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PROCESO DE ESCRITURACION – OBLIGACION DE ESCRITURAR


OBLIGACIONES DEL CESIONARIO – GASTOS DE ESCRITURACION – A
CARGO DE LOS COMPRADORES Y CEDENTES Y DEL CESIONARIO

Con fecha 14 de Agosto de 2012, la Sala I de la Exma. Cámara de Apelación en


lo Civil y comercial de Azul dictó sentencia en la causa “OROZ MARIA DEL
ROSARIO Y SCALCINI NORMANDO E. C/RUFINO CLAUDIO ALBERTO
Y OTROS S/ ESCRITURACION” (Causa N° 55.843) en materia de
escrituracion confirmando la sentencia de primer grado,.

Causa Nº 1-55843-2011 -

"OROZ MARIA DEL ROSARIO Y SCALCINI NORMANDO E. C/RUFINO

CLAUDIO ALBERTO Y OTROS S/ ESCRITURACION"

JUZGADO EN LO CIVIL Y COMERCIAL Nº 1 - AZUL

Nº Reg. ............

Nº Folio ..........

En la Ciudad de Azul, a los 14 días del mes de Agosto de 2012

reunidos en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Excma. Cámara de

Apelaciones Departamental -Sala I- Doctores Ricardo César Bagú, Esteban

Louge Emiliozzi y Lucrecia Inés Comparato, para dictar sentencia en los

autos caratulados: "OROZ MARIA DEL ROSARIO Y SCALCINI


NORMANDO E. C/RUFINO CLAUDIO ALBERTO Y OTROS S/

ESCRITURACION ", (Causa Nº 1-55843-2011), se procedió a practicar la

desinsaculación prescripta por los arts. 168 de la Constitución Provincial,

263 y 266 del C.P.C.C., resultando de ella que debían votar en el siguiente

orden: Doctores BAGU - COMPARATO - LOUGE EMILIOZZI .-

Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las

siguientes:

-C U E S T I O N E S-

1ra.- ¿Es justa la sentencia de fs. 113/115?

2da.- ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

-V O T A C I O N–

A LA PRIMERA CUESTION, el Señor Juez Doctor

RICARDO CESAR BAGU, dijo:

I.a) El presente proceso fue iniciado por los Sres.

Normando Egar Scalcini y María del Rosario Oroz, quienes –en calidad

de vendedores- demandan a los Sres. Claudio Alberto Rufino, Mónica

Recalde y Miguel Ángel Bohn la escrituración del inmueble sito en Avda.

25 de Mayo N° 1649 de esta ciudad de Azul, nomenclatura catastral: Circ. I,

Secc. J, Qta. 45, Manz. 45r, Lote 14 (en adelante, “el inmueble”).

Refieren los actores en el escrito de inicio que el

día 18.09.1990 vendieron el inmueble a los Sres. Claudio Alberto Rufino y

Mónica Recalde, por un precio total de U$S 2.200, de los cuales U$S 1000

se entregaron en el mismo acto de firmar el boleto, y el saldo fue abonado


en cinco cuotas mensuales de U$S 240 cada una. Destacan que en la

cláusula octava del boleto –que corre agregado a fs. 6/7- se estableció que

la escritura traslativa de dominio se otorgaría una vez abonada la totalidad

del precio ante los Escribanos Luis M. Scabuzzo y/o Ricardo J. Scabuzzo, y

que los gastos de la misma serían a cargo de la parte compradora.

Continúan el relato mencionando que con fecha 11.06.91. los compradores

cedieron sus derechos sobre el boleto al Sr. Miguel Angel Bohn,

pactándose en la cláusula séptima del instrumento de la cesión –que obra

en copia a fs. 9/10- que la escritura traslativa de dominio se otorgaría ante

los mismos Escribanos antes mencionados, cuando lo requiriera el

adquirente, y que los gastos que demande la escritura serían a cargo de

éste.

