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Anatomía del ICHINEN

por Eduardo Ciancaglini

¿Dónde estabas allá por 1987? ¿Cómo eras? ¿Quiénes eran tus amigos? ¿Cuáles eran tus
sueños y esperanzas? Si alguien te hubiera preguntado en aquel entonces: "¿Dónde estarás en el
1997?"... ¿qué habrías contestado? ¿Estás hoy donde deseabas estar?
Pero mucho más importante es saber si estás preguntándote "¿Cómo voy a vivir los
próximos diez años de mi vida? ¿Cómo voy a vivir hoy para crear el mañana con el que estoy
comprometido? ¿QUÉ ME VOY A PROPONER A PARTIR DE AHORA? ¿QUÉ ACCIONES
PUEDO EMPRENDER HOY MISMO PARA QUE CONFIGUREN MI DESTINO FUTURO?
Seguramente habrás llegado a alguna parte dentro de otros diez años más, pero la cuestión es:
¿adónde? ¿En quién te habrás convertido? ¿Cómo vivirás? Ahora es el momento para diseñar
los próximos diez años de tu vida, y no una vez que hayan transcurrido. Debemos aprovechar
este momento. Ya nos encontramos en el último tramo de la década de los '90, estamos
viviendo los últimos años del siglo XX y, dentro de poco nos encontraremos en el siglo XXI...
¡en un nuevo milenio! Sí, el 2000 estará aquí antes de que nos demos cuenta y, dentro de apenas
diez años, en el 2007, miraremos atrás y recordaremos este día tal como hoy evocamos 1987.
La pregunta es: ¿Te sentirás contento cuando contemples los años noventa, o quizá
avergonzado? ¿Satisfecho o frustrado?
En esencia, para dirigir nuestras propias vidas debemos hacernos cargo del control de
nuestras acciones. Lo que configura nuestra vida no es lo que hacemos "de vez en cuando",
sino lo que hacemos de forma consistente, constante, vale decir, LA ACCIÓN. Pero... ¿cuál es
la esencia de la acción? La respuesta es el poder de la determinación. Todo aquello que sucede
en tu vida, comienza con una decisión y el destino de cada uno queda configurado en "ese
momento" de decisión. Ésa es precisamente la etimología del término budista ichinen: "UN
instante". Las decisiones que estás tomando ahora mismo, cada día, no solo configurarán la
forma en que te sientas hoy, sino también aquello en lo que te convertirás a lo largo de la
primera década del 2000 e incluso más allá.
Y si así lo decidimos, podemos transformar nuestras vidas en una verdadera obra de
arte. ¿Cómo? Simplemente tomando HOY MISMO las decisiones acerca de cómo
queremos vivir en el 2000 y más allá. Y si no tomás HOY esas decisiones, entonces ya has
tomado de algún modo una decisión negativa: es decir, la decisión de dejarte dirigir por las
circunstancias en lugar de configurar tu destino. Toda la vida puede cambiar en un sólo día: es
el día en que decidas no simplemente “lo que te gustaría” tener en la vida o aquello en lo que
desearías convertirte, sino en quién te comprometés a ser, hacer y tener en tu vida (en ese
orden y sin saltearse ninguno). Esa diferencia de ichinen entre “lo que me gustaría” y “lo que
realmente estoy dispuesto a hacer para llevar a cabo ese cambio” marca la diferencia. Porque
muchas veces decimos: "Me gustaría ganar más dinero o tener tal o cual trabajo". O bien:
"Quisiera tener una mejor comunicación con mis hijos". Y hasta nos animamos a decir "Deseo
el kosen-rufu del mundo...", "Quiero transformar mi medio ambiente", etc. Pero ESA CLASE
DE AFIRMACIONES NO IMPLICAN NINGÚN COMPROMISO. En ella sólo afirmamos una
preferencia, no una determinación. No son más que débiles oraciones que ni siquiera contienen
la fe necesaria para emprender ningún cambio.
Y no sólo tenés que decidir con qué resultados querés comprometerte, sino también LA
CLASE DE PERSONA QUE TE COMPROMETÉS A SER. Lamentablemente, en lugar de
eso perdemos mucho tiempo buscando justificaciones: no alcanzamos los objetivos o no
vivimos la vida que deseamos por culpa de cómo nos trataron nuestros padres, o debido a la
