguridad de la cornisa.
Ella agarró el brazo de Julián, pero él no se movió ni una
pulgada. —Ya basta. ¡Ambos necesitan parar!

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Ninguno de ellos escuchó. Julian lanzó a Micah aún más lejos
mientras el Nephilim luchaba contra él. La situación estaba saliéndose
rápidamente de control, y Lily no tenía ninguna duda de que si Micah le
decía algún otro insulto, Julian lo lanzaría al suelo.
Tiró del brazo de Julian de nuevo, desesperada. Cuando eso no
funcionó, le dio un puñetazo en el estómago. —Julian, escúchame.
Déjalo ir. Ahora —suplicó—. Déjalo ir, por mí. Por favor.
Él la miró. —¿Por ti?
—¡Sí! —Forzó una sonrisa—. Bájalo… al suelo, suavemente. —
Sintió la necesidad de aclarar su petición.
Julian se apartó, así Micah ya no colgaba sobre el borde. Lily
asintió tranquilizadoramente, rezando para que el otro permaneciera en
silencio. La última cosa que necesitaba era que dijera algo hostil. Pero
luego Julian lanzó a Micah al techo. —Aún necesita disculparse —
gruñó.
Casi se rió por el alivio. Julian destruiría al Nephilim si lo
presionaba demasiado. Miró a Micah.
Julian respiró profundamente, pareciendo recobrarse. —Debería
disculparse.
Mantuvo un cauteloso ojo en él, sólo en caso de que decidiera
cambiar de opinión. —¿Por qué estabas siguiéndome?
Micah alisó su camisa. —Alguien está dándole información a los
Caídos. Mi suposición es que ese alguien está durmiendo con uno de
ellos.
Inmediatamente lanzó un brazo hacia arriba, deteniendo a Julian.
Eso no detuvo su respuesta. —Sigue así, pedazo de mierda. Voy a
matarte.
—¡Quiero verte intentarlo!
—¿Estás acusándome de traicionar al Santuario? —La ironía de
la situación no se le escapaba, ni siquiera por su ira. Ella sospechaba
de Micah, y él de ella. Sería gracioso si no sintiera ganas de dejar que
Julian lo lanzara del edificio.
Micah le dedicó una mirada desdeñosa. —¿Sinceramente? Actúas
toda ofendida, pero no desmientes lo que estás haciendo. El Círculo lo
sabe, Lily. El Círculo sospecha de ti.
Fue como si hubiera recibido un puñetazo en el rostro. De hecho,
ella sabía que su relación con Julian no era favorable, ¿pero que ellos
pensaran que realmente estaba traicionándolos? Quería golpearlos.
—Tú Círculo sospecha lo que le hacen creer —se burló Julian.
Lily frunció el ceño ante el críptico veredicto, pero por la esquina
de su ojo vio a Micah deslizar su mano izquierda detrás de él. Era

162
rápido, fueron entrenados de esa forma. Si ella no hubiera sido un
Nephilim, ni siquiera habría visto el movimiento.
Sin pensarlo dos veces, empujó a Julian hacia atrás y se giró,
pateando a Micah. Julian dio un traspié, aturdido por su inesperado
movimiento. Su pierna conectó con la parte carnosa del brazo de Micah,
y la daga hizo un ruido metálico contra el tejado.
Micah soltó una tanda de improperios, lanzándose por la cuchilla.
La rodilla de Lily conectó con el amplio costado de su rostro, enviándolo
a volar. La patada le habría roto el cuello, pero a un Nephilim sólo lo
aturdía.
El tiempo pareció detenerse mientras miraba a Micah, respirando
dificultosamente. Alzando la cabeza, se volvió hacia Julian. Lo que
había hecho colgaba entre ellos.
—Vete, Julian —rechinó.
Julian tenía una mano sobre su corazón. —¿Me defendiste?
No había tiempo para discutir las repercusiones de sus acciones.
Podía sentir a otro Nephilim. Miró de Micah a Julian. —Vete ahora. Otro
está viniendo. —En otras palabras, no podría ser capaz de hacer lo que
le había hecho a Micah de nuevo.
Micah se puso de pie lentamente, frotándose la mandíbula. Lily
agarró la cuchilla, lanzándole una última mirada a Julian. —Por favor,
vete —susurró insistentemente.
Vaciló. —Lily, yo… —Se detuvo mientras ella le rogaba con la
mirada. Le dio un brusco asentimiento, y entonces se había ido.
Sangre goteaba del labio partido de Micah. —Realmente no
deberías haber hecho eso.
El suave ruido de botas aterrizando en la azotea llamó la atención
de Lily. Sin estar segura de cómo explicar lo que había sucedido,
mantuvo los ojos sobre Micah.
Luke se detuvo junto a ella, supervisando los daños. —¿Qué
sucedió?
Micah se tambaleó un poco. La patada había sido potente. No se
había contenido en absoluto. —Nos ha traicionado.
No los había traicionado. Ella sólo… ¿qué? Había peleado con uno
de los suyos. Técnicamente, ¿eso significaba que estaba
traicionándolos? Tal vez no de la forma en que Micah insistía, pero se
había vuelto en su contra por Julian. Había peleado con un Nephilim
para proteger a un Caído.
Los ojos de Luke se estrecharon. —¿De qué demonios está
hablando, Lily?
Apartó la mirada de Micah, apretando la cuchilla en su mano.
Hasta ese momento, nunca habían cuestionado sus acciones. Ni

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siquiera cuando aceptó que quería más, que quería a Julian. Aún era
un Nephilim, nacida y entrenada para pelear contra los Caídos y sus
esbirros. La línea entre sus razas había sido dibujada eras atrás, y
siempre se había regido por la regla principal: los Caídos debían ser
detenidos sin importar qué. Había sido capaz de convencerse a sí
misma de que su relación con Julian no afectaría su labor. Aún era Lily,
pero con un simple movimiento hacia uno de sus hermanos lo había
cambiado todo.
Dejó caer la cuchilla. El sonido fue estruendoso y definitivo. —
Micah ha estado siguiéndome. Aparentemente, sospecha que estoy
trabajando con los Caídos.
—¿Qué? —Luke frunció el ceño hacia Micah—. Él te ha estado
siguiendo porque Nathaniel se lo pidió.
—Debido a Baal —respondió Micah—. Pero eso no tiene nada que
ver con lo que sucedió esta noche. Luke, es ella. Está dándole
información a los Caídos.
Riendo, Luke lo palmeó en los hombros. —Eres un buen cazador,
pero eres tan tonto como una piedra si crees que eso es verdad. Lily es
leal.
Su inquebrantable fe en ella la lastimó tanto como la acusación
de Micah. —Me encontró con Julian.
Luke se puso rígido. La divertida sonrisa rápidamente se
desvaneció. —¿Qué? —Fue todo lo que preguntó, y esa única palabra
tenía muchos significados.
—¿Qué crees que hacían? —siseó Micah.
—Cállate —gruñó Luke. Se apartó de él—. ¿Qué estabas
haciendo?
Miró hacia abajo. —Estábamos hablando.
—No lucían como si estuvieran hablando para mí —dijo Micah—.
Siempre la perdía a estas horas, pero esta vez la seguí. Estaban encima
del otro. —Repulsión envenenaba sus palabras.
—Lily. Sabía que eras… amigable con él —susurró Luke con voz
ronca—. Pero no así. No después de lo que sucedió…
Arrancó la mirada del brillante y manchado cemento. —Nos
besamos.
Luke la observó fijamente, y la profunda decepción que mostraba
su expresión casi rompió su corazón. Se movió incómodamente bajo su
mirada. Era como estar de pie frente a Nathaniel y ser sermoneada,
pero mucho peor.
—Eso no es todo. —Micah se movió más allá de Luke. La miró con
furia—. ¡Fui a por Julian, y me atacó!

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Tenía razón, y Lily se había equivocado de tantas formas, pero
sintió su temperamento subir sin embargo. —¡Trataste de apuñalarlo
por la espalda!
—¿Es verdad, Lily? —demandó Luke.
—Sí, lo golpeé.
—¿Siquiera te das cuenta de cuán serio es esto? —Luke agarró su
brazo, sacudiéndola—. ¡No es una broma! Lo que has hecho es
reprensible. ¿Atacar a otro Nephilim para defender a un Caído? ¡Pueden
ponerte cargos, Lily!
Trató de alejarse, pero su agarre era firme. Si lo hubiera pensado
un segundo antes de atacar a Micah, no estaría en la situación en la
que estaba. —Lo entiendo. Pero eso no cambia lo que hice.
Luke la sacudió de nuevo antes de soltar su brazo. —Micah, vete
ahora —le ordenó—. No digas nada de esto.
—¿Hablas en serio? ¿Vas a protegerla ahora?
Se volvió hacia el otro Nephilim. —Voy a encargarme de esto. No
dudes de eso. —Se volvió hacia Lily de nuevo—. Puedes apostar a que lo
haré.
Micah lucía como si deseara quedarse, o al menos conseguir darle
un buen golpe a Lily, pero Luke tenía la autoridad. Lily también. Lo más
probable era que después de esta noche no la tendría, pero ese punto
aún estaba en juicio. Con una última mirada mordaz hacia Lily, Micah
se dirigió a grandes zancadas hacia el hotel.
Los dos permanecieron en silencio. Lily no estaba segura de qué
decir. Sabía que la había jodido por dejar que lo que sentía por Julian
se interpusiera en su camino. Se sentía culpable, pero no se arrepentía.
Dos cosas totalmente distintas. No se arrepentía de haber detenido a
Micah, pero se sentía culpable porque había violado la confianza de
Luke.
—Lily —comenzó suavemente—. ¿En qué estás pensando?
Cerró los ojos. —No lo sé.
—¿No lo sabes? ¿No tienes idea de en cuántos problemas vas a
estar? —preguntó—. Y sé que no me pedirás que no le diga a Nathaniel.
No arruinaría a Luke, no lo llevaría por el camino que ella tan
voluntariamente había escogido.
—¿Te coaccionó de alguna forma? ¿Engañándote como lo hicieron
con Anna?
Lily alzó la cabeza de golpe. —No —dijo firmemente—. Julian
nunca me ha hecho hacer algo que no quisiera.
Sus palabras no ayudaron. Él se alejó como si lo hubiera
golpeado. —¿Después de lo que le sucedió a Anna?

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Le espetó—: ¡No soy Anna! ¡Maldita sea, no soy ella! Y Julian no
es…
—¿No es qué, Lily? ¿Un Caído? Porque eso es lo que es. Mierda.
Pensé que eras mejor que esto. Esperaba que no hubiera nada más que
amistad, nada más de lo que estabas dispuesta a admitir, ¿pero esto?
Movió nerviosamente la mano sobre sus caderas. Tal vez si fuera
honesta con él, lo entendería. Luke siempre la había escuchado en el
pasado. Inhaló suavemente, encontrando su mirada con una de
seriedad. —Julian no es como los otros. No ha procreado Nephilim. No
corrompe inocentes como los otros lo hacen. Es diferente.
Luke lucía como si quisiera reír. —Eso es lo que él te dijo.
—Confío en él. No es malo. Tienes que conocerlo. Ha salvado mi
vida dos veces, y Dios sabe cuántas veces más.
—¿Así que no le hizo nada a Micah? —Luke arqueó las cejas.
Decidiendo que mentir probablemente lo haría peor, le dijo lo que
sucedió y cómo los comentarios de Micah lo habían provocado. Mientras
le contaba la historia, más enfadado se ponía. —Pero no lo lastimó. Yo
lo lastimé.
—Lo que es peor. —Se detuvo y suspiró pesadamente—. No creo
que Nathaniel lo tome como un quebrantamiento del Contrato, pero
serás sancionada.
Tragó. Romper el Contrato básicamente la hacía una
sinvergüenza. Sería echada del Santuario, abandonada para
arreglárselas por sí misma. Había pasado demasiado tiempo desde que
un Nephilim había roto el Contrato.
Algo de la ira de Luke desapareció mientras la observaba. Se
sentía horriblemente pequeña ahora, perdida e insegura. —Creo que es
mejor que regreses al Santuario ahora mismo, admitas tu error, y
permanezcas tan lejos de Julian como sea posible.
Apretando sus labios, pasó una mano por su cabello. —Necesito
algo de tiempo.
Las cejas de Luke se dispararon hacia arriba. —¿Qué?
—Tiempo —repitió—. Necesito irme por un rato. Tengo que pensar
en esto.
—¡No tienes que pensar en nada, Lily! Sabes que esto está mal, y
que se salió de control.
Cientos de emociones distintas burbujearon en su interior,
desbordándola. —¡No sé si está mal! —gritó—. Nunca he hecho algo
para que desconfíen de mí. ¡Siempre he puesto al Santuario y al deber
primero! —se giró, tratando de controlarse—. Toda mi vida he estado
dedicada a ello, y nunca pedí algo de esto.

166
Luke se movió detrás de ella. —Ninguno de nosotros lo hizo, pero
esta es nuestra vida.
Lily miró hacia la ciudad, hacia la pululante noche con brillantes
luces, las calles llenas con humanos y esbirros. Había gente allí afuera,
viviendo y muriendo. Algunos incluso enamorándose. Tres cosas que no
podía hacer tan fácilmente, y maldita sea, quería ser como ellos en
lugar de lo que era. Quería ser libre.
—Esta no eres tú —susurró.
Lily se detuvo por un momento, luego murmuró—: Tal vez sí. —
Sonrió con poco entusiasmo—. Gracias por echar a Micah de aquí. Le
debo una disculpa, pero si me sigue una vez más… —dejó que la
amenaza colgara en el aire.
Luke se inclinó hacia delante. —No hagas esto.
Él la conocía tan bien. —Michael lo está haciendo muy bien. —Se
aclaró la garganta ante el repentino ajuste—. Si puedes vigilarlo más
tarde por mí, lo apreciaría. Rafe ha estado maravilloso.
—Lily —protestó—. Por favor. Será peor si no vuelves conmigo.
Por favor.
—Sólo necesito un poco de tiempo. Sé que no es lo que quieres
escuchar, pero regresaré —le dijo—. Lista para enfrentar el juicio de
Nathaniel.
—Vamos. Podemos ir a verlo juntos. Sabes cómo es Nate. No va a
ser duro contigo. —Forzó una sonrisa, pero no alcanzó sus ojos—. Lo
tienes comiendo de tu palma después de todo.
Se subió al borde e inhaló profundamente. —No me sigas, Luke.
—¡Lily! —Se estiró hacia ella—. ¡No lo hagas! ¡Piensa en esto por
un segundo!
Ya había tomado una decisión, la había hecho cuando dejó que
Julian la conociera. Se lanzó desde el tejado, desapareciendo en el cielo
nocturno.

167
20 Traducido por *~ Vero ~*
Corregido por Alessa Masllentyle

J
ulian estaba esperando por ella en el balcón de su
apartamento. Ella sintió el momento en que el edificio quedó
a la vista. Los nervios hicieron sus dedos temblar mientras
sacó sus llaves y entró. La primera cosa que un Nephilim debe hacer
después de cometer cualquier delito sería llevar rápidamente su trasero
de vuelta al Santuario e informar de inmediato a Nathaniel. Lo peor que
podía hacer era darle espalda e ir a la clandestinidad.
Era demasiado tarde ahora, mientras cruzaba la sala. Abrió la
puerta del balcón, y se apartó. — Hola —murmuró.
Julian entró, su brillante mirada posándose en ella. —Lily...
—Lo sé. —Levantó una mano—. No debería haber detenido a
Micah, pero lo hice. —Le devolvió la mirada—. ¿Puedes darme unos
minutos? Siéntete como en tu casa. —Hizo un gesto hacia el sofá—.
Volveré enseguida.
Se dirigió hacia el dormitorio, rápidamente desechando la ropa de
caza y cambiándose en unos pantalones cortos de algodón y una
remera ancha del gran armario.
Julian se había movido hacia el sofá, sentado inmóvil con los ojos
cerrados. Se acercó a él lentamente, preguntándose qué hizo con todo
esto. ¿Estaba feliz de que ella lo hubiera defendido? ¿Culpable? ¿O es
que él también pensaba que cometió un error? Mordiéndose el labio, se
sentó a su lado. De inmediato se dirigió a ella, una suave sonrisa en su
rostro.
—Lo admito. Estoy sorprendido.
—¿Estás sorprendido de que detuve a Micah?
—Sí. —Le pasó la punta de los dedos por el brazo.
Hizo un forzado encogimiento de hombros casual. —Parecía lo
correcto a hacer en ese momento.
—¿Y ahora? —preguntó él.

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—Todavía lo parece. —Se rió de su expresión dudosa—. Tú te
detuviste cuando te lo pedí. A diferencia de Micah, tú te alejabas. No
merecías ser apuñalado cuando no lo estabas atacando.
Pareció considerar su razonamiento. —Pero sí lo ataqué.
—Y te detuviste —le recordó suavemente.
—Sólo porque tú lo pediste. Si no hubieras estado allí, no lo
habría hecho. —Se apoyó en el cojín—. Lo habría matado.
Sus ojos se abrieron, necesitaba oírselo decir en voz alta otra vez.
—Pero no lo hiciste.
Echó un vistazo a la televisión. —¿En cuántos problemas estarás
metida?
Ella suspiró. —Una cantidad decente, me imagino. Quiero decir,
no creo que Nathaniel me saque a patadas ni nada, pero no va a estar
contento.
—Estás aquí. —Frunció el ceño, pensativo—. ¿Eso no significa
que estarás en aún más problemas, ya que no fuiste hacia él?
Era raro cuánto sabía sobre el Santuario y sus reglas. Lo miró
con curiosidad. El pelo rubio caía hacia adelante, curvándose contra su
mandíbula. Estaba cómodo en su sofá, a pesar de que su sola presencia
lo tragaba todo. —Más aún cuando no aparezca en la mañana, pero es
lo que es. Necesito tiempo para pensar... todo esto.
Echó la cabeza hacia un lado. —¿Estás aquí por mí?
Esta no iba a ser una noche en la que podría simplemente mentir
a través de sus dientes. Aspirando suavemente, respondió con
honestidad. —Sí.
Una sonrisa maravillosa apareció, y se inclinó hacia adelante,
capturando sus labios en un beso profundo. Pensó que seguramente se
derretiría en los cojines si seguía besándola así.
Cuando se retiró, ella estaba respirando fuerte y los ojos de él
brillaban como zafiros. —¿Van a venir a buscarte? —preguntó.
—No lo creo. Tienden a darme mi espacio si lo pido.
Miró a través de sus oscuras pestañas. —Gracias, Lily, por
arriesgar lo que tienes para defenderme.
Tomada por sorpresa por su agradecimiento, se rió tímidamente.
—En realidad no eres como ellos.
—Tampoco tú.
Lily se movió, estirando las piernas hacia fuera delante de ella. —
No soy diferente.
—¿No es un problema de blanco y negro con los Nephilim? —
preguntó mientras agarraba sus muñecas. Pasó sus pulgares por las

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esposas de plata que ella siempre llevaba, las dagas ocultas dentro se
ampliaron—. ¿No es tu deber matarme?
—¿Qué... qué haces? —Trató de apartar sus manos, pero él se
aferró. Las llevó al punto vulnerable bajo sus costillas, justo donde ella
se había dirigido por primera vez, pero había errado por un centímetro.
El mismo punto por el que Micah había ido. Sus ojos se abrieron
cuando presionó la punta de la muy mortal cuchilla contra su carne.
Él encontró su mirada. —¿Por qué no eres como el resto de los
Nephilim?
¿Por qué no lo era? Esa era una buena pregunta. Podría matarlo
ahora mismo. Era lo que tenía que hacer. Lo que se suponía que debía
hacer. Para lo que había sido criada y lo que había impedido
anteriormente. Sin embargo, aquí sentada a su lado, no podía. Nunca
sería capaz de hacerlo. Lo sabía al igual que sabía que el sol subiría en
una hora o así.
Él quitó sus pulgares y las cuchillas se retractaron. —Nada es
simple, ¿verdad?
Su mirada cayó sobre sus manos, que se deslizaban por sus
muñecas. Su toque, calmante y desconcertante a la vez, la consumió. —
No.
La tiró en su regazo. Sus piernas cayeron a través de las largas de
él, y sus manos descansaron contra sus hombros. —Creo que tienes un
poco de tiempo libre.
El fuego del rayo caliente en sus venas ya estaba hirviendo. —
¿Tú?
Julian tomó su mejilla. —Tengo todo el tiempo para ti, Lily.
Su corazón dio un pequeño vuelco extraño. Ella subió lentamente
una pierna para apoyarla al lado de su cadera. —¿No hay monjas que
corromper?
—No.
Su mirada se posó en sus labios curvados. —¿No hay políticos
que influenciar para provocar un escándalo?
Sus manos cayeron a sus caderas, sosteniéndola. —No. ¿Estás de
acuerdo en dejar que un esbirro vea otro amanecer?
Ella sonrió. —Ahora, ¿qué tipo de Nephilim me haría eso?
—Mi tipo favorito —respondió.
—¿Es así? —Se rió, sintiéndose muy diferente de sí misma.
Él rozó sus labios sobre la curva de su barbilla. —Tenemos todo
este tiempo. ¿Qué deberíamos hacer?
Podía pensar en una docena de cosas, pero sólo una que
realmente quería. Llevó una mano por su vientre plano. Su sonrisa se

170
volvió traviesa mientras ella lo sintió endurecerse bajo su núcleo
caliente. Se movió de manera que su parte más íntima estaba apretada
contra él.
Julian gruñó suavemente. Una mano tomó la parte posterior de
su cuello, guiando sus labios a los de él. Su beso estaba preguntando al
principio, de naturaleza suave. Luego se profundizó, cada vez más
exigente. Mientras su lengua logró entrar y se apoderó de la de ella, lo
sintió en todo su cuerpo.
Pronto sus manos estaban por todas partes, deslizándose bajo su
camisa, acariciando las cimas duras de sus pechos, curvándose sobre
su trasero y deslizándose debajo de sus pantalones cortos. Lily gimió en
su boca, mientras un dedo se deslizaba dentro de ella. Ya estaba tan
caliente y húmeda que casi la envió por encima del borde, pero quería
más. Mientras el dedo bombeaba dentro y fuera de ella, pasó su mano
por debajo de la camisa y sobre la piel lisa y dura. Su respiración se
aceleró, y cuando pasó los dedos por encima de su vientre bajo, su
cabeza cayó hacia atrás.
Quería sentirlo dentro de ella, necesitaba que lo estuviera. Era un
deseo salvaje, uno nacido de lujuria desenfrenada y otra emoción en la
que no estaba dispuesta a profundizar demasiado.
—Julian, te deseo. —Ella desabrochó el botón de sus pantalones
vaqueros.
—Me tienes. —Él gimió.
Eso provocó una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras
ella envolvió sus dedos alrededor de su muñeca. —No así.
Su dedo se quedó inmóvil, su mirada líquida se encontró con la
suya y se encendió seductoramente. —No sabes lo que estás pidiendo —
dijo, su voz ronca y gruesa con la necesidad.
Con un sentido de voluntad que no sabía que tenía, Lily apartó la
mano. —Yo sé que quieres.
—Más de lo que nunca sabrás, pero... —Su voz se desvaneció
mientras ella frotaba su dura longitud a través de los pantalones
vaqueros. Tragó saliva—. Lily, eso lo cambia todo.
Por supuesto que sí. Ya no sería virgen. Julian, de hecho, sería
su... primero, y el conocimiento de eso la emocionó. —Lo sé. Yo quiero
esto. —Se bajó de él y se levantó—. Te deseo.
Él estaba de pie en cuestión de segundos, los pantalones
vaqueros colgando bajos en sus caderas. —Tienes que estar segura. No
habrá vuelta atrás.
Envalentonada, cerró los dedos alrededor de los suyos. —Creo
que pasamos esa parte hace un tiempo.

171
La miró fijamente, con los ojos entusiastas y ardientes. Julian
pareció vacilar, peleó una batalla desconocida en su interior. —Lo digo
en serio, Lily, esto no se puede deshacer.
No era estúpida. No era como si su virginidad podría volver a
crecer si lo deseaba. Haciendo los irritantes pensamientos a un lado, se
sintió conmovida por su preocupación. Era evidente que le preocupaba
que ella lo lamentara. El sexo era sólo sexo, y eso era lo que ella quería
desesperadamente.
Con una suave sonrisa, tiró de su mano. —Estoy segura.
Él dejó escapar un jadeo entrecortado antes de descender y
reclamar sus labios en un beso febril. Había tanta pasión y poder en ese
beso que se preguntó en qué se había metido, pero luego se echó hacia
atrás y la inmovilizó con una mirada fundidora.
Ella jadeó. —Está bien.
Su sonrisa era torcida. —Está bien.
Había sido la que inició esto, pero Julian rápidamente se hizo
cargo. La llevó al dormitorio poco iluminado. Su corazón se agitó
vacilante, y su estómago se anudó en la anticipación.
La parte posterior de sus rodillas rozó la suave colcha, y sin decir
una palabra se quitó la camisa gris que llevaba. El mismo aire que
estaba tan cargado de tensión sexual se apoderó de sus pulmones.
Julian era absolutamente magnífico. Desde la expansión dura de
su pecho dorado hasta el estómago rasgado que suplicaba que lo
tocaran. Los pantalones vaqueros desabrochados se deslizaron más
abajo en sus caderas, dejando al descubierto una fina capa de pelo
dorado. Ningún mortal podría estar constituido de tal manera. Él era
divino, un producto de la perfección.
Levantó los brazos en silencio cuando él metió las manos bajo el
dobladillo de su remera. Rápidamente se la quitó, y podía sentir su
mirada ardiente a la deriva por su piel desnuda. Respondió de
inmediato. Sus pezones se endurecieron y su estómago se ahuecó.
Luego vinieron los pantalones cortos, y entonces estaba
completamente desnuda. Toda ella, las finas cicatrices que llenaban su
cuerpo y las marcas que se habían quedado atrás eran visibles. No se
podía ocultar mientras él la observa.
Su mano revoloteó sobre una delgada cicatriz que cortaba el
borde de sus costillas hasta su ombligo. Baal le había dado eso, junto
con la marca en su muslo. Julian tiró de esa mano a sus labios.
Primero besó la parte superior de su mano, luego el interior. Luego se
llevó la palma de su mano contra su pecho, por encima de donde
descansaba su corazón. El gesto simple y dulce trajo un torrente de
lágrimas a sus ojos. Tragó saliva, incapaz de decir nada.

172
—Eres tan hermosa —murmuró Julian contra sus labios.
Envolvió un brazo alrededor de su cintura, levantándola contra él. Su
beso encendió fuego en ella—. Perfecta para mí. Nunca sabrás lo mucho
que lo eres.
Lo miró mientras él daba un paso atrás, quitándose los
pantalones vaqueros. Absolutamente maravilloso y grande... muy
grande. Una parte muy ingenua de ella dudaba de que esto fuera a
funcionar. Una cosa era tener la mano o la boca alrededor de él, y otra
totalmente diferente era considerar eso dentro de ella.
Pero luego se sentó, empujándola de nuevo contra la cama,
recorriendo con sus labios sus piernas y su estómago. Se acomodó
sobre sus pechos, donde succionó y mordisqueó. Se tomó su tiempo,
moviéndose lentamente sobre ella, lamiendo cada centímetro de su piel.
Era como si él tratara de memorizar cada parte de su cuerpo. O
reclamarlo. Fuera lo que fuera, a Lily no le importaba. Lo dejaría hacer
esto para toda la eternidad.
Su cuerpo se arqueó contra él, dolorido y tenso. Dibujó cada
aliento de ella, cada gemido. Sus dedos arañaron su pecho y brazos. Él
se levantó, deteniendo su progreso. Capturó sus manos y las sujetó
junto a su cabeza.
Deseo, abundante y poderoso, se extendió a través de ella. Nunca
se había sentido así antes, y cuando él empujó sus muslos, casi gritó.
Lo sintió en contra suyo, caliente y duro. Muy cerca de donde anhelaba
que estuviera.
Julian llevó sus labios a los suyos, liberando sus manos y
moviendo la suya a descansar sobre su húmeda hendidura. Él se apoyó
con su brazo, sin dejar de profundizar en su boca mientras trabajaba
suavemente un dedo y luego dos. Pronto la tuvo dando sacudidas
contra su mano y su miembro.
La llevó hasta el borde, su respiración errática. Sus manos
apretaron sus brazos, y los sonidos que estaba haciendo deberían
haberla avergonzado. Pero no le importaba. Quería más.
Levantó la cabeza, mirándola fijamente. Había algo muy aterrador
y un poco intoxicante en su mirada salvaje. Reflejaba lo que ella sentía
por dentro, pero no podía vocalizar. Lo sintió por todos lados, llena de
anticipación y cerca de enloquecer de deseo.
Retiró lentamente los dedos, provocando un fuerte gemido de ella.
Mientras mantenía la mirada fija en sus ojos fuertemente nublados,
guio su erección para que descansara contra su sexo. Pensó que había
acabado con el primer toque perverso, pero se había equivocado. Fue
cuando él avanzó lentamente su camino, que su cuerpo cobró vida.
Julián se acercó, poniendo una mano en su mejilla. Su pulgar se
desvió hasta su labio inferior. —¿Confías en mí? —preguntó en voz baja.
Envolvió un brazo alrededor del que él usaba para apoyarse. —Sí.

