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IED COLEGIO SAN PEDRO CLAVER

ASIGNATURAS DE FILOSOFÍA, ETICA Y RELIGIÓN


ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Ejercicio de lectura crítica

EL “SUPERHOMBRE” DE FRIEDRICH NIETZSCHE 1

El superhombre de Nietzsche concentra la concepción


del filósofo alemán de un hombre de trascendencia,
que se supera a sí mismo y a la naturaleza humana.
En esencia, un superhombre es aquel que ha
superado la esclavitud de la condición humana y ha
alcanzado un verdadero estado de libertad, en una
combinación de libre juego y creatividad. En este
estado, de pureza individual, el individuo se ha
descargado y se ha deshecho de todas las influencias:
autoridades sociales, eclesiásticas, literarias,
doctrinales, etc.; también de la influencia de cualquier
persona. Aquel que busque el estado de pureza querrá
construir su propio destino, inventar sus propios
valores y bailar el juego de la vida al ritmo de su propio
espíritu. Nietzsche describe que para alcanzar el
estado del superhombre, el individuo debe sufrir tres
“metamorfosis” del espíritu. Estas transformaciones
simbólicas deben ser vistas como una suerte de guía para convertirse en superhombre, o método para la liberación del espíritu:
 
Primera metamorfosis: el camello:
¿Qué pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que un camello y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, oh
héroes, pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije?
Después de este pasaje, Nietzsche enlista varios aspectos que pueden ser considerados entre los más pesados o difíciles de la vida. Señala que el
camello debe invitar a estos pesos. Y continúa: ¿o acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma que nos amedrentaría?
Lo que Nietzsche quiere decir es que antes de que uno pueda convertirse en superhombre, primero deberá soportar grandes cargas. Luchar con el
miedo, el amor, la confianza, la muerte, la confusión, la sed de conocimiento y todos los otros aspectos de la existencia humana. El camello abraza
estos retos en el nombre del deber y la nobleza. Visto de otro modo, el camello no huye ni se distrae de la vida: la saluda de frente y abraza los
retos que presenta con un alto sentido del deber. Hecho esto, el camello se ve humillado y fortalecido. Sólo mediante el sufrimiento, el camello
obtendrá la fuerza y la resiliencia necesarias para alcanzar el siguiente nivel de transformación espiritual. Nietzsche describe cómo el Camello
entra, finalmente, al “desierto más solitario” antes de convertirse en león. La metáfora del desierto solitario puede interpretarse de la siguiente
manera: el camello ha buscado, invitado y envestido las batallas que la vida le ofrece. Pero eso mismo lo ha vuelto una especie de alienado. Se ha
diferenciado de los demás y de la sociedad que los produce. La duda se le ha incrustado y cuestiona todo, desde su mismo valor hasta el valor de
sus búsquedas. El desierto es el lugar de la crisis existencial, donde el Camello pondera la existencia de cualquier ley o virtud universal, y si están allí
por o para guiarlo a sus propósitos. Para Nietzsche no existen las virtudes universales ni los propósitos absolutos. El camello se ve forzado a
plantearse esta posibilidad, sólo así podrá convertirse en león.
 
