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Pablo Schanton - No Se Olviden de Que Somos Todos Ilegales
Pablo Schanton - No Se Olviden de Que Somos Todos Ilegales
(o por qué “Esta época” de Victoria Abril [sic] pertenece al género testimonial)
“El simple acto de pasarle una píldora de Éxtasis a un amigo es un acto criminal, por lo tanto,
el incremento en el consumo de drogas durante la década pasada (…) predeterminó que la
mayoría de la cultura joven se relacionara íntimamente con la violación de las leyes. Cuando el
consumo de drogas se volvió normal, la criminalidad fue democratizada. Lo que el escritor
Irvine Welsh llama la “generación química” es también una generación de personas fuera de
la ley.” Esto que quedó firmado por Matthew Collin en la página 7 de su “Altered State: The
story of Ecstasy Culture and Acid House” es una definición sin vueltas de los bautizados
“Slackers” (desertores), jóvenes de esta década que decidieron convertir en ética y estética la
desfuncionalización a la que los condena el Sistema. Ah, ¿Así que no les servimos para
nada?, “Nevermind”.
10-12-97 (E) Lo intacto aquí afuera no para de sobrar aunque parezca a mano: los brazos
desembocan en diez entumecimientos de alerta. El mundo empieza a partir de diez yemas
cuya granulosidad remite a las aréolas femeninas.
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La major representación Sonora cosecha 96/97/98 de esta sensación de “tactilidad” la atesoran los sellos
berlineses Basic Channel y Chain Reaction que empacan sus cds de Porter Ricks, Various Artists, Monolake,
Maurizio y otros en latitas. Este house berlinés que podría denominarse “Redun-dance” (siguiendo un título de
Porter Ricks y teniendo en cuenta la aparente repetición de esta música profunda en planos y detalles), tiene un
pariente privilegiado en Colonia, un tal Mike Ink que graba bajo varios seudónimos (uno: Gas). Según comentaba
una noche pre-rave el Avant Press Leo García, estos discos buscan sensibilizarnos sobre cambios mínimos y
texturas de lo inorgánico, lo mineral y lo elemental. Los títulos del disco Decay Product firmado por Various Artists
le llevan la corriente a esta percepción de Leo: “Erosión”, “Derretimiento”, “Elasticidad”.
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Sumen incluso nuestras microcriminalidades cotidianas, aunque el delito se reduzca al hecho de transformar un
libro en fotocopias, levantar un programa de internet, grabar un disco entero en un casete, cruzar en rojo, robarle
el cable al vecino, etc.
“El delirio / en esta época / es tomar / consciencia”
(“Esta época”, Victoria Abril, 1997)
“Qué semejante psicosis (social) se muestre compatible con lo que llaman el buen orden es
cosa fuera de duda, pero no es tampoco lo que autoriza al psiquiatra, aunque fuese el
psicoanalista, a confiar en su propia compatibilidad con ese orden para creerse en posesión
de una idea adecuada de la “realidad” ante la cual su paciente se mostraría desigual”
(Jacques Lacan, “Tratamiento posible de la psicosis”, 1958)
Habría que repensar la idea de acción política en este nuevo contexto de ilegalidad psicótica
oficial. Habría que repensar las ideas de adaptación, de legalidad, de normalidad, de
rebeldía, de subversión, de utopía y de locura, entonces. El rock, y del argentino ni hablar,
siempre trató de encarnar este “repensamiento”. Recomiendo escuchar Artaud de Spinetta en
este sentido (con el libro “Van Gogh, el suicidado por la sociedad” de Artaud como subtexto,
claro). O leer el Epílogo de “No digas nada: una vida de Charly García”, una especie de
“Elogio de la Locura” en versión rock. Después hablamos.
10-12-97 (E) Un vacío de referencias peligroso: piel de gallina sin central nerviosa. Invade una
gran disponibilidad a la creencia (New Age, Terence McKenna, astrología, yoga, zen, etc.)
¿Para que buscar un Padre Espiritual en estos casos? ¿Será porque se siente ese miedo a una
“locura sensorial” que nos toca?
Aquello que se revoca en lo simbólico (La Ley) vuelve en lo real como fantasma o delirio,
decretaba hace años el psicoanalista Lacan(A) refiriéndose al proceso de la psicosis. La
Juventud ilegal ya no toma en cuenta la Ley. No puede cambiar lo que no está en su lugar.
¿Cuál es la táctica cuando el blanco es móvil? Los anti-posmodernos (Jameson, Eagleton)
dicen que nos faltan “mapas cognitivos” para entender la realidad social. ¿Se puede saber
donde estamos? ¿Se puede saber cual es mi/nuestro enemigo? ¿Qué está a la derecha, qué a
la izquierda? ¿Qué está bien, qué está mal? Así la Juventud ilegal vive “loca” y semi-
empleada (porque hoy, todo empleado es un desempleado virtual). Consume cuanto (cuando)
puede, medio fuera del Estado y medio fuera del mercado laboral (en los medios, bah). No
tiene mucho para decir, la verdad. Estetiza la locura e improvisa lo inimprovisable: la ética.
Mientras tanto, se lee: “Entre Astiz y yo, ¿a quién prefieren como rey?” (Charly García)
Cuando es revocada la normatividad racional necesaria para que funcione una sociedad lo
más ética y justamente posible, se impone en la realidad una normalidad loca.
10-12-97 (E) Bailar es “tocar” la música.