173
Inclinó la cabeza hacia ella. —Esto puede doler. Lo haré rápido.
No estaba muy segura de lo que quería decir con que lo haría
rápido, pero estaba realmente más allá del pensamiento coherente. Con
una última caricia sobre su mejilla, su mano bajó a su cadera una vez
más, y se metió en su interior.
Dolor agudo y punzante se disparó a través de ella. Se congeló
ante la increíble presión de plenitud.
—Relájate —susurró, sus ojos brillando como joyas de zafiro—. Va
a mejorar. Te lo prometo.
Se mordió el labio y asintió. No estaba segura de cómo iba a
mejorar. Se sentía como si se fuera a romper en dos.
Él no se movió. A pesar de que su brazo temblaba alrededor del
suyo, se quedó quieto, enterrado profundamente dentro de ella.
Finalmente, la picadura se desvaneció hasta convertirse en un dolor
sordo, y la plenitud comenzó a sentirse un poco... bien. Tentativamente,
Lily se movió, y el fuerte latido que sentía no era de dolor.
—Oh —susurró. Lo intentó de nuevo.
—Oh, sí —gruñó Julián.
El fuego que el simple movimiento evocó en ella la impulsó aún
más. Sacudió las caderas contra él, y las manos de Julian se apretaron
en puños. —Creo que estás entendiendo esto —dijo con voz rasposa.
Inclinó las caderas una vez más, y la moderación de Julian se
rompió. Él comenzó a empujarse a sí mismo más profundamente en su
cuerpo. Lily nunca se había sentido tan llena antes y sin poder sobre su
propio cuerpo. Y sin embargo era tremendamente erótico.
Pareciendo como si él ya no estuviera contento con sus
movimientos tentativos, acunó sus caderas, empujando en ella una y
otra vez, aumentando en intensidad hasta convertirse en un ritmo febril
que casi la destrozó con placer. Levantó las piernas y las envolvió
alrededor de sus caderas, trayéndolo más profundo.
Le daba vueltas la cabeza mientras la dicha se construía en su
interior. De alguna manera, en este momento, se sentía unida a él. Era
algo más que sexo, más que dos cuerpos que se beneficiaban
mutuamente. No podía explicarlo, pero sabía que esto era más. Se
suponía que debía serlo, y siempre lo había sido.
Julian se movió más rápido, moviéndose contra ella. Mientras
ella, caliente y húmeda, lo envolvía. Su toque estaba en todas partes, al
igual que el suyo. Soltó sus caderas, ahuecando su pecho. Su boca bajó
a un pezón tenso y lo chupó. El perforante trazo sobre su pecho y el
incesante golpeteo fue demasiado.
Echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras se estremecía a su
alrededor. Fue un momento increíble en su vida. Finalmente se soltó de
las cadenas que llevaba en el abandono sin sentido, era libre. Y se

174
sentía tan condenadamente bien. Los espasmos sacudían su cuerpo
apretado, olas sensuales, lanzándola tan alto que no quería volver a
bajar.
La cabeza de Julian se inclinó hacia atrás, y sus brazos se
apretaron a su alrededor. Rugió su liberación, enterrando su cabeza en
el hueco de su cuello. Un último espasmo envió su cuerpo sacudiéndose
contra el suyo, y luego bajó los brazos a los costados. La cabeza le daba
vueltas mientras yacía debajo de él. Él quería permanecer dentro de ella
para siempre.
Pasaron los minutos, y luego mordió su suave carne, riéndose
cuando ella gimió. Se levantó sobre sus antebrazos. Ella sintió un tirón
en su interior una vez más y se estremeció. —Sabía que iba a ser así —
dijo.
Arqueó una ceja perezosamente. —¿Lo sabías?
—Sí. —Le dio un ligero beso en sus labios—. ¿Estás bien? ¿Te
duele?
Bajó la mirada hacia donde sus cuerpos estaban todavía unidos.
Estaba dolorida, pero todavía en una pieza. Después de eso, esperaba
que tuviera que volver a unirse. —Estoy bien.
Julian puso otro beso en su mejilla. —Quédate aquí. Voy a
conseguir algo.
Cuando se retiró lentamente, sintió el delicioso tirón. Se mordió el
labio, cerrando los ojos. Demasiado saciada como para de verdad
importarle lo que él estaba haciendo, Lily se dejó llevar hacia el
resplandor cálido. Lo oyó hurgar en su baño y luego brotó agua del
grifo.
Volvió, un paño húmedo en la mano. Ella frunció el ceño mientras
se sentaba a su lado y colocaba la mano entre sus piernas. Lily se
sonrojó. —No tienes que hacer eso. Puedo…
Julian se centró en sus ojos. —No. —Y entonces comenzó a
limpiar suavemente todos los rastros de su virginidad.
No estaba segura de cómo se sentía acerca de él cuidando de ella
de esa manera. Esto era más íntimo que lo que acababan de compartir,
y la hizo sentirse de mal humor. Una vez que terminó, se puso de pie y
dejó la toalla en la cesta junto al armario.
Lily se sentó e hizo una mueca. Bueno, un poco más dolorida de lo
que originalmente pensaba.
—¿Estás bien? No debí dejarme llevar de esa manera. Podría
haberte lastimado.
Sus ojos se abrieron, pero no fueron sus palabras o el dolor lo que
causó su reacción. Esa primera noche, cuando él había llegado a su
apartamento, ella nunca había puesto los ojos en su espalda. De hecho,

175
siempre había mantenido la espalda oculta de ella, y ahora vio por qué.
Cómo nunca se había dado cuenta de que esto se le escapaba.
La piel tensa sobre cada uno de sus omóplatos descubiertos por
las marcas inflamadas de donde habían estado las alas. La carne
abierta y vuelta a coser. Se veía arrugada y dolorosa. Cada corte vicioso
por lo menos de quince centímetros de largo y cinco centímetros de
espesor.
Julian se puso rígido. —¿Te molesta?
—No. Es que... no sé. —No era como si viera a los Caídos en un
estado de desnudez a menudo. Por lo general, los mataba o los
echaba—. ¿Te duele? —preguntó, sintiéndose tonta por haberlo hecho.
Negó con la cabeza. —No desde hace muchos años.
—Oh. —Lily tenía esta extraña necesidad de tocar su piel. Para
llegar tan cerca de lo que hacía de los caídos lo que eran—. ¿Será capaz
de curarse?
—Voy a llevar la marca de mi caída por toda la eternidad.
Eso era mucho tiempo para que recordara su desgracia. Por otra
parte, cayó, y dudaba que fuera el peor de sus castigos. Tan mal como
estaba, sintió pena por él. Lo que debía haber sido cometer un error y
perder todo lo que había conocido o apreciado. ¿Había sido su elección,
incluso si se hubiera dado cuenta de las consecuencias y lo amplias que
serían?
Mirando hacia él, se dio cuenta de que nunca había considerado
el dolor de los Caídos antes, su pérdida. Si fuera expulsada del
Santuario por un error, ¿no se volvería más amarga? ¿La soledad que
su especie enfrentó durante siglos era lo suficientemente grande como
para convertirlos en las creaciones que ella cazaba?
—Lo siento.
Los ojos de Julian se agrandaron. —¿Te disculpas por mi caída?
No estando segura de sí había cometido un error al pronunciar
esas palabras, se encogió de hombros. Él había sido relativamente
evasivo cuando se trataba de la razón por la que cayó, pero parecía
injusto que la lujuria lo hubiera traído a la Tierra.
Qué traidora línea de pensamiento, se dio cuenta.
Él se quedó mirándola un momento y luego sonrió. —Eres un
extraño Nephilim
Casi se rió. —Eres un extraño Caído.
—Probablemente lo soy, pero no tienes nada de qué disculparte.
No para mí. Además, ninguna parte de mí se lamenta por mi elección
ya. Es lo que es. —Se quedó a su lado, apoyando su cabeza en su
mano, mirando con curiosidad, completamente a gusto en su desnudez.

176
Extendió la mano y guio la de ella por su costado. Una vez que la tenía
en su contra, continuó—: Ven conmigo.
—¿Qué?
—Ven conmigo. —Repitió—. Podríamos irnos muy lejos de aquí.
Lily lo miró por un momento y luego se echó a reír. Era una
combinación de incredulidad y sorpresa. —No es en serio.
—¿No lo es? —Los dedos de él se deslizaron sobre su caja
torácica—. Podríamos ir a cualquier parte del mundo. Hay lugares tan
lejos que incluso tu deber con el Santuario no puede alcanzarte, Lily.
Él hablaba en serio. Oh, maldita sea. Se apartó para poder
mirarlo. —Julian.
—No tendrías que preocuparte de estar en problemas —señaló de
forma más casual. Como si lo que estaba sugiriendo no fuera nada del
otro mundo—. No tendrías que responder ante nadie. Podrías ser libre.
Sus palabras tenían un cierto atractivo. Era algo más que la idea
de no estar atada al Santuario, sino el hecho de que quería que se fuera
con él. La idea hizo cosas tontas en su corazón y nubló sus
pensamientos.
Había días en que no quería nada más que desaparecer. El exceso
de trabajo y el síndrome subestimado, pero ella nunca consideró
seriamente irse. Tuvo que recordarse a sí misma que no era una opción
mientras él arrastraba sus ágiles dedos sobre las puntas de sus pechos.
Su boca se hizo agua. —No puedo, Julian.
Sus dedos se deslizaron al otro pecho, que ahora estaba dolorido
y pesado. —Podrías hacer lo que quieras.
Se humedeció los labios. —Puedo hacer lo que quiero ahora.
Julian levantó una ceja, dudoso. —Eso no es cierto. Estás
encadenada a tu deber. —Su dedo se enroscó alrededor de su pezón
endurecido mientras hablaba—. ¿Crees que tu Nathaniel permitiría que
esto continúe?
Lily se erizó. —Nathaniel no tiene ningún control sobre mí de esa
manera.
—¿No lo hace? —Julian rió suavemente, su sonrisa tierna—. Él lo
controla todo. Tiene tu Contrato ¿Eso no significa que debes obedecer
cada uno de sus decretos?
—Sí, pero… —Su voz se desvaneció. No había manera bonita de
ver esto. Julian tenía razón.
—No hay peros, cariño —susurró mientras su mirada se quedaba
fija en sus picos rosados.
—No lo entiendes —argumentó—. Tan agradable como suena lo
que ofreces, no es posible.

177
Se movió contra ella. —Ya veremos.
Miró hacia abajo, donde su cuerpo rozó el de ella. Estaba duro, y
todos los pensamientos de obligarlo a entender que nunca podría ser
una opción fueron arrojados por la ventana. —¿Julian?
Hizo una pausa, sonriendo diabólicamente hacia ella. Luego
apretó hacia abajo mientras se colocaba sobre su cuerpo. —Creo que
podría hacer esto todo el día.
Un suave empujón le prendió fuego. Ella se agachó y agarró su
parte trasera. —Creo que estoy de acuerdo.
Y Julian lo hizo una y otra vez hasta que se derrumbaron uno en
brazos del otro. No mencionó su huida de nuevo, y Lily estaba
agradecida. Ellos eran capaces de crear un pequeño capullo en su
habitación, donde no existía el mundo exterior. En sus brazos, podía
olvidarse de su deber y de lo que iba a enfrentar a su regreso al
Santuario. No importaba que sólo fuera temporal.

178
21 Traducido por Adriana Tate
Corregido por Aimetz14

L
ily se despertó para encontrar las sábanas completamente
apartadas de ella y los labios de Julian pegados a su seno,
tirando de su pezón profundamente dentro de los cálidos
rincones de su boca. Aturdida, su mano revoloteó a su cabeza. Una bola
de lava se formó en su vientre. —¿Qué… qué estás haciendo?
Él levantó la cabeza, sonriéndole. —Estaba empezando a pensar
que nunca te despertarías. Ya es el final de la tarde.
Se habían quedado dormidos hasta que el sol empezó a salir, y los
músculos le dolían en una manera deliciosa. Cuando él no estuvo
haciéndole cosas locas a su cuerpo, se habían acurrucado, hablando
hasta que los dos se quedaron rendidos.
El sueño todavía empañaba su cerebro mientras sus parpados se
abrían. Había un brillo malicioso en sus ojos azules y una inclinación
traviesa en sus sensuales labios. Él cogió su mano derecha, llevándola
hacia sus labios y metiéndose su dedo en la boca para chuparlo. Sintió
el tirón todo el camino hasta su centro.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella sin aliento.
—Te quiero.
—Me tienes —dijo, usando las mismas palabras que él le había
dicho hace un rato en el sofá.
—¿Te tengo? —Él se sentó, balanceando sus piernas fuera de la
cama y poniéndose de pie en un fluido movimiento—. Demuéstramelo.
Su corazón retumbó mientras se levantaba tambaleándose. Las
cosas parecían borrosas por los bordes mientras sus ojos se
encontraban con los de él. La agarró por los hombros poniéndola de
rodillas en la cama para que estuviera arrodillada frente a él. La
demanda tácita estaba clara y su piel se estremeció.
Extendió la mano, envolvió la base de su polla sin romper el
contacto visual. Moviendo su mano desde la base hasta la cabeza, lo
sintió hincharse en su palma.

179
—Me desperté temprano, y en todo lo que podía pensar era en ti.
—Pasó sus nudillos por su mejilla—. No puedo para de pensar en ti…
en esto. Consume mis pensamientos.
Se estremeció cuando dejó caer su mano sobre su seno,
pellizcando su pezón. Inclinándose hacia adelante, lanzó su lengua y
rodeó la cabeza hinchada mientras observaba una gran cantidad de
emociones parpadear a través de sus sorprendentes rasgos.
Él gimió, mirándola con tal intensidad que se sentía como una
diosa. Le acarició el borde, lamiendo la rugosidad con su lengua y luego
de regreso a su cabeza, lamiendo la humedad que goteaba allí. —¿Te
gusta esto?
—Si… me gusta… mucho.
Su lengua siguió la longitud de su hinchado miembro. Se alzó
contra ella como si hubiera hecho algo drástico. —¿O te gusta más
esto?
Sus labios se abrieron y asintió. Lo hizo de nuevo, y esta vez sus
labios siguieron el camino. Su mano dejo su seno, cerrándose en su
cabello, abriéndose y cerrándose sin pensarlo. De algún modo le gusta
que fuera de esta manera, completamente vulnerable a ella. Por lo
general era al revés.
En poco tiempo, le estaba acunando la cabeza mientras trabajaba
con sus labios y lengua. Sus gemidos provocaron su propia lujuria,
hirviendo dentro de ella. Pero entonces se inclinó entre los dos,
agarrando su mano libre y bajándola hacia su propio sexo.
Echándose para atrás retrocedió ante lo que silenciosamente le
instaba a hacer. —Yo… yo no puedo.
Él bajo su barbilla, su acalorada mirada penetrando la suya. —Sí
puedes.
Sus mejillas ardían con vergüenza a pesar de que su sexo estaba
palpitando, excitada por la idea de complacerse a sí misma mientras lo
satisfacía a él. —Julian…
Arrastrándose ligeramente, guio su mano hacia abajo hasta que
ella se ahueco a sí misma. Luego, mientras lo miraba, su dedo empujo
dentro. Gimió por el acto, su piel sonrojándose por una razón
totalmente diferente.
Guio su mano hasta que lo estaba haciendo por sí misma, y luego
ahueco la parte de atrás de su cabeza y la insto a continuar donde lo
había dejado. Se lo llevo a la boca una vez más, lo chupo más duro
mientras empujaba contra su mano.
Los ojos de Julian se hicieron más brillantes. —Oh, Dios —gimió,
acelerando el ritmo, obligándola a tomar toda su longitud mientras ella
deslizaba otro dedo dentro de sus pliegues húmedos.

180
De repente, se apartó de su boca y envolvió su propia mano
alrededor de la base de su miembro. —Quiero ver que acabes tu misma
—le ordenó bruscamente.
El erótico acto de complacerse a sí misma mientras la miraba la
mareó. Quería negarse, pero parecía como si su recta moral se le
hubiera caído por el camino. Sin ser capaz de decir no, se echó hacia
atrás sobre su espalda y movió los dedos dentro y fuera. Esta no era la
primera vez que se había tocado a sí misma, pero con él observando era
mucho más potente. Los dedos de sus pies se enroscaron mientras ella
se acercaba al borde.
Con la rodilla, él apartó sus músculos y se arrodilló entre sus
piernas, masturbándose a sí mismo lentamente mientras sus ojos
seguían los dedos de ella dentro y fuera. Cubiertos de su excitación. —
Más duro —susurró.
Y así lo hizo. Bombeando sus dedos, arqueó la cadera hacia
arriba para encontrarse con sus propios empujes. Tenía la cabeza hacia
atrás, y sus suaves gemidos llenaron la habitación mientras lo
observaba a través de sus ojos vidriosos. Sus caderas dejaron la cama
mientras se frotaba contra sus dedos. Su corazón estaba retumbando
profundamente en su pecho y estómago. La necesidad de él en contra
de ella la consumía de una manera que la dejó jadeando de deseo.
Su mirada siguió su excitación mientras corría por su muslo.
Nunca rompiendo el contacto visual, se inclinó por la cintura y bajo la
boca hacia su muslo. Usando la lengua, lamió la humedad resbaladiza.
El acto la llevó directamente al borde. Ella se vino retorciéndose
desvergonzadamente.
Se subió sobre ella, su atención salvaje y posesiva. Deslizando un
brazo por debajo de su cintura, la volcó sobre su estómago. Sus dedos
se clavaron en las sábanas mientras Julian le dejaba una lluvia de
besos en su espalda, sobre sus caderas y sus regordetas nalgas. Luego
la atrajo hacia sus rodillas, usando sus muslos para colocar sus
piernas más separadas.
Estaba preparada, lista, su sexo llenándose con anticipación.
Esto… esto era lo que necesitaba, lo que tanto deseaba. Por él, para que
la tomara, la llenara. Su punta sondeo su entrada húmeda, burlándose
de ella hasta que se estremeció.
—Dime —dijo él, manteniéndola inmóvil mientras recorría con el
borde de su polla sus hinchados labios—. Dime qué quieres esto.
Echó la cabeza hacia atrás. —¡Sí! ¡Sí!
Se metió dentro de ella, agarrando sus caderas con agresiva
fuerza. La atrajo hacia él mientras se sumergía dentro de ella
salvajemente. Presionó los labios en su húmeda sien, ahuecando su
sexo con la mano mientras continuaba bombeando sus caderas. —Esto
es mío —le dijo, con voz gruesa—. Siempre lo será.

181
Se rompió, rompiéndose en miles de diminutos pedazos mientras
su liberación se estrellaba a través de ella y exprimía su polla con tanta
fuerza que él gruñó. Gritó su nombre una y otra vez mientras se movía
dentro de ella. Los brazos de Julian se tensaron a su alrededor. Una
embestida más y se vino, gritando su nombre. Jadeante y resbaladizo
por el sudor, la bajó sobre la cama.
Minutos, tal vez horas, pasaron antes de que cualquiera de los
dos pudiera formular un pensamiento coherente, mucho menos una
frase entera. La tiró sobre su pecho, pasando la mano por su cabello
perezosamente. Se acostaron juntos, enredados en los brazos del otro,
mientras Julian la hacía reír con su retorcida opinión sobre temas
actuales y ella lo fascinó con los cuentos de su entrenamiento y su
primera batalla.
Su teléfono sonó desde la mesita de noche. Ni siquiera recordaba
haberlo lanzado allí cuando regresó a su apartamento. Renuentemente,
salió de su abrazo y agarro el teléfono. Abriéndolo, rápidamente se
deslizo por sus mensajes de texto mientras Julian dejaba caer una línea
de deliciosos besos por su espalda.
—Podría mordisquear justo aquí —murmuró él, tomando la carne
justo por encima de la cadera entre sus dientes—, o aquí…
Le miró por encima del hombro, sonriendo. —Eres insufrible.
Se rió entre dientes contra la parte baja de su espalda. —A ti te
gusta mi clase de sufrimiento.
Le gustaba, pero abrió el mensaje de texto de Luke: Necesitas ir
donde Nate AHORA. Su corazón se hundió, y justo así, el capullo
alrededor de ellos se deshizo. La realidad se estrelló sobre ella. Estaba
en problemas, grandes problemas.
Julian se mantuvo detrás de ella. —¿Qué sucede?
Cerrando el teléfono, se dio la vuelta. La preocupación —por
ella— enfrió el calor en sus ojos. Ahueco su mejilla, se inclinó y lo besó.
Cuando se retiró, forzó una sonrisa. —Nada, pero tengo que estar lista e
irme.
Bajó la mirada hacia el teléfono en su mano. —¿Es el Santuario?
Asintió. —Necesito ir donde Nathaniel. Si no lo hago, hay una
buena posibilidad de que venga aquí.
Un diferente tipo de calor se encendió en sus ojos. —Déjalo.
Lo besó de nuevo. —Todo estará bien. Nathaniel ha sido como un
padre para mí. Estará molesto, pero lo superará. —Esperaba que fuera
el caso.
La colocó contra él, abrazándola fuertemente contra su pecho.
Apoyó la barbilla sobre su cabeza. —No quiero que regreses allí.
—Julian…

182
—Porque no puedo seguirte allí —dijo, ningún Caído o esbirro
podía entrar en el Santuario, ya que el suelo fue bendecido—. Si algo
llegara a suceder, no puedo ayudar.
El calor se extendió por su pecho mientras se movía para
liberarse, atrapando su barbilla en su mano. Lo obligó a mirarla. —
Nada me va a suceder allí. Estaré bien. No tienes nada de que
preocuparte.
No la soltó al principio, pero luego libero su agarre… y la siguió
dentro de la ducha. Y cuando se quedaron de pie debajo del rocío de
agua caliente, la miró con tanta ternura que ella sintió esas lágrimas
construirse de nuevo detrás de sus ojos. Entonces la levantó,
presionando su espalda contra la pared de azulejo, entrando en ella
lentamente. Durante un rato, mientras la llevaba hacia el borde y de
vuelta, se permitió a sí misma olvidarse de lo que la estaba esperando
fuera de su apartamento.

***
Unas cuantas horas más tarde, Lily caminó por el vestíbulo
principal del Santuario. Cuando Sandy no respondió a su saludo, sintió
el arrebato de ira y vergüenza todo el camino hasta la punta de sus
orejas. Era obvio que Micah no se mantuvo callado. Iba a patear a
Micah de nuevo. Podía verlo, y la llenaba con una cantidad viciosa de
felicidad.
El placer fue de poca duración.
En el momento en que entró en la oficina de Nathaniel, una
frialdad se posó sobre su piel y se filtró en sus huesos. Esto iba a
apestar en más formas de las que ella podía contar.
Nathaniel salió de una de las habitaciones más pequeñas, vestido
completamente en un atuendo de noche. Lily lo miró fijamente, con los
ojos muy abiertos. No podía evitarlo. Era un hombre guapo, está bien,
más que guapo. Era uno de los hombres más guapos alrededor, y en
todas sus actuales ropas finas incluso le daría a Julian un paseo por su
dinero.
La única cosa fuera de lugar era el lazo negro que colgaba suelto
alrededor de su cuello desecho. Lily tenía la sospecha de que lo había
mantenido despierto. Nathaniel atendía un montón de cenas
“importantes” en la ciudad, manteniendo un ojo en los políticos. Más
que nada en el Senador Sharpe y sus amigotes.
Y había jodido todo espléndidamente a juzgar por el disgusto en
su cara.
—¿Tienes una idea de dónde fui sacado? —preguntó él, pero
antes de que ella pudiera contestar, continuó—: Estaba en una cena
para recaudar fondos organizada por el senador Sharpe. El mismo que
sabemos que está vinculado con Asmodeus. Estaba ahí para ver si

183
podía obtener una idea de lo que estaba haciendo. Como sea, eso no
funcionó, ¿ahora funcionó?
—Estoy tan…
—No te disculpes —la cortó.
Se movió nerviosamente en la puerta, tratando de sonreír. Lo que
se aproximó más a una mueca. —Supongo que Luke te dijo.
Nathaniel no respondió mientras caminaba más allá de ella,
cerrando la puerta de golpe. Saltó unos buenos centímetros del suelo.
—Debería explicar, quiero decir, puedo explicar. —Él se paró
enfrente de ella. Todos sus dos metros, seis centímetros de él la
fulminaron con la mirada. Ella tragó con dificultad—. Nathaniel, yo…
—No hay nada que probablemente puedas decir que me explicaría
por qué atacaste a uno de los tuyos a favor de un Caído. Absolutamente
nada, Lily. —Él ni siquiera medía las palabras—. ¿Acaso sabes lo
decepcionado que estoy en este momento?
Oh, podía tener una pista. Probablemente estaba en algún lugar
cerca del nivel épico. Se quedó mirando al suelo. El peso de su
desaprobación e ira la golpeaban. —Sí.
—No. No creo que lo sepas. —Él merodeaba en círculos a su
alrededor—. Nunca pensé que me escucharía a mí mismo decir esto,
pero aquí estoy. No creo nada de lo que estás a punto de decirme.
En realidad no podía recordar cuándo lo había visto así de
enojado. Había sacado algunas artimañas bastantes salvajes cuando
era una adolescente, pero incluso en ese entonces la había mirado con
cariño. Ahora que Lily tenía el coraje de echarle un vistazo, su mirada
era tan fría como los glaciares.
—Lo siento.
—¿Lo sientes? —repitió mientras agarraba su mentón,
obligándola a encontrarse con sus ojos—. Atacaste a Micah. Casi
rompes su maldita mandíbula. ¿Y todo lo que puedes decir es “lo
siento”?
—Él como que se lo merecía —bromeó débilmente.
Apretó su agarre. —¿Me estás jodiendo?
Sus ojos se abrieron. Había una buena posibilidad de que la
broma hubiera sido una muy mala idea. —Sé que tengo mucho que
explicar y lo haré. Solo dame una oportunidad.
La miró por un largo momento antes de soltarla. Alzó la mano
hacia ella para hablar.
—Julian se había alejado de Micah —dijo Lily, a pesar de que sus
ojos se redujeron en advertencia—. Micha trató de atacarlo y no podía
dejarlo. —Necesitaba una buena razón. Una que no envolviera

184
atracción—. No después de todas las veces que Julian me ha ayudado.
No podía dejar que lo derribaran de esa manera.
Sus cejas se dispararon hacia arriba, y luego se rió. —¿Piensas
mentirme? ¡Estás más allá de encaprichada con Julian! ¡Lo suficiente
para arriesgar todo por lo que has trabajado!
—No estoy encaprichada con Julian —lo negó, y Dios, sonaba
débil.
—Maldición, Lily. No necesito esto justo ahora. —Se fue a su
escritorio—. No necesito que te conviertas en el siguiente gran
problema.
Le picaba la piel. Cerró los ojos, mojándose los labios
nerviosamente. —¿Qué quieres que te diga?
—No puedes decir lo que quiero que digas —respondió
tranquilamente—. Tú y yo sabemos la verdad, y medio círculo ya
sospecha lo peor. Todas las miradas están en ti.
Sí, averiguó eso cuando Micah la acusó, pero oír a Nathaniel
decirlo era como recibir una patada en la barriga. Dio un paso adelante.
—¿No crees que sea yo? —susurró.
Bajó la mirada hacia ella. —Creo que te has metido a ti misma
dentro de algo muy… complicado.
Se dejó caer en una de las sillas enfrente de su escritorio. —
Nathaniel, nunca traicionaría el Santuario. No quiero que la gente
piense eso.
Negó con la cabeza. —Debiste haber pensado en eso. Antes. Ahora
el daño está hecho. Tu reputación está marcada, y espero que lo que
sea que creas que tienes con Julian haya valido lo que has hecho.
Le frunció el ceño. —Julian no tiene nada que ver con esto.
Nathaniel regresó del escritorio, sentándose en la silla opuesta a
la de ella. —¿Tienes si quiera una idea de lo que has hecho? ¿No
solamente a ti misma, sino al Santuario entero? El círculo sospecha de
ti, Lily. Ellos no buscarán al verdadero culpable.
—Entonces yo lo haré —respondió—. Luke y… lo haremos.
La miró cuidadosamente. —Creo que Luke está incluso más
decepcionado de lo que estoy yo.
—Luke lo superará. —Se pasó la mano sobre la marca en su
muslo—. Quiero decir, hablaré con Luke.
—Julian es un Caído, Lily. ¿Te olvidaste de Anna? ¿Realmente
crees que Luke, de entre todas las personas, “lo superará”?
Sus dedos se aquietaron. —Julian es diferente.
—Estoy seguro de que Anna pensó que Crosio era diferente,
también.

185
Lo miró boquiabierta. Nadie había mencionada el nombre del
Caído que mató a Anna. Crosio había vivido solo unas cuantas horas
después de que la muerte de Anna fue descubierta. En un arranque de
ira, Luke lo había destruido por su propia cuenta.
—Olvidaste que una vez que pierden la gracia está en su
naturaleza manipular y engañar. Especialmente para conseguir lo que
quieren, y no se detendrán ante nada para lograrlo. No puedes confiar
en Julian. Nunca olvides eso.
Una cosa fea se alzó en su cabeza. Todos ellos la trataban como si
sus instintos fueran los de un niño ingenuo que quiso creer lo mejor de
todo. Se olvidaron que Lily había sido testigo de primera vano de lo
retorcidos que podían llegar a ser los Caídos. Un fuego ardiente creció
dentro de ella, intenso e incontenible.
Nathaniel cerró los ojos, suspirando. —Veo que ya es demasiado
tarde.
Sus manos se apretaron. —¿Demasiado tarde para qué?
—Tú ya confías en él.
Pensó en decir que no, pero mentalmente dijo que se joda.
Nathaniel ya estaba molesto. —Sí.
Las puntas de sus esbeltos dedos golpeteaban a lo largo de su
barbilla mientras la estudiaba. —¿Qué tan lejos ha avanzado su
relación?
Toda su cara se arrugó. No había manera en el santo infierno en
que hablará sobre esto con él. Prefería enfrentarse a una habitación
llena de poseídos en la gruta antes que discutir sus actividades
sexuales.
—No me gusta este tema más de lo que a ti te gusta —ofreció.
—Entonces no preguntes.
Se inclinó hacia delante. —Si has avanzado hasta una relación
sexual con él, entonces necesito saberlo. Ya has probado una
irresponsabilidad allá fuera con lo que le hiciste a Micah. Si ataca a un
Nephilim, necesito saber si serás capaz de pelear con él.
—¿Cómo podría el tener sexo con Julian impedirme pelear contra
él? —preguntó con las mejillas sonrojadas—. Esa es la cosa más
ridícula.
—¿No sabes nada sobre los Caídos, Lily? ¿Has olvidado todo lo
que te he enseñado? —Se puso de pie, pasándose una mano por el
cabello—. Si has tenido sexo con él, entonces te has atado a él. Nunca
serías capaz de pelear contra él. Siempre, siempre sabrá dónde estás. Ni
si quiera sé si el terreno sagrado podría detenerlo si quisiera venir hasta
aquí por ti. —Se giró hacia ella—. ¿Tienes alguna idea del peligro tan
grande en que eso pone al Santuario?

186
Mierda. ¿Cómo pudo haber olvidado eso? Pero Julian era
diferente. Nunca usaría lo que pasó entre ellos como una manera para
entrar al Santuario. Parecía no saber que la podía seguir hasta acá.
Pero su advertencia, antes de que cediera a sus ruegos, regresaron a
ella.
Sus mejillas se pusieron de color rosa. —Julian es diferente. Es
mi amigo… eso es todo. Pero si fuera a herir a alguno de nosotros, sería
capaz de pelear contra él.
—Micah…
—Sin provocación y sin causa justa —replicó ella enfurecida—.
Trató de acercarse sigilosamente a Julian. Micah tuvo suerte de que
detuve su estúpido ataque, porque dudo que se hubiera rendido
satisfactoriamente ante un Julian indefenso o alejado del ataque.
—Lily, está situación podría salirse de control. Una vez que el
circulo…
—¿Por qué tendría que salirse de control? —preguntó ella—.
Estás actuando como si hubiera hecho algo horrendo. Todo lo que hice
fue patear a Micah, ¿y sabes qué? Lo haría de nuevo.
Arqueó una ceja. —Eso está muy bien, Lily. Por eso debo
prohibirte salir del Santuario sin mi permiso. —Alzó la mano en el
momento en que ella abrió la boca—. No desaparecerás por un día
entero esperando que Luke te cubra. Cada noche te espero de regreso al
Santuario.
Se levantó de su asiento. —¡Tienes que estar bromeando, no
puedes hacer eso!
La miró en respuesta, con ojos duros como piedras. —¡Maldita
sea si puedo! ¿Necesito recordarte quién es el jefe aquí?
¡La estaba tratando como si tuviera doce años! No había manera
en que pudiera aguantar eso. Sabía que el círculo lo vería como un
grave error de inauditas proporciones, pero limitar su libertad como si
fuera una prisionera era indignante.
Se dio la vuelta. —Deberías ir a tu habitación.
Sus ojos se entrecerraron. —No tienes ningún derecho a
prohibirme que me vaya de aquí.
Nathaniel se giró, cruzando la distancia entre ellos en un
segundo. —¡Claro que puedo, maldita sea!
—En ninguna parte de mi Contrato te da, o a ninguno de ellos, un
poder así. Estás actuando como… si fueras mi padre o algo. Tú eres
simplemente mi jefe, Nathaniel. Solo tienes mi Contrato. ¡No puedes
detenerme!
—¿Detenerte de qué? —Sus brazos se tensaron como si quisiera
sacudirla, o peor—. ¿Detenerte de que consigas matarte, o conseguir

187
otro Nephilim muerto? ¿Detenerte de ver a Julian? ¿Es eso sobre lo que
trata todo esto? ¿Me desobedecerás por él?
Lily se mantuvo firme. —No me hagas elegir.
Nathaniel vaciló, mirándola. La impresión brilló en sus ojos, y
entonces una máscara fría se posó sobre su hermoso rostro. —Si crees
que hay una elección, entonces estás desafortunadamente equivocada.
No hay elección, Lily. Es solo tu deber con el Santuario. Haz lo que
quieras. Tienes razón. No puedo detenerte.
Soltó una respiración entrecortada. No hay elección. Es solo tu
deber con el Santuario. Esas palabras quemaron a través de ella. Sin
decir otra palabra, se dirigió hacia la puerta. Nathaniel la detuvo.
—Si alguna vez vas tras otro Nephilim de nuevo por él, o pones a
alguno de ellos en peligro por tu equivocada fe, terminaré con esto —le
avisó fríamente—. Y serás castigada, Lily. Disolveré tu contrato.

