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Paralelo epistemológico entre la teoría crítica y la nueva filosofía de la ciencia

Karl Popper, fue el orientador de una postura epistemológica a la que se dio en llamar
racionalismo crítico, que tiene, como el positivismo lógico, su acicate en la justificación
racional de la ciencia, pero que dimensiona por encima del inductivismo su capacidad
autoreflexiva, fundamentando el progreso de la ciencia en una dinámica permanente de
refutación de sus teorías.

Popper manifiesta que tomar como elemento probatorio para determinar el carácter o
status científico de una teoría, la observación de los hechos o la constatación empírica,
como fue planteado por el inductivismo lógico, es una fuente de error más que de
conocimiento, puesto que procediendo de esta manera se tiende a invisibilizar los hechos
que contradicen la teoría, dándole relevancia sólo a aquellos que le dan confirmación; y
compara esta postura con la actitud de los creyentes en dogmas religiosos o ideológicos
que encuentran en cualquier hecho la confirmación de la doctrina que defienden. Tal era
la situación, según Popper, en la que se encontraban hacia los años veinte, disciplinas
como el marxismo o el psicoanálisis y que reclamaban para sí el status científico1.

Popper ratifica la necesidad de trazar una línea demarcatoria (problema de la


demarcación) entre los enunciados científicos y cualquier otro tipo de enunciados, sean
estos de carácter religioso, metafísico o pseudo-científico, sin que en ello vaya
necesariamente implicada la verdad o aceptabilidad de dichos enunciados, sino,
sencillamente su cientificidad.

El problema de la demarcación sería resuelto con el criterio de refutabilidad o falsabilidad,


consistente en que para que un enunciado o sistema de enunciados pueda reclamar el
carácter de científico debe someterse a ser testado; es decir, pasar por un conjunto de
reglas metodológicas racionales que permitan proceder a su corroboración o su
refutación. El que una hipótesis sea corroborada sólo quiere decir que ha sobrevivido a
varios intentos de refutación, no a que haya quedado justificada definitivamente por la
evidencia empírica. Así pues la validez científica de un enunciado no depende de que sea
corroborado sino de que esté constantemente sometido a revisión y expuesto a ser
refutado. “La ciencia no avanza hacia hipótesis más probables sino más improbables” 2.
En ello consiste el criticismo lógico de Popper según Díez y Moulines.

No obstante lo señalado, la distancia de Popper respecto al pensamiento analítico es de


grado, el filósofo inglés parte de un acuerdo básico con el neopositivismo: la ciencia es
una cuestión de método. El asunto de la polémica está en lo que podría llamarse el para
qué del método: ¿Para establecer el nivel de probabilidad confirmatoria de una hipótesis
utilizando el acervo empírico como evidencia, a la usanza de los analíticos? o ¿Para
producir nuevo conocimiento a partir de la búsqueda constante de refutación de las
hipótesis corroboradas, como lo plantea el racionalismo crítico? En tal sentido, tanto
Popper como los analíticos pretenden sacar a flote la ciencia salvando el bache de la
imposibilidad apodíctica de la verdad; es decir, de la imposibilidad de alcanzar una verdad
en términos absolutos –eterna, inalterable- como lo quiso la ciencia desde el clasicismo
griego, y hacerlo sin romper ni manchar la aspiración universal del legado racional
heredado por esa tradición.

1
Cfr. Karl Popper. Conjeturas y refutaciones. Barcelona: Paidós, 2001, pág. 57ss.
2
Díez y Moulines. Op. Cit., pág. 420
Como se ha visto, la posición epistemológica de Popper está -por sus acuerdos y por sus
desacuerdos- profundamente vinculada al Círculo de Viena, por esa razón ha sido
abordada aquí como una tendencia contrastante respecto a la más notable expresión del
Círculo en el siglo XX, el neoempirismo.

