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Oficina Diocesana de Educación Católica

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LICENCIA ECLESIÁSTICA
ÍNDICE

1. Los evangelios: Origen, fuente y mensaje de los evangelios ....................

2. El Verbo se hizo carne ..........................................................................

3. Los misterios de la infancia y la vida oculta de Jesús...............................

4. Los misterios de la vida pública de Jesús................................................

5. Jesús en la sinagoga .............................................................................

6. Jesús anuncia la Buena Nueva del Reino mediante parábolas .................

7. El mensaje de la Bienaventuranzas ........................................................

8. Los Milagros de Jesús ...........................................................................

9. Pasión y muerte de Jesús ......................................................................

10. Resurrección de Jesús ...........................................................................

11. Jesús subió a los Cielos .........................................................................

12. Jesús nos envía el Espíritu Santo ...........................................................

13. Necesidad de la oración. Alegría de ser amigos de Jesús .........................

14. Necesidad de los sacramentos. Vivir la amistad con Jesús .......................

15. El sí de María. La vocación de la Virgen María. ........................................


Tema 1

A. MOTIVACIÓN
Desde el día de Pentecostés, la Iglesia conserva la palabra de Cristo como su
más valioso tesoro. Recogida en las páginas del Evangelio, ha llegado
hasta nuestro tiempo. Hoy somos nosotros quienes tenemos la
responsabilidad de transmitirla a las futuras generaciones, no como letra
muerta, sino como fuente viva de conocimiento de la verdad sobre Dios y
sobre el hombre, fuente de auténtica sabiduría.
B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. El evangelio y los Evangelios
El Nuevo Testamento se abre con cuatro
libros que llevan el mismo título:
Evangelio. Igualmente inspirados que los
restantes libros de la Sagrada Escritura,
son los de mayor excelencia de todos
ellos, “porque constituyen el principal
testimonio de la vida y la doctrina del
Verbo hecho carne, nuestro Salvador”
(DVn.4) Estos cuatro libros fueron
designados con el título de Evangelio
desde principios del siglo II. P. Fernando - Misa de Corpus Christi

La palabra Evangelio viene de una voz griega (euangélion) que significa


originariamente “Buena Nueva” o buena noticia, la noticia gratísima de
la redención de los hombres hecha por Jesucristo. Evangelio es el nombre
que damos a la doctrina de Jesucristo y a los libros en que está contenida.
Cuando, después de la muerte y resurrección de Jesús, los apóstoles y sus
discípulos empezaron a anunciar, en primer lugar a los judíos y luego a los no
judíos, la buena noticia de la salvación que Dios les ofrecía por medio de
Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, fácilmente encontraron que el término
“Evangelio” era el más adecuado para designar ese mensaje: era la buena noticia
por excelencia. Pablo usa con frecuencia este término para referirse al mensaje
que él predicaba a los no judíos (cf. Rm. 1, 1, 9, 16; Co 15, 1). Marcos también
usa esta palabra al comienzo de su libro (cf. Mc 1,1)
Poco a poco la palabra “evangelio” fue convirtiéndose en la designación
técnica de los cuatro relatos de la Iglesia apostólica que nos hablan de Jesús,
de sus hechos, de sus palabras y de su pasión, muerte y resurrección.
Se llaman Evangelios por tanto a los cuatros libros donde se narra la vida, los
milagros y las principales palabras de Jesucristo.

Los Evangelios reconocidos por la Iglesia son cuatro: Evangelio según San
Mateo; según San Marcos; según San Lucas, y según San Juan. Propiamente
no hay más que un Evangelio, porque una es la “Buena Nueva” anunciada
por

