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1.

Elementos centrales de las Metodologías activas (MA)

Cuando un docente ingresa a un aula de clase asume un rol a partir de su


comprensión de los procesos de enseñanza y de aprendizaje y de su propia
postura (a partir de sus conocimientos previos) con relación al acto educativo. El
rol que asume el estudiante está condicionado (al menos en parte) por esta
decisión del docente. De esta forma un docente que plantee un proceso de
enseñanza basado en la exposición unidireccional podrá encontrar – muy
posiblemente – a un conjunto de estudiantes que asocien su proceso de
aprendizaje con la repetición y memorización de conceptos.

Asimismo, un docente que por el contrario plantee un proceso de enseñanza


participativo, en el que reconozca los conocimientos previos de los estudiantes y
les brinde oportunidades para construir nuevos aprendizajes por medio de retos
estimulantes, seguramente encontrará en sus alumnos (al menos en una gran
mayoría de ellos) la disposición a investigar, experimentar y proponer soluciones
originales a los retos planteados.

Sin embargo, la discusión no puede centrarse en el tipo de estudiantes que cada


docente prefiera tener a cargo, sino en el nivel de desarrollo cognitivo que se
espere de estos al finalizar el curso con el logro de los Resultados Previstos de
Aprendizaje (ILO por sus siglas en inglés), los cuales son planteados y
presentados a los asistentes al inicio del curso como una promesa de valor, que
debe cumplirse.

En consecuencia, si los ILO de un curso se han planteado como: “recordar la


definición básica de” o “recuperar el concepto fundamental” un proceso de
enseñanza basado en la transmisión unidireccional de contenidos resulta
adecuado y coherente.

Sin embargo, si los ILO planteados corresponden a niveles de desarrollo cognitivo


superiores como: “analizar una situación problema existente”, “diseñar una
solución para el problema de” o incluso “construir un prototipo para” nos
encontramos ante un Ambiente de Aprendizaje donde no será posible cumplir con
la promesa de valor a menos que el docente modifique su rol y facilite a los
estudiantes asumir el rol que les corresponde.

Pero ¿cómo puede el docente lograr que sus estudiantes alcancen aprendizajes
en estos niveles superiores de desarrollo cognitivo? Una primera respuesta nos
llega directamente desde Bloom y su taxonomía (CELT, s.f.), según la cual, un
individuo en los niveles de desarrollo cognitivo superior está en capacidad de
analizar, evaluar y crear. Si aceptamos esta idea podríamos pensar, como
docentes, en ¿cuál debe ser el eje central de nuestro Ambiente de Aprendizaje, de
tal manera que lleve a los estudiantes a alcanzar resultados como estos? La
respuesta es anterior al mismo Bloom, de hecho se remonta a los griegos y
puntualmente a Sócrates y su método (Segura, 2017), un método en el cual
priman las preguntas por encima de las respuestas y es gracias a las preguntas
que el individuo que busca la verdad se aproxima gradualmente a ella,
construyendo una comprensión del fenómeno observado en la que se combinan
sus conocimientos previos con las ideas que ahora comprende gracias al diálogo
que ha establecido con su maestro.

La idea es que en un Ambiente de Aprendizaje que busque promover en los


estudiantes procesos cognitivos de orden superior, deben ubicarse como eje
central, un conjunto de preguntas o interrogantes que resulten interesantes para
los estudiantes, es decir, que los cuestionen y provoque en ellos el irrefrenable
deseo de buscar sus respuestas.

Sin embargo, a diferencia de Sócrates, nuestro Ambiente no versará


exclusivamente sobre el diálogo pues a diferencia de los griegos nos hemos
encontrado con el constructivismo en el camino y gracias a esto comprendemos,
que aparte del necesario debate que debe darse para esclarecer las ideas, es
necesario también brindar espacios para construir respuestas de manera conjunta,
ejercicio en el cual los estudiantes descubrirán la posibilidad de combinar lo que
saben con los conocimientos de sus compañeros, avanzando así en su
comprensión conjunta del problema y llegando a proponer desde ahí alternativas
de solución que en principio no habían sido contempladas.

Resulta claro en este punto que el rol del docente no es en este Ambiente de
Aprendizaje el de brindar las respuestas, sino el de formular nuevas preguntas a
los interrogantes que le plantean, sin embargo, su rol es esencial en un momento
previo a la ejecución del Ambiente, precisamente en su etapa de diseño, pues
será el docente quien seleccione en línea con los ILO establecidos para cada
curso, las preguntas o interrogantes que debe plantear de manera que sus
estudiantes emprendan la búsqueda de las respuestas necesarias.

Asimismo y gracias a su experiencia, el docente será responsable durante esta


etapa de diseño, de establecer las rutas por las que debe cursar esta discusión, de
seleccionar los elementos teóricos que los estudiantes deben revisar para poder
avanzar en la misma y de brindar puntos intermedios de evaluación que le
permitan comprender el avance logrado por estos y también les permita
comprender a ellos la forma en que están avanzando.

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