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EMPODERADA
PROFESOR:
JHON JAIRO CARDOZO CARDONA
ÁREA TEMÁTICA:
DESARROLLO SOCIOHUMANÍSTICO
(DERECHOS HUMANOS)
LAS APUESTAS
Hacia finales de los años 80s se hizo evidente en América Latina el fracaso de la
política educativa derivada del modelo económico desarrollista, impulsado desde
mediados del siglo pasado, con el que se decidió obviar el papel de los sujetos de
los procesos formativos (educandos y educadores), dejándolos reducidos a la
condición de capital humano, a simples insumos del sistema productivo, y cuyo
influjo se vio reflejado en la implantación de la cultura de los expertos, la
tecnología educativa y el diseño instruccional (Cfr. Álvarez Gallego: 2003, p. 253).
Estas políticas permitieron la expansión del sistema escolar, pero hicieron de la
escuela un dispositivo transmisionista destinado a la erudición, es decir, a la
acumulación mecánica de conocimientos, así como a la compartimentalización de
los campos del saber, todo sobre la premisa de que “educar para la
modernización era fundamentalmente tener una escuela que distribuyera de la
manera más eficaz a la mayor proporción de población en edad escolar posible
los conocimientos que circulaban en la educación de los países modernos” (Parra
Sandoval: 2002, p. 19). La consecuencia más nefasta de esto fue la de mantener
al margen de la escuela la creatividad y los procesos de producción de
conocimientos.
Ello se manifestó de plano cuando empezaron a soplar por el mundo los vientos
de la liberalización económica y el desarrollo de las tecnologías informacionales, lo
que le hizo decir a pensadores como Lyotard que el saber se había “convertido en
los últimos decenios en la principal fuerza de producción” (Lyotard: 1987, p. 5), al
tiempo que se ponía en el orden del día de organismos multilaterales como la
CEPAL el cuestionamiento en torno a lo que podía suceder en un mundo
competitivo e informatizado con aquellas sociedades que habían sido adiestradas
en la transferencia de conocimientos y no en su producción, como era el caso de
Latinoamérica; para Lyotard esto conduce a pensar que “la separación (de los
países industrializados) con respecto a los países en vías de desarrollo no dejará
de aumentar en el porvenir” (Ibid., p. 17). El paréntesis es mío.
La propuesta que la CEPAL impulsa a comienzos de los 90s frente a esa riesgosa
perspectiva para América Latina y el Caribe es la de encarar el reto de la
competitividad, impuesto por el nuevo orden mundial; abierto cada vez más al
libre mercado, a la dinamización del flujo informacional y a la directa relación de
éste con el sistema económico. En ese sentido las políticas educativas según este
organismo regional debían fundamentarse en tres principios: “Niveles altos de
calidad, respeto y valorización de los docentes y una estrecha articulación entre el
sistema educativo y las empresas. . .” (CEPAL – UNESCO: 1992, p. 112). Con ello
se reposicionan viejos actores (los docentes), entran en la escena educativa otros
(el sector empresarial, la comunidad) y se definen nuevas relaciones (comunidad -
escuela – sector privado); se ponderan la autonomía de la escuela, la promoción
de la creatividad, la promoción de conocimientos prácticos -aplicables a
situaciones reales- y la formación de los individuos para el ejercicio de la
ciudadanía. Al Estado, desde este enfoque, le correspondería la función de paliar,
mediante políticas focalizadas, los daños causados a los menos favorecidos en el
juego de la competitividad. Pero por otro lado se mantiene el derrotero de la
política orientado al fin economicista y de esa manera continúan los sujetos de la
escuela en el papel de insumos de productividad que agregan valor a la economía
global medianteglobal mediante el desarrollo de competencias en las diferentes
áreas de conocimiento, cuya calidad y contenidos se definen a través de pruebas
estandarizadas. La educación se concibe como un servicio público y las
instituciones educativas como empresas prestadoras de ese servicio con una
lógica administrativa gerencial. De todo esto nace la idea del subsidio a la
demanda y a los particulares que oferten el servicio educativo (Cfr. Álvarez: 2008,
p. 14)
El texto del profesor Álvarez Gallego de muy buena manera nos ilustra sobre el
recorrido hecho hasta este punto, no lo reseñaremos ya que buena parte de su
contenido está disperso en lo mostrado hasta el momento. Más bien retomaremos
de él aquí, para el análisis, los elementos sugerentes e innovadores de su lectura.