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Jesucristo. Y así dijo San Ireneo: “Cristo nuestro Señor nos ha dado
un Evangelio bajo cuatro formas”; y Orígenes, por su parte: “El Evangelio es uno
en realidad aun cuando venga de cuatro escritores”.
Los Evangelios nos dan a conocer a Jesucristo, que es el Mesías prometido a los
patriarcas y anunciado en el Antiguo Testamento por los profetas.
2. El verdadero origen de los Evangelios.
El verdadero origen de los Evangelios
escritos fue el Evangelio oral, es decir,
la predicación de Jesucristo y de sus
Apóstoles. Entre la Ascensión del
Señor a los Cielos y la composición de
los Evangelios pasa un tiempo de poco
más de veinte años.
“En la formación de los evangelios se
pueden distinguir tres etapas:
1. La vida y la enseñanza de
Jesús.
La Iglesia mantiene firmemente que
los cuatro evangelios, "cuya
historicidad afirma sin vacilar,
comunican fielmente lo que Jesús,
Hijo de Dios, viviendo entre los
Evangelistas
hombres, hizo y enseñó realmente
para ala salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo" (DV 19).
2. La tradición oral. "Los apóstoles ciertamente después de la ascensión del
Señor predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella
crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por
los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad"
(DV
19).
3. Los evangelios escritos. Los autores sagrados escribieron los
cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se
transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas
atendiendo a la
condición de las Iglesias, conservando por fin la forma de proclamación, de
manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús" (DV
19)” (CIgC n. 126).
La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos
maneras:
a) Oralmente: “los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones,
transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de
Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó”.
b) Por escrito: “los mismo apóstoles y otros de su generación pusieron por
escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo” (DV n.7).
La iglesia fundada por Jesucristo es para los católicos la verdadera Maestra,
intérprete y norma para discernir o juzgar de la autenticidad, de la inspiración y
el sentido de los libros bíblicos.
3. El mensaje de los Evangelios
El mensaje de los Evangelios está centrado en el Mesías (Cristo, Ungido), como
lo expresa un pasaje del cuarto evangelio: “(Estas
señales milagrosas) se han escrito para que
ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de
Dios, y para que creyendo tengan vida por medio
de Él” (Jn. 20,31).
Al leer los Evangelios nos damos cuenta de la
importancia tan especial que tiene el periodo final
de la historia de Jesús, desde su entrada
mesiánica en Jerusalén hasta su muerte y
resurrección, periodo que comprende
aproximadamente una semana. Por la
comparación con otros textos del Nuevo
Testamento, como los discursos de Pedro y Pablo
Cenardelonsal de los Apóstoles (cf. Hch. 2, 14-42) y las cartas de
CHieprcihaonsi
PMaibslao T(eC Df e1umC o 15, 1-7), podemos decir que la referencia a
la muerte y resurrección de Jesús era el centro del mensaje de
salvación desde los primeros momentos de la vida de la Iglesia.
Los Evangelios nos presentan además muchos aspectos de la actividad
anterior de Jesús, desde que fue bautizado por Juan. Nos narran muchos de sus
hechos y palabras en diversas circunstancias y ante diversos oyentes. En
cambio, solamente dos Evangelios, los de Mateo y Lucas nos hablan de su
infancia. Ninguno nos habla del largo periodo de su adolescencia y juventud.
4. Los evangelios sinópticos.
Al leer cuidadosamente estos cuatro libros nos damos cuenta que los Evangelios
de Mateo, Marcos y Lucas presentan una semejanza muy grande entre sí,
mientras que el de Juan se diferencia bastante de los otros, ya que nos narra
hechos que complementan los tres anteriores, Por su semejanza, a los tres
primeros se les ha dado el nombre de “evangelios sinópticos” (de
sinopsis=vista de conjunto).
Sin embargo cada Evangelio tiene su perspectiva propia y su manera peculiar de
narrar la historia de Jesús. Estos diversos enfoques se explican por las variadas
tradiciones que utilizan, por los distintos grupos de lectores a los que se dirigen,

y por el carácter propio de cada evangelista.


Evangelios
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué son los Evangelios?
2. Etimológicamente, ¿qué significa Evangelio?
3. ¿Quiénes son los autores de los cuatro Evangelios?
4. ¿Cuál es el origen de los Evangelios?
5. ¿De qué manera se transmitieron los Evangelios?
6. ¿Cuál es el mensaje de los Evangelios?
7. ¿Por qué se llaman evangelios sinópticos?
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Buscar un pasaje del Evangelio de San Mateo y comparar las diversas
narraciones que hacen San Marcos y San Lucas sobre el mismo hecho.
2. Ver textos paralelos del Evangelio (por ejemplo, Mateo 4, 1-4; Marcos 1, 12-
13 y Lucas 1,13, o bien Mateo 8,5-13 y Lucas 7, 1-10) y describir las
coincidencias.
3. Encontrar el pasaje de San Mateo donde se habla de la corrección fraterna.
E. VOCABULARIO BÁSICO
Pentecostés Sagrada Escritura Mateo
Marcos Lucas Juan
Tema 2

