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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

UNIDAD 1 - EL SABER FILOSÓFICO .................................................. 17


HABLAR CON RAZÓN DE LO QUE VEMOS Y DE LO QUE NO VEMOS 17
IGNORANCIA Y SABER ...................................................................................... 18
ACTIVIDADES ...................................................................................................... 19
OBJETIVOS .................................................................................................. 20
1. FILOSOFÍA Y CULTURA ......................................................................... 21
1.1 CONCEPTO DE MEDIACIÓN ........................................................................ 21
1.2 CULTURA Y SOCIEDAD ............................................................................... 21
1.3 CULTURA Y VIDA .......................................................................................... 22
1.4 CULTURA Y FILOSOFÍA ............................................................................... 23
ACTIVIDAD ........................................................................................................... 23
2. FILOSOFÍA Y EXISTENCIA: MIEDO Y SEGURIDAD ............................ 25
ACTIVIDAD ........................................................................................................... 27
3. FILOSOFÍA E HISTORIA: EL ORIGEN ................................................... 29
3.1 LA ADMIRACION COMO ORIGEN DE LA FILOSOFÍA ................................ 29
3.2 EL PENSAMIENTO MÍTICO .......................................................................... 30
3.3 LA FILOSOFÍA................................................................................................ 31
ACTIVIDAD ........................................................................................................... 32
4. UNIDAD Y DIVERSIDAD: HACIA LA MATERIA .................................... 33
4.1 LA FILOSOFÍA ATIENDE A LA UNIDAD ....................................................... 33
4.2 DOS CAMINOS POSIBLES HACIA LA UNIDAD........................................... 34
4.3 EL ELEMENTO ÚLTIMO DE LA REALIDAD ................................................. 35
ACTIVIDAD ........................................................................................................... 36
5. UNIDAD Y DIVERSIDAD: HACIA LA CUESTIÓN DEL SER ................. 37
ACTIVIDAD ........................................................................................................... 39
6. CONOCER Y DECIDIR: LA RAZÓN PRÁCTICA ................................... 41
ACTIVIDAD ........................................................................................................... 44
PARA FINALIZAR ........................................................................................ 45
Un poco de historia ............................................................................................... 45
Ciencia, filosofía y vida ......................................................................................... 45
Para seguir el hilo ................................................................................................. 47

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UNIDAD 1 - EL SABER FILOSÓFICO


HABLAR CON RAZÓN DE LO QUE VEMOS Y DE LO QUE NO VEMOS

Para entender la filosofía lo único imprescindible es necesitarla, escribió


Ortega y Gasset, y sólo es verdaderamente necesario aquello sin lo cual no
se puede vivir. ¿Necesitamos nosotros, todavía hoy, la filosofía o, dada la
actual configuración del mundo, podríamos vivir perfectamente sin ella?
Todo parece indicar que filosofar, actualmente, es algo superfluo. Pero la
filosofía nos ha enseñado precisamente a no fiarnos de las apariencias, y
podría ocurrir que tan generalizada opinión fuese, por el contrario, síntoma
inequívoco de que la posibilidad de una vida libre está realmente en peligro
y de que, por tanto, necesitamos la filosofía más que nunca.

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IGNORANCIA Y SABER
-Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en
que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra
naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea,
provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho
de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados
por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar
únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la
cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano
superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a
lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a
las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de
las cuales exhiben aquéllos sus maravillas.
- Ya lo veo - dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que
transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y
estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda
clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos
que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que
están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las
sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está
frente a ellos?
- ¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener
inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían
estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente?
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¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían
ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus! -dijo.
- Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real
ninguna otra cosa más que la sombra de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso - dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y
curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo
siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse
súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al
hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera
capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que
contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes
y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de
cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera
mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus
preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría
perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero
que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más - dijo.
-Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees
que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos
objetos que puede contemplar, y que consideraría que éstos son realmente
más claros que los que les muestra?
PLATÓN, República
ACTIVIDADES
1. Lee atentamente el texto de Platón procurando imaginarte la situación que
describe. Si te sirve de ayuda puedes hacer un dibujo.
2. Platón habla de la naturaleza humana, es decir del hombre en general, ¿te
reconoces en el mito?
3. ¿Qué elementos o expresiones te parece que representan la «falta de
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educación»?
4. ¿Qué simbolizan las sombras y los ecos? ¿Tienen algo que ver con el hecho
de no haberse preguntado nunca por qué en el mundo existe lo que existe?
5. ¿Estás de acuerdo con Platón en que la ignorancia es una especie de
esclavitud?
6. Para referirse a la «liberación», Platón utiliza la voz pasiva. Dice: «si fueran
liberados ...», «si fuera desatado ...», incluso «si fuera obligado a
levantarse ...» y «si se le obligara a fijar su vista en la luz misma ...». ¿Quiere
esto decir que nadie puede salir por sí mismo de la caverna? ¿Quién o qué
sería, entonces, el «agente liberador»?
7. ¿Por qué crees que en el mito se asocia la liberación con el dolor y la
perplejidad?
8. Dice Platón que, si no se le impidiese, el liberado se escaparía, «volviéndose
hacia aquellos objetos que puede contemplar». ¿Cómo interpretas esta huida
que, según el mito, sería una vuelta a la esclavitud? ¿Crees que lo que una
persona puede contemplar o, en general, entender, está ya establecido o más
bien que, si no huye y vence el inicial desconcierto, puede mejorar
progresivamente sus capacidades y así acceder a mundos cuya existencia ni
siquiera sospechaba?
OBJETIVOS
Esta unidad pretende introducirte en el concepto de filosofía. Empieza con un
apartado en que se sitúa la filosofía en el marco general de la cultura y, más
concretamente, en el de las «crisis» de las formas sociales de vida. Seguimos con
un apartado más literario que conceptual. en el que se apela a tu propia
experiencia de la vida. A continuación, se aborda el origen histórico de la
filosofía. Por último, se realiza una rápida incursión por algunos problemas de
los que se ha ocupado la filosofía.