188
22 Traducido por Melody Hamort
Corregido por Juli

E
l filo de las palabras de Nathaniel persiguieron a Lily
mucho después de que salió del Santuario. Tomó aire
bruscamente mientras se alzaba detrás de una gárgola de
piedra. Inquieta y todavía energizada por la ira, se dejó caer hacia la
cornisa de abajo, y luego al callejón. Al primer esbirro con el que se
encontró lo cortó sin siquiera una palabra. Con el segundo jugó. El
tercer esbirro intentó huir, pero ella lo derribó con fría malicia.
Continuó hasta altas horas de la madrugada. La ira cambiando a
culpa, culpa de nuevo a furia, lástima a hipocresía, y finalmente, con la
última muerte decidió que debía de ser bipolar.
Ninguna cantidad de volar de un edificio a otro apaciguó el
tumulto de emociones dentro de ella. En algún punto, reconoció que la
ira estaba dirigida a ella. Lo había hecho mal. Sin importar lo mucho
que había visto lo bueno en Julian, los demás nunca lo verían, y no
debería esperar que lo hicieran.
Cuando Julian se encontró con ella, no fue en su lugar de
siempre. Ella evitó el Hilton, insegura de si podría enfrentarlo en ese
momento. Pero él la encontró de todos modos en lo profundo del Rock
Creek Park.
Caminó hacia ella con la cabeza baja. Mechones de cabello
oscurecían casi todo su rostro, ocultando sus ojos.
Su interior se tensó. La emoción y la ansiedad se arremolinaron.
Ella levantó un brazo inestable. —No… no puedo hacer esto ahora.
—Te dije que no quería que regresaras aquí. —Él ni siquiera
perdió un latido.
¿Cómo supo lo mal que había ido? No estaba segura, pero cuando
se detuvo frente a ella, cada músculo en su cuerpo se bloqueó. Luego se
dio la vuelta, alejándose. No podía lidiar con él ahora mismo o con lo
que le hacía sentir. Demonios, ni siquiera podía lidiar consigo misma.
No llegó muy lejos.

189
Julian la atrapó por detrás y la volteó, presionándola hasta que
su espalda golpeó la áspera corteza del árbol. Agarrando sus muñecas
en una mano, las fijó sobre su cabeza. —¿Por qué huyes de mí? —
gruñó—. No soy el enemigo.
Si él no era el enemigo, ¿entonces quién lo era? ¿El Santuario?
¿Ella?
Mientras la observaba, una mirada de fiera posesividad se disparó
por su rostro. Ella se estremeció. Y cuando la atrajo hacia él, esperaba
que la tomara allí mismo.
Pero no lo hizo.
Julian la acunó contra él, envolviendo un brazo fuertemente a su
alrededor y hundiendo la otra mano profundamente en su cabello. Y
estaba desesperada por estar más cerca de él. Lo acarició con la nariz,
extendiendo las manos en su espalda. Con él, era sólo Lily —no estaba
atada ni al Santuario ni a nada— y sólo podía ser eso con Julian.
—Lo siento —susurró ella.
—¿Por qué te disculpas? —Bajó la cabeza, besando donde su
cuello se encontraba con su hombro—. No has hecho nada malo. No te
disculpes por ellos. No puedo… No te dejaré.
Lily cerró los ojos. —No quiero que lo hagas.
Él estuvo en silencio por un largo tiempo, sosteniéndola. —
¿Piensas en mantenernos juntos?
Inclinando la cabeza hacia atrás, ella encontró su mirada. —Sí.
Una pequeña sonrisa tiró de sus labios mientras con la mano le
acariciaba la cabeza. —No será fácil, Lily.
Nada era fácil, pero eso no significaba que fuera a rendirse. Podía
lidiar con esto. Y lo haría. No había otra opción, a menos que quisiera
perderlo todo —incluyendo a Julian.

***
Michael aterrizó con fuerza sobre la espalda por lo que parecía la
centésima vez en la última hora. Sin embargo, fue un poco más
inteligente esta vez. Inmediatamente bloqueó el talón de la bota de Rafe
antes de que conectara con su garganta.
Remy rió desde el otro lado de la colchoneta. —Está atrapándolo.
—Finalmente —murmuró Rafe, quitando la presión.
Quería decirles adónde podían irse, pero ya había intentado eso
antes. Y no terminó bien. Probablemente estaría orinando sangre por la
próxima semana. Trepando lentamente a sus pies, estiró la torcedura
de su espalda. —Una vez más.
Una vez más —sólo una vez más, hasta Michael lo entendió.

190
Rafe asintió, y el orgullo brilló en sus ojos antes de atacar. Se
movió con series de golpes rápidos y patadas que Michael fue capaz de
esquivar y luego patear. Las patadas eran siempre su fuerte. Ningún
hombre debería ser capaz de patear tan fuerte y rápido.
—Más lento. No es sobre lo rápido que te mueves, sino sobre lo
bien que puedes anticipar su próximo movimiento.
Sorprendido por el suave consejo, Michael no fue capaz de
bloquear la creciente patada que dio Rafe, y fue al suelo.
Lily no había hablado desde que había llegado esta mañana para
observarlo entrenar. Entró, levantó la barbilla cortésmente hacia ellos, y
luego se sentó en las colchonetas. Cada poco tiempo, él la había mirado.
Ella los observó intensamente, pero en ningún momento pudo leer su
expresión. Lo único que podía decir era que se veía exhausta. Sombras
tenues brotaban bajo sus ojos verdes, y había un tirón de cansancio en
sus labios.
Remy se inclinó hacia ella, varias rastas gruesas oscurecieron lo
que fuera que le susurró al oído.
Michael se puso de pie. —Una vez más —dijo entre dientes.
Lily se levantó de la colchoneta. Su largo cabello estaba recogido
en un moño desordenado y llevaba unos holgados pantalones de
chándal. Incluso despeinada y agotada, sabía que no debía subestimar
lo que ella estuviera haciendo.
Rafe se volvió hacia ella. —¿Quieres intentarlo?
Ella asintió mientras daba un paso a un lado. —Te mueves
demasiado rápido. En el combate cuerpo a cuerpo, moverte más rápido
que tu oponente es sólo un beneficio cuando eres el atacante. —Su
mano se deslizó, golpeándolo en el pecho. Se tambaleó hacia atrás con
el ceño fruncido—. Sin embargo, la defensa no es más que anticipar el
siguiente movimiento. Él te dirá dónde disparará el siguiente golpe sin
palabras.
Michael se frotó el pecho con la palma de la mano. —¿Eso era
necesario?
Ella esbozó una pequeña sonrisa. —Míranos. —Lily se volvió
hacia Rafe con una pequeña inclinación de cabeza. Se lanzó al ataque
con la misma cantidad de ferocidad que usó cuando iba tras él.
Michael cruzó los brazos sobre el pecho. En lugar de que Lily
terminara sobre su trasero, esquivó los golpes. Todo el tiempo mantuvo
los ojos en Rafe. En cuestión de segundos empujó hacia adelante, y
para irritación de Rafe, desvió fácilmente cada patada y golpe que envió
en su dirección.
—¡Brazo! —dijo ella una fracción de segundo antes de que Rafe
lanzara un puñetazo—. ¡Pierna! —gritó de nuevo. Una y otra vez, gritaba
cada método de ataque al mismo tiempo que Rafe lo hacía. Él se movió

191
más rápido, pero ella se las arregló para atraparlo un segundo antes
que él—. ¡Observa su cuerpo! Mira cómo el área se tensa antes de que
la utilice. Los músculos se contraerán o temblarán. —Bloqueó una feroz
patada de costado que habría dolido como el santo infierno.
Sus ojos se estrecharon en Rafe, eventualmente viendo lo que
señaló. Fue un temblor leve. Sin importar cuánto intentara cambiarlo
Rafe, su cuerpo delataba su próximo movimiento. Después de absorber
eso y que su confianza creciera un poco más, su atención cambió a Lily.
Era bastante increíble de ver. Fuerte y con rápidas piernas, se
movía como una bailarina experta. También estaba realmente metida en
ello. Tal vez un poco demasiado. Había un aire de violencia en ella. Una
parte suya debía de haber crecido con ello porque, eventualmente, sus
labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción mientras Rafe se
agitaba cada vez más con la habilidad de ella superándolo.
La pequeña ninja se estaba divirtiendo.
Una sonrisa tiró de sus labios mientras deslizaba la mano debajo
de su camisa, sobre el crucifijo que ella le había traído.
Lily se echó hacia atrás, y Michael tomó su lugar con Rafe.
Después de unos minutos, fue capaz de anticipar los movimientos. No
tan rápido como ella lo había hecho, pero no terminó sobre su espalda
de nuevo. Eso era un infierno de una mejora. Incluso Rafe parecía
pensarlo. En lugar de detenerse para el almuerzo con la rutina habitual
de correr por los túneles subterráneos, permitió a Michael ir
directamente a la cafetería. Sintió como si hubiera ascendido un grado.
Lily desapareció cuando se dirigieron a almorzar, pero regresó a
los pocos minutos viéndose... desconectada. Michael la observó con
curiosidad mientras tomaba un poco de comida. Todo el tiempo
mantuvo la cabeza baja mientras observaba los montones de carne para
el almuerzo.
—¿Qué sucede con ella? —preguntó con la boca llena de carne
asada.
La mirada de Remy parpadeó hacia Rafe. —Nada.
—Eso es mierda.
—Si crees que eres lo suficientemente valiente para abordar esa
pregunta con ella, por favor házmelo saber con tiempo —dijo Rafe—. Me
gustaría estar fuera del rango de oscilación.
Michael soltó un bufido, pero no respondió. Lily se sentó a su lado
con un plato lleno de carne, pero sin pan. Levantó la comida con
indiferencia, y ninguna cantidad del esfuerzo que Remy o Rafe hicieron
para entablar una conversación con ella pareció funcionar.
Le dio un codazo a su brazo cuando Rafe y Remy se levantaron
para tirar sus platos. —¿Estás bien?
Levantó la vista, su expresión inescrutable. —Síp.

192
—No lo parece. ¿Sucedió algo ayer cuando te fuiste?
El controlado exterior se agrietó un poco, pero no fue ira lo que
asomó a través de él. Fue agitación. Ella lo miró por un momento, sus
ojos se cerraron. —No, no pasó nada ayer.
Él bajó la mirada hacia la mano que descansaba junto a su plato
sin tocar. Se estremeció por unos segundos antes de detenerse. Lily
pareció no darse cuenta del movimiento. —Oye, ¿necesitas alguien con
quien hablar? —ofreció—. Aunque no sé de cuánta ayuda sería. Estoy
loco como la mierda desde que estoy aquí.
Lily rió suavemente. Abrió la boca, pero alcanzó a ver la puerta y
se quedó inmóvil. Él siguió su mirada. Dos Nephilim entraron.
Reconoció a uno de ellos como Micah, y no era muy fanático del
arrogante hijo de puta. Entrenó un par de veces con él, y al chico
parecía gustarle mucho cada error que Michael cometía.
Nunca había visto al otro Nephilim, pero parecía importante.
Caminaba con un aire de autoridad. Una arrogancia que rogaba que
alguien intentara meterse con él. Su cabello largo y negro estaba
recogido en la parte de atrás de su cuello, y tenía los mismos ojos azul
claro que todos los Nephilim masculinos parecían compartir. Era más
alto que Micah y mucho más amplio.
El recién llegado miró expectante a Lily mientras pasaban, como
si pensara que ella iba a decir algo. Micah, por otro lado, le mostró su
dedo medio y articuló—: Puta.
Lily empezó a levantarse, pero Michael fue más rápido. Sin pensar
en las consecuencias —como conseguir que su trasero le fuera
entregado a él— hizo crujir el dedo ofensivo hacia atrás. Micah dejó
escapar un aullido de dolor que hizo a Michael muy feliz. —Intenta
actuar como un maldito caballero.
—Oh, déjalo —rió Lily.
El otro Nephilim sólo lo miró fijamente. —Bueno, hola, novato. —
Tenía un acento extraño. Eslavo o ruso, algún lugar donde hacía frío y
que Michael no tenía la intención de visitar jamás.
Una vez que pasó la conmoción, Micah clamaba para llegar a
Michael. Dios debía de haber estado sonriéndole, porque Rafe y Remy
aparecieron y contuvieron a Micah.
—¡Rompiste mi maldito dedo!
Los labios de Michael se retorcieron. —¿Tal vez deberías aprender
cómo hablar con una mujer?
—¿Una mujer? —farfulló—. ¿De quién diablos estás hablando?
Comenzó a acercarse de nuevo, pero Lily lo detuvo. —Vamos. No
vale la pena.

193
Micah intentó deshacerse del agarre que los otros dos tenían
sobre él. —Hombre, voy a romper cada hueso en tu cuerpo —rió—.
Puedes contar con eso, pequeño capullo.
—Oye, déjalo ir. —Remy empujó a Micah—. Es sólo tu dedo. Se
curará en un par de horas.
Lily arrastró los pies. —Adrian —saludó ella al Nephilim que
había entrado con Micah.
—Tú y yo hablaremos pronto —respondió él.
Ella le dedicó una breve inclinación de cabeza antes de volverse
hacia Michael. —Vamos, Superman. Él va a empacar algo de kriptonita
en su puño.
Detrás de ellos, Micah se quitó a Remy y Rafe de encima, todavía
maldiciendo hasta por los codos. Michael rió, sintiéndose un poco como
un tipo duro. —Sabes, no me gustaba ese idiota antes. Nunca tuve una
verdadera razón, pero ahora la tengo.
Lily no respondió mientras lo llevaba de regreso a la sala de
entrenamiento. Tenía que caminar rápido para mantener su ritmo. —Ya
sabes, un gracias estaría bien —dijo después de unos momentos.
Ella frunció el ceño. —No te pedí que hicieras eso. Me hubiera
ocupado de él.
Está bien, entonces no importa. —Así que, ¿cuál es su problema?
—preguntó una vez que entraron a la sala de entrenamiento. Tenían
que matar algo de tiempo antes de que Remy y Rafe regresaran.
Lily se encogió de hombros mientras se alejaba. —Es un idiota.
Tú mismo lo has dicho.
La siguió. —La mayoría de los hombres no llaman puta a una
mujer sin ninguna razón.
Su expresión se agrió. —Um, gracias.
—Eso no es lo que quise decir. —Rodeó los muñecos con los que
había practicado técnicas de puñaladas—. Obviamente tiene un
problema contigo.
Ella cogió una hoja de aspecto siniestro. —Realmente no es
asunto tuyo. —Empujó la hoja hacia él, el mango primero. Gracias a
Dios—. Ponte a rasgar y desgarrar.
Movió la hoja en su mano. —Así que... ¿qué harás luego?
Se detuvo a la mitad de un paso. —¿Qué?
—Estoy preguntándote qué harás luego. ¿Cazar? ¿Ir a clubs? —
preguntó—. Lo que sea que los Nephilim hacen cuando estoy encerrado
en mi celda… oh, quiero decir habitación.
Suspirando, ella le hizo un gesto desdeñoso. —Practica.

194
Él hizo una mueca hacia su espalda rígida. —Estoy tratando de
hacer una pequeña charla. —Cortó al maniquí. La piel sintética era
perturbadoramente realista. Se partió como la mantequilla.
—Por favor, detente.
—No te lastimaría ser amable —la reprendió.
—No te lastimaría callarte.
—¡Jesús! —Tiró la hoja hacia el maniquí. Se hundió
profundamente en la carne falsa, el mango vibrando por el impacto—.
¡Estoy intentando tener una maldita conversación contigo! Tú sabes,
una normal que la gente tiene todos los días. Oye, cómo estás y toda
esa mierda. ¿Es eso tan difícil?
Ella levantó una delicada ceja.
Ahora se sentía con ganas de maldecirla, pero eso lo haría un
hipócrita. Con un gruñido malhumorado, se dio la vuelta. —Sabes,
desde que estoy aquí no he hablado con una sola persona de afuera. Mi
teléfono no funciona aquí. No se puede obtener cobertura en ningún
lugar a donde vaya en este maldito lugar.
—No lo harás —contestó ella.
Él se dio la vuelta. Ella se puso de pie con los brazos cruzados. —
Sí, me di cuenta de eso. —Arrancó la hoja del muñeco. Hizo un
asqueroso sonido de succión. Lo apuñaló de nuevo—. Sabes, ni siquiera
sé si alguna vez me permitirán salir de aquí.
—Lo harán.
—Y si lo hago, ¿tendré algún amigo? ¿Voy a ser siquiera capaz de
tener amigos? ¿Cómo podría cuando soy este... Nephilim?
—No necesitas amigos —respondió sin rodeos—. Nos tienes a
nosotros. Eso es todo lo que necesitas. —Su rostro se apretó.
—Sí, ¿ustedes son mis amigos? No lo creo. —Dio otro golpe al
pobre muñeco—. Sales a tomar unos tragos con amigos. En realidad,
mantienes conversaciones con ellos.
—¿Tenías muchos amigos?
Michael se detuvo. Además de ser una pregunta muy extraña, no
estaba seguro de cómo responderla. Él consideraba a Cole un amigo.
Había un par de tipos en la fuerza que consideraba compañeros.
Algunas mujeres que eran un poco más que amigas, pero ninguno al
que llamaría sólo para pasar el rato.
—Tenía amigos —respondió finalmente.
Lily se acercó. —Nunca he tenido un amigo fuera del Santuario.
—Sostuvo su palma hacia afuera. Él le entregó la hoja—. Todos los que
conozco viven aquí... o lo hacían. —Giró la muñeca, mostrándole cómo
sostener correctamente la hoja—. Va a ser difícil para ti mantener tus
amistades.

195
Asustado de responder y tenerla callada o insultarla, permaneció
en silencio mientras le entregaba la hoja de nuevo. Él la sostuvo de
manera correcta esta vez.
—Los esbirros son un grupo difícil. Si te ven con un humano, los
usarán en tu contra. Los humanos que tenemos aquí toman un gran
riesgo. Supongo que es el dinero y la intriga lo que los mantiene aquí. —
Se encogió de hombros—. Los esbirros no pueden venir aquí o a
cualquier lugar cercano. Los túneles que corren bajo la mitad del
Triángulo Federal han sido bendecidos y consagrados. Ayuda a proteger
a los humanos que van y vienen. Tierra Santa y todo… los esbirros lo
odian.
Él no lo sabía, pero tenía sentido. También le hacía querer reír,
porque en lo único que podía pensar era en lo absolutamente
estereotipado que era.
—De todos modos, tienes que tener cuidado con tus amigos, o
probablemente los verás morir.
Los ojos de Michael se agrandaron. Lindo. Le dio otro golpe fuerte
al muñeco. Sostener la hoja correctamente parecía hacer un corte más
eficaz. Huh, a saber. —Así que me has dicho que no estaré obligado a
quedarme aquí. ¿Cuándo podré irme?
—Comenzarás a cazar tan pronto como pensemos que es más una
ventaja que una desventaja. Al principio cazarás en parejas o más. A
partir de ahí, decidirás si quieres quedarte aquí o arriesgarte por tu
cuenta.
—Tú haces eso.
Se encogió de hombros. —Sabes... he investigado tu pasado.
Sus cejas se fruncieron. —¿Por qué?
—Soy entrometida —admitió—. No pude encontrar nada
extraordinario sobre ti.
—Bueno, gracias. —Hizo una pausa—. ¿Así que has estado
husmeando?
—Sí. —No parecía en absoluto preocupada.
—Entonces, ¿qué has averiguado?
—Tu madre era una cristiana devota que enseñaba a los niños
discapacitados. Ibas a la iglesia todos los miércoles y domingos. Ella
enseñó en la escuela dominical.
Michael se quedó inmóvil. No había nada que decir.
Ella continuó alegremente—: Después de su muerte, fuiste
enviado a cuidados adoptivos. De todos modos, destacaste en los
deportes. Jugaste fútbol y baloncesto, eras mejor en fútbol. Saliste con
la reina del baile de graduación en la secundaria. ¿Puedo añadir que es
totalmente cliché?

196
—Sí —dijo. Era un poco desconcertante escuchar a alguien
recorriendo su vida.
—Fuiste a la universidad y obtuviste un título en finanzas.
Aburrido. Luego obtuviste tu maestría. Aún más aburrido. Fuiste a
trabajar para alguna empresa que te pagó muchos dólares. Tuviste
alguna epifanía que te cambió la vida y que te hizo decidir ser un oficial
de policía.
—Sabes, eso es realmente espeluznante.
Lily le hizo un guiño. —¿Me he olvidado de algo? Oh, sí. Fuiste
arrestado por pelear cuando estabas en la universidad. Tu amigo
borracho decidió pelearse con un bar entero. Quedaste atrapado en el
medio. Apesta estar sobrio, ¿no es así? Por cierto, un Nephilim no
puede emborracharse.
Él parpadeó. —Bueno, eso explica ese misterio.
Ella continuó—: Pero está esta planta que es totalmente
equivalente a diez tragos de tequila, pero que no está ni aquí ni allá.
Nunca has estado comprometido. Te has acercado a una pequeña y
linda rubia, pero se acostaba con su compañero de cuarto.
Dejó caer la hoja. —¿Cómo demonios sabes estas cosas?
Lily esbozó una sonrisa. —Yo lo sé todo… soy omnificiente.
La observó por un minuto. —Quieres decir omnisciente.
—Lo que sea. —Su sonrisa se mantuvo.
Sacudió la cabeza, recogiendo la hoja. —¿Algo más que quieras
decirme sobre mi vida? ¿Intensificar ese factor espeluznante un poco
más?
Ella lo miró directamente a los ojos, y con tanta naturalidad como
si le hubiera estado pidiendo que le pase la sal, dijo—: Tu madre no se
suicidó.

197
23 Traducido por CrisCras & MaryJane♥
Corregido por Juli

T
odo pareció detenerse, incluso el corazón de Michael. Él la
miró, estupefacto. —¿Qué has dicho?
—Tu madre no se suicidó —repitió—. Tenía heridas
defensivas en las manos que indican que opuso una buena pelea.
Él no podía pensar. Toda su vida negó lo que le decía todo el
mundo: que su madre se había suicidado. Nunca pudo conciliar los
recuerdos de ella con el cuerpo que había encontrado en el suelo del
baño. Esa no había sido su madre.
No fue hasta que se convirtió en oficial de policía y vio una
víctima de suicidio tras otra que se tragó su orgullo. La gente cometía
locuras, y nadie sabía por qué. No siempre había respuestas, y algunas
veces, los problemas de las personas llegaban tan profundo que nadie
más podía verlos. Ahora Lily estaba allí de pie y le dijo que ella no lo
había hecho. Había sido asesinada.
Todavía no podía pensar.
Moviéndose a ciegas, la agarró del brazo. Él ignoró la advertencia
que relampagueó en sus ojos. —¿Quién mató a mi madre?
Le miró fijamente. —No lo sé.
—No te creo. —Su agarre se estrechó. El conocimiento del
verdadero destino de su madre encendió una guerra de emociones:
felicidad, desesperación, tristeza y furia—. ¿Lo sabes todo excepto quién
la mató? Eso es mierda.
Lily sacudió su brazo, pero él lo aferró. —¿Por qué te mentiría
sobre eso? No lo sé. Nadie lo hace. Y lo he investigado, créeme.
Él sabía que le hacía daño, pero no podía conseguir que su mano
la liberara. Su pecho estaba apretándose. —Dime quién mató a mi
madre, Lily.
Rafe y Remy entraron justo entonces. Los dos Nephilim se
ralentizaron cuando sintieron la tensión en la habitación. —Oye, ¿qué
demonios está pasando? —exclamó Rafe, deteniendo su paso.

198
Lily forzó una sonrisa. —Nada —dijo de modo forzado—. Sólo
estaba enseñándole un movimiento. —En una voz mucho más baja—:
Déjame ir o te romperé la cara.
Los labios de Michael se apretaron, pero dejó caer su brazo. Si
todas esas terribles emociones no hubieran estado rodando a través de
él, se habría sentido avergonzado por las furiosas marcas rojas que le
había dejado en el brazo. —Esto no ha terminado —susurró.
Ella arrojó su cuchillo; la hoja se hundió a través de la alfombra.
Se encaminó hacia la puerta y vio a Luke revoloteando allí. —Gracias
por defenderme antes —dijo mientras pasaba a toda prisa.
—Oye, hombre, ¿qué fue eso? —preguntó Remy mientras sacaba
el cuchillo de la alfombra.
Michael miró hacia la puerta. Lily se había ido. —Lo que ella dijo.
Remy arqueó una ceja, pero no presionó. Rafe se lanzó a una
nueva ronda de entrenamiento, pero esta vez Michael fue a por ello con
toda la fiereza que nunca había mostrado antes. Su ira y frustración le
dieron una ventaja que no tenía antes. Era la primera vez que derrotaba
a Rafe, y Lily ni siquiera se encontraba allí para verlo. Tampoco sabría
nunca que ella era la causa de ello.

***
—¿Qué está pasando? —demandó Luke en el momento en que
llegó junto a Lily.
Ella se frotó el brazo distraídamente. Iba a tener moratones. ¿Por
qué había tenido que decirle la verdad a Michael de esa manera? —¿A
qué te refieres? —preguntó con voz cansada—. Hay muchas cosas.
—No seas una listilla —dijo mientras le lanzaba una mirada
oscura a uno de los Nephilim—. Sabes exactamente de qué estoy
hablando. ¿Qué demonios está pasando?
Ella suspiró mientras caminaba a su lado. —Tú sabes lo que
sucedió. Estabas allí, durante una parte, al menos.
—¿Es con eso con lo que estuviste todo el día ayer?
No respondió. En cambio, pasó a su lado.
—Estabas con él, ¿verdad? —Su pregunta explotó a través del
pasillo como un disparo. Varios Nephilim de camino a la sala de
entrenamiento se detuvieron. Algunos estaban boquiabiertos, mientras
que otros les miraban con morbosa fascinación. Esta no sería la
primera discusión entre Lily y Luke de la que eran testigos. Sus
disputas eran legendarias.
—Jesús —murmuró ella, conteniendo el paso.
—¿Qué demonios están mirando? —le gritó él al grupo de
Nephilim cautivados—. Lily, ¿qué estás pensando? —preguntó, y esta

199
vez su voz era, por suerte, mucho más baja—. Maldita sea, Lily, más
despacio.
Ella se detuvo completamente. —¿Es esto mejor?
Se alzó sobre ella. —Se supone que debo llevarte ante Adrian,
pequeña idiota. Me gustaría saber qué sucedió exactamente antes de
eso.
—Sí, me dijo que quería hablar antes —respondió con suavidad.
Presionó el botón del elevador—. ¿Vas a decirme dónde tenemos que ir?
—A la azotea —respondió—. Lily, no creo que entiendas cómo de
serio es esto.
Ella empezaba a captar la indirecta. De verdad que sí.
Simplemente estaba tan malditamente molesta que no podía reunir la
preocupación para que le importara. Espero con una expresión hosca
en su rostro.
—Por encima de todo lo demás, Gabe volvió esta mañana con su
hermano —explicó él, la oscuridad asentándose en su rostro mientras
pulsaba el botón para cerrar el elevador—. Dos niños Nephilim fueron
secuestrados.
Ella se frotó las manos por los muslos. —Mierda.
—Exactamente. Así que puedes entender por qué el círculo está
un poco enfadado ahora mismo. —Pulsó el botón de parada de
emergencia.
—¿Luke? —Se giró hacia él, exasperada.
—Ahora vas a decirme qué hiciste para enojar a Nate, y quiero
decir, además del hecho de que atacaste a Micah sobre un Caído.
—Su nombre es Julian. Tiene un nombre. Él no responde a “ese
Caído” o lo que sea. Es Julian.
Luke la miró con fijeza. —¿Te oyes siquiera a ti misma? —No
esperó una respuesta, lo cual era bueno, porque iba a ser una
respuesta inexacta propia de un listillo—. ¿Tiene un nombre? Bueno,
¡jodidamente ge-ni-al! Eso no cambia que él era el enemigo la última vez
que lo comprobé.
Su irritación creció. —Luke, lo sé. Sé que estás preocupado, pero
no me preguntes nada acerca de él. No te gustarán las respuestas… y
en realidad no es nada de tu incumbencia.
—¡Mierda! ¿Me estás tomando el pelo, Lily? —Colocó las manos en
los hombros de ella—. Vas a hablar conmigo… Luke. No soy el enemigo
aquí.
Apretando los labios, ella se movió de un pie a otro. Un destello de
culpabilidad la atravesó. No tenía por qué ser una idiota con Luke. Él
no había hecho nada. —Lo siento. Lo sé. —Se pasó una mano por la
cabeza, alisando los finos mechones de pelo que escapaban del moño—.

200
No me preguntes acerca de él. ¿Está bien? Entiendo que no le verás
como yo lo hago, y no estoy lista para intentar convencerte de nada
diferente.
Luke se humedeció los labios. —Está bien. Olvídate… de Julian,
por ahora. —Sus pálidos ojos brillaron—. ¿Qué sucedió entre tú y Nate?
Nunca le he visto tan enfadado. Estuvo a punto de arrancarme la
cabeza esta mañana cuando me detuve en la oficina.
—Perdón por eso —murmuró—. Está un poco enfadado conmigo.
—¿Un poco? —preguntó con una carcajada seca—. Después de
echarme una bronca a mí y a un nuevo idiota por permitirte salir
corriendo, se lanzó a una diatriba acerca de cómo tenemos que
encerrarte.
—¿Encerrarme? —Contuvo la cadena de maldiciones que no iban
a mejorar nada—. ¡Nate tiene que encerrar a Micah! Él ciertamente
estaba siguiéndome. Le atrapé husmeando alrededor de la oficina de
Nate. Nadie parece preocuparse por eso.
—Oh, Lily —gimió—. Estaba siguiéndote para mantenerte a salvo
y porque piensa que eres el traidor.
—Una excusa probable —se quejó—. ¿Qué pasa con la oficina?
—¿Quién sabe? Vamos. Adrian nos está esperando. —Presionó el
botón de emergencia, pero no dijo nada más. No mientras el elevador se
puso en marcha o mientras ascendía un par de pisos. Su silencio no la
calmó como ella pensó que lo haría. La estaba preocupando más.
—¿Luke? —preguntó finalmente.
Él la estudió, sus ojos oscuros y turbulentos mientras doblaba los
brazos sobre su camiseta negra. Parecía alguien que guiaba a un
condenado a muerte en su último paseo.
Ella tragó saliva. —¿Qué está pasando?
—¿Tú qué crees, Lily?
No sabía qué decir ante eso, y no había tiempo para responder. El
elevador se detuvo. Luke dio un paso adelante, ajustando el tirante
caído de la camiseta de ella. Luego le acarició el pelo. Sus actos
fraternales realmente la hacían sentir como si estuviera dando su
último paseo.
Mientras la puerta del elevador se abría, ella intentó convencerse
de que sería capaz de aclarar las cosas. Tenía la esperanza de que se le
ocurrieran un par de buenas razones que explicaran su reciente
comportamiento, porque ahora mismo no tenía nada por lo que supiera
que ellos se preocuparían. Al menos ninguno de ellos lo apreciaría.
El brillante sol de verano caía sobre ella y se cubrió los ojos del
resplandor. ¿Por qué habían elegido la azotea bajo el caliente sol de
agosto? ¿Planeaban lanzarla desde la azotea?