También se hace referencia en la demanda al

intercambio epistolar habido entre las partes. En efecto, mencionan los

actores que el día 22.05.2008 enviaron sendas cartas documento a los tres

co-demandados –las que obran a fs. 13/14 y 15/16- obteniendo las

respuestas que obran a fs. 17 y 18. Expresan, en cuanto al contenido de

estas contestaciones, que los originales compradores manifestaron que el

06.06.2008 enviaron una carta documento al Sr. Bohn para que formalice la

escritura e informaron que de acuerdo a lo pactado en el contrato de cesión

la obligación de escriturar quedaba a cargo de éste último; el Sr. Bohn, por

su parte, reconoció que sobre él pesa la obligación de escriturar, pero se

excusó explicando que no ha podido juntar el dinero necesario para cumplir


con dicha carga ya que carece de un trabajo fijo y se encuentra enfermo y

en tratamiento.

Explican los actores que la falta de escrituración

les ocasiona serios perjuicios, ya que los impuestos del inmueble continúan

llegando a su nombre, al tiempo que los expone como eventuales sujetos

pasivos del impuesto a los bienes personales. Por tales razones solicitan

que se condene a los demandados a que cumplan con la obligación de

escriturar.

Fundan en derecho y ofrecen prueba.

b) Conferido traslado de la demanda bajo el

cauce del proceso sumario (conf. 21), se presentaron los codemandados

Rufino y Recalde a contestarla y oponer excepción de falta de legitimación

pasiva (fs. 49/55).

En lo medular, reconocen la existencia de los

contratos en cuestión, pero alegan que los actores conocían la existencia de

la cesión, por lo cual debieron reclamar la escrituración únicamente al

cesionario.

Ofrecen prueba y fundan en derecho.

c) A fs. 58/60 los actores contestan el traslado de

la documentación y de la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta

por Rufino y Recalde.

d) A fs. 61 se difirió el tratamiento de la excepción

de falta de legitimación pasiva para la oportunidad del dictado de la


sentencia.

e) A fs. 63 se decretó la rebeldía del restante co-

demandado, Sr. Miguel Angel Bohn.

f) A fs. 68 se abrió la causa a prueba y a fs. 72 se

proveyeron las ofrecidas, certificándose a fs. 110 sobre el resultado de su

producción.

II) De este modo se arriba al dictado de la

sentencia de fs. 113/115, cuya apelación genera la actual intervención de

este tribunal. En ella se hace lugar a la demanda en relación a todos los

accionados, disponiendo que el co-demandado Bohn deberá escriturar el

inmueble a su favor dentro de los treinta días de quedar firme la sentencia, y

que los gastos de escrituración serán a cargo de los tres co-demandados.

Se impusieron las costas a la demandada vencida, y se difirió la regulación

de honorarios para la oportunidad en que se acredite la valuación fiscal del

inmueble.

Para así decidir, el “a quo” expresó que no cabe

duda de que desde el plano de los derechos fundamentales la demanda

debió dirigirse solo contra el cesionario, único interesado en adquirir el

dominio. Sin embargo –agregó- dado que de las cartas documento de fs. 13

a 18 surge que el cesionario carece de fondos para escriturar, era imposible

no demandar también a los adquirentes originarios, Sres. Rufino y Recalde.

Trae a colación lo dispuesto por el art. 1462 del Código Civil, según el cual

“Si los hechos y las circunstancias del caso demostrasen de parte del
deudor una colusión con el cedente, o una imprudencia grave, el traspaso

del crédito, aunque no estuviese notificado ni aceptado, surtirá respecto de

él todos sus efectos.” Afirma que ha de tenerse presente que según el

primer boleto los gastos de la escritura eran a cargo de la compradora, y

según la cesión eran por su orden. Finalmente refiere que al caso le resulta

aplicable el esquema de obligaciones principales y accesorias que

establecen los arts. 523/526 del Código Civil, de modo tal que la obligación

principal (escrituración del inmueble) solo puede ser peticionada como

exigible al co-demandado Bohn, mientras que la obligación accesoria (los

gastos de escrituración) deben ser reclamados en forma solidaria a ambas

partes, en mérito de la falta de notificación y obviamente la falta de

aceptación de la cesión por parte del vendedor (arts. 1458, 1460, 1462 del

Código Civil).

III) La sentencia reseñada en el apartado anterior

fue recurrida por los co-demandados Rufino y Recalde a fs. 118. Arribados

los autos a esta instancia, expresaron agravios a fs. 127/130, obteniendo

respuesta de la actora a fs. 132/133.

