Broken Wings C45

45
Después de la “crisis de ausencia”, Esther se decidió a

tomarse unos días de descanso en la casita de la sierra, se dio
cuenta que necesitaba cortar con el trabajo estresante y
fundamentalmente que necesitaba estar todo el tiempo posible con
Maca. Esos cinco días que pasaron juntas sirvieron para establecer
una pauta de “hierro”: una noche a la semana Maca lo pasaría en la
casa de Esther y los fines de semana juntas serían “sagrados”. Lo
cumplieron a rajatabla, no había “vuelo” o “acumulación de
expedientes” o “cuestiones familiares” que se “interpusieran” en
sus encuentros.
Diez días antes del juicio
La última quincena de agosto llegó con algunas novedades.

Sandemetrio y Nadia se fueron de vacaciones a Tarifa en Cádiz y se
llevaron a Candela y Mara con ellos. Encarna y Carmen decidieron
que era buen momento para volver al pueblo, reencontrarse con
amistades y airear la casa.
Por el lado de Maca, no sólo Julia y Guastavino se tomaron

una semana de vacaciones en Lanzarote, sino que Sam y Eduardo
también se fueron a la playa y también a Cádiz, aunque a Rota
BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

donde vivían los abuelos del muchacho. Magda quedó a cargo de
los menús con la ayuda de una de sus hijas, que estaba de
vacaciones en el Instituto. Pedro se quedó con “ da-da” Maca que
esa semana se ocupó de su hijo y endosó todos los vuelos a los
nuevos pilotos, el “argentino con brevet” Mario y una
experimentada piloto Anita, amiga de Guastavino.
Así las cosas, esos días Maca se “mudó” con Pedro a la casa
de Esther para que “su señoría” no se sintiera “sola”.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Pasar dos semanas en casa de Esther era también un desafío

a las “medidas de seguridad” que seguían manteniendo. Maca no
usaría el portal para entradas y salidas, sino que seguiría
“ingresando” por el garaje; Esther hizo hacer un duplicado del
mando, además de entregarle las llaves de su casa.
Pero eso sólo no bastaba. Maca hizo una lista de cuestiones a

tener en cuenta y las charló con “su señoría”. Aunque el consejo
oportuno lo dio “Encarna-Ernestina”.
– Falta algo. – leía atenta la lista.
– ¿Qué?
Esta charla se desarrollaba en el parque mientras las nenas

se ocupaban de “el caminante” Pedro, que iba de aquí para allá,
entusiasmado con su nueva “movilidad” y la posibilidad de
investigar más concienzudamente el césped y la multitud de bichos
e insectos que intentaba una y otra vez “probar”.

– ¿Cómo vas a traer al niño al parque? No puede pasar todo el
día en el piso.
– No, claro. Yo pensaba traerlo por la mañana, con el fresco.

Salgo por el garaje.
– Ah, claro, vas a usar un coche de alquiler. ¡Bien! Pero no

salgas antes de las nueve, es la hora de mayor movimiento en ese
garaje. – agregaba Carmen.
– Muchos están de vacaciones Carmen.
– Pero queda casi la mitad de la comunidad.
– Verdad pero falta algo.
– Maca, lo del muchacho del delivery verde está bien para

alguna que otra vez, pero va a llamar la atención tanto ... delivery.
– No, no, vestida normal. – sonreía.
– ¡Ya está! ¡Ya sé lo que falta! – Encarna parecía haber

descubierto la pólvora, ambas mujeres la miraban intrigadas –
¡Cambio de look!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Mayúscula sorpresa para Esther cuando la pasó a buscar ese

sábado de inicio de “vida en común” para irse a la sierra con Pedro.
Se subió al coche de alquiler sin mirarla mucho, no quería

perder tiempo en el garaje de su casa.

– Mi madre antes de irse dejó comida como para un batallón.
– se abrochaba el cinturón – ¡Hola Pedro! – se giraba a mirar al niño
que estaba muy ocupado en su sillita trasera manducando una
galleta – ¡Qué raro tú comiendo!
Maca esperaba paciente que se “dignara” mirarla, a ver qué

decía. La tarde anterior habían ido a la peluquería con Sam y la
chica había sido la “artífice” de ese “cambio”.
– ¡Hola mi niño! ¡Muak! – le tiraba un beso – Cuando

lleguemos a la casa te voy a comer a besos. ¡Qué guapo estás con
esa camiseta! ¿Es nueva?
Ahora sí miraba a su chica.
–¡Jooo! ¡Maca!
Boquiabierta, ad-miraba a la piloto. Se había teñido de un

castaño oscuro casi casi negro, se había cortado el cabello apenas
sobre los hombros y el rebaje que le habían hecho dejaba unos
mechones más cortos que se empeñaban en pararse hacia arriba
en las puntas e invadir parte de su rostro.
– Espero que te guste y no me abandones por esto.
Si agregamos un atuendo de pantalón y camiseta de colores

claros y vivos, la piloto se veía muy juvenil y…
– ¡Qué guapa estás!
Esther se olvidó del garaje, los vecinos y la mar en coche. Se

lanzó a besarla como Dios manda, estirando el cinturón hasta su
límite máximo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ese fin de semana “solas” -con Pedro- en la casa de la sierra

lo pasaron muy bien. Ayudaba el buen tiempo que les permitió
gozar de la piscina a sus anchas, más de una vez sin biquini, en
cueros.
– ¡Venga! Estamos solas. – le guiñaba un ojo mientras se

quitaba ella la parte superior de su biquini.
– No sé Maca, si nos ve alguien.
– El muro es alto, la puerta está cerrada, si tocan el timbre me

pongo la bata. Anda, liberémonos.
La convenció fácilmente. Y Esther le reconocería después que

“me gusta eso de estar en el agua en cueros ”. ¿Le gustaría eso o
los “juegos” eróticos que se inventaron bajo las aguas?
¿Pedro? En esos momentos dormía plácidamente en la cuna portátil
que habían acomodado debajo del cobertizo.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
– Lo hice con Mara y resultó bien, no seas cagueta. –

acomodaba los flotadores en los brazos del niño que se dejaba
hacer, ya le había colocado el chaleco flotador.
– Es muy pequeño.
– Ay, madre primeriza. ¡Ya está! – lo levantaba de su sillita.
– Tú también eras primeriza.