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1. FILOSOFÍA Y CULTURA

El ser humano, a diferencia del resto de animales, no puede vivir sin una
interpretación de la realidad. Su relación consigo mismo y con todo lo que le
rodea nunca es inmediata, nunca es «directa», sino que entre ambos se
interponen siempre ciertas mediaciones que son invenciones humanas y que
constituyen lo que, de una manera muy general, podemos llamar cultura.
1.1 CONCEPTO DE MEDIACIÓN
La palabra mediación sugiere que la cultura está en medio. Pero, podemos
preguntar, ¿en medio de qué? Decía el filósofo Xavier Zubiri (1898-1983) que
el comportamiento animal está siempre ajustado a su entorno. Sus respuestas a
los estímulos son siempre adecuadas. Este «ajuste» tan perfecto es obra de la
propia naturaleza, y no deja ningún hueco por el que pueda colarse mediación
alguna. En el caso del ser humano, sin embargo, el hueco existe. La naturaleza
falla en nuestro caso, pues, por razones que no nos interesan ahora, no nos
proporciona respuesta inmediata a todos los estímulos. Nos deja sin saber qué
hacer. En esa falla o hueco se inserta la cultura. El ser humano tiene que
inventarse la respuesta y fijarla de algún modo para que pueda repetirla cada
vez que se presente el mismo problema. Su entorno se va poblando, entonces, de
cosas que no estaban allí sin más, como podía estar el árbol con sus frutos o el
animal que sirve de alimento: el lenguaje hablado y otros tipos de signos -
pinturas en las cavernas, por ejemplo-, útiles o instrumentos, o ciertas formas de
organización social o de regulación de la conducta que demuestran ser tan útiles
frente a algunos problemas como lo es un hacha de piedra frente a otros.
1.2 CULTURA Y SOCIEDAD
La cultura es, pues, una invención humana que nos permite vivir en un mundo
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intermedio, no natural, en el que se va configurando nuestra humanidad, pues no


podemos vivir al margen de una cultura determinada. Pero que sea una invención
humana no significa, evidentemente, que la invente cada hombre o mujer. La
cultura es un hecho social y cada ser humano se encuentra viviendo dentro de la
cultura que su sociedad le proporciona y que, como acabamos de ver, consiste
fundamentalmente en un repertorio de soluciones anticipadas a los problemas
que puedan presentársele.
1.3 CULTURA Y VIDA
Ahora bien, para el ser humano, el principal problema es su propia vida. Y no
nos referimos, claro está, al mero hecho de sobrevivir. Desde el momento en que
existe el ser humano, el hecho mismo de vivir tiene que estar justificado o, dicho
de otro modo, la vida tiene que tener sentido. Cuando no lo tiene, al hombre le
da igual vivir que morir. Ahora bien, esto quiere decir que la cultura,
principalmente, proporciona un sistema de convicciones que dan sentido a lo que
hacemos y a lo que nos pasa, es decir, una solución al problema de vivir.
Por el hecho de pertenecer a una cultura, cada ser humano se encuentra instalado
en una cierta interpretación de sí mismo, de los demás y de todo lo que le rodea.
Esto le permite saber a qué atenerse, es decir, saber qué hacer o adónde acudir
para averiguarlo, cada vez que se encuentra en una situación problemática.
Dentro de esa interpretación, nos sentimos relativamente seguros, pues oculta el
misterio tremendo que hay en su origen, el problema absoluto que significa vivir.
Instalados en una interpretación que recibimos de nuestra sociedad, nos parece
que todo consiste en resolver ciertos problemas particulares que nunca ponen en
juego el sentido mismo de lo que hacemos, su justificación última.

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1.4 CULTURA Y FILOSOFÍA


Ahora bien, ocurre a veces que la interpretación del mundo en que una sociedad
vive se desmorona y pierde su vigencia. La consecuencia inmediata es que el ser
humano vuelve a sentirse inseguro «como una flecha que hubiera en el aire
olvidado su blanco» (Ortega). Ya no se trata, entonces, de resolver este o aquel
problema, sino que la vida misma en su totalidad se vuelve problemática. Por las
grietas de la interpretación resquebrajada asoma de nuevo el misterio antes
velado y se multiplican las preguntas radicales, aunque no siempre se formulen
explícitamente: ¿Cómo vivir? ¿Para qué vivir? Como el ser humano no puede
permanecer indefinidamente en ese estado de desorientación absoluta, se ve
obligado a inventar una nueva interpretación que restaure el sentido de la
existencia.
La filosofía, como veremos, surgió en un momento (siglo VI a. de C.) y en un
lugar (Grecia) en que la interpretación mítica del mundo comenzó a diluirse. La
crisis afectó a todos los aspectos de la vida, pero los griegos supieron encontrar
un nuevo modo de orientarse cuyas consecuencias han llegado hasta nosotros: la
razón.
ACTIVIDAD
9. En los dos textos siguientes se relaciona el desamparo biológico con el
desarrollo de fuerzas específicamente humanas. Léelos y coméntalos.
Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas
las facultades en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie
humana y no sabía qué hacer. Hallándose en este trance, llega Prometeo
para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente
equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e
inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el
hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar
un medio de salvación para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y a
Atenea la sabiduría de las artes (la «técnica») junto con el fuego -ya que
sin el fuego era imposible que aquella fuese adquirida por nadie o
resultase útil- y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ello recibió
el hombre la sabiduría para conservar su vida, pero no recibió la
sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus ...
PLATÓN, Protágoras
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El hombre es el más desamparado de todos los animales, pero esta misma


debilidad biológica constituye la base de su fuerza, la causa primera del
desarrollo de sus cualidades específicamente humanas.
ERICH FROMM, Ética y psicoanálisis

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2. FILOSOFÍA Y EXISTENCIA: MIEDO Y SEGURIDAD

Lo que hemos visto en el apartado anterior es ya filosofía. Conceptos como


mediación, cultura, sociedad, interpretación, y otros han surgido en la filosofía
y volverás a encontrarlos, más desarrollados, en las páginas de este libro. Hemos
empezado por ellos para que tengas un primer marco provisional en el que situar
esta disciplina. Pero ahora vamos a intentar una aproximación a la filosofía
menos conceptual, más cercana -creemos- a tu propia experiencia de la vida.
Utilizando una comparación, no por frecuente menos útil, podríamos decir que
hablar de filosofía es como dar clase de natación. Nadie duda de que para
aprender a nadar son convenientes algunas indicaciones previas, ni de que los
movimientos más difíciles deben explicarse primero fuera del agua; pero es
evidente que eso no basta para aprender a nadar. Más pronto que tarde hay que
tirarse al agua. Ahora bien, tirarse al agua sin saber nadar da miedo, pero no se
puede nadar sin hacerlo; por tanto, tenemos que el mayor enemigo del
aprendizaje es el miedo y, consecuentemente, una enseñanza consciente debe