Las críticas pueden resumirse del siguiente modo:

a) No es exacto que la cesión del boleto de

compraventa no fue notificada por la parte compradora a la vendedora. Esa

afirmación contenida en la sentencia no se corresponde con la contestación

de oficio brindada por la Escribanía Scabuzzo obrante a fs. 102/105 (en la

que se informa que ambos negocios fueron celebrados en dicha Escribanía


y que los actores en visitas que realizaron a ese lugar para interiorizarse

sobre el trámite de la escrituración tomaron conocimiento de manera

informal y verbal de la cesión del boleto), ni con el tenor de la carta

documento que el actor les librara el día 22.05.2008 (obrante a fs. 13/14)

que contiene una referencia expresa a la cesión, ni –finalmente- con el

contenido de la propia demanda que da inicio a este proceso. En definitiva,

no existió ausencia de notificación sino que solamente se omitió la

notificación escrita, pero la ausencia de dicho requisito formal no puede ser

asimilada a la ausencia de notificación, ya que el efecto pretendido por el

legislador es que el vendedor originario tome conocimiento de la cesión,

siendo éste el fin de la notificación, encontrándose por las razones

expuestas cumplido dicho recaudo.

Además, la notificación al tercero ha sido

pensada para aquellos casos donde el contrato de cesión implica el traspaso

de obligaciones en cabeza del cesionario como son las del pago del precio

pactado, es decir en aquellos casos donde el tercero interesado en la cesión

es acreedor del cedente y como consecuencia de la cesión pasa a ser

acreedor del cesionario. En este caso la importancia de la notificación radica

en la necesidad del deudor de conocer a quién debe cobrar el saldo del

precio que se encuentra pendiente de pago. En este caso los actores

recibieron el saldo del precio pactado tiempo antes de practicarse la cesión

de derechos, por lo que ésta no les genera ninguna lesión patrimonial,

encontrándose cumplidas todas las obligaciones.


Sobre el final de la expresión de agravios se

vuelve sobre este punto, afirmándose que los actores conocían la cesión y

además la consintieron tácitamente, lo que queda demostrado por el silencio

y la falta de reclamo durante 17 años, por el hecho de haberse celebrado

ambos contratos en la misma Escribanía, y porque los vendedores sabían

que el inmueble vendido era un baldío en el cual el Sr. Bohn edificó la

construcción hoy existente.

b) El único fundamento que llevó al “a quo” a

condenar a los recurrentes es que el co-demandado Bohn carece de fondos

para solventar los gastos de escrituración, pero sin embargo no existe

ningún elemento probatorio que acredite tal extremo, más allá de la carta

documento enviada a los actores por el propio Sr. Bohn (fs. 18), la que no

puede ser considerada una prueba suficiente para acreditar la insolvencia

del cesionario.

Sin perjuicio de ello, la supuesta carencia de

fondos del Sr. Bohn tampoco sería un fundamento válido para imponer a los

recurrentes la obligación del pago de la escritura, ya que –además de que

tampoco está probado que los recurrentes cuenten con tales fondos- una

sentencia de condena solo pueda fundarse en la ley o en las restantes

fuentes del derecho, no siendo fundamento válido la mera insolvencia del

único obligado.

c) Existe contradicción en la sentencia al afirmar

que en el caso la obligación principal (escrituración del inmueble) solo puede


ser reclamada al co-demandado Bohn, pero, por otro lado, que la obligación

accesoria (pago de los gastos de escrituración) recae también sobre los

recurrentes, olvidándose de ese modo que la obligación se encuentra

extinguida respecto a ellos.

IV) A fs. 135 se llamó autos para sentencia y a fs.

137 se practicó el sorteo que prescriben los arts. 263 y 266 del C.P.C.C., por

lo cual las actuaciones se encuentran en estado de resolver.

V) De la reseña que antecede surge que ha

quedado firme, por falta de agravios, que la condena a escriturar pesa

exclusivamente sobre el co-demandado Miguel Ángel Bohn, en su calidad de

cesionario (punto 2 de la parte resolutiva de la sentencia, a fs. 115). De

modo que la cuestión que viene apelada se reduce a determinar si los co-

demandados Claudio A. Rufino y Mónica A. Recalde, en su calidad de

cedentes, están obligados a solventar los gastos de escrituración

conjuntamente con el cesionario, tal como se dispuso en la sentencia y

quedó plasmado en el punto 3 de la parte resolutiva.

a) A fin de dar respuesta a tal interrogante he de

hacer notar, como punto de partida y tal como lo hiciera el “a quo”, que el

presente caso exhibe la particularidad de que son los vendedores

quienes promueven el proceso de escrituración.

