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Prepared for delivery at the 2004 Meeting of the Latin American Studies Association.
Las Vegas, Nevada.
October 7-9, 2004
INTRODUCCIÓN
1
Publicada en el libro Movimientos Sociales en la Argentina. Asambleas, la politización de la
sociedad civil (2003)
1
acciones colectivas de los ochenta), o como estrategias de supervivencia de amplios
sectores que no siempre llegan a conformar una lógica de acción colectiva, como los
clubes de trueque y los cartoneros.
2
Cabe aclarar que la composición de las asambleas muestra un número considerable de estos
“expertos” que vuelcan en los debates y proyectos sus conocimientos generados en la investigación y
docencia universitaria, las consultorías y aun en el mismos estado. Esta variada gama de expertos
provienen en su mayor parte de militancias pasadas y presentes.
3
Por la ley de convertibilidad en el año 1991 se estableció el valor del peso equivalente al del dólar
estadounidense y se fijaba una base monetaria del Banco Central como garantía de disponibilidad de
divisas.
2
incapacidad de competir con los productos importados y la escasa posibilidad de
exportar, dada por los altos costos relativos, condujo a que la industria se constituyera
en expulsora de mano de obra. En 1995 el desempleo abierto fue del 18% mientras
las remuneraciones cayeron en un 5% (Beccaria, 2001). Los cambios económicos
produjeron la destrucción de miles de puestos de trabajo y la precarización y
flexibilización del mercado de trabajo, intensificación del tiempo de trabajo -
“sobreocupación” horaria, trabajo “en negro” o “no registrado”, sin protección social
y provisional, de quienes habían podido conservar su empleo. Las reformas de la
legislación laboral (contratos de duración determinada y a tiempo parcial)
institucionalizaron esta situación. En mayo de 2002, según datos de la EPH, 60% de
los ocupados padecía algún tipo de precariedad en su inserción laboral.
Estos movimientos presentan una mayor “visibilidad” con respecto a los otros
movimientos sociales (las asambleas y las empresas recuperadas), relacionada con sus
dimensiones y sus modalidades de acción, los cortes de ruta. Las movilizaciones
tienen como objetivo central la obtención de subsidios y bolsas de alimentos. En el
3
2002 la mayor parte de los participantes obtuvo un Plan Jefes y Jefas de Hogar4. La
cantidad de personas que participan, sumando a todos lo grupos, es de alrededor de
200.000 en todo el país (según la información del Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social en abril de 2003. Pautassi; 2004).
3-Empresas recuperadas.
4
El gobierno nacional, en abril de 2002, puso en marcha un programa nacional de subsidios,
denominado Plan Jefes y Jefas. Los mismos se otorgan a hombres y mujeres desocupados de hogares
pobres y con hijos menores de 18 años o discapacitados de cualquier edad o con la mujer (Jefa o
Cónyuge) embarazada. Actualmente existen alrededor de 2.000.000 de beneficiarios, siendo más de la
mitad mujeres. El conjunto de los movimientos de trabajadores desocupados cuenta con el 10% de
estos planes.
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En Yugoslavia, entre 1950 y 1973 se observaron casos de autogestión obrera impulsada por el
régimen socialista. En Chile, bajo el Gobierno de Salvador Allende (1970-1973), más de 125 fábricas
estaban manejadas por obreros. En la revolución de 1952 en Bolivia se impulsó el sistema de
autogestión de trabajadores (sobre todo en el sector minero), pero en 1964 un golpe de Estado llevó a la
ocupación militar de las minas. En 1967, en Perú, un grupo de oficiales nacionalistas tomó el poder e
impulsó un sistema de cooperativas y comunidades industriales. En Brasil, hay más de 200 empresas
recuperadas por trabajadores y la primera experiencia data de 1991 en una fábrica de calzados. En 1994
se creó la Asociación Nacional de Trabajadores en Empresas Autogestionadas (ANTEAG) para
coordinar diversas experiencias que surgían debido a la crisis de la industria. Para la ANTEAG la
autogestión es un modelo de organización que combina la propiedad colectiva de los medios de
producción con la participación y la democracia en la gestión. Esto implica además autonomía en las
decisiones y el control de las empresas. A principios de la década de los setenta se observan en
4
aliados (alguna central sindical, unos cuantos funcionarios, políticos y abogados) y
carecían de capacidad para imponerse ante la sociedad como una respuesta social
frente a la amenaza de cierre de empresas y a la desocupación, ni se observaba su
potencial como nudo de una compleja red de relaciones de economía solidaria. Como
resultado de los acontecimientos de diciembre de 2001, se incrementó la difusión de
las experiencias de recuperación de fábricas, y el desarrollo de formas de producción
autogestionadas y cooperativas. Un caso emblemático es la fábrica textil Brukman,
que fue tomada por las trabajadoras el 18 de diciembre de 2001. Estas decidieron
quedarse para esperar el salario semanal, pues los propietarios se habían retirado sin
entregarles información ni pagarles. Al día siguiente, cuando se declaró el estado de
sitio, algunas de las obreras sintieron temor: “Nosotros reventamos primero, después
reventó el país... y me agarró mucho más miedo, más como derrotada (...) explotamos
nosotros, está bien, pero ahora explotó el país... ¿quién nos va a dar ‘bolilla’ ahora?