– Pero tenía a una Encarna que me daba por saco. Venga,
vamos a la piscina.
Se iba con el niño hacia la piscina, Maca la seguía detrás con

el corazón en la boca.
– Anda, métete tú primero así te lo paso y se siente en

confianza.
– No sé eh. – obedecía, se metía en la piscina y estiraba los

brazos para que le pasara al crío.
– Vale. – se lo entregaba y se metía ella también – Ahora

vamos a hacer lo siguiente…
– ¡No lo suelto! – la interrumpía.
– ¡Mujer!, ahora no. De a poco, que se vaya soltando él solito

cuando se sienta seguro.
Media hora después “da-da” Maca estaba a punto del

“orgasmo” emocional viendo a su hijo patalear y reír mientras iba
de una a otra en su nado estilo “guau-guau-bebé”.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
– ¡Qué bien huele eso! – regresaba de cambiarse en el baño y

abrazaba por detrás a Maca que estaba cocinando la cena.
– No es mérito mío, lo preparó Sam, traje suficiente comida

congelada para estos dos días.
– ¿La papilla de Pedro? – miraba hacia un costado y otro de la

encimera.

– Sobre la mesa. ¿Se la das tú?
– ¡Claro! Pedro, Esther te da de comer hoy. – iba hacia la mesa

y miraba al niño que “as usual” estaba mordisqueando una galleta
marinera.
– Té... té.... té... – la señalaba con la galleta y le sonreía.
– ¡¡Me llamó Esther!! ¡¡Me llamó Esther!! – en estado de

“orgasmo” emocional.
– Eso parece. – sonriente, se había girado a mirarlos a ambos,

al final sus “lecciones” de “Esther” habían dado resultado.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Domingo al anochecer, regreso a casa. Al piso de Esther.

Cansadas de tanto sol y juegos con el niño, pero inmensamente
felices. Pedro dormitaba en su sillita trasera, el sol en la piel
“tironeaba” las mejillas.
– Tres kilos de crema me voy a poner. – accionaba el mando

de la puerta del garaje.
– Te dije que usaras el protector solar de Pedro, es el mejor.
– Así nunca cojo bronceado.
– Ahora has cogido color zanahoria intenso. ¡Qué digo

zanahoria! Pareces un tomate.
– ¡Mala! ¡No es para tanto! – le daba un golpecito en el brazo.

Maca maniobraba dentro del garaje para estacionar el coche
en el segundo lugar que correspondía al piso de Esther, al lado del
coche de la jueza.
– ¡Espera! ¡Hay otro auto estacionado!
– ¡¡¿Qué?!! ¡¡Hay que joderse con los vecinos!! ¡¡Por qué...!!
El auto estacionado era un BMW negro y había una persona

sentada en el asiento del conductor.
– ¡¡Mierda!! ¡¡No puede ser!!
– ¿Qué? – se desabrochaba el cinturón para bajar y encarar al

conductor para que sacara el coche del lugar.
– ¡¡¿Qué haces?!!
– Voy a decirle que saque el coche, que no es su lugar.
– ¡¡Nooo!! ¡¡Es Óscar!! – la tomaba del brazo.
– ¡¡¿Óscar?!! – miraba hacia el lugar del conductor, al que

veía abrir la puerta y salir – Pero si tiene barba y ... y .... es un tío
mucho más gordo.
– ¡¡Joder!! ¡¡Me reconoció!! ¡¡Retrocede, retrocede!!

¡¡Salgamos de aquí!!
– ¿Estás segura? Yo no lo veo parecido.
– ¡¡Maca retrocede ya!! – viendo al tipo caminar hacia ellas.
– Vale, vale. – ponía marcha atrás y se disponía a retroceder –

Pero me parece que te equivocas.

– ¡¡Joder Maca!! ¡¡Que lo conozco!!
El tipo, al ver las maniobras, comenzaba a correr hacia el

coche.
– ¡¡Esther!! ¡¡Quiero hablar contigo!!
Maca, al escuchar la voz, aceleró y siguió así hasta cerca de la

puerta del garaje.
– ¡¡Abre la puerta!!
– Ya accioné el mando, está abriendo.
El tipo venía corriendo hacia ellas.
– ¡¡Que se abra, que se abra coño!! – rogaba Esther.
El portón se había abierto lo suficiente para que el coche

pasara. Maca aceleró aún más y enseguida se encontraban afuera
en la rampa de acceso. Frenó en seco y rápidamente pegó un
volantazo para girar, puso primera y salieron hacia la calle lateral.
Cuando se alejaban el tipo llegaba a la puerta y se notaba por su
rostro y sus gestos que maldecía su suerte de no haber podido
alcanzarlas.
– Llama a la policía.
– Maca, no puedo llamar a la policía contigo.
– Dile que está en tu garaje, venga. No tienes que decir que

estás conmigo.

– ¿Y cuando me pregunten, qué? ¿Cómo llegué ahí? Mi coche
está estacionado, no te olvides. – muy nerviosa, le temblaba la voz.
– Vale, tienes razón. Voy a dar unas vueltas y luego nos

vamos para mi casa, ahí nos sentamos y pensamos tranquilas.
– ¡Joder! ¡Yo sabía que se iba a aparecer a cagarme la vida! –

le caían las lágrimas mientras negaba con la cabeza.
– Tranquila, cariño. Ya vamos a solucionar esto, tranquila. –

estiraba su mano y atrapaba la de Esther, apretándola con fuerza.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Llamado a Tarifa para consultar a Nadia.
– ¿Dónde estás ahora?
– En casa de Maca.
– Vale. La cerradura del piso la hemos cambiado, no va a

poder entrar ahí. Voy a llamar a Valdez.
– Nadia, no le puedo decir que estaba con Maca o que estoy

en su casa.
– Espera, Sandemetrio me hace señas que quiere decir algo.
Esther esperaba, caminando de un lado a otro con el

“mantero”. Maca había llevado a Pedro a la cocina para darle su
papilla.