Refiriéndose a esta singular situación expresa

Kiper que, aunque en la mayoría de los supuestos es el comprador quien

inicia esta clase de juicio ante la resistencia del vendedor a otorgar la


escritura, en principio reviste legitimación activa para promover el juicio de

escrituración quien sea parte en el boleto de compraventa, ya como

comprador o como vendedor, dado que cualquiera de ellos puede demandar

al otro para forzarlo a cumplir con la obligación de escriturar (Kiper, Claudio

“Juicio de escrituración. Conflictos derivados del boleto de compraventa”,

pág. 286).

Conforme tendremos oportunidad de ver en el

desarrollo que sigue, la circunstancia de que hayan sido los vendedores

quienes promovieran el proceso no es una mera “nota de color” que

presenta el caso, sino que resultará de marcada trascendencia para su

resolución.

b) Sabido es que la obligación de escriturar

recae por igual sobre ambas partes, para quienes constituye un deber y

un derecho (Kiper, ob. cit., pág. 237; Morello, Augusto M. -con la

colaboración de Pedro de la Colina- “El boleto de compraventa inmobiliaria”,

4ta. edición reelaborada y puesta al día, pág. 625; esta Sala, causas n°

55.229, “Saavedra”, del 13.09.11., voto de la estimada colega Dra.

Comparato; n° 52.834, “Vivas”, del 17.04.12., primer voto del suscripto, en

ambos casos con sus citas). Esto es lo que explica, como antes vimos, que

cualquiera de las partes del negocio jurídico se encuentre legitimada para

promover el juicio de escrituración, dadas sus calidades de recíprocos

acreedores.

Por otro lado, y siendo que en este caso medió


una cesión del boleto de compraventa, ha de tenerse presente que lo que

en rigor se verificó es una “transmisión de la posición contractual”, la

que comprende todos los derechos y obligaciones de un contratante en la

relación, o, como suele decirse, el “haz inescindible de derechos y deberes

que confluyen en una misma posición contractual”, por lo que dicha figura se

diferencia nítidamente de la mera cesión de créditos o deudas (Cám. Nac.

de Apel. en lo Comercial, Sala A, “Roncoroni, Mario c/ Grafing S.A. y otros s/

Ordinario”, con sus citas, entre ellas y en especial López de Zavalía, “Teoría

de los Contratos”, T. 2, parte especial, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1991, pág.

324, publicado en La Ley del 04.11.2011 con comentario de Gregorini

Clusellas “La cesión de derechos y la notificación al deudor cedido”; Morello

“El boleto…”, cit., pág. 669 y sig.; esta Cámara, Sala II, causa n° 49854,

“Vivanco Salazar” del 03.04.07., voto del Dr. Peralta Reyes).

Refiriéndose a esta figura a la que denominan

“cesión de posición contractual”, “sustitución de posición contractual”

o “cesión del contrato”, Pizarro y Vallespinos expresan lo siguiente: “Tras

haberse admitido primero la cesión de créditos y luego la modificación

obligacional por cambio de deudor, se ha reconocido, finalmente, no sin

dificultades, la posibilidad de ceder totalmente una relación contractual, en la

que convergen, en forma simultánea, créditos y deudas, no aislados o

separados, sino integrando un centro de imputación. La cesión de posición

contractual se produce en forma íntegra, como un todo. No hay, pues, una

serie o un conjunto de cesiones de créditos y deudas emergentes de un


contrato, descompuestas, individualmente consideradas, sino una operación

única, con una finalidad igualmente única.” (“Instituciones de Derecho

Privado. Obligaciones”, T. 3, pág. 419).

Tal como explica Gregorini Clusellas en el

comentario a fallo antes citado, la transmisión de posición contractual es

una figura que no está contemplada como supuesto general en nuestro

Código Civil. Sin embargo –advierte a continuación- ello no significa que no

sea factible, pues rigen la autonomía de la voluntad consagrada por el art.

