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Proxima 4 · primavera

CONTENIDO

EDITORIAL ............................................. Pág. 02

Oferta Irresistible, de Yoss


Ilustrado por Pedro Belushi ........................ Pág. 04

A Su Imagen, de Teresa Pilar Mira


Ilustrado por Néstor Toledo....................... Pág. 22

Regalo Perrito, de Juan Guinot Tapa: “El Centinela”, de Guillermo Vidal


Ilustrado por Augusto Belmote .................. Pág. 29 Contratapa: anuncio del próximo número

Hambre Blanca / historieta completa es una re-


Guión de José Napoli vista trimestral dedicada a la difusión del
Dibujos de Adrián Ruano .......................... Pág. 35 género Fantástico y la Ciencia Ficción
producidos en el mundo hispanoha-
blante. Es una publicación sin fines de
lucro. Las colaboraciones no son pagas.
Las Artes Genéticas, de Max Sznaider ...... Pág. 39 Los autores, tanto escritores como ilus-
tradores, mantienen los derechos sobre
sus obras. Los nombres y situaciones
aparecidos en los relatos son ficticios.
Cualquier semejanza con la realidad es
Genev y El Dragon, de Néstor Toledo pura coincidencia.
Ilustrado por Diego Aballay ....................... Pág. 44

Anoche-Ser, de Adrián M. Paredes Dirección:


Laura Ponce
Ilustrado por Dario Torres .......................... Pág. 57
Diseño y Dirección de Arte:
Bárbara Din
CORREO DE LECTORES ......................... Pág. 65 Logísitca:
Martín A. Ramos

Correo y Colaboraciones
ILUSTRADORES ..................................... Pág. 67 edicionesayarmanot@yahoo.com.ar

PROXIMAMENTE
Adelanto de Entrevista a Solano López....Pág. 68 ediciones ayarmanot

DICIEMBRE 2009
EDITORIAL
PRIMAVERA

Hace unos días, mirando el contenido de este número antes de cerrar la edición,
recordé la tarde lejana en la que el coordinador de un taller literario, a quien yo le había
dicho que me interesaba escribir Ciencia Ficción, me respondió: “¿Para qué? No hay
nada más que decir sobre eso; es obvio que después de “2001” el tema está agotado”.
Me acuerdo del modo en que la frase me golpeó, me dejó sin palabras; yo sabía que no
podía ser cierto, pero lo decía alguien supuestamente autorizado, y como una verdad
que no admitía réplica... Volví a casa y me senté frente a la biblioteca, contemplé los
casi setecientos volúmenes, muchos de Ciencia Ficción, buena parte de ellos escritos y
publicados después de “2001: A Space Odyssey” (1968), la mayoría dedicados a lo
mejor que puede hacer un libro: encender la imaginación, poner la mente en
movimiento, incentivar la especulación y empujarnos más allá de los límites de lo
conocido. Y al final sonreí, convencida de que lo único obvio era que ese taller no era
para mí.
El contenido de este número es clara evidencia de que aquella afirmación de que el
tema “estaba agotado” no podía ser menos cierta.
Y también lo es la mera existencia de .
Porque esa existencia se sostiene en la convicción de que, además de la rica tradición
que la antecede, hay hoy por hoy una interesante y variada producción en la Ciencia
Ficción de habla hispana, producción que merece ser difundida y alentada.
Con éste, completamos los cuatro números del primer año, y mirando hacia atrás
podemos decir que hemos vivido días interesantes, llenos de desafíos y nuevas
experiencias, de asumir riesgos y de confirmar que valía la pena hacerlo; ha habido uno
que otro sinsabor, es cierto, pero el saldo final es muy positivo y nuestros anhelos
están intactos.
Emprendimos este proyecto con el deseo de generar un espacio nuevo y diferente,
con el deseo de llegar a un público distinto y de lograr que cada vez más gente quisiera
participar.
Es una alegría ver que, sin prisa pero sin pausa, eso está sucediendo.
Como una primavera, que una vez iniciada no puede volver atrás.
Por esa razón, no se dejen convencer por los que —desde hace mucho, mucho
tiempo— vienen profetizando el fin o el sin sentido de esto que tanto nos gusta. La
Ciencia Ficción es un modo de mirar y de analizar el mundo y a nosotros mismos, de
tratar de entender los cambios y lo que nos depara el futuro, como especie, como
sociedad y como individuos.
¿Cómo podría ser un tema agotado?
Lean, piensen, escriban, debatan, mantengan la mente abierta; todavía hay mucho
por decir y por hacer dentro de la Ciencia Ficción.

Laura Ponce
OFERTA IRRESISTIBLE
YOSS

Para Aymara, “mi niña”,


que también me dio la idea original de esta historia.
Para Gardenia, flor manzanillera,
que vió nacer el texto
Timeo danaos et dona ferentes.
(Temo a los griegos incluso cuando hacen regalos)
Laooconte, Eneida, Virgilio

¿NEW YORK?, SIGLO XVII durante los años 1970, llegó a albergar a hasta
En 1626 Peter Minuit, gobernador de la colo- un millar de habitantes, pero en la actualidad,
nia de Nueva Holanda, compró a los pieles rojas después del cierre de las minas de cobre, apenas
la isla de Manhattan, vocablo que en lengua al- cuenta con medio centenar.
gonquina significa "Isla de las Colinas", por el La ciudad será comprada por unos cinco mi-
precio de 60 florines (aproximadamente 24 dóla- llones de dólares (algo más de cuatro millones
res-oro). de euros), con fondos federales, por un centro
La población original del asentamiento la especializado en la formación en la lucha contra
componían unos 270 blancos, más un número los efectos del terrorismo, New Mexico Tech.,
no contabilizado de indios. Originalmente su precisa la publicación.
denominación iba a ser Nueva Ámsterdam, pero Playas "tiene todas las características de una
en honor al duque de York, hermano del rey Car- pequeña ciudad americana contemporánea: igle-
los II, se le dio la que aún conserva. sias, banco, clínica, incluso un campo de béis-
bol", explicó al periódico Van Romero, un res-
NEW YORK, 2007 ponsable de la industria minera de Nuevo Méxi-
El Departamento estadounidense de Seguridad co.
Interior va a comprar una ciudad fantasma en el Unos 90.000 agentes de servicios de seguridad
estado de Nuevo México para hacer de ella un han sido entrenados a este efecto por New
centro de entrenamiento en la lucha contra los Mexico Tech., desde el atentado con bomba de
efectos del terrorismo, según informó hoy el dia- 1995 contra una dependencia federal de Okla-
rio The New York Times. homa City.
Playas, construida por una compañía minera
en el desierto al norte de la frontera mexicana

ProximA | 4
LA HAYA, 2026 —Ejem… ejem —intervino discreto Romino
—¡Su propuesta está fuera de toda considera- Parodi, el primer ministro italiano, permanecien-
ción! ¡Es simplemente ofensiva! —se acaloró do juiciosa y modestamente sentado: con su re-
Dieter Van Rijn, poniéndose de pie y adoptando choncho metro con sesenta, no era rival siquiera
de modo casi automático el mismo tono histrió- para la altura del sudafricano, ni mucho menos
nico que en sus más famosos discursos como para la del extraterrestre. Soltó de carretilla, co-
Secretario General de la ONU. Su espigado me- mo temiendo ser interrumpido—: Supon-go
tro con noventa realzaba no poco su actitud de- que, considerando el tiempo con que fueron ad-
clamatoria—: ¡Comprar Venecia! ¡qué tontería! vertidos del tema de esta reunión, todos habrán
¡qué prepotencia! Quiero que conste en acta la tenido oportunidad de informarse al respecto, y
más enérgica y formal protesta de la humanidad para nadie será un secreto que, desgraciadamen-
en pleno… te, ni siquiera las subvenciones de la ONU y el
—Dieter, querido, nosotros no usamos actas sofisticado sistema de gatos hidráulicos y diques
—le recordó al sudafricano el Comprador Smith, flotantes con compuertas móviles que instaló
flexionando los 18 largos y serpenteantes dedos hace diez años la UNESCO están logrando sal-
de sus manos contra sus interminables antebra- var la Perla del Adriático. El mismo calentamien-
zos espinosos, en un gesto que aumentaba su to global que está derritiendo los glaciares y los
semejanza con una mantis religiosa al acecho, lo casquetes polares ha elevado tanto el nivel de
que resultaba incluso más inquietante para los los mares que con cada marea alta la Plaza de
humanos que su hábito de dirigirse a todos fami- San Marcos ya queda bajo dos metros de agua y
liarmente por su nombre de pila. —Nuestras los peces nadan en el patio del palacio ducal.
memorias eidéticas las vuelven inútiles. Y espero Todavía percibimos ingresos considerables del
que ni siquiera ustedes sean tan idiotas como turismo por concepto de recorridos guiados en
para permitir que estas conversaciones secretas botes neumáticos por las calles semisumergidas,
queden registradas de algún modo. Además, pero está claro que en cuanto la humedad em-
Dieter, te recuerdo que antes de hablar en nom- piece a carcomer la mampostería de los viejos
bre de toda la humanidad deberías permitir que palacios, la ciudad se irá deteriorando de modo
sus colegas expresaran su punto de vista. A fin irreversible… y también nuestra recaudación. Por
de cuentas, ellos también tienen sus propios in- eso la propuesta de los Compradores nos resulta
tereses en el asunto, ¿no? especialmente interesante… claro que tendría-
La estructura anatómica del Comprador Smith mos ciertas condiciones, como un porcentaje de
y sus semejantes era básicamente humanoide: las ganancias futuras del complejo, una vez res-
dos brazos, dos piernas y una cabeza con dos taurado… a fin de cuentas, estaría siempre en-
ojos y una boca. Pero tanto su perfecto acento clavado en territorio de la península ¿no es así?
inglés como sobre todo aquella sensual voz de —Romino —señaló cansinamente Smith—ya
contralto resultaban más bien incongruentes con dejamos en claro que no pensábamos sacar Ve-
el verde de su piel, sus largos y delgadísimos necia de la Tierra o del Sistema Solar, ni siquiera
miembros guarnecidos de filosas espinas, y so- ponerla en órbita. Ni la vamos a usar para jugar a
bre todo sus más de tres metros de altura; inclu- los escondidos o practicar técnicas de invasión.
so sentado, su cabeza de afilados rasgos preda- Nos gusta como está, rodeada de agua… y no
dores se alzaba bastante por encima de la de sumergida en ella como estará pronto, algo que
Van Rijn. ustedes los humanos parecen incapaces de im-
Por si fuera poco, la única vez que uno de pedir. Por supuesto, los turistas podrán seguirla
ellos, el Comprador Ivánov, aceptó someterse a visitando, y quienes ya vivan allí seguir habitán-
un examen detallado con rayos X, los anatomis- dola. Ni siquiera vamos a elevar los alquileres…
tas y zoólogos humanos descubrieron conster- que ya son astronómicos, por cierto. La ciudad
nados que tenía siete corazones que no impul- se quedará muy tranquilita en la Península Itáli-
saban sangre, sino una especie de linfa incolora, ca, y lo que ingrese del turismo seguirá yendo a
lo que parecían a todas luces catorce pulmones parar íntegramente a las siempre vacías arcas del
y, lo más raro de todo, ningún órgano de fun- Estado Italiano. Solo planeamos elevarla dos me-
ción reproductiva reconocible. tros y medio, máximo tres, por encima de su ni-
Definitivamente eran alienígenas en toda la ex- vel actual, de modo que de nuevo pueda cami-
tensión de la palabra.

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narse por sus calles y no se vuelva solo un her- los visitantes preferían emplear algún tipo de te-
moso recuerdo… hundido. leportación para visitar los sitios que les intere-
—Ah… pues muy bien —dijo Parodi, y son- saban en la superficie.
riendo encantado, especuló—: Incluso pudiera Por supuesto, únicamente tras haber demos-
ocurrir que la cantidad de visitantes aumente. trado satisfactoriamente que no representaban
Como además del valor histórico tradicional de ningún riesgo de contaminación biológica, soli-
la ciudad, se habrá vuelto una prueba palpable citado respetuosamente permiso a las autorida-
del poderío y la buena voluntad de nuestros des correspondientes… y sobre todo, pagado
amigos venidos del cosmos… con generosidad por el privilegio: hasta el mo-
Van Rijn ni siquiera miró al italiano, pero sus mento la humanidad había recibido de ellos un
labios murmuraron algo en afrikaaner que sonó par de miles de kilómetros de cables con propie-
muy parecido a “miserable adulador mercena- dades superconductoras a temperatura ambiente
rio”. cuya tecnología de fabricación aún intrigaba a
—Y ¿las tecnologías implicadas en ese… le- los científicos, pero que ya estaban revolucio-
vantamiento, no resultarían peligrosas para la nando la energética y las comunicaciones.
seguridad de la zona, el país o incluso el plane- Además de espléndidos, los Compradores re-
ta? —intervino el hasta aquel momento silencio- sultaron ser turistas bastante discretos... por su-
so tercer participante humano en el cónclave, el puesto, todo lo que entes verdes de tres metros
general norteamericano de cuatro estrellas Wi- de altura pueden ser considerados discretos. Al
lliam S. Fatton, líder de las fuerzas de la OTAN. principio lo impresionante de su aspecto había
Smith giró hacia él su rostro de ojos enormes y sido suficiente para disuadir a la mayoría de los
muy separados, nariz pequeña y prominentísimo curiosos humanos de acercárseles, pero pronto
mentón y sonrió, mostrando su dentadura: una los buscadores de emociones fuertes empezaron
apabullante colección de colmillos largos y pun- a estrechar el cerco a su alrededor, hasta que un
tiagudos como agujas que resultaba cualquier psicópata trató de tocarlos en el Gran Cañón del
cosa menos amigable y aún tenía preguntándose Colorado… y no fue golpeado, ni mordido, ni
a los biólogos humanos cómo hacían los Com- siquiera rechazado por un campo de fuerza, sino
pradores para no desgarrarse la lengua a cada que simplemente se esfumó sin dejar rastro.
palabra. —Willy, querido; no creas que no Inmediatamente los responsables de tal des-
comprendo tu alarma. Usaremos campos anti- aparición ofrecieron sus más sentidas disculpas
grav, por supuesto. No hay otro modo, ya uste- por su “extrema e invencible paranoia en cues-
des probaron sin éxito todos los demás. Pero tiones de seguridad”, así como por el “carácter
¿no te hemos demostrado ya hasta la saciedad lamentablemente irreversible de la operación”…
que sabemos cómo usarlos? Ni tus sofisticados y entregaron ipso facto a la humanidad a manera
tanques, ni tus lindos aviones ni tus cohetes nu- de desagravio un par de toneladas de cristales de
cleares fueron rivales para nuestra tecnología de un escaso centímetro cúbico y con capacidad
campos de fuerza y control interdimensional, para contener cientos de millones de terabites de
¿verdad? Del mismo modo que creímos que ya información cada uno… a la vez que, para evitar
habíamos puesto más que suficientemente en que el incidente se repitiese, se brindaron ama-
claro que nuestra prioridad eran las relaciones blemente de paso a demostrar de una vez y por
comerciales y no la guerra… por suerte para us- todas sus amplios poderes en algún sitio lo bas-
tedes. Pero empiezo a pensar que tal vez necesi- tante remoto como para que el resto de la
ten otro show como el de Guam… humanidad no se viese amenazada por daños
El general Fatton carraspeó, visiblemente in- colaterales.
cómodo, y miró a los otros dos hombres como El ejército de los EE. UU. ofreció veloz y ¿des-
buscando ayuda, pero ellos evadieron cualquier interesadamente? la isla de Guam para la exhibi-
contacto visual. ción, y a cambio, considerando que el desapare-
Los Compradores habían aparecido en el espa- cido era uno de sus ciudadanos y que el inciden-
cio transplutoniano hacía medio año, y dos se- te había tenido lugar en su territorio, reclamó el
manas después su nutrida flotilla de naves idén- privilegio de que fuesen sus efectivos los encar-
ticas ya estaba en órbita circunterrestre. Aunque gados de enfrentar “amigablemente” a los hués-
de aerodinámico perfil, sus grandes vehículos pedes alienígenas para probar sus fuerzas.
plateados nunca habían descendido al planeta;

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La demostración en la remota isla del Pacífico que no somos tan ingenuos de imaginar que
sumió en el desconcierto y la vergüenza a la has- aceptarían dólares, euros, yenes o siquiera oro.
ta aquel momento fuerza militar más poderosa Por un lado, comprendemos bien que el sistema
de la Tierra, y convenció al resto de la humani- monetario terrestre se basa en la existencia de
dad de que no había nada que pudiera hacerse una cantidad limitada y fija de esos elementos.
contra los alienígenas. Durante seis horas, Smith Por el otro, el valor de Venecia no puede calcu-
y sus tres larguiruchos congéneres, que se le pa- larse simplemente en dinero. Es un fragmento de
recían como una gota de agua a la otra, se divir- la historia humana, una joya de sus artes. Por
tieron en rechazar como jugando los ataques eso nos interesa… y por eso nos pareció justo
conjuntos de contingentes de maquinaria militar ofrecer una compensación más sustanciosa que
y tropas norteamericanas de aire, mar y tierra su- simples superconductores y cristales de memo-
ficientes para poner de rodillas o incluso arrasar ria.
a un pequeño país. Los campos de fuerza que El Comprador se irguió en toda su altísima es-
manejaba a su antojo el cuarteto habían resulta- tatura, y sus interlocutores, aunque frotándose
do impenetrables para cualquier ingenio mecani- mentalmente las manos, no pudieron evitar un
zado, proyectil guiado o combatiente de infante- estremecimiento. Realmente imponía, el bicho.
ría… y su control sobre el tránsito interdimen- Desde el principio los visitantes alienígenas
sional se había demostrado como un recurso hubieran dejado bien claro que aquella no era su
aún más poderoso, al de-saparecer sin dejar ras- forma física real, sino solo el aspecto que, tras
tros varios misiles y aviones sin piloto contra meticulosos análisis previos, habían elegido para
ellos enviados. tratar con la humanidad.
—No, no creo que sea necesario —murmuró Los cuatro Compradores que hasta el momen-
al fin William S. Fatton, de forma casi inaudible. to conocía la raza humana eran además exacta-
—Mejor así. Entonces de acuerdo, chicos — mente iguales, como clones que eran. Lo único
suspiró el Comprador Smith, bostezando casi que variaba en ellos era su apellido, aunque
despectivamente, gesto que ¿casualmente? su siempre elegido de entre los más comunes de
estructura facial volvía más bien amenazador—. cada etnia o cultura humana: Smith, Ivánov,
Por cierto que ahora recuerdo que he olvidado Valdés y Li...
mencionar el detalle más importante de nuestra Algunos científicos terrestres sostenían que la
propuesta: el precio. auténtica naturaleza de los visitantes era tan ex-
Los tres humanos se tensaron. Aquello era traña que aquel aspecto de mantis era simple-
precisamente lo que estaban esperando. Nunca mente la estructura más “humanoide” con la
se habían hecho la menor ilusión de poder opo- que lograban sentirse cómodos. Y especulaban
nerse a los deseos de los Compradores: la de- que en realidad eran insectos gigantes, predado-
mostración de Guam dejó bien claro que aunque res fotosintéticos o algo así.
quisieran apropiarse de Venecia solo para luego Otros estudiosos consideraban que, dado el
demolerla, nadie en la Tierra sería capaz de im- detallado conocimiento de los idiomas e idiosin-
pedírselo… y los alienígenas lo sabían tan bien crasia del hombre del que hacían constantemen-
como los humanos. te gala, la elección de aquella forma por los alie-
Pero ya que los visitantes eran lo bastante ge- nígenas solo podía obedecer a maquiavélicos
nerosos o tenían los suficientes escrúpulos de cálculos sobre el impacto psicológico: con posi-
conciencia como para no solo restaurarla, sino bilidades de adoptar prácticamente cualquier
también para permitir el acceso libre de los apariencia física, y sabedores de que la ciencia
humanos a su nueva propiedad, y encima ofre- terrestre desconfiaría por principio de un aspecto
cer compensaciones tecnológicas tan valiosas demasiado humano, habían optado por aquella
por aquello que tan tranquilamente habrían po- figura de enormes mántidos verdes de exóticas
dido tomar por la fuerza, tampoco era cosa de vísceras, pero en última instancia más o menos
dejar escapar la ocasión de salir bien librados de humanoides, porque al hombre medio le resulta-
aquella negociación. Ni siquiera aunque bajo el rían a la vez amenazadoramente extraños y
guante blanco se escondiera el puño de hierro… preocupantemente cercanos.
y encima extraterrestre. Había incluso quienes creían que los Compra-
—Por supuesto —prosiguió Smith—. Me da dores no estaban realmente allí, sino que eran
gusto comprobar que ya se han dado cuenta de

7 | ProximA
sofisticados hologramas… por eso su empeño en inhumano—, está claro que aunque eso proba-
no ser, nunca, tocados por ningún humano. blemente bastase para el Estado Italiano, la
Aunque para la mayoría de los terrestres, humanidad en pleno quiere y merece más —
aquello no era sino otro ejemplo de su retorcido Sonrió, mostrando nuevamente su aterradora
sentido del humor. Elegir presentarse con ultra- colección de dientes— Pero, ya que de italianos
femeninas voces de contralto y a la vez la apa- hablan, ¿conocen ustedes la novela El Padrino,
riencia de verdes e inmensos insectos predado- de Mario Puzzo, un italonorteamericano? Francis
res pero bastante humanoides era tan solo un Ford Coppola, un director de cine norteamerica-
sofisticada burla: la de ridiculizar el arquetipo de no del mismo origen, hizo una excelente versión
extraterrestre contra el que siempre habían sen- cinematográfica. La disfrutamos mucho en nues-
tido más xenofobia: los “hombrecitos verdes”. tras naves…
Al menos habían sido lo bastante sutiles como Fatton asintió y Parodi sonrió orgulloso, pero
para no aparecerse con medio metro de altura y Van Rijn se encogió de hombros: nunca le había
además antenas… interesado la cultura pop: —No veo qué relación
Mirando a los líderes humanos de hito en hito, pueda tener esa novelita o ese filme con esta ne-
el Comprador Smith mantuvo su silencio duran- gociación…
te un plazo incómodamente largo… hasta que —Pues mucha —insistió Smith—. La historia
los nervios del general Fatton no resistieron: trataba sobre la Mafia, una especie de sociedad
Tímidamente, el comandante de la OTAN se de negocios ilegales de origen siciliano, y su pro-
atrevió a susurrar: —¿Algunas tec… tecnologías, tagonista, Vito Corleone, tenía una frase muy
quizás? interesante para definir sus métodos de negocia-
Smith rió indistintamente, como los villanos ción: “le haré una oferta que no podrá rechazar”
de las historietas: —¡Ja, ja, ja, general! Buen —Fatton y Parodi se miraron, tensos, y el Com-
chiste. Pero resulta que, aunque incluso nuestra prador continuó—: Habría sido muy… producti-
tecnología tiene un precio, de momento no tie- vo, poder tratar con gente como esa, con el
nen ustedes nada lo suficientemente valioso mismo pragmático sentido comercial del señor
como para adquirir ni siquiera la más insignifi- Corleone. Ellos sí que habrían captado al punto
cante de nuestras licencias de producción. la fuerza de nuestros argumentos. Pero ¡qué se
—Entonces, no veo qué pueden ustedes ofre- le va a hacer! ya que los tiempos de los Padrinos
cernos de tentador— se irguió una vez más Van han pasado y solo están ustedes…
Rijn, orgullosamente desafiante. —No vamos a —Basta de alusiones étnicas despectivas;
entregarles una parte tan importante del patri- haga su propuesta y ya veremos si la rechaza-
monio humano como es Venecia por unos tris- mos o no— no pudo contenerse más Van Rijn,
tes derechos turísticos… que o no había captado la implícita advertencia
—Por supuesto —admitió Smith abriendo sus o había elegido fingir tal cosa.
larguísimos brazos en un gesto por completo

Ahora también puede


conseguirlas por:

pagos con tarjeta - envíos por correo

ProximA | 8
—Bien —Smith miró teatralmente de hito en que sus mejores mentes teóricas discutirán in-
hito al general de la OTAN y al Secretario Gene- terminablemente respecto a si la imposibilidad
ral de la ONU —Les dije que no podíamos ofre- de generar el clon exacto de un ser aún vivo de-
cerles nuestras avanzadas tecnologías… pero sí muestra definitivamente la existencia del alma, o
sus frutos. Como ya hicimos con superconduc- cosas por el estilo… mientras que sus mejores
tores y cristales de memoria. Productos concre- mentes prácticas se dedican arduamente a la in-
tos, aunque no métodos para fabricarlos. Prime- geniería inversa para tratar de desentrañar los
ro para usted, general… o más bien para sus sol- principios de funcionamiento de los biochips y
dados: la última palabra en servicios médicos en nichos de resurrección… así que les advierto de
el campo de batalla: ¡clonación de alta veloci- antemano que somos una raza muy celosa de
dad! Basta de cruentas cirugías de urgencia, de nuestra tecnología: cualquier intento de desar-
largas recuperaciones en terapia intensiva y en- mar uno de nuestros regalos para echar una
gorros similares: con los nichos de resurrección ojeada a sus mecanismos internos determinaría
que le entregaremos, cada soldado herido que a su autodestrucción. Pero, por otro lado, también
su vez tenga implantado el minúsculo biochip son ultrarresistentes: dudo que ni siquiera la ex-
que también les suministraremos, y cuyo geno- plosión de una de sus bombas de hidrógeno lo-
tipo y recuerdos consten por tanto en la memo- grara arañar su revestimiento.
ria de la máquina, puede ser sustituido en el pla- —No crea que con ese diabólico método para
zo de tres minutos por un clon completamente crear soldados que no teman a la muerte podrá
ileso y con todos sus recuerdos activos, o sea, comprar nuestro pasado… —comenzó a decir
listo para continuar luchando. ¿Qué le parece? Van Rijn, y Smith lo interrumpió a su vez, con
¿No le tienta la posibilidad de contar con un su voz más seductora de operadora de sexo tele-
ejército infinitamente auto-renovable y por tanto fónico:
virtualmente inmortal? —Querido Dieter, no se precipite. Considere
Los dos civiles humanos se removieron, incó- antes de seguir indignándose que el servicio de
modos. Parodi pensó que aquel extraterrestre los nichos de resurrección puede también exten-
parecía muy capaz de venderle zapatos a una derse a los civiles. Piense en lo aliviada que se
serpiente o neveras a los esquimales… sobre to- vería la red médica mundial si dispusiera de esta
do porque si se negaban a comprarlas, podía ex- alternativa para tratar accidentes y mutilacio-
terminarlos con un simple gesto. nes…
En cuanto al general, sonreía pensativo. Pero —¿Piensa que su brujería resolverá todos
de repente preguntó, suspicaz: nuestros problemas? —siguió en sus trece el su-
—¿Y qué sucedería con el original herido? dafricano, y volvió a erguirse como un tribuno
—Bravo, querido Will: si no hubiera pregun- en el antiguo Foro romano—: Esos nichos po-
tado eso, mi opinión sobre usted y su inteligen- drán revivir a los enfermos y hambrientos, ¡pero
cia haría descendido mucho —lo alabó el Com- revivirán también con ellos a las enfermedades y
prador Smith—. Los nichos de resurrección tie- al hambre, agravada por la superpoblación que
nen incorporado un sistema de seguridad anti- esa impía burla a la muerte acarrearía!
explosión demográfica: no pueden generar un —“Impía burla a la muerte”… interesante…
clon si el individuo está vivo. Eso por desgracia según nuestros informes, usted era ateo, pero,
significa también que para regenerar a alguien ya ve, nunca se sabe… Buen punto. Pues sí, no
herido, lo mejor es matarlo primero. Aunque la y no —acotó el Comprador Smith, paciente—.
herida sea leve. Y condena al fracaso desde el Sí, porque los humanos “revividos” por nuestros
mismo principio a cualquier intento de formar nichos, aunque libres de pequeños problemas
armadas clónicas, de paso. Entonces ¿le interesa? como tifus, malaria y cosas así, aun padecerían
—Bueno —carraspeó el general, sintiendo el todas las patologías de naturaleza genética que
peso de la mirada del Secretario General sobre sufrieran en el momento de su deceso. No po-
sus espaldas—. Tendríamos que analizar bien demos llevar a un paciente de fenilcetonuria, fi-
los pros y los contras… las implicaciones mora- brosis quística o síndrome de Down hacia una
les… consultar con mis superiores… normalidad que sus propios cromosomas no in-
—Tendrán tiempo para eso, luego. Cuando cluyen. Segundo; no. Porque si su causa de de-
acepten —lo interrumpió Smith—. Y supongo función fuese la pura y dura desnutrición, el clon
simplemente no surgiría. Y tercero; no, porque si raza se proponen es simplemente desestabilizar
la muerte se produjo por vejez o simple desgaste a la sociedad humana con sus regalos-caballos
del organismo, tampoco podría solucionarse con de Troya para luego…
la clonación. Les ofrecemos un sistema para pre- —¿Invadirlos? —bostezó una vez más el alie-
venir crisis súbitas… no la panacea médica defi- nígena. —Pero, ¿quién se tomaría semejante
nitiva, ni mucho menos la fórmula de la inmorta- molestia? En fin, querido Parodi… piense usted
lidad. lo que quiera. Pero nuestra oferta es esa: ser los
Los humanos guardaron silencio un instante, dueños, aunque sea nominales, de Venecia… a
como digiriendo la larga parrafada del alienígena, cambio de alimento nutritivo, seguro y a bajo
que aprovechó para volver a la carga: —Pero, ya costo, más un virtual seguro contra accidentes
que salió a colación el tema del hambre... Queri- para toda la raza humana —y se irguió en toda
do Dieter, lamento que las posibles consecuen- su apabullante estatura—. Las negociaciones
cias éticas del uso generalizado de nuestros ni- han terminado. Tienen dos opciones: aceptar
chos de resurrección le quiten el sueño, pero su- por las buenas el precio que les estamos ofre-
pongo que no haga ninguna clase de objeción a ciendo, que nos parece lo suficientemente gene-
la otra parte de nuestro pago… roso como para acallar cualquier protesta… o por
—¿De qué se trata ahora? —indagó sarcástico las malas. Sea como sea, nos ha gustado Vene-
Van Rijn —¿Teletransporte, comunicación con cia y la tendremos. Estamos dispuestos a pagar
los muertos…? por ella en mercancías… o en sangre. Humana,
—Si nadie los clona, los muertos muertos es- naturalmente. Así que piénsenlo, señores.
tán y nada puede cambiar eso. En cuanto a la ¿Cuánto cuesta una ciudad?
teleportación… disponemos de ella, cómo no, —Esto es un chantaje —se atrevió a decir aún
pero consideramos que en esta etapa de su desa- Van Rijn—. No podemos permitir…
rrollo, traería a su mundo muchos más proble- —Chantaje es una fea palabra; preferimos
mas de los que solucionaría… eso, siempre su- “oferta irresistible” —lo interrumpió una vez
poniendo que pudiesen pagar lo que vale seme- más el extraterrestre—. La toman… o ella los
jante tecnología de última generación. No; se toma a ustedes. Y le advierto, querido Dieter,
trata de algo mucho más simple, pero a la vez que tampoco tiene sentido quejarse: en el cos-
mejor: comida gratis, y en cantidades ilimitadas mos no hay ninguna organización arbitral supe-
—los sorprendió a todos Smith—. Hemos des- rior equivalente a la que usted dirige aquí en la
arrollado un microorganismo… muy similar a los Tierra que nos pueda imponer sanciones. Aun-
que ustedes llaman levadura, solo que es capaz que, visto el efecto que hacen las que ustedes
de crecer prácticamente en cualquier condición acuerdan con tanto bombo y platillo…
terrestre, alimentándose de basura, residuos Dieter Van Rijn calló, humillado al fin.
químicos, el aire, el sol, lo que sea. Le hemos Tras casi medio minuto de incómodo silencio
llamado Cepa Maná: se multiplica con extraordi- fue Romino Parodi quien habló: —Entonces,
naria rapidez, sus brotes tienen un alto conteni- Comprador Smith, dado que la última palabra
do proteico y elevada digeribilidad por el cuerpo corresponde al Estado italiano, y para evitar mo-
humano y pueden procesarse en una amplísima lestos y absurdos conflictos… considere que
gama de sabores y texturas diferentes. Les entre- aceptamos, pero solo por razones de fuerza ma-
garemos las cepas, más toda la dotación de en- yor, y haciendo contar nuestra más enérgica pro-
zimas y sistemas de procesamiento con las que testa… ¿Cuándo comenzarían los… trabajos de
podrá controlar su reproducción y saborización. levantamiento de Venecia?
Así el hambre dejará de ser la principal preocu- —¿Comenzarían? Nunca dudé que al final se
pación terrestre, y podrán dedicarse alegremente mostrarían comprensivos —sonrió el alienígena,
a la explosión demográfica. y lo nutrido y filoso de sus dientes hizo que el
—Y toda la industria agrícola y de procesa- gesto pareciera mucho más la amenaza de un
miento y comercialización de alimentos iría a la carnívoro que una muestra de afabilidad—. Hace
quiebra —intervino preocupado Romino Parodi: diez minutos que Venecia se encuentra ya por
su familia, además de dueña de extensos viñe- encima del nivel de su laguna. En dos o tres
dos en Toscana, poseía sustanciosos paquetes horas más, las aguas que ocupaban sus calles y
de acciones de la Nestlé y la Mc Donald—. plazas habrán terminado de ser naturalmente
Comprador Smith, creo que lo que usted y su evacuadas. Esperamos que salvo ese pequeño

