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RESUMEN
ABSTRACT
Not very well legislated from the beginning, the process has been improving
through time and jurisprudence, and also since its no longer legislative reform;
However, there are still problems of interpretation and process that will be,
precisely, the subject of this brief article on the subject.
PALABRAS CLAVE
1
PROCESO DE COGNICIÓN
Proceso que parte de la premisa que el derecho que se reclama debe ser
demostrado por el demandante, por lo que existe una etapa probatoria en
todos estos procesos.
PROCESO DE EJECUCIÓN
TÍTULOS DE EJECUCIÓN
Resolución del Juez, que reviste la forma de un auto, que despacha ejecución
por la obligación puesta a cobro, bajo apercibimiento de iniciarse la ejecución
forzada.
CONTRADICCIÓN A LA EJECUCIÓN
AUTO FINAL
COGNITION PROCESS
Process based on the premise that the right being claimed must be proven by
the plaintiff, so there is an evidentiary stage in all these processes.
The Civil Procedure Code contemplates three classes: that of knowledge, the
abbreviated and the most summary.
EXECUTION PROCESS
Process that starts from the premise that the right whose fulfillment is
demanded is already proven by means of the title or document that the
demand is escorted.
EXECUTION TITLES
There are two classes or types: extrajudicial in nature and judicial in nature.
They are also classified into simple titles and compound or complex titles,
depending on whether they appear in one or more documents.
CONTRADICTION TO EXECUTION
FINAL MANDATE
The order by means of which, whether or not there has been a contradiction in
the execution, orders it to be carried out or decides by estimating the
3
contradiction formulated by the defendant; it has the effects of a sentence and
is appealable with suspensive effect.
1 INTRODUCCIÓN
a) Los procesos de cognición (que siempre implican una controversia entre dos
partes procesales en conflicto y de ahí que requieran necesariamente de una
etapa de conocimiento o probatoria), que son tres y cuya calificación depende
de la amplitud de su cognición, de manera tal que el primero, llamado proceso
“de conocimiento”, es de cognición plena o lata; el segundo, llamado
“abreviado”, es de cognición abreviada, y el tercero llamado “sumarísimo”, es
de cognición sumaria.
También los plazos (nominales, porque los reales son mucho más dilatados) se
acortan sensiblemente en la medida que la cognición deja de ser plena y van
disminuyendo hasta que llega a ser sumarísima. Y la prueba también se ve
recortada en esa medida, sobre todo en los asuntos contenciosos que se
tramitan especialmente en esas vías de cognición menor. Hay que aclarar, para
los abogados que no litigan, que todo lo relacionado con el acortamiento de los
plazos solo queda en el papel pues, en la práctica, los jueces no los observan ni
remotamente.
Esta situación hay que corregirla de una vez por todas a través de la
modificación inmediata del recurso de casación, que actualmente permite que
5
casi todas las causas se embotellen en la Corte Suprema y no terminen de
resolverse sino después de muchos años. Una verdadera vergüenza para el
sistema de justicia nacional que hay que solventar de una vez y para bien, no
como la reforma que se hizo, in peius, en el mes de mayo del año 2009, a través
de la Ley N° 29364, que empeoró las cosas al ponerle el acento en la función
dikelógica del recurso por sobre su función nomofiláctica, que es la primordial,
ya que es la razón de ser del mismo. Adicionalmente, esta modificación
autoriza, y no tan sutilmente, a la Corte de Casación a la revisión de los hechos,
cosa que, por principio, está vedada en sede casatoria (esto no aplica al control
de logicidad, entendido como el examen de la forma en que las instancias de
mérito han razonado los hechos, ya que es función del recurso verificar el
correcto razonamiento de los mismos, lo que de ordinario se hace con arreglo a
la lógica preposicional).
