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Copia de Lesiones Basicas de Biomecanica Del Aparato Locomotor
Copia de Lesiones Basicas de Biomecanica Del Aparato Locomotor
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PARTE I BIOMECÁNICA GENERAL .......................................................................... 1
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XIV Indice de capítulos
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índice de capítulos XV
Introducción ........................................................................................................ 67
Tendón n orm al ................................................................................................... 67
Estructura ........................................................................................................ 68
Forma externa ................................................................................................ 70
Vascularización e inervación ..................................................................... 71
Curva de tensión-deformación del tendón .......................................... 72
Tendón patológico ............................................................................................. 74
M aterial y m étodos ........................................................................................... 75
Estudio de la vascularización intratendinosa ..................................... 75
Estudio estructural mediante microscopía óptica ............................. 75
Estudio ultraestructural mediante microscopía electrónica .......... 75
Inmunohístoquimia ..................................................................................... 76
Resultados ............................................................................................................. 76
Estudio de la vascularización intratendinosa ..................................... 76
Estudio estructural y ultraestructural ................................................... 77
Tendones sanos ............................................................................................... 78
Estudio inmunohistoquímico .................................................................. 80
Discusión ............................................................................................................... 81
Introducción ........................................................................................................ 85
E stru ctu ra del m úsculo estriado .................................................................. 85
Elementos pasivos o inertes ....................................................................... 86
Elementos activos o contráctiles ............................................................. 86
Huso neuromuscular ................................................................................... 89
Tipos de fibras musculares ........................................................................ 91
Biom ecánica de la contracción m uscular ................................................ 92
Arquitectura del músculo .......................................................................... 92
Mecánica de la contracción muscular ................................................... 92
Propiedades de la contracción m u scu la r.............................................. 96
Factores que influyen en la fuerza muscular ...................................... 97
Trabajo ............................................................................................................. 99
Aplicaciones prácticas de la biom ecánica m uscular ........................... 100
Ejercicio físico ................................................................................................ 100
Efectos del entrenamiento sobre el músculo ...................................... 100
Inmovilización y desuso ............................................................................. 101
Efectos hormonales sobre el músculo ................................................... 101
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XVI Indice de capítulos
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índice de capítulos XVII
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XVIII índice de capítulos
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Indice de capítulos XIX
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XX índice de capítulos
Prótesis .....................................................................................................................283
Clasificación .....................................................................................................283
Conceptos generales de las exoprótesis (prótesis)
de extremidades superiores e inferiores ........................................ .283
Conceptos mecánicos de las prótesis ......................................................284
Prótesis de extremidad su p e rio r................................................................284
Prótesis de extremidad inferior ................................................................ .286
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Indice de capítulos XXI
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PARTE I
Biomecánica general
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Capítulo 1
Conceptos de físíca aplicados
al aparato locomotor
E. C a t u r l a F it a
La fuerza es una magnitud vectorial y, por tanto, una fuerza se representa mediante un
vector. Un vector puede definirse com o un par ordenado de puntos o un segmento orien-
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E. Caturla Fita
tado. Los cuatro elem entos que definen un vector son: m ódulo, dirección, sentido y
punto de aplicación.
El módulo se representa por la longitud del segmento. La dirección es la de la recta a la
que pertenece el segmento. El sentido queda definido por la cabeza de la flecha (B ). El
punto de aplicación es el punto en que iniciamos el vector (A).
f = ( f x ,f y )
f = V F+ ^
La dirección de f puede calcularse a partir de la tangente del ángulo que forma f con la
horizontal:
fy
Ix
Normalmente sobre el cuerpo objeto de estudio actuarán dos o más fuerzas. En estos ca
sos será necesario, para poder estudiar el efecto resultante de todas ellas, recordar cóm o
se suman las fuerzas, cóm o se suman los vectores.
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C a p it u l o 1. Conceptos de física aplicados al aparato locom otor
Figura 1-3
2. H aciendo coincidir los puntos de aplicación de los dos vectores. El vector sum a co in
cid e co n la d iag o n al del p a ra le lo g ra m o d efin id o p o r los dos v e cto re s su m a n d o s
(fig. 1-4)
Figura 1-4
Los vectores tam bién pueden sum arse^analíticam ente. Si el v ecto r fi tiene p o r c o m
p onentes fix y fiy, fi = (fix. fiy), y el v ecto r ?2 es = (fix, h y ), el v ecto r sum a tiene p o r p ri
m era com p on en te la sum a de las p rim eras co m p o n en tes y p o r segunda com p o n en te la
sum a de las segundas com ponentes:
De la m ism a form a que dos o m ás vectores pueden sumarse, en ocasiones, puede ser in
teresante el proceso contrario, es decir, dado un vector descom ponerlo com o sum a de dos o
más vectores cuya sum a sea igual a él. Este proceso puede facilitar la interpretación de algu
nos problemas, ya que facilita el análisis de los posibles efectos de una determ inada fiierza.
E = m -a
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E. Caturla Fita
1. No tiene sentido discutir cuál es la fuerza de acción y cuál la de reacción. Todo de
penderá de cuál sea nuestro punto de vista y desde dónde estemos describiendo un de
terminado fenómeno.
2. Las fuerzas de acción y reacción actúan sobre cuerpos distintos y p or tanto no se
pueden sumar.
3. El hecho de que las dos fuerzas sean iguales en m ódulo no quiere decir que sean
iguales sus efectos, ya que las características de los cuerpos sobre los que actúan pue
den ser muy diferentes.
Si entre los cuerpos A y B se produce una interacción, la fuerza que A ejerce sobre B
será igual a la que B ejerce sobre A, pero si las masas de A y B son muy diferentes tam
bién lo serán las aceleraciones con que se moverán.
B
Figura 1-5 -► <-
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C a p ít u l o 1. Conceptos de física aplicados al aparato locom otor
Tierra sobre los cuerpos. Se trata, por tanto, de una fuerza a distancia. Según la tercera ley
de Newton, la reacción del peso, es decir, la fuerza que realiza el cuerpo sobre la Tierra,
está evidentemente aplicada en la Tierra.
El peso de un cuerpo en la Tierra se calcula multiplicando la masa del cuerpo por la
aceleración de la gravedad (g), que para puntos próxim os a la superficie terrestre es de
9,8 m-s’ l
Dado un determinado cuerpo, las distintas partes en que podemos descomponerlo
mentalmente son atraídas por la Tierra, esto es, tienen su peso. El peso total del cuerpo
será la suma de los pesos de todas sus partes. El punto de aplicación de la fuerza peso re
sultante es lo que se conoce con el nom bre de centro de gravedad. Si un cuerpo es h o
mogéneo, es decir, si todas las partes en que podemos descomponerlo tienen la misma
densidad, su centro de gravedad coincide con su centro geométrico. Si algunas de las par
tes de un cuerpo son más densas que otras, el centro de gravedad se desplazará hacia las
zonas de mayor densidad.
I Figura 1-6
El centro de gravedad del cilindro de la figura 1-6 que suponemos homogéneo coinci
de con su centro geométrico G. El centro de gravedad del martillo queda desplazado ha
cia la parte metálica que presenta una mayor densidad que la del mango de madera.
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E. Caturla Fita
Figura 1-7
-► f.
f r ^f Xs- N
Si la fuerza que ejercem os sobre el cu erp o h acia la derecha es su perior o igual a |jLs-N
vencerem os el rozam iento estático, y el cu erp o deslizará.
C uando el cu erp o deslice, la fuerza pasará a ser una fuerza de rozam ien to dinám ico.
D ad o un d eterm in ad o cu erp o y un plan o, la fuerza de ro zam ien to d in ám ico es igual a
(Xd •N en donde |JLd es el llam ado coeficiente de rozam ien to d inám ico y N es de nuevo la
fuerza n o rm al que ejerce el cu erp o sobre el plano. El coeficiente iXd depende de la n a tu
raleza y grad o de p u lim en tació n de los cu erp o s en co n ta cto . P ara un d eterm in ad o p ar
cu erp o-p lan o el coeficiente dinám ico acostu m b ra a ser m en o r que el estático.
N
O
Figura 1-8
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C a p it u l o 1. Conceptos de física aplicados al aparato locom otor
dición que adem ás de necesaria sea suficiente deberem os in trod u cir el con cepto de m o
m en to de una ftierza.
C on sid erem os un cu e rp o c o m o el de la figura 1 -9 que puede g irar alred ed o r de un
eje p erp en d icu lar al plano del dibujo y que pasa p o r O. Si sobre este cu e rp o ejercem os
una fiierza f co m o la de la figura, definim os m o m en to (M ) de la fiaerza co m o el p ro d u c
to del m ód u lo de la fuerza (f) p o r su b razo (d ). E ntend em os p o r brazo de una fuerza la
distancia existente entre la recta de aplicación de la ftierza y el eje que pasa p o r O.
M = f-d
Figura 1-9
Se dice que un cu erp o está en equilibrio respecto a un d eterm in ado sistem a de referen
cia si la velocidad de todas sus partes en ese sistema es igual a cero.
Existen tres tipos de equilibrio denom inados: estable, inestable e indiferente. A co n ti
n uación se caracteriza cada uno de ellos m ediante un ejem plo.
U n co n o puede m an ten erse en equilibrio apoyado en un plano de tres form as dife
rentes.
En p rim er lugar p odem os apoyarlo sobre su base (fig. 1-1 0 a ). Si ah ora desplazam os el
vértice del con o ligeram ente de la posición de equilibrio alcanzada, nacerá una fuerza (re
cu p erad ora) que tiende a que el co n o vuelva a la posición de equilibrio inicial. D irem os
que el con o ha alcanzado una posición de equilibrio estable.
P o d e m o s m a n te n e r el co n o en eq u ilib rio ap o y ad o so b re el p la n o p o r el v é rtice
(fig. 1 -1 0 b ). Si d esp lazam o s su av em en te el c o n o de la p o sició n de eq u ilib rio, a h o ra .
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10_________________________________________________________________________________E. Caturla Fita
a diferencia de la situación anterior, nace una fuerza que lo desestabiliza y le hace aban
donar la posición de equilibrio. En este caso el equilibrio es inestable.
Por últim o podem os apoyar el cono sobre el plano p or una de sus generatrices
(fig. 1-10 c). Al separar el cono de su actual posición de equilibrio no se presenta ni una
fuerza recuperadora com o en el prim er caso ni una que lo desestabilice com o en el se
gundo ejemplo. El cono adopta una nueva posición de equilibrio manteniendo el con
tacto con el plano apoyado sobre otra generatriz. Este comportamiento es característico
de los cuerpos dotados de un equilibrio indiferente.
Entre los tres tipos de equilibrio que se han descrito existe una diferencia clara, pero
debe advertirse que las tres posibilidades corresponden a situaciones de equilibrio.
Para que un cuerpo o un sistema esté en equilibrio deben verificarse dos condiciones:
1. La resultante o suma de las fuerzas que actúan sobre el cuerpo debe ser cero.
2. La suma de los momentos de las fuerzas que actúan sobre el cuerpo debe ser cero.
Estas dos proposiciones constituyen una condición necesaria y suficiente para el equi
librio de un cuerpo.
Supongam os una b arra rígida (palanca) com o la de la figura 1-8. Las fuerzas que
ejercemos en sus extremos son f¡ y fi. La palanca está apoyada en el punto O. Las tres fiier-
zas que actúan son fi, f2 y N que es la fuerza aplicada en el punto de apoyo. Las condicio
nes de equilibrio aplicadas a este caso nos conducen a:
En esta última expresión se han calculado los m om entos de las fuerzas respecto del
punto O y se ha tenido en cuenta que el momento de fi es positivo ya que si actuase sola
haría girar el sistema en sentido antihorario, mientras que el m om ento de f2 es negativo
ya que haría girar la palanca en sentido de las agujas de un reloj. El momento de la fuer
za N es nulo ya que el brazo de esta fuerza es cero al estar aplicada en un punto que per
tenece al eje de giro.
La segunda de las condiciones de equilibrio nos ha conducido a escribir la conocida ley de
la palanca que se formula diciendo que el producto de una fuerza (en ocasiones designada
por potencia) por su brazo es igual al producto de la otra fiaerza (resistencia) por el suyo.
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C a p it u l o 1. Conceptos de física aplicados al aparato locom otor 11
ram os que el centro de gravedad del antebrazo es equidistante (1 7 cm ) del codo y del
objeto de 3 kp. El bíceps se inserta a una distancia de 5 cm del codo. Debemos calcular la
fuerza ejercida por el bíceps (T) y la fuerza que se produce en la articulación brazo-ante-
brazo (N ) si el sistema está en equilibrio.
Figura 1-11
Sea P = 1 kp el peso del antebrazo que debemos suponer aplicado en el centro de gra
vedad.
La primera condición de equilibrio nos permite escribir:
T = N - hP + P i
T 5 - P 1 7 - P i 34 = 0
Estas dos últimas ecuaciones form an un sistema que una vez resuelto nos permite
obtener los valores de las incógnitas N y T. Los resultados son N = 2 1 , 8 k p y T = 25,8 kp.
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12 E. Caturla Fita
Figura 1-12
R
R
ct> =
A un objeto sujeto por un extremo com o el de la figura 1-13, se le aplica en su otro ex
tremo una fuerza de tracción F.
Figura 1-13
l -lo
e=-
lo
La fuerza F aplicada significa para la barra una fatiga o esfuerzo cj) y le genera una defor
mación unitaria e. Al ir aumentando F obtendríamos una gráfica como la de la figura 1-14.
El primer tram o de esta gráfica es una recta; esto significa que si cj) es inferior a (|)i es
tamos dentro del límite elástico de la barra y, por tanto, si retiramos la fuerza, la barra vol
verá a su longitud inicial.
Si el esfuerzo es superior a <j>i, al suprimir la fuerza, la barra no recuperará su longitud
inicial y se producirá una deformación permanente. Si la fatiga o esfuerzo es superior a
(|)r, la barra se romperá.
Si nos movemos dentro del límite elástico se verifica la llamada ley de Hooke que es
tablece que las deformaciones unitarias son proporcionales a los esfuerzos, es decir;
e = K-<\>
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C a p it u l o 1. Conceptos de física aplicados al aparato locom otor 13
Figura 1-14
1»
So-S_^^.l-lo
So lo
Si sobre un cuerpo con su base fija com o el de la figura 1-15 ejercemos una fuerza tan
gente a la cara superior, se producirá una deformación com o la indicada. Las secciones
paralelas a la base se deslizan unas sobre otras y se produce un cambio de forma aunque
no de volumen.
F=
-►
Figura 1-15
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14_________________________________________________________________________________E. Caturla Fita
T
Se define la deformación por cizalladura a partir de la tangente trigonométrica del án
gulo (p de la figura:
Ax
<j)c = Me •tg cp
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Capítulo 2
Bioquímica del tejido conjuntivo
y del tejido muscular
R. Se g u r a C a r d o n a
Tejido conjuntivo
El tejido conjuntivo deriva de la capa media del organismo embrionario, o mesodermo
(cuyo remanente en la vida adulta recibe el nom bre de mesénquima) y constituye una
gran parte de la masa corporal. El tejido conjuntivo constituye la base de diversos tejidos
y estructuras, com o los huesos, los cartílagos, los tendones, las fascias, las cápsulas articu
lares, los componentes elásticos de los tejidos, etc., así com o gran parte de las estructuras
que conforman los sistemas hematopoyético y linfopoyético. Aparte de su gran diversi
dad, todas las estructuras mencionadas presentan la característica com ún de que su fun
ción depende, fundamentalmente, de la calidad de sus componentes extracelulares y no,
com o ocurre en el resto de órganos, de sus elementos celulares.
El tejido conjuntivo está constituido en términos relativos por una pequeña cantidad
de células, enclavadas en una matriz compuesta por una abundante cantidad de líquido
extracelular, proteínas y minerales que mantienen en posición y “aglutinan” a las células
que forman parte de los distintos órganos y, en el caso del tejido óseo, constituyen el so
porte mecánico de nuestro organismo.
Las células del tejido conjuntivo son responsables de la producción y mantenimiento
del material en el que se hallan dispersas, pero apenas desempeñan papel alguno en la
función que éste realiza. Las principales características y propiedades de los distintos tejí-
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16____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
dos y estructuras de carácter conjuntivo dependen del contenido y disposición de una se
rie de p ro teín as de n a tu ra le z a fibrosa. A d em ás, p a rticip a n , de m a n e ra d e sta ca d a , un
conjunto de sustancias situadas en el espacio interfibrilar que se agrupan bajo el nom bre
de sustancia fu n dam ental. Estas sustancias constituyen un sistem a u bicu o, presente en
tod o el espacio extracelular, que le confiere una consistencia m ás viscosa (co m o un gel)
que fluida (co m o sería la de una disolución acu osa).
En cualquier caso, la consistencia de la sustancia fundam ental y del espacio líquido ex
tracelular, varía de un lugar a o tro y depende de la can tid ad y naturaleza de los c o m p o
nentes presentes en ca d a zo n a; así, p uede o scilar en tre la rigidez del ca rtíla g o hialino
hasta la consistencia gelatinosa del cord ón um bilical o la fluidez del líquido situado entre
las distintas células m usculares.
Los distintos tejidos y estructuras de carácter conjuntivo presentan una com p osición
variable en la que destaca la ausencia de glucógeno (p olisacárido de reserva) y la v a ria
ble p rop orción de agua (en relación co n su papel funcional).
Compuesto
Agua 74% 60% 25% 62% 70%
Proteína 17% 36% 20% 27% 21%
Polisacáridos 8% 3% 3% 1% 1%
Lípidos - - 5% 10% 7,5%
M inerales (m m ol/l)
Sodio 170 90 230 70 25
Potasio 12 12 40 22 105
Calcio 24 3,5 4.500 4 1
Magnesio 5 7 100 1,5 10
La piel se considera co m o un tejido conjuntivo dado que la co n tribu ción del ectod er-
m o (co n sus com p on entes celulares activos y queratinizados) es relativam ente pequeña.
Por o tra parte, y co m o elem ento de referencia, se indica la com p osición del m ú sculo es
q uelético. Es in teresante señalar que el h ueso y el m ú scu lo m u estran un co n ten id o en
proteína total m uy parecido. No obstante, la proteína del m ú sculo es, fundam entalm en
te, intracelular m ientras que la del hueso es extracelular; adem ás, la m ayor parte de la p ri
m era constituye un elem ento esencial de un sistema activo, con tráctil, m ientras que la se
gunda tiene un papel pasivo, de sop orte m ecánico.
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C a p it u l o 2. Bioquímica del tejido conjuntivo y del tejido muscular 17
2. Una matriz extracelular, constituida por moléculas de colágeno (de naturaleza fibrilar
y no fibrilar) y por fibras de elastina, por glucoproteínas (de carácter estructural y m o
dulador) y por glucosaminoglicanos.
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18 R. Segura Cardona
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C a p ít u l o 2 . B io q u ím ic a del te jid o c o n ju n tiv o y d el te jid o m u s c u la r 19
Figura 2-2.
Microfotografía, al
microscopio electrónico,
de un haz disgregado
de fibrillas de colágeno.
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20 R. Segura Cardona
m atriz intersticial. En con trap osición, el colágeno de tipo IV constituye una red, no fibri-
lar, co m p o n e n te fu n d am en tal de la m e m b ra n a basal de las células de tip o endotelial,
epitelial, m iocárd ico y de m úsculo liso. En la tabla 2 -1 se indican las principales cara cte
rísticas de los tipos de colágeno m ás abundantes en nuestro organism o.
La función p rincipal del colágeno es co n trib u ir a m an ten er la fo rm a de los distintos
órganos y tejidos y la de im pedir una d eform ación excesiva de las estructuras en las que
se halla presente. La fibras que form an parte de los tendones y las que se en cuen tran en la
piel están constituidas p o r fibrillas dispuestas paralelam ente entre sí. En cam bio, en otros
tejidos, co m o el p arénquim a p ulm onar, las fibrillas m u estran una disposición m ás irre
gular. E n los huesos y los dientes, las fibras de colágeno se disponen fo rm an d o una red
trid im en sion al (estabilizada p o r la p resencia de un g ran n ú m ero de enlaces o puentes
cruzados) sobre la que se depositan, de m an era ordenada, cristales de hidroxiapatita (una
sal de fosfato de calcio). En los cartílagos, la fibrillas se estructuran en una red laxa que les
confiere elasticidad y flexibilidad.
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C a p it u l o 2 . B io q u ím ic a d el te jid o c o n ju n tiv o y d e l te jid o m u s c u la r ________________________________^
Elastina
La elastina, com o el colágeno, es una proteína de tipo fibroso que, a diferencia de aquél,
está constituida por moléculas parecidas a bastones, de alrededor de 10 nm de grosor, dis
puestos aparentemente al azar, sin una ordenación precisa. Debido a este hecho, la elas
tina, examinada al microscopio electrónico, muestra una estructura amorfa, desordena
da, que no presenta las estriaciones características de las fibras de colágeno.
El constituyente básico de la elastina, la denominada tropoelastina, está constituida
por una sola cadena polipeptídica caracterizada por la presencia de una elevada propor
ción de glicina, de prolina y de aminoácidos de carácter hidrofóbico y de una pequeña
proporción de residuos de carácter iónico. Por otra parte, y a diferencia de lo que ocurre
en el colágeno, los residuos de lisina y de prolina no están hidroxilados. Por todo ello, la
elastina madura es insoluble en agua, siendo especialmente inerte y muy resistente a la ac
ción de los ácidos y álcalis diluidos así com o a la de las enzimas de carácter proteolítico.
La molécula de elastina contiene un considerable número de zonas o dominios hidrofó-
bicos que se alternan con segmentos o regiones capaces de establecer uniones covalentes con
segmentos de moléculas vecinas. Las propiedades elásticas de la molécula y, en conjunto, de
las fibras de elastina están determinadas por el comportamiento de los segmentos de carácter
hidrofóbico. La elastina, que por sí sola daría lugar a la formación de un material desorgani
zado, amorfo, se orienta y ordena en el espacio sobre un “andamiaje” o guía constituido por
moléculas defibrilina (segregadas por los fibroblastos o por las células de músculo liso). De
esta manera, las moléculas de elastina se organizan para constituir fibras elásticas que pueden
ser estiradas hasta más de un 50 % de la longitud que poseen en condiciones de relajación;
una vez estiradas, las fibras de elastina pueden recuperar rápidamente su longitud original.
Debido a la peculiar función que desarrollan, las cadenas polipeptídicas de elastina
adoptan una determinada longitud, com o en una espiral dispuesta al azar. Las m olécu
las de elastina, enrolladas y entrecruzadas, pueden estirarse y acortarse en el seno de la
malla tisular que las mantiene en posición, de tal m anera que el conjunto se com porta
com o una cinta elástica. Desde el punto de vista físico, un biopolímero que tiene puen
tes cruzados entre las moléculas que lo constituyen puede pasar, cuando es estirado, de
una situación en la cual se halla enrollado en mayor o m enor grado, al azar, a otra en la
que los distintos constituyentes se encuentran orientados, polarizados, en una posición
definida. Las moléculas estiradas se adaptan de m anera gradual y adoptan una longitud y
forma propias al alcanzar la nueva posición, con un incremento en el grado de ordena
ción y de organización del sistema. Este mayor grado de ordenación com porta una re
ducción en la entropía del sistema que, com o ocurre en cualquier otro caso, tiende a au
mentar de manera espontánea, y confiere la capacidad de recuperación o rebote elástico
a las correspondientes fibras. Al cesar la fuerza externa, deformante, la energía “acum u
lada” en el muelle permite, por medio de un proceso de rebote, recuperar la situación ori
ginal de la estructura enrollada al azar, dotada de un elevado grado de entropía.
Debido a sus peculiares características, las fibras de elastina constituyen un elemento
importante en tejidos com o la piel (donde forma una masa de fibras interconectadas), los
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22__________________________________________________________ __________________ R. Segura Cardona
ligamentos (donde se dispone en forma de apretados haces fibrosos), las paredes de los
grandes vasos (en las que forma capas o placas circulares, fenestradas), etc.
Glucosaminoglicanos y proteoglicanos
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C a p it u l o 2 . B io q u ím ic a d el te jid o c o n ju n tiv o y d el te jid o m u s c u la r ________________________________^
El com portam iento fisicoquímico de este tipo de compuestos, com parado con el de
los polisacáridos neutros, es totalmente distinto debido, sobre todo, a la presencia de los
grupos carboxilo, de carácter ácido, en el carbono 6 (característicos de los ácidos uróni-
cos). Por otra parte, su elevado grado de polimerización determina su excepcional hi-
groscopia y capacidad de hinchamiento o retención de agua, de form a que este tipo de
compuestos puede llegar a absorber agua en una proporción varias veces superior a su
peso seco. Así, contribuyen a controlar el contenido en agua del tejido conjuntivo.
En estado líquido, libre, las moléculas de glucosaminoglicanos tienen una configura
ción extendida debido a la repulsión electrostática que existe entre los distintos grupos car-
boxilados y sulfatados. Integrados en los distintos proteoglicanos dan lugar a la formación
de dispersiones que presentan un elevado grado de viscosidad y que pueden convertirse en
geles dependiendo de la concentración de los grupos ácidos libres, el valor del pH, la
fuerza iónica del medio, etc. En función del grado de viscosidad alcanzado, la sustancia
fundamental se com porta com o una barrera, más o menos resistente, a la penetración y
difusión de partículas extrañas por el interior de los distintos órganos y tejidos.
Cuando existe un gran número de grupos ácidos, libres, no esterificados, los iones di
valen tes (com o los de calcio) pueden inducir la gelatinización del sistema estableciendo
puentes o interacciones cruzadas entre cadenas contiguas. El proceso de gelatinización se
halla favorecido, además, por la existencia de interacciones de carácter hidrofóbico entre
los grupos m etilo de moléculas contiguas así com o por la esterifícación de los grupos
hidroxilo, presentes en los carbonos C -4 y C -6, con ácido sulfúrico. Los geles de polisacá
ridos y de proteoglicanos hidratados, se caracterizan por su elevado grado de resistencia
a la com presión, lo cual, junto a la presencia de fibras de colágeno entremezcladas, les
confiere una gran resistencia a la deformación.
La familia de los glucosaminoglicanos se divide en tres clases distintas, en fúnción del
tipo de azúcares constituyentes y de las uniones que se establecen entre ellos. Estas clases
son las siguientes:
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24____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
tipo aniónico en la parte lateral de la molécula, de carácter polar, se comportan como com
puestos extremadamente hidrofílicos que retienen una gran cantidad de agua y, a la vez,
de iones electropositivos (en especial, sodio). Estas características constituyen la base del es
pacio líquido extracelular y confieren al tejido conjuntivo su particular turgencia.
Las propiedades mecánicas del tejido conjuntivo dependen de la presencia, en el seno
de la sustancia fundamental, de proteínas fibrosas segregadas al espacio extracelular, las
cuales se hallan embebidas en el seno de la sustancia fundamental donde interaccionan
con sus componentes por medio de atracciones de carácter iónico, de enlaces o puentes
de hidrógeno y por fuerzas de Van der Waals.
Está constituido por el m ism o tipo de com ponentes que el tejido laxo, pero presenta
un mayor contenido y proporción de fibras de colágeno lo que le confiere más resisten
cia, pero menos flexibilidad. En función de la ordenación que experim entan las fibras
de colágeno, se distinguen dos variantes de tejido conjuntivo denso: no m odelado o
modelado.
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Tejido cartilaginoso
Cartílago hialino
El cartílago hialino está constituido por agua, que representa alrededor del 75 % de la
masa total, y por fibras de colágeno y proteoglicanos, aproximadamente a partes iguales,
que constituyen el 25 % restante. Examinadas al microscopio óptico, la fibras de coláge
no son, de manera habitual, invisibles debido a que presentan el mismo índice de refrac
ción que la sustancia fundamental. Los proteoglicanos más abundantes en el cartílago
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26 R. Segura Cardona
Ácido hialurónico
Proteina de fijación
Sulfato de queratán
Sulfato de condroitina
Proteína central
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compuestos que constituyen la matriz extracelular y, poco a poco, van quedando atrapa
dos o aislados en el seno de ésta.
Los condroblastos rodeados por m atriz extracelular se denominan condrocitos, los
cuales, todavía son capaces de dividirse y de form ar grupos de dos a cuatro células en
cada una de las zonas donde han quedado aislados. A medida que las células integrantes
de cada uno de estos pequeños grupos elabora más material extracelular se distancian
unas de otras, en un proceso en el cual el cartílago crece o se amplía desde el “interior”; a
este tipo de crecimiento o expansión se le conoce con el nombre de crecimiento intersticial.
En contraposición, las células situadas en la periferia del cartílago se diferencian para
form ar fibroblastos los cuales elaboran un tejido conjuntivo denso, irregular, conocido
com o pericondrio, encargado del crecimiento y del mantenimiento del cartílago en esta
zona. El pericondrio presenta dos capas: una externa, de naturaleza fibrosa, que contie
ne fibras de colágeno de tipo I y, naturalmente, fibroblastos, junto con una red vascular,
y otra, situada más hacia el interior, de mayor densidad celular e integrada por células
condrogénicas. Estas últimas evolucionan a condroblastos responsables de sintetizar la
matriz intercelular. Debido a esta disposición, el cartílago se expande o crece también por
la periferia a través de un proceso conocido com o crecimiento por yuxtaposición.
El crecimiento intersticial sólo tiene lugar durante las etapas iniciales de la formación
del cartílago hialino (sin embargo, el cartílago articular, que carece de pericondrio, sólo se
“expande” por crecimiento intersticial). El cartílago del resto del cuerpo (a excepción del
que constituye las placas epifisarias) crece básicamente por yuxtaposición o aposición.
La matriz del cartílago hialino contiene sobre todo fibras de colágeno de tipo II y pe
queñas cantidades de fibras de colágeno de los tipos IX, X y XI. Las fibras de colágeno de
tipo II forman haces de tamaño medio, si bien su grosor se incrementa a medida que se
alejan de las células que los han formado. La orientación de las fibras de colágeno guar
da relación con las tensiones y fuerzas de compresión y descompresión a las que se halla
sometido el cartílago en cada zona. Así, en el cartílago articular, las fibras próximas a la
superficie se disponen en dirección paralela a ésta mientras que las situadas más profun
damente se orientan con preferencia en forma de columnas más o menos curvadas.
En el cartílago hialino articular, la red de fibras de colágeno constituye un elemento
de fijación de éste al hueso subyacente, a la vez que le confiere resistencia tensional. Las
fibras de colágeno y los proteoglicanos de la sustancia fundamental actúan conjunta
mente, com o una unidad funcional, y son responsables de las propiedades mecánicas de
la superficie articular. El cartílago articular m uestra una m arcada capacidad para de
formarse y recuperar la forma original así com o la de compensar las pequeñas irregula
ridades que presenta la superficie del hueso, de form a que la carga o presión que se
ejerce sobre él se reparte sobre una superficie más amplia, y de m anera más uniforme,
durante la realización de los distintos movimientos. Por último, el cartílago articular ac
túa com o un am ortiguador siendo capaz de absorber o reducir el im pacto, potencial
mente lesivo, producido por los incrementos bruscos de la carga o presión ejercida so
bre el corresp ond ien te hueso. En cualquier caso, la lisura del cartílago así co m o su
capacidad para resistir las fuerzas, tanto de tensión com o de compresión, son esencia
les para su función en la superficie articular.
El cartílago de tipo fibroso contiene un gran número de fibras de colágeno de tipo II y es
casa cantidad de sustancia fundamental, en la cual predomina el sulfato de condroitina
y el sulfato de dermatán. El cartílago fibroso contiene una pequeña cantidad de cartílago
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28____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
Cartílago elástico
Tejido elástico
Está constituido por haces paralelos de fibras elásticas, de gran tamaño, intercalados con
fibras de colágeno de pequeño tam año y fibroblastos aplanados que ocupan el espacio
que queda entre las primeras. Debido al elevado contenido en fibras de elastina, este teji
do m uestra un color amarillento característico. La propiedad funcional más destacada
es su marcada elasticidad. Uno de los lugares donde existe gran cantidad de tejido elásti
co son los ligamentos amarillos de la columna vertebral.
Tejido reticular
Está integrado por fibras de naturaleza reticular, asociadas íntimamente a células reticu
lares, y constituye el armazón que delimita y da soporte a las distintas células que se en
cuentran en los órganos hematocitopoyéticos (médula ósea hematopoyética y órganos
linfoides). Las células reticulares son fibroblastos especializados en la formación de fibras
reticulares.
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C a p it u l o 2. Bioquímica del tejido conjuntivo y del tejido muscular___________________________ W
Tejido mucoso
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Estructura de la miofibrilla
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C a p ít u l o 2 . Bioquímica del tejido conjuntivo y del tejido muscular 31
Fibra muscular
Miofibrilla
Z Sarcómero Z
> -
OO
-< U X L m JM X
TT7 > - Miofibrilla
Moléculas de actina G
-< m u > -
-< TT > -
T rr ■ W
§880688888068888806888880688
Filamento de actina F
J ) ) - i ■
>
Filamento de miosina
Moléculas de miosina
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32____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
Las miofibrillas del músculo estriado contiene cuatro proteínas principales: miosina, actina,
tropomiosina y troponina. La primera constituye la base de los filamentos gruesos y las otras
tres forman parte de los filamentos delgados. Además de estas cuatro proteínas básicas, la
miofibrilla posee muchas otras proteínas cuya función, en algunos casos, no se ha podido
determinar todavía. La proteína más abundante es la miosina, que representa el 44 % del to
tal de las proteínas, seguida de la actina, que constituye el 22 % de éstas; la tropomiosina y
la troponina contribuyen en un 5 %, cada una, al total de las proteínas de la miofibrilla.
Si bien todas las proteínas de la miofibrilla están relacionadas con la contracción, cada
una de ellas tiene una función específica. El proceso básico de la contracción muscular
se lleva a cabo, fundamentalmente, gracias a la interacción entre la actina y la miosina. No
obstante, estas dos proteínas por sí solas serían incapaces de producir la contracción en el
músculo intacto; la tropomiosina y la troponina intervienen directamente en la activa
ción y la regulación del proceso contráctil.
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C a p it u l o 2. Bioquímica del tejido conjuntivo y del tejido muscular 33
Miosina
La miosina es una molécula de gran tamaño, con un peso molecular de 485.000 D; tiene
forma de palo de golf con una parte lineal, larga, y una zona ovalada, globular, más cor
ta. En conjunto, la molécula mide 150 nm de longitud y posee un grosor de alrededor de
2 nm en la parte lineal y de 5 nm en la parte globular. La miosina está constituida por seis
cadenas polipeptídicas: dos de gran tam año y elevado peso molecular, y cuatro de pe
queño tamaño y bajo peso molecular. Las dos primeras se encuentran enrolladas entre sí,
y constituyen las denominadas subunidades o cadenas pesadas, mientras que las cuatro
cadenas de pequeño peso molecular están adosadas a la superficie de la zona globular y
forman las denominadas cadenas o subunidades ligeras.
La parte de la cola de la m olécula de m iosina puede disociarse del resto de la m o
lécula por medio de digestión parcial con tripsina. Los fragmentos resultantes se cono
cen con el nom bre de meromiosina ligera, la parte que corresponde a la “cola”, con un
peso m olecular de 145.000 D, y de meromiosina pesada, la parte más corta, correspon
diente a la “cabeza” la cual posee un peso m olecular aproximado de 340.000 D. La m e
romiosina pesada posee actividad enzimática, es capaz de hidrolizar el trifosfato de ade-
nosina (ATP) y constituye la parte funcional más im portante de la m olécula; la zona
globular de la meromiosina pesada interacciona y se fija con fuerza a la actina durante el
proceso contráctil. En contraposición, la parte lineal, o cola, de la molécula no muestra
actividad enzimática pero, en cambio, es la que determina todas las características de so
lubilidad y de capacidad de agregación de unas moléculas con otras cuando se consti
tuye el filamento grueso; este segm ento de la m olécula posee una configuración casi
completamente helicoidal. Cada cadena polipeptídica de este segmento se enrolla sobre
otro formando una estructura en doble hélice. La meromiosina pesada puede ser diso
ciada, por medio de la digestión con papaína, en tres fragmentos: dos de tipo Si y uno de
tipo S2 . Toda la capacidad enzimática y de interacción con la actina radica en los frag
mentos Si.
Cada filamento grueso está constituido por varios centenares de moléculas de miosi
na asociadas entre sí en la zona lineal, o bastón, del palo de golf a que se asemeja la m o
lécula entera. La estructura básica de cada filamento grueso lo constituye el agregado de
moléculas de miosina que se organizan de manera que todas las situadas en la parte de
recha poseen las cabezas situadas y orientadas hacia el extrem o derecho del filamento,
siguiendo el principio denominado de “polaridad”, mientras que las de la parte izquier
da del filamento se sitúan y orientan hacia el extremo izquierdo del filamento, siguiendo
también el principio de polaridad. La parte central del filamento, donde se proyectan las
colas de las moléculas de miosina ubicadas en las zonas periféricas de éste, carece de ca
bezas de miosina y, por tanto, de actividad enzimática. Las colas, o parte lineal, de las m o
léculas de miosina, se adhieren o asocian unas a otras, formando la espina dorsal del fi
lamento, mientras que las cabezas sobresalen y se proyectan lateralmente por parejas,
enfrentadas entre sí (es decir, formando un ángulo de 180°) y separadas, o distanciadas a
lo largo del miofilamento, 14,3 nm. El resultado es la formación de un haz de moléculas
de miosina, con botones o protuberancias que sobresalen lateralmente y que muestran
un patrón que se repite cada 42,9 nm a lo largo del filamento grueso.
Actina
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34____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
Tropomiosina
La tropomiosina es una proteína muy estable que presenta propiedades únicas como pro
teína de tipo fibrilar. Junto a la troponina, constituye lo que se ha denominado “tropo
miosina nativa”, complejo por medio del cual los iones de calcio regulan el ciclo con
tracción/relajación del complejo actina-miosina.
La tropomiosina es una molécula alargada, asimétrica, con un peso molecular de alre
dedor de 68.000 D y una longitud de 38,5 nm, y tiene una configuración helicoidal en casi
toda su extensión. La característica más im portante de la tropomiosina es la de form ar
parejas de agregados, enrolladas entre sí en form a de una doble hélice, colocadas a lo
largo de la ranura o canal que form an los siete restos de actina que cubren la distancia
de uno a otro entrecruzamiento del filamento delgado. Cuando el músculo está relaja
do, la tropom iosina se halla estratégicamente situada bloqueando las zonas de interac
ción que, en cada m onóm ero de actina, sirven para activar las correspondientes cabezas
de miosina; en tanto en cuanto la tropomiosina se encuentra en dicha posición (o confi
guración) la miosina es incapaz de hidrolizar al ATP (al menos, al ritmo que se requiere
para producir la contracción m uscular). Para que pueda producirse la activación de la
miosina, y la contracción de la fibra muscular, la tropomiosina debe “desplazarse” de su
posición de bloqueo y dejar libres las zonas del m onóm ero de actina que interaccionan
con las cabezas de miosina.
Troponina
La troponina es una proteína de tipo globular con un peso m olecular aproxim ado de
70.000 D. La troponina muestra una especial afinidad para los iones de calcio y para la
tropomiosina. Está compuesta por tres polipéptidos o subunidades: troponina C (TnC ),
troponina T (TnT) y troponina I (T nl).
Las moléculas de troponina se hallan unidas a uno de los extremos de las cintas o ca
denas de tropomiosina a través de la subunidad TnT, de manera que existen dos m olécu
las de troponina cada 38,5-40 nm de distancia sobre el filamento delgado. Las otras dos
subunidades de la troponina, la TnC (fijadora de calcio) y la Tnl (subunidad inhibidora),
poseen la propiedad de fijar iones de calcio y de inhibir o impedir la activación de la m ió-
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36____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
'/21 Y2 i
—i-------1-------------- A--------------- ^
------ i------ 1
I— H— I
% a
S 2,8 nm
120 I | A 1,5
I 1 ,3 |jm
100 I
-----------------------S-
I |
S 2 ,3 nm
A 1,5
I 0,8 |am
S 2 ,0 lam
90 I I A 1,5|im
I 0 ,5 ntn
- - S ----- ------------ 1
Figura 2-5.
Esquema del proceso
de acortamiento de
un sarcómero, por medio
del deslizamiento de los
miofilamentos delgados
\ - S — ------------------- 1
S 1,8 nm
^ 1,5 nm
' 0,3 nm
de éstos) y las moléculas de actina situadas en los filamentos delgados. Las cabezas de
miosina, que forman un ángulo de aproximadamente 90° con el eje del filamento grueso,
se unen fuertemente con determinados puntos de las moléculas de actina y, a continua
ción, experimentan un movimiento de remo o flexión de alrededor de 45°, y arrastran
consigo a la estructura sobre la que se han fijado (el filamento delgado). Llegado este
punto, las cabezas de miosina se separan o “disocian” de los puntos de fijación y vuelven
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C a p ít u l o 2 . B io q u ím ic a d e l te jid o c o n ju n tiv o y d el te jid o m u s c u la r ________________________________^
a su posición inicial donde se “enfrentan” a otros puntos del filamento delgado y se ini
cia un nuevo m ovim iento o ciclo de fijación-flexión-arrastre-disociación-extensión
(o recuperación de la posición vertical).
El proceso de fijación o de interacción de las cabezas de miosina sobre las moléculas de
actina se conoce como establecimiento de “puentes cruzados” entre uno y otro filamento.
Dada la orientación (polaridad) y la simetría que muestran las cabezas de miosina situadas
a uno y otro lado del sarcómero, los consecutivos movimientos de flexión pueden ser com
parados a dos equipos o grupos que reman hacia el centro de la banda A, con lo cual se pro
duce el acercamiento progresivo de los filamentos delgados hacia la parte central, y así se
reduce la distancia entre los discos o líneas Z y se acorta el músculo correspondiente.
Para conseguir un efecto apreciable, cada etapa o ciclo de fijación-flexión-arrastre-di-
sociación-extensión debe repetirse varias veces dado que en cada ciclo se logra un des
plazamiento relativo de unos 10 nm, que corresponde a un acortam iento de tan sólo el
1 % de la longitud del sarcómero en reposo.
La energía necesaria para inducir las modificaciones que experimentan las cabezas de
miosina (y que se ha comparado gráficamente a los movimientos de un equipo de remo
sobre una em barcación) se obtiene por medio de la hidróhsis del último enlace fosfato
del ATP y la liberación de sus productos. Debido a su reducido tamaño, es imposible ob
servar directamente el ciclo de formación y de disociación de los puentes cruzados entre
ambos filamentos (los m ovim ientos de flexión y extensión de las cabezas de miosina,
com o en un movimiento de rem o); no obstante, disponemos de considerables datos in
directos que confirman esta interpretación.
Las cabezas de miosina son capaces de hidrolizar, por sí mismas, al ATP. Sin embargo,
lo hacen a un ritm o muy lento; se calcula que una molécula o cabeza de miosina es ca
paz de hidrolizar tan sólo una molécula de ATP cada veinte segundos, o más, lo que no
permite (a todas luces) generar energía a la velocidad que se necesita o consume durante
el desarrollo de una contracción normal. De hecho, las primeras moléculas de ATP que se
unen a las cabezas de miosina son escindidas rápidamente a nivel del último enlace fos
fato, pero los productos de la reacción, ADP y fosfato, se separan o disocian muy lenta
mente, y permanecen durante un cierto tiempo en el centro activo de la parte enzimáti-
ca con lo que enlentecen o bloquean todo el proceso.
Así, la lentitud en el proceso de disociación del ADP y del fosfato constituiría el factor
limitante en el proceso de hidrólisis del ATP por parte de las cabezas de miosina aisladas,
sin conexión con la actina. En cambio, en el momento en que se añade actina o, in situ, las
cabezas de miosina interaccionan con determinadas regiones o zonas de los monómeros
de actina, se desbloquea el proceso y la hidrólisis del ATP (con la correspondiente libera
ción de sus productos) se produce de m anera explosiva. Se calcula que, en estas condi
ciones, cada cabeza de miosina es capaz de hidrolizar una molécula de ATP cada 50 mi-
lisegundos, de manera que el ritm o de transform ación del ATP es ahora 400 veces más
rápido que cuando actúa la miosina sola.
De acuerdo con lo expuesto en el párrafo anterior, puede decirse que la actina poten
cia (activa) la acción hidrolítica, ATPásica, de la miosina, acelerando la liberación de los
productos de la reacción y dejando libre el centro activo para actuar sobre nuevas m olé
culas de ATP. En realidad, es la actina filamentosa (la actina polimerizada), y no los m o
nómeros de actina, la que posee la capacidad de activar a la miosina.
Inmediatamente antes y durante la reacción que da lugar a la disociación del ADP y
del fosfato, resultantes de la hidrólisis del ATP, la actina y la miosina se hallan estrecha
mente unidas formando un complejo conocido com o actomiosina. Cuando se escinde
el ATP y se libera la energía acumulada en el sistema se produce un cambio en la confi-
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38 R. Segura Cardona
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C a p it u l o 2 . B io q u ím ic a d el te jid o c o n ju n tiv o y d el te jid o m u s c u la r ________________________________^
com plejos tem porales de actom iosina, a expensas de la participación del ATP en los
procesos de asociación y de disociación entre actina y miosina.
Cuando este proceso tiene lugar in vitro, es decir en un tubo de ensayo, la repetida in
teracción entre la actina y la miosina, a expensas del ATP, produce una progresiva reduc
ción en la con cen tración de este nucleótido y la consiguiente acum ulación de ADP y
fosfato. En el m om ento en que la concentración de ATP disminuye por debajo de unos
valores mínimos, el proceso se bloquea y la actina y la miosina quedan fijadas entre sí de
manera permanente, dando lugar a la form ación de un denso precipitado, o mazacote
proteico, conocido com o superprecipitado de actomiosina. Este proceso en el músculo
intacto corresponde al fenómeno conocido com o “rigidez cadavérica”, situación a la cual
se llega por las mismas razones que las que impiden la disociación del com plejo acti-
na-miosina in vitro. Con la muerte de la persona, o del animal, cesa la síntesis de ATP, por
lo que el existente en el momento de la muerte se va degradando, si bien muy lentamen
te, por efecto de la acción ATPásica de las cabezas de miosina. Cuando la concentración
de ATP se reduce por debajo de un determinado valor, las cabezas de miosina permane
cen unidas a los correspondientes puntos de fijación de la actina y el m úsculo queda
“congelado”, rígido, en la posición en que se encuentra en ese momento.
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40____________________________________________________________________________ R. Segura Cardona
BIBLIOGRAFÍA
Banks P, Barthey W, Birt LM. The biochemistry o f tissues. Jonh Wiley and Sons.
Gartner LP, Hiatt JL. Histología: Texto y atlas. McGraw-Hill. Interamericana.
Junqueira LC, Carneiro J. Histología básica. 4 ? ed. Barcelona: Masson.
Lamb DR. Fisiología del ejercicio. McMillan Publishing Co, Inc.
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Capítulo 3
Biomecánica del liueso
A. ViLADOT VOEGELI Y J. C. LORENZO ROLDÁN
Células
Osteoblasto
Es una célula de forma cúbica y con citoplasma basóñio (aparato de Golgi muy desarro
llado y gran cantidad de reticuloendoplasmático rugoso), que probablemente se origina
de las células precursoras que existen en la médula ósea.
El osteoblasto es la célula que produce el hueso y es la responsable de la síntesis, orga
nización del colágeno y de las proteínas no colágenas de éste, así com o de la mineraliza-
ción del osteoide (colágeno organizado). Los osteocitos son células que trabajan local
mente en la superficie ósea y depositan osteoide en superficies mineralizadas com o hueso
o cartílago calcificado.
El osteoblasto al quedar atrapado en el osteoide que él mism o ha ido fabricando, y
previa mineralización de éste, se convierte en osteocito.
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42______________________________________________________ A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
pequeña lámina de tejido fibroso y por tanto facilitan el acceso a los osteoclastos en el pro
ceso de modelación ósea. No está claro si estas células se diferencian a osteoblastos activos.
Osteocito
Se caracteriza por ser la célula que se encuentra dentro del hueso calcificado. Es caracte
rístico en ella que, aunque parezca estar rodeada de hueso calcificado, sus prolongaciones
citoplasmáticas están en conexión con las de otros osteocitos, a través de una red de ca
nales finos presentes en la sustancia intercelular, llamados canalículos a través de los cua
les se pasa información de un osteocito al otro y de ahí a las células de la superficie ósea
(osteoblasto, osteoclasto y células de superficie en descanso).
Osteodasto
Sustancia intercelular
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C a p it u l o 3. Biom ecánica del hueso 43
El hueso posee unas propiedades m ecánicas características que se com entan más
adelante y que se encuentran en íntima relación con su forma. Ésta puede ser estudiada
tanto desde un punto de vista macroscópico com o microscópico:
1. Form a macroscópica. La forma de los huesos refleja una adaptación a cargas estáticas
y dinámicas, así com o a su función de protección y soporte de órganos adyacentes
(huesos planos).
Los huesos pueden clasificarse, en dos tipos; tubulares (fémur, húmero, tibia, etc.) y no
tubulares. Éstos pueden dividirse a su vez en huesos planos (escápula, cráneo, etc.) y
huesos cubiformes (vértebras, huesos del carpo, huesos del tarso).
2. Form a microscópica. Depende de la organización del colágeno, de la organización de
la hidroxiapatita y de la organización de los vasos sanguíneos.
El hueso maduro tiene una estructura laminada, constituida por fibras colágenas m i
neralizadas y que guardan paralelismo entre ellas, bien sea en forma concéntrica bien en
forma longitudinal.
El hueso inmaduro (en encaje, no laminar, etc.) se denomina así porque las fibras co
lágenas mineralizadas no guardan ningún paralelismo entre ellas. Esta clase de hueso es
el que primero aparece en cualquier tipo de osteogénesis y que más tarde es reemplaza
do por hueso laminar.
En el esqueleto adulto ha desaparecido por completo el hueso inmaduro, pero puede
reaparecer en casos de fracturas, tumores óseos o en cualquier situación de aumento en
la producción de matriz ósea.
El hueso cortical es el tejido óseo laminar de textura densa que rodea el hueso esponjo
so. Su grosor es variable, pero en cualquier caso está formado por un complicado sistema
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44 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
de canales que en su mayoría siguen un curso paralelo al eje mayor del hueso (canales
longitudinales) rodeados por un cilindro de láminas concéntricas (fibras de colágeno cal
cificadas) entre las cuales se encuentran los osteocitos.
A través de estos canales, los vasos sanguíneos permeabilizan todas las zonas del hue
so cortical, de form a que no existe célula ósea que esté a más de 100/ 150 | j l de un vaso
sanguíneo (fig. 3-2).
Existen otros canales (canales de Volkmann) orientados perpendicularmente al eje
longitudinal del hueso que sirven de conexión entre los canales longitudinales.
La estructura cilindrica compuesta por un canal central que contiene vasos y nervios
y está rodeada de láminas concéntricas de sustancia intercelular y osteocitos, recibe el
nombre de sistema de Havers u osteona.
En los huesos largos, los canales de Havers suelen ser paralelos al eje mayor del hueso
y presentan numerosas ramificaciones y anastomosis entre ellos. El conocimiento de las
relaciones tridimensionales de los sistemas de Havers es muy limitado, debido a las difi
cultades técnicas para su estudio.
Entre un canal de Havers y otro puede existir una porción de hueso laminar que no
posea canal central y cuyas laminillas de colágeno calcificado no estén ordenadas de for
ma concéntrica. A esta porción del hueso cortical se la denomina hueso intersticial.
El análisis tridimensional del hueso intersticial ha mostrado que estas láminas inters
ticiales están en continuidad con las láminas concéntricas periféricas del sistema de H a
vers y que, por tanto, pueden ser consideradas com o una continuación de éste.
Línea de cementación
- Sistema haversiano
Vaso sanguíneo y
revestimiento endóstico de
un conducto haversiano
Conductos de Volkmann
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C a p ít u l o 3. Biom ecánica del hueso 45
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46 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
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C a p ít u l o 3. Biom ecánica del hueso 47
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48 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
♦
Compresión Tracción Flexión Cizallamiento Torsión
Fuerzas de compresión
Fuerzas de tracción
En este caso, dos fuerzas iguales se aplican en sentido con trario sobre el hueso. C o m o re
sultado el hueso tiene tendencia a alargarse y a hacerse m ás estrecho. AI igual que en el caso
anterior las fuerzas m áxim as tienen lugar en un plano perpendicular a la línea de carga.