con tantas cosas ¿quién va a mirar a una ‘fabriquita’...?”.
5
geográfica, la mitad está en el conurbano bonaerense, el 10% en la capital y el resto
en Córdoba, La Pampa y Santa Fe.
Una semana antes del 19/20 se había realizado una consulta popular
convocada por la Central de Trabajadores Argentinos y el Frente Nacional contra la
Pobreza (FRENAPO) para demandar la realización de un plebiscito sobre un Plan de
Empleo y Formación para desocupados, que alcanzó según sus organizadores a tres
millones de votantes. En los días previos al 19 y 20 de diciembre, dado el malestar
reinante por la instalación del “corralito financiero”7, los vecinos se reunían para
protestar en las esquinas, frente a los bancos. En esa semana se habían registrado
saqueos de supermercados en el Gran Buenos Aires y algunas ciudades del interior
del país. Frente a este panorama, el Gobierno Nacional declaró el estado de sitio, sin
tener en cuenta los padecimientos de la población y el registro doloroso en la
memoria colectiva del estado de sitio, la represión y la tortura sufridos durante la
dictadura militar.
bancarios como medio de impedir la fuga de divisas al exterior. Esto provocó un fuerte freno en la
circulación monetaria y en la actividad económica.
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La salida a la calle de la gente, primero con los cacerolazos y luego tomando el
centro de la ciudad en esos dos días, fue el comienzo de lo que sería una de las
características más notorias de las asambleas: la apropiación del espacio público,
continuado en las reuniones en las esquinas, en las plazas, al pie de monumentos
históricos de los barrios. Además de la Plaza de Mayo, lugar por excelencia de las
protestas populares, en muchas plazas y esquinas de la ciudad se multiplicó la
presencia de ciudadanos y ciudadanas, ya que eligieron como lugares de reunión el
corazón comercial o recreativo de cada barrio, lo que facilitaba el acceso de los
vecinos, la visibilidad de sus reuniones para los transeúntes o usuarios de medios de
transporte.
Cada una de estas acciones supone la organización en redes cada vez más
amplias y complejas, reinventando redes existentes y creando otras nuevas.
Actualmente subsisten aquellas que han continuado con las diversas actividades
reseñadas. De las más de 100 que existían en el 2002, se puede estimar la
supervivencia de algo menos de la mitad de ellas.
5-Democracia y democratización
7
instituciones públicas, y en todos los planos -político, social, cultural, tecnológico-.
Los procesos de incorporación a la vida social y sus beneficios, de igualación de
oportunidades y de participación en las diversas esferas que afectan la vida individual
y colectiva, la transformación de contratos autoritarios en la cultura y las instituciones
sociales, no siempre fueron incluidos en el análisis de las condiciones para la
democracia.
8
Los conflictos entre diferentes significados y prácticas culturales generalmente
son la fuente de procesos que pueden ser considerados políticos (Alvarez, Dagnino,
Escobar, 1998:7). En esta concepción, la cultura, como la economía, son política, lo
cual indica un enfoque completamente distinto del que se refiere a las relaciones
entre cultura y política y entre éstas y la economía.
8
Dagnino (1998:57) agudamente denomina como esquizofrénico el análisis que separa lo institucional
de lo no institucional, el estado y la sociedad civil, lo político de lo cultural.
9
sociales”, fuertemente identitarios, estos presentan transversalidades de las demandas
y propuestas por la democratización social.
