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espectadores del arte, a una mirada desenfrenada y superficial, la velocidad reina en las
obras maestras del cine hollywoodense, una imagen tras otra sin darle tiempo al
pensamiento de hilar una idea clara sobre lo que sucede, tal cual sucede en la realidad, así
que para un espectador acostumbrado a ese tipo de películas sentirá un terrible agotamiento
y aburrimiento si se atreve a ver una pieza, por breve que sea, ese cine que no tiene la
influencia de la industria capitalista del cine que reina en occidente. Si bien pueden darse
temas similares en esos dos casos, la forma de abordarlo será siempre radicalmente
diferente. Este es un detalle que debe tenerse en cuenta, existe una deuda insalvable con ese
tipo de cine no comercial y que proviene de otras latitudes. A estas obras se llega como
El sabor de las cerezas es uno de esos casos en los que el desconocimiento total de
polvareda de la camioneta del señor Badii. Digo que tal vez no sea un obstáculo para su
comprensión puesto que el tema tratado sigue siendo, a pesar de todo, universal: la elección
(decisión) entre vida y muerte, la debacle final del hombre. Es el suicidio el motivo
que en las primeras escenas vemos a uno hombre buscando ayuda, la incertidumbre
acompaña al espectador hasta las conversaciones que tiene con las personas a las acude
de origen afgano y un taxidermista de origen turco; en cada uno hay una forma distinta de
enfrentar esa decisión. La dicotomía entre vida y muerte se pone en evidencia en las
conversaciones que sostiene el señor Badii con estos personajes, pues los tres “defienden la
realidad en la que están sumergidos, ya que ninguno de ellos es tiene ostensible riqueza.
Aquí no importan los pretextos, en primer plano está enfocada la acción y la forma en que
será llevada a cabo, poco interesa la aparente debilidad del protagonista frente a la
Mientras observaba su tumba recién cavada también le dirigía su mirada a esas aves
de carroña que seguramente habría de alimentar con su cuerpo inerte, tal vez esto haya
motivado su búsqueda. Pero, seguramente sí nos habla de una situación de poder sobre el
suicidio, ya que la existencia ha sido excesivamente insoportable, por lo menos hay una
“estilo propio” para su deceso, tal vez pretendiendo tener control, y este no es un detalle
menor puesto que es una cobarde reivindicación, pues escoge una forma en la que le era
necesario realizar un peregrinaje en busca de alguien que se atreviera a enterrar a un
suicida.
La película es un largo peregrinaje, una búsqueda por caminos áridos y rocosos, por
esto tampoco se puede ignorar el recorrido de ese “ojo narrativo” que es el objetivo de la
búsqueda; la cámara sigue casi todo el tiempo al señor Badii y se limita mucho al mostrar a
sus interlocutores, sin embargo, hay una larga escena en la que no está enfocado él sino su
sombra sobre la tierra, las piedras y el estampido de estas al caer, la duda y la resignación
Tal, creo, es uno de los momentos más dramáticos de la obra, junto con la
película, entre otras cosas, y pone al descubierto la ya notable debilidad del protagonista
frente a su destino, por esto es una película incómoda para nuestros ojos occidentalizados.
Es entonces una obra que requiere de una atención detallada para ir develando las
intenciones del director y del protagonista, esa posición incómoda puede dotar de una