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empezar por intentar reducirlo o moderarlo, pues sin ese «trabajo» previo
aprender es imposible.
Pero, tratándose de la filosofía, ¿qué podemos temer? Algunas personas temen
no entender nada y perder el tiempo. También hay quien teme quedar enredado
en el lenguaje filosófico, perderse en una maraña de conceptos que nada tienen
que ver con su vida diaria, la cual ya es bastante complicada como para
complicarla más. Otros opinan, además, que los que se dedican a la filosofía
acaban por volverse locos, acaban idos. Perder el tiempo, perder la razón,
perderse a uno mismo: he aquí lo que temen quienes se acercan a la filosofía por
primera vez. ¿Qué podemos hacer para que el miedo a tantas pérdidas no impida
el aprendizaje? De momento, seguiremos con nuestra comparación.
Hasta ahora, venimos suponiendo que aprender a nadar es algo optativo, es decir,
que uno siempre puede no tirarse al agua si no quiere. Hemos supuesto, pues,
que vivimos en un terreno sólido y seguro en el que no es imprescindible saber
nadar. Pero, ¿qué pasaría si el terreno que pisamos no fuese tan sólido como nos
parece, sino que tuviésemos indicios de que en cualquier momento podría
hundirse bajo nuestros pies? ¿Sería entonces la natación algo meramente
opcional? ¿Qué pasaría con nuestro temor al agua? El miedo nace de la
posibilidad de perder la vida al no saber nadar; pero, en nuestra nueva hipótesis,
lo que más miedo daría sería precisamente no saber nadar, pues suponemos ahora
que ya estamos en el agua, que la solidez del suelo es ilusoria y que en cualquier
momento tendremos que nadar ... o perder la vida ... o esperar que otro nos salve.
¿Qué sería lo sensato, entonces? ¿Vencer el miedo y aprender a manejarse en el
agua, o esperar a ver qué pasa? El mayor enemigo del aprendizaje, lo más
peligroso, sería, entonces, la propia sensación de seguridad, creer que no es
necesario saber nadar. Hasta aquí la natación. Ahora volvamos a la filosofía.
Vivir es, según nuestra analogía, como «estar en el agua», pues consiste en estar
inmersos en la posibilidad de perder la vida. Es cierto que nosotros, en principio,
no tenemos sensación de peligro. Como en nuestra hipótesis inicial, nos parece
que el mundo en el que tenemos que vivir es bastante sólido y que «filosofar» es
sólo una opción entre otras. Pero si lo pensamos mejor, tendremos que reconocer
que la vida es muy frágil. Y no nos referimos sólo a la fragilidad física, al riesgo
constante de una muerte prematura. La expresión perder la vida tiene, además,
el sentido que permitió la invención del aforismo: «Más vale morir que perder la
vida». Sin dejar de vivir, la vida es algo que puede perderse, y esa posibilidad es
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peor que la muerte misma. Y si la vida siempre puede perderse, pero no


queremos perderla, necesitamos algún saber que nos proteja de esa posibilidad,
de la misma manera que saber nadar nos protege de la posibilidad de morir
ahogados. ¿Será la filosofía ese saber necesario? A primera vista no lo parece,
pues, además de ser peligrosa, todo el mundo sabe que la filosofía no sirve para
nada. ¿Cómo lo más inútil va a ser lo más necesario? Pero no adelantemos
acontecimientos. De momento basta con que se reconozcan dos cosas:
1) la vida se puede perder, y
2) esa posibilidad es tan terrible que nadie en su sano juicio renunciaría a un
«saber» que la mantuviese alejada.
Intentemos ahora comprender mejor el peligro del que hablamos. ¿Qué quiere
decir exactamente la expresión «perder la vida»? ¿Cómo tiene que ser la vida
para que pueda ser perdida? Puesto que perderla es siempre posible, la vida debe
consistir, para empezar, en tener que elegir entre varias posibilidades. En la
elección «nos jugamos la vida», por eso podemos perderla ... o ganarla. ¿Qué
significaría «ganarla»? Evidentemente, que nuestra vida sea nuestra. Lo que
perdemos deja de ser nuestro, puede incluso llegar a ser de otro. Lo contrario
sería llegar a ser dueños de nuestra propia vida, llegar a ser lo que queremos ser,
elegir nuestra posibilidad más propia. Bien, pero ¿cómo «sabemos» cuál es
nuestra posibilidad más propia? La respuesta es que no lo sabemos nunca con
seguridad. La posibilidad de perderse está siempre abierta. Ninguna decisión
puede colocarnos definitivamente en terreno firme, eso es lo único que sabemos
con certeza. Vamos a suponer que, entre otras cosas, saber eso es ya filosofía.
¿De qué nos sirve saberlo? De nada, si por servir entendemos el ser un simple
medio para un fin ya dado. Pero, precisamente, la vida es un problema porque su
meta, su sentido, no está fijado de antemano. Saber eso resulta imprescindible
para proponerse la búsqueda de nuestra posibilidad más propia. Saber eso
debilita nuestra arrogante seguridad que, como hemos visto, es el principal
enemigo del aprendizaje. Saber eso no elimina la posibilidad de perder la vida,
pero contribuye a que tal posibilidad sea siempre una mera posibilidad. En
cambio, ignorarlo, vivir como si la vida no pudiese perderse, confiados en la
falsa seguridad que otorga la falta de reflexión, equivale a correr el riesgo de
perderla.
ACTIVIDAD

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10. Lee el siguiente texto y relaciónalo con los contenidos de los dos apartados
anteriores.
Conforme retrocedemos en la cronología histórica y nos acercamos a la
vida primitiva, el abandono de la propia vida al yo social y colectivo es
más acusado. Lo que «se dice», la opinión establecida de antiguo, en suma,
la tradición domina por completo al pensamiento individual. [...] Cuando
un pensamiento funda su verdad en que me parece evidente, el principio
que me mueve a aceptarlo se llama razón. Cuando, por el contrario, funda
su «verdad» en que «se dice» por la gente desde tiempo inmemorial [...]
el principio que me mueve a adoptarlo se llama tradición. La razón nos
aparece como un imperativo de recurrir cada cual a sí mismo. La
tradición, viceversa, como un imperativo de escamotear nuestro «yo
mismo» disolviéndolo en lo colectivo.
ORTEGA y GASSET, Unas lecciones de metafísica

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3. FILOSOFÍA E HISTORIA: EL ORIGEN

Esperamos que, después de leer el apartado anterior, hayas comprendido ya que


la filosofía tiene sentido existencial. La vida se desenvuelve siempre, en
principio, entre supuestas seguridades recibidas del entorno social. Nosotros
podemos aceptarlas sin más -como los prisioneros de la caverna- y no aprender
a nadar, es decir, no adquirir la destreza necesaria para examinarlas con nuestra
propia razón. Pero también podemos aprender a preguntar, a manejar conceptos
y razones, a pensar y a comprobar lo que pensamos, en suma, a entender mejor
el mundo en que vivimos, lo cual abre siempre posibilidades insospechadas. Lo
único que se necesita es, como hemos visto, sobreponerse al desconcierto inicial,
es decir, no regresar corriendo a la caverna ante la menor dificultad.
3.1 LA ADMIRACION COMO ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
El filósofo griego Aristóteles (siglo IV a. de C.) escribió: «los hombres
comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración».
¿Tiene esto algo que ver con la seguridad? El filósofo afirma que la admiración
ante algo fue la causa de que se filosofase por vez primera y eso mismo es lo que
siempre mueve a filosofar. Si Aristóteles está en lo cierto y nosotros también, la
palabra admiración tiene que nombrar algo parecido a lo que hemos llamado
inseguridad o desorientación, pues con esas palabras nos hemos referido a lo que
hace necesaria la filosofía. Ahora bien, admirarse de algo quiere decir lo mismo
que sorprenderse o extrañarse. Algo, en nuestro mundo habitual, se nos vuelve
extraño. La extrañeza puede tener sus grados, que van de lo meramente
inquietante a lo abiertamente terrorífico, pero lo decisivo es que perdemos la
confianza, la seguridad y no sabemos cómo actuar frente a lo extraño, de modo