– Dice que si te preguntan digas que cuando saliste del
ascensor lo reconociste y volviste sobre tus pasos. Que decidiste
irte de tu casa ante el temor de que subiera a verte.
– ¿Y por qué no llamé a la policía desde ahí eh?
– Porque te cagaste en las patas y quisiste salir corriendo, no

se te ocurrió otra cosa. Y ahora que estás a salvo lejos de ahí
pensaste con la mente más clara.
– ¡¡Claro, en la casa de Maca!!
– Esther, vete a lo de Mar o a un hotel o a lo de Nina, no sé, a

cualquier lado.
– ¡¡¿Y cómo justifico mi cara color zanahoria de tanto sol?!!

¡¡¿Eh?!! ¡¡¿Dónde estuve, coño?!!
Nadia se daba cuenta que su amiga estaba demasiado

nerviosa como para pensar con claridad.
– Vale. Trata de tranquilizarte, no ganamos nada poniéndonos

nerviosas. A ver, vamos a hacer esto. Llámame a mi móvil oficial
desde tu móvil oficial y dime lo que te acabo de decir, como si esta
conversación no hubiera existido.
– ¡¡¿Crees que me mi móvil está intervenido?!!
– No, pero tú sabes bien lo que significa rastrear móviles y

demás, cubramos todas las posibilidades, ¿vale? Sal a caminar un
par de calles y me llamas desde ahí, que no te capte la antena de
Movistar cerca de la casa de Maca.

– ¡¡Coñoo!!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ni loca la iba a dejar sola. Vuelta a meter a Pedro en la sillita

trasera en el coche y la llevó varias calles en dirección opuesta a la
casa de “su señoría”. Cerca de un barcito, detuvo el coche.
– Me siento una criminal.
– No eres una criminal. Venga, ve al bar, pide un café con

leche y llama desde allí a Nadia. Yo me estaciono en la esquina y te
espero.
– No sé cuándo vendrá Valdez, Maca.
– Me avisas por el mantero lo que decidáis. Tranquila cariño,

vamos a salir de esto.
– ¡¡Pufff!! Quizás hubiera sido mejor que bajara y lo

escuchara.
– Ya sabemos lo que quiere, ¡¡dinero!! Y si no me equivoco,

tarde o temprano volverá a intentar comunicarse contigo. Anda, ve
y llama a Nadia, cuanto antes mejor.
Un beso suave en los labios y Esther bajó del coche. Por

suerte Pedro ya dormía plácidamente en su sillita, ajeno a todo el
drama.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Cuarenta minutos después, Valdez llegaba al bar.

– Parece que tomamos sol. – se sentaba frente a ella.
– Hola Valdez.
– Así que el pajarraco reapareció.
– Con barba y excedido de peso.
– Hambre no pasó. ¡Camarero! ¡Un capuchino! – levantaba

la mano y le gritaba el pedido al camarero – Ya ordené la custodia,
en quince minutos estarán en la puerta de tu casa.
– ¿Se habrá ido?
– No sé, Nadia me dijo el número del departamento de la

presidenta de la Comunidad, van a llamar y pedirle que les permita
entrar al garaje.
– ¡¡Pufff! – bajaba la cabeza, visiblemente agobiada.
– ¿Tienes dónde quedarte esta noche?
– ¿Dices que no vuelva a casa? Mañana trabajo y tengo que

cambiarme, tengo mis papeles y mi portafolio ahí.
– Puedes volver a tu casa. Haz cambiar la cerradura de ese

garaje mañana mismo.
– ¡Ya me veo las quejas de los vecinos por el gasto!
– Siempre se quejan de todo, ni bola.
Llegaba el camarero con el capuchino y lo dejaba frente a

Valdez, miraba la taza vacía de Esther y le preguntaba si quería
algo más.

– No, gracias.
– ¿Qué supones que querrá? – sorbo de capuchino.
– Dinero, supongo. No creo que quisiera ver a su hija, no le ha

escrito ni la ha llamado, desapareció totalmente.
– Voy a pedir al juez una orden para intervenir tu móvil y el

fijo de tu casa.
– ¡¡¿Qué?!!
– Seguramente va a intentar comunicarse contigo, a ver si lo

pescamos. Anda por la zona de Madrid, tarde o temprano lo vamos
a coger. – otro sorbo.
–¡¡Ufff!! – Esther se tomaba la cabeza con las manos.
– ¿Me vas a decir dónde tomaste tanto sol?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Valdez la dejó en el portal de su casa. La custodia había

revisado el garaje y por supuesto el “pajarraco” había desaparecido.
Maca estaba con su coche en las inmediaciones y esperó un rato
hasta aparecerse frente al garaje y entrar. La custodia no la tomó
en cuenta; mujer, con un niño en el coche, no era lo que buscaban.
– No sé si es buena idea que te quedes aquí. – le abría la

puerta del departamento.
– Coge la mochila y el bolso, voy a poner a Pedro en la cama

de Mara. Está profundamente dormido.

– Maca, no sé... – le quitaba la mochila y el bolso y los ponía
sobre el piso.
– Shh, que te va a escuchar y se va a despertar.
Unos minutos después la piloto entraba a la cocina, donde

Esther preparaba unos bocatas.
– Buena idea, tengo hambre. – la abrazaba por detrás y

dejaba un beso en su cabello.
– Yo tengo el estómago cerrado. Son para ti.
– Cariño... – metía su nariz dentro de la cabellera de Esther y

cerraba los ojos – Trata de relajarte, está la custodia, no va a volver
a aparecer.
– No sé, no sé. – negaba con la cabeza.
– No vamos a dejar que ese joputa nos arruine estos días que
vamos a pasar juntas. – apretaba el abrazo y la besaba en el cuello.
– Quizás sería mejor que nos olvidemos de esto y …
– ¡¡No!! – enérgica – Ahora más que nunca me quedo contigo,

no te voy a dejar sola. – la giraba con suavidad – No-te-voy-a-dejar-
sola. – remarcaba las palabras y la miraba a los ojos – Ahora ni
nunca.
– Maaca.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Le preparó un baño tibio con sales, la arropó en su bata, se
sentaron más calmadas en el sillón grande de la sala, logró hacerla
comer medio bocata y tomar un té, la acarició, la apretó entre sus
brazos. Esther se fue relajando y ya más tranquila habló con Nadia
[mantero a mantero].
Estaban a punto de irse a dormir cuando sonó el teléfono fijo.