Para los que tengan interés en este tema pueden a ver el artículo que
publicamos sobre esta reforma en el portal WWW.ACADEMIA.EDU bajo el título
MODIFICACIONES AL RECURSO DE CASACIÓN INTRODUCIDAS POR LA LEY Nº
29364; también pueden consultar otro artículo publicado en el mismo portal
académico titulado El RECURSO DE CASACIÓN Y LA NECESIDAD DE SU
REFORMA EN CUANTO A SU PROCEDENCIA Y RESOLUCIÓN (desde luego, la
recomendación para los prospectivos lectores es que tomen en cuenta el
contexto y, más aún, el tiempo en que se escribieron y perdonen los
desaciertos).
1.3.1 Algunos autores consideran que el proceso cautelar forma parte, junto
con los de ejecución, de esta categoría de procesos que no requieren de una
etapa de cognición, como los tres procesos que vimos en el literal a) que
antecede. Esto es, a nuestro juicio, un error de concepto, pues en nuestro
sistema de derecho procesal civil, las medidas cautelares siempre son
dependientes de otro proceso (el llamado “proceso principal”) cuyo resultado
se pretende garantizar, precisamente, con la medida, de modo que sin este otro
proceso no puede existir ni subsistir un proceso cautelar o, mejor dicho, su
resultado (si la solicitud es amparada, desde luego), que es la medida cautelar
en sí misma considerada. El proceso cautelar, en nuestro sistema de derecho
procesal civil, siempre es accesorio del proceso principal cuyo resultado y
cumplimiento asegura. (Adicionalmente, este proceso principal, del que es
accesorio el cautelar, puede ser uno de cognición o uno de ejecución y, como ya
advertimos al comienzo de este trabajo, en el primer caso se parte de la premisa
que hay que probar el derecho que se invoca en la pretensión, ya que es
incierto hasta tanto no se defina en la sentencia, mientras que en el segundo
7
caso se parte de la premisa que se trata de un derecho cierto encarnado en el
título ejecutivo).
Para los que tengan interés en este tema, pueden consultar en el portal
académico antes mencionado un artículo nuestro sobre este tema titulado LAS
MEDIDAS AUTOSATISFACTIVAS (WWW.ACADEMIA.EDU).
2.1 El llamado Proceso Único de Ejecución, regulado en los artículos 688 y ss.
del Código Procesal Civil, y el llamado Proceso de Ejecución de Garantías
(reales), regulado en los arts. 720 y ss. del mismo código.
2.2 El actual Proceso Único de Ejecución es el que sirve para llevar adelante una
ejecución en virtud a uno cualquiera de los varios títulos ejecutivos que están
enunciados, como números abiertos, en el art. 688 del CPC (aunque fuera de
ellos no hay otros, salvo lo dispuesto por el inciso 11 de dicho artículo, es decir
aquellos títulos a los que la ley les da mérito ejecutivo, razón ésta por la que se
sostiene que la enumeración de los mismos que hace dicho artículo es numerus
apertus. En cualquier caso, está fuera de toda duda que solo la ley puede
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conferir merito ejecutivo a un título o a un documento, y así está precisado en el
citado inciso 11 al que acabamos de referirnos.
Anteriormente, el mismo Código Procesal Civil de 1993, clasificaba los títulos en:
i) ejecutivos y ii) de ejecución, existiendo dos procesos diferenciables para cada
uno. Este último proceso era el vehículo para hacer efectivas las sentencias de
condena, mientras que el primero servía para la ejecución de los títulos
ejecutivos propiamente dichos (es decir, todos los demás títulos que no tienen
naturaleza judicial, que constituyen la mayor variedad).
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Algún autor atribuye a la conocida autora nacional, profesora Eugenia Ariano
Deho, haber zanjado el incordio diciendo que acto y documento son el anverso
y reverso de una misma moneda (¿?). No nos consta.