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que, en vez de vivir sin más, debemos detenernos y preguntarnos qué pasa. La
filosofía comienza con ese pararse a pensar en cosas en las que nunca habíamos
pensado porque nunca nos habían extrañado.
¿Y ante qué se admiraron los primeros que filosofaron? El propio Aristóteles
dice que, «al principio, ante los fenómenos sorprendentes más cercanos; luego,
avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios
de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas y la generación del universo».
Ahora bien, los fenómenos de los que habla Aristóteles siempre han estado ahí,
ante los ojos del ser humano. Las salidas y puestas del Sol y de la Luna o el
movimiento de las estrellas, por ejemplo, son algo perfectamente habitual. ¿Qué
tuvo que ocurrir para que dichos fenómenos se presentaran como extraños para
algunos hombres griegos del siglo VI a. de C.? Lo hemos dicho: la interpretación
de la realidad que estaba vigente en su sociedad y en su tiempo -el saber mítico-
ya no les convencía, lo que significa reconocer que, en realidad, no sabían lo
que pasaba. El que se admira, dice también Aristóteles, reconoce su ignorancia
y filosofa para salir de ella.
3.2 EL PENSAMIENTO MÍTICO
El supuesto básico de una interpretación mítica del mundo es que la «realidad»
tiene su origen en y sigue gobernada por fuerzas de carácter personal, los dioses,
así que todo lo que acontece tiene como causa la intervención directa o
indirecta de alguna de esas fuerzas. El origen de cada dios, su parentesco con
los demás, sus amores, odios y rivalidades, y su dominio o campo de actuación
propio conforman una red de relatos en los que nada importante queda sin
explicación. Mientras dicha interpretación está vigente en una sociedad, las
personas que la forman disponen de un repertorio de respuestas
institucionalizadas para los problemas que se les presentan (incluido, como
hemos visto, el propio sentido de la existencia): rezar o hacer sacrificios para que
los acontecimientos sean favorables o, al menos, no sean adversos, y dar
periódicamente las gracias por los favores recibidos; todo ello a través de rituales
o ceremonias, casi siempre colectivas, en las que se propicia de algún modo la
presencia de la divinidad.
Actualmente, sabemos que los mitos tienen su propia verdad y que la filosofía
no supuso una completa ruptura con el pensamiento mítico. Sin embargo, ahora
nos interesa destacar las diferencias, pues los primeros filósofos se veían a sí
mismos como representantes de un nuevo tipo de saber que comportaba, además,
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una nueva actitud ante la realidad.


3.3 LA FILOSOFÍA
Los nuevos supuestos que poco a poco se van abriendo paso son:
a) La realidad, a pesar de sus constantes cambios y de su aparente
diversidad, constituye un cosmos, un orden que tiene su propia ley.
Tanto la ley como su modo de gobernar serán interpretados de diferentes
maneras, pero en ningún caso se hará depender de la voluntad o el
capricho de nadie, sino que gobernará de manera necesaria.
b) Eso que todo lo gobierna es algo que, en principio, permanece oculto,
no se manifiesta a los sentidos, pero resulta accesible si se adopta la
actitud adecuada y se piensa de manera adecuada, que ya no puede
recurrir a fuerzas sobrenaturales. Comienza a configurarse lo que más
tarde se llamará «pensamiento racional».
c) Eso que todo lo gobierna -el logos, según Heráclito- es también algo
común para todos los seres humanos. Frente al saber mítico, que se
presentaba como una revelación sólo accesible a los iniciados, la filosofía
afirma, desde sus comienzos hasta hoy, la posibilidad de que todos
participemos directamente del saber. La filosofía nunca apela, para
justificar lo que dice, a ninguna experiencia que no pueda ser común. El
saber es, en principio, accesible a todos, si bien para ello se debe
«escuchar al logos», a la razón, y la mayoría no sigue lo común, sino que
vive como si tuviera una «inteligencia particular».
Lo que nace alrededor de estos supuestos es un proyecto cuyas implicaciones
llegan hasta nosotros. El nuevo saber que aquí aparece no es algo del pasado
que ya no tiene efecto sobre nuestro tiempo y cuyo estudio sólo presenta un
interés arqueológico. Los supuestos que configuran el saber que se llama a sí
mismo filosofía, no sólo han tenido consecuencias que han contribuido
decisivamente a que nuestro mundo sea el que es -pensemos, por ejemplo, en la
ciencia- sino que siguen siendo parte esencial del suelo en el que nos movemos
con una cierta seguridad. Es decir, para nosotros, saber sigue siendo algo que, a
pesar de las diferencias, guarda una esencial unidad con lo que los primeros
filósofos llamaban saber. De ahí que cuando buscamos una orientación para
nuestra vida, nos vemos remitidos, de un modo u otro, a la filosofía.

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ACTIVIDAD
11. Compara este fragmento del filósofo Heráclito (siglo VI a. de C.) con algún
mito sobre el origen del cosmos.
El cosmos, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres
lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego
siempre vivo, que se enciende con medida y se apaga con medida.
HERÁCLITO

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4. UNIDAD Y DIVERSIDAD: HACIA LA MATERIA

Relámpago, de D. Hockney. Según Tales de Mileto, el agua es el origen


y elemento último de todas las cosas.

4.1 LA FILOSOFÍA ATIENDE A LA UNIDAD


Cuando la filosofía estaba naciendo se preocupó de distanciarse no sólo del saber
mítico, sino también de otras formas de saber con las que nunca quiso ser
confundida. Heráclito, al que ya hemos citado, distingue su propia actividad de
lo que llama polymathia, que podemos traducir por 'saber muchas cosas'. La
filosofía no consiste en conocer muchas cosas distintas que no guardan relación
entre sí, sino en prestar atención a lo que todas las cosas tienen en común o,
dicho de otro modo, a aquello en que todas las cosas son uno. No se trata de
prescindir, sin más, de la diversidad de las cosas del mundo, ni de los saberes
que se refieren a un cierto ámbito particular de cosas -por ejemplo, la biología,
que estudia los seres vivos, o la astronomía, que estudia los astros-, sino de no
quedarse en esa diversidad, de no perderse en ella, ocupándose ahora de una
cosa y después de otra, sin reparar nunca en aquello que, por gobernarlas a todas,
hace que cada una sea precisamente la que es. Vamos a tratar de entender lo que
acabamos de decir.

