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LA ARQUITECTURA NEO-INDIGENISTA

MEXICANA DEL SIGLO X I X

Por Elisa Garcia Barragän

Como es bien sabido, las ültimas decadas de la arquitectura


mexicana del siglo XIX, fueron marcadamente afrancesadas, sin
embargo, formas goticas, romänicas, italianizantes, mudejares y
prehispanicas resurgen con abundancia en la ciudad de Mexico, y
en las principales ciudades del pais durante el ultimo tercio del
siglo pasado y principios del presente, por obra y gracia del movi-
miento romäntico y del eclecticismo que aqui, al igual que en
Europa, caracterizo a la arquitectura decimononica. Eclecticismo
que incuestionablemente derivaba de la «libertad en el arte» pre-
gonada por Victor Hugo y de la filosofia eclectica de Coussin; en
suma, un conjunto de ideas importadas por los arquitectos mexi-
canos que perfeccionaban sus estudios en el Viejo Mundo. La
libertad que se refleja en las construcciones de las postrimerias
del siglo, fue fomentada por la reforma que en el plan de estu-
dios de la carrera de arquitectura, establecio el arquitecto italiano
Javier Cavallari quien ocupa a partir de 1857 la direccion de esa
disciplina en la Academia Nacional de San Carlos de Mexico; esta
innovacion, consistio en introducir en dicho plan, la cätedra de
Historia de la arquitectura y del arte, lo que facilito a los alumnos
el proyectar en cualquier estilo, y no solamente cefiirse a las
formas cläsicas, y les permitio, asimismo, ver con simpatia y
como dignas de estudio todas las culturas en las que, como su
maestro les decia, podian encontrar aportaciones valiosas. Si en
un principio, la corriente romäntica les hizo preferir el medievo,
posteriormente se inclinaron por los asuntos prehispänicos, orien-
tales etcetera, hasta que triunfo mas tarde en todo su apogeo el
eclecticismo.
De modo que, si el eclecticismo, era una causa logica del
«espiritu de asimilacion» del hombre decimononico, y se daba en
el, de una manera que pudieramos llamar inconsciente, tambien
resultaba una solucion välida, si bien no definitiva, mientras se
encontraba un estilo propio con peculiares caracteres de originali-

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dad, que era lo que se buscaba con la implantation de los revivals


y, en el caso particular de Mexico, con el movimiento «neo-indi-
genista» „
Despues de la intervention francesa, el maestro Ignacio Manuel
Altamirano aconsejaba a los artistas y escritores, que tomaran
como fuente de inspiration la historia, las costumbres y el paisaje
de Mexico. Al hacerse eco de las predicas de Altamirano, algunos
de ellos volvieron sus ojos al pasado prehispänico y quisieron
engrandecer la figura de los heroes indigenas. En 1877 el notable
y polifacetico escritor Vicente Riva Palacio, entonces activisimo
Secretario de Fomento, inclinado tambien hacia la corriente
nacionalista decidio continuar el embellecimiento de la ciudad y
puso gran empeno en hacer del Paseo de la Reforma uno de los
sitios mäs atractivos de la capital. Para este objeto expidio una
convocatoria invitando a los artistas mexicanos a presentar un
proyecto en honor de Cuauhtemoc. El plan triunfador fue el
enviado por el ingeniero D. Francisco M„ Jimenez quien entrego
su trabajo con el lema « Verdad, Belleza y Utilidad», en el que se
cumplian los ideales artisticos de ese momento: verdad historica,
belleza artistica y utilidad moral, sintesis de lo que entonces se
anhelaba debia comprender una obra de arte de la magnitud de la
que se iba a realizar. El triunfo de Jimenez era merecido y emplea-
ria acertadamente el repertorio formal de esa corriente que se ha
llamado neoindigena. Riva Palacio ordeno la inmediata ejecucion
del proyecto. El 5 de mayo de 1878 se coloco la primera piedra
del monumento a Cuauhtemoc.
El ingeniero Jimenez no vio terminada su obra; fallecio el 17 de
abril de 1884 y le reemplazo en la direction de los trabajos el
ingeniero don Ramon Agea, quien encomendo la parte escultori-
ca al magnifico escultor Miguel Norena. Despues de sortear algu-
nas dificultades, el monumento se inauguro el 21 de agosto de
1887, en la segunda glorieta del Paseo de la Reforma (foto 1).
Jimenez empleo en la construction del monumento, formas y
motivos inspirados en la arquitectura del antiguo mundo indige-
na, principalmente de Tula y de Mitla. La estatua de Cuauhtemoc
y el bajorrelieve que representa la prision de este tlacatecutli,
fueron obra de Norena, en tanto que el bajorrelieve del tormento
lo realizo Gabriel Guerra, uno de los mas destacados discipulos