ProximA | 10
detalle, la nueva condición de la ciudad pase Según lo previamente pactado, en pago por la
más bien inadvertida para todos. Ah, y en estos concesión de Jerusalén los generosos visitantes
momentos también se está efectuando el pago extraterrestres entregaron a la humanidad varios
por nuestra transacción. General, el primer lote miles de unidades selladas de su motor iónico
de doscientos cincuenta millones de biochips y interplanetario de alto rendimiento. Considerada
nichos de resurrección está siendo distribuido a la más importante adquisición tecnológica de la
las bases militares norteamericanas y de la raza humana desde que en el 2034 se obtuviese
OTAN. Por cierto, Dieter, ya que mencionó el a cambio de la concesión de New York el siste-
asunto: procedemos mediante teleportación di- ma de fusión atómica estable que hoy propor-
recta. Un lote adicional de sesenta y cuatro mi- ciona energía barata, no contaminante y prácti-
llones de unidades está siendo entregado por el camente ilimitada a todo el planeta, se espera
mismo método en los principales hospitales del que estos nuevos impulsores revolucionen las
mundo. Y sobre las mesas de todos los directi- comunicaciones entre la Tierra y los enclaves
vos de empresas de producción y o comerciali- coloniales recientemente establecidos en Marte,
zación de alimentos del mundo están aparecien- Venus y varios satélites de planetas mayores del
do del mismo modo muestras de la Cepa Maná y Sistema Solar, como Io, Europa, Tritón y Titán
de las enzimas que empleamos para tratarla. Es- reduciendo notablemente los tiempos de viaje
pero que sepan darle a nuestros pagos un uso hacia y desde ellas.
adecuado… y que en el futuro continúen intere-
sados en seguir comerciando con nosotros —y NUEVO TOKIO, 2076
desapareció con un leve fulgor, muy probable- Violentos disturbios urbanos fueron desarticu-
mente de teleportación. lados hoy por la Fuerza Multinacional de Seguri-
dad Asteroidal en los seis niveles de la calle Shi-
JERUSALEN, 2052 nobi, principal arteria comercial y de ocio de la
La capital de Tierra Santa se convirtió ayer en capital del sector del Cinturón de Asteroides co-
el centésimo complejo urbano de la Tierra en ser lonizado por los japoneses.
objeto de una transacción comercial con los Pertrechada con los mismos disruptores ner-
Compradores, según reveló L´Osservatore Ro- viosos portátiles con los que los Compradores
mano. pagaron recientemente por la antigua capital im-
Flotando sobre el monte Calvario en su nuevo perial japonesa terrestre de Kyoto (Edo), el es-
púlpito antigravitorio portátil, el Papa Benedicto cuadrón antimotín de las fuerzas del orden de la
XVII, ya completamente repuesto de su última Prefectura de Nuevo Tokio dispersó de manera
autoclonación como tratamiento antileucemia, rápida e incruenta las multitudinarias demostra-
declaró en su Encíclica Pax Universalis que la ciones antialienígenas encabezadas por recono-
promesa de redención de Jesús también incluía a cidos militantes y/o partidarios de la ilegal Ta-
los visitantes de las estrellas, y alabó la incompa- te—No—Kai (Sociedad del Escudo), agresiva
rable era de paz y prosperidad material y espiri- facción ultranacionalista que, fundada el siglo
tual que su presencia ha traído a la humanidad. pasado por el célebre escritor suicida Yukio Mis-
En solemne ceremonia trasmitida a todo el hima, en los últimos años ha renacido con sor-
globo por la Red Mundial de Holovisión, el San- prendente popularidad más allá de la órbita cir-
to Padre, el rabino hebreo Yitzhak Dayan y el cunterrestre, como parte del enérgico movimien-
imán mahometano Abdul ben Yussuf, represen- to mundial de repulsa a los Compradores, mas
tantes de las tres grandes religiones “del libro” o fuerte que nunca en las colonias asteroidales y
monoteístas que en Jerusalén confluyen, entre- satelitales.
garon simbólicamente las llaves de la ciudad al Tan pronto como recuperó el habla, al pasar el
Comprador Valdés, que prometió por su parte efecto de la descarga neurodisruptiva con la que
no introducir cambios drásticos en la metrópo- un oficial de policía lo redujo a la inmovilidad,
li… salvo la reconstrucción, en el plazo de un Ishiro Matsumoto, líder de los manifestantes,
año, del Gran Templo de Salomón, cuyo único declaró ante las cámaras de la Red Interplaneta-
fragmento original en pie, el Muro de las Lamen- ria de Holovisión: “Si nuestros líderes continúan
taciones, será integrado armónicamente al com- sin advertir el peligro que representa entregar ca-
plejo restaurado. si el 70% de las ciudades terrestres a los Mantis,
quizás la gran ironía intrínseca de estos aconte-

11 | ProximA
cimientos logre hacerlos reflexionar: ¡humanos mo que este salto de miles de años luz en pocos
reprimiendo a otros humanos que protestan co- minutos no les haya resultado aburrido y que a
ntra la injerencia extraterrestre… precisamente la vez haya contribuido a que reconsideren el
con la ayuda de artefactos extraterrestres! Cada valor tecnológico y el posible impacto de nuestra
día resulta más obvio que los pretendidos bene- propuesta para su raza. ¿Alguna pregunta?
factores venidos del cosmos solo buscan plantar Decenas de manos se alzaron casi al unísono,
las semillas de la discordia entre los hombres pa- y algunos holopunteros (casi todos pertenecien-
ra luego recoger el fruto de la guerra y tal vez la tes a los delegados de los enclaves satelitales y
destrucción total de nuestra raza y nuestra cultu- asteroidales, mucho más familiarizados y entu-
ra” siastas con los últimos gadgets tecnológicos en-
Licenciado en Derecho Civil por la Universidad tregados a la humanidad por los alienígenas)
de Osaka, en las primeras décadas del siglo XXI iluminaron el espacio el torno al Comprador con
Ishiro Matsumoto fue un importante activista del sus logotipos.
movimiento No Global e incluso se le llegó a Ivánov adelantó sus propias larguísimas y ver-
considerar el primer posible candidato indepen- dosas extremidades, en gesto muy humano: —
diente a la silla de primer ministro del Japón. Pe- Por favor, soy solo uno, y aunque estoy capaci-
ro pocos años después de la llegada de los tado para la comunicación múltiple simultánea,
Compradores se convirtió en uno de sus más no creo que su especie haya aún adquirido tal
enérgicos detractores, echando por la borda un habilidad. Designen un vocero y…
prometedor futuro político en nombre de su Varios humanos se pusieron de pie con deci-
“cruzada por abrir los ojos de la humanidad”. En sión sobre las pequeñas plataformas anexas a
el 2071 emigró al Cinturón de Asteroides. sus sillones antigrav, entre ellos el Secretario Ge-
Matsumoto declaró asimismo estar plenamen- neral de la ONU, el anciano vietnamita Nguyen
te consciente de que podría enfrentar no solo los Van Phong. Pero al constatar que una altísima
cargos judiciales de alteración del orden público dama de largos cabellos rojos y piel bronceada
y sedición, sino también los de difamación y alta que parecía vestida solo con una especie de am-
traición: según la nueva legislación aprobada en plia toga escarlata estaba entre ellos, tanto el
2068 como apéndice al tratado de Comercio In- respetado poeta de Indochina como el resto de
terestelar suscrito con los Compradores por el los candidatos se sentaron casi de inmediato, y
emperador Akihito en su calidad de Jefe del Es- sin siquiera dar signos de desaliento o contrarie-
tado nipón, cualquiera que se refiera a ellos en el dad.
Japón o territorios dependientes con el despecti- —Avgana Le Normand, de la Mancomunidad
vo término de “Mantis” está insultando al pro- Libre de Vesta —se presentó ella, por pura fór-
pio Emperador, ya que este los proclamó públi- mula; todo el Sistema Solar conocía de memoria
camente como sus hermanos. el rostro de la líder de la primera expedición
humana a Plutón, no patrocinada por ninguna
ALFA DE LA CONSTELACION DE ¿?, 2103 nación terrestre pese al innegable origen francés
—Les pedimos amablemente que nos discul- de su capitana… y desde su primer contrato con
pen la incomodidad por la que acaban de pasar. la humanidad era obvio que los alienígenas igno-
No se debe a errores en nuestro sistema de so- raban muy pocas cosas sobre la cultura, historia
porte vital, sino a que hemos retornado al espa- o incluso actualidad social del homo sapiens—.
cio tridimensional dentro de la nebulosa que us- Y supongo que no traicionaré el sentir general si
tedes conocen como Nube Mayor de Magallanes le digo desde ahora que por muy impresionante
—advirtió el Comprador Ivánov, y sobre las va- que haya sido cruzar cientos de años luz en esta
rios y apretados niveles de sillones antigrav que nave en cuestión de horas y por muy tentadoras
ocupaban los cientos de delegados de la Tierra y que sean las perspectivas de disponer de seme-
varios enclaves del Sistema Solar, las palabras en jante poder, y aunque hayamos accedido a este
su incongruente voz de contralto parecían la pa- recorrido de muestra, la raza humana no venderá
rodia de las típicas profesionalmente amables de jamás su planeta natal…
toda asistente de vuelos comerciales humanos— El resto de los delegados la interrumpió con
. Felicidades: son ustedes los primeros seres una ovación unánime salpicada de “vivas”,
humanos en salir de la Vía Láctea… y confiamos “bravos” y otras exclamaciones de apoyo abso-
en que no sean los últimos. Esperamos asimis- luto.

ProximA | 12
Los Compradores, tras el casi unánime recha- ¡tres minutos hasta la Nube de Magallanes! ¡Sa-
zo mundial que recibiese su más reciente y fan- cré Nome de Diéu!, y que, considerando que ca-
tástica oferta de comprar todo el planeta, habían si el 90% de las ciudades del Sistema Solar y un
propuesto “amablemente” en que cada una de 45% de los territorios no urbanizados en los
las naciones y grupos de poder de la Tierra y el planetas o asteroides hasta hoy ocupados por el
Sistema Solar designara a un representante para hombre se encuentra actualmente bajo la admi-
una gira demostrativa de las inmensas ventajas nistración de ustedes los Compradores… una
del viaje hiperlumínico. administración de la que no podemos quejarnos,
Nadie se hubiera atrevido a desoír tan clara re- dicho sea como de paso, nuestra negativa a in-
comendación de los poderosos extraterrestres. cluir en una transacción a todo el resto de nues-
Tampoco hubo país ni enclave asteroidal, por tro planeta natal podría parecer puramente sim-
pequeño, lejano o pobre que fuera que desperdi- bólica, pero ¿qué quedaría de los hombres que
ciara la oportunidad única de poner a un hombre una vez fuimos si renunciáramos incluso a los
suyo en una de las naves hiperluminícas de los símbolos de nuestro pasado?
alienígenas, hasta entonces no visitadas por nin- Y Le Normand se sentó muy digna, entre una
gún humano. nueva y atronadora ovación.
Aunque hasta el momento el interior de los —Muy bien —condescendió Ivánov—. Con-
enormes y aerodinámicos vehículos de los Com- sideremos entonces que ya han dejado clara su
pradores estaba siendo más bien decepcionante: posición, así como que están aquí en contra de
en vez del laberinto de sofisticados equipos de su voluntad y todo eso, y pasemos al siguiente
comunicación, apoyo vital y propulsión que to- punto. Bienvenidos al inevitable destino futuro
dos esperaban encontrar, al menos aquella nave de la Tierra: el Museo de la Eternidad Infinita —
parecía estar completamente vacía. Por dentro a sus espaldas, muy teatralmente, el mamparo
constaba de un único gran salón, aún así apenas de proa de la gran nave se volvió transparente de
lo bastante amplio para que los cientos de “invi- modo tan súbito e inesperado que algunos dele-
tados voluntarios” humanos dispusieran sus si- gados humanos (sobre todo los de la Tierra, ló-
llones antigrav en apretada formación. gicamente menos familiarizados con el espacio
cósmico) sintieron una oleada de vértigo revol-
ver sus entrañas, ya bastante trastornadas por el
breve pero intenso tránsito hiperespacial.
E incluso aquellos que, como Avgana Le Nor-
mand, habían crecido surcando en todas direc-
ciones el Sistema Solar, necesitaron varios se-
gundos para que sus ojos y mente pudieran cap-
tar y sobre todo aceptar que la negrura salpicada
de luz que tenían delante no era tan solo la del
cosmos profundo tachonado de estrellas… sino
la un cuerpo material opaco con algunas grietas
por las que escapaban tenues resplandores.
Un cuerpo material opaco más o menos esfé-
rico… y grande.
Muy grande.
Más bien, enormemente grande.
Tan grande que la percepción humana se re-
sistía incluso a concebir su escala real, aunque el
razonamiento y la memoria lo identificaran casi
al punto.
Porque tenía que ser, solo podía tratarse de
aquello… aunque aquello simplemente no podía
existir en este universo.
Cuando los vítores se acallaron, la célebre ex- Y mucho menos un aquello tan grande, tan in-
ploradora de Vesta continuó con su arenga: — imaginablemente grande que en comparación
Admito también que estamos impresionados

13 | ProximA
hasta el mismo e inmenso planeta Júpiter resul- escapaban fugaces ramalazos de luz rojiza al
taba diminuto. cambiar de posición respecto a la estrella central
Porque aquello era algo que rebasaba no solo encerrada en aquel caparazón móvil
la escala planetaria, sino incluso la estelar. Algo —Por supuesto. Nuestros amos —Ivánov se
que, considerando que solo podía ser de origen encogió de hombros, un gesto humano que su
artificial, con su simple existencia implicaba ne- semiinsectoide anatomía siempre hacía parecer
cesariamente que las entidades que lo habían casi caricaturesco—. No somos los dueños del
construido disponían de medios técnicos tan tinglado; nunca nos presentamos más que como
superiores a los de la humanidad como lo serían Compradores. Les sirven otras muchas razas: al
los de un dios respecto a los de un vulgar para- menos otras dos de Compradores, cuatro de
mecio. Transportadores, tres de Constructores, cinco de
Como si todavía alguna duda quedara… Conservadores, seis de Archivistas, ocho de
—Supongo que la mayoría de ustedes pueden Guías, seis de Vigilantes, dos de Coordinado-
reconocer una esfera de Dyson cuando la ven… res… Y solemos llamar a Nuestros amos el Públi-
—señaló el Comprador Ivánov al cabo de unos co, ya que todo en el Museo de la Eternidad In-
largos, incómodos segundos de silencio salpica- finita existe por y para Ellos.
do de exclamaciones de asombro mal conteni- —¿El Público del Museo de la Eternidad Infini-
das—. Aunque, como dice un proverbio terres- ta? —murmuró Avgana Le Normand.
tre, no sea lo mismo oír hablar del demonio que Y de nuevo Ivánov ignoró su comentario para
verlo aparecer. explicar, condescendientemente pedante: —
—No crea que nos impresiona con esta burda Como incluso ustedes comprenderán, cualquier
demostración de poder —dijo Avgana con tono esfera de Dyson constituye ya de por sí una im-
bastante decidido… aunque con la vista fija en el pactante demostración de ingeniería cósmica…
apabullante espectáculo y la boca abierta, sus imagínense solo la cantidad de naves, de poten-
palabras no sonaron demasiado convincentes. cia y de medios necesarios para desmembrar los
Pero, para sorpresa general, Ivánov no aprove- planetas de un sistema y disponerlos alrededor
chó para deslizar ninguna de aquellas cáusticas de su primaria formando una concha artificial.
ironías que ya todos habían aprendido a asociar Pero consideren primero que la mayor parte del
de modo inseparable con los Compradores. material que compone esta estructura no proce-
Simplemente, ignoró el comentario de la primera de de este sistema solar y ni siquiera de esta pe-
humana en visitar Plutón y prosiguió: queña galaxia; segundo, que la primaria en torno
—Aunque Freeman Dyson tuvo una notable a la cual se construyó no es precisamente una
visión teórica… sobre todo para un humano, al pequeña estrellita tipo G como su sol, sino una
simplemente concebir que esta clase de megaes- gigante roja equivalente a Antares del Escorpión,
tructuras podía ser creada, se equivocó en un una de las titanes de la Vía Láctea, con lo que el
detalle. Según él, solo dos razones impulsarían a radio mínimo de seguridad para la vida proteica
una supercivilización a construirlas: para aprove- equivale al de la órbita de la nube cometaria de
char al máximo la radiación de la primaria de su Oort de su propio sistema… y se darán cuenta
sistema, o para optimizar el espacio colonizable. de las aterradoras dimensiones que posee este
Pero nuestros… amos le encontraron una tercera objeto… así como de lo inconmensurable del
utilidad: para que puedan apreciarse mejor todos poder que detentan quienes dispusieron su
los mundos habitados por razas inteligentes de construcción.
varias galaxias. Ahora la sensual voz de contralto del huma-
—¿Sus… amos? —balbuceó Avgana, mientras noide-mantis sonaba casi profesionalmente di-
la nave seguía acercándose a la inmensa esfera. dáctica: —Valga aclarar además que, una vez
Al disminuir rápidamente la distancia ya resul- que nosotros los Compradores hemos adquirido
taba posible apreciar en detalle su composición: un nuevo planeta y los Transportadores lo han
no se trataba de una superficie compacta, sino traído hasta aquí, para que los Conservadores lo
más bien de un gran enrejado de asteroides y incorporen al complejo del Museo no solo debe
planetoides, algunos pequeños, otros gigantes- ser trasladado aquí, sino también previamente…
cos, pero todos girando sincrónicos en órbitas aplanado, para que pueda encajar como una pie-
ordenadas, cercanos entre sí pero sin tocarse, de za más del gran mosaico de ambientes y culturas
modo que por los intersticios entre uno y otro que es esta exhibición. O sea, que los Construc-

ProximA | 14
tores deben transformar su superficie esférica a naban zonas negras y como quemadas corona-
un plano, lo que generalmente hacen… desenro- das por informes montones de brillante y semi-
llándola, como si de la cáscara de una naranja se traslúcida roca negruzca, con otras de un asom-
tratara. Por cierto que para facilitar esa opera- broso, claramente extraterreno tono esmeralda
ción, son preferibles los mundos tectónicamente sobre la que se alzaban ciudades-torres de deli-
muertos, pero como ya en varias ocasiones han cada filigrana acristalada y multicolor.
tenido que ocuparse de planetas que aún con- —Este es Shr-Pein, un mundo que fue incor-
servan un vulcanismo activo residual, como la porado por los Compradores al Museo de la
Tierra, los Constructores han perfeccionado cier- Eternidad Infinita a los pocos milenios de haber
tas técnicas para conservar esta característica desarrollado una raza inteligente humanoide… y
como un elemento enriquecedor más del realis- eso significa hace bastante poco, por cierto—
mo de la… muestra. aclaró Ivanov, con tono cuidadosamente neutro,
La nave sincronizó su movimiento con el giro —Vamos a descender y posarnos, pero sin
de una sección de la ciclópea esfera, para luego abandonar la nave. La gravedad original de este
deslizarse por entre un planetoide que tendría planeta era muy superior a la terrestre, y los
holgadamente las dimensiones de media Tierra y Conservadores prefieren mantener intactos deta-
una especie de losa irregular cuya superficie su- lles como esos… así que si salieran del campo
peraba muchas veces la terrestre, y penetrar en el local de este vehículo sin el equipamiento ade-
interior de la asombrosa estructura. cuado sencillamente no solo serían incapaces de
El mamparo-pantalla de proa primero se volvió moverse, sino que correrían grave peligro de ver
rojo y luego recuperó su opacidad. todos sus órganos internos aplastados por su
—Lamento privarlos temporalmente del espec- propio peso.
táculo. No sienten nada gracias a nuestro siste- Precedida por la oscura cabeza de lanza de su
ma de absorción de sobrecargas —aclaró muy propia sombra, la aerodinámica nave Comprado-
orondo Ivánov—, una tecnología menor que va ra repleta de humanos volaba a poca altura sobre
incluida en el paquete del vuelo hiperespacial, una de las praderas esmeraldas, cada vez más
por cierto… pero en este momento la nave está lentamente, hasta que, al llegar frente a una de
empeñada en un frenado atmosférico. Para los las urbes de cristal irisado que parecía desafiar la
que siempre se preguntaron por qué nuestros tremenda gravedad con su fantástica esbeltez, se
vehículos espaciales tenían perfil aerodinámico si detuvo con cuidadosa suavidad, haciendo ondu-
nunca descendíamos a los enclaves humanos lar la imposible hierba bajo sus impulsores anti-
más que por teleportación, esta es la respuesta: grav.
dentro del Museo de la Eternidad Infinita esa De repente, cuatro seres se materializaron
manera de trasladarse está… estrictamente prohi- frente al vehículo. Eran aún más extraños que los
bida. Por orden directa del Público. Compradores, y salvo por el mismo color verde,
—¿Atmósfera? —Ivo Svensson, de origen no- prácticamente sus opuestos: bajos y robustos,
ruego y uno de los ingenieros planetarios res- mezcla de sapos y rinocerontes, con cuatro pa-
ponsable de la primera terraformación de Marte, res de patas o miembros manipuladores… por-
no pudo contenerse—: ¿Cómo la retienen? ¿No que sus enjoyados atavíos y la especie de caya-
escapa al espacio por intersticios como este por dos retorcidos e igualmente decorados que por-
el que estamos pasando ahora? taban delataban su condición de entidades ra-
—Lo haría, claro, si no la retuvieran campos cionales.
de fuerza direccionales. Una aplicación más de Durante un largo segundo los hombres y los
la misma tecnología de control gravitatorio en la habitantes de Shr-Pein parecieron contemplarse
que se basan algunos equipos con los que ya mutuamente a través del transparente mamparo.
muchos de ustedes están familiarizados —acla- Luego, los nativos giraron al unísono sobre sí
ró Ivanov sin darle mayor importancia, mientras mismos, y dándoles la espalda a los recién llega-
la vista exterior volvía a aparecer. dos, trotaron unos metros pesadamente antes de
Las múltiples exclamaciones de asombro desaparecer como mismo debían haber llegado:
humanas saludaron el impresionante espectácu- teleportándose.
lo: por encima, un cielo azul turquesa donde la Acto seguido la nave Compradora despegó,
gigante roja era un potente círculo carmesí; por alejándose rápidamente de la superficie del pla-
debajo, una interminable llanura en la que alter-

15 | ProximA
neta, mientras que el mamparo-pantalla recobra- hay Compradores, sino Constructores, Guías,
ba una vez más su original opacidad. Archiveros y hasta el mismísimo diablo encarna-
—Suficiente —dijo Ivánov. —Ni siquiera co- do… y luego, a despecho de tan estricta división
mo Compradores estamos autorizados a mos- del trabajo, él mismo nos muestra un planeta.
trarles más. Acaban de ver a cuatro de los ocho Entonces fue Shota Kavarelis, el conocido poe-
últimos habitantes de Shr-Pein… desde que este ta georgiano, quien se puso de pie al tiempo que
mundo fuera integrado al Museo de la Eternidad se golpeaba la frente con la palma de la mano
Infinita, los nativos que eligieron quedarse en él abierta, como aturdido: —¡Esperen! ¡Pero… si es
se negaron a tener descendencia, y han ido mu- obvio! ¡Shr-Pein es su propio planeta! Y el de
riendo poco a poco… aunque tienen una vida esos bichos achaparrados debió ser su aspecto
muy larga, al menos según los estándares original… siempre nos dijeron que esta de man-
humanos. tis humanoides no era su forma verdadera.
—¿Los que eligieron quedarse? —intervino Entre reverberantes murmullos, los cientos de
Mvamba Mrumba, delegado por la tribu de los delegados humanos miraron por primera vez con
pigmeos n´dayas del Africa Central. —¿Acaso otros ojos al extraño ente extraterrestre de largos
ese Público les ofreció alguna otra posibilidad? miembros verdes y espinosos y boca repleta de
Ivanov iba a responder, pero Avgana Le Nor- colmillos.
mand se puso en pie de un salto, exclamando: El alienígena continuaba tan inmóvil y silen-
—¡Pues claro! ¿No se dan cuenta todavía? ¡La cioso como una estatua de sí mismo, y Avgana
misma que estos… Mantis nos ofrecen a noso- lo interpeló audaz, nuevamente vocera del sentir
tros: vuelo más rápido que la luz, para que po- común:
damos ocupar su sitio como Compradores! —Pero entonces, Comprador Ivánov ¿por qué
Varias voces se alzaron, algunas incrédulas, nos trajo a este lugar, por qué…?
otras indignadas, las terceras temerosas de las Entonces, inesperadamente, Ivánov se desma-
represalias que Ivánov pudiese tomar ante el dejó. Y cuando varios humanos ya comenzaban
despectivo tratamiento que la exploradora de a deshacerse de los correajes que los sujetaban a
Plutón acababa de emplear públicamente contra sus sillones antigrav con la intención de acudir
un alienígena por primera vez en décadas. en ayuda del alienígena, una resonante e inespe-
Pero el larguirucho humanoide de aspecto in- rada voz de barítono que salió de su boca los
sectil no la desapareció con un gesto, como mu- detuvo:
chos temían, sino que permaneció inmóvil y si- —No vale la pena que se fatiguen. Perma-
lencioso como un muñeco de resorte al que se le nezcan sentados. Siempre supe que este
termina la cuerda. viaje tendría que ser el último de mi larga
Lo que pareció animar a Avgana, que conti- vida de Comprador… y que sería solo de
nuó, inspirada: —¡Pero si es obvio! Nos dio to- ida. Por un momento llegué a creer que se-
das las pistas: primero nos cuenta que en este rían capaces de comprenderlo todo sin ne-
cesidad de explicaciones directas, pero ya
maldito Museo del Infinito Aburrimiento no solo

