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El origen social del programa

arquitectónico
 

Autor: JAIME FERNANDO CRUZ BERMÚDEZ

RESUMEN:
Toda obra arquitectónica tiene como origen y finalidad responder a las necesidades y
aspiraciones de espacio de la sociedad, identificando este hecho con la habitabilidad
arquitectónica; la cual depende de la cultura, del lugar y del momento histórico en que se
manifieste.

Para lograr reconocer el contenido de la habitabilidad, es necesario realizar una


investigación propedéutica que identifique el destino de los espacios, su ubicación y su
economía

Se presentan algunos comentarios sobre la forma de interpretar el programa arquitectónico


señalando que en esta etapa se busca definir las intenciones de las obras arquitectónicas
más que elaborar una lista de requerimientos, contando para tal fin con las herramientas de
investigación de la Psicología.

INTRODUCCIÓN:
El presente documento surge de la lectura del Arquitecto José Villagrán García,
principalmente de los textos titulados "La estructura Teórica del Programa Arquitectónico"
y "La morfología de la forma". Tiene como intención hacer una recapitulación de sus ideas
y señalar las aportaciones que las Ciencias Sociales en general y la Psicología en particular
pueden hacer al tema.

Para muchos profesionales y maestros de arquitectura José Villagrán es un autor fuera de


época. Para los profesionales, durante su práctica, no hay mucho tiempo para reflexionar
sobre los planteamientos expuestos por Villagrán o cualquier otro, la reflexión parece algo
inútil. Por otra parte algunos docentes se confunden la teoría con las corrientes de estilo
actuales, sin observar que una cosa es la manera de dar forma expresiva a las obras
arquitectónicas y otra es la manera de explicarlas.

Ante estas circunstancias deseo retomar el sentido de teoría con una finalidad académica,
entendiéndola como una síntesis comprensiva de los conocimientos que una ciencia ha
obtenido en el estudio de un determinado orden de hechos. Observando que los
conocimientos no son modas, son razonamientos que se demuestran con hechos y
argumentos que, mientras no se encuentren hechos o argumentos que los nieguen o
modifiquen, continúan siendo válidos independientemente de su época

Es por esta razón que interpreto a Villagrán, porque sus argumentos son eficientes, aún
cuando hay nuevas aportaciones que le complementan, como a continuación se expondrá.

El analizar el programa arquitectónico tiene pertinencia debido a la falta de bibliografía y


de acuerdo sobre lo que es y contiene. Además de que tiene una importancia fundamental,
ya que representa la primera etapa de concepción de la obra arquitectónica, la que orienta,
establece los criterios del proyecto y los parámetros para evaluar la eficiencia o no de los
resultados del mismo.

Cabe observar que al analizar el programa arquitectónico desde la perspectiva de Villagrán


no representa un método de diseño, plantea las herramientas teóricas de un método de
investigación para identificar las metas que deberá seguir la composición arquitectónica,
representa el proceso conceptual inicial de identificación y concepción de las exigencias
que la obra debe responder para satisfacer integralmente las necesidades de habitabilidad de
la humanidad.

Desde luego el planteamiento y desarrollo de estas ideas implican una definición de la


arquitectura y del proceso de concepción que pueden ser ampliamente discutidos. El
presente trabajo no pretende una posición acabada sólo busca participar de la reflexión que
requiere el tema.

LA FINALIDAD Y CAUSA DEL PROGRAMA


ARQUITECTÓNICO
Para entender qué es el programa arquitectónico, es importante ubicar su origen y su
propósito, es decir identificar no sólo las causas de forma mecánica, sino exponer la lógica
a la que responde. Sólo a partir de estas aclaraciones se podrá entender el contenido que
tiene el hacer arquitectura, su teleología.

La finalidad y causa de la arquitectura es construir espacios habitables es decir espacios en


los que el hombre y la sociedad puedan satisfacer sus necesidades de espacio de forma
integra y plena. Por tal motivo su origen es el hombre y la sociedad, eso resulta obvio, sin
embargo es importarte explicar ¿de qué manera los edificios y ambientes deben satisfacer
las necesidades espaciales de forma integral? ¿de qué manera se puede transformar el
espacio natural y el espacio cultural, para obtener edificios y ciudades en que el hombre
habite?.