Segunda metamorfosis: el león
“Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad
como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto. Aquí busca a su último amo: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios,
con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria. ¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? "Tú
debes" se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice Yo quiero. "Tú debes"  le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso y en
cada una de sus escamas brilla áureamente "¡Tú debes!". Valores milenarios brillan en esas escamas, el más poderoso de todos los dragones habla
así: “todos los valores de las cosas brillan en mí…Todos los valores han sido ya creados y yo soy todos los valores creados. ¡En verdad, no debe
seguir habiendo ningún Yo quiero!” Así habla el dragón. Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la
bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa? Crear valores nuevos -tampoco el león es aún capaz de hacerlo: más crearse libertad para un
nuevo crear -eso sí es capaz de hacerlo el poder del león. Crearse libertad y un NO, santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es
preciso el león. Tomarse el derecho de nuevos valores, eso es lo más horrible para un espíritu de carga y respetuoso”.
En la cita anterior se encuentra la clave de este texto. Cuando el camello descubre que la virtud y la verdad universal podrían no existir, sólo puede
tomar dos caminos: o rechaza la vida por no tener sentido y se suicida, o reclama su propia libertad y crea su propio significado y su propia virtud.
Para convertirse en superhombre es claro que sólo la segunda opción es correcta; ella le llevará al siguiente nivel. Para llegar a él, el camello deberá
destruir el más alto muro que lo separa de la verdadera libertad: el deber y la virtud impuestos por la tradición y la sociedad: esto es lo que el gran
dragón de Nietzsche representa. El camello ha sido su esclavo y el dragón lo ha invitado a tomar retos vitales, siempre y cuando estén en
concordancia con los valores impuestos desde el exterior. Podemos ver al dragón como la simple representación de todo aquel que intenta
decirnos cómo vivir. El camello deberá rechazar al dragón de tradición y mandamientos, pero no podrá hacerlo en su actual forma de camello,
amante de los deberes. Para ello deberá transformarse. Sus anteriores pruebas le han permitido alcanzar la suficiente fuerza para convertirse en el
león: símbolo de coraje, tenacidad, desilusión e incluso rabia. Sólo en este estado el espíritu es capaz de pronunciar un NO rotundo. Este NO
representa el rechazo absoluto a cualquier control externo y a todos los valores tradicionales. Toda cosa impuesta por otros individuos, sociedades,
iglesias, gobiernos, estados, familias, así como toda forma de propaganda deben ser expulsadas con un empoderado/poderoso rugido. Esto no
quiere decir que el león crea que las virtudes y los valores impuestos por aquellas entidades son malvados o corruptos. De hecho, podrían ser
buenas y útiles. Sin embargo, también es un hecho que devienen de una autoridad externa y por ello se requiere su expulsión. El superhombre es el
individuo absoluto y por lo tanto debe inventarse sus propios valores, en sus propios términos. Después de que el león ha pronunciado el sagrado
NO, el espíritu deberá experimentar una transformación más en el camino del superhombre.
 
Tercera metamorfosis: El Niño
“Pero decídme, hermanos míos, ¿qué puede hacer el niño que ni siquiera el león puede? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en
niño? El niño es inocencia y olvido, recomienzo y juego, una rueda que gira por sí misma, un primer movimiento, un sagrado SÍ. Para el juego de la
creación, hermanos míos, un santo SÍ es necesario. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir SÍ: el espíritu quiere ahora su
voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo”.

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IED COLEGIO SAN PEDRO CLAVER
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ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Ejercicio de lectura crítica

Entonces, Nietzsche sostiene que el león deberá transformarse


una vez más para olvidar. El espíritu ha sufrido mucha
confusión y confinamiento, pero es necesario que vacíe su
mente del pasado. Pronunciando un sagrado SÍ el niño afirma
el momento, afirma sin certeza y afirma, sobre todo, el flujo de
la vida. El niño se convierte en una rueda que se impulsa a sí
misma, tal como la vida. El niño elige rodar con la vida: bailar y
tocar con ella. Finalmente, para Nietzsche la creación pura
emerge en este estado de juego. Cuando una persona puede
alcanzar un entendimiento infantil, una mente inmersa en el
momento y llena de maravilla y regocijo, esta persona podrá
asirse a su propia voluntad, crear su propia virtud y, así,
inventar su propia realidad. En el proceso de esta última
metamorfosis el espíritu deviene en sí mismo, conquista su
mundo y alcanza el estado de superhombre. El espíritu alcanza
su liberación.
 