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Cuando abrimos los ojos, nos asalta la multiplicidad de las cosas. El término es
un poco feo, hay que reconocerlo. La filosofía está llena de palabras así, que
asustan un poco al principio. Pero hemos acordado que no vamos a tener miedo.
Si lo pensamos un poco, enseguida comprendemos lo que significa: el mundo se
compone de muchas cosas diferentes entre sí. Esto es tan obvio que nadie lo
negaría. ¿Por qué, entonces, nos molestamos en afirmarlo? En primer lugar, para
mostrar con un buen ejemplo que la filosofía parte siempre de algo evidente (que
se ve por sí mismo) y que su vocación es ir de evidencia en evidencia, sin
abandonar nunca el terreno de lo que, por ser manifiesto, cualquiera puede ver.
Y, en segundo lugar, porque esta sencilla observación nos va a permitir
comprender que ninguna observación es tan sencilla como parece ... y por eso
existe la filosofía.
4.2 DOS CAMINOS POSIBLES HACIA LA UNIDAD
Así pues, las cosas son muchas y diferentes unas de otras. Un árbol, por ejemplo,
es diferente a una roca. Pero también entre los árboles hay diferencias. No es lo
mismo un manzano que un olivo. Y dos manzanos, a su vez, pueden ser muy
diferentes entre sí. No obstante, por muy diferentes que sean, dos manzanos son
lo mismo -manzanos- si los comparamos con un olivo. Y un manzano y un olivo,
que son bastante diferentes, son lo mismo -árboles- si los comparamos con una
roca. Todo esto también es evidente, como lo es que esta argumentación puede
extenderse a cualquiera de las muchas cosas que nos rodean. Por tanto, podemos
decir, sin abandonar la evidencia, que cualquier cosa es lo mismo y diferente de
alguna otra. Observemos, sin embargo, que esta última afirmación no es tan fácil
de ver como la primera, hasta el punto de que si la leyésemos aislada del resto
de la argumentación nos costaría entenderla; para lograrlo tendríamos que hacer
justo lo que acabamos de hacer: partir de algo que se vea claramente y avanzar
paso a paso sin abandonar la evidencia. Así, podemos extraer otra valiosa
enseñanza: en filosofía, ninguna afirmación aislada -es decir, separada del
proceso discursivo que la justifica- puede ser entendida; por eso es tan
importante no perder el hilo.
Cuando decimos que dos cosas son lo mismo, presuponemos que son lo mismo
en algo, es decir, que las dos tienen algo en común. Y ya hemos visto que esa
argumentación puede proseguir hasta incluir a todas las cosas. Por tanto, no es
ninguna insensatez preguntarse si son todas las cosas lo mismo en algo o, dicho
de otro modo, si tienen todas las cosas, a pesar de sus diferencias, algo en común.
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

Por lo pronto, y sin abandonar lo que por ahora puede ser inteligible para
vosotros, esta cuestión se podría responder de dos modos. No se trata, sin
embargo, de que tenga dos respuestas sin más, sino que pueden seguirse dos
direcciones distintas al responder.
4.3 EL ELEMENTO ÚLTIMO DE LA REALIDAD
En primer lugar, se puede decir que, a pesar de las apariencias, todas las cosas
tienen algún elemento común, que es lo que todas, en última instancia, son. Así,
Tales de Mileto, que pasa por ser el primer filósofo, sostenía que el elemento
común es el agua. No nos importa ahora el contenido, sino la dirección de la
respuesta. Otros filósofos de la misma época dijeron que el elemento es el aire,
o que es el fuego: respuestas distintas pero en la misma dirección. Lo decisivo
es entender lo siguiente: independientemente de qué elemento se elija, el hecho
de elegir un elemento no sólo conlleva determinadas consecuencias inevitables,
sino también la necesidad de hacerse ciertas preguntas que, al no ser de fácil
respuesta, inician y delimitan un campo de investigación dentro del cual se
moverá el pensamiento durante mucho tiempo. Vamos a ver el inicio.
Si se dice que todas las cosas, en última instancia, son, por ejemplo, agua,
entonces resulta que un árbol es agua y que una roca también. Pero, además, el
árbol es árbol, y la roca es roca, luego hay que explicar cómo y por qué son
diferentes si en el fondo son lo mismo. Ahora bien, tanto el árbol como la roca
han llegado a ser lo que son, es decir, no han existido desde siempre, por tanto,
parece inevitable extraer la consecuencia de que, en un principio, eran sólo
aquello que ambos siguen siendo -agua- y que, debido a alguna transformación
del agua, han llegado a ser uno árbol y el otro roca. Pero si hay un sólo elemento,
la única posibilidad de transformación parecer ser cuantitativa, es decir, siendo
el agua sólo agua, la única manera de que a partir del agua surjan dos cosas
diferentes es que una tenga más cantidad de agua y otra menos; de ahí que
enseguida aparecieran los conceptos de condensación y rarefacción: más
cantidad o menos cantidad de un cierto elemento. Ahora bien, es fácil observar
que esta dirección del pensamiento exige otras preguntas. Por ejemplo, ¿cómo
tiene que estar internamente constituido el elemento para que pueda condensarse
y rarificarse, de manera continua o discontinua? Es evidente que cualquiera de
las dos posibilidades tiene a su vez consecuencias y abre un nuevo campo de
preguntas.
• Los conceptos de condensación y rarefacción, ¿no presuponen un cierto
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

concepto de espacio? Cuando hablamos de condensación, ¿no presuponemos


que la mayor cantidad del elemento se da en el mismo espacio? ¿Qué pasa con
ese espacio que tiene que haber además del elemento? ¿Cómo está, a su vez,
constituido?
• ¿Por qué y cómo se pone en marcha la transformación del agua en árbol o en
roca? ¿Por qué precisamente en árbol y en un tipo concreto de árbol?
Las respuestas posibles a cada una de estas preguntas suscitarán otras y éstas, a
su vez, otras nuevas, y así sucesivamente ... hasta nuestro tiempo. La ciencia
actual guarda una estrecha conexión con estas sencillas preguntas formuladas
hace muchos siglos, por eso pensarlas sigue siendo una buena introducción a
nuestra ciencia.
ACTIVIDAD
12. Busca información sobre los filósofos Leucipo y Demócrito (siglo V a. de
C.), creadores de la primera teoría del átomo, y relaciona su pensamiento
con los contenidos de este apartado.

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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

5. UNIDAD Y DIVERSIDAD: HACIA LA CUESTIÓN DEL SER

Paisaje con caballos y potros, de George Stubbs.


A pesar de las diferencias, todos los caballos tienen algo en común, el ser
caballos. Esa sencilla constatación, que es válida para todas las cosas, abre
perspectivas insospechadas al pensamiento.