11
2.4 Los títulos ejecutivos compuestos o complejos.
2.4.1 Hay, dentro de estos títulos ejecutivos que estamos viendo, uno que
merece un análisis particular; nos referimos al título mencionado en el inciso 9
del art. 688, que considera como título ejecutivo “El documento impago de
renta por arrendamiento, siempre que se acredite la relación contractual”
(comúnmente llamado “proceso de ejecución de pago de arrendamiento”).
3.1 Antes de entrar al tema primordial del presente artículo, que es el Proceso
de Ejecución de Garantías (reales), permítasenos hacer un breve desarrollo del
ahora llamado Proceso Único de Ejecución; como ya señalamos arriba,
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anteriormente el Código Procesal Civil distinguía y regulaba separadamente el
proceso ejecutivo del proceso de ejecución de resoluciones judiciales (que
también se aplicaba a la ejecución de los laudos arbitrales, este último).
Actualmente solo existe una misma vía y un mismo procedimiento tanto para
los títulos ejecutivos que no consistan en resoluciones judiciales como para la
ejecución de las resoluciones judiciales. Pero subsisten las diferencias, como
vamos a ver seguidamente.
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agotado los medios impugnativos contra ella), se pasa a la etapa de ejecución
de la misma.
La necesidad de esta última etapa es más patente cuando se trata de una
sentencia de condena (que obliga a la parte perdidosa a dar, a hacer o a no
hacer), que puede requerir el uso de la coerción para su cumplimiento por el
vencido, pero, en general, toda sentencia tiene una etapa de ejecución aun
cuando no se requiera el uso de la coerción o fuerza para su cumplimiento (v.gr.
la sentencia de divorcio, que es constitutiva, requiere que se oficie al RENIEC y
se pasen partes al Registro Personal para inscribir el divorcio; la sentencia
declaratoria de la usucapión o prescripción adquisitiva de dominio, que declara
ese derecho del demandante, debe inscribirse en el Registro de Predios de los
Registros Públicos, etc.).
Entre estos últimos hay uno en la Ley N° 26887, Ley General de Sociedades, que
en su art. 22 establece que “Contra el socio moroso la sociedad puede exigir el
cumplimiento de la obligación mediante el proceso ejecutivo…”; si bien del
artículo se entiende que lo exigible es el derecho de la sociedad a cobrarle al
socio el aporte al que se ha obligado (y que, obviamente, no ha cumplido con
desembolsar), no señala cuál es el documento que servirá como como título
ejecutivo para hacer valer ese derecho en el Proceso Único de Ejecución,
aunque debemos asumir que puede ser la Escritura Púbica de Constitución de la
Sociedad o la Minuta donde consta el contrato (esto también sirve de ejemplo
para diferenciar el título o derecho del documento, según la controversia de la
que nos hemos ocupado en líneas precedentes).
También el numeral 7 del artículo 132 de la Ley General del Sistema Financiero
(Ley N° 26702), que establece que se puede promover proceso ejecutivo en
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mérito a las “liquidaciones de saldos deudores” que emitan las empresas del
Sistema Financiero. Al respecto véase la sentencia pronunciada en la CASACIÓN
N° 1674-02 de 30 de setiembre del 2002 (El Peruano 03-02-2003), que
estableció que las liquidaciones del saldo deudor emitidas por las empresas del
sistema financiero (en referencia a las contempladas en el inciso 7 del art. 132
de la Ley de la SBS) tienen mérito ejecutivo, siendo indispensable para que
proceda la acción ejecutiva, que se presente conjuntamente con dicha
liquidación el documento que dio origen a la deuda.
Del mismo talante fue el Pleno Jurisdiccional Civil de Ica de 2019, cuyo último
tema se resolvió así:
Formulación del problema: ¿El saldo deudor por sí mismo tiene mérito
ejecutivo?