Esther iba a atender.
– No, deja que conteste el contestador automático.
– Vale, tienes razón.
Invitación a dejar mensaje, bip-bip.
– Ya veo que has vuelto a ser una necia. Muy mal Esther. Esto
lo tenemos que arreglar entre los dos. Lo único que quiero es lo que
me pertenece. Pronto recibirás noticias mías. Y espero que no sigas
siendo una tonta como hasta ahora.
– ¡¡Mierdaaaa!! – se abrazaba más fuerte a Maca y hundía el

rostro en su pecho.
Nueve días antes del juicio.
Gafas negras y custodia. Suficiente para que se encendieran

todos los alertas internos de Adela.
– Hola. ¿De nuevo la custodia?
– Buenos días. ¿Alguna novedad?
Caminaban hacia el despacho, los polis iban hacia la sala

tradicional a leer el periódico y “abusar” de la cafetera.

– No... eh.... sí que... la fiscal Gut…
– Ahora la llamo, ¿algo más? – ponía la mano en el pomo de la

puerta de su despacho.
– Una denuncia a un marido por agresión a su esposa, la

abogada de oficio di…
– Eso lo atiendo ya mismo. – cogía la carpeta que le

entregaba.
– ¿Una tila?
– Por favor. Y trae un café para ti, así te comento en privado el

por qué de la custodia.
– Vale. – satisfecha, la jueza le iba a confiar lo que estaba

pasando.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Observaba a Pedro con su balde y palita en el arenero

mientras hablaba por el móvil.
– ¿Qué más puedo hacer Nadia? Me siento una inútil total.
– Lo estás haciendo muy bien, eres su apoyo y te necesita así,

tranquila, a su lado.
– Lo de tranquila lo dices tú, porque lo que es yo, estoy como

si tuviera un hormiguero dentro de mi cuerpo.
– Vale. A ver. Valdez está volcado al caso, él se ocupa de la

seguridad y de las averiguaciones.

– No sé, rastrear el llamado de anoche no sirvió de mucho.
– No creas, aunque haya llamado desde un locutorio sirve

igual. Lo están buscando en la zona, Valdez hizo actualizar una foto
poniéndole barba a Óscar, tal como se lo describió Esther, se ha
emitido un boletín a todas las unidades y eso ayuda mucho, ya
verás que aparecerá alguno que lo haya visto y dé mayores
precisiones.
– Tantos meses lo han estado buscando y al final estaba por

aquí, no lo ubicaron antes Nadia, ¿por qué tendrían más suerte
ahora?
– Porque se reactivaron los protocolos de búsqueda, se sabe

que está en la zona de Madrid, se sabe que cambió su aspecto.
¡Hombre!, ¡qué poca fe!
– No soy mujer de fe, soy mujer de hechos.
– ¡Que lo digas! Jeje. Me apunta algo Sandemetrio, espera.
Maca se levantaba e iba rápidamente a quitar la palita de la

mano de Pedro, estaba a punto de engullir una buena porción de
arena.
– Ay, cariño, ¡esto no se come! Venga, espera que te doy una

galleta.
Cogía al niño mientras sostenía el móvil entre su hombro y su

oreja, iba hasta su bolso, cogía un tissue húmedo para limpiar las
manitas de Pedro y luego le daba una galleta marinera,
regresándolo al arenero.

– ¿Estás ahí?
– Sí, intentando que mi hijo no se devore el arenero. –

escuchaba la risa de Nadia del otro lado – Ya está, venga, dime.
Se volvía a sentar en el banco, pendiente de que Pedro no

“untara” la galleta en la arena y se la llevara a la boca.
– Sandemetrio dice que ya están funcionando las cámaras.
– ¿Qué?
– Puso a sus amigos a reactivar el protocolo de vigilancia, las

cámaras que habían instalado están conectadas de nuevo al sitio
que habían armado, tienes que entrar ahí y verás lo que pasa en el
garaje, en el portal, en la calle. Te vas a sentir más tranquila si
controlas lo que pasa, qué gente anda por ahí. Si ves algo o a
alguien sospechoso, avisas a Valdez.
– ¡No tengo la dirección del sitio!
– Me dice que te la manda a tu mail “mantero”.
– Ah, vale, ¡gracias!
– ¡Jajajajaja!
– ¿De qué te ríes?
– ¡Las nenas lo están empanando a Sandemetrio! Candela se

queja que no les alcanza la arena, me dice ¡mucha panza mamá, no
terminamos nunca! ¡Jajajajaja!
– Jeje. Y eso que está mucho más delgado.

– Pero le cuesta bajar esa tripa enorme. ¡Jajajajaja! Mafalda
les ladra a las nenas, no le gusta que lo cubran con arena.
¡Jajajajaja!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Tercer llamado del día de Maca a “su señoría”.
– ¿Has comido la vianda?
– Sí, mamá.
– ¡Bien!
– Adela estaba muy interesada en saber si la había preparado

yo.
– Y seguro le habrás contado.
– ¡Claro! Le estaba diciendo que me la preparó mi novia

cuando nos interrumpieron. Venga, cuéntame de Pedro, ¿ya puso tu
despacho patas para arriba?
– ¡Qué va!
– ¿Se ha quedado tranquilito en el rincón de los juguetes?
– ¡Noo! Le ha dado vuelta el despacho a Pilar. Se ha instalado

allí, muy entretenido en sacar libros de los estantes y tirar al suelo
los expedientes.
– ¡Pobre Pilar!

– ¿Pobre? Está encantada, se escuchan las risas desde aquí.
La novedad, ya se va a cansar y me lo va a devolver. ¿A qué hora
crees que estarás de vuelta en casa?
– ¡Qué bien suena eso de “en casa”!
– Voy a preparar un postre especial.
– ¿Qué?
– Sorpresa, sorpresa.
– ¿No me vas a adelantar nada?
– ¡Nop!
– ¡Mala!
Toc-toc en la puerta del despacho de la jueza.
– Aguarda, golpean.
– Vale, pégame un toque luego.
– Vale. Besos, muak muak, te quiero.
– Ibidem.
Cortaba y contestaba al toc-toc que se repetía.
– Adelante.
Se abría la puerta y Adela asomaba su cabeza.
– Esther, hay un notario, quiere hablar contigo.
– ¿Un notario?