Anomia: “Hay cosas peores que tener una religión, por ejemplo, carecer de una visión
organizada del mundo”
(L. Paramio)
La nueva izquierda psicótica del rock nacional se tatúa un Che y una hoja de porro juntos sin
saber por qué. ¿Se puede saber como se hace para reconciliar un emblema de izquierda y
uno hippie, el intensivo trabajo solidario y el ocio de vivir volado, la solidaridad y el hedonismo,
el materialismo y el misticismo? ¿Revolución socialista o contracultura? No sé si estamos
preparados para reponder semejante pregunta desde el momento en que el Gran Relato
Socialista ha sido revocado 3 por culpa de: 1. El psicobolchismo voluntarista y su discurso
estereotipado y autista. 2. La resignación que impuso la ideología posmodernista. 3. El
antipsicobolchismo de los rockeros “piolas”. El Che y la hoja de Cannabis son emblemas
sueltos sin continuidad discursiva. No forman parte de una sintaxis ideológica capaz de
explicar por qué estamos como estamos. A menos que nos baste la respuesta renga “El Che
era un chabón grosso”. Pero no.
8-4-96 (E) Un pensamiento fuma a otro, y ya el otro pienso que me fuma, en la madrugada que
no pasa.
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“Revocado”, “percluido” o “forcluido”, dicen los psicoanalistas para hacer notar que “revocar” no es igual a
reprimir o negar algo que tarde o temprano vuelve como sea, sino que significa no registrar algo – la Ley Paterna
especifican ellos – al punto de producir un agujero fatal en la historia de una persona. Ese agujero implota en una
psicosis que deja afuera a nuestra “realidad normal”.
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“La plata no hace la felicidad, pero crea una sensación bastante parecida” (Slogan del Banco Francés).
despreocúpense, bah) cantan estos chicos cuyo disco fue financiado por uno de esos
hermanos que trabajan con corbata y estudian “económicas”, esos quienes suelen sacarte del
paso cuando los padres dicen “Basta, hace algo”.
Esta lógica de ponerse “loco” despreocupándose de la plata es invertida por nada menos que
el dibujo “Fleco”, personaje contrario a las drogas inventado por el Estado. “Menos neuronas
para mí, y más guita para ellos (los narcos)” (¿la versión positiva de la proporción sería: “Más
neuronas para mí, y más credibilidad para el gobierno”?).
De la tríada rockera, la parte “drogas” es la que “resiste”. Porque todavía, cierta fricción
generacional se procede entre padres normales e hijos que se drogan. Todavía hay “estados
alterados” que los padres no comprenden “para qué sirven”. Todavía. Aunque en “Verano del
98” los adolescentes hagan el amor con el consentimiento de los adultos y los Rolling Stones
ya sean consagrados desde la tapa de Gente.
28-2-98 (antes de la rave de Terrestres Anónimos frente a Aeroparque)
Postdata de Mayo: Corrijo (mucho) estos apuntes en un estado que no es aquel del que
gozaba cuando los escribí con la finalidad de experimentar un umbral psicótico. Me acuerdo
que entonces la cuestión era: ¿cómo conectar la experiencia intransferible de un estado
(psíquico) alterado con un Estado (político) Alterado, o sea ¿cómo se intersectan aquí y ahora
droga y política? La respuesta es complicadísima, espero que se note. Me indignaba que el
Affaire Calamaro quedara en nada, que los rockeros dejaran solo a Don Andrés en su
reivindicación legalista de la marihuana. ¿Será posible que el rock argentino siempre llegue
tarde a todo, cuando hay que cortar la torta del homenaje, cuando ya es inocuo tratar los
temas políticamente densos? Tuvieron que pasar veinte años, más unas amnistías y unas
amnesias, para que nuestros rockers apoyaran públicamente a las Madres de Plaza de Mayo
vía Grinbank.
En aquel Febrero, todavía no había leído el primer capítulo del libro “Sentido y sinsentido de la
revuelta” de Julia Kristeva (Eudeba), cuyas páginas 52 y 53 recomiendo aunque el
psicoanálisis les parezca “cosa de chicas” (menos viril que la sociología o menos Virilio que la
carrera de comunicación). La columna de José Nun en el número [ilegible] del diario Perfil
también aporta lo suyo a la cuestión, compruébenlo ustedes mismos. Por otra parte, la muerte
de Yabrán y el azoramiento escéptico que provocó en la Opinión Pública es como un síntoma
que entreabre puertas a una especie de inconsciente que es el funcionamiento de la mafia.
¿Quién nos gobierna, en realidad? 5
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Esto fue escrito antes de la derogación de los edictos policiales, de la suspensión del Banco Patricios, de la
simbiosis La Maga-Cerdos & Peces, de la aparición del “juez gay” y de la primera rave con mensaje ecológico en
Ferro. Ay, como recordarles a estos djs ecológicos que por más que uno se repita mentalmente “No debo tirar las
pilas, no debo tirar las pilas” mientras baila, la música sale de unos vinilos que biodegradables no son… ¿Será esta
la psicosis del discurso New Age de la Subcultura Rave? Estos ravers creen despolitizarse (a ver si los confunden
con unos “rockeros comprometidos”) suponiendo: a- que no existe mediación sociohistórica entre el Individuo y la
Naturaleza, como si fuéramos un montón de Adanes y Evas, b- que con solo abstenerse de tirar una pila, ya no hay
más inundaciones. Insisto e insisto: lo que no se entiende es que esta sociedad cuenta con unas leyes que pueden
ser cambiadas y otras que merecen ser instaladas para que todos, y cada uno, podamos vivir en vez de sobrevivir
“todos contra todos”.