A. MOTIVACIÓN
¿Por qué el Verbo, el Hijo de Dios, se hizo carne? Esta cuestión, que es de gran
importancia para todos los cristianos, tiene su respuesta en la misma Sagrada
Escritura. En ella se lee: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
por nuestros pecados» (cf 1 Jn 4, 10). En efecto, no existe otra explicación de la
venida de Cristo a la tierra que el amor que Dios, nuestro Padre, nos tiene, amor
tan grande que nos perdona y salva gratuitamente por medio del sacrificio de su
Hijo.
B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En este tema el orden lógico que se
seguirá es el siguiente: primero
explicaremos lo que significa el Misterio
de la Encarnación y cuál es su papel
dentro del plan salvífico de Dios (punto
1); luego, de un modo más detallado,
veremos cómo se realiza dicha
Encarnación (punto 2); posteriormente
veremos cuáles fueron los motivos por
las cuales nuestro Señor tuvo que
encarnarse, tratando de paso el
delicado tema de la necesidad de la
encarnación (punto 3); y, finalmente,
veremos cuáles son las consecuencias
que conlleva la Encarnación de Jesús
(punto 4).
La Anunciación
1. La Encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad
¿Qué es la Encarnación?
«El Misterio de la Encarnación es el misterio de la
admirable unión de la naturaleza divina y de la
naturaleza humana en la única Persona del Verbo,
Segunda Persona de la Santísima Trinidad, en las
purísimas entrañas de la Virgen María, por obra del
Espíritu Santo. La fe en la Encarnación es signo
distintivo de la fe cristiana» (cf Comp. del CCE n. 86;
CCE nn. 461 - 463, 483).
Este misterio divino ha sido definido como dogma de
fe por el Magisterio de la Iglesia en los concilios de
Nicea (325 d. C.) y de Constantinopla (381d. C.).
También queda expresado en la Liturgia en el Credo
de la Santa Misa.
Niño en el Pesebre
La Santísima Trinidad y la Encarnación
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De las tres Personas de la Santísima Trinidad la
que se encarnó fue solamente la segunda
Persona, el Hijo, no las tres personas juntas. El
evangelista San Juan lo señala claramente en el
prólogo de su evangelio: «Y la Palabra se hizo
carne y puso su morada entre nosotros, y
hemos contemplado su gloria que recibe del
Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad» (cf Jn 1, 14).
Ciertamente todas las obras de Dios son
comunes a las Tres Personas y, por tanto, las
Tres Personas obraron la Encarnación. Dice S.
Agustín: «El hecho de que María concibiese y
diese a luz es obra de la Trinidad, ya que las
obras de la Trinidad son inseparables». (cf S.
Agustín de Hipona, De Trinitate, 2, 5, 9). Por
tanto, las Tres Personas unieron la naturaleza Niño Jesús
humana con la Segunda Persona, pero no la unieron con sus Personas, sino solo
con la Segunda; las Tres obraron la Encarnación de uno solo, la del Verbo.

La Encarnación y el plan de Salvación


Hay que señalar en primer lugar que la Encarnación del Verbo –clave del Plan de
la Salvación– es antes que nada iniciativa del Padre. El Hijo es «enviado» a este
mundo; su alimento será cumplir la voluntad de Aquel que le ha enviado (cf
Jn
17, 8 ss.; 4, 34). En este contexto adquiere pleno sentido el texto de Hb 10, 5
-
7: «la Encarnación no es sólo preparación, sino también cumplimiento
redentor de la voluntad del Padre».
Esta encarnación del Verbo trae ya consigo el comienzo de la salvación, pues, al
encarnarse, el Verbo toma sobre sí a todo el género humano (con toda la
humanidad), y, en cierto sentido, se une a todo hombre. Esta «solidaridad»
con todo el género humano está en la base de la «satisfacción» que Cristo
ofrece al Padre por los pecados de la humanidad.
Por medio de su encarnación, Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, pudo
realizar la salvación. Por ser Dios perfecto pudo realizar la salvación sobrenatural,
inalcanzable al hombre: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envío a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados» (cf 1 Jn 4, 10). Por ser hombre perfecto,
uniéndose así a todos los hombres, pudo realizar la salvación de todos los
hombres: «Como por la desobediencia de un solo hombre (Adán), los
muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno
solo (Jesús) los muchos
serán constituidos justos» (cf Rom 5, 19).
2. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero
hombre
Hemos dicho que en la encarnación el Hijo, que es Dios, se hace hombre: es
Dios verdadero y hombre verdadero. Esta verdad de fe ha quedado claramente
afirmada en la Divina Revelación y defendida por el Magisterio de la Iglesia.
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La «unión hipostática» es el término teológico técnico que se usa para
expresar la unión de las dos naturalezas, humana y divina, en la única persona
del Verbo.