1197, la posibilidad reconocida de celebrar contratos atípicos (arts. 1143 y

1197) y el principio de analogía consagrado por el art. 16 del Código Civil. La

amplitud de objetos, derechos y acciones del contrato de cesión que

contempla el art. 1444 permite considerar la cesión o transmisión de posición

contractual como un negocio posible a la luz del ordenamiento vigente (“La

cesión…”, cit.).

En la misma orientación, explica Nicolau que la

“transmisión de la calidad de parte contractual” puede derivar de una

disposición legal o de un “contrato de cesión de contrato”. Aclara que este

último –que es el que en el caso nos interesa- no está legislado en el

derecho argentino, lo que obedece a que nuestro Código Civil tiene una

metodología deficiente en relación a toda transmisibilidad de derechos. De

modo que se le aplican, en lo pertinente, las normas de la cesión de créditos

y, por analogía, las que regulan ciertos supuestos particulares de cesión de

contrato, como son los referentes a la cesión de locación de cosas (art. 1583
C.C.) y de la cesión de mandato (art. 1924 C.C.) (Nicolau, Noemí L.

“Fundamentos de derecho contractual”, T. I, pág. 320 y sig.).

Sentadas estas bases, e incursionando en el

aspecto que es medular para la resolución de esta litis, toda la doctrina es

conteste en que de acuerdo con los principios generales sobre desobligación

del deudor, se requiere declaración expresa de la voluntad del acreedor

de exonerar al deudor primitivo (art. 814 del Código Civil), de lo que se

sigue –puntualmente en relación a la cesión del boleto de compraventa- que

aunque se le notifique la cesión del boleto sigue estando obligado

frente a él el primitivo deudor (Etchegaray, “Boleto de Compraventa”, pág.

218; Gregorini Clusellas, trabajo citado; Morello, “El boleto…”, cit., pág. 669 y

sig., esp. pág. 676, con sus citas).

Refiriéndose a este aspecto de la cuestión

expresa Noemí Nicolau lo siguiente: “La cesión del contrato originario puede

realizarse con o sin liberación de la parte cedente. En el primer caso, es

imprescindible que la parte cedida preste su conformidad, de tal manera

libera a su co-contratante originario y acepta tener como deudor y acreedor

a la parte cesionaria. Si no se obtiene la conformidad de la parte cedida,

ésta tiene dos partes deudoras, la cedente y la cesionaria. El asentimiento

de la parte cedida no es imprescindible para el perfeccionamiento de la

cesión, sino para la liberación de la parte cedente. Si la cesionaria incurre en

incumplimiento y no hubo liberación de la parte cedente, ambas pueden ser

demandadas por cumplimiento o por resolución…” (ob. cit., págs. 321 y 322).
La necesidad de la conformidad expresa de la

parte cedida se explica por sí misma, ya que a ella no le resulta indiferente la

persona del cesionario, no sólo porque pasará a ser su acreedor, sino

también porque se convertirá en su deudor (Pizarro-Vallespinos, ob. cit.,

pág. 424). Es que, como explican los mismos autores unas páginas más

atrás refiriéndose a la asunción de deudas, la transmisión de un crédito no

genera mayores inconvenientes, pues la situación del deudor no varía por el

hecho circunstancial de cambiar su acreedor; su obligación sigue siendo

siempre la misma, cualquiera que sea el acreedor legitimado activamente

para recibirla. Muy distinta es la situación cuando se trata de transmitir una

deuda, ya que, a diferencia del caso anterior, al acreedor no le resulta

indiferente la persona de su deudor, dado que no es lo mismo tener como

deudor a una persona solvente que a una insolvente, a una persona

honorable que hace culto del respeto por los compromisos asumidos que a

un sujeto habituado a no cumplir (aut. y ob. cit., pág. 412).

c) Aplicando los principios que anteceden al caso

de autos, no se encuentra controvertido que el día 11.07.91. los

codemandados Claudio A. Rufino y Mónica A. Recalde cedieron al restante

co-demandado Sr. Miguel A. Bohn los derechos y obligaciones emergentes

del boleto de compraventa que –en calidad de compradores- habían

celebrado con el actor el día 18.09.90. (fs. 9/10 y 6/7, respectivamente).

En esa transferencia de posición contractual

quedaron comprendidos los derechos y obligaciones emergentes del


negocio base que se encontraban incumplidos al momento de verificarse la

cesión (Nicolau, ob. cit., págs. 320 a 323).