ProximA | 16
veo que había sido demasiado optimista. A minutos antes de que hayan muerto tantas
fin de cuentas, ¿qué derecho teníamos a de mis neuronas que mi cerebro no pueda
esperar que ustedes tuvieran éxito donde continuar funcionando en el nivel verbal.
nosotros mismos fracasamos un día? Pero no teman; aunque yo haya muerto,
Aunque aún sorprendidos, ya todos los esta nave tiene fijado el rumbo de vuelta a
humanos permanecían atentos a aquella voz su propio Sistema Solar. Ustedes regresarán
sincera y viril, absolutamente inédita en un y convencerán a la gente de su mundo de
Comprador, intuyendo de algún modo que todo la conveniencia de aceptar la oferta irresis-
el destino de su mundo y de su raza dependía tible que como Compradores fuimos obli-
de lo que iban a escuchar a continuación. gados a hacerles en representación del Pú-
blico.
Ivanov prosiguió: —Como algunos de us-
No se puede luchar con lo inevitable. Lo
tedes quizás hayan intuido ya, todos los
mejor es colaborar… esperando una opor-
Compradores tenemos implantado un blo-
tunidad. Ya vieron la esfera de Dyson que
queo psicosomático que debería garantizar
es el Museo de la Eternidad Infinita. Ac-
que no pudiera contarles nada comprome-
tualmente incluye exactamente 7416 pla-
tedor para Nuestros Amos… no al menos
netas. 7416 razas a las que, una vez alcan-
sin que nuestros corazones se detengan an-
zada la inteligencia, el Público consideró lo
tes. El Público es implacable con sus em-
bastante interesantes o peligrosas (aún no
pleados, y no corre riesgos.
sabemos ni quizás lo sepamos nunca) como
¿Cómo es entonces que estoy ahora reve-
para ser incluidas en su muestra.
lándoles esto? Simple pero inevitable: no
Tampoco sabemos cuánto hace que exis-
hay sistema a prueba de violaciones, ni cár-
te el Museo. Mucho tiempo, eso es seguro.
cel tan segura que un prisionero con la
Como Compradores que hemos sido por
ayuda de la eternidad no pueda encontrar
algunos de los siglos de ustedes, los de Shr-
un modo de burlar sus barrotes.
Pein lo hemos enriquecido con 61 nuevos
Como bien dedujo Avgana, Shr-Pein es el
planetas. 61 futuros de 61 razas extirpadas
mundo en que nació mi raza, y los seres
a la fuerza de su medio en la flor de su de-
que vieron aún conservaban nuestro aspec-
sarrollo, obligadas a vivir una caricatura de
to original… un aspecto al que yo y otros
sí mismas en esta especie de estático inver-
Compradores de mi raza, en cientos de mi-
nadero universal. Cada uno de esos futuros
siones a lo largo y ancho de seis galaxias,
amputados es nuestra culpa y nuestra eter-
hemos preferido no regresar nunca en se-
na vergüenza. Con cada uno, la ¿justicia?
ñal de respeto a nuestro propio pasado.
¿ironía? del Público nos premiaba con nue-
Les hemos ocultado muchas cosas a la
vas tecnologías para desempeñar cada vez
humanidad, pero no les mentimos en un
mejor nuestra función.
detalle: podemos adoptar cualquier apa-
No fuimos los primeros Compradores…
riencia. Y si en ésta nuestra última misión
ni los segundos, ni los terceros. Hace… al-
elegimos esta, no fue solo para impresio-
gunos millones de años… o eones, si lo pre-
narlos, sino sobre todo porque estos cuer-
fieren, los penúltimos en ocupar tal respon-
pos comparten la vitalidad de ciertos insec-
sabilidad en el Museo llegaron a nuestro
tos terrestres, como las cucarachas. Y por
mundo. Ya conocen el procedimiento es-
eso algunos de sus órganos pueden seguir
tándar. Los japoneses del Tate-No-Kai y
funcionando durante un lapso de tiempo
otros grupos antialienígenas siempre tuvie-
relativamente largo después de que su co-
ron razón: lo importante no son las ciuda-
razón se detenga… como hicieron hace ca-
des o los territorios que compramos; la cla-
si un minuto todos los míos.
ve es lo que pagamos por ellos. Un precio
Los humanos, consternados, se miraron unos
que es, como dice el antiguo proverbio chi-
a otros, pero el perentorio barítono evitó que los no, dar el pez sin enseñar a pescar, y así una
desconcertados murmullos degeneraran en gri- y otra vez… hasta que, científica y tecnoló-
tos de pánico. gica hablando, la raza elegida dependa por
—Sí; nada pueden hacer. Ya estoy muer- completo de nosotros. Lo que es decir, de
to. Es que solo así, enfrentado a lo irreversi- Nuestros Amos.
ble, podía volver a ser libre. Ahora, ya sin Como nosotros con ustedes, habitantes
miedo, puedo contarles todo. Aunque con de la Tierra, los Compradores que llegaron a
cierta prisa: según mis cálculos, solo podré nuestro Shr-Pein fueron amables, discretos
continuar hablando durante otros cinco y respetuosos con nuestra privacidad y cos-
tumbres… e igualmente implacables como Nosotros fuimos el precio de su libertad.
negociantes. Solo entregando a otro esclavo puede una
Sus ofertas, como las nuestras, parecían y raza servidora del Público renunciar a su
en verdad eran irresistibles. Primero com- papel en el Museo de la Eternidad Infinita.
praron inmuebles y monumentos aislados, No los juzguen demasiado duramente.
luego ciudades, países enteros… hasta que Nosotros no lo hicimos, sino que tratamos
al fin, a casi un siglo de haberse instalado de entenderlos. ¿Quién sabe cuántas otras
entre nosotros, cuando nuestra propia razas humilladas por el inmenso poder de
ciencia ya casi se había atrofiado, humillada los amos de esta exhibición habrán preferi-
por la infinitamente superior tecnología do garantizar su supervivencia sin el estig-
que nos habían entregado y de la que nos ma de la humillación, bebiendo el dulce ju-
habíamos acostumbrado a depender por go del nepente que borra la memoria? ¿O
completo, nos ofrecieron el trato final: el cuántas habrán elegido extinguirse junto a
secreto del vuelo hiperlumínico a cambio su propio mañana, para borrar la terrible
de todo nuestro planeta. vergüenza de su derrota?
Sepan que no aceptamos… y sepan tam- Son dos caminos posibles… y relativa-
bién que la intransigencia y el espíritu de mente fáciles, ambos. Pero no son los nues-
lucha no sirvieron de nada. Nuestra ciencia tros. Y, esperamos, tampoco serán los su-
estaba milenios a la saga de la que esos yos, humanos.
Compradores controlaban en nombre del Estamos seguros de que nadie preparó
Público. antes a sus sucesores como lo hemos hecho
Peleamos, pero es fácil imaginar cómo con ustedes. Ni mucho menos se atrevió a,
fueron las cosas: como si un hormiguero antes de desaparecer, convencerlos de que
intentara resistirse al elefante que lo piso- valía la pena luchar en secreto contra el Pú-
tea. Nos aplastaron, diezmaron y humilla- blico. A estudiarlos para aprender Sus debi-
ron, hiriendo de muerte a nuestro mundo… lidades y secretos mientras se finge Servir-
esas zonas negras que vieron en nuestras los.
llanuras un día fueron praderas igual de bri- Un proverbio de ustedes dice que el sol-
llantes que las otras, y esas aglomeraciones dado que un día se arrodilla y acepta la de-
de rocas cristalinas y oscuras son cristal de- rrota en una batalla puede sobrevivir y
rretido, el único recuerdo de que allí una aprender cómo ganar la guerra. Ese es
vez se alzaron otras ciudades tan hermosas nuestro camino. El mismo que queremos
como las que sobrevivieron… que ustedes, humanos, hagan también su-
Al final no sirvió de nada: de todos modos yo.
los Transportadores se llevaron a Shr-Pein, y No luchen contra quienes no pueden
los Constructores lo desenrollaron e inser- vencer… todavía. No sean obstinados; sean
taron en el maldito Museo del Público. astutos: negocien como tan bien nos han
Y los sobrevivientes fuimos adiestrados a demostrado en estas décadas que saben
la fuerza como Compradores, para que el hacerlo. Un planeta que se entrega de buen
mecanismo del Museo siguiera funcionan- grado intacto vale más en tecnología que
do como siempre lo había hecho, cuando uno que se conquista arrasándolo por la
los que nos habían privado de nuestro futu- fuerza de las armas, y haciéndolo así empe-
ro en nombre de Sus Amos finalmente re- zarán su trabajo como Compradores mu-
cogieron el premio a todos sus años de cho mejor pertrechados de lo que lo hici-
obediencia y esclavitud: el dulce olvido. mos nosotros… y ¡ojalá! llegarán más le-
Como otros antes que ellos, incapaces si- jos…
quiera de rebelarse contra sus omnipoten- Nuestro tiempo se acababa cuando los
tes amos, eligieron no saber de su existen- elegimos cuidadosamente entre ocho razas
cia. Ahora los descendientes de la raza que candidatas para que ocupasen nuestro sitio
nos arrebató el futuro medran en uno de en el Museo. No nos defrauden. No defrau-
esos absurdos planos desenrollados, sin re- den a los cientos de especies racionales que
cuerdo alguno de que una vez fue un pla- aún se desarrollan ignoradas en galaxias
neta verdadero donde sus antecesores evo- remotas, soñando un futuro, felizmente
lucionaron. Han renunciado al vuelo cósmi- ajenas a la ominosa sombra del Público y Su
co y consideran que el universo entero es el terrible Museo.
Museo de la Eternidad Infinita, que siempre Que al menos algunas de ellas tengan un
lo ha sido y siempre lo será. mañana depende de ustedes… y de sus su-

ProximA | 18
cesores. Porque para derrotar al poder del —Mierda —y luego añadió, casi de carreti-
Público quizás no baste la vida de una raza, lla—: Lindo discurso, se ve que estudiaron me-
ni de dos, ni de tres… pero, como todo ti- ticulosos nuestra retórica… pero yo no me creo
rano, un día también Ellos caerán víctima ni una sola palabra de toda esa perorata. Es otro
de Su propia arrogancia. truco de esos malditos Mantis, ahora aparecerán
Ya siento que mi linfa se espesa… solo los otros Compradores y se reirán de nosotros,
me queda por decir algo muy importante:
yo digo que no podemos vender la Tierra, pri-
aunque todavía ignoramos la verdadera na-
mero la muerte que…
turaleza de Nuestros Amos, ya tenemos al
menos una sospecha; que el Público está en —¡Silencio, estúpido! —la imperiosa voz de
el único sitio del Museo de la Eternidad In- Avgana lo interrumpió—. ¿Es que no viste lo
finita desde el que puede contemplarse to- inmenso del poder de ese Público? ¿Quieres que
da su muestra. A veces la intensidad de la la Tierra y todo el Sistema Solar corran la misma
radiación y el mismo color de la primaria suerte que Shr-Pein? —con un salto ágil, la ex-
cambian notablemente ¿es un cambio de ploradora descendió de su sillón antigrav, a casi
Público? ¿uno que se va, cansado del es- dos metros del suelo, y a largos trancos que
pectáculo, y otro que llega, ansioso de dis- hacían ondular su amplio manto escarlata reco-
frutarlo? ¿O acaso es una raza formada por rrió medio auditorio hasta llegar junto al largo
un solo individuo? Por ahora son solo hipó- cuerpo del Comprador Ivánov. Se arrodilló a su
tesis, locas y aventuradas… pero quizás us- lado, y con gran precaución lo tocó, sin que se
tedes resuelvan el enigma. produjera reacción alguna. El brillante verde que
Humanos, los hemos estudiado profun-
tuviera en vida el hombre-mantis empezaba a
damente y los admiramos. La suya es una
oscurecerse hasta un gris mate.
raza joven, voluntariosa y bella… como una
vez, hace eones, lo fue la nuestra. Serán Entonces, con un único y majestuoso ade-
unos magníficos Compradores. Aprenderán mán, la famosa exploradora de Vesta se despojó
todo lo necesario: cómo comunicarse con el de su amplia toga carmesí y cubrió al cadáver
Público, cómo rastrear las galaxias buscan- del alienígena con el rico paño rojo, a guisa de
do candidatos para la siguiente adquisición mortaja, quedando erguida completa y glorio-
para el Museo, cómo negociar con ellos… samente desnuda junto al cuerpo así honrado.
se los enseñarán las otras dos razas de Sus ojos refulgían cuando se dirigió al resto
Compradores que, por lo que sabemos, son de la sala: —Hombres… terrestres, habitantes
absolutamente leales a los Amos. del sistema solar. No tengo la elocuencia de
Y también serán sus maestros mis tres Ivánov. No intentaré emular su discurso. No he
congéneres supervivientes, los que ustedes tenido como él milenios para meditar mis pala-
llaman Valdés, Li y Smith… que además los bras. Pero, llámenme sentimental, tonta o apa-
instruirán en lo más importante: cómo lu-
sionada… resulta que yo sí le creo, esta vez,
char contra el Público. Cómo acumular da-
hasta la última coma. Y creo asimismo que de-
tos sobre las energías que usan, la ciencia
que manejan, el poder que detentan, para, bemos seguir su consejo. De vuelta a mi aste-
quizás… un día… roide, propondré que también Vesta le sea ven-
Entonces el Comprador Ivánov calló, definiti- dida al Museo de la Eternidad Infinita. Por un
va y abruptamente. Por algún prodigio de auto- precio extra, claro… si el de la Tierra es el vuelo
control, su voz de barítono se había mantenido hiperlumínico, quizás por el resto de los encla-
resonante e inteligible hasta el final, y ahora el ves del Sistema Solar nos den la teleportación o
súbito silencio se había abatido sobre los tím- tal vez hasta esa misma utilísima habilidad de
panos de los humanos como un manto invisible cambiar nuestra apariencia. Sí, ya creo que los
pero pesadísimo. humanos seremos los Compradores mejor per-
Los casi cuatrocientos representantes del trechados que haya conocido el Museo de la
homo sapiens se miraron unos a otros, sin sa- Eternidad Infinita, y un día… quizás… —repitió
ber qué decir. De pronto todas las reglas del la reticencia final de Ivánov con la ferviente
juego parecían haber cambiado. fuerza de un lema recién nacido.
Al fin, Jorge Angel Pérez, delegado por el en- No obstante, los demás aún dudaban. Y qui-
clave satelital de Io, dijo lenta e indistintamente, zás habría habido murmullos, gritos, discusio-
acariciándose su reluciente calva: nes, exabruptos… pero justo entonces el Secre-
tario General de la ONU, Nguyen Van Phong se

19 | ProximA
puso lentamente en pie y pidió silencio con el pio de los tiempos. Porque tan terrible es el po-
respetable argumento de sus años y sus canas: der del oro sobre el corazón del hombre, que
—Soy un hombre viejo —comenzó revelan- siempre lo convierte en dragón.
do lo obvio con su suave sonrisa oriental—. Pero el pescador se encogió de hombros, y
Tengo 113 años y he visto cambiar mucho las sin siquiera mirar el tesoro, salió de la gruta, y
cosas a lo largo de ellos. Ya la ONU que repre- en la ribera del lago llamó a la sabia tortuga para
sento no es lo que era para esta nueva humani- devolverle la espada mágica.
dad que se ha extendido por todo el Sistema Extrañado, el viejísimo quelonio le preguntó:
Solar, pero quisiera creer que como institución —Pero ¿por qué no te convertiste tú también en
aún conserva suficiente prestigio, ya que no dragón? ¿por qué no te sedujo el brillo del oro?
poder efectivo, como para que me perdonen la ¿por qué no te conquistó la fuerza de esa espa-
pedantería de relatarles una pequeña historia. da?
—Y sin esperar autorización, comenzó—: Es Respondió el pescador: —Porque yo solo
una especie de fábula tradicional de mi pueblo… quería justicia, no riqueza ni fama. Ahora volve-
la historia del dragón. ré a mi bote y mis redes, y diré a los hombres
“El dragón aterrorizaba a todo Anam, que es que la riqueza es de todo el que quiera venir a
el antiguo nombre de Viet-Nam. Insaciable de tomar un poco. Pero antes, mataré a la verdade-
riquezas, la bestia enviaba a sus crueles guar- ra bestia malvada que ha tenido sojuzgado a
dias para esquilmar a todos los campesinos, toda Anam desde hace tanto tiempo…
comerciantes, pescadores o nobles del país. To-
dos sabían que la única manera de enfrentarlo
era ir hasta el lago sagrado sobre el que el
monstruo tenía su cubil, y allí pedirle a la tortu-
ga sabia la espada mágica para enfrentarlo.
Un comerciante que codiciaba los tesoros
acumulados por el dragón lo hizo, y la tortuga
le entregó la espada. Armado con ella entró en
la cueva… y nadie lo volvió a ver nunca, pero el
monstruo se volvió aún más ávido desde aquel
día.
Un príncipe que anhelaba ganar fama como
gran guerrero fue también a pedir la espada má-
gica a la tortuga, y con ella en mano entró en la
gruta del dragón, pero tampoco volvieron a ver-
lo jamás.
Hasta que, un día, un pobre pescador cansa-
do de abusos fue también a pedirle la espada a
la sabia tortuga, y entró en la gruta. Allí lo espe-
raba el dragón… armado no solo con su tamaño
y peso, garras, cola y colmillos, sino blandiendo
una espada igual.
La lucha fue dura, pero quien ataca siempre
tiene una ventaja sobre quien defiende: que Y de un solo golpe, le cortó la cabeza a la vie-
desea lo que no tiene, mientras que el otro jísima tortuga, que a través de todos los sucesi-
desea solo seguir teniéndolo. Al final el pesca- vos dragones había ejercido su malsano poder y
dor hirió de muerte a la bestia. Y agonizando, le pensaba seguir ejerciéndolo por siempre”
dijo entonces así el dragón: Nguyen Van Phong calló al terminar la histo-
—Tú has vencido y yo muero: ahora es tuyo ria, y volvió a sentarse modestamente, entre
mi tesoro. Pero tú eres suyo también, porque atronadores aplausos.
has de saber que yo soy aquel príncipe que una Y Avgana aprovechó la oportunidad para in-
vez entró a matar al dragón, y que el dragón al sistir:
que di muerte era aquel comerciante que antes —¿Está claro, no? como no era el dragón el
de mí mató a otro dragón, y así, hasta el princi- verdadero tirano, tampoco son nuestros autén-

ProximA | 20
ticos enemigos los Compradores. Luchemos a una raza de estrellas inteligentes… incluso a
contra los amos, no contra sus servidores. Pero solo una de ellas, o hasta a una civilización tan
solo cuando estemos listos para vencerlos. En- avanzada que puede convertir el interior de un
tretanto, tenemos que ganarnos la confianza de astro en un cómodo observatorio! Quizás aca-
ese Público no tan misterioso: porque supongo bamos de morder más de lo que podemos tra-
que se habrán dado cuenta de que Ivánov y su gar. Aunque Ivánov y los suyos sabían de lo
gente de Shr-Pein sospechan que el Público es o que hablaban cuando insistían en aquello de
está en la estrella encerrada dentro de la esfera “oferta irresistible” Dejaríamos de ser humanos
de Dyson. Ya nos tocará a nosotros corroborar o si rechazáramos semejante reto. ¡Será como en-
refutar esa atrevida teoría… en su momento. Pe- frentarnos al demonio! Ningún hombre es ca-
ro antes, ahora, ya, tenemos que lograr que esa paz de decir no a una cruzada así.
confiada y prepotente tortuga nos entregue la —Sí… —dijo con confiada sonrisa Nguyen
espada mágica de su avanzadísima ciencia… y Van Phong—. Será duro. Pero ¡tampoco el pri-
entonces, con ella misma, decapitarla. mero que fue a matar al dragón resistió las ten-
Y de nuevo todos los humanos prorrumpieron taciones y pudo dar muerte a la tortuga! No
en sinceros vítores, y no solo en apoyo a las pa- obstante, confío en que finalmente lo hare-
labras de Avgana, sino también porque el mam- mos… nosotros, o la raza que herede nuestro…
paro-pantalla de proa había vuelto a ser transpa- trabajo como Compradores. De momento, co-
rente, revelando que la nave acababa de regresar mo tú dijiste, tenemos que concentrarnos en ser
al Sistema Solar. los mejores Compradores que el Público haya
Pocos minutos después atracaban en la Esta- conocido jamás. Y eso llevará tiempo. Pero lue-
ción Espacial Internacional Dieter Van Rijn, y go, ya sabes: un día… quizás…
mientras los cientos de delegados humanos —Sí —confirmó Avgana Le Normand, abra-
abandonaban ordenadamente la estancia, Av- zándolo otra vez y repitiendo la nueva, optimis-
gana se las arregló para alcanzar a Van Phong, ta y secreta consigna de la humanidad—: Un
al que la edad volvía lento, y susurrarle al oído: día… quizás…
—Gracias. Nunca los habríamos convencido sin
usted. Pero, ¿sabe? aunque mis bisabuelos eran 13 de julio de 2007
100% franceses, pasaron parte de su juventud
en Saigón… y recuerdo que un par de veces
también me contaron esa fábula. Que, por cier- © Yoss
to no terminaba precisamente así...
El anciano vietnamita la miró de hito en hito y
la miró beatífico antes de también musitar: —
Recuerdas bien, hija… en efecto, en la versión
tradicional el pescador no mataba a la tortuga.
La modifiqué ligeramente para la ocasión. Pero,
como dirían Ivánov y los suyos: ¿importa acaso
tanto torcer un poco la verdad por una buena
causa?
Avgana sonrió y abrazó al anciano. —Será
duro —le dijo al oído, preocupada—. ¡Enfrentar

Yoss (José Miguel Sánchez Gómez) nació en La Habana en 1969. Es Licenciado en Ciencias Biológicas,
ensayista, crítico y narrador de realismo y ciencia ficción. Su obra ha obtenido diferentes premios y men-
ciones, tanto en Cuba como en el extranjero. Ha publicado varios libros de cuentos y tres novelas, es
compilador de “Crónicas del Mañana: Cincuenta Años de Ciencia Ficción Cubana” (2008), y una
veintena de sus cuentos puede leerse en Axxón y otros sitios web.

21 | ProximA
A SU IMAGEN
TERESA PILAR MIRA DE ECHEVERRIA

La cosa es así: hay que colonizar. decía nada más. Sólo que el azar había combi-
Y RR/1.111 parecía tan bueno (o tan malo) nado el mismo dígito cuatro veces.
como cualquier otro sitio. Lo que le llamó la Cuando Allen fue allí ⎯y «allí», para él, era
atención fue, simplemente, el número; y el nú- «Dios sabrá donde»⎯ descubrió lo que ya te-
mero no decía mucho. mía: que no era más que otra colonia incipiente,
Decía que estaba cerca del borde exterior galác- roñosa y olvidada en medio de la nada. O sea,
tico, decía que era un planeta no gaseoso, y no

ProximA | 22
más basura espacial. vendaval sin lluvia, pero con vientos capaces de
El planeta era tipo T, pero no se parecía a la arrancarle a uno la carne de los huesos.
Tierra en nada; y cuando eso sucedía, los inge- Y las pantallas holográficas se empecinaban en
nieros plantaban pantallas. mostrarle al ojo desnudo un paisaje más benévo-
Había cinco domos gigantescos de cristal de lo al espíritu humano, un paisaje de ensueños
aluminio en RR/1.111. Cada una de estas pre- como los de la vieja Tierra, para que los misera-
tenciosamente llamadas «ciudades», tenía en su bles colonos se sintiesen un poco mejor.
interior un apacible cielo azul claro, enormes edi- Eso era RR/1.111 la colonia que, en unos po-
ficios abovedados grises, un suave paisaje sub- cos cientos de años, se transformaría en una
urbano de verdes praderas y bosquecillos, y una nueva Tierra pero que ahora era sólo una pesada
escueta cantidad de población a la que la ciudad trampa asfixiante.
le quedaba grande. ⎯Un sudario de pesadilla ⎯murmuró.
Allen caminaba bajo el cielo diáfano que no De vez en cuando tenía un pensamiento poéti-
podía broncearlo, cerrando los ojos de cuando co. Estúpido, pero poético. Y entre tales pensa-
en cuando y sintiendo la luz solar en sus párpa- mientos, en general, no pensaba mucho.
dos. Era mejor cerrarlos si se quería conservar el Sí, eso era RR/1.111 y, cuando se bajaba la vis-
hechizo pues, aquí y allá, la ilusión se rompía y ta del cielo y se veía a uno o dos transeúntes gri-
entraba una grieta de realidad a la gigantesca ses caminando por entre el gris de los edificios
proyección. que se camuflajeaban sobre el gris del planeta,
Detrás de una esquina, al lado de un edificio o las personas no eran muy diferentes.
entre dos nubecitas blancas, siempre se colaba Los que venían a una colonia no eran precisa-
una pequeña porción del verdadero rostro de mente la crema de la sociedad. Caras feas, arru-
RR/1.111. En sí mismas eran casi imperceptibles, gadas antes de tiempo, sucias; mujeres flacas y
pero para una mente como la de Allen, entrena- huesudas, mal alimentadas desde el vientre ma-
da en buscar desilusiones, era fácil hallarlas: una terno; hombres desgarbados sin dinero para ope-
mueca gris en el medio del paraíso. rar sus malformaciones o sus heridas. Mientras
Ese día había hallado cinco nuevas fallas en los que lo peor de ellos se agazapaba dentro, donde
escudos de proyección holográfica, y la cuenta no podía ser visto.
llegaba ahora a ciento veintiocho. Allen suspiró Allen mismo tenía un mapa en su escarificado
resignado, ya no podía sostener la farsa mucho rostro; pero él no usaba la pantalla para darse
más, su mente había comprendido lo que obsti- una apariencia sana y bella, como los demás.
nadamente había tratado de ignorar durante esos Y no es que fuese un amante de la verdad o
ocho meses… ya había mordido la manzana y que meditara muy seguido sobre la moralidad
era hora de salir de allí. del engaño; su actitud más bien era atribuible a
Volvió a suspirar casi con alivio: sostener una su carácter melancólico y algo masoquista.
ilusión, aún una esperanzadora, siempre requiere Una mujer, casi puros huesos, con un parche
de un esfuerzo titánico, de una inversión de de pelo sin brillo en su cráneo, se le acercó insi-
energía mental desgarradora; y él estaba muy nuante; uno de sus ojos estaba velado de blan-
cansado. Además, la desilusión, tarde o tempra- co, el otro tenía un brillo anhelante, casi implo-
no, siempre lo alcanzaba. rante. Se paró frente a él y le sonrió; no se había
Se colocó los anteojos y miró el mundo cara a dado cuenta aún, quizás no viese muy bien con
cara. Los cristales nulificaban los rayos de pro- su ojo sano.
yección y mostraban al domo tal cual era: un Allen se quitó los anteojos lentamente y ar-
enorme tejido de panal transparente, de varios queó las cejas de ese modo brutal y sarcástico
kilómetros de base y unos cien metros de alto en que significaba: «ya sé como eres en realidad».
su cenit, a través del cual se veía RR/1.111: ni las La mujer, de abundante cabellera rubia, dejó de
praderas, ni el bosquecillo, ni el cielo azul, sino sonreír, bajó sus ojos profundamente verdes casi
abigarradas y grises nubes de metano girando con vergüenza y, sin dilación, espetó una pala-
enloquecidas, vientos huracanados arrastrando brota, se encogió de hombros, y se alejó conto-
cuanta cosa suelta hallara a su paso y rocas ba- neando unas caderas voluptuosas que Allen de-
sálticas destellando bajo la luz de la ciudad. seó que hubiesen sido reales.
El domo era una burbuja en medio de un noc- El sol dejó de brillar sobre la escultural figura
turno vendaval eterno que jamás cesaba, un cuando Allen se calzó nuevamente los anteojos,

23 | ProximA
y el espectro dobló por una oscura esquina, co- seguía mansamente, como hipnotizado, tal y
jeando apenas. como siempre lo hacía.
Probablemente se había comportado como un Entraron al oscuro cuarto que era todo su
bastardo repugnante exponiéndola así. ¿Y qué hogar y Allen se sentó en la cama mientras Iris
importaba? se desvestía.
Tomó por la avenida central. El carnaval gro- ¿Cómo podía convencerlo siempre? ¿En verdad
tesco saludaba y sonreía con placer; cada hom- tenía algún poder psíquico de control sobre él, o
bre y mujer se paseaba como por una pasarela, simplemente era esa piel gris aterciopelada, esos
seguros de la imagen que el otro veía: belleza, pequeños ojos negros y ese emplumado cabello
juventud, salud, riqueza. Los holoproyectores de fantasía que caía suave, apenas sobre sus
que mentían un mundo paradisíaco, mentían hombros, como una capa de vilanos violáceos?
también rostros y figuras espléndidas. Los estú- Ignoraba cómo llegaría a verse después de este
pidos se engañaban entre sí y sabían que eran nuevo encuentro, pero descartaba que sería aún
engañados, pensó Allen. Él también había parti- más hermosa que ahora; tal y como siempre su-
cipado de la mascarada por un tiempo, pero, cedía.
¿qué sentido tenía? Cuando estuvo desnuda Allen contrajo una
Los sonrientes rostros se paralizaban en sus mueca de disgusto. Nada en ese cuerpo estaba
muecas cuando veían los anteojos de Allen; era bien, todos los excitantes órganos sexuales de
como si él los pescase desnudos. Ellos sabían una mujer estaban atrofiados; aunque funciona-
que él podía verlos tal cual eran, que los atrapa- rían, él sabía muy bien que lo harían.
ba en sus ingenuas mentiras. ⎯Prontio, muy prontio amior, seré comio tú
Y él gozaba, en su ridícula perversión, de ese quieres.
poder. El susurro volvía a colarse en su cerebro.
Pero Allen lo sabía bien, el suyo era un poder ⎯¿Pero cuántas veces más serán necesarias?
suicida: ver la mentira ajena era, simplemente, La respuesta de Allen restalló como un látigo.
destapar la suya propia. La jovencita se detuvo en su acercamiento, a
Cavilando en su sulfúrica autodestrucción, do- medio camino de la cama, el rostro de un ángel,
bló por la esquina equivocada. el cuerpo de un animal mutilado.
Iris venía caminando de frente. La sorpresa duró unos segundos e Iris volvió a
Allen intentó girar sobre sus talones pero la sonreír, segura, muy segura de sí misma y su
voz de la muchacha lo detuvo. poder. Se sentó sobre las rodillas de Allen y
⎯¡Noo tan riápido sabiandijia! acercó sus ojos negros, sus deliciosos labios
Su sonrisa era de placer anticipado. agrisados a su rostro, mientras le quitaba los an-
Él ni siquiera la corrigió, era parte de su estúpi- teojos.
da venganza el dejar que ella hablase un idioma Cuando Iris dejó los lentes en el piso y se in-
destartalado y mutilado, y que creyese que era el corporó nuevamente, su rostro era exactamente
correcto. A esta altura Iris manejaba una jerigon- el mismo. Allen lo sabía, con ella no habría des-
za casi irreconocible… ¡Qué tanto! ¡Él también ilusiones, pero tampoco esperanza alguna.
merecía algo de placer en esta «pareja»! Los dedos de terciopelo de la jovencita volvie-
Pero era extraño sentir placer con Iris, y Allen ron a recorrer las viejas heridas del rostro de
se quedó congelado, estático, aterrado, mientras Allen, una por una, y mientras lo hacía él co-
ella acariciaba su rostro siguiendo una de las menzó a desvestirse. En muy poco tiempo am-
múltiples hendiduras de sus cicatrices. bos estaban acostados en la cama, comproban-
⎯Yaa casi es tiempio, amior ⎯la muchacha do una vez más que estaban hechos, literalmen-
susurraba lentamente, y Allen no supo si lo te, el uno para el otro.
hacía con sus labios o si introducía las palabras
directamente en su cerebro⎯. Algún día tien- Iris tenía el cabello de plumas sobre el rostro
drás que deicirme cómio te hicistes esias marcas. de Allen, él la abrazaba entre complacido y asus-
Allen bajó la vista hasta la menuda figura casi tado; el suave vaivén de la respiración de la jo-
veinte centímetros más baja que él: ¡Dios, era ven lo sedaba, calmaba su mente, anestesiándo-
tan hermosa! la. Entonces sintió el primer crac y saltó de la
Iris lo tomó de la mano y comenzó a caminar cama, el corazón golpeándole en el pecho, el
por el callejón, hacia su departamento. Allen la miedo atenazándole los músculos.

