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Escrita por:

Saki Aida
Actualmente, estoy leyendo todos los libros que tengo en mi librera.
Me arrepiento de no haberlos leído en cuanto los compré… que gracioso.

Ilustrada por:

Chiharu Nara
Nacida: Junio
Tipo Sanguíneo: O
Estoy en un periodo en el que quiero modificar mi descuidada
personalidad.

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Resumen:

Bienvenidos a Kabukicho distrito de Shinjiku, el distrito rojo de


Japón. Aquí las calles están llenas de bares, salones de pachinko y auto
hoteles, los cuales son hogar para todos los sexos y orientaciones
sexuales. Estas son las calles en las cuales el Detective Masaki Shiiba
debe patrullar.
Un incremento reciente en crímenes con armas, fuerza a Shiiba a
trabajar de encubierto con un "S" o espía, un miembro de la
organización criminal con el cual intercambia información por favores
especiales. El S de Shiiba es un hombre influyente del Grupo Matsukura
y alguien que parece haber desarrollado un cariño especial por Shiiba.
Pero cuando el detective recibe una llamada misteriosa advirtiéndolo
acerca de su S, semillas de duda son plantadas. Si no puede confiar en su
S, ¿en quién lo hará?
Yukitomiko

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Contenidos:

Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
El Orgullo de la Bestia
Palabras de la Autora.

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Los crímenes por armas de fuego, incluyendo la venta de
armas, es un acto ilegal respaldado por las organizaciones
criminales y los métodos que los criminales utilizan ahora para
conseguir armas llama mucho la atención. Necesitamos
informantes, a quienes podemos ofrecerles protección, para
ayudarnos en nuestras dificultosas investigaciones.
2003—Periodico policial Blanco—La batalla en contra del
crimen organizado.

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CAPÍTULO 1

Un penetrante ruido electrónico, interfirió con su profundo sueño.


Masaki Shiiba gruñó mientras se despertaba por el intruso sin forma.
Quería romper el teléfono hasta callarlo, pero en su lugar, se movió de la
cama y tomó el auricular.
—¿Hola?— rugió en el teléfono, su voz ronca estaba llena de
descontento. Sin embargo, no hubo respuesta del otro lado de la línea.
Pensando que se trataba de una llamada de un bromista, Shiiba estaba a
punto de colgar el auricular cuando finalmente una voz habló desde el otro
lado.
Era la voz ronca de un hombre al cual no reconocía. Shiiba buscó en su
cerebro, tratando de encontrarle un nombre. Decidiendo que no había
resultado con su mente aún adormitada, Shiiba se rindió y preguntó.
—¿Quién…?
Frotó sus parpados con su pulgar y dedo índice. Sus ojos le ardían.
Sentía una incomodidad como si un objeto extraño se hubiera introducido
dentro de su cráneo.
—Aún si te digo mi nombre—, dijo la voz, —no sabrías quien soy, sin
embargo yo sé quién eres tú.
Al escuchar estas extrañas palabras, Shiiba dejó de frotarse los ojos.
Dentro de su cabeza una alarma roja comenzó a brillar.
—¿Cómo obtuvo este número?— preguntó después de una pausa.
—Ten cuidado con Andou—, dijo la voz ignorando su pregunta.
—¿Qué?— dijo Shiiba. —¿A qué se refiere…? ¡Oiga!
La línea se cortó. Shiiba apretó los dientes y colgó el auricular. Estaba

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molesto porque había sido despertado tan temprano en la mañana. Abriendo
las cortinas, permitió que la luz matutina ingresara, aún cuando estaba
relativamente oscuro debido a que los días de invierno eran más cortos.
Shiiba observó rápidamente hacia la calle antes de dirigirse al baño.
Se bañó con agua tibia y eventualmente su mente comenzó a aclararse.
Mientras Shiiba se bañaba, se preguntaba si dicha advertencia había sido
proporcionada por algún superior. Llegó a la conclusión de que la
información proporcionada había sido muy escasa para ser ese el caso.
¿Quién rayos era ese hombre? No solo conocía a Andou, sino que
también sabía que éste estaba conectado a Shiiba. Eso en sí no era extraño.
Muchas personas sabían que Shiiba y Andou eran amigos. Sin embargo, no
le había proporcionado su número telefónico a dichas personas además de a
Andou.
Terminó su ducha, se envolvió una toalla alrededor de la cintura e
ingresó a la cocina. Desde el refrigerador tomó una botella de agua mineral
fría y bebió la mitad de un solo trago. Mirando a su refrigerador vacío,
Shiiba revivió en su cabeza lo que el hombre había dicho.
—Ten cuidado con Andou.
No sabía lo que significaba. Conocía a Andou desde hacía tres años y
había construido una fuerte relación. Andou era por mucho su contacto
profesional más importante… un hombre al cual Shiiba no tenía otra
opción más que confiar en él. Era impensable que tuviera que tener cuidado
con Andou. No podía entender qué era lo que había querido dar a entender
el hombre que le había llamado.
Preocupado, Shiiba dejó salir un pequeño suspiro. Andou era su S. No
podía dudar de Andou. El dudar de Andou significaba que perdería todo. Ya
sea que nadaras o te hundieras con tu S, sus destinos estaban unidos.
Regresando la botella al refrigerador, Shiiba se dirigió a su closet,
escogió una camisa blanca sencilla y la colocó sobre su cuerpo desnudo.
Luego, se vistió con un traje muy caro y peinó el cabello que había caído
sobre su rostro. Por último revisó el reflejo que le miraba desde el espejo.
Su camisa se encontraba abierta en el cuello y en su pecho brillaba una
cadena de oro. El traje oscuro era ajustado y resaltaba su delgado cuerpo.

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Parecía un rufián.
Sin embargo, eso estaba bien. El momento en el que abandonó la
habitación ya no era Masaki Shiiba, el detective, su nombre sería Akira
Shibano. Diciéndose el nombre una y otra vez, cerró la puerta del closet a
Masaki Shiiba.
Shiiba agachó la cabeza mientras caminaba por la calle Yasukuni.
Aún iba algo temprano para su cita, pero siempre trataba de llegar antes
en vez de hacer esperar a Andou. Cuando iba tarde se sentía en desventaja.
En este trabajo, tenía que asegurarse que las cosas fueran de acuerdo al
plan y que jamás se encontrase en una posición donde pudiera estar en
desventaja. Tomaba todas las medidas posibles para mantener su confianza.
Mientras caminaba a través de la calle, las personas que transitaban por
el lado opuesto a él se movían a un lado al verlo venir. Quizás no lo hacían
a propósito, pero era una buen indicio de cómo las otras personas percibían
a Shiiba. No estaban tan atemorizadas de él para lanzarse hacia el otro lado,
pero tampoco tenían el valor de acercársele.
—Ah, Sr. Shibano—, una voz familiar se dirigió a Shiiba tan pronto
como puso un pie en la Calle Sakura, con sus numerosos burdeles que
tenían servicios para los diferentes fetichismos. Se trataba de Moriguchi,
quien solía trabajar en una de las tiendas de Andou. —Tenemos una nueva
chica, ¡es una verdadera belleza!
—Je—, dijo Shiiba con una sonrisa. —Bueno, entonces
definitivamente quiero un poco de eso.
—Siempre dice lo mismo, Sr. Shibano, pero jamás viene—, dijo
Moriguchi. —Bueno, supongo que una persona con tan bien parecido como
usted no necesita gastar su dinero para obtener algo de acción.
Encogió los hombros luciendo un poco decepcionado.
Shiiba rio y dijo. —Tal vez en una próxima ocasión.
—Dele mis saludos al Sr. Andou—, dijo Moriguchi.
—Lo haré—, prometió Shiiba. —Continúe trabajando, Moriguchi.
Andou regenteaba varias casas de baños en el área de Kabuki-cho, así

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que era muy famoso por estos lares. A través de Andou, Shiiba había
conocido a varias personas de esta localidad. Uno jamás podía tener
demasiadas conexiones cuando se trataba de recolectar información.
Su destino estaba un poco más adelante, pero Shiiba se detuvo
inesperadamente. Reconoció un rostro en el oscuro callejón. Era un hombre
joven y bien vestido que se encontraba gritando a un hombre más grande
quien lo tenía aprisionado. Este era Toshiaki Akai, uno de los empleados de
Andou. Toshiaki estaba claramente de muy mal humor y su cabello largo
estaba hecho un desastre.
—¡Le dije que me deje ir!— gritaba Toshiaki. —¡Escoria! ¿Qué fue lo
que hice? Todo lo que hice fue darle una pequeña patada al anuncio de la
tienda.
—¿Pequeña?—el otro hombre preguntó. —Ese fue un grave error.
Hablaremos al respecto en la estación de la policía, ven conmigo.
—Oh, vamos, déjeme ir, Sr. Detective—, Toshiaki lloriqueo. —No lo…
—, Toshiaki se percató de la presencia de Shiiba y le llamó, —¡Oh, Sr.
Shibano!
Maldiciendo su suerte, Shiiba se dirigió hacia donde se encontraban los
dos, asegurándose de no mostrar ninguna señal de reconocimiento en su
rostro.
—¿Shibano…?— dijo el hombre alto, viendo a Shiiba y frunciendo el
ceño. Lucia como si quisiera decir algo.
Shiiba lo ignoró y en su lugar le habló a Toshiaki. —¿Qué sucede?
¿Qué hiciste?
—Yo no hice nada—, dijo Toshiaki. —El dueño de esta licorera me
comenzó a molestar al salir de la tienda, solo le di una patadita el anuncio
de la tienda. Y este… este detective dijo que ¡estaba destruyendo propiedad
privada!
El rostro de Toshiaki se había palidecido. La gran bolsa que cargaba
probablemente contenía drogas de algún tipo, algo que podría meterle en
problemas si el hombre le cateaba.
Shiiba observó al detective que estaba parado frente a él y a propósito

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movió su cabeza como para mostrar sorpresa.
—Bueno, ¡pero si es el Señor Oosako!— exclamó. —Ha pasado algún
tiempo. Que coincidencia.
Los ojos de Toshiaki se abrieron en sorpresa. —¿Cómo? ¿Qué?
¿Conoces a este detective?
—Ha pasado un tiempo, luces bien—, el detective respondió
cautelosamente.
—Oosako este es un amigo mío. Sé que a veces puede actuar como un
patán, pero en el fondo es alguien bueno. ¿Puedes dejarlo ir? ¿Sólo por esta
vez? — Shiiba suplicó.
Movió su cabeza de manera para hacer una reverencia y Oosako asintió
titubeante.
—Está bien—, dijo Oosako. —Te dejaré ir, solo por esta vez. ¿De
acuerdo, renacuajo? No lo vuelvas a hacer. La próxima vez te arrestaré, sin
siquiera titubear.
Oosako había demostrado su punto. Toshiaki asintió mostrando señales
de entender, pero no parecía estar muy convencido.
—Toshiaki, ve a la oficina y diles que llegaré un poco tarde—, ordenó
Shiiba. —Gracias.
Asintiendo en dirección a Shiiba, Toshiaki se apresuró a retirarse.
Cuando vio hacia atrás, vio como Shiiba nuevamente hacía una reverencia
a Oosako.
—Lo lamento—. Dijo Shiiba en voz baja.
—Sr. Shibano, ¿correcto? Debe ser un trabajo duro—, Oosako
simpatizó con una expresión amarga. —Te ves diferente, pensé que eras
algún tipo de gigoló.
Esta noche, Shiiba vestía un saco de cabello de camello encima de su
traje. Parecía en realidad un petulante gigoló.
—Es trabajo—. Dijo. —Sr. Oosako, ¿a dónde se dirige?
—A la estación Jyuku—, respondió Oosako. —Me alegra regresar a la

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acción. Decidí regresar a hacer el trabajo normal de un detective.
Las palabras de Oosako eran conmovedoras. Este trabajo especial no
era algo que cualquiera pudiera realizar.
Oosako y Shiiba habían sido colegas cuando habían trabajado en la
estación central en la División de Seguridad de la Comunidad. Ambos
habían sido transferidos a dicha división a la vez y ambos habían estado
juntos en el curso de entrenamiento de recopilación de inteligencia.
Oosako era diez años mayor que Shiiba, pero se habían llevado muy
bien cuando estuvieron estudiando el mismo curso. De todas las personas,
Oosako era el único que no miraba a Shiiba con odio, sino que lo aceptaba
como era. Después de eso, habían sido colocados en un nuevo sector dentro
de la división de Seguridad de la Comunidad, luego en la Sección de
Inteligencia de Armas y Narcóticos. Fue ahí donde ambos habían
comenzado a trabajar en las varias formas de conseguir información.
Sin embargo después de medio año, Oosako había aplicado para ser
reasignado y dejó las oficinas centrales. No era él único. De toda la gente
asignada a Inteligencia, solo la mitad lo había logrado. Algunos
renunciaron a la policía, otros, como Oosako, habían sido reasignados. Uno
por uno, habían sido cambiados. Inteligencia ya no era un departamento en
el que uno quería estar.
—¿Estás en la OAC5 ahora?— Shiiba asintió, respondiendo a la
interrogante de Oosako. —¿Qué tal es? He escuchado que es bastante
difícil.
—El nombre es distinto, pero casi todo es igual a cuando trabajé en la
División de Seguridad a la Comunidad—. Shiiba dijo.
—Supongo que es cierto—, Oosako dijo con una sonrisa melancólica
—. Sin importar cuánto cambie la organización, las personas son las
mismas.
En el 2,003, La policía Metropolitana había sufrido una gran reforma
en la cual una nueva Organización Anti-Criminal había sido fundada.
Crimen organizado por pandillas, tanto locales como extranjeras, habían,
hasta ahora, sido jurisdicción de las Divisiones de Investigación, Seguridad
de la Comunidad y Seguridad Pública. Sin embargo, los métodos
empleados por estos grupos de crimen organizado habían empeorado con

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los años (se habían tornado más engañosos y más internacionalizados)
dando más problemas a la policía japonesa. Es por ello que, una nueva
división había sido creada con mayor poder llamada División Organizada
Anti-Criminal, o sus siglas OAC .
La Organización Anti-Criminal (OAC) estaba compuesta de
aproximadamente 94 personas quienes previamente habían sido parte de las
otras seis divisiones: Unidad 1 consistía en Investigadores especiales de
Relaciones Internacionales que era dependiente de la División de Seguridad
Pública, la Unidad 2 manejaba la investigación de crímenes internacionales
y había sido parte de la División de Detectives, Unidad 3 era una unidad
anti-pandillas la cual también era dependiente de la Unidad de Detectives,
Unidad 4 era una unidad de investigaciones, Unidad 5 era la unidad de
Armas y Narcóticos la cual había sido una división de la Seguridad de la
Comunidad de la cual Shiiba había formado parte. Finalmente, estaba la
Unidad Especial de Investigaciones especializada en Crimen Organizado
Internacional, todas estas eran las unidades que después pasaron a formar
parte de la OAC.
Estas diferentes unidades habían pertenecido a la fuerza policial desde
el año de 1,967. Eventualmente, la gran unidad de investigación, la unidad
4, había dejado de existir. Varios miembros del departamento de policía
habían hecho escuchar sus voces de protesta ante esta clausura, alegando
que la unidad 4 tenía un importante rol en la fuerza policiaca. Pero los altos
mandos de la administración ya habían tomado su decisión.
Ostentosamente, había sido unida a la División de Investigaciones. Sin
embargo, detrás de toda esta reorganización, había bastante especulación de
que el cambio, en realidad, se debía a la manera en que la administración
quitaba partes de la fuerza policial que ya no le eran ‘deseables.’
Las diferentes áreas de la policía se habían convertido en enemigos
(unos en contra de otros) en el trabajo de campo, ya no trabajaban juntos.
Los departamentos de Crimen Internacional, Crimen Violento por
Pandillas, Armas y Crimen de Narcóticos trataban de robarse las
investigaciones entre ellos mismos en donde los crímenes se traslapaban.
Este ambiente creado estaba lleno de secretos donde el número de arrestos
era competencia interna y los detectives peleaban por los casos. Escondían
información del otro y la cooperación entre departamentos era nula.
También, el liderazgo policiaco había querido limpiar la Unidad 4, la

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cual había comenzado a corromperse, sus miembros colaborando con
pandillas cuando se suponía debían trabajar para detenerlas.
—La estación de Shinjiku debe ser difícil, también—, Shiiba comentó.
—Sí, siempre estamos ocupados ahí—. Oosako dijo riendo.
Shiiba se relajó un poco, asintiendo con la cabeza.
Kabuki-cho era uno de los más grandes sectores rojos, no solo de
Japón, pero de toda Asia también, y (posiblemente) del mundo. Estaba
congestionada, con aproximadamente 3,700 establecimientos ocupando un
espacio de 0.36 km. Cada día más de 300,000 personas lo visitaban. Casi
cien pandillas tenían oficinas en ese lugar y baños ilegales, vendedores de
drogas, prostitución y peleas entre organizaciones criminales no mostraban
señas de terminar.
En recientes años, la mafia China había incrementado su presencia
drásticamente en Shinjiku. Aún el Bureau de Inmigración de Tokyo había
establecido una oficina en Shinjiku específicamente para lidiar con los
inmigrantes, quienes no habían llenado sus papeles de residencia. El
Bureau estaba coordinado con la Policía Metropolitana de Kabuki-cho.
—Las oficinas centrales son un relajo—, Oosako dijo. —Cada día es
una pesadilla. Tenemos a tus Detectives Especiales entrando y saliendo
todo el tiempo.
Los Detectives Especiales de la Organización Anti-Criminal (OAC) de
la Policía Metropolitana, estaban encargados de las redadas, especialmente
de aquellos que lidiaban con fraude de tarjetas de crédito y pasaportes.
Cuando se necesitaba apoyo, su mejor amigo era por excelencia, la policía
de Shinjiku.
Oosako agregó, —Me canso de rondar todo el tiempo, pero supongo
que en verdad debo disfrutar lo que hago.
Oosako era un detective veterano del área. Era magnifico confiscando
armas y detectando drogas. Sus superiores habían reconocido sus
habilidades y reasignado a la oficina central de la Unidad de Armas y
Narcóticos, pero quizás porque era muy honesto no pudo manejar los
trabajos asignados.

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—¿Cómo has estado? —Oosako preguntó.
—Pasándola—. Shiiba contestó. —Me gusta esta clase de trabajo, de
lobo solitario.
Oosako permaneció en silencio y observó a Shiiba como si estuviera
midiendo sus palabras.
—No hagas nada estúpido—. Dijo finalmente. —Si te metes en
problemas, nadie te ayudará a salir de ellos. Las pistas pueden siempre
terminar en colas de lagarto. Nunca olvides esto.
—Sí —, dijo Shiiba.
—Ese Andou…— aún cuando no había nadie cerca, Oosako bajó el
volumen de su voz mientras decía, —¿Es tu S?—
—Algo así, — admitió Shiiba.
—¿Tu S vive en Kabuki-cho?— Oosako dijo. —Si te metes en
problemas puedes llamarme cuando sea. Si hay algo que pueda hacer por ti,
daré lo mejor de mí.
—Gracias—. Dijo Shiiba, dando una pequeña reverencia con la cabeza
antes de dejar a Oosako.
Mientras caminaba, inconscientemente vio a su alrededor. No podía ser
visto hablando con un oficial de la policía de Shinjiku. Por suerte, todo lo
que vio fue a unos tipos trotando en la distancia.
Llegó rápidamente a su destino. La oficina de Andou estaba localizada
en el quinto nivel de un edificio antiguo. Esperó a que bajara el elevador.
Las puertas se abrieron con el sonido de un timbre. Cuando estaba a punto
de ingresar, se detuvo. Había una persona dentro.
Era un hombre alto al cual jamás había visto antes. Shiiba medía
aproximadamente 1.76 m, pero este hombre era casi 10cm más alto que él.
Sobre su cuerpo musculoso, el hombre vestía un abrigo negro de Cash meré
y su largo cabello estaba peinado hacia atrás. Sus facciones eran bien
definidas, llamaban la atención. Sin embargo sus ojos parecían algo duros y
sus labios expresaban temperamento.
—Jefe, ¿terminó?

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Sorprendido al escuchar la voz a su espalda, Shiiba volteó a ver. Parado
justo detrás de él se encontraba un hombre vistiendo un traje negro de alta
costura. Tenía aproximadamente la misma edad de Shiiba y era un poco
más alto. Tenía ojos largos y sesgados y su cabello también estaba peinado
hacia atrás. Shiiba pensó que no había nadie alrededor, pero el hombre
debió haberlo alcanzado en algún punto.
—Si—, el hombre del elevador contestó.
—El auto está listo—, el otro extraño dijo.
El hombre salió del elevador y viendo a Shiiba esperando en la puerta,
relajó sus labios en una sonrisa.
Era una sonrisa amistosa, pero Shiiba permaneció sin expresión y solo
se hizo a un lado. Mientras el hombre pasaba, Shiiba logró captar el aroma
de una dulce fragancia.
El hombre volteó hacia Shiiba con propósito. Nuevamente sus miradas
se cruzaron. Con las miradas puestas sobre el otro, Shiiba presionó el botón
para cerrar las puertas. Las puertas se cerraron lentamente finalmente
rompiendo la mirada.
Adentro del ascensor, Shiiba exhaló el aire que no se había percatado,
estaba reteniendo. Se había puesto, sin lugar a dudas, muy tenso. No, se
había puesto más que tenso; se había puesto en guardia. Era difícil ponerlo
en palabras, pero ese hombre tenía una clase peculiar de aire amenazante.
No era lo mismo que con un gánster, pero ciertamente no era un miembro
ordinario de la sociedad.

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Shiiba había entrado en contacto incontables veces con gente como él
antes. Pero esa clase de personas eran muy escasas en esta parte de la
ciudad. Más aún, él y aquél hombre únicamente habían cruzado caminos.
¿Por qué este incidente había provocado que tuviera los nervios de punta?
Shiiba pensó que esto era un tanto extraño.
Se bajó en el quinto nivel y abrió la puerta que se encontraba frente a
él. Había una pequeña plaqueta en la puerta que decía ‚Industrias Marui‛.
Al entrar a dicha habitación, fue saludado por la recepcionista llamada
Yumi Nishi quien estaba leyendo una de sus revistas semanales.
—Oh, Señor Shibano—, dijo. —Buenos días. El jefe está esperando en
su oficina.
Shiiba sonrió. —Gracias, Yumi. Te ves muy bien el día de hoy, ese
vestido te va—.
—¿En-En serio?— Yumi se sonrojó. Ella solía trabajar en una de las
casas de baño de Andou, pero tenía por naturaleza una personalidad dulce
que no coincidía con ese tipo de lugar. Era la clase de chica con la que te
podías relajar. Cuando se casó con uno de los hombres de Andou, Nishi,
renunció al trabajo de la casa de baño y por aproximadamente medio año,
había estado trabajando en la oficina. Ahora ella era considerada un
miembro de la familia de Andou.
Era llamada la oficina, pero en este lugar no había trabajo de oficina.
Todo lo que el lugar tenía era un número telefónico. La verdadera oficina
estaba de hecho, en otra ubicación en donde ellos manejaban los negocios
tales como las casas de baño. Esta era la base para las actividades turbias de
Andou.
Shiiba tocó a la puerta de la oficina de Andou. Sin esperar respuesta,
abrió la puerta. Andou estaba en el acto de levantarse del sofá en el cual se
encontraba sentado.
Nishi quien estaba sentado en el lado opuesto se puso inmediatamente
de pie y movió su cabeza en saludo a Shiiba.
—Lamento la tardanza, — Shiiba dijo en forma de saludo.
—No, nos has ayudado con Toshiaki—, Andou contestó. —Gracias.

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Andou señaló a Shiiba para que tomara asiento en el sofá.
Shiiba se sentó y dijo, —No fue nada. Solo suerte de que era un policía
al cual conocía.
Sacó un cigarro de su traje y Andou le ofreció una llama con su
encendedor. Acercando su rostro a la llama, Shiiba inhaló profundamente.
Después de exhalar lentamente el humo del cigarro, les confesó lo que lo
estaba molestando.
—Toshiaki puede estar siendo observado por la policía de Shinjiku.
—¿Te refieres a que no fue coincidencia?— Andou cambió de gesto
mientras jugaba con su encendedor Cartier.
—Es solo un presentimiento—, dijo Shiiba. —No estoy seguro.
—Entonces, por el momento, lo asignaremos lejos de esa clase de
trabajo—, Andou dijo después de una pausa. —Puede que tenga una buena
cabeza sobre sus hombros, pero le falta discreción.
—Pienso que es una gran idea—, dijo Shiiba.
Su conversación se escuchaba como aquella que tiene un superior con
un subalterno, pero, en realidad, Andou tenía treinta y un años y Shiiba
treinta. Ante el ojo público, Andou dirigía salones Coreanos, baños Turcos
y algunas tiendas de juegos, pero, detrás de todo esto, tenía negocios de
prostitución y venta de drogas. Era un empresario joven que había
encontrado el éxito en el mercado negro de Tokyo. Era muy inteligente,
más que sus años y tenía cualidades sobresalientes.
También era uno de los jugadores principales en el Grupo Matsukura,
el cuál era la organización base de la Asociación Regional Koujin. Andou
era un socio corporativo así que no tenía que lidiar en sí con el trabajo, éste
era visto por sus representantes. Andou había utilizado el prestigio del
grupo para expandir el éxito de su negocio. Había una gran diferencia entre
las tiendas que Andou manejaba y aquellas que no tenían el apoyo de las
organizaciones criminales.
Andou conocía todo lo relacionado a los líderes de las bandas que
manejaban los negocios. Era el perfecto S. Shiiba no había podido
preguntar por una mejor fuente de información.

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—Por el momento, Toshiaki no tiene permitido manejar los bienes.
¿Comprendes, Nishi?
—Entendido, señor—. Nishi contestó.
Nishi era la mano derecha de Andou. Su trabajo era el de Director
Ejecutivo de Administración, pero ese puesto no era realmente para
manejar la compañía. El manejo de las actividades ilícitas de Andou era su
verdadera función. Aunque un poco interesante, parecía ser una persona
capaz y estaba muy atento de todo lo que sucedía a su alrededor.
—Tengo algo para ti. El próximo mes, habrá un gran operativo—. dijo
Shiiba.
Andou vio a Nishi.
—Otra vez…— murmuró.
—La Unidad Anti-Delincuencia de la Policía Metropolitana, la
División de Seguridad a la Comunidad y el Bureau de Inmigración
aparentemente estarán cooperando con un total de quinientos hombres—,
Shiiba continuó.
Andou asintió con una expresión seria. —Asegúrate de decir a todas las
tiendas que tengan cuidado. Gracias nuevamente. Has sido de gran ayuda.
Había bastantes mujeres extranjeras trabajando ilegalmente en las casas
de baño, así que un inesperado operativo podría potencialmente ser
devastador a sus ingresos.
—Sr. Shibano, ¿cómo le hace para siempre poder obtener esa clase de
información?— preguntó Nishi, observando pensativo a Shiiba.

Por supuesto, no había manera alguna en la cual Shiiba pudiera decir


que había sido información filtrada por su superior. A parte de él, otros
investigadores que utilizaban un S recibían esta clase de información

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clasificada desde arriba. Ya que técnicamente ellos eran transgresores de la
ley, estas operaciones encubiertas eran extra oficiales y fuera del récord. Si
los investigadores encubiertos proporcionaban información valiosa a sus S,
entonces la confianza entre ellos se fortalecía. Este era una de sus
obligaciones. Asegurarse de que las operaciones del S salieran bien, los
investigadores se habían convertido en los benefactores de sus S, colocaba
a los S en una deuda con los investigadores y lograba que obtuvieran
ventaja psicológica sobre los ya mencionados.
—Tengo amigos en la Policía Metropolitana—, Shiiba respondió. —Te
lo dije antes. Tengo muchas influencias en este negocio.
—Pero esa clase de información clasificada es bastante…— Nishi
comenzó a decir.
—Nishi—, Andou interrumpió. —Ve hacia allá en este momento y dile
a los encargados que tengan cuidado. Ten especial cuidado en el lugar
Coreano.
—Entendido, señor—. Nishi asintió, se puso de pie y partió
inmediatamente.
Cuando se encontraban a solas, Shiiba apagó el cigarro y se disculpó.
Andou negó con la cabeza.
Solo Andou sabía que Shiiba era un detective. Andou había explicado a
Nishi y a varios miembros de la familia que Shiiba era un reportero que
trabajaba por su cuenta, que le había ayudado en el pasado. Shiiba también
mantenía su parte de la mentira y cuando le preguntaban, el decía que
estaba escribiendo un reporte de las casas de baño y de las compañías del
mercado negro. De esa forma no sería sospechoso cuando encontrara
alguna información interesante.
Algunas veces, la gente le preguntaba si podía ver los reportajes que
escribía y cuando eso sucedía, les daba el nombre de un viejo compañero
de clases quien trabajaba como un novelista. Shiiba decía que era el escritor
fantasma de este hombre, así que debían leer sus libros. Si al amigo en
cuestión se enterara, no había duda que se pondría rojo de la cólera.
Andou ocultaba la verdad incluso de Nishi, en quién confiaba
enormemente. Sabía que una pequeña herida en la cubierta podía
convertirse fácilmente en una brecha. Si se descubría que había estado

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cooperando con un detective, entonces eso indicaría el final de su vida en
esta transgresora sociedad.
Cuando uno cruzaba tan peligroso puente, no había lugar para sentirse
culpable. El obtener información de su S era trabajo de Shiiba. No existían
sentimentalismos en ello. Simplemente se proponía buscar todos esos
instrumentos mortales que se encontraban ocultos en la ciudad. Ese era el
único propósito que motivaba a Shiiba.
En el OAC5 de la Policía Metropolitana, Shiiba era parte del
departamento que se especializaba en armas y su actual deber era obtener
información sobre el tráfico de armas.
OAC5 incluía las Unidades de Investigación de Narcóticos y Armas. La
unidad especializada únicamente sobre la proliferación de armas estaba
dividida en dos equipos, el Equipo de Incidentes y el Equipo de
Inteligencia. Shiiba había sido asignado al Equipo de Inteligencia así que
no se encontraba al frente de las operaciones, sino que en su lugar,
trabajaba para recabar información de las personas que cooperaran.
La recopilación de Inteligencia tenía una existencia oculta. Si un
investigador lograba confirmar la ubicación de armas escondidas,
proporcionaría la información al Equipo de Incidentes. Ni siquiera
participaría en los interrogatorios a los sospechosos.
Hasta la inauguración de la unidad Anti-Armas dentro de la División de
Seguridad a la Comunidad, las investigaciones de este tema habían sido
llevadas a cabo por la cuarta unidad, la cual se especializaba en
organizaciones criminales. Sin embargo, así como los crímenes con armas
había ido en incremento, el decomiso de armas iba en decline, la policía
Metropolitana había decidido que los métodos de investigación
convencionales ya no eran suficientes. En virtud de ello, el plan que
adoptaron era una iniciativa de Inteligencia Secreta llamado ‘Operación S.’
Los detectives ganarían la confianza de personas quienes tuvieran
posiciones dentro de organizaciones criminales y obtendrían información
del tráfico de armas. Estos informantes internos serían llamados ‚S‛ o un
espía. Sonaba como algo sacado del guión de una película de Hollywood,
pero la verdad era que la Policía Metropolitana y el OAC estaban usando
estos informantes S para obtener información alrededor de la ciudad.
Sin embargo, esta tarea no era sencilla. Primero que nada, era bastante

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difícil encontrar a alguien que estuviese dispuesto a colaborar como un S.
los detectives debían construir una fuerte relación de confianza con estos
involucrados en el crimen organizado. Los detectives tenían que aliarse con
aquellos quienes podrían ser más útiles para la causa. Estas personas,
comúnmente eran criminales de sangre fría. Para cualquier persona con un
alto sentido de justicia y moralidad, especialmente alguien como un oficial
de policía, esto era psicológicamente desgastante.
Luego, si lograbas encontrar a alguien a quien podías utilizar como a
un S, todavía existía el riesgo de que algo pudiera sucederle a tu S si su
identidad era descubierta. También, reuniones regulares con tu S
significaba que existirían momentos en los que no podrías evitar ser
involucrado en actividades delictuosas. La carga emocional en el
investigador era extraordinaria e involucraba un gran riesgo personal.
—¿Has encontrado algo más?— preguntó Shiiba, retomando el tema
principal.
Andou hizo una cara. —No hay duda de que él es el contrabandista.
Investigué su situación financiera y cuando le mostré el dinero en efectivo,
cayó.
Andou se había vuelto conocido de un hombre Chino residente en
Japón a través de sus diversas relaciones de negocios. El hombre operaba
en una compañía de comercio en la capital y su nombre era Ying Fa Lin.
Cuando Andou le había mencionado en un bar que tenía una pequeña
tienda de armas en Ikebukuro, el hombre Chino había mostrado un
profundo interés. La tienda de armas de Andou era un tanto pequeña y
permitía que otras personas la manejaran, pero se había convertido en una
gran forma de obtener información acerca de su objetivo.
Andou se había reunido con el hombre en varias ocasiones y éste a su
vez había ido a ver su tienda. Había preguntado a Andou si él estaba
interesado en ‘armas de verdad.’
—No aceptaste ningún trato, ¿verdad?— Shiiba preguntó.
Andou contestó inmediatamente: —Por supuesto que no.
En principio, para el informante e investigador permitir que el crimen
tuviera lugar no era un delito. De los narcóticos se encargaban los oficiales
anti-drogas del Ministerio de Salud, Trabajo y Previsión Social, mientras

-25-
que la proliferación de armas estaba bajo jurisdicción de la policía y la
guardia costera. Sin embargo, negociaciones las cuales habían llevado a
cabo arrestos en los cuales el informante había instigado o provocado
transgresión de la ley causaban grandes problemas después, cuando el
delincuente era aprehendido. En los casos con la venta de armas, las
restricciones eran particularmente severas, así que gracias a ello no había
habido mucho en el camino de la investigación.
—Era él el interesado—, Andou agregó. —Dijo que era capaz de
conseguir el número que fuere de armas.
Tal vez el hombre era un enorme contrabandista. Si ese era el caso,
entonces este sería un gran operativo. Shiiba sabía que le dirían sus
supervisores qué hacer. Era siempre el mismo procedimiento: no provocar
la persecución, únicamente observar. Tenía que obedecer esas órdenes.
—Mantente en contacto con él, pero no hagas que sospeche de ti—.
Shiiba aconsejó. —Aún cuando quiera acelerar las negociaciones, haz lo
mejor que puedas para prolongarlas.
—Entendido.
Andou era un excelente S. Debido a toda la información proporcionada
por él, la policía había sido capaz de decomisar docenas de armas y cientos
de cartuchos de municiones. Sin embargo, los altos mandos no querían solo
el decomiso de armas, sino también obtener información de los métodos de
envío. A pesar de que en estos tipos de casos, la policía hubiera procedido
con un CE o Investigación de Control de Envío.
La Investigación de Control de Envío era un método utilizado con
frecuencia por el departamento de Inteligencia de Narcóticos, en el cual la
policía no arrestaba a alguien en la escena, sino, bajo una observación
cuidadosa, permitía a los narcotraficantes continuar con sus negocios para
que, de esa manera, la policía pudiera descubrir las bodegas y fuentes de las
drogas. Aún si la policía arrestaba al proveedor, había muchas personas en
el camino que se escaparían. La organización que se encontraba detrás de
este tráfico intentaría y conseguiría ocultarse de la mejor manera posible.
Era siempre un juego del gato y el ratón entre policía y delincuentes.
Ahora era el mejor momento para que un investigador en una escena,
como la de Shiiba, pudiera emplear una Investigación CE. Era imperativo
producir resultados en el actual sistema policial y éste era exactamente la

-26-
clase de caso en la cual Shiiba podía obtener dichos resultados. A través de
todos los esfuerzos de Shiiba, incontables armas habían sido descubiertas a
través de todo el país. Esas eran las clases de cifras que sus jefes le
requerían. Habían tenido incluso que falsificar situaciones en las cuales las
armas de su propio ‚S‛ habían tenido que ser ‘decomisadas.’
Después de varios escándalos derivados de estas Investigaciones CE, la
policía se había visto obligada a cambiar su política de localizar armas
individuales, sino más bien enfocarse en el descubrimiento de las grandes
organizaciones encargadas de las ventas. Habiendo dicho esto, el público
aún demandaba las mismas estadísticas de años previos. Sin embargo este
nuevo acercamiento había tenido un gran efecto en las estadísticas. El
crimen por arma de fuego había incrementado y el decomiso de armas
disminuido. En estos momentos era un tema de gran preocupación para la
fuerza policiaca.
Ahora los detectives tenían el doble de responsabilidad de incrementar
la cantidad de armas decomisadas y también de recopilar información de
las organizaciones criminales. Estas demandas conflictivas habían puesto
una inmensurable presión a los detectives de trabajo de campo.
Después de la reunión, Shiiba se puso de pie. Tenía otros informantes
que visitar. Andou era el único registrado con la Policía Metropolitana
como un S, pero aún había varios hombres en esta sociedad llena de crimen
que proveerían información por un poco de dinero.
Andou se puso de pie rápidamente y abrió la puerta para Shiiba. Andou
siempre hacía esto, pero Shiiba sentía que había algo extraño acerca de su
actitud esta vez.
Shiiba presintió que Andou detrás de toda esa obediencia ocultaba algo.
—Regresaré, si algo sucede avísame.
—Sí, y gracias por la información—. dijo Andou.
Al estar de pie, uno junto al otro, Andou era más alto. Pero a pesar de
su estatura, Shiiba no sentía ningún tipo de intimidación proveniente de él.
Quizás esto era debido a su timidez y bondad.
De repente recordó aquella conversación telefónica.