U n ejem plo de fractu ra p o r este m ecan ism o es el arra n ca m ie n to de la estiloides del
quinto m etatarsiano, p o r tracció n del tendón del p eroneo lateral corto.
Fuerzas de cizallamiento
La fuerza se aplica perpendicular a la superficie del hueso y las fuerzas m áxim as tienen lu
gar en un plano p aralelo a la d irección de aplicación de la fuerza. El hueso co rtica l so-
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p it u l o 3 . Biom ecánica del hueso 49
Fuerzas de flexión
Las fuerzas aplicadas sobre el hueso hacen que éste se doble sobre su eje mayor, y apare
cen en el interior del hueso fuerzas de compresión en el lado de aplicación de la fuerza y
fuerzas de tracción en el lado opuesto. Estas fuerzas son mayores cuanto más alejadas es
tán del eje neutro del hueso. Ejemplo de este tipo de fractura serían las del antebrazo al
caer y poner la mano en el suelo.
Fuerzas de torsión
En este caso, la fuerza aplicada sobre el hueso tiende a hacerlo rotar alrededor de su eje.
Aparecen fuerzas de cizallamiento que se distribuyen a lo largo de toda la estructura, sien
do más intensas, cuanto más alejadas están del eje neutro del hueso.
Ejemplo de este tipo de fuerzas sobre el hueso es la fractura espiroidea de tibia, que se
produce cuando se esquía al caer rotando sobre el pie fijo anclado por el esquí.
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50______________________________________________________ A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
carga tienen una alta incidencia en deportistas, ya que éstos solicitan mecánicamente su
aparato locom otor de forma muy superior al resto de la población.
Por otra parte, hay que recordar que el hueso humano es una estructura viva que está
constantem ente sometida a un proceso de form ación-resorción. Por tanto, para que se
produzca este tipo de fractura es importante que no sólo exista un número elevado de re
peticiones de carga, sino que su frecuencia de aplicación sea elevada, para no dar tiempo
a que el hueso se recupere.
La resistencia del hueso, tanto a la compresión com o a la tracción, está influenciada por
su tamaño. Cuanto mayor es el hueso, mayor es su resistencia.
La resistencia del hueso a la flexión está determinada también por su form a (distri
bución del tejido óseo alrededor del eje neutro del hueso) y por su longitud. Cuanto
mayor cantidad de tejido óseo existe alrededor del eje neutro, más resistente es a la fle
xión. Cuanto mayor es la longitud del hueso, mayor es el m om ento flector de la fuerza
aplicada sobre él. Por ello, los huesos tubulares largos del cuerpo son los que principal
mente se fracturan por este mecanismo.
La resistencia del hueso a la torsión también está determinada por el tamaño y la for
m a del hueso. Cuanto más grande es el hueso y cuanto más alejada del eje neutro está si
tuada la masa ósea, más resistente es. Por ello, las tibias sometidas a una fuerza de to r
sión se fracturan antes por el tercio distal, de m enor diámetro, que por el proximal.
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C a p ít u l o 3. Biom ecánica del hueso 51
Actividad muscular
En el esqueleto humano, los ejes anatómicos y mecánicos de los huesos no coinciden, por
lo que el hueso vivo, además de ser solicitado mecánicamente a compresión, también lo
es en flexión. La contracción m uscular tiene com o función regularizar las cargas que
son transmitidas por el hueso, neutralizando las fuerzas de tracción y haciendo trabajar
el hueso a compresión.
Para ilustrar lo expuesto tomamos com o ejemplo la tibia de un esquiador que cae ha
cia delante (fig. 3-8 ). En esta situación, la tibia es sometida a una fuerza de flexión en la
que aparecen fuerzas de compresión en la cortical anterior, y fuerzas de tracción en la cor
tical posterior. Al contraerse el tríceps sural aparecen fuerzas de compresión en la parte
posterior que neutralizan la fuerzas de tracción citadas, con lo cual el hueso en su con
junto trabaja a compresión que es el tipo de solicitación mecánica que mejor soporta.
Los músculos tienen, por tanto, una función protectora del hueso. Cuando falla la
contracción muscular, por fatiga o por parálisis, se favorecen las lesiones óseas. De ahí
la mayor incidencia de fracturas en los huesos poliomielíticos o las fracturas por sobre
carga en los deportistas cuando éstos alcanzan estados de fatiga importantes.
Remodelación ósea
Por la ley de Wolff sabemos que el hueso adapta su tamaño, forma y estructura a las soli
citaciones mecánicas que recibe. C om o se ha com entado, el hueso vivo está sometido
constantemente a un proceso continuo de formación-resorción.
Este proceso tiene lugar de forma equilibrada bajo unas condiciones mecánicas que
podríamos llamar “ideales”. Si las solicitaciones mecánicas reales son superiores o infe
riores a las ideales, aumenta o disminuye la formación ósea, hasta un techo m áxim o en
que aparece una resorción patológica de hueso. Esto explica hechos tan frecuentes en la
práctica diaria com o que el tamaño del hueso de una pierna paralizada sea inferior al de
una pierna sana, que después de la inmovilización de una fractura el hueso pierda masa
ósea, o que el hiimero de un tenista esté más desarrollado en la extremidad que soporta
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52______________________________________________________ A. Viladot Voegeli y ). C. Lorenzo Roldán
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Capítulo 4
La articulación
A. VlLADOT VO EG ELIY J. C. LORENZO ROLDAN
Introducción
Se denomina articulación a aquella unidad funcional constituida por un conjunto de ele
mentos que permiten a dos o más huesos estar unidos entre sí, ejerciendo una función
fundamental que es el movimiento. Según la amplitud de este movimiento las articula
ciones se clasifican en tres grupos:
Movilidad articular
Una articulación colocada en un punto del espacio tendrá com o máximo tres ejes de m o
vimiento, cada uno de los cuales pasará por su centro:
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54 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
La forma de las superficies articulares determina el tipo de movimientos que una arti
culación puede realizar.
Existen dos tipos articulares que se mueven en un solo eje, las articulaciones trocoides y
las trocleartrosis.
Las articulaciones trocoides (fig. 4-1 A) presentan una superficie articular cilindrica, un
lado cóncavo y el otro convexo, y en su interior se realizan únicamente movimientos de
rotación (p. ej., la articulación radiocubital).
El segundo grupo lo constituyen las trocleartrosis (fig. 4 - IB) cuya superficie articular
se asemeja a una polea y en la que se realizan movimientos de flexoextensión (p. ej., la ar
ticulación del codo).
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C a p it u l o 4 . La articulación___________________________________________________________________ ^
Las articulaciones en silla de montar {ñg. 4 -lD ) tienen unas superficies convexas en
un sentido y cóncavas en el sentido perpendicular (p. ej., la articulación trapecio-m eta-
carpiana).
Estas articulaciones realizan movimientos de flexoextensión y de abducción-aducción,
teniendo limitadas las rotaciones.
Son las denominadas enartrosis (fig. 4 -lE ). Presentan una forma semiesférica con una su
perficie cóncava y otra convexa. Son las articulaciones más móviles y a la vez más inesta
bles; un ejemplo característico es la articulación de la cadera.
Las artrodias son articulaciones planas que realizan movimientos por deslizamiento en
los tres ejes del espacio (p. ej., las articulaciones interapofisarias de la columna vertebral).
Para producir un movimiento, sobre las articulaciones actúan dos tipos de fiierzas:
1. Fuerzas internas que realizan un movimiento activo y que son producidas por la ac
ción muscular.
2. Fuerzas externas que realizan un movimiento pasivo y que están representadas por la
acción de la gravedad.
Com o se ha comentado en el capítulo 2, tanto la cápsula com o los ligamentos están for
mados por tejido conjuntivo denso modelado, en el que se encuentran fibras de colágeno
y de elastina que constituyen el 90 % de la totalidad del tejido.
El com portam iento mecánico de ambos tipos de fibras sometidas a tracción es dife
rente. Las fibras de colágeno son resistentes a la tracción y se com portan com o un mate
rial dúctil, mientras que las fibras elásticas son poco resistentes a la tracción y se co m
p ortan com o un m aterial frágil. Se ha com p rob ado que la resistencia de las fibras
colágenas a la tracción es aproximadamente la mitad de la del hueso cortical, mientras
que la de las fibras elásticas sólo alcanza una décima parte.
La capacidad de deformación de ambos tipos de fibras también es diferente; las fibras
colágenas sometidas a tracción alcanzan un 8 % más de su longitud total, mientras que
las fibras elásticas pueden llegar a alcanzar el doble de su longitud inicial.
Los ligamentos adaptan su estructura a la función que deben realizar. Así, ligamentos
sometidos a fuerzas importantes com o los cruzados de la rodilla, presentan en su estruc
tura un 90 % de fibras colágenas, mientras que la estructura del ligamento amarillo de la
columna vertebral sólo posee dos tercios de fibras elásticas.
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56 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldan
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C a p it u l o 4. La articulación 57
En la parte 5 de la curva, aparece el fallo completo del ligamento, cuando éste ha in
crementado su longitud entre un 6 y un 8 % y ya no puede soportar más carga.
La figura 4-2B muestra el diferente com portam iento del ligamento amarillo. Com o
puede observarse, cuando es som etido a una pequeña carga se elonga rápidam ente y
cuando alcanza una elongación del 70 % , se rom pe de form a brusca. Este co m p o rta
miento es el propio de los materiales elásticos.
Lesiones ligamentosas
Una vez producida la lesión el ligamento tiene capacidad de remodelación, la cual está
condicionada por las sohcitaciones que recibe. Los ligamentos se debilitan en reposo y
se refuerzan con el movimiento. Noyes ha demostrado que después de un período de in
movilización, los ligamentos tardan alrededor de un año en adquirir sus propiedades m e
cánicas iniciales. Ello pone de relieve la importancia del tratam iento funcional en la re
cuperación de estas lesiones.
Inserción
Los ligamentos y la cápsula constituyen el nexo de unión entre los elementos óseos que
forman la articulación. Las características mecánicas de la cápsula y los ligamentos son
diferentes de las del hueso cortical donde se insertan, el cual es m ucho más rígido con
un módulo de Young más elevado.
Para evitar un exceso de tensión en el punto de anclaje del ligamento al hueso, la in
serción se encuentra dividida en cuatro zonas (fig. 4 -3 ) que incrementan de forma pro
gresiva su módulo de elasticidad:
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58 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
Esta estructura de la inserción explica las calcificaciones o espolones que muchas ve
ces se observan en la radiología de una entesitis (trastorno inflamatorio de la inserción).
Se trataría de un intento del organismo de reforzar la inserción aumentando su conteni
do mineral.
Cartílago
En las articulaciones sinoviales o diartrosis, los extremos óseos que forman la articula
ción se encuentran recubiertos de cartílago hialino.
M acroscópicamente el color del cartílago articular varía con la edad de la persona, en
el niño y el joven es blanco con un ligero tono azulado y en el adulto suele tener un color
amarillento-marronoso. El grosor, en general de 2 o 3 m m , varía en las diferentes articu
laciones; siendo de 5 m m en la rótula y de 1 m m en las falanges.
Las funciones principales del cartílago articular son dos:
1. Transmitir las fuerzas entre los extremos óseos a través de una amplia superficie de con
tacto, evitando así la existencia de cargas puntuales que podrían lesionar la articulación.
2. Permitir el movimiento entre las superficies articulares con un mínimo de fricción y,
por tanto, de desgaste de sus superficies.
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C a p ít u l o 4. La articulación 59
Células
Sustancia intercelular
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60 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
Superficie articular
-C S D --------
CE?
Zona I Superficial
$ i
Hueso
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C a p it u l o 4. La articulación 61
Con microscopía de luz se observan células aplanadas y paralelas a la superficie. Con mi
croscopía electrónica se aprecia una capa superficial de alrededor de 2 0 0 | j l de grosor
donde sólo existen fibrillas sin una orientación determinada. Inmediatamente debajo de
esta capa se observa otra donde las fibras de colágeno forman haces y están orientadas
de manera paralela a la superficie articular. En esta zona las células son aplanadas con su
eje mayor paralelo a la superficie articular, y existe un bajo contenido de proteoglicanos.
La microscopía electrónica de barrido muestra una superficie articular ondulante con
numerosos surcos, poco profundos, orientados paralelamente al plano de movimiento
dominante de la articulación.
Zona transicional
La microscopía de luz muestra células redondeadas con tendencia a form ar grupos. Con
microscopía electrónica se observan fibras colágenas de entre 300-600 Á que no forman
haces ni presentan una orientación definida. Esta zona posee un mayor contenido de pro
teoglicanos.
Zona radial
Es la más amplia (aproximadamente dos tercios del grosor total). La microscopía de luz
muestra células aplanadas que forman columnas y están orientadas verticalmente a la su
perficie articular. Esta zona tiene un elevado contenido de proteoglicanos.
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62 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
Superficie articular
Zona superficial
tangencial 20%
O
o
Zona transicional 50 %
o o o o G o C t
O o o o o C> O O Zona radial 30 %
Línea azul
O o o o o a o o
O o o o o o o o
Zona calcificada
Hueso
Zona calcificada
La microscopía de luz delimita esta zona de la zona radial por la “línea azul”.
Las células son similares a las de la zona radial pero comienzan a m ostrar signos de
generativos. En esta zona se encuentran fibras de entre 400 y 700 A con una periodici
dad de 640 A sin una orientación definida. Se observan abundantes cristales de hidro-
xiapatita cálcica y no existen proteoglicanos.
Hay que resahar que el cartílago articular no posee vasos sanguíneos, linfáticos ni
terminaciones nerviosas. Su nutrición se realiza a través del tejido óseo subcondral y del
líquido sinovial.
Las propiedades biomecánicas del cartílago articular están directamente relacionadas con
la estructura orgánica y el elevado contenido de agua que presenta la sustancia intercelular.
Se trata de un modelo bifásico con una fase sólida, la matriz orgánica con poros elásticos,
y una fase líquida constituida por el agua. El conjunto hace que el cartílago pueda com pa
rarse a una esponja empapada en agua, que presenta un comportamiento viscoelástico.
La respuesta del cartílago bajo diferentes condiciones de carga está influenciada por las
características mecánicas de su matriz sólida y por su permeabilidad.
El cartílago normal, gracias a la gran hidrofilia que poseen los proteoglicanos, se en
cuentra en un estado de hiperhidratación que lo convierte en un tejido presurizado que
puede llegar a tener 2 atmósferas de presión hidrostática.
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C a p ít u l o 4. La articulación___________________________________________________________________ W
Cuando som etem os el cartílago a una fuerza de com presión se produce una defor
mación ocasionada por la deformación de sus fibras colágenas, un incremento de la pre
sión local y, gracias a la permeabilidad del tejido, una exudación de líquido hacia las zo
nas no comprimidas y al espacio articular.
La permeabilidad del tejido es baja, es decir, ofrece una resistencia importante al paso
del fluido a través de él. Además, el grado de permeabilidad desciende aún más con el
incremento de la presión y de la deformación. Esto constituye un mecanismo de auto-
protección del cartílago para evitar quedarse sin líquido intersticial, y es im portante
para mantener la nutrición y el trofismo del tejido, la lubricación de la articulación y la
transmisión de cargas a través de ellas.
Cuando cesa la compresión, el cartílago vuelve a hidratarse y la propia presión osm ó
tica hace que las fibras colágenas recuperen su forma inicial.
Debido a la baja permeabilidad que posee el cartílago, su respuesta varía en función de
la velocidad con que se aplique una carga.
Si la carga se aplica de forma constante y durante un tiempo prolongado, por ejemplo al
estar en bipedestación, la deformidad aumentará de forma progresiva a medida que el lí
quido intersticial es expulsado al exterior. Cuando cesa la carga, si la articulación reposa el
tiempo adecuado y existe suficiente líquido articular, el cartílago recupera su forma original.
Si la carga se aplica de forma puntual, por ejemplo al realizar un sako, no existe tiem
po suficiente para que se produzca la exudación del tejido. En este caso el cartílago se
deformará y se recuperará de manera instantánea.
En el primer caso el cartílago se ha comportado com o un material viscoelástico y en el
segundo, com o un material elástico.
Por último hay que señalar que el cartílago es un material anisotrópico, que se defor
ma de m anera diferente en función de la dirección de la carga que recibe y de las diver
sas concentraciones de fibras colágenas que posee en su estructura.
1. Lubricación por capa limite: consiste en una monocapa de moléculas de líquido sino-
vial que actúan com o lubricante y que están adheridas a las superficies de contacto
de tal forma que son las moléculas las que se deslizan unas sobre otras. Esta lubrica
ción es débil para soportar cargas elevadas con fuerzas importantes de cizallamiento.
2. Lubricación por película de fluido: en este caso existe una película de líquido sinovial
que separa las dos superficies articulares. Esta capa es mucho más espesa que la capa
molecular, y la carga es soportada por la película de líquido.
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64 A. Viladot Voegeli y J. C. Lorenzo Roldán
Cartílago articular
Capa límite
Película de líquido
sinovial
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C a p it u l o 4 . La articulación 65
M acroscópicam ente (fig. 4 -9 ) se observa, en las zonas de presión, una pérdida p ro
gresiva de la lisura cartilaginosa que progresa hasta ulcerarse y perder todo el cartílago ar
ERRNVPHGLFRVRUJ
66______________________________________________________ A. Viladot Voegelí y ). C. Lorenzo Roldán
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Capítulo 5
Biomecánica del tendón
J. N a r d i V il a r d a g a y a . C o m b a l Ia A l e u
Introducción
En todos los tratados clásicos, ya sean anatómicos o clínicos, cuando tratan del aparato
musculotendinoso, de los elementos activos del aparato locomotor, siempre se describe el
tendón como una estructura blanca, nacarada, de consistencia fibroelástica, resistente a la
tracción, interpuesta entre el músculo y el hueso. Y se ha considerado clásicamente al ten
dón com o una estructura inerte, con una función pasiva, es decir, com o un mero trans
misor de la energía de contracción del músculo al hueso.
Hasta 1980, tras los trabajos de Ippolito y cois. (1980), no se describió la existencia de
las proteínas de la contracción, actina y miosina, en el interior de la célula tendinosa, en
el tenocito. A partir de ese m om ento debe considerarse el tendón com o un órgano con
tráctil, lo que obliga a cambiar todas las teorías mecanicistas que regían sobre las funcio
nes y la biomecánica del tendón. La biomecánica de cualquier parte del cuerpo humano
puede estudiarse desde distintos puntos de vista:
Pensamos que esta última es la forma más práctica, útil y comprensible de valorar la
biomecánica médica, complementada con las otras posibilidades y siempre a partir del
nuevo concepto de tendón com o órgano contráctil. Desde estas bases vamos a enfocar la
biomecánica del tendón.
Por otro lado, las características biom ecánicas del tendón son fundamentales para
valorar su com portamiento en el individuo normal, pero todavía lo son más para valorar
el tendón patológico, el tendón lesionado, trastorno cada vez más frecuente en una so
ciedad abocada al cuidado del cuerpo y la práctica deportiva. Por esta razón se ha divi
dido el presente capítulo en dos grandes apartados: el estudio de la biomecánica del ten
dón normal y del tendón patológico.
Tendón normal
El tendón sirve para realizar la función, el movimiento, y ello en ocasiones se realiza en
condiciones biomecánicas fáciles, com o en el caso de los tendones cortos: tendón del cuá-
ERRNVPHGLFRVRUJ
68 J. Nardi Vílardaga y A. Combalía Aleu
Estructura
Los tendones están formados por células, colágeno y una sustancia fundamental en la que
predomina el agua, los proteoglicanos, las glucoproteínas y la elastina.
Las células, tenocitos, están presentes en el entramado de fibras de colágeno, en gran
número, tienen un núcleo alargado y están dispuestos en hileras en el sentido del eje de
fuerza del tendón. Pero su característica más importante, com o se ha expuesto anterior
mente, es la presencia de actina y miosina, que convierte al tendón en un órgano co n
tráctil (Ippolito y c o k , 1980) (fig. 5-1).
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C a p ít u l o 5. Biomecánica del tendón 69
El colágeno es una proteína de 300.000 D de peso molecular, con una longitud apro
ximada de 3.000 A y un diámetro de 14 A . Tiene forma alargada, y las fibras de colágeno
forman grupos fasciculares, de entre 1 y 50 |x de tam año, dispuestos también en forma
longitudinal a lo largo del eje de fuerza del tendón. Predomina el colágeno de tipo I lo que
proporciona a los tendones una mayor elasticidad. En menor cantidad se encuentra tam
bién colágeno de tipos III, IV y V.
Con el microscopio electrónico se aprecia esta disposición longitudinal del colágeno y
la presencia de una estriación transversal, de carácter periódico, similar a la estriación que
presenta el músculo. Podría ser debida a la form a helicoidal de los haces de fibras, ya
que esta estriación desaparece tras repetidas tracciones del tendón (fig. 5-2).
La proporción de colágeno en el tendón disminuye con la edad, tanto en número como
en diámetro, por lo que con el paso de los años se reduce también la elasticidad del tendón.
En el tendón se encuentra, además, la sustancia fundam ental constituida por agua
(58-70 % ), proteoglicanos (4 % ), glucoproteínas (2 % ) y elastina (4 % ), con la función de
dar cohesión a las fibras de colágeno y permitir su deslizamiento. Igual que éstas, su con
centración disminuye con la edad, afectando lógicamente la elasticidad del tendón.
Mención especial merece la estructura de la unión musculotendinosa, en la que a lo
largo de amplias láminas de inserción, se produce un entrecruzamiento de células y fibras
musculares con células y fibras tendinosas, com o se aprecia en la figura 5-3. De todas for
mas su com portam iento biomecánico es mucho más parecido al del músculo que al del
tendón.
En la unión oseotendinosa, de la entesis, se describen clásicamente, desde Dolgo-Sa-
buroff (1929), cuatro zonas bien diferenciadas:
1. Zona 1: en la que existe una estructura típicamente tendinosa, con tenocitos, colágeno
y sustancia fundamental.
2 . Zona 2: dispuesta unos milímetros más hacia la inserción; en ella los tenocitos cam
bian la forma alargada de sus núcleos que se hacen más redondeados, asemejándose
a las células cartilaginosas: son las llamadas células vesiculosas, que comparten la sus
tancia fundamental con los tenocitos normales y con verdaderas células condrales.
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70 J. Nardi Vilardaga y A. Combatía Aleu
3. Zona 3: aparece ya en este momento la línea cementante o línea azul, así llamada por su
coloración tras tinción por hematoxilina-eosina, traducción histológica del primer ves
tigio de sustancia osteoide. Aparece entre la estructura tendinosa y los condrocitos. Es
la zona de fibrocartílago calcificado o mineralizado, con un espesor de 100 a 300 |x.
4. Zona 4: en esta zona se encuentra una estructura típicamente ósea por acumulación
progresiva de cristales de hidroxiapatita en el interior de las fibras de colágeno.
Forma externa
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C a p it u l o 5. Biomecánica del tendón 71
form a trenzada sobre sí mismos y enrollados entre sí en los 3 planos del espacio, com o
se muestra en la figura 5-4.
Esta forma estructural permitirá que se desenrolle el tendón cuando soporte fuerzas
de tracción, lo que contribuye a mantener un mayor grado de elasticidad, ya que cuando
las fibras tendinosas están sometidas a tracción, se pierde la ondulación y se hacen recti
líneas. Esto ocurre ya con tracciones mínimas, entre el 2 y el 4 %.
Vascularización e inervación
Al valorar los condicionantes biom ecánicos del tendón tam bién es m uy im portante
considerar la vascularización.
En general, el tendón se irriga a partir de dos zonas: de la unión musculotendinosa y
de la unión osteotendinosa. Se desarrolla un entramado vascular, la red vascular intra-
tendinosa, que se desenvuelve entre los distintos grupos fasciculares. Esta red es conse
cuencia de la anastomosis entre ambas circulaciones.
Pero en los tendones largos, los que llegan a la mano o al pie, esta circulación no es su
ficiente para mantener el estado nutricional y, por tanto, funcional y biomecánico nece
sario, por lo que se añade al anterior circuito vascular un aporte suplementario a expen
sas de nuevas arterias de la región. El ejemplo más característico es la presencia de la
irrigación procedente de las vinculas en los tendones flexores de los dedos, o de la tibial
posterior en el tendón de Aquiles.
A pesar de todo, existen zonas tendinosas, en determinados tendones, con una dismi
nución de la irrigación lo que condiciona la reducción de la elasticidad en esta región y
por tanto una mayor propensión a la lesión (fig. 5 -5 ). Por ello, algunos autores com o
Lundborg y cois. (1980), admiten la existencia de una nutrición complementaria del ten
dón por difusión a través de la sinovial y de los tejidos vecinos, de igual forma a lo que
ocurre en el cartílago articular. Dicha teoría no está demostrada en la actualidad.
M enor im portancia tiene la inervación del tendón en relación con sus propiedades
biomecánicas. Recordemos, no obstante, que esta inervación proviene sobre todo de la
unión musculotendinosa, complementada por filetes nerviosos procedentes de los ner
vios de la vecindad.
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72 J. Nardi Vilardaga y A. Combalía Aleu
Todos estos condicionantes estructurales del tendón se traducen en una mayor capacidad
de sus propiedades biomecánicas, en un aumento de la elasticidad, de la plasticidad y de la
viscosidad. Ello se traduce en la form a especial de la curva de tensión-deform ación
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C a p it u l o 5. Biom ecánica del tendón 73
(fig. 5-6), en la que se observa que cuando un tendón es sometido a una fuerza de tracción
sufre una elongación inicial, una deformación, de alrededor del 2 % de su longitud. Si per
sisten las fuerzas de tracción, el tendón responde con una importante resistencia a la de
formación, por lo que hacen falta fuerzas de tracción muy elevadas para romper el tendón.
Del análisis de la curva de tensión-deformación podemos deducir, además, que en la
primera parte de la curva, con un trayecto casi lineal, el tendón sigue el com portam ien
to de un material elástico: la deform ación aum enta de form a proporcional a la fuerza
aplicada, sin que se produzcan cambios estructurales en él y adquiere de nuevo su forma
inicial al ceder la fuerza de tracción. En esta fase la forma externa del tendón, la ondula
ción, el trenzado de los fascículos, ya que el tendón responde a la tracción con la desapa
rición de la ondulación y el aplanamiento de las fibras tendinosas, ayuda en gran medi
da a la elasticidad del tendón.
La segunda parte de la curva pone en evidencia la plasticidad del tejido tendinoso. En esta
fase hacen falta grandes aumentos de la fuerza de tracción para que el tendón sufra peque
ñas deformaciones. Colabora también en esta fase la contractilidad de las células tendinosas,
a expensas de la actina y la miosina, que contribuyen a esa resistencia a la deformación.
Por último, en la tercera parte de la curva, se observa una progresiva elongación del te
jido tendinoso ante mínimas fuerzas de tracción. Esto ocurre por el agotamiento de to
dos los mecanismos compensadores que actuaban en las primeras fases y por haber lie-
ERRNVPHGLFRVRUJ
74_________________________________________________________ )■ Nardi Vilardaga y A. Combalía Aleu
Tendón patológico
Todo lo expuesto ocurre en el tendón sano, con una estructura normal, com o se ha des
crito en los capítulos anteriores, pero por el número cada vez mayor de personas que se de
dican a la práctica de deporte y que, proporcionalmente, lo hacen en la edad media de la
vida, y por el hecho de que esta práctica deportiva se realiza en muchas ocasiones de m a
nera discontinua y agresiva, han aumentado de forma notoria las lesiones tendinosas en el
deporte, en particular en personas de edad media, habiendo pasado del 20 % al 34,5 %
en estos pacientes, com o motivo de consulta por lesión deportiva (Sandelin y cois., 1985;
Jozsay cois., 1989).
En estos pacientes se han de valorar las distintas alteraciones estructurales o m ecáni
cas que condicionan los cambios biomecánicos del tendón, que favorecen la disminución
de sus propiedades biomecánicas y que conducen a la aparición más frecuente de la le
sión o al fracaso completo del tendón com o es su rotura espontánea. Por ello creemos
que esta parte del tema debe centrarse no en las manifestaciones cUnicas ni en el trata
miento de estas lesiones sino en los cambios estructurales y en su repercusión sobre las
propiedades de los tendones, para proceder a la prevención de la lesión (Williams, 1986;
G aley cois., 1992).
En la patogénesis de las lesiones tendinosas se han invocado distintas causas: las alte
raciones vasculares, las alteraciones del colágeno, ciertos factores genéticos, así com o el
entrenamiento mal dirigido, causa de incoordinación motora-muscular.
Varios han sido los estudios efectuados sobre la vascularización tendinosa (Carr y No-
rris, 1989; Graf y cois., 1990; Backman y cois., 1990; Schmidt-Rohlfing y cois., 1992) con
el fin de conocer la vascularización y microcirculación del tendón en sus distintas zonas.
De estos estudios parece desprenderse que el tendón es una estructura pobremente vas-
cularizada y que la disminución del aporte arterial podría determinar la degeneración
tendinosa y abocar a la patología crónica cuyo final es la rotura espontánea del tendón.
Más importante podría ser la predisposición a estas lesiones, debido a una alteración
preexistente en la matriz tendinosa, ya sea por alteraciones del colágeno (Di Stefano, 1975;
Coom bs y cois., 1980; Holz, 1980) de la laminina y la fibronectina (Kvist y cois., 1988;
Jozsa y cois., 1989), o de otras estructuras del tendón, debidas a microtraumatismos, en
fermedades generales o tratamiento con corticoides in situ (Newnham y cois., 1991).
Finalmente, diversos autores (Genety, 1972) insisten sobre el “automatismo equivoca
do”, un esquema de incoordinación de los distintos músculos que colocarían al tendón en
condiciones de tensión suprafisiológicas. Inglis y Sculco (1981) señalan que existiría un
fallo del mecanismo regulador de la contracción muscular.
Por todo lo expuesto, creemos que es imprescindible valorar, en nuestra población, el
estado de la vascularización tendinosa, de la estructura, la ultraestructura, la presencia de
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C a p it u l o 5 . Biomecánica del tendón__________________________________________________________ ^
Material y métodos
Se ha dividido la exposición en cuatro grandes apartados que se corresponden con cada
uno de los objetivos expuestos anteriormente: estudio de la vascularización intratendi-
nosa, estudio estructural, estudio ultraestructural e inmunohistoquimia.
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76_________________________________________________________ J. Nardi Vilardaga y A. Combalía Aleu
Por otro lado, se procesaron 23 muestras procedentes del tratam iento quirúrgico de
las roturas espontáneas del tendón de Aquiles en deportistas.
Una vez obtenidas las muestras de los tendones, se seccionaban en bloques de 1 mm^
para su procesamiento según la técnica clásica para microscopía electrónica de transmi
sión, realizándose cortes sem ifinos a 2 |x de espesor, y se m ontaban sobre rejillas de
300 mallas. Las preparaciones fueron observadas al microscopio electrónico de transmi
sión Philips Em 301.
Inmunohistoquimia
Resultados
Los resultados obtenidos se exponen atendiendo a los cuatro apartados en que hemos di
vidido el estudio.
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C a p it u l o 5 . Biom ecánica del tendón 77
Se exponen por separado los resultados obtenidos del estudio de los tendones sanos, de
donantes de órganos, y de los patológicos, provenientes de roturas espontáneas del ten
dón de Aquiles.
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78 J. Nardi Vilardaga y A. Combalía Aleu
Tendones sanos
En los tendones estudiados se observa una ondulación de las fibras. Por regla general, en
la observación al microscopio óptico no se aprecia la constitución fibrilar de las fibras
tendinosas, aunque se provoque una hidratación, por encontrarse las fibrillas agrupadas
de forma densa. Entre los haces de fibras se encuentran encajadas las prolongaciones de
las células tendinosas.
Las células tendinosas son los fibrocitos, adaptados a las especiales condiciones exis
tentes en el tendón, y dispuestos en largas series entre las fibras de colágeno. Observadas
al microscopio óptico, las células se presentan com o formaciones aplanadas y alargadas,
triangulares o cuadrangulares, con un citoplasma intensamente basófilo y un niicleo re
dondeado y laxo. En ocasiones sólo encuentran separadas unas de otras por finos res
quicios (fig. 5-1).
Los tendones se encuentran constituidos por colágeno y elastina incluida en una m a
triz de proteoglicanos y agua, constituyendo el colágeno el 65 % del contenido seco del
tendón. Estos elementos se producen en el interior del fibroblasto y se organizan en una
estructura tridimensional. La organización de las fibras tendinosas en una disposición
paralela a lo largo del eje longitudinal es la que se observa con microscopía óptica.
Al microscopio electrónico de transmisión y con el microscopio de barrido, las fibras
de colágeno se observan, no sólo en una orientación longitudinal, sino también orien
tadas de forma horizontal y transversal (fig. 5 -2 ), además se aprecia la perfecta agrupa
ción en fascículos (fig. 5-8). Además, con el microscopio de barrido se observa la orien
tación en espiral de las fibras de colágeno (fig. 5-4).
Estos hallazgos han sido constantes en todos estos tendones, sin haber encontrado
diferencias por la edad o el sexo.
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C a p í t u l o s . Biom ecánica del tendón 79
no. Este hecho com porta un aumento en la ondulación de la estructura del tejido co n
juntivo. Varias fibras de colágeno mostraban signos de degeneración. De forma constan
te se observaban pocos núcleos en estas zonas. Con frecuencia, se apreciaba la existencia
de áreas bien conservadas, alternando con otras con claras lesiones degenerativas.
Las alteraciones histológicas encontradas en la estructura del tendón son de cuatro
tipos:
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80 J. Nardi Vilardaga y A. Combalía Aleu
dón. En las fases más avanzadas, las células adiposas interrumpen la continuidad de las
fibras de colágeno (fig. 5-11). Con microscopia electrónica se aprecia, en fases inicia
les, la desaparición del patrón norm al de los haces de colágeno, que están adelgaza
dos en las zonas en las que hay mayor ntimero de adipocitos. En fases avanzadas se for
man cadenas de adipocitos que se agregan en agrupaciones tridimensionales.
4. Calcificación tendinosa. En dos casos se encontraron depósitos de calcio y metaplasia
del tejido tendinoso en cartilaginoso y óseo. Se observan en estos casos amplios de
pósitos de calcio entre las fibras de colágeno, que incluso pueden unirse íntimamente
a ellas.
Estudio inmunohistoquímico
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C a p í t u l o s . Biom ecánica del tendón 81
Discusión
Se han propuesto distintas causas de la etiopatogenia de las alteraciones tendinosas;
trastornos vasculares que producen una isquemia del tendón, alteraciones degenerativas
de la matriz tendinosa, en especial del colágeno, factores genéticos y el entrenamiento mal
dirigido, causa de incoordinación muscular-motora.
Si valoramos en primer lugar la vascularización tendinosa, podemos afirmar que, en
general, el tejido tendinoso se encuentra correctam ente vascularizado, ya sea a expensas
de la unión musculotendinosa, osteotendinosa o a expensas de arteriolas segmentarias
que, en el tendón de Aquiles, proceden de la tibial posterior y de la peronea. No obstan
te, estamos de acuerdo con Fisher y cois. (1976) en que esta circulación local se distribu
ye por el paratendón y, en general, no proporciona una irrigación importante al interior
del tendón.
Podemos afirmar, de acuerdo con C arr y N orris (1 9 8 9 ) y Schm itd-Rohlfmg y cois.
(1992), que el tercio medio del tendón de Aquiles, a una distancia entre 3 y 5 cm de su in
serción en el calcáneo, se encuentra menos irrigado que el resto del tendón.
Por otra parte, ésta es la zona del tendón en la que asientan la mayoría de las roturas
del tendón de Aquiles, a lo que debe añadirse el hecho com probado por Kannus y Jozsa
(1991), de que la irrigación tendinosa se encuentra disminuida en las zonas de fricción,
torsión o compresión, y señalar que ésta es la zona de apoyo posterior de la mayoría del
calzado deportivo.
De todo ello puede desprenderse el hecho de que ante una disminución de la irriga
ción tendinosa, puede ocurrir una cierta isquemia del tendón, llegando incluso a fenó
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82_________________________________________________________ J. Nardi Vilardaga y A. Combalía Aleu
menos de necrosis tisular, tal com o hemos observado en nuestros resultados y en los des
critos por Kannus y Jozsa (1 9 9 1 ). Este hecho se admite también en la génesis de otras
roturas tendinosas, com o la del tendón del tibial posterior (Frey y cois., 1990) o del su-
praespinoso (Lohr y Uhthoff, 1990).
En el examen con microscopio electrónico de transmisión y de barrido, las fibras de
colágeno presentan no sólo en una orientación longitudinal, sino que también están
orientadas de forma horizontal y transversal; asimismo, hemos podido valorar fibras en
espiral con formación de bucles.
Esta estructura compleja tridimensional sólo se comprende si tenemos en cuenta que
el tendón se encuentra expuesto a solicitaciones multidireccionales y no sólo en sentido
longitudinal. Esta estructura tridimensional form aría, de acuerdo con Kannus y Jozsa
(1991), un entramado de fibras dispuestas para soportar las fuerzas en varias direcciones,
en prevención de la desconexión de dichas fibras y por tanto de la rotura.
En todos los tendones de Aquiles que han sufrido ya la rotura, hemos encontrado al
teraciones patológicas preexistentes, que eran poco frecuentes en los tendones proceden
tes de donantes, o tendones control.
Estas observaciones confirm an los estudios de Arner y cois. (1 9 5 8 ) y de Kannus y
Jozsa (1 9 9 1 ), entre otros, quienes afirmaban que la rotura de un tendón se encontraría
precedida por alteraciones degenerativas, es decir, una tendinopatía degenerativa, una de
generación mixoide, una degeneración grasa o una degeneración calcificante.
La presencia de una degeneración grasa puede por sí m ism a producir la rotura del
tendón sin que existan otros cambios degenerativos en el tejido colágeno (Kannus y Joz
sa, 1991).
La degeneración hipóxica es el hallazgo más frecuente en los tendones que han sufri
do una rotura, ya sea de forma aislada o en combinación con otros tipos de degeneración.
Algunos autores, com o Kannus (1991), describen dentro de lo que denominan tendino
patía hipóxica degenerativa, la existencia de calcificaciones intramitocondriales, que n o
sotros no hemos podido encontrar.
En el grupo control de este estudio, con una media de edad de 33,7 años, y quienes se
encontraban presumiblemente sanos en el m om ento de su muerte accidental, algo más
de la cuarta parte presentaban alteraciones patológicas en el tendón de Aquiles. Estos
hallazgos sugieren que, en una población urbana com o la estudiada, la presencia de cam
bios degenerativos en los tendones puede ser frecuente en los sujetos mayores de los
30 años, y parece lógico que estas alteraciones puedan predisponer a la rotura.
No es conocida la razón de por qué los tenocitos y las fibras de colágeno degeneran o
por qué existen diferencias en los distintos tendones en cuanto al tipo de degeneración.
No obstante, la evidencia que se posee en la actualidad indica que la disminución del
aporte arterial de oxígeno, con la consecuente hipoxia tisular y la alteración que com por
ta en el metabolismo y la nutrición del tendón, pueden ser los factores desencadenantes
(Hess y cois., 1989).
Por último, tras los estudios inmunohistoquímicos, pensamos que la laminina, que
encontram os en el tendón sano en la unión musculotendinosa y el endomisio, no es un
método fiable en el tendón patológico, mientras que la detección de fibronectina en la su
perficie de las fibras de colágeno o de los tenocitos, es indicativa de degeneración de di
chas estructuras. De acuerdo con Kvist y cois. (1 9 8 8 ), pensamos que la presencia de fi
bronectina confirma la existencia de un tejido colágeno inmaduro en la tendinitis crónica
que favorece el riesgo de rotura.
En conclusión, tras la valoración de estos tendones patológicos, podem os afirm ar
que la irrigación del tendón y los cambios estructurales que se producen en él de forma
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C a p it u l o 5 . Biom ecánica del tendón__________________________________________________________ ^
subclínica a lo largo de la vida, son los responsables de una disminución de las propie
dades biomecánicas del tendón, que com portan una disminución de la resistencia a las
solicitaciones a las que está expuesto el tendón y que provocan un aplanamiento de la
curva de tracción-deformación y, por tanto, una precoz aparición de la lesión y el fraca
so completo del tendón com o en la rotura espontánea de éste.
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Capítulo 6
Biomecánica del músculo
F. B a l a g u é V iv e s y S. R a m ó n R o ñ a
Introducción
El cuerpo humano muestra constantemente actividades de tipo mecánico. Ello es debido
por una parte a las funciones de sus órganos vitales, com o la circulación de la sangre, la
respiración y la digestión y, por otra, a las actividades asociadas a la vida diaria y social,
com o la locomoción y las tareas manuales más sofisticadas.
El movimiento voluntario es un requisito indispensable para una vida activa. La pér
dida de movilidad conduce al deterioro ñincional y a la incapacidad para realizar las ac
tividades de la vida diaria. La biomecánica es la aplicación de los principios de la física al
estudio de los sistemas biológicos. Permite el estudio del movimiento corporal y de las
fuerzas necesarias para producir movimiento.
Desde el entrenamiento muscular de potencia practicado por los culturistas, al m ovi
miento de precisión realizado por los músicos, toda actividad musculosquelética respon
de básicamente a un único patrón, por unas mismas unidades básicas contráctiles, com o
se detallará a continuación. Las actividades humanas no son tan simples, y algunas re
quieren interacciones complejas de grupos musculares sinérgicos. Aunque se conocen las
características básicas de la biomecánica muscular, los datos científicos no son todavía su
ficientemente concluyentes. En este capítulo se exponen los conceptos básicos de la bio
mecánica muscular.
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86_____________________________________________________________ F. Balagué Vives y S. Ram ón Roña
lación, sobre la que actúan, o poliarticulares cuando atraviesan dos o más articulaciones
entre su origen e inserción. En cada articulación pueden actuar diferentes músculos y en
cada m ovim iento pueden intervenir varios de ellos. Aunque cada músculo posee unas
propiedades anatómicas y funcionales individuales, no suelen actuar en solitario en nin
gún movimiento, por sencillo que éste sea. Los extremos de las fibras musculares se inser
tan en los tendones, que a su vez se insertan en los huesos cruzando las articulaciones y
transmitiendo la fuerza generada en la contracción. Las aponeurosis o fascias son láminas
de tejido conjuntivo que se encuentran en algunos músculos no fusiformes, y son útiles
también para la inserción ósea. Los tendones y aponeurosis constituyen el elemento elás
tico en serie. El músculo y el tendón son dos componentes elásticos en serie que multipli
can sus efectos y ahorran energía.
El músculo estriado se compone de agua en un 75 % , seguido de proteínas, en especial
los com ponentes contráctiles com o actina y miosina (20 % ) y un 5 % de fosfatos, sales
minerales y fuentes energéticas necesarias para la producción de fuerza. Los músculos
de tipo esquelético contienen más de un tercio de las proteínas del cuerpo. Sus células tie
nen la propiedad de hipertrofiarse de forma considerable bajo el estímulo de la función
m otora activa. C om o observó Trueta, el pigmento mioglobina, que se encuentra sola
mente en el músculo, es el principal responsable de su coloración rojiza.
A continuación se analiza el músculo estriado por su evidente interés desde el punto
de vista biomecánico, y para ello debe conocerse su estructura. El músculo está consti
tuido por elementos pasivos o inertes y elementos activos o contráctiles.
El músculo está rodeado de una vaina de tejido conjuntivo llamada epimisio. El tejido
conjuntivo penetra en el músculo formando el perimisio, que divide al músculo en fas
cículos musculares que a su vez contienen varias fibras o células musculares. Dentro de
cada fascículo, las fibras o células están separadas entre sí por el endomisio. Todos estos
elementos constituyen el componente elástico paralelo a las fibras. El contenido en tejido
conjuntivo es variable de un músculo a otro y de una especie a otra. Su función es ase
gurar la cohesión de las fibras musculares. Además permite la circulación sanguínea y lin
fática, y contiene una red nerviosa (fig. 6 - 1 ).
Los componentes contráctiles son de dos tipos: la fibra muscular o fibra extrafusal y el
huso neuromuscular o fibra intrafusal. La fibra muscular ejerce una fuerza mediante su
contracción, com o se explicará más adelante. La fibra m uscular estriada es una célula
alargada, con una longitud que varia entre 1 m m (tensor del tímpano) y 35 cm (sartorio),
y cuyo diámetro varía entre 10 y 100 fim. En el hombre, el número de fibras musculares
que constituye un músculo está predeterminado aproximadamente a los cuatro meses de
vida embrionaria. Cada fibra o célula constituye un sincitio que puede contener hasta va
rios centenares de núcleos. La fibra muscular está constituida por: a) el sarcolema; b) las
miofibrillas, y cj el sarcoplasma.
El sarcolema es la m em brana de la fibra muscular estriada, con un grosor inferior a
10 A. Su estructura es muy similar a la de las membranas de otras células, com o las ner
viosas. Se localiza debajo del endomisio. Presenta numerosos túneles o invaginaciones
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C a p it u l o 6. Biom ecánica del músculo 87
Fascículo muscular
Miofibrilla
Figura 6-1. Estructura del músculo esquelético. Organización del músculo esquelético, desde el ni
vel macroscópico al molecular. (Adaptado de Netter, 1990.)
que forman vesículas abiertas, y que son las manifestaciones morfológicas de los proce
sos de transporte activo.
Las miofibrillas constituyen el elemento contráctil de la célula. Tienen entre 1 y 3 (jim
de diám etro y ocupan dos tercios del citoplasm a (m ás de 100 millones p or cm^). La
miofibrilla está constituida por la asociación de sarcómeros en serie, entre 100 y 400. Al
microscopio óptico, muestra un patrón en bandas formado por unas bandas isotrópicas
(banda I) y otras anisotrópicas (banda A). Esta disposición confiere al músculo su as
pecto estriado. Al microscopio electrónico, la ultraestructura permite definir m ejor la
estructura de otras bandas en su interior. Las miofibrillas están constituidas a su vez por
miofilamentos o filamentos contráctiles, compuestos por proteínas contráctiles. Los fi
lamentos pueden ser delgados (filamentos de actina) o gruesos (filamentos de miosina)
y se alternan a lo largo de la fibra. Su posición permite la interdigitación entre ellos, de
m anera que cada filamento grueso queda situado entre miofilamentos delgados, y vi
ceversa.
El sarcoplasma es semejante al citoplasma de otras células, contiene matriz celular y
organelas, com o el aparato de Golgi, mitocondrias y retículo sarcoplasmático.
Así, las miofibrillas están formadas por varios sarcómeros. Al microscopio electróni
co, el sarcómero es el espacio entre dos líneas Z (Zwischenscheibe) consecutivas, que se
presentan a intervalos regulares. Com o se ha mencionado, puede diferenciarse la banda A
(anisotrópica, básicamente miosina) opaca en el centro del sarcómero, de la banda I (iso-
trópica, actina principalmente) que es la banda clara intercalada en los extremos. La lí
nea Z (actina y moléculas asociadas) se encuentra en el centro de la banda I (fig. 6 -2 ).
En el centro de la banda A, se encuentra una zona clara, la zona H (disco de Hansen).
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88 F. Balagué Vives y S. Ram ón Roña
r¥ r /i
1
a
- Banda I Banda A - Banda I ■
Zona H
Sarcómero
Músculo contraído
Figura 6-2. Estructura microscópica del músculo. Durante la contracción se produce el acortamien
to del sarcómero, por deslizamiento de los filamentos finos entre dos líneas Z (se acortan las ban
das I, sin modificarse la longitud de las bandas A), acortamiento de la mió fibrilla y fibra muscular, y
por tanto el músculo aumenta de espesor. Durante la relajación, ocurre lo contrario (véase texto).
El estudio al m icroscopio electrónico de un sarcóm ero perm ite diferenciar los fila
mentos gruesos, de 16 nm de diámetro, de los filamentos finos, de 7 nm (fig. 6 -3 ). Los fi
lamentos gruesos se localizan en el medio del sarcómero, en la banda A. Están formados
por miosina (1,5 |xm de longitud y 15 nm de espesor) y se disponen en sentido longitu-
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C a p it u l o 6. Biom ecánica del músculo 89
0*0
Moléculas de actina Moléculas de tropomiosina Moléculas de troponína
Banda Z
Actina Tropomiosina Troponína ■
Filamento
fino
Puentes cruzados
Filamento (grupos de cabeza
grueso de las moléculas
de miosina)
Filamento
fino
Molécula de miosina
(del filamento grueso)
Huso neuromuscular
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90 F. Balagué Vives y S. Ram ón Roña
a y
Terminación Cavidad
motora gamma líquida Fibras
Terminación intrafusales
primaria
1 cm
Figura 6-4. Estructura del huso muscular. El huso muscular y su relación con las grandes fibras
musculares esqueléticas extrafusales, con la inervación doble motora y sensitiva del huso muscular.
magnitud del cambio de longitud, al SNC; y b ) órgano tendinoso de Golgi que transm i
te información al SNC sobre la tensión o la magnitud del cambio de ésta, lo cual no es ob
jetivo de este capítulo.
El huso neurom uscular o fibra intrafusal es un propioceptor m uscular sensible a la
distensión, dispuesto en paralelo con las fibras de los miisculos estriados. Tiene form a
de huso, con una longitud aproximada de 4 a 10 mm y una anchura de 80 a 100 (xm. Se
localiza a nivel profundo de la masa muscular y posee un componente muscular deno
minado haz intrafusal com puesto por varias fibras musculares estriadas rodeadas por
una cápsula, con una expansión en su región central. Cada huso está constituido por va
rias fibras intrafusales pequeñas, entre 3 y 12, que se unen en sus extremos y se insertan
en las fibras musculares esqueléticas extrafusales circundantes. Cada fibra intrafusal es
una fibra muy pequeña de músculo esquelético. Es el órgano básico del reflejo miotático
de extensión, de naturaleza monosináptica. El estiramiento pasivo produce tensión en el
huso, mientras que la contracción muscular disminuye esta tensión (reflejo de protección
muscular).
La vía aferente está constituida por dos tipos de fibra. Las fibras del grupo lA establecen
sinapsis con la motoneurona a en el asta anterior de la médula. Son gruesas e inervan las
fibras intrafusales en su región central o nuclear. Las fibras del grupo II, son más pequeñas
y están situadas más externamente que las anteriores. La excitabilidad de los haces neuro-
musculares está controlada por motoneuronas y (fig. 6 -4 ). Tanto las fibras 7 com o las a
poseen sus cuerpos celulares en el asta anterior medular. El grupo I se articula con las cé
lulas motoras, de forma monosináptica. El grupo II es polisináptico. La activación se rea
liza también por mediación de fibras del grupo 7 , procedentes de las m otoneuronas 7 .
Producen la contracción de los extremos polares de las fibras intrafusales, lo que provoca
la extensión de la región central, que posee pocas miofibrillas y, por tanto, escasa contrac
tilidad.
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C a p it u l o 6. Biom ecánica del músculo 91
La vía eferente está formada por fibras motoras destinadas a la inervación de las fibras
musculares extrafusales (fibras a ).
Las fibras eferentes y deben diferenciarse de las fibras eferentes a que inervan el
músculo esquelético extrafusal.
El cuerpo humano realiza múltiples actividades físicas. Las fibras musculares poseen ca
racterísticas individuales que les confieren una cierta especialización, y aunque combinan
modalidades de velocidad, potencia y resistencia, en general predomina una de ellas so
bre las otras. En la actualidad, las fibras se diferencian según criterios estructurales, me-
tabólicos, en especial por la capacidad de generar adenosintrifosfato (ATP), y por la ca
pacidad de facilitar su acción energética al sistema contráctil del sarcómero, influyendo
en la velocidad de contracción. La cantidad y distribución de las fibras está determinada
genéticamente. Com o se observa en la tabla 6-1, las fibras pueden clasificarse en:
1. Fibras de tipo I o lentas: son fibras de contracción y relajación potente, lenta, durade
ra y por tanto resistente a la fatiga. Obtienen su energía del oxígeno de la sangre, es de
cir, poseen capacidad aeróbica. Presentan un elevado contenido en mioglobina, enzi
mas oxidativas y mitocondrias.