***

Bien distinta es la vertiente epistemológica que desemboca en el enfoque historicista y


sociologista de la ciencia; a pesar de sus diversos matices, su característica esencial fue
la de oponer al rigorismo metodológico del neoempirismo y del racionalismo crítico, la
reflexión sobre las condiciones socio-históricas en las que acontece, los sectores de
interés que entran en juego en su producción y el tipo de racionalidad que representa; en
lugar de centrar su atención en el contexto de justificación (atributos metodológicos,
lógicos y teóricos) hacer prevalecer la dimensión del contexto de descubrimiento. Dicho
proceso se consolida a partir de la década del sesenta con la llamada nueva filosofía de
la ciencia, liderada por figuras tan prominentes como Feyerabend, Kuhn y Lakatos.

Uno de sus puntos de partida es el contrainductivismo de Feyerabend, quien formula


como idea liminar de su libro Contra el método, que la concepción de un método fundado
en principios inalterables y de obligatorio cumplimiento riñe con los resultados de las
investigaciones históricas sobre la ciencia3, pues tales reglas son y han sido
frecuentemente infringidas deliberadamente por los científicos, y ello ha conducido a
progresos tan importantes para la ciencia como el de la revolución copernicana 4. Por eso,
contra las dos premisas básicas del neoempirismo: a. elaborar teorías consistentes con
los hechos y b. elaborar hipótesis teóricas consistentes con otras teorías, propone un
procedimiento diametralmente opuesto, que estribaría en elaborar cualquier tipo de
teorías –incluso las más descabelladas- que sean inconsistentes con cualquier tipo de
hechos o de teorías establecidas; a este procedimiento lo llama contrainducción. El
argumento fuerte está basado en lo que Popper denominó la carga teórica de los hechos :
la ciencia no puede seguir el procedimiento b., ya que su progreso radica precisamente
en eliminar teorías con otras teorías incompatibles y en razón a que los enunciados
empíricos comportan supuestos teóricos, las mismas razones sirven para objetar la
premisa a.5. Feyerabend le apuesta así a una epistemología anarquista que conduzca a
una metodología pluralista en la ciencia. El que una teoría esté consistentemente
fundamentada en hechos observables –según Feyerabend- y el que sus enunciados
tengan una estructura lógica rigurosa no implica necesariamente su validez; incluso, por
el contrario, puede ser un síntoma de esclerosis epistemológica que muchas veces se
llega a resolver tomando en cuenta nuevos modos de pensar y de ordenar los mismos
hechos y las mismas experiencias que daban sustento a la vieja teoría. “Cuando
consideramos esta posibilidad, podemos decir que el éxito duradero de nuestras
categorías y la omnipresencia de determinado punto de vista no es un signo de
excelencia ni la indicación de que la verdad ha sido encontrada. Sino que es, más bien, la
indicación de un fracaso de la razón para encontrar alternativas adecuadas que puedan
utilizarse para trascender una etapa intermedia accidental de nuestro conocimiento” 6.

3
Cfr. Paul K. Feyerabend. Contra el método. Barcelona: Ariel, 1989, pág. 14
4
Recuérdese que lo que se conoce como giro copernicano se da a partir de la suposición del movimiento
terrestre, suposición que transgrede el procedimiento normal que aplicaba la ciencia de la época para
explicar la estructura cosmológica.
5
Cfr. Díez y Moulines. Op. Cit., pág 431
6
Paul Feyerabend. Op. Cit., pág. 26,27
No obstante, la propuesta contrainductiva de Feyerabendn no constituye la postulación de
un nuevo método frente al método científico; más bien, a partir de su todo vale, pretende
la enunciación de un antimétodo, basado en la constatación de que el desarrollo de la
ciencia se da a partir del quebrantamiento de los procedimientos y las teorías oficialmente
establecidas.

Por otra parte, con Thomas Kuhn y su Estructura de las revoluciones científicas (1962), la
llamada Nueva filosofía de la ciencia alcanza su punto cenital, pues en ella son abordados
todos los temas claves de la filosofía de la ciencia – la actividad científica, los constructos
teóricos, las comunidades científicas- de una manera completamente novedosa y
deslindada de las concepciones dominantes hasta entonces.

Para Kuhn el patrón de despliegue de una ciencia madura estriba en una dinámica de
transición de ciertas realizaciones aceptadas universalmente por una comunidad científica
a otras realizaciones que relevan las anteriores; a dichas realizaciones las denomina
paradigmas y al proceso de transformación señalado, ello es, al tránsito de un paradigma
a otro le da el nombre de revolución científica.

