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LA INHIBICIÓN AUTOGENICA POTENCIA LA RESISTENCIA MUSCULAR

Los mecanismos inhibitorios en el sistema neuromuscular, tales como los órganos tendinosos de
Golgi, pueden ser necesarios para impedir que los músculos ejerzan más fuerza de la que los huesos
y el tejido conectivo pueden tolerar. Este control recibe la denominación de inhibición autogénica.
Durante la realización de hazañas de fuerza sobrehumana, con frecuencia se han producido daños
importantes en estas estructuras, sugiriendo que los mecanismos inhibitorios protectores han sido
superados. Cuando la tensión sobre los tendones y las estructuras internas de tejido conectivo de
un músculo supera el umbral de los órganos tendinosos de Golgi, las neuronas motoras de este
músculo son inhibidas. Este reflejo es denominado inhibición autogénica.

La sustancia reticular del tronco del cerebro y de la corteza cerebral también pueden iniciar y
propagar impulsos inhibitorios. El entrenamiento puede reducir o contrarrestar gradualmente estos
impulsos inhibitorios, permitiendo al músculo alcanzar mayores niveles de fuerza. Por lo tanto, las
ganancias de fuerza pueden lograrse mediante una inhibición neurológica reducida.

Esta teoría es atractiva porque puede explicar la fuerza sobrehumana y las ganancias de fuerza en
ausencia de hipertrofia. Como cualquier otra teoría, no obstante, debe someterse a los rigores de
las pruebas científicas antes de poder ser aceptada como un hecho.

Las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora sobre el entrenamiento contra resistencia indican
que los primeros incrementos en fuerza voluntaria están asociados principalmente a adaptaciones
nerviosas. Estas adaptaciones incluyen: • una mejor coordinación, • un mejor aprendizaje y • un
incremento en la activación de los principales músculos movilizadores. Pero lo más probable es que
los cambios en la fuerza a largo plazo sean el resultado de la hipertrofia del músculo o del grupo
muscular entrenado. Se han descubierto notables excepciones a esta generalización. Un estudio de
6 meses con deportistas entrenados en fuerza descubrió que la activación nerviosa explicaba la
mayoría de las ganancias de fuerza durante los meses de entrenamiento más intensivo y que la
hipertrofia no fue un factor importante.

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