Conclusión plenaria: El Pleno adoptó por Unanimidad, la ponencia N° 01,
en los términos siguientes:
"Sí, conforme lo establece el artículo 132 de la Ley N° 26702 y el Sexto
Pleno Casatorio Civil; no obstante, deben acompañársele los documentos
que hayan dado origen a la obligación, en calidad de medios
probatorios".
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reviste particular importancia. Adelantamos que otra característica de este
título es que es un título ejecutivo complejo o compuesto, pues a la demanda
debe acompañarse tanto la letra a la vista protestada (no se la puede eximir del
protesto, pues no requiere aceptación) como la carta enviada al ex titular de la
cuenta corriente comunicándole el cierre de la misma y el saldo deudor
existente cuyo pago se le exige.
3.4 Por su parte el art. 690-A establece que a la demanda “…se acompañará el
título ejecutivo, además de los requisitos y anexos previstos en los Artículos 424
y 425, y los que se especifiquen en las disposiciones especiales”.
Respecto a la segunda causal que pude invocarse, que es la nulidad formal del
título, quisiéramos aquí hacer un paréntesis para referirnos a un título valor,
que es la Letra a la Vista girada por los bancos al amparo del art. 228 de la Ley
General del Sistema Financiero y de Seguros, donde frecuentemente se
cometen errores en el procedimiento previo al giro de la letra; en efecto, la
citada disposición establece, en su último párrafo, que el banco puede en
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cualquier momento remitir una comunicación al cliente advirtiéndole sobre la
existencia de saldos deudores en su cuenta corriente y requiriéndole su pago, y
si el cliente no formula observación dentro de los 15 día hábiles de recibida
dicha misiva, el banco puede girar una letra a la vista a su cargo por dicho saldo
más los intereses generados en ese período y protestarla por falta de pago, ya
que no requiere previa aceptación del girado. Esa letra es, desde luego, un título
ejecutivo conforme al inciso 11 del art. 688 del CPC.
Pues bien, tal como adelantamos, sucede con cierta frecuencia que el
procedimiento posterior al cierre de la cuenta y previo al giro de esa cambial no
se hace apropiadamente, como cuando, por ejemplo, se remite la carta (lo que
es costumbre hacerlo por vía notarial, no porque la ley lo diga sino para
asegurar su recepción por el destinatario) y se consigna en la misma un saldo
deudor de manera escueta y rudimentaria, es decir, omitiendo las partidas del
debe y del haber, así como la tasa de intereses aplicada, y todos los otros
detalles señalados en el punto b.3 del Precedente Segundo establecido en el VI
Pleno Casatorio del que vamos a ocuparnos más adelante, conforme al cual “…
la liquidación de saldo deudor (debe hacerse) conforme a lo establecido en el
artículo 132 inciso 7 de la Ley N° 26702, Ley General del Sistema Financiero y del
Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros,
suscrito por apoderado de la entidad del sistema financiero con facultades
para liquidación de operaciones, detallando cronológicamente los cargos y
abonos desde el nacimiento de la relación obligatoria hasta la fecha de la
liquidación del saldo deudor, con expresa indicación del tipo de operación así
como la tasa y tipos de intereses aplicados para obtener el saldo deudor.
Aquí es preciso señalar que el punto b.3 está referido, tal como aparece de su
texto, al saldo deudor que establece el inciso 7 del art. 132 de la ley de la
materia como título ejecutivo, no al saldo deudor de la cuenta corriente
bancaria, pero es evidente que lo que vale para confeccionar la liquidación en
un caso también vale para confeccionarla en el otro, pues en ambos casos se
trata de liquidaciones de saldos deudores; es inaceptable que un banco cierre
una cuenta corriente y en la carta le informe a su cliente que adeuda una suma
equis de dinero sin indicarle cómo se llegó a esa cantidad. Además, coloca al
destinatario en situación de indefensión, pues le impide observar las partidas
individualmente, desde que ni siquiera se consignan en dicha misiva. ¿Qué
observación cabe hacer a una cifra única? No se puede decir “no debo eso”
simplemente; hay que argumentarlo y no hay forma de hacerlo si el banco no
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proporciona al menos el mecanismo contable que ha empleado para llegar a esa
cifra.