201
Su estómago se agitó con nerviosismo cuando vio a Adrian.
Cuando se volvió para mirarla, no pudo evaluar qué pensaba por su
expresión. Estaba tan impasible como siempre. Siendo casi tan viejo
como Nathaniel, Adrian era un misterio para ella. Todo lo que realmente
sabía de él es que no era alguien con quien querías meterte. Por otra
parte, todos los Nephilim sabían eso.
Alto, con el pelo a la altura de los hombros, Adrian le recordaba a
Lily a un señor de la guerra, uno de esos de la portada de una novela
romántica basura a punto de asaltar un pueblo y llevarse a la princesa
virgen. Estaba vestido con pantalones de cuero negro y una camiseta de
manga larga. Pensarías que estaría sudando a mares tal y como ya lo
estaba Lily, pero Adrian nunca parecía lo suficientemente cálido.
Cualquiera que fuera el frío y sombrío país del que era originario, le
había dejado con orina en la sangre para siempre.
Luke colocó una mano en la parte baja de su espalda, haciéndola
avanzar. Ella no se había dado cuenta de que había dejado de caminar.
Adrian no iba a ser como Luke, o siquiera Nate. No había lazos
personales entre ellos que la salvarían el culo o le permitirían librarse
con comentarios sarcásticos e improvisados. Si él le hacía una
pregunta, iba a tener que responderla.
Le gustara o no.
Cuando se acercó más, se dio cuenta de que Adrian no estaba
solo y Luke no había sido completamente comunicativo con ella. Al otro
lado de la azotea, escondido en las sombras de las temibles gárgolas,
estaban Danyal y Nathaniel. Mientras se acercaba a Adrian, ellos se
aproximaron a ella todos a la vez.
En ese momento, reconoció completamente la gravedad de la
situación. Y quiso correr, y correr muy rápido, pero no era una cobarde.
Además, una chica cruzando el cielo de mediodía plantearía muchas
preguntas.
Maldición.
Adrian inclinó la cabeza ante Luke antes de volver su mirada
helada hacia Lily. —Ha pasado mucho tiempo desde que hablamos.
¿Cómo has estado?
Entrecerró los ojos hacia él. —Dudo que estés realmente
interesado en cómo he estado.
Desde algún lugar por detrás de ella, oyó a Nathaniel suspirar,
pero su respuesta trajo una sincera sonrisa a los bien formados labios
de Adrian. —Veo que no has cambiado nada. Todavía la incorregible
niña unida a la cadera de Luke con Nate envuelto alrededor de su
pequeño meñique.
Nathaniel se puso rígido detrás de ella. Danyal se movió,
incómodo. Adrian fue dolorosamente contundente, y siempre parecía

202
necesitar que se le recordara que Nathaniel era en realidad su jefe y no
al contrario.
Doblando los brazos sobre el pecho, se negó a ser intimidada por
él —por ninguno de ellos, para el caso. —Veo que tú sigues siendo un
idiota.
—Lily —suspiró Nathaniel exasperadamente.
Adrian hizo un además desdeñoso. —Vamos a ir al grano, ¿de
acuerdo? Tenemos un traidor entre nosotros. Alguien ha estado
trabajando con los Caídos para exponer los nombres y las localizaciones
de los Nephilim. Esa persona tiene que tener acceso al Libro y una
conexión lo suficientemente fuerte con un Caído para ser capaz de
moverse entre ellos y no verse perjudicado.
Ella no creía que el traidor —el cual realmente creía que era
Micah— necesitara confiar en los Caídos en absoluto. Mientras les
estuviera dando algo que les interesaba, estaría a salvo. Eso es lo que
les dijo, y fue recibido con cuatro cínicos pares de ojos de un pálido
azul. Lo que sea…
—Los Caídos no funcionan según ningún código —intervino
Danyal—. No importa lo que se esté haciendo por ellos. Son tan
propensos a matar como lo son a saludar. Tiene que haber algún tipo
de relación existente.
Miró a Danyal. Debía de haber estado trabajando cuando fue
convocado al Santuario ya que iba vestido con un traje, a excepción de
la chaqueta. —No creo que todos los Caídos operen de la misma
manera.
Luke dejó escapar un largo suspiro de sufrimiento. —Lo que ella
quiere decir es que no cree que una relación con los Caídos sea
necesaria ya que la información que se comparte es literalmente
inestimable.
La mirada de Danyal parpadeó hacia Luke. —Eso no es lo que yo
estaba entendiendo.
Inconscientemente, ella se acercó más a Luke. Maldita sea, estaba
atascada. No había nadie en su rincón excepto Luke, y les superaban
en número. Se volvió hacia Nathaniel y Adrian. —Todos ustedes
sospechan de mí debido a Julian. —Allí; lo había dicho. Ahora podían
continuar por su plataforma y decidir si iban a echarla de la isla o no.
Las cejas de Adrian se alzaron, pero no mostró ninguna otra
reacción. —Atacaste a un compañero Nephilim para proteger a un
Caído.
Pensó que en este punto necesitaba responder lo más rápido
posible, sin mucho detalle, o pedir un abogado. Lamentablemente, los
Nephilim no conseguían abogados en sus contratos.
Eso era algo que alguien tenía que sugerir, y pronto. —Sí.

203
—¿Por qué harías algo así? —preguntó Adrian.
Ya se lo había explicado a Nathaniel, pero no parecía que fuera a
defenderla. Su falta de comunicación, y el hecho de que no la miraba, le
escocían. Sabía que le había disgustado, pero no había traicionado a
ninguno de ellos.
Y Nate la conocía, ¿verdad? Quería creer que sí, pero la
conversación con Julian días antes acerca de que nadie realmente sabía
quién era ella, parecía dolorosamente cierta. —Julian se había alejado
de él, y él trató de apuñalarlo por la espalda.
—¿Y?
—¿Y? —repitió ella tontamente, como si debiera ver lo que estaba
mal con eso sin tener que explicarlo—. Micah lo provocó
intencionadamente. Julian se fue solo, pero Micah fue tras él. Estaba
desarmado y no atacó a Micah.
—Los Caídos nunca están desarmados —dijo Nathaniel, su
mirada perdida en el cielo con los ojos entrecerrados—. Ya se trate de
su fuerza, su inteligencia o su manipulación. Siempre están armados.
—¿Hasta qué punto ha progresado tu relación con él? —preguntó
Adrian.
Todo su cuerpo se puso rígido. No se inmutó ni dudó. —Somos
amigos.
—Amigos —repitió—. Lily, tú sabes que eso es imposible.
—Obviamente, no lo es. Lo considero un amigo, como cualquier
persona normal.
Danyal dio un paso adelante. La expresión de su rostro decía que
trataba de entenderla, tratando de averiguar cómo pasó de Lily súper
Nephilim a Lily la que estaba de pie delante de él. —¿Cómo puedes
superar lo que es?
—Me salvó la vida varias veces, y nunca ha hecho nada para
ponerme en peligro, o a cualquiera de ustedes, tampoco. Confío en él —
explicó con seriedad.
Danyal negó con la cabeza lentamente. —¿Y no es más que eso?
¿Al igual que con Anna? Ella había sido manipulada en una relación
seria.
Ella no sabía si Anna había sido manipulada o no. Luke sabía
más sobre las circunstancias de lo que nadie sabía, y no iba a hablar de
eso. Nunca. —No veo cómo esto tenga algo que ver con Anna.
—Y si exigimos que dejes de verlo como un amigo hoy, ¿serías
capaz de hacerlo? —preguntó Danyal.
Se quedó boquiabierta. Infierno, en este momento no le importaba
si su preocupación era aún válida. Era principal. ¿Cómo podría alguno

204
de ellos decirle de quien podía ser amiga, por quien podría preocuparse,
o quién...?
—Lily?
Levantó la barbilla. —Nadie tiene el derecho de decirle a
cualquiera de nosotros con quién podemos entablar amistad.
—¡Es un Caído, Lily! —dijo Danyal bruscamente, perdiendo su
habitual fachada fría—. No debería haber ningún problema. No debes
tener que pensarlo.
Adrian inclinó la cabeza hacia un lado, buscando con la mirada a
Nathaniel. —Nate y yo creemos que hay mucho más en esto que una
simple amistad. Eso explicaría muchas cosas. ¿Se ha convertido en una
relación de carácter sexual? Responde a la pregunta, Lily.
Ella miró a Nathaniel, sintiéndose horriblemente expuesta. Él le
había hecho esa pregunta ayer, y ella le había dicho exactamente lo que
sentía. Escuchar que había discutido sus actividades sexuales con
Adrian la mortificaba. No tanto como saber que iba a tener que
responderlas. Se movió incómodamente, cerca del pánico. Era una
mujer adulta, pero este era un asunto personal, íntimo, y estos eran
sus compañeros de trabajo. Sus amigos. Y Nathaniel era como su
padre. Simplemente era... asqueroso.
—Adrian, no creo que sea necesario. —Luke dio un paso adelante.
Su mirada encontró la de Nathaniel—. No lo hagas —pidió, suplicante.
Él parecía ser el único que entendía cómo le afectaba, y el único al que
le importaba.
Los labios de Nathaniel formaron una línea apretada, dura. —Lily,
responde a la pregunta.
Esto era horrible. Se sentía mal del estómago, y no era por el sol.
Sintió su cara enrojecer, y estaba a punto de llorar. Tan enojada que
pensó que su piel haría hervir sus huesos.
—Lily —ordenó Nathaniel, quedándose sin paciencia.
—¡Sí! ¡Sí! ¿De acuerdo? ¿Eso les hace a todos felices? —Estuvo a
punto de chillar.
La mandíbula de Nathaniel se apretó, pero no hubo ningún
destello de emoción en el rostro de Adrian. Él ya había asumido que su
relación había progresado a una sexual. Por alguna razón, sólo
esperaba oír a Lily admitirlo.
Quería vomitar, allí mismo, en sus botas de cuero. Dios, hubiera
estado feliz si realmente hubiera tomado más que un bocado de su
almuerzo. En cambio, se tragó el sabor de la bilis. —¡Así que mientras
se preocupan sobre si estoy teniendo relaciones sexuales y con quién, la
persona que en realidad nos está traicionando lo está haciendo sin un
ápice de atención!
Danyal levantó la cabeza. —¿Y quién podría ser?

205
—Micah —respondió ella—. ¡Estaba husmeando en la oficina de
Nate, y es un completo idiota arrogante! —La última parte no era una
razón válida para sospechar, pero no podía dejar de decirlo.
—¿Y qué hacías en la oficina de Nathaniel? —preguntó Adrian
casualmente—. Siento mucha curiosidad.
El corazón le dio un vuelco. Todo era surrealista. Estaba en el
exterior, pero sentía como si las paredes se cerraran sobre ella. Tanto
Luke como Nate le habían dicho que empezaba a ser sospechosa. Micah
lo había confirmado, pero en realidad no creía que realmente pensaran
que era ella. Incluso durante esta reunión, pensaba que estaban
molestos con ella acerca de Julian, y no que realmente pensaran que
estaba ayudando a los Caídos a obtener acceso a los Nephilim.
—Buscaba a Nate para ver si podíamos darle a Michael un
descanso de fin de semana, pero no estaba en su oficina. Micah sí. —
Dejó de lado la parte en que había copiado un par de los expedientes
personales. Eso definitivamente no funcionaría a su favor.
—No sospechamos de Micah —respondió Adrian, y ese fue el final.
Se volvió hacia Luke. La crisis salvaje que sentía debía estar
escrita por toda su cara, porque Luke negó con la cabeza hacia ella. Sus
manos se cerraron en puños mientras una gota de sudor goteaba entre
sus pechos. Se volvió hacia Nathaniel, creyendo que era la única
persona, además de Luke, que siempre la apoyaba.
—¿Qué está pasando? —susurró.
—Habrá una investigación sobre el ataque contra Micah y si ha
tenido algo que ver con la información que se le ha entregado a los
Caídos —contestó. Él, al menos, tuvo los cojones para mantener el
contacto visual con ella.
—¿Una investigación? —tartamudeó—. ¿Qué significa eso?
Adrian dio un paso atrás, entregándole el control a Nathaniel
completamente. En esta parte, la que venía, era el deber de Nathaniel.
Él manejaba los asuntos de personal: los reportes, los castigos, las
suspensiones, y el incumplimiento de todos los términos del Contrato.
Sin embargo, nada de esto tenía sentido para ella. Su cabeza giró
bruscamente de Nate a Luke. Entonces lo vio venir como un tren de
carga que no podía ser detenido.
Y estaba a punto de correr directamente sobre ella.
—Tus derechos de caza han sido suspendidos hasta nuevo aviso.
—¿Qué? —explotó. La gente en las calles de abajo tenía que
haberla oído.
—Tu acceso al Santuario se ha restringido a los niveles sobre el
suelo y el nivel cuatro. No tendrás ningún otro acceso. Sólo se te
permitirá continuar tu formación con Michael, pero una vez que finalice
el entrenamiento del día, se te pedirá que abandones el local.

206
—¿Todo el círculo está de acuerdo al respecto? —preguntó Luke,
volviendo a la vida a su lado—. Esta es la primera vez que he oído
hablar de esto.
Los ojos de Nathaniel se volvieron fríos. —No necesito el acuerdo
del círculo.
Su pecho subía y bajaba con cada respiración pesada que daba.
—¿Qué pasa si yo no tuviera un lugar para ir? ¿Me tirarías a la calle,
Nathaniel?
—Si no tuvieras un lugar a donde ir, serías recluida en una de las
celdas de aislamiento. Eso sigue siendo una opción —advirtió fríamente.
¿Se suponía que tenía que decir gracias a eso? —¿Así que no
confías en mí para cazar, pero confías en mí para entrenar con Michael?
¡Eso no tiene sentido!
Adrian, quien ya no podía permanecer en silencio, volvió a hablar.
—Tu indiscreción no debe interrumpir tu entrenamiento. Ha sido bueno
para ti y Rafe, y no podemos correr el riesgo de deshacer todo lo que
has aprendido.
—En otras palabras, no confías en mí para ir por ahí cazando y
corriendo frenéticamente por el Santuario en caso de que eche un
vistazo al libro, pero quieres ser capaz de mantener los ojos en mí en
cualquier momento. Oh, y ninguno quiere interferir con la formación de
alguien.
—Lily —la voz de Nathaniel se levantó—. La suspensión comienza
inmediatamente, y te aconsejo que dejes todo contacto con los Caídos.
—Espera, voy a tomar la responsabilidad total por ella —objetó
Luke—. Si ella caza, yo cazo. Eso también va a resolver el problema de
los Caídos. Él no viene cuando estoy con ella. Nunca lo ha hecho.
Nathaniel negó con la cabeza. —Ya se tomó la decisión. La
suspensión se mantiene como está.
—¿Alguno de ustedes entiende lo que esto le va a hacer a su
reputación? —preguntó Luke—. Esto no va a permanecer en secreto por
mucho tiempo. Los otros Nephilim se enterarán. No habrá nada que
detenga el daño.
—Tendría que haber pensado en eso antes de acostarse con el
Caído, colocándose en una posición comprometida —replicó Adrian.
Lily dio un paso adelante, acercándose a él, pero Nathaniel la
tomó del brazo. —Todo el mundo ha jurado silencio. El conocimiento de
que hay un traidor no saldrá del círculo, ni el conocimiento de por qué
se te ha suspendido.
Danyal resopló. —Hay tantas razones por las que finalmente estás
suspendida, Lily. Asumirán que puede ser cualquier cosa. Lo único que
se sabe ahora es que tú y Micah pelearon.

207
—Cállate. —Estaba enojada, con ganas de plantar el puño en su
cara.
El agarre de Nathaniel se apretó. —Todos váyanse ahora. Esto se
acabó.
Con la paciencia de Nathaniel llegando a su fin, y su
temperamento cerca de niveles explosivos, los otros Nephilim se fueron,
a excepción de Luke. Se volvió hacia Nathaniel, su dolor claramente
visible para que él lo viera. —Dijiste…
—No importa —le interrumpió, dejando caer su brazo—. En el
momento en que Micah le dijo a Adrian lo que pasó, no había nada que
pudiera hacer para detener esta reunión. La única razón por la que no
fuiste suspendida ayer fue porque yo tenía la esperanza de que esto no
se esparciera. ¡Deja de mirarme como si hubiera pateado a tu cachorro,
Lily! Durante demasiado tiempo he dejado que mi afición por ti me
obstaculice, y tu comportamiento se ha vuelto cada vez más fuera de
control.
—¿Mi comportamiento? —preguntó en voz baja. Tenía curiosidad
sobre a qué se refería que era tan malo.
Levantó la mano, cortando cualquier otra cosa que hubiera
querido decir. —La suspensión es más para tu beneficio que para
alguien más.
Lo miró como si le hubieran crecido quince cabezas. —¿Cómo es
esto para mi beneficio?
Nathaniel dio un paso hacia adelante, causando que Luke se
moviera inmediatamente hacia ella. —No confían en ti, Lily. ¿Qué crees
que sucederá si vas por ahí cazando y te acorralan o si tienes que pedir
ayuda? ¿Crees que vendrán en tu ayuda?
—Nate, vamos. —El desagrado de Luke emanaba de él en oleadas.
—No, tiene que escuchar esto. Necesita saber lo mucho que ha
metido la pata. Estará ahí por su cuenta, y no puedes estar con ella
cada segundo.
Lily se quedó estupefacta, incapaz de creer eso. —Los otros me
van a ayudar.
Nathaniel soltó una risa áspera. —Los otros seguirán su camino.
Lily, no puedo tenerte ahí fuera y desprotegida si algo sale mal. No
hasta que esto se aclare.
Ella dio un paso atrás. Sus palabras se sintieron como una
bofetada en la cara. Se dio la vuelta antes de que pudieran ver cuán
fuertemente la afectó. —¿Supongo que no esperas que termine el
entrenamiento con Michael hoy?
—No. Puedes irte. Obtén lo que necesites de tu habitación. No voy
a exigirle a nadie que vaya contigo. Repórtate aquí el lunes para
formación.

208
Ella asintió, sin atreverse a hablar. Empezó a alejarse, pero
Nathaniel la detuvo.
—Lily, querían que te encerraran, pero no podía permitir eso. No
creo que seas tú —dijo, y por primera vez su voz reflejaba el deber que
pesaba sobre él—. Por lo menos, no creo que lo sepas. No sé si te ha
manipulado, o estás bajo algún tipo de coacción, pero hasta que lo
sepamos a ciencia cierta, esta es la única manera.
Sus ojos se cerraron, y ella respiró profundamente. No sabía qué
le dolía más. El hecho de que no podía confiar en ella, o que después de
todos estos años, realmente no la conocía en absoluto.
—¿Lily? —la llamó Luke.
Forzó una sonrisa y se enfrentó a ellos. —Está bien. Cuídate. —
Ella miró a Nathaniel, con el corazón en la garganta—. Tú también —
agregó. Y antes de que se rompiera frente a ellos, se volvió y corrió de
vuelta al edificio.

209
24 Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por Alaska Young

L
ily había subido al metro y se dirigía al Gallery. Llegó tan
lejos sin romperse o llamar a Julian, pero una vez que entró
a su apartamento, marcó su número. Él respondió al
segundo tono. Todo lo que fue capaz de preguntar era si podía ir a su
apartamento. Colgó sin responder, y después sintió frío corriéndole por
la espalda y el aire detrás de ella moviéndose.
Girando, encontró a Julian de pie ante ella. Sorprendida, se
agarró la garganta. —Nunca me acostumbraré a que hagas eso.
Él la atrajo hacia sí y la besó. —¿Qué pasa?
Se mordió el labio. Llamarlo probablemente había sido tonto, ya
que era la razón principal por la que fue suspendida, pero ¿a quién más
podría recurrir? —He tenido uno de esos días...
Su mirada cayó sobre su brazo mientras la guiaba hasta el sofá.
—¿Por qué está tu brazo lastimado? —Le agarró la mano, levantando su
brazo.
—Es una larga historia —murmuró—, pero ese no es el problema,
Julian.
No pareció gustarle la respuesta. —¿Qué ha pasado?
Esperaba no haber interrumpido algo importante. Sólo Dios sabe
en lo que consistía su día, pero le contó todo lo que sucedió.
Él escuchó en silencio y no se detuvo sobre cualquiera de las
cosas importantes. Al llegar al punto de Nathaniel exigiendo que
contestara si habían dormido juntos o no, sus labios se comprimieron
en una apretada línea.
—He sido suspendida de la caza y me dieron acceso restringido al
Santuario. Al parecer, se supone que debo sentirme afortunada de que
no esté encerrada en una de las celdas y que todavía estoy autorizada a
entrenar. —Forzó una sonrisa—. Qué suerte la mía.
Todo su cuerpo se puso rígido. —Déjame ver si entiendo. ¿Te han
suspendido a causa de tu relación conmigo, y sospechan de ti
traicionando al Santuario?

210
—Sí. —Acarició el cojín con la mano.
—¿Al menos te dieron la opción de no verme para evitar la
suspensión?
Pregunta extraña. —Más o menos... me preguntaron si lo haría,
pero mi respuesta no garantizaba que no fuera a ser suspendida.
—Bueno... ¿qué respondiste?
—Um, les dije que no podían decirme a quién podía ver. —Sentía
su mirada en ella mientras observaba sus manos—. Perdí los estribos, y
la forma en que Nathaniel me gritaba... —Su voz se desvaneció al sentir
sus dedos curvándose alrededor de su barbilla, volvió la cabeza hacia
él—. ¿Qué?
—Me sorprende que lo admitieras. Esta es la segunda vez que te
arriesgas por mí.
Se encogió de hombros con timidez. Quería decirle que pensaba
que valía la pena, pero no pudo reunir el valor para hacerlo.
—Les pudiste haber dicho que no me verías. Eso probablemente
te habría librado de la suspensión, y a ellos les había regresado su
buena honradez, pero elegiste no hacerlo.
Miró sus brillantes ojos. —Sí, elegí no hacerlo.
Pareció pensar en algo por un segundo, pero luego la besó
suavemente. —Arriesgaste todo por mí. Estoy honrado...
Sintió que se ruborizaba de nuevo cuando sus ojos se apartaron
de los suyos. —Es lo que es.
Le metió un mechón de cabello detrás de la oreja. —Entonces,
¿qué vas a hacer ahora?
—No lo sé. Averiguar quién los está traicionando, limpiar mi
nombre y todas esas cosas.
—Es una broma, ¿verdad? —preguntó, con una pequeña sonrisa
en sus labios—. Podríamos irnos. Ya lo sabes. Se han vuelto contra ti,
Lily.
Se estremeció ante el recuerdo. —Julian, tengo que saber quién
los está traicionando, y no sólo para limpiar mi nombre. Alguien los
está vendiendo, y ni siquiera lo investigarán.
—¿Y? —exigió—. Van a cavar sus propias tumbas. Ya no debe ser
tu preocupación.
—Es algo que me preocupa.
—¿Por qué? —Julian se levantó, rodeando la longitud del salón de
su casa como un animal enjaulado—. ¿Por qué siquiera te importa,
Lily? No puedes decirme que no estás herida por Nathaniel o por la
rapidez con que todos se pusieron en tu contra.

211
Entendió su ira, pero era para su beneficio. —Sí duele,
especialmente lo de Nathaniel, pero no les puedo dar la espalda porque
ellos me la dieron a mí.
Se arrodilló ante ella, capturando sus manos. —Lily, mi oferta
sigue en pie. Podría llevarte lejos de esto. A islas tan hermosas que el
dolor que Nathaniel te ha dado se desvanecería tan pronto como
pusieras los ojos sobre ellas. —Se llevó sus manos a la boca—. Deja que
te lleve lejos.
Una vez más, la oferta era tentadora, y más ahora que antes. Ella
negó con la cabeza. —Julian, ellos son mis amigos, mi familia. Alguien
los está traicionando, y eso sólo lo empeorará. Tengo que ayudarlos.
Le besó las manos una vez más antes de liberarlas. —Eres tan
testaruda. —Él sonrió al ver su expresión agria—. Pero mi oferta
siempre estará en pie. Todo lo que tienes que hacer es decírmelo.
—Está bien.
—Si no dejas que te lleve lejos, entonces tienes que dejar que te
ayude. ¿Quiénes son los posibles sospechosos?
Ella se lanzó a una diatriba acerca de Micah, diciéndole las cosas
que leyó en su expediente personal y la forma en que husmeaba
alrededor de la oficina de Nathaniel. Julian en realidad parecía estar de
acuerdo con ella, sobre todo después de que se diera cuenta de que
Micah era la "mierda" de la otra noche.
—¿Nadie más parece encontrar nada de esto sospechoso? —
preguntó.
—Sólo Luke, pero ha sido superado en número. —Se apartó el
cabello. De repente, algo se le ocurrió y se volvió hacia Julian—. ¿Sabes
quién es?
Él encontró su mirada y no dudó. —No.
—No mentirías acerca de esto, ¿verdad? —le preguntó—. Porque
si lo sabes, realmente me ayudaría, y si no me lo dices, me voy a enojar.
—Y también lo decía en serio.
—No es como si saliéramos en grupos grandes, charlando sobre lo
que el otro hace. Sí, recaudo información de vez en cuando, porque
algunos frecuentan mis bares con frecuencia —le dijo—. E incluso si lo
supiera, ¿de qué ayuda podría ser? Ellos no te creerían si viniera de mí.
Suspiró, decepcionada. Dándose cuenta de que no sería tan fácil.
—Necesito averiguar con quién está trabajando Micah.
Julian se quedó en silencio por un momento, pero luego sonrió. —
Lo que tenemos que hacer es encontrar algunos esbirros y hacerlos
hablar.
Ella arqueó una ceja. —¿Crees que no he intentado eso?

212
Su sonrisa se agrandó. —Pero no me has tenido contigo. Tengo...
maneras de hacer hablar a la gente.
Sin duda. Tomando lo que sugirió, se levantó. —¿Quieres ir a
cazar conmigo?
—De hecho, estaba sugiriendo que yo fuera a buscar a Micah
para hacerlo hablar —dijo—. O simplemente podría ocuparme de él.
Su boca se abrió. —No. No, Julian. Si lo matas, y sé que eso es lo
que estás pensando, no me ayudarás en nada. Y deja de sonreír como si
lo fueras a disfrutar.
No dejó de sonreír. —Lo haría.
Lily se cruzó de brazos.
—Está bien. Si eso no te satisface, entonces podría ir a cazar
contigo.
La idea era una locura. Y un poco ridícula. Un Caído cazando a
sus esbirros para hacerlos hablar. Se pasó las manos por la cara. Si
eran descubiertos juntos por cualquiera de los Nephilim, sabía que su
Contrato sería violado. —Esto es arriesgado.
—Lo es. —Se dio la vuelta, mirando por la ventana—. Sabes lo
que prefiero, pero si eres tan insistente acerca de descubrir a ese
traidor, no lo harás sola.
Reflexionando sobre ello, echó un vistazo al reloj de pared. —
Normalmente no empiezo a cazar…
—Hasta después de las nueve, lo sé. —La miró—. El marco de
tiempo funciona a la perfección.
—¿En serio?
Cruzó la habitación, metiendo la cabeza en su cuello. Sus labios
le rozaron la piel, lo que la hizo estremecerse. —Eso nos da el tiempo
justo.
Ella puso las manos sobre su pecho. —¿No estabas haciendo algo
cuando te llamé?
—Estaba en mi club en Bethesda. —Él deslizó un brazo alrededor
de su cintura—. Pero sobrevivirán sin mí.
Ya sintió que sus entrañas se apretaban, una ola de calor
concentrándose en su núcleo. Su cuerpo no tenía absolutamente
ningún sentido de prioridad. Pero los esbirros no salían hasta tarde esa
noche...
Entonces él tomó su oreja entre los dientes y tiró. Su respiración
salió en pequeños jadeos hasta que la soltó, extendió las manos en su
espalda baja.

213
—Necesito... necesito una ducha primero. Estoy sudando. —De
alguna manera su cerebro aún registraba que estuvo entrenando la
mitad del día.
—Te puedo ayudar con eso. —La levantó, sonriendo cuando ella
se echó a reír. Caminando a través de su apartamento, se detuvo una
vez para darle un beso y luego otra vez para ayudarla a salir de su ropa
de entrenamiento—. Es probablemente una cosa buena que no hayas
aceptado mi oferta.
—¿Y por qué? —Ella tiró de su camisa por encima de su cabeza,
luego se trasladó a los pantalones.
—Porque nunca haría nada. —Salió de sus pantalones, de pie
gloriosamente desnudo frente a ella—. Todo lo que querría hacer es
adorar tu cuerpo cada día.
Ella caminó hacia atrás en el cuarto de baño, deteniéndose
cuando golpeó el fregadero. —No veo nada de malo en ello.
Inclinándose a su lado, él metió la mano en la ducha y abrió el
grifo. Vapor rápidamente llenó el cuarto. Cuando se enderezó, le colocó
el cabello hacia atrás. La mirada que le dirigió era curiosamente íntima.
—¿Qué? —preguntó.
—Eres hermosa.
Ella puso los ojos en blanco. —La adulación te conseguirá sexo.
—Eso espero. —Inclinó la cabeza hacia su pecho, llevándose un
pezón a la boca, jugando con la lengua y los dientes. La forma en que lo
devoraba, y luego al otro, la volvía loca. Apretados nudos surgieron en
su vientre mientras lo veía adorar su cuerpo.
Cuando se movieron a la ducha, Julian estaba más interesado en
probar cada parte de ella que en ayudarla a lavarse. No es que le
importara. Sus piernas temblaban, literalmente, cuando se arrodilló y
miró hacia ella a través de sus gruesas pestañas.
Puso una mano en su mejilla. El pecho se le llenó de una extraña
y poderosa emoción mientras sus ojos se encontraron con los suyos. Él
bajó la boca a su sexo, golpeando larga y profundamente con la lengua.
Ella ni siquiera tuvo tiempo de recuperar el aliento antes de que lo
hiciera de nuevo. Su lengua se arremolinó y apuñaló, convirtiendo su
interior en arcilla mientras sujetaba la parte posterior de su cabeza con
avidez, meciéndose contra él. Luego selló su boca sobre su clítoris y lo
chupó con fuerza. No había nada más que placer al rojo vivo cuando su
orgasmo sacudió todo su cuerpo. Las rodillas de Lily se doblaron, y él la
atrapó al levantarse y entrar en su interior con un movimiento rápido.
Tal vez esto estaba mal, todo el mundo aparte de ella lo creía así,
pero mientras echaba la cabeza hacia atrás y él la llevaba a lo más
cercano a un cielo de lo había estado jamás, decidió que este tipo de
mal estaba muy bien para ella.

214
***
Cazar con Julian era un poco extraño.
Esta era la segunda noche consecutiva que salían a las calles, y
todavía no se había acostumbrado a hacer esto con él. Como ella dijo,
era raro.
Raro porque era como cazar con Luke, con la excepción de que no
podía dejar de mirar a Julian y recordar lo que sentía al tener su boca
sobre ella, sus dedos en ella, la forma en que la besaba... Se aclaró la
garganta, centrándose en el hacinamiento de seres humanos en la calle
cerca del Verizon Center. Sus mejillas se sentían calientes.
Pero entonces lo miró de nuevo.
Dios, era hermoso. Siempre lo había pensado, pero nunca
comprendió cuán hermoso era realmente. Aquí afuera, con la luz de la
luna y el parpadeo débil de las farolas, sus pómulos parecían más
pronunciados, el cabello más suave, y la hendidura encima de su labio
superior más lamible.
A su alrededor, la gente la pasaba para observarlo. Hombres,
mujeres, jóvenes y mayores se le quedaban viendo. Era más que su
apariencia, se dio cuenta rápidamente. Tenía este aire arrogante que
rogaba a la gente salir de su camino.
Ella suspiró, sacudiendo los hombros. Habían estado en esto
durante cuatro horas sin ningún poseído o esbirro a la vista. La noche
anterior también fue un fracaso. Aparte de los dos poseídos y un esbirro
que prácticamente se meó en el momento en que Julian lo tocó, no
hicieron ningún progreso. Lo único que ella había logrado hacer por el
momento era ponerse caliente. —¿Dónde diablos están?
Tocó su cabello, los ojos escaneando la multitud cuando doblaron
la avenida. —¿Haces esto todas las noches? ¿Caminas hasta que
escuchas a un poseído?
—Más o menos. —Metió las manos en sus pantalones de carga,
atrapando a dos chicas de veinte años observando a Julian y
susurrando. Una sonrisa se dibujó en sus labios—. Por lo general es
más ocupado que esto, especialmente en la noche del sábado.
—Voy a tener que tomar tu palabra en eso. —Él sonrió—.
¿Hambre?
—Siempre.
Se detuvieron en un restaurante nocturno y se quedaron allí por
un rato. Ella se aseguró de prestar atención a su radar Nephilim.
Intercambiaron historias mientras comían, se sorprendió por lo
cómoda que se sentía con él haciendo cosas de humanos normales.