9
Así como en los cacerolazos previos y en las protestas de ahorristas.
10
Por ejemplo, en una asamblea, uno de sus miembros se adjudicaba la apropiación de los vecinos “yo
solo tengo vecinos acá”, y las mujeres se mostraban subordinadas a este “líder”. Y en otra, era la voz
de los jóvenes la que no era tomada muy en serio, lo que provocaba que éstos no se incorporaran a la
asamblea.
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ni lo perciben como una extensión del altruismo materno, cuando se proyecta la
realización de actividades solidarias, sino como una obligación vinculada a una lucha
por la justicia social. Este posicionamiento se aleja de la construcción ideológica
patriarcal sobre “lo femenino”, que se vincula con prácticas supuestamente naturales
de cuidado y atención de necesitados, niños y enfermos. En cambio, varones y
mujeres de los movimientos de trabajadores desocupados tienen una visión más
tradicional, vinculada al cuidado de la familia. Aunque a poco de conversar con las
mujeres piqueteras aparecen razones que no se evidenciaban en primera instancia: la
necesidad de compartir, de estar con otras personas, de salir del aislamiento familiar.
En cuanto a las mujeres en las empresas recuperadas, muchas de ellas han ido
realizando un aprendizaje que las posiciona como líderes. La razón principal para
esto está dada por su participación activa en los procesos de recuperación de las
fábricas, más que la experiencia sindical o política previa., que en muchos casos es
inexistente, tanto para varones como para mujeres. En los casos de las que ejercen
posiciones de conducción bajo la nueva forma organizativa, no consideran haberse
sentido discriminadas por su condición femenina, y reconocen un trato igualitario,
(aún en algunos sectores muy masculinos, por ejemplo el rubro del aluminio), ganado
en las diferentes instancias de la recuperación, defendiendo sus derechos en tanto
trabajadoras. Han desarrollado capacidades de liderazgo y negociación en los
momentos de discusión frente a las amenazas de desalojo y para la organización de las
cooperativas, con jueces, abogados, legisladores, funcionarios de gobierno. Asimismo
desarrollan habilidades de articulación en los encuentros con trabajadores ocupados y
desocupados (piqueteros), en la organización de marchas de protesta, reuniones con
integrantes de asambleas barriales, charlas en universidades, notas para los medios.
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necesario para buscar más resonancia hacia sus demandas, al mismo tiempo el mismo
se configuró como salida del anonimato del trabajo rutinario, alternando la casa y la
fábrica. Esto ha conmovido también la percepción de sí mismos de hombres y
mujeres, pero en el caso de ellas, es un nuevo frente de conflicto, donde suelen
encontrar reconocimiento, pero también demandas y reclamos respecto al
cumplimiento de su papel en el ámbito doméstico. Algunas han desarrollado más
autoridad en sus hogares, pudiendo ahora hacerse escuchar y respetar, negociando
desde un lugar de derechos con sus maridos y/o sus hijos.
Estos procesos son incipientes, pero van perfilando el desarrollo de liderazgos
femeninos forjados al calor de la lucha, en las discusiones y negociaciones que lelvan
a cabo con frecuencia.
12
El peso de los legados.
13
tipo de acumulación ( “la valorización financiera”) por razones estratégicas
coyunturalistas y cortoplacistas y no porque el bloque dominante hubiera impuesto
un nuevo modelo de acumulación que excluía el compromiso con los sectores
subalternos. Afirma que “los partidos políticos no estaban obligados a hacer lo que
hicieron”, ya que tenían otras opciones:
Vuelvo a tomar prestadas las reflexiones de Colombo (2002), en este caso para
analizar el papel de las clases medias, que fue predominante en la constitución de
las asambleas. Este autor afirma que las clases medias “siempre inclinan la
balanza”
14
abiertas a la contestación democrática” Mouffe (1999:17). La politización de la
sociedad, al instalar nuevos intereses en la agenda pública, permite la ampliación de
la ciudadanía, más allá de la retórica de los gobiernos y de los partidos políticos, que
justamente la enuncian en el medio del vacío para ejercer los derechos
fundamentales. A través de las asambleas barriales, los actores sociales toman por
su cuenta la redefinición de las nociones mismas de ciudadanía, de democracia, de
intereses colectivos.