Habíamos dicho que la pregunta por lo común a todas las cosas puede
responderse siguiendo al menos otra dirección. Veámosla ahora.
El olivo es olivo y el manzano es manzano. Ser olivo es algo diferente de ser
manzano. Lo mismo ocurre con ser caballo o con ser cualquier otra cosa.
Aquello que las cosas son -olivo, manzano, caballo, etc.- es diferente en cada
caso, pero hay algo que todas las cosas tienen en común, y es el ser algo
determinado. Una cosa puede ser esto o aquello, lo que no puede es ser nada.
También esta afirmación es evidente. ¿Podríamos pensar que una cosa es nada?
No se trata de que no sepamos lo que es. Esto último es evidentemente posible.
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

Pero no saber lo que algo es implica la presuposición de que es algo, aunque eso
que es nos sea desconocido. Lo que no podemos es aceptar que algo es sin que
sea algo determinado: olivo, manzano, estrella o roca, pero algo. Para
entendernos, podemos llamar determinación a ese algo que una cosa es.
Este descubrimiento -que lo común a todas las cosas es que son algo- parece
poca cosa, como el de Tales de Mileto y el agua, pero también está lleno de
consecuencias y de nuevas preguntas que llegan hasta nosotros. Veamos algunas
evidentes.
• Una cosa tiene que ser algo determinado, por ejemplo, olivo. Ahora bien,
resulta que por el hecho de ser olivo, tiene que ser también árbol y no puede
ser, por ejemplo, animal. Es decir, hay determinaciones que están
necesariamente incluidas en otras, de manera que una cosa no puede ser una
de ellas sin ser también la otra -olivo y árbol, en nuestro ejemplo-; y otras que
están necesariamente excluidas entre sí, de manera que una cosa no puede ser
la una y a la vez la otra -olivo y animal, por ejemplo-. A partir de esta
observación, se pueden establecer las condiciones generales de la necesaria
pertenencia o incompatibilidad entre determinaciones. Esas condiciones son
el germen de la Lógica, de la cual nos ocuparemos en el capítulo
correspondiente.
• Los olivos son muchos, pero la determinación olivo es una y la misma para
todos ellos. ¿Cómo puede una sola determinación estar a la vez en muchas
cosas diferentes? Este problema es paralelo al que vimos en el apartado
anterior sobre cómo puede el mismo elemento ser, a la vez, cosas diferentes,
como árbol y roca, sólo que en este caso nos parece evidente que no puede ser
cuestión de cantidades. Siguiendo con el ejemplo, cada olivo no es ni más ni
menos olivo que cualquier otro, aunque difieran en altura, verdor o belleza.
• La determinación olivo parece que tiene un modo de ser distinto a los muchos
olivos que hay en el mundo. Cada uno de los olivos nace en un momento
determinado, va creciendo poco a poco hasta alcanzar su madurez, y luego
inicia un lento proceso de decadencia hasta que finalmente desaparece de la
faz de la tierra. Y ese curso vital tiene lugar en el tiempo. A la determinación
olivo, sin embargo, parece no afectarle el paso del tiempo. Permanece sin
cambio alguno, idéntica a sí misma, mientras los olivos nacen, viven y mueren.
¿Cómo es posible que el tiempo afecte a las cosas, pero no a sus
determinaciones? ¿Cómo puede ocurrir, en general, que algo sea inmune al
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

paso del tiempo?


• Está, además, por terminar ya este rápido muestrario de problemas, la cuestión
central del significado de la palabra ser. En el párrafo anterior, por ejemplo,
hemos introducido un nuevo y grave problema: ¿cómo es eso de que hay
diferentes modos de ser? Habíamos convenido que lo común a todas las cosas
es que son algo determinado. Entonces parece que, para cada cosa, ser sólo
puede significar ser algo determinado. Sin embargo, ahora nos encontramos
con que cada determinación -olivo, manzano, caballo, etc.-, de algún modo,
también es, sólo que, entonces, la palabra ser no puede significar, sin más, ser
algo determinado.
Por otra parte, ¿significa lo mismo la palabra ser cuando decimos de algo que es
olivo que cuando decimos, por ejemplo, que es verde o que es hermoso? La
palabra es la misma -es- pero, ¿tiene siempre el mismo significado? Aquí vemos
reaparecer el problema de lo uno frente a lo múltiple, pero referido al significado
de las palabras. ¿Cómo puede una sola palabra tener significados diferentes?
En este curso, no trataremos, como ya hemos dicho, de entrar a fondo en cada
uno de los mencionados problemas ni en sus múltiples implicaciones, pero sí de
entender la esencial relación que existe entre dichos problemas y nuestras formas
actuales de saber: si hoy existe algo así como una lógica, una ética, una
antropología, una psicología, una sociología o, en general, cualquier ciencia, se
debe a que durante muchas generaciones, algunas personas se ocuparon
laboriosamente de desbrozar el terreno, dándole vueltas a problemas,
aparentemente inútiles, como los que acabamos de mencionar.
ACTIVIDAD
13. Relaciona estos textos con el contenido de la unidad:
- ¿Qué harás, entonces, en lo tocante a la filosofía? ¿Hacia dónde te
orientarás, en el desconocimiento de tales cuestiones?
- Creo no entrever camino alguno, al menos en este momento.
-Es -dijo- porque demasiado pronto, antes de ejercitarte, Sócrates, te
empeñas en definir lo bello, lo justo, lo bueno y cada una de las Formas.
Eso es lo que pensé ya anteayer, al escucharte dialogar aquí con este
Aristóteles. Bello y divino, ten por seguro, es el impulso que te arrastra
hacia los argumentos. Pero, esfuérzate y ejercítate más, a través de esa
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

práctica aparentemente inútil y a la que la gente llama vana charlatanería,


mientras aún eres joven. De lo contrario, la verdad se te escapará.
PLATÓN, Parménides
Junto a los pensamientos plenamente pensados, la historia está llena de
esta suerte de pensamientos que podríamos llamar incoados. O, si se
quiere, el pensamiento, además de su dimensión declarativa, tiene una
dimensión incoativa: todo pensamiento piensa algo con plenitud y
comienza a pensar algo germinalmente.
X. ZUBIRI, Naturaleza, Historia y Dios
Ante todo, el milesio [Tales] es el primer hombre de ciencia porque es el
primero que intenta explicar las cosas por sí mismas. Desde luego, no deja
de ser hombre de ciencia porque no consiga dar una respuesta definitiva
a la cuestión que él mismo plantea. [...] La objetividad, como
requerimiento metodológico, no podría lograrse sin una condición
existencial, sin una disposición o actitud que permite considerar las cosas
como objetos en sí, y no como objetos de interés. En la vocación científica,
el interés desinteresado por el objeto produce una liberación del sujeto.
¿De qué se libera el sujeto? Se libera del lastre de sí mismo, que le impide
elevarse a la contemplación de las cosas «en sí mismas y por sí mismas».
Por eso, la llamada «libertad del pensamiento» no es tanto el derecho que
tenga un hombre a decir lo que le parezca, sino la capacidad vocacional,
tremendamente responsable, de no decir lo que le parezca, sino lo que
parece que son las cosas, independientemente de su personal parecer.
EDUARDO NICOL, Los Principios de la Ciencia

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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

6. CONOCER Y DECIDIR: LA RAZÓN PRÁCTICA

Viajero en un mar de niebla, de K. D. Friedrich.