– Joaquín Lara.
Esther dijo mentalmente un “¡¡coño!!” a vivo “pensamiento”.
– Vale, dile que aguarde unos minutos y lo recibo.
– Esto... el apellido... ¿es pariente de tu ex?
– El hermano.
– ¿Quieres que me quede en la puerta o le diga algo a los

custodios?
– No creo que sea necesario, pero te aviso, voy a consultar.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Consultó telefónicamente a Valdez. “A ver qué te dice”,

“Óscar está en contacto con él, quizás sería bueno intervenir su
teléfono”, “Esther, hace rato están intervenidos sus teléfonos
conocidos y nada, se ve que tienen otros medios de comunicación ”,
“ahhh”, “trata de sonsacar información, tú eres buena en eso ”, “con
los casos del juzgado, con mis cuestiones soy una imbécil”, “no
creo, ayer estabas nerviosa, hoy ya te escucho como su señoría ”.
Joaquín Lara era el hermano mayor de Óscar y el encargado

de los negocios de la familia: gasolineras, una cadena de
supermercados pequeños, inversiones bursátiles y otros etcéteras
que no conocía. Hermanos y hermanas, cuñados y cuñadas, todos
trabajaban en el grupo económico familiar, salvo Óscar que se
había dedicado a su clínica.

¿Habían invertido también en la clínica? Probablemente.
Nunca se interesó demasiado en los negocios de su marido y su
familia. Al principio la recibieron cordialmente, pero a poco de ser
nombrada jueza y al negarse a usar sus “contactos” para “ayudar”
a un socio del patriarca con problemas “legales”, la relación se fue
enfriando y se fue distanciando de las tertulias en los varios chalet
de los hermanos e inclusive se excusaba de pasar alguna de las
fiestas “tradicionales” con ellos.
Desde el “tormentoso” divorcio de su ex marido, ninguno de

ellos se había interesado en Mara, ni siquiera llamados para ver
cómo estaba. Si el propio Óscar “pasaba” de su hija, ¡cómo le iba a
extrañar la actitud de los Lara Uriarte!
Casi cincuentón, pelo entrecanoso, muy bien trajeado y con

aire de “marqués”, tal como lo recordaba, Joaquín Lara ingresó en el
despacho y saludó con un “buenas tardes” tan frío como “de
forma”.
Valdez tenía razón, Esther se había recobrado de los nervios

de la noche anterior y estaba en su mejor pose de “su señoría”.
– Por favor. – le indicaba la poltrona frente a su escritorio.
– No te voy a quitar mucho tiempo. – se sentaba – Imaginarás

por lo que vengo a verte.
– Ni idea. – mentía con cara de póquer.
– Entonces te lo explico. – no le creía palabra y tensaba su

rostro ante la pose imperturbable de la jueza – Óscar quiere su
parte de los bienes gananciales.

– Perfecto. Que su abogado hable con mi abogada y
trataremos de llegar a un acuerdo.
– Sabes muy bien que por la situación legal en la que se

encuentra es imposible seguir los canales normales de acuerdo.
Esther levantaba los hombros en señal de “ no es mi

problema”.
– Mira Esther. – el hombre trataba de no mostrar enfado o

rabia – No voy a discutir la situación de mi hermano ni el hecho de
que tú eres responsable de todo esto.
– Mejor, no me convencerías de nada Joaquín, nadie obligó a

tu hermano a meterse en negocios turbios con delincuentes.
Joaquín Lara la miraba con odio en sus ojos.
– Si eres inteligente... – subía el portafolio a sus rodillas, lo

abría y sacaba una carpeta – aceptarás la propuesta y concurrirás al
lugar indicado a firmar los papeles pertinentes. – estiraba la mano
con la carpeta para entregársela.
– ¿Y si no lo soy? – se apoyaba sobre el respaldo de su

poltrona y se ponía en su posición de “evaluación”, con los brazos
apoyados en los posa-brazos y las manos en actitud de rezo, cerca
de su mentón.
– Creo que me entiendes perfectamente. – dejaba la carpeta

sobre el escritorio – Tienes los teléfonos donde ubicarme.
Cerraba el portafolios, lo cogía de su mango y se ponía de pie.

– Quiero la respuesta esta semana. Buenas tardes.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Acariciaba su cabello ondulado. Pedro dormía en su regazo

entre sus brazos, rendido de tanto ejercicio. Había literalmente
dado vuelta la habitación de Mara y Candela, sacando cosas del
ropero, bajando libros y juguetes de los estantes. Cada cosa que
bajaba o sacaba la llevaba a la sala donde estaban charlando y les
repetía, “aaaraaaa”, que después de varios intentos descubrieron
que quería decir “de Mara”.
– ¿Lo llevo a la cama? – llegaba de la cocina limpiándose las

manos con el trapo, había estado terminando de cocinar la cena,
Esther negaba con la cabeza y seguía acariciando su cabello,
mirándolo con ternura.
– Vale. – notaba que Esther estaba tranquila y prefería dejarla

así La cena estará lista en quince minutos.
– Ajá.
– ¿Una cervecita con unos jamoncitos y unos quesitos

mientras esperamos por la cena?
Esther levantaba la vista y la miraba sonriente.
– Ven para aquí. – sacaba la mano del cabello de Pedro y

estiraba su brazo hacia donde estaba Maca.
La piloto iba hacia su mano y la tomaba, poniéndose de

cuclillas a su lado.