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Esta expresión solo está elaborada para aplicarla a Cristo. Por esta unión, la
naturaleza humana –o humanidad– de Cristo, constituida por un cuerpo y
un alma racional, adquiere el ser o la existencia al ser asumida por la persona
del Verbo, el cual ya existía antes de todos los siglos. El Verbo subsistente en
la naturaleza divina, al realizarse la Encarnación por obra del Espíritu Santo,
atrae a sí a la naturaleza humana formada en las entrañas de la Virgen María, y
le da la existencia; es decir, la hace subsistir en virtud del mismo ser personal
del Verbo eterno.
En esta unión de naturalezas no hay una mezcla o transformación que da como
resultado un ser intermedio. Las razones son claras: por un lado Dios es
inmutable y perfecto; y por otro lado, la supresión de la verdadera humanidad
destruiría la Redención que Cristo ha traído al mundo.
Pero ésta «unión» no siempre fue comprendida. De hecho ha habido
posturas
erróneas, como la del monofisismo y el monotelismo, que se equivocaron al
explicar la unión de las dos naturalezas en la persona de Cristo.
Jesús, verdadero Dios
Sobre la «divinidad de Jesús» hay muchos textos de la Sagrada Escritura que lo
corroboran: el testimonio de Dios Padre en el Bautismo y la transfiguración (cf
Mt 3, 16 - 17; 17, 5); el testimonio mismo de Cristo: en la confesión que hace S.
Pedro (cf 16, 13 - 20), en sus milagros (cf Mt 9, 28; Mc 8, 3; 4, 39; 9, 24), etc.;
y en otros testimonios del Nuevo Testamento (cf Hch 2, 36; 20, 28; 1 Cor. 8, 6;
Rom 9, 5; Col 1, 15; Tit. 2, 13 - 14; Heb 1, 1 - 14; Apoc. 2, 18).
Sin embargo, esta verdad de fe fue negada por algunas herejías. Entre
estas herejías destacan la de los ebionitas, el arrianismo, el monarquianismo, etc.

Jesús, verdadero hombre


Sobre la «humanidad de Jesús», los textos tampoco son pocos: el relato de la
concepción de Jesús en el vientre de una mujer, de su nacimiento y
desarrollo, de su vida como adulto, de su predicación y de su muerte; Cristo
mismo habla de sí mismo como verdadero hombre (cf Jn 8, 40), lo mismo hacen
los apóstoles y San Pablo (cf. 1 Tim 2, 5; Rom 5, 15; 1 Co 15, 21 - 22; Ga 4, 4).
Pero no sólo en el Nuevo Testamento encontramos un claro testimonio histórico
sobre Jesucristo. También en escritores paganos encontramos testimonios
sobre la existencia histórica de Jesús. En éstos, no caben sospechas que
hayan falseado la realidad histórica de la existencia de Jesús. Entre estos autores
están: Tácito, Plinio el joven y Flavio Josefo
También la humanidad de Jesús fue negada por algunas doctrinas heréticas.
Entre estas herejías destaca la de los docetas.
3. Los motivos de la Encarnación y su necesidad: la gratuidad de la
salvación
La doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo de la Iglesia nos dice cuáles son las razones por la que el Verbo de
Dios se hizo carne (cf. CEC nn. 457-460):
a) El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios.
b) El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios
(cf 1 Jn 4, 9; 3, 16).
c) El Verbo se encarnó «para ser nuestro modelo de santidad» (cf Mt 11, 29;
Jn 14, 6).
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d) El Verbo se encarnó para hacernos «partícipes de la naturaleza divina» (cf 2
Pe 1, 4).
Algunas interrogantes en torno a la necesidad de la
Encarnación
Queda claro que el hombre necesitaba de Dios para alejarse del pecado y volver
a Él. Ahora nos toca hacer una serie de preguntas con respecto a la necesidad de
la encarnación.
¿Todo esto era necesario para Dios?
La encarnación no fue necesaria, en cuanto que Dios se viera obligado por su
amor al hombre. De otro modo se hundiría la total gratuidad del orden
sobrenatural. Si la Encarnación es la gran expresión del amor de Dios, y el amor
para ser tal, ha de ser libre, la Encarnación debió ser totalmente libre.
¿Estaba Dios obligado a reparar el pecado del hombre?
Por supuesto que Dios no estaba obligado a reparar el pecado del hombre ya
que podría haber privado al hombre de la bienaventuranza sin hacerle ninguna
injusticia. Esto no iría contra Dios, puesto que el dejar la obra inacabada no
provendría de su impotencia (de no poder hacer nada), sino de la malicia del
hombre, causante y único responsable de su suerte.
Pero, ¿No existe otra forma para salvar al hombre sin que el Verbo se
hiciese
hombre’?
Es cierto que la Encarnación era sumamente conveniente, pero esto no quiere
decir que fuese absolutamente necesaria para salvar al hombre. Además, Dios
podría haberlo realizado sin necesidad de hacerse Él mismo hombre. Santo
Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, nos lo dice con las siguientes palabras:
«Dios, en efecto, con su omnímodo poder, podía restaurar la naturaleza humana
de múltiples maneras» (cf Sto Tomás de A., Sum. Th. 3, q.1, a.2). Pero Dios
eligió esta forma para salvar al hombre, incluso podemos decir que ésta era la
mejor forma de obtener la salvación de los hombres por los frutos que de ella se
consiguió.
4. Consecuencias de la Encarnación
Esta unión de naturalezas, la divina con la humana, que se da en el Misterio de
la Encarnación tiene una serie de consecuencias que son muy importantes:

Todos los actos de Cristo tienen valor infinito


Esto se percibe si tenemos en cuenta que la persona es el centro de atribución
de todos sus actos: «la persona es el sujeto y responsable de sus propias
acciones». En el caso de Cristo, todas sus acciones, las de su naturaleza divina
como las de la humana, se refieren a su persona. Así decimos que Cristo creó el
mundo (obra propia de Dios), y, también, que padeció (obra propia del hombre).
Esta doctrina nos permite explicar la Redención: en efecto, si hubiera en
Cristo dos personas, una divina y otra humana, la Redención no hubiera
podido realizarse: por un lado, la persona divina no hubiera podido padecer ni
morir; y por otro lado, la persona humana hubiera podido padecer y morir,
pero sus acciones no tendrían valor infinito, por no proceder de una persona
divina.
Por el contrario, en la doctrina católica se ilustra la Redención: porque
Cristo padece en cuanto hombre, esto es, en su naturaleza humana;
pero sus padecimientos tienen valor infinito por la unión personal entre la
naturaleza
humana y la Persona divina: «En efecto, amó Dios tanto al mundo, que le dio a
su unigénito Hijo. Así como en el hombre-Adán este vínculo quedó roto, así en el
hombre-Cristo ha quedado unido de nuevo» (cf Juan Pablo II, Enc. RH, n. 8).

Su Humanidad merece adoración


Así, pues, Podemos afirmar que la «Humanidad de Cristo» merece ser adorada a
causa de su «unión personal con el Verbo divino». De modo que el culto que se
rinde a su Humanidad se rinde al Hijo de Dios.
Por eso la Iglesia permite que al Corazón de Jesús y a sus sagradas llagas se dé
culto directo de latría o adoración. Y por que Cristo se hizo hombre también
puede representársele en imágenes y darles culto sin caer en idolatría.
Pero hubo un error doctrinal que iba contra esta verdad de fe: la de los
«iconoclastas». Estos acusaban a la Iglesia de caer en idolatría por «dar culto a
las imágenes». Este problema se resolvió por medio de la distinción de
los modos de dar cultos: «adoración», que corresponde sólo a Dios y
«veneración» que corresponde a la Virgen y los Santos.
Comunicación de propiedades
La «comunicación de propiedades» consiste en que puede atribuirse a
Cristo Dios lo que es propio de la naturaleza humana; y a Cristo hombre lo
que es propio de la naturaleza divina. Así se puede decir que Dios murió y
resucitó; o que un hombre es inmortal y omnipotente.
Pero debe mantenerse el cuidado de emplear términos concretos, y no
abstractos. Puede decirse, sin cometer una falta, que Dios es hombre, murió,
etc., pero sería gravísimo error decir que la divinidad es la humanidad, o que la
divinidad murió. La razón es porque no todo lo que puede aplicarse a la persona
de Cristo, puede aplicarse a la divinidad en general.
Esta comunicación de propiedades la llaman los teólogos «comunicación
de
idiomas», porque idioma quiere decir en griego propiedad; viene del adjetivo,
«idios», que significa propio, particular.
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es el misterio de la Encarnación?
2. ¿Cuál de las tres personas de la Santísima Trinidad se encarnó?
3. ¿Qué es la unión hipostática?
4. ¿Cuáles son los motivos de la Encarnación, según el Catecismo?
5. ¿Por qué la humanidad de Cristo merece ser adorada?
6. ¿En qué consiste la “comunicación de propiedades”?
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Dialoga con tus compañeros sobre el principio de Encarnación formulada
por
San Ireneo de Lyon: «Lo que no es asumido no es redimido».
2. Señala algunos ejemplos de cómo podemos imitar a Jesús para darlo
a conocer.
3. Investiga qué afirmaban las siguientes herejías:
• Adopcionismo • Monarquianismo
• Arrianismo • Monofisismo
• Docetismo • Monotelismo
• Gnosticismo
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2
• Nestorianismo