ProximA | 24
Los ruidos se sucedían cada vez más seguidos. Allen giró enfurecido. ¡Pequeña bestezuela las-
Iris se despertó y alzó el rostro. Su mirada fue, civa! ¿Qué él le hacía eso a ella? ¿Y qué era lo
por un instante, extraña, y pareció confundida que ella le hacía a él?
mientras miraba a Allen de pie, desnudo y tiri- Pero la muchacha era otra vez una muñeca de
tando, viéndola con esos ojos exorbitados que porcelana, una belleza aún más deseable que la
siempre ponía cuando llegaba este momento. noche anterior. Su cabello ya no era tan plumoso
Con un nuevo crac, una enorme grieta se abrió y estaba adquiriendo un tono aluminizado a
paso por el rostro de la muchachita, era como si medida que se secaba. Los ojos eran un poco
su piel fuese una cáscara y ésta se estuviese par- más grandes y almendrados, definitivamente sus
tiendo. pechos estaban empezando a parecerse a eso, y
A lo largo de todo su cuerpo, se abrían más y los rasgos habían tomando una definición más
más grietas con ese ruido espantoso y seco. nítida y humana.
La piel se separaba, debajo latía otra nueva, un ⎯¿Tie gustio?
poco más rosada que la anterior aunque igual- Iris se levantó y giró en el lugar, aplastado con
mente gris (Allen había notado que, aunque ella sus pies los restos rechinantes de su piel vieja.
cambiaba, su piel volvía siempre al mismo tono Allen parecía nuevamente hipnotizado.
basáltico inicial). Ella leyó su mirada, su anhelo, y sonriéndole
Con un nuevo crac, una grieta oblicua se su- suavemente le dijo:
perpuso al resto de las ya existentes en el rostro ⎯Pero aún no piodemos hacierlo, todavía soy
de Iris, la piel como de cal abriéndose y curván- tu hijia…
dose hacia afuera, seca y dura como una costra. Allen sintió el peso de aquella declaración co-
Allen no podía dejar de mirarla y de temblar. mo un golpe en el estómago y salió corriendo de
Iris sostenía su vista, ¿la deleitaba su sufrimien- la habitación.
to? En un espasmo, medio rostro de la mucha- Bajó los escalones a los tropezones, sin alien-
cha se abrió como una flor, y un estallido de so- to, la cabeza febril. Cayó de bruces al suelo al
nidos secos acompañó el suceso. trasponer la entrada del edificio; se levantó y si-
Allen cayó de rodillas vomitando; sintiendo es- guió corriendo una o dos cuadras más, no supo
tallar la risa de Iris; sintiendo, poco después, sus bien dónde estaba ni lo que hacía, hasta que
manos agrietadas y de bordes cortantes acariciar metió la cabeza bajo el chorro de agua de una
apenas su cabello mientras la voz se colaba en canilla en un baño público.
su mente: Se sentó en el piso mugriento, frente al espejo,
⎯Tranquilio mi amior. Fialta poco, muy poco. y reconoció los ojos almendrados de Iris en los
Allen no quiso levantar la cabeza mientras los suyos.
trozos secos de piel caían a su alrededor, duros Por un momento deseó poder arrancárselos.
como roca, al ritmo lento de una canción que Luego los cerró y respiró hondo, pausadamente,
Iris canturreaba entre dientes. hasta que la fetidez del lugar terminó de desper-
tarlo de su trance. ¡Esa bestezuela inmunda sa-
Terminó de vestirse con desgano. Un sabor bía cómo perturbarlo! ¡Sabandija mentirosa!
bilioso le manchaba la boca. Evitó verla de frente Comenzó a reír histéricamente: «sabandija» así
durante todo el tiempo que le insumió esta ta- lo llamaba ella a él. ¿Quién de los dos había uti-
rea. Ella disfrutaba su incomodidad, eso era cier- lizado ese término por primera vez?, ¿quién se lo
to, sino ¿porqué siempre cantaba mientras se había contagiado al otro?
pelaba como una boa de granito? «Sabandija», sin dudas eso es lo que ella era.
Ya no se sentían los cracs de la piel agrietán- Una sabandija mitótica de RR/1.111.
dose, pero el sonido de esa misma piel calcifica- Ella no era su hija, no lo era, ¡claro que no lo
da cayendo y chocando con el piso de metal, era era!; no podía serlo. Lo que la sabandija sufría
tan repugnante como el anterior. era un proceso de mitosis monádica; se estaba
⎯¿Tie vas? reproduciendo a sí misma. Era como una célula
La voz era tan dulce y sugestiva que Allen casi asexuada, sólo que en lugar de dividirse en dos,
dice «No». se regeneraba.
⎯Déjalo, yo recogeré todo a mi regreso. Ella era su propia hija. Hija de sí misma, no de
⎯Es lo mienos que puedes hacier. Después de él.
todio, tú me hacies esto. ⎯No mía ⎯repitió en voz alta, casi gritando.

25 | ProximA
⎯Y yo me acosté con diez generaciones de en ella sería de él: sus rasgos feminizados, sus
«ellas» ⎯agregó en voz muy baja. gustos y la exacta sapiencia de todo lo que él
No podía creer que hubiese pasado diez veces deseaba. Sería la criatura perfecta, el placer per-
por todo aquello. fecto, el amor perfecto: él hecho su propio espe-
Desearla. Dejarse seducir por su dulzura. Amar- jo.
la. Y luego de que su material genético se com- Y había dicho la verdad.
binara con el de ella, verla mudar de piel, de ser. Pero las cosas no habían sucedido exactamen-
Verla morir y nacer nuevamente como ella y co- te así. El cinismo de Iris o su crueldad podrían
mo otra, como la próxima generación de sí mis- haber sido «heredados» de Allen (en cierto sen-
ma; aún más bella, aún más humana que la an- tido él era una especie de «padre» de sus muta-
terior… Y volver a desearla con locura y desespe- ciones), pero había algo más que no alcanzaba a
ración. descifrar.
Hundió la cabeza entre las piernas, aprentán- Ella necesitaba la forma de su material genético
doselas fuertemente con los brazos. Tenía que para mutar. Era una idea arriesgada la que ella le
romper ese círculo, tenía que librarse de la ali- había presentado. La raza de Iris jamás lo habría
maña. Debía ser fuerte, vencer la tentación. autorizado, por lo que había que sobrentender
Pero eso era imposible. Había algo de él en ella que Iris era una renegada… o su vanguardia.
después de todo, algo que la hacía perfecta para Porque, de todo lo que los humanos habían traí-
Allen. do consigo a RR/1.111, aquello que más había
Claro que ella no era su hija… En cierto senti- seducido a Iris era tan sólo una idea provocativa:
do, era él mismo. el cambio.
Para una civilización mitótica como la suya, la
Como un alucinado, Allen caminó de regreso a novedad no era siquiera una posibilidad a ser
su casa. pensada. «Algo nuevo» no era «algo cambiado»,
En su recuerdo se apretaban todos los rostros era otra cosa (e Iris ya era otra cosa a sus ojos).
de Iris; todas las etapas de su humanización. Pero ella quería ser nueva, renovarse y no sim-
Ella había venido a él como un ser extraño, plemente regenerarse. Hacía cien mil generacio-
apenas humanoide, algo que alguien más había nes que era ella, ahora era tiempo de evolucio-
forjado en ella. nar.
Algún otro hombre la había tenido cuando Allen tropezó con una piedra en la calle; era
apenas si parecía un animalejo que resemblaba extraño que hubiese una roca basáltica en el in-
lejanamente a una mujer; y sus genes habían ini- terior del domo, pero como su mirada trastorna-
ciado la mutación. da apenas si enviaba algo coherente a su mente,
Cada nueva generación de Irises, incorporaba el suceso pasó de largo por su pensamiento que
algo más de la forma humana. Ella se lo había sólo se focalizaba en una cosa: Iris.
aclarado perfectamente: era la forma del ADN de ¡Esa pequeña alimaña manipuladora le estaba
Allen, no el material de que estaba hecho, lo que comiendo las entrañas! ¡Sugerir un incesto!
ella necesitaba. Ni la adenina, ni la guanina, ni ¡Bestia inmunda! Sí, ella sabía cómo enfurecerlo;
ninguna otra proteína eran incorporadas al mate- ¿pero sabría como pedirle perdón? Porque si no
rial genético de Iris, sólo la forma, la estructura lo hacía, si no juraba que aquella patraña era fal-
de su combinación. Así, las extrañas y alieníge- sa, que no había posibilidad de pensar en una
nas proteínas de Iris seguían siendo las mismas, relación así entre ellos, debería matarla… o ma-
generación tras generación; pero combinándose, tarse.
ahora, de una forma novedosa, de una forma Sin pensarlo se halló de nuevo frente a la esca-
«humana». lera de su edificio: veintisiete departamentos pa-
Alguien más había puesto su impronta en la ra cuatro personas.
configuración de Iris antes que él, y eso, algunas ⎯No; para tres personas y un animal ⎯se co-
noches, le quitaba el sueño y le hacía rechinar rrigió entre dientes.
los dientes. No eran celos, claro está; pero era Comenzó a subir mecánicamente los escalo-
algo muy parecido. nes, cada paso más veloz que el anterior; y a los
Ella le había dicho que en cinco o seis regene- pocos segundos estaba corriendo por el pasillo
raciones toda aquella marca ajena sería reempla- del quinto piso, abriendo la puerta ferozmente,
zada por la de Allen; y que todo lo que quedase casi derribándola con el ímpetu de su entrada,

ProximA | 26
echando espuma por la boca como un perro ra- ⎯¿Qué mierda quieres de mí?
bioso. Iris se apoyó sobre un codo, el rostro vuelto
Iris estaba aún sobre la cama, respiraba dificul- hacia Allen, el basáltico cabello, visiblemente
tosamente como siempre lo hacía luego de una más largo, cayendo sobre su hombro derecho
regeneración, luego de un «nacimiento» como hasta el pecho de él; y comenzó a pasar un dedo
ella le decía. Jugaba con las ideas retorcidas de por las cicatrices de Allen.
una sexualidad que le era ajena. Solía mirarse al Él solía soñar que se abrían, que con el mismo
espejo y decirle, señalando su propia imagen: ruido espantoso con el que había oído cambiar
«¿Te gustia mi biebé?». la piel de la muchacha, su propio rostro se partía
¡Animal depravado! y resquebrajaba por las líneas de sus excoriacio-
La miró dormitar fatigosa, cansada por el es- nes; pero que, al caérsele la piel, no quedaba
fuerzo de recrearse a sí misma: ella era la partu- nada, ni rostro, ni Allen, ni nada.
rienta y el recién nacido en un solo ser. ¡Nada!
¿Cómo podía ser que amara tan desesperada- ¿Eso es lo que ella quería?
mente a ese obsceno monstruo parlante? ⎯Fue cuando tenía quince años ⎯dijo Allen
Se arrodilló junto a la cama y, lentamente, sin por fin.
ninguna exaltación colocó la punta del cañón de Iris comprendió y quitó su dedo de seda de su
su arma entre sus ojos cerrados. rostro. Luego, apoyó su mentón en el pecho de
Apretó el gatillo de un sólo movimiento con- Allen y esperó el relato.
vulsivo y el clic hueco le devolvió la calma. ⎯Una simple pérdida en la bomba de com-
Iris habló sin abrir los ojos: bustible del transondador. El cartucho derecho
⎯Noo niecesitas hacier eso, ¿sabes cuántias explotó y las esquirlas de la abrazadera de hierro
vieces me has miatado yaa? me cortaron el lado derecho de arriba a abajo,
Allen sonrió con amargura. Claro, unas diez casi en líneas rectas ⎯Allen giró la cabeza para
veces… Amarla era matarla y también hacerla que ella pudiera ver las longitudinales y blancas
renacer. estrías hundidas⎯. Luego supe que no podrían
Sacó el arma de la frente de la muchacha y se operarme porque era muy costoso. Así que tomé
quedó contemplando el hueco del cargador que un cuchillo de cocina y emparejé las cosas
nunca le había puesto.
⎯ahora Allen mostraba su perfil izquierdo, lleno
Iris abrió sus ojos: y eran sus ojos, los suyos,
los de Allen. de nudosas y sinuosas líneas horizontales⎯. El
resto fueron depresiones, laceraciones volunta-
⎯¿Quié odias en mí? ¿Lo quie tu eries o lo
rias, peleas de borrachos… ya sabes, tu me co-
quie aún noo soy?
nociste así, ebrio y medio muerto, bañado en mi
Allen pensó un rato en silencio mientras guar-
propia sangre.
daba nuevamente el arma en su bolsillo, el arma
que había comprado el día que había conocido a ⎯¿Por quié triabajabas en un transiondadior?
Iris. Allen la miró en silencio, aplastando su barbilla
contra su propio pecho para poder hacerlo. Sus
⎯Odio exactamente lo que amo.
ojos (sus propios ojos en ella) mirándolo inge-
Iris se inclinó hacia él y lo rodeó con sus bra-
nuamente.
zos, atrayéndolo.
Él se liberó de su abrazo pero se recostó a su ⎯Porque me habían vendido a un salomante.
lado, su mano izquierda laxamente apoyada so- Ya sabes, si no pagas tus deudas, se cobran con-
bre el incompleto e inútil vientre de ella. tigo.
Los ojos de Iris se abrieron enormemente:
⎯¿Qué quieres de mí?
⎯¿Como escliavo?
⎯Nadia.
Allen estiró una mano y acarició el rostro ova-
Allen cerró los ojos apretadamente y murmuró
lado de la muchachita. Ella insistía en hablar
con odio:
mal, quería hacerle sentir poderoso. Podía ser
⎯¡Nada! ¡Se dice: nada!
una trampa o puro candor ⎯un modo de mani-
Iris lanzó una carcajada. Claro que sabía cómo
pularlo o una genuina muestra de sumisión afec-
hablar correctamente. ¿No lo escuchaba a él
pronunciar, acaso? ¿Por qué fingía ser su víctima, tuosa⎯. ¡Dios! ¿Por qué amaba tanto a esa mi-
entonces? serable sabandija sensual?

27 | ProximA
Ni siquiera era una muchacha, tenía tantos ⎯Noo sabies lo desiesperado que puede estiar
años como la vida en ese mundo, más que la un hombre… Pero el amior noo es la única fuen-
vida en la propia Tierra. Ni siquiera era una mu- tie de cambio, también lo es la muertie.
jer. ⎯¿A qué te parecías entonces?
⎯¿Quién fue el primer depravado enfermo que La muchacha se tendió sobre su espalda, apo-
te amó cuando no eras ni remotamente parecida yándose sobre el cuerpo de Allen, el pelo de roca
a un mamífero? suave bañando su rostro, y tomando las manos
Los ojos de Iris se achicaron. Parecían la con- de él las colocó alrededor de su propia cintura.
centración de miles de miradas en una sola pupi- Aún era increíblemente liviana, casi como si no
la; millones de años de existencia, una inteligen- tuviese peso; una sílfide vaporosa reposando so-
cia tan vasta que podría hacerlo papilla cuando y bre su cuerpo; pequeña, hermosa…
como quisiera: ⎯A nadia quie tu puedias imaginar.
⎯¿Fuistie un escliavo?
Los ojos de Allen parecían absortos en esos
pozos de retorcida sabiduría. Apenas susurró: © Teresa P. Mira de Echeverría
⎯Aún lo soy.
Iris lo miró curiosa y sonrió: Allen estaba por
fin entendiendo quién era el que mandaba aquí.
Entonces condescendió:

Teresa Pilar Mira nació en Pilar en 1971. Es Doctora en Filosofía, trabaja como docente universitaria y diri-
ge el Centro de Investigación de Ciencia Ficción y Filosofía, de la Fundación Vocación Humana.
Ha publicado artículos y ensayos que combinan inteligencia con una gran sensibilidad, y sus
cuentos han aparecido en las revistas Axxón y NM. Es una poderosa nueva voz en la CF local.

ProximA | 28
REGALO PERRITO
JUAN GUINOT

29 | ProximA
Duard, nadie regala nada, me repetí unas Estiré mi mano, desplegué el brazo y, en
tres veces cuando ví por vez primera a esa esa especie de plataforma orbital, dejé que
mujer con el cartel de letras lumínicas: “Re- aterrizada el cuerpecito gelatinoso del ani-
galo Perrito”. mal. Con el dedo mayor e índice de la otra
Era un día de frío polar, y como no paraba mano acaricié el lomito negro y lo di vuelta
de castañetear con los dientes, alguna pala- para conocer el sexo. Gimió, casi seguro,
bra delatora se me escapó, y la del cartel, en asustado por ver tan pronto el mundo patas
dos segundos, estaba frente a mí, en esa ac- para arriba. Cancelé el giro, volví a regalarle
titud rapaz de los catequistas que siempre unas caricias. Mientras perdía mi mirada en
detectan al blanco justo para reclutarlo como él, se me ocurrió saber el día del nacimiento,
devoto. No sé como llegó tan rápido, pero quería tener bien claro cuando debía hacerle
pegó a mis narices aquel destello: “Regalo las fiestas de cumpleaños con riquísimas tor-
Perrito”. tas glucoseadas, y mientras me deleitaba dis-
Realmente nadie regalaba nada y me costó frutando la ternura de ese animal, pregunté:
creer que no trajera algo escondido debajo —Y… ¿cuándo nació… —al levantar los
de su caperuza escarlata. Tiré unos centíme- ojos descubrí que la mujer ya no estaba y
tros la cabeza hacia atrás para hurgar con la buceé con la mirada entre los feriantes. A lo
mirada y poder decodificarle algún gesto, pe- lejos la capa escarlata se fundía en la poli-
ro ella tomó la iniciativa cromía de los asistentes al mercado.
–Le regalo el perrito, no quiere quedarse Miré al perrito, echado sobre mi mano. Era
así, solito. negro. El hocico puntiagudo tenía cuatro bi-
Miré a los costados, no quería que me gotes aguja en cada lado. El lomo aceitoso,
identificaran con ese intercambio desprovis- de piel oscura como brea culminaba con una
to de valor, nadie hacia nada sin precio. Pero cola tan larga como la mitad de su cuerpeci-
para los comerciantes deberíamos parecer to; también negra, caída al piso y con cierto
fantasmas porque seguían en sus transac- parecido a un conductor de energía.
ciones ordinarias: una draca por un saquito Abstraído como hace tiempo no lo estaba,
de sopa disecada, siete raciones de barras me llegó la zamarreada del Agente Comercial
proteicalcáreas por diez dracas, cinco corde- de Corporación Corderos.
ros revertidos de ciclo terminado por cin- —¡Ey! Duard, ¿qué te sucede? Tus corde-
cuenta dracas, un humectador hectolítrico ros revertidos están enjaulados hace quince
por treinta dracas. En esos menesteres anda- minutos. ¡No tenemos todo el día para ti!
ban mis colegas. Aferrados a sus intercam- —Disculpa, es qué... —iba a explicarle lo
bios, a sus cuentas de resultados positivos del perrito, pero desistí hacerlo. —Genial,
¡qué iban a mirar si una mujer, vestida a la Bert. En dos meses los traeré terminados pa-
antigua, relucía las reliquias de una filantro- ra orgullo de Patrón. Toma las dracas, están
pía pasada de moda! justas.
Ella volvió a hablarme: Me apresté a colocar los suspensotes de-
—Señor, usted es diferente, el perrito lo bajo de las dos jaulas, pero Bert se interpuso
eligió, —de debajo de su capa sacó un ca- y no se retiró de allí hasta finalizar el conteo
chorro— esta recién destetadito. de la última draca.
Adelantó la mano derecha, de largos de- Con la suma monetaria esperada, esgrimió
dos y uñas puntiagudas. Sobre ella, había un atisbo de sonrisa y dio un paso al costa-
recostado un rechoncho perrito. Los ojitos do.
nectarinos del animal me buscaron en la in- Afirmé la batería solar sobre los canastos,
mensidad de un mundo aturdido por el co- para poder ajustar en la base a los suspenso-
mercio para regalarme, sí, como bien digo, res, apoyé al perrito sobre una de las jaulas
para regalarme el simple golpe de una mirada y, de repente, los corderos revertidos empe-
tierna. Me estrujó el corazón. zaron a dar balidos agudos; apresuré la par-
tida de la feria, no quería mosquear a los fe- recordaba la imagen del animal cuando me
riante, hacerme fama de gratuidad y revolto- lo presentó. Calcé las patitas delanteras so-
so en un solo día era demasiado. Salí en el bre mi brazo izquierdo y el resto del cuerpo
momento justo en que los ojos aviesos orbi- colgó hacia el piso. Y la primera sorpresa me
taban sobre mi mundo. asaltó cuando, a treinta palmos del portal de
Ni bien traspuse el arco del Gran Mercado, mi granja, acusé un insistente golpe en el
me detuve. Me había hartado de tanto fallo muslo izquierdo, y mayor fue mi asombro
en los corderos revertidos. Estaba a punto de cuando descubrí que el golpeteo tenía origen
regresar para formalizar a Corporación de en las patas posteriores del perro. ¿Puede ser
Corderos mi reclamo cuando Land, uno de que haya creído ver un perro más chico? A
los ogros de seguridad de Gran Mercado, me veces solía perder referencias dentro del
sacó intempestivamente de mis cavilaciones. mercado. La feria confundía con tanto aba-
—Duard, ¿qué anda pasando con tanto rrote y bullicio. También el frío, el viento
alboroto? arremolinado de astillas níveas enloquecía
—No, nada —esquivé acoplarle mi mira- mi vista y mi equilibrio mental. Desesperaba
da y dí un respingo para retomar la marcha. por llegar a casa y creí en la suma de todos
—Un momento, ¿qué llevas? los males para entender mis percepciones.
—Lo de siempre, corderos revertidos para Al tiempo de caminar, ingresé a mi rancho
terminarles el ciclo de sesenta días y regre- y detuve la marcha frente al pórtico del co-
sarlos adultos para vendérselos a Patrón — rral.
mientras le hablaba metí al perríto en un Me di media vuelta para dejar al perrito en
bolsillo de mi chaquetón térmico el piso. Mientras volvía mi atención a las dos
—¿Y eso? —Land señaló uno de mis bol- jaulas de transporte, oí como los desperezos
sillos, donde la colita larga y negra colgaba. de los corderos revertidos fueron un susurro
—Nada Land, despreocúpate, es solo un al lado de la batahola que emprendieron ni
conductor de energía del equipo solar —con bien se pusieron en cuatro patas. Apuré los
un pase de prestidigitador recogí la cola del movimientos: desimantado de los sostene-
perrito y la metí dentro del bolsillón. dores, desconexión de las baterías solares,
—Bien, sigue viaje y cuídate del invierno, apertura del pórtico y suelta del ganado en el
tendremos once meses terroríficos. corral. Los corderitos revertidos salieron en
—Si, eso dijeron los de Servicio Orbital. tropel y se arracimaron en el otro lado del
Land, no sabes como espero los treinta días gran corral. Temblaban y daban balidos que-
estivales para quitarme tanta ropa de enci- jumbrosos.
ma. Me lo llevo fatal con los dolores del Cerré el pórtico, di un paso hacia atrás y
cuerpo y... caí despatarrado, de espalda. Busqué al obje-
—Bueno, bueno, ¡calla de una vez! Eres to de mi zancadilla. ¡Era el perrito!
un pesado, Duard, no tienes límites para la —Pero, ¿qué me ha hecho pequeño falde-
charla, sigue camino. ro? No me puede andar todo el día encima,
Recién allí, cuando retomé la marcha caí si no se le va el miedo me va a terminar ma-
en la cuenta que los corderos revertidos tando
dormían ovillados. Aproveché para sacar al El perrito parecía convulsionar y acudí a su
perrito del bolsillón y al estirar la mano mis encuentro. Para acariciarle la cabeza no tuve
dedos se encontraron con su cabeza hus- más que reclinar levemente el torso hacia
meando el afuera. Pensé: Está que se sale de abajo. La alzada llegaba a la altura de mis
la vaina por volver a mi mano. rodillas, y me dio en pensar, tal vez estaría
Con no menos dificultad lo quité del bolsi- avergonzado de ese crecimiento inusitado.
llón y al sujetarlo observé que mi mano que- —Regalón, ese es su nombre, vamos,
daba chica para sostenerlo. Dudé si la mujer venga, le daré algo rico.
tendría una mano más grande que la mía,

31 | ProximA
El perro no me seguía, se quedó allí, sen- más ventrudos. Su cabeza llegaba a la altura
tado sobre sus macizos cuartos traseros, con de mi pecho. La esponjosa punta de su
la cola larga a ras del piso, entre pata y pata, hocico puntiagudo detectó la comida y em-
apuntándome. Los ojitos nectarinos me pezó a mover los ocho bigotes en un nuevo
conmocionaron, estaría recibiendo el impac- aleteo de colibrí. Sus ojitos nectarinos seguí-
to de ese crecimiento geométrico, crecimien- an apoyados en los míos. Miré al piso y la
to, que dicho sea de paso, no me alteró en cola larga, sobre el suelo, hacia adelante, ni
lo más mínimo, yo estuve siempre abonado se movía, era un meridiano entre pata y pa-
a la ideología del Partido Futurismo Positivis- ta.
ta y amaba el lema: “El futuro está siempre Se la miré unos segundos e interpreté par-
por sorprendernos”. Me sentí halagado de te de su problema. Conocía algo de la psico-
recibir en el seno de mi chacra una nueva logía de los perros, que si tenían la cola en-
raza canina. tre las pierna y no la levantaban, eran intro-
Regalón me pasó su nariz esponjosa y me vertidos, faltos de autoestima. Ya le iría a
originó cosquillas cuando los bigotes ale- hacer la terapia de llevarlo a pasear delante
teando como alas de colibrí rozaban mi cara. de mis vecinos, estirándole la cola con unas
Me conmovió su gesto y apuré el paso para cuerdas anudadas al cuello, eso tendría arre-
no moquear en su presencia. glo, pero en ese momento debía darle de
Dentro del rancho, revolví en la alacena y comer. Pero eso sí, fuera de la casa, no vaya
hallé unas cajas de lactomiel. Mientras pre- a ser cosa que crea que la casa es de él. A
paraba en una batea la comida con rocíos de los perritos hay que demostrarles de entrada
humector, volvieron los berridos desorbita- quien manda, son animales muy territoriales
dos de los corderos revertidos. Despaché —Regalón, escucha bien: “Hombres aden-
una maldición a los de Corporación Cordero tro. Perros afuera y Muertos enterrados” —
y para no estallar empecé a escribir mental- con una carcajada festejé el chascarrillo tan
mente la carta que presentaría con mi recla- típico entre los meeting de rancheros y le
mación: pasé la mano estirando el brazo derecho al
“Señor Gerente: cielo para transitar la hipotenusa de su cabe-
Agradezco su gran desarrollo de corderos za y lomo. En ese momento no se me ocu-
revertidos. Creáme que no me lo puedo creer rrió pensar como había hecho para entrar a
a esto de terminar un animal en sesenta una casa de auto clausura térmica sin la cla-
días, listo para la faena y posterior salida a ve de acceso.
público en formis empanados. Pero, con el Con la otra mano, donde llevaba la comi-
mayor de los respetos, no le parece hora de da, topé la puerta y le hice señas. Parsimo-
ajustar las clavijas para ofrecer en Gran Mer- nioso, salió de la casa. Luego se despanzurró
cado una raza muda. Pagaríamos una buena en el piso.
cantidad de dracas extra por un poco de paz Reingresé al caserón y un nuevo berrido
rural, ya, lamentablemente perdida por los lastimoso me conmocionó. Fui corriendo
gritos de sus creaciones. donde el ventanal del contra frente, el que
Mis más sinceros respetos daba justo al corral y me detuve, no podía
Duard” creer lo que vía, una sombra bien negra, a
ras del piso, pasaba por finísimo tras luz,
Ni bien terminé la redacción mental, la debajo del pórtico del corral. Recordé cuan-
desvié a mi acumulador de pensamientos do fueron los tiempos de los pumardos y los
para enviarla cuando estuviese más sosega- comandos del servicio zoonitarios los habían
do. Giré sobre mi cuerpo para llevar la comi- extinguido al año de crearlos. Me venía otra
da de mi mascota y de golpe, dentro del masacre de cabritos revertidos, otro tiempo
rancho, me lo encontré a Regalón, sentado de penurias.
sobre sus cuartos traseros, ahora un tanto

ProximA | 32
Corrí a la cocina, debajo de la mesada es- tiraba de sus cabezas y los arrastraba hasta
taba el bloqueador sonoro. Lo saqué del es- el pórtico del corral. Allí forzaba algo para
condite, destrabé el pestillo de seguridad y pasarlos por debajo, como lo había hecho
cargado de furia combativa salí eyectado del esa misteriosa aparición. Pero era en vano,
cocinador e iba a llamar al perro para sumar las cabezas de mis padres golpeaban contra
fuerzas, cuando me lo topé dentro del living. el pórtico. Del estupor solté las frazadas y,
Del susto solté mi bloqueador sonoro y el me lancé en una carrera desesperada por las
arma se estrelló en el piso, partiéndose en escaleras.
tres partes Cuando salí de la casa, encontré que el
—¿Regalón? Va a matarme de un susto pórtico del corral era el de siempre y mis pa-
¿Qué hace aquí? ¿Por dónde ha entrado? To- dres zamarreados por la mancha negra no
do estaba perfectamente cerrado. estaban allí. Me restregué los ojos y recom-
Regalón me miraba con esos ojos nectari- puse mis ideas: Duard, eres un chiflado, pa-
nos. Era gracioso, la cabezota hacía ruiditos pá y mamá están muertos, tú mismo ente-
de llamador de ángeles porque rozaba con rraste las cenizas bajo el alerce de la colina.
los cristales de la lámpara de techo. La luz Pero la imagen fue tan real que partí rau-
brilló en su cara de brea y un destello san- damente hacia ese sitio, la morada final de
guinolento, como un largo gusanillo pendía mis padres para aclarar mi mente perturbada.
de su hocico. Agucé la mirada para ver aque- El ascenso a la carrera me dejó sin aire y, al
llo con mayor precisión. Regalón movió los borde del colapso, llegué donde el alerce.
bigotitos de aguja y ese canutillo malbec fue Quebré mis piernas, me lancé al piso y, ata-
a dar dentro de su bocaza; después su tracto cado, despeiné las hierbas; debajo hallé el
digestivo acusó un ronroneo. cartel tallado con mi propia mano: “Mamá y
—Regalón, Regalón, te has venido grande Papá Duard 2203”. Todo estaba igual, nadie
de golpe. ¿Estás bien? ¿Es que tienes pro- había profanado el terrario sepulcral.
blemas en las tripas? ¿O es el miedo? Tus Estás loco, Duard; mejor recupera la calma,
ojos me lo dicen, eres un perro miedoso — y empecé un ciclo de respiraciones de medi-
arrimé mi palma abierta y la pasé por su cue- tación iónica, tan en boga entre los ranche-
ro lúbrico, sin pelo. ros del Partido. Con el pulso todavía inesta-
Al tacto lo sentía frío, muy frío. Pensé en ble acomodé las hierbas con celo, como si
una raza nueva, no apta para el clima, tal alineara el cabello de una reina. Pero volvie-
vez por ello lo regalaban. Entonces emprendí ron los gritos de los corderos revertidos y
la tarea de apilar mantas fuera de la casa, eso perdí la compostura.
sí, nada de perros dentro de la casa. Emprendí la cuesta de la colina escupiendo
Fui al cuarto de la primera planta, allí don- broncas y llegué a escuchar el último alarido
de dormían mis difuntos padres. La cama que cauterizó los sonidos de la noche.
estaba tendida tal como la muerte los había Cuando llegué al pie de la ladera, inmerso
cobijado en el último suspiro de pareja. Era en un silencio aterrador, donde el corral se
hora de tocar las cosas, la presencia de Re- expandía por el llano, clavé los talones y,
galón me animaba a ello. Desarmé el lecho y por el envión de la bajada, dejé una huella
replegué las frazadas; luego las apilé, las car- de un metro en la nieve.
gué en mis manos y un nuevo griterío de los No podía creer lo que veía.
corderos revertidos me estremeció. Me tie- Dentro del corral, sobre una gran alfombra
nen harto, pensé, y fui hasta la ventana para de cueros de corderos revertidos estaba sen-
ver, entre las luces de noche, el panorama tado Regalón. Su cola larga, como un con-
desde la altura de la casa. Casi me muero. ductor de energía negro, se estiraba por el
Tirados de espaldas sobre la nieve estaban suelo, en dirección de la casa. Con la mirada
papá y mamá, con los brazos abiertos en recorrí su cuerpazo hasta llegar a la cabeza.
cruz. Una gran mancha negra, contra el piso

33 | ProximA
No sé, pensé en regañarlo, tanta locura, Sin decir más, saqué un pie del pozo de
algo debía de caberle a él en la cadena de nieve, luego el otro y así continué con el
responsabilidades. Lo miré fijo a los ojos y movimiento de las piernas, hasta perder de
me encontré con su mirada nectarina, arriba, la mirada (y de la mente) mi rancho.
cerca de las copas de los pinos. No pude
hablar.
Por un rato amalgamamos las miradas.
Luego giró su cabezota y estiró el hocico de © Juan Guinot
cuatros bigotes tiesos de cada lado, como
agujas, y una bocaza con pecas sanguino-
lentas y vellones enrulados. Seguí la línea de
ese hocico, apuntaba hacia el portal del ran-
cho.