Objeciones al “superhombre” de Nietzsche

Existen, con razón, objeciones convincentes al concepto de superhombre de Nietzsche y sus afirmaciones nihilistas acerca de la moral. Si los valores
universales no existen y uno es libre de crear los suyos propios, ¿cómo determino si actos atroces, como el asesinato, la violación o la tortura, son
justificados? Nietzsche era muy consciente de esta posibilidad e incluso predijo que sus ideas podrían ser utilizadas como justificación de
atrocidades. Tenía razón: algunos especulan que sus ideas fueron la base e influencia de la ideología nazi, y en 1924 un par de estudiantes de clase
alta de la Universidad de Chicago, quienes habían bebido de la influencia de la teoría del superhombre de Nietzsche, asesinaron a un niño de 14
años. Lo remarcable es que, como la mayoría de los filósofos, Nietzsche era un voraz buscador de verdades. La objeción fundamental al
pensamiento de Nietzsche surge de una lectura utilitarista de su teoría, es decir, ver la situación exclusivamente desde la perspectiva de que sólo
podremos actuar si y sólo si nuestras acciones dan como resultado el mayor beneficio para el mayor número de personas. Pero para Nietzsche, esta
objeción era sólo otra manera en que la humanidad intentaba imponer sus arbitrarias reglas morales en un universo donde, objetivamente, nada
existe. El interés de Nietzsche no era tanto por elucubrar sobre los imaginarios constructos morales de que la humanidad se servía para reducir el
sufrimiento, sino por descubrir la verdad de la existencia. Aunque esto podría parecer una razón para creer que Nietzsche era un insensible, hay
que puntualizar ciertas cosas: hay que dar crédito ante todo a los argumentos, antes de juzgarlos moralmente por el mero hecho de ser
impopulares. Por otra parte, en muchos episodios de su propia vida, Nietzsche mostró compasión: en una oportunidad, intentó salvar a un caballo
de ser apaleado y era una persona melancólica que pasó la última década de su vida en una condición más bien solitaria y triste. Si bien no se
puede estar de acuerdo con todos sus puntos de vista, hay en su filosofía una obstinación lógica que la hace rescatable: el solo hecho de que el
superhombre pueda resultar ser una persona horrible no descarta argumentativamente su teoría. Es más, no se puede estar seguro de que el
hipotético superhombre carece de valores compasivos; de hecho, existe un argumento para pensar que es bastante probable que él o ella pudieran
tenerlos. Es posible ver en el niño de Nietzsche a un ser juguetón en total contacto con su naturaleza profunda, acaso similar a la de un taoísta o
budista zen que se ha realizado. Hay un dicho zen: “Nada te queda en este momento sino tener una buena risa”; es decir, el momento en que uno
ha alcanzado el satori (la iluminación) es similar al momento en que se ha alcanzado el estado de “niñez”. En el zen y en el taoísmo, así como en la
obra de Nietzsche, cuando alguien alcanza este estado de liberación, descubre la compasión natural por todos los seres sensibles, no como una ley
moral sino como la consecuencia natural e intuitiva de que todos los seres son “cortados por la misma tijera”. Es agradable pensar que el
verdadero superhombre compartiría esta realización, pero Nietzsche jamás lo hace explícito.
 
¿Es útil el concepto de “superhombre” para la realización humana?

Muchos han desestimado la teoría del superhombre por parecerles a muchos una suerte de idealización inalcanzable. Pero desestimarla es signo de
miopía intelectual. De ella podemos al menos extraer varios axiomas de gran utilidad e importancia:
 
1) El dolor es necesario para la transformación positiva y debe ser abrazado: Básicamente, el dolor (físico, emocional, existencial, etc.) es un
aspecto inalienable de la vida. La mayoría de nosotros dejamos que se vuelva la fuente de ansiedad o tristeza más hondas porque sentimos
frustración y nos preguntamos su por qué, en lugar de comprender que a través de las experiencias difíciles nos convertimos en seres resilientes y
más perceptivos con la vida. Es por eso que, en cambio, deberíamos aceptar el infranqueable dolor, abrazarlo y observarle con calma.
 
2) Para liberarnos debemos combatir todo control que provenga de autoridades externas: Si nuestro actos y pensamientos son dictados por
entidades exteriores, no podremos conocernos a nosotros mismos, evitando que vivamos una vida auténtica. Las ideas de otros pueden inspirar e
influir en las nuestras; sin embargo, la clave es asumir ciegamente que nuestro saber (o el de otros) es absoluto. Debemos desarrollar la habilidad
de entender cualquier idea sin necesidad de aceptarla, admitiendo que muchas ideas se fundan en las cosmovisiones que tiene cada quien, y más
aún, comprendiendo que las nuestras también están supeditadas al cambio. Debemos apropiarnos de cada idea, entendiéndola y asimilándola en
lo específico de nuestro espíritu.
 
3) Cultivar coraje, fuerza y audacia para cortar los hilos que nos manipulan: Hay una razón por la que la mayoría de las personas andan
ciegamente por la vida: les aterroriza perseguir otras alternativas. Corretear la verdad y la libertad por sobre todas las cosas conlleva una existencia
dolorosa y, a menudo, solitaria. Las recompensas son, sin embargo, significativas en su grandeza. El sentido de libertad, poder, unicidad y amor que
se pueden alcanzar en la búsqueda de una existencia superior, son joyas indescriptibles e inconmensurables de la experiencia humana. Debemos
hallar en nosotros mismos ese lugar de respuestas y audacia sin igual, que nos eleve por sobre aquellos que nos deseen controlar.
 
4) Afirmar la vida y bailar con ella para jugar e inventar: El niño no sólo acepta la vida, la exalta toda. Su espíritu infantil reconoce que sus propios
pensamientos y expectativas son la fuente de su experiencia, sea ésta positiva o negativa. Entonces, escoge vivir en la espontaneidad, relajado y en
estado de celebración perpetua. Logrado esto, le es permitido fluir con la corriente en lugar de nadar en contra. Se vuelve capaz de crear con
pureza porque vive de manera auténtica haciendo uso de la infinita imaginación del universo. Y por eso nosotros debemos aspirar también a ello.

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