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Soldados enterrados en dos fosas comunes

La investigación ha combinado por primera vez isótopos de oxígeno, estroncio y


sulfuro para identificar los orígenes y desplazamientos de cada uno de los individuos
estudiados.
Francesc Cervera

En esta fosa se encontraron 28 cuerpos echados unos encima de otros.


Foto: Colleter et al. PLOS One

tras vencer en la Guerra de los Cien Años, los reyes franceses


emprendieron una política expansionista que anexionó numerosos
feudos y estados vecinos a la corona. Uno de los objetivos del rey
Carlos VIII de Francia fue el ducado de Bretaña, territorio que aunque
nominalmente vasallo suyo era en realidad independiente y aliado de los
ingleses. La muerte del duque Francisco II sin hijos varones le brindó la
oportunidad que estaba esperando para invadir la península bretona,
por lo que compró los derechos sucesorios a una de las posibles
herederas y se lanzó a la conquista del ducado.
Aunque se mostró desafiante, Ana de Bretaña tuvo que rendirse al final a Carlos VIII e
incluso casarse con él.
Foto: Cordon Press

Enfrentados a todo el poder de Francia los bretones se reunieron


alrededor de su nueva duquesa Ana, que se casó con Maximiliano de
Habsburgo y se alió con Inglaterra y Fernando el Católico a cambio de
mercenarios con los que defender Bretaña. Pese a la desproporción de
fuerzas, la duquesa resistió cuatro años a los invasores, hasta que al fin
se vio cercada en la ciudad de Rennes con sus últimos seguidores a
mediados de 1491. El asedio a la villa se prolongó durante cinco meses,
de julio a noviembre, hasta la rendición de los bretones. Como parte del
tratado de paz, Ana se casó con Carlos tras separarse de Maximiliano
(con quien no había consumado el matrimonio), por lo que el ducado
pasó a formar parte del reino de Francia.
EXCAVACIÓN DE EMERGNCIA
520 años más tarde se encontraron en el Convento de los Jacobinos de
Rennes algunos esqueletos medievales durante su reconversión en
centro de congresos. Los cuerpos fueron hallados por el Institut
National de Recherches Archéologiques Préventives (INRAP),
que excavó el yacimiento entre 2011 y 2013 antes de que se
produjeran las obras de remodelación.
En el transcurso de la campaña arqueológica salieron a la luz 137 esqueletos.
Foto: INRAP

Los arqueólogos identificaron 137 individuos de las edades Medieval y


Moderna entre los que destacaba una dama del siglo XVII
excepcionalmente conservada. Fuera de los muros del convento los
excavadores dieron con un par de fosas comunes (numeradas 322 y
337) que contenían 4 y 28 cuerpos respectivamente. Sus huesos
mostraban cortes sin curar, por lo que se llegó a la conclusión que se
trataba de soldados enterrados tras algún combate librado en la zona.
Además la presencia de heridas cicatrizadas permitió reconocer entre
los muertos a algunos soldados veteranos de más edad enterrados
junto a los reclutas.
MUERTOS EN BATALLA
Ahora un equipo multidisciplinar ha llevado a cabo el estudio químico y
genético de estos 32 restos, que acaba de ser publicado en la
revista PLOS One. Los investigadores han datado los cuerpos entre
1450 y 1600 mediante el carbono 14, y se inclinan por vincularlos al
asedio de 1491. Por un lado esa fue la única batalla librada en Rennes
durante el período, y por el otro los muertos de las guerras que
afectaron Bretaña en los años posteriores tienden a mostrar heridas de
bala, ausentes en el caso que nos ocupa. Al mismo tiempo el
amontonamiento de los cuerpos desordenadamente en cuatro niveles
en la fosa grande indica el entierro apresurado de los soldados, que solo
se podría producir como consecuencia de un combate librado en el
lugar.
Las fosas estudiadas son la 337 y la 322 en la esquina inferior izquierda.
Foto: Colleter et al. PLOS One
Un hallazgo insólito en este contexto bélico fueron objetos personales
como un rosario de perlas y zapatos (que normalmente eran
saqueados), lo que evidencia el respeto que mostraron los franceses
hacia los muertos. De hecho el convento fue territorio neutral
durante todo el asedio y allí signó Ana su rendición, por ello sería el
terreno sagrado elegido por Carlos para enterrar a las bajas de ambos
bandos. La desproporción numérica entre una y otra fosa se debe a que
en la mayor se enterró a los soldados del ejército francés, mientras que
la otra fue destinada a un grupo de bretones que no vivían en la ciudad y
por ello no tenían un terreno asignado para su tumba en el cementerio
municipal.