La metafísica es algo que el hombre hace y ese hacer metafísico consiste en
que el hombre busca una orientación radical en su situación.

Todas las cuestiones filosóficas que hemos introducido en los apartados


anteriores tienen que ver con lo que podríamos llamar, siguiendo a Kant, el uso
teórico de la razón, es decir, en todos los casos se trata de conocer, de un modo
u otro, lo que son las cosas. Conocer, saber lo que algo es, proporciona seguridad
en la medida en que fija los márgenes dentro de los cuales nosotros podemos
tomar decisiones. El comportamiento de las cosas resulta, entonces, previsible,
y podemos saber de antemano lo que debemos evitar y lo que debemos hacer
para alcanzar cualquier fin que nos propongamos. Retomando el planteamiento
con el que empezábamos la unidad, podríamos expresarlo del siguiente modo: la
probabilidad de perder la vida es infinitamente mayor si no se conoce el mundo
en el que se ha de vivir, pues entonces ni siquiera tendríamos ante nosotros
verdaderas posibilidades entre las que elegir; la pretendida decisión no sería tal,
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

sino un mero dar palos de ciego sin saber a dónde nos dirigimos ni por qué.
Ahora bien, con lo dicho no queda resuelto, ni mucho menos, el problema de la
decisión. Vamos a destacar ahora dos importantes cuestiones que acompañan a
la filosofía desde sus orígenes, aunque no siempre se hayan formulado
explícitamente, y cuyo tratamiento abre el campo de lo que, siguiendo también
a Kant, llamaremos uso práctico de la razón.
La primera de ellas tiene que ver con el argumento circular que mencionábamos
en las primeras páginas. Decíamos allí que tirarse al agua sin saber nadar es
peligroso... pero no se puede aprender a nadar sin hacerlo. Del mismo modo,
aunque hemos visto que el conocimiento facilita la decisión, ponerse a pensar
con vistas a conocer, en lugar de dejarse llevar por lo que se dice o por lo que ha
llegado a nosotros de forma irreflexiva, es ya una decisión y, por tanto, parece
que debería estar justificada como decisión con anterioridad al propio
conocimiento. Para conocer hay que decidir y para decidir hay que conocer.
¿Cómo es esto posible?
En el origen del conocimiento hay claramente una decisión, la decisión de
conocer. Sin esa decisión previa no hay conocimiento posible. Ahora bien, tal
decisión está justificada porque, en cierto modo, conocemos el peligro que
corremos si no lo hacemos. Sabemos que podemos perder la vida. Pero, ¿qué
sabemos propiamente cuando sabemos eso?
Sólo que perder la vida es posible y que para que tal cosa no ocurra, tenemos que
tomar ciertas decisiones. Lo que sabemos, en definitiva, es que nuestra vida va a
depender de nuestras decisiones, es decir, sabemos que somos libres. Dicho saber
no depende de una decisión previa, por lo que no debe confundirse con el saber
al que aspiramos cuando nos ponemos a conocer. Incluso resulta problemático
utilizar la palabra saber para referirse a esa muda transparencia que nuestra
libertad tiene para nosotros y por la que somos entregados a la responsabilidad
de la decisión.
Ahora bien -y con esto entramos en la segunda cuestión mencionada-, la libertad
consiste precisamente en no estar determinados, es decir, en tener siempre ante
nosotros más de una posibilidad; por eso provoca inseguridad. El conocimiento,
sin embargo, parece conducir a lo contrario, por eso proporciona seguridad: las
cosas son como son y sólo nos queda aceptarlo. ¿Podría nuestro comprensible
afán de seguridad llevarnos a una situación tal, que nuestra conducta se
determinase sólo por el conocimiento? Ya hemos visto que, una vez decidido
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

el fin que nos proponemos, la elección de los medios que conducen a él depende
exclusivamente del conocimiento del mundo. Si resultase posible, además,
determinar mediante el conocimiento el fin que debemos perseguir, entonces...
en lugar de aprender a nadar habríamos construido un enorme barco para surcar
las aguas con rumbo fijo. ¿Es esto posible? ¿Podríamos llegar a un conocimiento
tan completo y tan absolutamente seguro que ya no hubiese, en realidad, nada
que decidir? ¿Podría el conocimiento, una vez desarrollado en su totalidad,
colocarnos definitivamente fuera de peligro? Algunos filósofos parecen haber
albergado esa ilusión, incluso hay quien piensa que la filosofía consiste
esencialmente en esa ilusión. Nosotros no vamos a discutirlo ahora. Pero sí
señalaremos algunos de los problemas que plantea tal posibilidad.
• Observemos, en primer lugar, que, aunque el conocimiento total fuese posible,
es decir, aunque fuese sólo una cuestión de tiempo, nosotros tenemos que
vivir precisamente ahora y no podemos esperar para resolver nuestra vida.
Deberíamos contar, al menos provisionalmente, con alguna forma de
orientación distinta del conocimiento mismo o, como mínimo, diferente del
tipo de conocimiento absolutamente seguro que buscamos, a no ser que,
contradictoriamente, renunciemos a toda orientación mientras el
conocimiento no se complete.
• Pero también podría darse el caso de que ese conocimiento total que nos daría
una seguridad absoluta resulte ser imposible, es decir, puede ocurrir que el
propio proceso de conocimiento descubra algún límite infranqueable para
nuestra capacidad de conocer, de manera que sepamos ya con certeza que, por
mucho que nuestro conocimiento se amplíe, siempre quedará un ámbito de
incertidumbre, de peligro, un ámbito en el que el conocimiento no nos puede
servir de orientación. Si así fuese, dado que suponemos que seguimos
queriendo no perder la vida, es decir, que no nos daría igual hacer una cosa
que otra, tendríamos que buscar, para justificar nuestras decisiones, un criterio
ajeno al conocimiento.

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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

Para I. Kant,
las tres preguntas fundamentales son las siguientes:
¿Qué puedo conocer?
¿Qué debo hacer? y
¿Qué puedo esperar?