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En las empresas recuperadas, salvo un puñado de personas con historia de
participación gremial, predominan obreros y obreras que reconocen que recién
ahora pueden interpretar la realidad políticamente, como fruto de los aprendizajes
realizados en la lucha.
-Algunas asambleas se vinculan con diversas agencias del estado, desde una
perspectiva de derechos y de exigencia de cumplimiento de las obligaciones de los
funcionarios estatales.
-Las empresas recuperadas se relacionan con los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial, para la tramitación de la expropiación de la empresas que ocupan y de la
leyes que les permiten operar 11.
11
Los Gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires y de la Provincia de Buenos Aires
encararon muchos de los reclamos de obreros que ocuparon las fábricas mediante
leyes de expropiación de la empresa a sus antiguos dueños y el cambio de la figura
jurídica de la misma, dos requerimientos indispensables para sostener la autogestión
de los trabajadores. En la Ciudad de Buenos Aires, esto se realiza declarando a la
empresa de utilidad pública y sujeto de expropiación de acuerdo con la Ley Nº
238./99. En la mayoría de los casos se otorga la posesión temporaria, lo que implica
que la estabilidad lograda a través de la expropiación es limitada y precaria., Se
expropia temporalmente, por ley, durante dos años, a empresas con quiebra decretada;
el Gobierno de la ciudad paga el equivalente a un alquiler, que debe acordarse con el
síndico de la quiebra y cede en comodato por dos años a la cooperativa de trabajo los
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-Los movimientos de trabajadores desocupados, se vinculan con el estado para la
tramitación de los Planes Jefes y Jefas de Hogar y para subsidios para micro-
emprendimientos.
Más importante que lo anterior, han realizado presentaciones ante la Corte Suprema
y la Secretaría de Derechos Humanos para reclamar respuestas concretas contra la
criminalización de la protesta, así como para exigir la atención a los derechos
fundamentales que están conculcados para casi la mitad de la población.
Lo viejo y lo nuevo
Si en las asambleas se puede observar cómo las nuevas prácticas algunas veces
colisionan con las viejas, que se resisten a ser abandonadas (Gruner, 2003), en las
empresas recuperadas, las viejas identidades de trabajadores asalariados (rutinarios,
seguros de su humilde destino – con un seguro de salud, una jubilación-, poco
concientes de las circunstancias que atravesaba el país, hasta que les toco a ellos) se
trocaron, no sin sufrimiento, en nuevas identidades de cooperativistas que se hacen
cargo de todo el proceso de producción, que exigen, dialogan y negocian con los tres
poderes del estado para conservar la fuente de trabajo, aunque no ya el status de
asalariados. En el caso del mundo heterogéneo y contradictorio de los movimientos
de trabajadores desocupados, se observan modalidades de lucha que se caracterizan
por una cuota de innovación y sorpresa, más allá de los cortes de calles y de rutas. En
algunos de esos movimientos se realizan considerables esfuerzos para que los
mecanismos decisorios sean cada vez más democráticos, pero el peso de las viejas
concepciones, salvo unas pocas excepciones, diluye esta identidad en la protesta y no
consigue armar un discurso de los derechos fundamentales encarnado en la gente, que
vaya más allá del reclamo por lo planes, los bolsones de comida, etc. Tomando
prestada de Grüner (2004) la idea del desfasaje entre las nuevas prácticas sociales y la
inercia de las anteriores, que se resisten a ser abandonadas, se observa esta
coexistencia de prácticas en algunos de estos ejemplos: la demanda de planes sociales
se corresponde con una oferta desde el estado, los mecanismos de control que son, en
algunos casos, los mismos que los agentes financiadores externos aconsejaban para
controlar las políticas sociales del país; en ocasiones, también son muy parecidas las
concepciones que portan acerca de las contraprestaciones que se deben hacer por
recibir el subsidio, etc.
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En el caso de las dimensiones culturales, económicas y sociales vinculadas a
las relaciones de género, por ejemplo, es frecuente encontrar concepciones semejantes
de las predominantes en los aparatos estatales (acerca de las relaciones entre varones
y mujeres y de las familias, por ejemplo), que se ponen en crisis cuando aparece algún
acontecimiento crítico.
Graciela Di Marco
Coordinadora
Programa de Democratización de las Relaciones Sociales.
Escuela de Posgrado
Universidad Nacional de San Martín.
mail: democ @ unsam.edu.ar
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