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Tiempo de hablar de Ovnis

El tiempo actual evidencia manifestaciones de


objetos voladores desconocidos por la
humanidad. Prosigamos nuestra investigación.
Me temo que esta columna, en caso de ser publicada, no podrá ser replicada en el grupo de

conversación en WhatsApp, que con gran acierto coordina el muy estimado capitán Ángel

Jiménez Aparicio, con eje en las efemérides que generosamente generan otros dos

comprometidos y valorados aeronáuticos mexicanos: Manuel Cavero y el cuasi legendario

Fernando Morlett, en cuyas reglas de participación se establece que no son bienvenidas

anécdotas y efemérides relacionadas con la política, la religión y los fenómenos

paranormales, llámense OVNIS, es decir: Objetos Voladores No Identificados.

Lo cierto es que para un aeronáutico y agnóstico, como quien firma esta nota, el tema de

los OVNIS es sumamente interesante y preocupante y, por ende, piensa que debe ser

tomado muy en serio tanto por la opinión pública, como por los gobiernos que la

representan. Y es que la muy probable demostración de que inteligencias extraterrestres

hayan hecho o estén haciendo uso del espacio aéreo del planeta azul supone, además de un

apasionante concepto, una gran amenaza a la seguridad de mis congéneres, en mi humilde

opinión asociada por un lado a ser atacados o secuestrados y por el otro contaminados con

algo imposible de controlar o curar, escenarios, hay que ser honestos, no muy halagadores.

Este comentario editorial nace al enterarme de una inusual reunión del 17 de mayo pasado,

en el seno del Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos a la que fueron

convocados dos altos funcionarios del llamado Pentágono, es decir, “la crema y nata” de

la milicia norteamericana, para testificar sobre el tema y explicar, si eso fuese posible,

ciertos casos de OVNIS, quienes, afirmaron que las fuerzas armadas de su país están

comprometidas en tratar de entender el fenómeno, para lo cual han creado un nuevo grupo

especializado de trabajo en el que se están analizando más de 400 casos, muchos

conteniendo material que no puede ser relacionado a objetos de origen terrestre, dicho en
otras palabras: inexplicables; lo cual sin duda, es un paso muy importante para que el

gobierno norteamericano reconozca algo que a todas luces resulta evidente: los OVNIs son

un fenómeno real y debe ser abordado.

Quien dude la validez de esta aseveración quizás deba reconocer que el gobierno de Trump

llegó al grado de crear la Fuerza Espacial de los Estados Unidos o USSF por sus siglas en

idioma inglés, destinada a tener el control sobre las operaciones militares en el espacio

exterior y defenderse de las posibles amenazas provenientes, ahora sí, que “del más allá

de la Tierra”.

Perdona estimado capitán Jiménez, pero a tu servidor y amigo le cuesta trabajo desvincular

a lo aeronáutico con el fenómeno ONVI y más desde que enteré que un ingeniero

aeronáutico del tamaño y leyenda del norteamericano Charles “Kelly” Johnson trabajó en la

famosa Área 51 en territorio norteamericano, en la que se afirma hay naves extraterrestres y

se están haciendo esfuerzos de reingeniería para emplear su tecnología en aeronaves hechas

en nuestro hermoso y vulnerable hogar en el universo, posición que adopté incialmente

cuando cursaba la carrera de piloto privado y tuve acceso a un par de grabaciones de sendos

pilotos describiendo encuentros en vuelo con cosas que no pudieron describir como de

origen terrestre.

Lo anterior no obvia que hay que ver el tema con las reservas de aquello colmado de

charlatanería, de invenciones, necesidad de hacerse de fama pública y desconocimiento de

los fenómenos óptico-climatológicos, del grado de avance de la aeronáutica, y la secrecía

que a veces lo rodea, en especial en el ámbito militar. Estas especialidades sin duda son
capaces de justificar una parte importante de los “avistamientos”, pero no todos, por más

drones y compañía que hayan sido probados o puestos en operación.

Sin entrar en pánico, creo que es tiempo de aprender a vivir con el fenómeno

OVNI desde una perspectiva más realista y por ahí aeronáutica. No lo olvidemos que

al final de cuentas, provengan de donde provengan, son objetos voladores que pueden

convertirse en un riesgo para las operaciones aéreas civiles y militares.

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