– Te quiero. – lo decía con mucho sentimiento, emocionada
hasta las lágrimas.
– Uhh, ¡qué blandita estamos! – le daba un beso en los labios

que era más una caricia que un beso .
– Eres lo mejor y más bonito que me ha pasado en la vida

después de Mara.
– Cariiiiñooo... – apretaba su mano y fruncía los labios,

emocionada.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No fue una noche de togas ni uniformes ni pasión

descontrolada. Esther se refugió entre los brazos de la piloto y se
relajó entre sus caricias. Largos minutos en silencio, Maca tenía mil
preguntas y opiniones rondando su cabeza, pero prefirió esperar a
que Esther necesitara hablar sobre el tema.
– Quisiera firmarle el poder a Joaquín y que todo esto acabara

de una vez.
– ¿Vas a renunciar a los que te corresponde de la clínica?
– No me interesa ese dinero. Que se lo meta en el culo.
– Con tu parte de la clínica y la mitad de este piso podrías

comprar una casa, no sé si tan grande como ésta.
– La declaración dice que cuando se termine la investigación

de las propiedades, lo que quede es para mí, a cambio de lo que me
correspondería de la clínica.

– ¿Y cuánto de esas propiedades es legal?
– No sé.
– Me parece que debe ser muy poco, los Lara parece que no
tienen problema en estafar a medio mundo.
– Ajá.
– Además, dejar un poder de venta a un Lara, no sé Esther, ¿y

si no te deposita tu parte? Vende el piso, cobra el dinero y adiós, si
te he visto no me acuerdo.
– No creo.
– Pero si lo hace te quedas en la calle y sin dinero.
– En la calle no, si la vende, tengo un mes para mudarme,

alquilaré algo.
– Esther, yo pasé por eso, con mi familia. Julia tuvo que hacer
un juicio para cobrar la herencia de mi abuela. Y has visto cómo me
la pagan, en cómodas cuotas. Yo no tenía responsabilidades en ese
momento, me daba igual. Pero tú.... tú tienes a Mara. Los Lara son
tan o más mafiosos que mi familia.
– Ya. ¡Ufff!
– No te agobies. – apretaba su abrazo y besaba su frente –

Hay otras opciones. Valdez tiene razón, tu ex está desesperado por
cobrar y volar, quizás a vivir en otro país. ¿Por qué no pensamos
algo?

– Maca, lo que tengo ahorrado no paga ni un cuarto de lo que
espera cobrar. Y un crédito hipotecario lleva tiempo, gestiones,
papeles, informes. No lo puedo sacar en tan poco tiempo, además
sólo podría sacarlo por mi porción del piso y eso requiere que Óscar
esté de acuerdo.
– La tasación del piso que te dio, busquemos otra.
– Es de una inmobiliaria importante de Madrid.
– Busquemos otra, de un banco, como si fueras a pedir un

préstamo hipotecario sobre la casa y hagamos una oferta en dinero.
– Te dije que... – se percataba recién adonde apuntaba Maca

¡¡No!! El dinero que tienes en tu cuenta es para tus aviones y el
hangar y todo eso.
– Esther, tengo todo cubierto por un tiempo largo. Mientras tú

puedes gestionar tu crédito hipotecario y cuando te lo den, me
devuelves el dinero.
– ¿Y si el banco tarda mucho? Están dando pocos créditos

hipotecarios, ¿no has leído los diarios?
– Esther, eres jueza y estás poniendo de garantía tu

propiedad, no vas a pedir el total del valor de este piso. Venga, no
le busques la quinta pata al gato.
– No Maca, es muy arriesgado y tú necesitas ese dinero para

tus aviones, para tu trabajo.
– ¿Te has emperrado no? – sonriente.

– Emperrado no, soy consciente.
– Y yo una irresponsable.
– No quise decir eso, pero eres... eres... muy impulsiva.
– Cariño... – acercaba la boca a su oído y le hablaba con su

mejor voz de terciopelo – Reconozco que soy impulsiva, pero lo he
pensado bien. Tú, en tres meses, tienes tu crédito acordado. Si
quieres mañana te muestro mis cálculos, ¿te lo vas a pensar un
poquito, jmm?
¿Alguien se puede resistir a decir “sí, me lo voy a pensar” en

esas condiciones?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ocho días antes del juicio.
Su abogada pasó por el juzgado para conversar el tema,

Esther le había faxeado los documentos el día anterior.
– No necesito decirte que este acuerdo es totalmente

desfavorable.
– Lo sé, pero quiero terminar esto lo antes posible. Quiero

darle su parte del piso y no verlo nunca más.
– Vale, entiendo. Pero…
– Mar, hasta que no cobre su dinero lo voy a tener detrás mío

y no necesito decirte que es capaz de cualquier cosa para lograrlo.
Hasta de secuestrar a Mara.

– Tienes custodia, no se va a atrever.
Esther negaba con la cabeza.
– No puedo vivir mirando por sobre mi hombro, con dos

policías pegados a mis talones, además... hay.... hay …
Mar se quedaba mirándola fijo.
– Hay una persona.
– ¿Estás saliendo con alguien? Esther, estás divorciada, no

estás cometiendo ningún delito que te pueda reprochar.
Esther cogía aire.
–Esto es difícil de contar. Pero necesitas saber en qué estoy

metida. Estoy ... estoy enamorada.
– ¡Bien! No sabes cuánto me alegro. – sonreía.
– De .... de una mujer.
– Ah. – arrugaba los hombros – ¡¡¿Y?!! Si tienes temor por la

custodia de la niña, no creo que pueda quitártela, aunque te toque
un juez dinosaurio de la inquisición.
– Esta mujer es... es.... puff, ¡qué difícil es!
Entre “puffs” y “buffs” le relataba la historia de su relación

con la piloto.
– Como ves, Óscar no es el único que ha hecho algo ilegal.

– ¡Hoxtia! ¡Ni punto de comparación Esther! Aunque sí, tienes
un problema gordo y si tu ex llegara a saberlo pues... vale, veamos
qué se puede hacer para cerrar un acuerdo rápido. – bajaba la vista
a revisar de nuevo los documentos del acuerdo.
Esther sonreía.
– Gracias por comprender Mar.
– Nada más ver tus ojos hablando de tu comandante, ¡como

para no comprender que estás loquita por sus huesos! Me
encantaría conocerla, por lo que dices, es todo un personaje, jeje.
– Anoche... eh... me ha hecho una propuesta.
– ¿Sobre el acuerdo?
– Ajá.
– Venga, cuenta.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Valdez escuchaba atentamente a Esther mientras tomaba el

capuchino que Adela le había preparado.
– Mi abogada dice que hay que presentar el acuerdo a la

jueza para que lo apruebe. Y que el poder que Óscar le ha dado a su
hermano no es específico, es general, no menciona explícitamente
eso.
– ¿Entonces?