131
3
E. VOCABULARIO BÁSICO

• Encarnación
• Herejía
• Misterio
• Persona
• Redención
• Teólogo
Tema 3

A. MOTIVACIÓN.
Lo cotidiano es lo que hacemos todos los días. A fuerza de repetirlo nos llega a
resultar ordinario, corriente, sencillo y familiar. Y la mayor parte de nuestra
vida está inmersa en lo cotidiano.
A veces no valoramos bien esta vida cotidiana. Creemos que solo una vida con
cosas grandes, con cosas caras pueda ser valorada y no nos fijamos en el valor
de las cosas sencillas y ordinarias. Así, pues, ¿Cómo descubrir el valor que tiene
la vida ordinaria? Para descubrirlo es preciso dedicarle tiempo, mirar con los ojos
del corazón, despertar del letargo o de la monotonía, contemplar la vida por
dentro. Sólo así descubriremos que a veces lo más maravilloso está, aunque
no lo parezca, muy cerca de nosotros.
En este tema contemplaremos la infancia y la vida oculta de nuestro Señor,
que
será, para todos nosotros, una luz; nos permitirá ver el inmenso valor que
encierra la vida de familia y el trabajo.

B. CONTENIDO DOCTRINAL.

Explicación del contenido del presente tema:


En éste tema el orden lógico que se seguirá es el
siguiente: El contenido en sí se puede agrupar en dos
grandes bloques: en el primero estudiaremos, de
un modo general, qué son los Evangelios de la
Infancia (punto 1), cuál es su valor histórico –ya que
algunos lo han puesto en duda– (punto 2), y qué nos
dice cada uno de ellos (punto 3); y en el segundo
veremos cómo nos presentan los Evangelios la vida
oculta de Jesús (punto 4) señalando sus
consecuencias teológicas (punto 5). En el
fondo, lo que se busca es mostrar la importancia
de la Infancia y la vida oculta del Señor en el plan
salvífico y cómo pueden influir en nuestras vidas. Primeros pasos de Jesús

1. Los Evangelios de la Infancia de Jesucristo: Los evangelios de Mateo


y Lucas.
¿Qué son los Evangelios de la Infancia?

Los capítulos 1 y 2 de los Evangelios de Mateo y Lucas son llamados


“Evangelio de la Infancia” de Jesús porque nos narran algunos misterios de la
infancia de Nuestro Señor Jesucristo, como la Anunciación, la Encarnación, la
Visita de Magos y Pastores, la huida de la Sagrada Familia a Egipto porque
Herodes quería matar al Niño, la visita de María a su pariente Isabel, la
presentación del Niño en el templo, etc. En definitiva, muestran quién es el Niño
que nace en Belén.
Rasgos comunes presentes en los Evangelios de la
Infancia
Existen unos rasgos comunes entre los dos Evangelios de la infancia y que los
hacen diferentes del resto del relato evangélico:
a) Ellos nos dicen quién es Jesús, pero no tanto con las palabras y los hechos
de Jesús, como con las palabras de los evangelistas, o de los personajes
que se encuentran con Jesús.
b) Ellos tienen una forma literaria parecida: están llenos de referencias
del Antiguo Testamento. Esta forma literaria está al servicio de un
contenido: presentar de modo condensado el «misterio» de Jesús, de su
ser y de su obra.