215
Era como una cita, una rara y retorcida cita que probablemente
acabaría con ellos matando algo, pero esos eran detalles menores.
Más tarde, cuando volvían a adentrarse en la almizclada noche,
olió la lluvia en el aire. Julian apretó su mano y su corazón estalló de
éxtasis. ¿Cuántas veces había visto a los seres humanos hacer esto, o a
los Nephilim que no aceptaron el Contrato? Demasiadas veces para
poderlas contar, y nunca pensó que ella haría algo tan mundanamente
hermoso.
Vencida por la normalidad de que sujetaran su mano, lo tiró de la
acera al interior de un garaje oscuro.
—¿Qué? —Sorpresa coloreaba sus palabras.
Poniéndose de puntillas, se apretó contra él mientras sostenía su
mano. Lo besó como nunca lo había besado antes. Sus labios
magullados por la intensidad, pero Julian era todo. Extendió su brazo
alrededor de ella, gruñendo contra sus labios entreabiertos.
—No tienes ni idea de lo que has empezado —advirtió en voz
baja—. Te voy a tomar justo aquí, a centímetros de la acera.
Iba a decirle que estaba completamente de acuerdo con eso, pero
entonces oyó la queja de un alma misteriosa... y sintió el escalofrío que
acompañaba a un esbirro. Estaba tan cerca, era tan inconfundible, que
la dejó inmóvil de sorpresa por un segundo. Esto era lo que
necesitaban: un poseído y esbirro que había engatusado al alma dentro
de un humano.
Anotación.
La mano de Julian apretó la de ella mientras echaba la cabeza
hacia atrás. —Están justo allí afuera, ¿verdad?
—Sí —dijo ella. Se apartó de su abrazo, liberó su mano y soltó sus
cuchillas—. Un sentido de la oportunidad realmente extraño.
—Sí.
Sabía que él pensaba lo mismo. No había tales cosas como las
coincidencias. Juntos, se dirigieron hacia la rampa que conducía arriba.
Sus ojos parpadeaban sobre las sombras al pasar una caseta de
vigilancia sin ocupante. Tenía la sensación de que sabía dónde se
encontraba el guardia.
Lo extraño aumentó, como un dedo invisible pasando por su
espalda. Captó la brillante mirada de Julian y asintió.
Se deslizó delante de ella y luego simplemente desapareció.
Presumido. Puso los ojos en blanco y echó a correr rápidamente.
Volteando en la sexta rampa, saltó por encima de la pared de cemento y
aterrizó en cuclillas.
Y se encontró con el guardia.

216
Estaba de pie al lado de un Mercedes, mirando hacia abajo, a su
oscuro uniforme. Una sonrisa divertida torció sus labios mientras tiraba
del material. Lo primero que un poseído hacia cuando se convertía era
echar un vistazo a su ropa. Era algo que la divertía. Ella se echó a reír.
El poseído se sacudió en su dirección. Ladeó la cabeza. —
Nephilim.
Enderezándose, movió los dedos. —Hola. Una buena noche, ¿eh?
¿Te importaría decirme dónde está tu amigo? La verdad es que no tengo
ganas de buscarlo.
En realidad, eso era lo que hacía Julian. Entrando y saliendo,
rastreando al esbirro. Todavía estaba aquí, la sensación de hormigueo
en la base del cuello se lo decía.
El guardia de seguridad se apresuró hacia ella y la adrenalina de
la batalla se extendió por su cuerpo. Casi tan bueno como el sexo, pero
no del todo. Ella plantó su bota en el pecho del poseído, llevándolo
varios metros hacia atrás y tirándolo al suelo.
El poseído se levantó, dejando escapar un gruñido inhumano. Un
relámpago cruzó el cielo. Segundos después, el trueno se estrelló y se
hizo eco a través del garaje. Tormentas en verano, Lily las amaba.
Cuando él fue a por ella otra vez, ella se dio la vuelta y lo agarró
por el hombro, preparándose para darle un golpe mortal. Otro
escalofrío, mucho más agudo y potente, explotó sus nervios.
Caído.
Varias cosas sucedieron después. Por encima del hombro del
poseído, el esbirro corría por la carretera. Hubo un destello de luz
brillante, y luego estuvo Julian, deteniendo al esbirro con una malvada
cuerda para tender la ropa. El esbirro cayó al suelo con un gruñido,
momentáneamente aturdido.
Julian se dio la vuelta. —¡Lily!
Ella se inclinó y pateó, empujando las piernas de debajo del
poseído justamente cuando el aire a su alrededor se agitó de manera
poco natural. Su corazón tartamudeó cuando se puso de pie, girando.
Ni siquiera a unos pocos metros delante de ella estaba Baal. —
Hola, cariño. ¿Me extrañaste?

217
25 Traducido por Tsuki
Corregido por Melii

M
ierda. Eso fue todo lo que Lily pensó antes que la rabia se
hiciera cargo, amortiguando el miedo. —Eres un hijo de…
Julian salió disparado de su lado, estrellándose contra
Baal primero.
Baal golpeó la viga de cemento, riendo mientras Julián le agarró
por el cuello y lo levantó del suelo. Inafectado por las habilidades de
Baal, Julian puso sus manos sobre las de él. —¿Así es cómo saludas a
tus hermanos? —preguntó Baal, agarrando las manos de Julian—. No
es muy educado.
—No tienes ni idea de cuánto tiempo he querido matarte. —Julian
estrelló nuevamente su espalda—. Cuanto he ansiado escuchar tus
gritos.
—Oh. —Rió Baal—. ¿Es porque tú pequeña Nephilim prefiere mi
toque sobre el tuyo? Apuesto a que sí. Después de todo, mi marca
estará con ella mucho tiempo después de que te hayas ido.
Julian le dio un puñetazo en la nariz. Sangre oscura escurrió a
través del seductor rostro de Baal. —Voy a matarte. Lentamente. —Otro
golpe. Y luego otro que hizo que brotara más sangre—. Pero antes de
arrebatarte tu último aliento, te pondrás de rodillas y suplicarás a Lily
por su perdón. ¿Me entiendes?
A ella le gustó como sonó eso.
Hubo un poseído gruñido brotando ella. Enojada de tener que
perderse a Julian darle una paliza al alquitrán viviente de Baal. Se dio
la vuelta para empujar su espada en el pecho del poseído. Pero eso no
fue lo que pasó. El esbirro se puso de pie, se estrelló contra ella y la
hizo caer. Su espada se hundió en el hombro del poseído.
—Mierda —gruñó, lanzando al esbirro lejos, intentando dirigirse
al poseído nuevamente. Pero el maldito esquivó su golpe y mordió su
brazo—. ¡Maldición, mordió mi brazo! —Aullando, retrocedió. La sangre
manchó su brazo—. ¡Jesús! Será mejor que no tengas rabia.

218
—Le gusta tu sabor —Se burló el esbirro—. A mí también gustaría
probar un poco… y no solo tu sangre.
Lily volvió a caer, sacudiéndose por el dolor. El esbirro y el
poseído la rodearon. Distraído por su grito, Julian perdió el control
sobre Baal, permitiendo que el otro caído lanzara un buen golpe. Julian
se tambaleó hacia atrás mientras los dos forcejearon. Se obligó a
concentrarse en su propia pelea, fue duro, pero lo hizo.
—Pequeña y linda Nephilim —susurró el esbirro. Cabello como
hielo cayó sobre sus ojos—. ¿Te gustaría dar un paseo por el lado
oscuro?
—¿En serio? —dijo—. ¿Es lo mejor que tienes?
El esbirro se burló. —Ya estás prostituyéndote ahí fuera para los
caídos. No debería esforzarme mucho para que tú separes las...
Ella salió disparada hacia adelante, girando a un lado y asestó su
pie directo en su cara. La cabeza del esbirro cayó hacia atrás con
fuerza. —Ahí —dijo ella—, mis piernas están extendidas. ¿Te gusta?
Dando alaridos, el rostro del esbirro se contorsionó con la boca
amplia y abierta para luego lanzarse contra ella. Debía mantener a un
esbirro vivo, así que cuando cayó debajo de él y hundió su espada en su
estómago, sabía que él terminaría fuera de combate pronto.
El esbirro cayó al suelo, retorciéndose y haciendo pequeños
desagradables ruidos mientras la plata comenzaba a infectarlo. Ella se
dio la vuelta, miró poseído cerca de la salida en una pequeña rampa. Se
haría cargo de él después, antes echó una rápida mirada por encima del
hombro.
Julian tenía a Baal sobre su espalda, lanzando golpe tras golpe.
Por lo que podía ver, el rostro de Baal era casi irreconocible. Tal vez no
necesitarían al esbirro después de todo.
—Oye —dijo en voz alta—. ¿A dónde crees que vas?
El poseído rodeó la rampa. Ella cogió velocidad, saltando sobre la
elevación de cemento. Golpeando al poseído en la espalda, ellos se
estrellaron contra el pavimento.
Rápidamente, Lily lo rodó debajo de ella. Se sentó a horcadas en
su cadera y elevó su espada. —No debes morder y huir. Es de mala
educación.
El poseído, intentó morderla de nuevo.
—¿Qué demonios pasa contigo y morder? —Ella hizo caer su
mano, empujando su espada contra su pecho ésta vez—. Hombre, será
mejor que no empiece a echar espuma por la boca.
Colocándose sobre sus pies, se apresuró a regresar donde estaba
el esbirro y la pelea de los ángeles caídos. Se preguntó si tendría que ir
a tomar un trago después de ésta noche.

219
Julian tenía ahora a Baal en una llave de cabeza. Bien por él. La
sangre corría como ríos por la cara burlona de Baal, quien fue puesto
de rodillas. Agarrando al esbirro por su cabello, Lily le obligó a sentarse.
Sus ojos se encontraron con Julián por un momento, y le guiñó un ojo.
Sólo su labio estaba partido. De otro modo, su rostro luciría como
normalmente lo hace: perfecto.
—Entonces, ¿mantenemos con vida a los dos? —preguntó ella
colocando el borde filoso de su espada en la garganta del esbirro—.
Pueden ser útiles.
—Eso depende de ti, cariño. —Julian apretó su brazo alrededor
del cuello de Baal—. Pero éste no se quedará aquí.
—Lily —gruñó Baal—. Tengo algo que decirte.
Cada célula de su cuerpo le exigió correr hasta allí y patearlo
como basura, pero lo ignoró. Mirando hacia su cautivo, presionó la
espada en él. —¿Quién es el Nephilim alimentando la fama los Caídos?
—¿Qué? —Jadeo el esbirro, apretando su herida en el estómago.
—Me escuchaste. No me hagas preguntarte otra vez. —Clavó sus
dedos en su cabello, tirando de su cabeza hacia atrás—. La segunda
vez, no seré tan amable.
—Lily, mírame —ordenó Baal.
—Cállate —le dijo Julian.
El esbirro hizo otro sonido áspero de lamento. —Prefiero... que
cortes mi cabeza a ir en contra de él.
—¿Quién? ¿Ir en contra de quién? —exigió.
Baal se burló. —No va a decirte nada.
—Cállate —dijo Lily, regresando al esbirro—. Podemos hacer esto
difícil o más difícil. Coopera conmigo y esa es la diferencia entre una
muerte dolorosa y una muerte muy dolorosa.
Tomó poco convencerlo, y para cuando el esbirro comenzó a
hablar, su garganta lucía como carne de hamburguesa, y ella ya había
perdido la cuenta de las veces que Julian había golpeado a Baal.
—De acuerdo. Está bien —exclamó el esbirro. Pequeñas burbujas
de sangre formaban espuma en sus labios. Gracias a Dios que estaba
empezando a hablar, porque era realmente asqueroso torturarlo—. No
sé quién es el Nephilim. ¡Espera! Espera. —Se quedó sin aliento,
mirando con ojos transparentes—. Todo lo que sé es que es arrogante.
Ha sido... ha estado reuniéndose con otros esbirros, buscando
información. Terminó matando a la mitad de los esbirros después de
que le entregaron la información.
Los ojos de Lily se encontraron con los de Julian. La emoción
burbujeaba en su interior. Estaban llegando a alguna parte. —Por lo
menos, ahora sabemos que es un hombre.

220
Julian arqueó una ceja. —Sabíamos eso.
—Aguafiestas —murmuró, volviéndose hacia el esbirro—. ¿Qué
más sabes?
—Estúpido, jodido esbirro —gruñó Baal.
—Estoy cada vez más cansado de tu boca. —Julian parecía
aburrido—. Sigue así y te arrancaré la lengua.
—Pero no antes de que yo suplique por su perdón —preguntó
Baal. Escupió una bocanada de sangre—. ¿Cierto?
—¿Así que este Nephilim ha estado matando a la mitad de sus
contactos? —Cuando el siervo no contestó, ella lo sacudió. Él se estaba
desvaneciendo. El veneno de la espada de plata funcionaba poco a
poco—. ¡Respóndeme!
—Sí —dijo con voz entrecortada—. Él piensa que es... mejor que
nosotros, pero la estúpida mierda no se da cuenta que está convertido.
—Una ronca, gutural risa se levantó a través del esbirro—. Todo lo que
he escuchado, es que es una cosa personal.
Sonaba como que podría ser Micah, excepto por la cosa personal.
La arrogancia es el segundo nombre de Micah. —¿Detalles?
El esbirro se echó a reír de nuevo. —No conozco ninguno, pero...
ese pedazo de mierda de allá probablemente sabe algo, maldito Caído.
No hay honor entre las criaturas del mal de los endemoniados.
Ella casi se rió. —¿Quiénes son los contactos que pasan la información?
Hubo una pausa, y el esbirro se estremeció. —Asmodeus.
—Cristo —murmuró Lily. Esto era peor de lo que había pensado
en un principio.
—Eso es todo lo que sé —dijo el esbirro—, ahora terminarlo.
Ella nunca había torturado un esbirro por información antes.
Julian se había ocupado del último. Ella le lanzó una mirada
inquisitiva. Él asintió con la cabeza.
—Muy bien, entonces, buenas noches. —Clavó la espada a través
del pecho del esbirro. Hubo un grito, y entonces él ya no estaba.
—¿Cómo está el brazo? —preguntó Julián.
Ella hizo un gesto despectivo, restándole importancia a las
marcas de mordida en su antebrazo. —Viviré.
—¿Por qué no vienes aquí y me dejas darle un beso? —sugirió
Baal con una mirada lasciva.
Secándose las manos en sus pantalones, se acercó lentamente a
las dos criaturas. El rostro de Baal se tornó con ansiedad. Su lengua
salió de entre sus labios ensangrentados. Sin detenerse, ella ignoró la
mirada curiosa de Julian y pateó a Baal entre las piernas.

221
—¡Maldita sea! —rugió Baal, doblándose en cuanto Julian se lo
permitió.
Julian se rió entre dientes. —Esa es mi chica.
Lily se arrodilló delante de Baal, cuidando de mantenerse fuera de
su alcance. —Creo que la próxima vez usaré mi espada allí abajo.
Baal rió con aspereza. —Entonces, ¿Vamos a consumar nuestra
relación?
La bilis se le subió a la garganta. —Eres un enfermo.
—Y tu piel se sentirá como el cielo cuando te marque.
Ella no tuvo tiempo de reaccionar. Julian giró en torno a Baal y lo
golpeó secamente en la cara. Su rostro expresaba rabia mientras tiraba
de la camisa de Baal y lo empujaba hacia abajo. Esto continuó hasta
que ella dio un paso adelante, poniendo una mano sobre Julian.
—Ya es suficiente —dijo en voz baja—. Sé que puede probar que
Micah nos está traicionando.
—Él no va a decirte nada. Baal es la pequeña perra de Asmodeus
ahora. —Se colocó detrás de Baal, apretando sus brazos sobre su
espalda—. Créelo o no, pero es leal a Asmodeus. Tengo curiosidad por
saber cómo pasó.
—Oh, ya sabes cómo es Asmodeus. Le pides un maldito favor y
estás encadenado a él. Me consiguió hace unos cuatro años. No tengo
que abandonarlo todavía —dijo Baal, como si estuvieran discutiendo del
clima y no estuviera sangrando por todo el lugar—. Sabes cómo es eso,
Julian. ¿Eh?
Julian se puso rígido.
Sonriendo, Baal miró a Lily. —Pero... tengo algo mejor que decirte.
—Si no me puedes decir quién está traicionando el Santuario,
entonces no tienes nada que quiera escuchar.
Baal se echó a reír. —Eres tan ingenua. Es sexy.
Sus manos se cerraron en puños. —Dime quién está traicionando
el Santuario. ¿Es Micah?
—¿Micah? —Baal intentó ponerse de pie, pero Julian apretó su
agarre sobre su espalda un poco más—. No sé quién mierda es y no me
interesa. ¿Y por qué te importa, pequeña Lily? Por lo que he escuchado,
te han obligado a convivir con éste. —Hizo un gesto con la cabeza hacia
atrás a Julian—. ¿Metiéndote con el enemigo? Es deliciosamente cliché.
No es la primera vez, pero ya sabes eso. Esa bonita rubia abrió sus
piernas, también.
—No hables de Anna —escupió ella.
Otra risa ronca en forma de jadeo se le escapó. —Dime, ¿valía la
pena ser expulsada del Santuario por él?

222
La ira rompió a lo largo de su piel. —No me han echado.
—Aún no —murmuró Baal, levantando la cabeza para perforarla
con los mismos ojos azules vibrantes que Julian tenía—. ¿Es su polla
tan buena que vale la pena perderlo todo?
—Eso es todo —gruñó Julian, poniendo a Baal en pie. Miró a
Lily—. Él no va a decir nada. ¿Quieres hacer los honores?
Parte de ella no quería nada más que empujar su espada
profundamente en la garganta de Baal, pero nunca habría otra
oportunidad de capturar un Caído. Una pequeña llama de esperanza se
encendió dentro de ella y sintió que podía hacerlo hablar. Y si sólo tenía
que lidiar con sus insultos, podría vivir con eso.
—Dame unos minutos más —dijo ella, tomando una respiración
profunda—. ¿Sabes quién es el Nephilim, Baal?
Sus labios ensangrentados se torcieron en una sonrisa. —Sí. Tú
también.
Sus ojos se entrecerraron. —¿Entonces es Micah?
Baal se burló. —¿Qué te parece si hacemos un trato? Te diré
quién es si dejas que te diga un secreto.
—Lily —advirtió Julian. Sus poderosos músculos agrupados
alrededor del cuello de Baal, seguramente asfixiándolo—. Esto no es
sensato.
Tal vez no, pero a ella no podía importarle menos lo que fuera su
secreto. —Necesito algo que una a Micah con todos ustedes. Tus
palabras no van a funcionar. Necesito pruebas.
—Claro. Puedo hacer eso por ti —dijo.
Apretó sus manos, y espero a que él continuara.
—Tienes que acercarte un poco más, cariño. —El dolor y la ira se
dibujó en su rostro cuando el brazo de Julian lo apretó—. Es un poco
difícil hablar con... éste imbécil ahogándome.
—No te acerques más —advirtió Julian, mirando Baal—. Está
tramando algo.
Lily dio un cauteloso paso hacia adelante de todos modos. —Él
siempre está tramando algo.
Baal se burló a través de la sangre. —¿Sabes que he matado a
todas las mujeres de cabello oscuro y ojos verdes que me he encontrado
en los últimos ocho años? Cientos. Y muy lentamente. Me recordaban a
ti, cariño. Y todas —hasta la última— gritó pidiendo misericordia. Al
igual que tú gritaste. —Sus ojos se cerraron y gimió bajo en su
garganta—. Rogaron, y oí mendigar a cada una…
Moviéndose inhumanamente rápido, Julian giró en torno a Baal y
lo estrelló contra la viga de cemento. —Cállate —gruñó—. Cierra. La.
Maldita. Boca. —Cada palabra marcada con un golpe brutal en la cara.

223
Lily se sintió enferma con imágenes de mujeres sin rostro y sin
nombre asaltándola. ¿Ese era el secreto de Baal? Se dio cuenta de que
no le daría ninguna información sobre Micah. Quería burlarse de ella
con su crueldad y asquerosidad.
—Eso no es todo —jadeó Baal. Una bocanada de sangre le corría
por la barbilla—. Me tiré…
Sus palabras fueron interrumpidas por un crujido repugnante.
Todos estos años Lily soñaba con el momento en que sería capaz de ver
la vida pasar delante de los ojos de Baal, pero cuando finalmente
sucedió, se dio la vuelta. Sintió frío y calor al mismo tiempo. Las
náuseas aumentaron considerablemente.
Luego se hizo el silencio, y lo único que podía oír era el sonido de
su propia respiración entrecortada. Segundos después, una llamarada
de luz blanca intensa iluminó el garaje. Baal ya no existía. Sus hombros
se hundieron mientras sus palabras se reproducían.
Unos fuertes brazos la rodearon, la hizo girarse y la apretó contra
su pecho. Lily echó la cabeza hacia atrás. —¿Tú... tú crees que estaba
diciendo la verdad?
Julian pasó una mano por su mejilla mientras miraba por encima
de su cabeza. Él no contestó.
Lily suspiró. —Todas esas mujeres.
—No es tu culpa —dijo él, mirándola—. Nada de lo que hizo Baal
es tu culpa.
Ella sabía que no lo era, pero no lo hacía más fácil de digerir. —
Supongo que debí haberte escuchado.
Julián se rió, pero sin humor. —Eres Lily. No esperaba que me
escucharas, pero me gustaría que lo hicieras. —Se inclinó, y rozó sus
labios sobre su frente—. Por lo menos no fue una pérdida total. Baal
está muerto, y la información que el esbirro proporcionó puede resultar
valiosa. Y ahora sabemos que es Asmodeus quien está moviendo los
hilos. Eso es algo.
—Maldición. Sé que Baal sabía quién era.
—Él nunca te lo hubiera dicho aunque quisiera. Muchos prefieren
hacer frente a una eternidad en el infierno que traicionar a Asmodeus.
—Julian besó la coronilla de su cabeza mientras estrechaba su mano,
entrelazando sus dedos con los de ella—. Es tarde, vamos.
Ella se dejó llevar, pero no podía dejar de mirar hacia atrás. Un
punto negro quemó la viga de cemento en la que Baal había sido
estrellado, el único recuerdo del ángel caído. Temblando, pensó en las
mujeres, y en cómo ella habría sido una de ellas si no hubiera sido por
Julian hace tantos años.

224
26 Traducido por Sofí Fullbuster
Corregido por Mel Markham

E
l domingo debería haber consistido en cazar e investigar
más, pero en su lugar, involucró comer en la cama y ver
malas películas de acción.
Y sexo, un montón de sexo.
—No te dejaré salir nunca de esta cama —murmuró Julian—.
Creo que podría tenerte aquí para siempre.
Se subió encima de él. —¿No has tenido suficiente?
Agarró sus caderas, deslizándola hacia su erección. —Nunca
tendré suficiente.
En serio le creía. Era insaciable. No que ella se estuviera
quejando. Era agradable poder olvidar todo por un momento,
especialmente después de la noche anterior. Cerniéndose sobre él, Lily
aferró sus manos al colchón. —Tengo que regresar al Santuario
mañana.
—No puedo creer que vayas a regresar a ese lugar. —Puso mala
cara.
—Julian —suspiró.
—No puedo entender tu devoción a ese lugar y a esa gente que
por voluntad propia te dieron la espalda.
Se contoneó un poco, observándolo retorcerse mientras intentaba
concentrarse. —No todos me dieron la espalda, Julian. —Luke la había
llamado a su celular al menos una docena de veces desde anoche—. Sé
que es difícil entenderlo, pero no es como ser expulsado del Cielo. Tengo
permitido regresar al Santuario. Y bueno, tú no tienes permitido volver
al Cielo.
Julian le dio una mirada divertida.
Se rió disimuladamente. —De cualquier forma, prometiste que ya
no sacarías ese tema.
Arqueó una rubia ceja hacia ella. —Algunas promesas son
difíciles de mantener.

225
Lily sonrió. —Bueno, necesitas trabajar en eso. —Se deslizó hacia
él, sus labios tan cerca de esa parte suya que crecía rápidamente—.
Tengo que regresar mañana. Y mañana por la noche necesitamos
empezar a buscar algunos esbirros.
La observaba con los ojos llenos de anticipación. —Sí, mañana…
la cosa de los Nephilim. Seguro.
—Julian, nunca te había escuchado hablar tan
incomprensiblemente. Esa oración ni siquiera tiene sentido.
—¿No?
—No. —Su rosada lengua se movió rápidamente por la palpitante
cabeza de su polla.
Sus labios se abrieron. Lo hizo de nuevo, y esta vez, sus labios
siguieron su camino. Sus manos se apretaron debajo de las suyas.
Observándolo a través de sus pestañas, miró hacia su fascinado rostro
y deseó darle el mismo placer que Julian tan egoístamente le había
dado al principio.
Por supuesto, Julian tenía otros planes, y con un suave
movimiento, la sentó sobre su palpitante miembro. Lily lanzó la cabeza
hacia atrás, disfrutando de cuán bien se sentía.
En algún lugar durante el fin de semana, Lily había decidido que
demostrar que Julian no era malvado era más importante que buscar a
quien estaba traicionándolos. Cuando se lo había dicho, él se rió y luego
le deseó suerte.
Pero Lily estaba determinada. Tenía que haber una forma para
que los otros Nephilim lo vieran como ella lo hacía, y le había dicho que
encontraría una. En lugar de reírse de ella esa vez, le besó ligeramente.
—Tenerte a ti, viéndome de la forma en que lo haces, es suficiente para
mí, Lily.
Esas palabras tocaron una parte de su ser, una que era sensible y
vulnerable. Doblándose sobre él, descansó la cabeza en su pecho y
sonrió. Su teléfono sonó una vez más, pero como las otras veces, lo
ignoró.

* * *

—¡Detén la limosina! —gritó el senador por segunda vez mientras


ajustaba su esmoquin—. Maldición, es difícil encontrar un buen
conductor estos días.
El hombre frente a él sonrió perezosamente. —Remold era un
buen conductor, pero no me gustaba cómo lucía, y conoces mi
temperamento. No es mi fuerte.

226
La mirada del senador Sharpe se dirigió a la cosa desparramada a
lo largo de su asiento de cuero. Dios, odiaba a los esbirros más de lo
que odiaba a los ángeles caídos que lo tenían cogido por las bolas. Con
quien compartía la limosina era temperamental e impredecible, esa
noche le rompió el cuello de su conductor de la semana pasada. Sharpe
no tenía idea de lo que había provocado que Gareth hiciera ese
movimiento, pero nunca entendería a los esbirros.
—¿Cuánto tiempo tenemos que estar aquí? —preguntó Gareth,
claramente molesto con el evento de caridad que se celebraba en The
Mayflower.
—No necesitas asistir —respondió Sharpe débilmente.
Sinceramente, hubiera deseado que Asmodeus no enviase a uno de sus
esbirros con él. No es como si fuera a hacer algo que arriesgara sus
planes. Sharpe no tenía deseos de morir. No aún, al menos.
Gareth suspiró. —Odio las recaudaciones de fondos. Es domingo
por la noche. Podría estar haciendo algo mejor.
Ni siquiera se molestó en responder. Retirando un hilo de su
esmoquin, se preparó para mezclarse con los empresarios élites más
poderosos de la ciudad asistiendo para la recaudación de fondos en el
magnífico hotel. El senador sólo tuvo un momento para preparase antes
de que la puerta se abriera, y una oscura forma se moviera a través de
la apertura. Desplazándose asombrosamente rápido, la sombra entró en
la limosina, tomando forma junto al sonriente esbirro. La puerta se
cerró.
Su corazón latía dolorosamente. Baba manchó el asiento mientras
se esforzaba por respirar. Su rostro fue empujado hacia el frío cuero
cuando intentó alzar la cabeza. —¿Qué es esto? —Jadeó mientras sus
dedos se clavaban en el asiento.
Gareth se rió perezosamente. —Hola, hermano Nephilim.
El senador Sharpe se congeló cuando la mano apretó su cráneo.
Era el Nephilim, el único del Santuario.
—¿Cómo te atreves a incluso hablarme? —dijo el Nephilim, su voz
teñida con repulsión.
Gareth se rió disimuladamente y luego dijo—: Oh, crees que eres
mejor que nosotros. Cuando eres tan malvado como yo, Nephilim.
La tensión en la limosina se intensificó hasta niveles
insoportables. El senador tenía miedo de que si Gareth continuaba
burlándose del Nephilim, él sería el único que terminaría con el cuello
roto. El Nephilim se movió sobre él, y hubo un chasquido que hizo que
el interior de Sharpe temblara.
Tratando de conservar la calma en su precaria posición, Sharpe
se las arregló para girar la cabeza lo suficiente, así podía respirar un
poco mejor. —¿Tienes nombres… para darme? —preguntó, su voz
sonando frenética y lamentable incluso para él. Odiaba cómo sonaba,

227
detestaba cuánto poder tenían esas cosas sobre él. Dios, si pudiera
regresar en el tiempo, nunca habría dormido con la secretaria que había
comenzado todo eso. ¡Debería haber quemado a esa perra!
—¿Por qué otra razón estaría cerca de la escoria que eres?
El senador sabía que era mejor no señalar alguno de los defectos
del carácter de los Nephilim. Esperaba que Gareth también se
abstuviera de hacerlo. Se esforzó por decir las palabras. —¿Qué quieres
que le diga a Asmodeus?
—El poli está progresando más rápido de lo que inicialmente
esperaba. Se ha ofrecido por el contrato al Santuario.
—¿Contrato? —balbuceó. No tenía ni una maldita idea de lo que
el Nephilim hablaba.
—Asmodeus sabrá de lo que estoy hablando.
La mano que no presionaba bajo su pecho se apretó en un puño.
Se sentía indefenso. Lo que lo hacía sentir enfermo. —¿Eso es todo?
Se rió. Era un sonido mucho más molesto del que Gareth hacía.
Era retorcido, frío y plano. —Dile que dos Nephilim más han sido
descubiertos en Montana. Son mujeres. Debería encontrar eso
particularmente interesante.
Algo cayó junto al rostro del senador. Por lo que podía ver, parecía
una carpeta. —¿Eso es todo? —rechinó de nuevo.
—Por ahora —respondió el Nephilim.
La presión sobre su cabeza desapareció repentinamente, y el
dulce olor a madreselva flotó por la puerta abierta de la limosina. El
senador Sharpe se enderezó e inmediatamente comenzó a alisar su
arrugado esmoquin. Miró hacia un sorprendentemente silencioso
Gareth. Un grito se atascó en su garganta.
Pálidos ojos muertos miraban, sin ver, al senador. La cabeza del
esbirro yacía en los relucientes zapatos del senador, la boca abierta con
un grito silencioso.
Horrorizado por la brutal violencia, miró hacia el desplomado
cuerpo del esbirro mientras su mano se apretaba ante el repentino
dolor en su pecho. —Jesucristo.