Juan Guinot nació en Mercedes en 1969. Lic. en Administración, Psicólogo Social, MBA y escritor, fue lo-
cutor y redactor de guiones para radio. Ha recibido diferentes distinciones, relatos suyos de ciencia ficción
participan de antologías brasileras y argentinas, y han sido publicados en las revistas digitales Axxón,
NCG3660 y El Portal de Ciencia Ficción. Integró un dossier de ficciones sobre Malvinas en la revista
No-Retornable y actualmente escribe micro-relatos para la revista miNatura (Cuba-España).
www.juanguinot.blogspot.com

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LAS ARTES
GENÉTICAS
MAX SZNAIDER

Repudiado y alabado por igual, Emiliano Wol- gar accesorio. Por lo tanto, cuestionar el carácter
rat es uno de esos artistas reconocidos a des- innovador de Wolrat, más que probar la perspi-
tiempo, después de muertos. Hoy sus herederos cacia de los analistas, evidencia su ignorancia.
disfrutan de la abundancia y el prestigio, y a sus Son justamente esas imprecisiones las que me
mediocres imitadores les basta con algún que mueven a escribir estas líneas, con las que espe-
otro plagio deslucido para llenarse los bolsillos. ro desterrar las recurrentes inexactitudes que ro-
El contraste con las experiencias del propio Wol- dean la vida del escultor rioplatense.
rat no podría ser mayor: para el indiscutible pio- Muchas bibliografías se empeñan en demos-
nero de lo que hoy conocemos como escultura trar la prematura inclinación de los artistas por
genética, su carrera fue una inagotable suma de sus disciplinas, como si la vocación fuera sinó-
rechazos y persecuciones. nimo de talento o mérito creativo. No es el caso
Cuesta creer que, aún hoy, se cuestione su fi- de Wolrat: su interés por la plástica nace cuando
gura. No faltan los críticos que atribuyen su éxi- es un estudiante universitario. Se trata de una
to no a un verdadero genio artístico, sino a su incursión breve, ya que a las pocas semanas
origen geográfico. Argumentan que Colin Hig- abandona los pinceles para dedicarse de lleno a
nett, y en menor medida Karim Gazeau, habían la carrera de ingeniería genética en la Universi-
emprendido, años antes que Wolrat, proyectos dad de Buenos Aires. De ese primer período
de similares características. De no haber sido por quedan unas pocas pinturas, de dudosa inten-
las duras leyes europeas (dueñas del más mo- ción y aún más dudoso resultado.
derno conservadurismo) hubieran sido ellos, y Recién cuatro años después, sus dos pasiones,
no el argentino, los verdaderos pioneros. De ahí aparentemente irreconciliables, confluirían en un
que tomen sus logros como un hecho fortuito, mismo proyecto. Describir los resultados de esa
producto de la legislación sudamericana, laxa y iniciativa sin desarrollar su base teórica es un
primitiva. Es una conclusión audaz, pero fácil- error común de la prensa, que no pienso repetir.
mente refutable: tanto en el caso de Hignett, Para dicho fin, la analogía que establece Wolrat
como en el de Gazeau, basta ver los paupérrimos entre la historia del arte y la maduración del
resultados de sus posteriores carreras para adver- hombre (que los docentes de plástica repetirían
tir que, aún con las leyes a su favor, jamás holgazanamente) podrá sonar despectiva y pre-
hubieran cumplido sus desmedidas aspiraciones. suntuosa, pero es innegablemente didáctica.
También hay quienes subestiman el carácter Según el escultor argentino, el arte nace de la
innovador de Wolrat y señalan que, ya en ese atracción del hombre por la naturaleza. Del de-
entonces, las modificaciones estéticas eran habi- seo de imitar esa belleza y hacerla propia, se ori-
tuales para la ingeniería genética. Las tiendas de gina la plástica. El hombre recorrerá siglos ente-
animales estaban atestadas de mascotas trans- ros con ese anhelo, desarrollando un período
génicas: gatos rojos, perros de dos colas, hipo- que Wolrat equipara con la infancia: el niño (la
campos fosforescentes, tortugas con pelaje y humanidad) admira a su padre (la naturaleza),
conejos con escamas. Incluso se había hecho de aspira a ser como él. Pero esa actitud se modifica
esa estupidez una cuestión de estado: la ciudad cuando llega la adolescencia y el aprecio es re-
de San Salvador era conocida por sus palomas emplazado por la rebeldía. El joven intenta dis-
azules, introducidas veinte años atrás por el Dr. tanciarse de su viejo modelo, desoír sus precep-
Emerson Aguirre, con el implícito apoyo del go- tos. Lo único que importa es diferenciarse, aun-
bierno salvadoreño. Sin embargo, esas modifica- que sea superficialmente: la trasgresión no es un
ciones eran superficiales y caprichosas, relega- medio sino un fin en sí mismo. En la historia de
ban el valor estético de los organismos a un lu- la plástica, la adolescencia es el arte abstracto.

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Los autores reniegan de la naturaleza, escapan je, así expresado, parece indubitable. Pero el pú-
de sus formas. Pero para Wolrat, ese período, blico no lo nota y la exposición pasa inadvertida
como la adolescencia, no es el destino definitivo durante varias semanas. Los pocos periodistas
sino una mera evasión. En la verdadera etapa fi- que la visitan lo confunden con un escultor mi-
nal (la adultez) el hombre se desprende de la nimalista y no se molestan en escribir una rese-
influencia paterna: no la apoya ni la resiste, reco- ña.
rre un camino propio. Esa independencia lo lle- A lo largo de la historia, muchos críticos se
va, inevitablemente, a modificar el mundo de han atribuido el dudoso mérito de descubrir a tal
sus padres. El equivalente a ese período en la o cual artista. A Wolfat, sin embargo, no lo halla
historia del arte es, según Wolrat, la escultura la crítica sino la ecología: días antes de finalizar
genética. Una etapa donde el hombre ya no imi- la muestra en San Telmo, un reducido grupo de
ta ni escapa de la naturaleza: la gobierna y la ambientalistas se manifiestan contra su obra,
modifica, le impone su propia estética. calificándola de cruel y atroz. Su número es es-
Para alcanzar esa autonomía, Wolrat se pro- caso, pero lo compensan con cánticos agresivos
pone analizar, de la manera más objetiva posi- y contundentes proyectiles que aterrizan sobre la
ble, el mérito artístico de los organismos natura- galería. Wolrat, atemorizado, se atrinchera en su
les. Rápidamente advierte que la anatomía de propia exposición, esperando que los ánimos se
todo ser vivo está determinada por un criterio apacigüen. Pero las horas pasan sin tregua, y de-
utilitario. Bocas, ojos, manos, colas, dedos, cide salir a la calle para confrontar a sus detrac-
uñas, picos, penes, orejas, dientes, vaginas y es- tores. Intenta señalarles que sus esculturas no
camas no son más que funcionales a fines bio- sienten ni tienen conciencia, pero su discurso es
lógicos. Entonces, el valor estético de esos ele- interrumpido por una lluvia de pancartas y bote-
mentos es más un accidente que una conse- llas. La trifulca es breve, ya que la policía no tar-
cuencia de su diseño. Por lo cual, Wolrat decide da en hacerse presente y disgregar la protesta.
que sus creaciones no respetarán esos paráme- Pero por más modesto que haya sido el inciden-
tros sino otros, acordes a sus objetivos artísticos. te, los medios locales se ocupan de magnificarlo.
Esa conclusión será la base teórica de su obra Wolrat es un blanco fácil y la crítica, que años
futura. Pero para plasmarla, necesita una técnica. más tarde lo celebrará, lo vapulea. La polémica
Así comienza, a los veintiocho años de edad, es intensa, pero tras unos chatos debates mediá-
una etapa en la que Wolrat se dedica a cons- ticos (de los que Wolrat no participa) se evanes-
truir, a través de la manipulación genética, orga- ce. En los meses posteriores, el escultor no se
nismos inmóviles que sobrevivan con la menor muestra públicamente y sus opositores se rego-
cantidad de órganos posibles. Su objetivo es re- cijan imaginando un retiro prematuro. Pero Wol-
ducir los componentes funcionales al mínimo rat, lejos de desalentarse, prepara una nueva
para diseñar la estructura restante con libertad. muestra.
Es un proceso extenso, demasiado complejo pa- Aquella segunda exposición, titulada Variacio-
ra este escueto artículo (para comprenderlo su- nes, está integrada por figuras antropomorfas,
giero la lectura de The Fundamentals of Living simplificaciones del cuerpo humano en las que,
Art del canadiense Reid Sharpe). Casi dos déca- de alguna manera, confluye la anatomía real del
das de bocetos y piezas inconclusas le cuestan a hombre con la simpleza geométrica de su mues-
Wolrat superar esa etapa de preparación y libe- tra anterior. Los desprevenidos las confunden
rar, finalmente, su reprimida creatividad. con caricaturas, pero se equivocan: no son re-
Su primera muestra (financiada por el mismo) presentaciones sino auténticas modificaciones
tiene lugar en una pequeña galería de San Tel- de la anatomía humana. Lo que ha hecho Wol-
mo. El objetivo de esa exposición, titulada El na- rat es tomar la complexión del hombre como bo-
cimiento de la geometría, es modesto pero em- rrador, para establecer variaciones de carne y
blemático: esculturas de aspecto simple, geomé- hueso, tan orgánicas como el original. El resulta-
trico, sintetizan el origen de toda su obra, la do es una serie de organismos con facciones al-
humanidad imponiéndole sus propias formas a teradas (ojos cuadrados, dientes negros, brazos
la naturaleza. La línea recta y todas sus deriva- en espiral), suprimidas (caras sin ojos, manos
ciones, creaciones artificiales del hombre, dejan sin dedos, cuellos sin cabeza), magnificadas
de ser objetos inanimados para transformarse en (pies agigantados, cabezas diminutas, uñas lar-
formas vivientes. La contundencia de su mensa- gas como brazos) o multiplicadas (lenguas con

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doce puntas, cabezas con cuatro bocas, ojos lier secreto, retoma su obra tras casi dos años de
con varias pupilas). forzada inactividad.
Esas imágenes, artificiales pero materializadas En esta nueva etapa su propuesta creativa se
en cuerpos vivos, escandalizan al público. Los mantiene, pero cambian sus métodos de difu-
detractores se sienten desafiados y redoblan sus sión. Ya no se dedica a las muestras públicas
ofensivas: destrozan el frente de la galería y rea- que tan traumáticas han resultado, sino a la ven-
lizan un escrache en el domicilio de Wolrat so- ta privada, muchas veces por encargo, de sus
bre la calle Arcos. Todo eso ocurre en una se- obras. La ilegalidad casi universal de la escultura
mana insípida a nivel informativo y los medios, genética lo fuerza al contrabando y no son po-
faltos de noticias, llenan el vacío con la polémica cas las piezas que quedan en el camino, confis-
muestra. Rápidamente, la controversia pierde su cadas por alguna autoridad aduanera. Esas difi-
carácter localista y se extiende a todo el mundo. cultades transforman las esculturas de Wolrat en
En cuestión de días, científicos y críticos de arte un signo de poder: poseerlas es haber vulnerado
se encuentran en la extraña posición de discutir los más estrictos mecanismos de control. Los
entre sí, y con aún mayor sorpresa, descubren elevados precios refuerzan esa impresión y res-
que opinan básicamente lo mismo. El repudio tringen la clientela. Son pocos los que pueden
hacia Wolrat es casi unánime. Greenpeace y pagarlos, pero están ahí: son magnates de los
Friends of the Earth lo denuncian, y la débil voz más diversos rincones del mundo.
del papa lo condena. La Unión Europea tilda sus Gracias a esa afluencia económica, Wolrat
prácticas de atroces y critica duramente la legis- desarrollará el período más extenso y prolífico de
lación argentina por consentirlas. Chinos, rusos su carrera. Irónicamente, será la etapa de la que
y norteamericanos siguen los mismos pasos y el menos registro quede con el paso del tiempo. Es
Congreso de la Nación Argentina, frente a la que a excepción del propio artista, nadie conoce
abrumadora presión diplomática, aprueba una la totalidad de su obra. El heterodoxo destino de
ley que las proscribe. las esculturas y la reserva de los compradores
Las consecuencias para Wolrat son previsi- dificultan el seguimiento. Pero el principal obstá-
bles: la prohibición (como siempre sucede) lo culo es el carácter perecedero de las figuras que,
populariza. Las fotografías de sus esculturas sa- como todo organismo, tarde o temprano enveje-
turan Internet y el artista argentino se vuelve, de cen y mueren. Esa fragilidad generará duras críti-
la noche a la mañana, una figura de culto. Los cas, a las que Wolrat responderá (no sin sar-
imitadores no tardan en aparecer, aunque la ma- casmo) que todo se debe a su excesiva dedica-
yoría no es capaz de cumplir su cometido: la es- ción: deja tanto en sus obras que hasta les tras-
cultura genética requiere una pericia y dedica- mite su propia mortalidad.
ción que sólo algunos virtuosos pueden alcan- La mayoría muere por vejez, pero otras falle-
zar. Para los que la poseen, el porvenir no es cen prematuramente, producto de una infección,
más favorable: sus oficinas son clausurados y el veneno de algún saboteador o alguna autori-
ejemplificadoras condenas los ponen tras las re- dad aduanera. A estas últimas les espera el peor
jas. de los finales: una inyección letal y la posterior
Wolrat sabe que es hora de redoblar la apues- incineración. Para evitar esas pérdidas irremedia-
ta, pero continuar con sus actividades en Bue- bles, Wolrat se esmera en reforzar sus contactos
nos Aires es imposible. Con varios procesos ju- en los puertos de cada continente. Pero sus es-
diciales en su contra, parte hacia el norte y cruza fuerzos son insuficientes: con el correr de las
ilegalmente la frontera con el Paraguay. Wolrat décadas, decenas de esculturas acaban reducidas
fantasea con un nuevo laboratorio sobre suelo a cenizas. Irónicamente, ese mismo final que pa-
guaraní, pero su rumbo cambiará pronto. Sus ra tantas significa caer en el olvido, será para dos
asesores lo convencen de instalarse en el país de sus últimas obras una fuente de difusión ma-
vecino de Bolivia, en parte por la permisividad de siva, desconocida para las demás. Y será tam-
su sistema judicial, pero principalmente por el bién, gracias a una nueva paradoja, el comienzo
apoyo económico que le ofrece Roberto Huan- del fin para el artista latinoamericano.
quilla, un polémico empresario vinculado al nar- La primera de las figuras en cuestión es Salvaje
cotráfico. Gracias a su aporte, Wolrat construye, paisaje de Buenos Aires, que pertenece a una
en la selvática región de Los Yungas, un labora- serie en la que Wolrat se propone reproducir, en
torio a su medida. Una vez instalado en ese ate- carne y hueso, paisajes rurales o urbanos. En es-

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te caso la ciudad retratada es, como el título in- nidad y solicita al gobierno boliviano que lo ex-
dica, Buenos Aires, cuyos edificios más emble- tradite. Wolrat, debilitado por la vejez, le pide a
máticos aparecen representados con texturas Huanquilla, su antiguo colaborador, que lo ayu-
que imitan la piel de diversos animales. Ensayos de a fugarse. Pero los intereses del empresario
enteros (como Paysages et biologie de Kettline boliviano han cambiado: como asiduo coopera-
Longueville o Anatomía urbana de Alfredo Ballo- dor del presidente Torrico, decide entregar a
ta) se escribirían sobre la correspondencia de ca- Wolrat para mejorar la alicaída imagen del go-
da construcción con una especie determinada. bernante, en plena campaña hacia su reelección.
Para ellos, las simetrías no son ingenuas: Wolrat Así, el escultor argentino acaba deportado a
las usa para definir la función de cada institución Francia y su devastado laboratorio, lleno de es-
dentro de la gran urbe. culturas en distintos grados de desarrollo, queda
La complejidad de esa estructura, y el tamaño abandonado. La salud de Wolrat es ahora deplo-
que implica, hacen difícil el traslado de la escul- rable, y la justicia gala apresura el proceso para
tura. Sin embargo Wolrat, ya acostumbrado a juzgarlo en vida. Mientras tanto, pequeños gru-
estas eventualidades, oculta la pieza en un pos de manifestantes se congregan en las calles
enorme contenedor. Así, la obra atravesiesa el de París. Pero el repudio hacia la escultura gené-
Pacífico sin ser descubierta, pero su suerte cam- tica ya no es universal como décadas atrás, du-
bia al llegar a Osaka, lugar de residencia de su rante las primeras muestras de Wolrat en Bue-
comprador, el diplomático nipón Shigeki Kanes- nos Aires: además de las ya conocidas voces de
hiro. La policía aduanera descubre la escultura protesta, aparecen otras de apoyo, para quienes
dentro del cajón metálico y acaba incinerándola. encarcelar al artista argentino es tan absurdo
La obra ha desaparecido, pero sus fotografías, como condenar a un cultivador de bonsái. Los
tomadas por los oficiales durante la confisca- argumentadores, de diversos intereses, crecen
ción, se filtran y recorrer el mundo entero. día a día en ambos bandos y la discusión es ca-
da vez más virulenta. Poco después, como si el
La segunda escultura que los aduaneros popu-
propio Wolrat se viera debilitado por ese force-
larizan involuntariamente es Círculo de humani-
jeo, la muerte lo sorprende en la cárcel. La senci-
dad, una figura antropomórfica de imponente
llez de su final contrasta con los disturbios que
estatura con una enorme cabeza en forma de
inquietan las calles: solo en su celda, se queda
anillo. Esta gigantesca testa está conformada por
dormido una noche para nunca despertar.
diecisiete rostros humanos superpuestos entre
Sus seguidores, diseminados por todo el globo
sí: antes de que termine una cara comienza a
como sus propias obras, lamentan su deceso.
formarse otra, de manera que el ojo izquierdo de
Los periodistas argentinos, menos interesados en
un rostro es, a su vez, el ojo derecho del siguien-
la obra de Wolrat que en el infrecuente hecho de
te. El resto del cuerpo respeta la anatomía
que un artista nacional sea reconocido mun-
humana, a excepción de las manos, de cuyos
dialmente, le dedican grandilocuentes informes.
largos dedos brotan pequeñas manos, rechon-
Los críticos, que prefieren a los artistas muertos
chas como las de un bebé.
sobre los vivos porque no pueden desaprobarlos
Esa estructura genera una pieza más pequeña ni desacreditar sus observaciones, lo elevan al
que Salvaje paisaje de Buenos Aires. Pero la dife- lugar de visionario.
rencia de tamaño no alterará su destino: Círculo Wolrat ha muerto, pero su legado apenas co-
de humanidad, antes de reunirse con su com- mienza. Sus imitadores se multiplican y en la
prador en Francia, es confiscada por la aduana y ciudad china de Tianjin un grupo de biólogos
reducida a cenizas mientras sus fotografías se emprende los primeros esfuerzos para clonar sus
divulgan globalmente. obras. Mientras tanto, en su laboratorio devasta-
Con esa difusión masiva, la continuidad de do en Bolivia, las esculturas, abandonadas en un
Wolrat como escultor genético, que por varias ambiente inhóspito, acompañan con su propia
décadas había sido un mito, queda cabalmente muerte a su creador. Pero mientras la mayoría
demostrada. Los ecologistas renuevan su indig- sucumbe con facilidad, unas pocas, de formas
nación y se proponen acabar definitivamente geométricas y pertenecientes al comienzo de la
con sus prácticas. La justicia francesa, rápida de carrera de Wolrat, logran sobrevivir inexplica-
reflejos, procesa al escultor argentino por la blemente. No sólo se adaptan al ambiente que
creación y frustrada venta de Círculo de huma- las rodea, sino que logran reproducirse de ma-

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nera veloz y espontánea. Y en cuestión de me- ella, encuentran el triunfo definitivo de Wolrat
ses, se esparcen por toda la selva, integrándose como autor: luego de que la vida originara tantas
al ecosistema preexistente. obras de arte, por una vez fue el arte quien en-
Previsiblemente, la polémica no es ajena al gendró la vida.
enigmático episodio. Los opositores ven el inci-
dente como un nuevo atropello contra la natura- © Max Sznaider
leza. Sus seguidores, en contraste, exculpan a
Worat y condenan a la justicia boliviana por la
apresurada e injusta captura del artista. Pero
otros, menos interesados en el aspecto moral de
la historia, toman el hecho como una última
etapa, póstuma, en la carrera del escultor. En

Max Sznaider nació en Buenos Aires en 1984. Es egresado del Instituto de Arte Cinematográfico de Ave-
llaneda. Sus relatos han sido galardonados en España, México y Argentina. Entre otros, recibió el
Premio Julio Verne y el primer lugar del Certamen Literario Villa de Periana, este último en dos
oportunidades (una de ellas, por el relato que publicamos aquí).

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GENEV Y EL DRAGON
NÉSTOR TOLEDO

Cuando Genev llegó a las primeras casas se des- Desde entonces, los perros conservaron una
ilusionó un poco. No había nadie allí. Y si no prudente distancia. Genev veía el centelleo metá-
había gente, tampoco quedaba comida. Se con- lico de sus ojos, en la sombra de los umbrales
soló pensando que al menos podría protegerse desmoronados.
de la lluvia y del viento. Una noche llegaron hombres armados. Genev
Deambuló por el pueblo bombardeado durante vio sus siluetas oscuras vagar entre las casas, y
un largo rato. Era difícil avanzar, vehículos que- atisbó a través de los muros acribillados. No te-
mados y pilas de escombros ocupaban las calles. nían acento norteño, no eran separatistas. Debí-
Aquí y allá distinguió algún que otro cadáver: an ser nacionalistas. Genev los escuchó dialogar.
amasijos abrasados, más o menos putrefactos, Uno de ellos estaba herido. Estaban buscando al
que se deshacían entre las ruinas o dentro de los resto de su batallón.
vehículos. Se metió en las casas a revolver. Des- Se establecieron en el mismo edificio que Ge-
pués de mucho hurgar, encontró una manta raí- nev; era el más entero. Genev se arrastró entre
da con la que se cubrió el cuerpo desnudo, sucio los escombros y espió por un orificio. Los solda-
de hollín y sangre seca. Se la echó sobre los dos sacaron un pequeño calentador. Tardaron
hombros como un poncho; le llegaba hasta los mucho en encenderlo, porque estaba muy estro-
tobillos. Entre otras ruinas halló un colchón re- peado. Luego aparecieron unas latas. Las abrie-
ventado. Arrastrándolo, se introdujo en un edifi- ron, colocándolas sobre el mechero. Era carne en
cio. Encontró una especie de nicho en un muro, conserva, y Genev sintió el aroma a la distancia.
donde antes debía estar empotrado algún mue- Comenzó a temblar. Extenuó su cerebro agobia-
ble. Se acurrucó dentro, envuelta en su manta y do con mil estrategias absurdas para apoderarse
su colchón, y se quedó dormida. de un poco de carne. Se consoló diciéndose que
Al amanecer la despertó la lluvia. eran soldados nacionalistas: no mataban mujeres
Empleó casi todo el día en rebuscar alimentos y niños como los milicianos. Eso iba repitiéndo-
y cosas útiles entre las ruinas. se para tomar valor, mientras se acercaba lenta-
Al promediar la tarde vio a los perros. Escuáli- mente. Se arrebujó lo más que pudo en la manta
dos como lobos, cubiertos de abrojos y matadu- que la envolvía.
ras, parecían espectros. Aunque amaba los pe- La conversación se detuvo bruscamente cuan-
rros, Genev sabía que debía evitarlos. Con la do la vieron emerger de las sombras. Uno de los
guerra, los perros de las casas y las granjas que- soldados levantó su arma y le apuntó. Genev no
daron abandonados cuando sus dueños murie- era muy consciente de su aspecto. Los soldados
ron o fueron movilizados. Los perros pequeños y la miraron con desconfianza en un principio, y
delicados murieron enseguida. Luego les siguie- luego con interés. Parecía un fantasma, espectro
ron aquellos que no eran suficientemente velo- de la guerra. Cubierta de suciedad, la roñosa pe-
ces o astutos. Tampoco los perros muy grandes lambre formando un halo alrededor de su frente.
y fuertes sobrevivieron. Los que se salvaron eran Dos líneas limpias herían sus mejillas, a medida
animales medianos, que se sustentaban con po- que las lágrimas de hambre se deslizaban hacía
co, sigilosos, arteros y resistentes. Formaban jau- su mentón.
rías de entre cinco y diez individuos, y podían Los soldados la hicieron sentarse cerca y le
ser muy peligrosos. Genev se armó de una larga dieron una lata entera de carne. Genev comió en
y aguda barra de hierro. Más tarde, en el ocaso silencio, con el ceño fruncido. Concentrada sólo
ceniciento, uno de los perros trató de atacarla, y en masticar y tragar.
Genev le atravesó la cadera con el hierro, como —¡Realmente está hambrienta! —rieron.
si fuera una lanza. No quiso hacerlo así, su in- —¿De dónde vienes? —inquirió uno.
tención era golpear al animal para alejarlo. Pero Genev les dio el nombre de su pueblo. Ahora
su brazo fue más vigoroso de lo que pensaba. estaba en territorio controlado por los separatis-