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—Cuídate de Andou.
La voz del hombre desconocido flotó nuevamente a su cabeza como si
se tratase de una ilusión.
—Tu cabello está más largo—. dijo Andou, mientras sus dedos
acariciaban la nuca de Shiiba.
Shiiba volteó la cara con violencia e inmediatamente Andou se
disculpó retirando sus dedos.
—Sí, debería cortarlo—. Dijo Shiiba después de una pausa.
—El cabello largo luce bien en ti—. Dijo Andou. —Me gusta.
—¿En serio? Bueno entonces tal vez lo deje crecer un poco más—.
Shiiba sonrió y los ojos de Andou se abrieron un poco. Eran raras las veces
en las que Shiiba sonreía así que Andou había sido tomado por sorpresa. —
Andou, quiero agradecerte por absolutamente todo. Sé que esto es difícil
para ti. Continuarás trabajando para mi, ¿verdad?— Dijo Shiiba
inesperadamente.
La mirada de Andou parecía intranquila, sin embargo, inmediatamente
respondió como esperaba, —Soy el S del Sr. Shibano, no te defraudaré. Por
favor no te preocupes.
Shiiba asintió con la cabeza ante las palabras reconfortantes de Andou
y continuó con el tema.
—Tú eres el único en el que puedo confiar.
Andou volvió a ver a Shiiba, sin tan siquiera parpadear una vez. Sus
ojos estaban llenos de una gran emoción la cual no podía ocultar.
Shiiba finalmente satisfecho, dijo que él conocía la salida, y partió de la
habitación. Al salir a la calle, se mezcló con la gente. Solo había sido por
un breve momento, pero aún podía sentir el toque de los dedos tibios en su
cuello. Dejó salir un suspiro.
Qué tontería. Los sentimientos de Andou por él. Lo que Shiiba estaba
realizando hacía que se odiara a sí mismo. Podía llegar a tal punto en el
cual se aprovecharía del amor de otra persona si el trabajo lo requería.
Oosako le dijo que había cambiado. Pasaron más de dos años desde que

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Shiiba había creado a su otra identidad, Shibano. Recordaba que, al
principio, había estado completamente des familiarizado con la ciudad y
todo lo hacía sentir incómodo y nervioso. Ahora esto era su vida diaria. No
había nadie que viendo a Shiiba sospechara que él es un policía. Había
trabajado muy duro haciéndolo, tratando de no parecer uno, porque de lo
contrario hubiera habido problemas.
Sin embargo, mientras más se involucrara en esta ciudad, más se sentía
en contradicción consigo mismo. El deseo de huir de todo aquello que
estaba mal acerca de este trabajo se incrementaba; el huir de este trabajo, el
esconder quien era, cooperar y construir confianza con la gente que debería
estar aprehendiendo. Mientras más hacía, más se desgastaba por ello. Era
como si parte de su corazón se estuviera congelando. Tal vez sería mejor
retirarse de todo, como Oosako lo había hecho.
Se preguntaba por qué continuaba a pesar de todas esas dudas. El
trabajo no se sentía como hacer valer la justicia. Era un trabajo en el cual
cualquiera sin estándares morales podía realizar. Obtener información
acerca de un crimen, tenía que ver como todo sucedía frente a sus ojos. Esa
era su vida diaria.
Sin embargo, jamás renunciaría porque de alguna forma se sentía
responsable.

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CAPÍTULO 2

La siguiente tarde, Shiiba abandonó su hogar y se dirigió a un bloque


de apartamentos situado en Shibuya. En su mayor parte, el bloque estaba
lleno de arrendatarios, con la excepción del 3er piso que era el utilizado
para las operaciones de base de la unidad de Matsuda donde Shiiba cumplía
sus servicios. Una vez a la semana, se reuniría con el jefe de la unidad y los
otros siete investigadores de su grupo. Cada investigador daba en la
reunión un informe sobre sus recientes actividades.
Los investigadores de la unidad de inteligencia debían ocultar sus
verdaderas identidades para sus investigaciones encubiertas, por lo que no
podían entrar en un edificio oficial de la policía sin primero obtener
permiso previo. Por esto surgía la necesidad de esta reunión semanal.
Desde que Shiiba comenzó en este trabajo, apenas si había estado cerca de
una estación de policía.
La unidad de la delincuencia organizada de inteligencia S se dividió en
varios equipos. Un equipo se centró en los puertos de envío, otro equipo en
los importadores y otro en corredores de ventas internacionales.
Lentamente se infiltrarían en las organizaciones desde la que podría obtener
fácilmente información sobre armas. El objetivo del equipo Matsuda eran,
por supuesto, los gánsteres.
Presentes ese día, además de los siete investigadores y el supervisor
Asada, estaba la cabeza de la sección Takasaki, quien era el Director
General del equipo de inteligencia. Takasaki aparecía aproximadamente
una vez al mes para dar órdenes específicas, pero en términos generales,
era muy raro que el jefe de la sección asistiera.
Después de que cada investigador diera un informe sobre su
investigación y el desarrollo de su vigilancia, a continuación, recibirían
avisos sobre las órdenes de sus superiores. Takasaki apeló a ellos para tratar
de reunir tanta información como fuera posible acerca de los traficantes de

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armas y rutas de tráfico porque había temores que las escaramuzas armadas
entre las bandas rivales podrían pronto estallar en una guerra de gran
escala.
En la sala, había un escritorio en el cual cada persona debía presentar
su informe. Shiiba, como los otros investigadores, tomó una de las formas.
Después de escribir dónde y por cuánto tiempo había estado con Andou y
sus otros informantes y poniendo en detalles la información recopilada a
partir de estas reuniones, lo entregó a Takasaki se encontraba sentado en el
sofá. En esos momentos, Shiiba fue detenido por Asada que estaba sentado
al lado de Takasaki.
—Señor Shiiba, ¿me permite un minuto?
—Sí ¡Qué necesita?— Preguntó, deteniéndose y girando la cabeza
hacia Asada quien aún se encontraba sentado. Shiiba era mayor que él, pero
tenía un rango de detective, mientras que Asada era capitán. La diferencia
era parecida a la que hay entre el cielo y la tierra.
—Ayer, cené con el Consejero Shinozuka—. Asada dijo —El
Consejero estaba bastante preocupado por usted. No ha sido capaz de
comunicarse con usted cada vez que él le llama. Está realmente bastante
preocupado, por lo que ¿podría usted por favor contactarlo?
Shiiba sabía que Asada no le estaba dando un consejo por la bondad
que se encontraba en su corazón. Asada probablemente tenía un motivo
oculto, nada bueno podría traer con la mención de su nombre. Era el tipo de
hombre que realmente sólo tenía interés en la progresión de su propia
carrera.
—Lamento haberlo preocupado—. Shiiba dijo —Lo llamaré en el
transcurso del día de hoy.
Asada asintió satisfecho y habiendo terminado lo que tenía que decir,
siguió a Takasaki para volver a la sede.
Uno de los investigadores comenzó a dar vueltas por el pasillo
susurrando —Un funcionario verdadero que vale algo.
—¡Seguro!— otro investigador dijo —Oye, Shiiba ¿qué te hace ser
más especial que el resto de los investigadores?

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—Bueno, estaba obligado a pasar— otro se unió a comentar —Andou
trabaja muy duro para él, debe ser para algo bueno.
Detrás de la risa y las bromas había verdadera envidia. La verdad era
que Shiiba no tenía que pagar a Andou ni un yen. Él podría pagar a su S
para obtener información o como agradecimiento por su cooperación, pero
Andou ni una sola vez había aceptado dinero. Cuando lo mencionaba, casi
parecía molestarle.
Shiiba sabía que esto era sólo el principio, por lo que sólo pasó por alto
las bromas, asintió para dar una despedida y solamente dejó la sala.
Estaba acostumbrado al odio de sus colegas. La policía era un mundo
implacable. Una de las reglas era que había que tratar a su superior como
una mascota haría con su amo. Sin embargo, Shiiba era diferente ya que él
no besaba la mano de su amo y daba falsas sonrisas, por lo tanto, no
favorecía lo que los otros detectives pensaban sobre él.
Además, era el más joven detective dentro de OAC5. Shiiba era el más
bajo de la jerarquía, pero era el que obtuvo la información más valiosa
cuando llegó a la proliferación de armas. Debido a esto, fue blanco de
críticas.
Sin embargo, la razón principal por la que Shiiba atrajo la hostilidad de
los detectives fue que recibió tratamiento especial de la fuerza
metropolitana. Pero él no podía hacer nada al respecto.
Después de graduarse en la Academia de policía, Shiiba había sido
empleado por una estación de policía regional en Motofuji. En su estación
de policía local, se había convertido en un detective a los 25. El convertirse
en un detective a esa edad era inaudito.
Para llegar a ser detective, tuvo que tomar una serie de cursos de
inteligencia, los cuales se llevaban a cabo sólo una vez al año. Para tomar
el curso, había que ser recomendado por el jefe de la policía, pero sólo una
o dos personas podrían recibir esta recomendación. Hubo varios oficiales
de policía que esperaron año tras año para recibir esta recomendación, la
cual les fue bastante difícil de conseguir.
Por último, incluso si conseguía obtener la recomendación, había sólo
40 o 50 plazas disponibles. Por lo que entre las 101 estaciones, más de un
centenar de policías fueron recomendadas y más de la mitad de ellos

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fallaron en el examen de selección. Estos no fueron pequeños obstáculos,
así que por más buen policía que haya sido, por lo general tenía que esperar
hasta por lo menos estar terminando la segunda década de vida o por lo
menos tener unos 30 años para poder convertirse en detective.
Shiiba había desafiado todo esto, convirtiéndose en un detective a una
edad extraordinariamente temprana y había sido transferido a la policía
metropolitana después de sólo un año.
La competencia en la sede fue desmesuradamente elevada. Para ser un
detective en sede a tan temprana edad, era natural que la gente alrededor de
él pensara que era el resultado de favoritismo.
También estaba el cuñado de Shiiba. Su hermana murió seis años atrás,
así que ahora era su cuñado sólo de nombre. A pesar de todo, eran como
familia.
El nombre de su cuñado era Hideyuki Shinozuka. Tenía una carrera en
el servicio civil con 36 años y ahora era un capitán de policía. En estos
momentos estaba trabajando en el departamento metropolitano de
seguridad pública como un consejero para la política de seguridad.
En una organización de policía, que era muy estrecha y restringida,
Shiiba solía sentir la presencia de su cuñado detrás de él, haciéndole
sentirse oprimido y rodeado. Ojos curiosos. Celos. Resentimiento. Si
alguna vez él fracasara, su cuñado “el funcionario” siempre estaría allí para
prestarle ayuda.
Sin embargo, la razón por la que sus compañeros le rechazaban no era
sólo a causa de su cuñado. Parte de ella era porque la historia de carrera de
Shiiba también era totalmente diferente de la de ellos.
Después de cuatro años de que Shiiba estuviera en la Academia, contra
viento y marea, había pasado el examen de primera clase de servicio civil.
Pero cuando había recibido una oferta de trabajo como oficial en la Policía
Metropolitana, él la había rechazado. Luego hizo lo impensable y tomó la
prueba una vez más para ser un funcionario del gobierno local y se unió a
la policía de encubierto como un oficial de ella.
En otras palabras, en lugar de tomar la ruta de carrera de un funcionario
y tener así la posibilidad de ascenso a la cima, había elegido trabajar en el
campo como nada más que un humilde soldado. A pesar de que se rieron

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como que era una idiotez total lo que estaba haciendo, nadie podría hacer
que cambiara de opinión. Shiiba sabía que aquellos que conocieran sus
antecedentes se burlarían de su elección, ya que estaban llenos de celos.
Trató de no prestarles atención, pero la realidad era que dondequiera que
fuera, él no podría adaptarse a sus compañeros.
En el pasillo, cuando esperaba el ascensor, escuchó una voz que lo
llamaba. Giró y vio que era Takehara quien había estado en la misma
habitación que él hace un momento.
Takehara era el detective más antiguo en el equipo de Matsuda. Sin
embargo, probablemente aún no llegaba a los 50, pero su cabello era blanco
y sus ojos se esbozaban con pliegues profundos. Era amable y era llamado
"Take" cariñosamente por todo el mundo.
—No se preocupe demasiado sobre esto—, dijo —sólo están
amargados porque usted siempre trae buena información
—No me importa—, Shiiba dijo, pero inmediatamente lamentó su
contundente respuesta. Takehara estaba preocupada por él. El hombre
incluso lo había seguido para hablar con él. Sin embargo, Takehara no
pareció tomarle importancia a la grosería de Shiiba. —Bien, está bien. Ha
estado trabajando muy duro. Recuerde que muchos hombres incluso han
sido despedidos mientras trabajaban demasiado. En este lugar nunca nadie
fue despedido por no trabajar—. Dijo con una sonrisa descarada en su
rostro. Tenía razón.
—Sería genial si este hombre chino se reuniera con Andou—. Takehara
añadió.
—Sí, quiero probar y acercarme a él—, Shiiba dijo.
Llegaron juntos al ascensor. Takehara dijo con una tranquila voz.
—Oiga, Shiiba, Andou es un excelente S. Él está hecho para usted. Así
que asegúrese de cuidarlo bien. Cuidar nuestro S es un trabajo importante.
Hay algunos que utilizan las debilidades de su S, pero esas relaciones son
débiles. El uso de dinero es lo mismo. Siempre puede traicionarle. Necesita
tener algo más grande. Confiar en ellos y que confíen en nosotros. Es la
única y verdadera forma.
Las palabras de un investigador veterano que había utilizado un S

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tuvieron mucho peso. Shiiba había oído hablar de los rumores de que
cuando el S de Takehara había sido el blanco de una banda, Takehara había
tomado un arma por sí mismo y se había alojado en la casa de su S para
protegerlo.
El ascensor llegó a la primera planta. Justo cuando el ascensor abrió
Takehara dijo, —Escuche, Shiiba. Su S es como su mujer.
—¿Mi mujer?— Shiiba dijo
—Sí, a pesar de que son criminales, a pesar de que son el enemigo de
nuestra sociedad, confían en nosotros, es del tipo adorable.
Entendía lo que Takehara estaba tratando de decir. Shiiba cuidaba
mucho de Andou. Él le necesitaba. Sin embargo, ese tipo de emoción hacía
que todo sea más peligroso. Por supuesto, la confianza era una necesidad,
pero su S era más como un perro mascota. Tenía que retener y recordar
esto.
—Mi S es mi compañero más importante—, dijo —tenemos los
mismos intereses. Yo puedo obtener la información y él recibe tratamiento
especial de la policía. La conclusión es que ellos no lo hacen por nada.
Para Shiiba escucharse decir esas palabras no era de gran ayuda, pero
sabía que estaban equivocados. Él cuidaba mucho de Andou. Incluso, en
una parte profunda de su corazón se sentía un poco asustado de la fuerza de
esos afectos. Es difícil negar que su relación con su S fuera lo
suficientemente fuerte como para poder ir más allá del llamado del deber.
—Si las cosas salen mal, los oficiales en las oficinas centrales le dirán
que corte toda relación con su S—, Takehara dijo.
—Y que esa es la razón por la cual no quiero una relación profunda con
mi S—, insistió Shiiba —¿No es eso lo que usted piensa?
Takehara reformuló su comentario. —No importa lo que nuestros
superiores digan, nuestro trabajo es proteger a nuestro S. No, esto no es
solo un trabajo. No es una cuestión del deber. Es simplemente acerca de las
relaciones humanas. Tal vez porque es aún joven, no lo entiende. Pero,
usted sabe, Shiiba, tener un S es apostar con la vida.
Shiiba adivinó lo que Takehara estaba tratando de decir: que Shiiba no

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estaba listo. El hombre no tenía la intención de dar un significado del
corazón sobre ello, pero desde el punto de vista de un veterano
investigador, Shiiba seguía siendo un novato, todavía no era capaz de ser
totalmente de confianza.
Después de que Takehara se fuera, Shiiba tomó la línea del tren de
Yamanote a Ikebukuro. Dejó la estación oriental de Ikebukuro y caminó
por la transitada calle Sunshine. Se dirigió hacia una tienda de armas
pequeñas situada debajo de la línea del tren. El cartel decía "Tienda de
armas de Aviz". Era la tienda que Andou administraba.
Al abrir la puerta de vidrio, Horibe que dirigía la tienda, lo llamó.
Horibe era un gran hombre en la mitad de sus 30 que tenía barba. Era un
gran fan de las armas.
—Señor Shibano—, él dijo. —Ha pasado mucho tiempo desde la
última vez que le vi. ¿Sigue aún con vida? Pensé que podría haberse
ahogado en el puerto de Tokyo.
—Oiga, ¿cree que puedo morder el polvo tan fácilmente?— Shiiba
refutó.
Pretendiendo admirar una Colt del Gobierno que decoraba uno de los
escaparates, Shiiba observaba la tienda. Los únicos allí sólo eran dos
jóvenes que parecían estudiantes.
—¿Quiere sentarse?— Horibe ofreció —Tómese su tiempo.
Horibe estaba sentado y mantenía desmontados partes de un modelo de
arma en la mano. Andou había adquirido esta tienda de modelo de armas de
juguete hace dos años y le dio trabajo a Horibe el cual tenía las armas como
pasión pero también tuvo que tomar parte en el trabajo de reparación de las
armas.
Shiiba se sentó junto a Horibe echando un vistazo rápido al equipo
portátil (notebook) que estaba allí. El explorador se abrió a la página
principal de la tienda, más específicamente, a una página de foro donde
cualquier persona podía contribuir con sus comentarios. Hubo muchos
puestos en el rating particularmente sobre cómo era que se fabricaban las
armas de cañón, o cómo obtener un cierto clip para tal o cual arma.
—Los negocios van lento como es de costumbre— él comentó.

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—Usted siempre dice eso—, contestó Horibe. —¿Qué espera? Se trata
de una tienda de modelos de armas. Nunca van a ser embalados. Además,
solo los niños hoy en día están interesados en juegos de supervivencia. Si
quieren comprar algo, prefieren una pistola eléctrica o una pistola de aire.
Le dije al Sr. Andou que no haría muchas ganancias con esto. Pero siempre
y cuando las cuentas no se encuentren en rojo, no parece tenerlo en su
mente.
Los juegos de supervivencia utilizan armas de BB o pistolas de juguete.
La popularidad de las pistolas de juguete significó un descenso a la
popularidad de los modelos de armas. Sin embargo, la complejidad y la
precisión requerida en la creación de modelo de armas era mucho mayor.
Debido a esa estética, había suficientes coleccionistas interesados que
rígidamente compraban estos modelos de armas para su colección.
—¿Cómo están las cosas últimamente?— Preguntó Shiiba quien no
estaba, precisamente, hablando sobre la contabilidad de la tienda
—No he escuchado nada— Horibe respondió.
Horibe también había escrito artículos sobre pistolas de juguete para
revistas. Su página era bastante popular entre los aficionados de armas
porque había una gran cantidad de información aleatoria en ella.
Una vez, había un hombre en el internet, quien quería adquirir un arma
verdadera, sin embargo Horibe le hizo saber esto inmediatamente a Shiiba,
la OAC5 había actuado rápidamente y logró evitar el crimen.
En otra ocasión, correos electrónicos de algunos estudiantes que habían
sido enviados a Horibe planteó sospechas de que podrían tener posesión de
armas reales. Los estudiantes en cuestión desistieron después de que Shiiba
los persuadiera.
Anteriormente, las ventas de armas habían sido el único especial interés
de los sindicatos del crimen. Pero con la popularidad de internet, Horibe
incluso recibía información acerca hasta de los ciudadanos ordinarios a los
que le gustaban y querían tener en su poder armas.
Andou empleaba a Horibe, pero era un empleado ordinario y no un
miembro de la “familia”. Por lo tanto, a pesar de que Horibe era consciente
de que él era un detective, Shiiba lo conoció bajo su nombre ficticio.
Horibe sentía aversión por los entusiastas de armas que buscaban

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verdaderas armas. Es por eso que ayudaba siempre a Shiiba en sus
investigaciones.
—Sólo sigue recibiendo a esos idiotas que vienen con preguntas como:
"¿Puedo obtener armas reales en cualquier lugar?” — Shiiba dijo
Horibe asintió y movió el ratón de la computadora. Él hizo clic en un
icono y surgió una pantalla de ventas.
Había un arma de modelo que parecía una Ruger la que era etiquetada
como "Marushin, sur 14 estilo MAXI, modelo tardío HW".
—He visto una de éstas—, dijo Shiiba
Horibe levantó una ceja en señal de interés — ¿Cuál de ellas?
Shiiba señaló. —Esa. Cuando estuve en la Comunidad de Seguridad,
obtuve el dato de una casa donde había armas. Cuando hicimos el
allanamiento, busqué y esto cayó del armario. Era linda pero estaba
bastante oxidada
Horibe se rió. —El estilo Sur 14 es la de un arma de mano
semiautomática que el ejército solía utilizar. Muchos veteranos las trajeron
de la guerra y las mantuvieron con ellos.
—Sí, la persona en cuestión había fallecido y nadie parecía saber
incluso qué hacía el arma en la casa—. Shiiba dijo
En casos como esos, la policía no podía castigar a la familia. En el año
1995, se habían impuesto las revisiones de ley de armas, un sistema que
podía dar vuelta el arma hacia uno mismo. Si el arma se entregaba a la
policía antes de que ésta lo detectara, entonces la sentencia sería
disminuida o anulada.
Los dos estudiantes zumbaban de emoción cuando miraban dentro del
escaparate.
—¿Esta es una Colt serie 70 del gobierno, no es así?— uno preguntó
—Wow, qué cool— su amigo agregó.
—Es una belleza, por supuesto. ¿Quieres comprar una?— Horibe dijo.
Uno de los estudiantes que Horibe había llamado dio vueltas alrededor

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y miraba al dueño de la tienda como si éste estuviera bromeando con ellos.
—No puedo costearla—, el chico dijo
—¿Pero luce cool, no es así?— Horibe se rió —Estrictamente solo se
permiten ordenes avanzadas. Si la quieres, será mejor que lo digas
rápidamente
—Realmente no puedo costearla—, el chico insistió
Después de unas pocas miradas anhelantes más hacia el escaparate los
estudiantes se fueron. Shiiba les vio salir con un sentimiento ambivalente
en su corazón.
—Incluso los niños quieren tener una—, dijo .
—¿Hmm?— Horibe puso el cargador sobre la mesa de trabajo y señaló
la frente de Shiiba. — Usted va a conseguir arrugas si se preocupa tanto.
Continuó, — Vamos, señor Shibano, usted debe haber tenido una
pistola de juguete cuando era un niño y pretender disparar a un amigo con
ella. Usted sabe, BANG, BANG.
—Sí, supongo que lo he hecho—, Shiiba admitió —tenía una pistola de
juguete. Me hacía sentir como un héroe de acción real. Mis padres me la
compraron—.
—Lo sabía—, dijo Horibe. —Los chicos son todos iguales. Las armas
son tan cool. Es divertido mirarlas y nunca te aburres de ellas.
Entendía lo que Horibe estaba tratando de decir, Shiiba sonreía con
ironía. Las personas a las que les gustaba mirar qué cool era alguna arma,
no eran criminales. No miraban las pistolas como armas y no necesitaban
estar cerca de armas reales. Ellos sólo se encontraban satisfechos con
mirarlas. Sin embargo, la realidad era que algunas personas lo deseaban
más y buscaban armas reales. De acuerdo con las estadísticas, las armas
incautadas a personas no implicadas en la delincuencia organizada habían
aumentado por encima de la cantidad de armas incautadas a las bandas.
Shiiba deslizó su dedo hacia abajo del cuerpo negro de una Beretta que
había capturado su atención. El metal se sentía frío al tacto. El cañón tenía
una forma única. Era una extraña sensación. En ese instante comprendió la
fascinación.

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Sin embargo, un arma no era un juguete. Era un arma mortal que tenía
la capacidad de herir o tomar la vida de una persona solo con un disparo.
Una bala errante fácilmente podría robar la vida de alguien. Esto solo
tomaría un momento.
Un triste recuerdo flotó en la parte posterior de la mente del Shiiba.
Algo bello que perdió debido a una pequeña bala.
Si sólo él pudiera liberar al mundo de todas las armas…
Ese fue sólo la firme convicción que Shiiba celebraba hasta ahora.

El dueño de la tienda llevó a Andou y Shiiba a través de la entrada de la


tienda a una habitación separada. Estaban en un restaurante que a Andou le
gustaba frecuentar en Minaminoyama.
Después de ordenar algo de comida, Shiiba inmediatamente le preguntó
a Andou
—¿Qué ocurrió?
Tan pronto como Andou hubiera ingresado en el coche, Shiiba había
notado que el hombre estaba actuando de manera extraña. Andou veía
detenidamente los coches al frente y en la retaguardia así como aquellos
que pasan. Cuando se bajó del coche y entró en el restaurante, tuvo cuidado
de su entorno.
—No, nada—, respondió Andou
—¿Algo en los mandos de arriba?— Insistió Shiiba —Estás inquieto.
No pareces tú mismo.
Andou estaba un poco vacilante, pero pronto comenzó a hablar. —
Siento como si estuviera siendo vigilado

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— ¿Por qué? ¿Quién?— Shiiba le preguntó, aturdido.
—Yo no sé—, Andou respondió tras una pausa.
Por un momento, Shiiba pensó que podría ser un oficial de policía que
trabaja en narcóticos. Pero eso era imposible, porque Andou estaba
publicado en el sistema informático de policía como que se encontraba bajo
investigación. Shiiba hizo el anuncio él mismo, con lo cual no podía ser un
oficial de policía el que estuviera tras Andou.
La delincuencia organizada relativa a estupefacientes generalmente se
extendía sobre una gran área, por lo que a menudo había competencia entre
las diferentes estaciones. Por lo tanto, si un sospechoso detenido o
investigado por delitos de estupefacientes, un código llamado "tarjeta Y"
podría ser incorporado en el archivo del sospechoso, que luego sería
cargado en el equipo principal de la policía metropolitana. El sistema
coordinaría los casos donde se cruzaran las investigaciones.
Por lo tanto, si un oficial de policía había hecho un seguimiento sobre
Andou, entonces cuando ellos ingresaran al sistema, sabría enseguida que
la OAC5 estaba investigando al hombre. Incluso si participaban
funcionarios de otra Prefectura, no podrían iniciar una investigación sin
permiso previo de la Metropolitana. Shiiba se había asegurado de proteger
a su S cuando las Fuerzas de policía exploraran en el sistema, con lo cual
Shiiba le estaba dando protección a su S al menos de otros miembros de la
policía.
Si no se trataba de la policía, entonces era posible que sea un miembro
de una pandilla que estaba en una disputa con el grupo de Andou o un
funcionario de narcóticos. Pero era poco probable que una banda de crimen
organizado siguiera a Andou.
—¿Podría ser una oficial de narcóticos?— Meditaba Shiiba.
Andou parecía un poco preocupado. Varios funcionarios de narcóticos
fueron empleados en una sección especial de la policía. Cayeron bajo la
jurisdicción del Ministerio de salud, Trabajo y Bienestar, así que eran una
entidad aparte de las unidades que patrullaban contra el crimen de
estupefaciente.
Si un funcionario de narcóticos fuera tras Andou, entonces podría
causar algunos problemas reales. La policía y el Ministerio de Salud,

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Trabajo y Bienestar no compartía información por lo que cualquier cosa
que Shiiba ingresara en la base de datos del equipo central no sería
relevante.
—Hey, Andou, ¿por qué no paras con las drogas?— Shiiba le instó. —
Si dejar ese negocio totalmente es demasiado, puedes asignarle a alguien
que continúe con él y tomar sólo una parte de los beneficios.
Andou no dijo nada. Probablemente estaba considerando el mejor curso
de acción.
—Por el momento, sólo muévelo todo a un lugar seguro y no hagas
entregas a los distribuidores por un tiempo—. Shiiba aconsejó.
—Sí, haré eso—. Andou finalmente concedió.
—Prométemelo—, Shiiba insistió —si realmente es un oficial de
narcóticos, entonces yo no podré protegerte—. Shiiba hizo contacto visual
con Andou para aclarar su punto.
Cuando Andou asintió, escucharon un ruido arrastrándose desde detrás
de la puerta corrediza y una camarera llegó con sus alimentos. Su entrada
terminó esa línea de conversación.
Durante la comida, discutieron sobre el distribuidor chino Ying Lin Fa.
—¿Te encontraste con Lin ayer? ¿Cómo que te fue?— en ese
momento, Shiiba, quería obtener información sobre Lin más que cualquier
otra cosa.
—Parece que Lin volverá a China mañana y regresará el día 10 del mes
que viene—, Andou dijo: —le dije que tenía un amigo llamado Sr. Shibano
interesado en armas. Le dije que era un pequeño niño rico que había
heredado una gran fortuna de sus padres y parecía bastante interesado en
armas. Luego, cuando lo conocí, dijo que tenía algo bueno para mostrarme
y sacó una pistola. Era una Tokarev, pero había algo estaño….
—¿Extraño? ¿Qué quieres decir con extraño?— Shiiba, preguntó.
—No tenía marcas — Andou contestó.
— ¿No tenía marcas? ¿Las han raspado?— Dijo Shiiba.

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—No, nunca las tuvieron—, Andou aclaró. —Yo le pregunté si era una
imitación y Lin dijo que era una verdadera hecha en China, una Tokarev.
Normalmente, un arma era grabada con nombre del fabricante y un
número de serie. Entre las Tokarev traídas a Japón, había muchas cuyas
marcas habían sido eliminadas raspándolas para evitar que se detecte su
lugar de origen, pero que nunca tuvieran esas marcas era un hecho extraño.
—También dijo que si no me gustaba la Tokarev tenía una Makarov
que él también podía obtener en cantidad—, Andou, añadió.
Shiiba quería hablar con Lin directamente al menos una vez.
Probablemente, había una gran organización trabajando detrás del hombre.
—Cuando Lin vuelva a Japón, organiza una reunión— él pidió. Andou
no asintió inmediatamente y se veía agitado. Shiiba intentó sondearlo. —
¿Es esto un problema para ti?
—Creo que es mejor si no te encuentras con él—. Andou respondido.
—Ese hombre tiene intereses extraños.
—¿Intereses extraños? ¿Qué quieres decir?—, Shiiba, preguntó.
Andou comenzó a explicarse, pero él no estaba siendo claro. — El me
pidió que le presente a algunas chicas. Pero le gusta el Sado Masoquismo y
a las chicas no les gustaba esto. Son el activo más importante en mi trabajo,
por lo tanto se lo advirtieron, pero, luego pidió hombres….
—¿Hombres?
—Sí. Quería a hombres jóvenes y bonitos. Creo que él realmente
prefiere a los hombres más que a las mujeres. Si Lin ve a un chico como
tú…..— Andou dejó el resto en suspenso, apenado.
Él estaba preocupado de que Lin codiciara a Shiiba. Shiiba entendía
que este consejo provenía de la preocupación de Andou por él, pero no era
suficiente para que cambiara de idea.
Podría decirse que Andou estaba diciendo esto debido a los celos que
sentía. Esto ya invadía su interés personal ya que era notorio el profundo
afecto que tenía hacia Shiiba.
—No te preocupes—, Shiiba le dijo, intentando aliviar su estado de

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ánimo. —Tú estarás conmigo.
Andou todavía no se veía feliz, pero no dijo nada más.
Cuando terminaron la cena, cada uno de ellos solicitó café.
—Está llegando pronto— dijo Shiiba, llevando la taza a su boca.
—¿Qué es?— Andou dijo, confundido.
—El aniversario de la señorita Kaori—, Shiiba respondió —¿Vamos a
la tumba juntos?
Andou asintió a la petición de Shiba —Gracias por recordarlo una vez
más este año.
—No tienes nada que agradecerme—, Shiiba dijo. —Por supuesto que
lo he recordado.
Todavía le dolía a Shiiba recordar a Kaori. Si sólo hubiera sido más
cuidadoso. Fue su pesar más grande.
Kaori era la hermana menor de Andou. Andou era cuatro años mayor
que ella. Había trabajado en una empresa normal y vivía en su propio
apartamento, pero había sido víctima de un acosador vicioso. Fue cuando
ella había presentado una denuncia ante la estación de Motofuji que Shiiba
había llegado a conocerla. Era en el mismo tiempo en el que Shiiba había
abandonado el trabajo uniformado de la policía para convertirse en un
detective encubierto.
El acecho había continuado. Se había concluido que era un hombre de
39 años de edad que vivía en la ciudad y que solía salir con Kaori. La
policía de Motofuji lo había advertido, como estándar, y el acosador paró.
Pensaban que no necesitaban preocuparse ya. Pero, entonces un día, el
acosador repentinamente forzó el ingreso a la casa de Kaori y la estranguló
hasta la muerte. El acosador le tenía rencor ya que ella había ido a la
policía.
Fue mientras él había ido a comprobar que Kaori estuviera bien cuando
conoció a Andou. Había encontrado difícil creer que el hombre que se
preocupaba tan sinceramente por su hermana también se pasaba por las
casa de baños de Kabuki-cho y que tenía conexiones con el crimen
organizado.

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Después de la muerte de Kaori, Shiiba mostraba respecto a Andou
tantas veces como lo viera. Sólo así podía disculparse por no protegerla.
Alrededor de un mes después, inesperadamente, Andou había abordado
a Shiiba con alguna información sobre un hombre que estaba escondiendo
armas. Cuando lo investigó, era como Andou le había dicho. Su unidad
había terminado realizando la incautación de las armas de fuego y varias
cajas de cientos de municiones de la casa de ese hombre. Fue en ese
momento que Shiiba había decidido ocupar un puesto en la Unidad de
Control de Armas y había sido reasignado desde la división de Seguridad
de la Comunidad.
Durante la investigación de ese caso, sus superiores habían decidido
que Andou tenía la personalidad para ser un informante. Le ordenaron a
Shiiba obtener más información de Andou. Ya había pasado cerca de tres
años desde que los dos habían sido asociados de esta forma.
—Andou, ¿puedo preguntarte algo?— Shiiba dijo.
— Por supuesto— respondió Andou
—Después que Kaori muriera, ¿por qué me brindaste esa información?
— Shiiba preguntó.
Andou entrecerró sus ojos como si trata de recordar.
—Realmente te preocupabas por Kaori— él respondió —Cuando ella
murió, incluso lloraste conmigo. Kaori solía decirme que tenía un detective
confiable cuidando de ella, por lo que no era necesario preocuparme más.
Antes, cuando ella les contó a algunas personas sobre el acosador, nadie la
había escuchado. Tú la escuchaste y visitaste tantas veces. Ella estaba tan
agradecida contigo. Yo también. Estoy realmente satisfecho de que nos
hayamos conocido.
¿Esto era simple gratitud? Era como si Andou estuviera tratando de
expresarse, pero no podía.
Shiiba no podía corresponder su amor. —Supongo que fue un
agradecimiento de tu parte, entonces. Somos los mismos, ¿no es así?—dijo.
—¿Los mismos…?— Andou preguntó
—Sí. Ambos hemos perdido a nuestros padres y quedamos sólo con

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nuestras hermanas — Shiiba aclaró. — Y, también por tener a la persona
más importante asesinada.
Él le había dicho a Andou que había perdido a su hermana. Había sido
después del funeral de Kaori, habían estado bebiendo juntos y lo había
deslizado en la conversación. Tal vez había querido simpatizar con Andou,
cuyo dolor conocía muy bien.
—Señor Shiiba, usted y yo hemos conocido el mismo dolor— Andou
no lo llamó Sr. Shibano como lo hacía normalmente. Le llamó por su
verdadero nombre.
Shiiba fue un poco sacudido por este cambio repentino en la atmósfera.
Él recogió el encendedor sobre la mesa y se lo entregó para el
alumbrado del cigarrillo de Andou. Andou no abrió el encendedor por su
cuenta, apenas lo sostenía alejado. Alzó la mano para tomarlo, el
encendedor de plata estaba sobre la mano de Shiiba.
En el siguiente instante, ocurrió algo que Shiiba no esperaba. Andou
agarró la mano en la que Shiiba sostenía el encendedor. El lugar donde lo
tocó se sintió caliente. Ese calor luego subió por el brazo de Shiiba para
llenar su cuerpo entero. No parecía real. Shiiba estaba impregnado por un
intenso malestar, casi como en pánico.
—Andou….— susurró el nombre como una súplica desesperada.
Andou permaneció inexpresivo y, luego soltó la mano de Shiiba. El lugar
se llenó de un incómodo silencio.
Cuando Shiiba intentó formar palabras, Andou se levantó.
—Vámonos—, dijo.
Él estaba actuando como si no hubiera pasado nada. Shiiba se sentía
enfurecido de que Andou le había marcado de esa forma. Pero cuando
Andou dio la vuelta, se disipó la ira del Shiiba. Andou sólo había sostenido
su mano, y Shiiba se había turbado. Si Andou realmente estuviera
interesado en Shiiba de esa manera, entonces Shiiba no tenía idea de lo que
haría.
Estaba tan seguro de la obediencia de Andou. Andou era su perro
domado. Sin embargo, ahora sentía como si tuviera que tener cuidado de

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que las emociones de Andou no pusieran en peligro la relación de trabajo
que tenían.
Sintiéndose agitado por este desarrollo, abrió la puerta corrediza y se
detuvo en el pasillo. De pie allí echó un ojo capturando a un hombre alto
con lo cual Shiiba se detuvo al instante.
Sus ojos se encontraron. Al observar a Shiiba, las esquinas de la boca
del hombre se curvaron significativamente.
Era el mismo hombre que él había visto en la Oficina de Andou. Esta
noche, él llevaba un simple traje de tres piezas y parecía un trabajador
ordinario. Pero todavía tenía una fuerte presencia sobre él.
—Bueno, ¿no es Munechika?— Andou dijo, saludando al hombre —
¿Estás aquí para cenar?
—Sí— el hombre contestó. —Kaname, dijo que se trataba de un buen
restaurante y me trajo aquí.
—Ya veo— Andou, dijo. —El Sr. Kaname está aquí también—. Detrás
del hombre se encontraba un delgado joven a quien Andou dio un guiño.
Era el hombre que vestía en aquella ocasión con un traje negro. Hoy estaba
vestido de gris.
El hombre llamado Kaname le dio sus respetos —No he hablado con
usted por bastante tiempo. Me alegra ver que se ve tan bien—. Parecía
como si fuera el secretario de Munechika o que tuviera una posición
similar.
—Nos deberíamos ir.
—Sí, nos estábamos retirando de todos modos— Andou dijo —Gracias
por tomarte la molestia de venir a la Oficina el otro día.
Munechika se rió y dijo que no era nada. Él aparentemente había
visitado a Andou ese día.
—Si hay algo que pueda hacer, no dudes en avisarme, — dijo.
—Sí, gracias nuevamente—, dijo Andou para cortar la conversación,
tal vez preocupado de que estaba haciendo esperar a Shiiba.