Veámoslo un poco más en detalle. Kuhn piensa que la ciencia en su proceso de


desarrollo atraviesa tres grandes etapas. Una etapa pre-paradigmática, caracterizada por
no producir un cuerpo acumulativo de resultados; en ella compiten diferentes escuelas por
el dominio de un campo de investigación, las cuales comparten pocos acuerdos sobre los
problemas, las técnicas y los procedimientos; esta etapa se agota en el momento en que
las diferentes escuelas logran unificarse en torno a un marco de supuestos básicos, es
decir, a un paradigma. Ese momento marca el paso hacia la ciencia normal, la que a partir
de las realizaciones concretas y de los supuestos compartidos, aboca la resolución de
nuevos problemas, la recolección de nuevos datos, así como la apropiación teórica a
través de libros de texto y demás instrumentos de difusión científica. En esa dinámica
surgen en un momento dado ciertas anomalías o problemas que se resisten a ser
resueltos con las herramientas establecidas, ello exige un cambio en los acuerdos
básicos y termina por generar una etapa de crisis en la que se origina un periodo de
ciencia extraordinaria que puede desembocar: a) en la resolución de las anomalías con el
paradigma vigente, b) en la postergación de la solución o c) en el surgimiento de un
nuevo paradigma con el que se configura una revolución científica7.

Los cambios implicados por una revolución científica conllevan necesariamente un


cambio en el modo de concebir un determinado rango de fenómenos, pues al no
encontrar acomodo el descubrimiento de nuevas leyes o nuevas teorías en la
conceptualización o en las metáforas de la ciencia normal8 se requiere de la elaboración
de una nueva estructura conceptual, de un nuevo lenguaje, que permita explicar otras
relaciones en los hechos de la naturaleza y proveer de nueva carga semántica los
sistemas teóricos explicativos. Este proceso no se da mediante una continua
acumulación armoniosa de lo viejo a lo nuevo, como lo quiso la filosofía de la ciencia
clásica (positivismo y neopositivismo) sino mediante el quebrantamiento de paradigmas,
de antaño establecidos, pues lo que primero se evidencia en una revolución científica es
una discordancia entre el referente de la ciencia normal y el de la ciencia revolucionaria,
7
Cfr. Ana Rosa Pérez Ransanz. Op cit. pág 29-33
8
Ciencia normal llama Kuhn a la manera habitual de hacer ciencia, caracterizada por una labor científica
fundamentada en ciertos presupuestos compartidos (teóricos, experimentales , metodológicos) y orientada
principalmente a la resolución de enigmas. Cfr. Kuhn. La estructura de las revoluciones científicas. México:
F. C. E., 1992, p. 78.
que importa una distancia insalvable entre un régimen proposicional y otro.
“Consideremos el enunciado compuesto: “En el sistema ptolemaico los planetas giran
alrededor de la Tierra; en el copernicano giran alrededor del sol”. Estrictamente
interpretado, ese enunciado es incoherente. La primera ocurrencia del término “planeta”
es ptolemaica, la segunda copernicana, y ambas se conectan con la naturaleza de
manera diferente. El enunciado no es verdadero en ninguna lectura unívoca del término
“planeta” “ 9. Esa incompatibilidad entre el viejo y el nuevo paradigma constituye una
barrera insalvable entre sus códigos (lingüísticos, metodológicos, etc.) que obligan a un
salto paradigmático.

***

Por su lado, Imre Lakatos continúa el proyecto falsacionista de Popper, pero lo revalúa
denunciando la postura ingenua de su maestro, quien considera, como ya fue dicho, que
basta con que una teoría sea refutada para que tenga que ser abandonada. Basado,
como Feyerabend y Kuhn en los datos aportados por la historia de la ciencia, Lakatos
sostiene que son excepcionales los casos en que una teoría ha sido abandonada debido
a una contrastación desfavorable. El argumento fuerte es como en Feyerabend, la carga
teórica de los hechos: el referente empírico no es neutral, los datos tomados de la
realidad están impregnados de teoría, lo que implica la existencia, no de un conflicto tipo
teoría vs. referente empírico sino teoría interpretativa vs. teoría explicativa; las teorías
están siempre cargadas de anomalías, sedimentadas de experiencias inconsistentes que
las hacen vulnerables frente al modelo falsacionista. “Si fuera por eso, todas las teorías
nacen refutadas y no dejan de estarlo jamás” 10.