Dentro de esas obligaciones incumplidas se

encontraba la de escriturar, la que, como antes vimos, recae por igual sobre

ambas partes, para quienes constituye un deber y un derecho.

En la generalidad de los casos –y como también

tuvimos oportunidad de ver con anterioridad- quien promueve la

escrituración es el cesionario, por lo cual el vendedor (titular del bien) es

frecuentemente denominado “deudor cedido”. Sin embargo, si reparamos en

que la obligación de escriturar recae sobre ambas partes, el vendedor

también reviste el rol de “acreedor cedido”, pues tiene el derecho a exigir el

cumplimiento de la obligación de escriturar. Y ello se vuelve fácilmente

observable en un caso como el presente, en el que es el vendedor quien, en

procura del reconocimiento de su derecho, promueve el juicio de

escrituración.

Finalmente, otra particularidad que reviste el caso

es que en la cláusula octava del boleto de compraventa (ver a fs. 7) se pactó

que los gastos de escrituración serían abonados por el comprador,

disposición que es plenamente válida pues sobre el particular impera el

principio de autonomía de la voluntad (Etchegaray, ob. cit., págs. 207/208;

esta sala, causa n° 56.102, “Clark” del 13.03.12.). Ello permite apreciar con

claridad que la cesión del boleto no resulta ser un acto intrascendente para

el vendedor, aún en los casos en que ya se encuentra cumplida la obligación


principal que emerge del negocio, como es el pago del precio. Esto es así

pues si bien para el vendedor puede resultar indiferente escriturar a nombre

de una persona u otra cuando es el cesionario quien insta la escrituración, la

situación varía radicalmente cuando quien lo hace es el propio vendedor y el

cesionario no brinda la colaboración necesaria o no se encuentra en

condiciones de solventar los gastos propios de la operación, como ocurre en

el sub-lite.

d) Como corolario de todo lo dicho, he de

propiciar la confirmación del decisorio en crisis en cuanto es motivo de

agravios, por entender que, ante la falta de conformidad expresa de los

actores, los cedentes –es decir, los recurrentes- no han quedado liberados

del pago de los gastos de escrituración, sin perjuicio de que ésta pueda ser

realizada directamente a favor del cesionario.

En efecto, si bien es cierto que existen múltiples

elementos que demuestran que los actores estaban en conocimiento de la

cesión -tales como la contestación de oficio brindada por la Escribanía

Scabuzzo obrante a fs. 102/105, la carta documento que el actor les librara

el día 22.05.2008 (obrante a fs. 13/14) que contiene una referencia expresa

a la cesión, y el contenido de la propia demanda que da inicio a este

proceso- ninguno de ellos denota que los vendedores prestaran su

conformidad expresa con tal cesión, requisito que, como vimos, es ineludible

para que opere la liberación de los cedentes. Por el contrario, el hecho de

que se haya librado cartas documentos a los cedentes y al cesionario, y que


se haya demandado también a ambos, es demostrativo de que los

vendedores no consintieron la cesión.

Tampoco es atendible el argumento según el cual

la notificación al tercero solo ha sido pensada para aquellos casos donde el

contrato de cesión implica el traspaso de obligaciones en cabeza del

cesionario, como es la del pago del precio pactado. Ello es así pues, como

antes dije, la de escriturar también es una obligación que se traspasa al

cesionario, y para el vendedor no es indiferente quién reviste tal carácter

pues su insolvencia o su falta de colaboración puede dificultar el acto de la

escrituración, siendo el presente proceso el más claro ejemplo de ello.

Del mismo modo, no puede ser recibido el

argumento según el cual los actores consintieron tácitamente la cesión, por

múltiples motivos. En primer término, y como antes vimos, es necesaria la

conformidad expresa del contratante cedido, por lo que no basta su

supuesto consentimiento tácito (doctr. arts. 814, 874, 917, 918 y conc. del

Código Civil).