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Siguiendo a Andou, Shiiba también asintió con su cabeza saludando
cuando pasó junto a Munechika. Pero, de repente, su brazo fue agarrado
por detrás, frenándolo.
—Ten cuidado con Andou—. A Shiiba esas palabras le sonaron
familiares resonando tranquilamente en su oído. Esas palabras. Esa voz. No
podía ser.
Este era el hombre misterioso de la llamada telefónica…
Cuando Shiiba abrió su boca para decir algo, Munechika rápidamente
lo liberó y se apresuró a pasarlo. Mientras Shiiba le observaba, Andou se
dio vuelta sospechosamente.
— ¿Señor Shibano? ¿Pasa algo malo?— preguntó.
—No— Shiiba respondió y se colocó al lado de Andou.
Después de pagar la cuenta se introdujeron dentro del automóvil. En el
interior del auto Shiiba le preguntó a Andou. — ¿Quién era ese tipo?
—¿El Señor Munechika? Es el asistente de la organización— Andou
respondió cuando partían del estacionamiento
Shiiba sabía ahora que el hombre era de hecho un Yakuza.
—Dirige un negocio, por lo que no es como los demás—. Andou
continuó explicando. —Igual que yo. Tiene un gran poder en el grupo.
Un yakuza empleado en el mismo grupo que Andou. ¿Por qué se había
reunido con él? Y ¿por qué la advertencia?

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—El Señor Munechika era un senpai en mi escuela— Andou dijo. —
Solíamos hacer cosas estúpidas juntos. Un año antes de que perdiera a
Kaori, nos reunimos nuevamente en Kabuki-cho por coincidencia, y
comenzamos nuevamente nuestra antigua amistad. Fue él quien me invitó
al grupo Matsukura. Solíamos tener que pagar dinero a los Yakuza para
protección, pero como yo tenía negocios en Kabuki-cho, él me sugirió que
me afiliara al grupo y así obtener su apoyo.
En Kabuki-cho, hay varias formas de para conseguir protección
pagando con dinero y a veces podía provocar algunas complicaciones. Un
hombre de negocios afiliado a la pandilla podía hacer negocios mucho más
fácilmente.
—Era el hijo de la amante del presidente—. Andou reveló.
—Entonces, ¿se hará cargo?—, preguntó Siiba.
—No, esa posición está destinada al hijo del Presidente con su esposa
oficial, por lo que Munechika fue hecho a un lado— Andou dijo. —La cosa
es que el nuevo Presidente es un niño mimado y joven, por lo que creo que
los miembros de la organización querrán tener a Munechika para tener
éxito. Tengo la misma opinión. Munechika es inteligente y tiene
compostura.
Shiiba podía saber que detrás de las palabras había confianza de Andou
en Munechika. Pensaba volver a la imagen que tenía de Munechika hacía
un momento.
El hombre parecía fuerte. Un hombre de tormentosa buena apariencia.
Con ojos que parecían podían ver a través de todo. Su sonrisa era cínica.
Sólo recordando, inexplicablemente hizo sentir a Shiiba que debía subir su
guardia.
El coche se detuvo en una luz roja. Mirando las luces del coche de
enfrente, Shiiba murmuró para sí —No me gusta ese hombre.
Andou escuchó a Shiiba y se volteó hacia él, interesado.
—Esto es extraño— dijo. —Tú nunca dices si te gusta o no alguna
persona.
—¿De verdad?— Shiiba le preguntó, genuinamente sorprendido.

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—Sí— Andou dijo. — Esta es la primera vez que te he escuchado decir
algo así
Era cierto que Shiiba rara vez expresaba sus opiniones o evaluaciones
de otras personas. Pero a él realmente no le gustaba ese Munechika. Había
lógica en eso. Había simplemente algo sobre el hombre.
Ese hombre era peligroso, sintió. Shiiba necesitaba ser cuidado.
Dentro de cabeza de Shiiba, una luz roja de advertencia
silenciosamente titilaba.

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CAPÍTULO 3

Un Mercedez negro se paró frente a Shiiba. El conductor abrió


amablemente la puerta trasera con su guante blanco. La persona que salió
era un muy famoso político que había salido en varias oportunidades por
televisión. El hombre desapareció dentro del famoso restaurante
tradicional.
A estas horas de la noche, los líderes del gobierno y pertenecientes a
cirulos financieros ingresaban a través del pequeño callejón que unía a
Akasaka con Tameikesanou. En unos momentos la estrecha calle estaría
llena de autos color negro. Los ojos de Shiiba se posicionaron sobre el
restaurante. Por lo general no le gustaban los restaurantes de clase alta
porque no podía relajarse en ellos, sin embargo este lucía acogedor y tenía
un aire agradable.
Ingresando al restaurante a través de la puerta de caña, fue rodeado por
varias meseras que vestían bellos kimonos iguales quienes le dieron la
bienvenida.
—Su cuñado se encuentra aquí—, una de ellas dijo.
Shiiba simplemente respondió, —Ya veo—, a la chica sonriente. Se
había retirado temprano para asegurarse que podría llegar antes de la hora
acordada, pero al parecer le habían ganado. Eso lo deprimió.
La mesera le dijo que Shinozuka estaba en la habitación de siempre, así
que declinó la oferta de ser guiado hasta allá. Frente a la puerta corrediza,
reajustó su corbata. No vestía su traje llamativo usual, sino que vestía un
traje estándar de tres piezas. Su cabello el cual por lo general estaba
desaliñado, en estos momentos se encontraba bien peinado.
Avisó que iba a ingresar y abrió la puerta. En el interior, se encontraba
su cuñado sentado. Hideyuki Shinozuka, quien se encontraba sirviéndose
un poco de sake.

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Shiiba se encontró fascinado por el perfil intelectual y astuto que no
había visto desde hacía ratos. Shiiba pensaba que no existía otro hombre en
el mundo al cual le lucieran tan bien los anteojos sin aros.
—Lamento llegar tarde—, dijo en vez de saludar.
—No, yo vine temprano—, respondió Shinozuka. —No te preocupes.
Shinozuka se quitó su saco y luego se sentó de piernas cruzadas en el
suelo. Aun con esta pose relajada parecía tener un aire refinado a su
alrededor.
Sentándose en el lugar opuesto al suyo, Shiiba le preguntó cómo se
encontraba mientras este vertía sake en su pequeña copa. Shiiba aceptó la
copa y la elevó a sus labios, pero no podía saborear el alcohol
apropiadamente. Siempre se encontraba nervioso cuando hablaba con
Shinozuka.
—Lamento no haber podido regresar ninguna de tus llamadas—, dijo.
Shinozuka había dejado mensajes en su máquina contestadora, pero
había estado tan ocupado que no había podido tomarse el tiempo de
contestarlas. Había pensado que quizás su cuñado estaría molesto, pero
Shinozuka simplemente sonrió y sacudió su cabeza de manera negativa.
—Está bien—, dijo. —Sé que has estado bastante ocupado.
A pesar de que su hermana mayor, Yukari, había fallecido, Shiiba aun
salía con su cuñado cada dos o tres meses. Habían perdido su relación
oficial como cuñados, por lo que Shiiba pensaba que su relación era un
poco ambigua. Desde que habían perdido a aquella persona que los
relacionaba, no eran más que extraños. Pero su conexión no había sido
completamente eliminada. Era una relación extraña.
—De hecho, tengo un anuncio que hacer. Seré transferido a la Policía
Metropolitana—, Shinozuka dijo como si no se tratase de algo importante,
mientras alcanzaba con sus palillos comida de uno de los platos que
acababan de traerles. Hablaba acerca de la fuerza policial que tenía un
control autónomo sobre el área de Tokio y funcionaba para supervisar a las
fuerzas policiales de otras áreas. Todos los funcionarios del servicio civil
que buscaban tener una carrera dentro de la institución primero eran
empleados por la fuerza Metropolitana y después eran trasladados a otras

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regiones.
—¿A qué departamento?— Shiiba preguntó.
—A la Unidad de Planificación del Buro de Seguridad—, respondió
Shinozuka. —Seré el director.
Shiiba asintió y movió sus palillos. No sabía que decir. Entendía que
ser trasladado a la Unidad de Planificación del Buro de Seguridad en la
policía Metropolitana era un gran paso en la carrera policial, pero
Shinozuka apenas tenía 36 años. Pensaba que a esa edad, era muy pronto
poner a Shinozuka en semejante puesto.
El Buro Metropolitano de Seguridad era la base para toda la
administración de seguridad pública del país. Principiando con la sección
de Seguridad Pública Metropolitana, todos los detectives de Seguridad
Pública de todo el país monitoreaban y reunían información de grupos que
estaban involucrados en actos criminales de alto impacto o crímenes
políticos. Debido a que trabajaba para inteligencia, Shiiba había cooperado
con ellos, pero llegaban a extremos incomparables. Era un grupo que se
especializaba en espionaje y en métodos de infiltración. Por lo general se
encargaban de vigilancias secretas que jamás saldrían a la luz pública, eran
como una policía secreta.
En teoría a la Unidad de Planificación del Buro de Seguridad era la
torre de control encargada de las operaciones de los S hechas por las
secciones de Seguridad Pública de todo el país. La naturaleza confidencial
del alto contenido de material incautado significaba que únicamente
contratarían al hombre más capacitado como director, ya que esa persona se
encargaría de controlar la organización.
—Estarás bastante ocupado pronto—, dijo Shiiba.
—Los funcionarios públicos nunca tenemos tiempo libre—, dijo
Shinozuka mientras sonreía.
Aún cuando Shinozuka había sido capaz de adelantarse a tantos
hombres que habían iniciado sus carreras al mismo tiempo que él, no
existía la mas mínima pizca de agresividad o arrogancia en su
comportamiento. Probablemente para Shinozuka, todos estos cargos eran
solo escalones para él. Eso era lo más temible, Shinozuka iba a escalar
hasta la cima de la organización policiaca, todo mientras tenía esa sonrisa

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sedante.
—Pero no he venido a hablar de mi hoy. Tengo algo que decirte—,
confesó Shinozuka. Ajustando sus piernas dijo, —Masaki, ¿por qué no
tomas el examen gubernamental nuevamente el próximo año?
Shiiba se sorprendió al escuchar tal propuesta.
Shinozuka continuó. —Hace siete años, sé que querías trabajar en las
calles como oficial de la policía y no en una oficina donde no pudieras
investigar, pero ¿no ha sido ya suficiente? Debes estar satisfecho a estas
alturas. Por favor, es momento que pienses en tu futuro.
—¿A qué te refieres?— Shiiba preguntó, luego dijo —Planeo seguir
trabajando como un detective.
Su expresión se endureció. Tenía un presentimiento que Shinozuka no
estaba de acuerdo con sus planes.
—Eres una excelente persona—, dijo Shinozuka. —Obtuviste notas
muy altas en el examen del gobierno y también cuando te graduaste de la
Academia Policial. Como detective, has tenido mucho éxito. Pero esas
habilidades servirían y se desarrollarían mucho más en la organización.
Siempre he pensado en ello. Eres un hombre demasiado bueno. Deberías
dejar el trabajo de detective atrás.
Shinozuka dijo esas palabras con una voz muy calmada, sin embargo
había una fuerza sorprendente en su voz. Estaba diciendo lo que en realidad
pensaba. Shiiba estaba perplejo.
—¿Por qué no renuncias a la policía Metropolitana y regresas a
estudiar?— Shinozuka dijo. —Si te comienzas a preparar desde ahora,
serás capaz de aprobar el examen del próximo año.
—No puedo—, Shiiba dijo después de una pausa. —Aún cuando lo
aprobara, no sería empleado por ellos.
En realidad, el hecho de si serias empleado o no, era decidido antes de
la entrevista. En un intento por hacer el proceso más justo, las autoridades
habían iniciado por publicar los resultados después del día de la entrevista.
Pero ahora eso significaba que los resultados ya no eran ni considerados.
No se basaba en cuan inteligente eras, era acerca de a qué universidad

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habías asistido. Para las personas como Shiiba, no había forma de que
pudiera competir con estudiantes de la Universidad de Tokio. No cuando
había tan pocas plazas en la Metropolitana.
—No tienes por qué preocuparte por ello—, Shinozuka dijo. —Es
cierto, se ha escuchado poco acerca de un detective que tiene experiencia
en las calles realice nuevamente en examen para ingresar a la carrera
policiaca, pero he escuchado al jefe decir que quería probar algo nuevo.
El rostro de Shiiba se tensó sin siquiera poderlo evitar. Shinozuka podía
únicamente estarse refiriendo al Jefe de la Policía. El jefe de la
Metropolitana lideraba a 2,070,000 personas. Shiiba estaba sorprendido de
que ahora Shinozuka se codeara con alguien con un puesto tan alto.
—Si no hubieras perdido a Yukari ahora estarías bien encaminado en tu
carrera—, dijo Shinozuka. —¿No crees que ya es momento de regresar a tu
curso original? No querrás dejar que se te escape la oportunidad.

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Shiiba empuñó sus manos mientras estas descansaban sobre sus
rodillas. Shinozuka esperaba una respuesta. Shiiba podía simplemente
rechazarlo, pero considerando que Shinozuka estaba preocupado por su
bienestar, las palabras no salían.
—Déjame pensarlo—, dijo finalmente.
—Muy bien—, respondió Shinozuka. —Espero una respuesta positiva.
Tal vez puedas seguir mis pasos.
Percatándose que no tenía que dar su respuesta inmediatamente, Shiiba
respiro profundamente y se relajó. Sin embargo pronto se sintió asqueado
consigo mismo. Aun cuando le gustaba pensar acerca de él mismo como un
solitario, no podía rechazar abiertamente a Shinozuka.
Cuando la cena terminó, salieron juntos del restaurante. Dirigiéndose
hacia la calle, Shinozuka llamó un taxi.
—Entra—, dijo.
—¿Sr. Shinozuka?— preguntó Shiiba.
—Aún tengo trabajo que hacer—, Shinozuka explicó. —Regresaré a
Kasumigaseki. Masaki veme a visitar cuando quieras. Siempre serás
bienvenido.
Shinozuka vivía solo en una residencia en Hanzoumon. Cuando Yukari
estaba con vida, habían salido de noche en ocasiones incontables.
—Te lo agradezco. Si tengo oportunidad, iré a verte—, respondió
Shiiba un poco incomodo y observó a Shinozuka con tristeza en sus ojos.
Había un leve dolor en su pecho. No podían seguir viéndose tan
inocentemente como solían hacerlo. Simplemente ya no era posible.
Se acomodó en su asiento y abrió la ventana.
Shinozuka inclinó su cabeza y le susurró. —Te pareces tanto a Yukari.
Siempre me entristece verte.
Shiiba no comprendió totalmente el significado de esas palabras,
porque el conductor del taxi dijo que arrancaría el motor, inclinó su cabeza
tan bajo como pudo en forma de reverencia. Mientras el auto arrancaba vio
como Shinozuka desaparecía en el fondo.

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Cuando ya no pudo ver a Shinozuka, Shiiba volvió a acomodarse en el
asiento y dejó escapar un profundo suspiro. Cuando pensaba en Shinozuka,
había un conflicto en su corazón. Repulsión y admiración. Desagrado y
respeto. Todas estas emociones mezcladas. Cuando miraba a esos ojos que
le estimaban, deseaba en lo más profundo de su corazón ser capaz de que
Shinozuka le gustara.
Su hermana había sido una maestra de preparatoria cuando un amigo
los había presentado a ella y a Shinozuka. Habían tenido citas por
aproximadamente un año y cuando Shiiba estaba en su tercer año de la
Universidad, se habían casado. El matrimonio de su hermana había sido
algo que le había agradado bastante. Su padre, quien era oficial de la
policía, había perdido su vida cuando Shiiba era joven. Luego, los
hermanos habían perdido a su madre en una batalla contra el cáncer cuando
Shiiba estaba en la preparatoria. Su hermana, quien era cuatro años mayor
que él, se convirtió en su única familia.
Al principio Shiiba había admirado a su cuñado quien se había
graduado de la misma universidad y ahora trabajaba para la fuerza policial
metropolitana. Fue debido a esa admiración que había decidido re evaluar
su plan original de tratar de ingresar al Ministerio de Finanzas y decidido
irse a la carrera policiaca. Pero cuatro años después, justo después de haber
aprobado el examen gubernamental para ser funcionario civil, algo había
pasado que lo hizo cambiar de opinión.
La tragedia había ocurrido cuando Yukari había estado caminando por
la calle Keihana. Una bala perdida disparada por un miembro de una
pandilla había impactado con el cráneo de Yukari. Fue simplemente mala
suerte.
Los medios de comunicación habían repetido la historia de cómo la
esposa de un trabajador de la policía había sido asesinada, atrapada en un
conflicto entre dos pandillas rivales.
El departamento metropolitano realizó una cacería de brujas para poder
encontrar al culpable. Después de tres días un hombre apareció culpándose
por el hecho y ese caso había sido cerrado demasiado fácil.
Uno de los periódicos había sacado una historia diciendo que el hombre
al cual se había culpado por el crimen, no era el verdadero culpable y que
la persona que había disparado, en realidad era el hijo del jefe de una

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organización criminal en particular. Varios ciudadanos inocentes habían
sido inmiscuidos en contiendas de esa pandilla y pagado con sus vidas. La
lucha había iniciado entre un par de grupos criminales y si se hubiese
prolongado más se temía que más tragedias ocurrieran. De acuerdo a un
reportaje en un periódico, la policía deseaba desesperadamente terminar
con esta guerra y la organización criminal no quería que el hijo de jefe
fuera aprehendido, así que los dos habían llegado a un acuerdo tras puertas
cerradas.
Shinozuka le había dicho que no se habían cometido errores en los
reportes de la policía y que Shiiba no debería escuchar a los reportes
exagerados de los medios. Sin embargo, Shinozuka había dicho esto con
una expresión nada sincera y como si estuviera ocultando algo. Shiiba sabía
que el mismo Shinozuka tenía dudas con respecto a como se había
manejado el caso. Así que en varias ocasiones había pedido a la policía que
re-abrieran el caso, re-investigaran y que por su hermana descubrieran la
verdad. Sin embargo, Shinozuka únicamente había negado con su cabeza y
no había escuchado las suplicas de Shiiba.
—¿Por qué? Eres un policía… por favor, por la verdad, re-abre el
caso.
—Masaki, las personas que han sido empleadas como parte de la
organización policiaca, solo siguen siendo simples oficiales. No tenemos el
derecho de escoger que puede o no puede ser investigado de esa manera.
El entendía la posición de Shinozuka. Él lo entendía, pero no podía
aceptarlo. Si dependiera de Shiiba, èste encontraría la forma de hacerlo, sin
importar que obstáculos existieran. Quería encontrar la verdad para su
queridísima e inocente hermana quien había sido injustamente asesinada.
No como un oficial de policía, sino como un hombre.
La desesperación tornó su visión negra, pero la decepción que sentía
por Shinozuka aún brillaba como una luz. Shiiba se sintió dejado fuera y
solo podía sentir rabia contra su propia impotencia.
Debido a esto, Shiiba había decidido no ingresar a la fuerza
metropolitana. Shinozuka y otros empleados en la Metropolitana habían
tratado de persuadirlo, pero los ignoró a todos. Quizás era por eso que
resentía a Shinozuka. Shinozuka estaba equivocado. Shiiba no necesitaba
una carrera. Odiaba el crimen. Odiaba las armas que habían robado la vida

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de su hermana.
Así que había escogido un camino, el cual no le daría una carrera, pero
que era un papel activo en la detención de los crímenes. Se convirtió en un
oficial sin nombre.
Esa voluntad y el odio hacia el mundo criminal turbio fueron lo que
llevó a Shiiba a continuar. No era un concepto bello y poderoso de justicia.
De eso estaba seguro.
En cuanto salió del taxi en Setagaya, que era donde vivía, el celular que
tenía en su bolsillo timbró. En la pantalla decía que era una llamada de su
jefe, Takasaki.
Al contestar el teléfono, pudo inmediatamente percibir el pánico de su
voz mientras el hombre le preguntó —¿Dónde estás?
—En casa—, Shiiba respondió. —¿Qué sucedió?
—Es malo—, dijo Takasaki. —Andou murió.
Al escuchar las increíbles noticias, Shiiba no supo que decir.
—Muerto… ¿a qué te refieres?— finalmente preguntó.
—Fue asesinado—, explicó Takasaki. —Lo escuché de otra unidad.
Colocaste en el sistema que Andou se encontraba bajo investigación. El
cuerpo fue llevado para que le realizaran una autopsia.
Andou fue asesinado…
Las peores noticias imaginables. La cabeza de Shiiba estaba llena de
confusión cuando preguntó —¿Quién fue? ¿Quién lo hizo?
—Aún no los hemos capturado—, Takasaki dijo. —De acuerdo a la
declaración del testigo, alguien llamado Nishi, Andou fue atacado de
repente cuando salió del vehículo. El otro equipo tiene algunas cosas que
preguntarte, así que ¿podrías venir a la estación?
—Sí, voy hacia allá—. Shiiba continuó hablando mientras caminaba
hacia la estación. —¿Tenemos algún sospechoso potencial?
—No, no saben nada aún—, Takasaki dijo. —Únicamente lo que los
hombres de Andou dijeron fue que pudo haber sido un hombre de

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nacionalidad china.
—¿Chino…?— Shiiba se detuvo. Una sensación fría inundó su pecho.
—Cuando fue atacado, aparentemente su atacante gritó algo en Chino
—, dijo Takasaki. —Justo después de eso, dispararon así que Nishi no pudo
ver bien el rostro del atacante.
—Disparos…¿Andou murió por impacto de arma de fuego?— Shiiba
preguntó.
—Sí, en la cabeza y en el pecho, murió casi en el instante.
Un hombre chino, un arma. Estas familiares palabras claves recorrieron
la cabeza de Shiiba. ¿Podía ser lo que Shiiba pensaba? Que hubo algún tipo
de problema entre Andou y Ying Fa Lin y ¿por eso había sido asesinado?
—Lo veré en la estación de Shinjiku. Estaré ahí lo más pronto posible.
Colgó. Sus piernas no se movían, era como si estuvieran pegadas al
pavimento. Aferrándose al celular que tenía en su mano, observó hacia el
cielo, estaba impactado.

—¡Sr. Shibano!
Aferrándose de una bolsa en sus brazos, Nishi se levantó al ver a
Shiiba.
—Nishi, ¿estás bien? ¿Estás herido?— Shiiba preguntó
inmediatamente.
Otros miembros de la familia, incluyendo a Yumi y Toshiaki se
encontraban en la oficina de Andou. Había una atmosfera de dolor en el
lugar.
—Estoy bien. El jefe, el Sr. Andou, él…— Nishi no pudo terminar sus

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palabras.
Shiiba le dio unas palmaditas en la espalda. Al ver la confusión y
sorpresa que había causado el asesinato de Andou, Shiiba no podía
encontrar palabras para consolarle.
Nishi había llamado por teléfono a Shiiba, cuando éste se encontraba
contándole todo lo que sabía acerca de Andou a otro detective de Shinjiku.
Pretendiendo que acababa de escuchar las noticias trágicas acerca de
Andou, Shiiba se había ido inmediatamente a la oficina y luego a Kabuki-
cho.
—Es terrible—, dijo Shiiba. —No puedo creerlo.
—¿Cómo pudo ocurrir…?— dijo Nishi, —Era tan buen hombre…
Viendo al hombre adulto llorar, las otras personas comenzaron a hacer
lo mismo también. Shiiba también estaba triste, pero no se encontraba en el
humor para llorar como los otros por su dolor. Era posible que Andou
hubiera sido asesinado por ser un S.
—¿Quién disparó a Andou?— preguntó. —Decían que era posible que
hubiera sido un hombre chino.
—Tan pronto como salimos del auto, escuchamos que alguien gritó
algo en Chino—, logró explicar Nishi. —No nos dio tiempo de voltear a
ver antes de que le dispararan en la espalda, así que nunca logramos ver el
rostro de ese hombre. Por supuesto, existe la posibilidad que el culpable sea
chino, pero eso no es seguro. Sr. Shibano, ¿qué haremos a partir de ahora?
Shiiba sacudió a Nishi de los hombros. El rostro de Nishi estaba lleno
de temor y preocupación. Ahora que Andou ya no estaba, solo Nishi podía
manejar la organización.
—Todas las tiendas tienen sus administradores—, Shiiba dijo. —Deja
que administren todo como siempre. Lo mejor será detener todas las
actividades clandestinas por ahora. La policía empezará a investigar.
Encárgate de ocultar todas las cosas que no quieres que vean.
—Eso estará bien—, dijo Nishi. —La semana pasada el jefe movió
todo a un lugar seguro.
Andou había hecho justo lo que Shiiba le había sugerido que hiciera

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cuando sospechaban que un oficial de narcóticos estaba siguiendo a Andou.
Tal vez este acosador había sido el responsable de la muerte de Andou.
Shiiba escondió de su expresión el miedo que él mismo sentía.
—El grupo Matsukura, ¿debemos hacerles saber?— preguntó Nishi. —
Aún no me he contactado con ellos.
Era importante hacer esto de manera apropiada. Nishi por lo general se
ocultaría de todo eso ya que no estaba muy relacionado con las pandillas.
—Eso es correcto—, Shiiba estuvo de acuerdo. —Siempre nos han
ayudado, hay que hacerles saber.
—Pero no conozco bien el grupo—, dijo Nishi. —Solo conozco a
Munechika.
Shiiba frunció el ceño —¿Munechika? Lo vi una vez también. ¿Viene
seguido ese Yakuza?
—No—, dijo Nishi. —Solo unas cuantas veces. Solo he hablado un par
de veces con él, era un amigo de la infancia del jefe.
—Sí, conocí a Andou hace mucho tiempo—, dijo una nueva voz desde
atrás.
Shiiba se volteó en sorpresa. Munechika estaba de pie en la puerta,
vestía un traje de dos piezas. Shiiba no había escuchado al hombre ingresar.
Detrás de él se encontraba Kaname.
Nishi también se encontraba sorprendido de la aparición de Munechika.
Sus ojos se abrieron.
—Te llamas Nishi, ¿cierto?— Munechika preguntó.
—Ah, sí—. Nishi respondió.
—Yo me encargaré de hacerle saber a la organización—, Munechika
dijo. —Si hay algún problema, no vayas con la organización, ven
directamente a mí. Haré lo mejor que pueda.
Munechika le entregó su tarjeta de presentación de una manera
relajada.
Nishi la aceptó. —Se lo agradezco—, dijo mientras daba una

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reverencia.
—¿El cuerpo de Andou?— Munechika preguntó.
—Está en una necropsia—, Nishi respondió.
—Siendo cortado. Terrible—, Munechika susurró. —Si el cuerpo
regresa, háganmelo saber—. En la misma manera en la cual había
ingresado a la oficina en esa forma se retiró, salió de la oficina
inesperadamente.
Shiiba salió corriendo a través del corredor, siguiéndole.
—Espera—, gritó.
Munechika se volteó, pero antes de que pudiera decir una palabra, éste
habló antes.
—Te dije que fueras cuidadoso con Andou—, dijo con una voz
intimidante. —Debiste haber escuchado mi consejo.
Munechika fulminó a Shiiba con la mirada. Shiiba inhaló aire.
Finalmente entendió el significado de aquellas palabras. Munechika no se
refería a que Andou le traicionaría, sino que el hombre le estaba advirtiendo
que había mucho peligro alrededor de Andou.
—¡Tu… tu sabes algo!— Shiiba exclamó. —¿Sabes quién mató a
Andou?— Tomó al otro hombre violentamente, pero Munechika no pareció
estar perturbado por esto, solamente le vio. —¿Quién es? Si lo sabes,
¡dímelo! ¿Quién seguía a Andou? ¿Quién lo asesinó?
—¿Es esa la manera apropiada de preguntarle a alguien?— Munechika
preguntó. Se quitó las manos de Shiiba de encima, con una expresión de
molestia en su rostro. —Eres solo un pequeño bebé extraviado en el mundo
que no sabe nada. ¿O tal vez seas una pequeña niña?— dijo en forma de
burla. Luego acercó su cara a la de Shiiba. —Sé quién mató a Andou. Si
quieres que te diga quien fue, entonces tomará más que información.
¿Entiendes?
Munechika pedía dinero. Lo más vil de todo. Shiiba lo odiaba con todo.
—¿Cuánto quieres?— Preguntó entre dientes.

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—Como si necesitara dinero—. Dijo Munechika riendo.
Esta respuesta tan inesperada hizo que Shiiba levantará las cejas. —
Entonces ¿qué es lo que realmente quieres?
—A ti—, dijo Munechika.
—¿Qué…?— Shiiba preguntó.
—No eres muy inteligente, ¿cierto?— Munechika le dijo nuevamente
en tono de burla. —Te deseo. Te ves tan limpio que debes saber cómo
satisfacer a un hombre.
Las palabras no tenían sentido para Shiiba, así que empujó al hombre.
Munechika simplemente le dio una pequeña cachetada en la mejilla.
—Tu pedazo de mierda…— Shiiba gruñó.
Munechika no se intimidó ni un poco. En su lugar una pequeña sonrisa
apareció en sus labios.
—Niñita caprichosa—, dijo.
—¡DETENTE!— gritó Shiiba.
Aún bajo la mirada hostil de Shiiba, Munechika lo vio con desprecio,
relajado. Parecía estar casi fascinado ante la rabia de Shiiba.
Kaname ingresó en el elevador. Presionando el botón esperó por
Munechika.
—Conservaré la información—, Munechika dijo. —Así que si la
quieres, ven a mi casa, a cualquier hora.
Munechika empujó a Shiiba a un lado e ingresó también al elevador.
Shiiba le insultó cuando éste le dio la espalda. —¡Como si algún día
quisiera eso! ¡Eres un bastardo enfermo!
No hubo respuesta y Munechika despareció mientras se cerraban las
puertas. La sonrisa burlona permaneció en su rostro hasta el final.

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—Lamento la tardanza—, dijo Oosako, apresurándose a ingresar al
café en el cual habían quedado reunirse. Dio una pequeña reverencia en
forma de disculpas.
—Acabo de llegar también—, dijo Shiiba.
Oosako se rió al escuchar la mentira. No había punto al tratar de
asegurarle al hombre. El cenicero ya se encontraba lleno de cenizas.
—No, en serio, solo he estado aquí un momento—, Shiiba insistió.
Oosako observó que estaba fumando demasiado y Shiiba apagó el
cigarrillo. La verdad era que había pasado más de treinta minutos
esperando, pero no quería hacer sentir mal a Oosako por su tardanza ya que
el hombre venía desde Ichigaya.
Era un café que se encontraba en el sótano de un edificio en la calle de
Sotobori. Era un café pequeño y deprimente con un interior poco
iluminado. Únicamente había otro cliente quien parecía ser un hombre de
mediana edad y se encontraba leyendo una revista, lucía como si se fuera a
quedar dormido en cualquier momento. No era popular, pero eso lo hacia
un lugar perfecto para hablar, ya que era poco probable que fueran
escuchados.
Un hombre viejo irritable tomó la orden de Oosako.
—Lamento haberte citado a un lugar como este—, dijo Shiiba.
Después de ordenar su café, Oosako negó con la cabeza, diciendo que
no era un problema.
—Las personas pueden reconocernos en Shinjiku, así que por eso te
cité aquí—, Shiiba explicó, continuando con las formalidades. Luego tomó
un sobre café que le fue ofrecido. Abriéndolo, sacó el reporte de
Munechika escrito con la mala letra ya familiar de Oosako.

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Oosako le dio un resumen de lo que estaba escrito. —Keigo
Munechika. 32. Un empresario excelente. Negocio legítimo bienes raíces,
IT e importaciones. A un lado, como sabes, tiene una importante posición
en el grupo Matsukura. De acuerdo a la información del grupo, parece que
también es el hijo ilegitimo del anterior presidente.
—También escuché eso—, murmuró Shiiba. —Su medio hermano
heredó el grupo, ¿cierto?
—El hijo de la ya difunta esposa tiene entre 25 o 26—, Oosako dijo. —
Después de la muerte de su padre, pusieron a alguien más a hacerse cargo
de las operaciones. Al parecer tomó posesión del cargo de su padre hasta el
año pasado. Hay muchos hombres sedientos de sangre en Shinjiku. El
joven presidente no pudo manejar muy bien la organización. Como sea, de
regreso a Munechika. Existen muchos misterios rodeándole. Cuando era
joven vivió un tiempo con su padre, pero por alguna razón no fue
públicamente reconocido y no lleva el apellido Matsukura. Después de
graduarse de la preparatoria, se fue de su casa y parece que no tuvo relación
con el crimen organizado durante ese tiempo. Cuatro años más tarde,
apareció de repente como un hombre de negocios involucrado con el grupo
Matsukura. Al parecer ha adquirido mucho dinero.
El café llego, así que Oosako dejo de hablar en esos momentos.
—Ciertamente es un cliente difícil—, Shiiba dijo mientras asentía. —
Le pregunté al centro de datos por sus antecedentes criminales, pero no
tiene ninguno.
—Así que es cuidadoso—, Oosako dijo. —Porque solamente es un
miembro no ha aparecido en el escenario principal de la organización. De
acuerdo a mis colegas gánsters, no es muy devoto a los negocios ilícitos.
¿Qué quieres con Munechika?
Shiiba no estaba seguro de responder, no sabiendo cómo hacerlo. Pero
quizás Oosako podría ayudarle a descifrarlo después. Shiiba verificó que
nadie estuviera escuchando. Oosako tenía experiencia con trabajo policial
encubierto así que entendía la difícil posición en la que Shiiba se
encontraba.
—El otro día, alguien fue asesinado—, susurró. —Fue Andou, el de las
casas de baño.

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—Oh, eso—, Oosako dijo. —Aún no han capturado al responsable.
Había pasado ya una semana desde la muerte de Andou y no había
habido ningún progreso en la investigación. La frustración de Shiiba
únicamente incrementaba.
—Andou era mi S—, Shiiba admitió después de una pausa.
Con la taza en sus labios, Oosako le vio sorprendido.
—Ya veo—, murmuró. —Eso es desafortunado. Pero ¿qué relación
tiene con Munechika?
—No lo sé—, Shiiba dijo. —Pero creo que sabe algo.
No dijo que Andou pudo haber perdido la vida debido a que era un S.
Esa noche, cuando se había contactado con Takasaki y le había dicho
que no les podía decir a los detectives de la Unidad 1 que Andou se había
estado comunicando con Lin. Takasaki también sospechaba que Lin había
estado involucrado con el asesinato de Andou. Aun si Lin no lo había hecho
él mismo, si los detectives de la Unidad 1 comenzaban a investigar,
entonces lo más probable sería que este huyera. Y debido a que para la
OAC5 el descubrir rutas de tráfico de armas era más importante que un
asesinato, el arresto recaería sobre la unidad 1.
—El asesinato es competencia de la unidad 1, ¿correcto?— Oosako
objetó con una expresión adolorida. Tragó su café. —Entiendo tu
frustración, pero no deberías andar haciendo lo que quieras, déjalo ir.
—Sí—, dijo Shiiba.
Aun cuando estaba de acuerdo, Shiiba aun sentía un malestar en su
corazón. Necesitaba saber la verdad del asesinato de Andou. Aún cuando
no podía investigarlo, quería saber la verdad ahora. ¿Quién mató a Andou?
¿Fue debido a que era un S? ¿Qué había hecho? ¿Por qué…?
Un profundo dolor se expandió por todo su cuerpo. Ningún músculo
podía relajarse.
Solo había una persona que sabía la verdad. Ese hombre era Keigo
Munechika.

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CAPÍTULO 4

—Oye, has venido.


Keigo Munechika sonrió con arrogancia. Aunque Shiiba había visto esa
cara muchas veces, seguramente no podría acostumbrarse a ella.
—Sí, estoy aquí —dijo.
—Gracias —dijo Munechika fatigadamente.
Detrás de él, Kaname dijo una rápida palabra y se dio vuelta sobre sus
talones. Shiiba se quedó solo en el hall de entrada y Munechika asintió para
que entrara. Tras Munechika, Shiiba ingresó en la sala.
Era un espacioso salón. Las decoraciones estaban bien diseñadas y se
veían expresivas. Era un lugar demasiado limpio hasta el punto de ser
antinatural, como si nunca hubiera sido utilizado. No se sentía como que
alguien realmente viviera allí. Era como un modelo de hogar, construido
para ser admirado.
Fuera del piso, a través de las ventanas que llegaban al techo, se podía
ver la torre de Tokio iluminada, pero Shiiba no estaba con el estado de
ánimo para disfrutar de la espectacular vista nocturna.
La residencia de Munechika estaba en Roppongi Hills, Shiiba llamó al
número de la tarjeta de negocios que Munechika le había dejado con Nishi.
No la había obtenido directamente de Munechika. El hombre que era su
secretario, Kaname, había respondido a la llamada. Shiiba había dicho que
quería reunirse con Munechika y Kaname habíaenviado un coche le
recogerlo a Shinjuku, en el transcurso de la siguiente hora.
—Tienes un excelente hombre allí —dijo Shiiba.
—¿Kaname? Él es mi más valioso activo —contestó Munechika.