2. Fibras de tipo II o rápidas: son fibras de co n tracció n rápida y precisa. Utilizan la
energía almacenada en el músculo. Se dividen a su vez en IIA, que son fibras interme
dias entre las de tipo I y II, y contienen enzimas glucolíticas, y por tanto capacidad
anaeróbica, que con un adecuado entrenamiento pueden llegar a utilizar el oxígeno
com o las fibras de tipo I, y las IIB, cuya única fuente de energía es la glucosa m uscu
lar. Las fibras IIC son raras en condiciones normales. Se consideran fibras indiferen-
ciadas, capaces de convertirse en el tipo IIA o en el tipo IIB. Se han asociado a la rei
nervación del músculo lesionado.
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92 R Balagué Vives y S. Ramón Roña
Figura 6-5. Tipos de músculos del cuerpo humano, según la disposición de sus fibras musculares.
gran resistencia pero una fuerza débil, y un elevado contenido en hemoglobina que da al
músculo un color rojizo. Al aumentar el esfuerzo, actúan las de tipo IIA y en último lugar
intervienen las de tipo IIB. La célula de tipo IIB se caracteriza por desarrollar una gran
fuerza durante un tiempo muy corto.
Según la distribución de las fibras musculares, los músculos se clasifican en (fig. 6-5):
1. Fusiformes: sus fibras son paralelas a la longitud del músculo (bíceps braquial).
2. Penniformes (penne = pluma): sus fibras son oblicuas a la dirección de tracción (fle
xor largo del pulgar, tibial posterior).
3. Bipenniformes o circunpenniformes: com o el tibial anterior.
4. Multipenniformes: com o el deltoides.
5. Segmentados.
El músculo estriado está controlado por el SNC, segmentos medulares y órganos propio-
ceptores, com o el haz de Golgi. El músculo, al contraerse, realiza una fuerza conocida
com o fuerza interna o tensión que se diferencia de la fuerza externa o carga, que es la re
sistencia que se opone especialmente a la gravedad o a las fuerzas de fricción.
La com b inación de una única neurona m o to ra y todas las fibras m usculares que
inerva se denomina unidad m otora del asta anterior medular, y es la unidad funcional del
músculo estriado. Cuando es estimulada, todas las fibras musculares que dependen de
ella reaccionan a la vez. Responden a la ley del “todo o nada”, es decir, tras el estímulo ner
vioso se contraen al máximo y al unísono, o no se contraen en absoluto.
Durante la contracción muscular tienen lugar fenómenos mecánicos, químicos y eléc
tricos. La teoría de la contracción m uscular más aceptada es la denominada teoría del
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C a p it u l o 6. Biom ecánica del m úsculo 93
desplazamiento miofibrilar, propuesta por Huxley (1957). Según esta teoría, los elemen
tos contráctiles de las miofibrillas -actin a y m iosina- se deslizan unos sobre otros, m an
teniendo su longitud. El deslizamiento hace que millares de estriaciones se acerquen y la
totalidad de la fibra se acorte. En definitiva, durante la contracción, se produce un acor
tamiento del sarcómero, es decir, una aproximación de las líneas Z, por el aumento en el
solapamiento entre los filamentos de actina y miosina. También se conoce com o teoría
del deslizamiento filamentoso de la contracción muscular.
Además del fenómeno m ecánico, durante la contracción m uscular tienen lugar fe
nóm enos químicos y eléctricos. Los fenómenos bioquímicos se deben básicamente a la
interacción del complejo actina-m iosina, en presencia de ATP, y de Mg^+. En repo
so, las dos proteínas (actina y miosina) están intercaladas en la banda A. Tras el estímu
lo nervioso, en presencia de Ca^^, se libera acetilcolina en la unión neurom uscular, lo
que produce un potencial de acción que despolariza la membrana de la fibra muscular.
La acetilcolina es el m ediador químico de los impulsos nerviosos en la unión n eu ro
muscular.
El mecanismo regulador iónico está en íntima relación con los fenómenos eléctricos
que ocurren en la membrana fibrilar y con el estímulo neural, lo que constituye las bases
neurofisiológicas de la contracción muscular. La unidad motora está formada por el con
junto de varias fibras musculares y su nervio m otor correspondiente, la m otoneurona y
el axón.
La fibra muscular puede acortarse hasta un tercio de su longitud de reposo. Este pro
ceso continuo puede generar tensión que resulta en el desarrollo de una fuerza concén
trica (acortam iento), de una fuerza excéntrica (alargamiento) o de una fuerza isométri-
ca (estática), com o se expone más adelante.
Todo este proceso se consigue a través de un sistema de túbulos T, que son ramifica
ciones de la membrana celular dentro de la célula que constituyen un entramado de tú
bulos finos, que transmiten el potencial de acción a través de la célula (fig. 6 - 6 ). Por tan
to, en la con tracción coexisten fenóm enos neurológicos, eléctricos y quím icos, cuyo
resultado es una acción de carácter mecánico.
En la bibliografía médica existen diversos modelos mecánicos que explican la biome
cánica muscular. El primero y más conocido es el modelo de Hill, que describe el múscu
lo esquelético compuesto por tres elementos (fig. 6-7). Uno de ellos es contráctil, activo, es
decir, el m úsculo responde a la estimulación en serie con un elemento elástico. Existe
otro elemento elástico, esta vez en paralelo con los dos citados anteriormente (contráctil
y elástico, ambos en serie). Este último, que es independiente del elemento contráctil, re
presenta la tensión que se ejerce sobre el tejido conjuntivo muscular. El elemento elástico
en serie se localiza en el tendón y en los puentes cruzados entre los filamentos de actina y
miosina. El modelo de Hill proporciona una idea simplificada básica del comportamiento
muscular.
La contracción m uscular produce una fuerza que actúa sobre su origen e inserción
con una fuerza exactamente igual pero de sentido opuesto. La tensión desarrollada por
un músculo estimulado depende de la longitud final que pueden alcanzar sus fibras. En
la figura 6 - 8 , se aprecia la relación entre longitud del músculo y fuerza isométrica, de m a
nera que al aplicar una fuerza sobre el músculo, éste aumenta su longitud, por la elasti
cidad de sus fibras. La tensión o fuerza se produce únicam ente cuando los filamentos
gruesos interaccionan con los filamentos finos. La m áxima fuerza se obtiene cuando la fi
bra está en la denominada longitud de reposo, es decir, cuando la longitud del sarcóme
ro permite la activación de todos los puentes cruzados entre filamentos gruesos y finos. Si
se provoca un acortamiento mayor, la fuerza que desarrolla disminuye de forma lenta al
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Banda A i
Línea Z Línea Z
principio y después con rapidez. Estos cambios de ftierza, según la fibra se acorte o alar
gue, se deben a características moleculares específicas del proceso de contracción y en
especial al tejido conjuntivo que se encuentra alrededor de las fibras musculares y de las
fascias del vientre muscular. La ultraestructura de la miofibrilla es la que explica la rela
ción longitud de la fibra y tensión.
Cuando se quiere analizar la ftierza producida por todo el músculo, se ha de tener en
cuenta las llamadas tensión activa y tensión pasiva. La tensión activa representa la ftierza
desarrollada por los elem entos contráctiles del m úsculo. La tensión pasiva indica la
fuerza desarrollada cuando el m úsculo sobrepasa su longitud de reposo y se estiran o
elongan las partes no contráctiles de éste. Cuando se elonga progresivamente un m úscu
lo por encima de su longitud de reposo se produce un aumento de la ftierza pasiva y una
disminución de la ftierza activa. En la situación contraria, es decir, al disminuir la longi
tud del sarcómero, existe inicialmente más sobreposición de filamentos gruesos y finos.
Un m ayor acortam iento causa mayor aproxim ación de los filamentos y pérdida de la
fuerza contráctil.
En la figura 6 -9 se observa la relación entre fuerza y velocidad de acortam iento
muscular, de manera que la tensión m áxima que puede desarrollar un músculo depende
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c
-o
c
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co
’o
c
CL
En resumen, aunque aún no se conocen totalm ente las causas de este fenómeno, el
músculo alcanza el máximo grado de tensión en las contracciones excéntricas y a veloci
dades relativamente elevadas.
Puede determinarse la relación entre fuerza y velocidad de contracción mediante la
ecuación de HUI, que predice con bastante fiabilidad el com portam iento m ecánico de
la mayoría de los músculos en valores medios de fuerza y velocidad:
(F + a ) - ( V - f b ) = (F„,áx + a ) - b
donde F es la fuerza de tensión del músculo, Via velocidad de contracción, F^ óxla fuerza
isométrica m áxim a, y a y b constantes cuyos valores varían para cada músculo (general
mente 0,25). Según esta ecuación, existe una relación inversa entre fuerza de tracción y
velocidad de contracción. Esta teoría se aplica a la fibra individual del músculo, lo que
limita la extrapolación directa al estudio de los sistemas musculares globales y a la prác
tica clínica.
C om o aplicación del estudio muscular, el análisis cuantitativo de las propiedades
mecánicas del músculo puede realizarse con la ayuda del registro electromiográfico de la
contracción muscular, y en la actualidad con el análisis isocinético de la contracción y de
la fatiga muscular.
Debido a la gran diversidad de sus constituyentes, cada músculo puede ser considerado
com o un sistema musculosquelético cuyas propiedades biomecánicas más importantes
son elasticidad, viscosidad y contractilidad.
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C a p ít u l o 6. Biom ecánica del músculo 97
Elasticidad
Viscosidad
Contractilidad
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Las fibras de un m úsculo que se orientan con cierto grado de inclinación en relación
con la dirección de tracción, com o el glúteo medio, están más juntas y por el efecto del
empaquetado, hay mayor número de fibras en una misma sección transversal. Por tanto,
la fuerza generada por músculos penniformes será superior a la de los músculos fusifor
mes, cuyas fibras siguen la misma dirección longitudinal del músculo.
Los músculos fusiformes son los que permiten al cuerpo la realización de movimientos
rápidos y de gran amplitud, los músculos penniformes son los que permiten movimien
tos de m enor amplitud, pero más potentes. El músculo fusiforme puede acortarse mucho
más que el penniforme.
Modalidad de la contracción
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C a p it u l o 6. Biomecánica del músculo 99
Factores fisiológicos
1. Edad. Los valores m áxim os de fuerza se alcanzan a la edad de 25 años aproxim ada
mente, en que empieza a disminuir la fuerza contráctil, en especial en sujetos no en
trenados. En individuos jóvenes, los resultados pueden ser mejores en función del
peso, y en personas más mayores en función del entrenamiento.
2. Sexo. Hasta la pubertad prácticamente no existen diferencias valorables entre ambos
sexos. A partir de ese m om ento, la fuerza muscular m áxim a que puede alcanzarse es
inferior en la mujer, debido quizás al aumento de la grasa corporal en relación con la
musculatura y a las influencias hormonales (bajo nivel de andrógenos y anabolizan-
tes), además de otros factores socioculturales.
3. Peso corporal. Si se tiene en cuenta que la musculatura constituye el 43 % del peso cor
poral total, el peso de un individuo puede estar directamente relacionado con el de
sarrollo de su musculatura, siempre que no se trate de un obeso. En general, el múscu
lo de gran dimensión suele poseer mayor capacidad de tensión, aunque no siempre
es así, ya que en algunos casos el mayor volumen puede deberse a un alto contenido en
fibras de colágeno.
4. Entrenamiento. Es un factor altamente decisivo, tanto por la hipertrofia muscular (res
ponsable directa del aumento de los valores de tensión muscular alcanzables), com o
por el aumento de la resistencia a la fatiga, y por las modificaciones metabólicas de la
fibra, con el incremento de las actividades enzimáticas y bioquímicas.
5. Otros factores.
• Motivación del individuo.
• El aumento relativo de la fuerza inmediatamente después del estiramiento pasivo de
un músculo, que dura unos segundos. Este fenómeno puede experimentarse des
pués de un ejercicio de levantamiento de pesas; puede comprobarse que es más fá
cil volver a levantar el peso al poco rato de haberlo dejado, que si ha transcurrido
cierto tiempo.
Trabajo
Desde el punto de vista mecánico, el músculo es capaz de producir trabajo tanto estático
com o dinámico. Cuando un músculo se contrae sin que se produzca ningún movimien
to en la articulación se dice que el trabajo es estático o isométrico. Es el que permite el
mantenimiento de la postura corporal (fig. 6-10). En el trabajo dinámico la longitud del
músculo se modifica por la fuerza que actúa sobre el origen e inserción de éste. Es el que
permite actividades com o la marcha. Cuando el músculo se contrae aproximando sus in
serciones, realiza un trabajo concéntrico (acortam iento). Si la finahdad del trabajo del
músculo es el alejamiento entre sus inserciones, trabaja de forma excéntrica. Cuando el
músculo se contrae al realizar un trabajo excéntrico máximo, es un 40 % más potente que
si realiza un trabajo estático máximo. La capacidad de desarrollar una fuerza concéntri
ca disminuye con más rapidez que el tiempo de trabajo del músculo.
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100 F. Balagué Vives y S. Ram ón Roña
Ejercicio físico
El hábito sedentario eleva la morbimortalidad. El beneficio del ejercicio físico regular se uti
liza com o medida preventiva y terapéutica adicional en múltiples enfermedades, como la
obesidad, diabetes e hipertensión. La sociedad americana de medicina deportiva y el centro
de control de enfermedades de Atlanta (Center for diseases Control, CDC) han editado la
Guía de evaluación y prescripción de ejercicio en la que la calidad y la cantidad de ejerci
cio, así como los programas de entrenamiento para desarrollar y mantener la forma física.
La masa muscular varía con el crecimiento. Entre los 25 y 50 años, aumenta lentamente
la atrofia muscular. Esta pérdida de tamaño y fuerza muscular puede retrasarse con la po
tenciación muscular adecuada. Con la edad, el diámetro de la fibra muscular disminuye,
en especial el número de fibras de tipo IL Estos efectos se deben, en parte, a la disminu
ción de la actividad del individuo y al sedentarismo. Tras un programa de entrenamien
to apropiado, sobre todo mediante ejercicios de carga, el músculo puede aumentar su ca
pacidad funcional, en respuesta al estímulo. El entrenam iento de resistencia, es decir,
entrenam iento de baja fuerza y alta repetición com o en el corredor de fondo, redunda
en una elevada resistencia del individuo, y también de resistencia a la fatiga. El entrena
miento de fuerza, alta fuerza y baja repetición, desarrolla mayor masa muscular y poten
cia que el de resistencia, com o ocurre en el corredor de velocidad (sprinter) o en el le
vantamiento de pesas. En general, el aumento de la masa muscular se debe a la hipertrofia
de las fibras de tipo II y maximiza el metabolismo anaeróbico. Esto beneficia al sprinter,
aunque requiere períodos de reposo y de recuperación.
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C a p ít u l o 6. Biomecánica del músculo_______________________________________________________ 1 ^
Inmovilización y desuso
Las principales hormonas anabólicas son la testosterona, la horm ona del crecimiento y el
factor de crecim iento dependiente de la insulina (IGF-1), mientras que las horm onas
catabólicas más importantes son el cortisol y las catecolaminas.
1. Testosterona: ejerce también un papel anabólico, promotor del crecimiento del múscu
lo esquelético y del hueso. Los andrógenos favorecen el cierre fisario de los huesos largos.
2. H orm ona del crecimiento; tiene una función anabólica, sinérgica con la insulina, y un
efecto estimulante del crecim iento. Permite el desarrollo de tejidos com o el hueso,
conjuntivo, visceral, adiposo y musculosquelético.
3. Insulina: tiene un efecto anabólico neto sobre el músculo. Favorece el depósito de hi
dratos de carbono y proteínas, lo que conduce a la utilización de glucosa.
4. Glucocorticoides: producen el efecto contrario a la horm ona del crecimiento y la in
sulina, que aceleran la degradación proteica y liberación de aminoácidos.
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PARTE II
Biomecánica regional
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Capítulo 7
Biomecánica de la columna vertebral
A . G ó m ez P rat y J. R o c a B u r n i o l
Introducción
La colum na vertebral es una estructura esencialmente mecánica. Cada vértebra se a r
ticula con otra de forma controlada a través de un complejo sistema de articulaciones,
ligam entos y palancas (costillas). Aunque la colum na presenta una estabilidad li
gamentosa inherente, la mayor parte de esta estabilidad m ecánica se debe a su altísimo
desarrollo, tanto de las estructuras neurom usculares dinám icas com o del sistema de
control.
La columna vertebral cumple tres funciones biomecánicas fundamentales;
1. Soporta la mitad superior del cuerpo (tronco y cabeza), lo que representa el 60 % del
peso total, que gravita sobre ella en posición erecta.
2. Posee una flexibilidad suficiente para permitir los movimientos del tronco en los tres
planos, permitiendo no sólo la marcha, sino el alcance y la carga de objetos.
3. Por último, y la más importante, protege las delicadas estructuras nerviosas medula
res y radiculares.
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106______________________________________________________________A. Gómez Prat y J. Roca Burniol
Disco intervertebral
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C a p i t u l o ? . Biom ecánica de la colum na vertebral 107
Vértebra
Cuerpo vertebral
El cuerpo vertebral soporta grandes esfuerzos antes de fracturarse, dada la enorme capaci
dad de absorción de energía que posee el hueso esponjoso. En general, la resistencia de la
vértebra disminuye con la edad, en especial a partir de los 40 años. Bell demostró que existe
una correlación entre la resistencia y la masa ósea. Así, la pérdida progresiva de masa ósea
se traduce en una menor resistencia. Una pérdida de masa del 25 % supone una disminu
ción de resistencia del 50 %. La pérdida ósea trabecular es mayor en el centro del cuerpo ver
tebral, de ahí que la fractura por osteoporosis tenga el aspecto característico de un hundi
miento central. También se han estudiado por separado los componentes somático cortical
(paredes verticales y platillos) y esponjoso. Estructuralmente este último presenta una orien
tación preferentemente vertical y transversa de sus trabéculas. Esta disposición es necesaria
para neutralizar cargas en sentido craneocaudal. La existencia de un considerable número
de trabéculas de interconexión en diversos planos oblicuos se relacionará con la capaci
dad de resistencia frente a fuerzas de cizallamiento o compresión de múltiples direcciones.
Por lo que respecta al componente somático cortical, éste participa en un 45 a un 75 %
en la resistencia global. Es decir, tanto uno com o otro contribuyen sustancialmente a la
rigidez del soporte corpóreo vertebral.
Apófisis articulares
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A causa de la angulación brusca entre el sacro y la última vértebra lumbar, las carillas
interarticulares frenan la tendencia potencial de la columna a deslizarse sobre el sacro y,
en este sentido, soportan el 33 % de las fuerzas de cizallamiento. Por último cabe destacar
que la orientación de las facetas determina los grados de libertad de movimiento. En un
estudio comparativo de los diversos componentes del segmento de movimiento con res
pecto a su contribución a la fuerza de torsión, Farfan encontró que el disco y el ligamen
to longitudinal, a partes iguales con las dos facetas incluyendo el ligamento capsular, con
tribuían en un 45 % cada una. El restante 10 % de la fuerza de torsión es proporcionado
por el ligamento interespinoso. La colum na lum bar posee una rotación limitada y las
carillas soportan un 45 % de las fuerzas de torsión. La asimetría de las carillas, denomi
nada tropismo, provoca una rotación vertebral asimétrica.
En definitiva, las carillas articulares protegen al disco de las fuerzas de cizallamiento y
torsión, pero no están diseñadas para resistir las fuerzas de compresión intervertebral,
función que asume casi íntegramente el disco.
Istmo y pedículos
El istmo y pedículo resisten cargas de hasta 100 kg. Más interesante es el com portam ien
to del arco neural com o unidad funcional. No hay estudios biomecánicos que traten por
separado los componentes del arco neural. Cuando se estudia el arco neural (pedículos
y láminas) ante fuerzas cíclicas en flexión, extensión o torsión, se observa que las tensio
nes se distribuyen en una zona com ún situada en la superficie inferior del pedículo, en
la unión de éste con la lámina.
Ligamentos
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12 13
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res tangenciales, que son atenuadas por el com portam iento viscoelástico del anillo. Esta
tensión circunferencial es máxima en la periferia del anillo y decrece radialmente hacia el
centro por acción de las fibras colágenas. Los movimientos de flexión anterior y lateral y
los de extensión provocan en el disco esfuerzos de tensión y compresión, mientras que los
movimientos de rotación producen esfuerzos constantes. El disco normal, por tanto, apor
ta al segmento de movimiento una función hidrostática, y actúa com o un colchón entre
las vértebras que ahorra energía y distribuye las cargas. Por otro lado, en el platillo verte
bral ocurre lo contrario, el máximo estrés se encuentra en la porción central y disminuye
en la periferia. Con la compresión, el disco experimenta una disminución de altura y en las
superficies de contacto de las carillas articulares aum enta mucho la presión, se aproxi
man las superficies articulares de las pequeñas articulaciones y se amplía la superficie de
contacto. De esta forma, la unidad vertebral segmentaria incrementa la rigidez del siste
ma en un 60 % por efecto del acoplamiento de sus diferentes elementos.
Se admite que las articulaciones soportan entre el Oy el 30 % de la carga, función que
se hace más evidente cuando la columna se encuentra en hiperextensión.
Cinemática
La movilidad de la columna ha sido estudiada en cadáveres desde tiempos de Galeno. Ve-
salio, en 1543, describió las primeras estructuras anatómicas que soportan el m ovimien
to. Winslow en 1730 y Weber en 1827 efectuaron las primeras m ediciones de arcos de
m ovim iento. Volkmann describió los m ovim ientos de rotación en 1872, y Guerin en
1877, la inclinación lateral y la flexoextensión. Lovett en 1900 demostró la existencia de
una rotación axial automática en el curso de una inflexión lateral.
En 1929 los estudios radiológicos de Dittman mostraron que en flexoextensión: aj la ex
tensión es mayor para la columna lumbar que la flexión; b) el centro del movimiento sagital
entre dos cuerpos vertebrales se encuentra a nivel del núcleo pulposo del disco, y c) no existe
un centro único, sino múltiples ejes transitorios en situación cambiante, dado que, durante el
movimiento de flexoextensión, se produce un cizallamiento notable en los discos lumbares.
Las características del movimiento de la columna están determinadas por los elemen
tos pasivos (apófisis articulares, disco, ligamentos, estructuras óseas) y activos (músculos).
La disfunción de uno de estos elementos da lugar a una modificación cinemática.
El movimiento de la columna vertebral tiene lugar gracias a la acción combinada del
sistema neuromuscular agonista, que lo produce, y del antagonista, que lo controla.
El grado de movilidad es diferente en los distintos segmentos de la columna y depende de
la orientación de las carillas articulares de cada zona. Esta movilidad se produce por la acción
coordinada de varios segmentos, que en la región dorsal se encuentra limitada por la caja to
rácica y en todo el tronco está aumentada por la acción de la báscula pélvica. Ambas, caja
torácica y pelvis, son estructuras esqueléticas que influyen en la cinemática vertebral.
El estudio cinemático de la columna vertebral puede efectuarse en un doble aspecto:
a) movilidad segmentaria, referida exclusivamente a un solo segmento vertebral, y b) m o
vilidad global de la columna.
Movilidad segmentaria
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C a p it u l o 7. Biom ecánica de la colum na vertebral____________________________________________ U l
los grados de movimiento de los distintos segmentos de la columna. Se han obtenido va
lores representativos comparando el movimiento en los segmentos dorsal y lumbar.
Flexoextensión
Los movimientos de flexoextensión son posibles por la capacidad del disco para ser ten
sado o comprimido en un 2 0 % de su altura original, elongándose en el lado convexo de
la curva raquídea y pinzándose en el cóncavo.
El movimiento está guiado por las apófisis articulares y limitado por el estiramiento
de sus elementos capsulares. El ligamento vertebral com ún posterior y el interespinoso
constituyen un freno para la flexión, y el ligamento vertebral com ún anterior para la ex
tensión. En los segmentos torácicos superiores, el valor representativo para la flexoex
tensión es de 4°, en la región torácica media es de 6 ° y en los segmentos inferiores de 12°.
El grado de flexoextensión aumenta en los segmentos lumbares donde alcanza un máxi
mo de 20° a nivel lumbosacro. Así un 20 % de la flexoextensión que ocurre en la colum
na lumbar tiene lugar en el segmento lumbosacro y un 25 % a nivel de L4-L5.
Mediante análisis radiológicos minuciosos, en la actualidad se ha invalidado la teoría
de Dittman, según la cual en la columna lumbar la extensión es mayor que la flexión. En
realidad, todos los segmentos tienen más movilidad en flexión que en extensión, excep
tuando L5-S1.
En la colum na cervical, a nivel de la articulación atlantooccipital, la flexoextensión
alcanza aproximadamente 25° y en la articulación atlantoaxoidea alrededor de 20°; las
articulaciones de la columna vertebral cervical media e inferior permiten de 1 0 a 2 0 ° de
flexoextensión; estos valores son aproximadamente de 20° de C4 a C 6 .
Inclinación lateral
Rotación axial
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112______________________________________________________________A. Gómez Prat y J. Roca Burniol
Movimientos combinados
CiZALLAMIENTO
El movimiento de rotación de la vértebra se acom paña de su desplazamiento hacia de
lante con discreta flexión (cizallam iento). La carilla articular del lado hacia el que se
produce la rotación se com prim e, m ientras que la carilla articular contralateral se dis
tiende. Al suprimir la rotación, el arco neural deja de sufrir tensiones y las carillas arti
culares vuelven a su posición.
Existen grandes variaciones individuales y entre sexos y está muy condicionada por la
edad (fig. 7-2). Los primeros 50-60° de flexión se producen en la columna lumbar (seg
m entos inferiores). Esta flexión está favorecida por la báscula an terior de la pelvis
(fig. 7-3) y se inicia gracias a la acción del psoas y la musculatura abdominal. A partir de
ese m om ento el peso de la parte superior del cuerpo contribuye al aum ento de la fle
xión, entonces se incrementa de manera gradual la actividad de los músculos erectores de
la colum na que serán los que controlarán la flexión. El segmento torácico contribuye
poco a la flexión de la columna en su conjunto.
Los músculos posteriores de la cadera actúan controlando la báscula anterior de la
pelvis. Cuando se alcanza la flexión m áxim a, los músculos erectores de la colum na se
vuelven menos activos. En esta posición, el movimiento de flexión se equilibra pasiva
mente por medio de los ligamentos posteriores, los cuales, inicialmente laxos, se tensan
debido a la elongación de la columna.
Al pasar de la máxima flexión a la posición erecta, se produce la secuencia inversa. La
pelvis bascula hacia atrás y entonces la columna se extiende. Cuando el tronco se extien
de, la musculatura dorsal está activa en la fase inicial del movimiento. Esta acción inicial
disminuye en los siguientes grados de extensión y la m usculatura abdominal se activa
para controlar el movimiento. La extensión m áxim a o forzada requiere nuevamente la
actuación de la musculatura extensora.
Durante la flexión lateral del tronco, el movimiento puede estar centrado principal
mente en la colum na dorsal o lumbar. Aunque las formas de las carillas articulares en
la colum na dorsal perm iten la flexión lateral, ésta se encuentra restringida por la caja
torácica en un grado variable según los individuos. Los sistemas espinotransversales y
transversoespinales de los músculos erectores de la colum na, junto con la m usculatu
ra abdominal, actúan en la flexión lateral de la colum na. El movimiento se origina por
una contracción ipsolateral de estos músculos y se modifica por contracciones contra-
laterales.
La rotación se com bina con la flexión lateral del tórax. También se produce un pa
trón combinado de rotación y flexión lateral en la columna lumbar. La rotación tiene lu-
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C a p ít u l o 7. Biom ecánica de la colum na vertebral 113
Figura 7-3. Los primeros 50-60° de flexión tienen lugar en la columna lumbar. Una flexión adi
cional del tronco se consigue principalmente por la basculación anterior de la pelvis. (Adaptada
de Farman, 1975.)
gar tanto en la columna dorsal com o a nivel lumbosacro. La rotación lumbar, con excep
ción del nivel lumbosacro, es mínima debido a la orientación de las carillas articulares.
D urante la rotación, la m usculatura posterior y abdominal actúa a los dos lados de la
columna, cooperando la musculatura ipsolateral con la contralateral. El movimiento pél
vico es fundamental para aumentar la rotación funcional del tronco.
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114 A. Gómez Prat y J. Roca Burniol
Estabilidad intrínseca
Presión intradiscal
- hC Í ) ( . i X ) iX)
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C a p it u l o 7 . Biom ecánica de la colum na vertebral____________________________________________ y _ 5
La orientación de las carillas articulares controla y dirige los grados de movimiento, per
mitiendo cierta traslación anteroposterior y bloqueando la rotación. Los ligamentos cap
sulares e interespinosos coadyuvan a limitar el arco de movimiento con su tensión.
Estabilidad extrínseca
Musculatura
C o m po r ta m ien to m u s c u la r en p o s ic ió n er ec ta
C o m po r ta m ien to m u s c u la r d u r a n t e el e je r c ic io
Presión intraabdominal
ERRNVPHGLFRVRUJ
116 A. Gómez Prat y J. Roca Burniol
tar levantar un peso contraemos la prensa abdominal, lo cual descarga las fuerzas de ci-
zallamiento del disco de un 5-10 % hasta un 30 %.
Esta teoría tradicional que otorga un poder de descarga a la maniobra de Valsalva fue
contradicha por Nachemson. Al medir la presión intradiscal en voluntarios, no observó
tal efecto de descarga, sino que, al contrario, encontró un aumento sustancial en la pre
sión del disco. Explica el hecho señalando que mientras la maniobra provoca un aum en
to de la presión intraabdom inal que tiende a descargar la espalda, al mismo tiempo se
contrae con gran potencia la m usculatura paravertebral, lo cual se traduce en un aumen
to de la presión en el disco.
Es de suponer que este efecto nocivo sólo se desencadene al practicar la maniobra de
Valsalva y que en circunstancias normales una buena prensa abdominal sigue descar
gando la presión del disco.
Fasda dorsolumbar
Los músculos erectores del tronco se mantienen adosados a los canales vertebrales por
medio de la fascia dorsolumbar. Cuando estos músculos se contraen, sus fibras tienden a
acortar la distancia entre sus inserciones y en ese momento ejercen una fuerza contra la
fascia dorsolumbar. Esto permite que el músculo al contraerse traccione de las vértebras
hacia atrás aplanando la curva lumbar.
Este m ecanism o ejerce una apreciable fuerza de tracció n hacia atrás a nivel de la
cu arta y quinta vértebras lumbares, que se calcula en alrededor de 25 kg, y se supone
que llega a descargar la presión del disco en un 1 0 - 2 0 %.
Com o resumen de todo lo expuesto, podemos establecer que el disco se encuentra ali
viado en el soporte de las cargas por diferentes mecanismos adicionales de estabilidad in
trínseca o extrínseca.
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C a p it u l o 7 . B io m e c á n ic a d e la c o lu m n a v e r te b ra l 117
Las fuerzas que contrarrestan el cizallamiento durante la flexión son las siguientes:
Reflejo fibroneuromuscular
Los discos intervertebrales, las articulaciones posteriores, las cápsulas y los ligamentos
contribuyen a la estabilidad de la columna por una acción puramente mecánica de con
tención. Actúan, además, com o órganos efectores de un reflejo fibroneuromuscular, cuyo
estímulo inductor es el estiramiento de las diferentes estructuras provocado por el m o
vimiento forzado (m ecanorreceptores de Freeman y Wyke), y su consecuencia, la co n
tracción coordinada de los grupos musculares gravitatorios que se oponen a dicho m o
vimiento. Recientemente se ha descubierto que la cápsula contiene también un sistema
receptor nociceptivo (corpúsculos de tipo IV de Nade), normalmente inactivo, y que se
estimula frente a sobrecargas mecánicas en las pequeñas articulaciones y en los procesos
inflamatorios. Este sistema alertaría a la musculatura para que el arco de movimiento no
sobrepase ni alcance los límites de la resistencia articular.
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118 A. Gómez Prat y J. Roca Burniol
Escoliosis
La escoliosis es la desviación de la columna vertebral en los tres planos del espacio. En ella
se observan dos cambios importantes:
1. La curva lateral está en rotación, de tal forma que el cuerpo vertebral está rotado hacia
la convexidad de la curva.
2. La vértebra situada en el área de máxim a desviación lateral está deformada, con una
lámina estrecha en la concavidad y con unos pedículos y apófisis transversas angula
das posteriormente en la convexidad.
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C a p it u l o 7. Biom ecánica de la colum na vertebral____________________________________________ U 9
tructura y la función y establece que cada cambio en la forma y/o función de los huesos
es seguida por cambios en su estructura interna. Además, estas fuerzas afectan el creci
miento del hueso.
En el caso de la escoliosis idiopática el crecim iento de la colum na, es un factor im
portante que debe tenerse en cuenta para evaluar la evolución de la deformidad escolió-
tica, ya que cuando el crecim iento ha cesado, la progresión de ésta no es muy im p or
tante.
En los tejidos vivos la progresión de la deformidad ocurre igual que en el material
inerte. La recuperación de los efectos de carga requiere un tiempo determinado. Si la car
ga se aplica antes de que se complete la recuperación se producirá una deformación. A
este fenómeno se añade el efecto de la ley de Huerter-Wolkmann (la compresión inhibe
el crecimiento mientras que la tensión lo estimula). En el caso de la columna torácica el
borde anterior crece más rápidam ente y el posterior más lentamente, es decir, se p ro
duce un acuñam iento posterior y com o consecuencia de él la evolución hacia una lor-
dosis. En lordosis, las facetas de la columna torácica no están alineadas para permitir ro
tación alguna, y por tanto se deformarán. La siguiente carga deformante aplicada antes de
que se consiga la recuperación a la carga previa, unido al efecto de aumento de la carga
sobre tejidos en crecimiento en el lado de la compresión y de la disminución en el lado de
la tensión, provocará que a la alteración en la velocidad del crecim ien to se añada el
aumento de la deformidad. Esta deformidad esencialmente lordótica provoca que la par
te posterior de la columna deformada sea más corta que la anterior. La carga sobre la epí
fisis del lado del cuerpo vertebral (que está ahora dirigida más ventralmente), aumenta
conforme progresa la rotación y com o está todavía detrás del centro de gravedad se pro
ducirá una deformación lateral por acuñamiento de la vértebra. Por tanto, en la escolio
sis, se produce una deformidad triplanar: lordosis, rotación y acuñamiento lateral de las
vértebras afectadas.
Cifosis
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Capítulo 8
Biomecánica de la cintura escapular
J. B o r r e ll P ed r ó s y J. P u ig d e l l Iv o l G r if e l l
Introducción
La cintura escapular es el complejo articular de más movilidad del organismo, con sus
tres ejes de trabajo y sus tres grados de movilidad. Se com pone de tres articulaciones
verdaderas; esternocostoclavicular (1 0 % de participación), acromioclavicular (4 0 % de
participación), escapulohum eral (5 0 % de participación), y de un espacio de desliza
miento escapulotorácico. Es curioso el hecho de que la porción de esfera en la que pue
den desplazarse las dos m anos corresponde casi exactam ente a la que es visible con el
simple movimiento de los ojos con la cabeza inmóvil.
El complejo articular de la cintura escapular necesita para su funcionamiento 19 múscu
los, sobre un total de 54 músculos en el miembro superior. Estos 19 músculos actúan bajo
la form a de 25 pares de rotaciones que aseguran el m ovim iento y la estabilidad en los
3 planos del espacio. Los músculos periarticulares tienen un papel preponderante. Según
Bonnel, podemos considerar a la cintura escapular com o un verdadero “músculo” y no
como una articulación propiamente dicha.
Anatomía funcional
Complejo óseo
Los tres elementos óseos, húmero, clavícula y escápula, en sí mismos, son inestables por
su discordancia con las superficies articulares de contacto y su tam año reducido com o
son la cavidad glenoidea de 6 cm^, la acromioclavicular de 3 cm^ y la esternoclavicular
de 4 cm^. Todo ello favorece la inestabilidad rotatoria tridimensional (fig. 8-1 A).
La clavícula es un hueso de unión con el esqueleto axial, muy delgado, que mantiene
la distancia entre las superficies articulares más límites. El omoplato está incorporado al
esqueleto axial a través del ángulo superoexterno con las articulaciones acromioclavicu
lar y escapulohumeral. La terminología anatómica sólo distingue los desplazamientos ar
ticulares con el movimiento de ñexión-extensión, abducción-aducción, elevación-des
censo y rotación externa e interna. De hecho, sobre el plano puramente mecánico todos
los movimientos tienen com o sustrato mecánico el de la rotación.
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122 ). Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
Menisco —
Ligamento esternoclavicular----
anterior
Superficie articular
Ligamento
esternoclavicular
posterior
Ligamento
esternoclavicular
posterior
Ligamento
interclavicular
Figura 8-1.
A. Articulaciones
de la cintura escapular: Ligamento
1: glenohumeral; costoclavicular
2: esternoclavicular;
3: acromioclavicular;
4: escapulotorácica.
B. Articulación
esterno-costo-clavicular.
Articulación esternocostoclavicular
Esta articulación es el único elemento de unión articular del miembro superior al esquele
to axial. La superficie articular de la clavícula, por su parte inferior se prolonga con el primer
cartílago costal, constituyendo la articulación esternocostoclavicular (fig. 8 -lB ). Un fibro-
cartílago intraarticular se interpone aumentando la estabilidad. La cápsula articular es grue
sa y está formada por los ligamentos esternoclavicular anterior, posterior e interclavicular.
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C a p ít u l o 8. Biom ecánica de la cintura escapular 123
Figura 8-1.
C. Articulación
acromioclavicular.
Articulación acromioclavicular
Es una articulación flexible, donde las carillas articulares en contacto por la mitad inferior es
tán separadas de la mitad superior por un croissant prismático o por un menisco completo.
Este menisco está sólidamente anclado al acromion y más débilmente a la clavícula. La for
ma y sobre todo la orientación de las superficies articulares están destinadas a impedir el des
plazamiento hacia abajo de la clavícula (firecuencia de luxaciones superiores). La continuidad
entre la articulación esternoclavicular y escapulohumeral se realiza en un ángulo de 90°. La
presencia de la articulación acromioclavicular permite una transmisión flexible de las solici
tudes y evita que el omoplato sea propulsado lejos de la caja torácica en un plano horizontal.
La estabilidad está asegurada accesoriamente por la cápsula y reforzada por el ligamento
acromioclavicular. Los ligamentos principales son extrínsecos (fig. 8 -lC ):
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124_______________________________________________________J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
Inman explica la posibilidad de rotación axial gracias a la forma en “S”. Así, los m ovi
m ientos de elevación y descenso están controlados por la tensión del ligamento acro
mioclavicular, y los movimientos de rotación axial de la clavícula por los ligamentos co-
racoclaviculares.
A esta articulación acrom ioclavicular se ancla la unión sindesmótica coracoidecla-
vicular.
La cara inferior de la clavícula entra en contacto con la apófisis coracoide, en el curso
de ciertos movimientos de la cintura escapular, deslizándose una sobre la otra.
En cuanto a las acciones musculares, el trapecio tiende a aplicar el acrom ion sobre la
clavícula reforzando el contacto entre las superficies articulares. El pectoral mayor y el
subclavicular tienden a placar la clavícula sobre el acromion. El esternocleidomastoideo
abre las superficies articulares al elevar la clavícula. El dorsal ancho y el serrato anterior
actúan indirectamente en el mantenimiento de la unión de las superficies articulares.
Articulación escapuiohumeral
Es una articulación enartrósica con una superficie esférica humeral y una cavidad glenoi-
dea recubierta de cartílago que la vuelve plana. Participa en un 50 % en la movilidad total del
hombro. La cabeza humeral representa el tercio de una esfera en la cual, sobre el plano me
cánico, los tres ejes de trabajo responderán a tres grados de libertad articular. La superficie
cartilaginosa de la cabeza humeral presenta un ángulo entre 150 y 160°, y el valor angular gle-
noideo es de 60°. La orientación en retroversión de 30 a 40° (fig. 8-2A) asegura un mínimo
de estabilidad anteroposterior, limitando los riesgos de luxación. La cavidad glenoidea del
omoplato presenta una inclinación hacia arriba y adentro de unos 5° y una retroversión de
7° (fig. 8-2B). Dicha cavidad al ser casi plana favorece la amplitud de los movimientos. Las
superficies articulares son discordantes y existe un fibrocartílago de ensanchamiento o rode
te glenoideo en el perímetro de la cavidad glenoidea que aumenta la congruencia articular.
Los ligamentos glenohumerales (fig. 8-2C ) están formados por tres fascículos:
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C a p ít u l o 8. Biom ecánica de la cintura escapular 125
B Ligamento trapezoide
del ligamento
Clavicula coracoclavicular
Ligamento acromioclavicular
Acromion
Ligamento conoideo
del ligamento coracoclavicular
Apófisis coracoides
Ligamento acromiocoracoideo
3-5°
Ligamento coracoglenoideo
Ligamento coracohumeral
Ligamento glenohumeral superior
! Ligamento coracohumeral
Tendón del
supraespinoso - Ligamento
glenohumeral Tendón del
superior supraespinoso
Ligamento
glenohumeral
medio
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126_______________________________________________________J. Borrell Pedros y J. Puigdellivol Grifell
3. Ligamento glenohumeral inferior. Se extiende desde la parte media e inferior del re
borde y del rodete glenoideo hasta el cuello quirúrgico.
Bursa subacromiodeltoidea
Complejo muscular
El miembro superior está unido al esqueleto axial por la cintura escapular. Los principa
les elementos estabilizadores son los músculos periarticulares que intervienen en dife
rentes grados del movimiento.
Estos músculos (fig. 8-3) no representan más que un tercio del número total, aunque
les corresponde más de la mitad del peso de toda la masa muscular del miembro superior.
Su importancia se fundamenta en la necesidad de realizar grandes fuerzas, tanto en la
función de suspensión-elevación de todo el cuerpo por el miembro superior como en la de
sostenimiento y de transporte de cargas pesadas. Entre otras funciones están el despla
zamiento angular de las superficies articulares con una gran amplitud, permitiendo el po-
sicionamiento de la mano en todas las direcciones.
Los músculos m otores del omoplato son seis: romboide, angular del om oplato, tra
pecio, serrato anterior, pectoral menor y accesorio del omohioideo. Los músculos m oto
res de la clavícula son dos: subclavicular y esternocleidomastoideo. Los músculos motores
del húmero son once: deltoides, pectoral mayor, subescapular, supraespinoso, infraespi-
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C a p it u l o 8 . Biom ecánica de la cintura escapular 127
M. esternocleidomastoideo. A
M. subclavio M. trapecio
M. esternohioideo
M. pectoral mayor, porción clavicular - M. deltoides
M. elevador de la escápula-''^ M. supraespinoso
M. supraespinoso ^ M. infraespinoso
M. romboide menor' -M. tríceps braquial,
porción larga
M. trapecio
M. redondo menor
M. infraespinoso ^ M. tríceps braquial
vasto lateral
M. romboide mayor M. deltoides
M. braquial
M. redondo mayor
M. dorsal ancho
M. tríceps braquial
M. trapecio
IV!. esternocleidomastoideo B
M. deltoides M. pectoral mayor,
M. pectoral menor porción clavicular
M. bíceps braquial, porción corla ' M. subclavio
M. supraespinoso ^ ' Ligamento costoclavicular
M. subescapular — ' M. omohioideo
M. bíceps braquial, porción larga M. serrato anterior
M. dorsal ancho
M. tríceps, porción larga M. subescapular
M. redondo mayor
M. pectoral mayor
M. deltoides M. serrato anterior
noso, redondo menor, redondo mayor, dorsal ancho, coracobraquial, porción larga del
bíceps y porción larga del tríceps. El bíceps braquial tiene dos porciones con una inser
ción común en la tuberosidad bicipital del radio. La porción corta se origina en la apófi
sis coracoides y la porción larga en el tubérculo supraglenoideo.
En la estabilización de la cabeza humeral participan la mayoría de músculos pero so
bre todo los que están en contacto directo con ella, que constituyen la llamada cofia de
los rotadores: supraespinoso, infraespinoso y redondo menor de localización posterosu-
perior, y subescapular de localización anterior.
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128_______________________________________________________J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
Bonnel establece una clasificación que tiene en cuenta todas las articulaciones. Distin
gue cinco grupos: aductores, rotadores internos, rotadores externos, antepulsores y re-
tropulsores. No reconoce analíticamente los músculos específicamente abductores ya que
la abducción es el resultado de las acciones de pares musculares antagonistas.
• Los músculos aductores del húmero son: pectoral mayor, dorsal ancho y redondo m a
yor. Los aductores del omoplato son; trapecio medio y romboides.
• Los músculos rotadores internos del húm ero son: pectoral mayor, dorsal ancho y re
dondo mayor. Los del omoplato son: serrato anterior y pectoral menor.
• Los músculos rotadores externos del húmero son: redondo menor e infi-aespinoso. Y los
del omoplato: romboide y trapecio.
• Los músculos antepulsores del húmero son: coracobraquial, deltoides anterior y pec
toral mayor. Y del omoplato, el serrato anterior.
• Los músculos retropulsores del húmero son: redondo menor, redondo mayor, deltoides
posterior y dorsal ancho. Y del omoplato: romboide y trapecio.
Cinética
La articulación escapulohumeral carece de una estabilidad intrínseca propia, por lo que
necesita el concurso de las partes blandas com o la cápsula articular, el labrum glenoideo,
los ligamentos glenohumerales y los músculos. Un mismo músculo durante su trayecto
puede tener diferentes acciones, por lo que es difícil calcular las fuerzas generales e indi
viduales de cada músculo.
Por ello es preciso simplificar el efecto de las fuerzas presentes y extrapolarlo al cuer
po humano.
Estática
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C a p ít u l o 8 . Biom ecánica de la cintura escapular 129
Figura 8-4. A. Balance de fuerzas y momentos de la articulación glenohumeral. W; peso del brazo;
f: fuerza de fricción; C: resultante de las fuerzas de la cofia de los rotadores; D: fuerza del deltoides;
J: fuerza de reacción articular. B. Par de fuerzas del hombro. RC: cofia de los rotadores; I: infraes-
pinoso; D: deltoides; o: centro de rotación; S: subescapular. En el plano transverso (izquierda) for
mado por el subescapular anteriormente y el infraespinoso posteriormente. En el plano coronal
(derecha) formado por la contraposición del deltoides a la porción inferior de la cofia de los rota
dores. C. Alteración del par de fuerzas. TM: redondo menor; I: infraespinoso; D: deltoides; o: cen
tro de rotación; S: subescapular. Una alteración en el plano transverso y/o coronal altera el fulcro de
movilidad glenohumeral. (Adaptada de Burkhart y cois., Clin Orthop Relat Reser 1991; 267.)
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130 J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
Figura 8-5. Vectores de fuerza de reacción articular glenohumeral. I: brazo en rotación interna;
X: brazo en rotación externa. (Adaptada de Poppen y Walker, 1976.)
Una lesión del supraespinoso causa una alteración de las fuerzas de compresión y un
aumento de las fuerzas de deslizamiento, con un vector resultante que obliga a la cabeza
humeral a desplazarse proximalmente. Este hecho es im portante en las artroplastias de
hom bro, en relación con el aflojamiento del componente glenoideo. Se ha calculado que
la m áxim a fuerza de compresión en abducción a 90° es 10 veces el peso de la extrem i
dad, y que la m áxima fuerza de la cofia de los rotadores a 60° de abducción es igual a nue
ve veces el peso de la extremidad.
En cuanto a la rotación interna y externa, se ha demostrado que la eficacia muscular y
la estabilidad articular es superior con el brazo en rotación externa que en rotación inter
na. Las fuerzas en rotación externa son similares a las generadas en posición neutra, pero
con una resultante más centrada en la cavidad glenoidea, por la acción predominante de
compresión del deltoides. Las fuerzas en rotación interna son mayores que en posición
neutra y rotación externa, y la resultante se desplaza más proximalmente por el predomi
nio de la acción deslizante del deltoides. La fuerza resultante articular a 90° de abducción
es el doble que en rotación externa, lo cual puede demostrarse si se solicita al sujeto que
ponga los dos brazos en abducción a 90°, pero uno en rotación interna y el otro en rota
ción externa. El brazo en rotación interna se cansará más rápidamente y dolerá antes.
La dirección de la fuerza de reacción articular varía sucesivamente cuando cambia la po
sición del hombro. A 0° de abducción la cabeza humeral es empujada hacia abajo con ten
dencia a subluxarse inferiormente. De 30 a 60°, la fuerza resultante se sitúa cerca del reborde
glenoideo superior, con tendencia a subluxarse proximalmente. Y por encima de 60°, la ca
beza humeral se encuentra perfectamente centrada dentro de la cavidad glenoidea (fig. 8-5).
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C a p ít u l o 8. Biomecánica de la cintura escapular 131
Dinámica
Cinemática
El movimiento global del hombro en el espacio describe según Gonon, un cono irregu
lar de base distal y vértice proximal, en el que participan las articulaciones esternocla-
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132 J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
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C a p ít u l o 8 . Biom ecánica de la cintura escapular_____________________________________________
Plano frontal
A b d u c c ió n
El movimiento de abducción, cuya conservación es fundamental en la función de todo
el miembro superior, consiste en la separación del brazo del tronco hasta los 90°; a partir
de 90° el brazo se acerca de nuevo al eje del cuerpo. El arco de movimiento es de 180°. Si
nos referim os a la abducción estricta, debe considerarse a aquélla realizada con una
orientación del brazo hacia delante de alrededor de 30°, debido a la orientación de la
glena. En la abducción del brazo intervienen todos los componentes de la cintura esca
pular. La articulación escapulohumeral participa sobre todo de 0° a 90° (incluso hasta
110° si el movimiento es en el plano de la escápula), de 50 a 60° corresponde al espacio de
deslizamiento escapulotorácico, de 20 a 30° corresponde a la columna vertebral. También
participan en el movimiento de abducción las articulaciones acromioclavicular y ester-
noclavicular.
ERRNVPHGLFRVRUJ
Figura 8-8. Movimientos en los tres planos del espacio.
pase por debajo del acromion y pueda aproximarse el brazo a la cabeza. Por el contrario,
cuando se eleva el brazo en la rotación interna, el troquiter choca con el ligamento acro-
miocoracoideo, de forma que el movimiento de abducción queda limitado a 60°. El m o
vimiento de rotación escapular proporciona los 60° restantes de abducción.
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p it u l o 8 . B io m e c á n ic a d e la c in t u r a e s c a p u la r____________________________________________________
ERRNVPHGLFRVRUJ
136 J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
B
Ascenso
del húmero
Omoplato
Cabeza
Figura 8-9. humeral
A. Diferentes porciones
del músculo deltoides.
B. Pares musculares
de la abducción de la
articulación glenohumeral.
1: ascenso del húmero por
el deltoides; 2: resultado
final, abducción
del húmero;
3: el supraespinoso coapta
la cabeza humeral;
4: descenso de la cabeza
humeral por
el infraespinoso,
subescapular, pectoral
mayor y dorsal ancho.
cuestiones anatómicas, el peso del brazo y por los relativos desequilibrios musculares en
tre los rotadores de la escápula y el deltoides.
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p ít u l o 8. Biom ecánica de la cintura escapular 137
1. De O a 90° de abducción se produce una traslación hacia atrás y adentro del omoplato.
2. Más allá de 90° de abducción se observa una rotación de 30°.
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138 J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
17“
Í45“
t 28°
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p it u l o 8 . B io m e c á n ic a d e la c in t u r a e s c a p u la r 139
va la clavícula y la hace girar sobre su eje longitudinal, arrastrada por los ligamentos co-
racoclaviculares. El movimiento clavicular durante la elevación del brazo se inicia cuan
do éste alcanza una abducción mayor de 90°. Durante la abducción la parte externa de la
clavícula está lim itada p or la tensión progresiva del ligam ento costoclavicular y del
músculo subclavicular. El desplazamiento posterior de la parte externa de la clavícula está
limitada por la tensión del ligamento costoclavicular y la del ligamento anterior de la ar
ticulación. En la articulación acromioclavicular, es la tensión del ligamento conoideo la
que frena la abertura del ángulo omoclavicular.
Columna vertebral. En la abducción unilateral, la columna vertebral actúa con una in
clinación toracolumbar, en cambio en la abducción bilateral se produce una hiperlordo-
sis lumbar.
A d u c c ió n
El movimiento de aducción no puede realizarse ni en el plano de la escápula ni en el pla
no frontal estricto. Si tenemos en cuenta los 30° de orientación de la glena, es posible rea
lizar una aducción del húmero de 45°, pero asociada a una antepulsión.
