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¿Qué hemos entendido por “especie”?

Yasser Said López de Olmos Reyes

En los textos recientes de biología, de ramas como la ecología y la

biología molecular, aparecen constantemente conceptos que antes no eran

de uso tan general como el de morsfoespecie u otro como el de especie

críptica o gemela. El primero, muy usado en estudios ecológicos, se utiliza


para identificar ejemplares con base en un concepto morfológico de

especie y el segundo, común en biología molecular, se refiere a un

conjunto de especies que antes fueron clasificadas “erróneamente” como

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una sola especie. Pero ¿por qué han aparecido estos nuevos conceptos?

Quizá la respuesta está en el desarrollo científico y en los paradigmas que

forman la base de la ciencia biológica.

Muchos naturalistas (los individuos que se encargaban del estudio de

la historia natural, precursora de la biología) se dedicaron a la descripción

y catalogación de las especies que las expediciones de los países

colonialistas de entonces enviaban a sus principales ciudades.

Eventualmente este trabajo llevó a un problema, ya que diferentes

naturalistas describían la misma especie y le daban distinto nombre. Así

que entonces comenzaron a utilizar sistemas de clasificación que tenían

como base el conocimiento anatómico de las especies. Para el siglo XVIII,

el naturalista sueco Carlos Linneo optó por crear el suyo, y después de

una ardua campaña de promoción de su sistema de clasificación logró que

algunos de los botánicos más notables de su tiempo lo usaran. En 1735

publicó una de las obras más reconocidas en la biología: Sistema natural,

en tres reinos de la naturaleza, según clases, órdenes, géneros y especies,


con características, diferencias, sinónimos, lugares.
El título de la obra de Linneo y una revisión rápida del concepto de

definición nos conduce a la llamada definición universal por división.

Ferrater, en su Diccionario filosófico, nos explica que “definir un ente

consiste entonces fundamentalmente en tomar la clase de la cual tal ente

es miembro y en situar esta clase en el ‘lugar ontológico’ correspondiente.

Este ‘lugar ontológico’ resultó determinado —y así fue aceptado por gran

parte de la tradición filosófica— por dos elementos de carácter lógico: el

género próximo y la diferencia específica”. Los elementos de carácter

lógico a los que se refiere Ferrater en su texto corresponden a las

categorías taxonómicas que describen el nombre científico de la especie;


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es decir, el género y la especie, que deriva en otra innovación de su

sistema de clasificación: la nomenclatura binomial.

El concepto madre

Pero ¿el sistema jerárquico de clasificación de Linneo tiene algo que ver

con el concepto actual que tenemos de especie independientemente de

que ésta sea una categoría taxonómica? Linneo utilizó implícitamente un

concepto de especie que podía verse como un conjunto lógico enclavado

jerárquicamente en otros conjuntos mayores descritos por caracteres como

la o las “diferencias específicas”. Linneo era fijista; creía que las especies

no cambiaban ni se creaban continuamente, su interés se centraba en la

catalogación de la naturaleza creada por Dios y formalmente definida en

el Génesis.

El concepto implícito en el sistema jerárquico de Linneo se ha

conocido históricamente como concepto tipológico o morfológico de


especie. Se puede definir como una serie de características que el

individuo debe cumplir para poder entrar al conjunto de una especie

determinada. Se llama concepto tipológico porque una especie se basa en

un “tipo”, es decir un modelo que posee las diferencias específicas que

describen a un conjunto (la especie).

El concepto tipológico o morfológico sigue siendo útil en el caso de las

morfoespecies, pero como concepto general recibió críticas que se


remontan a los contemporáneos de Linneo. Uno de los críticos más

ilustres fue George Louis Leclerc, el conde de Buffon, a veces considerado

un precursor de las teorías de Darwin; su objeción se refiere al criterio de

definición de especie. Philip R. Sloan, en su artículo “Historia Natural, 1670-

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1802” que aparece en la compilación Filosofía e historia de la Biología de

Barahona y colaboradores, cita a Buffon:

No es ni el número ni la colección de individuos similares lo que

forma a la especie. Es la constante sucesión y renovación ininterrumpida

de estos individuos lo que la define. La especie es, por lo tanto, un

término abstracto y general, porque la cosa existe sólo al considerar a la

naturaleza en la sucesión del tiempo, y en la constante destrucción y

renovación de criaturas…

Ya que la especie es nada menos que una sucesión constante de

individuos similares que se reproducen, es claro que esta designación debe

extenderse sólo a animales y plantas.

El impacto del cambio

En 1858, Charles Darwin y Alfred Russell Wallace publican una idea que

cambiará la historia de la ciencia para siempre: la teoría transformista de

que el origen de las especies se debe a la influencia de la selección

natural. Unos meses más tarde Darwin continuó cambiando la historia con

la publicación del Origen de las especies, una obra que influiría

absolutamente en la biología y necesariamente en el concepto de especie.