– Va a comunicarse con Joaquín Lara y le va a decir que
aceptamos las condiciones, pero que voy a pagarle su parte de este
piso de acuerdo a la valuación que haga el banco. Y que necesita un
poder especial.
– Vale, quiere decir que los Lara se tendrán que encontrar

ante un notario para que le firme el nuevo poder.
– No necesariamente, Óscar puede hacerlo con un notario y

enviárselo por correo a su hermano.
– Pero tenemos al hermanísimo bajo vigilancia más estricta,

vamos a poner a este notario ante el que ha hecho el anterior poder
bajo la lupa. – señalaba la copia del poder que Esther le había
entregado.
– Espero que podáis seguirlo, Valdez.
– Y también está la ruta del dinero.
– Supongo que usarán una cuenta en algún paraíso fiscal, no

sé si servirá de algo eso.
– ¿Cómo lo sabes?
– Hace un tiempo escuché que los Lara tenían cuentas en las

Islas Caimán.
– Bueno saberlo. Quizás podamos evitar la transferencia

desde aquí. Voy a conversarlo con la división de delitos económicos,
recuerdo haber leído un caso en que se les impidió el giro
financiero, déjamelo a mí. ¿Cuándo le vais a comunicar todo esto a
Lara?

– Mar tiene un amigo en el BBVA, apenas tengamos la
valuación de la propiedad, habla con Joaquín.
– Vale. Avísame enseguida.
Esther asentía con la cabeza.
– Una pregunta. ¿De dónde sacas el pastón para pagar esa

fortuna?
Cinco días antes del juicio.
Los días siguientes fueron menos tensos. Maca estaba

satisfecha porque podía ayudar a su chica y se desvivía en
atenciones “caseras” para que Esther se relajara. Su señoría se iba
calmando con los avances del plan y gozaba de las pequeñas
caricias “caseras” y de la vida en común.
El viernes por la mañana, Mar se presentó en el juzgado con

la valuación de la propiedad que le había entregado su amigo del
BBVA. Era un estimado en base a la ubicación del piso, metros
cuadrados y años del edificio, menor que lo tasado por la
inmobiliaria de los Lara y más acorde con un posible crédito
hipotecario.
– Bueno, a ver qué contesta a esto. – miraba el folio que le

había entregado Mar.
– ¿Lo llamo ahora?
– Sí, cuanto antes mejor. Voy a avisar que no me interrumpan.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

– Señor Lara,el acuerdo debe pasar por la jueza, consulte con
su abogado, es así en casos de divorcio. [..…] – Esther la miraba
seria, Joaquín le ponía pegas a todo – Las partes tienen preferencia
para adquirir la otra mitad de las propiedades que forman parte del
acervo de bienes gananciales, es así, de nuevo, consulte con su
abogado. [..…]
Esther suspiraba. ¿Qué negociado tendrían en mente los Lara

que objetaban tanto la compra por parte de Esther?
– La tasación es de un banco, no la estimación de una

inmobiliaria que quiere ganar un negocio y habla de sumas
siderales para convencer a un posible vendedor. [.....] Usted sabe
muy bien que luego, cuando no se vende, le dicen que hay que
bajar el precio. [..…]
Mar miraba a Esther esperando una señal si debía negociar

un precio más alto que la valuación del BBVA. Esther negaba con la
cabeza.
– Señor Lara, no se olvide que mi cliente está resignando la

valuación accionaria de la clínica de la parte que le corresponde de
bienes gananciales. [....] ¡Por favor, ni usted se cree eso! Es
consciente que lo que resulte de esa investigación es un acertijo y
que lo más probable sea que no alcance ni para comprar un kilo de
pan. [...…]
Esther le hacía una seña con la mano, cruzándola en su

cuello.

– Señor Lara, esta es la respuesta a la propuesta que entregó
a mi cliente. Dejaremos entonces que decida el juez y le anticipo
que ningún juez va a aceptar la postura de su hermano de que mi
cliente cobre su parte de bienes gananciales de propiedades que
fueron el resultado de una estafa del señor Óscar Lara y que están
bajo investigación judicial. [..…] – Esther asentía con la cabeza – Le
recuerdo señor notario que le avisé que grabaría esta conversación
y esta tarde mismo iré al juzgado a denunciar sus amenazas a mi
cliente. [..…]
Esther agachaba la cabeza, tentada de la risa. ¡Qué buena

litigante era su amiga Mar!
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
– ¡Ernestina! ¡Qué gusto escucharte! Me tienes abandonaíta.
– No digas eso Maca, no quería molestaros porque estáis de

luna de miel, ¿no?
– Jeje. ¡Claro!
– ¿Qué tal se porta mi niño?
– ¡Uh! Tu niño es un bicho, antes que vuelvan las nenas

tendremos que ordenar todo muy bien, no ha dejado cosa sin sacar
de los estantes y armarios.
– Ays, ¡qué ricura! Cuando vuelva me lo como a besos, mi

churriiiii... ¿Lo tienes ahí contigo? ¿Qué está haciendo?
– Ahora, durmiendo una siesta. Hace un rato, volvió loca a mi

abogada, estuvo dedicado a su bolso, lo ha vaciado en el piso. Pilar

se dio cuenta demasiado tarde, le llamaba la atención tanto
silencio. ¡Claro! Había sacado su estuche de cosméticos y jugaba
con los pinceles y el rubor. Y por supuesto, probó su lápiz de labios.
– ¡Noo!
– No le gustó parece, lo escupió pero tiene los dientitos rojos.
– Ay, llévalo al médico, a ver si se intoxica.
– Lo consulté por teléfono, me dijo que si lo escupió no hay

problema, que le limpiara bien los dientes. ¡Ah, lo que me ha
costado!
– ¡¡¿Le has sacado fotos?!! ¡¡Dime que sí!!
– Yo no, pero sí Pilar, que no paraba de reírse. Apenas me las

pase te las envío.
– ¡No te olvides! Ejm, esto.... Maca.
– Dime.
– ¿Qué le pasa a Esther?
– ¿A Esther? ¡Nada! ¿Por qué?
– Esta mañana la llamé al Juzgado, le pregunté si sabía algo

del joputísimo y le temblaba la voz.
Maca se quedó muda un instante.
– Te has quedado muda.