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Shiiba consideró que entendía las palabras de Munechika. Kaname no
hablaba demasiado, pero siempre respondía correctamente. Él no se veía
muy diferente en edad a Shiiba, pero por su calma parecía mucho mayor.
Con sus manos todavía empujando en los bolsillos de su abrigo de piel
falsa, Shiiba se dirigió a la parte posterior de la sala y, sin permiso, se sentó
en el sofá. Era un gran sofá con tapizados en piel, suave y cómodo para
sentarse.
—¿Algo para beber? —ofreció Munechika.
—Estoy bien —dijo Shiiba.
Él no había ido allí para tomar una bebida amistosa. Shiiba tenía un
único objetivo.
—¿Quién mató a Andou? —exigió inmediatamente—. Dímelo.
Munechika permaneció en pie. Miró hacia abajo a Shiiba.
—Todavía eres grosero —dijo—. Cuando pides algo a alguien, al
menos debería decir por favor.
—Esto no es una petición —dijo Shiiba—. Se trata de una transacción.
Estamos incluso aquí parados.
Munechika levantó una ceja, tratando de adivinar el significado de las
palabras de Shiiba.
—Entonces… ¿estás listo para darme un buen servicio? —preguntó.
Irritado, Shiiba permaneció en silencio, pero a regañadientes asintió
con la cabeza. No quería hablar demasiado. Si él charlaba entonces sólo
haría que aumentara su miseria.
Estaba dudando y se atormentaba a sí mismo. Pero el gran deseo de
obtener la verdad le había traído hasta ahí. Él se había convencido a sí
mismo de que podría entregarse a un hombre, por eso había decidido
reunirse con Munechika.
—No tengo ninguna intención de pasar más tiempo del necesario en
esta transacción —dijo—. Entonces, comencemos.
Viendo que Shiiba empezaba a sacarse el abrigo, Munechika sonrió. —

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Un individuo impaciente… bien, está bien para mí. Ven aquí.
El lugar que Munechika indicaba era, como esperaba, el dormitorio, el
cual era ridículamente grande. Caminando por el centro de la sala, Shiiba
vio una cama king size. Viendo lo que decoraba la pared, se detuvo.
En una vitrina de vidrio se exhibían varias armas. Una Walther,
Browning Hi-Power , Colt del gobierno, Tokarev, Beretta, Magnum, Eagle
del desierto. Todas las marcas más famosas se exhibían a lo largo de la
pared.
—No son armas reales, ¿no es así? —preguntó.
Munechika respondió. —Por supuesto que no.
—Dicen que si quieres ocultar una hoja debes ponerla en un bosque —
citó Shiiba.
—No te preocupes —dijo Munechika—. Son todas reproducciones.
—¿Te gustan las armas? —preguntó Shiiba.
—No, todas me fueron entregadas por un amigo —aclaró Munechika
—. Pensé que harían interesante la decoración. Yo normalmente no tengo
interés en tales juguetes, pero son muy elaboradas. Toma, ¿qué piensas de
ésta? —Munechika abrió las puertas de vidrio y sacó un arma fuera—.
Mira. Esta Beretta, es una obra de arte.
Era una Pietro Beretta M92. Hecha en Italia. Una 9mm manual. Era
ampliamente utilizada en todo el mundo por la policía y las fuerzas
armadas y era el arma estándar del ejército estadounidense.
Munechika levantó lentamente el arma que tenía depositada en su
mano, apuntando a la nariz de Shiiba. Aun siendo falsa, no podía dejar de
estar un poco preocupado.
—Bien, ¿iniciamos esta transacción? —dijo Munechika—. Te he dicho
desde el principio que tú no estás a cargo. La información se entregará al
final.
Sin comprender, Shiiba frunció el seño. —¿Qué quieres decir?
Munechika sonrió, entonces empujó la Beretta contra la mejilla de

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Shiiba. —Quiero disfrutar, gozar este momento. Quiero dedicar el tiempo
necesario para estar satisfecho, entonces después te daré la información.
Sácate la ropa y acuéstate.
Shiiba había logrado controlarse. Daría su cuerpo a este hombre. Por un
breve momento, él dejaría que Munechika hiciera lo que él quería. Esa era
la forma en que tenía que pensar acerca de ello. Por supuesto, realmente no
quería dejar que ese hombre se divirtiese encima de él.
—¿Qué hacemos? —preguntó.
Munechika ahora contorneaba la mejilla de Shiiba con la fría y dura
pistola. Tal vez debido a la frialdad del metal, un escalofrío corrió a través
del cuerpo de Shiiba.
—Parece que no estás en esto —dijo Munechika—. Si no lo deseas,
entonces puedes irte a casa.
El hombre estaba tratando de provocarlo. El impulso de reaccionar era
fuerte, y cuando Shiiba movió su rostro, la Beretta se puso justo enfrente de
sus ojos. Abrió sus labios y lentamente comenzó a chupar a lo largo del eje
de la pistola. El sabor incómodo de metal llenaba su boca, pero
ignorándolo, tomó la boca de la pistola en su propia boca y succionó aún
más.
Alejando la pistola, Munechika le susurró suavemente. —¿Es de esta
forma que tratas a tu propia Beretta? —entonces repentinamente comenzó a
agitarse de la risa. Como si las repentinas acciones de Shiiba fueran
divertidas—. Por desgracia no tengo una Beretta. Tengo una Magnum —
dijo.
Ignorando la línea fangosa, Shiiba le preguntó. —¿Te gustan los
hombres?
—No —Munechika respondió fácilmente—. Normalmente no tengo
inclinación hacia los hombres. Pero estoy interesado en ti. Es porque tú
eras al que Andou amaba. ¿Cuándo te convertiste en la mujer de Andou?
Era extraño que Munechika tuviera tal fuerte convicción acerca de lo
que decía. Shiiba no creía que Andou hubiera dicho tal cosa.
—No era la mujer de Andou —explicó—. Nosotros no tuvímos ese tipo

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de relación, ¡nunca!
—Mentiroso. Andou estaba obsesionado contigo —dijo Munechika.
—Yo no estoy mintiendo —dijo Shiiba—. Ésta es la verdad.
Realmente, no había nada entre Andou y yo.
—Entonces, ¿hubo otros hombres a excepción de Andou? —sondeó
Munechika.
Enfurecido porque Munechika hubiera decidido que Shiiba debía ser
gay, tenía todo lo necesario para agitar tranquilamente su cabeza.
—Soy heterosexual —dijo—. Nunca he pensado en estar con un
hombre antes.
Munechika guardó silencio por unos momentos y, a continuación,
repentinamente lanzó la Beretta sobre la cama y mencionó que eso era
aburrido.
—Si no eras la mujer de Andou, entonces ya no quiero esto —dijo—.
Vete a casa.
El pánico ahora estaba presente en Shiiba. Todavía no había
descubierto quién había matado a Andou.
—Espera —dijo—. ¡Tú me querías aquí! ¡Ése era el trato!
—No hay ningún trato —dijo Munechika—. Un niño inocente no va a
ser divertido. No estoy interesado en vírgenes. Una fruta inmadura no es lo
suficientemente dulce para mí.
Cuando Munechika trató de dejar la habitación, Shiiba se lanzó contra
el hombre. Esto era una broma. Él no podría haber atravesado todo ese
camino para ser rechazado simplemente.
—¡No juegues conmigo! —gritó—. ¡Dijiste que teníamos un acuerdo!
Sólo porque cometiste un error con el tipo de relación que Andou y yo
teníamos… tienes que mantener el acuerdo sobre la transacción.
Munechika miró hacia abajo a Shiiba que ahora mostraba una mezcla
de rabia y desesperación. Dejando escapar un leve suspiro, dijo. —Está
bien. Yo fui el que lo dijo. Mantendré mi promesa. Date prisa y comienza.

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Quítate la ropa y siéntate en la cama. Mírame y mastúrbate ante mis ojos.
Cuando hayas terminado, te diré lo que deseas saber. Tienes diez minutos
para llegar al orgasmo.
Shiiba asimiló las órdenes rápidamente.
Dando a Shiiba una mirada de soslayo, Munechika se dejó caer
pesadamente en el sofá. Iba a ver desde allí.
—El tiempo corre. Comienza.
Munechika cruzó sus largas piernas. Parecía cansado de esto.
Shiiba mordió levemente su labio inferior. Tenía que hacerlo.
Se quitó el abrigo y lo colocó en el piso. Cuando se sacó los
pantalones, sus manos dudaron en su ropa interior.
—No te apures —dijo Munechika—. Disfrútalo.
Su rostro se tiñó a causa de la vergüenza, pero alejando sus dudas,
Shiiba se quitó la última prenda que llevaba puesta.
—Lindo cuerpo.
Las palabras de Munechika le parecieron ridículas. Shiiba miró hacia
arriba, tenía en su cara una resolución tan evidente que podría ser
considerada como una actitud de desafío. No sentía vergüenza. Y aunque la
tuviera, no iba a mostrarla ante este hombre.
—Mírame a la cara —le ordenó Munechika—. Abre las piernas un
poco más. Así… Está bien.
Se sentó frente a Munechika en la cama. A continuación, tomó su
miembro y comenzó a masturbarse. Pero, en su actual estado de rabia, no
había forma de que pudiera tener una erección. El órgano masculino era
delicado. Y darse placer a uno mismo delante de un extraño no sería
apasionante, a menos que uno fuera realmente un pervertido.
—¿Cuál es el problema? —lo atormentó Munechika—. ¿No puedes
obtener una erección? No lo lograrás dentro del tiempo establecido si
sigues así.
—¡Cállate! —gritó Shiiba. Lo dijo desde la esquina de sus labios,

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tratando de concentrarse en el asunto que tenía en sus manos.
—Permíteme ayudarte —dijo Munechika—. Te diré algo para
aconsejarte. Usa tu imaginación. Si no lo haces, nunca podrás lograrlo.
Shiiba quería gritar que no iba a ser de mucha ayuda tampoco lo que le
decía, pero no estaba en condiciones de hacerlo. Mirando a Munechika, dio
un profundo suspiro. Tuvo que calmarse primero, si trataba demasiado
duro, entonces nunca iba a obtener la erección.
—Usa tu imaginación —repitió Munechika—. Sé que a ti te gusto
mucho, muy dentro de ti. Nunca se lo has dicho a nadie, pero muy dentro
de ti, te gustan los hombres. Largas manos masculinas acariciando tu
cuerpo. Tú no puedes ayudarte, pero lo quieres. Es un deseo verdadero.
Shiiba miró hacia el reloj que se encontraba colgado en la pared y
comprobó el tiempo. Ya habían pasado tres minutos. No iba a poder llegar a
tener un orgasmo de esa manera. Perdería el acuerdo que tenían.
—Una mano de hombre, sosteniendo tu pene —continuó Munechika
—. Haciendo un lento movimiento hacia arriba y hacia abajo. Oleadas de
placer. El calor en el edificio, tu miembro endureciéndose… se siente tan
bien…
Shiiba cerró sus ojos, y algo flotó en su mente. La memoria de un video
de adultos que estaba enterrado profundo en su mente. La imagen de una
hermosa mujer desnuda se formó lentamente delante de sus párpados
cerrados, pero Munechika repentinamente le ordenó no cerrar los ojos. La
imagen fue arruinada.
—Mírame a mí —ordenó Munechika—. Esto es así. Si no lo haces, el
acuerdo será disuelto.
Miró a Munechika lleno de odio. Munechika le dijo que continuara. Él
no quería admitirlo, pero la voz de barítono de Munechika era atractiva
mientras continuaba su monólogo. —La mano del hombre te está
excitando. La mueve hacia arriba y hacia abajo, hacia arriba y hacia abajo,
tu pene está empezando a perder algunas gotas pre seminales. Unas pocas
gotas empiezan a deslizarse en tu mano, ¡es tan sucio!
Mirando a los ojos de Munechika le fue más difícil a Shiiba pensar en
otras cosas. Para darse placer él mismo necesitaba concentración. Sin la

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oportunidad de hacerlo, no iba a poder lograr una erección.
Comenzó a darse cuenta de que si quería obtener placer, entonces no
tenía ninguna otra opción que rendirse a Munechika. No era lo que quería,
pero era la única forma de lograrlo. Shiiba afianzó la idea en su mente. La
próxima vez que Munechika escupiera esas palabras perversas, él iba a
tratar y escuchar.
Te gustaban los hombres. Necesitas tener sexo con ellos. Quería
comenzar con esto para generar sus propias imágenes. Era como una
especie de lavado de cerebro hecho por uno mismo.
—Él comienza a chupar tus pezones. Te gusta. Su lengua los recorre, se
siente tan bien. No sólo eso. Deseas que tu propio pene sea mordido.
Deseas que tu duro pene sea mordisqueado de esa manera. Deseas ser
lamido. Deseas que los succione…
Él estaba imaginándolo. Ser excitado por un hombre que succione su
pene... Los pensamientos poco realistas habían torcido su voluntad, y con
los pensamientos impropios, comenzó a acelerar libremente los
movimientos de su mano. Las imágenes estaban empezando a despertarle.
Lentamente, su miembro estaba volviéndose más duro en su mano.
—Finalmente, él chupa tu pene. No puedes tomarlo. Gritar, gemir hace
que se sienta tan bien. Él está demasiado excitado por los gritos de placer
que tú emites, y sigue con la áspera mamada. Se está comenzando a
chorrear el semen en la boca. Piensas que te vas a venir, pero intentas
mantenerlo por el gran placer que sientes.
Su corazón latía con mayor rapidez. El tomó la ola de calor y la siguió
hasta el final.
Shiiba se entregó al mundo imaginario. Imaginaba al hombre bajando
sobre él. Era caliente. Su aliento se aceleraba. Extrañamente, pensaba más
en la imagen. Esto lo estaba excitando cada vez más. Incluso la mirada de
Munechika sobre Shiiba comenzaba a convertirse en una acción de
excitación.
—La lengua del hombre comienza a buscar algo aún más profundo.
Dices que no te gusta, pero estás tan emocionado. Tú realmente lo quieres,
lo deseas. Quieres que siga con su trabajo. Goteas, deseas que entierre su

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propio pene dentro.
Por un instante, la mano de Shiiba se detuvo. Munechika le susurró
para continuar.
—El hombre hace lo que deseas y empuja contra ti. Tú lo aceptas
abriendo ampliamente tus piernas. Él te penetra. Llenándote. Se siente tan
bien. Él te está tomando como si fueras una mujer, tú gritas de placer.
Shiiba podía ver esto en su mente. El hombre lo sostenía. Shiiba estaba
avergonzado. Realmente avergonzado. Pero, como una pesadilla, él sólo
podía excitarse aún más. Como si Munechika estuviera manipulándolo con
su fría y dura mirada.
—Sientes al hombre dentro de ti y él no está mostrando ninguna
misericordia. Él te golpea y ya no puedes pensar en nada más. Apenas
puedes respirar. Pero aún así, deseas que te tome aún más duro. Más
profundo. Le gritas que te lo dé tan duro de tal manera que nunca más
puedas caminar otra vez. Su polla está en todo el camino hasta tu culo, él
agarra tus caderas. Hasta que finalmente, el cálido disfrute viene con la
culminación de todo.
Con la conclusión de la historia de Munechika, Shiiba estalló como un
volcán caliente. Su mano repentinamente se llenó de un líquido pegajoso y
blanco. Los dolores de placer causaron pequeñas convulsiones en los
músculos de su estómago. Fue una sensación completamente diferente de
cuando él mismo se masturbaba estando solo.
—En nueve minutos y 42 segundos —Munechika sonrió—. Buen
chico. Lo hiciste dentro del tiempo límite.
El aliento de Shiiba resonaba sobre su pecho. Agarró la caja de
pañuelos desechables que estaba en la mesita junto a la cama. Finalmente
había terminado, levantó su desgastado cuerpo y recogió su ropa que se
encontraba en el piso.

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Había sido bueno.
Junto con el agotamiento, también tuvo un sentido de derrota que era
difícil de explicar.
¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Como para hundirse a ese nivel?
¿Por qué quería saber quién mató a Andou? ¿Qué era lo que estaba
esperando?
Munechika observó los lánguidos movimientos de Shiiba. Munechika
tomó una foto de su bolsillo y se la entregó a Shiiba. Vio cómo Shiiba lo
miraba. Era la cara de un hombre que parecía estar en los finales de sus
veinte años.
—Rao Sen Ma. Él mató a Andou.
Los ojos de Shiiba se abrieron ampliamente. Se giró hacia Munechika.
Munechika le devolvió la mirada. La delgada sonrisa, que había exhibido
hasta ese momento, desapareció.
—¿Por qué mató a Andou? —preguntó Shiiba.
—Simple rencor que tenía por la venta de drogas —explicó Munechika
—. Andou había comenzado a obtener mercancía de algún otro sitio. Él
había obtenido mercadería más pura de Corea del Norte e ingresado de
contrabando a Japón por Asia. Originalmente iba a obtenerla de la mafia
taiwanesa para pasarla de contrabando desde el continente a Japón, pero las
negociaciones no iban bien, y al final, la mafia de Hong Kong lo hizo. Esa
es la historia resumida.
Shiiba fue secretamente sorprendido. Nunca habría imaginado que las
operaciones de Andou hubieran llegado tan lejos. Se sentía desbordado en
sí mismo.
—Entonces, este Ma, ¿es de la mafia taiwanesa?—preguntó.
—Sí —respondió Munechika—. La mafia Taiwanesa temía que el
trabajo les fuera robado. Las dos organizaciones ya tenían una fuerte
rivalidad, y Andou fue demasiado lejos. Parece que Andou fue asesinado
como advertencia para los otros.
Había innumerables empleados de la mafia China en Kabuki-cho.
Trabajaban para organizaciones de Shanghái, Beijing, Fujian, Hong Kong y

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Taiwán, las cuales a menudo estaban en conflicto entre ellas. Los miembros
de esas organizaciones eran en su mayoría inmigrantes ilegales.
Investigando a esas personas, resultaba imposible entender verdaderamente
a las organizaciones.
Shiiba estaba todavía lleno de rabia. Miró a Munechika. —Tú sabías
acerca de esto. Incluso el grupo de Matsukura era consciente del peligro en
que Andou estaba. ¿Por qué no lo protegieron?
—Es fácil para ti el decirlo —dijo Munechika—. No hay un yakuza lo
suficientemente estúpido para meterse en una pelea con los chinos. Tienen
métodos sucios, tú deberías saberlo.
Era como Munechika decía. La mafia China sólo llegó a Japón para
ganar dinero. Robo y el tráfico de armas no eran nada más que negocios
para ellos. Su lema era: “Yao qian, bu yao min”. La vida no es importante
si deseas conseguir dinero. Significaba que podrías matar por dinero. Se
minimizó la brutalidad de todo y se hizo más parecido a un negocio.
Sabiendo que todavía no iba a apaciguar la creciente ola de ira que
sentía dentro de sí, Shiiba siguió mirando acusadoramente a Munechika.
—No me mires de esa manera —Munechika decía mientras retrocedía
—. Pienso que hice lo único que pude hacer. Sabía que las personas que
estaban en desacuerdo con Andou eran las del clan de Chu Lien Pang por lo
que hablé con gente que conozco en Taiwán proveniente de esa
organización. Pensé que la cuestión ya había sido tratada.
El grupo Chu Lien Pang era el más grande entre los grupos de
delincuencia taiwaneses. Había gran cantidad de miembros activos
trabajando en Japón. Sin embargo, las órdenes de los niveles superiores
probablemente nunca llegaron a aquellos miembros que estaban trabajando
solos en Japón.
—¿Andou sabía que estaba en peligro? —preguntó Shiiba.
—Muchas cosas preocupantes han ocurrido, pero creo que no pensaba
que estaban tratando de matarlo —dijo Munechika—. La última cosa que
hizo para adoptar medidas de resguardo fue mover su dinero. Me ordenó
que lo guardara.
Munechika tenía una expresión de depresión y Shiiba pensó que el

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hombre ahora estaba lamentando, probablemente, no haber hablado
directamente con Andou. Sólo un poco, se redujo su disgusto por el otro
hombre.
—Ma era miembro de la organización que mató a Andou —dijo
Munechika—. Él probablemente no está registrado aquí. Es un antiguo
miembro de la organización, pero parece que no es una de las figuras
favoritas de sus colegas. En la parte posterior de la foto está la dirección del
apartamento que Ma tiene.
—¿Cómo has podido obtener tanta información? —preguntó Shiiba—.
No es fácil averiguar tantas cosas acerca de la mafia taiwanesa.
Incluso la policía tenía dificultades para reunir información sobre
delincuentes extranjeros. Un tipo diferente de advertencia gravitó en la
cabeza del Shiiba.
Miró atentamente a Munechika. Munechika sólo se rió de él.
—Yo tengo mi manera —dijo—. Pero eso es todo lo que necesitas
saber. Haz lo que quieras con la información.
Munechika corrió su dedo hacia abajo por la mejilla de Shiiba. Shiiba
puso la foto en su bolsillo.
—Gracias. Lo haré —dijo.
Caminó hacia la puerta. El acuerdo había finalizado. Ya no necesitaba a
ese hombre o seguir permaneciendo en esa sala.
Cuando Shiiba puso su mano para girar el pomo de la puerta,
Munechika lo llamó. Miró hacia atrás.
—Eso fue algo… —dijo Munechika, no gentilmente—. Un oficial de
policía masturbándose no es algo que se puede ver todos los días.
Shiiba consideró darle una patada voladora al hombre en la cara.
Munechika había sabido quién era Shiiba todo el tiempo.
—¿Le preguntaste a Andou? —preguntó incrédulo.
—No, lo encontré por mi cuenta —dijo Munechika—. Andou era tu
informante, ¿no es así? Pensé que quizás usted dos estaban durmiendo

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juntos, pero has dicho que su relación era platónica. Era realmente un
hombre cruel debajo de toda su apariencia —dijo Munechika con cruel
sarcasmo, dando luz a una risa—. Has hecho bien al conseguir que un
hombre tacaño como él te ayudara sin ninguna recompensa.
Shiiba fue frío cuando miró a los ojos del hombre. Munechika no
estaba intentando hacer un tonto de él, el hombre realmente odiaba a
Shiiba.
—Andou era diferente de un idiota como tú —replicó Shiiba.
—Tú eres igual que yo —contrarrestó Munechika—. Sabíamos cómo
se sentía y lo utilizamos. Tienes las bolas de una niña.
Shiiba se puso rojo de la rabia. Él no quería ver el rostro de ese hombre
un segundo más. Abrió la puerta y abandonó la sala.
—Ten cuidado de camino a casa, detective Shiiba —oyó la voz riente
de Munechika decir esas palabras detrás de él.
Las ignoró, dado un portazo con todas sus fuerzas. La pateó una vez
cerrada, pero eso para nada facilitaba alejar su ira.

Al entrar en la habitación, Takasaki le informó la buena noticia—


Shiiba, tenemos a Ma.
La habitación estaba en el bloque de apartamentos que era el centro del
equipo de Matsuda. Al recibir la llamada de Takasaki, Shiiba fue allí
enseguida.
—¿Realmente? Eso fue rápido —dijo Shiiba.
Había escuchado hacía dos días que Ma había sido arrestado en
posesión de drogas. Era el resultado de la información que Munechika le
había dado a su dependencia, con lo cual pudieron actuar contra él. Lo

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arrestaron por otro delito, pero cuando registraron su casa, encontraron un
arma que sospechaban había sido utilizada en el asesinato de Andou.
Ma incluso tenía en su rostro una expresión de resignación.
Sin embargo, Shiiba sospechaba que Ma no les diría la verdad de lo
que le llevó a asesinar a Andou. Él insistía en que tenía un rencor personal
contra Andou, para proteger a su pandilla.
Takasaki se había animado un poco, pero Shiiba no podía participar en
la celebración todavía. Takasaki estaba feliz, no por haber capturado al
asesino de Andou, eso significaba que no estarían rondando Ying Fa Lin.
Para el resto de las personas, Andou era sólo un S, un peón que podía ser
descartado.
Pero Shiiba no tenía derecho a reprochar a Takasaki por su falta de
emociones. Si comenzaba a acusar a las personas de ser egoístas, Shiiba
podría arder en lo alto del fuego.
Cuando Shiiba había descubierto que el asesino de Andou había sido de
la mafia taiwanesa y que la muerte del hombre no tenía nada que ver con su
trabajo como un S, se sintió aliviado. Él sentía un enorme peso sobre sus
hombros.
No podía ayudar en nada pero se sentía un poco mal al respecto.
La verdad era que Andou había sido asesinado y Shiiba había liberado
sus sentimientos de culpabilidad. No era algo para estar orgulloso. Incluso
ese ridículo acuerdo que había concertado con Muenchika para obtener la
información, no pudo eliminar el mal sentimiento que tenía en su interior.
—¿Qué es lo que está ocurriendo con Lin? —preguntó Takasaki.
—Cuando vuelva al país, voy a tratar de ponerse en contacto con él —
prometió Shiiba.
—Sé cuidadoso —advirtió Takasaki—. Si necesitas ayuda, me llamas.
Tenemos que ser muy cuidadosos alrededor de Lin. Él tiene piezas de
información dignas de ser entregadas a los equipos de incidentes.
Después de discutir cómo iban a ponerse en contacto con Lin, dejaron
la conversación. Takasaki comenzó sobre un tema que Shiiba nunca
hubiera considerado tocar.

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—Ahora que se ha ido Andou, ¿qué vas a hacer? Tus otros informantes
son sólo pequeñas crías. Debes encontrar un nuevo S.
—¿Un nuevo S? —le preguntó Shiiba, sorprendido.
— Sí, ¿qué te parece Keigo Munechika? —sugirió Takasaki—. Creo
que sería un buen S.
Era increíble. Shiiba gritó sin darse cuenta: —¡Detente! Ese hombre
nunca podría ser mi S.
—¿Por qué? Él está en el grupo de Matsakura, y es un hombre de
negocios, por lo que tiene un montón de conexiones —señaló Takasaka—.
Tiene conocimiento sobre el mundo criminal, y también trabaja en una
importante empresa. Es ideal. De todos modos, incluso sabiendo que eras
un detective, todavía pudiste obtener la información sobre Ma. Ello indica
que sería un S muy cooperativo.
¿Cómo es que le parece que ese individuo sea remotamente
cooperativo?, Shiiba gritó internamente. Por supuesto, él no le dijo a
Takasaki nada sobre lo que ocurrido entre él y Munechika. Sólo le había
dicho que un hombre del grupo Munechika que conocía a Andou le había
dado información valiosa sobre el asesinato.
La idea de que Munechika comenzara a ser su S lo hizo querer vomitar.
El hombre sabía que él era un detective, y a pesar de eso hizo que hiciera
cosas pervertidas. Munechika claramente sentía desprecio por la policía.
Además, Munechika no se había ensuciado las manos pero no había tenido
reparo en avergonzar a Shiiba con su mirada y sus palabras. Habría sido
mucho mejor haber tenido relaciones sexuales. El hombre realmente estaba
arruinado.
—Sabes que es difícil conseguir un S —dijo Takasaki—. Generalmente
lleva años llegar a la etapa donde se pueda utilizar a alguien como un S.
Pero Munechika llegó a ti por sus propios medios, por lo que se acelerarían
las cosas. Él podría ser demasiado para un solo golpe, pero no debes
olvidarlo.
Las palabras de Takasaki llevaban algo de razón. Obtener un S era el
trabajo de Shiiba y los otros detectives en su equipo. Un S no era una forma
de investigación. Era una manera de poder llegar más cerca del objetivo.
Sentía que eso era lo contrario de lo que debía hacer, pero así era como era.

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Tener un S era como pescar con restricciones. Los pescadores utilizan
carnadas vivas para pescar, pero primero deben capacitarlas, y ese
entrenamiento es esencial. Era lo mismo que el trabajo de un detective
encubierto. Si nadaras dentro del río sin ayuda nunca atraparías un pez.
Pero una carnada valiosa podría darte información sobre el pez. Esa era la
razón por la cual se necesitaba un S.
Shiiba lo sabía, pero quería elegir qué tipo de carnada usar. Sus
superiores no tenían ni idea de la clase de hombre que era más adecuada
para el trabajo.
—Tienes que tomar a Keigo Munechika —repitió Takasaki.
Como Shiiba no mostrara ninguna reacción, Takasaki lo miró
severamente: —¿De acuerdo? ¿Shiiba? Es una orden. Empiezas mañana.
Tenía que obedecer órdenes.

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CAPÍTULO 5

Shiiba sólo pudo asentir. A pesar de que eso no lo hacía feliz, aunque él
no pudiera aceptarlo, la orden de un superior era absoluta. Shiiba no podía
objetarla.
La primera cosa que hizo fue comenzar a seguir a Munechika. Shiiba
había investigado previamente la personalidad básica de Munechika, pero
aun necesitaba saber que era lo que hacía el hombre a diario, sus intereses,
sus preferencias, el dinero que prestaba y sus relaciones personales. Shiiba
necesitaba saber cualquier cosa que le ayudara a comprender a Munechika
el hombre. Cuando uno trataba de obtener a un S, tenias que empezar a
investigarlo desde la raíz.
Por fuera, Munechika lucía como un hombre de negocios ordinario. En
la mañana salía a trabajar, en la noche regresaba a casa. Iba a varios lugares
de entretenimiento como parte de su trabajo. Casi todos los días salía a
beber con alguien. Lo único que Shiiba sabía acerca de Munechika era que
tenía un joven asistente, quien se reunía con miembros de otros grupos
criminales.
Después de observar a Munechika por más de diez días, Shiiba aun no
podía distinguir un comportamiento inusual. Esto no iba a permitir que el
trabajo de Shiiba progresara. No le gustaba traer asuntos privados a su
trabajo, pero lo que le desagradaba, le desagradaba. Le deprimía. Saber que
él era uno de esos hombres que colocaban sus sentimientos personales
antes que su trabajo, lo hacía que se odiara a sí mismo.
Consumido por esos sentimientos de odio personal, Shiiba montó
guardia como siempre lo hacía, vigilando a Munechika. Se encontraba
frente a uno de esos clubes elegantes de Ginza. Sería reconocido fácilmente
así que no ingresó.
Había muchas personas bebiendo, pero esta parte de la ciudad estaba
lejísimos de Kabuki-cho. Hombres desaparecían dentro del edificio con

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hermosas anfitrionas en sus brazos. Mujeres llamativas estaban paradas en
las calles atrayendo a los clientes. Habían autos muy caros y taxis alineados
hasta donde la vista alcanzaba.
Shiiba se encontraba de pie en la sombra de un edificio debajo del frío
clima de invierno. Finalmente, Munechika salió. No estaba solo. Esta
noche, traía a una chica con él. Frente a ellos, el Mercedez negro manejado
por Kaname se estacionó.
Shiiba saltó al taxi al cual le había pagado por esperarlo y le dijo al
conductor que siguiera al auto. El Mercedez con Munechika y la chica
arrancó. El taxi en el que Shiiba iba los siguió con unos autos de diferencia.
El auto se dirigió a través de la Calle Showa, luego a la autopista 405 y por
último a la Calle Roppongi. Parecía que se dirigían a la casa de Munechika.
Financieramente, le iba muy bien a Munechika si era capaz de traer a
casa con él anfitrionas de un club tan elegante. Shiiba observó al auto
frente a él y su corazón se llenó de resentimiento. Pero si la chica era la
amante de Munechika, entonces esa podría ser un recurso que podía utilizar
a su favor. Shiiba tenía que descubrir todo lo que pudiera acerca de
Munechika.
Después de un momento, el auto se estacionó frente a la Residencia de
Roppongi de Munechika. Viendo que el auto se dirigía al estacionamiento
subterráneo, Shiiba salió del taxi. Se encontraba ubicado en uno de los
caminos del lado sur de las colinas de Roppongi. Observó a su alrededor,
solo unos metros más hacia adelante se encontraba el parque.
Escondiéndose en las sombras de los árboles del parque, observó la entrada
del estacionamiento.
Planeaba quedarse ahí hasta que la chica se fuera a casa, pero si era
desafortunado, podría quedarse ahí hasta el amanecer. Shiiba tendría que
comprarse una taza de café caliente. Sin embargo, cuando había dado unos
cuantos pasos hacia la máquina expendedora, el celular en su bolsillo
comenzó a vibrar. El número en la pantalla no le era familiar. Los ojos de
Shiiba se enfocaron en la casa antes de contestar el teléfono.
—No te rindes, ¿cierto? ¿Planeas seguirme por siempre?
Era la voz de Munechika.
Shiiba había sido tan cuidadoso. No había forma en que Munechika

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pudiera haberse dado cuenta, además jamás le había dicho al hombre su
número de celular.
—Sube—, continuó Munechika. —Te haré café—. Este hombre
parecía tener ojos en todas partes. —Nos vemos.
Shiiba regresó su teléfono a su bolsillo y se dirigió hacia la entrada del
edificio. Intercambió saludos con el guardia y el portero y presionó el
intercomunicador. Le conectó directamente con la recepción donde
preguntó por el nombre y número de habitación de la persona que visitaba.
Le dejaron ingresar. Caminó a través de un gran corredor que estaba
decorado como si se tratase de un museo de arte. Esperó ahí al personal del
edificio a que hicieran las confirmaciones necesarias con Munechika.
Finalmente, ingresó al elevador.
El lujoso elevador ascendió silenciosamente. En su interior, Shiiba se
encontraba muy nervioso. Esta sería la primera vez que intentaría hacer que
Shiiba se convirtiera en su S. Era una gran oportunidad para lograr que su
relación mejorara.
Debió haberse sentido tenso, porque se sentía deprimido. Sabía la
razón. Shiiba debía de tener la ventaja sobre Munechika, pero él era el que
se encontraba en desventaja. Si quería recuperar dicha ventaja ahora, debía
tomar cartas sobre el asunto. No podría tener otra oportunidad.
Parado frente a la habitación de Munechika, Shiiba cerró sus ojos y se
obligó a sí mismo a calmarse. Justo ahora, todo lo que podía hacer era
conocer mejor a Munechika y encontrar una manera de volverlo su S.
Cuando presionó el botón del intercomunicador, Munechika apareció
inmediatamente. Lucía mucho más joven ahora, tal vez era porque vestía
jeans y un suéter.
Ingresando al corredor, Shiiba observó rápidamente alrededor del piso,
pero no había un par de zapatos femeninos a la vista.
—¿Tenías una mujer contigo?— preguntó.
—Kaname la llevó a casa—, Munechika aclaró.
Así que Munechika había sido el único que se había bajado del auto en
el estacionamiento. Sin embargo, Shiiba no estaba satisfecho con esa

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explicación. ¿Por qué no la habían llevado a casa de primero? Shiiba hizo
esa pregunta y Munechika sonrió con esa sonrisa asquerosa que lo
caracterizaba.
—Pretendía divertirme con ella toda la noche, pero cambié de opinión.
Sentí lástima por ti, solo allá afuera.
—No me mientas—, Shiiba explotó. —Apuesto a que te aburriste y la
dejaste.
Ingresaron a la sala. Munechika desapareció dentro la cocina y
reapareció con una jarra de café y dos tazas.
—Bebe—, dijo. —Te calentará.
Munechika vertió el café en las dos tazas simples y sin adornos. Del
líquido ámbar se desprendió un dulce aroma.
Cuando Shiiba no lo alcanzó inmediatamente, Munechika dijo
insatisfecho —¿Piensas que hay algo malo con él?
—¿No le pusiste drogas o algo, verdad?— Shiiba preguntó.
Para probar su inocencia, Munechika sorbió un poco de su propia taza.
No había razón para dudar de su oferta, pero había algo en la manera en la
que Munechika lucía que puso a Shiiba en guardia.
—No confió en ti—, dijo Shiiba.
Munechika lo vio con desprecio. —Entonces no lo bebas.
—Lo beberé—, Shiiba protestó. —Eso sí, no comeré ningún bocadillo
con polvo.
Finalmente Shiiba tomó la taza. Munechika rió. —Debiste haberlo
bebido inmediatamente. El mejor café siempre se enfría más rápido.
Era cierto. El café que Munechika le había preparado era él café más
delicioso que había probado. El hombre debió haber utilizado buenos
granos.
—¿Por qué me sigues? ¿Estás perdidamente enamorado de mí?
La pregunta de Munechika era completamente inapropiada así que

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Shiiba únicamente le observó fijamente.
—Idiota—, dijo. —Aún si fuera una mujer, tú serias en el último
bastardo en quien me fijaría. Guarda tus estupideces para alguien más—,
dijo, desanimando a Munechika.
Munechika le vio fríamente. —Eres lindo, pero tienes un vocabulario
terrible.
—Continua así—, respondió Shiiba. —No soy el pervertido al cual le
excita ver a otros hombres masturbarse. Probablemente eres impotente,
¿cierto? Probablemente no puedas disparar con tu magnum, es pura
decoración.
Mientras decía estas cosas, la mejor parte de si mismo le gritaba que se
detuviera. No deberías enfurecer a tu potencial S. ¡Eres inservible!
Sin embargo Munechika en vez de enojarse, comenzó a carcajearse.
Dio varias palmadas a sus muslos. Shiiba no pensaba que lo que había
dicho hubiera sido divertido.
—¿Por qué no compruebas tú mismo si mi magnum es solo un juguete
o es verdadera?— Munechika preguntó aún riendo. —Te tendré en vez de a
esa mujer.
—Me voy—, dijo Shiiba fríamente.
Cuando se levantó del sofá, Munechika le tomó del brazo y le pidió que
esperara. —¡Era una broma! Cielos. Pero que mal carácter. Créeme, si
quisiera perseguir traseros de hombres, no me escasearían las parejas. Pero,
puede que lo disfrute si se tratase de ti.
Shiiba no podía entender si Munechika bromeaba o hablaba enserio.
Realmente le desagradable este hombre.
Se sentó nuevamente. —Munechika, tú sabías que yo era un detective,
entonces ¿por qué me entregaste la información de Ma?
—¿Qué trajo estas preguntas?— Munechika preguntó con seriedad.
—Realmente no querías hacer algo conmigo, ¿cierto?— Shiiba
continuó preguntando. —Ese extraño trato fue solamente una excusa para
darme la información ¿cierto?