Los huesos presentan numerosas marcas de una muerte violenta.


Foto: Colleter et al. PLOS One
Otro aspecto interesante del estudio es la identificación de cuatro jinetes
a partir de las heridas que recibieron en las piernas, hechas desde abajo
para desmontarlos, al tiempo que sus brazos y espalda muestran cortes
infligidos una vez cayeron al suelo y fueron rematados. Los autores han
determinado también que las heridas se hicieron con espadas y
alabardas, pues su filo y peso se corresponden con los datos
proporcionados por la observación de las muescas con un macroscopio
de epifluorescencia. Al ser cortes profundos y largos se han descartado
otras armas como cuchillos, dagas y puntas de flecha.
ISÓTOPOS, HUESOS Y DIENTES
La reconstrucción de la dieta a partir de los isótopos de carbonio
(presentes en la proteínas animales) ha permitido identificar una mezcla
heterogénea de clases sociales en las fosas, con nobles ricos que
consumían carne habitualmente enterrados junto a soldados más
humildes que se alimentaban esencialmente de vegetales.
Mapa de de la acumulación de sulfuro, Bretaña presenta unas concentraciones mucho
mayores que el interior de Francia
Foto: Colleter et al. PLOS One

Sin embargo el elemento más innovador del estudio ha sido la


combinación de tres isótopos diferentes (oxígeno, sulfuro y
estroncio) para establecer las regiones de nacimiento de los
individuos y las zonas por las que se movieron antes de morir. La
proporción de oxígeno presente en los huesos es la firma particular
dejada por el agua bebida, que se acumula en el cuerpo según la
composición química particular del suelo cada región. Por su parte el
sulfuro se absorbe comiendo pescado y marisco, además de a través del
consumo de vegetales humedecidos por agua de mar, de esta forma una
mayor cantidad indicará una dieta perteneciente a una área costera.
Finalmente la proporción de estroncio depende de los minerales que
forman la roca madre de cada lugar, que son asimilados por las plantas
y animales de los que se alimentó a su vez el muerto.

Ningún soldado del ejército francés nació en Bretaña


Foto: Colleter et al. PLOS One

Estos tres isótopos se obtuvieron analizando en el laboratorio el polvo


de huesos y dientes, estos últimos especialmente útiles al proporcionar
sus raíces la dieta de la infancia mientras que el esmalte permite a los
investigadores saber lo que habían comido los soldados en los diez
últimos años de sus vidas. Las conclusiones a las que llegó el equipo
fueron que todos los muertos de la fosa grande procedían de áreas
de Francia alejadas del mar, mientras que de los cuatro individuos de
la fosa pequeña tres nacieron en la península.
UNA SEPULTURA FAMILIAR
La tumba de los bretones ha resultado ser el lugar de descanso de tres
parientes que curiosamente comparten el mismo ADN que la noble
del siglo XVII encontrada dentro del convento, Louise de Quengo. De
ellos, dos nacieron en Rennes como demuestra la alta concentración de
sulfuro en sus raíces, mientras que el otro pasó su infancia en alguna
zona del interior, probablemente los pueblos de Coulommiers o Melun
en el sureste de París. Este último era también un militar fogueado, pues
su cuerpo muestra numerosas heridas cicatrizadas de batallas
anteriores.
Tres de los cuatro bretones sepultados en la fosa 322 pertenecían a la misma familia.
Foto: INRAP, Hervé Paitier

Su dieta ha revelado que dos de ellos no vivían en Bretaña, pues el


sulfuro de sus dientes y huesos aumentó dramáticamente en los últimos
años de su vida, por ello se trataría de familiares que habrían vuelto
a casa para contribuir en la lucha por la independencia. Además uno
de ellos era noble pero pobre, pues comía menos carne que el resto
como atestiguan sus bajos niveles de carbonio.

Como muestran los mapas, el sulfuro de las raíces situa el nacimiento de uno de los
enterrados en la fosa 322 fuera de Bretaña.
Foto: Colleter et al. PLOS One

Si bien el estroncio se lleva usando en la reconstrucción de migraciones


desde 1994, el trabajo del INRAP añade oxígeno y sulfuro a los
análisis químicos, cosa que permite contrastar datos y establecer con
más certeza el origen y desplazamientos de los individuos. Aunque la
localización mediante estos tres isótopos es todavía una ciencia nueva,
su incorporación a investigaciones futuras nos aportará una información
desconocida hasta el momento sobre las vidas de nuestros
antepasados.

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