ERRNVPHGLFRVRUJ
140 J. Borrell Pedros y J. Puigdellivol Grifell
Trapecio
Músculo serrato anterior Músculo romboides Músculo redondo mayor Músculo dorsal ancho Músculo tríceps braquial
O \
Infraespinoso
Músculos rotadores externos
Redondo menor
Dorsal ancho
Redondo mayor
Subescapular
I Músculos rotadores internos
Pectoral mayor
mente, permiten que la acción rotatoria de la escápula por el redondo mayor sea contra
rrestada p or el rom boides, y en consecuencia que el redondo m ayor actiie sólo com o
aductor (fig. 8-12B ).
Porción larga del tríceps braquial-dorsal ancho. La subluxación inferior que provocaría la
contracción aislada del dorsal ancho es contrarrestada por la contracción del tríceps braquial.
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p ít u l o 8. Biom ecánica de la cintura escapular 141
Partiendo de una posición de abducción, la capacidad de aducción del hom bro de
pende del dorsal ancho, redondo mayor y porción esternal del pectoral mayor. Si la ab
ducción es mayor de 90°, intervienen también el dehoides posterior, coracobraquial, sub-
escapular y porción corta del bíceps.
Según Bonnel, el movimiento de aducción verdadero se produce en la acción de tre
par, donde se necesita a la vez fuerza y desplazamiento de gran amplitud, lo cual realiza el
dorsal ancho, con la ayuda de la porción larga del tríceps evitando la luxación de la ca
beza humeral (fig. 8-12C ). En esta acción participan músculos largos y potentes com o el
pectoral mayor y dorsal ancho. La fijación del omoplato es el primer tiempo de la aduc
ción, a través de la contracción simultánea del trapecio, romboides, angular del om opla
to, pectoral m enor y subclavicular. Una vez el omoplato está fijado, el brazo puede diri
girse hacia el tórax gracias a la acción de los músculos: redondo menor, pectoral mayor,
infraespinoso y subescapular. Para evitar una luxación inferior de la cabeza humeral, los
músculos superiores del húmero, deltoides, porción corta del bíceps, coracobraquial y
porción larga del tríceps, actúan com o pares musculares de rotación para volver a centrar
la cabeza humeral.
Plano sagital
R et r o p u l s ió n ( ex t e n s ió n ) y a n t e p u l s ió n ( f l e x ió n )
La elevación del húmero en un plano perpendicular a la escápula, se llama flexión o an
tepulsión. La retropulsión o extensión se produce al llevar hacia atrás el húmero en un
plano perpendicular a la escápula. Estos movimientos se realizan básicamente a dos ni
veles: escapulohumeral, y en el conjunto acromioclavicular, esternoclavicular y espacio de
deslizamiento escapulotorácico.
A n t e p u l s ió n
Articulación escapulohumeral-espacio de deslizamiento escapulotorácico-articula-
ción esternocostoclavicular. Si la amplitud global del m ovim iento alcanza 180°, los
grados de participación en el movimiento de flexión del hom bro corresponden de 80 a
100° a la articulación escapulohumeral, 60° a la escapulotorácica, y alrededor de 40° a la
columna vertebral. La participación de estas articulaciones no es sucesiva, sino simultá
nea y de forma armoniosa. Hasta los 60° de flexión, el omoplato busca una posición de
equilibrio. Existe también una relación constante entre la articulación escapulotorácica
y la escapulohumeral, así, cada vez que el brazo se eleva 15°, 1 0 ° corresponden a la esca
pulohumeral y 5° a la escapulotorácica.
En la antepulsión existe un desplazamiento del omoplato de 8 a 15 cm. La unión es-
capuloclavicular durante la elevación sufre también un desplazamiento de 8 a 1 2 cm.
En la cintura escapular los m ovim ientos son similares a los descritos en el m ovi
miento de la abducción, excepto en su amplitud.
ERRNVPHGLFRVRUJ
142 J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
Columna vertebral. Participa en el movimiento en unos 30°. Para elevar el brazo al cénit,
existen dos posibilidades o caminos que pueden seguirse; a) mediante la abducción con
una ligera rotación externa: vía posterolateral, y b) mediante la antepulsión favorecida
por la rotación interna (relaja al ligamento coracohum eral): vía anterior.
R et r o p u l s ió n
Cintura escapular-articulación escapulohumeral. Durante el movimiento de retropul
sión, se constata esencialmente una aducción de la escápula en el plano frontal, pivotando
ligeramente hacia abajo, pero sobre todo hacia dentro. En la extensión la amplitud del m o
vimiento se reparte entre 25 a 30° en la escapulohumeral, de 10 a 15° en la escapulotoráci-
ca, y 10° en la columna vertebral. Estas etapas se superponen al realizar el movimiento.
Plano horizontal
R o tació n in t er n a y ro ta c ió n e x t e r n a
Los límites de la rotación son complejos (fig. 8-12F).
R o ta c ió n extern a
Articulación escapulohumeral-cintura escapular. En la cintura escapular, durante la ro
tación externa se observa una aducción de la escápula. Si consideramos la posición de re
ferencia (abducción de 0 °), la amplitud de movimiento es de 80° para la rotación externa.
La amplitud global de la rotación externa puede incrementarse hasta 85°, gracias a una
rotación homolateral de la columna vertebral. El movimiento se reparte entre 25 a 35° en
la articulación escapulohumeral, de 20 a 35° en la escapulotorácica, y unos 25“ en la in
clinación de la columna vertebral.
En el plano frontal hay 70° de rotación externa. A los 90°, en el plano sagital (fle-
xión-antepulsión) la rotación externa se reduce a 15-20°.
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p it u l o 8. Biom ecánica de la cintura escapular 143
R o tació n in ter n a
Debido a la variabilidad durante los diferentes movimientos, las áreas de contacto son di
fíciles de precisar. Algunos estudios demuestran que en abducción el área de contacto se
centraliza, y tiende a la migración proximal; en rotación externa la zona de contacto se si
túa posteroinferior y en la rotación interna anteroinferior. Pero si se combinan ambos
movimientos de rotación de la cabeza humeral se centra en la glenoides (fig. 8-13).
ERRNVPHGLFRVRUJ
144 J. Borrell Pedros y J. Puigdellívol Grifell
-Tríceps braquial
Omoplato
5 - Supraespinoso
Redondo menor
Porción larga
del tríceps
Redondo mayor
Dorsal ancho
Supraespinoso
Redondo menor
B
Tendón de la Clavícula — Porción larga
porción larga
del bíceps
Omoplato
Figura 8-14. A. Bisectriz vectorial de recentraje del tríceps braquial. 1: de Oa 80° tiene función luxan-
te; 2; a partir de 90° de abducción tiene una fiinción de coaptación. 3 ,4 y 5: por encima de 90°, se opo
ne a las acciones luxantes del infraespinoso, redondo menor y dorsal ancho. B. Bisectriz vectorial de
recentrado de la porción larga del bíceps braquial. 1: en esta posición tiene una función de descenso
(recentrado); 2: a 90° tiene una función de coaptación; 3: a 160° tiene una función luxante.
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p ít u l o 8 . Biom ecánica de la cintura escapular_____________________________________________
La porción larga del bíceps braquial tiene una función variable según el ángulo esca-
pulohumeral:
La verdadera función que debe tenerse en cuenta de la porción larga del bíceps, es su
papel com o bisectriz vectorial, por la situación de su tendón en medio del ángulo for
m ado por la unión del m úsculo deltoides (p o r fuera) y el m úsculo coracobraquial y
porción corta del bíceps (por dentro). Al realizarse la contracción del músculo deltoides
y del coracobraquial y la porción corta del bíceps, se observa un ascenso de la cabeza hu
meral. Para proteger la cofia de los rotadores de esta sobrecarga m ecánica, la porción
larga del bíceps, por su trayecto intraarticular, contrarresta este efecto mediante una ac
ción de descenso dinámico (fig. 8 -1 4B).
Sobre el plano anatómico, las dos bisectrices vectoriales de recentrado con el tendón
de la porción larga del bíceps braquial en la parte superior de la cabeza (tubérculo su-
praglenoideo), y el tendón de la porción larga del tríceps braquial en la parte inferior de
la cabeza (tubérculo infraglenoideo) están situadas en el mismo plano parasagital colo
cado justo en el eje axial del omoplato. De ahí, la importancia de estas estructuras en las
inestabilidades inferiores o superiores.
Estos dos músculos en el movimiento de abducción, de O a 90° y por encima de 90°,
se contrarrestan en sus acciones, pero a 90° ambos tienen una acción de coaptación.
El músculo bíceps braquial actúa constantemente contra gravedad y contra resisten
cia, cambio la acción del tríceps braquial es básicamente contrarresistencia.
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Capítulo 9
Biomecánica del codo
P. G o la n ó Á lvarez , o . F ariñas B a rbera e I. Sá e n z N avarro
Introducción
La articulación del codo, que une el brazo con el antebrazo, es la articulación intermedia
del miembro superior. Permite al antebrazo aproximarse o separarse del brazo, median
te los movimientos de flexoextensión, y así el miem bro superior puede trabajar a dife
rentes distancias del cuerpo. A su vez orienta la palma de la m ano, mediante los m ovi
mientos de pronosupinación. Su movilidad y estabilidad son necesarias para el desarrollo
de las actividades cotidianas.
Anatomía
La articulación del codo, desde un punto de vista funcional, está compuesta por tres arti
culaciones diferentes: humerocubital, humerorradial y radiocubital proximal. En las dos
primeras se realizan los movimientos de flexoextensión, mientras que en la radiocubital
proximal se llevan a cabo los movimientos de pronosupinación (en íntima relación con
la articulación radiocubital distal). Sin embargo, el codo debe considerarse, desde un pun
to de vista anatómico, com o una sola articulación; pues la cavidad articular, la membrana
sinovial, la cápsula, así com o los ligamentos son comunes a las citadas articulaciones.
Las estructuras óseas que participan en su constitución son la epífisis distal del húm e
ro y las epífisis proximales del radio y cúbito (fig. 9-1).
Estructuras óseas
ERRNVPHGLFRVRUJ
148 P. Golanó Álvarez, O. Fariñas Barberá e I. Sáenz Navarro
8
5
Figura 9-1. Derecha. Vista anterior de la epífisis distal del húmero. Izquierda. Vista posterior de la
epífisis distal del húmero. 1: tróclea; 2; cóndilo; 3: canal cóndilo-troclear; 4: epicóndilo medial;
5: epicóndilo lateral; 6: fosita radial; 7: fosa coronoidea; 8: fosa olecraniana.
Proximal a la tróclea se localiza una prominencia ósea que proporciona inserción a los
ligamentos colaterales cubitales de la articulación y al grupo de músculos flexopronado-
res, la epitróclea o epicóndilo medial. Lateralmente, y proximal al cóndilo humeral, se en
cuentra también un relieve óseo, aunque de m enor tam año, denominado epicóndilo o,
más correctam ente, epicóndilo lateral. Este relieve óseo proporciona inserción a los liga
mentos colaterales laterales y a los músculos extensores y supinadores.
Justo por encima de ambas superficies articulares, se encuentran tres fosas que permi
ten alojar relieves óseos de los huesos del antebrazo durante los movimientos de flexo-
extensión. Anteriormente, y proximal al cóndilo, se localiza la fosita radial que recibe la
cabeza radial durante la flexión. Proximal a la tróclea, anteriormente se encuentra la fosa
coronoidea, que aloja la apófisis coronoides del cúbito durante el movimiento de flexión
del antebrazo, y posteriormente, la fosa olecraniana que, con un propósito similar, reci
be la punta o pico del olécranon en la extensión del antebrazo.
En ocasiones, con más frecuencia en las mujeres y en el lado izquierdo, estas dos fosas,
que se hallan en contraposición, son tan profundas que la delgada lámina que las separa
está perforada comunicándose entre sí. A pesar de ello, este hecho no parece relacionar
se con un mayor rango de movimiento.
La existencia de las citadas fosas es indispensable para que los movimientos de flexo-
extensión del codo tengan el rango de amplitud normal (0-140/160°).
En conjunto, la epífisis distal del húmero se halla proyectada hacia delante alrededor
de 30-45° respecto al eje diafisario, mientras que sus superficies articulares no forman un
ángulo recto con el citado eje, sino que se hallan en 6 ° de valgo aproxim adam ente
(fig. 9-2, derecha).
La epífisis proximal del radio (fig. 9 -3) incluye la cabeza radial, con su fosita articular
destinada al cóndilo del húmero y la circunferencia articular (240°) destinada a la esco
tadura radial del cúbito, el cuello del radio, y la tuberosidad del radio destinada a la in
serción del tendón del músculo bíceps braquial.
La cabeza y el cuello del radio no se hallan en el mism o eje que la diáfisis, sino que
forman con ella un ángulo de aproximadamente 15°, opuesto a la tuberosidad del radio.
La epífisis proximal del cúbito proporciona la mayor superficie articular, y es respon
sable de la estabilidad inherente de la articulación. Dicha superficie articular, denomina-
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C a p ít u l o 9. Biom ecánica del codo 149
- 7
da escotadura troclear, y destinada com o es obvio a la superficie articular troclear del hú
mero, se halla formada en su porción proximal y posterior por una voluminosa apófisis,
el olécranon, y en su porción distal y anterior por la apófisis coronoides. El olécranon y la
apófisis coronoides proporcionan inserción a los tendones de los músculos tríceps bra-
quial y braquial anterior respectivamente (fig. 9 -3 ). Sus carillas articulares, formadas
por cartílago hiahno, no se encuentran en continuidad sino que están claramente dife
renciadas por un surco desprovisto de cartílago que coincide con el ángulo entre el olé
cranon y la apófisis coronoides.
La escotadura troclear form a un arco aproxim adam ente de 190° y su apertura está
orientada hacia delante y arriba de 30 a 45°, presentando también un valgo de 4° (fig. 9-2,
ERRNVPHGLFRVRUJ
150 P. Golanó Álvarez, O. Fariñas Barberá e I. Sáenz Navarro
izquierda). Esta configuración se com plem enta perfectam ente con la que presenta en
conjunto la epífisis distal del húmero. Ello se debe a dos motivos: favorece la flexión re
trasando el impacto óseo y permite que exista espacio entre ambos huesos para las masas
musculares anteriores. Estas condiciones que favorecen la flexión desaparecerían si la epí
fisis distal del húmero estuviera en el eje diafisario del mismo (fig. 9 -4).
En la cara lateral de la apófisis coronoides se encuentra la escotadura radial, destina
da a articularse con la circunferencia radial, que representa una depresión con un arco de
aproximadamente 70° (fig. 9-3).
Cápsula articular
La cápsula articular es única para las tres articulaciones integrantes del codo. Sus inser
ciones se realizan com o se muestra en la figura 9-5.
La capacidad articular m áxima se consigue aproximadamente a los 80° de flexión, y es
de unos 25-30 mi.
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C a p it u l o 9. Biom ecánica del codo 151
Ligamentos
Se origina en la zona medial inferior del epicóndilo medial y se dirige distalmente adop
tando una forma en abanico. Se distinguen en él tres fascículos:
ERRNVPHGLFRVRUJ
152 P. Golanó Álvarez, O. Fariñas Barberá e I. Sáenz Navarro
Figura 9-7. Complejo colateral lateral. 1: fascículo anterior; 2: fascículo medio; 3: fascículo poste
rior; 4: ligamento anular; 5: ligamento cuadrado de Denucé; 6; tendón del músculo tríceps bra-
quial; 7; cápsula articular; 8: escotadura radial; 9: circunferencia articular.
Debido a la difícil individualización de sus fascículos durante las disecciones, sus des
cripciones son variables. En él se distinguen:
1. Fascículo anterior. Desde el epicóndilo lateral alcanza la zona anterior del ligamento
anular, en el que se inserta.
2. Fascículo medio. Desde su origen en el epicóndilo lateral se inserta en la zona posterior
del ligamento anular. Tiene un importante papel en la estabilidad humerocubital.
3. Fascículo posterior. Desde el mismo origen que los anteriores se inserta en la denomi
nada cresta del músculo supinador. Es un estabilizador accesorio.
4. Ligamento anular. Desde su origen e inserción en los márgenes de la escotadura ra
dial form a las cuatro quintas partes del anillo osteofibroso del trochus radiocubital
proximal. Su cara interna se halla recubierta de cartílago hialino para articularse con
la circunferencia radial. Su porción anterior se encuentra tensa en supinación y la pos
terior en pronación. Es un estabilizador de la cabeza del radio.
5. Ligamento cuadrado de Denucé. Consiste en una banda fibrosa que se extiende desde el
borde inferior de la escotadura radial al cuello del radio. Participa de forma accesoria
en la estabilidad de la articulación radiocubital proximal. Su porción anterior se ten
sa en supinación y la posterior en pronación.
Cinemática
La articulación del codo es una articulación con dos grados de libertad de movimiento:
flexoextensión y pronosupinación. Las articulaciones humerocubital y humerorradial
permiten los movimientos de flexoextensión, com portándose com o articulaciones de
tipo gínglimo. La articulación radiocubital proximal (en estrecha relación con la articu
lación radiocubital distal), permite los movimientos de pronosupinación del antebrazo,
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p ít u l o 9 . Biom ecánica del codo___________________________________________________________
com portándose com o una articulación de tipo trocoide. Por este motivo podemos des
cribir la articulación del codo com o una articulación trocoginglimoide.
Debemos señalar, sin embargo, que aunque la articulación hum erorradial es anató
micamente una articulación esferoidea, su asociación con la articulación humerocubital
y radiocubital proximal restringe su movimiento a dos ejes.
Movimiento de flexoextensión
Se define la flexión com o el m ovim iento que aproxim a la cara anterior del antebrazo
con la cara anterior del brazo, y extensión com o el movimiento de retorno del antebrazo
a su posición anatómica.
Com o se ha expuesto, el movimiento de flexoextensión se lleva a cabo por las articu
laciones humerocubital y hum erorradial. El rango de movimiento norm al oscila entre
0° (o extensión com pleta) y 140-146° de flexión, cuando ésta es realizada activamente,
aum entado hasta los 160° (flexión m áxim a), cuando lo es pasivamente. Sin embargo,
entre los 30 y 130° de arco de movimiento es posible realizar la mayoría de actividades co
tidianas, es lo que conocemos com o arco funcional del codo. En ocasiones puede obser
varse en determinados individuos un cierto grado de hiperextensión del codo que, en
principio, se considera normal.
Este rango de movimiento se halla limitado principalmente por los propios elementos
óseos, así com o por otras estructuras periarticulares, tal y com o se expone más adelante.
Así, la diferencia entre el valor angular de la superficie articular de la tróclea, que es de
330°, y el de la escotadura troclear del cúbito, que es de 190°, da com o resultado 140°, que
no es más que el rango de flexoextensión del codo. Lo mismo puede aplicarse a la dife
rencia entre la superficie articular de la cabeza humeral de 180° y la de la fosita de la ca
beza radial de 40°.
El eje alrededor del cual se realiza la flexoextensión del codo ha sido m otivo de nu
merosos estudios, algunos de ellos incluso contradictorios. Estos movimientos de flexo
extensión se realizan a través de un eje que discurre por el centro de la superficie articu
lar troclear y que emerge por el centro del cóndilo humeral. Puesto que las superficies
articulares no están orientadas formando ángulo recto con el eje diafisario, sino que se
hallan en valgo, el eje de flexoextensión se orienta oblicuamente, con su extremo medial
situado ligeramente por debajo del lateral (fig. 9-2, derecha).
Por ello, y debido a la forma helicoidal de la superficie troclear, el eje longitudinal del
húmero forma respecto al eje longitudinal del cúbito, con el codo en extensión completa
y el antebrazo en supinación, un ángulo obtuso abierto hacia fuera (en valgo) que se de
nomina valgo fisiológico. En los adultos, este ángulo tiene de 10 a 15°, y en general es m a
yor en la mujeres. Este valor puede variar, y en efecto varía (disminuye con la flexión), du
rante los m ovim ientos de flexoextensión. Sin embargo, este aspecto parece carecer de
significado clínico. La desviación en valgo del antebrazo se hace evidente y es fácil de ob
servar en los individuos que cargan peso.
Estudios biomecánicos recientes han demostrado que durante los primeros y últimos
grados de flexión (5°), ésta puede acom pañarse de un ligero m ovim iento de rotación
axial del cúbito.
Los movimientos de flexión están limitados por los siguientes factores:
ERRNVPHGLFRVRUJ
154 P. Golanó Álvarez, O. Fariñas Barberá e I. Sáenz Navarro
Contacto entre
las masas
musculares
flexión pasiva por la posibilidad de aplastamiento que existe entre las masas m uscu
lares, al no estar contraídas (fig. 9-8).
2. El choque óseo entre la cabeza radial y la coronoides con los fondos de sus respecti
vas fosas de alojamiento, la fosita radial y la fosa coronoidea, respectivamente.
3. La tensión de la cápsula posterior y los fascículos posteriores de los ligamentos cola
terales.
4. La tensión pasiva del músculo tríceps braquial.
Movimiento de pronosupinación
Con el codo a 90° de flexión (fig. 9-9), se define el movimiento de pronación como el m o
vimiento de rotación medial que sitúa el pulgar hacia dentro y la palma de la mano hacia
abajo. La supinación es el movimiento que comporta llevar al pulgar hacia fuera y la palma
de la mano mirando hacia arriba. Debe insistirse en la importancia de valorar estos movi-
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p it u l o 9. Biomecánica del codo 155
Cinética
Los movimientos de flexoextensión y pronosupinación son realiza
dos gracias a la acción de los músculos que rodean la articulación
del codo.
Los citados movimientos son el resultado de la acción de más de
un m úsculo, pudiendo p articip ar a su vez cada m úsculo en más
de uno de tales movimientos, aunque es posible establecer una fun
ción principal para cada uno de eüos. Además de su papel m otor
debe recordarse, tal y com o se ha expuesto, su papel estabilizador.
Para poder comprender la acción muscular que llevarán a cabo
cada uno de los músculos o éstos en su conjunto, debemos conocer
sus lugares de origen e inserción así com o su localización topográ
fica. Por ello, consideram os im portante recordar su ubicación en Figura 9-10. Eje
cortes transversales en el tercio distal del brazo y en el tercio proxi de movimiento de
mal del antebrazo (fig. 9-11). pronosupinación.
Músculos flexores
ERRNVPHGLFRVRUJ
156 P. Golanó Álvarez, O. Fariñas Barberá e I. Sáenz Navarro
A B
Figura 9-11. A. Corte transversal en el tercio medio del brazo. B. Corte transversal en el tercio me
dio del antebrazo. 1: músculo bíceps braquial; 2: músculo braquial anterior; 3: músculo tríceps bra-
quial; 4: músculo braquiorradial.
Músculos extensores
El extensor primario del codo es el músculo tríceps braquial. Está compuesto en su ori
gen por tres cabezas: la larga, originada en el tubérculo infraglenoideo de la escápula y,
la lateral y medial, que se originan en la cara posterior del húmero; y da lugar a un tendón
que se inserta en la apófisis olecraniana del cúbito. Estudios electromiográficos han de
mostrado que la cabeza de origen medial actúa com o extensor primario, y las demás ca
bezas permanecen en fase de reserva. Al igual que ocurría con los músculos flexores, la
efectividad muscular del tríceps braquial depende de la posición del codo. Entre 20 y 30°
de flexión, la acción del músculo tríceps braquial es máxima, disminuyendo su eficacia en
favor de la estabilización articular.
O tro pequeño músculo extensor, con frecuencia omitido, es el músculo ancóneo, el
cual interviene en la regulación del movimiento de extensión y adquiere una función es-
tabilizadora del codo.
En extensión completa, la fuerza ejercida por el músculo tríceps braquial tiende a la
luxación posterior del cúbito. Cuando actúa sobre el codo flexionado, el componente de
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C a p it u l o 9. Biom ecánica del codo 157
Figura 9-12. Variación de las fuerzas de flexión (A) y de extensión (B) al pasar de la extensión a la
flexión del codo.
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Capítulo 10
Biomecánica de la muñeca
M. G a r c Ia - E l Ias C os
Introducción
La m uñeca es una de las articulaciones biom ecánicam ente más complejas del cuerpo
hum ano, pues a la vez que perm ite una gran movilidad, es capaz de soportar im p or
tantes fuerzas de com presión, cizallamiento y torsión sin desestabilizarse. Movilidad
y estabilidad (capacidad de transm itir cargas sin sufrir subluxaciones) son sus carac
terísticas más esenciales. En este capítulo se expondrá primero brevemente la anatomía
funcional de la m uñeca, y a p artir de ahí intentarem os com prender có m o consigue
ésta su gran m ovilidad (cin em ática articu lar) sin perder la capacidad de tran sm itir
cargas (cinética). La articulación distal radiocubital, aunque está implicada en deter
minados aspectos de la fisiología articular de la muñeca, no se estudia analizada en este
capítulo.
Anatomía
Tradicionalmente a los huesos carpianos se los ha agrupado en dos hileras transversales.
La hilera proximal está formada, de fuera adentro, por el escafoides, el semilunar y el pi
ramidal, y la hilera distal, por el trapecio, el trapezoide, el hueso grande y el ganchoso
(fig. 10-1). Al pisiforme no se le considera un hueso de la hilera proximal dada su función
sesamoidal respecto del tendón cubital anterior.
La superficie articular distal del radio es levemente cóncava y está inclinada en dos
sentidos: en el plano sagital, existe una inclinación palmar de alrededor de 1 2 °, mientras
que en el plano frontal existen 22° de promedio de inclinación hacia el lado cubital. La
superficie articular distal del radio (glenoide radial) no finaliza en la articulación radio-
cubital distal, sino que se continúa medialmente por el discus articularis, también deno
minado fibrocartílago triangular de la muñeca. Dicha estructura fibrocartilaginosa posee
una sección bicóncava, y está encargada, entre otras funciones, de estabilizar la articula
ción radiocubital, y a su vez de amortiguar las cargas existentes entre la superficie conve
xa de la cabeza del cúbito con la también convexa parte medial del cóndilo carpiano.
En la articulación mediocarpiana se distinguen tres zonas con características articu
lares distintas: una zona lateral en la que se relaciona una superficie convexa proximal
(extrem o distal del escafoides) con una superficie cóncava distal (trapecio, trapezoide y
cara lateral del hueso grande); una zona central, cóncava proximalmente (cara interna del
escafoides y distal del sem ilunar) y convexa distalmente (cabeza del hueso grande), y
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160 M. García-Elías Cos
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C a p ít u l o 10. Biom ecánica de la muñeca 161
Figura 10-2. Representación esquemática del origen, inserción y dirección de los diferentes fas
cículos que forman los principales ligamentos de la muñeca, así como de los principales tendo
nes motores (flechas). No se incluyen los ligamentos intrínsecos interóseos dorsales y palmares
(escafolunares, lunopiramidales, etc.). A. Cara palmar. 1: ligamentos extrínsecos radiocarpianos
palmares; 2: ligamentos extrínsecos cubitocarpianos palmares; 3: ligamentos intrínsecos medio-
carpianos palmares laterales; 4: ligamentos intrínsecos mediocarpianos palmares mediales; 5: ten
dón cubital anterior; 6: tendón palmar mayor. B. Cara dorsal. 7: ligamentos extrínsecos radiocar
pianos dorsales; 8: ligamentos intrínsecos mediocarpianos radiales; 9: ligamentos intrínsecos
mediocarpianos dorsales; 10; tendones radiales I y II; 11: tendón cubital posterior; 12: tendón
abductor largo del pulgar.
arcuato, a diferencia de los fascículos que convergen sobre el semilunar y piramidal, que
forman la denominada Vproximal. Entre las dos formaciones, proximal y distal, existe un
espacio relativamente débil por lo que respecta a cobertura ligamentosa, denominado es
pacio de Poirier, donde suelen producirse todas las luxaciones mediocarpianas.
3. Ligamentos extrínsecos radiocarpianos dorsales. Constituyen un amplio conjunto liga
mentoso de forma triangular y base proximal, que emerge de la mitad interna del bor
de dorsal del radio, y converge en la cresta dorsal del piramidal.
4. Ligamentos intrínsecos mediocarpianos palmares. Bajo esta denominación se incluyen
una serie de fascículos que convergen sobre la cara anterior del hueso grande y gan
choso, procedentes de la tuberosidad anterior del escafoides (sector lateral), y de la
cara anterior del piramidal (sector medial).
5. Ligamentos intrínsecos mediocarpianos radiales. Grupo de fascículos que se originan en
la cresta lateral de la tuberosidad del escafoides, y divergen en forma de abanico hacia
las caras dorsolaterales del trapecio y trapezoide.
6. Ligamentos intrínsecos mediocarpianos dorsales. Colección de fibras ligamentosas que
unen transversalmente el dorso del piramidal, con la cresta dorsal del escafoides y las
caras posteriores del trapecio y trapezoide.
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Los huesos de la hilera proximal no poseen inserciones tendinosas directas (fig. 10-2)
En realidad, los principales tendones responsables de la movilidad de la m uñeca se in
sertan o en la hilera distal [cubital anterior (flexor carpi ulnaris) en la apófisis unciforme
del ganchoso], o en las bases de los metacarpianos: primer radial (extensor carpi radialis
longus) en el dorso de la base del segundo metacarpiano, segundo radial (extensor carpi
radialis brevis) en el dorso del tercer metacarpiano, cubital posterior (extensor carpi ulna
ris) en el dorso del quinto metacarpiano, palmar mayor (flexor carpi radialis) en la cara
anterior de la base del segundo metacarpiano, y abductor largo del pulgar (abductor po-
llicis longus) en la cara dorsorradial del primer metacarpiano. Aparte de dichos tendones,
todos los músculos cuyo tendón cruza la articulación de la muñeca también son de algún
modo responsables de la movilidad de la muñeca. Todos ellos producen más o menos fle
xión o extensión y más o menos inclinación radial o cubital en función de la distancia
que los separa de los dos ejes principales de movimiento (flexión-extensión e inclinación
radial-cubital) (fig. 10-3).
Movimiento de flexión-extensión
Se trata de aquel m ovim iento producido alrededor de un eje transversal que perm ite
acercar la palma de la mano a la cara anterior del antebrazo o alejarse de ella. Si bien exis
ten notables variaciones individuales, la flexión activa de la muñeca, con los dedos exten
didos, raras veces supera los 90°, y es mucho m enor con el puño cerrado (promedio 65°).
La extensión activa es algo m enor (promedio 80°), cualquiera que sea la posición de los
dedos. La extensión pasiva es m áxim a (promedio 95°) cuando existe una ligera inclina
ción radial, mientras que la combinación flexión-inclinación cubital pasiva con los dedos
extendidos puede llegar a 125°.
Toda contracción muscular cuyo tendón esté situado palmarmente al eje transversal
de rotación de la muñeca (eje de flexión-extensión) producirá un momento de fuerza fle
xora sobre la muñeca, proporcional a la distancia que existe entre dicho tendón y el cita
do eje. Del mismo modo, la contracción de un tendón situado dorsalmente a él, dará lu-
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C a p it u l o 10. Biomecánica de la muñeca 163
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gar a extensión (fig. 10-3). Com o los tendones flexores más alejados de dicho eje (el cu
bital anterior, el palmar menor y el palmar mayor) están situados en la mitad interna de
la cara anterior de la muñeca, no es de extrañar que su contracción sinérgica produzca
una potente flexión-inclinación cubital de la muñeca. Del mismo m odo, com o los ten
dones mejor situados para la extensión (extensor largo del pulgar, y primer y segundo ra
diales) se encuentran en la mitad externa del dorso de la muñeca, toda extensión suele
implicar una relativa inclinación radial.
Los movimientos de rotación siempre se inician en la hilera distal, y ocurren alrededor
de un eje que no es fijo, sino que, com o ocurre en la rodilla, cambia de posición a medi
da que la muñeca se horizontaliza. El conjunto de ejes parciales de rotación suele conver
ger alrededor del borde proximal de la cabeza del hueso grande.
En dichos desplazamientos los huesos de la hilera distal perm anecen muy unidos,
com o si fueran una única unidad funcional. La hilera proximal empieza a flexionarse a
continuación, cuando el escafoides es comprimido por el trapecio hacia la cara palmar de
la muñeca. El semilunar y el piramidal no empiezan a flexionarse hasta que los ligamen
tos interóseos escafolunares y piramidolunares se tensan. Según han demostrado diver-
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164 M. García-Elías Cos
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C a p ít u l o 10. Biom ecánica de la muñeca 165
Figura 10-5. En el movimiento de inclinación radial (RD) la hilera proximal del carpo se desliza
hacia el lado cubital a la vez que experienta un cierto grado de flexión, mientras que en inclina
ción cubital (UD) se desplaza lateralmente y extiende. En ambos casos, el movimiento de extensión
suele ir acompañado de un cierto grado de pronación del piramidal en inclinación radial, y del es-
cafoides en inclinación cubital. Ello puede comprobarse radiológicamente por el hecho que el es-
cafoides en inclinación radial se encuentra horizontalizado, mientras que en inclinación cubital
muestra su mayor altura posible. (Cortesía de M. Garcia-Elias. Radiocarpal joint: Anatomy and
Biomechanics. En: Copeland SA, Gschwend N, Landi A, Saffar P, eds. Joint Stiífness of the Upper
Limb. London: Martin Dunitz, 1997; 135-142.)
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166__________________________________________________________________________ M. García-Elias Cos
con el semilunar a través de los ligamentos interóseos, sino también por la tracción ejer
cida por los ligamentos intrínsecos mediocarpianos anteriores (fig. 10-2). De ahí que pre
sente radiológicamente su mayor altura posible. Según se desprende de recientes estudios
de laboratorio, durante el movimiento de inclinación cubital, el semilunar se desplaza
radialmente 15° y se extiende 5° de promedio. El escafoides, en cambio, se extiende 8° y se
desplaza 17° radialmente.
La inclinación radial se origina en los huesos trapecio y trapezoide, los cuales, al acer
carse a la estiloides radial, ejercen presión sobre el escafoides obligándole a flexionarse.
Esta flexión puede comprobarse radiológicamente: el escafoides pierde altura y muestra
en la proyección anteroposterior el característico signo del anillo. A dicha flexión se le
suma un ligero desplazamiento hacia el lado cubital que es seguido por el resto de la hi
lera proximal. Con ello, el piramidal pierde toda relación con el radio, y el hueso gan
choso, que sigue al hueso grande hacia el lado radial, pierde en buena parte contacto con
el piramidal (fig. 10-5).
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C a p it u l o 1 0 . B io m e c á n ic a d e la m u ñ e c a 167
de alrededor de 7 MPa (700 g/mm^). Por tanto, la muñeca es una articulación sometida a
importantes cargas a compresión que deben ser absorbidas ya sea provocando desplaza
mientos óseos intracarpianos, con las correspondientes alteraciones en las tensiones cap-
suloligamentosas, o disipadas proximalmente sobre los huesos del antebrazo.
El cóndilo carpiano se articula con una glenoide radial inclinada hacia el lado cubital y
palmar. Los ligamentos extrínsecos radiocarpianos palmares y dorsales evita que se desli
ce en sentido cubital. Tales ligamentos tienen una dirección obhcua de fuera adentro y de
proximal a distal que se opone a que el carpo se desplace hacia el lado cubital. Cuando el
carpo es com prim ido contra la glenoide radial, todos estos ligamentos se tensan y p ro
ducen una coaptación transversal de los huesos de la hilera proximal, con lo cual aum en
ta su estabilidad (fig. 10-6). La rotura traum ática o degenerativa de dichos ligamentos
da lugar a un grave trastorno de la estabilidad carpiana que produce una subluxación glo
bal de todo el carpo hacia una posición más cubital, con la consiguiente pérdida de fuer
za por alteración del balance muscular.
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168 M. García-Elías Cos
ramidolunares los que ceden, el semilunar es arrastrado por el escafoides a adoptar una
anorm al flexión palm ar, m ientras que el piram idal tiende a m igrar proxim alm ente.
Constituyen las inestabilidades disociativas lunopiramidales.
Com o se ha expuesto, el escafoides posee una tendencia a flexionarse bajo carga axial. Si
el escafoides se flexiona, el trapecio tiende a desplazarse en sentido palmar. El hueso gan
choso, en cambio, dada la oblicuidad dorsal de la articulación ganchoso-piramidal, es obli
gado a desplazarse dorsalmente. Esta tendencia del trapecio y ganchoso a desplazarse en
sentidos opuestos genera un movimiento de rotación axial (pronación) de la hilera distal
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C a p ít u l o 1 0 . B io m e c á n ic a d e la m u ñ e c a 169
con respecto a la hilera proximal. La lesión de los ligamentos que limitan dicha rotación
axial, desencadena una situación de inestabilidad no disociativa mediocarpiana, caracteri
zada por la pérdida de coordinación de los movimientos de la hilera proximal con los de la
distal. La hilera proximal adopta una anormal flexión palmar que sólo se corrige en m á
xima inclinación cubital, provocando un chasquido articular muy característico.
Com o se ha descrito al explicar la cinemática articular del carpo, existe muy poca movi
lidad entre los elementos que forman la hilera distal. Bajo carga axial toda ella se despla
za com o si fuera un único bloque óseo. Su estabilidad transversal se la proporcionan los
ligamentos interóseos palmares y dorsales. La rotura, de dichos ligamentos, por lo gene
ral traumática, provoca casos de una gran inestabilidad, denominada disociativa distal (o
axial) de los huesos de la hilera distaP.
La estabilidad es, por tanto, una característica esencial de la muñeca que involucra a to
dos y cada uno de los elementos anatómicos que la forman: elementos óseos, ligamento
sos, capsulares y musculotendinosos. Cada uno de ellos colabora para conseguir la estabi
lidad. Si uno de ellos cede, y los demás de alguna manera no logran compensar el defecto,
se altera el equilibrio necesario para una adecuada transmisión de cargas, apareciendo un
modo u otro de inestabilidad segiin cuál sea el mecanismo que se ha alterado.
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Capítulo 11
Biomecánica de la mano
V. M. L e a l Se r r a y J. C . G o n z á l e z C a s a n o v a
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172 V. M. Leal Serra y ). C. González Casanova
m etría del cuerpo, sino en relación con los movimientos respecto al eje de la mano que
pasa por el tercer metacarpiano y al dedo medio que permanece inmóvil; hablamos en
tonces de movimientos de aproximación o separación de los dedos.
Al aproximar los dedos (fig. 1 1 -lC ), sus ejes no son paralelos entre sí, sino que con
vergen hipotéticamente en un punto situado muy lejos de su borde libre, ya que los dedos
son más anchos por la base que por la punta.
Al cerrar el puño, con las puntas de los dedos extendidas y el pulgar en aducción
(fig. 11- ID ), los ejes de los dedos convergen en un punto situado en la base del talón de la
m ano. Es de resaltar que en este caso el eje de los dedos corresponde al dedo índice y
a partir de él se hace cada vez más oblicuo hasta llegar al dedo meñique. Esta disposición
es indispensable para que todos los dedos puedan m antener la m ism a oposición con
respecto al dedo pulgar y realizar una pinza efectiva que permita ejecutar la función pri
mordial de la mano que es la de prensión.
Articulaciones metacarpofalángicas
Las articulaciones metacarpofalángicas (fig. 11-2) son de tipo condíleo, y permiten por
tanto movimientos activos de flexoextensión, palmar y dorsal, abducción y aducción y
pequeños movimientos pasivos de rotación axial.
La cabeza del metacarpiano, convexa en ambos sentidos (1 ), presenta una superficie
articular mucho más amplia que la base de la primera falange que es cóncava ( 2 ); pero
para conseguir una mayor estabilidad, existe un fibrocartílago glenoideo (3) que se in
serta en la cara palmar de la base de la falange con una pequeña incisura que le sirve de
charnela (4). Así, durante la extensión está en contacto con la cabeza del m etacarpiano
aum entando la superficie articular y en los movimientos de flexión, el fibrocartílago se
desliza sobre la cara palmar del metacarpiano girando sobre su charnela, lo que permite
toda la amplitud del movimiento.
Para estabilizar la articulación y garantizar los movimientos articulares, es indispen
sable una cierta laxitud de la cápsula articular y de la sinovial (5 y 6 ) junto con la acción
de los ligamentos laterales que se distienden en la extensión y se tensan en la flexión, im
pidiendo los movimientos de lateralidad cuando estas articulaciones están flexionadas.
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C a p ít u l o 1 1 . Biom ecánica de la m ano_______________________________________________________
La flexión activa casi alcanza 90° en el índice y aumenta de m anera progresiva hasta
el meñique cuando se flexionan todos los dedos a la vez, ya que la flexión aislada de un
dedo está limitada por el ligamento palmar interdigital.
La extensión activa puede alcanzar de 30 a 40° según variaciones individuales fisioló
gicas, llegando hasta 90° de extensión pasiva en casos de laxitud ligamentosa evidente.
El dedo índice posee una mayor amplitud de movimientos de abducción y aducción
que pueden llegar aproximadamente a 30°, realizados con independencia de los demás
dedos. Esto unido a los movimientos de flexoextensión, dan la resultante de movimien
tos de circunducción. Debido a esta movilidad privilegiada, el dedo índice ha recibido el
nombre de indicador.
Las articulaciones m etacarpofalángicas, al ser de tipo condíleo, no poseen m ovi
m ientos de rotación axial activa, sin embargo, en individuos con laxitud ligamentosa
podrían llegar a una rotación axial pasiva de hasta 60°.
En el dedo índice, la rotación axial interna puede llegar a 45°, mientras que la rotación
axial externa es prácticamente nula.
Articulaciones interfalángicas
Las articulaciones interfalángicas son de tipo troclear, y permiten sólo un tipo de movi
miento que es el de flexoextensión.
Al igual que en las articulaciones metacarpofalángicas, la superficie articular que pre
senta la cabeza de la primera falange es m ucho mayor que la de la base de la segunda fa
lange, por lo que por las mismas razones biomecánicas, en la base de la segunda falange
existe un fibrocartílago glenoideo que en el m om ento de la flexión se desliza sobre la cara
palmar de la falange proximal.
La carilla articular de la cabeza de la primera falange tiene forma de polea y la carilla
articular de la base de la segunda falange tiene dos pequeñas cavidades glenoideas que se
adaptan a las carillas de la tróclea.
Los ligamentos laterales se tensan en la flexión, lo que unido a un ensanchamiento de
la polea falángica, aumenta la tensión de los ligamentos, y proporciona un apoyo más só
lido a la base de la falange distal. Por tanto, los movimientos de lateralidad en las articu
laciones interfalángicas proximales son nulos.
La flexión activa de las articulaciones interfalángicas proximales sobrepasa los 90°,
aumentando desde el segundo al quinto dedo, hasta llegar a 135° en el dedo meñique.
La flexión activa de las articulaciones interfalángicas distales es algo inferior a 90°, pero
com o en las anteriores, va aum entando desde el dedo índice hasta conseguir 90° en el
dedo meñique.
La extensión activa de las articulaciones interfalángicas es nula, aunque en las articu
laciones distales puede haber un m ínim o movim iento de alrededor de 5°, siempre so
metido a variaciones individuales.
La extensión pasiva es nula en las articulaciones interfalángicas proxim ales, pero
puede llegar a 30° en las articulaciones interfalángicas distales, sobre todo en individuos
con laxitud ligamentosa o en determinadas profesiones que obliguen a una sobrecarga
constante de estas articulaciones en extensión.
Los movimientos de lateralidad pasivos pueden alcanzar 5° en las articulaciones in
terfalángicas distales, pero son nulos en las proximales, donde la estabilidad lateral con
diciona básicamente la potencia de prensión de la mano.
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Figura 11-3. Tendones de los músculos flexores y extensores de los dedos. EC: extensor común;
FCS: flexor común superficial; FCP: flexor común profundo; LM: lengüeta media; LL: lengüetas
laterales.
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C a p ítu lo 11. B io m e c á n ic a d e la m a n o 175
Los tendones flexores están envueltos por una vaina cilindrica que contiene un líquido si-
novial que actúa como lubricante para evitar o disminuir la fricción en los movimientos del
tendón contra las prominencias óseas o en los puntos de angulación de las articulaciones.
Figura 11-4. Acción de los músculos interóseos y lumbricales. EC; extensor común; INT: inter
óseos; LU: lumbricales.
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176____________________________________________________ V. M. Leal Serra y J. C. González Casanova
El extensor común de los dedos es extensor de la primera falange y sólo actúa sobre la se
gunda y tercera, cuando la muñeca y las articulaciones metacarpofalángicas están en flexión.
Los músculos interóseos son flexores de la prim era falange y extensores de la segunda y
tercera, dependiendo del grado de flexión de las articulaciones metacarpofalángicas y de
la tensión del extensor común de los dedos.
Cuando la articulación m etacarpofalángica está en extensión, por la acción del ex
tensor común, la cubierta dorsal de los interóseos se sitúa en el dorso del cuello del pri
mer metacarpiano, de manera que los músculos interóseos pueden tensar las expansio
nes laterales y así extender la segunda y la tercera falanges (fig. 11-4A).
Cuando se flexiona la articulación metacarpofalángica, por relajación del extensor co
mún, la cubierta dorsal de los interóseos se desliza sobre el dorso de la base de la prim e
ra falange en un recorrido de 7 m m aproximadamente. En consecuencia, los músculos
interóseos al actuar directam ente sobre la cubierta dorsal, flexionan con fuerza la p ri
m era falange, pero las expansiones laterales quedan relajadas por la cubierta dorsal, y
pierden por tanto su acción extensora sobre la segunda y tercera falanges (fig. 11-4B).
De acuerdo con Bunnel, existe un balance sinérgico entre la acción del extensor co
m ún y la de los interóseos sobre la segunda y tercera falanges, de m anera que cuando la
articulación metacarpofalángica está en flexión de 90°, la acción extensora de los inter
óseos sobre la segunda y tercera falanges es nula y la acción del extensor com ún es m áxi
ma. Pero cuando la articulación metacarpofalángica está en extensión, la acción del ex
tensor común sobre la segunda y tercera falanges es nula.
Ligamento retinacular
Descrito por Landsmeer en 1949, se encuentra a cada lado de la articulación interfalán-
gica proximal, sin ninguna conexión muscular. Se inserta en la cara palmar de la prim e
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C a p it u l o 1 1 . Biom ecánica de la m ano_______________________________________________________ YT1_
ra falange y se dirige a las cintillas laterales del extensor com ún en el dorso de la segunda
falange, pasando por delante del eje de la articulación interfalángica proximal, o sea, por
su cara palmar. De esta forma, la extensión de la articulación interfalángica proximal ten
sa el ligamento retinacular y provoca de m anera automática la extensión de la articula
ción interfalángica distal en la mitad de su recorrido.
En situaciones patológicas, la acción de este ligamento es responsable de la deformi
dad en boutoniére en las lesiones del aparato extensor a nivel de la articulación interfa
lángica proximal, así com o de la hiperextensión de la articulación interfalángica distal
en el grado cuatro de la enfermedad de Dupuytren.
Articulación trapeciometacarpiana
Se trata de una articulación básica dentro de la biomecánica del pulgar, que integra la lla
mada columna osteoarticular de éste, compuesta por el escafoides, trapecio, primer m e
tacarpiano y primera y segunda falanges.
Está formada por la carilla articular inferior del trapecio, hueso situado entre el esca
foides y el primer metacarpiano, que es cóncava en sentido transversal y convexa en sen
tido anteroposterior. Esta carilla clásicamente definida com o “en silla de m ontar” se arti
cula con la extremidad proximal del primer metacarpiano (flg. 11-5).
El primer metacarpiano, que es el más corto de la mano y que presenta un cuerpo más
aplanado en sentido dorsopalmar que los restantes, representa la primera falange de los
otros dedos. Su carilla articular para el trapecio también es cóncava en un sentido y con
vexa en otro.
En el trapecio se asientan las inserciones musculares del oponente, del flexor corto y
del abductor corto del pulgar, y en ocasiones se inserta el abductor largo.
En la base del primer metacarpiano se inserta el abductor largo del pulgar, el exten
sor corto de éste y el primer interóseo dorsal.
Esta articulación de anclaje recíproco, con superficies articulares en forma de silla de
montar, permite al pulgar orientarse en relación con el resto de la mano en todos los planos
del espacio, ya que el trapecio está fijo y el único que se mueve es el primer metacarpiano.
Los movimientos que realiza el pulgar por la articulación trapeciom etacarpiana son
de antepulsión y retropulsión y de aducción y abducción.
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Figura 11-5.
Articulación
trapeciometacarpiana.
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180 V. M. Leal Serra y J. C. González Casanova
La m ano tiene múltiples funciones, siendo las más im portantes la de tocar que es una
función sensitiva y la de prensión que es una función motora.
La posición de los elementos móviles de la mano para asir los objetos y adaptarse a
su forma, presenta numerosas combinaciones. Existen varias modalidades de prensión en
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C a p it u l o 11. Biom ecánica de la mano 181
una mano norm al, que se reparten entre las modalidades de fuerza en las que los dedos
mantienen los objetos contra la palma de la mano, y las modalidades de precisión reali
zadas por los dedos con o sin la participación de la palma de la mano. Se exponen a con
tinuación cada uno de los tipos de prensión.
La prensión terminal de los dedos (fig. 11-7A) se realiza por la oposición del pulpejo del
dedo pulgar con la punta de los demás dedos, sobre todo el dedo índice o en su defecto el
dedo medio. Es una pinza de precisión que se utiliza para coger objetos muy pequeños,
com o un cabello o un alfiler y requiere que todos los elementos de la mano estén en per
fecto estado de funcionalidad, tanto las articulaciones com o los ligamentos o los tendones.
Actúan en este caso el flexor largo del índice que fija la tercera falange en flexión y el fle
xor largo propio del pulgar que hace lo propio sobre la tercera falange del pulgar.
La prensión subterminal de los dedos (fig. 11-7B) se lleva a cabo por la oposición del
pulgar con cualquiera de los demás dedos, a través de la cara palm ar del pulpejo. Es
tam bién una pinza de precisión que sirve para m anejar objetos de m ediano tam año
com o puede ser un lápiz, un pincel, monedas, etc. Es importante en este caso que la sen
sibilidad de los pulpejos de los dedos esté conservada y desde el punto de vista motor, la
acción del flexor superficial del índice que fija la segunda falange, y los músculos tena
res, flexor corto, abductor corto, primer interóseo palmar y sobre todo el aductor, que fle-
xionan la prim era falange del pulgar. Sin embargo, la articulación interfalángica distal
puede estar en extensión o incluso en semiflexión fija por una artrodesis.
La prensión subtérmino lateral de los dedos (fig. 11-7C) es más grosera que las anterio
res, pero es fuerte y eficaz. Se realiza entre la cara palmar del pulpejo del dedo pulgar y la cara
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182 V. M. Leal Serra y J. C. González Casanova
lateral radial del dedo índice. Se utiliza de manera habitual para sostener un Uavín en la ac
ción de abrir una puerta, pero tiene especial relevancia en los casos de amputación de una
o las dos falanges distales del dedo índice, en sustitución de cualquiera de las dos modalida
des anteriores, por las dificultades inherentes al acortamiento del dedo. Los encargados de
llevar a cabo esta acción son el primer interóseo dorsal del índice que fija la posición del
dedo y el flexor corto, el primer interóseo palmar y, sobre todo, el aductor del pulgar.
La prensión digitopalmar completa (fig. 11-7D ), es decir, con participación de todos los
dedos incluido el pulgar en oposición hacia la palma de la mano. Es la modalidad de fiierza
por excelencia, capaz de asir o levantar los objetos más pesados, con la ayuda en ocasiones
de la posición de la muñeca. Su eficacia está condicionada, aparte del peso, por el volumen de
los objetos, ya que su ftierza es tanto mayor cuanto más pueda acercarse el dedo pulgar al
resto de los demás dedos. Así se comprende que resulta m ucho más fácil asir con fuerza
una raqueta de tenis que una pelota de baloncesto. Son fundamentales para completar esta
potente acción en la que participan todos los dedos, los flexores superficiales y profiindos de
los dedos, así como los interóseos, que completan entre todos la flexión de la segunda y ter
cera falanges, sumando su acción a todos los músculos de la eminencia tenar, sobre todo el
aductor, y al flexor largo propio del pulgar que flexiona con fuerza la tercera falange.
La prensión digitopalmar incompleta (fig. 11-7E) en la que participan todos los dedos
en oposición a la palma de la mano, excepto el dedo pulgar, es también una modalidad de
fuerza, pero no es tan sólida com o la anterior ya que los objetos más pesados pueden es
capar en la dirección de la muñeca. Es la que se emplea para manejar objetos de tamaño
relativamente reducido com o puede ser el mover una palanca, accionar un volante, suje
tar un remo, etc. Al igual que en la modalidad anterior se activan los flexores superficia
les y profundos de los dedos y también los interóseos.
