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El superhombre de Nietzsche en el marco del problema de la sustancialidad

y relacionalidad de la persona.

El superhombre de Nietzsche concentra la concepción del filósofo alemán de un hombre de


trascendencia, que se supera a sí mismo y a la naturaleza humana. En esencia, un superhombre es
aquel que ha superado la esclavitud de la condición humana y ha alcanzado un verdadero estado de
libertad: de libre juego y creatividad. En este estado, de pureza individual, el individuo se ha
descargado y se ha deshecho de todas las influencias: autoridades sociales, eclesiásticas, literarias,
doctrinales, etc.; también de la influencia de cualquier persona. Aquel que busque el estado de
pureza querrá construir su propio destino, inventar sus propios valores y bailar el juego de la vida al
ritmo de su propio espíritu. Nietzsche describe que, para alcanzar el estado del superhombre, el
individuo debe sufrir tres metamorfosis del espíritu. Estas transformaciones son de naturaleza
prescriptiva y deben ser vistas como una suerte de guía para convertirse en superhombre, o para la
liberación del espíritu.

Lo que Nietzsche quiere decir es que antes de que uno pueda convertirse en
superhombre, primero deberá soportar grandes cargas. Luchar con el miedo, el amor,
la confianza, la muerte, la confusión, la sed de conocimiento y todos los otros aspectos
de la existencia humana. El camello abraza estos retos en el nombre del deber y la
nobleza. La muerte de Dios implica para Nietzsche la inexistencia de todo tiempo ultraterreno, de
todo horizonte de sentido y de valores más allá del aquí y del ahora. La afirmación de este tiempo
inmanente como fuente de toda moral desemboca en la metáfora del eterno retorno.

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