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—No lo sé—, Munechika respondió evasivamente.
—Al decirme esa información, sabías que Ma definitivamente sería
arrestado. El grupo Matsukura no puede tocar a un miembro de la mafia
Taiwanesa, así que esa fue la manera en la cual arreglaste las cosas ¿cierto?
— Shiiba dijo.
—No estás del todo correcto—, Munechika contestó. —En realidad
queríamos vengarnos de Ma. Pero si eso era todo lo que queríamos
hubiéramos hecho una llamada anónima a la policía. La razón del trato fue
porque estaba interesado en tu cuerpo. El tipo que estaba usando a Andou
por información, me preguntaba qué clase de hombre eras. El trato fue
suficiente. Pensaba que eras solo un lindo chico afeminado, pero eres
mucho más maravilloso de lo que esperaba. Lo supe por la forma en que te
masturbaste.
Shiiba comenzó a enfurecerse. Tan pronto como esto acabara, lo
trataría de borrar de su memoria. El ser felicitado por lo que había hecho lo
hacía sentir aún más incomodo.
—No te enojes—, dijo Munechika. —Eso fue todo lo que era. Solo
quería tener la oportunidad de conocer al verdadero tú.
Shiiba explotó. —¿Cómo es mi verdadero yo? ¡¿Cómo puedes saber
quién soy yo observando eso?!
—Por supuesto que podía—, Munechika dijo. —Frente a tu amante o
alguien a quien amas puedes darte placer, ¿correcto? No te excité. Pero
cuando empezaste a escuchar lo que decía, eso te puso duro, ¿cierto? Te
sorprendiste cuando tu humor cambió e incluso comenzaste a excitarte. Y
luego cuando lograste eyacular fue cuando lograste imaginar la escena de
dos hombres juntos.
—¿No estás leyendo demasiado a lo que pasó?— Shiiba contestó a
Munechika. Se sentía ofendido de que ese hombre pudiera tratar de
comprender la personalidad de alguien por un método tan bizarro. —Tal
vez tengo un deseo sexual muy profundo y cualquier tipo de palabras
sucias me excitan.
—Puede que ese sea el caso—, Munechika agregó. —Eres realmente
afortunado que unas cuantas palabras puedan satisfacerte de esa forma. La
próxima vez, ¿debería llamarte a tu casa? ¿Seré tu compañero sexual por el

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teléfono? Te excitaré con mi voz todas las noches. ¿Qué te parece eso?
Idiota. Este hombre realmente era el más ruin de todos. Shiiba volvió a
ponerse de pie, si no salía de este lugar rápidamente, entonces algo extraño
volvería a suceder.
—¿Te vas a casa tan rápido?— dijo en un tono algo infantil.
—Sí—. Shiiba volvió a contestar de mal modo. —Solo diré esto una
vez. Gracias por ayudarnos a atrapar a Ma.
Munechika no dijo nada. Solamente vio a Shiiba en silencio. Shiiba no
podía tolerar este silencio incómodo. Comenzó a avanzar hacia la puerta.
—¿Hubiera sido mejor si supieras la verdad?— Munechika preguntó
calladamente.
Shiiba se detuvo. Esa era gota que derramó el vaso. Dentro del corazón
de Shiiba, se comenzaron a formar olas.
—¿Qué quieres decir?— susurró.
Escondiendo su ansiedad, Shiiba volteó a ver lentamente. Munechika
se sentó en el brazo de la silla, viéndole. Sus ojos estaban tranquilos y
Shiiba no podía descifrar lo que pasaba detrás de ellos. La situación se
había llenado de incertidumbre.
—Te sentiste aliviado cuando te enteraste que Andou no murió por tu
culpa—, Munechika dijo sin titubeos.
Shiiba sintió como su corazón dejó de latir. Al principio no pudo
expresar palabras.
Munechika continuó. —Pensé que eras la mujer de Andou. Así que
pensé que estarías desesperado por descubrir quien lo asesinó, pero Andou
para ti no era nadie más que tu informante. El hecho de que haya
desaparecido no es más que un gran inconveniente para ti. Pobre Andou.
Pienso que él hubiera llorado si tú hubieras muerto.
—¡Cállate!— Shiiba gritó para callar aquellas palabras que no quería
escuchar. Su relación con Andou era algo que no quería hablar con otras
personas. —No digas nada más…

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—¿Le di al blanco?— Munechika preguntó sin misericordia.
Por supuesto, Shiiba se había sentido aliviado cuando había descubierto
que no había sido su culpa que Andou haya sido asesinado. Era innegable.
Pero Munechika no tenía derecho de hablar de esa forma de Andou.
—¿Y tú qué sabes?— gruñó Shiiba. —¿Cómo puedes saber cómo me
sentí? No sabes nada acerca de nosotros…— El sentimiento de culpa que él
pudo haber sido la razón por la cual la vida de Andou había estado en
peligro, lo cortó en el pecho como un cuchillo. Uno que Munechika
continuaba ensartando. No había forma en la que Shiiba pudiera
mantenerse con calma. —Tu pedazo de mierda, ¿qué sabe una mierda
cómo tu…?
Quizás debido a la intensidad de sus emociones, lágrimas comenzaron
a salir de los ojos de Shiiba. No quería que Munechika las viera. No se
sentía orgulloso de su debilidad. Trató de escapar, pero Munechika lo
detuvo.
—Espera—, dijo Munechika. —Aún no he terminado.
—No tienes algo que decir que yo quiera escuchar—, Shiiba contestó.
Sin embargo, por mucho que trató, no pudo escaparse de las manos de
Munechika. Mientras más trataba, más se lastimaba. —Déjame ir. ¡Te haré
mierda si no lo haces!— Se volteó y vio con resentimiento a Munechika.
Sus ojos negros brillaban, traicionando la pasión de sus emociones.
De repente Munechika le tomó de las caderas y lo haló a su pecho.
—Que ojos tan hermosos—, susurró. —Finalmente, te has quitado la
máscara. Esa es la expresión que he estado deseando ver. No la linda, sino
la interna apasionada. Esa expresión…
Inesperadamente empujó a Shiiba contra la pared y lo besó
apasionadamente. Si saber qué hacer ante el toque de los labios de
Munechika, Shiiba no tuvo poder para resistirse al hombre que empujaba
su lengua dentro de su boca.
—Mmm…nnhh…
Comenzó a perder la razón de lo que sucedía mientras la gruesa lengua
de Munechika comenzaba a empujar violentamente dentro de su boca a tal

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punto que no podía respirar.
—Deten…
Tan pronto como abrió la boca para intentar hablar, Munechika cambió
de ángulo y empujó su lengua más profundamente.
Munechika le penetró con su lengua llegando lo más profundo posible.
Mientras la lengua lamía el cielo de la boca de Shiiba, un sentimiento que
no sabía que existía antes sacudió sus músculos. Jamás había sido tocado
ahí por otra persona. Esta era la primera vez en su vida. Para sorpresa de él
mismo, descubrió que era sensible en esa parte.

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El beso continuó. Sabía más delicioso que cualquier cosa que había
probado antes. Su lengua estaba siendo masajeada por la lengua caliente de
otro hombre, no podía evitar más que sentir. La lengua lo encontraba a
donde fuera que huyera.
Finalmente separando sus labios, Munechika le susurró dulcemente al
oído, —¿Dormimos juntos?
Shiiba intentó detener su respiración acelerada y recuperar la razón, no
podía dejarse llevar por Munechika. Tenía que calmarse.
—¿Pensé que no te interesaban los hombres?— Shiiba preguntó.
—No me interesan—, dijo Munechika. —Tú eres la excepción.
Munechika tomó a Shiiba de la mano y comenzó a guiarlo hacia el
dormitorio. Shiiba dudó. No debió haber sentido lo que sintió cuando
compartieron ese beso. Se preguntaba si la manera en que podía lograr que
Munechika se convirtiera en su S sería a través de tener relaciones sexuales
con él. Estaba preparado para dormir con él una vez. No quería arriesgar el
decir que no y luego que el hombre se alejara.
Trabajo era trabajo. Tenía que apegarse a él. Algunos detectives tenían
que involucrarse sexualmente con mujeres para obtener información, así
que realmente no importaba si esta vez era un hombre.
Esta vez era un hombre. Eso era todo.
El verdadero problema era que para Munechika él no era nada más que
un juguete interesante. El predecir si Shiiba sería afortunado o
desafortunado era difícil.
Munechika lo guió a otra habitación y lo empujó a su cama tamaño
King. El colchón se hundió un poco y Shiiba se enterró entre las sábanas.
—Te estás comportando esta vez. ¿Acaso beso tan bien?— Dejándose
caer sobre Shiiba, Munechika acarició su cabello.
—Sí, fue realmente bueno—, Shiiba respondió. —Estuvo tan bueno
que derribaste mis defensas.
Munechika frunció el ceño. —¿Qué te pasa? Ahora actúas extraño.

-97-
Shiiba colocó sus brazos alrededor del cuello de Munechika y susurró
—No puedo evitarlo. Estuvo tan bueno. Es la primera vez que alguien me
besa así. Fue maravilloso. Te deseo ahora. Esta es mi primera vez con un
hombre, pero quiero que sea contigo…
Pensando que ganárselo a través del sexo haría las cosas más fáciles,
Shiiba haló a Munechika sobre él. ¿Cómo había logrado Munechika hacerle
sentir las cosas que Andou jamás fue capaz de hacer? Tal vez era porque no
había nada entre él y Munechika. Simplemente tenía que ser muy
profesional en estas relaciones sexuales.
Cuando intentó presionar sus labios contra los de Munechika, se
percató que éste se estaba riendo.
—¿Qué es tan gracioso?— preguntó incrédulamente.
—Nada—, Munechika dijo entre carcajadas. —Ciertamente eres muy
extraño. Shiiba, no puedes hacerme tuyo por medio de sexo. Te lo digo de
una vez.
—¿De qué hablas?— Shiiba contestó.
Munechika le tomó de la barbilla y haló a Shiiba hacia él. Sus miradas
se fijaron en el otro. —¿Pensaste qué podías usarme en vez de a Andou?
Soy diferente a Andou. No soy algún héroe que te dará información solo
porque tu le permites que te toque. Tienes que saberlo antes que durmamos
juntos.
Shiiba maldijo internamente. Había cometido un error. El sexo no era la
forma de atraer a este hombre. Shiiba quitó a Munechika de encima de él y
se sentó con fuerza.
—¿Qué? ¿Ya no lo haremos?— Munechika alegó.
—No obtendré nada de ti, así que ¿por qué querría hacerlo contigo?—
dijo Shiiba.
Observando a Shiiba, Munechika se bajó de la cama y comenzó a reírse
nuevamente. —¿¡Tratabas de atraerme con sexo?! ¿Crees que tu cuerpo
vale tanto?
El rostro de Shiiba se enrojeció mostrando lo ingenuo que había sido.

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—¡Eres un pervertido impotente después de todo!— gritó. —¡Tendrás
que masturbarte solo por el resto de tu vida!
La línea de Shiiba hizo que los hombros de Munechika se sacudieran
de la risa.
Ignorando todo, Shiiba saltó de la cama. Estaba frustrado, mortificado.
Pero sobre todas las cosas enojado consigo mismo. ¿Por qué siempre perdía
la calma frente a este hombre?
Mientras se colocaba los zapatos, Munechika le llamó. —Oye—. Se
volteó solo para ver que algo estaba volando en su dirección. Lo atrapó. —
Conserva eso.
Cuando abrió su mano, encontró una llave. Tenía una forma poco
común.
—Es la llave de esta habitación—, explicó Munechika. —Si pasas esa
tarjeta por el escáner del intercomunicador la puerta se abrirá, lo mismo
con el elevador. Coloca la llave y no tendrás que presionar el botón, te
traerá a este nivel automáticamente. No podrás ir a ningún otro nivel.
Dentro de la llave estaba insertado un chip. Había un montón de
cerraduras y puntos de verificación de seguridad en este edificio. La
seguridad era claramente una preocupación para Munechika.
Por supuesto, el corredor principal tenía doble llave. Había cámaras de
seguridad y chequeos realizados por el personal. La seguridad era para su
tranquilidad.
Es más, había escuchado que el apartamento más caro de este lugar
costaba más de 4,000,000 de yenes al mes. Así que la seguridad no era
inesperada.
—¿Qué quieres decir al darme esta llave?— preguntó Shiiba.
Munechika le mostró una risa burlona. —No continúes siguiéndome. Si
necesitas algo, ingresa. No tengo nada que ocultar de ti.
—¿Puedo venir mientras lo haces con una mujer?— Shiiba preguntó
con sarcasmo.
—No hay problema—. Munechika contestó. —Podemos tener un trío.

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Sin ánimos para pensar en una respuesta, Shiiba colocó la llave en su
bolsillo. Le regresaría la llave, pero no podía pensar con claridad en estos
momentos. Su rabia se acumulaba en su interior, pero también se sentía
decepcionado.
Abrió la puerta y salió inmediatamente de la habitación dejando a
Munechika atrás. Caminando rápidamente a través del corredor, se percató
que aún tenía el aroma de la loción de Munechika en su cuerpo. Ese olor lo
siguió, tratándole de recordar que aunque se fuera, Munechika estaría con
él.

Shiiba volvió a soñar con su hermana después de mucho tiempo.


En su sueño de Yukari, ella estaba tejiendo silenciosamente. Cuando
Shiiba le preguntó que tejía, Yukari le mostró el objeto que estaba casi
terminado.
—Es un gorrito de bebé. ¿No es adorable?
Yukari lucía tan feliz. Estaba tejiendo un sombrero para el bebé que
nacería en el frío invierno. Su estomago aun no había crecido mucho, pero
ya parecía ser una madre.
Sabía que era solo un sueño, pero el corazón de Shiiba se llenó de dolor
y de deseo al verlo. Cuando Yukari murió, tenía cinco meses de embarazo.
La vida de esa pequeña persona había terminado tan pronto.
—Masaki, Hideyuki está preocupado. ¿Vas a estar bien con el examen?
—Está bien, aprobaré, ¡no te preocupes!
En su sueño, respondía con tanta confianza. Se uniría a la policía
metropolitana. Al mismo tiempo. Escondido detrás de esa decisión estaba
el deseo de convertirse en alguien como su cuñado y hacer que su hermana
se sintiera orgullosa de él.

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Cuando Shinozuka y Yukari se habían casado, la familia de Shinozuka
no había aprobado completamente la unión. Aun después de su matrimonio,
continuaban diciendo cosas hirientes acerca de sus orígenes. Shinozuka
siempre estuvo de su lado, pero Shiiba no podía dejar de sentir lástima por
su hermana quien únicamente escuchaba los insultos y permanecía en
silencio. Así que quería seguir la misma carrera que Shinozuka, para calmar
las críticas que le hacían de su hermana, aunque fuera un poco.
Cuando sus padres murieron, Yukari había cuidado de Shiiba. Era la
hermana de la cual cualquiera hubiera estado orgulloso. Shinozuka era un
hombre que siempre estaba bastante ocupado, pero siempre cuidó de
Yukari. Cuando todos salían como una familia, esos eran uno de los
mejores momentos de la vida de Shiiba.
—¿Ya es momento? Debo ir a realizarme mi chequeo.
—No puedes—. Shiiba estaba sorprendido. —¡No puedes ir!
—¿Por qué? ¿Cuál es el problema? Eres un chico extraño.
Yukari se rió y se puso de pie. Shiiba trató de alcanzarla y detenerla,
pero Yukari desapareció. Shiiba se quedó agarrando el aire.
En el camino de regreso a casa de la clínica de maternidad fue cuando
ocurrió el trágico incidente, si no hubiera ido ese día, eso jamás hubiera
ocurrido.
—¡Espera! ¡No vayas!— Gritó al espacio que su hermana había
ocupado una vez.
Luego despertó.
Shiiba cubrió su rostro con sus manos. Su respiración era irregular. Su
cuerpo entero transpiraba. Observando al reloj, se percató que eran ya más
de las 11:00. Se había
ido a la cama más temprano de lo usual y había dormido por largo
tiempo.
Mientras se levantaba de la cama, el teléfono timbró. En la oscuridad la
pantalla del teléfono brillaba con un color naranja. Por un momento se
quedó viendo a la pantalla un momento, luego reaccionó y alcanzó el
teléfono para contestarlo.

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Era Shinozuka. Quería saber acerca del examen del próximo año.
Shiiba quería rechazarlo, pero en su lugar dio una respuesta distinta.
—Lo lamento, necesito más tiempo para pensar.
—Ya veo—, dijo Shinozuka. —Es tu vida, así que está bien que
pienses al respecto. Masaki, vas a Shinjiku seguido ¿cierto? Estaré en la
calle de Shinjiku. Tengo algo que hacer en la oficina gubernamental de
Tokio.
—¿Una reunión referente a planificación anti-terrorista?— Shiiba
preguntó.
—Si—, Shinozuka respondió. —Será mi último trabajo para la
metropolitana.
El gobierno, la policía y el departamento de bomberos iban a cooperar
al principio del año en un ejercicio en caso de un ataque químico. La
seguridad pública había organizado a los investigadores de terroristas en
respuesta a amenazas de ataques bioquímicos a manos de terroristas. Iban a
ser el centro de control para este ejercicio.
—Habrá una reunión mañana así que estaré en la oficina
gubernamental. Si tienes tiempo ¿te gustaría salir a cenar a algún lugar?—
Shinozuka preguntó.
—Lo lamento, ya tengo planes para mañana—, Shiiba mintió. No tenía
planes, pero no quería ver a Shinozuka en estos momentos.
—Ya veo—, dijo Shinozuka. —Bueno, en otra oportunidad será. Ten
cuidado y no te resfríes.
—De acuerdo.
Después de colgar el teléfono, Shiiba regresó a la cama, estaba
exhausto.
No tenía intenciones de llevar ese rumbo en su carrera ¿así qué por qué
no lo había dicho? Quizás en realidad tenía dudas de continuar como un
detective normal. No podía negar que estaba dudando continuar con esta
línea de trabajo.
Tenía sed. Levantándose se dirigió al refrigerador y tomó una botella

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de agua mineral. Escuchando el leve zumbido del motor del refrigerador,
sorbió un poco de agua. El agua recorrió su seca garganta alcanzando
lentamente su estomago. Pero aun cuando había bebido todo el contenido
de la botella aun estaba sediento.
No era su cuerpo el que tenía sed, sino que su corazón. Shiiba siempre
había sentido soledad en su interior, como si en su lugar hubiese un desierto
lleno de arena. Un mundo enterrado en arena ardiente donde nada vivía. El
desierto se extendía a todas partas. Desde su interior, Shiiba se secaba.
Regresó a la cama y cerró sus ojos. Sin embargo, por mucho que
intentaba, no podía dormir. Frustrado, rezó para que el sueño se lo llevara,
lejos de este mundo. Notó que su celular estaba cerca de su almohada. Lo
alcanzó y abrió.
Encontró una llamada perdida. Era un número que no se encontraba en
su agenda. Después de ver el número, Shiiba regresó la llamada.
—Sí.
Era un hombre quien contestó. Cuando Shiiba no dijo nada, el hombre
preguntó. —Es Shiiba, ¿correcto?
Shiiba no dijo nada, solo colocó el teléfono en su oreja.
—No te quedes callado, di algo—, el hombre demandó.
—¿Qué traes puesto?— Shiiba finalmente preguntó.
Escuchando el comentario de que era la “peor línea caliente del
mundo” dicho en una voz monótona, Munechika rió.
—Mala broma—, dijo el hombre. —Trata de decir algo mejor.
—No lo dije para hacerte reír—, Shiiba dijo.
—Siempre estoy tan aburrido—, dijo Munechika. —Eres una gran
fuente de diversión.
Shiiba deseaba que Munechika dejara de tratar de complacerlo. Sin
embargo se sentía satisfecho de que fuera Munechika. El hombre siempre
estaba despierto. Sin embargo no importaba la expresión que hiciera, feliz o
molesto, sus ojos siempre lucían oscuros, como si tuvieran un gran secreto

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oculto en su interior.
—¿Comenzamos entonces?— dijo Munechika.
—¿Qué?— Shiiba preguntó, confundido.
—Con el sexo telefónico—, Munechika respondió como siempre lo
hacía y Shiiba no pudo evitar la sonrisa que se dibujo en su rostro.
—No lo haré—, respondió.
—¿Entonces por qué me llamaste?—Munechika contestó.
Shiiba no sabía la respuesta. No estaba pensando acerca del trabajo,
pero esta llamada no estaba relacionada con alguna llamada de negocios
que por lo general haría.
—Oh, ya sé—, Munechika continuó. —Querías escuchar mi voz. Si
estas triste durmiendo solo, ven a mi casa. Podemos continuar donde lo
dejamos. Te trataré bien.
—Cállate—. Shiiba gruñó. —Te lo dije, si no hay nada para mí, no
dormiré contigo.
—Hay algo para ti. Se sentirá bien—, Munechika dijo en tono burlón.
—De cualquier manera, cuando te sientas de humor solo metete a mi cama.
—Eso no sucederá ni en un millón de años. Adiós.
Era una conversación molesta, pero lo había animado.
—Oye, ¡espera!
Ignorando lo que el hombre estaba por decir. Shiiba sonrió y colgó.

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CAPÍTULO 6

Yin Fa Lin había vuelto de China y estaba nuevamente en Japón.


Shiiba rápidamente se contactó con Lin y realizó los arreglos para una
reunión. El lugar donde Lin le pidió se encontraran era un restaurante en lo
alto de un hotel en Shinjuku.
A las dos de la tarde, Shiiba se dirigió hacia el noveno piso. Fue
llevado a una habitación que poseía vista a los jardines imperiales.
Lin apareció cinco minutos después de la hora que habían acordado.
Como Andou le había dicho, el hombre lucía como un ordinario hombre de
negocios. Estaba cerca de los 40 años, de estructura mediana y aspecto
apacible.
—Es un placer conocerlo — Shiiba lo saludó. — Mi nombre es
Shibano. Gracias por haber venido.
—Soy Lin. — el hombre respondió. —Me alegro de verlo también.
Lamento lo que he escuchado acerca del Señor Andou. Me he sorprendido
cuando escuché las novedades.
Tenía un leve acento, pero aparte de eso, su japonés era bastante fluido,
Andou le había dicho a Shiiba que Lin ya hacía 10 años que estaba en
Japón.
—Lo lamento también — Shiiba dijo. — El era un buen amigo.
—Pero, me he alegrado al escuchar que han atrapado al asesino— Lin
agregó.
Rodeado por platos de comida, ellos hablaron un poco sobre Andou.
Lin había estado esperando que Andou pudiera ser un buen compañero de
intercambio. Había lamentado la repentina muerte de Andou.

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—He escuchado que ha sido la mafia tailandesa la que mató al Señor
Andou, — dijo. — Los crímenes de los chinos se han incrementado
recientemente, lo que me hace sentir muy triste. Pero la policía japonesa
tiene la culpa también. En mi tierra natal cada crimen de robo y asalto
sexual significan la pena de muerte. Comparado con eso, los japoneses son
blandos con los criminales. Los criminales chinos piensan que no hay lugar
como Japón donde sea tan fácil hacer dinero. Para ellos, las calles están
cubiertas de dinero.
—¿Las calles? — Shiiba preguntó.
—Sí, vendiendo armas automáticas, puedes obtener mucho dinero. —
Lin aclaró. — Para un criminal de China, Japón es el cielo. Las prisiones
son más parecidas a un hotel. Entonces, cada vez que son reportados ellos
solo vuelven para hacerlo nuevamente. La cosa más importante para ellos
es el dinero. En China, no tenemos crimen con pasión. Puedes tener una
vida sin amor, pero no puedes vivir sin dinero.
—¿Está en Japón por negocios también?.¿Cómo está yendo el
negocio?. — Shiiba preguntó, cambiando de tema.
—Gracias, va muy bien— Lin respondió. —pero mi compañía está
relacionada con lo gubernamental. Todo el capital proviene del gobierno de
China. Eso es lo máximo que puedo decir. Entonces, aún siendo el
presidente, mi salario no es mucho.
Shiiba se sintió un poco molesto por lo que Lin decía. ¿Por qué quisiera
una compañía del estado pretender ser una privada?.
—Entonces, ¿usted es un empleado del gobierno también? — Shiiba
sondeó.
—Algo como eso, de todas formas, he escuchado que usted, ¿es un
admirador de las armas, Señor Shibano?— Lin preguntó.
Shiiba se concentró para ser cuidadoso.
—Si así es — respondió. — Por supuesto, solo las reales. Cuando he
estado en el extranjero las he probado a menudo.
—¿Es así?. ¿Habló esto con el Señor Andou? — Lin preguntó.
Shiiba asintió. —Sí, Estaba muy interesado en tener una reunión con

-106-
usted.
Lin asintió. Se veía satisfecho. Tomó el portafolio que tenía a su lado.
Moviendo el plato de la cena a un costado, puso el maletín sobre la mesa y
liberó las cerraduras. Abrió el maletín en frente de Shiiba.
—Esto es lo que tengo para mostrarte justo ahora — él dijo — si hay
algo más que le gustase obtener, puedo obtenerlo también.
Shiiba tomó una profunda respiración. Dentro del maletín había tres
pistolas. No había esperado que Lin trajera armas con él. Shiiba estaba
teniendo un atisbo acerca de cómo era Lin, debajo de las apariencias.
Había tres diferentes clases, pero en el frente había pequeñas estrellas
integradas con lo cual se podía determinar que todas habían sido fabricadas
en China. Una era una Tokarev, la otra una Mokarev. Pero no sabía qué era
la restante. Era más pequeña que las otras dos.
—Esta, ¿qué es? — Shiiba preguntó.
—Esta es una 77 — Lin explicó. — Estoy seguro que la conoce. En un
arma automática normal, necesita extraer manualmente el dispositivo para
volver a cargarla. Pero con una 77, cuando se extrae el cargador, el
dispositivo se extrae automáticamente con lo cual se puede operar
íntegramente con una sola mano. Este es el futuro. Fue desarrollado para la
armada China, policía, y para altos oficiales como una pequeña arma de
mano.
Era un arma que no era bien conocida en el extranjero entonces. Shiiba
se sentía cada vez más y más desconcertado por Lin. El hombre era el
presidente de una compañía estatal, pero junto a ello, vendía armas en el
mercado negro, ¿qué organización podría estar trabajando a su lado?.
—¿Cómo piensa introducir esto en Japón? — preguntó.
—No puedo decirle todos los detalles, pero tengo un amigo en la
oficina del consulado. Si lleva un pasaporte diplomático nadie lo
inspeccionará. — Lin respondió.
Siiba no creía que un diplomático pudiera contrabandear armas, pero si
él le preguntase demasiado, Lin levantaría su guardia. Decidió cambiar de
tema.

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—¿Cuánto cuesta? — le preguntó
—Usted era un amigo del Señor Andou con lo cual le puedo bajar el
precio. ¿Qué tal está esto para usted?.
Lin levantó un dedo. Incluso para un arma genuina, 1.000.000 yenes
era un poco caro. Lin lo vio dudar.
—Son unos ítems caros. — sonrió. — Esta Tokarev 54 es espléndida. A
diferencia de las que hacen los rusos, el cañón es de cromo entonces resulta
ser más resistente. Puede emitir fuego de 100.000 disparos perfectamente.
Si usted necesita municiones debe contactarse conmigo. Puedo traerlas de
China por usted.
Normalmente hablando, no existe un servicio post venta en el mercado
negro de armas. Lin, por otro lado, parecía como que proveía a sus clientes
con cualquier extra que ellos necesitasen. Él debería de tener algún tipo de
conexión especial para hacerlo posible. Shiiba estaba comenzando a creer
que un diplomático podría estar envuelto en esta empresa.
—Gracias — dijo, intentando ganar tiempo — Por favor, déjeme
pensar acerca de esto. Debemos ir a beber juntos pronto.
—Entonces, yo reservaré una habitación para que podamos hablar más.
—Lin dijo — Oh sí, lo olvidé por completo, quisiera entregarle esto para
usted.
De una bolsa de papel a su lado, Lin sacó una pequeña caja. En su
interior había un pequeño quemador decorativo de incienso.
—Iba a entregarle esto al Sr. Andou — él explicó. — Lo compré en
China. Espero que usted lo acepte en su lugar.
—Pero esto es costoso — Shiiba protestó — No puedo aceptarlo.
No podía descuidadamente aceptar regalos de personas que estuviera
investigando. El declinó cortésmente, pero Lin sonrió y le entregó el
presente.
—Usted era amigo del Sr Andou, entonces debe aceptarlo. Por favor.
— él insistió.
—En ese caso, muchas gracias

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No quería causar algo que pudiera hacerle perder el contacto con Lin,
por lo que Shiiba lo miró agradecido y aceptó la caja. El quemador era gris
con una calidad blanca traslúcida puesto dentro de una base de madera.
—¿Es de jade? — preguntó
—Si — Lin respondió — es un jade blanco especial. En la antigua
China, se decía que te prevenía del mal y que si lo mantenías cerca de ti,
podías tener una larga vida. El quemador está construido con una pieza de
estas piedras. Es una pieza única y una hermosa forma de arte. Espero que
la use para decorar su hogar.
Concluyendo su cena, dejaron el restaurante juntos.
—¿Dónde nació Señor Lin? — Shiiba preguntó.
—Nací en Fujian. — Lin respondió
—Ya veo— Shiiba dijo — Muchos de los chinos de aquí son los hijos
de los que inmigraron de China.
— Si— Lin dijo — Fujian solía ser el centro del comercio marítimo,
con lo cual es un área de donde provienen muchos inmigrantes. Hoy en día,
la mafia de Fujian es muy famosa. Eso es muy angustioso.
Por supuesto, Fujuan es un punto muy conocido de muchos
inmigrantes ilegales a Japón y es el origen de muchas bandas de Peking.
Los inmigrantes ilegales deben pagar a una organización llamada
snakehead (*) para que los ingresen ilegalmente al país. Estas
organizaciones snakehead (1) utilizarían una amplia red de personas para
pasar de contrabando y para obtener documentos de viaje falsos y trabajos
ilegales a sus clientes en sus países de destino.
1 Notas del traductor:

(*)snakehead: La "gran snakeheads" se trata de los organizadores y los inversores, en general


chinos que viven fuera de China, para supervisar la operación, pero no se conocen a los de niveles
inferiores. "Pequeño snakeheads" en China son chinos que son los responsables de la contratación de
los "clientes" de la gran cantidad de chinos deseosos de abandonar su patria. Estos reclutadores
actúan como intermediarios entre los organizadores y los clientes. En los Estados Unidos y otros
países, guías aéreas aseguran que los migrantes vayan al siguiente punto de tránsito o destino final.
Snakehead: operaciones en China y los Estados Unidos a menudo están vinculadas por parentesco.
Un elemento importante es la cooperación de los funcionarios en el punto de origen.

(fuente de información: nota de Criminalidad Organizada - Tríadas Chinase en www.articuloz.com)

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—¿Puede cualquier persona obtener armas allí? —. Shiiba quiso saber.
—No, no — Lin respondió —Solo las personas que tienen los derechos
para portar armas, la policía y ciertos oficiales. Las leyes para portar armas
son aún más estrictas que en Japón, Mao Ze Dong dijo “el poder viene de
la boca de un arma”. Para proteger el poder del gobierno, las personas no
pueden portar armas.
Entonces incluso en China, tienen muchas restricciones sobre las
armas, entonces construirlas y moverlas debe ser dificultoso incluso para
los grupos de la mafia. ¿Podría la organización dar apoyo a Lin teniendo
una espacie de poder político también?.
Despidiéndose en el vestíbulo, Shiiba escuchó una voz hablando a su
lado. Dándose vuelta su corazón se detuvo.
—¡Sr. Munechika ! — Lin llamó — Qué coincidencia.
—Pero si es el Sr. Lin — Munechika dijo —Ha pasado tiempo desde
que nos vimos.
La cara sonriente que los miraba era la de Keigo Munechika. Tal vez
porque llevara su negro cabello peinado hacia atrás en el día de hoy, parecía
más descarado de lo habitual. El traje a rayas que llevaba le sentaba muy
bien. Se veía como un hombre de negocios.
Mirando a Munechika, Shiiba cerró sus puños. El momento era el peor.
Si Lin descubriera que él era detective entonces todo se habría terminado.
—Lo lamento, no lo he llamado por teléfono — Lin dijo —
Deberíamos ir a cenar alguna vez.
—Sí, deberíamos — Munechika agregó — tengo un auto esperando por
mí, con lo cual debo de irme ahora.
Munechika ni siquiera miró a Shiiba y caminó a los elevadores.
Mirando a la figura que se retiraba, Shiiba secretamente levantó un suspiro
enorme de alivio. El tenía entonces la oportunidad de hacer más consultas.
—¿Era un conocido de negocios? — le preguntó a Lin.
—Si — Lin respondió — Es el presidente de la corporación EMZ. Aún
es joven pero es muy capaz. Tiene una personalidad animada también.

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Munechika trabajó con Lin legítimamente, según parece. Pero Shiiba se
preguntaba si esa relación se extendía también a otras empresas menos
legales.
—Bueno, Sr. Shibano. Ha sido un placer el conocerlo.— Lin le ofreció
su mano derecha. Shiiba tomó esta en su mano, con alguna fuerza, la cerró
sobre la suya. — Estaré esperando por una respuesta positiva — dijo,
sonriendo

Shiiba debía descubrir la identidad de la organización que trabajaba


junto a Lin. Su mente iba a toda marcha cuando caminaba hasta la estación
de Shinjuku. Repentinamente, su teléfono sonó. Era un número
irreconocible nuevamente, pero podía adivinar quién estaba llamando.
—Hola — él dijo
—¿Estás solo? — era el hombre que recién había pasado.
—Sí, ¿qué es lo que quieres? — él preguntó.
—Tú me debes — el hombre dijo.
Shiiba sabía qué era lo que el hombre quería decir, pero decidió no
darse por enterado. — ¿Por qué?.
—Si yo hubiera decidido correr y decir “Ey, detective Shiiba, ¿las
investigaciones van bien el día de hoy?” entonces te podría haber causado
algunos problemas. Eso estoy suponiendo…
—Cierra tu maldita boca — Shiiba gruñó.
—Ya te he dicho que no utilices esas asquerosas palabras — el hombre
dijo regañándolo — No le caen bien a tu bello rostro. Ven cuando estés
libre, Debes recompensarme.
—Munechika sonaba como si lo estuviera disfrutando.

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—Jódete — Shiiba dijo y colgó.
La actitud que tenía Munechika realmente rozada hacia un mal camino.
Sin embargo, no podía negar que Munechika lo había salvado. Tenía que
agradecer al hombre.
Shiiba tomó el tren y se dirigió a Shibuya. Tenía que ir a la oficina y
decirle a Takasaki lo que había sucedido en su reunión con Lin.
Llegó antes que Takasaki, Shiiba esperó. La cara de Takasaski estaba
llena de expectativa pero antes de decirle todo lo que había recolectado, el
jefe de Shiiba lo miró apagado.
—¿Quién es ese Lin?. Usando un diplomático para contrabandear, es
sospechoso. ¿También, financiado por una tonta compañía
estatal?.Simplemente no lo entiendo.
—Siéntate, ¿puedo aceptar una de las armas en la próxima reunión?. —
Shiina preguntó.
Como esperaba, Takasaki lo miró aún con más apremio.
—No creo que estemos listos para eso. Necesitamos ver más adentro de
los asuntos personales de Lin. Entonces nosotros debemos continuar la
investigación en esa dirección. Mantén reuniones con él por el momento,
recolectando información. No te apresures con esto.
Shiiba se tragó sus deseos de gritar y contradecir a su superior. Si ellos
iban tan lento, Lin tal vez se fuera de su alcance. El reformuló
cuidadosamente lo que quería decir.
—Si me paralizo, entonces Lin sospechará. Si no llegamos a un
acuerdo ahora entonces…
—No — Takasaki dijo. — Si realmente tiene el apoyo de un
diplomático o una agencia gubernamental, entonces será un verdadero
problema. Esto podría desarrollarse dentro de un caso internacional.
Primero prepara un reporte, y sobre cualquier cosa que hagas, por favor,
que no sea algo estúpido.
Shiiba solo podía asentir ante el nuevo tono agresivo con el que
Takasaki estaba hablando. Era verdad que aún había muchas preguntas que
estaban flotando en el aire alrededor de Lin. No iba a ser algo fácil. Pero él

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tenía las armas ahora y trataría de venderlas. Eso era prueba suficiente para
Shiiba y quería empujar este caso adelante.
Por otro lado, tenía la última pieza de información que Andou le había
dado. Independientemente de cualquier cosa que pasase, él no quería que
esta información fuera
desperdiciada. No solo quería a Lin, sino que también quería a toda la
organización y sistema que se encontraba junto con ese hombre.
Takasaki cambió de tema poniendo fin a la conversación acerca de Lin.
—A propósito, ¿Cómo van las cosas con Munechika?.¿Algún
progreso?.
—Nos encontramos pero no pienso que sea posible— Shiiba dijo. —
Pienso que no puedo hacerlo.
—¿De qué estás hablando?. Solo has comenzado. Sé que tú puedes.
Tómate tu tiempo. Gánate su confianza poco a poco. No podemos
permitirnos perderlo.
El estallido ahora le sonaba hueco a Shiiba. Keigo Munechika no era
un objetivo fácil. Shiiba no había obtenido resultados con los
acercamientos que había intentado. Cuando él trató de tener sexo había sido
solo caer en una trampa. Sentía que esto no importaba, independientemente
de cuánto tiempo le tomara o cuantas veces se encontraran, que Munechika
sea su S no iba a suceder.
No estaba obteniendo resultados. Sea Lin o Munechika. Shiiba dio un
profundo suspiro. La depresión llenó su corazón.