* * *

El lunes consistió en entrenar a un muy enojado Michael, quien


lucía como si no quisiera escuchar ninguna de sus palabras. Evitó estar
sola con él, ya que no tenía las respuestas que necesitaba.
También pasó tiempo evadiendo a los miembros del Círculo, lo
que no era demasiado difícil teniendo en cuenta que la mayoría de ellos

228
la evitaba como si tuviera la peste negra. Permaneció en la habitación
de entrenamiento y en la cafetería, donde las probabilidades de
confrontaciones eran escasas. Los únicos que le hablaban eran Rafe y
Remy. O no sabían todo lo que había sucedido o eran buenos fingiendo
que Lily aún era la mejor. Trató de encontrar a Nathaniel para decirle
sobre Baal y sobre la información que había conseguido del esbirro,
pero nunca se encontraba en la oficina, y ni siquiera respondía los
mensajes que le había dejado con Sandy.
Luke la había acorralado en el momento en que entró al
Santuario, exigiéndole saber por qué no había podido responder alguna
de sus llamadas en todo el fin de semana. Le dio una mirada que decía
que preferiría no saber, y ahora también lo evitaba.
El lunes por la noche, ella y Julian exploraron la ciudad entera,
buscando más esbirros, pero volvieron con las manos vacías. Ni un
Nephilim corrupto, ni un humano poseído moviéndose por las calles. La
noche fue un total desperdicio cuando no hicieron ningún progreso en
la búsqueda de quién estaba traicionándolos.
Por otro lado, Julian y ella habían regresado a su apartamento
por otra estimulante ronda de sexo. Esa vez no fue demasiado
desgastadora.
El resto de la semana fue de la misma forma. Michael estaba cada
vez más molesto, especialmente después de darse cuenta de que su
tiempo libre era más como unas vacaciones indefinidas. Molesto no era
la mejor descripción. Finalmente explotó, y sólo después de que se
encerró en la oficina de Nathaniel, sin Lily, se calmó.
Lily continuaba jugando a las escondidas con el Círculo.
Eventualmente, dejó de tratar de evadir a Luke y le dijo sobre Baal y
Asmodeus. Gracias a Dios se lo dijo en la esquina de la habitación de
entrenamientos, porque cuando comprendió que había estado cazando
con Julian, también explotó.
—¿Has estado cazando con él? —demandó Luke.
Su mirada se movió rápidamente hacia Rafe y Michael. —Luke,
baja la voz. Ya me oíste la primera vez. No importa. Baal está muerto. Y
sabemos que el Nephilim que está traicionando al Santuario es un tipo
arrogante y que está dándole información a Asmodeus.
—¿Que no importa? —Su voz se elevó—. ¿Estás loca?
Michael falló al objetivo con el cuchillo y los miró con el ceño
fruncido.
—Mira lo que hiciste ahora —murmuró.
—No me importa —dijo, mucho más bajo—. Lily, cuando eres
acusada de trabajar con un Caído, la peor cosa que puedes hacer es
pasar el rato con él.

229
Lily exhaló lentamente. —¿Siquiera me escuchaste? Sabemos que
Micah está trabajando con Asmodeus. Todo lo que necesitamos es la
evidencia.
—Lily —suspiró Luke—. ¿Por qué estás tan emperrada con
Micah?
—¡Porque es él! —siseó.
—Pequeña idiota, ¿crees que Nathaniel no ha estado vigilando a
Micah? ¿Crees que yo no lo he estado observando?
Resopló. —Como sea. Nathaniel no cree que sea Micah. Piensa
que estoy siendo coaccionada.
Luke pasó los dedos por su desastroso cabello castaño. —Estás
equivocada. Nathaniel ha estado siguiendo a Micah, pero no ha
encontrado nada. Ahora está viendo otras posibilidades.
Lily no estaba lista para dejar ir el sentimiento de traición que
sentía hacia Nathaniel. —Así que, ¿está buscando información?
Luke se volvió para mirar a Michael. El silencio fue su respuesta.
Lily maldijo. —¿Qué esperabas? —preguntó Luke silenciosamente. La
miró con ira entonces—. Vas a odiarme, pero concuerdo con Nathaniel.
Esto tiene que parar. Y tú necesitas ser encerrada.
Se volvió hacia él, sus manos cerrándose en puños. —Si lo haces,
si me delatas, nunca me verás de nuevo.
Inclinó la cabeza hacia un lado, sin preocuparse. —Ya no tienes
quince. No puedes sólo marcharte.
Abrió la boca, pero no se le ocurrió nada ingenioso. Nunca
olvidaría la noche en que había huido después de que Nathaniel se
rehusara a dejarla acompañar a Luke a una cacería. No había sido uno
de sus momentos más finos.
—Estoy preocupado por ti —dijo Luke silenciosamente.
Escaneó su rostro. Lucía preocupado, como si no hubiera
dormido en días. Habían ligeras sombras bajo sus ojos, y sus irises eran
casi transparentes. —No te preocupes por mí, Luke. Tengo todo bajo
control. Dame un par de días más y tendré algo para probar mi
inocencia. —Con suerte, conseguiría una forma de demostrarles que
Julian no era malvado también.
—No lo sé.
—Por favor, Luke. —Agarró su brazo—. Me conoces. Sabes que lo
conseguiré. Siempre lo hago. Por favor, sólo dame unos pocos días más.
Luke se tensó. Un músculo palpitó en su mandíbula. Un lacónico
e incómodo silencio se estableció entre ellos. —Tú y Anna se parecían
demasiado, ¿lo sabes? Ambas tenían a Nathaniel comiendo de sus
manos. Y ninguna de las dos podía ver lo que le hacían a la gente que
se preocupaban por ustedes. A veces es difícil diferenciarlas.

230
Lily respiró profundamente.
—Vas a terminar como ella.
—Luke —Jadeó.
Él cerró los ojos, como si estuviera recobrando el control. —Lo
amas, ¿no?
Abrió la boca para negarlo, pero su respuesta murió en sus
labios. ¿Amaba a Julian? Quería decir que no, que era sólo sexo y
compañerismo, pero su corazón revoloteó.
Luke se rió, pero sin el típico humor de Luke. Por un momento,
bueno, no lo reconoció en absoluto mientras la miraba como si fuera un
desconocido virtual para él. La incomodidad la llenó. —Luke…
Parpadeando, finalmente puso su mano sobre la de Lily. —Sí, sé
que normalmente logras todo. Aún no sé si me gustará el resultado de
todo esto o no.
El alivio la recorrió. —Sé que odias esto, pero por favor, dame un
par de días más. Por favor.
—Esto apesta —Se quejó—. Sólo no me decepciones. Prométeme
que te mantendrás lejos de Julian, y no iré con Nate.
Lily apartó la mirada, incapaz de mentirle mirándolo directo a los
ojos. Incluso ella tenía sus límites. —Lo prometo.

* * *

Sudor lo empapó y sus piernas gritaron en protesta, pero Michael


siguió empujando. Horas atrás, Rafe había dejado la sala de
entrenamientos. Su última orden fue para Michael, para que corriera a
toda velocidad e hiciera ejercicios hasta que ya no pudiera moverse.
—¿Tuviste suficiente?
Michael se levantó del lugar donde hacía flexiones de brazos.
Estaba sorprendido de que Lily aún estuviera allí, considerando que
normalmente desaparecía segundos después de que el entrenamiento
terminara. —No.
Lily lo observó mientras corría rápidamente una distancia en la
habitación para agacharse para otras flexiones de brazo.
La empujó a un lado mientras pasaba. La ira hervía debajo de su
piel mientras corría de nuevo, agachándose para otras flexiones de
brazo.
Lily se rió, parándose frente a él. —Detente… es una orden.
Se detuvo con las manos en las caderas. Se tomó un momento
para tranquilizar su respiración. Sólo cuando creyó que no iba a

231
comenzar a jadear como un idiota, la encaró. —¿Vas a decirme quién
mató a mi madre?
—Ya te he dicho que no lo sé. Nadie lo sabe.
—No te creo —dijo—. Sabes quién lo hizo.
Lily suspiró. —Oye, sólo estaba revisándote. No vine aquí para
discutir. Te veré más tarde. —Se giró.
No quería que se fuera… no aún. Apartando la ira, pasó la palma
de su mano por la frente. —Lo siento. Sólo estoy algo agitado. Así que,
¿cuánto tiempo hasta estado viendo?
Lo miró de nuevo, cruzando los brazos sobre su pecho. —Lo
suficiente como saber que necesitas más tiempo.
Sus cejas se dispararon. Ella dudaba de él, pero al menos, se
había quedado. —Estoy listo ahora.
—¿Crees que estás listo para pelear conmigo? —Inclinó la cabeza
hacia un lado—. Si puedes golpearme, entonces sí, tal vez.
—Creo que lo haré bien —ofreció sin una pizca de duda. Sabía
que si podía probarle que estaba listo, entonces podría alejarse tanto
como pudiera de ese lugar. Casi había olvidado como lucía el mundo
exterior.
Lily lo miró fijamente. Sombras oscuras crecían bajo sus ojos,
haciéndolos lucir sin brillo. —No voy a hacerlo fácil para ti, camarada.
—No esperaba que lo hicieras. —Sonó su cuello. Los pantalones
de trote colgaban en la parte baja de sus caderas mientras se
enderezaba—. Hagámoslo.
Lily lo invitó con una descarada sonrisa. Esperó hasta que estuvo
a un solo metro de distancia antes de lanzar una brutal ofensiva. Era
rápida y ligera. Fintaría hacia un lado para evadir un duro empujón y
terminaría con una patada de costado en su abdomen. En breve, cayó
sobre su espalda, jadeando y soltando maldiciones debido a la violenta
patada.
—Creí que estabas listo —anunció, sin siquiera sonar sin aliento.
Respirando ásperamente, saltó sobre sus pies. Él era mejor que
esto. Había estado peleando no sólo con Rafe, sino con dos o tres
Nephilim más al mismo tiempo. —No he terminado todavía, querida.
—¿Querida? —repitió—. Eso me impresiona demasiado.
Michael sonrió con suficiencia, agarrando dos de las cuchillas
semi-circulares del suelo.
—Oh, así que quieres jugar duro, ¿no? —Lily sacó las espadas de
su sitio—. Te estás creyendo demasiado.
Michael no respondió. En su lugar, lanzó una patada al estilo
mariposa, moviendo las espadas mientras aterrizaba. Lily lo encontró

232
con una risa salvaje. Golpe tras golpe, fueron tras el otro. Michael
bloqueó una serie de patadas y puñetazos que habrían noqueado a un
hombre inferior. Siguió el ritmo de los movimientos fácilmente, e incluso
un poco arrogante. —Vamos, Lily, había escuchado que podías hacerlo
mejor.
Lily se burló justo antes de girar sobre su talón elegantemente, y
con una poderosa patada en círculo, golpeó sus piernas, lanzándolo al
suelo. Las espadas volaron lejos debido al impacto.
Lily se paró junto él, sonriendo con suficiencia. —Nunca bajes la
guardia.
Michael tosió, girando sobre su costado y mirando hacia su
petulante rostro. —¿Nunca bajes la guardia? —Moviéndose
rápidamente, fue a por sus piernas. Le dio al borde de sus pies.
Incapaz de hacer algo, aterrizó sobre su esbelto cuerpo. Pero
antes de que Michael pudiera reaccionar, Lily puso el afilado borde de la
espada en la frágil piel de su garganta. —Ahora, ¿qué vas a hacer?
Miró hacia la afilada espada y luego de nuevo hacia sus brillantes
y risueños ojos. Lily era fuerte e increíblemente rápida, pero él pesaba
cerca de cuarenta y cinco kilos más que ella, y le ganaba por casi
treinta centímetros. Utilizando las habilidades que Rafe le había
enseñado y la ventaja que tenía en fuerza, se aferró a las caderas de Lily
con sus piernas y giró. La miró. —¿Qué vas a hacer? —se burló.
Ella trató de mover sus piernas, pero la fuerza férrea de sus
muslos las sujetaba al suelo. Cuando levantó la parte superior de su
cuerpo para desbalancearlo, Michael rápidamente la forzó hacia abajo.
—Bueno —escupió—, aparentemente eres un experto en la lucha.
Michael sonrió con suficiencia. —Ahora, ¿quieres decirme que no
estoy listo? ¿Aún a pesar de que te vencí?
—Bueno, mierda. —Sonrió—. Podrías estar listo.
Mirándola, se rió. —Eso era todo lo que quería escuchar.
Lily frunció el ceño. —Bien. Ahora bájate de mí.
Rodó hacia un lado y se sentó con las piernas cruzadas junto a
ella. —No puedo creer que te haya ganado. Soy impresionante.
Lentamente, Lily se sentó y lo miró. —Que no se te suba a la
cabeza. Sólo ha sido una vez.
—Podríamos hacerlo de nuevo, pero me siento mal patear tu
trasero. —Sonrió, pero la sonrisa rápidamente decayó mientras se
levantaba—. Mierda. ¿Sabes de qué acabo de darme cuenta?
—¿Qué?
—Algunos de esos poseídos y esbirros serán mujeres. —Movió su
peso de un pie a otro—. Hombre, aparte de esa poseída en el pozo de las
escaleras ese día, nunca había golpeado a una mujer en mi vida.

233
—Bueno —dijo lentamente—. No las veas como mujeres, ¿vale? Y
créeme, cuando la primera trate de arrancarte los intestinos, lo
superarás rápidamente.
—Espero que todas traten de hacer eso. No quiero complicarme
demasiado.
Lily sonrió. Parecía que algo de tensión había dejado su cuerpo.
La observó por unos cuantos segundos, preguntándose qué debía haber
sentido al crecer en este mundo. Cuando se lo preguntó, le sorprendió
que le respondiera.
—Es difícil de explicar —dijo—. El Santuario se convirtió en mi
familia, ¿sabes? Y todo esto: las peleas y la locura, es una segunda
naturaleza para mí. Hay días en que nada me impresiona.
—¿Y los otros?
Lily levantó la cabeza, sus ojos amplios y, de alguna forma,
distantes. —Hay días en que desearía ser tú y que nadie me hubiese
encontrado.
—No lo sé. ¿Vivir y no saber lo que era? Todo esto habría sido
más fácil si lo hubiera sabido. Podría haber evitado años de sentirme
como si hubiera algo más que debería estar haciendo. —Se rió,
sacudiendo la cabeza—. Sé que suena como una excusa.
—¡No! No. No suena como una excusa. ¿En serio, te sentías así?
Asintió, aliviado de en realidad estuviera teniendo una
conversación normal con alguien. —Siempre me sentía como si me
estuviera perdiendo de algo como a propósito.
—Guau —murmuró—. No tenía idea.
Comenzó a responder, pero fue interrumpido por una alarmante
cantidad de gritos. Lily se levantó rápidamente y luego se dirigió hacia
la puerta. Casi sacándola de las bisagras, abrió la puerta.
Michael la siguió hacia el pasillo. El resplandor del corredor le dio
un duro brillo a la escena frente a él. Más allá en el pasillo, donde se
encontraban los laboratorios, Lily estaba paralizada.
Parte de él, deseó no haberla seguido. Había visto muchas cosas
malas en su vida pero… esto era la peor cosa que había visto nunca.
Luke y Danyal respaldaban a un hombre que estaba desplomado
entre ellos; su cabeza colgaba hacia abajo y sangre salía a raudales de
su desastroso cabello rubio. Michael ni siquiera podría decir de qué
color había sido su camisa. Empapada con sangre, se había desgarrado,
y tiras de piel colgaban de sus huesos.
Ambos avanzaron un paso, y la cosa levantó la cabeza, dejando
escapar un aullido que espantó a Michael. El Nephilim estaba
totalmente irreconocible. Profundos cortes avanzaban desde su cuero
cabelludo hasta su barbilla, exponiendo tejidos y músculos.

234
—¿Micah? —Jadeó Lily.
La recepcionista en el vestíbulo se movió detrás de ellos con un
móvil presionado a su oído. Su normalmente cuidado exterior parecía
haber desaparecido mientras movía una mano sobre su firmemente
apretado peinado. —No me importa quién eres —Siseó al teléfono—. ¡O
que cena estoy interrumpiendo! ¡Si no pones al doctor Winchester al
teléfono ahora, te quedarás sin trabajo y una cabeza!
—¿Qué sucedió? —preguntó Lily.
—No lo sé —respondió Danyal, visiblemente alterado—. Luke lo
encontró.
Sandy cerró su teléfono de golpe. —El doctor está en camino.
Llamaré a Nathaniel. —Corrió por el pasillo.
Lily los siguió al interior de una habitación. —¿Luke?
Luke guió al lastimado hombre hacia la cama. —Lily, deberías
irte.
Ella se enderezó, desafiante. —¿Qué le sucedió?
—Nunca había visto a alguien tan herido antes —gruñó Danyal
mientras ayudaba a Luke a subir al hombre a la camilla—. No sé si lo
logrará.
Micah gimió, abriendo un ojo manchado con sangre. —Él… él me
hizo esto.
Danyal se movió hacia el costado de Micah. —Shhh, no hables.
Todo va a estar bien. El doctor está en camino. Él va a arreglar esto.
—Él hizo… esto. —Sangre goteó de su boca.
Lily se inclinó hacia delante, pero Luke agarró su brazo,
alejándola de la camilla.
Se alejó de su agarre. —Luke, ¿qué demonios sucedió allí afuera?
Luke maldijo, hurgando en el gabinete hasta que encontró lo que
había estado buscando. Sacó una caja de agujas y una bolsa de
sedantes lo suficientemente potentes como para dormir a un caballo.
Danyal quitó los restos de la camisa de Micah, exponiendo lo que
quedaba de él. Lily cubrió su boca, retrocediendo hasta Michael. La
sujetó, tratando de darle algo de consuelo, pero incluso él había
apartado la mirada.
Luke inyectó la aguja en el brazo de Micah mientras le susurraba
algo. En segundos, el Nephilim estuvo inconsciente. Luke se alejó de la
cama, cerrando los ojos brevemente. Cuando se repuso, sus pálidos
ojos encontraron a Lily.
Llámalo intuición o una terrible corazonada, pero Michael puso
su mano en la pequeña espalda de Lily.
—¿Qué? —preguntó, su voz apenas un susurro.

235
—Fue Julian quien le hizo esto —dijo Luke, sin siquiera romper el
contacto visual con Lily.
Su rostro se puso tan pálido que Michael temió que se
desmayara. —No. Él no lo haría… —Se volvió hacia Danyal, que se
había retirado hasta una esquina—. No lo hizo.
Danyal la miró a través de los dedos. —Es verdad.
—¡Lo vi hacerlo, Lily! —dijo Luke, sosteniendo su mirada—.
Deberías haber dejado que Micah lo matase cuando tuvo la
oportunidad. Ahora mira lo que le sucedió. Tu valioso Micah hizo esto.
¡Este es el por qué has estado arriesgando todo!
—Es suficiente, Luke —ordenó con serenidad Nathaniel mientras
entraba en la habitación.
—¿Suficiente? —Se volvió hacia él—. ¿Será suficiente cuando
traigamos a Danyal aquí? ¿Cuándo traigamos a Lily? ¿Será suficiente,
entonces? ¡Es un Caído! ¡Esto es lo que hacen!
Lily se alejó de ellos, saliendo hecha una furia de la habitación,
sus ojos destellando con terror e ira. Michael comenzó a ir detrás de
ella.
—Déjala ir, Michael —Nathaniel se volvió hacia la recepcionista—.
¿Cuándo llegará el doctor?
Ella se aclaró la garganta, sus ojos fijándose en Nathaniel. —
Debería estar aquí en unos minutos.
—Por favor, asegúrate de que Lily este en su habitación.
Enciérrala si es necesario. —Miró hacia Michael—. Deberías irte —
ordenó Nathaniel silenciosamente—. No necesitas ver esto.
Era demasiado tarde para borrar ese recuerdo de su memoria.
Mirando hacia Micah, tumbado a lo largo de la camilla. Ahora veía de
primera mano la violencia que existía entre Nephilim y Caídos. Nunca
había visto tal destrucción o tanta sangre. Esta formaba un charco
debajo de la cama, en cantidades tan grandes que Micah ni siquiera
habría estado vivo a ese punto.
—¿Estás seguro de que fue Julian? —preguntó Nathaniel
mientras ponía su mano sobre la cabeza de Micah. Su intensa mirada
encontró la de Luke. Cuando el Nephilim asintió, se levantó—. ¿Qué
sucedió?
—No lo sé —respondió Danyal.
Michael había olvidado que estaba allí. Miró por encima del
hombro y vio que el detective tenía la cabeza en sus ensangrentadas
manos.
Antes de que Nathaniel pudiera responder, Sandy entró. —
¿Nathaniel?

236
Él inclinó la cabeza rápidamente, sin perderse el desesperado
tono en su voz. —No me digas.
Sandy parecía afligida y asustada. Descarriados cabellos se
habían soltado, y sus dedos los movían a un lado. —Fui a la habitación
de Lily —dijo. Su nerviosa mirada se movió desde Nathaniel hacia
Micah—. Se ha ido.
Luke se puso rígido.
El estómago de Michael cayó. Se volvió hacia Nathaniel, rezando
para que su suposición no fuera correcta. —No lo haría. —Miró hacia
Micah—. No, no lo haría.
Nathaniel encontró su mirada. —Lily lo haría. Fue tras Julian.

237
27 Traducido por Nats
Corregido por Itxi

L
ily corrió a través de la lluvia, cayendo sobre los tejados
resbaladizos y las bajas cornisas. Nada podía borrarle la
imagen del cuerpo destrozado de Micah.
¿Dejarme cuidar de Micah? No. No. No.
¿Había hecho esto por ella? Oh Dios, iba a vomitar.
No importaba que sospechara de Micah. No se merecía esto. Nadie
se lo merecía.
Tropezó, y luego cayó. Deslizándose por el tejado de pizarra de
una antigua fábrica, consiguió detenerse en el último segundo. Lily se
impulsó hacia arriba, acurrucándose contra una marquesina como si
su mundo se estuviera viniendo abajo.
No Julian. No podía haber hecho esto. Destrozó a los Nefilim en
pedazos sangrientos, ¿y para qué? Compartiste tus sospechas con él. Se
había ofrecido a cuidarte. ¿Qué esperabas que hiciera? ¡No! Ella le había
dado… todo. Y su corazón —oh Dios, se había enamorado. ¿Ahora se
daba cuenta de eso? ¿Ahora?
No podía ser cierto, pero lo era. Luke lo había visto, y él nunca le
mentiría, sin importar lo mucho que odiaba a Julian.
Lily se tapó la boca, ahogando un grito.
Lo había defendido, intervino cuando Micah estuvo a punto de
herirlo gravemente o de matarlo, y ella… lo amaba. Vio a Julian
colgando a Micah sobre la azotea. Recordaba su bella cara retorciéndose
en una casi espantosa mueca mientras Micah intentaba deslizar el
puñal por su pecho. ¿Qué había hecho? Había cogido la daga y la había
lanzado lejos.
Abrió los ojos, mirando al oscuro cielo mientras lluvia caía por su
rostro.
¿Por qué no eres como ellos?
¿Quién dice que no lo soy?

238
Su cara furiosa fue sustituida por aquella que le provocaba tanta
ternura. La sostuvo en sus brazos, le hizo el amor, y la engatusó poco a
poco a su mundo… a amarlo.
Se levantó de la marquesina, aterrizando en el edificio de al lado.
Un rayo apareció sobre su cabeza, y el trueno resonó por todo el metal
de alrededor. La tormenta no era nada comparado con lo que sentía por
dentro.
En cuestión de minutos cayó sobre el balcón de su apartamento.
Se había marchado con tanta prisa, que no había cogido ni las llaves ni
nada. Otro trueno retumbó por encima mientras Lily tiraba la pequeña
silla blanca contra la puerta de cristal reforzado. Se rompió en una
docena de fragmentos grandes. Desbloqueó la puerta, ignorando la
pieza de cristal afilado que contuvo su mano y la cortó. Ni si quiera se
inmutó. De hecho, le dio la bienvenida al cálido dolor que atravesó la
bruma de otro dolor diferente.
Lily entró en su apartamento; la empapada camisa se aferraba a
su piel, y su pelo se rizaba alrededor de su cara. Con cada paso que
daba dejaba pequeños charcos de agua y sangre. Dejó las puertas del
balcón abiertas.
En poco tiempo, la familiar conciencia se movió a través de ella.
De espaldas a la puerta, cerró los ojos contra el ataque de dolor y rabia.
—¿Lily?
Sus hombros se tensaron con el profundo sonido de su voz.
—¿Qué ha pasado? Puedo… sentir que algo está mal. Estás
herida.
Inhaló una respiración entrecortada. Con su corazón estallando
en una masa inútil, le enfrentó. Su camiseta se aferraba a su estómago,
seguido por la ondulación suave de carne y músculo de su pecho.
Lluvia goteaba de sus espesas pestañas, y sus ojos ardían
brillantemente.
¿Podía algo tan hermoso ser tal monstruo?
Vio el cuerpo maltrecho de Micah. Vio la forma en la que Luke la
miró. Se acordó de las advertencias de Nathaniel. Es un Caído. Nunca lo
olvides.
—Julian. —El dolor, el profundo sentimiento de pesar por lo que
tenía que hacer era visible en una sola palabra.
Julian notó los fragmentos de cristal. —Lily, ¿qué ocurrió? ¿Estás
bien?
—Sabes lo que pasó. —Levantó la mano—. No te acerques más.
Algo brilló en sus insondables ojos. —¿Lily?
Bajó la cabeza. Su pecho subía y bajaba con cada dolorosa
respiración, y sus dedos se curvaron. —¿Cómo pudiste hacerle eso?

239
—¿De qué estás hablando?
—¡No me mientas! —gritó. Toda la rabia y el dolor se desbordaron.
Dio un paso hacia él—. ¿Cómo pudiste hacerlo? ¡Confié en ti!
Julian alzó una mano. —Lily, para por un segundo. Dime qué
piensas que hice.
—¡Destrozaste a Micah en pedazos! —Se estremeció, y las dagas
se deslizaron de sus puños. Le observó cuando su mirada se entrecerró
en sus manos, luego regresó a su cara—. ¡Le arrancaste la carne! ¿Lo
hiciste por mí? ¿Por qué sospechaba de él?
Julian ni se inmutó. Encontró su mirada salvaje. —No lo hagas,
Lily.
No hubo disculpa. Ni excusa, nada. Se sintió como si su corazón
se hubiese roto de nuevo. —No tengo otra opción. No me dejaste otra
opción.
—No lucharé contigo.
Sus ojos se cerraron brevemente. Se volvió fría y entumecida.
Deber, se dijo a sí misma. Es tu deber, no el de tu corazón o cordura. —
Entonces morirás.
Saltó hacia él. Se tambaleó hacia atrás, sorprendido por la
intensidad detrás de cada patada y puñetazo que le asestó. El borde de
su cuchilla rasgó sobre su pecho. Una brillante línea de rojo floreció y
sangró sobre su camiseta húmeda.
Pero no atacó. Julian bloqueó lo que puedo, pero Lily se movía
como un torbellino. Sus golpes eran rápidos y precisos. Otra línea roja
apareció sobre su mejilla.
—¡Pelea! —le gritó de nuevo.
—No voy a hacerte daño. —Bloqueó su swing.
—¡Ya lo has hecho!
Se estremeció de nuevo, como si sus palabras le hirieran más que
el filo de su cuchilla. Mientras Lily atacaba, pensaba en nada más que
el cegador dolor y la vergüenza que sentía por confiar en él, por
quererle. Sus pensamientos eran un caos irracional; sus ojos se
llenaron de lágrimas que se negaba a derramar. Y, Dios mío, había sido
Micah en vez de ella quien acabó como Anna.
Julian golpeó su brazo cuando su cuchilla patinó sobre su pecho
una vez más. —¡Detén esto, Lily!
Le golpeó con una doble patada, estampándolo contra la pared. —
¡Te amaba! —gritó mientras golpeaba con el brazo derecho en su pecho.
Julian se congeló. Esos ojos brillantes atraparon los de ella; sus
manos la soltaron. Su hermosa cara se constriñó. —Lily —susurró.

240
Ella vaciló. No podía respirar mientras miraba a esos ojos. Lily le
vio la primera vez que le salvó de Baal. Imágenes de Julian llevándola
de vuelta a su dormitorio aparecieron. Besándola, deslizándose en ella,
y cómo la abrazaba, como si fuera la cosa más preciosa en el mundo. La
forma en que su corazón se hinchó cuando le vio, o la forma en que su
pulso se aceleraba cuando decía su nombre tan suavemente. No podía
moverse.
De alguna forma todavía lo amaba.
Su brazo tembló. Había montañas de razones por las que debía
matarle, especialmente cuando no hacía nada para defenderse. Sería
fácil. No sería la primera vez que había matado a un Caído. Eso es todo
lo que era para ella ahora, otro Caído con el que tenía que tratar.
Oh Dios, no podía hacerlo. Porque muy dentro de sí misma,
alguna parte retorcida seguía queriéndole. Un grito de frustración la
desgarró, y su brazo cayó.
Julian se apartó de la pared, capturando sus delgadas muñecas.
—Lily, por favor detén esto.
Lo peor de todo era que la tocara. Le recordaba demasiadas cosas.
Intentó alejarse. Cuando eso no funcionó, lanzó una patada lateral,
pero Julian la giró. Capturó sus dos muñecas con una mano,
envolviéndola la cintura con el otro brazo. —Maldita sea, ¡para esto!
Lily luchó con fiereza, necesitando desesperadamente escapar.
Incluso ahora, su cuerpo respondió, su corazón sufriendo por él. No
tenía sentido, pero podía sentir la confusión dentro de él. El dolor que
sentía.
Dio una patada, y una planta se estrelló contra el suelo. Lily se
las arregló para apoyar sus pies contra la pared, pero Julian bloqueó
sus piernas con un poderoso movimiento de su brazo. Gritó y hundió
los codos contra su esternón.
Julian gimió. —¡Lily, ya basta!
Intentó golpearle el estómago de nuevo, pero se apartó de un salto
y la giró de manera que su espalda chocó contra la pared. Puso sus
brazos sobre la cabeza. Presionándose completamente contra su
cuerpo, la sujetó en el sitio. —¡Para!—gruñó a centímetros de su cara—.
¡No sé qué demonios crees que hice!
Estaba aplastándola, o al menos así se sentía para ella. Quizás
sólo fuera la salvaje mezcla de emociones abrumándola. —¡Sabes lo que
hiciste!
—¡No puse ni una sola mano en tu precioso Nefilim!
—¡Mentira! Dijo…
—¿Me señalaron? —preguntó mientras su agarre sobre sus
muñecas se apretaba—. Qué sorpresa. Soy un Caído. Es razón
suficiente para la mayoría de ellos.