A mayor abundamiento, ninguno de los elementos

que los recurrentes traen a colación es demostrativo de un supuesto

consentimiento tácito. En el caso del silencio y falta de reclamo durante

todos los años transcurridos desde la compraventa, ello se observa con

frecuencia en los procesos de escrituración, máxime cuando no es el

principal interesado (comprador o cesionario) quien insta el acto de la

escritura. A ello cabe añadir que de la respuesta de la Escribanía Scabuzzo


que los propios recurrentes traen a colación surge que realizaban visitas a

ese lugar para interiorizarse sobre el trámite de la escrituración (fs. 102) y

que cuando finalmente iniciaron el proceso lo hicieron contra cedente y

cesionario. El hecho de que ambos contratos se hayan celebrado en la

misma Escribanía tampoco es revelador –ni remotamente- de que los

vendedores consintieran la cesión que se celebró casi diez meses después y

sin su presencia, y otro tanto cabe decir del hecho de que los vendedores

supieran que el inmueble vendido era un baldío en el cual el Sr. Bohn edificó

la construcción hoy existente, ya que ello simplemente podría demostrar

conocimiento de la cesión pero no conformidad con la misma.

Tampoco es atendible el agravio según el cual el

único fundamento que habría llevado al “a quo” a condenar a los recurrentes

es que el co-demandado Bohn carece de fondos para solventar los gastos

de escrituración. Ello es así pues si bien el anterior sentenciante pudo haber

reparado en dicha circunstancia para explicar el fundamento práctico del

reclamo contra los cedentes, también le sumó como argumento jurídico –y

con razón a mi modo de ver- que los vendedores no habían aceptado la

cesión (fs. 114 vta.). De este modo, y como anticipé, no resulta atendible

este agravio ni los que le siguen que se vinculan a la supuesta falta de

prueba de la insolvencia del cesionario y de los propios cedentes, ya que

dicha circunstancia –la insolvencia- no resulta dirimente para la resolución

del caso, siendo que, como vimos, los contratantes cedidos pueden dirigir la

acción contra cedente y cesionario sin depender ello de la previa


acreditación de la insolvencia de uno u otro.

Finalmente, tampoco advierto que asista razón a

los recurrentes al sostener que la sentencia es contradictoria en tanto

dispone que la obligación principal (escrituración del inmueble) solo puede

ser reclamada al cesionario, pero, por otro lado, que la obligación accesoria

(pago de los gastos de escrituración) recae también sobre los cedentes,

olvidándose de ese modo –según alegan al amparo del texto del art. 525 del

Código Civil- que la obligación se encuentra extinguida respecto a ellos.

Dicho argumento falla por su propia base porque ni la obligación de

escriturar ni la de pagar los gastos de escrituración se encuentran aún

extinguidas. Por lo demás, el fundamento por el cual se condena a unos y

otros ha sido suficientemente explicado en la sentencia en crisis, de modo

que no existe contradicción alguna.

Por todo lo expuesto, y como lo anticipara, he de

propiciar al acuerdo la confirmación de la sentencia apelada.

Así lo voto.-

Los Señores Jueces Doctores Comparato y

Louge Emiliozzi adhirieron por los mismos fundamentos al voto

precedente.-

A LA SEGUNDA CUESTION, el Señor Juez

Doctor RICARDO CESAR BAGU, dijo: Atento lo acordado al tratar la

cuestión anterior, propongo al acuerdo confirmar la sentencia de fs. 113/115

en cuanto fue motivo de agravios. Con costas a los recurrentes vencidos


(arts. 68 y conc. del C.P.C.C.), difiriéndose la regulación de honorarios para

la oportunidad del art. 31 de la ley 8904.

Los Señores Jueces Doctores Comparato y

Louge Emiliozzi adhirieron por los mismos fundamentos al voto

precedente.

Con lo que terminó el acuerdo dictándose la

siguiente

SENTENCIA

POR LO EXPUESTO, demás fundamentos del

acuerdo y lo prescripto por los arts. 266 y 267 del CPCC.; se Resuelve:

confirmar la sentencia de fs. 113/115 en cuanto fue motivo de agravios. Con

costas a los recurrentes vencidos (arts. 68 y conc. del C.P.C.C.), difiriéndose

la regulación de honorarios para la oportunidad del art. 31 de la ley 8904.

Notifíquese y devuélvase.

Ricardo César Bagú


Juez
-Sala 1-
-Cám.Civ.Azul-

Esteban Louge Emiliozzi


Juez
-Sala 1-
-Cám.Civ.Azul-

Lucrecia Inés Comparato


Juez
-Sala 1-
-Cám.Civ.Azul-
Ante mí

Yamila Carrasco
Secretaria
-Sala 1-
-Cám.Civ.Azul-

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