Shiiba se subió al tren en la estación Urawamisono hasta el fin del


camino del expreso Saitama.
No había nadie alrededor. Shiiba miró melancólico al cielo del invierno

-113-
que ahora se cubría con nubes oscuras. El reporte meteorológico decía que
no iba a empezar a llover hasta después de la tarde por lo tanto no llevó un
paraguas. Rogaba que no comenzara a llover ahora ya que debía comenzar
a caminar fuera de la estación.
Después de caminar por 10 minutos, pudo ver el punto de su destino.
Era un espacioso cementerio pero sin mantenimiento aparente. Estando
frente a la tumba, colocó las flores que había llevado. Luego prendió una
vela e incienso.
Hoy era el aniversario de la muerte de Kaori. Cada año, iba con Andou
a visitarla pero, ahora, los restos de Andou descansaban junto a ella en ese
lugar.
Nishi le había dicho que la cremación había sucedido hacía tres días. Si
ellos hubieran tratado, probablemente habrían podido encontrar parientes
de Andou que pudieran encargarse de los arreglos del funeral, pero Nishi
había dicho que quería encargarse él mismo de ellos.
Nishi sabía que solo Kaori estaba enterrada aquí. Los padres de ambos
hermanos deberían de estar enterrados en otro sitio. Sin embargo, Andou no
había querido que Kaori fuera enterrada junto a sus padres cuando murió.
Seguramente había un asunto familiar complicado alrededor.
Shiiba no había asistido a los servicios funerales de Andou. Eso era
porque posiblemente había mucha gente involucrada y además estaba el
hecho de la cantidad de policías apostados fuera de la casa del funeral.
Había mucha gente que posiblemente lo reconocería y que posiblemente no
supieran que ahora estaba trabajando en forma encubierta. Sin embargo
lamentaba no haber podido estar ahí… no podía.
Shiiba trataba de no estar triste acerca de ello y de mantenerse
concentrado en su trabajo. Sin embargo, estando en el cementerio, la
realidad de la muerte de Andou finalmente lo golpeó.
Miró hacia el granito negro de la lápida y pensó acerca de Andou.
Andou era un hombre callado. No es que no era bueno cuando hablaba pero
si no tenía nada que valiera la pena decir entonces permanecía callado.
Eran sus expresivos ojos los que podían hablar de las emociones
escondidas tras sus labios cerrados.
Siempre era más difícil para los que quedaban atrás. Había tantas dudas

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en la mente de Shiiba. No importaba qué, la muerte podía llegar a
cualquiera. Pero rompía duramente el corazón de los que quedaban cuando
esto pasaba.
Shiiba sintió una gota de agua en su mejilla. Para protegerse de la
inminente lluvia, levantó la solapa del cuello de su abrigo de cuero y se dio
la vuelta para irse.
Repentinamente levantó su cabeza y vio una sombra viniendo desde el
lado opuesto al que él se encontraba. En un instante, supo de quién se
trataba. Shiiba se fue hacia un lado del camino y se ocultó detrás de la
lápida.
Era Munechika. Llevaba un gran ramo de rosas y una botella de
alcohol. Shiiba miró a escondidas desde detrás de la lápida. Munechika se
detuvo enfrente de la tumba de Andou y cuidadosamente colocó sobre ella
las rosas.
—Bebe amigo, es tu favorito: Reserva de Russel.—Munechika dijo
abriendo la botella y derramándola sobre la grava. —¿No está bueno?. Las
flores son para Kaori. Las rosas
no van contigo. Hey Kaori, tu hermano es un verdadero idiota. Me
gustaría llevar luto por él ahora.
Escuchando el lamento en el tono de voz de Munechika, Shiiba se
movió. Munechika no solo conocía a Andou sino que también a Kaori.
—Un verdadero idiota.
Munechika frotó ligeramente la lápida. Fue una caricia suave, como si
en la tumba estuviera enterrado un amante. Shiiba estaba desbordado por
confusas emociones que no podía expresar. No podía mirar por más tiempo.
Se dio la vuelta y huyo de la escena.

Era mediados de diciembre e incluso las calles estaban extrañamente

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agitadas.
Las decoraciones de navidad estaba por todas partes, y la usual
llamativa Shinjuku estaba incluso más brillante ahora. Se había reunido con
sus informantes para enterarse de los últimos acontecimientos ocurridos.
Hoy había recolectado una información muy importante.
Un hombre que operaba una tienda de bocadillos en la calle Golden le
había dado una valiosa información acerca de asistir a un mafioso que
ocasionalmente iba a ese local a comprar chicles. El mafioso guardaba los
chicles en su bolsillo y entregaba a cambio 10.000 yenes.
Para haber podido comprar un arma a tan significativo bajo precio era
muy probable que se trate de una pistola CRS. La CRS era una pistola de
contrabando hecha en la casa de factorías ubicadas en lugares como Cebu
en las Philipinas. A menudo era inferior y había habido muchos accidentes
reportados que involucraban este tipo de armas.
Cuando Shiiba había recibido instrucciones especiales de armas de
mano de un especialista forense que había repartido las armas disponibles,
él había obtenido una oportunidad de tener en su poder un ejemplo de la
pistola e inspeccionar su construcción. Sus partes estaban muy mal hechas
Shiiba podía ver que era un arma volátil. Si la manejaras incorrectamente,
probablemente estarías con muchas probabilidades de que explote en tu
propia mano.
Le había dado al propietario de la tiendo algo de dinero y le había
agradecido. Pudo confirmar su información y ya estaba investigando el
nombre del mafioso y el del grupo para el que trabajaba.
El equipo de incidentes tenía diferentes problemas que el equipo de
inteligencia. No importaba qué tan buena fuera la información, era
extremadamente dificultoso recuperar un arma por sí mismos. Ellos debían
hacer una incursión a la casa determinada por su información, pero muy a
menudo se iban con las manos vacías. Las armas eran diferentes de las
drogas en el sentido de que no era algo que guardaras contigo.
Por supuesto si eras un guardaespaldas protegiendo a un líder de la
mafia en el medio de una intensa rivalidad entonces llevarías a menudo
una, pero normalmente, estaban muy lejos del riesgo de portar un arma.
Ocasionalmente, las amantes de los mafiosos las ocultaban, pero esto
parecía haber ido disminuyendo.

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Los criminales podían esconderlas en algún lugar, pero sin importar
qué tan bien las escondieran, ¿Por qué la policía no podía encontrarlas?.
Shiiba no podía estar satisfecho solo con la teoría de que la mano criminal
comenzaba a ser más habilidosa para esconderse de ellos.
Incluso si la policía arrestaba a un mafioso que seguro sabía tenía
posesión de armas, para salvar sus propios cuellos, los criminales no
confesaban dónde se encontraban las armas. Ellos podían decir que no
conocían a la persona que las tenía en su poder o que la persona que las
vendía ya estaba muerta. Ellos se podían rehusar a decir algo, de todos
modos. Sumado a esto, los corredores habían puesto unos fuertes controles
de seguridad para que las armas aún pudieran ser vendidas.
Había tres cosas necesarias en el ciclo: conexiones al lugar donde las
armas fueron hechas, ingresar las armas a Japón a través del contrabando,
y, finalmente, personas que las vendan. Si las cosas continuaban de esta
manera, entonces no había forma de que la policía pudiera tener una clara
idea del gran cuadro que se presentaba. Sin estar en conocimiento de
alguna de estas cosas, no podían detener la marea de armas de contrabando.
Los superiores de Shiiba no conocían las dificultades de trabajar en las
calles. Ellos solo seguían gritando: “¡Encuentra las armas!”. Todo lo que
ellos conocían eran estadísticas. Todos pensaban que las armas debían estar
de hecho en alguna parte. Pero los operarios no podían encontrarlas. Era
como estar persiguiendo fantasmas. Y ahora todos los detectives que
estaban trabajando duro para encontrar las armas estaban exhaustos.
Caminando a través de la multitud, Shiiba se sentía cansado. No sabía
si estaba cansado del trabajo de detective o de la vida misma.
Solo tenía 28 años, era demasiado pronto para estar cansado. Se rió de
sí mismo. Todavía había un poco más dentro de él.
Después de que las personas al mando pusieran fin al caso de Lin, no
había recibido más alguna respuesta. Tal vez eso era el por qué se sentía
deprimido. Quería encontrarse con Lin nuevamente y ahondar profundo
pero aún no había recibido permiso para ello. Si no permitías salir al perro
de su casilla entonces no podría realizar su trabajo. Era algo frustrante
dejarlo colgado de ese modo.
Llegó por el comino de la entrada de la salida este de la estación de
Shinjuku, pasó junto a un grupo de estudiantes. Se veían como que se

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estaban divirtiendo. Mirando hacia un lado, notó a una feliz pareja donde se
reflejaba en sus caras la felicidad de estar juntos.
Incluso si ellos eran extraños, era agradable ver personas disfrutando
así de la vida. Él no sentía celos de estar solo. En su lugar, en vez de estar
rodeado de caras tristes era mucho mejor ver caras alegres para levantar su
espíritu.
Su trabajo era muy privado y siempre estaba solo, pensando que era un
poco doloroso. Mirando alrededor, pensaba que cada persona que veía
parecía estar disfrutando ella misma.
No había entonces muchas personas aquí. Entonces ¿por qué era el
único ensimismado?. Deseaba que esos sentimientos no flotaran hacia la
superficie.
La soledad como una noche fría se arrastró en su corazón. Una vez que
su corazón fuera enfriado no podría volver a calentarlo nuevamente.
Shiiba hizo una mueca. Ya no era un niño. Si él estaba solo entonces
podría encontrar a un amante. Pero no lo intentaba ya que desde un
comienzo había decidido estar solo. Deseando algo que no podía tener no
lo ayudaría, sino que solo provocaría envidiar a otros.
Volviendo sus ojos al frente, vio a una chica de cinco o seis años
saltando de la entrada de un departamento de tiendas. Ella llevaba en su
brazo un oso de peluche. Ella no estaba viendo delante e, inevitablemente,
salió huyendo del hombre que pasaba junto a ella.
—¡Oh querida! ¿Dulzura? — una voz exclamó.
Una mujer que debía ser su madre salió corriendo tras ella. La pequeña
niña se cayó, luego miró alrededor de su madre, su cara ahora mostraba una
expresión de miedo, comenzando a llorar.
—Lo lamento. ¿Se encuentra bien?. —La mujer preguntó, apartando a
la niña del hombre con el que su hija se había topado. El hombre dijo que
estaba bien, y entonces levantó del suelo a la pequeña niña. Shiiba al ver el
rostro del hombre se sorprendió.
—¿Te has lastimado?. ¿Te duele en alguna parte?. — el hombre
preguntó.

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Sacudiendo la ropa sucia de la niña se encontraba Shinozuka.
—Mi osito.. — ¿ la niña murmuraba mientras trataba de sostener sus
lágrimas.
Mirando a sus pies, Shinozuka sonrió. —¿Oh, este?. Lo lamento.
Lastimé a tu osito. Aquí lo tienes.
Le alcanzó el osito de peluche y la pequeña niña lo tomó acercándolo a
ella.
—Mi mamá me lo dio — ella explicó. — Fue mi regalo de navidad. El
Señor Santa me trajo un conejo mimoso.
—¿De verdad?. Eso suena divertido.
La madre de la pequeña niña sonrió y la tomó en sus brazos mientras
que la niña pasaba sus brazos alrededor e sus hombros.
—Lo lamento mucho —Ella dijo.
—No, no se disculpe por esto —Shinozuka dijo.
La niña agitaba su mano despidiéndose y caminó con su madre hacia
las puertas de la boletería. Shinozuka permaneció parado allí, mirando a las
dos personas que se alejaban caminando.
Mirando a Shinozuka de esa manera, Shiiba solo podía helarse. Si
Yukari hubiera tenido a su hija ella probablemente sería de la misma edad
de esa niña. El pensamiento era insoportable.
Shinozuka estaba mirando hacia la vida que él había perdido. ¿Qué
estaría pensando?. ¿Qué era lo que buscaba en ese par?.
De repente, lágrimas brotaron de los ojos de Shiba. Rápidamente las
limpió con sus dedos.
No solo era que se estaba lastimando. Por supuesto, otras personas
también resultaron heridas. Pero fue entonces que lo sintió realmente.
Shiiba siempre había condenado a Shinozuka para rechazar el trabajo
detectivesco. Él realmente podía ser cruel.
Pero eso no era todo. Todas las cosas que no fueron dichas podían
incluso ser más dolorosas para Shinozuka. Shiiba no tenía forma de saber

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cuánto debía ser el dolor en el corazón de Shinozuka.
En la soledad, Shinozuka debía estar muy enojado. Enojado de un
crimen sin sentido. Enojado del impotente sistema para el cual trabajaba. Y,
sobre todo, enojado de sí mismo. Él debía haberse matado silenciosamente
a sí mismo.
En medio de la muchedumbre de gente, más allá de ella, los dos se
encontraban allí como si el tiempo se hubiera detenido. Shiiba se
encontraba mirando, en forma impotente, los amplios hombros que se
situaba delante de él, envueltos en un abrigo.
Él quería correr y abrazar fuertemente a su cuñado. Volver a la forma
en la que solían ser. Ambos habían perdido lo mismo…
Pero no pudo hacer eso.
El tiempo detenido comenzó a avanzar nuevamente.
Sin embargo, por mucho que lo anhelara, Shiiba no podía ser esa
persona otra vez. Él era un hombre solo, un detective solo, él y Shinozuka
ahora caminaban por diferentes caminos.

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Como si despertara de un sueño, Shinozuka finalmente dio un paso
adelante. Su expresión de derrota se alejó y volvió a ser el viejo Shiniozuka
nuevamente.
Shiiba miró a Shinozuka desaparecer dentro de la multitud. Entonces él
se aventuró hacia delante también.

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CAPÍTULO 7

Caminando a través del corredor de la entrada, Shiiba podía escuchar


el sonido de agua corriendo. Lo siguió hasta el vestidor. En la parte de atrás
de la habitación había una regadera con puertas de vidrio. Obscurecido
detrás de la puerta de vidrio había un hombre desnudo. Se recostó contra el
tocador que se encontraba pegado a la pared, el cual tenía dos lavabos.
Observó la sombra del hombre mientras éste se bañaba.
Después de unos momentos, el hombre abrió la puerta. Al ver a Shiiba
parado ahí de brazos cruzados, los ojos de Munechika se abrieron en
sorpresa, pero esa fue su única reacción visible.
—Esa expresión te combina—, molestó. —Ingresando a la casa
mientras su esposo se encuentra fuera para seducir a la esposa.
Shiiba vestía un traje de negocios simple. Munechika únicamente tenía
una sonrisa.
—No sabía que te gustaban las telenovelas—, dijo Shiiba.
—Tengo muchos intereses—, respondió Munechika.—Pásame esa
toalla.
Tomando la toalla de baño, Shiiba se la lanzó inmediatamente.
Munechika rápidamente secó su cuerpo y luego se colocó encima una bata
negra.
—Entonces Munechika, ¿dónde están las armas?
Ante esta pregunta tan inesperada, Munechika frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando?— preguntó. —No estoy ocultando ninguna.
—No, tú no. Estoy hablando de los pandilleros. La policía ha buscado
en todas partes, pero no pueden encontrarlas. Hay tantos crímenes con

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armas, pero ninguna es encontrada. Esto hace que los detectives se pongan
nerviosos.
Munechika rió. —Cuando usas un arma, la tiras después de hacerlo.
Esto es de conocimiento general. Hay tantas armas en este país que siempre
puedes obtener una nueva. Nadie es tan tonto de dispararla y luego
quedársela como evidencia. El sólo ser descubierto en posesión de una
puede significar 10 años de cárcel. Si tienes municiones dentro del arma,
eso le agregará tres años más a tu condena. Nadie sería tan estúpido.
—¿Pero donde las tiran?— Shiiba continuó.
—Si las lanzan al océano se oxidan rápido y se borran sus huellas—,
dijo Munechika.
—¿Es cierto?— preguntó Shiiba.
—Es cierto—. Dijo Munechika con firmeza.
Shiiba no estaba satisfecho. Sentía como si Munechika estuviera
intentando evadir el tema. Existía la posibilidad de que el hombre dijera la
verdad. Munechika podría importar muchas armas, pero en cuanto llegaban
al mercado, no las volvía a ver nuevamente.
—¿Trabajas en investigación de armas?.¿Perteneces al OAC5?.
Shiiba no podía ocultar la verdad por siempre de alguien que era su
potencial S, así que lo admitió. —Sí, trabajo para el OAC5 con la policía
metropolitana. Mi trabajo es obtener información de tráfico de armas. ¿Has
escuchado acerca del trabajo de un S?.
—Es cuando intentas obtener a alguien de dentro de la organización
que está bajo vigilancia y se encarga de pasar información, ¿correcto?—
Munechika dijo.
Shiiba asintió. —Correcto. Es un método de investigación. Llamamos a
estos informantes nuestros espías, nuestros S.
—¿Así que Andou era tu S?— Munechika contestó.
—Quiero que ahora tú seas mi S. Munechika, se mío.
Munechika no contestó la directa invitación, solo las orillas de sus

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labios se curvaron levemente.
—¿Quieres que sea el perro de la policía?— preguntó.
Shiiba volvió a asentir. —Sí. Yo seré tu dueño. Si quieres premios, te
los daré. Si eres mío podrás dormir conmigo tantas veces como quieras.
Munechika le vio con desprecio. —¿Crees que eso es todo lo que
valgo?. ¿Pequeños premios?.
—No soy quien decide cuánto vales—, Shiiba le respondió.— Ese eres
tú.
Se acercó lentamente a Munechika. Luego acarició el contorno de
Munechika de arriba hacia abajo. Finalmente se arrodilló en el suelo,
abriendo la bata, Shiiba sin dudas ni titubeos, cerró sus labios alrededor del
miembro de Munechika.
Enterrando su rostro en el aún húmedo vello púbico, Shiiba lamió el
pene con la punta de su lengua. Con cada lamida, Munechika se ponía más
y más duro. Finalmente estaba tenso y completamente duro. Tomó la
endurecida longitud dentro de su boca y comenzó a acariciarlo con su
lengua y labios. No se sentía tan mal como había pensado. En su lugar, el
lamer el pene de un hombre estaba, de una manera extraña, excitándole. La
piel cubriéndolo era suave y Shiiba estaba concentrado en lo bien que se
sentía.
Aún cuando lo que Shiiba hacía no se encontraba en el manual, decidió
que perseguir a Munechika sexualmente era lo mejor que podía hacer. La
manera más rápida de hacer el trabajo era por medio de su cuerpo. Esa era
la razón por la cual Shiiba había venido a este lugar.
Munechika no dijo nada. Solo dejó hacer a Shiiba lo que éste quería.
Pensando que Munechika le estaba viendo como a un tonto, vio hacia
arriba. Sus ojos se encontraron.
Los ojos de Munechika estaban de un color que jamás había visto
antes. Era diferente al de la prepotencia o mirada burlona, aun así no era
lujuria. Casi lucían como si estuvieran llenos de amor.
Sintiendo que estaba siendo succionado por esos ojos, la respiración de
Shiiba se complicó. No sabía por qué. Era como si la dulce emoción

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estrangulara su corazón y hacía que se detuviera completamente.
Para escapar de tan intensa mirada, Shiiba cerró sus ojos y comenzó
nuevamente a succionar el miembro de Munechika. Munechika colocó su
mano en la parte de atrás de la cabeza de Shiiba. Shiiba pensó que el
hombre le haría detenerse, pero Shiiba no lo permitiría y continuó dándole
placer hasta el inevitable fin.
Munechika gimió con una voz ronca y eyaculó en la boca de Shiiba. El
cálido líquido llegó a su garganta y Shiiba lo tragó. Sin embargo, su cuerpo
rechazó el sabor poco familiar, no logró tragarlo bien y terminó
ahogándose.
Munechika se alejó rápidamente de él.
—Toma, agua—, dijo, ofreciéndole a Shiiba un vaso lleno de agua.
Tomándolo, Shiiba lavó su boca.
—No sé…— empezó a decir.
—Hiciste un buen trabajo—, Munechika interrumpió. —¿Me pagaste
por lo de aquella vez?.
Shiiba lo negó con la cabeza. —No, solo quería mostrarte qué tan bien
podía sentirse la recompensa.
En cuanto Shiiba se puso de pie, unos largos brazos rodearon su cadera
y Munechika se le acercó. Levantando su cabeza se encontró con los ojos
de Munechika. Estaban tan cerca, que sus narices casi se tocaron.
—De acuerdo—, susurró Munechika. —Pero no puedes simplemente
comprarme con tu cuerpo. No soy tan barato. Si realmente me quieres
tendrás que ganarte mi corazón.

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—¿Corazón…?— Shiiba frunció el ceño.
—Eres un hombre carnal—, dijo Munechika, parecía infeliz.
Empujó a Shiiba y dejó el vestidor.
Shiiba le persiguió. —Oye, ¿a qué te refieres?.
Munechika ingresó a la sala y se dejó caer sobre el sofá. Las luces del
techo no estaban encendidas, pero la habitación estaba iluminada por
lámparas.
—No importa—, respondió Munechika. —Como sea, si esa era una
muestra de las recompensas, entonces ahora puedes empezar a pagarme.
—Eres codicioso—, Shiiba gruñó. —¿Cómo quieres que te pague?.
—Siéntate aquí—, dijo Munechika señalando sus rodillas.
Shiiba estaba sorprendido. —No soy una anfitriona—, dijo lleno de
indignación. —¿Por qué tengo que sentarme sobre tus piernas?. Dame un
respiro. Y además, ¿por qué sería tan divertido sentarme sobre tus rodillas?.
—Lo disfrutaré—, dijo Munechika. —Seré capaz de ver tu rostro
testarudo. Ven aquí, Shiiba.
Shiiba obedeció. Acababa de tener sexo oral con el hombre. ¿Qué
quería lograr Munechika con esto?.
—No soy una silla—, dijo Munechika. —Cambia de ángulo.
Shiiba movió su cuerpo. Recostó su espalda contra el brazo derecho del
sillón.
—¿Es esto lo que querías?— murmuró.
Munechika asintió.
—¿Ahora qué hacemos?.¿Debería cantar una canción?— preguntó
Shiiba sarcásticamente.
—Siéntate aquí y mírame—, respondió Munechika.
Shiiba se sentía incómodo. No quería sentarse en las piernas del

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hombre, pero hizo lo que le pidieron y vio hacia el hombre que se
encontraba frente a él.
Al ver a Munechika de esta manera, Shiiba se percató de lo atractivo
que era. Le llamaba “atractivo”, pero no era que el rostro de Munechika
fuera bello, sino que debajo de esa apariencia, su cuerpo era maduro.
Reaciamente Shiiba debía admitir que Munechika era un hombre
espectacular.
—Hay algo que quiero preguntar—, dijo. —¿Qué conexión tienes con
Ying Fa Lin?.
Munechika frunció el ceño y trató de cambiar de tema. —¿Podríamos
hablar de otra cosa más sexy ya que estas sentado sobre mi rodilla?.
—No puedo, soy un detective—, dijo Shiiba bruscamente.
Munechika le mostró otra de sus sonrisas burlonas.
—Tenemos negocios con la compañía de Lin—, respondió. —Eso es
todo. Nada sospechoso.
Shiiba sonrió. —Entonces sabes acerca del otro trabajo de Lin. ¿Quién
es él?.
—Oye, aún no soy tu S. No me uses como tu informante.
—Por favor Munechika, dime lo que sabes. Andou me dijo acerca de
Lin. No quiero desperdiciar el último pedazo de información que me dio
—, Shiiba suplicó. En su rostro se denotaba una seria expresión.
Estaba dispuesto a dejar a un lado su orgullo como detective por esto.
Necesitaba muchísima información.
—Primero sexo, luego me largas tu trágica historia. Qué idiota—,
Munechika se quejó. Pero continuó hablando de Lin a pesar de sus
quejidos.
—Lin es en realidad un soldado de su país. Su compañía exporta
productos japoneses mecánicos extranjeros, pero esta compañía realmente
no logra ganar mucho. Su verdadero negocio está en el aceite chino, en las
armas y municiones. Él utiliza a Japón como base para exportarlas. Solo
administra el papeleo en Japón. Luego, Los bienes son llevados desde

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China directamente a su país de destino. Es una empresa china que sirve
como túnel. Todas las ganancias probablemente son invertidas en el país o
en su milicia.
En otras palabras, Lin era un traficante de armas trabajando bajo la
dirección del gobierno chino. Esto era demasiado. Shiiba estaba
confundido.
—¿Es eso cierto?— preguntó. —¿Pero, por qué trabaja desde Japón?.
Seguramente podría establecerse en el país desde el cual está exportando,
¿no es así?.
—No lo entiendo muy bien tampoco—, admitió Munechika. —Quizás
sea porque Japón no tiene las mismas leyes concernientes a espías como las
tienen otros países, así que es más fácil para alguien empleado por la
milicia trabajar aquí.
Shiiba, perdido en sus pensamientos se bajó de las rodillas de
Munechika y se sentó a su lado. Munechika lo vio insatisfecho, pero Shiiba
decidió ignorarle. No podía sentarse en esa posición tan extraña durante
mucho tiempo.
—¿Cómo sabes tanto?.¿Compraste armas traídas por Lin?—
Munechika se hizo el tonto y comenzó a jugar con el lóbulo de la oreja de
Shiiba. —Auch, déjame.
—Te dije que no estaba interesado en armas—, dijo Munechika. —Un
amigo mío, Yakuza, ha comprado armas de Lin. He adivinado cosas por lo
que me ha contado. Cuando uno de ellos viajó a China con Lin, le
enseñaron una fábrica de armas. Aparentemente el lugar estaba lleno de
armas. Bueno, supongo que eso es natural de un país como China, el cual
las exporta al resto del mundo.
Era justo como Munechika lo había dicho. Había gran cantidad de
compañías que exportaban armas en China, todas fundadas por el Estado.
De esa manera, monedas extranjeras podían ser obtenidas por la venta de
armas, la que fluiría directamente a los bolsillos del Estado.
Cualquier compañía de armas podía llenar una orden, sin importar si
era una compañía del gobierno o privada. Dejando eso a un lado, no
deberían de estar negociando armas en un país como Japón, el cual tenía
restricciones para la portación de armas. Si los negocios eran descubiertos,

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existiría un incidente internacional. No solo eso, la compañía de Lin era
ilegal, pero tenía el respaldo del gobierno y la milicia. Cuando le hizo estas
preguntas a Munechika este solo se encogió de hombros.
—No me importa por qué Lin quiere vender armas en Japón.
—¡A mí sí me importa!— Shiiba respondió. —Debo atrapar a Lin. No
solo a Lin, sino también a todos los que le apoyan.
Munechika de repente tomó una expresión seria. Agarró la barbilla de
Shiiba. —Déjalo—, dijo ferozmente. —Es demasiado grande. ¿Cómo se
supone que un detective lo combatirá?. Sabes que la gente arriba de él son
organizaciones militares y del gobierno, así que debes dejarlo. Sabes que
Japón no puede hacer nada en contra de China.
Eso hizo recordar a Shiiba el hundimiento de un misterioso barco el
cual había causado un revuelo en el mundo. La guardia costera japonesa
había localizado al barco no identificado en el este del mar chino cerca de
Kyushu. Después de varias advertencias, habían procedido a dispararle al
bote y luego lo hundieron. Cuando fue recobrado, fue identificado como un
bote espía de Corea del Norte. El mar del este chino era una ruta muy
conocida de los traficantes chinos y coreanos del norte. Las aguas en las
cuales el bote se había hundido efectivamente habían sido chinas, lo cual
había causado grandes problemas para su recuperación. China había
objetado fuertemente contra las acciones de Japón. Finalmente, después de
nueve meses que el bote había sido recobrado, el gobierno japonés tuvo que
indemnizar al gobierno chino con 150,000,000 yenes. Antes de este
incidente, fotografías de un satélite americano habían hecho ver que
probablemente los coreanos del norte habían sobornado a la marina de
China para que ésta los dejara pasar e incluso les permitieron comprar
combustible.
Aún después de eso, los japoneses no fueron capaces de hacer valer su
punto de vista.
—El gobierno japonés nunca volverá a arriesgarse a ofender al
gobierno chino—, Munechika agregó. —Te estás enfocando en el objetivo
equivocado. No desperdicies tu tiempo.
—No, no tengo ninguna intención de…
El teléfono timbró, cortando el argumento de Shiiba.

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—Es el teléfono, me iré—, dijo.
—Ignóralo—, Munechika ordenó. —Tengo una máquina contestadora.
Después de algunos timbrazos más, escucharon el mensaje grabado y
luego se pudo escuchar la voz de un hombre joven.
—¿Keigo?.¿Estás ahí?.No pude localizarte en tu celular, ¿Qué diablos
haces?— El joven hombre sonaba bastante agitado. El tono de su voz tenía
algo de arrogancia. —Te dije que necesitaba hablar contigo. ¿No pudiste
haberlo olvidado?.Necesito reunirme contigo a solas. Cuando regreses,
llámame inmediatamente.
Se pudo escuchar un fuerte ruido en el teléfono cuando éste lo estaba
colgando.
—¿Quién era ese?.
No era asunto de Shiiba, pero no pudo evitar dejar que las palabras
escaparan de su boca.
—Es el presidente del Grupo Matsukura—, Munechika contestó.
—¿Tu hermano?— Shiiba preguntó.
—Realmente has hecho tu tarea—, Munechika dijo con una leve
sonrisa. —Eso es correcto, soy el hijo ilegitimo de mi padre y él es el hijo
de su verdadera esposa. Solo compartimos la mitad de nuestra sangre, pero
él es nada más ni nada menos que mi hermano.
—¿Es siempre tan arrogante?— Shiiba comentó. —Escuché que es
más joven que tú.
—Todo es una farsa—, Munechika dijo. —Si no lo hace no sería capaz
de sobrevivir en este mundo. Está desesperado. Es dulce. Debido a como
surgieron las cosas, fue puesto bajo mi custodia cuando tenía 12 años. Así
que lo conozco mejor que nadie.
Shiiba aún no estaba satisfecho. No importaba si el hombre era el
presidente, seguramente debía ser desagradable el tomar órdenes de tu
hermano menor. Imaginando al placido Munechika, sintió una irritación
que no comprendía en su interior. No le lucía a Munechika ser el inferior
hijo bastardo. No pensaba que Munechika se dejara derrotar por eso.

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—Los otros miembros del grupo deben querer que tú seas el presidente
—, dijo. —Andou dijo eso.
Munechika era la clase de hombre que merecía estar en la cima,
sosteniendo el poder. Shiiba sólo lo había conocido por corto tiempo, pero
entendía lo suficiente.
—No quiero—, Munechika dijo. —Quiero apoyarlo tanto como pueda
mientras me necesite. Pero cuando sea lo suficientemente mayor, me
alejaré de él.
Shiiba se percató que para lograr que su hermano menor tuviera éxito,
Munechika se había dedicado a los negocios criminales. Si se involucraba
demasiado en los negocios del grupo, entonces la gente lo forzaría a
convertirse en el presidente. Así que aún cuando él era el hijo de su padre,
mantenía una distancia del grupo y ahora únicamente apoyaba a su
hermano como una sombra. Ésto era lo único en lo que Shiiba podía
pensar, pero creía no estar muy alejado de la verdad.
—Tu hermano es una carga, ¿estoy en lo cierto?.
Munechika dijo entre dientes que no sabía.
—Todos tienen una o dos cosas de las que no pueden escapar, ¿cierto?
— Shiiba continuó. —Mientras más vive una persona, más
responsabilidades tiene.
Era una forma algo deprimente de ver las cosas. Munechika claramente
no era infeliz con muchas cosas en su vida. Shiiba no entendía
completamente la situación, pero podía ver que Munechika no titubeaba en
su decisión de ayudar a su medio hermano.
Shiiba se levantó del sofá. Lo mejor era saber todo lo posible acerca de
la persona que pretendías se convirtiera en tu S. pero temía presionar
demasiado e ingresar en el corazón de Munechika. Tenía el presentimiento
que si lo hacía, no sería capaz de salir de él.
—Gracias por decirme lo de Lin—, dijo. —¿Pero quieres que te pague
por eso también?.
—Por supuesto—, Munechika contestó con una sonrisa. —Puedes
pagarme cuando quieras, pero seguirá ganando intereses.

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A Shiiba no le dieron la oportunidad de responder. Fue tomado por dos
fuertes brazos y halado hacia el sofá.
Munechika moldeó su cuerpo con el de Shiiba. —Un beso por los
intereses.
—No es un mal porcentaje—, Shiiba logró decir.
Munechika presionó sus labios contra los de Shiiba. Cuando Shiiba
volteó su cabeza, Munechika lamió el lóbulo de su oreja. Cuando el aliento
tibio de Munechika alcanzó la piel detrás de su oreja, pequeñas ondas de
excitación atravesaron su espina dorsal. Asustado por lo bien que se sentía,
Shiiba sacudió su cabeza.
—Déjame ir—, dijo. —No me malinterpretes. Eso solo fue una
muestra. No te daré más. Si quieres más deberás ser mío.
—Dije que esos eran los intereses—, Munechika insistió.
Excitándole, Munechika acarició los labios de Shiiba con su dedo.
Pudo haber permanecido terco y salir de la habitación, pero Shiiba titubeó,
la fuerza había abandonado su cuerpo. Puede que haya sido una muestra o
intereses, Shiiba probablemente debería compensar a Munechika por la
información tan valiosa que le había proporcionado.
Shiiba comenzó a corresponder y colocó sus labios sobre los de
Munechika. Antes de que pudiera evitarlo, el beso se convirtió en uno
apasionado. Era tan diferente a los otros besos. Las manos de Munechika
acariciaron sus mejillas una y otra vez. Era tan dulce como un caramelo
para Shiiba.
—…No…
—¿Cómo?— Munechika inclinó su cabeza.
—No podemos hacer esto—, Shiiba jadeó.
—¿Qué es lo que no podemos hacer?.
Shiiba volteó a ver al hombre que estaba irritado por haber sido
interrumpido. —Si tienes hambre, entonces cómete un bocadillo—, dijo.
—No, tus labios son mucho más dulces—, susurró Muechika.

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Era seducción. Munechika ignoró la mirada hostil de Shiiba y le besó
nuevamente. Shiiba sabía que Munechika estaba disfrutando la idea de que
alguien pudiera ingresar y los descubriera besándose. Le lamió y dio
mordiditas con sus labios. Los labios de Shiiba finalmente se relajaron y
antes de que pudiera detenerse, permitió a Munechika tener acceso a su
boca.
Dejando que ésto sucediera significaba que ya no tendría escapatoria.
Con la lengua de Munechika profundamente introducida dentro de su boca,
el cuerpo de Shiiba comenzó a reaccionar. Munechika lamió su cuello
sensualmente y comenzó a frotar su pecho. Comenzó lentamente, pero
luego empezó a pellizcar. La respiración de Shiiba se volvió más y más
errática.
—¿Debería de regresarte el favor que me hiciste?— Munechika susurró
mientras abría la hebilla del cinturón de Shiiba. Abriendo el zíper, introdujo
su mano, pero Shiiba le empujó con todas sus fuerzas.
—No tienes que regresarme el favor—, Shiiba exclamó.
—Quiero servirte. Esta será una relación de dar y recibir.
Shiiba podía escuchar el sarcasmo en la voz de Munechika. Trató de
voltearse, pero Munechika acercó su rostro con una inesperada gentileza.
—Shiiba, estás actuando como un gato estresado. Relájate. Siente lo
que otro hombre puede hacer por ti. Se sentirá muy bien y te sentirás mejor.
Debes estar cansado de todo ese arduo trabajo. Solo déjate llevar.
Al escuchar las palabras gentiles de Munechika, no sólo el cuerpo de
Shiiba, sino que también las defensas de su corazón, se derribaron. No sólo
lanzó su orgullo como detective, sino que también su orgullo de hombre.
Puso su cuerpo al cuidado de los brazos de Munechika.
Shiiba lamió sus labios resecos. Su cerebro le ordenaba que se
detuviera, pero las palabras de Munechika habían sido una dulce seducción.
Las partes de él que habían estado tan firmes, Shiiba sentía que se
debilitaban. Su personalidad no había cambiado, pero por unos momentos,
se quitó la pesada armadura que llevaba a diario. Si pudiera entregarse a
esto, entonces tal vez podría ser más feliz. Cansado de pensar, Shiiba se
dejo llevar por el destino.

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—Me gustan los gatos con temperamento—, Munechika dijo, —pero
los gatos son mejores cuando se sientan y se dejan acariciar.
—¿También quieres que ronronee?— Shiiba preguntó sarcásticamente.
—Estoy seguro que puedes hacer un sonido más sexy que ese—,
Munechika le respondió.
Se hincó en el suelo y acercó su cabeza hacia la entrepierna de Shiiba.
Shiiba sintió el aliento caliente sobre él y cómo la cálida saliva comenzaba
a cubrir su miembro. Sin ser capaz de contenerlo, dejó escapar un gemido.
Cuando Munechika tomó todo su pene dentro de su boca, era como si
eso fuera todo lo que había esperado, el miembro de Shiiba se endureció
inmediatamente. Cuando los labios de Munechika se sellaron sobre él,
pequeñas corrientes eléctricas recorrieron el cuerpo de Shiiba.
—…Nnn…mmmm….
Comenzó a gemir. Munechika sólo para molestarle comenzó a
mordisquearle un poco.
—Hazlo bien…— Shiiba se quejó.
Munechika rió. Colocó sus manos detrás de la espalda de Shiiba,
encontrando la abertura de su trasero, comenzó a acariciar con su dedo esa
parte tan sensitiva. Shiiba reflexivamente trató de alejarse, pero mientras
más quería alejarse más introducía su pene dentro de la boca de
Munechika. De cualquier manera sería penetrado. Shiiba estaba frustrado.
—Que…no…no me toques ahí… detente.
—No hagas un escándalo. Solo te estoy acariciando. Esto te hará sentir
muy bien. Shiiba se agarró del cabello de Munechika aún estresado por este
último acto. —Deja de quejarte, haré que te corras rápidamente.
—Está bien… no creo que yo…
Munechika comenzó a mover nuevamente su boca y Shiiba no pudo
terminar su oración. Munechika le succionaba fuertemente y se encontraba
moviendo sus labios hacia arriba y hacia abajo. El dedo había encontrado el
camino a su pasaje posterior y comenzaba a moverse en su interior. No
sabía si lo que sentía en esos momentos era o no placer. Sin embargo en vez

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de sentirse avergonzado de que Munechika lo estuviera tocando en ese
lugar, Shiiba se sentía cada vez más excitado.
—No… mmm… Munechika, por favor…
Su orgasmo se estaba comenzando a desatar, Shiiba no podía
retractarse ahora. Toda la sangre estaba reuniéndose en su entrepierna y su
espalda se arqueó. Sosteniendo su respiración, su pasión explotó en la boca
de Munechika. Munechika lo tragó como Shiiba lo había hecho unos diez
minutos atrás.
Recuperando el aliento, Shiiba se compuso inmediatamente la ropa y
permitió que Munechika le re-abotonara los botones de su camisa. Shiiba
no estaba acostumbrado a que otras personas hicieran cosas por él. Se sintió
mal.
—¿Quieres una bebida?.¿Tengo alcohol?— Munechika le preguntó.
Shiiba peinó el cabello que le acababa de caer sobre los ojos. Sacudió
su cabeza en forma negativa para rechazar la bebida. Se sentía incómodo,
actuando como si fueran amantes después de lo sucedido.
—Tengo algo que quiero preguntarte—, dijo.
—¿Qué?.Estas muy preguntón el día de hoy—. Dijo Munechika.
—Munechika, ¿qué piensas de mí?. Debes odiarme.
La sonrisa de Munechika desapareció. —¿Por qué te odiaría? .¿Por qué
siempre dices cosas molestas?.
—No, es solo que por lo general me ves con una mirada muy fría. No
creo que sea sólo porque soy un detective. Realmente parece que te
desagrado… o ¿acaso es porque no protegí a Andou?.
Munechika murmuró lleno de molestia, —Tú no deberías hacer ese tipo
de preguntas después de tener sexo. ¡Es tan frío!.
—Si herí tus sentimientos, me disculpo—, Shiiba se disculpó, pero el
momento fue inoportuno. Sin embargo no quería quedarse ahí más de lo
que fuera necesario. El hacer el amor era parte del trato, nada más.