La habitabilidad debe ser la finalidad de todo programa arquitectónico, porque cuando deja
de estarlo, las formas construidas no son arquitectura, así respondan a otros fines que, como
la habitabilidad, puedan ser esenciales.
La habitabilidad no se refiere sólo a los espacios construidos interiores y cerrados, sino a
todos los espacios que en la amplia connotación arquitectónica abarca los delimitados como
los delimitantes ( los muros y el espacio que contiene), tanto edificados como naturales o
paisajísticos. LA HABITABILIDAD ES LA CATEGORÍA ESENCIAL DEL
PROGRAMA ARQUITECTÓNICO.

LA IDENTIFICACIÓN DE LA HABITABILIDAD
ARQUITECTÓNICA
Para conseguir este fin es necesario entender a la cultura y utilizar este conocimiento para
la elaboración de los espacios arquitectónicos. En este proceso intervienen diferentes
factores que a continuación se explicarán:

EL DESTINO Y LA LEY CRONOTÓPICA


Lo que todo arquitecto necesita hacer para iniciar su trabajo es conocer qué es lo que se
desea construir, este hecho parece simple, sin embargo, es necesario que el arquitecto
defina con que fin se piensa edificar, el destino que una obra tendrá, lo cual depende del
lugar y el momento histórico en que se encuentre.

Un hecho común es simplificar esta labor a través de prototipos, como si automáticamente


al utilizar un modelo se lograra el éxito. La experiencia demuestra su fracaso a través del
rechazo de la sociedad.

Enrique del Moral en su obra "El Hombre y la Arquitectura" publicado por la UNAM
señala que cuando el arquitecto impone sus criterios genera obras estériles, carentes de
significado social. Así el primer paso que debe dar el arquitecto es entender la necesidad
espacial del habitante, lo cual sólo podrá lograrse cuando el propio arquitecto tenga
conocimiento de la forma en que vive una cultura y manifiesta su personalidad. Observando
que la comprensión del problema espacial va mas allá de la cultura, ya que de no lograrse
este fin las inconveniencias se manifiestan en lo económico cuando los espacios, al no
responder a las expectativas de los habitantes, pierden valor o, cuando las construcciones, al
no responder a las demandas de la sociedad, se vuelven un conflicto político.

Para iniciar la explicación de cómo responder a las demandas de espacio y definir el


contenido de las obras arquitectónicas, su destino, Villagrán invita a considerar lo que el
llama Ley Cronotópica. En ella explica que todas las culturas son únicas y aún cuando
llegan a compartir tiempos o espacios que las identifican, el desarrollo de cada una de ellas
es diferente.

Cabe observar que el problema de la diversidad cultural también lo vive cada individuo; el
mismo arquitecto vive este proceso y le imprime su personal estilo a su trabajo de manera
que aun él mismo debe llegar a conocerse.
Para que un arquitecto pueda realizar su trabajo necesita entender cuáles son las creencias,
y las conductas espaciales de los habitantes, porqué actúan de determinada manera, de qué
manera juzgan los hechos y ubican los objetivos de su vida cotidiana, sin conocer esto
actuaría a ciegas. Aún cuando sepa que tiene un encargo específico su imaginación no
podrá operar conociendo sólo la idea del edificio, el destino aisladamente no resuelve en su
totalidad el problema, La construcción será diferente de acuerdo al lugar en que se ubique,
no sólo por el clima, también el suelo y la cultura del lugar lo afectarán.

El habitante y aún arquitecto reaccionan diferente dependiendo del momento histórico que
viven y del lugar en que se encuentran, por esta misma razón el destino adquiere diferentes
perfiles según su ubicación espacial y temporal.

Es muy importante observar que toda cultura se da en el tiempo y el espacio, de tal manera
que al variar cualquiera de estas coordenadas varía toda la cultura, cambiando en sentido
progresivo o regresivo pero cambiando al fin. A partir de estos cambios es posible observar
cómo se manifiesta la identidad y la evolución cultural o la imposición y la confrontación
cultural.