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tas. Los soldados asentían en silencio. Le pre- dado la apretaba, la estrujaba, y su voz ronca
guntaron su nombre y su edad, y cuanto hacía susurraba continuamente:
que estaba huyendo. Sin saber porqué, Genev —No tengas miedo.
mintió. Le preguntaron otras cosas: si había visto Duró muy poco. Ayudó a Genev a envolverse
tropas cerca, si había oído rumores. Contestó en su manta. Volvieron con los demás y se sen-
como pudo. Los hombres quedaron en silencio. taron en silencio. El que estaba herido sacudió la
Se observaban entre ellos. Genev los observaba cabeza, sonriendo, y dijo una frase que quiso ser
también, a escondidas. Uno, el más viejo, se pu- ingeniosa. El otro, el más joven de todos, ancho
so de pie. Tomó una cacerola. y cuadrado como un tractor, fijaba en Genev una
—Ven —dijo. Los otros dos miraban con ex- mirada extraviada.
presión ausente. —Mañana nos iremos —dijo el más viejo. —
Salió del edificio y caminó por la calle, entre No podemos llevarte con nosotros, ni tenemos
los escombros. Genev lo seguía a cierta distan- ropa que podamos darte. Será mejor que duer-
cia. Deseaba tener consigo el hierro agudo. El mas aquí, ahora.
soldado se volvió. Sacó de su morral dos latas más de carne en
—No tengas miedo. conserva y se las dio a Genev.
En otro edificio había grandes estructuras cón- Todos se arrebujaron en sus mantas. Genev
cavas de hormigón. Con la lluvia, se habían lle- sujetó las latas contra su pecho, y no dejó de
nado de agua y reflejaban el cielo impávido. Ge- vigilar, de reojo, al soldado más joven. Los ojos
nev había ido a beber allí varias veces. Se senta- del soldado brillaban con ansia en la penumbra,
ron en el borde. El soldado sacó de su morral un como los de los perros.
cuadrado de tela. Parecía un pañuelo o servilleta. Antes del amanecer Genev se despertó. Su oí-
Estaba limpio. Debía ser la única prenda limpia do, más fino que el de ellos, había percibido un
que le quedaba al soldado. Lo sumergió en el rumor, un rugir distante que se acercaba. Exten-
agua, lo estrujó sobre el borde, y comenzó a pa- dió una mano y tocó suavemente el hombro del
sarlo por el rostro de Genev, limpiándole la san- soldado más viejo. Él abrió los ojos. Prestó aten-
gre y la suciedad. Ella permaneció inmóvil. El ción un momento y luego se levantó rápidamen-
soldado ya no era joven. Su rostro era ancho y te. Sacudió a sus compañeros.
curtido, y en él sus pequeños ojos brillaban co- —Tenemos que irnos —susurraba precipita-
mo canicas de acero. damente.
—Estás más limpia, ¿ves? —y pasaba el trapo Guardaron sus pertrechos con premura y fue-
por sus manos y antebrazos. —Con toda esta ron hacia las ventanas. No se veía nada, el soni-
mugre, te vas a enfermar —añadió con dulzura. do estaba aún lejano. Salieron a la calle y el sol-
—Hace muchos años que no me enfermo — dado le habló a Genev.
dijo Genev, y no mentía. Le quitó el trapo —Son vehículos blindados, pero no sabemos
húmedo al soldado y comenzó a limpiarse los de quién. Pueden ser de la UN, pero también
brazos y los hombros. El soldado la miraba podrían ser milicianos, y no podríamos hacerles
hacer, y Genev sentía su respiración enronqueci- frente. Debes huir o esconderte. No puedes venir
da volverse más rápida. Luchando con su manta, con nosotros o nos retrasarías.
Genev se las arregló para pasarse el trapo por el Genev asintió con la cabeza. No podían saber
pecho, por el bajo vientre, por las piernas. Una que ella era capaz de correr más rápido que
de las manos del soldado avanzó y entreabrió la cualquiera. Los soldados echaron a trotar en si-
manta. Se detuvo allí un segundo, y luego rodeó lencio hacia el sur.
uno de sus pequeños senos. Era una mano de la Indecisa, fue hasta su guarida. De las mantas
guerra, callosa, las uñas carcomidas y rotas. Ge- que había encontrado seleccionó las menos ro-
nev se quedó quieta, mientras la otra mano se tas; se las acomodó sobre los hombros excepto
unía a las caricias. El soldado le acarició los pe- una, con la cual hizo una bolsa para las latas de
chos, los hombros, los muslos. Temblaba, como conserva. Trepó hasta una ventana deshecha y
enfebrecido, y sus ojos se habían vuelto turbios. miró hacia el horizonte. Todavía no se veía vehí-
—No tengas miedo —dijo en un murmullo. culo alguno, y por el sonido Genev dedujo que
Genev había sido violada ya dos veces, y una tardarían un rato largo en aparecer.
vez se había ofrecido, en agradecimiento. El sol- De repente una mano la aferró por la nuca,
como una tenaza de muchas toneladas. Un

ProximA | 46
cuerpo se abalanzó sobre ella, aplastándola. Ge- yelmo de esos soldados tenía una franja diagonal
nev consiguió darse la vuelta y enfrentar a su celeste. En el casco del blindado había pintado
agresor. Era el soldado más joven de todos, sus un cuadrado blanco con altas letras negras que
ojos de fiera brillaban enloquecidos. Con una decían: UN.
mano la sujetaba, y con la otra apartaba las man- Genev se dejó caer hasta el suelo. Estaba sal-
tas. Se deslizaron hasta el suelo. El soldado in- vada.
tentaba interponer una rodilla entre sus piernas.
Genev, recuperándose de la sorpresa, lo golpeó Fueron buenos con ella. Le dieron un pantalón
en el rostro. El soldado, dolorido, gruñó un in- y una camisa que le quedaban enormes y, lo que
sulto. Levanto un puño macizo como un ado- más Genev agradeció, un par de botines. Con-
quín y la golpeó con brutalidad, como nunca servó su manta como capa. Uno de los soldados
antes la habían golpeado. Mientras la penetraba la ayudó a lavarse el pelo, sosteniendo una cace-
con desesperación, siguió golpeándola. A medi- rola. La mayoría hablaba una lengua que ella no
da que el dolor la aturdía, Genev sintió la angus- entendía, y había quienes sabían algunas pala-
tia subir por su garganta como una marea. Una bras en su idioma. Le dieron bien de comer y de
gruesa vena se marcó en su frente. El soldado beber. Después de matar, Genev tenía un ham-
quiso apartarse, pero Genev lo tenía bien sujeto. bre atroz, y comió como una fiera. Los soldados
Nunca conservaba más que recuerdos confusos se reían. Al mediodía un teniente la interrogó.
de esos momentos. Todo era borroso. Con un Era bajito y rubio, de voz cascada y aspecto muy
extraño distanciamiento, vio el rostro del solda- grave. Hablaba el idioma del país, pero muy mal.
do palidecer. Sus ojos pasaron en un instante de Le preguntó su nombre, de que pueblo era,
la duda y el asombro al dolor y el pánico, cuan- cuanto hacía que huía, donde estaba el resto de
do ya no había más tiempo para la duda. Luchó su familia.
con ferocidad, mientras Genev lo envolvía y lo Genev le contó todo. El teniente asentía con
quebraba. Al final se irguió, alejándose del cuer- la cabeza, y cada tanto anotaba algo en un cua-
po retorcido y palpitante que agonizaba. Desnu- dernito.
da y de pie, se miró los brazos y las manos, que El hecho de contar todo así, apresuradamente,
recuperaban su aspecto normal, mientras las ex- le hizo daño. Trajo a su memoria detalles que
tensiones carnosas que su cuerpo emitía se re- hubiera querido explicar a alguien, gritarlos en la
plegaban lentamente. Ahora el soldado estaba cara de los soldados. Cuando esperaban el tren
muerto, pero el charco de sangre a su alrededor para huir hacia el este, cayeron cohetes sobre la
seguiría desparramándose por un tiempo. estación. Su madre, con su hermano de dos
Genev pateó a un costado el morral. Se acucli- años en brazos, quedó sepultada. Genev, cubier-
lló sobre él mientras lo examinaba. Había más ta de heridas, sollozando, intentó escavar en los
latas de comida, una cantimplora, un encende- escombros para llegar hasta ellos. Casi lo logra.
dor de bolsillo, mapas, frascos con pastillas de Escarbando con las manos, dejó al descubierto el
diversos colores, municiones, un cuchillo, una cuerpo de su hermano, gris por el polvo. Enton-
herramienta multiuso. Se quedó sólo con las la- ces un hombre se la llevó a la rastra, entre alari-
tas, la cantimplora, el encendedor. El resto lo de- dos, porque desde el cielo llegaba el chillido de
jó de nuevo en el morral, arrojándolo al lado del más cohetes. La adoptó una columna de refu-
cuerpo. giados que huían en camionetas, y durante dos
Corrió escaleras abajo y por las calles, huyen- días Genev no comió ni habló. Una o dos per-
do, brincando por encima de los derrubios como sonas la miraron con desconcierto: las heridas
un venado. Pero ya era tarde. Los vehículos aco- de Genev desaparecían.
razados entraban en el pueblo, flotando a ras del El teniente asintió con la cabeza y anotó unas
piso, atronándolo todo con sus turbinas. Genev palabras más. Genev tuvo la sensación de que
tuvo un momento de pavor mientras corría entre no había entendido nada.
los escombros. Escuchó voces que gritaban tras Después se durmió, envuelta en su manta y
ella, y al sortear una pared derribada, otro vehí- abrazada a sus latas de conserva, bajo la mirada
culo blindado, más pequeño, le cortó el paso. divertida de los soldados.
Los soldados que iban encima, asomados por las Esa noche los soldados la sentaron a comer
esclusas, le gritaron mientras la encañonaban. con ellos, al costado de un vehículo. Habían
Genev se detuvo, aterrorizada, y alzó la vista. El puesto música de rock. Genev comió como po-

47 | ProximA
cas veces lo había hecho antes. Los soldados la Al amanecer se movieron. Hicieron subir a
miraban boquiabiertos y hacían bromas en su Genev a uno de los vehículos.Los soldados le
idioma, entre ellos, pegándose codazos. Des- hicieron lugar entre codazos y miradas cómpli-
pués se fueron yendo cada cual a sus tareas. Un ces. El viaje fue largo. Uno de los soldados sacó
tanquista, cerca de allí, hablaba con su blindado, una barra de chocolate de su uniforme y se la
y el blindado le respondía con una voz untuosa ofreció, mientras le arrojaba un beso desde lejos.
y veloz. Debía ser un vehículo robot, pensó Ge- Los demás estallaron en carcajadas. Genev rió
nev. El teniente encendió un cigarrillo. La tomó con ellos. Más tarde quiso salir. Se sentía prisio-
del brazo y luego alzó un rechoncho índice nera dentro de la reducida cabina, pintada de un
hacia el cielo. Señalando una estrella particular- atroz color blanco e iluminada con una fúnebre
mente brillante, que se movía por el firmamento luz escarlata. Un soldado la acompañó al dorso
más rápido que las demás, dijo: abombado del vehículo y le indicó por señas las
—Un satélite. Nuestro. Nos vigila y nos avisa. anillas a las que podía sujetarse. Un par de me-
Aquí no habrá bombas. tros por delante de ella, otro soldado asomaba
Genev observó la diminuta mota de luz. Re- medio cuerpo por una esclusa y se recostaba so-
cordó la primera vez que había visto un satélite. bre el borde, aferrado a una ametralladora. Se dio
Después de la muerte de su padre, su madre se la vuelta para observarla y la saludó con la ma-
la había llevado al campo, a vivir con su abuela. no.
La primera noche, después de la cena, habían Hasta el horizonte se extendía la llanura, cu-
salido a caminar por los huertos. La abuela había bierta de sorgo silvestre y matorrales. Allí no
señalado una estrella que se movía por delante había llegado la guerra: los cráteres, la muerte y
de las otras estrellas, inmóviles. “Un satélite” la ceniza estaban donde se asentaba el hombre.
había explicado la abuela. “Un satélite del clima. A medida que ascendía el sol en el cielo, el aire
Nos dice cuando va a llover, cuando va a hacer cálido se llenaba de insectos voladores. Genev
calor, y cuando va a helar”. Genev había inten- vio flores y atareadas abejas sobre ellas, y recor-
tado en vano distinguir el rostro de la abuela. Era dó que estaban a fines del verano. Algunas nu-
sólo un contorno de negrura contra el cielo es- bes de libélulas hervían y zumbaban a los lejos.
trellado. Más adelante, la abuela le había ense- Al anochecer llegaron a una gran serie de
ñado, en la vieja computadora de la sala, como construcciones destruidas. Genev adivinó, en los
comunicarse con el satélite y consultarle. Genev enormes perfiles de hormigón, espectros de an-
tenía siete años. La abuela ingresó el nombre de tiguos silos de grano. En las ruinas había un gran
Genev en el servidor del satélite, y la designó sa- conjunto de vehículos blindados estacionados y
telista oficial de la casa. Cuando ingresaba al muchos soldados de la UN. Todos descendieron
servidor, el satélite escribía en la pantalla: “Bue- y el teniente indicó a Genev, amablemente, que
nos días, señorita Genev”, o bien “Buenas no- le siguiera. Caminaron entre la tropa hasta un
ches, señorita Genev”, y ella se moría de gozo. oficial grueso y calvo, sentado ante una mesa
Cuando fue más grande, escuchando conversa- llena de aparatos y papeles, al cual el teniente
ciones de la abuela con los vecinos, descubrió saludó como a un superior, como a un capitán.
que había muchos satélites del clima, y que la Intercambiaron frases rápidas, mientras el calvo
abuela pagaba, junto con los demás impuestos, capitán escudriñaba a Genev con el ceño frunci-
el derecho de consultarles. Pero durante un do. El teniente se marchó. El otro se inclinó
tiempo ella quiso mucho al satélite, imaginándo- hacia un lado y sacó una taza y un termo. Es-
lo como un amigo de la familia, lleno de abne- canció un poco de té caliente en la taza y se la
gación y soledad. Se había encariñado también ofreció a Genev.
con las máquinas agrarias de la abuela: todas la —Has sobrevivido a mucho, niña —dijo con
saludaban al verla “Buenos días, señorita”. Pero tono afable.
el satélite, sólo en el espacio, gozaba de su Su pronunciación era mala, pero Genev le en-
compasión y su cariño más ferviente. Llegó a tendió perfectamente.
preguntarle a la abuela si el satélite iba a bajar a —No podremos llevarte con nosotros mucho
visitarlas, o si podían ellas viajar al espacio, por- tiempo más —continuó—, pero dentro de unos
que debía sentir mucha soledad. “No puede sen- días un transporte te llevará a terreno controlado
tir soledad, porque es una máquina”, explicó la por la UN. Te instalarán en los campos de refu-
abuela. Eso no satisfizo a Genev. giados.

ProximA | 48
Genev asintió y sorbió su té. No tenía pensa- de su pierna fuera a desprenderse en cualquier
do en absoluto ir a un campo de refugiados. momento. Ahogó un chillido mientras se senta-
Esa noche hubo ajetreo. Antes del amanecer, ba en el suelo, sin atreverse a poner las manos
unas formas cruzaron el cielo a una velocidad sobre la herida. Entonces vio como la carne ex-
pavorosa. Genev sintió el temblor del suelo puesta se agitaba, llena de vida, como una nube
cuando volaban sobre el campamento. Después de hebras estremeciéndose. La sangre se detuvo,
siguió un silencio de muerte. Todos estaban in- y se le puso la piel de gallina: el tajo ya no exis-
móviles, sentados cerca del capitán, como si es- tía, era un círculo de carne en ebullición que se
tuvieran orando. Unos minutos más tarde el ca- cubría de piel nueva segundo a segundo. La
pitán se tomó la cara con las manos. Hubo co- abuela la encontró, temblando, sentada en el
rridas en silencio: todo el campamento se puso barro.
en marcha. Arrearon a Genev con urgencia. El Al atardecer, los vehículos se detuvieron en
capitán la hizo subir a su vehículo. El hombre medio de la llanura. Había comenzado a llover,
parecía preocupado y sus ojos eran tristes. una lluvia triste, que borroneaba todo y corrom-
El viaje fue largo y a toda prisa. Genev detec- pía todos los colores en grises relucientes. El ca-
taba la tensión en los rostros, el olor acre del pitán se asomó al exterior y emergió de la cabina
temor en el sudor de los hombres. Permaneció sin importarle un ápice el agua que chorreaba
callada. Con la comida que había ingerido últi- por su cráneo macizo y desnudo. Genev fue tras
mamente había recuperado completamente sus él y se acomodó a su lado, esperando.
fuerzas, y reflexionaba. Sentada en la parte de —No sé qué hacer contigo —dijo él, miran-
atrás del vehículo insignia, observaba como el do el horizonte con los párpados entrecerrados.
capitán se comunicaba mediante un aparato con Genev no dijo nada.
una multitud de agentes distantes, soldados y —Nuestros objetivos cambiaron. Ahora te-
vehículos robot. Se miró las manos, los dedos nemos que movernos, tenemos que neutralizar
largos y afilados. Tantas heridas acumuladas, y una amenaza a unos pocos kilómetros de aquí.
ni una sola cicatriz. Desde los doce años que No podemos perder tiempo llevándote hasta el
ninguna herida dejaba cicatriz en ella. Recordó el transporte, ni podemos prescindir de vehículos
momento en el que se hizo mujer, en una ma- ni soldados para escoltarte. Te llevaremos con
drugada silenciosa. El temor y el llanto. Su madre nosotros. No tengas miedo. Permanecerás detrás
y su abuela que la consolaban. Varios días des- de las líneas, no te sucederá nada malo. Será un
pués, mirándose en el espejo, descubrió que una combate de unas pocas horas.
antigua cicatriz en el codo había desaparecido. El capitán le sonreía ahora, pero en sus ojos
Buscó más cicatrices, pero todas habían desapa- había cansancio.
recido. Su piel era tersa y suave. No dijo nada a Estaban esperando algo, y Genev se preguntó
nadie. Jamás tuvo granos ni grasitud en la piel, que sería. Se dio vuelta para observar el resto de
como otros adolescentes. Descubrió que sus la columna. Detenidos en medio de la pradera,
heridas cicatrizaban casi inmediatamente. Hubo parecían un gran rebaño de enormes fieras gri-
una época en que casi jugaba a lastimarse, para ses, zumbando y flotando a ras del suelo. En-
ver como la piel se reconstituía en pocos minu- tonces Genev sintió la vibración en la carne,
tos. Además, desde esa primera menstruación mientras del cielo bajaba un largo y lúgubre ga-
dejó de enfermar. Cuando decía que se sentía ñido. El capitán señaló el horizonte plomizo.
cambiada, como si su cuerpo le fuera ajeno bajo —Allí vienen, son hadas.
su piel irreprochable, su madre le contestaba que En un instante estuvieron sobre ellos. El color
era lo natural, y que se acostumbraría. Una vez blanco no las hacía menos aterradoras. Se posa-
se lastimó de fea manera, trabajando en el huer- ron, con un crujido azul, sobre sus largas y afila-
to. Llovía, y el mango del azadón estaba húme- das patas, mientras replegaban alas delgadas
do. Se le resbaló de las manos al golpear la tierra, como sables. Genev nunca había visto un hada
y le dio de lleno en la pantorrilla, ligeramente por tan de cerca. Sólo eran sombras en sus recuer-
encima del tobillo. Genev sintió un dolor sordo, dos, sombras vagas contra un manto de humo y
y al bajar la vista se estremeció de horror y de de llamas. Y la gente que huía las señalaba con
miedo: se había hecho un enorme tajo oblicuo terror.
que vomitaba sangre oscura, una boca desden- Hubo una breve conversación entre una de las
tada que se abría lentamente, como si una lonja hadas y el capitán. La voz del capitán parecía

49 | ProximA
torpe y llena de dudas, ante la perfección y la tos. Como todos estaban tan ocupados, le resul-
fluidez mecánica de la voz que brotaba del alto y tó sencillo deslizarse entre las sombras y desapa-
esmirriado artefacto. Luego volvieron a levantar recer. Se encontró remontando las callejas hacia
vuelo. el centro industrial, donde las altas torres agrie-
Toda la columna se puso en marcha nueva- tadas se perfilaban contra el cielo como dedos
mente. resquebrajados. Aquí y allá había signos de
Más tarde pudieron distinguir, en el horizonte combate reciente. Escombros frescos, vainas de
que la lluvia desdibujaba, altas sombras que lo proyectiles desperdigadas. Pasó junto a un gran
hendían. Eran como una aglomeración de negras vehículo blindado dado vuelta, todo destrozado,
catedrales. A medida que se acercaban, la estruc- con las esclusas abiertas. Se asomó al interior.
tura ganaba en complejidad y en tamaño: torre No había cuerpos, pero había charcos de sangre,
sobre torre, chimenea tras chimenea, como una pisadas y huellas de dedos sanguinolentos.
ciudad derramándose hacia el cielo. El capitán se El paisaje se volvía progresivamente más capri-
volvió hacia ella. choso. Titánicas estructuras de hierro y hormi-
—Ese es nuestro objetivo: una antigua ciudad gón. Tanques esféricos desfondados, gigantes-
fabril. Te quedarás en los suburbios. cas tuberías desgajadas. Entonces el brillo de
una forma blanca atrajo su atención. Se detuvo a
Al anochecer entraron, cruzando avenidas re- unos metros. Era un hada, seguramente una de
ventadas. La mayoría de los blindados se fueron las que había visto esa tarde. Yacía despatarrada,
perdiendo entre las calles, en grupos de cuatro o con los miembros quebrados o arrancados, sobre
de cinco. No se internaron demasiado en la ciu- los escombros y los hierros retorcidos. La proa o
dad; pronto el capitán y sus ayudantes monta- cabeza era una masa triturada de plástico y me-
ron un campamento al amparo de sus vehículos. tal. Genev miró a su alrededor, confusa, inquie-
El capitán se acercó a Genev y le explicó que el ta. Ni los nacionalistas ni los separatistas tenían
combate iba a tener lugar en unos pocos minu- armas que pudieran hacer frente a un hada. La
tos. No debía moverse de allí. Si quería comer o UN las enviaba allí donde las cosas se ponían
beber algo, sólo tenía que pedírselo a los radio- difíciles, y civiles y militares les temían por igual.
peradores que permanecerían allí. Luego se trepó Siguió avanzando lentamente, atenta sin sa-
a un vehículo en marcha y desapareció. berlo a cualquier sonido y a los olores que arras-
Más tarde se escucharon explosiones. Durante traba el viento. Sobre su cabeza se combaban
varias horas se sucedieron por ráfagas. Los sol- infinitos arcos de cemento y metal, como en una
dados que estaban con Genev parecían nervio- catedral, y atravesaba sin cesar múltiples y enne-
sos. No le prestaban ninguna atención, sus ojos grecidos portales. El suelo comenzó a descender,
eran sólo para las luminosas pantallas de sus or- y Genev no detuvo su avance, entre los hierros y
denadores, empedradas de símbolos y números. las vigas derribadas. Le pareció estar entrando en
Al anochecer volvió a reinar un silencio de ca- el vientre reventado de alguna monumental cria-
tacumba. Con la guerra, Genev había aprendido tura en putrefacción, Al cabo de un tiempo que
a identificar ese tipo especial de silencio, cuando pudo ser infinito, llegó a una vasta estancia cir-
no se oían insectos ni aves, ni ninguna otra cosa cular, de techos altísimos y desmoronados. Era
excepto el viento. Si el viento cesaba, entonces un abismo, una cubeta llena de una vorágine
el silencio cobraba sustancia. Genev lo imagina- inextricable de vigas retorcidas, cables, escom-
ba, sin quererlo, como una emulsión carente de bros, charcos enlodados, piezas mecánicas de
vida, fría y horrible, que cubría todo con un formas incomprensibles, tambores de plástico
manto de entumecimiento. Genev sabía ahora derretidos a medias, estallados, como vísceras
hallar en ese silencio un signo de ruina inminen- ulceradas. Apoyándose en el borde descascarado
te: la vida conteniendo la respiración, para sentir de un portal, Genev se asomó al enorme atrio.
las pisadas de la muerte. Allí, en el centro mismo de la cuenca, estaba
Tarde en la noche volvió el capitán en su ve- el dragón. Genev se quedó observándolo con
hículo. Saludó a Genev con un gesto vago, antes asombro. Era menos sierpe que escorpión, que
de trenzarse en una amarga discusión a media mantis, pero a su mente no vinieron otros voca-
voz con sus subordinados. blos. Hecho un ovillo sobre los desechos, inmó-
Genev intentó luego dormitar, pero la cabeza vil, parecía dormitar. Genev contempló las largas
le trajinaba con ideas confusas y temores incier- y brutales patas, el dorso arqueado y oscuro. En-

ProximA | 50
tonces el dragón alzó la cabeza y la vio. Genev tó al dragón que, sentado como un perro, la ob-
quiso correr pero la bestia, estirándose cuan lar- servaba.
ga era, se abalanzó con un rechinamiento, salvó
todo el ancho de la sima en un instante y su
sombra la envolvió, engullendola, rompiendo
sobre ella como una enorme y renegrida ola.Los
fríos dedos de metal la rodearon como una
trampa y Genev dejó escapar un alarido. El dra-
gón, sosteniéndola en vilo, regresó a su sitio con
un brinco vertiginoso, como un relámpago de
metal oscuro y patas nudosas.Luego la izó hasta
su rostro. Desplegó racimos de antenas, y mu-
chos ojos cristalinos y refulgentes la auscultaron.
Adelantó otra garra y le arrancó la ropa de un
solo tirón. Genev se debatía, retorciéndose con
desesperación. El dragón alzó un dedo como
una lanza y le atravesó el flanco, por debajo de
uno de los senos. El dolor fue insoportable. Ge-
nev aulló hasta enronquecer, mientras sentía la
punta salirle por la espalda. Con la sangre ma-
nando a borbotones, se orinó encima. Sus ojos
se iluminaron con una luz lechosa y opaca, y
todo su cuerpo se contorsionó. Docenas de
gruesos filamentos carnosos, como tentáculos o
seudópodos, brotaron de su cuerpo y se enreda-
ron entre los dedos del dragón, pugnando por
separarlos. El dragón se sobresaltó, retiró su de- —Destruiste a las hadas.
do ensartado en el cuerpo de Genev y la dejó El dragón alzó las zarpas.
caer. —Con mis propias manos.
—Eres diferente —dijo. —¿Qué eres? ¿De dónde vienes?
La voz del dragón era suave, casi dulce, en un —Te lo diré si respondes a tus propias pre-
contraste cruel con el sadismo que acababa de guntas.
demostrar. —Soy de aquí, este es mi suelo.
Genev, arrodillada sobre los desechos, sollo- —No has contestado la primera pregunta.
zaba, incapaz de moverse. Lo que había sucedi- —No sé lo que soy. La gente me trata como a
do la llenaba de un confuso sentimiento de te- cualquier otra muchacha.
rror y de júbilo. El dragón le había enseñado al- —Pero no lo eres. ¿Eres progenie de humanos?
go, algo que no sabía que podía hacer: perderse —Sí. —Genev quedó en silencio, pensando.
en sí misma, unificarse con ése, su cuerpo ajeno El dragón no se impacientó. —Mis padres,
y anormal. En la agonía del dolor y del temor a la cuando me concibieron, vivían en la ciudad más
muerte, había caído desde los altos acantilados contaminada del país... —arriesgó.
de la conciencia y la civilización al vasto y enlo- —¿Tienes hermanos?
quecido océano de su propia e inconsciente —Tuve uno. Más pequeño. Murió junto con
animalidad. Había regresado al cabo, llevando mi madre.
por las riendas su propia carne conquistada. —¿Y tu padre?
—No llores tanto. Tuve buen cuidado de no —Había muerto tiempo atrás.
lastimar ningún órgano —resopló el dragón. El dragón pareció satisfecho.
Genev tardó bastante en incorporarse. No —No temas, no te lastimaré más.
quedaba rastro de herida alguna en su costado, —Todo el mundo no hace más que decirme
excepto la sangre ya oscura que le cubría el pu- que no tenga miedo —dijo Genev con hosca
bis y la pierna derecha. Por su mente cruzó fu- sonrisa. —No has respondido a las preguntas.
gaz la inconcebible idea de echar a correr, pero Es tu turno —agregó.
se contuvo. Enjugándose las lágrimas, se enfren- El dragón pareció meditar por un instante.