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—No me desagradas—, Munechika admitió. —Al principio, me
parecías molesto, no puedo negar que quería lastimarte.
—¿Qué te molestaba de mi?.
—No podía soportar el hecho que no lo hubieras salvado. Me sentía
muy impotente y solo podía observar. Supongo que ambos nos sentimos
responsables por la muerte de Andou.
Munechika parecía estar realmente asqueado de sí mismo. Shiiba
entendía cómo se sentía. Había sentido lo mismo al principio por
Munechika.
—La primera noche que viniste aquí, querías asegurarte que la última
información que Andou te proporcionó no fuera desperdiciada y casi estuve
de acuerdo contigo. Pero ahora…— Munechika se detuvo.
Shiiba esperó, pero nada más fue dicho. Munechika sólo se puso de pie,
no se movió, observando a Shiiba. Shiiba también se puso de pie, incapaz
de romper el silencio.
—Me voy.
Cuando trató de retirarse de la habitación, Munechika le llamó en voz
baja. —Eres como un gato con un resfriado. ¿No dejarás que alguien te
consienta?.
—¿Qué quieres decir?.
Munechika murmuró que no importaba. Sus ojos estaban oscuros y
Shiiba sabía que lo había lastimado.
—No te acerques a Lin— Munechika le advirtió. —Por tu propio bien.
Quería responderle algo pero no se le ocurrió nada que decir.
—Buenas noches.
Habiendo dicho eso, Shiiba abrió la puerta y se retiró.

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CAPÍTULO 8

Saliendo de la estación de Shinjuku, Shiiba rápidamente tomó el


camino hacia su destino.
Hoy hacía mucho más frío que antes. Su respiración se condensaba en
una fina niebla blanca cuando le golpeaba el frío del invierno. Sintiendo el
frío mayormente sobre su cara, Shiiba trató de darle calor a su rostro con
sus manos. Él tembló, pero esto no era del todo exactamente debido a la
baja temperatura.
Esta iba a ser su segunda reunión con Lin. Shiiba no había obtenido el
permiso por parte de sus superiores. Le había preguntado a Takasaki una y
otra vez, pero la única respuesta que había podido obtener era — No hagas
nada —. Ellos pensaban que aunque Lin se viera como un lagarto, si Shiiba
trataba de agarrarlo por la cola, entonces probablemente Lin se volvería un
horrible monstruo. Shiiba comprendía las dudas de sus superiores.
Shiiba tenía motivos para sospechar que sus superiores no tenían la
intención de asegurar a Lin. Si Lin fuera arrestado ineptamente, entonces la
investigación podría llevarlos demasiado lejos, tanto como hasta la
embajada China. Ellos no querían dejar algo como eso funcionando solo.
Shiiba, sin embargo, no podía eliminar su interés en Lin, él quería tener
a la organización hasta la fuente de la cadena de distribución. Estaba
resuelto a ello. Él ahora estaba ignorando órdenes y procediendo en el caso
solo. En el peor escenario de los acontecimientos, él tendría que dejar la
policía. Pero cualquier cosa que pasase, no se podía echar atrás ahora.
Se dirigió al mismo hotel donde había conocido a Lin. Golpeó a la
puerta de la habitación donde Lin le había dicho que fuera. Lin abrió la
puerta con espíritu alegre.
—Bienvenido — Lin saludó — Estoy tan feliz de verlo otra vez. Por
favor, pase. He preparado unos tragos para nosotros.

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La habitación era una suite ejecutiva ubicada en el piso más alto del
hotel. Las luces habían sido atenuadas. Debido a que la habitación estaba
oscura, se podía apreciar completamente la escena nocturna afuera de la
amplia ventana.
Sentándose en el sofá, Lin le ofreció un trago. El logotipo se
encontraba en chino. Tomando un sorbo, Shiiba se atragantó.
—Hey, hey,¿ está usted bien? — Lin preguntó.
—¿Qué es esto?. Es demasiado fuerte. —Shiiba dijo roncamente.
—Es un Muntai, un licor tradicional Chino— Lin explicó — En China
en muy normal beber esto a menudo, pero posee alrededor de un 60% de
alcohol, con lo cual es muy dificultoso el beberlo si no se está
acostumbrado a él. ¿Quiere que le agregue un poco de agua a su vaso?.
Lin diluyó el alcohol, pero aún era muy fuerte. Si Shiiba no lo tomaba,
él podía herir los sentimientos de Lin, entonces mientras intercambiaba
chistes con Lin, iba incorporando la bebida en su cuerpo.
—Señor Lin, puedo contar con usted?—finalmente preguntó.
Lin lo miraba encantado, Shiiba prosiguió —Pero, lo qué quiero no es
lo que me mostró antes. Necesito algo sin marcas. ¿Puede obtener algo así
para mí?. Creo que Andou ya le había hablado de mi pasión por las armas,
es decir que estoy muy interesado en los elementos inusuales. Si puedo
tener esas armas, entonces puedo comprar más después. ¿Qué piensa al
respecto?.
Lin parecía calcular y, a continuación, sonrió. — No será ningún
problema. Sin embargo, para obtenerlo en China tendrá que esperar un
poco.
Lin le dijo que cuando llegaran a Japón, le informaría a Shiiba.
Shiiba entonces sondeó aún más. — ¿Dónde se hacen estas armas sin
marcas?.
Hay varias fábricas de armas en China, pero las dos militares que
funcionaban eran la Poli-tecnología y Norinco. Como Lin era un hombre
militar, había una alta probabilidad de que las armas provinieran de alguna
de éstas. Sin embargo, era difícil pensar que una empresa con renombre

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como esa que trabajaba en el extranjero pudiera hacer y transportar armas
sin marcas. El no tener marcas significaba que sólo podrían tener como
destino el mercado negro.
—Es un secreto— respondió Lin. —En China, hay muchas fábricas de
armas. Es un secreto militar por lo que no puedo decirle la ubicación de las
fábricas. Pero, Sr. Shibano, le digo que si Japón y China estuvieses en
guerra, entonces Japón perdería en un día.— Lin sonrió cómodamente.
Evidentemente tenía mucho orgullo por su país de origen. El gobierno
japonés y la policía no eran nada, eso era lo que Lin pensaba. Después de
una pausa, preguntó, — Señor Shibano, ¿usted tiene interés en China?.
— Sí, en efecto así es. Me gustaría visitarla pronto.
—¿De verdad?. Entonces usted debe permitirme mostrarle mi país de
origen. Puedo llevarlo a lugares a los que no sería capaz de ingresar
normalmente. Será muy agradable.
Shiiba recordó lo que el amigo Yakuza de Munechika había visto
alrededor de las fábricas de armas en China a través de Lin. Lin debía tener
una posición muy alta en el ejército para poder llevar a un extranjero dentro
de instalaciones militares restringidas.
Shiiba necesitaba saber más. Las armas que se fabricaban en China, ¿a
través de qué medios este hombre podía obtenerlas?
Shiiba sabía que Lin se las había arreglado para ponerlas en Japón.
Pero…¿dónde iban a parar esas armas después? Shiiba anhelaba saber
mucho más.
Entonces, Lin dijo algo a Shiiba, que él creía que era extraño.
—Sr. Shibano, me gusta mucho, quiero que seamos más cercanos.
—Siento lo mismo— acordó Shiiba.
De repente, Lin se levantó y se sentó junto a él.
—¿Podemos tomarnos nuestro tiempo esta noche?. ¿Usted se quedaría
esta noche?.
Lin miraba persistentemente. Se apoderó de la mano de Shiiba.

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Shiiba intentó permanecer compuesto, pero su piel estalló formándose
una piel de gallina. Andou había tenido razón sobre él. —Señor Lin, lo
siento, pero no tengo ese tipo de inclinaciones.
Tirando su mano a distancia, Shiiba intentó rechazarle. Shiiba no era un
gigoló que podría ser comprado con dinero. A pesar del hecho de no
haberse podido detener la última vez.
—Si desea, yo podría presentarle algunos chicos dulces. —Lin le dijo.
Shiiba forzó una sonrisa cuando se levantó. Él quería poner fin a esta
reunión ahora. Quizás era porque sabía que este hombre había golpeado a
mujeres antes, o quizás era sólo una sensación en su intestino. De cualquier
manera, él no quería estar ahora con Lin.
—Lo quiero—, Lin dijo, agarrándole.
Los efectos del alcohol surtieron efecto sobre Shiiba quien fácilmente
perdió el equilibrio y se derrumbó en el piso.
—Aléjese de mi —,Shiiba gruñó.
Su cuerpo se había torcido cuando cayó. Se golpeó la cabeza contra el
borde de la mesa cuando intentó levantarse. La sensación de mareo en su
cabeza no podía detenerse y Shiiba se arrodilló en el piso. Él no se
emborrachaba fácilmente cuando tomaba alcohol. Llevó su mano hacia la
frente.
Fue entonces que se empezó a dar cuenta de que estaba perdiendo la
sensibilidad en sus extremidades. Esto era extraño. Él no podía estar
borracho.
Puso su mano en el sofá, tratando desesperadamente de apoyar su
cuerpo, pero la sensación fue peor.
—¿Está bien? —Murmuró Lin. —Usted no debería utilizar un alcohol
tan fuerte ¿Por qué no descansa sobre la cama?.
—¿Qué le puso a mi bebida? — Shiiba gruñó. —Señor Lin … ¿qué es
lo que va a hacer?.
Lin miró a Shiiba con su habitual mueca. Su sonrisa era antinatural.
Esto hizo a Shiiba sentirse enfermo del estómago.

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—Si hace algo extraño… entonces… el trato…. Se termina…— Shiiba
dijo débilmente.
Sentía como si su corazón fuera a detenerse. A través de su conciencia
vacilante, Shiiba miró a Lin. ¿En qué momento Lin lo había descubierto?.
Shiiba había tenido mucho cuidado.
—¿Cómo descubrí que era un detective? — Lin preguntó, como si
leyera sus pensamientos. —¿Aún sigue sin saberlo?. Bien, le diré. El
quemador de incienso que le he dado, tenía un soporte de madera, ¿lo
recuerda?. Allí, escondí un insecto. Después de que le conocí, se encontró
con un superior en Shibuya, ¿no es así?. He escuchado su conversación. Me
sorprendió que un niño tan bonito pudiera ser un detective. Una gran
vergüenza.
Lin no parecía asustado a pesar de saber que él estaba siendo
investigado por la policía japonesa. El apoyo del gobierno chino parecía
hacerlo seguro de sí mismo y su posición. — Su superior detuvo la
investigación. Era la decisión obvia. Pero usted decidió seguir solo. Usted
no debería desobedecer órdenes.
Lin se agachó y se puso de cuchillas y abrazó a Shiiba. No era un
hombre grande, pero logró levantar a Shiiba. Shiiba no tenía la fuerza
necesaria para resistirse. Lin lo llevó a la cama y lo desvistió. De un bolso
que se encontraba junto a la cama Lin comenzó a extraer objetos extraños.
En primer lugar, el hombre lo había atado con correas de cuero negro que
se utilizan en los juegos de S&M. Shiiba tembló. Sus piernas lucharon,
tratando de escapar. Pero los cinturones estaban lo suficientemente
apretados de manera que él no podía moverse demasiado. No había nada
que pudiera hacer.
Alrededor de su cuello fueron envueltas otras correas de cuero negro y
sus muñecas fueron atadas detrás de él. No tenía ninguna libertad de
movimiento.
— Esto se adapta a ti— Lin ronroneó.
— No… qué… cree usted que va a conseguir con esto? — Las palabras
de Shiiba eran inconexas.
Mirando de reojo a lo que Lin tenía en su mano ahora, Shiiba tomó una
profunda bocanada de aire. Lin tenía una cámara.

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—Nosotros solo vamos a jugar— Lin dijo, — Juego consensuado.
Tomaré una gran cantidad de fotos traviesas. Entonces, si detiene la
investigación las fotos se mantendrá sólo entre usted y yo.
—Una amenaza…. Me da igual… si las fotos… son circuladas….
—¿Realmente?. Parecerá como que está gozando en las fotos. Será un
escándalo que un detective participe en fotos de S&M. Puede que usted
esté bien con esto, pero, ¿qué hay de su familia?.
Con esas palabras, Shiiba se congeló. Lin tenía razón. Él seguramente
esté bien. Pero su desgracia se reflejaría en Shinozuka también. Su brillante
cuñado perdería su pie en la carrera de élite que estaba tomando. Shiiba no
podía dejar que esto pasase.
Él había sido imprudente. Había subestimado a Lin. Shiiba quiso
maldecir su propio descuido. En la cama de Lin habían sido colocados
juguetes de adultos y látigos. Ahora iba a torturar a Shiiba en alguna
grotesca exhibición hedonista.
—Creo que no va a ser capaz de moverse por un rato debido a la droga,
— dijo Lin, — pero todavía puede sentir, ¿no es así?. Si no puede, no será
divertido.
Shiiba sentía un palo atravesado en su estómago.
—Me ha gustado desde la primera vez que nos encontramos —
continuó Lin. —Usted es tan hermoso, Quiero ver que esa cara orgullosa se
llene de vergüenza. Me pregunto cuán distorsionada se verá. Imaginándolo
gritando clemencia me hace poner tan duro.
La cara de Lin parecía muy absorta en el momento en que estaba
eligiendo un látigo. Era un látigo de cuero fino. El pecho de Shiiba estaba
apretado, incluso antes de que lo hubiera tocado.
—..Ngh.
Una corriente de agudo dolor pasó desde el pecho hasta sus labios.
Shiiba no podía tomarlo. Lin agitó el látigo hacia abajo para una segunda
vuelta. La intensidad eliminó la respiración de Shiiba. Después de que
hubiera disminuido el dolor inicial, se quedó con una sensación de sordo
ardor. Era como si el pecho le hubiera sido quemado.

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—Las marcas de los azotes le van bien a su piel blanca —Lin dijo con
voz calmada. —Voy a hacer incluso que se vea más lindo. Antes de eso,
probemos esto.
Lin recogió un pequeño objeto envuelto. Desenvolviéndolo, tomó lo
que parecía una cápsula.
—Esto es muy eficaz—, dijo. —Se pondrá duro de inmediato y no será
capaz de hacer nada al respecto.
De ninguna manera, pensó Shiiba. Lin estiró su brazo hacia el culo de
Shiiba y entonces empujó profundamente la cápsula dentro de él. Era una
especie de supositorio. Shiiba sintió el cuerpo extraño que era empujado
dentro de él hacia arriba. Se sentía tan profanado.
—Se disolverá rápidamente— murmuró Lin. —Entonces veremos.
Shiiba aún tenía una cara de incredulidad. Lin tenía en su mano un
vibrador. Era un vibrador de plástico redondo y él suavemente lo resbaló
hasta dentro de Shiiba. Presionando el interruptor, el motor encendió.
Cuando el motor tarareaba, Lin tomó una fotografía. Atado, con las
marcas del azote en su pecho y un juguete de sexo metido por su culo,
sabiendo que él había sido bien y verdaderamente marcado, la
desesperación de Shiiba volvió negra su visión. Si esto saliera al mundo
de... si Shinozuka lo viera… si esto fuera visto… de esto era de lo que más
tenía miedo. Él no podía alejar el pensamiento.
—Ahora, ven aquí.
Shiiba fue dado vuelta por lo que él estaba con la cara hacia arriba
nuevamente. Lin puso un pequeño objeto de anillo alrededor de su pene.
Parecía que esto también tenía una función vibrante y Lin había lo había
encendido también, poniendo en marcha el motor.
El movimiento vibratorio dio placer a su pene. No había nada que
pudiera hacer. Lin parecía satisfecho con el avergonzado y humillado
hombre ante él.
—¿Cómo está? — él preguntó —¿Se siente bien?. ¿Cuál se siente
mejor?.¿Lo hacemos más fuerte?. Aquí.
Lin presionó nuevamente el interruptor y el vibrador en el culo de

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Shiiba se movió más rápido. Era extraño que no tuviera sensibilidad en ese
lugar.
El anillo sobre su pene tiene propiedades elásticas.
Se expandía a medida que Shiiba se endurecía, nunca se detenía con
sus delicadas vibraciones. No era suficiente para hacerle acabar, pero aún
colocaba a Shiiba en un mayor estado de excitación.
— Oh. Allí ya está goteando viniendo de su dulce boca —, dijo Lin. —
El anillo no es suficiente. Hagamos algo más fuerte.
— No, no más….— Shiiba suplicó.
Sus protestas fueron ignoradas. El anillo alrededor de su pene se
sacudió más violentamente. Shiiba sentía disparar la fuerza a través de todo
su cuerpo.
— Ah… ngh…mn.
Intentó volver a morder los gemidos que salían de su boca. El placer se
estaba desarrollando dentro de él como un torbellino, que cada vez lo
atormentaba más. Contrariamente a su voluntad, su cuerpo estaba
reaccionando. No podía detenerse por su propia voluntad.
— ¿Así está bien? —Lin ronroneó. — Mueva sus caderas. Se siente
bien, ¿no es así? .Haga todos los sonidos sucios que desee, me resulta
incluso más excitante.
Lin comenzó a tomar más fotos. Sus ojos brillaban con sexual
excitación. Esto disgustó a Shiiba mucho más, él quería golpearlo. Decidió
cerrar la boca estrechamente.
Lin parecía un poco decepcionado.
— Tan tímido, — dijo, poniendo mala cara. — Pero usted es un chico
sucio que necesita ser castigado, ¿no es así?.
Lin tomó el vibrador y removió el anillo. Sin las vibraciones, Shiiba
podía relajarse un poco. Pero esta vez, Lin lo azotó peor. Alternando entre
fuertes y débiles azotes, Lin cubrió el cuerpo entero de Shiiba con marcas
de látigo.

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— Ngh… Ah… — Shiiba lanzó su cabeza hacia atrás por el dolor y
mordió su labio inferior. No quería darle a Lin el placer de escucharlo rogar
nuevamente. Ante cualquier cosa que hiciera, quería permanecer fuerte
hasta el final. Si él pudiera solo mantener ….
— ¿Vamos a conseguirlo entonces? — Lin preguntó.
Renunciando al látigo, miró un gran vibrador, su favorito de entre todos
sus juguetes. Era un objeto terroríficamente grande.
Si Lin moviera esa cosa dentro de él… Shiiba tenía miedo de qué le
pudiera hacer.
—¿Qué le parece éste? — Lin dijo. — tan grande. Ayudaré a empujarlo
en ese culo estrecho que tiene. Derecho hacia adentro. Pero si le gusta, no
será un castigo. Así que haremos esto sin lubricación.
Lin levantó a Shiiba dejando espacio entre la cama y su espalda y metió
una almohada debajo de él. Las caderas de Shiiba se levantaron con el
movimiento, presentando su parte posterior. Lin acarició ambas nalgas y
empujó el vibrador en su apretado pasaje.
— No ha tomado mucho por aquí detrás, ¿no es asi? — Se burló Lin .
— Esto es tan bueno. Usted es como una muchacha.
Los músculos de Shiiba se contrajeron, tratando desesperadamente de
rechazar el vibrador. Como para burlarse de esta pantalla débil de
resistencia, Lin empujaba aún más duramente. Iba introduciéndose
dentro. ..toda la cosa.
Fue entonces que oyeron algo. Lin se detuvo. Fue alguien llamando a la
puerta. Un llamado tranquilo pero persistente.
— ¿Quién es?.Estoy ocupado, — él gruñó.
Lin se alejó de la cama para ver quién era el visitante, evidentemente
molesto por esta intromisión. Shiiba no podía ver mucho desde la cama.
— ¿Qué es esto? — escuchó a Lin gruñir.
— ¿Es esta la residencia del Señor Tanaka? — Una voz dijo.
— ¿Qué? — Lin gritó. — Se ha producido un error vaya y compruebe

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en la recepción.
Lin fue cortante y se escuchó una clase de conmoción provenir desde
afuera. Shiiba pensó que podría escuchar algún tipo de ruido de gruñidos.
Adivinaba que algo estaba sucediendo, pero él no podía moverse. Sin
embargo, podía sentir la presencia de unas pocas personas que entraban en
la habitación.
A continuación, dos hombres vistiendo trajes de negocios oscuros
aparecieron, sosteniendo a Lin por ambos lados. Shiiba no podía estar
seguro de si Lin estaba consciente o no ya que éste le había colocado una
bolsa negra sobre su cabeza. Su cuerpo se tensó.
—¿Quién es…?— comenzó a preguntar, tratando desesperadamente de
levantarse. Pero él no pudo levantar la cabeza ni un poco.
Ignorando las preguntas de Shiiba, uno de los hombres se movió un
poco para permitir a otro el paso.
Al ver a la persona detrás de ellos, Shiiba se sorprendió. Sus ojos y su
boca se abrieron, parecía un idiota.
—¿Qué…. tú… cómo es que…?.
Munechika puso sus dedos sobre los labios de Shiiba. Le estaba
indicando que permanezca tranquilo, pero Shiiba no entendía qué era lo
que estaba pasando. Kaname rápidamente giró a Shiiba sobre la cama y
trató de quitar las ataduras. Se dio vuelta hacia Munechika cuando se dio
cuenta que no sería tan sencillo, susurrando que necesitarían una llave para
liberar a Shiiba. Munechika estaba agitado. Él envolvió el cuerpo de Shiiba
con una sábana, quien se encontraba totalmente desnudo, y entonces lo
colocó sobre sus hombros.
—Hey…— Shiiba protestó. Trató de torcer su cuerpo lejos pero aún no
conseguía que su fuerza volviera a él.
Kaname pidió a los hombres que estaban con ellos que hicieran algo y
luego comenzó a caminar frente a Munechika. Abriendo la puerta, chequeó
alrededor y rápidamente se dirigió hacia el corredor. Cargando a Shiiba,
Munechika lo siguió detrás.
Ellos se metieron en un ascensor que era exclusivo para el personal del

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hotel y comenzaron a descender a otro piso. Otra voz indicó que estaban
allí. A través de una grieta en las sábanas, Shiiba sólo podía divisar el
uniforme del personal de un hotel.
Consiguieron llegar al Benz que se encontraba estacionado, con
Kaname en el asiento del conductor y Munechika sentado a sus espaldas,
colocando a Shiiba junto a él. Los neumáticos del Benz rechinaron cuando
el coche aceleró al arrancar. Ellos tomaron la autopista a una velocidad
terrorífica.
Tiempo después, finalmente Munechika habló.
—Kaname, ¿estamos siendo seguido?.
—Parece que no sea el caso, por el momento — Kaname contestó.
—Ya veo. Shiiba, ya puedes salir ahora.
Munechika dijo, tirando de la sábana para destapar a Shiiba.
Shiiba estaba apoyado sobre uno de sus lados en el asiento trasero.
Con ayuda de Munechika, se sentó recto.
—Cuando salgamos del coche, podrás quedar libre. Sólo aguanta un
poco más de tiempo, —Munechika dijo.
—No entiendo esto… ¿quiénes eran esos hombres? ¿Matarán a …Lin?
— Shiiba logró preguntar.
Él aún no podía hablar correctamente y su voz salió forzada. Pero sin
duda el efecto de la droga se estaba yendo y ya estaban volviendo las
fuerzas a sus músculos.
Quizás debido al supositorio que Lin había insertado, el interior de la
parte inferior del cuerpo de Shiiba le quemaba. La droga se había disuelto y
había sido absorbida por lo que él estaba empezando a sentir sus efectos.
—No seré tan estúpido como para matar a ese hombre— Munechika,
dijo. —Él sólo tomará una pequeña siesta. Los chicos son mis socios. Era
necesario tener a alguien vigilando a Lin, por lo que ellos permanecieron
ahí.
Aún Shiiba no podía asimilar completamente lo que había ocurrido.

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Mientras él aún trataba de lidiar con su confusión, el coche paró
silenciosamente sobre una calle residencial. Kaname detuvo el coche justo
delante de la entrada de una casa.
—¿Es esta…? — Shiiba preguntó.
— Es mi casa segura — Munechika respondió.
—¿Puedes caminar?
Cabeceando, Shiiba salió del coche después de Munechika. Pero tan
pronto como tomó un paso, sus rodillas se doblaron y cayó al suelo.
Munechika suavemente lo recogió.
— Idiota— dijo Munechika. — Si no puedes caminar, debiste decirlo.
Cielos. Eres realmente obstinado.
Kaname procedió por delante y abrió la puerta, esperando por ellos. Él
no dijo nada y cuando entraron, sólo se inclinó. — Parece que nadie nos ha
seguido—. Dijo una vez que estaban dentro. —Volveré al hotel. Para
vuestra tranquilidad, hay personas estacionadas fuera.
—Gracias — Munechika dijo.
Con esto, Kaname se fue. Todavía cargando con Shiiba, Munechika
entró en una habitación donde se encontraba una cama. Mientras lo dejaba
sobre la cama, Shiiba suspiró. No era como que lo llevaran como a un
objeto.
— ¿De qué clase era la droga? — Munechika preguntó.
Shiiba sacudió la cabeza. —No lo sé. Él deslizó algo en mi bebida que
me hizo incapaz de moverme, y, a continuación, me dio algo que me ha
excitado.
No necesitó decirle dónde le había puesto la droga Lin. La última droga
que le habían administrado le había causando a Shiiba más problemas que
la primera. El lugar donde se la habían introducido le dolía y picaba.
También le hacía sudar por todos lados. Quizás es por ello que sentía su
piel inusualmente sensible. Él podría sentir absolutamente todo lo que
entraba en contacto con su piel. Era parecido al comienzo de un resfriado,
pero sin la sensación de estar enfermo y con fiebre. Sin embargo, cada vez
se sentía más y más excitado. Su garganta estaba seca y su respiración

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errática. No se sentía totalmente como él mismo.
— Munechika, sácame esto rápido — Él rogó. Sus muñecas habían
dejado de ser lastimadas por las ataduras, pero se sintió avergonzado de ser
visto de esa manera por Munechika.
— Hmph. Te ves bien de esa forma. — Munechika dijo. — Te las
dejaré durante un tiempo. Justicia poética.
La voz de Munechika ronroneó.
Shiiba se opuso. — ¡No tenía ninguna opción!.Tenía que hacerlo por
Andou, tengo que….— Shiiba no pudo terminar la frase. Una gran mano de
repente le abofeteó a través de su mejilla.
— ¡Eres un idiota! — Munechika gritó. — ¿Cómo es que haces esto
por Andou?.¿Crees que él habría sido feliz contigo tomando un riesgo tan
grande?. Estabas allí solo por tu propia cuenta. Además, debes de haber
aprendido que no eres bueno para seducir… por ahora.
Las palabras fueron un mayor choque que la bofetada anterior. Shiiba
casi se sentía como si él hubiera sido rechazado.
— ¿Qué es lo que sabes? — él gritó en respuesta. — ¡Tengo que
trabajar solo!. No pudo confiar en nadie. ¡Tengo que tomar riesgos para
obtener información!.
Munechika no dijo nada. Shiiba se dio cuenta de lo tonto que había
sido. Sentía rabia de sí mismo más de la que sentía hacia Munechika.
De repente, se sintió histérico, necesitaba tanto sacar su frustración
fuera que rompió a llorar. Dio vuelta su cuerpo sobre la cama, rodando
fuera de ella y cayendo postrado en el suelo. Lágrimas de amarga
frustración salían de sus ojos y rompió en grandes sollozos.
Munechika se sentó junto a él y lo ayudó a volver a la cama.
Acariciando la espalda de Shiiba enroscaba su cabello entre sus dedos, él
susurró — No llores… Lo siento. No debí haberte golpeado. — Shiiba
quería decirle que no lloraba debido al golpe, pero él no podía encontrar
cualquier otra excusa para este comportamiento. Trató de la mejor manera
de calmarse. Munechika siempre parecía amplificar los sentimientos de
duda dentro de él. Él no podía entender por qué siempre su corazón parecía

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tan confundido con este hombre. ¿Cómo sabía este hombre cómo impulsar
todos los interruptores dentro de él?.
— Bueno, tú lo hiciste — continuó Munechika. — A pesar de que he
intentado que te detengas, aún así te encontraste con Lin. Esto era lo que
iba a suceder al final. No pude permitir que ese bastardo hiciese lo que él
quería contigo. Y cuando fui a la habitación y te vi de esa forma, mi sangre
hirvió. La voz de Munechika no pudo ocultar sus celos. Hizo que Shiiba se
sintiese extraño. La manera en que Munechika estaba hablando era como la
de un amante apasionado. — No te regales a ti mismo. Vales más que eso.
La voz de Munechika tomó un tono extraño. Era como un viejo
asesorando a una alumna que había estado tomando dinero para salir con
hombres mayores. A pesar de que existía la contradicción de que habían
aceptado su propio acuerdo.
Pero Shiiba no sentía deseo de argumentar ahora. En su lugar, él
disfrutaba de la seguridad que él sentía mientras era abrazado contra el
amplio pecho protector de ese hombre.
Munechika enterró su rostro en la parte posterior del cuello de Shiiba.
Sus suaves labios y su cálido aliento, Shiiba lo sentía todo a lo largo de su
cuerpo.
Como si él detectara esto, Munechika le preguntó, — ¿La droga te está
haciendo daño?.
El aliento de Shiiba era superficial. Munechika lo miró preocupado.
— Si. Por favor. No me toques demasiado.
La voz de Shiiba era más baja de lo habitual. Su corazón estaba
debilitado por no ser capaz de controlar su propio cuerpo.
— No puedo ayudarte— Munechika dijo, recuperando su insolente
cara y dando una sonrisa impertinente. — Puedes decirme que me detenga.
Pero no puedo hacer eso. No tienes idea de lo sexy que luces en este
momento.
— No seas imbécil— dijo Shiiba con una expresión indignada.
Repentinamente aspiró en su aliento. Munechika había deslizado su mano
en la sábana. La palma de su caliente mano frotaba ligeramente la parte

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interna del muslo de Shiiba, la cual era muy sensible. Shiiba tembló bajo el
toque de Munechika. — Vamos. Soy serio en esto...
Las manos de Munechika no se detenían. En su lugar, trazaba la parte
superior del pene de Shiiba, quien se encontraba aún con ambas manos
atadas, no había nada que Shiiba pudiera hacer para detener las caricias que
recibía.
— ¿Ya estás duro? — Munechika molestó. — Has estado duro desde el
hotel. Debes de estar seguro de que te haré sentir mejor.
— No, no necesito eso. Libérame de mis ataduras. Puedo solucionarlo
por mí mismo.
— Lo siento, no necesito verte masturbarte esta noche. Oh, de acuerdo.
¿Por qué no me pagas toda tu deuda esta noche?.
Munechika empujó los hombros de Shiiba. Él cayó hacia atrás sobre la
cama. Manteniendo sujeto a Shiiba, Munechika se sacó su propia camisa.
—Munechika, ¿por qué no te hago el pago en otro momento?— Shiiba
suplicó. —Realmente necesito descansar esta noche….
Debido a las drogas su cuerpo se sentía diferente. No sabía lo que
podría suceder si Munechika insistía. —Solo déjame…Shiiba, Te quiero
esta noche — La voz baja de Munechika sonaba compuesta pero temblaba
un poco.
Shiiba no sabía si esto era miedo o anticipación. Munechika tiró de las
sábanas. Shiiba cerró sus ojos. Estar completamente desnudo en frente de
otro hombre, no había sentido esto antes, pero ahora sentía vergüenza.
Una mano se deslizaba entre las piernas de Shiiba. Y con movimientos
rítmicos comenzó a encender a Shiiba. Era demasiado para Shiiba quien ya
estaba sintiendo un alto estado de excitación. Su cuerpo entero estaba
caliente. Estaba perdiendo su raciocinio.
En un momento, Shiiba comenzó a mover sus caderas acompañando
los movimientos de Munechika. Su cuerpo estaba en absoluta agonía. Sin
embargo, sus piernas se abrieron por su propia voluntad. Su mente decía
que no quería esto, pero su cuerpo se entregaba a sus verdaderos deseos.
— Parece que una vez que está arriba nunca se bajará nuevamente. —

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Munechika comentó lascivamente.
Munechika repentinamente detuvo sus vigorosos movimientos de sus
manos. Shiiba, se encontraba en lo alto del placer. Casi había sido liberado.
Casi lloró con irritación. Abriendo sus ojos, se encontraron con los de
Munechika que ahora lo miraba fijamente.
— Dilo, — Munechika dijo.
— ¿Hug…?— Shiiba preguntó, aún aturdido por la lujuria.
— Dime que me deseas— Munechika dijo —Pídeme que duerma
contigo. —Comenzó a acariciar a Shiiba nuevamente para sumar énfasis a
sus palabras. Sus movimientos eran gentiles e intentaba serlo más mientras
decía estas palabras a Shiiba—. Si me pides que duerma contigo me
convertiré en tu S.
El corazón y el cuerpo de Munechika estaban al límite. Era un hábil
plan. Y los intentos de seducción de Munechika estaban funcionando. Pero
Shiiba aún no quería decir las palabras que Munechika necesitaba oír de él.
Si él las decía ahora, entonces Munechika posiblemente sea su S, pero el
poder en la relación sería decidida desde el comienzo. Shiiba no estaba
dispuesto a perder el control ante él.
—No importa cuánto esperes, nunca diré esas palabras— Shiiba
respondió firmemente, tratando de retener la lujuria que sentía en su
corazón.
—Qué hombre tan fuerte… pero me pregunto si lo serás después de
esto— Munechika dijo, dando vuelta a Shiiba sosteniendo sus nalgas. Tan
rápido como un rayo insertó su dedo dentro del agujero de Shiiba.
Sintiendo una puñalada aguda de dolor, Shiiba arrugó su cara.
—Este es el lugar donde pusieron las drogas ,¿no es asi?. —Munechika
dijo. —Se ha disuelto pero aún hay un pequeño rastro de ella aquí.
Shiiba sentía una sensación de ardor donde Munechika tenía su dedo.
Sin embargo no era dolor lo que sentía, pero un placer así de intenso hacia
que quisiera gritar.
Se escuchaba el sonido del chapoteo de los dedos de Munechika
moviéndose en el interior del pequeño agujero de Shiiba. La droga había

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humedecido el interior de Shiiba.
— Ah, Ngh…
Estaba haciendo volver loco a Shiiba. Ya no podía retroceder. La
emoción y la razón lo habían abandonado. Todo su cuerpo solo podía
entender lo que liberara su caliente placer.
— Apenas un dedo y no puedes tomar más — Munechika dijo.—
Apostaría que cualquier cosa más grande podría realmente lastimar para
arriba aquí, ¿huh?.
Escuchando los susurros de Munechika solo hacía que Shiiba se
encendiera más. Él quería esto. Él quería el pene de Munechika en su
interior. Lo necesitaba tanto que no podía pensar en otra cosa. Sentía
hambre debido a la necesidad ocasionada por su lujuria.
— Dilo— Munechika repitió. — No puedes hacer ninguna otra cosa ,
¿no es asi?. Solo dime que lo quieres, entonces te haré sentir mejor. Shiiba,
renuncia al trabajo de policía. Ven a vivir conmigo. Yo cuidaré de ti.
Shiiba miró de reojo a Munechika. El hombre era serio. No era normal
de Munechika el bromear sobre una cosa de esta naturaleza. La respiración
de Shiiba era irregular y sacudió su cabeza.
— No puedo — él respondió — No quiero renunciar a mi trabajo. No
puedo ser tuyo.
Sus ojos se encontraron en resistencia muda. Munechika escudriñó a
Shiiba. Dándose cuenta que no podría cambiar la mente de Shiiba, suspiró
profundamente y se levantó.
—Si realmente no quieres ser mío… realmente eres un bastardo
obstinado — él dijo.
Antes de que Shiiba pudiera decirle que esperase, Munechika salió del
cuarto. Volvió inmediatamente con un cortador de alambre. Cortó las
ataduras de Shiiba y éste quedó finalmente libre de ellas.
—Kaname traerá tus ropas en un rato, solo espera aquí.— Munechika
dijo.
Cuando Munechika trató de de irse de la habitación, Shiiba lo detuvo.

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— ¿Dónde te vas? — le preguntó.
— Me voy a mi casa. Es la retirada de un derrotado.
Viendo a Munechika tan decaído, lastimó a Shiiba. Para mantener su
propio orgullo, él había pisoteado el orgullo de ese hombre.
Si se separaran aquí él sabía que nunca vería al hombre nuevamente.
Aún con órdenes de sus superiores, Shiiba no sería capaz de ver a
Munechiba nuevamente. Incluso Shiiba no podía ser tan despiadado. ¿Por
qué debía de haber un ganador en este juego?.
— Nos vemos Shiiba — Munechika dijo. — Fue divertido.
Munechika abrió la puerta. Mirando al hombre que se retiraba, Shiiba
solo se quedó sentado quieto. Él no podía…no podía dejar ir a Munechika
de esa manera. No quería terminar con ese hombre.
— Espera. ¡No te vayas... no te vayas Munechika!. —finalmente gritó.
Muenchika se detuvo cuando escuchó la urgencia en la voz de Shiiba.
—Ven aquí. Regresa…— Shiiba gritó desde la cama.
Munechika lo miró dudosamente. —No te entiendo.
Shiiba miró fijamente a Munechika. Su mente estaba resuelta. —Te
quiero. Te quiero más que a nadie.
Munechika parecía feroz y, a continuación. —No te entiendo.
Shiiba simplemente respondió, —Cállate y ven aquí.
Munechika, descreído todavía, se acercó a la cama lentamente. Shiiba,
con la flexibilidad de un leopardo acechando a su presa, saltó rápidamente
sobre él. Munechika se sorprendió con el abrazo.
—¿Qué significa esto?. — dijo ahogándose.
—Te he atrapado —.Shiiba murmuró. —Ahora eres mío Munechika.
—Sin duda esa es mi línea. — Muenchika objetó.
—No, yo no soy tuyo. Tú eres mío— Insistió Shiiba.