Al planteársele un problema, a cualquier arquitecto, es ineludible intuir una forma. Si, por
ejemplo, se le solicita construir una casa, lo primero que se le ocurre es formular una idea
personal de que es una "casa". Si desarrollara su trabajo sólo a partir de ese arquetipo caería
en los errores antes señalados por lo que, a partir de esta idea, de este arquetipo, es
necesario preguntarse todas las particularidades para salirse de él y penetrar en la
concreción de lo particular. Preguntarse por ejemplo:

¿ Para que se vaya a usar esta casa?

¿ Qué tipo de casa quieren?

¿ Qué capacidad tendrá?

¿ Que forma de vivir tendrán las personas que las habiten?

La conciencia de qué es lo que necesita contener el espacio para satisfacer las necesidades
del habitante, identificar las exigencias espaciales no es fácil ni inmediato a la conciencia.
Es un hecho más práctico que racional.

El contestar a las preguntas anteriores no es suficiente para dar un cabal sentido a las
exigencias del espacio, es necesario hacerse otras elementales preguntas al lado de ¿El para
qué? También es fundamental conocer ¿ el dónde? El lugar en que se vaya a construir un
espacio no es un elemento fundamental para definir la finalidad, como ya se explico el
principio básico de la demanda se encuentra en el hombre y la sociedad, sin embargo no se
podrá dar cabal respuesta a él sin entender el lugar en que se ubica el habitante. Su clima,
topografía y geología. Estos aspectos determinan las diversas manifestaciones de la cultura
y las diversas formas constructivas que resuelven las dificultades que el medio ofrece para
alcanzar un espacio más habitable para el ser humano.
El problema del arquitecto es hacerse consciente de lo que el habitante vive, para lo cual
tiene que realizar una indagación.

Concretamente, señala Villagrán que, la ley de cronotopos aplicada al programa, o sea A


LA IDENTIFICACIÓN DE LAS EXIGENCIAS ESPACIALES QUE DEBE
SATISFACER UNA OBRA POR PROYECTAR, se expresa diciendo que: a cada tiempo
histórico y a cada espacio geográfica, corresponde un Programa propio y a la inversa: todo
Programa esta determinado por su ubicación, tanto en el espacio como en el tiempo. En
otras palabras, cada Programa se estructura acorde con su ubicación cronotópica y,
consecuentemente, ningún programa puede pertenecer a un tiempo ajeno al suyo o un
espacio diferente del propio, independientemente de que, en un momento dado, las culturas
de dos espacios geográficos diferentes coincidan y sus determinantes físicos coincidan
también por igual. Las variaciones están supeditadas a las actitudes vitales humanas ante la
cultura que las anima.

SUBJETIVIDAD Y OBJETIVIDAD, EL PROBLEMA Y


EL PROGRAMA
Cabe observar que la ubicación cronotópica provoca diversas relaciones entre la
subjetividad del arquitecto y las condiciones objetivas en que se presenta el problema de
espacio que demanda una intervención arquitectónica.

Lo objetivo de las determinates espacio temporales se ve filtrado por lo subjetivo del


habitante y al mismo tiempo por la subjetividad del arquitecto. Estos determinantes son
aprendidos por él y se proyectan sobre el programa elaborando un "diagnóstico". una
primera imagen de conocimiento, un principio de creación, fruto de la idea que se hace el
arquitecto del problema, y por lo mismo cargada de subjetividad y de una objetividad
relativa, pues el diagnóstico está basado en los determinantes de origen que plantean el
problema.

La subjetividad y objetividad son categorías del programa arquitectónico, observando que


está determinado por el problema, ambos permanecen correlacionados pero independientes
entre sí, el problema es aprehendido por el arquitecto y el programa es el resultado de esta
aprehensión (se realiza un análisis y se llega a una síntesis, se identifican las partes y
posteriormente se elabora un juicio).