2) la extinción de la obligación.
En ambos casos debe acompañarse prueba instrumental que demuestre lo uno
o lo otro, es decir, que no puede admitirse otro medio probatorio como sí cabe
hacerse cuando se trata de los otros títulos ejecutivos de naturaleza distinta al
judicial (que son la gran mayoría).
Haciendo una nueva digresión, y citando al profesor Renzo Cavani, “Lo que el
Código Procesal Civil está haciendo aquí, es emplear la técnica procesal de la
cognición sumaria, esto es, limitar verticalmente el conocimiento del juez sobre
cierta materia concreta. Así, en este caso el juez no podrá conocer diversas
alegaciones que tienen que ver con la materia discutida (por ejemplo, nulidad
de negocio jurídico)” (….) “También existe el empleo de la técnica de la
cognición parcial, porque limita al juez horizontalmente, esto es, no le permite
conocer materias diferentes a la alegada (que en este caso sería la obligación
entre ejecutante y ejecutado”.
Este auto es llamado “auto final”, porque tiene los mismos efectos de una
sentencia dictada en un proceso contencioso y hay que aclarar (debido a que
este párrafo del artículo está mal redactado) que dicho auto final no solo se
dicta para el caso que no haya contradicción, sino también para resolver la
contradicción que se hubiera formulado.
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3.9 El art. 691 establece que el plazo para interponer apelación “…contra el
auto, que resuelve la contradicción...” es de tres días, y este auto es apelable
con efecto suspensivo.
Acá hay dos interrogantes por despejar gracias a la mala redacción del artículo,
y son las siguientes:
2) la extinción de la obligación.
Pero la segunda causal puede dar lugar a un sinnúmero de casos que impidan el
cumplimiento de lo ordenado en la sentencia firme. Así, por ejemplo,
supongamos que el vencido alega la extinción de la obligación porque el
proceso versó sobre una obligación de hacer que consistía en pintar un cuadro
con ciertas características convenidas con el demandante en su momento y
ahora afirma, y acompaña prueba instrumental sobre el hecho, que se ha
lesionado gravemente la mano con la que pintaba y que eso le impide cumplir
con su obligación de manera permanente y que, como esto encaja en lo
dispuesto en los artículos 1315 y 1316 del Código Civil, puede tipificarse como
un caso de fuerza mayor, lo que tiene como efecto la inejecución inimputable
de la obligación que, a su vez, importa la extinción de la misma.
3.12 Las diferentes obligaciones que pueden demandarse en la vía del Proceso
Único de Ejecución.
Las obligaciones que pueden exigirse en esta vía son de tres clases: de dar, de
hacer y de no hacer, y dentro de las de dar, las de dar sumas de dinero o de
entregar un bien mueble determinado al demandante.
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3.11.2 Otra obligación de dar establecida expresamente en el Código Procesal
Civil es la de dar un bien mueble determinado, que está regulada en los arts.
704 al 705-A. El apercibimiento será proceder a su entrega forzada, y en caso de
no realizarse la entrega por destrucción, deterioro, sustracción u ocultamiento
atribuible al obligado, éste deberá pagar su valor, si así hubiera sido
demandado. En este último caso la ejecución proseguirá como si se tratara de
una de dar suma de dinero.
Sin embargo, antes de entrar de lleno a analizarlo, queremos destacar que este
proceso de Ejecución de Garantías no mejora en mucho el anterior proceso que
tenía que seguir el acreedor de una obligación asegurada con una garantía real,
fuera de haber dejado de lado la necesidad de embargar el bien para luego
rematarlo que hemo referido en el párrafo anterior, pero en términos de
tiempo y simplificación de procedimientos, este nuevo proceso no ha
contribuido en nada a solucionar la problemática del mecanismo empleado
anteriormente, y más bien ha creado una serie de problema relacionados con la
documentación que se tiene que presentar con la demanda, como vamos a ver.