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Munechika estaba más y más confuso, alejó a Shiiba para poder ver su
cara —Es la misma cosa. ¿Me quieres?.
—Te quiero. Te quiero desesperadamente. — Shiiba miró hacia
Munechika rogando.
—¿Lo que deseas es a mí o que sea tu S ?.— Munechika, dijo.
Por un momento Shiiba estuvo en silencio. Quería que Munechika
fuera su S. Pero también quería a Munechika como un hombre. Pensando
en lo que había sucedido antes entre ellos dos, había habido puntos altos y
bajos. Si trataba de explicarlo, no sería capaz de hacer que Munechika
entendiera sus complicados sentimientos. Decidió que tenía que probar dar
lo mejor de sí.
—Mi S es mi más importante compañero— dijo lentamente— Pase lo
que pase, yo no puedo traicionar a mi S. Cuando mi S está en peligro, tengo
que protegerlo. Tengo que poner mi vida en la línea por él. Tengo que
darme por completo por su seguridad. Eso es lo que es un S para mí.
Al mismo tiempo como si estuviera realizando este voto a Munechika,
también se recordaba a sí mismo no pudriendo ser capaz de proteger a
Andou. Las palabras que el veterano detective Takehara le había dicho
flotaron en su mente.
—Tu S es como tu mujer.
Takehara estaba en lo cierto. No podía entrar en su relación con su S
con poco entusiasmo. Tenía que tener verdadera devoción. Shiiba ahora lo
sabía.
—Ya veo. Finalmente escucharte decirlo me hace feliz—, Munechika,
dijo. Él había entendido el significado de las palabras de Shiiba. El deseo
de mirar dentro de Shiiba desapareció de sus ojos. —De todos modos,
ahora que soy tuyo, ¿significa que tengo tantas invitaciones para saciar mi
placer como quiera?
Es una línea que sólo Munechika podría decir con una cara tan
inexpresiva y sin rodeos. Los labios de Shiiba se curvaron en una amplia
sonrisa.

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CAPÍTULO 9

Munechika se quitó toda su ropa y se recostó sobre Shiiba. Sus pieles


hicieron contacto. El calor de otra piel sobre la suya era más de lo que
Shiiba podía soportar. Ante el sentimiento de no tener nada entre los dos, la
excitación de Shiiba se incrementó mucho más.
Cuando se abrazaron, se percató de algo. Se dio cuenta que siempre
había deseado a Munechika. Quería todo lo que Munechika tenía para
darle. La pasión que había mantenido en su interior explotaba como si se
tratase de un geiser. Le asustaba. Esto no era simplemente como el efecto
secundario de alguna droga.
—¿Es ésta en realidad tu primera vez con un hombre?— Munechika le
preguntó.
—Sí, ¿cuántas veces tendré que decírtelo?— Shiiba dijo con algo de
desagrado en su voz. Sin embargo la parte baja de su cuerpo vibraba con
lujuria por Munechika. Estaba esperando impacientemente por la pasión de
Munechika.
Munechika recorrió con su dedo el blanco pecho de Shiiba. Cuando
tocó las marcas que habían sido dejadas por el látigo, Shiiba sintió un poco
de dolor.
—Ese bastardo—, gruñó Munechika. —Había varios juguetes
interesantes en esa cama. ¿También los estaba utilizando?.
Shiiba asintió. —Un vibrador. Un aro que iba alrededor de mi pene.
Además de esa cosa que estaba a punto de utilizar cuando ingresaste.
—Pero qué pervertido—, Munechika dijo con asco. —Entonces, ¿cómo
estaban?.¿Qué opinas de los juguetes?. ¿Crees que te animarías a volverlos
a usar?.

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—Mmm. Si, se sintieron bien, pero no creo que me lleguen a gustar.
Puedo hacer esas cosas por mi mismo—. Shiiba luego tomó el endurecido
pene de Munechika que se encontraba en el espacio entre sus cuerpos. —
Quieres esto.
Munechika sonrió. —Así es.
En respuesta, tomó el trasero de Shiiba con sus grandes manos. —¿Lo
quieres aquí?.
—Sí. Te deseo. No me tientes, solo hazlo.
Munechika rió al ver lo obediente que Shiiba se encontraba en esos
momentos. Shiiba rió también y tomó a Munechika por las caderas.
—No lo sé—. Munechika le dijo para molestarle. —Es tu primera vez,
pero la haces sonar como si hicieras esto todo el tiempo. No vayas a decir
cuando terminemos que no te gustó. Como sea, será mejor que te de algo
para iniciar.
—No, no creo que… Ahhh… mmm…— a media protesta, las palabras
de Shiiba cambiaron a gemidos de placer porque Munechika había
enterrado su rostro entre las piernas de Shiiba. Siendo introducido tan
profundamente entre la boca de Munechika lanzó a Shiiba en un torbellino
de placer. —Ahhh… mmm…
La lengua de Munechika lamió su pene de la base a la punta.
Proporcionándole a la punta pequeños besos, luego lo succionó. Se sentía
tan bien que Shiiba no podía hacer nada más que gemir. Sólo jadeaba y
halaba a Munechika de la cabellera. Había estado duro durante mucho
tiempo y al sentir las caricias de Munechika sintió como su cuerpo se
preparaba para explotar en un orgasmo.
—Aah… me voy a… mmm… Munechika…— Arqueó su espalda y
sacudió su cabeza, dando gritos de dolor. Shiiba no podía contenerse más.
Eyaculó dentro de la boca de Munechika.
Su respiración era entrecortada. Estando en la cima del placer, cerró los
ojos y besó la cabeza de Munechika la cual se encontraba recostada sobre
su pecho.
—Que gemidos. El escucharte fue suficiente para endurecerme—, dijo

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Munechika.
—Eso es… algo bueno… mi voz…— Shiiba logró decir entre jadeos.
—Shh. Eso fue nada más el entremés, ahora vamos a la comida
principal… mi Magnum.
—Antes de que la dispares, ponla dentro—. Shiiba rió y se dio la
vuelta.
Munechika se recostó sobre él y Shiiba pudo sentir como el pene de
Munechika rosaba sus glúteos. Frente a Munechika él abrió las piernas. Su
excitación y deseo habían superado cualquier sentimiento de vergüenza que
podía haber tenido.
—¿Deberíamos usar algún tipo de lubricante?— dijo Munechika.
—No, aún hay algo de droga en mi interior—, contestó.
—Seré gentil—, Munechika le susurró.
Colocó su pene cerca de la entrada del agujero de Shiiba. Lentamente
se introdujo en él. La sensación era completamente diferente a la de un
dedo. Shiiba sentía mucho dolor, tanto que pensó que sería partido en dos.
Aún estaba drogado, así que no le importaba mucho el dolor. Al contrario,
estaba impaciente por Munechika. Impaciente ante el ritmo tan lento de
Munechika, Shiiba empujó sus caderas hacia atrás.
—Más, muévete…— jadeó.
—No apresures las cosas—, le regañó Munechika, pero éste estaba tan
excitado como él y pronto comenzó a penetrarle con más fuerza.
Shiiba sintió un enorme placer. El gran pene de Munechika lo llenaba
completamente. Todos los músculos de su cuerpo se tensaron en placer.
—Maldición—, Munechika gruñó. —Es demasiado bueno. No seré
capaz de resistirlo mucho… levántate—. Levantó el cuerpo de Shiiba y lo
sentó sobre sus rodillas.
Estando cara a cara de esta manera hacía que Shiiba sintiera la timidez
que había logrado superar. Comenzó a preocuparse.
—¿Qué hago?— preguntó.

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—Haz lo que se sienta bien—, Munechika le aconsejó.
Titubeando, Shiiba comenzó a mover sus caderas, pero ante la mirada
de Munechika no podía concentrarse en lo que estaba haciendo.
—Siéntate—, dijo —No puedo hacer esto mientras me miras.
Abrazándole, Munechika levantó a Shiiba y comenzó a lamerle el
pecho mientras acariciaba su pene.
Sin embargo Shiiba necesitaba más.
—Esto no es suficiente—, se quejó.
—No puedes recibirlo todo en una sola lección—, Munechika dijo.
Munechika aun se encontraba en su interior y dándole placer en el
frente, Shiiba no sabía donde lo disfrutaba más. Había superado la simple
excitación, Shiiba estaba casi completamente perdido en un sueño, pero su
cuerpo continuaba moviéndose.
—…mmm… Munechika… ah…
—¿Más, quieres más?— Munechika jadeó.
Shiiba sacudió su cabeza con ímpetu. Munechika continuaba
penetrándolo una y otra y otra vez. Y cada vez que lo hacía un dulce
gemido escapaba de la boca de Shiiba.
Como si Munechika pensara que sería capaz de probar esos gemidos,
besó a Shiiba con pasión. Su lengua penetró profundamente el interior de la
boca de Shiiba.
Shiiba no podría soportarlo por mucho tiempo. Sentía como ese
sentimiento se acumulaba en su interior, completamente diferente a aquel
que experimentaba cuando estaba a punto de eyacular. Shiiba se bajó de las
rodillas de Munechika y le pidió a Munechika que le penetrara mientras se
acomodaba sobre sus manos y rodillas.
—Ven acá, quiero que me tomes por detrás—. Se dio la vuelta e invitó
al hombre a tomarlo. Munechika dudó. —Por favor, no me dejes así.
Munechika le tomó por las caderas y se introdujo con un solo
movimiento dentro del cuerpo de Shiiba.

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Shiiba arqueó su espalda, empujando más su trasero hacia atrás y
aceptando al hombre más profundo en su interior. Ya no era tímido con lo
que estaba haciendo. La razón era, que en lo más profundo de su ser, Shiiba
amaba con todo el corazón a Munechika.

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La primera noche cuando Munechika le había visto masturbarse, se
había imaginado que Munechika le había descrito. Ahora esas imágenes
resucitaban en su cabeza y se entrelazaban con su situación actual. Esa
noche había sido cuando todo esto había comenzado.
—Munechika… no… ya no puedo resistirlo…
Su corazón y su cuerpo estaban por explotar al mismo tiempo. La razón
le había abandonado. Este hombre que ahora le pertenecía, ahora quería
pertenecer a este hombre. Lo quería todo. Quería ser consumado por ese
sentimiento. Su cuerpo, su corazón. No quería dejar nada, quería dárselo
todo a Munechika.
—Puedo continuar. No te estreses. Te fundirás.
Lo sintió. El cuerpo de Munechika lo hacía sentir cerca del peligro.
—Aaahh. Me corro… mmm…
Su cuerpo estaba por alcanzar el clímax. Lo que sube tiene que bajar. El
momento en el que tu cuerpo y corazón se vuelven uno.
—…mmm.
Munechika eyaculó dentro de él. En esos momentos, Shiiba alcanzó su
orgasmo y cayó de la cima del placer.

Mover un solo dedo era una molestia, pero Shiiba necesitaba fumar.
—¿Tienes un cigarrillo?— preguntó.
—Sí, en algún lado—, Munechika respondió y caminó alrededor de la
habitación buscando. —Aquí están.
Tomando el encendedor y los cigarrillos que Munechika le ofreció,
Shiiba se recostó sobre un costado de su cuerpo e inhaló pacíficamente. Se

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sentía exhausto, de cuerpo y de corazón. Quería ducharse, pero realmente
no podía moverse.
—Deja de fumar. Es malo para ti—, Munechika le regañó.
Shiiba levantó una ceja. —¿Acaso eres mi madre?. Jamás me imaginé
que un Yakuza me diría eso.
—La salud es primero, incluso para un Yakuza—, Munechika
respondió y tomando el cigarrillo de la boca de Shiiba, lo apagó en el
cenicero.
—Tengo frío—, Shiiba se quejó.
—¿Mm?. ¿Quieres que le suba a la calefacción?— Preguntó
Munechika.
—Idiota, te estoy diciendo que te vengas para acá—, Shiiba dijo
mientras levantaba las sábanas.
Munechika rió. —¿Quieres otra ronda?.
—No, solo tengo frío.
Munechika recostó su cuerpo al lado del de Shiiba. El sentir el calor
que emanaba de su cuerpo y su piel era mucho mejor que cualquier sábana
del mundo.
—Como sea, ¿cómo llegaste a ese hotel?— preguntó Shiiba.
—Sólo presentí que estarías en peligro—, Munechika respondió.
—No me mientas—, Shiiba dijo. —El momento de tu entrada fue
demasiado perfecto. Hablabas que alguien seguía tu auto. Explícame lo que
sucedió.
Munechika suspiró y comenzó a explicar. —El momento en que llegué
fue bueno porque tenía grabadoras en la habitación.
—¿Grabadoras?.
—Cállate y escucha—. Munechika dijo. —Tengo mi ojo sobre Lin
desde hace un buen tiempo. Había estado vendiendo por un largo tiempo
armas a los Yakuzas, pero sus métodos eran sucios. Teníamos muchos

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conocidos en común debido a mis negocios legítimos, así que se me
encargó descubrir más información acerca de Lin. Comenzaba a descubrir
cómo vendía las armas. Te dije que él administraba la exportación de armas
en Japón, pero eso no tenía relación con su venta de armas en el mercado
negro.
—¿Qué?.
—Solamente es un empleado del gobierno—, Munechika explicó con
más detenimiento. —Se encontraba traficando con una gran cantidad de
moneda extranjera, pero solo ganaba una pequeña porción él mismo. Así
que utilizaba sus conexiones para importar armas a Japón y usar eso para
complementar sus ingresos. Era como un negocio aparte. Sin embargo,
cuando hice que Kaname le siguiera, notó que alguien más lo observaba. Al
parecer los negocios de Lin se han expandido a tal punto que ha comenzado
a ser observado por su propio país, probablemente la Agencia de Seguridad
Nacional.
La Agencia de Seguridad Nacional era una de las agencias de
inteligencia de China. Shiiba no conocía los detalles, pero sus funciones
principales era enviar a gente a realizar trabajos de vigilancia a varios
países.
—Como fuera que lo veas, el tipo era mala noticia. No quería ser
atrapado en algo grande así que no me involucré. Pero luego mi princesa
desarmada comenzó a encontrarse con él, haciendo caso omiso a mi amable
consejo.
—No digas eso. ¿Entonces, cuándo pusiste todo ese equipo en la
habitación?.
—Hace un tiempo. Lin siempre usa esa habitación para su tráfico de
armas. Así que coloqué vigilancia en la habitación de al lado y cuando se
hospedaba ahí me aseguraba que alguien se encontrara al lado para darme
un reporte.
Así que Munechika tenía gente dentro del hotel ayudándole. Shiiba
estaba preocupado.
—¿Imagino que el atacar a Lin fue una mala idea?— preguntó, su
rostro mostraba una gran preocupación.

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—No podía evitarlo—, Munechika contestó riéndose. —Tuve que
habérselo dicho en algún momento. No podía ser identificado, así que
utilicé a hombres que él no conocía. En estos momentos Kaname le
mostrará lo que son los verdaderos Yakuzas japoneses. No lo asesinarán.
Solo le romperán los huesos. Si es inteligente, se detendrá. O mejor aún,
dejará Japón para siempre.
Shiiba escuchaba atentamente las palabras de Munechika. Si Lin
regresaba a China entonces el caso terminaría.
—Shiiba, no puedes atrapar a este tipo. Déjalo—. Le ordenó
Munechika.
Shiiba no podía estar de acuerdo. Aún cuando sabía que Lin sería difícil
de arrestar, no podía permitir que el hombre escapara. Debía existir alguna
manera de atrapar a Lin.
—Aun cuando no puedo presentarme a él directamente, no dejaré libre
a Lin—, dijo. —Continuaré observándolo.
—Eres increíblemente terco—, Munechika dijo. —Bueno, eres quien
eres. Sé que tendrás otra oportunidad con él.
—Yo también pienso lo mismo—, dijo Shiiba.
—Debes dejar de sentirte tan responsable. Solo te terminará
destruyendo al final—, Munechika le advirtió seriamente.
—No necesito escucharlo de ti—, refutó Shiiba. Sin embargo esta
noche no podía ignorar tan fácilmente a Munechika. —Sé que fue mi error.
No queriendo desperdiciar la información que Andou le había
proporcionado, no había investigado lo suficiente y se había encontrado
negligentemente con Lin. Había fallado porque no había visto el peligro.
Debido a ello, ahora quería probarse a sí mismo, obtener resultados y
probar que no había cometido un error.
Empujándolo un poco, Munechika le abrazó por detrás.
—Duerme ahora, debes estar cansado. Cuando Kaname regrese, te
despertaré.
—Gracias. Ah, ¿Munechika?

-168-
—¿Qué?
—¿Qué perfume usas?
Munechika sonrió. —¿Por qué preguntas?
—Me gusta—. Aun ahora, el dulce aroma se desprendía del cuerpo de
Munechika. Era un aroma muy sensual. Era sexy.
—Se llama Listand de Guerlain.
¿Guerlain? .Shiiba se dijo así mismo mientras cerraba los ojos. Incluso
Shiiba había escuchado ese nombre y eso que a él no le interesaban esas
cosas.
—Listand es francés y significa momento—, explicó Munechika. —El
concepto del producto es que esperas que en el momento en el que te
enamores dure para siempre.
—Sabes muchas cosas—, Shiiba murmuró.
—La chica que me lo dio me lo dijo—, Munechika le dijo, mientras
sonreía. Shiiba sabía que este hombre se había relacionado con mujeres,
pero el pensar que ella debió haber sido especial para Munechika le dolió
un poco. —Poner “un momento” y “a la eternidad juntos”, es un poco
contradictorio.
Supongo, Shiiba dijo en su mente. El sueño se lo llevaba rápidamente.
Era verdad que un momento y la eternidad tenían definiciones opuestas,
pero si pensabas lo que era el tiempo, entonces la eternidad no era más que
una sucesión de momentos.
—¿Shiiba, estas dormido?.
Aun estaba despierto, pero no contestó. Munechika colocó las sábanas
sobre sus cuerpos y cubrió a Shiiba con gentileza.
Era un momento tranquilo. Sus ojos cerrados, tenía que irse, pero en
estos momentos solo quería olvidar todo y dormir. Se aferró a ese momento
de felicidad cuando se encontraba desnudo, en mente y cuerpo, con
Munechika.
Sintiendo el calor del cuerpo de Munechika que se encontraba en su

-169-
espalda, Shiiba se relajó y dejó que el sueño se lo llevara.

Veinticuatro de Diciembre.
Ésta era la época del año en la que las calles estaban llenas de
decoraciones. Villancicos navideños provenían de las puertas abiertas de las
tiendas y las luces iluminaban las calles.
Otro año estaba por terminar. Caminando a través de las calles sobre
pobladas durante el mes de diciembre traían un sentimiento que el año
estaba por terminar. La mente de Shiiba estaba pensativa mientras éste se
dejaba perder en el transcurso del tiempo.
No había visto a Ying Fa Lin desde aquella noche. No era porque
Shiiba hubiera dejado de investigar, sino porque Lin había regresado a
China. No tenía idea si Lin había sido ordenado a que regresara o si lo
había decidido él mismo.
Aun ahora, no podía olvidar a Lin. Aun se encontraba con sus
informantes normales. Lo que necesitaba era verdadera información.
Información fresca que le dijera dónde se encontraban las armas.
Caminando cerca de la estación de Shinjiku, su teléfono sonó. Al
verificar quien era, el nombre se Shinozuka apareció en la pantalla.
Shinozuka raras veces le llamaba a su celular. Shiiba contestó
preguntándose que podría querer Shinozuka para llamarlo en estos
momentos.
—Hola—, dijo.
—Masaki, soy yo. Estoy detrás de ti. Traté de llamarte, pero no me
contestaste. ¿Estás bien?— Shiiba era un policía encubierto, así que la
preocupación de Shinozuka era válida. La amabilidad de la voz de
Shinozuka hizo que Shiiba sintiera más la distancia que existía entre ellos y
eso le causó un gran dolor. —¿Masaki?. ¿Cuál es el problema?.

-170-
—No, estoy bien. Te causaré más problemas si te habló como estoy
ahora.
Shiiba con honestidad no quería hablar con Shinozuka, pero estaba
realmente preocupado de que les vieran hablando en público, no era la
mejor de las ideas. Estaba usando lentes oscuros a pesar que ya estaba
oscureciendo. Vestía unos jeans viejos y un abrigo llamativo. El ser visto
con él probablemente llamaría demasiado la atención y quizás haría que
hablaran mal de Shinozuka.
—No te preocupes. ¿Podemos hablar un momento?.
Shiiba colgó y Shinozuka caminó hacia él. Este era el mismo lugar en
el que había visto a Shinozuka con aquella madre e hija. El dolor de aquella
noche aún punzaba en su corazón.
—¿Trabajando?— Shinozuka le preguntó inmediatamente.
—Sí—, Shiiba respondió. ¿Vas camino a casa?.
—Sí, tenía algo de tiempo libre así que decidí caminar.
Ambos caminaron hacia la Terraza Sur. Incontables luces iluminaban la
calle. Las luces lucían como una ilusión.
—¿Cómo te va en el trabajo?— Shinozuka preguntó.
—Está bien—, Shiiba respondió.
Después de toda la charla formal, Shiiba dijo cortantemente. —
Shinozuka, es otra cosa.
—¿Me darás tu respuesta?— Shinozuka preguntó.
—Lo lamento—, Shiiba dijo. —No puedo tomar el examen. He
pensado si debería o no seguir siendo un detective, pero, después de todo,
trabajar en las calles es lo mío.
Había escogido su camino y no lo tiraría. Aun cuando los tiempos sean
difíciles. Además, ahora tenía un nuevo sentimiento al cual aferrarse, algo
que lo hacía querer continuar. Era un tanto diferente a la esperanza. Era
diferente a la resignación. Era algo que no podía definir, pero por el
momento, se quedaría donde estaba. Esa era su decisión.

-171-
—Ya veo—, dijo Shinozuka. —Debes escoger por ti mismo. No puedo
forzarte con mis opiniones. Lo dejaré ahora.
Como si hubiera anticipado cuál iba a ser la respuesta de Shiiba, el
rostro de Shinozuka estaba tan pasivo como siempre.
—Gracias por preocuparte por mi—, dijo Shiiba. —Te lo agradezco.
—Son lindas ¿cierto?— Shinozuka dijo de repente, viendo a las luces.
— Cuando me casé con Yukari, estaba tan feliz que ustedes dos se
convirtieran en mi familia. Los dos nos preocupábamos tanto por ti. Quería
cuidar de ti también. Ese sentimiento no ha cambiado. Siempre pensé en ti
como un miembro de mi familia. Nunca olvides eso.
Shiiba entendió a lo que Shinozuka se refería. Entendió entonces no
dijo nada. Solo le vio. No podía ofrecerle nada más a este hombre. Deseaba
poder sonreírle como lo había hecho en el pasado, como si nada hubiese
cambiado, pero era demasiado difícil.
—Es una noche bastante fría. ¿Regresamos?— Shinozuka comenzó a
caminar de regreso, luego vio hacia atrás con una expresión confundida al
ver que Shiiba no le había seguido. —¿Masaki?. ¿Hay algún problema?.
—Me quedaré un rato más—, dijo Shiiba.
Shinozuka asintió tristemente. —Bueno, usa esto. Ten cuidado de no
pescar un resfriado—, dijo mientras envolvía una bufanda de cashmere de
color vino tinto alrededor del cuello de Shiiba. La bufanda aún retenía un
poco del calor corporal y se sentía caliente contra el cuello de Shiiba.
Shiiba le vio confundido.
Shinozuka sonrió. —Tomemos la cena juntos en otra oportunidad.
Dejándolo con eso, Shinozuka comenzó a caminar.
Shiiba, sin pensarlo le llamó, —Hermano…
Shinozuka se dio la vuelta, había sorpresa en su rostro. Shiiba no le
había llamado de esa manera desde la muerta de Yukari.
—Gracias por la bufanda—, Shiiba dijo apenado. —Iré a tu casa pronto
con una deliciosa botella de sake para que ambos podamos disfrutarla.

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Impactado, Shinozuka observó a Shiiba por unos momentos. Cerró sus
ojos y luego abriéndolos nuevamente, asintió. —Esperaré impaciente por
ello. Ven cuando quieras. Te lo agradezco, Masaki.
Te lo agradezco, la corta frase alegró el corazón de Shiiba. Aferrándose
a la bufanda que se encontraba alrededor de su cuello, Shiiba observó como
Shinozuka caminaba hacia la estación.
Aun cuando no podía aceptarlo todo, esta noche sabía que aquel
sentimiento de odio que tenía por Shinozuka estaba disminuyendo. Aquel
sentimiento de odio que le había dejado frío por dentro. Todavía estaba frío,
pero con un poco más de tiempo, se calentaría con la sangre fluyendo por
su cuerpo. Su corazón finalmente volvería a entibiarse.
Sentía como si algo se hubiera terminado. Sentía que por fin había sido
capaz de resolver algún problema matemático.
Las emociones que las personas compartían, son por supuesto, algo que
no puede ser resuelto con facilidad como una ecuación matemática. Sin
embargo no importa cuánto luches, siempre estarás amarrado. Sin embargo,
esto significaba que podías volver a empezar. Tu corazón era el único
problema,
—¿Coqueteando con otros hombres?.
Se volteó al escuchar la familiar voz. Parado en ese lugar se encontraba
el hombre el cual ya le era bastante familiar.
—¿Coincidencia? .¿O me andas acosando?. ¿Por qué estás aquí?—
preguntó Shiiba.
—Eso es justo lo que quiero preguntarte—, Munechika dijo. —Acabo
de cenar en la Torre del Sur. Salí y veo a este tipo arrogante colocando una
bufanda alrededor de tu cuello. Ustedes dos son bastante íntimos. ¿Quién es
él? .¿Te encontraste con un nuevo S?.
Percatándose que Munechika debió haber sido testigo de lo que
acababa de pasar, Shiiba se sintió un tanto avergonzado. Munechika era el
único hombre que no quería que viera esas escenas.
—No es eso—, Shiiba dijo. —Es mi cuñado, el esposo de mi hermana.
—Oh, coqueteando con el esposo de tu hermana. Qué audaz—,

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Munechika dijo mientras comenzaba a caminar.
Shiiba persiguió a Munechika quien obviamente no estaba nada
contento.
—¿Qué?. ¿Celoso?— bromeó.
—…invítame—. Murmuró Munechika.

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—¿Ah?
—Invítame a comer. Tengo hambre—, dijo Munechika, caminando
alrededor y luciendo deprimido.
—¿Pensé que dijiste que acababas de cenar?—Dijo Shiiba.
—No de eso—, dijo Munechika.
—Oh, de eso—, dijo Shiiba, percatándose de lo que Munechika quería.
—No le puedo dar recompensa a un perro que no ha hecho ningún trabajo.
—No puedo trabajar si tengo hambre—, Munechika respondió. —
Debes cuidar apropiadamente de tu perro con mucho amor. ¿Acaso nadie te
dijo eso?.
Esta clase de conversaciones estúpidas se habían convertido en rutina
entre los dos. Era su manera de comunicarse.
—Ven a mi casa—, Munechika dijo.
—No—, Shiiba respondió.
—Si no lo haces, llevaré a una mujer a casa—, Munechika le amenazó.
—Lleva a quien quieras—, Shiiba respondió enojado, caminando frente
a Munechika.
—Oye, espera—. Munechika dijo mientras le perseguía. —¿Crees que
pues escaparte tan fácilmente?.
Munechika le alcanzó. Era el nuevo S de Shiiba.
Viendo a Keigo Munechika, Shiiba finalmente cedió.
—Idiota—, se dijo a sí mismo. —No hay manera en que pudiera
escapar de ti. Lo que sea que pace en el futuro, iré contigo hasta el final.
Eres mío. Todo mío. Mi S…

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EXTRA:
EL ORGULLO DE LA BESTIA

—Señor, ¿puedo hablarle un momento?


Kaname apareció en la puerta de la oficina del presidente. Munechika
estaba concentrado leyendo unos documentos. Alzando su cabeza
respondió. —¿Qué sucede?.
Kaname caminó hacia el escritorio. —Una llamada de Motoaki.
—¿Motoaki?.
Munechika por lo general no era molestado por una llamada telefónica
mientras trabajaba, pero éste era Motoaki y probablemente Kaname tomó la
decisión que la llamada debía ser contestada. Aun así, trató de evitarla.
—Dile que me encuentro con un cliente.
—Ha sido muy insistente—, dijo Kaname.
Kaname alcanzó el teléfono del escritorio y presionó el botón
intermitente. Tomando el auricular Munechika respondió a su hermano.
—¿Motoaki?. ¿Qué sucede?.
—Keigo, ¿por qué no viniste hoy?. He estado esperando por ti.
—Lo lamento, tuve mucho que hacer hoy.
La persona en el teléfono era el tercer presidente del grupo Matsukura,
Motoaki Matsukura. Tenían diferentes madres. Era menor que Munechika,
este año cumpliría 26.
—Vendrás conmigo a la fiesta de sucesión de la Asociación de Sumiya,

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¿correcto?— Motoaki demandó. —No me canceles con tan poco tiempo.
—Lo sé—, Munechika dijo tratando de relajarlo. —Estaré ahí, no te
preocupes.
Sin importar cuántas veces le tratara de calmar, Motoaki presionaba el
punto. Siempre era así de bizarro, así que Munechika trataba de ser
paciente. Cuando colgó, sincronizado perfectamente, Kaname le trajo una
taza de café.
—Ahora que la reunión con la Asociación Sumiya se acerca, Motoaki
se está poniendo cada vez más ansioso—. Dijo Kaname.
El grupo Matsukura era la pandilla regional y se encontraba bajo la
protección de la Asociación Koujin. Había más de 1,000 miembros en
dicha organización. Esta pandilla era la que mayor número de seguidores
tenía. Munechika sabía que había gran presión sobre Motoaki.
—Asistiré a la fiesta también, ¿está mi agenda libre para esos
momentos?— Munechika dijo.
—Puedo ajustarla… pero ¿es eso realmente lo que usted quiere?. ¿No
creo que esté obligado a asistir?.
Kaname por lo general no expresaba duda ante lo que Munechika
hacía. Estaba claramente preocupado acerca de la posición de Munechika.
En una reunión tan grande de mafiosos, definitivamente estaría la presencia
de los medios de comunicación y la policía también estaría vigilando.
Pocos sabían que su negocio era solamente una fachada para otra clase de
actividades, pero que él llegara públicamente a ese lugar sería como
anunciarle al mundo la verdad.
—No te preocupes—, Munechika le dijo. —Ahora es el momento.
Kaname lucía bastante infeliz de que Munechika no hubiera hecho caso
a su advertencia. Kaname raras veces expresaba su descontento, pero
cuando se relacionaba con el problema de Motoaki, lucía bastante
preocupado.
—El Sr. Motoaki depende mucho de usted. Podría representar un
peligro para usted—, le advirtió.
Si hubiera sido alguien más Munechika le hubiera dicho que no era

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asunto suyo, pero este era su mejor secretario y había estado a su lado por
mucho tiempo. Entendía mejor que nadie los asuntos de Munechika. Sabía
acerca de la compleja relación existente entre Motoaki y Munechika, pero
su consejo no estaba funcionando.
Munechika sabía que consentía demasiado a Motoaki. Sin embargo,
ellos compartían un amor nacido de las relaciones de sangre, pero también,
sentía una deuda moral que necesitaba pagarle a Motoaki por su crimen
pasado.
Sabía que necesitaba recompensar por el crimen, debido al cual le
había causado un gran dolor a Motoaki y no podía borrarlo aún de su
memoria. Cuando Motoaki era aún joven, le había quitado lo más preciado
para él.
—Tu hermano es una carga, ¿estoy en lo cierto?.
Recordó lo que Shiiba le dijo una vez. Tal vez Motoaki era una carga.
Pero todos las tenían. Una carga que no se iría y solo tendría que aprender a
soportar su peso.
—Lamento haberme sobrepasado—, Kaname dio una reverencia.
—No, está bien. Sé lo que estabas tratando de decir, pero ha pasado un
año desde que Motoaki heredó el puesto de nuestro padre. Necesitamos
verlo a largo plazo—, Munechika reorganizó sus papeles y se puso de pie.
—Es momento de ir a casa. Por favor trae el auto.

El Mercedez dejó el edificio de la compañía en el Oeste de Shinjiku,


salieron por la Calle Oume y luego entraron a la Calle Yasukuni. Las calles
estaban bastante llenas a esa hora.
Munechika reconoció un rostro cerca de la oficina de Shinjiku y ordenó
a Kaname que detuviera el auto. Estacionándose cerca del paso de
peatones, Munechika abrió la ventanilla y le llamó. Shiiba,quien estaba

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caminando por las calles, se volteó lleno de sorpresa.
—Entra al auto—, Munechika le ordenó.
Shiiba hizo un puchero por un momento antes de abrir la puerta de
atrás del auto y se deslizó al lado de Munechika.
—¿Quieres ir a cenar?— Munechika le preguntó.
—De acuerdo, aunque no tengo hambre—, Shiiba dijo mientras
observaba hacia la ventana.
Shiiba parecía estar un poco aburrido, pero Munechika presentía que
había algo más que le molestaba. Munechika le tomó de la barbilla y haló
el rostro de Shiiba.
—¿Cuál es el problema?— Había una marca azul en la mejilla derecha
de Shiiba. Lucía como un golpe.
—Me involucré en una pelea de ebrios anoche—. Dijo, mientras lucia
humillado, le dio una palmada a la mano de Munechika para alejarla.
—¿Los golpeaste también?— preguntó Munechika.
—Soy un detective—, Shiiba aclaró. —No puedo ir y golpear
ciudadanos.
—Lástima que no puedas cargar tu placa contigo.
—Ya, déjalo—. Dijo Shiiba. Su intención no había sido ser pesado,
pero quería cambiar de tema.
—Ven a mi casa—, Munechika le sugirió.
—¿Quieres más premios?.
—Me conoces bien.
Cuando Munechika se acercó para besarlo, el humor de Shiiba cambió
y se torno en rabia y alejó a Munechika.
—¿Qué estás haciendo?— gruñó.
—No seas tímido.

-180-
—No soy tímido—. Shiiba contestó. —Sr. Kaname por favor detenga
el auto.
Kaname detuvo el auto antes de que Munechika pudiera decirle que no
lo hiciera. Shiiba abrió inmediatamente la puerta y le dio la espalda a
Munechika.
—A veces no me tomas seriamente—, dijo secamente.
—Siempre soy serio—, Munechika le corrigió. —Cuido de ti en la
cama, lo sabes.
Shiiba abrió la boca, pero al final no pudo decir nada. Cerró la puerta
del carro y desapareció entre la muchedumbre.
—Kaname, no solo te detengas así—, Munechika se quejó. —Ahora mi
princesa se escapó.
—Lo lamento mucho—, Kaname le respondió, obviamente no lo
lamentaba.
Munechika alzó una ceja, —¿Te agrada también?.
—Sí, pienso que es bastante dulce—, Kaname respondió con un tono
serio.
Munechika rió. —No lo digas frente a él—. Le dio una palmada en el
hombro a Kaname. —Te machucará el pie en un momento de rabia.
—Tendré cuidado—, Kaname dijo. —¿Nos vamos?.
Kaname volvió a arrancar el vehículo. El auto alcanzó a Shiiba,
mientras pasaban a su lado, Munechika vio el perfil de Shiiba. El hombre
mantenía una expresión feroz en su rostro. Continuó caminando por la calle
dando golpes con sus pies. Ante los ojos de Munechika era como un animal
salvaje. No trabajando en una jauría, sino buscando su presa solo, esa
valiosa información. Haló también sus propias pesadas cadenas invisibles,
pero continuó luchando para avanzar. A pesar de las cosas que intimidarían
a cualquiera, él no les temía. Algunas veces, era imprudente, pero nunca
titubeaba.
Munechika no podía evitar el sentirse atraído hacia él.

-181-
El haber terminado trabajando para la policía era humillante, pero no
había otra manera de obtener a ese hombre. Tendría que ser muy cuidadoso
con la información que compartía. Era un riesgo enorme, pero al final daría
frutos.
Te deseo, te tendré.
En el rostro de Munechika se dibujaba lentamente una sonrisa.

FIN VOLUMEN 1.

-182-
PALABRAS DE LA AUTORA

Gracias por escoger mi último trabajo. Éste es mi segundo trabajo con


Shy Novels.
Mi supervisor me preguntó si me parecería escribir un libro acerca de
un detective y un Yakuza. Me encantan las historias de Yakuzas así que le
respondí inmediatamente que me encantaría, sin pensarlo dos veces. He
escrito este libro con mucho entusiasmo.
Cuando estaba considerando mis fortalezas de escritora, pensé que
escribir acerca de un detective que estuviera trabajando en una misión
especial y que el personaje principal fuera un tonto, pero en realidad
disfruté escribiendo esto. Pero me arrepiento de haber hecho a Shiiba el
virgen y a Munechika el confiado… (risas).
Es solo una anécdota pero, cuando hice la trama básica, no incluí el
personaje de Shinozuka. Mi supervisor pensó que sería buena idea agregar
a algún superior o algo así para alguien como Shiiba. Así que me puse a
pensar en un esposo que se encontrara en los altos escalones de la policía y
así fue como fue creado el cuñado.
Shinozuka es el opuesto a Munechika, pero pienso que funciona muy
bien en esta historia. Quiero agradecerle a mi supervisor por su excelente
consejo.
También quiero expresarle mi gratitud a Chiharu Nara quien realizó las

-183-
ilustraciones de este libro. Quería trabajar con Chiharu antes de esto, así
que el poder trabajar juntas fue un verdadero placer. Las ilustraciones
fueron maravillosas. Me quitaron el aliento cuando las vi.
Finalmente a todos mis lectores. Este libro es bastante diferente al
último que hice, pero espero que lo disfruten.
Munechika, Shiiba y Shinozuka regresaran por más, así que espero que
los busquen.
¡Bueno, estoy ansiosa por volverlos a ver para el siguiente volumen!.
Enero 2005, Saki Aida.

-184-

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