Son tres los elementos que se presentan en este proceso de identificación de la


habitabilidad: el problema objetivo (en el que se encuentra presente la subjetividad de la
cultura y la objetividad del medio en que se ubica) el arquitecto como sujeto (que filtra
también subjetivamente, de acuerdo a su formación y personalidad el problema objetivo) y
finalmente el programa que adquiere así un carácter subjetivo y objetivo simultáneamente.

El arquitecto filtra las ideas del problema en dos medios, uno el de la cultura en que se
mueve y otro en su personalidad.
La cultura reinante establece finalidades circunstanciales basadas en los modos de vivir y
de edificar, y después pasa por estas mismas circunstancias por la personalidad del
arquitecto. Esto provoca estilos, marca épocas, identifica a las culturas y hace que la
arquitectura sea tan diversa como la humanidad misma.

"Estas sencillas reflexiones muestran que el problema está fuera del arquitecto y que sólo
compete su aprehensión (no sólo intelectual, también emocional) y su proyección en el
programa propiamente dicho para, de este primer paso de la creación proseguir hacia los
otros dos tiempos de este trascendente proceso":

1. Vivencia
2. Identificación de las exigencias expresivas de la sociedad (Diagnóstico)
3. Formación de ideas

El carácter objetivo del problema coloca al arquitecto frente a él y no dentro de él. Es el


problema por sí, a mediación del cliente genérico y de los asesores que funjan en su
planteamiento, el que proporciona al arquitecto el cuadro frente al que formula el
cuestionario que su preparación y talento le inspiran, con la idea de captar de la mejor
manera la totalidad de determinantes que posee dicho problema, a través de su personal
evidencia, lo investiga, incursiona por él y al final elabora su primer paso creador que es el
programa. Este proceso de investigación es lo que denominamos propedéutica
arquitectónica por la similitud que este estudio tiene con las propedéuticas médica y
quirúrgica pre - operatoria; pues ambas tienden a la obtención de los datos sintomáticos a
través de los cuales el médico y el cirujano establecen su diagnóstico para de ahí plantear el
tratamiento que convenga seguir con el paciente.

El arquitecto procede de manera semejante. A partir de su vivencia llega a la composición.

Es necesario cuidar de imaginar al arquitecto como la fuente de solución a todo problema


que se le plantee, es fundamental conocer el problema antes de intentar una propuesta.

Todo programa, en su aspecto general se refiere por lo visto a una serie de determinantes y
fines esenciales que proceden del habitat y de la cultura; de tal modo que el arquitecto de
todos los tiempos ha aprendido estos determinantes en lo geográfico – físico y en lo
geográfico cultural; pero no debe perder de vista que en todos los casos, frente a estos dos
macizos haces se alza la misma cultura como orientadora y nervio o alma de estructuración,
de su aprehensión y, cosa importante, de su autocontemplación.

LA ECONOMIA DE LA OBRA ARQUITECTÓNICA


Dentro de los aspectos que debe indagar el arquitecto no se puede pasar por alto conocer
¿Con qué recursos se cuenta para hacer la obra? conocer la cantidad de recursos financieros
con los que se cuenta para realizar el trabajo. Solo al poseer la cabal respuesta a estos tres
puntos se dispondrá de los elementos necesarios para poder concebir una idea, en la
imaginación primero, en el papel después y finalmente en la construcción misma.

COMENTARIOS FINALES
Villagrán expone que un programa es: " el conjunto de exigencias que debe satisfacer una
obra por proyectar" Resulta de vital importancia entender ese conjunto de exigencias.

Por lo expuesto se puede entender que las exigencias representan lo que el arquitecto
identifica como demanda espacial, después de conocer las necesidades y aspitaciones
espaciales del habitante, el lugar en donde piensa ubicar el espacio con que busca satisfacer
su exigencia espacial y los recursos con los que cuenta. Villagrán critica el que se elabore
una lista de carácter económico o funcional de lo que el edificio necesita tener debido a que
esto provoca que el programa arquitectónico pierda su contenido y se convierta en un
conjunto escasamente elocuente de datos sin significado y sin análisis. A Villagrán le
interesa que el programa identifique lo que culturalmente, simbólicamente, necesita el
espacio adquirir como contenido, que esta identificación motive y oriente el proceso de
composición y construcción de la obra. Es obvio que lo económico y funcional deberá estar
presente, pero es fundamental que el arquitecto palpe los propósitos y deseos que el
habitante desea alcanzar con el espacio.
Las preguntas simples y fundamentales acerca de

¿ Qué ?