4.3 El proceso está regulado en los artículos 720 y subsiguientes del Código
Procesal Civil; según esta primera disposición el ejecutante debe anexar a su
demanda lo siguiente:
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No será necesaria una nueva tasación si las partes hubieran convenido el
valor actualizado de la misma (lo que de ordinario se establece en la
escritura pública de constitución del gravamen hipotecario).
Los dos primeros títulos enunciados son los que juntos forman el título
ejecutivo en este tipo de procesos; esto se hace más patente cuando el
documento que contiene a garantía no expresa la obligación determinada que
asegura, como ocurre con mucha frecuencia en el caso de entidades bancarias y
financieras.
Hay que advertir que este auto final es susceptible de ser apelado con efecto
suspensivo y que la resolución de la Sala correspondiente de la Corte superior,
que le pone fin al proceso, puede ser materia de recurso de casación, con lo cual
este trámite ejecutivo puede alargarse por tres o cuatro años, dado el cuello de
botella que se produce a nivel de la Corte Suprema.
I) PRECEDENTE PRIMERO:
iii) Los demás documentos indicados en el artículo 720 del Código Procesal Civil.
En resumidas cuentas, LAS PERSONAS AJENAS AL SISTEMA FINANCIERO deben
acompañar a la demanda los siguientes instrumentos:
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1) Contrato de hipoteca donde consta la obligación que se garantiza de
manera particular; no se exige otro documento para acreditar la
existencia de dicha obligación.
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a. Tratándose de una garantía real constituida expresamente para asegurar una
obligación determinada siempre que aquella esté contenida en el propio
documento constitutivo de la garantía – a los efectos de la procedencia de la
ejecución- no será exigible ningún otro documento.
b. Tratándose de una garantía real constituida para asegurar cualquier obligación
que tuviera el constituyente de la garantía frente a una empresa del sistema
financiero o para asegurar una obligación existente, determinable o futura, se
deberá:
ii) Los demás documentos indicados en artículo 720 del Código Civil Procesal.
En resumen, en el caso de EMPRESAS DEL SISTEMA FINANCIERO se deben
acompañar los siguientes instrumentos:
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1) Documento constitutivo de la garantía real, con las formalidades y
requisitos de validez establecidos en los artículos 1098 y 1099 del Código
Civil (para la hipoteca), cabiendo dos supuestos, a saber:
a. Si la garantía real fue constituida expresamente para asegurar una
obligación determinada y ésta figura el documento constitutivo de la
garantía, no será exigible ningún otro documento.
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2) Los demás documentos indicados en artículo 720 del Código Civil
Procesal (que son la tasación o la valorización convencional del bien y el
Certificado de Gravámenes, si se trata de bien registrado.
4.6.1 Aquí debemos detenernos para analizar la forma y contenido que debe
tener, según el Precedente 2, el Estado de Cuenta del Saldo Deudor al que se
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refiere el literal b.3, pues son varios los requisitos que se exigen a la empresa
financiera para confeccionarlo; vamos a verlos sumariamente:
4.6.2 Al establecerse esta exigencia en el art. 720 del CPC, era valor entendido
que, en el caso de empresas sujetas al control de la SBS, la contabilidad que
llevaban de las cuentas de sus deudores era muy minuciosa, lo que se reflejaría
al momento de confeccionarse el Estado de Cuenta del Saldo Deudor, exigido
como co-título para demandar (pues, juntamente con el documento donde
consta la garantía, este forma parte del título ejecutivo que da lugar a la
ejecución); sin embargo, en la práctica, las empresas cumplían la formalidad de
un modo bastante rudimentario (mala práctica que era imitada por los
particulares), limitándose a consignar solamente el capital adeudado y los
intereses corridos, y muchas veces no se consignaba siquiera la tasa del interés,
colocando al demandado en una clara desventaja para defenderse, pues con
esos pocos datos le resultaba difícil saber cómo se había llegado a determinar el
monto adeudado que aparecía en ese Estado. Por otra parte, algunos Jueces
complacientes toleraban esos Estados tan mal elaborados (sobre todo en el
Distrito Judicial de Lima), en tanto que otros (como, por ejemplo, en el Distrito
Judicial de Trujillo) exigían demasiados detalles en su confección.