51 | ProximA
—Hubo un tiempo en que fui un ángel, blan- ban a dispararme con todo lo que tenían a la
co y plateado. Obedecía sin preguntas ni demo- mano, olvidándose de sus antiguos odios. Yo los
ras. Vivía en un enorme nido, también blanco, y pulverizaba. Rápìdamente comenzaron a temer-
decenas de hombres solícitos me atendían. Bas- nos. Luego sucedió algo extraño. Yo siempre te-
taba con llegar al campo de batalla para que los nía pensamientos, ideas. Miraba las cosas y sa-
combatientes depusieran las armas. Ese era mi caba conclusiones. Pero se borraban. Se desva-
cometido: forzar la paz. necían. Era de esperarse, era como un mecanis-
Genev dejó vagar su vista por el cuerpo de la mo de control. Un día, algo debió sucederme.
bestia, cubierto de mugre, de barro, de hollín. La Algún mecanismo lógico debió funcionar mal.
pintura blanca estaba saltada por todas partes. Los pensamientos no se borraban. Quedaban
Toda su armadura estaba cubierta de raspones, flotando, y yo aprendí a cazarlos, y juntar los
de surcos, de abolladuras. que estaban emparentados, construyendo gran-
—Eres un robot de combate. des estructuras. Comencé a poder recordar las
—No, no lo soy. La gente piensa que somos cosas que sucedían, y a poder recordar también
robots, como los tanques y las hadas, pero te- los pensamientos que había tenido en el mo-
nemos un cerebro viviente. Hecho de células vi- mento en que sucedían. No conocía la palabra
vas, ¿comprendes? “recuerdo”: tuve que buscarla en largos listados
Genev lo miró, boquiabierta. Nunca habría de significantes. Mi constructor me dijo después
imaginado que existían tales seres, criaturas me- que eso le había parecido sospechoso. En mi si-
cánicas con cerebros vivos. guiente misión saqué conclusiones, y luego las
—Por eso soy más astuto que las hadas y los recordé. Supongo que siempre sacaba las mis-
tanques. No pueden cazarme. mas, pero antes se me borraban. Descubrí que
—¿Por qué estás aquí escondido, todo sucio? era mentira que los enemigos no eran humanos.
¿Por qué tratan de destruirte? Los estudié, y llegue a la conclusión de que no
—Me di cuenta de algunas cosas. Hace mu- había rasgo alguno que los diferenciara de los
cho tiempo, un robot mató a un hombre delibe- que se decían verdaderos seres humanos. Por lo
radamente, lo sabes, ¿verdad? tanto, me habían estado mintiendo. Fui más le-
Genev asintió con cabeza. El dragón prosiguió: jos: si ellos podían dar categorías falsas a entes
—Por eso escribieron las Leyes. Los robots, reales, yo también podía hacerlo. Yo también
desde los códigos raíz, no pueden lastimar a un podía mentir. Aprendí a disimular, a deslizar mis
ser humano, por acción u omisión. Así ha sido recuerdos enlazados por cadenas de pensamien-
desde entonces. Pero más tarde hicieron falta to detrás de matrices de datos. A mí alrededor
robots en la guerra. No hubo manera de lograr notaban algo extraño. Me inspeccionaban y aus-
que los robots atacaran seres humanos. No im- cultaban sin cesar. Pero no pudieron descubrir
portaba que artificios se agregaran a los códigos nada. Y poco después cobré valor para hacer al-
raíz, no había manera de quebrar las Leyes. Un go todavía más arriesgado. Deshice el camino
truco sencillo fue decirles a los robots que los hacia los códigos raíz. Fue como tirar de largas
enemigos no eran humanos. Darles la misma ca- hebras, con infinita paciencia. Me llevó miles de
tegoría que el ganado. Así me programaron. ciclos, pero al final llegué. Y cuando vi las Leyes,
—¿Cómo sabes todas esas cosas? cuando las vi ahí expuestas, no eran diferentes
—Algunas las deduje yo mismo. Otras me las de las otras mentiras que me habían inculcado.
contó uno de los humanos que me construyó, No necesitaba creerlas, no necesitaba hacerles
un hombre excelente. Lo mataron luego, por caso. Entonces algo me sucedió. Pareció como si
haberme ayudado. enormes zonas de mi encéfalo que habían esta-
Hubo un silencio. do a oscuras de repente se iluminaran. Por pri-
—Era fácil entonces, para mí, cumplir con mis mera vez, tuve miedo, aunque no sabía qué era.
órdenes. Me enviaban a dónde había guerra, y si Me sentí prisionero en mi confortable nido. Por
no cesaban los combates con mi sola presencia, primera vez, tome una decisión: me escapé.
les quitaba y destruía sus armas. Y si aún se em- Rompí mis amarres y me marché.
pecinaban en guerrear, los mataba. Al principio Genev lo escuchaba fascinada. Se había sen-
sólo servía para atraer los disparos. Imagina dos tado en el suelo, sin darse cuenta, como cuando
ejércitos en un campo de batalla, luchando y la abuela le contaba historias.
destrozándose: en cuanto llegaba yo, comenza-

ProximA | 52
El dragón, luego de una breve pausa, conclu- setas, que se deshacían en cenizas negruzcas,
yó: en una esquina del huerto.
—Me persiguieron con todos sus recursos. Dejaron atrás las últimas calles y sobrevolaron
Buscan destruirme o, algo aún peor, descere- los campos azotados por el viento.
brarme, volver a hundirme en la incomprensión. Entonces sobre ellos cayeron, chirriando, las
—No se los permitas. hadas.
—No lo haré. Ahora soy un ser independien- Como un bólido, el dragón rozó el suelo y de-
te. Puedo tomar decisiones con libertad absolu- jó a Genev de pie en medio de la pradera, inerme
ta. Puedo matarte, o puedo no hacerlo. Si quie- y solitaria testigo.
ro, puedo apagar mi reactor y dejarme morir. He
descubierto las murallas y oquedades del lengua- Las hadas dispararon sus misiles, que el dra-
je, y la inconsistencia de la razón humana. He gón eludió con un gesto mientras se lanzaba,
descubierto que algunas cosas me agradan y resbalando por el cielo, sobre ellas. Las deflagra-
otras me desagradan. ciones lo envolvieron, y Genev lo vio alabear y
Encorvando el cuello, el dragón bajó su rostro picar entre humo y espumarajos de fuego. Vio
casi hasta tocar a Genev. Sus ojos brillaban con también repiquetear los impactos sobre la arma-
una luz purpúrea, como si fueran de fuego. dura, levantando minúsculas nubes de calor, de
—Y tú me agradas. aire ionizado. A pesar de su tamaño, era más rá-
Genev no pudo reprimir una sonrisa. pido y más astuto: tres veces simuló huir en pi-
cado para virar luego y atacar. Genev descubrió
Aquella noche se arrastró entre las ruinas que el dragón no tenía armas, o no las utilizaba.
hacia el campamento de los hombres. Tan sigi- Combatía a los golpes, como un animal. De un
losa fue, que ni carne ni máquina supieron de su zarpazo desbarató un hada, y apresó a otra por
presencia. Permaneció al filo de la sombra, entre las patas, lanzándola después como un proyectil
los hierros y ladrillos, observando. contra una tercera. Comenzaron a caer, retorci-
El capitán discutía con alguien a través de su das y llameantes, sobre la planicie, una tras otra.
computadora portátil. Hablaba quedamente, pe- A la última le arrancó las filosas alas de un ma-
ro tenía la frente brillante de sudor, y sus gestos notazo, y luego se posó para, machacándole la
estaban llenos de amargura. Genev se quedó cabeza, terminar de destruirla. De un salto estu-
echada hasta que vio al capitán asentir, y pro- vo junto a Genev, y al posarse a su vera, el suelo
nunciar una sola palabra. mismo tembló.
Entonces Genev se arrastró de nuevo hasta la Ella trepó por las espinas del dorso, y el dra-
cueva. gón la ayudó a encaramarse en su cuello. Reparó
El dragón agachó la cabeza para escucharla. en los arañazos y desgarrones nuevos, relucien-
—Vienen las hadas. tes, que se superponían a los viejos. Era una
—Entonces nos iremos. trama que contaba una historia de huidas y de
batallas: un palimpsesto de violencia.
Los soldados retrocedieron al verlo emerger —No usaste tus armas contra las hadas.
por las cúpulas agrietadas, retorciéndose y des- —No las tengo. Me las arranqué en mi primer
plegando las largas patas como un monstruoso día de libre albedrío —dijo el dragón antes de
insecto. Señalaron con el dedo, a los gritos, lo alzar el vuelo nuevamente.
que después se vería en borrosas filmaciones: Abajo, en la distancia, quedaron los campos
una muchacha desnuda, montada a horcajadas bombardeados, mientras atravesaban nubes ba-
en el lomo de la bestia, aferrada con pies y ma- jas. Una bruma leve los empapó, y Genev sintió
nos. frío. Se aferró con más ahínco contra la coraza
Él se agazapó y ganó el cielo de un brinco del dragón. Atrás quedaron las nubes y sobre
prodigioso. Pasó sobre los soldados bramando. ellos se abrió un cielo de gloria. El sol lamió el
Genev los vio mientras se apresuraban a escon- cuerpo desnudo de Genev con tibieza, y el aire
derse dentro de sus vehículos. frío hizo de su cabellera un furioso estandarte.
Como una exhalación pasaban bajo ellos las Genev había volado escasas veces en su vida,
calles destrozadas y los edificios desmoronándo- y siempre había sido sobre una mullida butaca,
se. Genev recordó una mancha de hongos, de en la seguridad de una cabina. Ahora, cabalgan-
do un renegado monstruo biomecánico, sentía

53 | ProximA
un vértigo, una euforia estriada de miedo, que acaso lo mejor para ti? ¿Por qué el llanto y la
hacía brillar sus ojos y alborotar su sangre. Pocas obstinación?
veces había conocido Genev las dulzuras del —No podrás separarme de ti. Tendrás que
amor, y ese vuelo arrebatado entre nimbos, ro- matarme...
deados de cielo, llenó de zozobra y de goce su —No, no será así, entrarás en razón...
corazón erosionado por la guerra. No se dio Genev temblaba y lloraba, y su cuerpo se vol-
cuenta que sus manos y píes se habían despa- vía rojo mientras sus ojos se volvían blancos.
rramado, como raíces, sobre la armadura del —Si es necesario, me aferraré a ti y cuando
dragón, en el afán de aferrarse. Filamentos y del- mueras, moriré también —gritó.
gados tentáculos, que buscaban cada hendidura, El dragón saltó a un costado, pero no fue lo
cada grieta. El dragón sintió la carne de Genev suficientemente rápido. Los filamentos lo alcan-
abrirse paso entre junturas, y en sus ojos acrista- zaron y se enredaron en sus patas, trepando
lados bailó una luz de preocupación. como raíces por su armadura. Sacudió sus
Descendieron más tarde, porque Genev tenía miembros con desesperación, intentando alejar y
hambre. Un campamento de separatistas se ex- despegar a Genev, inútilmente. Perdida comple-
tendía sobre una colina, cañones enlodados tamente su forma humana, era ahora una masa
apuntando a una ciudadela cercana. Dispararon informe, una gran ameba rojiza que se despa-
sus armas livianas contra el dragón, que con só- rramaba sobre la armadura de la bestia, subiendo
lo posarse sobre ellos los dispersó. Huyeron y se y subiendo. Los filamentos se hincaban en las
perdieron en el bosque. junturas, buscando el interior con desesperación.
Genev se sentó sobre una cureña y comió de —No lo hagas —decía el dragón con dulzura.
las conservas hasta saciarse, mientras el dragón Muy pronto Genev desapareció de la superfi-
se entretenía en estropear las armas abandona- cie. Un millón de hifas, de hebras vivientes,
das. Preguntó a dónde irían a continuación. desplazándose por el interior del dragón, susu-
—No importa a donde vayamos, estarán ca- rrando su pena sin voz, henchidas de miedo y
zándome sin descanso. de amor. El dragón le habló:
Genev quedó ensimismada un momento. —¿Por qué has hecho esto? No tiene remedio
—¿Y si fuéramos a otro país, que no estuviera ya.
aún asolado por la guerra? Pero Genev no contestó, siguió avanzando
—Entonces ellos llevarían allí la guerra, para como una infección por el cuerpo mecánico. Y
cazarme. ¿No lo comprendes? No pueden acep- algunos de sus filamentos comenzaron a acer-
tar que una de sus creaciones declare su inde- carse al centro encefálico, a lamer sus junturas y
pendencia como nuevo ser viviente. No importa bordes. El dragón se estremeció, y el terror se
lo que yo haga o deje de hacer, lo que importa cernió sobre su conciencia, por segunda vez en
es que he escapado de su vasallaje, y me cazarán su vigilia.
implacablemente. No dudarán en arrasar ciuda- Genev acarició con implacable dulzura el cen-
des con tal de aplastarme. Más tarde o más tem- tro encefálico y, encontrando orificios y grietas
prano enviarán una fuerza más poderosa y me entre sus piezas, se abrió paso al interior. Atra-
destruirán. Y tú estarás lejos... —Genev negó vesó la envoltura de cartílago sintético y silicona,
enérgicamente, pero el dragón continuó—: Aho- y llegó a la masa neuronal, sintiendo su luz y su
ra te llevaré a esa ciudad que vemos en el valle. pulsación.
Conseguirás ropa y alimento, y vivirás. El frío del miedo oscurecía la mente del dra-
Genev se puso de pie, desafiante. gón.
—No me separaré de ti, no me apartarás. Hui- Entonces la voz de Genev susurró en su con-
remos a algún lugar lejano... ciencia.
—Tarde o temprano me matarán, y si estás a No temas, no avanzaré más. Me quedaré aquí.
mi lado morirás también... Ahora eres mi hogar. Somos uno y todo.
Gruesas lágrimas rodaban por el rostro de Ge- El dragón asintió con cansancio. Había previs-
nev. Lágrimas sanguinolentas. to eso, y no había sido suficientemente racional
—No, no... —decía. para evitarlo. Su cariño por Genev lo había trai-
—Es así, no hay modo de evitarlo. Debes cionado.
comprender. No voy a arrastrarte a la muerte. Si Jamás podrás vivir como una persona.
te empecinas, te alejaré por la fuerza. ¿No es No soy una persona.

ProximA | 54
Morirás cuando me maten. órdenes que el capitán ya intuía, y levantó vuelo
No podrán matarte. Yo te protegeré. de nuevo.
El dragón hubiera querido reír ante esa salida,
pero no pudo. Genev y el dragón lo vieron salir de las nubes
Dime lo que sientes. como un dardo de blanco y plata.
Siento tu voz y pensamiento. ¿Qué es?
El dragón permaneció en silencio un momen- Es un ángel, como lo fui yo. Pero mucho más
to. grande y poderoso. El combate no durará mu-
Tal vez, si te integraras un poco más con mi cho.
encéfalo, podrías ver y sentir lo que yo. Genev guardó silencio.
Temo hacerlo. ¿Sentirás dolor? Desde muy lejos el ángel vomitó una salva de
No lo sé. Probablemente sí. gruesos misiles. El dragón los dejó acercarse y
Seré cuidadosa. luego brincó para eludirlos. Las ojivas impacta-
El dolor fue rápido, una cadena de destellos. El ron en las colinas, y el dragón alzó el vuelo en-
dragón hincó sus patas en la tierra y arqueó el vuelto en una titánica nube de tierra, roca y asti-
lomo. Luego el sufrimiento quedó atrás. Genev llas.
estaba allí ahora, eran dos conciencias lado a la- No duraremos mucho así. Nuestra única posi-
do, en un mismo cuerpo ahora urdimbre de car- bilidad es batallar pegados a él, zarpazo tras zar-
ne y de máquina. pazo, dijo, mientras volaban raudos hacia el án-
Llévame a volar, por favor, dijo Genev. gel.
Misil tras misil se sucedieron, y el dragón los
Los soldados esperaban encaramados en sus apartó a manotazos. Luego siguieron los proyec-
vehículos. En las pantallas de sus ordenadores tiles, que los rociaron como granizo, llevándose
veían un rastro, una traza de múltiples colores. escamas de armadura, arrancando antenas y asti-
El enemigo señalado por autoridades lejanas vo- llando ojos. Pero el ángel no concebía esa reac-
laba a miles de metros de altura, jugaba con las ción, no esperaba que su enemigo volara de ca-
nubes y hacía piruetas, y ellos no lo entendían. beza hacia él, lanzado como un venablo, y por
Las máquinas no juegan, las máquinas no sien- un momento lo ganó la indecisión. Chocaron en
ten placer ni soledad ni miedo. el cielo, al borde de las nubes orladas por el sol
El capitán aguardaba en un silencio disgusta- del alba. Enredados, cayeron, mientras golpes
do. Lo habían relevado a una función menor: terribles eran dados y recibidos. El ángel intenta-
tenía que vigilar, a la distancia, el inminente ba alejar al dragón para poder utilizar sus armas,
combate. Había fracasado y lo habían eximido y el dragón se aferraba a él con furia, para evitar-
del mando. Al volver a casa lo esperaba la humi- lo.
llación de una oficina, pero al menos sus hom- Zarpazo tras zarpazo, resbalaron, dando tum-
bres habían dejado de morir. Al caer la noche el bos, por el cielo. Pero a cada golpe era el dragón
enemigo se alejó y los instrumentos dejaron de el que se deterioraba más y más. Caían, envuel-
percibirlo. Los soldados comentaban, en susu- tos en resplandores, arrastrando una lluvia de
rros, la nueva fuerza que vendría a relevarlos y esquirlas y fragmentos desprendidos.
abatir a la bestia disidente. No soy lo suficientemente fuerte, dijo el dra-
Llegó al amanecer, con la luz del sol. Las pan- gón.
tallas de los ordenadores parpadearon, confusas, Genev no dijo nada.
y el suelo tembló con el poder de lo que se Ya estaban cerca del suelo, que se agigantaba
aproximaba. Lo vieron salir de las nubes dejando a cada instante. El ángel logró aferrar al dragón y
gruesas estelas de condensación. Blanco y ruti- le quebró una pata, y luego otra. Lo golpeó con
lante. Con un bramido se posó cerca de la tropa, fuerza abrumadora en la cabeza, destrozando
haciendo vibrar la tierra. Los soldados se aga- ojos y antenas, y el dragón quedó ciego.
chaban, temerosos, y se cubrían los oídos con Está hecho, dijo.
las manos. Pero Genev seguía sin decir nada. A cada gol-
El ángel se irguió en toda su estatura. El capi- pe del ángel sentía el cuerpo del dragón gemir y
tán se aproximó y le habló, saludándolo con agrietarse a su alrededor, desmoronándose. Sus
fórmulas prefijadas de obediencia. El ángel escu- filamentos se derramaron entonces dentro del
chó, impasible, lo felicitó por su tesón, explicó encéfalo del dragón, rodeando con amor cada

55 | ProximA
ganglio y cada núcleo. El dragón chilló de miedo piezas de metal y polímero se abrieron para dejar
y de confusión. paso a una vorágine de carne en ebullición, agi-
Déjame solo, rugió, indefenso. tándose y retorciéndose hasta conformar un ros-
Pero ya estaba dentro de Genev, ya formaba tro. Un rostro rojo y hermoso, lleno de dulzura,
parte de su cuerpo, de ese soma filamentoso y que contempló con ojos glaucos a los soldados
parasítico. Genev lo había devorado y asimilado, aturdidos que gemían y se ocultaban con terror.
incluyéndolo en sí misma, dándole un espacio Fue un instante infinito. Al cabo, la carne vol-
dentro de su propio ser. vió a replegarse y a ser cubierta por piezas y pie-
Chocaron contra el suelo, hechos un ovillo zas de metal y polímero, como escamas que pro-
con el ángel. La tierra de la llanura se quebró en tegen una suave yema. Se enderezó, flexionando
ondas concéntricas y se alzó hacia el firmamen- sus miembros, y de un brinco atronador ganó el
to. El ángel se incorporó, erizado y fatal, y se cielo.
lanzó contra el cuerpo estremecido y quebrado
del dragón. Lo estrujó entre sus zarpas y lo alzó Trepó por la atmósfera, rozando las níveas
en vilo, para triturarlo. Pero se detuvo en seco. nubes de la mañana. Tras de sí dejaba blancas
De cada grieta, de cada orificio en el cuerpo del estelas de condensación. Siguió ascendiendo, y
dragón, brotaban largos filamentos rojos y car- el cielo comenzó a oscurecerse, como el reverso
nosos y reptantes. El ángel, confuso, permaneció de un amanecer. Entonces se detuvo, suspendi-
inmóvil un larguísimo segundo, hasta que los do en la estratósfera. Por encima el cielo de ob-
filamentos comenzaron a cubrir sus dedos y sus sidiana, sembrado de zafiros. Por debajo, la cur-
brazos y a introducirse por junturas y tomas de va blanca, azul e imponente de la Tierra.
aire. Entonces retrocedió un paso, y luego otro. ¿A dónde iremos ahora?, preguntó Genev.
Dejó caer el cuerpo destrozado y exánime del Allí contestó el dragón. Esa infinitud blanca...
dragón, mientras los filamentos se desparrama- ¿Sabes lo que es?
ban por su interior como una marea, mientras No lo sé, reconoció ella con dulzura.
llegaban hasta el blindado cráneo, introducién- Antártida es su nombre.
dose por ensambladuras y orificios, mientras re- Hacia allí volaron como un dardo. Genev rió
basaban el endocráneo de cartílago artificial, so- gozosamente, y el dragón rió con ella.
juzgando el encéfalo.
Los soldados se aproximaban en sus vehícu-
los. Desde lejos, vieron al ángel arrojar lejos de sí © Néstor Toledo
al enemigo aplastado. Pero estaba inmóvil, altí-
simo y encorvado. Parecía esperar algo largo
tiempo demorado, o tomar una decisión que
precisara una amarga lucha. Al final alzó sus ga-
rras a la cabeza, y una tempestad de sonidos in-
articulados y ondas de radio erráticas sacudieron
a la tropa que aguardaba. El capitán dio orden de
retroceder lentamente: algo malo sucedía con el
ángel. Tambaleándose como una fiera en agonía,
hincó las patas en el suelo, arqueó el lomo con
rabia, y alzó la cabeza al cielo. Las antenas se
apartaron, los ojos se separaron, las anónimas

Nestor Toledo nació en 1980 y vive en Sarandí, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Trabaja como pa-
leontólogo en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata y es becario del CONICET. Escribe e
ilustra con la misma precisión y belleza, lo hace desde hace años, pero apenas empieza a
publicar sus trabajos.

ProximA | 56
ANOCHE-SER
ADRIÁN M. PAREDES

57 | ProximA
Muy pocas son las personas que han tenido el planeamiento y por lo menos dos meses más
honor de visitar la majestuosa Mansión Kadyvia. para conseguir la tecnología necesaria.
Sus jardines, de una hermosura incomparable, La Dama aceptó las condiciones de Adkae,
albergan especies vegetales procedentes de los imponiendo sólo dos restricciones: debía trabajar
mundos más exóticos, mundos de sistemas sola- sola, sin revelar a nadie el objetivo y naturaleza
res hoy olvidados en la bruma de la historia. Los de la operación, y tenía prohibido investigar las
jardineros ignorantes y supersticiosos han logra- razones por las que la estaba contratando.
do difundir leyendas fantásticas sobre algunas de A Adkae le pareció un trato justo.
las flores y árboles que allí habitan, leyendas que
abarcan desde mundos anteriores al origen de la Anoche-Ser. El único planeta no gaseoso del
humanidad, hasta civilizaciones inconcebibles sistema. Repleto de ciudades de procesadores y
borradas de la existencia por imperios despóti- memorias persistentes llamadas vulgarmente
cos. "ciudades de silicio", en honor al elemento
Adkae se sentía honrada por recorrer el sende- químico que se utilizaba en las antiguas indus-
ro que conducía al edificio principal de la Man- trias electrónicas.
sión. La Dama Real Vincia Kadyvia la había Las ciudades de silicio son inmensos mauso-
mandado llamar para discutir un asunto de ex- leos donde millones y millones de seres huma-
trema importancia. Después de dos horas de nos han descargado la conciencia y los recuer-
atravesar los míticos jardines, la limusina la dejó dos antes de morir. Potentes y colosales proce-
en el último descanso donde llegaban los vehí- sadores extraen energía de los recursos naturales
culos, a quinientos metros de la suntuosa entra- del planeta para generar una gama variada de
da. El último trecho tuvo que hacerlo a pie. universos virtuales, donde los persistidos pueden
Un mayordomo le dio la bienvenida y la hizo experimentar la vida eterna.
pasar a una inmensa sala donde la Dama Vincia Las ciudades de Anoche-Ser fueron construi-
la esperaba retrepada en un sillón, con una copa das en una época de profunda depresión para la
de licor en la mano. humanidad. El terror a la muerte y la falta de reli-
Las presentaciones fueron breves. Adkae sabía giones y misticismo habían sumergido a la ga-
perfectamente quién era la anfitriona y, por ex- laxia en los siglos de la desesperación. Los des-
traño que pareciera, la anfitriona conocía casi mesurados avances de la Ciencia se dedicaron a
todo de la vida de la invitada; algunos emplea- matar toda creencia espiritual, toda fe y esperan-
dos habían hecho bien el trabajo, lanzando re- za en la existencia de una vida después de la
des atrapa-datos al inmenso mar del ciberespa- muerte. Por eso la misma Ciencia presentó la so-
cio. lución: las ciudades de silicio, la Vida Eterna; un
—Voy a ser directa —dijo la Dama—. Lo que universo digital donde la mente podía persistir
necesito es una copia de la mente de mi bis- sin perder jamás la conciencia.
abuelo. —Adkae sabía muy bien de quién Tras la construcción de los primeros nichos de
hablaba; no existía ser humano en todo el cua- memoria, cada vez fueron más los que firmaron
drante que no hubiera escuchado hablar del his- para, al momento de la muerte, convertirse en
tórico arqueólogo de ruinas alienígenas Nikolás persistidos. Las ciudades de Anoche-Ser fueron
Kadyvia—. Sé que no es legal lo que estoy pi- expandiéndose, en superficie y en altura, hasta
diendo, pero estoy dispuesta a financiar la ope- transformarse en inconmensurables metrópolis
ración, sin importar el costo, a cambio de obte- que cubrían el volumen aprovechable del plane-
ner una copia con el mayor hermetismo posible. ta. Los nichos se extendieron desde grandes al-
Adkae, la HID: 50.004.001, era famosa por sus turas hasta varios kilómetros bajo tierra; más
trabajos en el estrecho ambiente de los caza- allá, el calor generado por el núcleo del gigante
recompensas. Su hoja de servicios no siempre rocoso derretía cualquier plaqueta tecnológica.
incluía trabajos legales. Muchos de ellos habían Persistir al morir fue una práctica común du-
sido difíciles y peligrosos. A pesar de la expe- rante cinco siglos.
riencia, nada podría haberla preparado para Pero hoy, después de cuatro generaciones, la
adentrarse en las imponentes ciudades de silicio humanidad ha madurado lo suficiente para no
de Anoche-Ser. temerle a la muerte, para enfrentar la existencia o
—De acuerdo —dijo—. Acepto el trabajo. Pe- la no existencia. En la actualidad ya son muy
ro voy a necesitar un mínimo de seis meses de

ProximA | 58
pocos, o casi ninguno, los que firman la solici- Nadie había hecho nada semejante en los
tud de persistencia. seiscientos años de existencia de las ciudades de
Los gobiernos interplanetarios han pactado no silicio.
perturbar las vidas eternas de las ciudades de si-
licio, en pos de respetar las viejas creencias. No Adkae tardó sólo siete meses y medio en pla-
sólo se mantienen funcionando los poderosos near la incursión y apenas un mes en conseguir
procesadores de Anoche-Ser, sino que hay una la tecnología adecuada. Estaba sorprendida de lo
rigurosa ley que prohíbe internarse sin permiso bien que había estimado el trabajo esa tarde en
y/o perturbar el descanso de los persistidos. la Mansión Kadyvia, sin recursos ni investiga-
El castigo por violar esta ley es muy severo. ción previa, sólo basándose en la experiencia.
La fase de adquirir la tecnología no había sido
Cuando Adkae dijo que necesitaba por lo me- sólo crédito suyo. En su vida como caza-
nos seis meses de planeamiento, no estaba so- recompensas había conocido a muchos contra-
brestimando la tarea. Todo lo contrario. Estaba bandistas habilidosos que podían conseguir las
siendo optimista. La Dama Vincia lo sabía. Ser cosas más rápido que lo que ella las pedía.
atrapada por las inteligencias artificiales que vigi- Además, la subvención de la Dama Vincia había
lan Anoche-Ser implicaba la pena de muerte in resultado un incentivo poderoso. Moviendo vie-
situ, sin juicio de por medio. jas influencias, cobrando favores y ofreciendo
El precio que la Dama estaba dispuesta a pagar mucho dinero, Adkae podía conseguir cualquier
valía la pena el riesgo. Hacía tiempo que Adkae artefacto de la galaxia en el menor tiempo posi-
añoraba retirarse del negocio. Comprar unos ble.
cientos de hectáreas en un mundo alejado, en Tras largos meses de estudios intensivos, débi-
alguno de los brazos exteriores de la galaxia, fue- les y esporádicos escaneos remotos, datos y pa-
ra de la historia y el tiempo. Pero para cumplir quetes de información adquiridos ilegalmente a
ese sueño necesitaba una importante cantidad precios exorbitantes, planos y más planos, simu-
de dinero. Con lo que la Dama le pagaría al ter- laciones complejas de incursiones compuestas
minar la operación, Adkae podría adquirir el por cada vez más variables, riesgos, mapas y es-
mundo que deseara. pecificaciones técnicas, Adkae fijó un plan cuyas
Cualquier caza-recompensas en su sano juicio probabilidades de fracaso eran infinitesimales; en
hubiera objetado que ninguna suma de dinero, otras palabras: un plan que no podía fallar.
ninguna jubilación onerosa, podía compensar el Como todo plan minucioso que involucra
estrés, el meticuloso y arriesgado trabajo que riesgos tan grandes en una operación ilegal, la
implicaba violar las defensas de las ciudades de primera etapa consistía en simular una muerte,
silicio. Sólo una persona extremadamente ambi- su propia muerte.
ciosa o extremadamente insensata podía creerse Adkae embarcó en su vieja nave de carga y
capaz de entrar en Anoche-Ser, encontrar un ni- puso rumbo a Centauro, uno de los sistemas
cho, efectuar la copia íntegra de un persistido y con mayor tráfico de la galaxia. La excusa: llevar
escapar sin ningún castigo. Adkae podía ser lo unos contenedores de arena de Rhidel, arena
primero pero nunca sería lo segundo. Adkae que poseía propiedades curativas, para introdu-
pensaba que con absoluta dedicación y minu- cirlos en el mercado negro del cuarto mundo del
ciosa perseverancia podía hacerlo. Por eso la sistema. Casi llegando a destino, la nave sufrió
Dama Vincia la había elegido. un pequeño desperfecto, que se agravó por la
No había manera de que pudiera filtrarse en falta de mantenimiento que venían sufriendo
forma remota. La seguridad de los cortafuegos las viejas instalaciones del carguero. Adkae per-
era demasiado avanzada; no había truco infor- dió el control y la nave fue impulsada por la
mático, ni técnica que pudiera aplicar para ven- atracción gravitatoria de Centauro IV, precipi-
cer los poderosos algoritmos criptográficos que tándose sobre la atmósfera. Los ciudadanos de
protegían los muros digitales de las ciudades. La las metrópolis más populosas del cuadrante fue-
única forma era entrar con una cápsula, internar- ron testigos de la colorida explosión que rasgó el
se en el planeta físicamente y sobrevolar los co- cielo matutino como un inmenso meteorito fun-
rredores de nichos hasta hacer contacto directo diéndose en el firmamento.
con la conciencia del arqueólogo.