La discusión del concepto de especie se reavivó en el siglo XX tras la

reinterpretación que los neodarwinistas hacen de la teoría evolutiva a partir

de la genética mendeliana y de las evidencias biogeográficas, sistemáticas,

paleontológicas y etológicas.

En 1942, Ernst Mayr insistió en el concepto de especie que años

atrás Dobzhansky había propuesto: “las especies son grupos de

poblaciones actual o potencialmente reproductoras que están

reproductivamente aisladas de otros grupos similares”, según la traducción


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de Tinaut y Ruano en su texto titulado “Biodiversidad, Clasificación y

Filogenia”, aparecido en Evolución: la base de la Biología. La definición de

Mayr alude a procesos ecológicos, etológicos, biogeográficos, anatómicos y

genéticos cuando se refiere al aislamiento reproductivo, un fenómeno que

permite que la población de una especie se convierta en una especie

nueva al aislarse de los procesos reproductivos de la población original.

Mientras que el concepto tipológico es estático, el concepto de Mayr es

dinámico. Si las especies se originan constantemente ¿no debería usarse

una clasificación basada en esta dinámica debida al aislamiento

reproductivo, conocida como especiación? (ver figura 1)

Figura 1. Comparación de esquemas en la concepción linneana y mayreana

respectivamente; se conservan las categorías taxonómicas del Sistema natural

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En la actualidad asociamos a las poblaciones de una misma especie con

un determinado acervo génico (también llamado pool genético, del inglés

gene pool). El acervo génico de una población es la totalidad de las


diferentes formas de todos los genes que los individuos de esa población

poseen. Este concepto está ligado al concepto de diversidad genética.

Cuando se produce el aislamiento reproductivo que Mayr menciona y las

poblaciones pierden la capacidad que anteriormente poseían para

reproducirse entre sí, los acervos génicos se bifurcan y las poblaciones

comienzan a exponerse y a responder a los cambios de manera distinta;

esto da lugar a que esos acervos génicos y las características en general

de las especies se distancien en el tiempo y se vuelvan diferentes.

Conceptos modernos

El concepto biológico de especie propuesto por Mayr recibió críticas y

estimuló la formación de conceptos auxiliares. En 1978, Wiley define a una

especie como “un linaje que no se ramifica, con una secuencia de

poblaciones u organismos ancestro-descendiente que mantiene su identidad

frente a otros linajes y tiene sus propias tendencias evolutivas y destino

histórico”. Este concepto puede ser criticado por su carácter teleológico e

impráctico, primero por otorgar un “destino histórico” a las poblaciones y

después porque requiere de un conocimiento muy profundo de la historia

de esa especie.

Wheeler y Platnick dicen que “la especie es la más pequeña

agregación de poblaciones (cuando se trata de organismos sexuales) o de

linajes (en el caso de organismos asexuales) diagnosticables por una única

combinación de caracteres”. Su concepto filogenético se caracteriza por el

reconocimiento de las apomorfías o la aparición de caracteres novedosos


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que se fijan en la población de la nueva especie, mas el resto de sus

caracteres pueden ser compartidos con otros taxa. En la definición de

Wheeler y Platnick se observa, por un lado, la dimensión temporal (un

elemento mayreano), pues los autores hablan de linajes, y por otro, una

dimensión un tanto atemporal o estática (linneana) en la que una especie

actual puede ser identificada con base en una combinación de caracteres

únicos debido a su historia singular.

En 2001, en su libro What Evolution Is, Mayr termina diciendo: “para

resumir mi conclusión, éstos no son conceptos. Ninguno de los autores de

estos nuevos conceptos ha entendido la diferencia entre un concepto

especie y un taxón especie. En lugar de nuevos conceptos, ellos han

propuesto nuevos criterios operacionales sobre cómo delimitar taxones

especie”.

El desarrollo del concepto de especie encierra muchas aristas que lo

hacen complejo. Entre más se desarrollan la ciencia y la tecnología, eso

que captura la esencia nominal de la especie parece escabullirse en

ciertos casos, pero en otros se refuerza. El reconocimiento morfológico de

una especie es útil, pero no es el conocimiento profundo de la misma.

Aunque dos organismos de dos especies diferentes se parezcan mucho,

llevan detrás una historia evolutiva y un acervo génico con una dinámica

única. Quizá haya un conocimiento por ahora insondable escondido entre

el mar de conceptos de especie y las millones de especies diferentes que

existen actualmente, que nos permita dilucidar de una vez por todas qué

decimos cuando pronunciamos la palabra “especie”.

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Bibliografía
1. Ereshefsky, M. (2000). The Poverty of the Linnaean Hierarchy: A Philosophical Study of

Biological Taxonomy. Cambridge UniversityPress.


2. Mayr, E. (2001). What Evolution Is. Basic Books.

3. Ruano, F. y Tinaut, A. (2002). Biodiversidad, clasificación y filogenia. En M. Soler (ed.),

Evolución: La base de la biología (1.a ed., pp. 293-306).


4. Wilkins, J. S. (2009). Species: A History of the Idea. University of California Press.

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