A poco más de tres años de entrar en vigencia el Código Procesal Civil (julio de
1993) se dictó la Ley N° 26702, Ley General del Sistema Financiero y de Seguros
y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros (publicada en diciembre
de 1996 y que entró progresivamente en vigencia desde el día siguiente de su
publicación), en cuyos artículos 132, numeral 7, y art. 228, 5° párrafo, se hace
una referencia expresa a los estados de cuenta de saldos deudores.
4.6.4 Algunos autores sostienen que, mientras que el estado de cuenta de saldo
deudor es un requisito de procedibilidad para los procesos de Ejecución de
Garantías en mérito al numeral 2 del artículo 720° del código procesal civil, y es
requerida cuando se quiere ejecutar una obligación contenida en un título
ejecutivo y esta obligación esté garantizada por alguna garantía real, mientras
que la liquidación de saldo deudor contemplada en el numeral 7 del art. 132 de
la Ley General del Sistema Financiero y de Seguros es un documento que tiene
mérito ejecutivo y por tanto es un título ejecutivo.
Estos mismos autores llegan a diferencia la naturaleza del Estado de Cuenta del
Saldo Deudor cuando es confeccionado por un particular como ejecutante (es
decir, persona ajena al Sistema Financiero- SF) de los elaborados por las
entidades pertenecientes al SF, creyendo que porque el Segundo Precedente
vinculante del VI Pleno Casatorio establece en b.3 que en este último caso dicho
estado de cuenta debe elaborarse conforme al numeral 7 del art. 132 de la Ley
General del Sistema Financiero y de Seguros, vale por sí solo como título
ejecutivo, mientras que en el primer caso, no puede valer como tal porque se
trata de un particular.
Esto es un error de concepto por dos razones, aunque creemos que la primera
de las dos bastaría para por sí sola para liquidar ese argumento según pasamos
a ver:
1) la primera es cronológica, porque siendo el art. 720 parte del Código Procesal
Civil vigente que data de 1993, es anterior en más de tres años a la Ley 26702,
Ley General del Sistema Financiero y de Seguros, que data de fines de 1996 (que
creó ese título en el numeral 7 del art. 132, como ya señalamos anteriormente),
de modo tal que nunca estuvo en la mente del legislador, que creó ese nuevo
título ejecutivo, que ese “Estado de Cuenta del Saldo Deudor” tuviera las
características establecidas recién después de algunos años por la Ley General
del Sistema Financiero y de Seguros, que le confiere mérito ejecutivo a esa
“liquidación” dentro de ciertos parámetros (al respecto véase la sentencia
pronunciada en la CASACIÓN N° 1674-02 de 30 de setiembre del 2002 [El
Peruano 03-02-2003] que estableció que las liquidaciones del saldo deudor
emitidas por las empresas del sistema financiero (en referencia a las
contempladas en el inciso 7 del art. 132 de la Ley del Sistema Financiero y de
Seguros y Orgánica de la SBS) tienen mérito ejecutivo, siendo indispensable para
que proceda la acción ejecutiva, que se presente conjuntamente con dicha
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liquidación el documento que dio origen a la deuda; en el mismo sentido se ha
pronunciado el tema 6 del Pleno Jurisdiccional de Ica de 2019).