ACTIVIDAD
14. Lee atentamente los siguientes textos y relaciónalos con los contenidos de
la unidad:
Hay cosas que sólo la inteligencia es capaz de buscar, pero que, por sí
misma, no hallará jamás. Esas cosas sólo las hallaría el instinto; pero éste
nunca las buscará.
H. BERGSON, La evolución creadora
Pero nadie reflexiona o delibera sobre lo que no puede ser de otra manera,
ni sobre lo que no puede hacer. De suerte que, si toda ciencia va
acompañada de demostración, y no hay demostración de las cosas que
pueden ser de otra manera, y asimismo tampoco es posible deliberar sobre
lo que es necesariamente, la prudencia no podrá ser ciencia.
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco

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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

PARA FINALIZAR
Un poco de historia
Si preguntamos a la filosofía del siglo XX dónde esta la clave para entenderla,
cuál es hoy su tarea y su función más radical, vamos a obtener casi tantas
respuestas como autores, porque, uno de los rasgos de la filosofía del siglo XX
es la diversidad incluso a la hora de comprenderse a sí misma. A lo largo del
libro podrás ir conociendo otras respuestas, pero, de momento, en los textos que
siguen tienes tres enfoques para elegir.
Ciencia, filosofía y vida
Husserl
La Europa espiritual tiene un lugar de nacimiento. No pienso, con ello,
geográficamente en un lugar, aunque también esto es pertinente, sino en
un lugar de nacimiento espiritual, en una nación, o bien en individuos y
grupos humanos de esta nación. En la nación de la Grecia Antigua hacia
los siglos VII y VI a. de C. En ella surge una nueva actitud de los
individuos hacia el mundo circundante. Y como consecuencia aparece una
clase totalmente nueva de formaciones espirituales, que rápidamente
crece hacia una forma cultural sistemáticamente cerrada; los griegos la
denominaron filosofía. Correctamente traducido, en el sentido originario,
esto no quiere decir otra cosa que ciencia universal, ciencia de la totalidad
del mundo, de la unidad total de todo lo existente. Muy pronto el interés
por el universo, y con ello la pregunta por el devenir que lo abarca todo y
el ser en el devenir, comienza a especificarse según las formas y regiones
del ser, y de este modo se ramifica la filosofía, la ciencia una, en múltiples
ciencias particulares.
En la aparición de la filosofía con este sentido, en el que están
comprendidos, por tanto, todas las ciencias, veo yo, por paradójico que
ello parezca, el fenómeno primario de la Europa Espiritual.
E. HUSSERL, La filosofía en la Crisis de la Humanidad Europea
Zubiri
Desde el siglo XVIII, la historia va apretando cada vez más la existencia
humana. Mientras, hasta entonces, salvo en casos aislados y en aisladas

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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

circunstancias, se consideró siempre la historia como algo que pasa al


hombre, hoy la historicidad pugna por introducirse en su propio ser. Con
lo cual la idea del Ser, sobre la que se ha inscrito la casi totalidad de la
filosofía, desde sus orígenes hasta nuestros días, vacila y se torna en grave
problema [...]. Por otro lado, el desarrollo gigantesco de nuestra técnica
ha modificado profundamente la manera como el hombre existe en el
mundo. Puede decirse que, realmente, la técnica constituye la manera
concreta como el hombre actual existe entre las cosas. Pero mientras para
la Antigüedad la técnica era un modo de saber, para el hombre moderno
va cobrando progresivo carácter cada vez más puramente operativo. [...]
De ahí la grave crisis que afecta a la idea misma del mundo y de la función
rectora del hombre en su vida.
Finalmente, las complicaciones de todo orden, en la vida cotidiana
privada y en la vida pública, nos convierten en problema agudo los
resortes más elementales sobre los que se hallaba montada nuestra
existencia. La urgencia arrastra al hombre contemporáneo, y su interés se
vuelca en lo inmediato. De ahí la grave confusión entre lo urgente y lo
importante, que conduce a una sobreestimación de las decisiones
voluntarias respecto de la remota e inoperante especulación teórica. [...]
Conscientes del carácter histórico de toda situación, dominado el mundo
por la técnica, acosado el hombre por las urgencias más apremiantes,
¿qué sentido puede tener el filosofar? ¿Puede darse una forma de
inteligencia que, sin radical y penoso equívoco, venga designada con el
mismo vocablo de filosofía con que los griegos designaron la forma
suprema de sabiduría? El problema de la filosofía de hoy se reduce, en el
fondo, al problema mismo del filosofar; es la filosofía como problema.
X. ZUBIRI, Naturaleza, Historia y Dios
Ortega y Gasset
La historia de la filosofía es una disciplina interna de la filosofía y no un
añadido a ella o curiosidad suplementaria. Dos razones lo sustentan.
Primera: hacemos siempre nuestra filosofía dentro de tradiciones
determinadas de pensamiento en las cuales nos hallamos tan sumergidos
que son para nosotros la realidad misma, y no las reconocemos como
particulares tendencias o ensayos de la mente humana que no son los
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BLOQUE 1 - UNIDAD 1: EL SABER FILOSÓFICO

únicos posibles. Sólo estaremos en la plena posesión de estas tradiciones,


que son como nuestro subsuelo intelectual, si las sabemos bien, en sus más
decisivos secretos, poniendo al descubierto sus más evidentes supuestos.
Segundo: lo que en la inexorable forzosidad de pensar dentro de una
determinada tradición hay de aprisionamiento, de impuesta limitación,
sólo puede en algún modo contrarrestarse repristinando lo que la filosofía
fue en su origen, cuando aún no existía una tradición, o en los puntos
decisivos de su ulterior historia en que la filosofía renace, inicia rumbos
parcialmente nuevos y vuelve a reoriginarse.
Como con toda ocupación humana acaece, estamos siempre en riesgo al
filosofar de dedicarnos a ello mecánicamente, siguiendo en forma inercial
los modos de pensar vigentes, aceptando, sin más, el planteamiento usual
de los problemas. Esto es funesto, no porque nos impida ser originales. El
pujo de originalidad, que consiste en buscar deliberadamente
diferenciarnos de los demás, es una estúpida preocupación. El daño que
aquel peligro suele engendrar estriba en que, al dar nosotros por buenos
y aceptar a crédito los modos usuales de pensar y el planteamiento
habitual de las cuestiones, ni siquiera los poseeremos de verdad. Para
adquirirlos efectivamente, es menester que los aniquilemos, que
rehagamos hacia atrás el movimiento que sus inventores hicieron hacia
adelante cuando los crearon. Éstos partieron de la nada filosófica -de la
pura necesidad de filosofar- sin saber aún cómo ni con qué se podía hacer
tal cosa. Una vez más nos topamos con el consejo de Goethe: «Lo que
heredaste de tus antepasados conquistalo para poseerlo».
ORTEGA Y GASSET, Ideas para una Historia de la Filosofía r
Para seguir el hilo
Las distintas ciencias aparecen cuando la actitud filosófica se especializa en
ámbitos de cosas diferenciadas por su modo de ser. Pero esa misma
especialización les impide plantearse el problema general sobre en qué consiste
el saber. Saber qué es saber sigue siendo tarea de la filosofía. En los próximos
cuatro temas abordamos la cuestión, empezando por el saber de la ciencia, que
es el prototipo de conocimiento en nuestra cultura. Continuaremos con la lógica
y trataremos luego con detalle el problema de la verdad y su historia, y
terminaremos planteando la cuestión de la realidad.

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