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de Norefia. Los cuatro jaguares emplumados que poseen un caräc-


ter antiguo y muy original, son de Epitacio Calvo„ La figura de
Cuauhtemoc, majestuosa y monumental en sus concepciones es la
mejor representacion del indigenismo academico del siglo XIX.
Este conjunto de estilo «neoindigena», ademäs de su originalidad
es de una excelente armonia por las proporciones y la discretion
de sus formas, y en el, aparte de su signification historica y
politica se encuentra una acertada fusion de lo clasico y de lo
mexicano que lo hace unico y grandioso. Justino F e r n a n -
d e z senala con entusiasmo que dentro de esa modalidad: «No
produjo nada mejor la Academia; basamento y estatua son la
cuspide artistica del indigenismo acadέmico del siglo XIX.»
Cuauhtemoc y esta su representacion escultorica, que alcanza
la mäs elevada categoria artistica nos lleva a pensar que aqui se
hace realidad el verso fulgurante de Lopez Velarde:

Joven abuelo: escuchame loarte,


unico heroe a la altura del arte.

El primero que emocionado, describe el monumento es el


historiador Francisco S ο s a, en un opusculo publicado con
motivo de la inauguration titulado: «Apuntamientos para la
historia del monumento a Cuauhtemoc» „
En su folleto S ο s a hace una minuciosa resena de esa edifica-
tion, y se detiene complacido en las referencias relacionadas con
el mundo antiguo y las construcciones prehispanicas que sirvieron
de inspiration a Jimenez.
Ante la novedad y grandeza del monumento, la critica le fue
muy elogiosa, Todavia un ano despues, en el periodico « El Siglo
Diez y Nueve» del 11 de octubre de 1888, en el articulo titulado:
«Paseos vespertinos del reporter del Siglo Diez y Nueve. La
Reforma» se encuentra la impresion que causo el monumento
por su mexicanidad.

Es el: Cuauhtemoc, el äguila que desciende; el monumento levanta-


do a su grandeza es el mas bello especimen de arquitectura autoctona,
todo en el lleva el sello de la nacionalidad y por eso es la construccion
que mäs atrae. Ahi todo es mexicano.

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Domina y remata el monumento — dice el reportero — la figu-


ra del noble emperador de Serena y tranquila faz y de altivo con-
tinente y asegura que el monumento es el mas vivo testimonio

. . . de la reivindicacion de las tantas veces conculcados derechos de


una raza, gloriosa por la vida del pasado, pero relegada hoy a un rango
que mucho lo asemeja a los parias orientales ο a los ilotas del mundo
helenico.

En muchos de los escritos de esos anos, al interes historico y


arqueologico que despiertan las ruinas prehispänicas, se unen arti'-
culos periodisticos en los que, viajeros ο reporteros, entregan
conmovidas päginas producto de la impresion que esas magnificas
edificaciones les produjeron al contemplarlas. Es indudable que
toda esa literatura mueve a algunos arquitectos a proclamar la
creacion de una arquitectura nacional, inspirada precisamente en
los monumentos del mundo indigena.
El atractivo que la arqueologia debe tener para los arquitectos
y la constante relacion que estos tienen en los descubrimientos
arqueologicos, asi como lo imprescindible de su concurso para
«vencer las dificultades» que de continuo se presentan en las
exploraciones de ese tipo, son expuestas con amplitud por Luis
S a 1 a ζ a r, arquitecto e ingeniero, el primero en abundar sobre
esos problemas en una serie de escritos que con el titulo «La
arquitectura y la arqueologia» fueron publicados primero por la
Secretaria de Fomento en 1898 y un ano mäs tarde en julio,
agosto y septiembre de 1899 por la prestigiada revista «El arte y
la ciencia». En ese trabajo S a 1 a ζ a r insiste en que:
Lo original, lo inventado, lo nuevo si se produce, esta concebido
con los elementos preexistentes siendo incuestionable que nada se
puede crear de la nada.. . La imitacion, la adaptacion de formas pasa-
das, es un perenne material de renovacion. No hay para la arquitectura
mejor leccion de libertad de originalidad que el anälis de las antiguas
construcciones, pues el le permite conservar reminiscencias sugestivas,
jamas opresivas . . . en consecuencia es un error creer que la arqueolo-
gia lejos de ser util perjudica a la originalidad de la concepcion artisti-
ca.