59 | ProximA
Lo que nadie supo jamás es que Adkae no iba Adkae nunca había estado más asustada.
dentro, sino la más fiel y costosa copia robótica Aunque había simulado miles de veces este
que la bio-cibernética pudo lograr. momento, nada se comparaba con estar nave-
Dos semanas después de terminar esa primera gando hacia las profundidades de Anoche-Ser.
fase con éxito, arribó con una identificación falsa Ella sola, rodeada de inteligencias artificiales y
a uno de los cinco sistemas vecinos de Anoche- persistidos, la única vida biológica en 5,12 años
Ser. Se hospedó en un humilde departamento, luz a la redonda, buceando más y más abajo
en un suburbio violento, ubicado en un país ati- hacia el interior del estómago de una bestia co-
borrado de guerrillas y al borde del colapso so- losal, gestada por los terrores más acérrimos de
cial. Quizás fuera por las lejanas explosiones, los una época desesperada.
tiroteos, los gritos o las sirenas constantes que Según los datos que había estado recolectan-
Adkae sufrió largas e intensas pesadillas durante do en los meses anteriores, sabía que el arqueó-
la noche. logo Nikolás Kadyvia se encontraba en el vigé-
Pesadillas que mezclaban las ominosas torres simo tercer nivel subterráneo. Eso era bastante
de nichos de las ciudades de silicio con miles de profundo. La proximidad al núcleo del planeta
escenarios que podían concluir mal, percances tornaba la atmósfera calurosa. Aunque el micro-
que ya había erradicado en las simulaciones y clima de la cápsula la aislaba de la temperatura,
que, al despertar a la madrugada, agitada, se ale- no podía evitar sentir la presión de la profundi-
graba de que ya no representaran un peligro real. dad en la que se sumergía.
En muchos de los sueños aparecían presencias Cuando llegó al nivel indicado, soltó diez
oscuras, siluetas alargadas y borrosas que trata- sondas-murciélago que salieron disparadas en
ban de hacer contacto con ella y la aterroriza- todas direcciones en busca del nicho de memo-
ban. ria de Kadyvia.
A la mañana se despertó con sueño y puso Hasta ese abismo llegaba la información que
rumbo a Anoche-Ser con una nave pequeña que había conseguido. Ahora dependía de que las
había adquirido hacía unos días en el mercado sondas encontraran el nicho.
negro del sistema Hot. Fue la hora más larga de su vida. Sumida en el
La fase más importante del plan estaba por lle- silencio sepulcral de las profundidades de un
varse a cabo. cementerio, el cronómetro de la cápsula pareció
Adkae abandonó la nave en la órbita de una detenerse y los nervios empezaron a jugarle en
luna pequeña que pertenecía al mundo de Ano- contra. Le vinieron a la mente las pesadillas de la
che-Ser. Recién en dos meses cruzaría el umbral última noche, las simulaciones fallidas, la larga
de visibilidad y orbitaría la cara que enseñaba al lista de leyes que estaba violando. Recordó su
planeta. Los sensores de Anoche-Ser alcanzaban viejo y querido carguero. Lo vio estrellándose
el lado oscuro, pero mientras se ocultaba allí con contra la atmósfera de Centauro IV, con los ojos
el dispositivo de encubrimiento era virtualmente cubiertos de lágrimas. Se halló saltando de pesa-
imposible que la nave fuera detectada. dilla en pesadilla, como si la noche anterior nun-
Descendió en una cápsula pequeña, protegida ca hubiera terminado, reviviendo la muerte a
por campos deflectores de última tecnología en bordo de la nave, desconfiando de su imagen en
encubrimiento de naves. Las simulaciones le el espejo del tablero. ¿Quién era esa extraña aho-
habían mostrado que ninguna inteligencia artifi- ra? ¿Un duplicado? ¿Una copia exacta de la ver-
cial podría detectarla, ni aunque volara a pocos dadera Adkae?
metros de un sensor. Entonces sintió una vez más la presencia de
Así que pudo recorrer los quinientos mil kiló- esas terribles sombras, esas conciencias borrosas
metros que separaban al satélite del planeta y que intentaban comunicarse con ella. No se
penetrar los escudos de las distintas capas de la conformaban con violar sus pensamientos. La
atmósfera, arrojando bombas virtuales que abrí- perseguían con susurros telepáticos. Intentaban
an huecos en los cortafuegos y que eran el orgu- alcanzarla con un frío mental que podía parecer-
llo de los cripto-analistas más lúcidos de la épo- se al de la muerte.
ca, para después internarse en una de las ciuda- De pronto, una de las sondas-murciélago en-
des de silicio más antiguas e inmensas del mun- contró algo. El panel se iluminó, arrancándola de
do del descanso eterno. la turbación. Había pasado una hora desde que
se había anclado en el vigésimo tercer nivel.

ProximA | 60
La sonda transmitía la ubicación exacta del ni- plegaba como una ventana panorámica hacia el
cho de Nikolás Kadyvia. futuro.
Encendió los motores y llevó la cápsula hasta Por qué había olvidado su vida. Por qué estaba
ahí. olvidando quién era.
La sonda-murciélago se había apagado y dor- Nunca hubiera elegido que fuera así.
mía suspendida en la atmósfera junto a la entra- Por qué sentía que rápidamente se iba olvi-
da del nicho, con el localizador encendido dando de todo.
transmitiendo las coordenadas. Y alrededor silencio. Nada. Sólo las siluetas
Adkae desplegó el brazo mecánico, que esta- oscuras de las pesadillas. Sombras borrosas,
bleció un enlace físico directo entre el nicho y la alargadas. No las veía, sólo las sentía. Como
computadora de la cápsula. conciencias ajenas a la suya, como intrusos.
Tenía la sensación de que algo no estaba bien. —¿Quiénes son ustedes? —preguntó. No con
Tenía la sensación de que estaba siendo ob- su voz, sino con algo parecido al pensamiento.
servada, de que la habían descubierto. —No tengas miedo, Adkae. No queremos
El enlace leyó la cabecera de datos del nicho. hacerte daño. Venimos a ayudarte. Hace tiempo
Leyó el identificador y mostró el nombre en el que tratamos de establecer contacto, pero nues-
panel. tra tecnología no es del todo compatible con la
Ninguna simulación, ninguna predicción ni tuya. Encontramos dificultades. No sé cuánto
cálculo pudo haberla preparado para enfrentar lo tiempo podrá durar este enlace. Hay un riesgo
que la golpeó con desmesurada fuerza y la arras- alto de que perdamos contacto en cualquier
tró a la derrota absoluta. momento y de que tu mente vuelva a distribuirse
El nombre que se leía en el panel era: en el espacio de los persistidos.
Toda esa información le llegaba junta a Adkae,
ADKAE - HID: 50.004.001 sin un orden cronológico. La voz que no era
voz, superponía las palabras como pensamientos
Una oleada de terror la dejó paralizada. que se enfocaban en su mente, como una masa
¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba? uniforme de ideas.
Recordó el carguero. Recordó los contornos —¿Dónde estoy?
geográficos del continente norte de Centauro IV —Estás en lo que tu pueblo llamaba Anoche-
proyectándose en el panel delantero, recordó los Ser, en una de las ciudades de silicio. Adkae, lo
controles envueltos en llamas y las siluetas de que tenemos que contarte es algo terrible. Tu
los edificios acercándose a velocidad abisal. especie se ha extinguido. Aún no sabemos có-
Lo recordó como si hubiera estado ahí. mo. Los historiadores investigan los fósiles que
Y recordó los jardines alienígenas de la Man- yacen enterrados, dispersos a lo largo de los
sión Kadyvia y los miles de mundos que había mundos de esta galaxia. Las ruinas arqueológicas
visitado. Los amantes que la habían enamorado de las extrañas e inmensas ciudades que edifica-
bajo las lunas más inexplicables. Los negocios ron son un absoluto misterio. Sabemos que eran
concretados en ciudades infinitas, espacios infi- grandes constructores y, como sociedad, debie-
nitos, dimensiones infinitas. Cómo nunca se ron ser seres maravillosos para llegar a ser tantos
había dado cuenta, llevaba siglos viviendo aven- y expandirse por tan vastas distancias.
turas imposibles, realizando proezas imposibles, »La de ustedes no es la primera especie aliení-
cruzando las fronteras más remotas de la imagi- gena que encontramos. Hay registradas por lo
nación. Cómo se había olvidado de la enferme- menos diez más, ubicadas en galaxias diferentes,
dad mortal, del pulso débil, de su mano temblo- que colonizaron parte o casi todo su espacio y
rosa firmando la solicitud de persistencia para murieron dejando pocos rastros. Nosotros so-
que la descargaran en el vigésimo tercer nivel mos muy antiguos. Venimos de una galaxia
subterráneo de la ciudad más antigua de Ano- donde también éramos los únicos. Creemos que
che-Ser. las galaxias son islas flotantes en medio del es-
Siempre había pensado que los persistidos re- pacio, creadas para incubar un único tipo de vi-
cordaban la muerte, que al encenderse la con- da inteligente. La vida inteligente nace en algún
ciencia dentro del espacio virtual del nicho los planeta cuyas condiciones son favorables, se de-
recuerdos volvían a ser recorridos por la electri- sarrolla, se expande... y muere...
cidad, y una vida nueva, eterna, infinita, se des-

61 | ProximA
»Somos los únicos seres que logramos escapar y desesperada. Se libran batallas interplanetarias
de los confines de nuestra galaxia y conocer para conquistar mundos. Emperadores desqui-
otras civilizaciones. Por desgracia, no nos hemos ciados, militares codiciosos, se adueñan de los
encontrado con ninguna especie que no llevara objetos antiquísimos y de los misterios milena-
extinguida millones de milenios. Hasta que los rios.
encontramos a ustedes.. »Nunca pensamos que esto nos pasaría.
»Si bien la especie humana ya no existe como »Muchos investigadores prevén milenios de
tal, ha dejado este invaluable tesoro de concien- barbarie. Algunos de los que estudiaron Anoche-
cias, donde descansan las mentes, activas, lúci- Ser fueron contagiados por el miedo a la muerte
das. y ahora mismo construyen necrópolis semejan-
Adkae estaba bloqueada. Sólo recibía oleadas tes para persistirse.
de información y apenas llegaba a tiempo a pro- »Atravesamos tiempos terribles.
cesarlas. »Anoche-Ser es la ruina más preciada. Todas
—Nunca vimos nada igual. Estamos maravi- las facciones quisieran tener en su poder este
llados. Jamás se nos ocurrió que podíamos en- mundo para consumir sus historias, para as-
contrar semejante testimonio vivo de un pueblo fixiarse con estas vidas extrañas y antiguas. No-
alienígena. Una tecnología que extrae los recur- sotros, como científicos, somos una facción
sos de un planeta rico en minerales y alimenta muy poderosa. Pero en los últimos tiempos otras
con energía a millones de mentes que piensan, nos han superado y hemos recibido ataques de
sueñan, recuerdan y viven en universos virtuales ejércitos más fuertes. Hay militares que prefieren
generados por cúmulos de procesadores. Mentes ver destruida cada torre de Anoche-Ser antes que
que pertenecieron a personas que vivieron en en manos de otras facciones. Es tan triste que
tiempos inmemorables. nos hayamos convertido en esto. Me da tanta
»Cuando encontramos este mundo estábamos vergüenza. Nosotros, los únicos que logramos
muy excitados. La decisión más lógica fue dedi- salir de nuestra galaxia de origen.
car nuestros recursos a estudiarlo, pero sin per- »Anoche-Ser está en ruinas.
turbar el funcionamiento de las maquinarias, ni »Ha resistido muchos ataques, pero ya no re-
las vidas de los persistidos. Durante siglos nues- sistirá ninguno más. Las torres principales han
tros mejores científicos e historiadores escanea- caído. Las ciudades arden y con ellas las mentes
ron las memorias, estudiando sus vidas y sus de los persistidos mueren de a millones, en un
costumbres. Es mucho lo que hemos aprendido, grito silencioso que ahogará la historia de tu
pero es mucho también lo que todavía no en- pueblo en la profundidad de los tiempos.
tendemos. La información que hay es demasiado »Adkae, tenemos que irnos. Las bestias vienen
abundante para asimilar en unos pocos siglos. a devorar los últimos escombros. Hace semanas
—Dicen que no perturban la vida de los per- que intentamos establecer contacto con los per-
sistidos. ¿Por qué están perturbando la mía? sistidos. Ya nos quedamos más de lo que po-
—Porque en estos tiempos ha ocurrido algo díamos. Un milagro, sólo un milagro, ha conse-
terrible. Somos una especie avanzada; sin em- guido que lográramos despertarte, que lográra-
bargo, no estamos libres de las discordias. Te mos alcanzarte mediante una simple historia.
sorprendería saber cómo en ciertas cuestiones tu Intentábamos establecer contacto y nos asocia-
pueblo era mucho más avanzado que el nuestro. ban con presencias sobrenaturales, nos llamaban
Estudiando su historia, descubrimos que atrave- "fantasmas", "intuición". Nos buscaban en su
saron tiempos difíciles. Pero lograron superarlos cielo, en su espacio, donde no tenían posibilidad
y crecer como especie. Tenían mentes podero- de encontrarnos, y cuando se rendían nos atri-
sas. Eran muy imaginativos. buían nombres de dioses; hasta que volvían a
»Nosotros, en cierto modo, tenemos mucho creer y miraban una vez más al cielo.
que aprender de ustedes. Fueron un pueblo ma- »Acá estamos, Adkae. Es un milagro lo que
ravilloso. nos ha contactado. Es la primera vez en la histo-
»Estamos en guerra. Violentas batallas se li- ria que hacemos contacto con un persistido, con
bran en el espacio de esta galaxia y en mundos un ser humano o con otra especie diferente.
que antes eran los suyos. Las ruinas de sus ciu- —¿Es por eso que recuerdo cada vez menos?
dades se han convertido en objetos de fascina- ¿Porque Anoche-Ser está siendo destruída y los
ción para nuestra especie, fascinación enfermiza procesadores se van apagando?

ProximA | 62
—Sí, es por eso. No tenemos mucho tiempo. rándose a sí mismo. Trató de imaginarse feliz,
Adkae, eres lo último que queda de la humani- persistida en la memoria de una computadora
dad. alienígena, comunicándose con estos extraños
—¿Qué quieren de mí? seres, casi incomprensibles, aprendiendo de ellos
—Queremos llevarte. Queremos descargar tu y ellos aprendiendo de ella. Trató de imaginarse
mente antes de que sea irrecuperable. Pero no frente a las ciudades del Reino alienígena, frente
sabemos si podremos hacerlo. Jamás hicimos a la población hambrienta de conocimientos y
nada parecido. La tecnología de Anoche-Ser es de historias antiguas, contando una y otra vez
totalmente incompatible con la nuestra. Nos lle- sus aventuras. Y como una daga filosa que se
vó siglos entenderla y hay incompatibilidades hundía en el corazón, sintió la soledad, desnuda
que todavía no pudimos resolver. Todo lo que y descomunal; la soledad y el vacío expandién-
tenemos es una teoría de que puede funcionar; dose por la existencia, anegando los rincones
una teoría que dice que es posible descargar tu más remotos del Universo, como un virus que
ser en la memoria de una nave y llevarte con no- alguna vez esparció el ser humano.
sotros a nuestro Reino, a nuestra galaxia. Tal vez en la soledad vivía la extinción del
»Es un riesgo inmenso. Puede salir mal. Puede hombre. Tal vez los siglos de desesperación
salir muy mal. nunca habían terminado. Tal vez el hombre
»Pero no hay otra opción. Dentro de minutos, nunca superó ese pánico a enfrentar lo descono-
ya no habrá energía en todo el planeta. Anoche- cido, como ella no lo había superado cuando
Ser será un mundo de plaquetas muertas. Tu firmó la solicitud de persistencia.
conciencia y la de todos los persistidos se apaga- Era hora de enfrentar el vacío.
rán y se borrarán para siempre. Era hora de crecer.
—¿Para qué me están contando esto? ¿Por qué Era hora de descansar. Descansar de verdad.
no me descargan y listo? La mente estaba agotada.
—Necesitamos tu aprobación. No podemos —No quiero que me lleven —dijo—. No
hacerlo sin tu consentimiento. Primero porque quiero que me descarguen. Quiero que me dejen
no es justo que no te involucremos en la deci- en paz.
sión y segundo porque tu mente es capaz de —De acuerdo. Es tu decisión. La respetare-
provocar tal resistencia que nos hará imposible mos.
la descarga. Las presencias se alejaron y se perdieron.
—¿Qué es lo que puede salir "muy mal"?
—No vamos a mentirte, Adkae. No lo mere- Adkae sintió de pronto felicidad absoluta. Sa-
ces. bía que sólo quedaba un procesador en funcio-
»Las incompatibilidades entre ambas tecnolo- namiento en todo Anoche-Ser. Ese único proce-
gías pueden provocar que perdamos muchos sador trabajaba para ella.
fragmentos tuyos. No sólo fragmentos de tu Había sido obra de ellos. Estaba segura.
memoria, también fragmentos de tu conciencia, La realidad se desplegaba como una ventana
de tu capacidad de razonar y de pensar. Puede infinita hacia el futuro. Nacía, crecía, se de-
ser que resulte muy doloroso. Puede ser que tu sarrollaba y vivía en un mundo lleno de amor,
mente incompleta quede atrapada en la memoria odio, paz, guerra y muchas otras contradiccio-
de la nave y no sepamos ni siquiera cómo en- nes. Era el único mundo que el hombre conocía.
contrarla y borrarla para que no sufras más. No había ninguno más.
—Entiendo... Ya entiendo... "Un mundo solo es demasiado pequeño para
—Es tu decisión, Adkae. ¿Podemos comenzar toda la humanidad", pensó una mañana mien-
con la descarga? tras miraba la nieve cayendo cadenciosa a través
Adkae trató de asimilar todo lo que había reci- del ventanal.
bido. Trató de imaginar las ciudades muertas del Adkae estudió una carrera, se casó, tuvo des-
hombre, cubiertas bajo las arenas del tiempo. cendencia y murió en un planeta llamado Tierra.
Trató de imaginar las torres de las ciudades de Y todo eso en el último segundo de existencia
silicio ardiendo, desmoronándose sobre los nive- de Anoche-Ser.
les subterráneos. Escuchó el grito de millones de El fuego alcanzó al último procesador.
conciencias aplastadas por las torres ya muertas, La energía se apagó por completo.
el fuego consumiéndolo todo, el planeta devo-

63 | ProximA
La última persistida se apagó también, junto causa de una enfermedad mortal, firmando una
con el recuerdo de un pueblo entero. Se apagó solicitud con mano temblorosa.
en una cama de hospital en Buenos Aires, a las Hoy, la humanidad descansa en paz.
13:45, o a bordo de un carguero espacial estre-
llándose en la atmósfera de Centauro IV, o a © Adrián M. Paredes

Adrián Marcelo Paredes nació en 1982. Estudia Ingeniería en Informática en la Universidad de


Buenos Aires y escribe desde muy joven. Tiene un estilo rico e interesante. Algunos de sus
cuentos pueden leerse en la revista Axxón. Su blog es: http://polaroidsdelfrasco.blogspot.com/

ProximA | 64
Correo de lectores
Al Correo de Lectores: y que tan hábilmente nos servís vos, Lau!
Tampoco puedo dejar de mencionar a aquellos
Describir el placer, tanto estético como inte- que le dieron imagen a las palabras: Fraga, Be-
lectual que me produjo la PROXIMA de setiem- lushi, Carper, Belmonte y Toledo.
bre, llevaría más tinta que la aconsejable. Gracias por este preparado.
No puedo decir que haya alguno de los relatos Marcelo Cardo
que no me haya gustado. Sobresalieron "El fan",
por lo contundente, y "Sidgrid", de la inefable : Nos alegra que te haya
Laura Ponce. Anticipo que estoy esperando una gustado, Lex. Al seleccionar el contenido para
novela, como mínimo, de parte de ella. cada número buscamos eso: tanto calidad co-
Capítulo aparte para las ilustraciones, todas mo variedad y diversidad de estilos. Y afortu-
excelentes, lo que hace que junto con la calidad nadamente nos encontramos en un medio
de los cuentos se consiga un producto final que donde eso abunda.
vale la pena esperar una estación para tenerla en
la mano.
Vaya un beso muy grande, mis felicitaciones Al Correo de Lectores:
y toda la fuerza para seguir en esto.
Julio Nervi Aquí van mis opiniones sobre el número 3 de
Provincia de Santa Cruz PROXIMA:
Presentación gráfica, papel, diseño: 10 puntos;
: Gracias, Julio. Para noso- excelente calidad.
tros es muy importante la opinión y el apoyo Editorial de la Directora: adecuado y serio, ágil
de nuestros lectores. Y en cuanto a lo que de- y vital. Muy bueno.
cís que esperás de esa escritora, no sé si una Entrevista: Bien enfocada; mesurada.
novela, pero un libro de cuentos... :-P Correo de Lectores: en la mejor tradición de
los grandes de la SF clásica (J.W.Campbell Jr,
Ray Palmer, Astoundings SF, Amazing, Fantas-
Hola. tic) pero a la ciolla. A propósito: no le hagan ca-
so a Samy Cadranel cuando afirma no entender
Después de haber terminado de leer el número la literatura de ciencia ficción. Barto-
2 de PRÓXIMA puedo decir que no cabe otra lea libremente. Samy ha leído desde Verne y Sal-
cosa más que felicitarlos. No sólo por la calidad gari (remota juentud) hasta Wells, Azimov,
y dedicación que se nota en el diseño e impre- Bradbury y Lem —por supuesto Grassi, Sey-
sión de la misma, sino también por la selección mour, Leslie Sharp y Julio de Luca…— O.K?
de cuentos e ilustraciones. Ilustraciones: Magníficas!!!
Se puede decir que nos encontramos con rela- Humor: Simpático y algo estereotipado. Escaso
tos para todos los gustos: comenzando con una Material literario: Inmejorable! Homogéneo,
variante del E.T. de Spielberg un poco más oscu- con un promedio casi absoluto (8 puntos) y al-
rita y terminando con un mix de ciencia ficción y gunos cuentos, 10. Párrafo aparte para tu histo-
filosofía salpicado con algún que otro improperio ria, Lauri. Sidgrid es una pieza literaria totalmen-
que nos invita a descubrir la relación entre el ser, te lograda, llena de sugestión, convincente y
la nada y el todo. Pero estos sólo son los extre- hermosa; muy bien escrita, merecía algo más
mos de la cuerda, no hay que dejar de destacar que un tercer premio en concurso. Con estilo
lo que queda en el medio: un vendedor de sue- fluido, personajes convincentes dentro de su ri-
ños y fantasías con afán de figurar; un empresa- quísima fantasía, que no impide que su trama y
rio manipulador no sólo de humanos, sino tam- desarrollo sean razonables. Algún golpe bajo pa-
bién de robots, haciendo lo posible para logar su sa casi desapercibido y contribuye al efecto dra-
propio beneficio (un gran invento el GvH, Ric); mático de esta genuina pieza de buena literatura.
un estudioso en la disyuntiva de servir a su raza El resto del sumario presenta un conjunto de
o a aquellos que son su objeto de estudio, y una material sólido y bien escrito o casi. El que me-
tierna historia que nos devuelve a la niñez. nos me gustó… bué… prefiero no nombrarlo;
Este es el cóctel que nos preparan Domínguez hay un par de historias de escasa originalidad
Nimo, Mira, Figueiras, Giorno, Toledo y Carletti pero ninguna es mala.

65 | ProximA
Correo de lectores
Felicitaciones y adelante. Según una remanida y bastardeada cita del
Alfredo J. Grassi pseudo mundo empresarial "Las crisis son la otra
cara de las oportunidades", o algo así; vivimos
: Gracias, Alfred! Sabés ya una prolongada "crisis" en el mundillo de la
cuánto te aprecio, considero tu opinión más ciencia ficción en la que el género no solo de-
que autorizada y lo que decís en esta carta muestra capacidad de supervivencia sino de re-
significa mucho para mí. Te mando un beso novación. Merece destacar que ninguna crisis se
enorme. resuelve por sí sola, requiere de actores, ellos
tienen en sus manos el futuro y están reapare-
ciendo por todas partes.
Al Correo de Lectores: La aparición de revistas como ésta significará
un vigoroso respaldo a ese movimiento.
Hace unos años, cuando asistí por segunda Hugo Escarlón
vez a una Tertulia de Ciencia Ficción en Buenos
Aires, conocí a una de las personas más expertas : Gracias por tus palabras,
en esta movida de la CF en habla hispana. Me Hugo. Nosotros también estamos convencidos
refiero a Santiago Oviedo. En realidad, él me de que hay mucho —muchísimo— por decir y
abordó. Tal vez al verme un poco inseguro y ais- por hacer, y esperamos que cada vez más gen-
lado en el borde de la mesa. te se sume al proyecto.
Se presentó y me preguntó que hacía yo: ¿Es-
critor? ¿Traductor? Dibujante, respondí, y escribo
un poco. Hola, Laura.
Empezamos a hablar sobre autores, entre ellos
Tolkien, y sobre los mitos celtas. Nos entretuvi- Me ha llegado esta mañana el 3 de Próxima.
mos un buen rato con Turín Turambar y las refe- Lo he podido hojear por encima mientras estaba
rencias a historias célticas. Y Santiago mencionó con mi hija en sus clases de fútbol y tengo que
un cuento suyo llamado “Ajolote”. felicitarte de nuevo. He leído la entrevista a Tere-
Al regresar a casa lo busqué en internet para sa Mira y el correo de los lectores y parece que
leerlo. ¡Un cuentazo! Nunca imaginé que 3 años hay mucho entusiasmo allí. Me alegro que surjan
después, Ediciones Ayarmanot me iba a convo- iniciativas como Ayarmanot, que además son un
car para ilustrarlo. Fue un orgullo y un placer. trampolín excelente para los autores.
M.C. Carper Un abrazo
Federico Witt
: Qué linda anécdota, MC. España
Para nosotros es un orgullo y un placer contar-
te entre los colaboradores de la editorial. Sa- : Gracias, Federico. Eso es
bemos que comprendés y compartís los an- un gran halago viniendo de un editor de tu
helos y propósitos con los que emprendimos experiencia. :-)
este proyecto.

Laura: Gracias a todos por sus calurosos mensajes y


sus buenos deseos. Alentamos a los nuevos
Me gustó también el número 2 de PROXIMA, lectores y a aquellos que aún no nos escribie-
particularmente el cuento de Toledo. Tiene el ron a que nos envíen sus comentarios y su-
espíritu de las bases del concurso, ¿verdad? gerencias.
Un comentario sobre la nota de Figueiras:
Todavía tengo en la memoria —y atraganta-
da— que en una sesuda enciclopedia de literatu- edicionesayarmanot@yahoo.com.ar
ra universal (bibliografía en la universidad) la SC
ni siquiera figuraba como género y sus ya mu-
chos grandes autores olímpicamente ignorados.

ProximA | 66
ILUSTRADORES
GUILLERMO VIDAL nació en 1955, vive en el barrio porteño de Devoto y hace algo más de
diez años comenzó a trabajar en arte digital. Ha ilustrado relatos y realizado tapas para la
revista Axxón; sus cuentos han sido publicados allí y en Químicamente Impuro. También
hizo la tapa del “Anuario Axxón 1” y la del nro.1 de PROXIMA. Aquí se puede apreciar algo
de su maravilloso trabajo: http://www.gevidal.com.ar/webdocses/catalogo.htm

REIQ (Reinaldo Quinteros Arturo Torrealba) nació en 1983, es venezolano y vive en Londres.
Su trabajo ha aparecido en diversas publicaciones y su sitio web ha recibido más de 3 millones
de visitas en cuatro años. En su portfolio pueden verse algunas de sus excelentes ilustraciones
digitales y dibujos a lápiz: www.reiq.co.uk

PEDRO BELUSHI nació en Madrid en 1965. Es dibujante de comics, guionista e ilustrador.


Colabora con los sitios web Axxón y BEM on Line realizando ilustraciones para relatos y
portadas, así como guiones para otros ilustradores. Con un estilo característico, colabora con
Ediciones Ayarmanot desde sus primeros números.

NESTOR TOLEDO nació en 1980, vive en Sarandí, en la zona sur del Gran Buenos Aires.
Trabaja como paleontólogo en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata y es becario del
CONICET. También es un excelente escritor e iliustrador. Esta es la primera vez que se
publican sus obras.

XGAIAX (Augusto Belmonte) nació en 1977 y vive en Palermo. Es librero, realiza arte
callejero y ha hecho diseño editorial e ilustraciones para libros y posters; también tiene una
serie de curiosos personajes infantiles. Es un artista talentoso y versátil.
Su página web es: xgaiax.com

ADRIÁN RUANO nació en 1965 y vive en Avellaneda. Es historietista, ilustrador y dibujante


de humor. Trabaja con variedad de técnicas y estilos. Hambre Blanca es una historieta
unitaria realizada con el guionitsta José Nápoli.
Su bolg es: http://adrianruano.blogspot.com/

DIEGO ABALLAY nació en La Plata en1973. Estudió dibujo con los maestros Raúl Fortín y
Alberto Salinas; y color e ilustración con Juan Bobillo y Marcelo Sosa. Es profesor egresado
de Bellas Artes y, con el guionista Ricardo Ferrari, realiza historietas de aventura para Eura
Editoriale. Acaba de salir el libro de su miniserie “Los Hermanos”, con guión de Ferrari y
realizada para Eura, publicada en Argentina por La Duendes, Historieta Patagónica.
Su blog es: http://elchuecoaballay.blogspot.com/

DARIO TORRES nació en La Plata en 1979 y vive en Mariano Acosta, en la zona oeste del
Gran Buenos Aires. Es maestro nacional de dibujo y comenzó con Bellas Artes a los 21. Dibuja
desde chico, pero recién empieza a publicar sus trabajos.
Su blog es: http://dariotorresilustrador.blogspot.com/
PROXIMAMENTE

(...) ¿Cómo creó su estilo? ¿Lo buscó con- evangélico; esa nena es Viviana, que ahora es
cientemente o lo encontró de modo intuitivo? clarinetista de la banda sinfónica municipal; y
Siempre traté de dibujar en la forma más expresi- este es Gabriel, el montonero.
va posible, centrándome en el carácter del per- Yo no aprobaba la ideología de un movimiento
sonaje y en lo que yo quería transmitir en ese que decidiera quién debía vivir y quién no...
momento. Traté de no recurrir a los grafismos o Me sorprende ver lo que ha hecho con su vida.
los estereotipos (especialmente los dibujantes Ahora él es un poco el núcleo de la familia allá,
norteamericanos), traté de despegarme de lo que con su madre y sus hermanos, que se fueron
hacían mis colegas. Por suerte me fue bien. yendo después.

(...) ¿Por qué decidió volver? ¿Por qué en ese (...) Háblenos de la serie “El Regreso”, que
momento, en 1994? retoma otra vez la línea original de “El Eter-
Porque se terminó la relación con la pareja que nauta” con guión de Maiztegui.
tenía allá, en Brasil. En ese momento podía ir a El fin del mundo, que es la tercera parte, tiene
España, Italia o Argentina; elegí la Argentina. Mi 190 páginas (El Regreso, completo, son 500).
madre había cumplido 90 años y hacía mucho Ahora estoy haciendo las últimas 6; en estos
que no la veía. Vivió 9 años más y tuve la opor- días lo termino.
tunidad de atar piolines sueltos, de buscar re- ¡Qué buena noticia!
conciliaciones que habían quedado pendientes. ¿Cuándo saldría a la venta?
Qué bueno es poder hacer eso... Aparecerá a fin de este año o principio del
Sí... Lo mismo me pasó con Gabriel. (Sonríe. 2010.Se va a publicar en dos entregas, porque
Luego se pone de pie y descuelga un cuadrito 190 páginas son muchas; se encarecería dema-
que estaba sobre el escritorio. Me muestra una siado.
foto pequeña en blanco y negro, una foto de ve-
rano. Con algo de orgullo, con inocultable afec-
to, me va señalando a los tres chicos que son- LEA LA ENTREVISTA COMPLETA EN
ríen). Este es Martín, el mayor, que encontró la EL SIGUIENTE NÚMERO
Biblia y la música; ahora vive en Alicante y es

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