241
Lily liberó una de sus piernas y golpeó la pared, consiguiendo
alejarse. Esto sólo pareció enfurecerle. Presionó su espalda contra la
pared y la mantuvo allí.
—Soy un montón de cosas, Lily. Sabes lo que soy —dijo—. Nunca
he escondido mi naturaleza de ti. Soy cabezota, egoísta hasta la
médula. Protejo brutalmente lo que es mío. —Sus ojos se clavaron en
ella, quemando con ira y una necesidad que la hizo enloquecer—. Perdí
mi tolerancia eones atrás. Soy un Caído, pero no toqué a ese Nefilim. No
soy un mentiroso.
Lily tragó saliva. —Tampoco lo es Luke.
Encerró sus muñecas en una mano, agarrando su barbilla. —
Mírame, Lily. Escúchame —ordenó ferozmente—. Has dicho que me
amabas. ¿Cómo puedes amar a alguien en quien no confías?
—¡No! No quise decir eso.
—¿Mentiste? No me puedes engañar. Me has querido durante
tanto tiempo como te he querido yo.
—No. ¡No! —Echó la cabeza hacia atrás, dejando escapar un grito
ahogado. Ayer —días antes— se habría derretido a sus pies si le
hubiera escuchado decir eso. Ahora, su corazón se derrumbaba—. Lo
que le hiciste a Micah…
—Olvídate de Micah. —La mano se deslizó a su cadera—.
¿Cuestionas si te quiero? ¿No son ciertas mis palabras? ¿Escucharme
decírtelo no es suficiente?
—No. —Sus manos se cerraron, y las cuchillas se retrajeron
inofensivamente en sus brazaletes—. No quiero esto, estas mentiras. No
te quiero. —Estaba mintiendo, tan desesperadamente, y rápidamente
perdiendo el control de la situación, de sí misma—. No eres más que un
Caído. Estaba equivocada. Te vi como un hombre y no como lo que eres.
¡No puedo amar lo que eres!
Ira estalló en el fondo de sus ojos. —No crees en eso. No después
de toda la pasión que hemos compartido.
Inclinó la cabeza a un lado. ¿Podía ver a través de ella tan
fácilmente? Su corazón tartamudeó en el pecho cuando su cálido
aliento le acarició las mejillas, produciéndole escalofríos.
—Todo lo que siempre quise hacer fue protegerte, incluso desde la
primera vez que te vi luchando con esos esbirros y poseídos —dijo—.
Probablemente fue después de que me apuñalaras, pero maldita sea,
nunca conocí a nadie como tú.
Ella cerró los ojos. —Para…
—Antes de que me diera cuenta, te seguía cuando no trabajabas.
Te observé plantar el jardín de afuera. Te seguí cuando fuiste a ese
club, odiando saber que estabas con alguien más y no conmigo. —Se
interrumpió, riéndose duramente—. Un Ángel Caído derrotado por los

242
celos después de cientos y cientos de años. Se podría pensar que estaba
por encima de eso, pero no. Te quería día tras día, noche tras noche.
—¿Debería recordarte cuánto te amo? —Su voz era ronca, cruda
por la emoción—. ¿Necesitas recordar lo mucho que me amas?
Todo estaba fuera de control. La ira y el dolor, el amor y la lujuria
estrellándose en ella. Confundida, no podía decir dónde comenzaban
sus emociones y dónde terminaban las de ella.
—No dudes de lo que siento por ti. —Presionó la frente contra la
suya—. Lo que haría por ti.
Lily se estremeció mientras se retorcía contra la pared, intentado
desesperadamente escapar de la vorágine emocional construyéndose en
ella, pero estaba atrapada.
—¿Cuestionas lo que hay entre nosotros? —preguntó, su voz
sonando rota—. ¿Lo que haría por ti?
Lily sacudió la cabeza. —Lo que hiciste...
—No he hecho nada más que quererte.
Escuchar esas palabras ahora la destrozó, porque reflejaban la
emoción más fuerte en su interior. Lo amaba. La fría realidad chocó
contra ella. Amaba a Julian.
—Lily… —susurró, su voz entrecortada.
Volvió a sí misma. Se empujó contra su pecho, su estómago
revoloteando peligrosamente. Amo a un monstruo… un monstruo que
destrozó brutalmente a Micah. Empujó más fuerte esta vez, y Julian
finalmente la soltó.
—Por favor… escúchame.
—No. —Tragó saliva contra el endurecimiento repentino de su
garganta. Se sentía enferma, y su corazón… Dios, dolía terriblemente—.
Yo… te quiero, pero… no puedo hacer esto.
—No, Lily, escúchame. —Parecía aterrorizado, y nunca le había
visto así—. No hice lo que crees que hice.
Cerró los ojos, queriendo más que nada en el mundo creerle, pero
Luke nunca la mentiría. —Por favor… Por favor, para. Está en tu
naturaleza… ¿no? No podemos seguir con esto. He metido en esto… a
Micah. Yo misma me lo busqué.
Dio un paso, pero ella alzó el brazo. —Has dicho que confías en
mí, Lily. Has dicho que me quieres. ¿Por qué no me crees? No he tocado
a ningún otro Nefilim desde que te conocí.
Lily encontró sus ojos. Su corazón demandaba que lo escuchara,
que le diera una oportunidad, pero su corazón era estúpido. —No
puedo. Luke nunca me mentiría.
Frunció el ceño. —¿Es quién te dijo que herí a Micah?

243
Asintió. —Te vio. Y confío en él con mi vida.
Entendimiento cruzó por su rostro. —Te creerías cualquier cosa
que Luke te dijese. Ha estado a tu lado desde el principio, ¿no?
—Sí. —Era todo lo que necesitaba decir.
Giró la cara. —Entonces no hay nada que pueda decir.
Tenía razón. Lily lo amaba. Dios, lo quería más que a nada. Pero
lo que hizo no era algo que pudiese esconder y no podía fingir que no
pasó nada. Y esto… esto estaba destinado a suceder. No podían existir
en el mundo del otro. Tenía la esperanza de que nunca fuese algo como
esto lo que los separara, pero fue una estupidez confiar en la esperanza.
Inhaló inestablemente. El desgarre en su pecho aumentó. —
Tienes que irte. No… me sigas, no me busques.
—No hagas esto, Lily.
Se dio la vuelta, su corazón rompiéndose. —Vete. Por favor, vete.
No podemos hacer esto. No puedo mirarte y no ver a Micah. Sólo vete,
Julian. Por favor, márchate.
Él aspiró vacilantemente, sus ojos cerrándose. Quedándose tan
quieto como una estatua de mármol, la tristeza grabada en su rostro
era dolorosamente notable, y la resignación se reflejaba en sus ojos.
Se movió de forma que no pudo detenerle. Capturando su mejilla
con los dedos, acercó los labios a los suyos. El beso fue profundo y
duradero; intenso y puro al mismo tiempo. No fue sólo un beso, sino un
adiós desgarrador que casi la hizo pedazos.
Cuando se apartó, su toque se quedó. —Te quiero.
Con una ráfaga se marchó, y fue como si nunca hubiera estado
allí.
Lily se quedó sola, sus dedos temblando contra sus labios. Aún
podía sentirle. No sólo en sus labios, dentro de ella también. No podía
evitarlo, no podía negarlo. Aturdida, se ajustó la ropa. No podía
quedarse aquí, y no podía regresar al Santuario.
Miró fijamente a los cristales rotos y a la cerámica destruida. La
enfermedad y el dolor amenazaban con consumirla. Se retorció,
saltando a través del balcón y hacia la noche. Corriendo
desesperadamente como si pudiera escapar de los eventos que
condujeron al momento en que su corazón se rompió en mil pedazos.

244
28 Traducido por perpi27
Corregido por Melii

D
e ninguna manera permitiría que Michael se quedara en el
Santuario mientras Nathaniel y Luke se iban a buscar a
Lily. Sólo después de amenazar con irse por su cuenta
logró que Nathaniel finalmente estuviera de acuerdo. Ya que Michael no
podía quedarse solo, Luke buscó el método más humano para
transportarse.
Luke condujo el Cayenne por las apiñadas calles, sus nudillos
blancos mientras agarraba el volante. No le había dicho una sola
palabra a Michael mientras él, sin descanso, marcó al celular de Lily
una y otra vez. Cada vez que no le contestaba se ponía más inquieto. Se
detuvo en el estacionamiento sin molestarse en apagar el SUV antes de
moverse como una flecha y salir. Por costumbre, Michael agarró las
llaves.
Michael corrió escaleras arriba, alcanzando a Luke. Nathaniel
había sospechado que ella podría haber regresado a su apartamento, o
al menos esperaba que fuera así, y se movió por las calles al límite de
velocidad.
Michael se aferró a la esperanza de que no hubiera hecho lo que
temían todos. Ella debería saber que no puede ir detrás de algo que era
capaz de hacer lo que le hizo a Micah, pero Lily era salvaje. Lo había
visto en la forma en que luchaba. Estaba lo suficientemente loca como
para perseguir a un ángel caído, y él sospechaba que también estaba lo
suficientemente loca como para amar a uno.
¿No era esa la razón por la que todos se miraban entre ellos
cuando el nombre de Julian y Lily iban en la misma oración? ¿No era
esa la razón por la que todo el mundo se ponía tenso y preocupado de
que ella se enamorase de él?
Luke se detuvo frente al apartamento de Lily, llamó a la puerta
con sus nudillos. Segundos después, Nathaniel apareció del otro lado
abriendo la puerta. —No está aquí. Ya he revisado todas las
habitaciones.

245
Michael rápidamente recorrió la habitación, observando el diseño
minimalista y paredes blancas. Había pequeños toques de Lily: un
zapato al azar, una pieza de joyería aquí, o pinturas extrañas dispersas
a lo largo de la pared de la sala. Dio un paso más adentro,
comprendiendo lo que produjo que Luke se quedara quieto.
—Estas puertas son reforzadas. La ayudé a escogerlas. Un ladrón
común no habría sido capaz de hacer esto —dijo Nathaniel mientras
miraba la puerta destrozada.
Michael caminó alrededor de Luke, examinando la escena con un
ojo analítico. El oficial en él de inmediato se hizo cargo, y señaló varias
cosas a la vez. El vidrio se había roto desde el exterior. Había una
planta y un perchero rotos en la alfombra. Varias pisadas eran
claramente visibles en la tierra que se derramó por el suelo, algunas
demasiado grandes para ser de Lily. También había sangre. Que se
mezclaba entre los charcos de agua y chispearon por la pared.
Michael no podía ver esto con tanta tranquilidad como debería. Se
pasó una mano por el cabello, afrontando a Nathaniel. El formidable
hombre miró hacia el suelo, su rostro pálido. —Maldita sea, Lily, ¿qué
hiciste?
Luke inclinó su cabeza, arrastrando una respiración profunda. —
Voy a matarlo.
Nathaniel se dio la vuelta. —Debí... debí haber hecho más. Dejé
que se saliera de control, pero no la habría lastimado. Lo sé.
Los pálidos ojos de Luke echaban chispas. —¿Hablas en serio?
¿Tengo que recordarte lo que le hizo a Micah?
Nathaniel se quedó mirando la mancha de sangre demasiado alta
en la pared para ser de Lily. —No es necesario que me lo recuerdes,
Luke. —Sus ojos recorrieron la habitación—. A pesar de que Julian
hubiera atacado a cualquiera de nosotros, él no lo haría con Lily.
—¡Maldito seas! —Explotó Luke, lleno de rabia y exasperación—.
¡Va a terminar como Anna! ¿Es esto lo que se necesita? ¡Mira esto! Es
evidente que hubo una lucha aquí. ¡Hay sangre, parte de su maldita
ropa está en mi mano!
Los ojos de Michael cayeron sobre la tela que Luke apretaba. Su
estómago se apretó. —Tenemos que encontrar a Lily. ¡Ahora!
Nathaniel afrontó a ambos Nephilim. Por primera vez, Michael vio
que mostraba algún tipo de emoción. Siempre tranquilo y sereno,
Michael no había creído que Nathaniel sintiera algo. No podía estar más
equivocado. Enfado, olas y olas de rabia irradiaban de él. Una diabólica
luz llenó sus ojos, y de repente parecía muy peligroso.
—Llama a Danyal y a cada Nephilim que esté disponible. Haz
trizas esta ciudad si es necesario.

246
—Es tu culpa, Nathaniel —dijo Luke entre dientes,
retrocediendo—. Podrías haber detenido esto en cualquier momento,
pero no lo hiciste. Es tu culpa. ¡También lo que paso con Anna es tu
culpa!
Nathaniel cerró los ojos. —Lo sé.
Rabia —puro odio desenfrenado— destello en el rostro de Luke un
segundo antes de que acusara a Nathaniel. El instinto apareció,
impulsando a Michael a colocarse entre los dos. —¡Paren esto! —
ordenó—. ¿Cómo carajos ayuda esto a resolver la situación? ¿A quién le
importa quién tiene la culpa en este momento? ¡Esto no es importante!
Luke se apartó de un empujón, con las manos apretadas a su
lado. Hubo un momento en que Michael pensó que Luke no se echaría
atrás. El odio que irradiaba era demasiado potente para alejarse, pero
de alguna manera lo hizo. —Esto se acabó —dijo Luke, su tono
inquietantemente.
—Luke... —Nathaniel lo miró, sus ojos se entrecerraron
ligeramente—. No...
Negó con la cabeza antes de girarse, luego desapareció por la
puerta del balcón. Michael siguió sus movimientos, aturdido. —¿Qué
quiso decir? ¿De qué está hablando?
—Tenemos que volver al Santuario. —Nathaniel ya estaba
caminando hacia la puerta.
—¿Qué? ¡Tenemos que encontrar a Lily!
Nathaniel se giró hacia él. —Lo haremos, pero primero tenemos
que volver al Santuario. Esto no está en discusión, Michael. No espero
que lo entiendas, pero necesito que me escuches y hagas exactamente
lo que te digo.
Había algo en su tono que hizo detener a Michael. —¿Qué está
pasando...?
—¿Tienes las llaves del Porsche? —preguntó Nathaniel, saliendo
por la puerta.
—Sí. —Michael lo siguió. Se estaba perdiendo de algo enorme. Lo
sabía.
Nathaniel asintió. —Necesito que lleguemos al Santuario lo más
rápido posible.
Juntos corrieron por las escaleras y, una vez dentro del Cayenne,
Nathaniel sacó su celular. Como Luke había hecho antes, trató de
contactar a Lily —en vano.
Michael agarró el volante. —¿Qué está pasando?
Nathaniel levantó el dedo mientras marcaba otro número en el
teléfono. —Adrian, nos vemos de nuevo en el Santuario. Tenemos un
problema... —Colgó el teléfono, su mano apretando el pequeño

247
modelo—. Michael, cuando volvamos al Santuario, necesito que revises
la habitación de Lily. Pudo haber vuelto allí.
Cambió de carril, evitando por poco un taxi mientras se
apresuraba por las calles. —¿Vas a decirme qué está pasando?
—Se trata de Anna —dijo Nathaniel como si tuviera mucho
sentido—. Siempre ha sido sobre Anna.
Una vez que llegaron al Santuario, Nathaniel lo dejó con órdenes
de revisar la habitación de Lily, antes de desaparecer con Adrian y
órdenes estrictas de no salir del edificio.
Michael nunca había estado más frustrado en su vida. Lily estaba
en alguna parte, tal vez herida o algo peor, y esperaba que él
simplemente se relajara. Cuando entró en la habitación de Lily, no
tardó en descubrir por qué nadie había sido capaz de contactarla. Su
celular estaba al lado de sus llaves, el indicador de mensajes
parpadeando rápidamente. Suspirando, agarro el teléfono y lo guardó
en el bolsillo de sus pantalones.
De ninguna manera se quedaría aquí. Cada vez que cerraba los
ojos, veía a Micah, y luego a Lily reemplazado a Micah. Ensangrentada y
golpeada, muerta en algún lugar fuera de la ciudad. Al diablo con esto.
Que se jodieran las órdenes de Nathaniel.
Su mente se decidió, dejó la habitación de Lily. Su primera
parada era el cuarto de armas. Rápidamente agarró dos despiadados
cuchillos y correas para las piernas y los enganchó a sus muslos.
Cuando se enderezó, se dio cuenta de un gran estante montado en la
pared. Varias llaves colgaban allí, marcadas con el nombre del vehículo
al cual pertenecían. Se acercó al estante con las cejas levantadas al leer
algunas de las etiquetas. Era como el sueño húmedo de un fanático de
las motocicletas —El sueño húmedo de Michael. Tenía todo: Hondas,
Harleys, Indians, y varias motocicletas aerodinámicas y potentes, pero
fue la Hayabusa GSX que llamó su atención.
—Mierda —murmuró.
Era una de las motos más rápidas, aceleraba a velocidades
inimaginables. La moto se hizo para todos los adictos a la adrenalina
del mundo.
No pensó dos veces antes de agarrar las llaves y dirigirse al
aparcamiento en la parte trasera donde se guardaba la flota de
vehículos. Tenía que ser el único lugar lógico donde se guardaban las
motos.
Tenía razón. En el nivel inferior, detrás de una jaula de acero,
había varias docenas de motocicletas bajo llave. Miro la llave por un
momento, entonces agarró uno de los cuchillos. Cortó la malla de
alambre como si nada, y sólo podía imaginar lo que le haría a la carne
mientras abrió la puerta con una patada. La motocicleta de platino era
como un faro. Hubo un momento de apreciación al acercarse a la moto,

248
sabiendo que probablemente no tendría el lujo de montar en esta cosa
de nuevo.
Esto probablemente lograría que lo echaran del Santuario.
—Oye.
Girándose, vio a Luke. Inmediatamente, Michael pensó lo peor —y
tal vez lo mejor. —¿Encontraste Lily?
—No. —Agarró un casco del estante—. Pero creo que sé a dónde
iría. ¿Estás dentro?
—Vamos a hacer esto. —Michael se sentó a horcajadas sobre la
moto, haciendo una pausa antes de que se pusiera el casco—.
Muéstrame el camino.
—Confía en mí —dijo Luke—. La encontraremos.

***

Lily no podía respirar cuando se movió rápidamente a través de la


acera llena de gente. ¿De dónde demonios venían todas estas personas?
Parecían estar acercándose a ella, y aunque el sol ya se había puesto, el
aire estaba lleno de calor y humedad.
Aumentando sus pasos, apretó los puños, ignorando las miradas
de la gente con las que chocó. No importaba que ella sospechara de
Micah. No se merecía eso. Nadie merecía eso. No Julian. Su mente se
rebeló ante la idea. No podría haber hecho esto.
¿Cortar al Nephilim en pedazos sangrientos, y por qué? Pero ella
había compartido con él sus sospechas. Y él se ofreció a hacerse cargo.
Dios, había una buena probabilidad de que fuera a vomitar a alguien.
Dobló en la esquina, evitando por poco a una pareja que
caminaba tomados de la mano. Su corazón se apretó con tanta fuerza
que se tambaleó. Micah moriría muy probablemente, y ella... ella estaba
enamorada de un asesino, un monstruo.
Buscaba una distracción —problemas, en realidad. Cualquier
cosa para aliviar las puñaladas en su corazón cada tantos minutos,
pero al igual que los días anteriores, no había esbirros o poseídos.
Habían pasado horas desde que salió de su apartamento, y... se estaba
empezando a enojar.
Ira... Sí, la ira era mejor que la avalancha de dolor que la
esperaba. Su paso vaciló, y se detuvo en el puente peatonal. El río
Anacostia corría abajo, oscuro y poco atractivo. Quería sentarse —ahí—
y sollozar. Quería gritar, quería meterse en un agujero en alguna parte.
Y... maldita sea, quería a Julian. Quería encontrarlo, quería golpearlo
por hacerle esto a ella, y quería... fingir que lo que hizo nunca pasó.

249
Lily se apartó de la cornisa, rechinando los dientes. Dio un paso
adelante, respirando lentamente. Era una cazadora antes de Julian, y
sería una maldita buena cazadora después él.
—¡Maldita sea! —dijo entre dientes—. ¿No puedo encontrar una
cosa más que matar?
Un matón callejero adolescente dio la vuelta en la esquina, pero al
ver la mirada asesina en su rostro, retrocedió. Se habría reído, pero
luego probablemente habría llorado. Iba a ser una noche terrible.
Al menos no te cortó en rodajas y cubitos como Micah, susurró esa
mala vocecita que no cerraba la boca. Hablando de Micah, Lily se dio
cuenta de que probablemente nunca sabrían por qué los traicionó.
Tenía que ser Micah. Tal vez Julian lo hizo por alguna enferma
forma de ayudar a limpiar su nombre. Sin embargo, eso sería bastante
inútil teniendo en cuenta el hecho de que Micah no admitirá nada en
un futuro cercano.
Sabía que era grosero pensar en Micah así, sobre todo después de
lo que le hizo a él. ¿Y por qué estaba ella en Anacostia? Odiaba esta
área —odiaba el crimen, la desesperanza y el olor a pescado que el río
emitía cada vez que una tormenta llegaba.
Y entonces lo sintió —un poseído.
Haciendo sonar los nudillos, retrocedió un par de pasos. Hileras
de casas en ruinas vacías se alineaban en la calle. Esqueletos de su
antigua gloria, ahora estaban habitadas por ratas y personas sin hogar.
Pero el poseído no estaba allí.
Lily casi sonrió cuando se dio cuenta de donde estaba —el viejo
reformatorio al que habían traído a Michael. Bajando por la cuadra,
saltó la valla y se dirigió por el edificio. La sensación creció, diciéndole
que iba en el camino correcto.
Entrando a través de la ventana rota, silenciosamente se deslizó a
través del aula abandonada y por el pasillo. Las puertas al final del
pasillo estaban abiertas. Liberando sus cuchillos, se acercó a la pared.
El balcón encima del gimnasio estaba vacío. Rápidamente, exploró el
nivel superior y luego miró por encima de la barandilla oxidada. Vacío.
—Sal, sal, dondequiera que estés —susurró ella, mirando hacia
el techo.
—Aquí estoy.
La voz envió escalofríos por la espalda de Lily. La reconoció, sabía
que era una voz que nunca debería escuchar otra vez. Se dio la vuelta,
sintiendo su corazón retorcerse. —¿William?

250
29 Traducido por Majo_Smile ♥
Corregido por NnancyC

¿ En serio? —Michael se quitó el casco, mirando fijamente el


reformatorio. Jesús, había esperado nunca regresar a este
lugar—. ¿Crees que vendría aquí?
Luke se metió el casco bajo el brazo mientras se bajó de la moto,
mirando alrededor con el ceño fruncido. —Vamos a tener que
despedirnos de las motos, hay una buena probabilidad de que nunca
volvamos a verlas otra vez.
Michael se agrió ante eso. —No... Me gusta esta moto. Quiero
quedármela.
—Te conseguiremos otra.
Seguro que esperaba eso. —¿Por qué vendría aquí?
Luke lanzó el casco en un arbusto. —Simplemente conozco a Lily.
Michael miró por encima de la valla. Hielo inundó sus venas.
Tenía un mal presentimiento, un muy mal presentimiento sobre esto.
Se volvió hacia Luke, pero ya había saltado la valla y se paró al otro
lado, esperando.
—Me estás retrasando —dijo Luke, luego giró y se echó a andar
por la maleza.
Le mostró el dedo corazón y lo siguió. Le tomó a Michael un poco
más de tiempo para hacer su camino a través de la valla. Corrió para
alcanzarlo. —Entonces, ¿crees que vino aquí para encontrar a Julian?
Rodearon el edificio y se detuvieron frente a la misma ventana que
Luke le arrancó los paneles hace más de un mes. Michael empezó a
subir primero pero se quedó inmóvil. El hielo se extendía por todo su
cuerpo, formando carámbanos en el estómago. Un escalofrío recorrió su
columna. —Siento... algo —dijo.
—¿Qué sientes? —dijo Luke detrás de él.
Michael miró por encima de la cornisa de la ventana, pedazos de
madera y ladrillo se desmoronaron bajo sus dedos. —Siento otro...
Nephilim, pero...

251
—Pero, ¿qué?
Había otra cosa más en ese reformatorio —varias cosas, o algo
muy poderoso. Le recordaba la sensación que tuvo cuando había visto a
Baal, pero mucho... mucho peor.
—¿Sabes lo que no entiendo? —dijo Luke, su aliento contra la
nuca de su cuello—. Cómo has sobrevivido tanto tiempo cuando eres
realmente tan estúpido.
—Mierda. —Michael inhaló profundo y comenzó a girar. La parte
posterior de su cráneo explotó con dolor, y luego no hubo nada.

***

Lily no podía dejar de mirar a William. Él no debería estar de pie


allí. —Se supone que estás muerto.
William bajó la mirada hacia sí mismo, alisando una mano sobre
su polo ajustado y sonriendo de una manera engreída. —Nah.
El sólo mirarlo tomaba a Lily por sorpresa. Su reaparición
repentina era algo que no podía comprender. Luke lo mató... él lo había
dicho. Fue sólo un momento que vaciló. Esa décima de segundo fue el
tiempo suficiente para darle a William la sartén por el mango. Lo vio
moverse y levantó el brazo para bloquearlo, pero ya era demasiado
tarde. Su puño se conectó con el lado de su cara. Hubo un sonido
repugnante de huesos crujiendo que pareció muy lejano, y luego un
feroz dolor le atravesó súbitamente el cuerpo mientras se tambaleaba.
Levantó la cabeza, escupiendo una bocanada de sangre. Una
ráfaga de aire sirvió como una advertencia, pero Lily no pudo moverse lo
suficientemente rápido. Las botas con punta de acero de William
conectaron, tirándola sobre la espalda. Sintió que su mejilla se dividía,
después una cascada caliente de sangre le siguió.
—Lily... Lily, siempre he pensado que serías más inteligente que
esto —Se burló William. Extendió la mano, recogiendo un puñado de su
pelo—. ¿Pensaste que estaba muerto? ¿Por qué? —Le dio un tirón para
levantarla—. Ah, cierto. Luke te lo dijo.
Intentó llevar el cuchillo a su pecho, pero la atrapó, quitándole la
daga de su puño. Mierda. Esto no iba bien.
William arrojó la daga encima de la barandilla. —Nuestro buen
amigo Luke. —Sacó las piernas debajo de ella—. ¿Sabes cuán
verdaderamente jodido estabas de la verdad?
No podía darse el lujo de escucharlo. No cuando la tenía en el
suelo. Era la primera lección que se le enseñaba a cada cazador. Nunca
dejes que te pongan en el suelo. Pero sus palabras eran una
distracción. Rodó sobre la espalda, evitando por poco otra patada en la

252
cara. Por encima de los latidos de su corazón, oyó el golpe distintivo de
algo grande dejándose caer.
—Mató a esa putita Nephilim llamada Anna. Él fue quien... —
William se sacudió, sus palabras interrumpidas. Hizo un sonido
estrangulado, y ambos miraron fijamente su pecho. Una daga del
Santuario le atravesó el corazón limpiamente. Luego William
desapareció, realmente muerto esta vez.
Lily rodó en su costado, mirando fijamente hacia Luke. Era difícil
ver a través de la sangre que le corría por el rostro, y sus palabras
salieron arrastradas. —¿Pensé que habías dicho... que mataste a
William?
Él la ayudó a levantarse. —Dije eso.
Se apartó, casi cayendo. Agarró la barandilla para apoyarse. —
No... Tú... ¿mataste a Anna?
—Maté a Anna —respondió simplemente.
Observó a Luke, horrorizada. Las paredes inclinadas. —No, Luke,
por favor no. No lo hiciste. Sabes lo que... eso significa.
—Ahora está bien, Lily. No tengas miedo de mí.
Se tambaleó a lo largo de la barandilla. Un bulto sobre el suelo
gimió. —¿Michael? Luke, qué... ¿qué hiciste?
Luke la agarró del brazo, girándola lejos de Michael. —No te
preocupes por él. No es nuestro problema. No por mucho tiempo, de
todos modos.
Esto tenía que ser una pesadilla. —No lo entiendo. Luke, tú....
amabas a Anna.
—¡La amaba, pero ella amaba a un Caído! —rugió, apretando el
agarre en su brazo—. ¡Habría hecho cualquier cosa por ella, y me
traicionó!
Lily tiró para liberar el brazo. El dolor de los huesos rotos en su
rostro la hacían sentir mareada. Tenía un momento difícil procesando lo
que le decía. —¿Por qué no viniste a mí? ¿Por qué no me dijiste que
necesitabas ayuda?
Luke la miró fijamente, confundido. —No necesito ayuda. Quiero
ver al Santuario desmoronarse. Estabas convirtiéndote justo como
Anna. —Se lamió los labios, tratando de alcanzarla de nuevo—. Saliste y
follaste a un Caído y estropeaste todo.
—Oh Dios mío.
El sonido de la madera astillada en algún lugar de la planta baja
se convirtió en pisadas. Sonaba como una manada de elefantes
corriendo por los pasillos, y en cuestión de segundos, las puertas
inferiores reventaron abiertas. Viendo por encima de la barandilla, Lily
sintió su corazón traquetear.

253
Poseídos —Muchos— precipitándose por el suelo. Sus cuerpos
estaban retorcidos, endurecidos y con costras. El aire se volvió pesado,
indicando la llegada de esbirros —un montón.
—Me aseguré de que Micah fuese asignado para seguirte. Sabía
que eventualmente te atraparía con Julian, y yo sabía de qué lado te
pondrías. Lily, realmente deberías sentarte. Te ves terrible. —Forzó sus
manos fuera de la barandilla—. No te preocupes por ellos allá abajo.
¿Sabías que puedo controlar Poseídos?
—Luke... ¿qué has hecho? —susurró.
—No habría hecho nada si no hubiera sido por la completa falta
de control de Nate. Si él hubiera puesto mano dura en Anna —sólo una
vez— todo esto podría haberse evitado. —Le envolvió un brazo alrededor
de la cintura—. Ese hijo de puta te abrió el rostro. Mierda. No se
suponía que te tocará.
La cabeza de Lily cayó hacia adelante. —Has... estado trabajando
con los Caídos. Has sido tú... —Le dieron arcadas. Recordó la noche que
habían ido al apartamento de Michael—. Tú... dijiste que alguien... que
odia al Santuario... odia a Nathaniel.
Suspiró, el mismo sonido que hacía tantas veces cuando ella le
molestaba por una cosa u otra. —Fue culpa de Nathaniel… fue culpa
del Santuario. Me hicieron asesinar a Anna, Lily. Si se lo hubieran
prohibido una vez, si hubiera prestado atención, hubieran visto lo que
ella hacía.
—No —gimoteó.
—¡Sí! Odio a Nate por lo que me ha hecho hacer. Este era la única
manera para hacerle pagar. No había nada más que pudiera hacer
excepto derrocar al Santuario. No pasó mucho tiempo para encontrar
un Caído que estuviera interesado —muy interesado— especialmente en
Michael.
Oh Dios... Oh Dios, era él. Lily intentó apartarse, pero la sostuvo.
—Luke... ¿cómo pudiste? —Por debajo, los poseídos centraban la
atención en las puertas. Alguien se acercaba. Centró su atención en
Luke—. Tú... lastimaste a Micah, ¿no es así? Dios mío, ¿hiciste eso?
—Vamos, anímate. Ni siquiera te gusta Micah —señaló Luke—.
Era el escenario perfecto. Sabía que si te decía que fue Julian, me
creerías a mí. Sabías que Julian era capaz de hacer algo así. Sólo
necesitabas un empujón. Micah se convirtió en ese empujón, y no
importa si alguna vez se despierta y le dice al mundo que fui yo quien lo
atacó.
La imagen del cuerpo golpeado y desgarrado de Micah pasó ante
ella. Cuán rápido había creído en Luke. Ni siquiera le había dado a
Julian la oportunidad de decirle la verdad. Sólo había sido hace unas
horas, pero se sentía como toda una vida.

254
Su corazón se hizo añicos una vez más. Luke lucía como siempre
lo hacía. Tenía esa sonrisa juguetona en el rostro, el brillo malicioso en
los ojos. Era como si fuera dos personas. Y en algún lugar dentro de él
estaba el Luke que ella no podía dejar ir. —Luke, tienes que explicar...
todo lo que has hecho. Podemos arreglar esto. Podemos... mejorar esto.
—No hay nada que arreglar.
—No. Tenemos que... salir de aquí y... encontrar a Nate y
obtener... ayuda para Michael.
—No lo entiendes, Lily. No podemos llevarnos a Michael.
Asmodeus lo quiere. Y cuando llegue Nathaniel, si lo hace, lo mataré.
Lo miró fijamente. —Estás... loco.
Su rostro se endureció. —No me hagas elegir por ti, Lily.
—¿Elegir qué? —gritó. El dolor nublaba todo. Le dolía hablar,
respirar.
—O estás conmigo en esto o estás en contra. No voy a dejar que
regreses al Santuario, que regreses a Nate y que regreses a Julian. No
permitiré que te hagas eso a ti misma. —La atrajo hacia delante.
Se tambaleó. —Luke, no... hagas esto. No eres tú.
—¡No hagas que te lastime, Lily! —La furia contorsionó su
rostro—. ¡No me hagas hacerte esto a ti, también!
—No lo estoy haciendo —susurró.
—¡Entonces estarás conmigo en esto! —gritó—. Entenderás por
qué el Santuario tiene que ser destruido. Asesinar a Anna no fue mi
culpa. No le habría hecho daño si Nate hubiera hecho su trabajo. La
dejó salir esa noche, incluso después de que le dije lo que hacía. La vi,
Lily. La vi dejando al Caído, y sabía lo que había estado haciendo. —Su
agarre se apretó—. ¡Lo perdí! Yo... la apuñalé con nuestra daga.
—No... no puedo. —Lloraba. Las lágrimas mezcladas con sangre,
escocían las abrasiones en carne viva en sus mejillas—. No voy a elegir
tu lado.
—Entonces no me dejas otra opción.
Vio como el Luke que amó desde que tenía cinco años desaparecía
en frente de ella. En su lugar veía alguien a quien no reconocía. Sus
ojos se volvieron monótonos y sin vida. El azul claro ahora parecía
lechoso en la penumbra. ¿Se había transformado? Tenía que haberlo
hecho desde el momento en que mató a Anna. Luke simplemente lo
había escondido bien.
—Lo siento, Lily. Te amo. Siempre lo haré. Lamento que me estés
haciendo hacer esto.
Sus ojos se ampliaron cuando él sacó la daga. Su estómago cayó.
Levantó una mano. —Luke... ¿qué estás haciendo?