La prensión laterolateral de los dedos (fig. 11-7F) es una modalidad accesoria que en
general se realiza entre el dedo índice y el medio para sostener objetos pequeños y livia
nos, com o por ejemplo un cigarrillo o juguetear con un lápiz. El dedo pulgar no partici
pa. No es una modalidad de fuerza, ni tam poco de precisión, pero en personas que han
perdido su dedo pulgar o carecen de él por causa congénita, puede llegar a potenciarse y
perfeccionarse en gran manera.
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C a p it u l o 1 1 . Biom ecánica de la m ano 183
BIBLIOGRAFÍA
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Capítulo 12
Biomecánica de la cadera
M. F e r n An d e z -F a ir é n
Recuerdo anatómico
La cadera, com o el resto de las articulaciones de la econom ía humana, presenta un alto
grado de eficacia en cuanto a su función de movilidad y transmisión de cargas, merced a
una adecuada disposición anatómica.
El acetábulo se presenta com o una porción esférica, m enor que una hemiesfera si se le
quita el borde periférico, de abertura dirigida hacia fuera, hacia delante, form ando un
ángulo de 40° con el plano sagital, y hacia abajo, con un ángulo de 60° respecto al plano
horizontal.
La cabeza femoral constituye dos tercios de esfera, y está cubierta de un cartílago hia
lino que se adelgaza hacia el surco subcapital, en la unión de la cabeza con el cuello fe
moral. En cualquier posición de la cadera, el acetábulo está ocupado sólo por dos quintos
de la cabeza.
Esta “congruencia incongruente” permite, com o es fácil entender, un amplísimo ran
go de movimientos. Ahora bien, com o la función de la articulación exige además de esa
movilidad un grado racional de estabilidad, la profundidad del acetábulo aumenta al es
tar rodeado por el borde, ya citado. Éste no es ni más ni menos que un ligamento fibro
so, o m ejor dicho fibrocartilaginoso, que se inserta en el margen óseo del acetábulo, y
cubre la cabeza femoral más allá de su línea ecuatorial.
Otro ligamento que tiene una función primordial de contención anterior de la articu
lación, dada la orientación hacia delante del cotilo y del cuello, es el ligamento iliofemo-
ral, o de Bigelow, que se “enrolla” alrededor del cuello femoral, desde la zona periaceta-
bular del ilio hasta la línea intertrocantérica.
El tam año, la orientación y la organización subestructural del cuello fem oral, son
factores de máxima importancia en la consecución de los fines señalados al principio del
capítulo. De la relación diámetro del cuello/diámetro de la cabeza, que en la cadera hu
mana es aproximadamente de 0,7, depende en gran medida la libertad de movimiento
antes de que el cuello choque con el reborde acetabular.
La orientación espacial del cuello es el segundo parámetro que debe considerarse al ana
lizar la anatomía articular en relación con la mecánica de ésta. En efecto, el cuello del fémur
forma con el fiaste femoral, es decir, con la diáfisis, un ángulo de 125-135° en el plano frontal,
y un ángulo de declinación, entendiendo por tal el formado entre el eje de los cóndilos fe
morales y el eje del cuello en un plano horizontal, de 1 2 ° de anteversión, por término medio.
Esta combinación de abertura anterior del cotilo y anteversión del cuello ya se ha señalado
como fiindamental para permitir una gran movilidad articular, sobre todo en flexión.
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186 M. Fernández-Fairén
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Cinemática
La cadera es una articulación de encaje esférico (ball-and-socket), con posibilidad de
m ovim iento en todas las direcciones. El m ovim iento de la cabeza en el acetábulo se
realiza, pivotando alrededor del centro de rotación de la cabeza femoral, mediante el
deslizamiento de las superficies articulares entre sí. La dirección de este deslizamiento,
en las caderas normales, debe ser tangencial al punto de contacto de las superficies. Si no
es así, en estados patológicos, aparecen picos de compresión o distracción en determ i
nadas zonas, con la consiguiente alteración de las superficies articulares y del patrón ci
nemático.
No se ha efectuado el análisis de los centros instantáneos de rotación respecto a los que
se efectúa el correspondiente movimiento de la articulación, dada la dificultad que supo
ne la realización simultánea del movimiento en tres planos.
La cinemática global de la cadera ha sido estudiada mediante métodos fotográficos,
electrogoniométricos, acelerómetros, etc., de los que se desprenden datos referentes a los
desplazamientos, velocidades y aceleraciones del fémur respecto a la pelvis. Ello tiene una
gran importancia para el conocimiento de las posibilidades funcionales de la articulación
en particular, y del individuo en general, de su afectación por trastornos patológicos,
implantes y “explantes”, la actividad y eficacia de los músculos periarticulares, y las fuer
zas y momentos que van a aplicarse sobre ella.
Rango de movilidad
Com o se ha expuesto, la cadera puede moverse en todos los planos del espacio. Debido a
la orientación en anteversión de los dos componentes articulares, la m áxima libertad de
m ovim iento se observa en el plano sagital, en el sentido de la flexión, que llega a ser
de 140°, mientras que la extensión sólo es de 15°. Las estructuras capsuloligamentosas se
relajan con la flexión y se tensan en extensión, impactando por su torsión la cabeza fe
moral contra el acetábulo, “atornillando” la articulación.
En el plano fi-ontal se produce un movimiento de separación, o abducción, respecto al
eje longitudinal del cuerpo, que alcanza 30°, y otro de acercamiento, o aducción, que pue
de ser de hasta 25°.
Por último, las rotaciones, en el plano horizontal o transverso, varían según la cadera
esté en extensión o flexionada. La rotación externa varía entre 60 y 90° y la interna entre
30 y 60°, dependiendo de su situación en flexión o en extensión.
Com o se ha indicado, es importante considerar la íntima relación que tiene la dispo
sición de la cadera en los diferentes planos con la capacidad de movimiento en ellos y las
posibilidades de acoplamiento de esos movimientos. Así, por ejemplo, la elevación ante-
rolateral de la extremidad, flexión-abducción de la cadera, logra su m áxim o desarrollo
colocando la cadera en rotación externa, ya que de esa forma el trocánter mayor pasa a ser
posterior y no entra en conflicto con el reborde acetabular. En consecuencia de la misma
manera que puede hablarse de un aumento de la amplitud del movimiento al combinar
las rotaciones y la flexión, cabe hacerlo con la asociación abducción-flexión-rotación ex
terna.
La movilidad m áxim a que puede ostentar la cadera acoplando los sentidos simples
de movimiento descritos, se expresa gráficamente por el cono de circunducción, o cono
m áxim o generado por un punto distal sobre la extrem idad inferior que se mueve to
mando com o centro o vértice la articulación de la cadera (fig. 1 2 - 2 ).
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188 M. Fernández-Fairén
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Tabla 12-1. Rango de movilidad de la cadera necesario para algunas actividades de la vida diaria
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190_________________________________________________________________________M. Fernández-Fairén
También debe tenerse en cuenta que en la fuerza o m om ento producido por la con
tracción de esos músculos interviene no sólo su volumen sino su brazo de palanca res
pecto al centro de rotación de la cadera. Comparando los mom entos generados por los
grupos antagonistas, la relación flexores/extensores es de 251/290, la de abductores/aduc-
tores de 347/210, y la de rotadores externos/rotadores internos de 146/54, en extensión.
La potencia de la rotación externa es tres veces mayor que la de la interna, en la posi
ción acotada, pero puede modificarse si se flexiona la cadera, con lo que mejora la efica
cia rotadora interna de los glúteos menor y medio, com o se ha expuesto.
Cinética
Sobre la cadera gravita el tronco y a su alrededor actúan diversos grupos musculares que
prom ocionan su estabilidad, el equilibrio estático y dinámico del tronco sobre la extre
midad inferior, y la función móvil de ésta. Todo esto supone la producción y aplicación
sobre ella de una serie de fuerzas y momentos.
El conocimiento y la valoración de esas fuerzas se ha realizado por diferentes métodos,
considerando la situación estática, dinámica, de manera experimental cargando especí
menes cadavéricos, o realizando mediciones directas in vivo.
De todos estos trabajos se obtienen un gran núm ero de datos, no siempre co n co r
dantes, ni tan siquiera congruentes, pero que analizados minuciosamente dan cierta luz
al problema.
A partir de los datos antropom étricos aportados por Braune y Fischer, Pauv^els (1 9 7 6 )
calculó, las fuerzas que actúan en la cadera en equilibrio estático bipodal y en la fase de
apoyo pleno m onopodal de la m archa, cuando el centro de gravedad del cuerpo pasa
por el mismo plano que el centro de rotación de la cadera. De esta manera, reduce el pro
blema a un simple análisis de fuerzas en dos dimensiones.
La fuerza de reacción experimentada por la articulación resulta de la suma del peso del
cuerpo, que provoca un momento aductor sobre la cadera, y de la fuerza producida por
la contracción de la musculatura abductora, que neutraliza dicho m om ento (fig. 12-3).
La resultante aplicada sobre la cadera dependerá de la magnitud de sus componentes y de
sus distancias al centro de la articulación. El brazo de palanca de los abductores será m a
yor en una coxa vara que en una coxa valga, por lo que la potencia de su contracción, para
equilibrar la carga gravitatoria, podrá ser m enor en aquel caso que en éste. La resultante,
pues, disminuirá al hacerlo la tensión abductora.
Según este autor, la fuerza de reacción equivaldría a 2,92 veces el peso corporal en la
estación monopodal estática, y alcanzaría 4,5 veces el peso corporal en la fase de apoyo
m onopodal de la m archa, por el carácter dinámico de ésta. Estos resultados son simila
res a los obtenidos por Inman y por Blount (tabla 12-2).
En cualquier caso, tal y com o se desprende también del estudio de Pauwels, una varia
ción en los brazos de palanca con la que actúan las fuerzas, modifica de m anera conside
rable el valor de dicha carga. En efecto, com o ha recalcado y estudiado Frankel (1980), la
relación entre el brazo de palanca de los abductores y el del peso corporal tiene una im
portancia capital en la determinación de la magnitud de la fuerza de reacción articular en
la cadera (fig. 12-4).
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C a p it u l o 12. Biom ecánica de la cadera 191
Del trabajo de Frankel (1960) puede extraerse otra deducción interesante. Debido a
la tendencia a la aducción de la cadera en carga y a la contracción simultánea de los ab
ductores, la solicitación del cuello es compresiva en toda su sección, lo cual es perfecta
mente asumido por su doble sistema fascicular trabecular, ya mencionado al comienzo
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192 M. Fernández-Fairén
del capítulo. Así, la extremidad proximal del fémur afronta de la manera más favorable
posible los esfuerzos a los que está sometida, y se evitan la flexión del cuello y las solici
taciones en tracción que aparecerían en la zona superior del cuello si su orientación fue
ra más en varo o los glúteos no funcionasen.
Rydell (1966) realizó mediciones in vivo de dicha fuerza articular, en pacientes a los
que implantó una prótesis de Austin Moore instrumentada con galgas. El valor m áximo
registrado fue de 4,33 veces el peso corporal cuando el paciente corría. Ese valor dismi
nuía a 3,27 veces el peso corporal en la fase de apoyo monopodal de la marcha llana, y era
menos de la mitad en la fase oscilante. En apoyo estático m onopodal, la fuerza experi
m entada p or la cadera era de 2 ,9 veces el peso corp oral. C om o puede observarse, la
fuerza articular se incrementaba de m anera significativa al aumentar la actividad m uscu
lar del individuo según sus prestaciones funcionales.
Paul (1967), en sus estudios con plataforma dinamométrica, ha cuantificado la fuer
za de reacción articular de la cadera en las diferentes fases de la marcha, en el varón y en
la mujer, en relación con la contracción de los distintos grupos musculares registrada
electromiográficamente.
Fundamentalmente, se aprecian dos picos de carga durante la fase de apoyo, que co
rresponden a la acción de los abductores que estabilizan la pelvis en ese equilibrio m o
nopodal. El primer pico, de 2,3-3,2 veces el peso corporal de promedio, aparece jiisto des
pués del apoyo del talón, y el segundo, previamente al despegue de los dedos. Entre esos
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C a p it u l o 12. Biom ecánica de la cadera 193
dos instantes, en el apoyo plantar, la fuerza desciende hasta ser aproxim adam ente el
peso corporal, valor en el que se encuentra, o incluso algo menor, en la fase oscilante, al
decelerar los extensores.
Debe detectarse la enorme variación de magnitudes registradas, que tienen casi un ca
rácter individual, sin duda debido a las considerables diferencias personales en la relación
longitud del paso/altura del individuo. Por este factor, además de otros, com o la mayor
anchura de la pelvis, el menor ángulo cervicodiafisario, o variaciones en el patrón gene
ral de la marcha, el esquema de cargas en la mujer es similar al del varón, pero con nive
les de carga inferiores.
Una aportación importante del trabajo de Paul (1976) ha sido la determinación de la
dirección del vector de carga en su incidencia sobre la cabeza femoral. En el plano fron
tal, dicha fuerza varía, en la fase de apoyo monopodal, desde 2 1 ° respecto a la vertical des
pués del apoyo del talón, hasta 12,5° antes del despegue de los dedos, ambos ángulos de
seno superomedial. En el plano sagital, en el apoyo del talón la resultante forma un án
gulo de 1 2 ° con la vertical, de seno anterior, mientras que en el despegue de los dedos di
cho ángulo es de 7° y de seno posterior a la vertical (fig. 12-5).
Los cálculos realizados con posterioridad por otros autores concuerdan con los datos
de Paul, validándolos en lo esencial.
En esta referencia a las fuerzas que debe soportar la cadera, hay que hacer mención a
dos cuestiones que tienen un gran interés práctico. Por un lado, los grandes esfuerzos que
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194_________________________________________________________________________ M. Fernández-Fairén
Solicitaciones en la cadera
Conocidas las cargas que gravitan sobre la cadera, las solicitaciones en la cadera depen
derán de aquéllas y de la superficie en la que se repartan. A su vez, esta superficie de car
ga equivaldrá, en mayor o m enor medida según lo uniforme de dicha distribución, a la
superficie de contacto entre la cabeza del fémur y el acetábulo. Y, además, este contacto
será fruto de la congruencia de ambas estructuras, en primer lugar por su form a y en se
gundo lugar por su deformabilidad.
La cabeza femoral tiene forma de una esfera casi perfecta, tal y com o mostraron Ham-
mond y Charnley en un cuidadoso estudio con siete métodos diferentes. Las desviaciones
prom edio de circularidad en los cortes sagital, frontal y transverso, son de 1 ,2 ,0 ,0 4 y
0,6 % respectivamente, en cabezas de alrededor de 50 m m de diámetro. También el ace
tábulo muestra cierta tendencia de orden más arciforme que la cabeza femoral.
O tra cuestión es la congruencia entre esas dos estructuras. Para que sea posible la
realización de un movimiento de rotación de una respecto a la otra, es preciso que exista
un espacio evolutivo entre las superficies. No pueden concebirse dos esferas concéntri
cas con el mismo radio. La congruencia se restablece en cierta medida por la deformabi
lidad de los materiales, es decir, del conjunto osteocondral.
Al aplicar una carga sobre la articulación, el cartílago experimenta una deformación
“instantánea”, que de hecho ocurre en unas pocas centésimas de segundo. A esta defor
mación inicial le sigue una fase de fluencia rápida en un principio, que disminuye p ro
gresivamente con el paso del tiempo y se hace mínima al cabo de treinta minutos. Así es
posible que la cadera no sea en realidad un sistema esférico perfectamente congruente,
incom patible p or otra parte con el m ovim iento y con la nutrición del cartílago, sino
más bien incongruente: una especie de revolución ojival cotiloidea recubriendo una ca
beza femoral que tiende a la esfericidad. La deformabilidad de la interfase condral mejo
ra la situación de concordancia y contacto de las superficies articulares.
Las áreas de contacto variarán pues con la form a de la cadera y con el estado y p ro
piedades mecánicas del cartílago que la cubra, pero además y en gran medida según cuál
sea la magnitud de la carga aplicada sobre la articulación. En efecto Greenwald y Haynes
(1 972) determinaron y midieron las áreas de contacto en una serie de especímenes ca
davéricos adultos. Cargaban las caderas con 1,6 veces el peso corporal, y otras con sólo
0,2 veces dicho peso. Con la carga mayor, obtuvieron unos contactos de entre 2 2 ,1 9 y
3 3,68 cm^, con un prom edio de 2 6,77 cm^, lo que equivalía de m anera aproxim ada al
70 % de la superficie articular total de la cabeza femoral. Topográficamente, se incluían en
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C a p it u l o 12. Biom ecánica de la cadera 195
dicho contacto las zonas anterior, superior y posterior de la cabeza. Con la carga reduci
da disminuía el área de contacto, desapareciendo en la zona superior de la cabeza.
Esta relación magnitud de carga-amplitud del contacto-reparto topográfico de éste, ob
servada por todos los autores que se han ocupado del tema, diferencia, de manera esque
mática, tres situaciones de base. Bajo pequeñas cargas, el contacto se reduce, y las solicita
ciones se reparten por la periferia, “paraecuatorialmente”, en una especie de corona. Si se
incrementa la fuerza aplicada, el polo superior de la cabeza participa en el contacto, que pasa
a ser mayor, en forma de casquete esférico, y las solicitaciones se igualan al máximo en toda
la zona de contacto. Por último, si la carga se incrementa aún más, se mantiene el contacto
global y en la zona polar superior se produce un importante pico tensional (fig. 1 2 - 6 ).
En general, y en el conjunto de todas las actividades, el reparto de solicitaciones sobre la
articulación tiende a ser uniforme entre todas las zonas, lo cual se traduciría en el patrón
trabecular armonioso de las caderas normales. No obstante, hay que matizar un poco. Las
zonas periféricas reciben ese nivel tensional de manera más igual y uniforme que la zona
polar, en la que las presiones sufren grandes oscilaciones, de casi nulas o picos enormes.
La cuantificación de las solicitaciones experimentadas por la cadera, y que dependen
de los datos mencionados, las coloca en niveles que pueden asumirse por las estructuras
tisulares que la forman, com o es lógico y esperable. Greenwald y O ’Connor (1971) esta
blecieron un promedio de 2,2 MN/m^, durante la marcha. Freeman (1979) en su trabajo
obtiene valores de 1,98 MN/m^ y de 2,92 MN/cm^, para dos caderas normales dotadas de
cartílago íntegro. En la misma hnea se encuentran Day y cois. (1 9 7 5 ), que estiman es
fuerzos entre 1 y 2 MN/m^, con cargas de hasta tres veces el peso corporal.
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196_________________________________________________________________________ M. Fernández-Fairén
En este sentido, es importante el trabajo de Brown y Shaw (1983) que, con 24 capta
dores piezoeléctricos, registraron, para una carga aplicada de 2 .700 N, una solicitación
media en la cadera de 2,92 MN/cm^, y un pico local máxim o de 8 , 8 MN/m^.
La coxa valga, y en general todas las situaciones que conllevan una cobertura insufi
ciente de la cabeza femoral por parte del acetábulo, com o las displasias cotiloideas, pro
vocan una disminución del área de contacto y una concentración polar de tensiones. Esto
unido al mayor esfuerzo realizado por la musculatura abductora en esas caderas en valgo,
com o se ha expuesto antes, produce una sobrecarga polar superior, que se traduce ra
diológicamente en un casquete de condensación trabecular en esa zona.
El análisis de la respuesta del cartílago y el hueso a situaciones de hipersolicitación o
de estrés, se expone en los capítulos correspondientes a esas estructuras. Basta aquí se
ñalar que cada estado patológico en el aparato locom otor tiene una base, causa y/o efec
to, en que es patente la alteración de la mecánica normal. Por ello, el conocimiento de la
cadera normal, que se presenta com o una articulación con cierto grado de incongruen
cia y deformabilidad, según el nivel de carga, perfectamente dispuesta para soportar de
m anera racional y equilibrada las solicitaciones que gravitan sobre ella y que, gracias a
ello, permanecen dentro de límites tolerables por la resistencia de las m acro y m icroes-
tructuras participantes, es fundamental para abordar la patogenia y el tratam iento de
los trastornos, con las consecuencias prácticas que de ello se derivan.
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Capítulo 13
Biomecánica de la rodilla
A . ViLADOT VOEGELI
Recuerdo anatómico
Estructura ósea
Los cóndilos femorales son dos superficies convexas tanto en sentido sagital como transver
sal, alargadas de delante atrás y divergentes en sentido posterior. Si efectuamos un corte sa
gital a nivel de los cóndilos, se aprecia que el radio de curvatura no es constante (fig. 13- lA)
sino que sufre variaciones com o en una espiral: a medida que el radio va aumentando su
ángulo de giro, también aumenta su longitud. Por otro lado, en los cóndilos del fémur no
existe un centro de giro único sino múltiples los cuales forman a su vez una espiral.
El radio de curvatura del cóndilo externo es mayor que el del cóndilo interno. En cam
bio este último prolonga más hacia delante su superficie articular. Estos dos hechos, jun
to a la divergencia de los cóndilos en sentido posterior (fig. 1 3 -lB ), son factores funda
mentales para producir el autoatornillamiento de la rodilla que se expone más adelante.
Los cóndilos femorales se deslizan sobre los platillos tibiales. Éstos son diferentes en
tre sí (ñg. 1 3 -lA ): el platillo interno es cóncavo hacia arriba en ambos sentidos, m ien
tras que el externo es convexo hacia arriba en sentido sagital y casi plano en sentido trans
versal. Los radios de curvatura de los cóndilos y de los platillos correspondientes no son
iguales, por lo que existe una discordancia de las superficies articulares: el restableci
miento de la congruencia articular corre a cargo de los meniscos.
Las espinas tibiales presentan una forma geométrica troncocónica (fig. 13-lB ). Al estar
situadas en el surco intercondíleo contribuyen a dar a la rodilla una cierta estabilidad, ya
que permiten unos movimientos entre fémur y tibia en el plano sagital, pero impiden gran
des movimientos laterales o rotaciones intempestuosas.
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198 A. Viladot Voegeli
Las espinas tibiales junto a la concavidad de la meseta interna, que forma un encaje
para el cóndilo interno, constituyen la “estabilización ósea de la rodilla”.
Meniscos
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C a p ít u l o 13. Biom ecánica de la rodilla 199
Menisco externo
Ligamento
meniscofemoral
anterior
Ligamento
lateral interno
Ligamento lateral
externo
Menisco interno
Figura 13-2.
A. Relaciones anatómicas
de los meniscos.
B. Transmisión de fuerzas
a compresión en
la rodilla en extensión.
C. Situación de los
meniscos en flexión y
extensión.
Estructura capsuloligamentosa
El aparato capsuloligamentoso de la rodilla está formado por un pivote central y unas es
tructuras periféricas laterales y posteriores (fig. 13-3). El conjunto tiene una función es-
tabilizadora.
El pivote central está formado por los ligamentos cruzados que se encuentran alojados
en la escotadura intercondílea. El anterior se inserta en la superficie preespinal de la tibia
y se dirige hacia atrás, afuera y arriba hasta insertarse en el cóndilo externo en una zona
alargada en sentido vertical.
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200 A. Viladot Voegeli
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C a p ít u l o 1 3 . Biom ecánica de la rodilla______________________________________________________ 2 0 1
cóndilo hacia abajo y adelante, hasta alcanzar la tuberosidad anterior de la tibia. Inm e
diatamente posterior se extiende el abanico medial formado por las capas superficiales y
profunda del ligamento lateral interno clásico.
En la zona posteromedial se hallan los tres fascículos de la entidad funcional a la que
Hughston y cois, han llamado ligamento oblicuo posterior. Todo este complejo interno
tiene com o misión el control del valgo y la rotación externa de la tibia respecto al fémur.
En extensión están tensas las fibras mediales y el ligamento oblicuo posterior junto a la
cápsula posterior, conjunto que en la bibliografía médica francesa se ha englobado bajo
la denominación de coque condylienne.
En la flexión, son las fibras anteriores las que permanecen tensas, ya que su inserción
es anterior al eje de movimiento, limitando la rotación externa y el desplazamiento an
terior de la tibia, en una acción sintónica a la del cruzado anterior y hasta cierto punto
protectora de éste. También el ligamento oblicuo posterior actúa con cierto potencial es
tabilizador en flexión por el hecho de que sus fibras son tensadas por la contracción del
semimembranoso. El complejo ligamentoso lateral, en la cara externa de la rodilla, está
mucho menos desarrollado que el medial. Esto es debido al valgo fisiológico y al control
efectivo que los ligamentos cruzados ejercen sobre la rotación tibial interna.
La parte anterior del compartimiento está ocupada por la cinta de Maissiat, que es una
continuación de la fascia lata hasta su inserción en el tubérculo de Gardy, y que tiene poca
importancia com o ligamento funcional. En la parte posterior encontramos, entre el cón
dilo externo y la cabeza del peroné, el ligamento lateral externo clásico, cruzado en su tra
yecto por el tendón del poplíteo. Más posteriorm ente se establecen una serie de cone
xiones fibrosas de la aponeurosis del poplíteo con la periferia del m enisco externo,
ligamento arcuato y casquete capsular posterior.
Sistema muscular
El sistema muscular tiene sobre la rodilla una doble misión: por un lado propulsar la m o
vilidad activa y, por otro, al coaptar las superficies articulares, contribuye a su estabilidad.
El músculo más importante es el cuádriceps (fig. 13-4A) cuya función es la de exten
sor de la rodilla, al mismo tiempo que controla de forma pasiva la flexión, y actúa com o
antagonista de los isquiotibiales y de la gravedad.
Com o elemento estabilizador tiene las siguientes misiones:
El sartorio, recto interno y semitendinoso (fig. 13-4B ), que forman la pata de ganso en
su inserción tibial, actúan principalmente com o flexores de la rodilla, con una potencia
entre 4 a 10 veces mayor que la que desarrollan com o rotadores internos de la tibia. Su
efectividad com o rotadores aumenta cuando la flexión progresa de O a 90°. Asisten pues
dinámicamente a las estructuras mediales y al cruzado anterior al oponerse a la rotación
externa y al desplazamiento anterior de la tibia.
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202 A. Viladot Voegeli
Vasto anterior B
Crural
Fibras verticales
Vasto
externo
; Vasto interno
Fibras
horizontales
Cinética
Estación bipodal
ERRNVPHGLFRVRUJ
C a p it u l o 13. Biom ecánica de la rodilla 203
B CG
za y extremidades superiores. Esto representa el 8 5 ,6 % del peso total del cuerpo (Brau-
ne y Fischer). El centro de gravedad (CG) de todos los segmentos citados se encuentra a
la altura de la tercera vértebra lumbar. El peso concentrado en este centro de gravedad se
transmite por la pelvis al suelo a través de ambas extremidades inferiores, por lo que cada
rodilla soporta la m itad de la carga (43 % ). En estas condiciones el esfuerzo m uscular
para mantener el equilibrio es prácticamente desechable (Maquet, 1984).
Estación monopodal
En estas condiciones la carga soportada por la rodilla es la misma que en situación bipo
dal más el peso de la extremidad contralateral. El centro de gravedad de esta masa es dis
tinto del anterior y está localizado a la altura del disco intervertebral L4-L5. Desde este
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204____________________________________________________________________________ A. Viladot Voegeli
punto, la fuerza es transmitida al suelo a través de la rodilla. Esta fuerza vendría repre
sentada por un vector P que pasa por dentro de la articulación de la rodilla, aplicándose
tangencialmente sobre ella (fig. 13-5B). Por ello se crea un mom ento varizante que hará
girar la rodilla hacia fuera. Para que esto no ocurra y se mantenga el equilibrio de la ex
trem idad se precisa de una fuerza igual pero de signo contrario que la neutralice; esta
fuerza es de origen muscular M y está constituida por el tensor de la fascia lata, el bíceps
y el glúteo mayor y se transmite a la rodilla por la cintilla de Maissiat.
La aplicación de estas dos fuerzas antagónicas sobre la rodilla crea una resultante R
que pasará aproximadamente por el centro de ésta.
Cuando la rodilla presenta algún tipo de deformidad axial este sistema de equilibrio se
ve seriamente com prom etido y el resultado es la sobrecarga mecánica de un com porta
miento articular. Se exponen a continuación las dos deformidades más frecuentes.
En el genu varo P (fig. 13-5C ) se aleja del centro de la rodilla por lo que el momento
varizante (P x a) aum enta respecto al m om ento muscular (M x b). La resultante R de
ambas fuerzas se desplaza hacia dentro pasando por el com partim iento interno, con lo
cual éste se ve sobrecargado.
En el genu valgo P (fig. 13-5D ) se acerca al centro de la rodilla. En general el valgo es
bien tolerado debido a que disminuyen los valores del m om ento varizante y del oben
que externo y R se hace de m enor intensidad. Sin embargo, la potencia del obenque ex
terno depende tanto de la rodilla com o de la cadera. Si para el equilibrio de la cadera
ésta necesita un potente obenque, en la rodilla se traduce en un aumento de R que se des
plaza hacia fiiera. Cuando este desplazamiento sobrepasa el centro de giro del cóndilo fe
moral externo, el fémur bascula sobre la tibia, desestabilizando la rodilla (fig. 13-5D ).
Cinemática
La rodilla presenta una movilidad en los tres planos del espacio: sagital, frontal y hori
zontal. El arco de mayor amplitud es el de flexoextensión que se produce en el plano sa
gital. La flexión activa llega a 140°, la pasiva a 160° y la hiperextensión a 15°. Este m ovi
miento de flexoextensión no es un movimiento simple com o el de una bisagra sino que
se acompaña de una rotación automática y de un deslizamiento del fémur sobre la tibia.
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Figura 13-6. Cinética de la rodilla. Plano sagital.
Este movimiento complejo está determinado por la forma de los cóndilos femorales
y de la meseta tibial y por el funcionamiento del complejo ligamentomeniscal que hemos
descrito.
El hecho de que la curvatura del cóndilo externo sea mayor que la del interno y de que en
el plano sagital los cóndilos sean divergentes hacia atrás, condiciona que en la flexión el des
plazamiento efectuado por el cóndilo externo sea mayor que el interno, lo cual comporta
una rotación externa del fémur sobre la tibia que alcanza un arco de aproximadamente 1 0 °.
En la extensión, com o la superficie articular del cóndilo interno llega más adelante que
la del externo, cuando el cóndilo externo ha agotado su recorrido se ve obligado a rotar
internamente lo que provoca el autoatornillamiento de la rodilla en máxim a extensión
(fig. 13-7A). En esta situación se produce, com o se ha expuesto, la mejor coaptación del
fémur sobre la tibia con la ayuda de ambos meniscos, favoreciendo el conjunto la trans
misión de las fiierzas de compresión y la estabilidad.
La flexión de la rodilla no es posible por la rodadura simple de los cóndilos sobre la
m eseta, ya que la longitud condílea es doble que la de la tibia. Para que los cóndilos
no se salgan de la meseta es necesario que además del movimiento de rodadura, exista un
movimiento de deslizamiento (fig. 13-7B). La rodadura simple sólo se produce en el cón
dilo interno en los primeros 1 0 ° de flexión y en el cóndilo externo en los primeros 2 0 °.
En el control de este m ovim iento complejo tienen un papel determ inante los liga
mentos cruzados, los cuales, junto con los segmentos óseos comprendidos entre sus in
serciones, se han com parado a una cadena cinem ática cerrada de cuatro barras cuya
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206 A. Viladot Voegeli
Entre 60 y 90° de flexión, la rotación activa perm anece estable y vuelve a decrecer a
partir de 90°.
La flexión de la rodilla permite también unos ligeros movimientos laterales, en valgo y
en varo, que no exceden de 1 2 ° y que facilitan el acoplamiento del pie a las irregularida
des del terreno.
Estos movimientos que la rodilla puede desarrollar en los tres planos del espacio son con
trolados por los elementos estabilizadores ya mencionados. En resumen puede decirse que:
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C a p ít u l o 13. Biom ecánica de la rodilla______________________________________________________ 207
Recuerdo anatómico
Los com ponentes óseos de la articulación patelofem oral son dos: la tróclea femoral y
la rótula.
La tróclea está compuesta por la cara anterior de los cóndilos femorales que presentan
una estructura asimétrica: el cóndilo externo tiene m enor altura que el interno y una dis
tinta inclinación para adaptarse a la forma de la rótula.
La rótula es un hueso sesamoideo incluido en el aparato extensor de la rodilla. Pre
senta una form a triangular con dos carillas articulares también asimétricas. La carilla
externa es más ancha que la interna y con un ángulo de inclinación m enor; ambas cari
llas forman un ángulo de 120°. Este encaje que hace la forma triangular de la rótula en la
tróclea femoral contribuye a la estabilidad de la articulación que tiene una tendencia na
tural a la luxación externa por acción del aparato musculotendinoso. El aparato exten
sor de la rodilla está formado por el cuádriceps, la rótula y el tendón rotuliano. Este con
junto debe considerarse com o una unidad ftincional y tanto cuádriceps com o tendón
rotuliano sirven para mantener la rótula en posición.
El cuádriceps, situado en el polo superior de la rótula, distribuye sus inserciones de la
siguiente m anera (fig. 13-4A ): el recto anterior se inserta en la parte superficial con una
dirección paralela a la diáfisis del fémur. Siguiendo la misma dirección, en el plano más
profundo, encontram os el tendón del crural. Entre ambos, entrecruzando sus insercio
nes, encontram os el vasto externo y el vasto interno. La inserción del vasto externo pre
senta una inclinación de alrededor de 30° respecto al eje de la rótula por lo que su con
tracció n tiende a luxarla externam ente. La inserción del vasto interno desciende
distalmente más que la del externo, y se prolonga por el borde interno de la rótula. Las
fibras musculares del vasto interno a medida que descienden se horizontalizan y consti
tuyen la denominada “porción transversal del vasto interno” que llega a form ar un án
gulo de casi 80° con el eje de la rótula. Esta especial configuración del vasto interno tiene
importancia para estabilizar la rótula en la tróclea femoral.
El tendón rotuliano se extiende desde el polo inferior de la rótula hasta la tuberosi
dad anterior de la tibia. Se trata de un tendón grueso de forma cónica, bien diferenciado
de las estructuras vecinas.
La rótula, para mantenerse en posición, presenta también unos amarres laterales o ale
rones rotulianos.
El alerón rotuliano interno está formado por el retináculo interno que va al cóndilo in
terno, y por la parte distal del vasto interno.
El alerón rotuliano externo está formado por el retináculo externo o ligamento pate
lofemoral, por la expansión rotuliana del tensor de la fascia lata y por la parte distal del
vasto externo.
Cinética
La rótula tiene dos funciones biomecánicas importantes. Por un lado ayuda a la extensión
de la rodilla al aumentar el brazo de palanca del cuádriceps a lo largo de todo el arco de
movimiento. El brazo de palanca está constituido por la perpendicular que va desde el
tendón rotuliano hasta el centro de giro de la articulación tibiofemoral. De ahí que los
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208 A. Viladot Voegeli
pacientes patelectomizados deban compensar la falta de rótula con una mayor potencia
del cuádriceps (fig. 13-8B).
La segunda función biomecánica de la rótula consiste en permitir una mejor distribu
ción de las fuerzas de compresión sobre el fémur ya que aum enta la superficie de con
tacto entre éste y el tendón rotuliano.
Desde los trabajos de Kummer (1962) se conoce bien el análisis físico de las fuerzas
ejercidas sobre la rodilla en el plano sagital. En este plano, sobre la rótula actúan dos fuer
zas: una es la del cuádriceps y otra de sentido opuesto, que es la del tendón rotuliano. Con
la rodilla en extensión ambas fuerzas se neutralizan. Cuando la rodilla inicia la flexión se
crea una fuerza resultante que aplasta la rótula contra el fémur. A medida que aumenta la
flexión se increm enta también esta fuerza resultante (fig. 13-8A ). Lo mismo ocurre si
aumenta el valor de alguna de las fuerzas que se aplican sobre la rótula, lo cual viene re
presentado clínicamente por el aumento de la contracción del cuádriceps.
Durante la m archa normal sobre un terreno llano, en la que la flexión de la rodilla es
pequeña, la fuerza de reacción en la articulación patelofemoral es aproxim adamente la
mitad del peso corporal, es decir de 35 kg. En cambio cuando se suben o bajan escaleras,
lo que requiere una flexión de la rodilla de aproximadamente 90°, provoca la aparición de
unas fuerzas patelofemorales del triple del peso corporal. Ello explica el por qué los pa
cientes que presentan un trastorno patelofemoral inician su sintom atología clínica al
subir y bajar escaleras.
Existen tres tipos de rótulas según la superficie articular total que presentan: las pe
queñas de 9 cm^, las medianas de 12 cm^ y las grandes 16 cm^. Dada la pequeña superfi-
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C a p ít u l o 13. Biom ecánica de la rodilla 209
Figura 13-9. Cinemática patelofemoral. A. Desplazamiento del área de carga de la rótula en la ex
tensión o la flexión. B. Ángulo Q.
cié articular de la rótula y el hecho de estar sometida a grandes presiones (es la articu
lación más solicitada del organismo) no es de extrañar que la articulación patelofemoral
se considere com o la más afectada por la artrosis, ya que un compromiso m ecánico tan
importante exige una congruencia articular perfecta. Sin embargo, la rótula por sus ca
racterísticas anatómicas y funcionales se encuentra expuesta al desarrollo de displasias y
subluxaciones que serán el origen de trastornos biomecánicos com o se expone más ade
lante.
Cinemática
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210 A. Viladot Voegeli
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C a p ít u l o 13. Biom ecánica de la rodilla______________________________________________________ 2jJ_
La rótula alta es causa muy frecuente de condromalacia. Ello es debido a que este tipo
de rótula precisa un mayor grado de flexión para introducirse en el desfiladero troclear,
y permanece durante un mayor arco del movimiento en situación inestable.
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Capítulo 14
Biomecánica del tobillo
A. ViLADOT VOEGELI
La articulación del tobillo, debido a su configuración anatómica, es una de las más con
gruentes y por tanto de las más estables de nuestra extremidad inferior. A través de ella se
realizan los movimientos de flexión y extensión del pie. Su correcta estructura resulta
fundam ental para el m antenim iento de la bóveda plantar y, desde un punto de vista
funcional, trabaja junto con las articulaciones subastragalina y de Chopart tal y com o se
explica al tratar sobre la biomecánica del pie.
Recuerdo anatómico
La articulación del tobillo está formada por la tróclea astragalina y por la mortaja tibio-
peronea (fig. 14-1).
Tróclea astragalina
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214____________________________________________________________________________ A. Vüadot Voegeli
y la posterior. Debido a esta forma en cuña de la tróclea, los planos que pasan por sus bordes
laterales son convergentes hacia atrás formando un ángulo abierto hacia delante de 5°.
Vista por su parte superior, la superficie de la tróclea es ligeramente acanalada, lo que
contribuye a su estabilidad dentro de la mortaja.
En el plano longitudinal, las caras laterales son muy diferentes: la interna se halla poco
desarrollada y su arco total es ligeramente inferior al de la externa. Esta última es mucho
más amplia y su arco es superior, siendo también el radio de la curvatura mayor que el de
la interna. Esta diferencia entre la porción externa e interna de la tróclea hace que en su
conjunto no forme un cilindro perfecto, sino más bien un tronco de cono con el vértice
hacia la parte interna, com o han demostrado Barnett (1952) y Hicks (1993).
Esta forma determina que cuando existe un movimiento de flexoextensión en el pla
no sagital, existe otro de aducción-abducción en el plano transversal.
Mortaja tibioperonea
Está formada por la zona más distal de los huesos de la pierna. Por parte de la tibia inter
vienen dos superficies articulares: la cara inferior de su extremidad dista! que, al igual que la
tróclea astragalina, es más ancha por delante que por detrás, y la cara externa del maléolo ti
bial para articularse con la cara interna del astrágalo. Por parte del peroné interviene la par
te interna del maléolo peroneo que se articula con la carilla correspondiente del astrágalo.
Los dos maléolos son ligeramente divergentes en su porción anterior para adaptarse
a la parte anterior de la tróclea astragalina, siendo también los planos que pasan por las
carillas articulares de ambos maléolos convergentes hacia atrás.
El maléolo interno tibial se halla poco desarrollado y su principal acción mecánica es
mantener las fuerzas de tracción que le llegan a través del ligamento deltoideo. El maléolo ex
terno peroneo es mucho más potente y distal que el interno y encaja con la amplia carilla
articular del astrágalo. Trabaja a compresión impidiendo que el talón se derrumbe en valgo.
Por tanto, la mortaja tibioperonea encaja exactamente con la tróclea astragalina. Tie
ne form a de un semicilindro de 65°, es decir, cubre más de la mitad de la superficie tro-
clear, lo que confiere una gran estabilidad a la articulación.
Con independencia de las estructuras óseas comentadas, que confieren al tobillo una
gran estabilidad, existen también unas estructuras capsuloligamentosas que participan en
la estabilidad de la articulación y que forman parte de lo que Neer denomina “mecanismo
de aprensión elástica del astrágalo” dentro de la mortaja tibioperonea (fig. 14-2). Según este
concepto, el astrágalo quedaría encerrado en un círculo elástico con unos topes óseos: el pi
lón tibial, los maléolos y la articulación subastragalina. La cápsula y los ligamentos de la
articulación tibioperoneoastragalina serían los responsables de proporcionar la elasticidad
al conjunto. Se exponen a continuación las dos articulaciones de forma independiente.
Esta articulación es una artrodia con muy poca movilidad y se encuentra desprovista de
cápsula. Está unida por tres ligamentos:
1. Ligamento interóseo. Ocupa el espacio entre los dos huesos y es una prolongación de la
membrana interósea. Está constituido por unos fascículos cortos que se dirigen obli
cuamente hacia abajo y afuera.
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C a p it u l o 14. Biom ecánica del tobillo 215
2. Ligamento anterior. Es una delgada cintilla fibrosa que se dirige oblicuamente hacia
abajo y afuera desde la cara anterior del pilón tibial hasta el borde anterior del maléolo
peroneo.
3. Ligamento posterior. Mucho más grueso y resistente que el anterior, sigue también un
trayecto oblicuo hacia abajo y afuera, desde la parte posteroexterna del pilón tibial
hasta el borde posterior del maléolo peroneo.
Articulación tibiotarsiana
Es una articulación troclear que presenta cápsula y ligamentos (fig. 14-3). De éstos, los
más importantes son los laterales.
La cápsula articular es más gruesa por delante que por detrás, se inserta en la tibia y
el peroné en el límite de las superficies articulares sobrepasando en unos milímetros la
cara anterior del pilón tibial. En el astrágalo se inserta también en el límite de la superfi
cie articular, excepto en la cara anterior donde se inserta en el cuello del astrágalo.
El ligamento lateral externo está constituido por tres fascículos:
• El fascículo anterior, desde el borde anterior del maléolo tibial a la parte interna del
cuello del astrágalo.
• El fascículo posterior, oblicuo hacia atrás, desde la parte inferior del maléolo tibial al
tubérculo interno de la cara posterior del astrágalo.
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peroneocalcáneo
Vista lateral Vista medial
Ligamento
tibioperoneo Ligamento
posterior tibioperoneo'
anterior
Ligamento Ligamento
deltoideo, anterior
fascículo Ligamento
profundo peroneocalcáneo Ligamento
lateral,
fascículo
Ligamento anterior
peroneoastragalino
posterior
Cinemática
El tobillo presenta un movimiento principal que tiene lugar en el plano longitudinal, y
que es el de flexión plantar y dorsal del pie. Su valor es difícil de determinar con exactitud
con mediciones no invasivas, ya que son movimientos que se amplían con los de las arti
culaciones subastragalina y mediotarsiana. En general se acepta que existen alrededor de
15-20° de dorsiflexión y 40-50° de flexión plantar.
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C a p it u l o 14. Biom ecánica del tobillo 217
Figura 14-4. Acción de los fascículos del ligamento lateral externo. A. Flexión plantar. B. Flexión
neutra. C. Flexión dorsal.
ERRNVPHGLFRVRUJ
218 A. Viladot Voegeli
En los casos en que el ángulo entre los dos ligamentos es superior a 120°, al alcanzar
se la flexión plantar m áxima, el peroneoastragalino anterior no se encuentra en la posi
ción ideal para frenar la inversión. Esto explica que el pequeño grado de báscula articular
o bostezo que tiene el astrágalo dentro de la m ortaja en el plano frontal, sea superior en
flexión plantar que en posición neutra o flexión dorsal.
El hecho de que la tróclea astragalina sea más ancha por delante que por detrás en el
plano horizontal hace que en el movimiento de flexión dorsal el maléolo peroneo, más
móvil, deba realizar un movimiento de separación o abducción, ascenso y rotación exter
na (fig. 14-5A). El conjunto ensancha la mortaja tibioperonea aproximadamente 2 m m y
permite alojar en su interior la tróclea. En flexión plantar ocurre lo contrario (fig. 14-5B).
Los movimientos descritos tienen lugar en la sindosmosis tibioperonea y están con
trolados por los ligamentos interóseos, la membrana tibioperonea y el tono de los m úscu
los profundos de la cara posterior de la pierna.
La perfecta armonía del movimiento de flexoextensión del tobillo requiere com o se ha
expuesto un correcto funcionamiento de la pinza maleolar. Ello explica que cuando se
produce una fractura a este nivel, si no es bien reducida, la disminución de la movilidad
y la artrosis aparecen con gran rapidez.
El eje del movim iento de flexoextensión del tobillo pasa ligeramente p or debajo de
las puntas de los maléolos (fig. 14-6). Teniendo en cuenta la rotación externa de la tibia
y la situación más distal del maléolo peroneo, el eje se dirige de arriba abajo, de dentro
afuera y de delante atrás. El ángulo que forma con el plano horizontal es de 8 °, con el sa
gital de 2 0 ° y con el frontal de 6 °, aproximadamente.
La situación espacial de este eje, junto a las ligeras diferencias que existen entre las cur
vaturas de los dos bordes de la tróclea, condicionan que los movimientos de flexión plan
tar y dorsal del tobillo no sean puros (fig. 14-7). Con la pierna fija, en la flexión dorsal del
pie existe una ligera rotación externa (el dedo gordo se dirige hacia fuera). A la inversa,
con el pie fijo en el suelo, la pierna no realiza rotación alguna y sí una desviación lateral,
hacia dentro en la flexión dorsal y hacia fuera en la flexión plantar.
Cinética
Com o ya se ha comentado, el tobillo tiene una amplia superficie de carga lo cual deter
mina que las presiones que soporta el cartílago articular sean inferiores a las de la cadera
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C a p it u l o 1 4 . B io m e c á n ic a d e l to b illo 219
o la rodilla. Por esta razón entre otros factores, la artrosis esencial de tobillo es poco fre
cuente.
En situación bipodal, en la que la acción m uscular es m ínim a, cada tobillo soporta
aproximadamente la mitad del peso del cuerpo.
Durante la m archa además del peso del cuerpo y de las fuerzas de reacción del suelo,
hay que considerar las fuerzas ejercidas por la acción muscular. Stauffer (1977) ha estu
diado estas fuerzas y ha podido comprobar que la mayoría son ejercidas por el tríceps su
ral y transmitidas a través del tendón de Aquiles. El grupo muscular pretibial actúa sólo
al principio del período de apoyo de la m archa y ejerce fuerzas de baja intensidad: apro
ximadamente el 2 0 % del peso del cuerpo.
Para calcular la magnitud de estas fuerzas en el plano sagital podem os considerar el
pie com o una palanca de segundo género (fig. 14-8).
El punto de apoyo está constituido por el apoyo metatarsiano.
La resistencia la constituye el peso del cuerpo que es transmitido por la tibia al pie a
través del tobillo.
La fuerza es ejercida por el tendón de Aquiles a través de su inserción en el calcáneo.
Este tendón es el segundo más potente del organismo, después del rotuliano.
La distancia que separa el punto de apoyo de la resistencia se llama “brazo de resis
tencia”. La distancia que separa la fuerza del punto de apoyo se llama “brazo de fuerza o
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220 A. Viladot Voegeli
potencia”. En el pie, el segundo es más largo que el primero, lo cual permite al tendón de
Aquiles elevar el peso del cuerpo.
Durante la marcha, al final del período de apoyo el tendón de Aquiles ejerce su ftierza
de tracción m áxima para levantar el pie del suelo e impulsarlo hacia delante en el perío
do oscilante. En este momento el tobillo está sometido a una fuerza de compresión m á
xim a que se ha calculado que puede alcanzar cinco veces el peso del cuerpo.
Visto el tobillo en el plano frontal, el pie tiene tendencia a caer en pronación. El po
tente maléolo peroneo situado en la parte externa trabaja a com presión frenando este
movimiento, mientras que el ligamento deltoideo en la parte interna, frena este m ovi
miento trabajando a tracción sobre el maléolo tibial.
Lambert ha estudiado la función del peroné en la transmisión de carga y ha podido
com probar que una sexta parte de la carga de la pierna es soportada por éste y transm i
tida al pie por la carilla articular externa del astrágalo.
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Capítulo 15
Biomecánica del pie
A . ViLADOT VOEGELI
El pie, eslabón más distal de nuestra extremidad inferior, sirve para conectar el organis
mo con el medio que lo rodea y es la base de sustentación de nuestro aparato locomotor.
Gracias a él son posibles la bipedestación y la marcha. Com o se expone a lo largo de este
capítulo, el pie tiene la capacidad, merced a su peculiar biomecánica, de convertirse en
una estructura rígida o flexible en función de las necesidades para que es requerido y las
características del terreno en que se mueve.
Por otra parte, el pie constituye una puerta de entrada fundamental para los estímulos
propioceptivos y exteroceptivos que, por un mecanismo defeed-back, nos permite m an
tener el equilibrio tanto en situación estática com o en dinámica.
Recuerdo anatómico
En este capítulo no se describen cada uno de los 26 huesos que form an el pie, sino que,
atendiendo a criterios funcionales, se exponen por separado sus tres partes fundamenta
les: la bóveda plantar, su apoyo posterior o talón y su apoyo anterior o antepié.
Bóveda plantar
La bóveda plantar tiene forma de media concha abierta por la parte interna, la cual, si se
uniese a la del otro pie formaría una bóveda esférica completa.
La parte superior de la bóveda, que soporta fuerzas a compresión, está formada por los
huesos; la inferior, que resiste esfuerzos de tracción, está constituida por ligamentos, apo-
neurosis y músculos cortos, que son las estructuras preparadas mecánicamente para esta
función.
Pueden distinguirse en ella (fig. 15-lA ) unos arcos longitudinales y otros transversales.
Los arcos longitudinales, convexos hacia arriba, parten del calcáneo hacia la porción
anterior. Son tanto más elevados cuanto más internos. En número de cinco, correspon
de cada uno a un metatarsiano:
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222 A. Viladot Voegeli
IV V
Los tres arcos internos, dotados de más movilidad, constituirían el “pie dinámico” o
pie astragalino. Los dos externos con menos movilidad representarían el arco de apoyo, el
“pie estático” o pie calcáneo. M ientras los prim eros son fundamentales para el m ovi
miento, los segundos lo son para el apoyo.
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C a p ítu lo 15. Biom ecánica del pie 223
Los arcos transversales (fig. 1 5 -IB) son convexos por detrás, pero se hacen cóncavos y
se aplanan a medida que se acercan al apoyo anterior. Por su parte externa contactan
con el suelo, siendo su extremo interno el más elevado. Se diferencian los siguientes:
1. Astrágalo y calcáneo.
2. Cuboides-escafoides. Es el arco más alto de todos. Se encuentra en la unión del tercio
posterior con el tercio medio del pie.
3. Cuboides y cuñas.
4. Metatarsianos.
La bóveda plantar mantiene su form a gracias a una serie de estructuras que la esta
bilizan. Estas estructuras son los huesos, las cápsulas y ligamentos y los músculos. Los
dos primeros lo hacen de forma pasiva mientras que los últimos lo hacen de forma ac
tiva.