falta de oportunidades durante nuestra juventud, o a la educación que no recibimos, o porque
somos demasiado viejos, o demasiado jóvenes... Todas estas no son mas que excusas
limitadoras y destructivas.
Por el contrario, utilizar el poder de decisión frente al Gohonzon nos proporciona la
capacidad para arrollar cualquiera de estas excusas que se nos interpongan en el camino y
cambiar lo que debemos cambiar tan sólo en "un instante" (ichinen). Tu vida cambia en el
mismo instante en que tomás una decisión nueva, congruente y comprometida frente al
Gohonzon: es precisamente de eso que trata la oración, ni más ni menos. La verdadera oración
actúa como movilizador de nuestra vida, es el poder que enciende el proceso de convertir lo
invisible en visible, lo imposible en posible, la derrota en triunfo. Las verdaderas decisiones
son catalizadores que transforman nuestros sueños en realidad.
Inicialmente, no es tan importante saber CÓMO vas a poder alcanzar un resultado: LO
IMPORTANTE CONSISTE EN DECIDIR QUE ENCONTRARAS UN CAMINO A TRAVÉS DE
LA PRACTICA. Pero la mayoría de nosotros no sabemos aún lo que significa tomar una
verdadera decisión: todavía no nos damos cabal cuenta de la inmensa fuerza de transformación
que genera una decisión congruente y comprometida. Y en parte esto se debe a que nos hemos
habituado a usar la palabra "decisión" de una manera tan imprecisa que ha terminado por
significar algo así como una "lista de deseos". De este modo, en lugar de tomar verdaderas
decisiones, seguimos afirmando tibias preferencias. Tomar una verdadera decisión significa
DESCARTAR CUALQUIER OTRA POSIBILIDAD. En otras palabras, requiere
comprometerse en lograr un resultado, un objetivo, y descartar cualquier otra posibilidad que no
sea ésa.
Existe un impedimento final para ejercer este poder infinito de la decisión: y es que
debemos superar nuestro temor a equivocarnos. Sin duda que te equivocarás, pero tendremos
que aprender a superarlo esforzándonos por aprender de nuestros errores y hacer surgir nuestra
sabiduría en lugar de autoflagelarnos. Cualquier persona que haya obtenido prueba real te
podría decir que concretó sus objetivos porque tomó más decisiones que los demás. En efecto,
si emprendés la acción diez veces al día -mientras otros actúan solamente una vez al mes, por
así decirlo- ¡habrás acumulado diez meses de experiencia en un sólo día!
Y en los momentos más difíciles, recordemos que un retraso en el logro de nuestro
objetivo no implica un fracaso: lo que parece imposible a corto plazo, finalmente se logra si se
persiste en ello. Vale decir que para triunfar debemos pensar de forma consistente a largo
plazo. Estos altibajos o "rachas" no son más que etapas comparables a los cambios estacionales:
ninguna estación dura eternamente sino que toda la vida es un ciclo de siembra, maduración,
descanso y renovación. Nichiren Daishonin dice: “Los que creen en el Sutra del Loto son como
el invierno, que jamás deja de convertirse en primavera. Nunca he visto u oído que el invierno
retroceda y se convierta en otoño”. Parece una sencilla frase que enuncia algo obvio pero, en
realidad, está sometiendo a prueba nuestra convicción en el Gohonzon: al igual que sabemos
que luego del invierno viene la primavera, ¿vivimos cada instante de nuestra vida con la
convicción de que estamos construyendo de manera inexorable una primavera para nosotros y
los demás?
Son nuestras decisiones, y no nuestras circunstancias, las que determinan nuestro
propio destino. Una decisión Verdaderamente comprometida frente al Gohonzon es la fuerza
que cambia nuestras vidas. Y se trata de un poder que tenemos a nuestra disposición en
cualquier momento, siempre y cuando "decidamos" utilizarlo. ¨

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