Él nos muestra como todos estos hitos de la historia del siglo pasado: la revolución
informacional, el fracaso del estado benefactor, la reorganización del mundo en
torno a las dinámicas del libre mercado, la subsecuente respuesta contestataria de
amplios sectores sociales reivindicando los derechos humanos y los necesarios
debates y procesos reformadores de los sistemas educativos, tienden a la
complejización de los procesos de configuración de las políticas educativas,
complejización que constituye un enriquecimiento de tales procesos, en la medida
en que a él concurren todos los sectores de la sociedad, unos en posiciones más
hegemónicas que otros, pero todos deliberantes; lo que empieza a dejar entrever
que la educación va siendo cada vez más un asunto de la sociedad en general
que un asunto específico del eEstado, y en tal escenario se empieza a redefinir
más la función de éste en cuanto garante de la educación: ya no es el niñ@ el que
tiene que acudir a la escuela para cumplir el deber de ser adoctrinado por agentes
del eEstado sino para acceder a una educación instituida como derecho y definida
colectivamente, en ese sentido apuntan la mayoría de las reformas educativas
realizadas en el mundo desde los años 80s (Cfr. Álvarez Gallego: 2003, p. 249).
LA APUESTA PERSONAL
Las tecnologías informacionales se han venido mostrando mucho más eficaces
que la escuela para hacer transmisible y accesible el conocimiento, lo que ha
diversificado los escenarios en los que las personas perciben discursos formativos
y ha roto los esquemas de rangos etarios en torno a los que se estructuran los
currículos de la educación formal. El acceso de la empresa privada al mercado de
la información ha convertido al estado Estado en una fuente más, y no
precisamente la más confiable; además el diseño de políticas educativas está
supradeterminado por instituciones internacionales de carácter multilateral, al
tiempo que instancias devenidas de la sociedad civil organizada presionan por el
desarrollo de políticas educativas civilistas y democratizantes. Por otro lado, los
espacios de la escuela han sido asimilados como importantes nichos de mercado
y los procesos educativos tienden a ser vistos como procesos productivos
susceptibles de medición con los cánones de estandarización, competitividad y
control de calidad propios hasta hace poco del ámbito empresarial.
Ante estas perspectivas desequilibrantes los estados nacionales han venido en los
últimos veinte años en un proceso de reacomodamiento, con respecto a las
políticas educativas, proceso que se desenvuelve básicamente en tres polos de
tensión: la tríada político administrativa, Gobierno central – ente territorial –
establecimiento escolar; la dualidad administrativa, desconcentración –
descentralización y la disyuntiva pedagógica, currículo unitario – currículo
diversificado. En la primera tensión se juega la responsabilidad de la destinación
de recursos, el diseño de políticas y la definición de contenidos de la enseñanza;
en segunda instancia se trata, de una parte, de definir el desprendimiento y
delegación de responsabilidades pecuniarias del Eestado en manos de entes
territoriales descentralizados, de las comunidades o de empresas privadas,
manteniendo elE estado, no obstante, su potestad regulativa (desconcentración), y
de otra, de que asuma el estado el manejo financiero de la educación, pero
permitiendo a las comunidades la decisión respecto a la pertinencia y desarrollo
de los proyectos educativos (descentralización); en tercer lugar, lo que se pone en
juego es la configuración del sujeto mismo del proceso educativo, bien sea desde
una escuela única y obligatoria o desde una escolaridad diversificada en la que el
educando va definiendo su perfil con miras a desempeñarse en los campos social
y laboral.
CONCLUSION
Frente a esta descomunal tensión que al tiempo que abre posibilidades para el
ejercicio de la subjetividad, arriesga la desmembración de los sujetos, asumir una
postura coherente con relación al tema de las políticas educativas es un ejercicio
analítico de alta complejidad en el que las oportunidades revisten amenazas y las
amenazas oportunidades. Lo que esta tensión deja entrever son las profundas
transformaciones del mundo contemporáneo. Ello no nos deja perder de vista el
hecho de que nuestra época es aquella en la que la lógica del intercambio
económico, la lógica del capital, tiende a la penetración y el control de la totalidad,
con la consecuente mercantilización de todas las esferas de la vida y la
sobreexposición de los individuos y las colectividades a las presiones consumistas
del libre mercado y a las nuevas amenazas de uniformización; pero tampoco se
nos escapa el hecho de que esta llamada época postmoderna es quizás la
continuación en otro nivel del proceso de secularización del mundo, salvo que si
en la modernidad tal evento se refería a la búsqueda de legitimación de la
autoridad de la razón frente a la autoridad teologal – y recordemos que en la base
del concepto de razón se haya el concepto de sujeto -, ahora se refiere a la
legitimidad de la autoridad deliberativa del sujeto frente a la autoridad reguladora
del Eestado o de cualquier otra instancia centralizada; ello ha permitido la entrada
en acción de subjetividades hasta hace poco tiempo acalladas o indiferenciadas
(las minorías étnicas, los homosexuales, las mujeres, l@s jóvenes, l@s niñ@s);
ello ha permitido la emergencia de un enriquecido mundo caleidoscópico por el
que vale la pena seguir jugando con las posibilidades combinatorias de todas las
apuestas en juego.
BIBLIOGRAFÍA
PARRA SANDOVAL, Rodrigo (et al) (2002). Tres talleres: Hacia una pedagogía
de la investigación etnográfica en la escuela. Convenio Andrés Bello. Bogotá.