Los huesos contribuyen al mantenimiento de la bóveda plantar debido a que encajan
perfectamente entre sí a través de sus superficies articulares, del m odo com o lo harían las
piezas de un puzzle. Ahora bien, si dejamos las piezas óseas aisladas, el esqueleto del pie
se derrum ba, se aplana y cae hacia dentro en un m ovim iento de pronación del tarso
(fig. 15-2B). Para que esto no ocurra y el pie se mantenga en posición fisiológica, es ne
cesaria la acción estabilizadora de las estructuras fibroelásticas: las cápsulas y los liga
mentos. Los de mayor relevancia en el mantenim iento de la bóveda plantar son los si
guientes (fig. 15-2A):
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224 A. Viladot Voegeli
Ligamento de Lisfranc
Figura 15-2. A. Principales ligamentos del pie. B. Desestructuración de la bóveda al seccionar los
ligamentos.
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C a p í t u l o 15. Biom ecánica del pie 225
Com o describió ya hace tiempo Ombrédanne (fig. 15-3), los tendones de los m úscu
los largos representarían en el pie las diversas cuerdas que harían mover una marioneta.
Su contracción provoca distintos movimientos. El equilibrio entre todos ellos, con acti
vidad o sin ella, mantiene la forma normal. La ruptura de este equilibrio deforma el pie.
Esto se observa con claridad en las alteraciones neuromusculares, en especial en la p o
liomielitis. La parálisis del grupo extensor ocasiona un predominio de los flexores y una
deformidad en equino; a la inversa, la falta de función de los flexores plantares da origen
a un pie talo. Lo mismo podríamos decir en relación con los inversores y eversores, cuya
parálisis provoca la deformidad en varo o en valgo.
Además de todas las estructuras comentadas, para el mantenimiento del pie en posi
ción fisiológica es absolutamente necesario que la pinza maleolar sujete el astrágalo y
mantenga el talón correctamente alineado com o se expone a continuación.
Talón
Es la parte más característica del pie hum ano, gracias a la cual es posible la bipedesta-
ción y la marcha.
Visto por detrás, el talón debe seguir la línea de Helbing (vertical que pasa por el cen
tro del hueco poplíteo y por el centro del talón), o desviarse alrededor de 5° de valgo, lo
cual contribuye a amortiguar el choque del talón con el suelo durante la marcha.
Visto por la parte externa, el talón contacta con el suelo formando la parte posterior
del arco de apoyo. Visto por la parte interna form a, al dirigirse hacia arriba y adelante,
un ángulo con la horizontal de 30°, siendo la parte más posterior del arco interno o di
námico.
En posición fisiológica, el talón forma en el plano frontal un ángulo de 5-15° con la ver
tical, y en el plano sagital un ángulo de 30°. El astrágalo y el calcáneo, separados de la pin
za maleolar y de sus conexiones musculoligamentosas, se derrumban en valgo y en equi
no. El astrágalo cae hacia delante, abajo y adentro del calcáneo. Para que esto no ocurra
existen unas estructuras que mantienen el talón en el plano frontal y sagital.
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226 A. Viladot Voegeli
1. El maléolo peroneo. Es un potente tope, situado en la parte externa del astrágalo, que
impide el valgo de éste; además de su propia forma, es especialmente importante que
se haya efectuado con normalidad la rotación de la tibia, cuando persiste una rotación
interna de ésta el maléolo peroneo queda en posición excesivamente posterior, lo que
hace que su acción de contención sea insuficiente.
2. El sistema de sustentaculum tali. Está form ado por unas trabéculas verticales en el
calcáneo que mantienen la carilla articular anterointerna, y que sostiene la plataforma
simétrica del astrágalo en la cual terminan, a su vez, unas trabéculas verticales proce
dentes de la tibia.
1. El ligamento deltoideo, desde la tibia al tarso, que impide la pronación de este último.
2. El ligamento interóseo tibioperoneo, que impide la separación entre la tibia y el pe
roné, y con ello la abertura de la mortaja, cuyo perfecto cierre y encaje con el astrága
lo es básico para la estabilidad de la región.
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C a p í t u l o 15. Biom ecánica del píe___________________________________________________________ 2 ^
Al igual que sucedía en la bóveda, los músculos también participan de m anera secun
daria al mantenimiento de la estabilidad del talón en el sentido frontal. En este aspecto
destacamos:
1. La acción de los tres tendones retromaleolares internos (tibial posterior, flexor común
y flexor propio), que al pasar por el canal tarsiano, por debajo del sustentaculum tali,
contribuyen a la estabilización de éste.
2. La propia inserción de los músculos en los dos huesos de la pierna. Com o muy bien ha
resaltado Lequeur, la simple contracción de los músculos largos del pie tiende a ce
rrar la mortaja y fuerza la aproximación de la tibia al peroné.
Antepié
Cuando se examinan los diversos tipos de antepiés, se aprecia una variabilidad en la ter
minación anterior de los dedos y los metatarsianos, que da origen a las llamadas fórm u
las digital y metatarsal (ñg. 15-5A).
Fórmula digital
Según la longitud relativa de los dedos, los pies se clasiñcan en: pie griego, cuando el dedo
gordo es más corto que el segundo y cada uno de los siguientes va haciéndose más corto
con relación con el segundo; pie cuadrado, cuando el dedo gordo es aproximadam ente
igual al segundo y los demás van decreciendo en longitud, y pie egipcio, cuando el dedo
gordo es más largo que el segundo y los demás progresivamente más cortos.
Fórmula metatarsal
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228 A. Viladot Voegeli
9% 22% 69%
In d e x p lu s
28% 56% 16 %
Figura 15-5.
A. Fórmulas metatarsal
y digital. B. Apoyo de las
cabezas metatarsianas.
C. Arco metatarsal en el
plano horizontal.
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C a p í t u l o 1 5 . Biom ecánica del pie___________________________________________________________ 2^
los demás cada vez más cortos; b) index plus minus, el primero y el segundo son sensible
mente iguales, y c) index plus, el primer metatarsiano es más largo que el segundo.
Cualquiera de estos tipos de fórmula metatarsal o digital es completamente normal y
pueden combinarse entre sí de manera indistinta. Ahora bien, existe mayor frecuencia de
alteraciones biomecánicas del antepié en los casos del dedo gordo largo de tipo egipcio.
Cuando se combina con un metatarsiano débil, corto y en varo, aparece el hallux valgus.
Cuando lo hace con un prim er metatarsiano index plus, potente y recto, existe una pre
disposición al hallux rigidus o a la sesamoiditis.
Apoyo metatarsal
En la actualidad pueden considerarse superadas tanto la vieja teoría del trípode, según la
cual el pie sólo se apoyaba por las cabezas del primero y quinto metatarsianos, com o su
contraria, defendida por algunos autores alemanes, de que el máximo apoyo recaía en la
cabeza de los metatarsianos centrales, basándose en la frecuencia de las callosidades en
esta región. Desde los trabajos de M orton (1935), la mayoría de autores admite que todos
los metatarsianos soportan carga (fig. 15-5B). Si consideramos com o de seis unidades la
carga que llega al antepié, una unidad cae en cada uno de los últimos metatarsianos y dos
a través de cada uno de los sesamoideos en el prim er metatarsiano que está más desa
rrollado y es por tanto más potente. El primer metatarsiano soporta, com o mínim o, el
doble de peso que cada uno de los restantes.
Con el pie en situación de carga no existe por tanto el arco anterior que describían
los autores clásicos en el plano frontal. Este arco sólo lo podemos encontrar con el pie en
descarga. Ahora bien, tal com o señala Lake (1952) (fig. 15-5C ),lo s metatarsianos forman
un tronco de cono que se ensancha ligeramente de atrás adelante y que al llegar al suelo
forman un arco de concavidad posterior en el plano horizontal. La desestructuración de
este arco por diferencias en la longitud de los diferentes m etatarsianos es causa de im
portantes metatarsalgias de origen biomecánico.
La tendencia natural del antepié, bajo el efecto del peso del cuerpo, es abrirse com o un
abanico en el plano transversal y a la desalineación de las cabezas metatarsianas en el pla
no frontal. Para evitar estos movimientos tienen especial relevancia la acción de los liga
mentos y músculos. Entre los ligamentos los más im portantes son el ligamento de Lis-
franc, ya com entado, y el ligamento intermetatarsiano transverso, refuerzo de la fascia
plantar que evita que los metatarsianos se desparramen. La misma acción es ejercida de
forma activa por el fascículo transverso del abductor del hallux.
La acción de los músculos y ligamentos en las articulaciones metatarsofalángicas se ex
pone más adelante en el apartado de la cinemática de estas articulaciones.
Cinemática
El pie posee un conjunto de articulaciones que le permiten el movimiento en los tres pla
nos del espacio. Estos m ovim ientos son de flexión-extensión, rotación interna (aduc-
ción)-rotación externa (abducción) y pronación-supinación. Desde un punto de vista
funcional podemos agrupar las articulaciones en dos grandes grupos:
1. Articulaciones de acomodación. Tienen com o misión amortiguar el choque del pie con
el suelo y adaptarlo a las irregularidades del terreno. Son las articulaciones del tarso y
tarsometatarsianas.
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230 A. Viladot Voegeli
Ligamento
calcaneocuboideo
Subastragalina
Figura 15-6.
anterior
A. Ligamentos de la
articulación subastragalina.
B. Acetabulum pedis.
Articulaciones de acomodación
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C a p í t u l o 1 5 . Biom ecánica del pie___________________________________________________________ ^
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232 A. Viladot Voegeli
con el plano horizontal y de 57° con el plano sagital. Alrededor de este eje se realizan los
movimientos de flexión y extensión del mediopié.
Con el astrágalo fijo, el calcáneo realiza cuatro movimientos:
Este movim iento fue descrito por prim era vez por Viladot en 1963, junto con Roig
Puerta y Escarpenter, basándose en estudios cinerradiológicos. Es muy evidente en el pie
infantil, exagerado en los pies laxos, disminuye en el adulto, y desaparece precozmente
tanto en las artrosis com o en las artritis de esta articulación.
Este conjunto de movimientos constituyen la inversión del pie, que alcanza 30°. En la
eversión que llega a 1 0 °, los movimientos se realizan en sentido contrario, de manera que
el calcáneo se coloca en talo, en valgo, en pronación y hacia delante del astrágalo.
En la articulación mediotarsiana, estos movimientos se amplían de m anera que en la
inversión; aj el escafoides se desplaza hacia dentro de la cara astragalina y realiza un li
gero movimiento de supinación, y el cuboides sigue al escafoides, deslizándose hacia
dentro del calcáneo, al mismo tiempo que supina.
En la eversión se efectúan los mismos movimientos en sentido contrario.
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C apítulo 15. Biomecánica del pie 233
Inversión Eversión
Las articulaciones de los huesos del tarso anterior son las siguientes:
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234 A. Viladot Voegeli
Figura 15-8. A. Interrelación de las rotaciones de la tibia y el pie. B. Mecanismo de bloqueo y des
bloqueo de la articulación de Chopart.
Corresponden al grupo de las artrodias. Están unidas por ligamentos dorsales y plan
tares, así com o por algún ligamento interóseo, cortos y resistentes.
Tienen muy poca movilidad, sólo realizan algún movimiento de deslizamiento, y su
función es de mera adaptación.
Articulación de Lisfranc
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C a p í t u l o 15. Biomecánica del pie 235
porción media. Algunos autores consideran que una mayor oblicuidad o una dirección
arciform e de la articulación cuneom etatarsiana, facilitaría la desviación del metatarso
en varo y con ello el hallux valgus.
En la articulación externa cabe destacar que el plano de ésta es ligeramente oblicuo ha
cia abajo y hacia dentro, en especial en la articulación entre el quinto metatarsiano y el
cuboides, en el cual el eje que prolongaría el plano articular tocaría el prim er m etatar
siano por su porción más distal.
En conjunto, la posibilidad de m ovim iento en la articulación de Lisfranc media es
mucho más limitada que los movimientos en las articulaciones de Lisfranc laterales. La
central sería prácticamente rígida, en tanto que, la externa y la interna tendrían una am
plia movilidad hacia abajo y adentro. La central actúa com o el cuerpo de un pájaro y.las
laterales, com o las alas de éste. Estas últimas poseerían un efecto estabilizador. Cuando le
vantamos el pie del suelo, se dirigen hacia abajo el primer metatarsiano y los dos últimos,
mientras que se colocan en el plano horizontal cuando se carga el pie. Por eso, con el pie
en descarga descienden más el primero y el quinto metatarsianos, y aparece el arco trans
verso lo cual no ocurre con la bipedestación.
Articulaciones de movimiento
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236____________________________________________________________________________ A. Viladot Voegeli
Figura 15-10.
Cinemática de los dedos.
A. Dedo gordo. B. Dedos
laterales.
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C a p i t u l o 1 5 . Biom ecánica del pie___________________________________________________________ ^
bricales e interóseos que, en la flexión dorsal de los dedos, aplican la prim era falange al
suelo, y facilitan así el equilibrio en posición de puntillas.
En resumen podemos decir que el conjunto de las articulaciones del pie realizan los
movimientos de flexión-extensión, rotación interna (adu cción )-rotación externa (ab
ducción) y pronación-supinación.
Flexión-extensión
Según que el eje longitudinal del pie se dirija hacia dentro o hacia fuera del eje medio del
cuerpo. Estos movimientos tienen lugar en su máxima amplitud por encima del pie, en la
articulación coxofemoral. Además de este movimiento general del pie, existen otros más
pequeños de abducción y aducción en las articulaciones subastragalina y de Chopart.
Pronación-supinación
1. Grupo anterointerno. Está formado por los extensores de los dedos y el tibial anterior.
Cuando actúan normalmente los lumbricales e interóseos, que mantienen fijos los de
dos al metatarsiano, la acción conjunta de este grupo muscular es la flexión dorsal del
pie. El tibial anterior, junto con el posterior, también tiene una acción inversora.
2. Grupo externo. Está constituido por los peroneos y tiene com o función principal la
eversión del pie; secundariamente, son flexores plantares. Duchenne de Boulogne ya in
dicó la importancia del peroneo lateral largo en el mantenimiento de la bóveda plantar.
3. Grupo posterior superficial. Es, con m ucha diferencia, el más potente. Form ado por el
tríceps sural que a través del tendón de Aquiles es un flexor plantar.
4. Grupo posterior profundo. Form ado por los flexores de los dedos y el tibial posterior,
que es otro flexor plantar. El flexor propio del dedo gordo adquiere especial im por
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238____________________________________________________________________________ A. Viladot Voegeli
1. Grupo interno del dedo gordo. Constituido por el abductor, el aductor y el flexor del
hallux, y cuya función ya se ha descrito.
2. Grupo externo del quinto dedo. Es mucho menos importante que el anterior, también
está formado por el flexor y el abductor, que flexiona el dedo hacia dentro.
3. Grupo central. Está constituido por el flexor corto y el cuadrado carnoso, cuya función
es mantener la bóveda plantar durante la marcha. Los lumbricales e interóseos m an
tienen alineados los dedos en relación con los m etatarsianos, evitando su luxación
dorsal “en garra” com o ocurre en el pie cavo.
Cinética
En posición bipodal el peso del cuerpo es transm itido por la pelvis al suelo a través de
las extremidades inferiores. Cada pie soporta por tanto la mitad del peso del cuerpo.
Cuando las fuerzas llegan al pie el primer hueso que encuentran es el astrágalo, cuya
principal función cinética es distribuir las fuerzas hacia los diferentes puntos de apoyo.
Al estudiar las fuerzas en el plano sagital (fig. 15-11 A) se ha podido com probar por
análisis baropodom étrico que el 60 % de las fuerzas se dirigen al calcáneo y el 40 % al
antepié. Esta proporción varía considerablemente al levantar el talón del suelo en que
aumenta la carga que recibe el antepié.
En el plano transversal (fig. 15-1 IB) el astrágalo también desempeña el papel de dis
tribuidor de cargas. Hacia atrás, transmite la mayor parte de la carga, que llega al suelo a
través de la tuberosidad del calcáneo. Hacia delante, una parte de la fuerza se transmite a
través de la cabeza del astrágalo a las cuñas y a los tres primeros metatarsianos, es decir, al
llamado pie dinámico. En el lado externo, las fuerzas llegan al suelo a través de calcáneo,
cuboides y metatarsianos, es decir, al “pie estático”.
En el antepié, com o se ha comentado, la carga se distribuye a través de todos los m e
tatarsianos, con la particularidad de que el primero, anatómicamente el más dotado, ab
sorbe com o m ínim o el doble de fuerza que cada uno de los restantes, y la transm ite al
suelo a través de los sesamoideos.
Esta descripción estática de la mecánica podálica es sólo un aspecto de la realidad. El
pie no es una estructura absolutamente rígida, sino que está constituido p or una serie
de articulaciones, en especial aquellas que hemos denominado de adaptación o am orti
guación, que le confieren una form a variable, lo cual le convierte en un eficaz muelle
cuando choca con el suelo y permite que se acomode con facilidad a las irregularidades
del terreno.
En esta función amortiguadora desempeña un papel fundamental la fascia y la m us
culatura corta plantar. Situadas en la planta del pie a modo de cuerda que tensa un arco,
actúan soportando fuerzas de distracción y com o mecanismo de absorción energético.
Por otra parte, la fascia, al tener su inserción distal a nivel de los dedos, cuando el pie se
apoya en el antepié en el m om ento del despegue de la m archa y los dedos están en dorsi-
flexión, queda tensada aproximando el talón al antepié (fig. 1 5 -1 IC ). Ello constituye un
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C a p i t u l o 15. Biom ecánica del pie 239
ERRNVPHGLFRVRUJ
240 A. Viladot Voegeli
Figura 15-12. Sistemas trabeculares. A. 1: sistema de proyección anterior; 2: sistema talámico; 3: sis
tema de cohesión interna; 4; sistema aquíleo. B. Sistema maleolar. C. Sistemas metatarsianos.
que este último no se encuentra en la prolongación sino por fuera del primero; y otra en el
plano horizontal, con una parte posterior formada por el calcáneo y otra anterior formada
por el tercero y cuarto metatarsianos. Más hacia el antepié, la rigidez de la parte central de
la articulación de Lisfranc, junto con la mayor movüidad de las porciones interna y exter
na de ésta, permiten una constante acomodación y adaptación del apoyo metatarsal.
C om o ya se ha comentado en el capítulo 3, sabemos por la ley de Wolff que el hueso
adapta su form a y estructura a las solicitaciones mecánicas que recibe. Si estudiamos la
trabeculación de los huesos del pie, obtenemos una representación plástica de las fuer
zas a las que son sometidos (fig. 15-12).
Los sistemas trabeculares más importantes son los siguientes:
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C a p i t u l o 15. Biom ecánica del pie 241
sistema sustentaculum tali. El prim ero denom inado también sistema aquíleo, sirve
para transmitir la fuerza ejercida por el tendón de Aquiles a la planta del pie, y cons
tituye la “rótula” del sistema aquíleo-calcáneo-plantar. El sistema sustentaculum tali ya
ha sido descrito al com entar la estabilidad del talón. Se dirige verticalmente desde la
parte interna de la tibia por el astrágalo hasta el calcáneo pasando por la carilla arti
cular anterointerna.
7. Sistemas metatarsianos. Presentan tres sistemas trabeculares: longitudinal superior,
longitudinal inferior y un sistema transversal de cohesión interna que se localiza sobre
todo en las epífisis proximales y distales. Este sistema transversal se encuentra espe
cialm ente desarrollado en la estiloides del quinto m etatarsiano p ara sop ortar las
fuerzas del peroneo lateral corto. Los sistemas longitudinales sirven para transm itir
la carga del retropié al antepié.
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Capítulo 16
Estudio de la marcha humana
A . ViLADOT VOEGELI
Introducción
La m archa bipodal, la forma más característica de desplazarse del hombre, se ha defini
do de diferentes maneras: “sucesión de pasos”, “movimiento por sucesión alternante del
apoyo de un pie o de los dos” o com o “form a de locom oción bipodal con actividad al
ternante de los miembros inferiores y mantenimiento del equilibrio dinámico”. Es decir,
la m archa es una form a de locom oción en la cual el hom bre erecto en m ovim iento es
soportado de manera alternativa por ambas extremidades inferiores.
La m archa humana, más que el desarrollo de un reflejo innato, parece ser un proce
so aprendido; todos podemos observar las tentativas que realiza un niño antes de llegar
a caminar. El aprendizaje se desarrolla en fases sucesivas que aproximadamente son las
siguientes: a los 8 meses de edad el niño consigue mantenerse en pie unos instantes si
se le dan las dos manos, a los 1 0 meses se coloca espontáneamente en pie si tiene algún
lugar donde sujetarse, al año consigue cam in ar si se le dan las dos m an os, a los
14-15 meses ya cam ina completamente solo. Ahora bien, la forma de m archa que un in
dividuo m antiene en la edad adulta no es alcanzada por el niño hasta los 7 -9 años de
edad. Antes de esa edad el niño está experimentando con todo su sistema neuro-m úscu-
lo-esquelético, modificando los desplazamientos que tienen lugar en las diferentes par
tes de su cuerpo, hasta llegar a alcanzar un verdadero control neural, el cual está m ucho
más desarrollado en el hom bre que en el resto de los m am íferos que realizan una de
ambulación cuadrúpeda.
Al ser la m archa un proceso que cada persona aprende no es de extrañar que cada
una muestre en su desarrollo unas características propias. Estas características perso
nales vienen dadas por múltiples factores: de una persona a otra pueden diferir la lon
gitud de los segmentos del cuerpo o la masa de cada uno de ellos; por otro lado, estos
segmentos deben ser puestos en movimiento por unas fibras musculares que también
pueden ser de diferente longitud o grosor. Hay que destacar que, aunque las diferencias
entre individuos pueden ser grandes, las diferencias en las m ediciones angulares du
rante la mar-cha son pequeñas. De o tra p arte, un m ism o individuo puede variar su
m archa en función de diferentes circunstancias com o pueden ser el terreno en que se
mueve, el calzado que utiliza, la velocidad a que cam in a o incluso el propio estado
emocional.
Para el estudio de la m arch a existen diferentes técn icas que se exponen a co n ti
nuación.
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244____________________________________________________________________________ A. Viladot Voegeli
Métodos cinemáticos
Estudian la dinámica del movimiento sin ocuparse de las fuerzas que lo originan.
Inspección. La marcha puede estudiarse por simple observación del individuo mientras
camina. Es de gran utilidad el pasillo de espejos de Ducroquet, que consta de un conjun
to de cinco espejos que permite al observador visualizar simultáneamente todos los pla
nos del individuo mientras camina.
Vídeo. Método con las mismas bases que el anterior para el estudio de la marcha. Tiene
la ventaja de ser m ucho más económ ico y el inconveniente de que no se consiguen las
mismas velocidades ni la misma calidad de fotografía que con la cinematografía. Conec
tados a un ordenador suministran información cuantitativa del movimiento.
Acelerómetros. Miden la aceleración de las diversas partes del cuerpo. Se utilizan para
valorar la dinámica del centro de gravedad del organismo o de un segmento determina
do. Este método se utiliza habitualmente en asociación con métodos fotográficos.
Métodos cinéticos
Estudian las fuerzas que se producen durante la marcha. Son las siguientes:
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C a p i t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana__________________________________________________2 ^
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246 A. Viladot Voegeli
Longitud del paso. Distancia entre ambos pies cuando contactan con el suelo. Se mide
en centímetros. Disminuye con el tacón alto.
Choque del talón. M omento en que el talón contacta con el suelo. M arca el principio
y el final del ciclo.
Despegue del dedo gordo. Momento en que el dedo gordo deja de contactar con el sue
lo. Marca el final del período de apoyo y el principio del período de oscilación.
Cinemática
Al realizar un estudio de la m archa de diferentes individuos vemos que desaparecen las
características personales y aparecen elementos comunes. La m archa normal se realiza en
cuatro tiempos (fig. 16-1).
Tiempos de la marcha
1. P rim er doble apoyo. Se caracteriza porque los dos pies contactan con el suelo: uno
está iniciando el contacto con el talón mientras que el otro, próxim o a la fase de des
pegue, se apoya por la cabeza del primer metatarsiano y el pulpejo del dedo gordo.
2. Prim er apoyo unilateral. El pie que en el tiempo anterior sólo se apoyaba por el dedo
gordo ha despegado del suelo e inicia su período de oscilación. El peso del cuerpo, por
tanto, recae en una sola extremidad. El m om ento en que la pierna oscilante pasa a la
altura de la pierna que soporta el peso del cuerpo se denomina “paso de la vertical” y
divide el período de oscilación en dos fases, según si la pierna péndulo se encuentra
por detrás o por delante del eje de gravedad del cuerpo.
3. Segundo doble apoyo. Es simétrico al prim er doble apoyo, pero aquí el pie que antes
despegaba es el que ahora contacta con el talón finalizando su período de oscilación.
El otro pie se encuentra apoyado por el dedo gordo, preparándose para el despegue.
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C a p i t u l o 16. Estudio de la m archa humana 247
Choque
del talón
Despegue de Choque
los dedos del talón
Choque Choque
Despegue Despegue de
del talón del talón
del talón los dedos
4. Segundo apoyo unilateral. Es simétrico al segundo tiempo pero con los pies cambiados:
el que antes estaba en período de oscilación ahora se encuentra en período de apoyo
y viceversa.
Durante los períodos de doble apoyo se realiza la transmisión del peso de una pierna
a la otra.
Se denom ina doble apoyo posterior o de empuje cuando el pie tom ado com o refe
rencia está en situación posterior. En esta posición el pie, apoyado por su parte anterior,
está acelerando el cuerpo hacia delante.
Se denomina doble apoyo anterior o de frenado cuando el pie tomado com o referen
cia está en situación anterior. En esta posición el pie, apoyado por el talón, está frenando
la aceleración del cuerpo hacia delante.
Cuando se analiza el ciclo de marcha, es decir, el período de tiempo comprendido en
tre dos choques de talón consecutivos de un mismo pie, se observa que los tiempos de la
m archa descritos tienen lugar en las proporciones indicadas en la íigura 16-2. Hay que
destacar que a medida que aum enta la velocidad de m archa, disminuye el tiem po del
doble apoyo, el cual desaparece del todo en la carrera. En el curso de ésta los dos pies nun
ca contactan simultáneamente con el suelo.
Clásicamente se aceptaba que el pie en contacto con el suelo se apoyaba en cuatro fases
sucesivas: a) choque del talón; b) apoyo del talón, borde externo y antepié; c) apoyo del
antepié, y d) despegue del antepié finalizando por el dedo gordo.
Viladot realizó un estudio óptico-cinematográfico en el pasillo de espejos de D ucroc-
quet sobre 2 0 0 pies norm ales y pudo observar que la form a clásica de desarrollo del
paso sólo tiene lugar en el 30 % de los individuos. En el 70 % de los casos restantes el de
sarrollo del paso tiene lugar en la forma descrita por Leliévre (fig. 16-3): a) choque del ta-
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248 A. Viladot Voegeli
f e
lón; b) apoyo del talón y antepié; c) apoyo del talón, antepié y apoyo fiigaz del borde ex
terno; d) apoyo del antepié, y e ) despegue del antepié finalizando por el dedo gordo.
Estas fases de apoyo plantar han sido confirmadas en la actualidad mediante la baro-
podometría electrónica.
Es decir, durante la m archa el pie normal se com porta com o si fiiese cavo, y sólo exis
te un apoyo muy fugaz del borde externo. El 30 % de pies que se apoyan en la form a clá
sica tienen una cierta insuficiencia de la bóveda plantar.
Mecanismo de la marcha
Si nos planteamos el mecanismo por el que se produce la marcha debemos tener en cuen
ta que el cuerpo humano al caminar se com porta com o un sistema físico y com o un o r
ganismo biológico y, por consiguiente, está sujeto tanto a las leyes físicas del movimien
to com o a las leyes biológicas de la acción m uscular. Inm an (1 9 8 1 ) ha planteado las
hipótesis de que el cuerpo humano integra el movimiento de todos sus segmentos y la ac
tividad muscular para disminuir al máximo la energía necesaria para dar un paso. Rals
ton ha estudiado los requerimientos energéticos de una persona adulta norm al cam i
nando a diferentes velocidades y ha comprobado que toda persona tiene una velocidad de
marcha que requiere un mínimo de energía y, que al cam inar más deprisa o más despa
cio, el requerimiento energético varía. Se ha calculado que la velocidad de m archa que re
quiere m enor coste energético es de 4,5 km/hora, aproximadamente.
Si queremos estudiar cóm o se realiza el gasto energético durante la marcha y los m e
canismos que posee el cuerpo humano para hacer que ese gasto sea mínimo, nos intere
sa analizar los desplazamientos que sufre el centro de gravedad del cuerpo que aproxi
madamente se sitúa por delante de la segunda vértebra sacra.
Durante la marcha el cuerpo sufre un rítmico desplazamiento hacia arriba y abajo, lo que
puede observarse con facilidad en un desfile cuando hay un soldado que lleva el paso
cambiado. Este desplazamiento vertical (fig. 16-4) está en íntima relación con la locom o
ción bipodal: en las fases de doble apoyo en que las dos piernas están separadas en con
tacto con el suelo, el centro de gravedad se encuentra en el punto más bajo; en las fases de
apoyo unilateral en que el cuerpo es propulsado por encima de la pierna extendida, el
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C a p i t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana 249
centro de gravedad alcanza su punto más alto. Saunders y cois. (1953) han medido la dis
tancia entre estos dos puntos extrem os, com probando que es de 4 o 5 cm . Por tanto el
cuerpo durante la m archa debe ascender y descender a esa distancia, para lo que requie
re un gasto energético. Se ha com probado que el centro de gravedad en su desplaza
miento describe una curva sinusoidal que es la que requiere un m enor consumo energé
tico. Para conseguir este desplazamiento sinusoidal existen una serie de movim ientos
coordinados de la extremidad inferior que se realizan en los tres planos del espacio. La
pelvis, la cadera y la rodilla actúan de manera coordinada para disminuir la amplitud de
la curva m ientras que la rodilla, el tobillo y el pie trabajan para suavizar los cam bios
de sentido de la curva.
M o v i m i e n t o s d e l a p e l v is
La pelvis contribuye al desplazamiento suave del centro de gravedad con tres movimien
tos. En el plano horizontal (fig. 16-5) realiza un m ovim iento de rotación parecido al
movimiento de un compás que puede desplazarse sin cambiar la altura de la cruz. En el
m om ento de despegar el pie del suelo, la pelvis empieza a rotar hacia dentro y continúa
este movimiento hasta que el talón vuelve a contactar con el suelo. A partir de ese m o-
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250 A. Viladot Voegeli
mentó desacelera bruscamente y empieza a rotar hacia fuera hasta que un pie se apoya
plano en el suelo y el otro inicia su período de oscilación. Se trata pues de una rotación si
m étrica para cada extremidad, lo cual es lógico si pensamos que la cintura pélvica fun
ciona igual para ambas extremidades inferiores. La amplitud de este movimiento es de al
rededor de 10° de ro tació n interna y externa. Si el hom bre no pudiera realizar este
movimiento cam inaría con el movimiento de unas tijeras, abriendo y cerrando las h o
jas, lo cual implica variaciones importantes en la altura de la cruz. Al caminar adaptamos
los dos tipos de movimientos: el de compás con la rotación pélvica y el de las tijeras con
la flexoextensión de la cadera (fig. 16-6).
El segundo movimiento de la pelvis que nos interesa, ocurre en el plano frontal y con
siste en la inclinación de la pelvis hacia el lado de la pierna oscilante (fig. 16-7); es decir,
que cam inam os con un ligero Trendelenburg que, al igual que el movimiento de ro ta
ción, contribuye a disminuir el desplazamiento vertical del centro de gravedad. La am
plitud de este movimiento, también simétrico para cada extremidad inferior, es de apro
ximadamente 5° hacia arriba y hacia abajo.
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C a p í t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana 251
M o v im ie n t o d e la c a d e r a
El movim iento principal de la cadera durante la m archa es el de flexoextensión que se
realiza en el plano sagital. Se calcula a partir del ángulo formado por la pelvis y el fémur
(fig. 16-6). Com o se ha expuesto al tratar el movimiento bascular de la pelvis hacia de
lante, ésta no se encuentra nunca horizontal, sino que mantiene siempre una ligera fle
xión mínima de 18° durante la marcha. Ello explica que, aunque durante la marcha n or
mal parezca que hiperextendemos la cadera, esto nunca llega realmente a ocurrir porque
existe un cierto grado de flexión de la pelvis.
En el m om ento de iniciarse el ciclo (fig. 16-8A ), la cadera se encuentra en 45° de fle
xión. A partir de ese momento y hasta el 50 % del ciclo, la cadera se va extendiendo; este
período de extensión coincide con el soporte por parte de la extremidad de todo el peso
del cuerpo que se está balanceando por encima en su progresión hacia delante.
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252________________________________________________________________________ A. Viladot Voegeli
En la mitad del ciclo, coincidiendo con el choque de la pierna contraria que finaliza su fase
de oscilación, la cadera alcanza su máxima extensión y se encuentra aproximadamente a 0 °.
A partir de ese m om ento, en que la pierna contraria empieza a com partir el peso, la
cadera inicia su flexión. Cuando se despega la extremidad del suelo, en el 62 % del ciclo,
la cadera se encuentra a 10° de flexión y continúa flexionándose hasta el 90 % del ciclo en
que alcanza otra vez su máxima flexión de 45°, y se prepara para iniciar el siguiente ciclo.
Esta flexión de la cadera, al igual que la flexión de la rodilla, que se produce en esta
parte del ciclo, acorta la longitud de la extremidad oscilante, lo cual permite que la pier
na pueda oscilar en el vacío a pesar de la caída de la pelvis que tiene lugar en la fase de os
cilación. Asimismo, este acortamiento de la extremidad tiene un efecto mecánico: al acor
tar la longitud del miembro, el esfuerzo muscular necesario para acelerarlo hacia delante
es menor, lo cual contribuye a disminuir la fatiga de la marcha.
El segundo movimiento de la cadera durante la marcha tiene lugar en el plano fron
tal y es el de abducción-aducción. Está influenciado por dos hechos: por el movimiento
de báscula de la pelvis, que ya se ha com entado, y por la transferencia del peso de una
pierna a la otra. En el m om ento del choque del talón, al inicio del ciclo, la cadera se en
cuentra en una posición neutra y se aduce alrededor de 6 ° hasta la mitad del período de
apoyo: a partir de aquí, cuando el tronco inicia el desplazamiento hacia la pierna contra-
lateral, la cadera se abduce hasta 8 ° en el m om ento del despegue, en que vuelve a aducir
se progresivamente.
El tercer movimiento de la cadera es el de rotación en el plano horizontal. Este movi
miento se comenta con el del resto de la extremidad inferior, más adelante.
M o v i m i e n t o s d e l a r o d il l a
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C a p í t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana 253
M o v im ie n t o s d e l t o b il l o
M o v i m i e n t o d e r o t a c ió n d e l a e x t r e m i d a d i n f e r i o r
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254 ______ ________________ _______ _________________________________________ A. Viladot Voegeli
A partir del 12 % del ciclo en que se inicia la fase de apoyo unilateral, se produce el
movimiento de rotación externa que dura hasta el final del período de oscilación. Al igual
que antes puede observarse que la tibia rota algo más que la pelvis.
De lo expuesto puede deducirse que los movimientos de rotación de la extremidad in
ferior están en relación con el soporte del peso del cuerpo por parte de la extremidad:
desde el momento en que la extremidad deja de soportar peso al despegar del suelo (62 %
del ciclo) hasta que lo soporta todo ( 1 2 % del ciclo) realiza un movimiento de rotación
interna, mientras que desde el m om ento que soporta todo el peso hasta que deja de so
portarlo, realiza un movimiento de rotación externa.
En este movimiento de rotación de la extremidad inferior participan com o es lógico la
cadera y la rodilla. Para medir la magnitud de esta participación restamos a la rotación de
la pelvis la rotación del fémur y obtenemos la rotación de la cadera respecto a la pelvis; y
si restamos a la rotación del fémur la rotación de la tibia obtenemos la rotación relativa
de la rodilla respecto al fémur. La primera es de 7°, y la segunda de 12°.
Estos movimientos de rotación de la cadera respecto a la pelvis y de la rodilla respec
to al fémur tienen, a pesar de su pequeñez, una importancia capital, por ejemplo, en el di
seño de una prótesis: si en una amputación por encima de la rodilla la prótesis no tiene
un pequeño juego de rotación a nivel de la rodilla artificial, el movimiento de rotación
ocurrirá entre el muñón y la prótesis con las consiguientes molestias para el paciente.
La rotación del pie durante la marcha está influida por dos hechos fundamentales:
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C a p i t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana__________________________________________________2 ^
se despega del suelo ocurre el movimiento contrario: el talón se sitúa en varo y el an-
tepié supina (fig. 15-8A). La flexibilidad del pie en el momento de la acomodación y la
rigidez en el m om ento del impulso, están determinadas, com o ya se ha dicho, por la
orientación de los ejes de la articulación astragaloescafoidea y calcaneocuboidea.
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256______________________________________________________ ______________________ A. Viladot Voegeli
hace muy difícil porque aumentan los requerimientos energéticos. Por ello podemos de
cir que este sistema de rotación de la cintura escapular y balanceo de los brazos, en sen
tido contrario a la pelviana, constituye un sistema de am ortiguación que proporciona
mayor suavidad a la marcha.
Cinética de la marcha
El hom bre se co m p o rta durante la m arch a co m o una m áquina autopropulsada: las
únicas fuerzas que actúan son las de la gravedad y la acción muscular. Los músculos es
triados están dispuestos de tal manera que sólo pueden producir movimientos de rota
ción alrededor de los ejes de las articulaciones. Si estuviésemos suspendidos por enci
m a del suelo p od ríam os realizar tod o tipo de giros con los distintos segm entos de
nuestro cuerpo, pero no nos sería posible iniciar y mantener un movimiento continuo
hacia delante. Para poder realizarlo necesitamos un punto fijo externo a nosotros sobre
el que poder aplicar las diferentes fuerzas ejercidas por el cuerpo. En la locom oción, este
punto fijo es el suelo, y con la ayuda de una plataforma de fuerzas, podemos medir la in
tensidad de éstas.
Esta fuerza, representada en la figura 16-11, traduce los desplazamientos verticales del
centro de gravedad. En el choque del talón, cuando el cuerpo es impulsado hacia arriba
para pasar por encima de la pierna que apoya, aumenta la fuerza de reacción del suelo;
cuando el cuerpo desciende para ir a apoyarse en la pierna contraria disminuye la fuerza
vertical sobre el suelo. Cuando la extremidad despega, impulsa el cuerpo hacia arriba y
adelante, apareciendo el segundo pico de la curva.
De estos datos podemos deducir que la energía potencial del cuerpo, que es igual al
peso corporal por la altura en que se encuentra su centro de gravedad, alcanza su valor
m áxim o en el m om ento de m áxim a elevación. Al descender el cuerpo, esta energía se
convierte en cinética, que es empleada para acelerar el cuerpo hacia delante, y a su vez se
convertirá en potencial con la siguiente elevación del cuerpo.
Esta transferencia entre energía potencial y energía cinética no se realiza en un 100 %.
Si así fuera, la m archa no produciría ningún coste energético, pero ello no es cierto.
Existen pérdidas energéticas que son compensadas por la acción muscular. No obstante,
en términos de consumo energético, hay que destacar que la marcha normal es una acti
vidad relativamente económ ica, ya que el consum o energético de un individuo, cam i
nando a su velocidad de m archa cóm oda, es de aproximadamente 80 calorías por minu
to y kilo de peso. Para este mismo individuo, en situación de reposo absoluto, el consumo
energético es de 17 calorías por minuto y kilo de peso.
Esta fuerza, representada en la figura 16-11, traduce las fuerzas de frenado y empuje que
hemos comentado al explicar los tiempos de la marcha.
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C a p í t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana 257
FUERZA ANTEROPOSTERIOR
O 25 50 75 100
Choque del talón Despegue de los dedos
En el momento del choque del talón, producimos una fuerza de frenado, mientras que
en el m om ento del despegue producim os una fuerza de empuje hacia delante. Ambas
fuerzas son mucho menores que la fuerza vertical.
Esta fuerza, que com o se refleja en la figura 16-11 es de muy baja intensidad, traduce los
desplazamientos laterales del centro de gravedad.
Fuerza de torsión
El pie ejerce sobre el suelo una fuerza de torsión, que es la traducción del movimiento
de rotación de la extremidad inferior durante la marcha. La intensidad y dirección de la
fuerza está en relación con el soporte de carga: desde el mom ento que la extremidad con
tacta con el suelo en el choque del talón, y hasta que soporta todo el peso, realiza un m o
vimiento de rotación interna y aparece una fuerza de torsión interna. A partir de aquí y
hasta que la extremidad está totalmente descargada, realiza una rotación externa con la
correspondiente fuerza de torsión externa. Al igual que la fuerza lateral, es una fuerza de
baja intensidad (fig. 16-11).
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258 A. Viladot Voegeli
Psoasilíaco
Ilíaco
Sartorio
Grácil
Recto femoral
Aductor corto
Aductor mediano
Aductor mayor
Vasto intermedio
Vasto externo
Vasto interno
Tensor de la fascia lata
Glúteo mayor
Semitendinoso
Semimembranoso
Glúteo medio
Glúteo menor
L. H. bíceps femoral
S. M. bíceps femoral
Tibial anterior
Extensor largo de los dedos (del pie)
Extensor largo del dedo gordo
Gastrocnemio
Soleo
Poplíteo
Flexor largo de los dedos
Flexor largo del dedo gordo
Tibial posterior
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C a p í t u l o 16. Estudio de la m archa hum ana__________________________________________________2 ^
En la figura 16-12 se representa un ciclo de marcha y los grupos musculares que ac
túan en cada fase.
Los abductores de la cadera (glúteos medio y menor) actúan durante el período de apo
yo del ciclo. Como hemos comentado al explicar la mecánica de la marcha, existe una caída
de la pelvis hacia el lado de la pierna oscilante, y los abductores controlan este movimiento.
El glúteo mayor, máximo extensor de la cadera, actúa al final del período de oscilación
y principio del período de apoyo estabilizando la cadera en el m om ento que la extremi
dad contacta con el suelo.
El psoas ilíaco se contrae al inicio del período de oscilación para fiexionar la cadera
acortando la extremidad e impulsándola hacia delante.
El tensor de la fascia lata tiene dos momentos de contracción durante el ciclo. El pri
mer momento es sincrónico con el glúteo mayor, al final del período de oscilación y prin
cipio del período de apoyo; de esta manera evita el desplazamiento posterior del tracto
iliotibial donde se inserta la mayor parte del glúteo mayor. El segundo período es sin
crónico con el psoasilíaco y tiene la misma ftinción que éste.
Los aductores actúan dos veces durante el ciclo de marcha; al principio del período
de oscilación acortando la extremidad, y al final de éste período de oscilación para esta
bilizar la extremidad en el m om ento de contactar con el suelo.
El cuádriceps actúa sobre todo al final del período de oscilación y principio del pe
ríodo de apoyo, estabiliza la rodilla en el m om ento del contacto con el suelo, y hace que
ésta se fiexione contra una creciente contracción del músculo.
Los isquiotibiales y el bíceps actúan al final del período de oscilación, frenando la
aceleración de la pierna hacia delante. Su acción continúa al principio del período de
apoyo ayudando al glúteo mayor a extender la cadera.
El tríceps sural tiene una importante acción durante el período de apoyo: su función
consiste en restringir el avance pasivo de la tibia y estabilizar la rodilla a medida que el
cuerpo es propulsado por encima del pie. A continuación la contracción muscular es res
ponsable de elevar el talón del suelo e impulsar la extremidad hacia delante.
El tibial anterior y los extensores de los dedos actúan en el m om ento del choque del
talón, amortiguando la flexión plantar del pie. Después vuelven a actuar en el mom ento
del despegue del pie, evitando su caída y acortando la extremidad.
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ERRNVPHGLFRVRUJ
PARTE III
Biomecánica aplicada
ERRNVPHGLFRVRUJ
ERRNVPHGLFRVRUJ
Capítulo 17
Biomecánica deportiva
A. G a r c I a - F o g e d a H e r r e r a y F. B i o s c a E s t e l a
Introducción
El deporte es uno de los fenómenos sociales más im portantes de finales del siglo x x, y
com o tal, conlleva unos intereses económ icos de gran magnitud. La máxim a expresión
del deporte está representada en las Olimpiadas, que se celebran cada cuatro años, y en
los Campeonatos del Mundo por especialidades. Muchos gobiernos han pretendido que
las competiciones deportivas sean un escaparate y un reflejo de los avances y el progreso
social de los países que representan, intentando tapar con éxitos deportivos deficiencias
en otros ámbitos de sus políticas, además de proporcionarles una presencia internacional
que resulta difícil conseguir por otras vías.
La mejora en las marcas y resultados de una gran parte de las especialidades deporti
vas se deben sobre todo a los siguientes hechos:
Los parám etros an trop om étricos com o la talla, envergadura, y las longitudes seg
mentarias de los deportistas que practican una determinada especialidad, deben valorar
se en el momento de la selección, teniendo en cuenta que además de la antropometría hay
que considerar la condición física, la técnica, la preparación mental, etc. Estas medidas
antropométricas, no pueden modificarse con el entrenamiento, ya que están condiciona
das por factores genéticos.
El entrenamiento físico, tiene com o objetivo m ejorar las condiciones fisiológicas de
los deportistas, y con ello las prestaciones de éstos. El problema aparece cuando lo que
intentam os m ejorar ha llegado a unos niveles próxim os a los m áxim os que puede al
canzar el hom bre de form a natural, teniendo que recurrir a productos farmacológicos,
o a procedimientos prohibidos para conseguir la mejora. Esto es lo que se conoce com o
doping, que está muy perseguido y castigado por las autoridades deportivas. La vía de la
m ejora por medio del entrenamiento físico, sin ayuda del doping, en algunas especiali
dades deportivas es un logro muy difícil de alcanzar, y m uchas marcas se han estancado
e incluso han retrocedido debido a los controles antidoping impuestos en estas especia
lidades.
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264___________________________________________________ A. García-Fogeda Herrera y F. Biosca Estela
El entrenam iento psicológico en el deporte de alto rendimiento cada vez tiene más
presencia y más peso específico en el entrenamiento global. Hay que destacar que muchas
técnicas empleadas en este tipo de entrenamiento están orientadas a la reproducción efi
caz de unos actos motores determinados, y por tanto este apartado podría estar muy pró
xim o al trabajo de la técnica deportiva.
La m ejora de la técnica, y el descubrimiento de otras nuevas, para aumentar la eficacia
del gesto motor, son parte de los objetivos que pretende la biomecánica deportiva, y por
ello las mayores posibilidades de evolución de las m arcas deportivas deben ser conse
cuencia del desarrollo de esta ciencia, o conjunto de conocimientos asociados.
Concepto de biomecánica
Podría definirse la biomecánica deportiva com o la ciencia, o conjunto de conocimientos
asociados, orientados al estudio de los movimientos deportivos desde una perspectiva m e
cánica, con el objetivo de mejorar el rendimiento y la seguridad, eliminando riesgos de le
sión. La mejora del rendimiento puede comportar la mejora de la eficacia y/o de la eficien
cia, y los métodos de estudio que utiliza varían según el tipo de análisis que deba realizarse.
En algunos casos basta con la observación sistemática del movimiento, mientras que en
otros son los propios de la ingeniería mecánica, que permite modelar el cuerpo humano,
medir parámetros como el tiempo, las posiciones y las fiierzas actuantes en los sistemas.
La biomecánica permite obtener una información pormenorizada de los movimien
tos deportivos, y cuantificar y expresar en valores numéricos las acciones deportivas. En
m uchas ocasiones esto ha provocado conflictos entre el biom ecánico del laboratorio,
que es el que estudia, analiza el movimiento y obtiene unos resultados, y el entrenador que
es el que debe llevar a la práctica con los deportistas, las recomendaciones del biom ecá
nico. Esto se ha debido a la utilización de un lenguaje y terminología que ha dificultado la
comunicación por parte del biomecánico, y a la falta de conocimientos básicos sobre m e
cánica que en muchas ocasiones ha tenido el entrenador. Por fortuna, estos conflictos,
cada vez son menos frecuentes, y aumenta día a día la colaboración entre el técnico y el
biomecánico, lo que facilitará la mejora de resultados.
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C a p i t u l o 17. Biom ecánica deportiva________________ __________________________________ 265
Las destrezas motrices se han clasificado de diversas maneras. Schmidt (1982) las di
vide en abiertas y cerradas. Las destrezas abiertas son aquellas que se realizan en un en
torno y ambiente no predecibles, y en las que la respuesta m otora depende de condicio
nes y situaciones incontrolables y que necesitan tomas de decisión rápidas, com o pueden
ser las situaciones de lucha, la defensa ante un dribling en fiitbol, etc. Las destrezas cerra
das son las que se realizan en entornos y situaciones controladas; el ejecutante en este
caso no tiene que tom ar decisión alguna y p or tanto el resultado depende sólo de él.
Ejemplo de estas destrezas son el salto de longitud, el lanzamiento de peso o un tiro libre
en baloncesto.
O tra clasificación que sigue un criterio cinemático es la de destrezas acíclicas, no re
petitivas o discretas, y destrezas cíclicas, repetitivas o continuas. El primer grupo se ca
racteriza por tratarse de destrezas, en las que existe un principio y un final en la ejecución,
aunque pueden repetirse varias veces en una situación deportiva. Ejemplos de destrezas
acíclicas, no repetitivas o discretas, son el salto de longitud, el salto con pirueta de un gim
nasta, un lanzamiento en balonmano, o un golpe de golf, entre otros muchos. Estas des
trezas se dividen en: fase preparatoria, fase principal y fase final (Mainel y Schanabel,
1977). Las destrezas cíclicas, repetitivas o continuas, son com o su nombre indica aquellas
en que el movimiento es continuo, repetitivo y cíclico, y no existe un punto de inicio y
final, por coincidir el final de una acción con el inicio de la siguiente. La carrera, el ciclis
mo, la natación y el piragüismo en pista son claros ejemplos de estas destrezas. Para su
análisis también se dividen en fases, pero cada destreza se presta a una división diferen
te, por ejemplo, la carrera puede dividirse en fase de aterrizaje o frenado, fase de impulso
y fase de vuelo, mientras que el ciclo de pedaleo en ciclismo (360°) puede dividirse en pe
ríodos de 45 o de 90°, determinado así las fases de análisis de esta destreza.
El análisis cualitativo permite observar los errores de ejecución y nos ayuda a proponer
soluciones a estos problemas. Para este fin es muy conveniente tener al menos la filma
ción desde un punto de vista de la destreza que debe analizarse, y visionar repetidas ve
ces el m ovim iento, para poder percatarse de todos los detalles. El proceso de análisis
puede dividirse en etapas, que varían ligeramente según el enfoque que se le quiera dar
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266___________________________________________________A. G arcía-Fogeda Herrera y F. Biosca Estela
a este análisis. En este capítulo se expone una adaptación del propuesto p or Luttgen y
W ell(1982):
• Breve descripción.
• Nombre y propósito primario de la destreza.
• Clasificación.
3. Análisis anatómico:
• Actuación articular.
• Actuación muscular.
• Consideraciones anatómicas para una ejecución segura y efectiva.
4. Análisis mecánico:
- Tipo(s) de m ovimiento(s).
- Fuerzas que intervienen.
- Errores detectados.
- Principios mecánicos violados.
- Causas de los errores.
Descripción de la destreza
Resulta conveniente realizar una descripción de la destreza que debe analizarse a modo de
introducción del análisis. Ésta debe ser breve y clara.
La identificación del objetivo principal de la destreza es fundamental para su análi
sis. Se exponen a continuación los objetivos más com unes, para facilitar su identifi
cación:
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C a p í t u l o 17. Biom ecánica deportiva 267
Puede realizarse siguiendo los criterios de destrezas cíclicas o acíclicas. Esta división de
penderá de la destreza que se analice, por ejemplo en natación, donde se ejecutan movi
mientos cíclicos, una brazada de crol, puede dividirse en fase acuática y en fase aérea, y su
vez la fase acuática puede subdividirse en entrada, deslizamiento, agarre, tirón, empuje y
rapaleo, y la fase aérea en subfase de recobro y de ataque. Otro ejemplo, en esta ocasión de
un movimiento acíclico, puede ser el lanzamiento de disco, que podría dividirse en fase
preparatoria, fase principal y fase final, y a su vez la fase preparatoria, en primera, segun
da, y tercera torsión del tronco, la fase principal en subfase de primer doble apoyo, subfase
de primer apoyo unipodal subfase aérea, subfase de segundo apoyo unipodal, y subfase de
segundo doble apoyo, y la fase final, podría ser única de control y equilibrio (fig. 17-1).