Por eso las teorías nunca deben considerarse falsadas definitivamente; más bien debe
procederse a proteger su supuesto hipotético central, reformulando los supuestos
auxiliares implicados en inconsistencias empíricas. En esto consiste la complejidad
estructural con que Lakatos, al igual que Kuhn, concibe las teorías científicas. Para
Lakatos, la historia de la ciencia más que la historia de las teorías es la historia de los
programas de investigación, los cuales están, en primera instancia, constituidos por un
núcleo firme de teorías y desarrollos de las mismas y por cinturones de protección que
constituyen una heurística; es decir, un conjunto de soluciones imaginativas y creativas a
problemas falsativos o contrastativos. El núcleo central lo conforman aquellos postulados
que son considerados como acertados, y es irrefutable por decisión metodológica de sus
protagonistas; a la vez, toda teoría que haga parte del programa de investigación debe
compartir esos postulados.

En cuanto al componente heurístico o cinturón de protección, se considera que se divide


en dos clases: una heurística negativa y otra positiva; la primera marca las líneas de
investigación que no deben ser seguidas y está compuesta por teorías y conceptos que
pueden ser reformados o desplazados en caso de no resistir los embates falsacionistas y
la segunda indica los senderos de investigación a seguir, los procedimientos que han de
llevarse a cabo para reforzar el cinturón protector y defender el núcleo del programa de
investigación.

Así concibe Lakatos la forma estructural que asumen históricamente el surgimiento y


desarrollo de los programas de investigación científica. De acuerdo con los éxitos que
puedan esgrimir, los tipifica como progresivos o regresivos. Ese nivel de éxito está
9
Thomas Kuhn, Qué son las revoluciones científicas y otros ensayos. Barcelona: Paidós. ICE. UAB, 1989.
10
Díez y Moulines. Op. cit. pág. 432
determinado por la capacidad predictiva de dichos programas; es decir, un programa de
investigación es progresivo si tiene capacidad de predecir hechos que después puedan
ser constatados, p. e. la teoría newtoniana, y a la inversa, es regresivo si sólo es capaz
de explicar con teorías ad hoc acontecimientos inesperados, p. e. la teoría marxista. Sin
embargo esta tipificación no es taxativa, lo que quiere decir que el hecho de que un
programa sea regresivo, no implica necesariamente su abandono, más bien todo
programa regresivo siempre tiene la posibilidad de hacer transito a uno progresivo.

***
Concluyendo, la discusión en torno al estatuto de la ciencia es asumida inicialmente como
un problema de tipo lógico-inductivo (metodológico) orientado a establecer el apoyo de la
evidencia empírica a las hipótesis generales (neo-empirismo); o, por otro lado, a
establecer el momento en que, precisamente esa evidencia empírica falsa dichas
hipótesis, indicándonos cuando rechazarlas (racionalismo crítico o falsacionismo). Pero
posteriormente toma fuerza otra tendencia que parte de la idea de que para comprender
la ciencia es necesario considerar no sólo los problemas que aborda sino también los
procesos evolutivos que se presentan en la búsqueda de su solución: desde qué
perspectivas se asumen, qué formas de interacción tienen lugar en ella, qué compromisos
o supuestos básicos comparten quienes conforman una comunidad científica (nueva
filosofía de la ciencia o corriente historicista y sociologista)
.
Esta nueva perspectiva en la filosofía de la ciencia conduce a un viraje radical en la
manera de concebir la racionalidad científica, pues en el lugar del análisis formal sobre
sus procedimientos y sus enunciados, se pone la búsqueda empírica a través de los datos
aportados por la historia. Encontrando en esta búsqueda, que tanto la manera como se
convalidan las hipótesis, como los procedimientos acordados, son mutables en la medida
en que las tradiciones científicas se transforman.

Carlos Julio Castellanos Hincapié D. I. 10’277.978 - Cened – Carrera de –


filosofía - Asignatura: Popper – Kuhn. Tutor: Pedro Gerardo Acosta - UNAD –
mayo 7 de 2008.

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