– Eh... No, es que ... ¿por qué se te ocurrió preguntarle por él?
Está fugado, hace rato no se sabe nada de él.
– Un sueño raro que tuve anoche. Y tú me confirmas que algo

pasa.
– ¿Yo? A ver Ernestina, no pa…
– Maca, quiero la verdad, a ti también te conozco los tonos de

voz.
– ¡Ufff!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Como todas las tardes, apenas abría la puerta Pedro dejaba

los juguetes e iba caminado a paso firme hacia ella, alegre y
sonriente con su “¡té... té... té!”. Literalmente, el enano la
derretía.
Dejaba su cartera en el suelo y se apresuraba a levantarlo.
– ¡Hola Pedrín! – lo empezaba a besar y a acariciar su cabello

– Así que te has comido el lápiz de labios, ¡bandido! ¿Estaba rico?
Seguía besándolo cuando Maca aparecía sonriente en la sala.
– ¿Para mí no hay nada?
– Luego, primero Pedro. ¡Muak!
– Espero que guardes un beso para tu madre. – aparecía

detrás de Maca.
– ¡¡Mamá!! ¡¡¿Qué haces aquí?!!

En ese momento sonaba el móvil oficial de Esther que estaba
en su bolso.
– Venga, dame a Pedro y atiende.
–Vale. – miraba extrañada a su madre mientras le entregaba

el niño a Maca – ¿Ha pasado algo mamá?
– ¿Te parece poco el joputísimo?
Se agachaba a sacar el móvil del bolso y mientras se

levantaba con el aparato cuestionaba a Maca con la mirada.
– Mar, dime.

Broken Wings C45

Cargado por

Información del documento

Título original

Derechos de autor

Compartir este documento

Compartir o incrustar documentos

Opciones para compartir

¿Le pareció útil este documento?

¿Este contenido es inapropiado?

Copyright:

Broken Wings C45

Cargado por

Copyright:

45

Después de la “crisis de ausencia”, Esther se decidió a

Diez días antes del juicio

La última quincena de agosto llegó con algunas novedades.

Por el lado de Maca, no sólo Julia y Guastavino se tomaron

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

Pasar dos semanas en casa de Esther era también un desafío

Pero eso sólo no bastaba. Maca hizo una lista de cuestiones a

– Falta algo. – leía atenta la lista.

Esta charla se desarrollaba en el parque mientras las nenas

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

– No, claro. Yo pensaba traerlo por la mañana, con el fresco.

– Ah, claro, vas a usar un coche de alquiler. ¡Bien! Pero no

– Muchos están de vacaciones Carmen.

– Pero queda casi la mitad de la comunidad.

– Verdad pero falta algo.

– Maca, lo del muchacho del delivery verde está bien para

– No, no, vestida normal. – sonreía.

– ¡Ya está! ¡Ya sé lo que falta! – Encarna parecía haber

Mayúscula sorpresa para Esther cuando la pasó a buscar ese

Se subió al coche de alquiler sin mirarla mucho, no quería

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

Maca esperaba paciente que se “dignara” mirarla, a ver qué

– ¡Hola mi niño! ¡Muak! – le tiraba un beso – Cuando

Ahora sí miraba a su chica.

Boquiabierta, ad-miraba a la piloto. Se había teñido de un

– Espero que te guste y no me abandones por esto.

Si agregamos un atuendo de pantalón y camiseta de colores

– ¡Qué guapa estás!

Esther se olvidó del garaje, los vecinos y la mar en coche. Se

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

Ese fin de semana “solas” -con Pedro- en la casa de la sierra

– ¡Venga! Estamos solas. – le guiñaba un ojo mientras se

– No sé Maca, si nos ve alguien.

– El muro es alto, la puerta está cerrada, si tocan el timbre me

La convenció fácilmente. Y Esther le reconocería después que

– Lo hice con Mara y resultó bien, no seas cagueta. –

– Ay, madre primeriza. ¡Ya está! – lo levantaba de su sillita.

– Tú también eras primeriza.

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

Se iba con el niño hacia la piscina, Maca la seguía detrás con

– Anda, métete tú primero así te lo paso y se siente en

– No sé eh. – obedecía, se metía en la piscina y estiraba los

– Vale. – se lo entregaba y se metía ella también – Ahora

– ¡No lo suelto! – la interrumpía.

– ¡Mujer!, ahora no. De a poco, que se vaya soltando él solito

Media hora después “da-da” Maca estaba a punto del

– ¡Qué bien huele eso! – regresaba de cambiarse en el baño y

– No es mérito mío, lo preparó Sam, traje suficiente comida

– ¿La papilla de Pedro? – miraba hacia un costado y otro de la

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

– ¡Claro! Pedro, Esther te da de comer hoy. – iba hacia la mesa

– Té... té.... té... – la señalaba con la galleta y le sonreía.

– ¡¡Me llamó Esther!! ¡¡Me llamó Esther!! – en estado de

– Eso parece. – sonriente, se había girado a mirarlos a ambos,

Domingo al anochecer, regreso a casa. Al piso de Esther.

– Tres kilos de crema me voy a poner. – accionaba el mando

– Te dije que usaras el protector solar de Pedro, es el mejor.

– Así nunca cojo bronceado.

– Ahora has cogido color zanahoria intenso. ¡Qué digo

– ¡Mala! ¡No es para tanto! – le daba un golpecito en el brazo.

BROKEN WINGS- Novela por entregas de Sam Baires © - 2021

– ¡Espera! ¡Hay otro auto estacionado!

– ¡¡¿Qué?!! ¡¡Hay que joderse con los vecinos!! ¡¡Por qué...!!

El auto estacionado era un BMW negro y había una persona

– ¡¡Mierda!! ¡¡No puede ser!!