Análisis anatómico
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268 A. García-Fogeda Herrera y F. Biosca Estela
vimientos, y el tipo de contracción que realizan. Las consideraciones anatómicas para una
ejecución segura y efectiva, harían referencia a la observación de cualquier movimiento
que pueda estar relacionado con los mecanismos lesiónales.
Análisis mecánico
El objetivo del análisis m ecánico es identificar los principios y leyes mecánicas que in
tervienen en la ejecución de una destreza.
I d e n t if ic a c ió n d e l o s o b je t iv o s
N atu ra leza d e l m o v im ie n t o
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C a p i t u l o 1 7 . Biom ecánica deportiva_________________________________________________________2 ^
I d e n t if ic a c ió n d e l o s p r in c ip io s
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270 A. García-Fogeda Herrera y E Biosca Estela
Figura 17-3. En un
lanzamiento de disco,
puede apreciarse cómo
a partir del tiempo T3
1,4 (eje de las X),
correspondiente a la
última fase del
lanzamiento, existe una
coordinación de los
impulsos del tronco,
brazo y antebrazo,
Tiempo (seg)
representados por la
velocidad de la cadera,
Disco ■ Codo ■ Hombro ■ Cadera
hombro, codo y disco.
do caso es cuando lo que se pretende es acelerar el centro de gravedad del cuerpo, com o
en un salto vertical, donde la coordinación de los impulsos, de todos los agentes acelera
dores com o son piernas, tronco, brazos y cabeza, deben coincidir temporalmente y en su
dirección con el fin de conseguir una elevada velocidad final del cuerpo. El prim er su
puesto explicado, no coincide con exactitud con el expuesto por H ochm uth (1 9 7 3 ), por
haber superado los conocimientos actuales la exposición realizada por este autor.
El principio de la conservación del impulso, consiste en que en todos los movimientos
que impliquen giros debe aprovecharse la ley de la conservación del impulso. En el caso
del hombre, al tratarse de un cuerpo poliarticulado, si se mantiene la cantidad de movi
miento de rotación constante, puede cambiarse su velocidad angular, modificando la po
sición de los segmentos, aproximándolos o alejándolos del eje de giro. Esto se realiza en
la fase aérea de muchos saltos, y en especial en los giros respecto al eje transversal (saltos
mortales), ya sean agrupados o estirados que se realizan en gimnasia deportiva. El primer
caso del principio de la coordinación de los impulsos parciales, también se fundamenta
en el principio de la conservación del impulso.
V io l a c ió n d e lo s p r in c ip io s
La violación de los principios enunciados, o su falta de aprovechamiento, produce erro
res de ejecución, que deben ser identificados para proponer las correspondientes correc
ciones técnicas.
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C a p it u l o 17. Biom ecánica deportiva 271
Figura 17-4. Diagrama en el que se explican las fases y el proceso del análisis biomecánico cuanti
tativo (Vera y Hoyos, 1988).
za y del individuo que debe estudiarse. Vera y Hoyos (1988) presentan en form a de o r
ganigrama un proceso que contempla las fases de medición, tratamiento y aplicación. El
que se expone en la figura 17-4 es el de estos autores con muy ligeras adaptaciones.
Medición
Cada individuo tiene unas medidas antropométricas distintas, por lo que todos los suje
tos objeto de estudio deben ser medidos para tener en cuenta los resultados al realizar la
fase de tratamiento de los datos. Las medidas más importantes para el caso que nos ocu
pa son el peso, la talla, la envergadura y las longitudes y perímetros segmentarios.
Las técnicas instrumentales utilizadas en el proceso de medición pueden dividirse en
dos grandes apartados: técnicas de medición directa y técnicas de medición indirecta. Las
mediciones directas son aquellas que se efectúan m ientras se ejecuta la acción. Presen
tan la gran ventaja de la inmediatez, ya que las mediciones se realizan prácticamente en
tiempo real, además de la gran fiabilidad de los datos registrados, cuando los equipos es
tán bien calibrados y se usan correctamente. El inconveniente de este grupo de técnicas es
que en la mayoría de los casos tenemos que instrumentalizar a los individuos con dispo
sitivos y cables que perturban la normal ejecución de los movimientos, y son técnicas que
no pueden usarse -excep to rarísimas excepciones- mientras se realizan competiciones
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272___________________________________________________ A. García-Fogeda Herrera y F. Biosca Estela
por las molestias que causan o por las limitaciones reglamentarias de las especialidades
deportivas. Las mediciones indirectas son aquellas que se realizan de imágenes previa
mente gravadas. La gran ventaja de este grupo de técnicas es la libertad que permite a los
individuos, ya que incluso pueden ser filmados sin que se den cuenta, y por eso son las
técnicas más usadas en biomecánica deportiva sobre todo en competiciones. Com o in
convenientes se encuentran el tiempo que requieren, y el gran trabajo que debe realizar
se hasta que se obtienen las mediciones de las filmaciones. Éstas también pueden efec
tuarse de forma automática, por medio del reconocimiento de marcadores colocados en
distintos puntos del cuerpo, pero en este caso nos encontramos ya con algunos de los in
convenientes de las técnicas de medición directa.
La medición de las posiciones que ocupa el cuerpo a lo largo del tiempo, puede reali
zarse con métodos directos. Los más usuales son los electrogoniómetros, que son instru
m entos que se fijan a las articulaciones para medir los ángulos relativos entre segmen
tos, y que son capaces de medir ángulos en diferentes ejes del espacio. Estos dispositivos
cada vez son más pequeños y versátiles, e interfieren menos el movimiento norm al del
deportista. O tro instrum ento de m edición directa son los acelerómetros, que com o su
nom bre indica, permiten m edir las aceleraciones a que se somete a una parte del cuer
po. Tienen un tamaño muy reducido (1 X 1 x 1 cm ), y son muy ligeros 1-2 g, y deben fi
jarse firmemente a los puntos corporales en los que se desee medir la aceleración. Hay
que tener en cuenta que si deseamos medir la aceleración de un segmento, la fijación no
debe hacerse sobre tejidos blandos, y que la aceleración medida será exclusivamente la del
punto donde esté fijado el acelerómetro. Estos instrumentos son muy utilizados para m e
dir las vibraciones a que se ven sometidas diferentes partes del cuerpo, sobre todo por
los impactos. Las velocidades y posiciones relativas de los puntos donde están fijados los
acelerómetros, pueden calcularse por integración de la aceleración medida.
Las técnicas indirectas utilizadas para la medición de las posiciones del cuerpo a lo lar
go del tiempo, son distintos tipos de fotografía, el cine y el vídeo. Por la relación coste-ca-
lidad que en la actualidad presenta el vídeo, éste es sin lugar a dudas el equipamiento
más usado, pero no podemos olvidarnos en ningún caso del cine, porque ofrece una cali
dad muy superior a la del vídeo, y por las prestaciones referentes a las filmaciones de alta
velocidad con las que puede captarse información que no es accesible con el vídeo están
dar. Las mediciones de las filmaciones pueden ser bidimensionales o tridimensionales, y
según el caso la técnica de grabación varía. Para mediciones bidimensionales, la grabación
se realiza con una sola cámara, y es suficiente un sistema de referencia espacial compues
to por dos puntos colocados a una distancia conocida. Se recomienda también para sim
plificar el proceso de medición de las grabaciones, que la cámara esté estática sobre un trí
pode y que el eje óptico de la cám ara sea perpendicular al plano principal de ejecución,
que la filmación se realice lo más lejos posible de la acción, con la ayuda del zoom para
minimizar el error de perspectiva y que se utilicen ropas ajustadas al cuerpo para la mejor
localización posterior de los puntos anatómicos corporales. El proceso de medición de las
grabaciones se realiza por el establecimiento de escalas entre el sistema de referencia es
pacial en su medida real y el de su medida en la proyección. Las referencias temporales se
obtienen directamente del vídeo, sabiendo que éste graba a una frecuencia de 50 Hz, y
reproduce según el aparato a 25 o 50 Hz, por lo que el tiempo entre imágenes reproduci
das es de 0,04 a 0,02 segundos (algunos aparatos en la reproducción del vídeo imagen a
imagen, sólo reproducen los campos impares de la grabación, lo que equivale a 25 Hz).
Las grabaciones de las que se deseen realizar mediciones tridimensionales, deben efec
tuarse simultáneamente, con al menos dos cám aras situadas de tal form a que el ángulo
que formen sus ejes ópticos esté comprendido ente 60 y 120°. Para la reconstrucción del
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C a p it u l o 17. Biom ecánica deportiva 273
R e g is t r o y m e d ic ió n d e c a r g a s e x t e r n a s
Para el registro y m edición de las cargas externas, los instrumentos más usados son las
plataformas de presiones, las plantillas instrumentadas y las plataformas de fuerza. Todos
ellos realizan las mediciones en tiempo real con ayuda de equipos informáticos. Las pla
taform as de presiones, son aquellas que proporcionan mediciones cuantitativas de las
cargas que soportan por unidad pequeña de superficie, y cada vez son más utilizadas
com o podómetros. Las plantillas instrumentadas también proporcionan las cargas que
soportan por pequeñas unidades de superficie, pero en este caso las plataformas tienen
forma de plantilla y se colocan entre el calzado y el pie. Las fuerzas medidas en ambos ca
sos son únicamente la com ponente vertical de las fuerzas ejercidas. Las plataformas de
fuerzas o dinamométricas son unas estructuras por lo general rectangulares, instrumen
tadas con diversos dinamómetros, que miden las tres componentes de las fuerzas ejerci
das sobre ellas a lo largo del tiempo. El tratam iento de la fuerza captada por cada dina
m óm etro, permite calcular la fuerza total ejercida, cada una de las componentes de esta
fuerza (fig. 17-5), el punto de aplicación de la resultante, el impulso mecánico acumula
do y el m om ento de torsión que actúa sobre el plano de la plataforma.
E l e c t r o m i o g r a f Ia
La electromiografía (EMG) es la técnica utilizada para detectar y medir los niveles de ac
tivación muscular, por medio del registro de los potenciales de acción muscular, genera
dos para realizar la contracción de las fibras musculares. Este registro puede realizarse por
medio de electrodos insertados en el músculo, que miden el potencial de acción de los
puntos donde están colocados, y por electrodos colocados sobre la piel, que m iden el
potencial de acción que fluye hacia la superficie corporal. Los electrodos de inserción son
usados sobre todo en clínica, mientras que en el estudio de destrezas m otoras, se utilizan
los electrodos de superficie (fig. 17-6). La base del uso de la EMG en el estudio cuantita
tivo del m ovim iento, es la relación entre diferencia de potencial de acción , tensión
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274 A. G arcía-Fogeda H errera y F. Biosca Estela
muscular y fuerza generada por el músculo, por lo que las mediciones de EMG, pueden
relacionarse con la fuerza muscular según diversos autores. La EMG tiene otras múltiples
aplicaciones com o son los estudios de la participación muscular en un movimiento, de la
coordinación m otora, de la fatiga muscular, etc. Es recomendable la lectura de la obra, de
De Luca (1997) para las personas interesadas en este tipo de estudio, por la claridad, con
creción y al mismo tiempo profundidad con que aborda el problema.
A n á l is i s c in e m á t ic o
El análisis cinemático del movimiento se efectúa a partir de los obtenidos medidos por
los equipos utilizados. Los análisis bidimensionales, aunque son una simplificación de la
realidad, pueden ser suficientes para el estudio de muchos movimientos que se ejecutan
en el plano de filmación. Los análisis tridimensionales presentan, com o ya se ha expues
to, una mayor complejidad, pero permiten valorar el movimiento efectuado en cualquier
plano del espacio. Los descriptores del movimiento que permiten conocer el análisis ci
nemático mediante el modelo de segmentos rígidos articulados son: las posiciones, las ve
locidades y aceleraciones lineales de los puntos articulares, de los centro de gravedad de
cada segmento corporal y del centro de gravedad del conjunto del cuerpo, así com o las
posiciones, las velocidades y aceleraciones angulares de cada segmento corporal.
A n á l is i s c in é t ic o
El análisis cinético se realiza con los datos obtenidos de las mediciones de las cargas ex
ternas, de las mediciones cinemáticas y de los parám etros inerciales corporales utiliza
dos en el modelo de segmentos rígidos articulados. Con ellos y a partir de condiciones de
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C a p it u l o 17. Biom ecánica deportiva________________________________________________________ 2 ^
equilibrio, pueden calcularse teóricam ente las cargas puntuales y los m om entos sopor
tados por los segmentos y articulaciones. El cálculo está basado en modelos, por lo que
los errores pueden llegar a ser de magnitud considerable, en especial cuando los cálculos
se refieren a segmentos alejados del punto de medición de las cargas externas.
A n á l is is e n e r g é t ic o
El análisis energético se realiza a partir de la inform ación obtenida de los análisis cine
mático y cinético. Con esta información puede calcularse la energía total, la cinética, la
potencial y los flujos de energía entre los distintos segmentos corporales.
Resultados
Los resultados de los diferentes análisis efectuados deben comunicarse al deportista con
la m áxima rapidez posible, desde el m om ento en que se realiza la medición, si queremos
que sirvan de retroalim entación al sistema. Los resultados se entregan en form a de in
forme, con un lenguaje fácil de entender, y deben recoger toda la información que se crea
de interés, así com o las recomendaciones técnicas que se deriven de las observaciones rea
lizadas.
BIBLIOGRAFIA
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Llanos F, ed. Introducción a la biom ecánica del aparato locom otor. Madrid: Editorial de la Universidad
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Capítulo 18
Biomecánica de las ortesis y prótesis
A. P a s a r in M a r t ín e z y R. V i l a d o t P e r i c é
Ortesis
Concepto de ortesis
• Activas dinámicas. Sustituyen una función muscular, por ejemplo, la férula de Klen-
zac sustituye los dorsiflexores del pie; la ortesis de Mowsen sustituye los músculos
dependientes del nervio radial.
• Activas estabilizadoras. Sustituyen la función de uno o varios ligamentos. Por ejemplo,
la rodillera estabilizadora para lesiones del ligamento cruzado anterior de rodilla.
2. Pasivas. Son ortesis que pretenden mantener un segmento del aparato locom otor en
determinada posición. Se dividen en;
• Pasivas correctoras. Intentan corregir una deformidad, por ejemplo, el corsé para la
escoliosis.
• Pasivas pastúrales. Pretenden mantener un ángulo articular obtenido por otros m e
dios, por ejemplo, ortesis postural para el tratamiento de una rigidez del codo.
ERRNVPHGLFRVRUJ
278_______________________________________________________ A. Pasarin M artínez y R. Viladot Pericé
En la construcción de una ortesis deben seguirse una serie de criterios biomecánicos para
que ésta cumpla su objetivo: suplir una función del aparato locomotor.
Materiales
Todas las ortesis se aplican sobre segmentos móviles del cuerpo, por ello tanto si son ac
tivas com o pasivas la alineación de los ejes de movimiento en las primeras o los puntos de
angulación en las segundas deberán coincidir perfectamente con los ejes de la articula
ción sobre la que actúan, teniendo en cuenta que aunque se apliquen sobre articulaciones
con más de un eje de movimiento las ortesis en general sólo van a suplir el movimiento
principal o el más funcional de ese segmento.
Las funciones que suple una ortesis siempre las realiza por medio de las fuerzas que
ejerce sobre el segmento que debe tratarse, por tanto, en el diseño de todas las ortesis se
tiene en cuenta la longitud de los brazos de palanca para disminuir o aumentar la fuerza
que hay que conseguir, lo cual estará condicionado por la existencia de estructuras sus
ceptibles de lesión en la región donde se aplique la fuerza.
Son las ortesis que se utilizan para suplir la función de un músculo que ha perdido su
función por parálisis, tanto central com o periférica, o por lesión del propio m úsculo
com o en el caso de las roturas tendinosas.
Sólo se utilizan en los segmentos distales de las extremidades (musculatura de ante
b razo-m an o o pierna-pie) ya que suplir la función de m úsculos más potentes com o
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C a p ít u l o 1 8 . Biom ecánica de las ortesis y prótesis 279
1. Debe dejar libre el m ovim iento de las articulaciones que mueve el m úsculo afec
tado.
2. La alineación del sistema mecánico debe ser lo más perpendicular posible al eje de la
articulación que hay que movilizar y tangencial a la dirección del músculo.
3. El anclaje distal debe estar lo más cercano posible a la inserción anatómica del m úscu
lo que suplen (figs. 18-1 y 18-2).
Son las ortesis que se utilizan para suplir la función de ligamentos lesionados; en general
se trata de ortesis de uso tem poral aunque no es raro su empleo com o definitivas. En
este caso no existen diferencias en cuanto a materiales ni costes entre unas y otras.
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280 A. Pasarin M artínez y R. Viladot Pericé
Las más representativas son las de rodilla y tobillo ya que son las articulaciones cuya
inestabilidad discapacita más al individuo. Las características generales de estas ortesis son:
1. Una base que transmite las fuerzas que puede ser rígida o realizada en tejidos elásti
cos com o el neopreno, la elección entre las dos estará determinada por la intensidad
de las fuerzas que queramos que ejerza y esa intensidad dependerá de la inestabilidad
o de las solicitaciones a las que someta la articulación el individuo.
2. Sistemas mecánicos que suplen el ligamento que a su vez pueden ser rígidos, blandos
o mixtos.
En el primer caso se tratará de barras metálicas con una articulación que deberá estar
alineada con el “eje” de flexión de la rodilla. Aunque la flexoextensión de la rodilla pase por
un eje policéntrico y existen articulaciones que lo simulan, su uso no está muy extendido.
En el segundo caso se trata de bandas de tejido que forman un entrecruzado en el pun
to de mayor tensión del ligamento que se suple, de forma similar a los vendajes de taping.
La ortesis con sistemas mixtos más utilizada es la que se emplea en las lesiones del li
gamento cruzado anterior de la rodilla. Poseen barras laterales articuladas sobre las que
se fijan bandas de tejido para lim itar los m ovim ientos anteroposteriores de la rodilla
(fig. 1 8 -3 ).
Son ortesis que no poseen ningún m ecanism o y que sólo actúan por las fuerzas que
ejercen directamente sobre los segmentos del individuo; el tipo más habitual son todos
los corsés para la escoliosis.
La fisiología articular de la columna vertebral muestra que cualquier movimiento de
ésta se realiza en los tres ejes del espacio en mayor o menor grado en función del sector de
la colum na de que se trate. Cualquier lateroflexión de la columna se acompaña de rota-
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C a p it u l o 18. Biom ecánica de las ortesis y prótesis 281
ción y flexoextensión en uno u otro sentido. Por ello todas las ortesis correctoras de tron
co buscan realizar estas fuerzas en los tres planos del espacio para corregir la deform i
dad (fig. 18-4).
Las características biomecánicas generales de este tipo de ortesis son;
ERRNVPHGLFRVRUJ
282 A. Pasarin M artínez y R. Viladot Pericé
Figura 18-5.
Ortesis pasivas posturales.
Rodilleras.
El segundo tipo de ortesis posturales son las ortesis elásticas (fajas, rodilleras, code
ras, etc.) (fig. 18-5).
En estas ortesis, ampliamente utilizadas de form a intuitiva por los pacientes para el
tratam iento del dolor, los m ecanism os de acción son más complejos que los estricta
mente ligados a la biomecánica.
Se ha referido que aumentan la sensibilidad propioceptiva. Este hecho puede produ
cirse por dos vías; la primera es la conocida teoría de la puerta de entrada de Melzack y
Wall, y la segunda es que si mejora la información propioceptiva de un segmento mejo
ra por ende el control de éste.
También se ha descrito el aumento de calor que producen en la zona. Este incremen
to de tem peratura m ejora las condiciones elásticas de los tejidos, su flexibilidad, y por
tanto su capacidad de adaptación al trabajo.
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C a p ít u l o 1 8 . B io m e c á n ic a d e las o rte s is y p ró te sis __________________________________________________
Prótesis
La prótesis es aquel aparato que suple una parte del cuerpo y restituye su función.
Clasificación
Endoprótesis
Son prótesis internas que precisan de procedim ientos quirúrgicos para su colocación
(p. ej., prótesis de cadera, prótesis valvular cardíaca, prótesis de m am a interna).
Exoprótesis
Son prótesis que el propio paciente puede colocarse y que suplen, en la mayoría de los ca
sos, parte de extremidades. Son “aparatos ortopédicos”, por ejemplo, prótesis para ampu
tación de pierna-pie.
Las prótesis intentan suplir las funciones del miembro perdido. Las funciones de las ex
tremidades que debe sustituir una prótesis pueden resumirse de m anera esquemática
del siguiente modo:
1. Motoras. Son con las que ejecutamos una acción, coger con la mano un objeto, andar, etc.
2. Sensoriales. Ambas extremidades nos informan de aspectos de nuestra relación con el
entorno. Así, con la mano además de conocer el tacto de un objeto también “calcula
m os” de forma automática la cantidad de fuerza que debemos hacer con nuestro apa
rato locom otor para moverlo. El pie nos informa de la situación o irregularidad del te
rreno para alinear nuestro centro de gravedad co rp o ral de m anera que no nos
caigamos durante la marcha.
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284_______________________________________________________ A. Pasarin M artínez y R. Viladot Pericé
1. Encaje. Es el sistema de anclaje del aparato ortopédico al cuerpo a nivel del muñón.
Debe conjugar por un lado una buena sujeción para que la prótesis pueda realizar su
función y por otro que ésta no produzca lesiones en el muñón.
2. Estructura. Sería el equivalente al esqueleto del miembro, le proporciona solidez. Tam
bién da form a a la prótesis desde el punto de vista estético. Existen dos tipos de es
tructuras:
3. Articulaciones. Son los mecanismos que suplen el movimiento de los segmentos per
didos. En la mayoría de los casos los movimientos se sustituyen por articulaciones de
un solo grado de movimiento, aunque las articulaciones fisiológicas correspondientes
posean más de un arco de movimiento (fig. 18-6).
4. Energía. Para realizar los movimientos de las articulaciones protésicas, al igual que en
nuestro aparato locom otor, es necesaria una fuente de energía. Los tipos de energía
son los siguientes:
• Interna: es el propio individuo el que mueve la articulación protésica con el resto del
aparato locomotor.
• Externa: son sistemas mecánicos, hidráulicos o eléctricos sobre los que el individuo
actúa de forma indirecta para activarlos.
1. Encaje. En las prótesis de extremidad superior los encajes siempre son de contacto total
construidos sobre moldes idénticos al muñón y busca una amplia base de apoyo apro
vechando los relieves óseos y musculares (fig. 18-7). Hay que tener en cuenta que estos
encajes no soportan carga com o los de la extremidad inferior, pero la sujeción enea-
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C a p it u l o 1 8 . B io m e c á n ic a d e las o r te s is y p ró te sis 285
A r t i c u l a c io n e s m e c á n i c a s d e e n e r g í a in t e r n a
A r t i c u l a c io n e s d e e n e r g ía e x t e r n a
Existen dos subtipos: las electrónicas y las mioeléctricas. En ambos casos las articulacio
nes son movidas por pequeños motores que se alimentan de baterías incorporadas en la
estructura de la prótesis.
Existen motores para la flexoextensión del codo, y la pronosupinación de 360°.
Las m anos accionadas por energía externa tienen un sistema de pinza tridigital que
con la funda cosmética corresponde a los 3 primeros dedos, y pueden tener una fuerza de
prensión superior a las cinemáticas.
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286_______________________________________________________ A. Pasarin Martínez y R. Viladot Pericé
La diferencia entre las electrónicas y las mioeléctricas radica en el sistema que utiliza
el amputado para accionar los distintos motores de la prótesis.
Las electrónicas sólo se utilizan en malformaciones congénitas cuando quedan restos
de la extremidad (un radio de la mano, un dedo) que presentan la suficiente movilidad
para manipular los interruptores correspondientes a cada m otor de la prótesis.
Las mioeléctricas aprovechan los potenciales que generan los músculos proximales del
muñón que son los que activan cada uno de los motores.
En general, las prótesis de extremidad superior son difíciles de utilizar y ofrecen un ra
dio de acción con la extremidad protésica muy limitado, por lo que se obtiene un nivel de
eficacia que sólo es útil en los amputados bilaterales.
Al contrario de las prótesis de extremidad superior, las de extremidad inferior han de
mostrado su eficacia durante siglos, ya que un simple pilón (pata de palo) es útil para rea
lizar un mínim o de m archa. Las funciones que se buscan con una prótesis de extrem i
dad inferior son las siguientes:
Sólo se tratarán las características mecánicas de las prótesis de los amputados por en
cima (femorales) y por debajo de rodilla (tibiales), ya que son los dos tipos más repre
sentativos de amputados de extremidad inferior.
Las características de los elementos que las componen son las siguientes:
1. Encaje. Son encajes de contacto total, pero sin transmitir el máxim o de cargas a nivel
de la punta del muñón ya que no es tolerado por el amputado. Los sistemas de suje
ción más utilizados son el KBM o el SCG en los que el encaje realiza presión sobre am
bos cóndilos femorales. En la actualidad existen sistemas de cerrojo añadidos a este
tipo de encajes que aún aum entan más la fijación m uñón-prótesis y, por tanto, las
prestaciones (fig. 18-8).
2. Estructura. Se utilizan indistintamente las endoesqueléticas y las exoesqueléticas; ésta
es la parte de la prótesis que condicionará su alineación. La alineación de la prótesis,
con independencia del resto de las partes, es la que determina la calidad de la marcha
del amputado. Está demostrado que en muñones tibiales inferiores a 6 cm es preferi
ble realizar una alineación en valgo, que aumenta la anchura del paso, pero estabiliza
las fuerzas mediolaterales durante la fase de apoyo unipodal sobre la prótesis. En m u
ñones superiores a 6 cm la alineación se realiza en varo.
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C a p ít u l o 1 8 . B io m e c á n ic a d e las o r te s is y p ró te sis 287
3. Articulaciones (conjunto pie-tobillo). Todos los tipos del conjunto pie-tobillo perte
necen al grupo de energía interna, aunque pueden diferenciarse tres grupos con ca
racterísticas mecánicas diferentes.
Las características de las partes que las componen son las siguientes: Figura 18-9.
Pie protésico con
1. Encaje. El encaje más utilizado continúa siendo el cuadrangular. articulación
Es un encaje de sección cuadrangular que ejerce presión sobre la de tobillo elástica.
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288_______________________________________________________ A. Pasarin M artínez y R. Viladot Pericé
cara anterior del muñón, triángulo de Scarpa y recto anterior, cara posterior del muñón
sobre el glúteo mayor, cara medial algo acanalada para dejar pasar los tendones de los
aductores e isquiotibiales y cara lateral redondeada para adaptarse a la región trocanté-
rea. En la tuberosidad isquiática presentan una aleta donde descansa aquélla en la fase
de apoyo unipodal, y por la que pasa el 30 % de la carga del individuo. Así como en las
prótesis tibiales la alineación está determinada por la estructura, en las femorales el ele
mento principal de la alineación y estabilidad de la prótesis es el correcto moldeado del
encaje ya que ha de estabilizar las fuerzas mediolaterales y anteroposteriores que son muy
asimétricas en estos amputados. Un amputado femoral ha perdido la función estabiliza-
dora del cuádriceps, aductores e isquiotibiales. Los sistemas de sujeción del encaje son:
• Rodillas mecánicas. Son rodillas de energía interna y pueden ser unicéntrica o poli-
céntricas, estas últimas realizan un movimiento de flexión por la inercia del indivi
duo parecido al fisiológico. Las primeras pueden bloquearse en extensión para la
m archa y así aumentar su seguridad en individuos de edad avanzada.
• Rodillas hidráulicas. Son rodillas que podrían clasificarse dentro de las de energía ex
terna, ya que merced a un pistón hidráulico se realiza la flexoextensión en respuesta
a la fuerza que efectúa el individuo durante la m archa, y así varía la velocidad del
movimiento de la rodilla.
En cuanto al conjunto tobillo-pie los conceptos son los mismos que en las prótesis ti
biales.
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C a p it u l o 1 8 . B io m e c á n ic a d e las o rte s is y p ró te sis __________________________________________________ 2 8 9
BIBLIOGRAFIA
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Biomecánica de la marcha humana normal y patológica. Instituto de Biomecánica de Valencia. Valencia, 1993.
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Viladot R, Cohi O, Clavell S. O rtesis y prótesis del aparato locom otor. T .l. Colum na vertebral. Barcelona:
Masson, 1985.
Viladot R, Cohi O, Clavell S. Ortesis y prótesis del aparato locom otor. T.2.1 Extremidad inferior. Barcelona:
Masson, 1987.
Viladot R, Cohi O, Clavell S. Ortesis y prótesis del aparato locom otor. T.2.2 Extremidad inferior. Barcelona:
Masson, 1989.
Viladot R, Cohi O, Clavell S. Ortesis y prótesis del aparato locom otor. T.3. Extremidad superior. Barcelona:
Masson, 1992.
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Capítulo 19
Biomateríales
J. A. P l a n e l l E s t a n y , F. J. G i l M ur y M . P. G i n e b r a M o l in s
Introducción
La investigación en el área de los biomateriales en sentido amplio se inició hace ya m u
chos siglos puesto que es posible encontrar trazas de prótesis implantadas en momias
egipcias. Sin embargo, es a partir de la segunda guerra mundial cuando, en un intento
de resolver los problemas cotidianos asociados al tratam iento masivo de pacientes, apa
rece un vasto cam po asociado a la tecnología médica y en concreto va tom ando cuerpo
una ciencia de los biomateriales. La definición de biomaterial ha sido muy laboriosa y di
fícil. Tanto es así que no es hasta marzo de 1986, en una conferencia celebrada en Ches-
ter (Reino Unido) y convocada por las diferentes Sociedades Internacionales de Bioma
teriales con el fin de encontrar por consenso definiciones comunes, cuando se aprueba
la prim era definición de biomaterial: “un material no vivo utilizado en un aparato m é
dico y concebido para interaccionar con sistemas biológicos”. La segunda conferencia de
consenso sobre definiciones en el cam po de biomateriales, celebrada en Chester (Reino
Unido) en 1991, consensuó una definición de biom aterial más amplia y ajustada: “un
material diseñado para actuar interfacialmente con sistemas biológicos con el fin de eva
luar, tratar, aumentar o reemplazar algún tejido, órgano o función del cuerpo”.
La implantación de un biomaterial com porta una lesión en los tejidos vivos, que reac
cionan frente a la lesión, siendo su primera respuesta de tipo inflamatorio, a la que sigue
un proceso reparador y finalmente la cicatrización de la incisión. En muchas ocasiones,
el tejido conjuntivo responde a la implantación con una fibrosis. La biocompatibilidad
podría definirse com o la aceptabilidad biológica y el estudio de la interacción de los bio
materiales con los tejidos susceptibles de estar en contacto con ellos. Aunque en la pri
mera conferencia de Chester del año 1986 se elaboró un concepto de biocompatibilidad,
este término no se definió con claridad en la segunda conferencia de Chester de 1991, ya
que la biocom patibilidad no es una propiedad intrínseca de un m aterial, es decir, un
biomaterial no es en cualquier condición biocompatible. Este hecho se pone de m ani
fiesto por ejemplo con el polietileno de ultra alta densidad, que es un material bioinerte
cuando se utiliza en forma másica, com o acetábulo de prótesis articulares. En cambio, las
partículas de desgaste que se producen por la fricción producen reacción a cuerpo ex
traño, y com o consecuencia osteólisis y aflojamiento de la prótesis.
Las funciones que debe cumplir un biomaterial pueden ser muy variadas: desde una
función mecánica, com o en las prótesis ortopédicas hasta una función eléctrica, com o en
los m arcapasos o quim icobiológica com o en el caso de m em branas para diálisis. Por
otra parte, para ciertas aplicaciones son necesarios biomateriales biodegradables, y para
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292_______________________________________ J. A. Planell Estany, F. J. Gil M ur y M . P. Ginebra Molins
otras biom ateriales inertes que a la larga no encuentren ningún tipo de rechazo. En
cualquier caso, es imprescindible la estrecha colaboración entre expertos en ciencia de
materiales, expertos en física y química de superficies, biólogos celulares, y médicos y ci
rujanos de las distintas especialidades involucradas para evaluar y seleccionar los bio
materiales más adecuados para cada aplicación.
Biocompatibilidad
Además, la interacción debe considerarse tanto del implante hacia el tejido com o a la
inversa. Cualquier riesgo biológico que pueda ser consecuencia de la utilización de bio
materiales depende de una serie de factores, incluyendo el uso, frecuencia, duración de
la exposición, cantidad o identidad de sustancias migradas al cuerpo humano, así como la
actividad biológica de dicha sustancia.
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C a p it u l o 1 9 . B io m a te r ia le s ____________________________________________________________________________ 2 ^
y los leucocitos ocuparán la periferia; durante este período la principal función es la fa
gocitosis de partículas extrañas, y e ) existirá también la participación de mediadores
químicos en todo el proceso de la inflamación.
El proceso de la inflamación crónica depende del agente lesionante. La inflamación
crónica es la respuesta exudativa en la cual predom inan los fibroblastos acom pañados
de leucocitos, macrófagos, células plasmáticas y linfocitos. Puede producirse el llamado
granuloma que estará formado sobre todo por macrófagos y derivados. Durante el pro
ceso reparador los fibroblastos serán las células más abundantes.
El proceso de cicatrización constará de diferentes fases, en las que se producirá: aj fi
brina y neutrófilos; b) fibroblastos; c) macrófagos, y d) colágeno.
La respuesta del tejido conjuntivo cuando se implanta un biomaterial puede ser de dis
tintos tipos:
Com o factores que influyen en las distintas respuestas que un tejido puede presentar
frente a un implante, pueden mencionarse los efectos de la superficie, tanto físicos como
químicos, y las variables fisiológicas que incluyen edad, sexo, estado de salud, farm aco-
dinámica, etc.
El hueso responde de diversas maneras frente a los implantes, en función, por ejemplo, del
tipo de hueso, o de la relación que existe entre el hueso y el implante. También tienen im
portancia las tensiones producidas, así com o los distintos materiales utilizados. La reac
ción del hueso tiende hacia un crecimiento o remodelación ósea. Esta reacción es distinta
si se produce frente a un defecto óseo, frente a un implante monolítico o frente a partícu
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294_______________________________________ J. A. Planell Estany, R J. Gil M ur y M. P. Ginebra Molins
Respuesta de la sangre
Evaluación de la biocompatibilidad
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C a p í t u l o 1 9 . Biomateriales__________________________________________________________________ 295
sayos de mutagénesis y carcinogénesis. Entre las pruebas m vivo se encuentran los ensa
yos de hemolisis, implantes tisulares, irritación cutaneom ucosa, ensayos de sensibiliza
ción, inmunológicos, irritación ocular, toxicidad general, pirógeno e histoquímica enzi-
mática. Las pruebas se realizan siguiendo unas normas internacionales, y abarcan un gran
abanico de estudio. Los más utilizados son los cultivos celulares y los implantes tisulares,
pero es importante la respuesta global que puedan presentar todos ellos.
Materiales implantables
Materiales metálicos
Aceros inoxidables
Los primeros aceros inoxidables que se utilizaron para implantes fueron los austeníticos
de tipo 18 % C r - 8 % Ni. Posteriorm ente se añadió M o para m ejorar la resistencia a la
corrosión en agua salina. En la actualidad se utilizan aceros del tipo AISI 316 y 3 16L, con
contenidos de carbono inferiores al 0,08 y al 0,03 % , respectivamente.
Los aceros inoxidables martensíticos se utilizan para la fabricación de material qui
rúrgico. Por su parte, los aceros inoxidables ferríticos, aunque poseen una excelente re
sistencia a la corrosión bajo tensiones, tienen propiedades mecánicas y capacidad de en
durecim iento p or trabajo claram ente inferiores a la de los austeníticos, por lo que no
tienen ninguna aplicación. Los aceros inoxidables austeníticos de tipo 316L pueden llegar
a corroerse a largo plazo en el interior del cuerpo humano. Por ello estos materiales sólo
se utilizan y recomiendan en implantes temporales com o placas, tornillos y clavos utili
zados en traumatología para osteosíntesis.
Los aceros inoxidables austeníticos se endurecen por deformación con m ucha rapidez
y por consiguiente en muchos casos pueden trabajarse en frío sin recocidos intermedios.
Así, es posible obtener agujas con resistencia a la tracción de alrededor de L 4 0 0 MPa. Los
implantes de aceros inoxidables austeníticos se obtienen por trabajo en frío y rara vez se
someten a soldadura. Su superficie se pule y pasiva con ácido nítrico antes de esterilizar
y empaquetar. En la tabla 19-1 se relacionan algunas propiedades mecánicas de los aceros
inoxidables y otras aleaciones utilizadas com o biomateriales.
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296_______________________________________ J. A. Planell Estany, F. J. Gil Mur y M. P. Ginebra Molins
que en la actualidad sólo la aleación colable y la forjada CoN iCrM o se utilizan de for
m a habitual.
Los dos principales elementos de dichas aleaciones, Co y Cr, forman una solución só
lida de 65 % de Co y 35 % de Cr. El Mo se añade para obtener un tamaño de grano más
fino. Quizá la aleación con mayores posibilidades es la CoNiCrMo, que contiene un 35 %
tanto de Co com o de Ni. Esta aleación posee una excelente resistencia a la corrosión
bajo tensiones en agua de mar. Es muy difícil trabajarla en frío y en consecuencia sólo se
forja en caliente. Dicha aleación se utiliza también para sinterizar por H IP (prensado
isostático en caliente). Con la aleación colable CoCrM o se suelen moldear los implantes
utilizando el método de la cera perdida. El control de la temperatura del molde permite
controlar el tamaño de grano, así com o la distancia libre media entre carburos.
Estas aleaciones poseen un pobre com portam iento frente a la fricción, tanto entre sí
com o con otros materiales. Por ello las cabezas articulares de prótesis de Co-Cr, no se fa
brican del mismo material, y en general se utilizan cabezas cerámicas. La ductilidad de las
aleaciones forjadas es mayor, y también es mayor la resistencia a la tracción, no estando
claro si existen ventajas en cuanto al comportamiento respecto a la fatiga. Es de destacar
que el módulo elástico de dichas aleaciones está entre 220 y 235 GPa, es decir, entre un
10 y un 15 % superior al de los aceros inoxidables y el doble del correspondiente al Ti y
sus aleaciones. En consecuencia los m odos de transferencia de carga desde la prótesis al
hueso serán distintos en cada caso.
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C a p i t u l o 19. Biomateriales__________________________________________________________________ 2 ^
Otros metales
Materiales cerámicos
El uso de materiales cerám icos es bien conocido en odontología, pero su uso en otro
tipo de implantes médicos es relativamente nuevo. Teniendo en cuenta el tipo de res
puesta que inducen en el tejido circundante, puede establecerse una clasificación de las
biocerámicas en distintos grupos:
1. Cerámicas casi inertes, que provocan la formación de una cápsula fibrosa entre el te
jido circundante y la superficie del implante. Pueden ser utilizadas en forma densa o
porosa, para facilitar el crecimiento óseo entre los poros del implante, lo que confiere
a éste una fijación mecánica. Un ejemplo es la alúmina ( A I 2 O 3 ) , que fue la prim era
cerám ica utilizada ampliamente en la práctica clínica, en algunos com ponentes de
prótesis articulares y com o implantes dentales, por sus excelentes cualidades de resis
tencia mecánica y resistencia al desgaste.
2 . Cerámicas bioactivas, que provocan una respuesta biológica específica en la interfase
del material, que lleva a la formación de un enlace entre el tejido óseo y el implante.
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298_______________________________________ J. A. Planell Estany, F. J. Gil Mur y M. P. Ginebra Molins
Dentro de este grupo pueden distinguirse dos categorías muy amplias: los vidrios bio-
activos, y las cerámicas con hidroxiapatita y otros fosfatos de calcio.
3. Cerámicas reabsorbibles, que después de ser implantadas son reabsorbidas. El objeti
vo es que vayan siendo reemplazadas por el tejido óseo. Sin embargo, esto implica una
correlación entre la velocidad de reabsorción de la cerámica y la velocidad de regene
ración del hueso, que no siempre se produce. En este grupo se encuentran el sulfato
cálcico y ciertos fosfatos de calcio.
Alúmina
Su elevada dureza combinada con propiedades de baja fricción y bajo desgaste hacen de
la alúmina un material idóneo para prótesis articulares, a pesar de su fragilidad y de las
dificultades de fabricación. Dado que se acostumbra a obtener por sinterización, la poro
sidad desempeña un papel muy importante en las propiedades mecánicas.
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C a p í t u l o 19. Biomateriales 299
activo de estas cerámicas. Los resultados de implantación obtenidos hasta el momento, pa
recen indicar que el comportamiento de una cerámica de fosfato de calcio en el seno del
tejido óseo es más bioactivo cuanto más se asemeja en su composición de fases al mineral
óseo. La fase mineral del hueso no es una hidroxiapatita estequiométrica, sino una hidro-
xiapatita pobremente cristalizada, deficiente en calcio, con una relación molar Ca/P que
varía entre 1,67 y 1,50, cuya fórmula puede escribirse como Caio-x(HP0 4 )x(P 0 4 ) 6 -x(OH)2 -x.
Además, en su estructura existen iones carbonato y sodio. De ahí el creciente interés que se
está observando en el campo de las cerámicas de fosfatos de calcio por la obtención de ce
rámicas de hidroxiapatita no estequiométrica, de baja cristalinidad, parecidas a las apati
tas biológicas.
En cuanto a los procesos de obtención, las cerámicas densas de fosfatos de calcio se ob
tienen en general por sinterización. Este proceso consiste en com pactar el polvo de par
tida, obtenido comercialmente o en el laboratorio por precipitación, dándole la forma
deseada, y someterlo a un tratam iento térm ico a alta tem peratura, de 1.000 a 1.500 °C,
que m ediante difusión en estado sólido hace que las partículas de polvo se unan. En
función de las variables de procesado, com o la temperatura de sinterización, el tiempo o
la distribución del tam año de la partícula del polvo inicial, puede controlarse la porosi
dad de la cerámica obtenida. Deben destacarse los esfuerzos realizados para obtener po
rosidades que simulen la m icroestructura del hueso esponjoso, y que faciliten la osteoin-
tegración.
En la actualidad, los fosfatos de calcio son utilizados en diversas formas, según las ne
cesidades de cada aplicación: a) com o pequeños implantes de cerámica densa (p. ej., en el
oído m edio); b) com o implantes porosos para relleno de cavidades, en los cuales el cre
cimiento óseo actúa de refuerzo del propio implante; c) en form a de polvo o gránulos,
tam bién para rellenar defectos; d) com o recubrim ientos de implantes m etálicos, por
ejemplo en el caso de prótesis articulares, y e ) com o com ponente bioactivo form ando
materiales compuestos con otros materiales.
Las principales limitaciones de las cerámicas de fosfatos de calcio derivan de sus pro
piedades mecánicas. Com o la mayoría de las cerámicas, son bastante frágiles, tienen una
baja resistencia al impacto y resistencias a la tracción relativamente pequeñas. No existe
unanimidad en la bibliografía m édica en cuanto a las propiedades mecánicas de la hi
droxiapatita. Así, el módulo elástico puede variar entre 40 y 150 GPa, valores de todas
formas superiores a los que se obtienen al ensayar tejidos mineralizados com o la denti
na o el hueso cortical, donde el módulo de Young varía entre 10 y 40 GPa. La resistencia
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300_______________________________________ J. A. Planell Estany, F. J. Gil Mur y M. P. Ginebra Molins
a la compresión es inferior a 500 MPa y la dureza no es superior a 5 GPa. Todo ello indi
ca que el com portam iento mecánico de la hidroxiapatita es claramente inferior al de la
alúmina y otras cerámicas. Una de las propiedades relevantes es la fatiga estática, es de
cir, el tiempo de fractura cuando se le aplica una carga constante en un medio acuoso,
similar al fisiológico. La fatiga estática es una propiedad que debe tenerse en cuenta en las
cerámicas, a diferencia de la fatiga dinámica que se mide en los demás materiales. En el
caso de la hidroxiapatita, cabe destacar que su tiempo de fractura en medio acuoso y bajo
una carga de 40 M Pa en condiciones de fatiga estática es inferior a un m inuto, lo que
significa que en estado denso y com o elemento único sustitutivo del hueso es totalmente
inapropiada.
En la práctica clínica se presentan algunos inconvenientes derivados de los procesos de
obtención de las cerámicas de fosfatos de calcio. La sinterización a alta temperatura im
plica que deben ser preformadas, y pueden presentar problemas de una mala adaptación
a la cavidad ósea que se pretende llenar, con la consiguiente falta de fijación. Para obtener
un mejor llenado de la cavidad se ha recurrido en ocasiones a la utilización de gránulos.
Sin embargo, es frecuente que se produzca la migración de éstos fuera del lugar de im
plantación.
Un primer paso para superar estos inconvenientes se dio en los años ochenta, al des
cubrirse la posibilidad de obtener hidroxiapatita monolítica a tem peratura ambiente, a
partir de una reacción de tipo cemento entre una fase sólida formada por polvos de fosfa
tos de calcio, y una fase líquida. Se añadían así a las propiedades de biocompatibilidad y
bioactividad de las cerámicas de fosfatos de calcio, unas características específicas de los ce
mentos, com o la moldeabilidad y la capacidad de fraguar in situ, que podían resolver los
problemas de fijación y adaptación planteados por las cerámicas de fosfatos de calcio.
Carbonos
Los carbonos pueden obtenerse de form as muy distintas: alotrópico, cristalino (dia
mante y grafito), vitreo casi cristalino y pirolítico. De entre ellos sólo el carbono pirolíti-
co se utiliza ampliamente en la fabricación de implantes.
Los carbonos pueden depositarse sobre superficies de implantes a partir de un gas de
hidrocarburo en un lecho fluidificado a temperatura controlada. La anisotropía, la den
sidad, el tam año cristalino y la estructura del carbono depositado pueden controlarse a
través de la tem peratura, com posición del gas fluidificante, geometría del lecho y p er
manencia de las moléculas de gas en el lecho. Todo ello es importante puesto que deter
mina la estructura del depósito y en consecuencia su com portam iento m ecánico. Re
cientemente, se ha conseguido depositar con éxito carbono pirolítico sobre las superficies
de implantes vasculares. Dicho carbono es lo suficientemente delgado com o para no
impedir la flexibilidad de los injertos y a la vez presenta una excelente compatibilidad con
la sangre.
Materiales poliméricos
Las posibilidades que ofrecen los polímeros para ser implantados en el cuerpo humano
son muy numerosas debido a que pueden fabricarse con facilidad en geometrías muy dis
tintas com o fibras, tejidos, pehculas y bloques de diferentes tam años y form as. Cabe
destacar que en realidad los constituyentes principales de los tejidos naturales no son más
que estructuras poliméricas, y en este sentido los polímeros sintéticos poseen una gran si
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C a p í t u l o 19. Biomateriales 301
militud con aquéllas. Sus aplicaciones comprenden cementos óseos acrílicos, sustitutos
de venas o arterias, fibras de sujeción de órganos, hilos de sutura, etc.
Un aspecto que no hay que olvidar al estudiar los biomateriales poliméricos es que los
polímeros se deterioran con cierta facilidad debido a factores químicos, térmicos y físicos.
Sin entrar a analizar procesos específicos, conviene mencionar el deterioro debido a la es
terilización. Todas las técnicas de esterilización contribuyen al deterioro del polímero
considerado. La esterilización por calor seco se lleva a cabo entre 160 y 190 °C, lo cual está
por encima de las tem peraturas de reblandecimiento o de fusión de la mayoría de ter-
moplásticos. Por su parte, la esterilización por vapor o autoclave se realiza entre 120 y
135 °C. En este caso no sólo la temperatura es importante, sino que el vapor de agua pue
de atacar enlaces en determinados polímeros. Agentes químicos com o óxidos de etileno
o de propileno en forma de gas, y soluciones fenólicas y de hipocloruro pueden utilizar
se a bajas temperaturas, aunque estos métodos requieren mucho tiempo, son más costo
sos y a veces los agentes químicos pueden ser altamente tóxicos y difíciles de eliminar o
simplemente pueden causar el deterioro del polímero. Por último, la esterilización por ra
diación deteriora, por encima de ciertas dosis, toda clase de polímeros tanto al rom per
cadenas com o al recombinar enlaces.
Una vez mencionado este aspecto, a continuación se describen brevemente algunos de
los materiales poliméricos más utilizados com o biomateriales.
PoHolefinas
Dentro de esta categoría se incluyen los polímeros lineales termoplásticos com o el polie-
tileno y el polipropileno. El polietileno se encuentra en el mercado en tres grados funda
mentales: baja y alta densidad y ultra-alto peso molecular. Su estructura consiste en una
unidad repetida de tipo - ( C H 2 - C H 2 )n-- Su índice de cristalinidad puede alcanzar el
80 % . El polietileno de ultra-alto peso molecular es muy utilizado en implantes ortopé
dicos, sobre todo en superficies sometidas a fuertes tensiones, com o el cotilo de las pró
tesis de cadera o el plato tibial en prótesis de rodilla. No existe para este material ningún
disolvente conocido a tem peratura ambiente. Para producirlo no pueden utilizarse sis
temas de extrusión o de moldeado convencionales.
Por su p arte, la unidad básica del polipropileno tiene una estru ctu ra de tipo
- ( C H 2 - C H 2 C H 3 )n-. Según la posición del grupo metilo, existen tres tipos de polipro
pileno: atáctico, isotáctico y sindiotáctico. Los materiales isotácticos pueden poseer un
95 % de cristalinidad. Las propiedades del polipropileno dependen en gran medida del
porcentaje de material isotáctico presente, de la cristalinidad y del peso molecular, que
al aumentar, incrementarán la densidad, la tem peratura de reblandecimiento y la resis
tencia al ataque químico. Debido a la excelente resistencia a la flexión del polipropile
no, se utiliza com o bisagra moldeada para prótesis articulares de dedos. Posee también
un excelente com portam iento frente al agrietamiento bajo tensiones en ambientes hos
tiles.
PoUamidas
Las poliamidas se conocen también com o nailons. Presentan una excelente capacidad
para ser transform adas en fibras debido al enlace de hidrógeno entre las cadenas, así
com o un alto grado de cristalinidad lo cual incrementa su resistencia en la dirección de la
fibra. Sin em bargo, los enlaces de hidrógeno pueden ser destruidos en condiciones in
vivo, p or lo cual es posible utilizar estos m ateriales en aplicaciones biodegradables.
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302_______________________________________ J. A. Planell Estany, R J. Gil Mur y M . P. Ginebra Molins
com o suturas absorbibles. La atracción entre cadenas a través de los enlaces de hidróge
no, está controlada por la presencia de grupos de la forma -C O N H -. El número y distri
bución de dichos grupos son los que determinan sus propiedades.
Polímeros fluorocarbonados
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C a p í t u l o 19. Biomateriales__________________________________________________________________ 303
la del polietileno, salvo que los átomos de hidrógeno han sido sustituidos por átomos de
flúor: - ( C F 2 - C F 2 )n - Su cristalinidad es elevada (más del 94 % de cristalinidad), y tam
bién su peso molecular y su densidad muy elevada (2,2). Su resistencia a la tracción y su
módulo de elasticidad son bajos (17-28 MPa y 0,5 GPa, respectivamente). Posee además
un coeficiente de fricción muy bajo ( 0 , 1 ), por lo que es ideal para superficies de contacto.
El PTFE no puede moldearse por inyección ni extruirse, debido a su elevada viscosidad
y a que no puede plastificarse. Por ello, para producir implantes, su polvo debe sinteri-
zarse por encima de los 327 °C y bajo presión.
Poliésteres biodegradables
Para que un polím ero reabsorbible sea biocom patible es necesario que los productos
resultantes de su degradación no sean tóxicos, y a ser posible sean metabolitos que pue
dan incorporarse a alguno de los ciclos m etabólicos del organismo hum ano. Con este
criterio se han desarrollado los sistemas que derivan de hidroxiácidos (ácido láctico,
ácido glicólico).