Las anteriores consideraciones, venian a cuento porque a S a -


1 a ζ a r le interesaba defender el proyecto que junto con los
arquitectos Jose M0 Alva y Vicente Reyes, habia presentado a

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concurso para edificar el pabellon mexicano de la Exposition


International de Paris de 1889; sin embargo, esos entusiastas de la
antigüed mexicana no triunfaron y en lugar de su plan se ejecuto
otro de inspiration mäs furiosamente prehispanizante, obra del
arquitecto Antonio M. Anza y el arqueologo Antonio Penafiel.
Con generosidad S a 1 a ζ a r describe ambos proyectos en los
articulos antes mencionados.
Este arquitecto inicia su prolija relation con un elogio al pro-
yecto del Cuauhtemoc de Jimenez y pasa luego a describir el
pabellon de Anza (foto 2):

. . . exhibia en el exterior una feliz representation del antiguo


Teocalli de los mexicanos, ricamente decorado con ornatos cuya pure-
za fue inteligentemente elegida, y con altos relieves historicos y simbo-
licos.
Una escalinata principal, caracter de los antiguos templos, conduce
al portico donde se encuentran las cariätides, cuya forma fue tomada
de un estudio arqueologico hecho en Tula por el Dr. Penafiel. Lleva
por remate el portico el simbolo del sol, Tonatiuh, presidiendo la
creacion de Cicpatli, representante de la fuerza fertilizadora de la
tierra.

En los pabellones laterales, Penafiel y Anza colocaron relieves


historicos y mitologicos, hechos por el excelente escultor Jesüs
Contreras, que se encontraba becado en Paris. Contreras, pese a
no simpatizar con el estilo neoindigena del pabellon se vio obliga-
do a realizar los relieves, curiosa muestra del eclecticismo de esos
anos y asi quedo ornado el edificio con representaciones del rey
Izcoatl, Chalchihuitlicue, diosa del agua, Xochiquetzal diosa de
las artes, Cuauhtemoc el joven guerrero, etcetera.
No obstante su exotismo y originalidad el pabellon mexicano
no gusto en Paris. S a 1 a ζ a r se explicaba esta incomprension
debido a que Anza y Penafiel: « . . . habian tendido ha hacer una
restauracion, con elementos exclusivos del arte Tlauica, dentro
de las reglas del pasado y con las exigencias modernas.»
El anterior comentario le sirve para subrayar las excelencias
de su propio proyecto (foto 3), del que dice estaba inspirado en
la arquitectura de las razas mäs civilizadas que poblaron lo que
hoy es la Republica Mexicana. Sostiene que su plan poseia una
estructura novedosa ya que las proporciones de los monumentos

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antiguos «se encuentran en pugna con las ideas actuales en mate-


ria de estetica».
Los detalles ornamentales de su esquema fueron minuciosa-
mente senalados por S a l a z a r y pese a que de la lectura de los
mismos, se desprende im verdadero embrollo arquitectonico, en
su obra S a l a z a r trato de hacer congruente, lo «moderno»
con el pasado indigena, lo que se deduce, no de la narracion que
hace, sino de la fotografia que del proyecto publica Israel Κ a t z-
m a n en su libro «Arquitectura Contemporänea Mexicana»
(INAH), Mexico 1964, (vease foto 3).
S a l a z a r ensu larga exposicion detalla el proyecto:

La fachada principal presenta un motivo central saliente, en donde


tres grandes claros permiten el ingreso al edificio; el perfil que afectan
recuerda el puente de Nachan en Palenque. Entre estos claros hay una
especie de almohadillado de placas sobrepuestas, calcado de la pirami-
de de Papantla, y encima de este almohadillado un pequeno cornisa-
mento ornamentado con una greca de paletas sacado de la obra de
Lord Kingsborough, para determinar la separacion de un tablero senci-
llo, en cuyo centro se pusieron unas cabezas de Tigre copiadas de la
figura en barro que existe en el Museo Nacional.