¿ Para qué ?

¿ En dónde ?

¿ Con qué ?

deben ser resueltas por el arquitecto para determinar claramente las exigencias de
habitabilidad que orientarán todo el proceso arquitectónico.

Quizás el problema está en la palabra programa, entendiendo con ella un modo de ordenar
actividades, como un anuncio o exposición de lo que se piensa hacer. Quizás sea más
conveniente hablar de Intenciones Arquitectónicas. Eso es un punto que deberá analizarse
en la academia y que por ahora sólo queda como un comentario.

Otro aspecto importante a destacar es el planteamiento de resolver de forma "integral" las


necesidades humanas al exponer expresa su inquietud porque el hombre encuentre
satisfacción a su condición física, biológica, social, psicológica, y estética. Sólo al
satisfacer todos los requerimientos se lograría una completa habitabilidad y una concepción
total de las necesidades.

La identificación de estas diferentes dimensiones de la habitabilidad no es tarea fácil, sobre


todo los elementos psicosociales y estéticos, en los que la cultura manifiesta el modo de
pensar y juzgar, al grado tal que modifican el juicio de lo físico y biológico dependiendo de
la formación social en que se desarrollado una manera de pensar. Es necesario hacer
algunas observaciones más sobre estos aspectos.

La manera de valorar un espacio construido, no depende de criterios únicos y universales,


al observar en diferentes épocas, diversas manifestaciones de ser y vivir, se encuentran
diferentes maneras de dar contenido y expresión a las obras arquitectónicas, de manera tal
que la manera de evaluarlas no depende de lo que personalmente piense un crítico, depende
de la correcta ubicación en el tiempo y el espacio de la obra y de la correspondencia entre
las necesidades y aspiraciones de la sociedad con los espacios que construyó.

APORTACIONES.
Para que el arquitecto defina sus intenciones profesionales o los criterios de evaluación de
un espacio construido, es fundamental que reconozca qué necesita o desea el habitante del
espacio y que contenido le da.

Esto no es tarea fácil y desde la perspectiva de Villagrán depende de la sensibilidad artística


del profesional pues estas aspiraciones y necesidades son de carácter espiritual, con un
contenido de diversidad infinita. Y en efecto lo son, pero es oportuno recurrir a lo que la
Psicología puede aportar para llegar a identificarlas.

Existen diversas herramientas que permiten reconocer la manera en que perciben los
habitantes su espacio y la manera en que lo evalúan, las cuales pueden ser de utilidad al
arquitecto, dependiendo del adecuado uso de las mismas.

Los mapas cognoscitivos, las redes semánticas, la simulación de ambientes, la observación


conductual, las escalas de actitud, son algunas de ellas.

Estas técnicas de carácter psicométrico, formuladas por una disciplina en formación como
la Psicología Ambiental, no encuentra aún su lugar en el campo profesional de la
Arquitectura debido a la falta de orientación de los objetivos de una y otra, mientras que
para la psicología el problema es identificar sus categorías de análisis (hacinamiento o
satisfacción por ejemplo) o en el mejor de los casos explica la interacción del hombre y su
espacio de manera general, para la arquitectura su problema fundamental es la concepción
del contenido que el espacio requiere tener, analiza también la relación del hombre con el
espacio pero de forma muy particular en las obras arquitectónicas. Sin embargo la
necesidad de vincular a una y otra está planteada en el discurso mismo de la arquitectura y
es ineludible su articulación.

JAIME FERNANDO CRUZ BERMÚDEZ

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 
Otros trabajos del autor:

LAS NECESIDADES ESPACIALES DEL HOMBRE

EL ANÁLISIS PSICOSOCIAL EN LA ARQUITECTURA

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