El ácido poliglicólico (PGA) es un poli (a-hidroxi-éster) de fórm ula - ( C H 2 - C O O ) n - ,
que se utiliza sobre todo para hilos de sutura reabsorbibles. El ácido poliláctico (PLA) es
también un poliéster, con fórmula - ( C H 2 C H 3 -C O O )n -. La presencia de carbonos asi
métricos en distintas posiciones de su molécula da lugar a cuatro diastereoisómeros, de
nominados L-, D -, Meso- y racémico. La polimerización de los distintos diastereoisóme
ros produce polímeros estereorregulares con una distribución de secuencias que depende
de la forma de adición de las unidades estructurales. Sus propiedades mecánicas y el com
portamiento biodegradativo dependen no sólo del peso molecular y de la distribución de
pesos moleculares, sino también de la pureza de enantiómeros. En concreto, el m ante
nim iento de la resistencia m ecánica de los implantes de PLA depende directam ente
del contenido de estereosecuencias del enantiómero L-láctico. Una de las aplicaciones del
PLA es com o dispositivos reabsorbibles de aplicación en osteosíntesis para la fijación de
fracturas óseas, com o placas y tornillos.
Se utilizan también copolímeros PLA-PGA para la fabricación de suturas y para sis
temas de dosificación o liberación controlada de fármacos.
Gomas
En la fabricación de implantes se han utilizado tres tipos de gomas: silicona, goma na
tural y gomas sintéticas. En general se acepta que una gom a tiene la propiedad de po
der ser estirada repetidamente a tem peratura ambiente hasta al m enos el doble de su
longitud original y es capaz de recuperar con fuerza su longitud original al cesar la ten
sión aplicada. La capacidad de la gom a para ser estirada se debe a la estructura cis en
sortijada del pohisopreno. El que se pueda repetir el estiramiento se debe a los enlaces
reticulares entre cadenas. La cantidad de enlaces reticulantes determina la flexibilidad de
la goma.
La gom a natural se obtiene a partir del látex del árbol Hevea brasiliensis. En form a
pura se trata de un material compatible con la sangre, en particular si se retícula por ra
yos X o mediante peróxidos orgánicos en lugar de aplicar la vulcanización convencional
con azufre.
Las gomas sintéticas se desarrollaron para sustituir la goma natural. Existen tres tipos
fundamentales: SBR (copolímero de estireno-butadieno),butil (copolímero de isobutile-
no-isopreno) y neopreno (policloropreno).
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304 J. A. Planell Estany, F. J. Gil M ur y M . P. Ginebra Molins
La goma de silicona es uno de los pocos polímeros desarrollados para uso médico. Se
obtiene con bajo peso molecular y baja viscosidad y puede reticularse para conseguir un
material de características gomosas. Pueden utilizarse dos tipos distintos de vulcaniza
ción (reticulación): por calor o a tem peratura ambiente. En cada caso se utilizan dife
rentes tipos de agentes reticulantes. Estas gomas pueden utilizar polvo de sílice (SÍO 2 )
com o carga para mejorar las propiedades mecánicas.
Resumen
El cam po de la ciencia y la tecnología de los biomateriales es joven y sólo se ha consoli
dado en los últimos quince a veinte años. Por ello todavía no existe una sólida norm ati
va relativa a la evaluación del com portam iento biológico de los biomateriales ni de su
com portam iento a largo plazo in vivo. El presente trabajo pretende introducir el con
cepto de biomaterial, así com o describir sus tipos y sus aplicaciones médicas y quirúrgi
cas. El tema de los biomateriales es un área interdisciplinaria donde deben intervenir tan
to ingenieros mecánicos y de materiales, como biólogos celulares, médicos y cirujanos. La
primera característica que debe cumplir todo biomaterial es ser biológicamente acepta
ble. En consecuencia, se analiza en prim er lugar el concepto de biocompatibilidad y las
técnicas habituales para evaluarla. A continuación se describen los tipos de materiales
que se emplean com o biomateriales en tecnología médica o bioingeniería. Por último se
hace una descripción de los mecanismos o sistemas en los que encuentran aplicación los
biomateriales. Estos aparatos abarcan un espectro tan amplio que comprende desde su
turas hasta prótesis vasculares u ortopédicas y órganos artificiales.
BIBLIOGRAFIA
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Williams DF. Tissue-Biomaterial Interaction. J Mater Sci 1987; 22: 3421-3445.
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Capítulo 20
Conceptos básicos sobre osteosíntesis
R. O r o z c o D elclo s y J. M. Sales P érez
Definición
La osteosíntesis es el procedimiento quirúrgico por el cual se estabilizan fragmentos óseos
por medio de implantes metálicos situados en contacto directo con el hueso, atendiendo
a normas biológicas y mecánicas. También se llama “fijación interna”, en contraposición
a la “fijación externa” u osteotaxis, que se realiza con explantes o tutores externos.
Objetivos
El objetivo de cualquier osteosíntesis debe ser conseguir una estabilidad suficiente y du
radera entre los fragmentos óseos que permita la fiinción inmediata del miembro afec
tado, mientras se forma el callo curativo.
Estos objetivos de carácter biológico y mecánico se consiguen mediante:
Principios de la técnica
La técnica quirúrgica de osteosíntesis se fundamenta en principios biológicos y mecánicos.
Principios biológicos
El abordaje quirúrgico de un hueso para reducir una fractura, tratar una seudoartrosis o
fijar una osteotomía, requiere, de forma inevitable, la disección de partes blandas. Cuan-
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306 R. Orozco P eíd o s y J. M. Sales Pérez
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C a p í t u l o 20. Conceptos básicos sobre osteosintesis 307
Principios mecánicos
Medios de osteosintesis
Para conseguir la estabilidad inmediata y duradera, a favor de la compresión, se utilizan
diversos implantes, solos o combinados. Cada implante debe cumplir una función pre
determinada.
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308 R. Orozco P eíd o s y J. M. Sales Pérez
Su misión principal es realizar compresión entre dos fragmentos. Para que ejerzan trac
ción de un fragm ento sobre otro, el paso de rosca sólo deberá hacer presa en un frag
mento, el opuesto al de la introducción del tornillo. Si se utiliza un tornillo de cortical,
con fileteado total, deberá agrandarse su agujero de entrada en la primera cortical para
que sólo realice presa en la segunda. Los tornillos de esponjosa con fileteado distal, de
berán colocarse de forma que la totalidad del fileteado quede situado en la masa espon
josa contralateral, ya que si parte de la rosca ocupa ambos fragmentos, la compresión es
imposible (fig. 20-3).
La utilización de tornillos para aplicar la placa al hueso, no requiere agrandar su agu
jero de entrada. Sin em bargo, pueden realizar com presión interfragm entaria al pasar
por uno de los agujeros de la placa, si se agranda su paso por la primera cortical.
Placas rectas
Se utilizan com o implantes protectores de la com presión ejercida por los tornillos de
tracción. Cuando se moldean con una técnica específica y utilizan correctam ente los
tornillos que penetran por sus agujeros, se consigue con la placa un efecto añadido de
compresión axial.
En el fémur y la tibia siempre deben colocarse tornillos de compresión interfragmen
taria y reservar el efecto de la placa com o protección o neutralización de las solicitaciones
que inciden sobre el foco comprimido (fig. 2 0-4). En la extremidad superior es recom en
dable utilizar el mismo principio, pero si es imposible, la placa tensada para compresión
axial puede ofrecer suficiente estabilidad para la función (placa con efecto de soporte).
Cualquier placa recta debe ser moldeada para aplicarla exactamente sobre las super
ficies curvas y en algunos casos torsionadas para adaptarlas al perfil de las corticales (ti
bia). Este aspecto mecánico es fundamental, porque de no observarse, al atornillar con
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C a p i t u l o 20. Conceptos básicos sobre osteosintesis 309
Placas anguladas
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310 R. Orozco Delclos y J. M. Sales Pérez
Figura 2 0 -5 . Fractura diafisaria del fé Figura 20-6. Fractura supracondílea del fémur. Re
mur. Compresión interfragmentaria de la ducción anatómica. Fijación por placa de 95° tensa
fractura por un tornillo de tracción obli da y aporte de injerto óseo. Osteosíntesis estática.
cuo, a través de la placa. La placa actúa
como protección del efecto del tornillo, el
cual representa el implante principal. Os-
teosíntesis estática.
Figura 20-7. Fractura del cuello femoral. Reducción anatómica y fijación por placa de 130°. Se ob
serva el progresivo empotramiento de ambos fragmentos, la penetración de la lámina en la cabeza
femoral y la expulsión lateral del tornillo. Osteosíntesis dinámica.
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C a p i t u l o 20. Conceptos básicos sobre osteosíntesis 311
Figura 20-8. Fractura de la región subtrocantérea del fémur. Osteosíntesis con DHS. Puede obser
varse cómo la compresión dinámica origina la expulsión lateral de los tornillos los cuales no pe
netran en la cabeza femoral.
En la práctica, la placa de 130° ha sido ampliamente sustituida por las placas con tor
nillo de compresión dinámica (DHS) que facilita este tipo de compresión en las fracturas
de la región proximal del fémur (fig. 2 0-8). Este implante nada tiene que ver con la placa
de 95° provista de tornillo de compresión (DCS), cuya función es de soporte y estática.
Las placas con tornillo deslizante ofrecen com o ventaja la facilidad de orientar el torni
llo con la ayuda de agujas cuya posición puede visualizarse con RX. Tienen com o incon
venientes su mayor volumen y rigidez.
Clavos intramedulares
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312 R. O rozco Delclos y J. M. Sales Pérez
rrojo bloquea las rotaciones y evita el colapso del foco fracturario que queda suspendido en
tre los tornillos y alineado por el clavo. Aunque la técnica parece lógica y fácil, en la práctica
ofrece multitud de complicaciones secundarias si no se realiza la indicación con precisión.
De lo expuesto se desprende que la compresión favorece la estabilidad: el clavo doble
mente encerrojado bloquea la compresión y puede ser causa de retraso de la consolidación
y seudoartrosis. La palabra “dinamizarlo” expresa precisamente el acto de extirpación de
los tornillos de un extremo, para que el clavo realice su función básica de osteosíntesis di
námica. Con frecuencia, las solicitaciones funcionales precoces, que justifican y son obje
tivo primordial de toda osteosíntesis, causan la rotura de los tornillos-cerrojo por cizalla-
m iento, en cuyo m om ento la fractu ra se com prim e o colapsa. Es entonces cuando
consolida. En las indicaciones adecuadas (algunos polifracturados) y con una técnica
perfecta (com o ocurre con cualquier tipo de osteosíntesis) este tipo de enclavado es eficaz.
Alambres
Los alambres son implantes muy poco resistentes a todas las solicitaciones, excepto a la de
tracción. Por esta razón sólo se utiliza, en general apoyado sobre agujas de Kirschner,
con una función de obenque y por tanto situado en la cara de tracción del hueso, de tal
forma que al ser solicitado aumenta su tensión y comprime aún más la fractura. Si no se
realiza este efecto secundario, el obenque es inefectivo y probablemente se romperá. Su
principal indicación se encuentra en las fracturas de rótula, de olécranon y en arranca
mientos apofisarios (fig. 2 0 - 1 0 ).
Combinaciones de principios
El arte de la osteosíntesis consiste en combinar adecuadamente el m enor número de im
plantes para aprovechar al máximo sus efectos mecánicos y conseguir una mejor estabi
lidad inmediata.
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C a p í t u l o 20. Conceptos básicos sobre osteosíntesis 313
ERRNVPHGLFRVRUJ
314 R. O rozco Pélelos y J. M. Sales Pérez
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C a p í t u l o 20. Conceptos básicos sobre osteosíntesis 315
Osteosíntesis biológica
En los últimos años se ha utilizado con frecuencia el térm ino “osteosíntesis biológica”,
que suele identificarse con los montajes de osteosíntesis en los que se han empleado po
cos tornillos o clavos delgados. Este término, por otra parte muy antiguo, induce a m u
chas confusiones y constituye un gran error conceptual. De hecho, los autores modernos,
miembros del grupo AO, que han rememorado el término, lo reservan para las fracturas
multifragmentarias de la diáfisis femoral.
La palabra “biológica” es seductora, y en la interpretación que suele dársele, juega a fa
vor de los detractores de las técnicas de osteosíntesis. En realidad, el respeto por la biolo
gía ósea constituye un objetivo, desde los inicios de la técnica (1950) propuesta por Mau-
rice E. Müller y el grupo AO. El fin biológico que persigue la osteosíntesis es la curación
de la fractura, lo cual se consigue respetando la vascularización de los fragmentos y ofre
ciéndoles la estabilidad necesaria y suficiente para que el hematoma en evolución pueda
mineralizarse y ser entonces revascularizado, o se realice una consolidación directa p er
primam.
El ahorro indiscriminado de material de síntesis puede producir inestabilidad o colo
carla en el límite de su eficacia, siendo causa inexorable de retraso de la consolidación y
seudoartrosis. El exceso de implantes es innecesario o francam ente perjudicial porque
aumenta la rigidez de un segmento óseo y provoca stress protection o simplemente p or
que destruye la masa ósea. Así pues, debe entenderse com o técnica “biológica”, no aque
lla que utiliza pocos implantes, sino la que ofrece estabiUdad suficiente, necesaria y con
tinuada para conseguir la consolidación.
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316 R. Orozco P eíd o s y J. M. Sales Pérez
Injerto óseo
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C a p i t u l o 20. Conceptos básicos sobre osteosíntesis 317
Cemento
Las pérdidas de sustancia ósea en huesos muy osteoporóticos, fracturas del anciano, de
ben ser sustituidas com o las del joven o adulto. Sin embargo, en muchas ocasiones, ade
más de la pérdida real o relativa que representa el aplastamiento trabecular, existe una
verdadera dificultad e incluso imposibilidad de que los tornillos hagan presa en las co r
ticales o esponjosa poróticas.
En estas circunstancias hay que recordar, una vez más, que es imprescindible conse
guir una estabilidad duradera. El recurso estriba en la utilización de cemento acrílico, con
preferencia mezclado con antibiótico. Debe tenerse en cuenta que si el cemento se sitúa
entre líneas de fractura, impide la consolidación. Por tanto, debe observarse una técnica
estricta, sobre la base de una indicación ponderada, com o rescate (fig. 20-14).
No existe ningún producto que sustituya con ventaja el poder biológico neoformador del
injerto autólogo. El hueso liofílizado es útil para sustituir masas perdidas de hueso es
ponjoso, sobre todo si se mezcla con injerto autólogo. En la actualidad se están ensayan
do com o sustitutos las proteínas morfogenéticas y cementos con hidroxiapatita, cuyos re
sultados habrá que evaluar en el tiempo.
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318__________________________________________________________R. O rozco P eíd o s y J. M. Sales Pérez
Rehabilitación
El objetivo principal de la osteosíntesis es conseguir la recuperación funcional precoz,
mientras se está formando el callo curativo. La estabilidad que ofrece la osteosíntesis es
la causa de la ausencia de dolor que permite la movilización inmediata y “espontánea”
del miembro. Hacemos especial énfasis en que la movilización debe ser activa por parte del
paciente. La fisioterapia, com o asistencia externa, no es una consecuencia inevitable sino
todo lo contrario. Cuando sea precisa, debe ser cuidadosa, sin forzar la osteosíntesis, y
en cualquier caso sólo favorecedora de movimientos activos. El consejo del cirujano que
ha realizado la intervención es imprescindible, com o lo es la cualificación técnica del fi-
sioterapeuta, el cual, en situación ideal, debería asistir al acto quirúrgico.
Deporte
Una vez consolidada la fractura, el paciente puede realizar deporte aun sin extirpar los
implantes. En personas jóvenes es aconsejable la extirpación del material de síntesis en
la extrem idad inferior, después de 18 meses de la intervención. Una vez extirpado, no
debe efectuarse ningún deporte, en especial el esquí, durante 2 a 3 meses.
Resumen
La técnica quirúrgica requiere un respeto estricto de los tejidos y montajes estables du
raderos que permitan la función activa precoz.
Las fracturas articulares requieren reducción anatóm ica y movilización precoz, por
lo que todas pueden beneficiarse de la osteosíntesis. Casi todas las fracturas diafísarias
pueden beneficiarse de la osteosíntesis si se pretende reducirlas anatómicamente y favo
recer la función precoz.
Para que sea adecuada la indicación de osteosíntesis, se requiere: preparación cientí
fica y técnica del cirujano, planificación preoperatoria minuciosa, disponer de “todo” el
instrumental e implantes y medios de asepsia hospitalaria rigurosos. Los grandes fraca
sos y los errores que se cometen en el tratamiento quirúrgico de fracturas y seudoartro-
sis son debidos a la infravaloración de cualquiera de estos tres puntos.
BIBLIOGRAFÍA
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Capítulo 21
Biomecánica de la fijación externa en la patología
del aparato locomotor: conceptos básicos
J. M. Sa l ó O r f il a
Introducción
El tratamiento de las lesiones del aparato locomotor, requiere hoy en día gran cantidad y
calidad de recursos técnicos. Los recientes avances en esta especialidad han proporcio
nado al cirujano ortopédico numerosas opciones terapéuticas que le permiten éxitos cada
vez más notables.
Este incuestionable progreso ha exigido y exige al profesional un gran bagaje de cono
cimientos que están incluidos en otros campos de las ciencias.
La fijación externa (FE) es en la actualidad un método útil y aceptado para el trata
miento de las fracturas, en especial aquellas en las que existe lesión de partes blandas, en
los politraumatizados, en infecciones o pérdidas de sustancia. Resulta también impres
cindible para llevar a cabo diversos procedimientos ortopédicos entre los que destacan los
alargamientos segmentarios.
Para poder optimizar el rendimiento de este método terapéutico, es necesario conocer
unos conceptos básicos sobre el com portam iento m ecánico de los dispositivos que el
mercado pone a disposición del profesional, lo cual tiene una trascendencia práctica de
primera magnitud y que, por tanto, todo cirujano ortopédico debe saber.
El fijador externo es un instrumento relativamente nuevo. Los primeros diseños co
nocidos datan de finales del siglo pasado y principios de éste. Malgaigne (1853) y Lam-
botte (1907) dejaron constancia de sus primeros fijadores. Sin embargo, el primer estu
dio y diseño con base científica se debe al suizo Raoul Hoffmann quien estandariza el
método denominándolo osteotaxis, fabricando un conjunto de piezas adaptables para
poder con struir todo tipo de m ontajes. Posteriorm ente, Anderson (1 9 3 4 ), Charnley
(1 9 4 8), Judet (1956), Vidal (1968), Lazo (1986), Ilizarov (1987), Monticelli (1989) y m u
chos otros han acumulado gran experiencia en los diversos usos de la fijación externa, lo
que nos permite hoy en día tener una base sólida de conocim ientos para poder utilizarla
con las mayores garantías de éxito.
Sin embargo, no debemos olvidar que el hueso se com porta com o un material aniso-
trópico (que tiene diferentes propiedades físicas en diversas direcciones) y a la vez es vis-
coelástico (sus propiedades cambian según la carga a que es sometido).
Por ello, con el objetivo de encontrar el material y el diseño óptim os, la FE ha sido
objeto en los últimos años de profundos estudios biomecánicos, en los que, com o se ex
pone a lo largo de este capítulo, se ha analizado cuidadosamente el com portam iento de
los diferentes fijadores, su rigidez y estabilidad en función de su diseño, los materiales, la
disposición de los diferentes montajes, el núm ero de clavos, sus características físicas y
ERRNVPHGLFRVRUJ
320______________________________________________________________________________ J. M. Saló Orfila
la técnica de implantación [Chao (1981), Behrens (1988), Kummer (1991), Caja (1994),
Gil Mur (1995) etc.].
1. Los clavos, agujas, fichas o “pins”: piezas que van ancladas al hueso y al fijador.
2. Las conexiones: sistema de sujeción entre los clavos y el cuerpo del fijador.
3. El cuerpo del fijador o soporte: presentan unas forma lineal o circular, rígida o articulada.
Por medio de la inserción de los clavos en el hueso, se pretende conseguir la m áxima es
tabilidad, al mismo tiempo que se ocasiona la mínima lesión de los tejidos y se obtiene
la unión del clavo con el esqueleto.
La integridad de la interfase hueso-clavo es el punto crítico del sistema. Los clavos
tienden a aflojarse lo cual provoca el fallo de la fijación, en especial en aquellos coloca
dos en zonas metafisarias. Por ello, deben seleccionarse los clavos que reúnan las condi
ciones más apropiadas para su inserción en el hueso.
Debemos distinguir entre los clavos cuyas características mecánicas dependen exclu
sivamente de su rigidez y metalurgia, de los sistemas que utilizan agujas a tensión puesto
que su comportamiento es muy distinto y depende de otros factores. El análisis del alam
bre tensado se expone en otro apartado.
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C a p i t u l o 21. Biomecánica de la fijación externa en la patología del aparato locom otor 321
Figura 21-1.
La deformación del clavo
sometido a carga se
calcula según esta
fórmula en la que I es el
momento de inercia y E
es el módulo de Young.
I = 0,05 X D**
Clavos lisos
Es posible la FE del hueso mediante el uso de clavos lisos del mismo tipo que los utiliza
dos para la colocación de tracciones esqueléticas. Fueron muy empleados en aparatos an
tiguos diseñados para intervenciones ortopédicas (Anderson, Charnley).
Este tipo de clavos pueden ser colocados manualmente por im pactación, sin necesi
dad de m otor. Sin embargo, tienen varios inconvenientes ya que es necesario que atra
viesen las dos partes de la extremidad y su resistencia m ecánica al deslizamiento lateral
es muy débil.
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322 J. M. Saló Orfila
Para obviar uno de los principales defectos de los clavos lisos, es decir, su desplazamiento
lateral, se diseñó un clavo autoperforante con una parte roscada, continua o discontinua,
en su parte central (Hoffmann) que queda anclada a las corticales. Este tipo de clavo, to
davía se utiliza en la actualidad siempre y cuando se desee m ontar una FE transfixiante,
es decir, que atraviese por completo toda la extremidad con el fin de realizar un montaje
en doble cuadro (Vidal), com o se expone más adelante.
Se han realizado varios estudios con el fin de establecer el diámetro y el diseño ideal de es
tos clavos, combinando su rigidez con la m enor debilitación del hueso.
Hay que distinguir (fig. 2 1 -2 ), el diámetro mayor, el diámetro m enor o del ánima, el
paso de rosca o distancia entre cada espira y el perfil de la rosca.
El diám etro mayor que ha resultado más idóneo es de 5 m m (Seligson, 1984). En la
práctica, los clavos más usados tienen diámetros entre 5 y 6 m m. Los clavos de Hoffinann,
AO y otros, son de 5 m m . Orthofix, dispone de clavos de 5 y de 6 m m y el de Wagner es
de 6 mm.
El diseño del paso de rosca determ inará la resistencia del clavo a la tracción o pulí
out. Puede comprenderse con facilidad que con un diámetro del ánima menor, en rela
ción con el diám etro mayor, se obtendrá una mayor superficie de la espira y por tanto
un mejor agarre. Prácticamente en todos los clavos, este diámetro menor mide 4 mm .
La distancia entre las espiras varía entre 1,5 m m (Hoffmann) y 2,7 (Schantz). El tér
mino medio de 1,8 (Orthofix) resulta el más adecuado. Por lo general, se dispone de dos
tamaños de clavo con diferente paso de rosca para ser utilizados en el hueso cortical o en
el hueso esponjoso.
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C a p i t u l o 2 1 . Biom ecánica de la fijación externa en la patología del aparato locom otor 323
Por último, debe prestarse atención a la forma de la espira, que puede ser en “V”, es de
cir, simétrica (Orthofix, Hofímann, Howmedica), o en forma de contrafuerte con un lado
plano (AO, Wagner). Este último modelo es menos resistente.
Merece destacarse el hecho de que la parte roscada de algunos clavos (Orthofix) tiene
una forma cónica. Si bien ello presenta algunas ventajas entre las que destaca la posibili
dad de obtener siempre un mejor agarre cuanto más se introduzca en el hueso, hay que
recordar que no permite ningún retroceso ya que perdería toda su solidez.
Agujas
Mención especial merece la fijación del esqueleto mediante agujas transfixiantes coloca
das a tensión mediante tensores apropiados. Las agujas o alambres tienen un diámetro de
1,5 o 1,8 m m , y se som eten a una tensión de alrededor 90 a 130 kg lo que les confiere
una resistencia y elasticidad similares a las del hueso (fig. 2 1-3).
A pesar de las ventajas de estos sistemas, las agujas tienden a deslizarse por lo que es
imprescindible situar por lo mínimo dos agujas cruzadas con un ángulo nunca inferior
a 45°, lo que en muchas ocasiones obliga a la transfixión de grupos musculares o al paso
de las agujas por zonas inseguras.
Conexiones
Los clavos o agujas, una vez insertados en el hueso, deben lógicamente conectarse con el
cuerpo del fijador de form a sólida. Cada tipo de fijador dispone de un sistema de cone
xión propio (fig. 21-4):
Conexión simple
Se trata de una mordaza que solidariza cada clavo directamente con el soporte del fijador
(Asif, Zim m er), por lo común mediante un tornillo de bloqueo. Ofrece una buena soli
dez y una serie de ventajas e inconvenientes.
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324 J. M. Saló Orfila
Conexión simple
----------- 3
7-----------
>
ó ® "i-----------
-----------
.a
Entre las ventajas, destaca el hecho de que cada clavo puede ser posicionado de la for
m a más adecuada lo que permite una infinidad de posibles combinaciones; la distancia
entre ellos puede ser elegida libremente y es posible añadir nuevos clavos.
Entre los inconvenientes, hay que señalar el hecho de que no permiten la movilización
de los fragmentos óseos después de su colocación ni correcciones rotacionales.
Mordaza
El sistema de sujeción de los clavos mediante mordazas se ha impuesto, tanto en los fija
dores monolaterales (Wagner, Hoffmann, Orthofix, LC, etc.) com o en los transfixiantes.
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C a p it u l o 21. Biom ecánica de la fijación externa en la patología del aparato locom otor_______ 3 ^
En este sistema, los clavos que se insertan en cada uno de los fragmentos principales
que deseamos controlar, se agrupan en número de dos, tres o cuatro y son fijados por una
pieza única que los contiene.
Ello perm ite una fijación sólida, que perm ite la m anipulación de los fragm entos,
controlar tensiones en alargamientos, etc. Al mismo tiempo, en casi todos los fijadores es
tas mordazas tienen una libertad de movimiento con respecto al cuerpo de aquél. En al
gunos (W agner), sólo en unos ejes y con restricciones; en otros más modernos, la liber
tad es casi total (Orthofix, LC, Kirschner, etc.) en los tres planos del espacio.
Si se practica una fijación transfixiante bilateral, la ventaja del sistema es evidente, y
permite combinaciones en doble o triple cuadro (Hoffmann-Vidal).
Los inconvenientes del sistema de mordaza son básicamente tres. El primero y más
importante es que debe disponerse de un fragmento óseo lo suficientemente grande para
dar cabida a 2 o 3 clavos. El segundo estriba en el hecho de que si debe retirarse un clavo,
por ejemplo por intolerancia o infección, debe soltarse toda la sujeción. La tercera des
ventaja consiste en la limitación relativa para la colocación de los clavos en diferentes po
siciones.
Hoy en día disponemos de multitud de aparatos, algunos de ellos muy sofisticados y que
pueden tener aplicaciones específicas. Por ello, es un error generalizar ya que podemos
decir que determinado fijador es el más indicado para un procedimiento concreto y, sin
embargo, puede comportarse de modo insuficiente para otra alteración.
Asimismo, hay que señalar la evolución sufrida en el concepto biomecánico de la FE.
Al principio, se buscaba la m áxim a estabilidad y rigidez, representada básicamente por
los fijadores transfixiantes en doble o triple cuadro (Hoffmann-Vidal).
En la actualidad, se trabaja más en la idea de la elasticidad controlada (Ilizarov, 1954),
en la dinamización y en la magnífica teoría de la “biocompresión” propugnada entre no
sotros por el profesor Lazo-Zibikowski (1986).
Fijadores rígidos
Pueden ser monolaterales, com o por ejemplo el de Wagner, diseñado básicamente com o
d istractor pero que puede utilizarse para otras aplicaciones, bilaterales com o los de
Charnley o Vidal cuya principal característica es la gran rigidez, por lo que es útil cuan
do lo que se pretende en una estricta inm ovilización y multiplanares, com o el de AO
que permite la colocación de montajes en diferentes planos del espacio.
Fijadores dinámicos
Aunque, siendo estrictos, casi todos los fijadores tienen la posibilidad de ser “dinamiza-
dos”, algunos, ya disponen de los mecanismos apropiados para ello. Otros, por sus pro
pias características, com o los fijadores circulares, obtienen la elasticidad del propio m on
taje al estar sujeto a agujas que permiten movimientos de amortiguación telescópica.
Entre los fijadores monolaterales que reúnen estas características destacan los cono
cidos diseños de Orthofix, en los que la dinamización se consigue de m odo pasivo m e
diante la liberación del sistema, y el de Lazo-Cañadell de Howmedica en el que existen
unos resortes que permiten controlar las fuerzas.
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326______________________________________________________________________________ J. M. Saló Orfila
Fijadores específicos
No puede concluirse este apartado, sin señalar la constante aparición de diseños de fija
dores destinados a regiones anatómicas concretas o a funciones específicas, lo que con
firma la utihdad de la FE.
Hay que destacar la frecuente utilización de fijadores construidos para el tratamiento
de fracturas de la muñeca, de pequeños huesos, de la mandíbula y de la pelvis, así com o de
aparatos de relativamente bajo coste que pueden utilizarse en los servicios de urgencias.
Se ha realizado alguna FE incluso en la columna vertebral.
Clavos autoperforantes
Son aquellos cuya punta perfora el hueso, lo cual permite el posterior anclaje en la rosca.
Este sistema, usado sobre todo en el fijador de Hoffmann, tiene dos inconvenientes
importantes.
El primero de ellos es que cuando la rosca está fija en la prim era cortical, al intentar
la perforación de la segunda o se produce un “pasado de rosca” o se provoca una fractu
ra de la cortical (fig. 21-5).
El segundo efecto no deseado es el gran calentam iento de los bordes de la perfora
ción que puede llegar a 55° (M atthew s), con la consiguiente necrosis de los bordes y
posterior aflojamiento.
La gran mayoría de los fijadores actuales colocan sus clavos m ediante la perforación
previa de un agujero con una broca de tamaño proporcional al diámetro de aquéllos.
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C a p it u l o 21. Biom ecánica de la fijación externa en la patología del aparato locom otor 327
Esta perforación con broca, debe realizarse con una velocidad de rotación lenta, con el
fin de minimizar el calentamiento del hueso. Tiene el inconveniente de que al retirar la
broca para insertar el clavo puede ser difícil encontrar el mismo agujero. Para solucionar
este problema, la mayoría de fijadores disponen de mecanismos y maquetas que perm i
ten mantener la alineación durante el cambio.
Por último debe hacerse mención al especial cuidado que hay que tener en la prepara
ción de la piel que en ningún caso debe quedar a tensión.
Asimismo, hay que señalar que todo cirujano que se disponga a la colocación de un fi
jador, debe conocer con detalle la anatomía de la zona y los caminos o “corredores de se
guridad” por donde debe colocar los clavos.
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328 J. M. Saló Orfila
Rigidez
Número de clavos
Los estudios experimentales (Chao, 1982), demuestran que la máxima rigidez para las so
licitaciones en flexión, compresión axial y rotaciones, se obtiene con la colocación de tres
clavos en cada lado del foco. Con dos clavos en cada lado, existe relativamente poca dife
rencia para la resistencia a la compresión axial y a las rotaciones, pero disminuye de for
m a notable el control de la flexión. Por ello, en los huesos que tienen curvaturas com o el
fémur y en los alargamientos, es más recomendable la colocación de tres clavos por cada
extremo.
De manera experimental, el aumento del número de clavos a ocho o más, situados en
un mismo plano, produce un incremento relativamente poco significativo que no com
pensa sus inconvenientes.
La situación ideal es aquella en la que al menos uno de los clavos está situado muy p ró
xim o al foco que deseamos inmovilizar. Por ello, siempre que sea posible deberemos bus
car esta colocación (flg. 2 1 - 6 ).
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C a p ít u l o 21. Biom ecánica de la fijación externa en la patología del aparato locom otor 329
Rigidez
5 cm
En muchos casos este factor no puede modificarse por el cirujano ya que en los fijadores
de uso más com ún, con mordaza, ésta ya determina la separación entre ellos. Hay que
destacar que cuando se emplean mordazas que permiten la implantación de tres clavos,
si sólo se desea poner dos, éstos deberán estar situados en los extremos.
La estabilidad de los montajes está muy influida por la distancia entre el cuerpo del fija
dor y el hueso. Cuanto más alejado esté, se increm enta el brazo de palanca del clavo y
por tanto sus posibles solicitaciones en flexión. En este caso, es también factor determi
nante el módulo de elasticidad del propio material del clavo.
Se ha dem ostrado experim entalm ente (fig. 2 1 -7 ) que reduciendo la distancia fija-
dor-hueso a la mitad, la resistencia aumenta 3,3 veces.
Es obvio que este factor es difícilmente modificable puesto que depende en gran m e
dida del grosor de las partes blandas y de una distancia de seguridad que se debe dejar
para permitir cambios de grosor, edemas, etc.
Los dispositivos de FE de uso más común pueden clasificarse de acuerdo con cinco con
figuraciones geométricas, a partir del montaje específico del cuadro (fig. 2 1 - 8 ): unilate
ral, bilateral en uno o dos planos, triangular y circular.
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330 J. M. Saló Orfila
O
*
T37
Bilateral Bilateral con
doble barra
Los montajes unilaterales, tienen la gran ventaja de que pueden situarse siguiendo los
“caminos de seguridad” de las partes blandas. Por regla general, su estabilidad mecánica es
suficiente para contener la mayoría de las situaciones. Evidentemente, el punto débü del fi
jador unilateral se encuentra en la contención de la flexión en el mismo plano de los clavos.
Las solicitaciones en flexión en el plano perpendicular, la torsión y las cargas en com
presión, son bien estabilizadas por este montaje.
La construcción que Vidal popularizó con el uso del fijador de Hoffmann -e n doble
cu a d ro - bilateral m ontado en un solo plano con clavos transfixiantes, con uno o dos
m arcos a cada lado de la extrem idad, ha sido objeto de estudios particulares (Briggs,
1982; Behrens, 1988).
De estos trabajos, puede deducirse que su estabilidad no supera de m anera significati
va la de los montajes unilaterales, y que presenta el grave inconveniente de que sólo pue
de emplearse en la tibia y situado en el plano fi'ontal, transfixiando necesariamente im
portantes grupos musculares. Hoy en día, puede decirse que este tipo de estructura ha
dejado de usarse.
En los casos en que sea necesario controlar la debilidad que presentan los fijadores uni
laterales en el plano frontal, puede recurrirse a colocar otro fijador unilateral de m odo per
pendicular, es decir, un montaje bilateral en dos planos. Esta situación se produce cuando
el brazo de palanca de los firagmentos óseos es muy grande y existe muy poca estabilidad
intrínseca entre esos fragmentos. Un ejemplo característico lo constituye la artrodesis de
rodilla, bastante frecuente hoy en día en los casos de extracciones de artroplastias totales.
Un caso particular lo constituye la fijación externa de las fracturas de la pelvis que re
quieren m ontajes que pueden ser descritos com o triangulares ya que se conectan dos
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C a p ít u l o 21. Biom ecánica de la fijación externa en la patología del aparato locom otor_______ 331
sistemas de clavos y fijadores situados en planos oblicuos. Ello les confiere una notable es
tabilidad a la vez que posibilita las maniobras de reducción.
Comentario aparte merecen los fijadores circulares.
El comportamiento mecánico del fijador externo de Ilizarov ha sido estudiado con de
talle (Kummer, Merloz), así com o el de Monticelli-Spinelli (Caja, 1994).
Este tipo de fijadores ofrecen ciertas ventajas en com paración con los demás siste
mas. En general, los fijadores circulares tienen unas propiedades mecánicas isotrópicas
parecidas a las del hueso.
Es un hecho comprobado que un fijador de Ilizarov, correctam ente instalado, es decir,
con las agujas de 1,8, tensadas a 130 kg y con un ángulo entre ellas de 90°, es menos rígi
do que uno monolateral en todos los planos, pero en especial para la carga axial. Esta ca
racterística ha sido valorada com o muy positiva puesto que puede favorecer la regenera
ción del hueso. Quizá sea ésta, junto con su versatilidad, su mayor virtud.
Evidentemente, las propiedades mecánicas de estos sistemas están condicionadas por
el número de aros y de agujas. Los trabajos de Caja, demuestran que la configuración es
tándar debe estar compuesta por cuatro aros y ocho agujas.
Resumen
En el transcurso del tiempo, la fijación externa ha interesado a muchos cirujanos o rto
pédicos por su aparente simplicidad y posibilidades de solucionar difíciles problemas. Por
desgracia, aún podemos encontrar algunos casos en los que atractivos y bruñidos fijado
res han ocasionado grandes problemas y complicaciones.
En la actualidad, el avance en los conocim ientos clínicos y biomecánicos, la mejora
en la metalurgia de los dispositivos, las nuevas instrumentaciones y técnicas de inserción,
han reducido las tasas de complicaciones y fracasos.
El fijador ideal todavía no ha sido diseñado, sin embargo, la tendencia actual se fun
damenta en los dispositivos monolaterales, de mordaza con movilidad multiplanar, con
posibilidades de elongación y acortamiento, en los que existe un mecanismo de dinami-
zación controlada y que se anclan en el hueso mediante clavos roscados, rígidos, de ace
ro forjado y de un diámetro de 5 a 6 m m , insertados en el tejido óseo previa perforación
con broca de las dos corticales.
Los fijadores circulares deberán ser utilizados para casos seleccionados, en determina
das partes de las extremidades y para indicaciones específicas.
En todos los casos, por qué no decirlo, los sistemas de fijación externa producirán m e
jores resultados si son implantados por un profesional conocedor de las técnicas y de la
anatom ía y que posee unos sencillos pero sólidos conocim ientos del com portam iento
mecánico de éstos.
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Capítulo 22
Biomecánica de los reemplazos protésicos
J. B a l les t ee So le d a , P. Á lvarez DIa z y M. T by P ons
introducción
La pérdida de la función articular acom pañada de dolor, sea cual fuere su origen, en
frenta al cirujano ortopédico a la necesidad de eliminar el dolor y, a ser posible, de resta
blecer la función perdida.
Si bien la supresión del dolor puede conseguirse a través de una artrodesis de la arti
culación afectada, la grave impotencia funcional que de ello se deriva, ha favorecido una
importante evolución de las técnicas de reemplazo articular para conseguir una mejor to
lerancia, durabilidad y función de las prótesis.
La sustitución de los elementos articulares deteriorados puede limitarse tan sólo a uno
de los cuerpos articulares, en cuyo caso la prótesis se denomina prótesis parcial, o a am
bos cuerpos articulares, lo que se denomina prótesis total.
En ambos casos y partiendo de la base de que la prótesis esté construida en un m ate
rial biocompatible, el implante protésico debe reunir determinadas características bio
mecánicas para garantizar su durabilidad.
Desde los diseños protésicos pioneros, que podemos calificar com o intuitivos, y ante
la presentación constante del fracaso clínico a corto o medio plazo, se han incorporado
elementos tecnológicos de la ingeniería y de la m ecánica en el estudio, diseño y fabrica
ción de los implantes articulares para m ejorar su supervivencia, configurando de este
modo el mapa actual de la biomecánica protésica.
La prótesis ideal sería aquella que: a) estuviera construida en materiales perfecta
mente tolerados por el organismo; b) fuera capaz de cumplir las demandas de movilidad,
comportamiento y resistencia de una articulación normal; c) permaneciera sólidamente
anclada en el hueso receptor de m anera permanente, y d) sufriera un m ínim o desgaste
con su utilización.
Esta prótesis ideal no existe y la m ayoría de los produ ctos actuales establecen un
compromiso entre los cuatro requisitos indicados. El fallo de uno o varios de dichos re
quisitos aparece indefectiblemente con el transcurrir del tiempo, por lo que en la actua
lidad el pronóstico de supervivencia de una prótesis es de alrededor de 1 2 años.
En consecuencia, el concepto de prótesis ideal requiere el cumplimiento de unos cri
terios biom ecánicos que incluyen: a) elección del biom aterial; b) definición de un di
seño adaptado a la función m ecánica y a la fijación de la prótesis; c) selección del co
rrecto par de fricción de las superficies articulares, y d) la utilización de una técnica
quirúrgica depurada que permita una alineación correcta de la prótesis de acuerdo con
su función.
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334_______________________________________________J. Ballester Soleda, P. Ávarez Díaz y M . Tey Pons
1. La cinemática del implante que debe intentar ser lo más similar posible al rango y tipo
de movimiento de la articulación original.
2. El material y diseño de los componentes que deben conseguir un reparto uniforme y
adecuado de las cargas m ecánicas en la interfase prótesis-hueso o prótesis-cem en-
to-hueso, así com o un módulo de elasticidad lo más próxim o posible al del segmento
esquelético correspondiente.
3. La estructura o perfil de la prótesis que debe ser capaz de soportar sin fenómenos de
fatiga las cargas mecánicas generadas por la función.
4. La fijación prim aria y/o secundaria de la prótesis que debe garantizar una perfecta
estabilidad de los elementos implantados frente al hueso receptor.
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C a p í t u l o 2 2 . Biom ecánica de los reemplazos protésicos 335
Polietileno 1.500 34
Cemento (PMMA) 3.000 60
Acero inoxoxidable 316L 200.000 540-620
Cobalto-cromo 230.000 900
Titanio 110.000 900
Alúmina 363.000 490
Hidroxiapatita 120.000 150
Figura 22-1.
Incorporación ósea
en cobertura protésica
de hidroxiapatita.
Biomateriales
El material empleado en la fabricación de una prótesis debe ser compatible con el orga
nismo en el aspecto mecánico, en términos de resistencia mecánica y propiedades de re
sistencia a la fatiga, en el aspecto químico, en términos de estabilidad química y ausencia
de corrosión, y biológicamente por su comportamiento inerte o para facilitar la incorpo
ración o crecimiento de elementos celulares y al mismo tiem po por no presentar reac
ciones alérgicas, tóxicas o carcinogénicas.
En la tabla 22-1 pueden apreciarse algunos de los elementos empleados en la fabricación
de material protésico y sus características mecánicas en relación con el hueso receptor.
En líneas generales y desde un punto de vista conceptual podemos concluir este aparta
do recomendando como biomateriales metálicos el acero inoxidable y las aleaciones de cro-
mo-cobalto para la construcción de las prótesis cementadas, y las aleaciones cromo-cobal
to y el titanio para las no cementadas, por sus ventajas de biointegración.
La utilización de biomateriales compuestos denominados “composites” para la fabrica
ción de prótesis es un campo conceptualmente atractivo, pero que aún precisa de resulta
dos de seguimiento a largo plazo, con valoración de la tasa de supervivencia clínica, antes de
incluirlos de manera sistemática entre los posibles biomateriales que pueden utilizarse.
La utilización de recubrimientos bioactivos que favorecen la osteointegración y que se
incluyen dentro del grupo genérico de cerámicas bioactivas, ha obtenido resultados favo
rables en el cam po de las prótesis no cementadas, sea cual fuere el material empleado en
su construcción (fig. 2 2 - 1 ).
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336 J. Ballester Soleda, P. Ávarez Díaz y M. Tey Pons
A# jf 'V '
Cemento
Anclaje protésico
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C a p í t u l o 22. Biom ecánica de los reemplazos protésicos 337
mentó para favorecei su penetración en la estructura ósea receptora, han demostrado au
m entar de manera considerable la supervivencia de la prótesis.
En relación con la técnica de fijación de la prótesis al hueso disponemos en la actuali
dad de dos tipos básicos de prótesis:
1. Prótesis cementadas. Utilizan cem ento acrílico para su fijación ósea. Su diseño debe
permitir la existencia de un manto de cemento entre la prótesis y el hueso, cuyo gro
sor en las zonas de m áxim o estrés mecánico es conveniente que sea com o mínimo de
2 mm. Se aconseja que el material empleado en su construcción sea rígido para evitar
la fatiga del cemento. La superficie de la prótesis en contacto con el cemento suele ser
lisa. La técnica de cementación con lavado a presión de la superficie ósea y la presuri-
zación del cemento de viscosidad adecuada son fiindamentales (fig. 22-3).
2. Prótesis no cementadas. La superficie de la prótesis está recubierta total o parcialmente
por una estructura m icroporótica o reticulada que favorece el anclaje óseo mecánico
(fig. 22-4), o por materiales bioactivos que favorecen el anclaje denominado químico. En
ambos casos la prótesis debe tener un diseño adecuado para conseguir una estabilidad
mecánica primaria, en espera de la fijación biológica secundaria. La colocación de estas
prótesis requiere una técnica quirúrgica muy depurada y la utilización de guías y mate
rial de preparación de superficies óseas muy precisos para conseguir un encaje perfecto
de la prótesis (fig. 22-5). El titanio ha mostrado ser más efectivo, a nivel experimental,
para favorecer el crecimiento óseo y para mantener a medio plazo el porcentaje de in
vasión ósea protésica. Los recubrimientos de sales cálcicas muestran, también a nivel ex
perimental, una mayor velocidad de osteointegración.
Diseño
El diseño de la prótesis debe observar básicamente dos requisitos. Por una parte, cu m
plir los requerimientos mecánicos de resistencia a la carga y a la fatiga y por otra, procu
rar una perfecta adaptabilidad, la garantía de la reproducción de la función sin interfe
rencias y un correcto reparto y transmisión de fuerzas hacia el hueso que la soporta.
La adaptación de la superficie de la prótesis al hueso receptor dependerá, com o se ha
m encionado anteriorm ente, del tipo de anclaje protésico elegido, sea cem entada o no
cementada.
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338 J. Ballester Soleda, P. Ávarez Díaz y M. Tey Pons
Dado que un implante protésico tiene como objetivo primordial sustituir la función de una
articulación deteriorada, parece lógico incluir en su diseño todos aquellos elementos de
valoración que se han utilizado de manera habitual en el estudio de la fisiología articular.
1. Cinemática articular. Estudio de la m archa, análisis del m ovim iento, análisis de los
movimientos extremos, cinerradiograña.
2. Cinética articular. Elementos estabilizadores, estudio de las fuerzas globales, modelos
cinéticos, plataforma de marcha.
3. Distribución de tensiones. Modelo fotoelástico, estado tensional, modelos matemáticos,
modelos de elementos finitos.
4. Pruebas de laboratorio. Pruebas de espécimen en banco de pruebas, pruebas de espéci
men en simuladores articulares (fig. 2 2 - 6 ).
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C a p itu lo 21. Biom ecánica de los reemplazos protésicos 339
Con independencia del diseño de la prótesis respecto a su relación con el hueso re
ceptor, existe un segundo aspecto del diseño relacionado con la función de la prótesis.
El mantenimiento de una función articular idéntica a la de una articulación normal es
prácticamente imposible, en especial si existe algún déficit ligamentoso asociado al dete
rioro de los cuerpos articulares.
Ello es válido sobre todo para la articulación de la rodilla por su manifiesta compleji
dad biomecánica, que precisa la participación de los elementos estabilizadores de la arti
culación. El sacrificio o la ausencia de uno o más de dichos elementos estabilizadores pre
cisa la consiguiente compensación a través de los propios elementos protésicos.
El concepto de prótesis anatómicas, semiconstreñidas o constreñidas se fundamenta
en la sustitución-compensación de uno o más ligamentos de la articulación. El equilibrio
entre estabilidad, movilidad y sobrecarga es muy difícil, y es aquí donde los estudios ci
néticos y cinemáticos con especímenes de rodilla o utilizando la tecnología de elemen
tos finitos ha tenido mayor interés y desarrollo.
En la cadera la selección del tam año de la cabeza femoral tiene gran importancia. Las
cabezas femorales protésicas muy grandes ofrecen mayor resistencia al deslizamiento
pero m enor carga por unidad de superficie, mientras que las cabezas muy pequeñas se
deslizan muy bien, pero crean sobrecargas puntuales muy im portantes que facilitan el
desgaste protésico. Las cabezas de 32 m m sustituyeron en su tiem po a las de un tam a
ño sim ilar a la cabeza fem oral sustituida. C on posterioridad , las cabezas de 22 m m
m ejoraron el coeficiente de fricción de las de 32 m m pero al originar una mayor carga
o presión sobre el cotilo, aum entaron el coeficiente de desgaste de éste. En la actuali
dad parece haberse aceptado com o estándar el tam año intermedio de 28 m m , que apa
rentemente ha mejorado las ventajas de los dos diseños salvando alguno de sus incon
venientes.
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340______________________________________________ J. Ballester Soleda, P. Ávarez Díaz y M. Tey Pons
Par de fricción
La obtención de unas superficies articulares artificiales que presenten las mismas carac
terísticas biom ecánicas de una articulación norm al es asimismo complejo. La dureza,
elasticidad, microdeformabilidad, fricción, coeficiente de deslizamiento y características
reológicas del líquido sinovial son prácticamente irrepetibles. Por otra parte, la inciden
cia cada vez mayor de la enfermedad de la partícula com o causa del aflojamiento proté
sico ha hecho que se preste especial atención al estudio de pares de materiales capaces
de acercarse lo máximo posible a las características biomecánicas de la función articular
y de disminuir lo más posible el fenómeno de suelta de partículas.
El par m etal-m etal fue uno de los prim eros pares de fricción utilizados en la cons
trucción protésica. En un principio la utilización en la cadera de cabezas sobredimen-
sionadas, junto al pulido defectuoso de las superficies metálicas, desacreditó el empleo de
dicho par de fricción debido a la elevada frecuencia de aflojamientos m ecánicos. Sin
embargo, los estudios histopatológicos del tejido periprotésico han m ostrado la casi au
sencia de enfermedad de la partícula, por lo que su reutilización ha ganado muchos adep
tos. La disminución del tam año de la cabeza femoral, la mejora de las características m e
talúrgicas y la aplicación del m icropulido de superficie ha contribuido m ucho en la
notable mejora de sus resultados clínicos.
La introducción del par polietileno-metal fue otro de los adelantos que m arcaron un
hito en la historia de la cirugía protésica. El elevado desgaste de los polietüenos iniciales dis
minuyó al conseguir polietüenos endurecidos de alta densidad. Las características del m a
terial junto con su termodeformabilidad lo hacen especialmente adecuado com o par de
fricción. Sin embargo, la reacción histopatológica que produce la eliminación de sus par
tículas de desgaste ha hecho peligrar su aplicación com o biomaterial protésico. El perfec
cionamiento de la técnica de enlaces cruzados con la consiguiente disminución de su ca
pacidad de oxidación, tanto en el manipulado como en el envasado, parece haber mejorado
sus perspectivas de utilización al disminuir la incidencia de la enfermedad de la partícula.
En el estudio mecánico de los pares de fricción, por lo que respecta a la cadera, la uti
lización del par cerám ica-cerám ica se ha com portado en estudios experimentales com o
el mejor par de fricción, tanto por su capacidad de deslizamiento, com o por su bajísimo
índice de liberación de partículas. La gran dureza y rigidez de su superficie, sin embargo,
a la vez que disminuye la liberación de partículas, hace más frágil el par de fricción y fa
vorece la aparición de microfracturas que conducen también al deterioro del par de fric
ción. La introducción del par polietileno-cerámica ha mejorado este inconveniente. No
obstante el elevado coste de fabricación ha contribuido a la poca expansión de la aplica
ción de este par de fricción.
Alineación protésica
L La alineación, es decir, la correcta implantación del implante siguiendo los ejes de car
ga de la extremidad con la finalidad de que la interfase prótesis-hueso o prótesis-ce
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C a p i t u l o 22. Biom ecánica de los reemplazos protésicos 341
m ento-hueso reciba las solicitaciones mecánicas para las cuales fue diseñada y para
que el par de fricción trabaje en armonía con su arco y dirección de movilidad.
2. El balance ligamentoso, o sea, la correcta tensión de los elementos naturales estabili
zadores de la articulación para perm itir una cinética adecuada. Este último aspecto
tiene menor relevancia en la cadera, debido a las características mecánicas de su dise
ño natural autorretentivo, pero es de vital importancia en articulaciones com o la ro
dilla o el hombro.
Genu varo
Genu valgo
Genu flexo
Genu recurvatum
Normoalineación-interlínea
Oblicua
Torsión interna
Torsión externa
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342_______________________________________________J. Ballester Soleda, P. Ávarez Díaz y M. Tey Pons
Varo-valgo
Flexión-extensión
Medial-lateral
Proximal-distal
Anterior-posterior
Rotación interna-rotación externa
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