255
Avanzó hacia ella. —Voy a hacer esto rápido. Así lo hice para
Anna. Lo haré para ti, también.
Tropezó atrás con la barandilla. Su mirada cayó por debajo.
Podría dar el salto, pero los poseídos estarían sobre ella en un segundo,
y no estaba en condiciones de luchar contra ellos. Había demasiados.
La harían trizas en un santiamén. Se volvió hacia Luke. Ni siquiera
liberó sus cuchillas. Al igual que con Julian, nunca sería capaz de
matarlo.
Y él lo sabía.
Luke suspiró. —Te enseñé mejor que esto, Lily. Nunca vaciles.
Nunca dejes que tus sentimientos se involucren.
Lo había hecho, pero no importaba. Varias cosas sucedieron a la
vez. Luke se abalanzó sobre ella, y ella elevó el brazo para bloquearlo. Él
no sostenía nada. Su golpe destrozó el hueso de su antebrazo,
enviándola hacia atrás contra la barandilla. Se quebró, pero no cedió.
El dolor feroz floreció hasta llegar a su hombro. Podía sentir que
otros se acercaban, pero dudaba que la alcanzaran a tiempo.
—Lo siento —dijo Luke, y tomó su daga.
Miró directamente a los ojos nublados de Luke. —No... yo lo
siento.
La conmoción se deslizó en su rostro, y su ataque fue inhabilitado
por un centímetro. Pero era una de sus dagas. Grabada con símbolos y
afilada en agua bendita. Era mortal.
Lily gritó cuando el corte de quince centímetros de la daga cortó a
través de la piel, el músculo y el hueso bajo su pecho izquierdo. Luke la
sostuvo mientras se volvió hacia el lado, su mirada cayendo al piso de
abajo.
La puerta hizo un estruendo, rompiéndose en pedazos al abrirse.
Varios trozos grandes de metal segaron a algunos poseídos que estaban
demasiado cerca. De pie en el marco de la puerta estaba Julian. En su
ira, se puso de pie como un ángel vengador—hermoso, orgulloso, y la
cosa más mortal que caminaba en esta Tierra.
Sólo verlo otra vez disminuyó el dolor y el miedo. Incluso en su
ira, su presencia la calmó como ningún otro podría. Vino a por ella,
incluso después de que lo hubiera culpado. Lily intentó gritar su
nombre, pero no podía formar las palabras.
La mirada de él fue hacia arriba, estableciéndose en donde ella se
encontraba. Rugió su nombre, el dolor y la furia tan potente que Luke
la atrajo de vuelta desde la barandilla.
Luke sacó de un tirón la daga, y Lily chilló. Una quemadura de
fuego se apoderó de su pecho. Era como el toque de Baal pero cien
veces peor.

256
Poseídos pulularon a Julian desde todos los rincones. Parecía que
no cabía uno más, pero seguían apareciendo. Lily podía oír a Julian
aullando su nombre.
Entonces las ventanas se hicieron añicos, y Nathaniel y Adrian
aparecieron. Ellos también fueron bloqueados por los poseídos y los
esbirros. Los tres eran combatientes maravillosos, pero eran superados
en número. Un poseído caería, y tres lo reemplazarían. Luego tenían a
los esbirros para lidiar. Entrenados así como los Nephilim fueron, eran
igual de mortales.
Luke se aferró a Lily, y levantó la cuchilla una vez más. —¡Esto es
tu culpa! —Le gritó a Nathaniel—. ¡Deberías haberla detenido… debiste
detener a Anna!
Vio el filo de Luke por el rabillo de los ojos, pero se concentró en
Julian. Luchando con dos poseídos, sus ojos se encontraron con los
suyos. No iba a llegar a ella a tiempo, y ya era demasiado tarde. La
cuchilla había hecho su daño, comiendo a través de ella como fue
diseñada para hacerlo.
Nathaniel y Julián gritaron al mismo tiempo, pero sólo tenía a
Julian a la vista. No había renunciado a ella. Ni una sola vez. Ni
siquiera cuando ella renunció a él. Luke llevó el filo hasta su cuello,
pero el impacto nunca llegó.
—No lo creo —dijo Michael, agarrando el brazo de Luke desde
atrás y le arrebató la daga.
Luke le apartó de un empujón cuando dio media vuelta hacia
Michael, tenía otra cuchilla en la mano. —¿Cuán estúpido eres, chico?
Lily cayó contra la barandilla. Tenía las piernas extrañamente
inútiles, y se deslizó hasta el suelo. Bajó la mirada hacia sí misma,
esperando encontrar las llamas saliendo de su piel. Su camisa blanca
estaba completamente roja, empapada con su sangre. A través de la
bruma de dolor, Michael y Luke se volvieron difuminados.
Ella iba a morir.
Su corazón se aceleró y luego se desaceleró. Girando, dejó caer la
mirada al piso de abajo. Su visión se desvanecía y volvía. Inhalando
respiraciones cortas y poco profundas, colocó la mano sobre la herida y
gritó.
Y luego Julian se encontraba a su lado. Levantó la mirada a él,
deseando que pudiera, de alguna manera, suavizar la devastación que
empañaba su cara. Trató de levantar la mano, pero su brazo no
respondía.
—Lily, mírame —Le ordenó en voz baja, deslizando el brazo
alrededor de su cintura, atrayéndola sobre su regazo. Gritó y se
estremeció. Julián se contrajo de dolor—. Vas a estar bien. Aférrate,
Lily. Tienes que aferrarte a mí.

257
Su mirada desenfocada cayó en él, su respiración superficial y
errática. —Yo... lo siento... tan...
—No. —Julian sacudió la cabeza bruscamente—. Está bien. Lo sé.
Lily todavía podía escuchar a Michael y Luke luchando, pero sus
cuerpos eran casi idénticos. No podía imaginar a Michael ganando esta
batalla. Luke era mucho más avanzado y tenía décadas en él. Quería
decirle a Julian que la dejara para ir a ayudar a Michael, pero no podía
hablar. Lo único que podía hacer era gemir mientras el fuego se
extendía a través de sus entrañas.
Julian puso la mano sobre la herida. —Sé lo que quieres que
haga. No voy a dejarte. Ellos no significan nada para mí, y tú significas
todo.

***

Luchar contra Luke era como luchar contra Rafe en la grieta.


Desvió casi cada golpe que Michael envió en su dirección, y los puños
de Luke conectaron con la cara de Michael más veces de las que podía
contar. Era un ataque salvaje, diseñado para hacer daño. La bota de
Luke le dio de lleno en el pecho, enviándolo a caer hacia atrás.
—¿Crees que puedes vencerme? —Luke se echó a reír—. ¿Estás
loco?
Michael se puso de pie. Se negó a mirar el cuerpo desplomado de
Lily, sabiendo que no podía permitir la distracción. Todo lo que sabía
era que aún seguía viva por los sonidos desgarradores que hacía.
—Al parecer, eres el único loco —Se burló Michael mientras
sacudía el dolor.
Luke le dio un golpe furioso, estuvo a punto de golpearlo a través
de la amplia extensión de su pecho. Era rápido en su ataque, evadiendo
y golpeando hasta que hizo retroceder a Michael contra una pared. A
pesar de todo, las palabras de Lily volvieron a él. Defenderse es
simplemente anticipar el siguiente movimiento. Encuentra el temblor
muscular. Observa adonde Luke mira... donde posiciona el cuerpo... Te
dirá dónde lanzará el siguiente golpe sin palabras.
Tenía sólo unos segundos para bajar la velocidad, para poner
todo en perspectiva. Sin tiempo para pensar en Lily, sin tiempo para
pensar qué pudo llevar a Luke a hacer esto. Segundos —tenía
únicamente segundos.
Luke lanzó un puñetazo de nuevo, pero esta vez Michael vio el
movimiento antes de que atacara. Lanzándose fuera de la pared, lo
bloqueó y golpeó. Luke se dio vuelta, y su patada atrapó a Michael en la
mandíbula. Saltando atrás, cayó al suelo.

258
—Se supone que no debo matarte —dijo Luke, sus dedos
contrayéndose alrededor de la cuchilla—. Pero maldita sea, lo estás
haciendo tremendamente difícil de cumplir.
—¿No se supone? —gruñó Michael—. Podrías haberme engañado.
Luke sonrió. —Pero entonces otra vez, me habré ido mucho antes
de que él llegue aquí.
—¿Él? —A Michael le costó ponerse de pie. Por encima del
hombro de Luke, alcanzó a ver a Nathaniel saltando la barandilla—.
¿Nathaniel?
Girando, el rostro de Luke no era más que una máscara de rabia
y acusación. —¡Tú! ¡Esto es tú culpa! ¡Podrías haber controlado a Anna!
¡Nada de esto habría sucedido si hubieras hecho tu trabajo! —Saltó a
través del balcón hacia Nathaniel.
Michael se tambaleó cuando Luke combatió a Nathaniel con una
ferocidad violenta. Nate podría caer por Luke. Si era así, entonces
trataría de terminar lo que empezó —ir tras Lily. Sus ojos se posaron en
Julian. El ángel caído acunaba a Lily contra él, pero ella trataba de
extender los brazos hacia ellos —hacia Luke. Las lágrimas corrían por
su rostro maltrecho. El dolor en sus ojos era más que físico. Había
confiado en Luke, lo amaba, y le había hecho eso a ella.
Algo en Michael volvió a la vida. Quemando por sus venas como
un rayo blanco, rompiendo fuego a través de cada vena y célula. Una
avalancha llenó sus oídos. Sus piernas se movían sin él darse cuenta.
Una luz blanca brillante irradió desde adentro, extendiéndose sobre el
pecho y hacia abajo por sus extremidades. La cuchilla quemaba en sus
manos, se sentía pesada como una espada.
Luke se dio la vuelta lentamente, con los ojos muy abiertos
mientras miraba hacia él. —La Espada de Michael. —Inclinó la cabeza,
retrocediendo—. No puede ser. Abaddon...
La luz de Michael se alargó, rodeándolos a todos ellos. Fue
Nathaniel quien ordenó el golpe, pero fue la espada de Michael que se
condujo por el tejido y músculo, atravesando el corazón de Luke.
Luke descendió la mirada a su pecho. Sorprendido, y en alguna
parte en el conjunto de emociones que cruzó su rostro, había alivio.
Parecía mirar arriba―buscando algo. A medida que la luz se desvaneció,
Michael se dio cuenta a quien buscaba.
Cayendo de rodillas, Luke dejó caer la cuchilla y extendió la mano
hacia Lily. La distancia era demasiado grande, y Luke cayó hacia
delante, inmóvil y silencioso.
Michael rodeó el cuerpo de Luke con las manos temblando
mientras alcanzaba a Julian y Lily. Su cuerpo se sentía caliente, pero
en el momento en que tuvo una vista de primer plano de Lily, ya no
pensaba en sí mismo.

259
Nada podría haberle preparado para lo mal que ella lucía. No
había casi ninguna parte de su cuerpo que no estuviera dañado. Los
huesos en el lado izquierdo de su cara se hicieron añicos, al igual que
su brazo izquierdo. Estas cosas se curarían, pero era la herida abierta
que le robó el aliento a Michael.
—Oh Dios —susurró Michael—. ¿Puede… alguien arreglar esto?
—Moriré intentándolo. —Julian agachó la cabeza, rozando los
labios sobre la frente de Lily—. Lo siento, Lily. Esto te dolera, amor. —
Puso la otra mano sobre la mejilla de Lily. La misma luz que había
irradiado desde Michael ahora emanaba de las manos de Julian.
El primer grito atravesó a Michael, pero el segundo grito trajo un
grito de dolor a los labios de Julian.
Michael cayó de rodillas al lado de Lily, exhausto y aturdido.
Agarró su mano extendida, sosteniéndola con fuerza entre las suyas.
Levantó la vista hacia el ángel caído. —¿Vivirá?
Julian se estremeció ante el grito estridente que acumulaba su
cuerpo. Su pierna se acercó, tensa y doblada por la rodilla mientras ella
se retorcía. —Tienes que irte. Tienes que irte ahora. Los Caídos vienen a
por ti. Voy a estar demasiado débil para defenderlos a cualquiera de
ustedes.
Nathaniel se paró detrás de Michael mientras que Adrian se
acercó a la barandilla, viéndose como si quisiera pelear un poco más.
Julian bajó la vista a Lily. —Suéltalo, Lily. Déjalo ir —ordenó en
voz baja—. Déjalo ir. Déjame llevarme el dolor.
Michael vio que sus ojos se cerraron. La tensión enroscó su
cuerpo tan fuerte como un arco partido. Su mano se relajó en la suya.
—¿Qué has hecho?
La fría mirada de Julian encontró a Michael. —Tienes que irte
ahora, o todo esto habrá sido en vano.
Nathaniel puso la mano en el hombro de Michael. —Tenemos que
irnos. Hay muchos viniendo. Tiene razón. —Miró a Julian mientras
Adrian se unía a ellos—. Pero no te quedarás con Lily.
Julian la acercó a él. Sus ojos se volvieron hielo mientras se
elevaba para encontrar los de Nathaniel. —Caí porque perdoné tu vida,
pero no te perdonaré la vida una segunda vez. Intenta detenerme, y te
asesinaré como se me ordenó hacer el día en que naciste.
Los ojos de Nathaniel se entrecerraron mientras se ponía erguido,
llegando a su máxima altura. —Le haces daño, Julian, y te mato. —Se
volvió hacia Adrian—. Saquemos a Michael de aquí ahora. Despistaré a
los Caídos.
Adrian parecía como si no quisiera nada más que ir tras Julian,
pero Michael lo agarró por los hombros, alejándolo. —Vamos, tenemos
que irnos pronto.

260
Michael forcejeó contra él, pero antes de que pudiera hacer nada,
Julian giró con Lily en brazos y desapareció sobre la barandilla.
—¿Qué demonios fue eso allá atrás? —preguntó Adrian mientras
Michael se impulsó por las puertas—. ¿La Espada de Michael?
Michael negó cansado con la cabeza. —No lo sé.

261
30 Traducido por perpi27
Corregido por Melii

E
l primer pensamiento que Lily tuvo al despertar fue sobre
Luke. El dolor y la angustia que se apoderó de ella era la
peor cosa que jamás había sentido. Una parte de ella se
heló para siempre, se fue para siempre con el fin de su amigo.
La carne tierna ardió cuando se dio la vuelta ligeramente. Julian
estaba a su lado, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos.
Sombras oscuras florecieron bajo sus ojos. Lo único que recordaba era
sus manos y la luz brillante que parecía chamuscar la piel directamente
de sus huesos. La había sanado... otra vez. Sin embargo, revertir el
daño que había hecho la hoja debió haber sido agotador. No sabía que
podría ser posible.
Le dolía el cuerpo, y su cara se sentía como si hubiera sido
golpeada con un mazo. No había una parte de ella que no palpitara.
Cautelosamente, levantó el brazo, sorprendida de encontrar la carne
magullada, pero controlable. Él había sanado los huesos allí como lo
había hecho en su cara. Sin embargo, la angustia emocional era algo
que hasta su poder angelical no podía curar.
Lily cerró sus ojos, aunque le dolía. Todo en lo que podía pensar
era Luke. Debería haber visto lo que su amor por Anna le había hecho.
Todo este tiempo había creído que era Micah, creía que había algún
gran propósito detrás de traicionar al Santuario. En su lugar, había
sido una potente mezcla de amor y odio que había llevado a Luke a
hacer todo lo que paso. En el momento en que mató a Anna, algo en él
se había retorcido, convirtiendo todo lo bueno de él en algo perverso. Y
todo su odio se había centrado en Nathaniel y el Santuario.
Nunca iba a entender cómo no lo había visto venir. Mirando hacia
atrás, hubo muchas advertencias. Las cosas que Luke le había dicho
acerca de Anna, de su propia relación con Julian. El dolor la atravesó
tan fuerte como cualquier hoja del Santuario. Inhaló pero parecía que el
aliento se atascó.
—¿Lily? —Julian levantó un brazo, su voz suave—. ¿Estás
adolorida?

262
Abrió sus ojos. Las hebras de cabello rubio cayeron sobre su
rostro. —Estoy bien —dijo—. ¿Tú lo estás? Te ves... mal.
Él pasó una mano por el costado de su rostro que en este
momento no estaba magullado. —Voy a estar bien. —Sus ojos color
zafiro buscaron los suyos atentamente—. Lily, siento tanto lo que ha
pasado. Si pudiera alejar ese dolor, lo haría. Me llevaría todo esto.
Parpadeó para contener las lágrimas, diciéndose que Luke no las
merecía. No después de todo lo que había hecho. —Fue... Luke.
Dolor destelló en su rostro. —Lo sé, amor. Sé lo mucho que
significaba para ti.
Volvió a cerrar los ojos. —Debería... haberlo visto.
—No. —Se puso de rodillas, inclinándose hasta ella—. No había
nada que pudieras haber hecho, Lily. No era él nunca más.
Ella agarró su brazo, necesitando sentir algo sólido. —Quiero
odiarlo. Lo que le hizo a Anna y Micah. —Hizo una pausa, tragando con
dificultad—. Trató de derrocar al Santuario, Julian. Y él era como un
hermano para mí. Lo amaba. Habría hecho cualquier cosa por él.
—Lo sé. —Se acomodó a su lado, encontrando su mano y
enhebrando sus dedos con los de ella. A continuación, llevó la mano a
su boca, besando su mano.
—No lo puedes olvidar, amor. Recuérdalo por quién fue durante
todos estos años. Guarda esos recuerdos del Luke cercano a ti. Está
bien que lo odies. Y está bien que no lo odies.
Lágrimas no derramadas llenaron sus ojos mientras colocaba su
mano sobre su corazón. —Julian, lo siento... no te di una oportunidad.
—No tienes que pedirme disculpas, Lily. Entiendo. —Presionó sus
labios contra su sien y luego inhalo lentamente—. Pensé que te iba a
perder. Te juro que mi corazón se detuvo.
Sus ojos se encontraron mientras apretó sus dedos. Había tantas
cosas que quería decir, pero por primera vez, ella sabía que no habría
tiempo para decirlo todo. Y ahora mismo, mientras le sonreía con
ternura, sintió algo del dolor en su alma aliviarse.
—Te amo —susurró.
Sus ojos se cerraron, y cuando se volvieron a abrir, eran intensos
y brillantes. —No tienes ni idea de cuánto tiempo he esperado para oírte
decir eso y no escaparte de mí después.
Lily hizo algo que pensaba que nunca haría de nuevo. Sonrió, a
pesar de que le dolía hacerlo. —Ocho años, ¿más o menos un intento de
apuñaladas?
Él se rió. —Suena bastante bien. Nunca he dudado de tu amor,
Lily. Me ha liberado de una manera que nada más podría.
—¿Cómo es eso? —preguntó.

263
—Me has hecho una mejor persona —dijo simplemente.
Su corazón se hinchó en su pecho, y hubo un aleteo profundo en
su estómago. Como Julian había dicho la noche en Rock Creek Park,
las cosas no iban a ser fácil para ellos. Pero mientras bajaba la cabeza y
rozaba sus labios sobre los de ella con cuidado, sabía que valía la pena
—Ellos valían la pena.

***

Michael se acomodó en la cama, desenroscando la tapa del


bálsamo que olía a menta y una docena de misteriosas hierbas. Lo que
sea que fuera, funcionaba con todos sus dolores y contusiones.
No tenía mucho tiempo para pensar en lo que había sucedido en
las últimas veinticuatro horas. Adrian lo había dejado hace sólo unos
minutos, y ahora Nathaniel estaba de pie en su puerta. Lanzó su
camisa a un lado, levantó un poco la mirada para reconocer la
presencia del Nephilim. —¿Has oído hablar de Lily?
Nathaniel se apoyó contra la puerta. —No.
Extendió el bálsamo sobre su pecho herido, haciendo una mueca
mientras ardía. —¿Va a... curarla?
—Creo que Julian va a hacer algo para ayudarla —respondió
Nathaniel—. No me gusta lo que es o lo que significa su relación, pero
sé que Julian cuidara de ella.
Michael puso el tarro aparte. —Parece que sabes de Julian más
de lo que dices.
Una esquina de la boca de Nathaniel se levantó. —Fui uno de los
primeros Nephilim que hayan nacido. Antes, cuando éramos
considerados abominaciones y actuábamos como tal.
—¿Eres es un Nephilim de la primera generación?
Asintió con la cabeza. —Alguien ha estado haciendo su
investigación. Julian era todavía un ángel entonces. Fue enviado aquí,
junto con la primera ola de ángeles para erradicar a los niños Nephilim.
Yo era un bebé. De alguna manera, Julian no podía levantar la mano
contra un niño indefenso. Su acto de desobediencia condujo a su caída.
—Se pasó una mano cansada por la frente—. No cambia lo que es,
pero…
Michael no estaba seguro de qué hacer con eso, así que
permaneció en silencio mientras Nathaniel se alejó de la puerta. —No
me has preguntado lo que eres, Michael.
—Estoy tratando de no pensar en eso, lo que sentí cuando la luz
vino de mí. No me dolió... pero se sentía como un rayo. —Hizo una
pausa y reflexionó, confundiéndose a sí mismo—. Me sentí bien.

264
—Tu nombre no estaba en el libro, porque tu padre no era un
ángel caído.
Lo contemplo durante un momento. —¿Qué? Espera. —Se le
ocurrió entonces—. No me digas.
—Lo sospeché cuando tu nombre nunca apareció. Un Nephilim de
la primera generación nunca lo hace. Y luego, con los caídos y los
esbirros que nunca te encontraron hasta la noche en el callejón, sabía
que tenías que haber sido protegido por un escudo celestial. —
Nathaniel se cruzó de brazos—. Todo Nephilim de primera generación se
caracteriza por sus poderes.
Su risa salió corta y áspera. —¿Escudo Celestial?
Nathaniel asintió. —Te puedes imaginar lo que pasaría si los
caídos pudiesen capturarlos. Y parece que Luke estaba trabajando con
Asmodeus. No estoy seguro de si Luke sospechaba lo que eras, pero sé
que Asmodeus lo hacía. Envió a Baal para recuperarte.
La cabeza de Michael daba vueltas. —¿Qué... qué pasó allí con el
fuego y la espada?
—Tu padre es un ángel —que no ha caído. Contrariamente a lo
que muchos creen y lo que está escrito, acostarse con una mujer no
siempre se traduce a que un ángel pierde su gracia. A veces, el acto es
una decisión calculada, como fue en tu caso. Como una decisión de
negocios para inclinar la balanza en un sentido u otro —explicó
Nathaniel—. Invocaste la Espada de Miguel —de la divina justicia, lo
que significa que ahora sé quién es tu padre, al igual que los caídos.
La ironía no le pasó de largo. Miró a Nathaniel con ganas de reír y
golpear algo. —¿Mi padre es el arcángel Miguel?
—Sí —confirmó.
Ahora ni siquiera podía reírse de eso. —Esto es... malditamente
loco. —Michael respiró hondo. Había demasiadas preguntas, pero
necesitaba que le contestara algo más que cualquier otra cosa—.
¿Sabes quién mató a mi madre? ¿Fue el Caído?
—No lo sé. Si lo supiera habría sospechado lo que eres y no
habría tenido que pasar por los seres humanos o Luke para llegar a ti.
—Nathaniel cerró los ojos, y Michael pudo ver el peso sobre sus
hombros—. Lo que Luke ha hecho es inconcebible. El Santuario sufrirá
por sus acciones en los próximos años.
Michael no dudaba de eso. Todos los jóvenes Nephilim que Luke
vendió finalmente se convertirían a esbirros y corrompería más almas. Y
él no era estúpido. Michael sabía por qué Asmodeus iba tras él. El tipo
de poder que sentía, aunque fuera brevemente, inclinaría la batalla en
curso de una manera u otra. No habría forma de volver a la vida que
tenía antes de que Lily lo había golpeado hasta dejarlo inconsciente en
el callejón en Anacostia.

265
Nathaniel se fue después de eso. Pasó mucho tiempo antes de que
Michael se moviera. Acostándose de espaldas, miró al techo. Pasó
mucho tiempo antes de que pudiera relajar su mente y encontrar algo
de descanso.

***

El impacto de la muerte de Luke había impuesto una capa de


silencio en todos los pasillos del Santuario. Ninguno de los Nephilim
habló, y ni siquiera el niño más pequeño se echó a reír. La tristeza y el
dolor habían impregnado todos los rincones de la organización.
Nathaniel había insistido en que la verdad en torno a la muerte de
Luke y de los acontecimientos que condujeron a ella se mantuviera en
secreto. Él creía que todos sus años de servicio y lealtad no se podían
olvidar, que su reputación solo había contribuido al éxito del Santuario,
y la verdad en última instancia podría llevar a su fracaso.
Dividida entre el deseo de odiar a Luke y de alguna manera
perdonarlo, Lily había estado de acuerdo. Sólo el círculo y Michael
sabían que Luke había cambiado y los hechos devastadores que había
cometido.
Curiosamente, una vez que pasó la conmoción y los eventos de la
batalla comenzaran a desplazarse por los pasillos, la participación de
Julian no se había dejado de lado. Se corrió la voz rápidamente que un
Caído había luchado al lado de los Nephilim, salvando la vida de Lily.
En realidad, nadie sabía qué pensar de eso, o lo que significaba. Todo lo
que sabían era que el acto señalo que un gran cambio venia, para bien
o para mal era invisible aun.
Lily no estaba segura donde esto dejaba a Michael. Nathaniel
insistió en que necesitaba entrenamiento adicional, y una vez que Lily
estuviera bien, debía reanudar sus lecciones. La Espada de Michael era
asombrosa —incluso daba un poco de miedo. El tipo de poder que tenía
en su interior podía ser catastrófico en las manos equivocadas. Pero
nadie estaba realmente hablando de Michael y lo que significaba para el
futuro del Santuario. Tampoco nadie hablaba de Asmodeus y lo que iba
a intentar para poner sus manos sobre Michael. Todavía no. Por hoy era
un día de luto.
La ceremonia fúnebre de Luke se realizó tres días después de su
muerte, y dos días después del regreso de Lily al Santuario. Todos los
Nephilim y los seres humanos que trabajaban en el Santuario asistieron
al servicio. Luke había tocado el corazón de todos. Había sido tan
importante.
Y a pesar de que Lily no podía descubrir realmente como aceptar
su traición, sabía que su memoria tenía que servir para un objetivo.
Realizado en lo profundo de Rock Creek Park, el funeral fue montado

266
con la ayuda de la policía local y los funcionarios del gobierno, los que
estaban al tanto de lo que era realmente el Santuario. La sección más
boscosa de las tierras había sido bloqueada al público. Ni siquiera a los
guardabosques se les permitió ir a ver.
Allí, el grupo de humanos y Nephilim se reunieron para recordar a
Luke. Adrian estaba detrás de Nathaniel, aparentemente al margen de
la muerte de Luke. Era un acto. Lily sabía que llegaría un momento en
que, posiblemente, aceptara e incluso perdonara a Luke. Este no era el
momento. Micah no había podido asistir. Las lesiones que Luke le había
infligido tomarían meses para sanar, y dudaba que alguna vez fuera el
mismo.
Lily estaba entre Nathaniel y Michael, sus altas e imponente
figuras empequeñecieron su delgada figura. No habían hablado durante
su viaje al lugar, y ahora estaban un poco separados del resto, pero
juntos.
El anciano sacerdote dirigió la oración y sus memorias. Mientras
hablaba acerca de la trascendencia de Luke al cielo debido a su fe y
lealtad inquebrantable, Lily se estremeció. Su alma —si su alma todavía
hubiera estado presente— no habría pasado las puertas del cielo.
Cuando el sacerdote habló de las recompensas de Luke en el
cielo, tuvo suficiente. Se agachó en silencio cuando se encendían las
piras funerarias11. Otros Nephilim y empleados humanos compartirían
historias sobre él. Recuerdos destinados a elevarlo y mantener su
nombre. No había manera de que pudiera permanecer allí mientras esto
ocurría. Nadie pensaría que su abrupta desaparición era extraña.
Sabían lo cercanos que ella y Luke habían sido. En todo caso, los ojos
que la seguían estarían llenos de compasión.
Tan pronto como pasó la línea de vehículos estacionados que
aseguraban que el servicio no se interrumpiera, sintió a Julian. Había
avanzado tanto como podía. A la sombra de los árboles de roble, se unió
a ella, envolviéndola en su fuerte abrazo y calmando el conjunto de
emociones en su corazón.
Sonrió levantando su cara, pasando su pulgar alrededor del
hematoma que se descoloraba en su mandíbula. —Te amo, Lily.
Nada pudo evitar que la sonrisa se extendiera por su cara. Julian
le había salvado la vida tres veces, pero lo más importante la amaba de
una manera que eclipsaría finalmente los espacios oscuros en su
corazón y su alma. Su amor era más que eso, sin embargo. Era algo
poderoso, rompiendo las cadenas que la ataban al Santuario y a su
deber. Con él, no era solo un Nephilim. Era Lily, como siempre la había
visto.

11Es una forma de cremación. El cuerpo es colocado en la pira, y luego se prende el


fuego.

267
Sólo había tardado ocho años para entender eso.
Sintiéndose como su vieja yo, se apretó contra él. —Creo que
podemos prescindir de un par de horas antes de golpear algunas
cabezas de esbirros, ¿no?
Sus ojos se entrecerraron. —¿Qué tienes en mente?
Con una especie de sonrisa pícara, deslizó su mano entre ellos mientras
observaba su rostro, amando como el color de sus ojos se encendió.
Sus brazos se apretaron alrededor de ella. —Creo que tengo una idea.
La risa de Lily murió cuando sus labios capturaron los suyos.
Tomaría más de un par de horas antes de que tuvieran suficiente el uno
del otro. Incluso podía tomar una eternidad para que eso suceda. Y Lily
estaba dispuesta a averiguarlo.

Fin

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Sobre El Autor
La autora USA Today Betselling, Jennifer L.
Armentrout, vive en Martinsburg, Virginia
Occidental. Todos los rumores que han oído
sobre su estado no son verdad. Bueno, la
mayoría. Cuando no se encuentra
escribiendo, pasa su tiempo leyendo,
haciendo ejercicio, viendo películas sobre
zombis, pretendiendo a escribir y pasando el
tiempo con su esposo y su Jack Russel Loki.
Sus sueños de convertirse en autora iniciaron
en su clase de algebra, donde pasó la mayor
parte de su tiempo escribiendo historias
cortas… lo que explica sus deprimentes notas
en matemáticas. Jennifer escribe YA
paranormal, ciencia ficción, fantasía y
romance contemporáneo. También escribe novelas para adultos bajo el
nombre de J. Lynn.

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