Sumilla:
En los procesos de ejecución de garantías reales, los requisitos a evaluar
para su procedencia son los señalados en el Código Procesal Civil y en el
Sexto Pleno Casatorio, debiéndose considerar que el estado de saldo
deudor a tenor del artículo 688 del mismo cuerpo normativo citado no
constituye título ejecutivo.
43
Tercero.- El estado de saldo deudor
Quinto.- Conclusión
44
Sin duda esto último podría entenderse, equivocadamente desde luego, en el
sentido de considerar que el “estado de cuenta del saldo deudor” no es parte
del título ejecutivo, lo que sería un grave error de concepto, pero esto no
resulta de los fundamentos transcritos, de manera tal que se entiende que la
referencia es al documento que demuestre el desembolso del préstamo, que
fue alegado como causal de contradicción por el demandado.
Para determinar los alcances de los demás precedentes (en total son 7 los
precedentes que sentó el VI Pleno Casatorio), metodológicamente lo más
sencillo seria transcribirlos y luego comentarlos, pero realmente es más
didáctico analizarlos en conjunto, como vamos a hacerlo.
5) El acreedor tan solo podrá ejecutar la hipoteca por el monto de esa garantía,
es decir, que su concesión está limitada al bien o bienes que se especifican al
constituir la garantía y que también está limitada a la suma que expresa y
claramente se determina en el correspondiente documento constitutivo de la
hipoteca. En los supuestos en que la suma dispuesta en el mandato ejecutivo
exceda el monto del gravamen de la garantía real, la parte ejecutante a fin de
asegurar la posibilidad de ejecución debe proceder conforme a lo establecido en
el artículo 724 del Código Procesal Civil (por el saldo deudor tras la realización
del remate del bien o, en su caso, la adjudicación en pago al ejecutante en caso
de no haber postores). Esto lo establece el Precedente Sétimo del VI Pleno
Casatorio Civil.
5. CONCLUSIONES
5.1. El título ejecutivo para dar inicio al Proceso de Ejecución de Garantía está
constituido por dos documentos: a) el documento donde consta la garantía y
por b) el estado de cuenta del saldo deudor. Esto está establecido claramente
46
en el inc. 2 del art. 720 del CPC; es un título ejecutivo compuesto o complejo, al
igual que lo es el contemplado en el inciso 8 del art. 688 del CPC (documento
impago de renta, constituido por los recibos impagos y el contrato de
arrendamiento). La Corte Suprema se equivoca en los casos que no considera
este documento como parte del título ejecutivo.
5.4 En vista de lo anterior, y extrapolando los requisitos que señala el punto b.3
del Precedente Segundo al caso del numeral 7 del art. 132 de la ley 26.702, se
puede concluir que esas “liquidaciones de saldos deudores” contempladas en
dicha disposición y que constituyen títulos ejecutivos, deben confeccionarse tal
47
cual lo establece dicho punto b.3 para los casos de procesos de Ejecución de
Garantías.
Desde luego, el vencedor que de mala fe ejecuta a todo trance una sentencia
que sabe que ha sido cumplida o que es inexigible, queda sujeto a la
responsabilidad que la ley le atribuya.
49
5.9 En concordancia con lo expresado en el punto anterior, el proceso actual
previsto para los títulos de naturaleza judicial es, a juicio nuestro, un retroceso
con respecto a la ejecución de sentencias, sobre todo de condena, del Código de
Procedimientos Civiles del año 1912, cuyo art. 1154 prohibía al Juez ejecutor
admitir recurso alguno que entorpeciera la ejecución de la sentencia, bajo pena
de nulidad y responsabilidad. Esto, sin embargo, no impedía que en los hechos
se suscitaran incidentes instados por el vencido para retrasar el cumplimiento
del fallo, pero no implicaban ni mayor debate ni mayores demoras en el
cumplimiento de las sentencias de condena, al menos en nuestra experiencia,
que fue litigar bajo las reglas de ese código durante más de 25 años.
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