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Premio Nacional de Literatura MEC (1996)

Mención al mérito gráfico Cámara Uruguaya del Libro


(1994-1995)

ALFAGUARA H
© Del texto: 2001 FERNANDO GONZÁLEZ
De las ilustraciones: 2001 FERNANDO GONZÁLEZ
De esta edición:

ALFAGUARA

2000 EDICIONES SANTILLANA SA


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José Crespo, Rosa Marín, Jesús Sanz

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• Santillana, SA
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otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

ISBN: 9974-671-02-7

Hecho el depósito que marca la ley.


Impreso en Uruguay. Printed in Uruguay.
Primera edición: Marzo de 2001, 1000 ejemplares.
Fernando González

El Hacedor
de pájaros

ALFAGUARA H
A Carmen y Maximiliano,
estrellas del camino.
Dicen que hace mucho, mucho
tiempo, el mundo era una roca
sin vida.

Entonces llegaron los Hacedores.

Unos dicen que eran magos;


otros, sabios señores,
inventores,
hechiceros
o simples artesanos.

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Con sus manos hábiles y precio-
sas hacían cosas maravillosas.

Había Hacedores de fuegos,


Hacedores de azufre, de carbón y
de sal.

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Había Hacedores de flores, de ár-
boles frutales y paisajes matinales.

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También Hacedores de fieras, de
insectos, de arañas y caracolas.

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Todo lo hacían,

todo lo creaban,

todo lo nacían.

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El Hacedor de pájaros hacía pája-
ros:

aves bellas y majestuosas de


largas plumas de mil colores,
grises gorriones de vuelo tímido,
nerviosos colibríes,
lánguidas cigüeñas,
esbeltos cisnes
y muchos más.

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Amaba sus creaciones como si
fueran sus propios hijos; diseña-
ba sus formas y sus vuelos con
sumo cuidado y memorizaba
cada uno de ellos sin olvidar nin-
guno jamás.

Así los conocía:


por su tamaño, por su forma y
por su modo de volar.

Fueron pasando los años y el


Hacedor de pájaros fue haciéndo-
se más y más viejo…
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Un día despertó sin ver. Sus ojos se
habían apagado de tanto trabajar, de
tanto mirar.

“¿Cómo veré a mis hijos?”, lloraba.


“¿Cómo distinguiré a mis pájaros?”,
se lamentaba

y sólo el viento lo escuchaba.

18
Corrió el viento a hablar con su
amigo, el Hacedor de música, y le
contó lo que había oído.
19
El Hacedor de música, conmovido, decidió
visitar al artesano pajarero.

Partió rodeado de dulces tonadas y amables


melodías.
—Supe de tu pena —dijo el Hacedor de
música—, ¿puedo ayudarte de algún modo?
—¿Cómo veré a mis pájaros?, ¿cómo los
distinguiré?, ¿cómo sabré cuándo vienen y
cuándo van? —se desahogó el ciego.

El otro pensó y pensó hasta que llegó una


idea.
Con notas, silencios y sonidos tejió durante
toda la noche y, a la mañana, convocó a todas
las aves.

Una vez reunidas obsequió a cada una un


canto propio, diferente, perfecto…
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Ahora, cuando cae la tarde, el
Hacedor de pájaros y el Hacedor
de música pasean lado a lado,
bajo los árboles frutales…

escuchando a los pájaros,


viendo sus cantos,
sintiendo a la música volar.

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Agradecimientos:

A Jorge Ambiado (diseñador de la primera edición


de El Hacedor…), por sus ideas, su creatividad y su
amistad.

A Sergio López Suárez, quien prestó desinteresada-


mente algunos de sus personajes para que par-
ticipen como extras en este libro.

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