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A esto es lo que llama Husserl una actitud teórica; esto es, una actitud que
1
Heidegger, Martín. Qué es metafísica (traducción de Xavier Zubirí). Archivo en pdf, descargado de http/
Aresgalaxi. p. 58
2
Ibid., p. 57
renuncia a la preocupación por las urgencias de la inmediatez de la vida y a la
hegemonía de las opiniones comúnmente compartidas para aventurarse en la
búsqueda de las esencias de las cosas, en lo que permanece más allá de lo
accidental: lo conceptual.
Esa actitud desinteresada signa el quehacer y destino del filósofo, del hombre
de conocimiento, para Husserl, y marca el destino de Europa, pues con ella no
sólo se incrementa exponencialmente el cúmulo de conocimientos sino que se
amplía la comunidad de conocimiento, y al estar guiada por una concepción
universal e infinita de la verdad, indaga críticamente todos los escenarios de
realidad e incide sobre todas las concepciones de la verdad establecidas en los
diferentes ámbitos de la vida: el moral, jurídico, religioso, político, etc.
propiciando procesos de autotransformación cultural a partir del despliegue de
las ideas y de poner el ideal de la verdad, buscado con la razón, como horizonte
del destino occidental. A partir de esas premisas y de los importantes logros
alcanzados en el campo de la naturaleza, y en lo que ello ha implicado para el
mundo de la vida; esto es, para el horizonte de tradiciones, códigos, lenguajes,
interacciones, que constituye la vida para los humanos es que, llegados al siglo
XX, la ciencia alcanza el gran nivel de legitimidad que ostenta.
A este respecto Martin Heidegger señala con claridad4 como la ciencia y la técnica
modernas al propender por el dominio y transformación de la naturaleza, se
mueven bajo el auspicio epistemológico del cogito sum cartesiano y, en ese
sentido, no van separadas de la senda metafísica, sino que son su consecuencia y
realización. Efectivamente, hasta Descartes el término subjectum significó aquello
que constituía el fundamento, la sustancia (sustantia) de los entes en su aspecto
accidental; pero a partir de Descartes, esto es, a partir de la filosofía moderna, el
sujeto ya no es la sustancia de un ente cualquiera, sino de un ente único que por
su capacidad para pensar todos los demás entes y para pensarse a si mismo
puede dar cuenta con certeza indubitable de que hay algo que es: el cogito sum.
De esta manera el ser humano se reconoce como el ente preeminente sobre los
demás entes y, fundado en esto, se auto valida como tribunal de lo existente. En
adelante, lo existente ha de dar cuenta de su ser al sujeto, al yo pensante de
Descartes, trocándose de esta forma, lo existente en objeto, en aquello cuya
3
Husserl, Edmund. La filosofía en la crisis de la humanidad europea. 1997
4
Ver La época de la imagen del mundo, entre otros textos. Heidegger Martín. Sendas
perdidas. Op. cit., pp. 68-99
certeza y realidad se da con respecto a un sujeto. En la medida en que el hombre
da en pensar que el ser de las cosas depende de él y se reduce a él 5, el mundo
empieza a ser un producto del hombre, que se consuma bajo la operatividad de la
tecnificación y de la ciencia modernas, de suerte que éstas resultan ser la
manifestación cabal de la imposición de la voluntad del hombre a lo existente
5
Cfr. Vattimo, Gianni. Introducción a Heidegger. Barcelona: Gedisa, 2000, p. 84.
degenerar incluso, entrado el siglo XX, en brutales colectivismos dictatoriales (el
fascismo y el comunismo estalinista); y la del, no menos brutal, individualismo
megalómano y mezquino de las sociedades opulentas, cimentadas sobre la
economía capitalista.
Lo que Husserl veía con perplejidad al promediar los años treinta era como la
modernidad se consumaba en su aspiración racionalizadora y objetivante del
mundo, en el desarrollo tecnocientífico y en la sofisticación del ejercicio del
poder; pero también, como se agotaba, se aniquilaba en su ideal de aparejar a
esa racionalidad expansiva un acrecentamiento progresivo de la libertad
humana. Las ideologías liberales y socialistas decimonónicas, derivadas del
iluminismo, marcharon en pos de esa simplificación de la vida, que resultaría de
la relación armoniosa entre razón y libertad. Al final de estos tiempos, tras los
acontecimientos que han marcado su curso, ninguna de las dos ha quedado
incólume, ninguna tiene sus manos limpias de sangre y crímenes.
7
Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa, 2001, pág 27.
precipitando a sus naciones, y con ellas al mundo entero, en las matanzas más
bárbaras y sanguinarias de que la humanidad tenga razón, a través del
despliegue de una sofisticada tecnología para el dolor, el desprecio y la muerte,
que se ha quedado instalada para siempre en el inventario de insumos del
ejercicio del poder político.
Husserl creía que esta profunda crisis era posible superarla, no mediante la
apología del irracionalismo, sino haciendo uso de esa capacidad abstractiva
racional del espíritu humano, ya descubierta desde antiguo por la cultura
occidental, para acudir al rescate de la subjetividad, restituyendo como parte
fundamental de lo real la intencionalidad. Sólo mediante el retorno a sí mismo de
la exterioridad objetivista, es que el espíritu puede recuperar y comprender el
mundo de la vida como matriz (mátrix) emanadora de toda realidad desde los
contenidos intencionales de la conciencia. Ello sería la más pura manera de
hacer uso de esa actitud teórica, de esa actitud racional desinteresada por el
conocimiento que se encuentra en la base de nuestra cultura y de nuestra
conciencia. “La ratio de la que ahora se trata no es sino la comprensión
realmente universal y realmente radical de sí del espíritu, en la forma de una
ciencia universal responsable, en la cual se instaura un modo completamente
nuevo de cientificidad, en el que hallan su lugar todas las cuestiones
concebibles, las cuestiones del ser y las cuestiones de la norma, así como las
8
cuestiones de lo que se designa como existencia”
8
Husserl, Edmund. La filosofía en la crisis de la humanidad europea. 1997, p. 72.