Tan complacido quedo de su proyecto S a l a z a r que acon-


sejaba a los nuevos arquitectos:

Que avanzaran resueltamente en esta nueva via; que se ensayen


combinaciones ineditas aün cuando resulten desgraciadas, que no se
detengan por las imperfecciones que sobrevengan. Hay que alentar
incondicionalmente todo lo que tienda a innovar la rutina. Mexico en
el pasado vio nacer y morir una arquitectura propia, de verdadera
originalidad, llena de grandeza y de sencillez en su construccion y de
riqueza en su ornamentacion; y es preciso que halländose en las monu-
mentales construcciones arqueologicas que tenemos, se pase al campo
de la accion creando una arquitectura moderna nacional.

La respuesta a todos esos afanes indigenistas, fue inmediata; en


el siguiente numero de la revista « El arte y la ciencia» de noviem-
bre de 1899, en el articulo: « Arqueologia y arquitectura mexica-
na» , firmado intencionalmente con el seudonimo T e p o z t e -
c a c o n e t z i n C a l q u e t z a n i , el arquitecto y arqueologo
Francisco R o d r i g u e z senalaba que la tendencia indigenista

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se habia hecho mäs palpable a partir de 1895. Reunido en esta


capital el XI Congreso de Americanistas, fue a partir de entonces
cuando algunos ingenieros (lease entre lineas S a l a z a r y com-
pania) y arquitectos, en busca de un estilo genuino y nacional
que se llamaria pomposamente arquitectura mexicana volvian sus
ojos a las ruinosas y vetustas construcciones de arquitectura de
epocas, en las que, tal como insistia T e p o z t e c a c o n e t z i n
C a l q u e t z a n i , las formas de arquitectura de epocas preteri-
tas expresaban necesidades y costumbres que resultaban inope-
rantes para 1899.
C a l q u e t z a n i admitia su empleo en monumentos, y el
mismo fue autor de un interesante proyecto de un monumento
de tipo neo-indigena para la plaza central de Tepoztlan, que nun-
ca se llego a construir. Pero si bien aceptaba ese tipo de fäbricas,
consideraba a todas luces ridiculo el edificio que se levanto en
Paris para la exposition de 1899, que tan duros juicios suscitara
de arquitectos de renombre international como Gamier.
Mientras tanto, en algunas ciudades de la Repüblica, la arqui-
tectura y los heroes prehispänicos inspiraban otros monumentos.
En la ciudad de Mexico, la representation de los guerreros azte-
cas Ahuizotl e Izcoatl, esculpidos por Alejandro Casarin, eran
colocados el 16 de septiembre de 1891 a la entrada del Paseo de
la Reforma, con gran disgusto de los citadinos, que apoyaron una
virulenta campana en su contra, argumentando el horrendo con-
traste de esos colosos con el afrancesado Paseo. Las tenaces criti-
cas fueron oidas hasta agosto de 1901 en que los guerreros bauti-
zados con el nombre de «indios Verdes» marcharon hasta un lugar
mäs lejos del Paseo de la Reforma en donde se levantaron sobre
sendos pedestal es de estilo may a obra del arquitecto Guillermo
de Heredia.
El Paseo de la Reforma, estuvo a punto de sufrir otro atentado
indigenista en contra de su homogeneidad: Israel Κ a t ζ m a η
comenta en su libro «Arquitectura del siglo XIX en Mexico»,
(UNAM), Mexico 1973, p. 206, que en 1898, se constituyo una
compania, dedicada a construir, especificamente, edificios neo-
aztecas y anuncio incluso la realization del primero en esa aveni-
da. Parece que por fortuna, la compania no tuvo exito y el Paseo
conservo todavia durante algun tiempo su aspecto y caracter
europeos.
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La semilla indigenista, continuaria dando sus frutos hasta muy


entrado el presente siglo; otros muchos casos podrian citarse pero
lo que en rigor significan todos esos exotismos, es la libertad de
los arquitectos, frente al estilo unico de la Academia, que en los
Ultimos anos del siglo XIX y primeras decadas del presente, llevo
a muchos de esos artistas a dar gusto a la sociedad para la que
trabajaron y realizar asi obras de interes dentro del evocador
estilo del mundo indigena, ambito en el cual, los arquitectos
trataron de encontrar la tan anhelada originalidad, la formula
propia, definida y nacional que llevara a la arquitectura mexicana
a alternar con la de otros paises en un plan universal.

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ÄiiiW«« .

Ftg. /.· Monumento a Cuauhtemoc (Ciudad de Mexico).

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Fig. 3: Proyecto del Pabellon de Mexico en la Exposiciön International de Paris. Ingeniero


Luis Salazar. 1889.

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