2. Historicidad de los relatos de los Evangelios de la Infancia

Objeciones a la historicidad de los Evangelios de la Infancia


La historicidad de los relatos de
los Evangelios de la Infancia han
sido puestos en duda por
algunos autores. Estos autores
han señalado una serie de
argumentos para defender su
teoría.
Entre los argumentos que usan
para negar la historicidad de los
Evangelios de la Infancia están:
a) La ausencia de otras
fuentes bíblicas y
extrabíblicas que hablen de
estos hechos. Pintura de la Sagrada Familia
b) La densidad significativa de las narraciones que parecen dirigiPdoar:s
M U R ILLO
p o r
intereses apologéticos o dogmáticos.
c) Las discordancias entre los dos Evangelios.
d) Los paralelos que estos textos tienen con otras literaturas.

Afirmaciones a favor de la historicidad de los Evangelios de la Infancia


Existen, sin embargo, elementos que apuntan a la historicidad de
las narraciones.
Entre los argumentos que podemos señalar para demostrar la historicidad de
estos relatos están:
a) El género literario que usan. Los evangelios de la infancia son ciertamente
distintos al resto de la narración evangélica, pero se diferencian más
todavía de los evangelios apócrifos, que también hablan de
supuestos hechos de la infancia del Señor.
b) El contenido revelado en ellos no es tan difícil de aceptar si se admite la
intervención de Dios en la Historia.
c) Finalmente, existe una concordancia en lo esencial.
Conclusión: los Evangelios de la Infancia son verdaderamente
históricos.
Descubriremos en estos textos una serie de datos en los que coinciden los dos
evangelios y que tienen que proceder de una «tradición» anterior, es decir,
de algo anterior a su puesta en escrito. Entre esos datos están:
a) Los padres de Jesús son María y José. Estos estaban desposados, pero no
vivían juntos ni habían tenido relaciones conyugales cuando Jesús fue
concebido (cf Mt 1, 18; Lc 1, 27. 37). El nacimiento del niño, en cambio,
tiene lugar cuando ya los padres viven juntos (cf Mt, 24 - 25; Lc 2, 5 - 6).
b) María concibe sin concurso de varón (cf Mt 1, 20. 23. 25; Lc 1, 34). La
concepción es por obra del Espíritu Santo (cf Mt 1, 18. 20; Lc 1, 35).
c) José es descendiente de David (cf Mt 1, 16. 20; Lc 1, 27. 32).
d) La concepción del niño se conoce mediante una anunciación angélica (Mt 1,
20 - 23; Lc 1, 30 - 35). El ángel dice que el niño debe llamarse Jesús (cf Mt
1, 21; Lc 1, 31).
e) El ángel afirma que Jesús es el Salvador (cf Mt 1, 21; Lc 2, 11).
f) El nacimiento de Jesús tuvo lugar en Belén (cf Mt 2, 1; Lc 2, 4 - 6), pero el
niño se cría en Nazaret. (cf Mt 2, 23; Lc 2, 39).
g) El nacimiento tuvo lugar en los días de Herodes el Grande (cf Mt 2, 1; Lc 1,
5).
h) Jesús recibe la adoración de unos extraños: unos magos y unos pastores.
4. El Evangelio del nacimiento e infancia de Jesús según San Mateo y
San Lucas
Hemos dicho que de los cuatro evangelistas, sólo Mateo y Lucas relatan
el nacimiento e infancia de Jesús y que no pretenden describirlos con
exactitud, sino sacar de ellos una enseñanza.
El evangelista Mateo escribió su evangelio unos ochenta años después del
nacimiento de Jesús y sus lectores eran una comunidad cristiana formada por
judíos. Dentro de esa comunidad existían algunas preocupaciones y
algunas dudas:
a) ¿Fue Jesús realmente el Mesías, descendiente de David y anunciado por los
profetas? ¿Jesús es hombre o es Dios?
b) ¿Es Jesús salvador sólo de Israel o también de los romanos, griegos y
demás pueblos?
c) ¿Puede acoger la comunidad cristiana a gente que no sea judía?
d) ¿Por qué son perseguidos tan cruelmente los cristianos, si Dios está
con ellos?
Al relatar el nacimiento e infancia de Jesús, el evangelista Mateo saca unas
enseñanzas que esclarecen las dudas de esta comunidad cristiana:
a) Árbol genealógico (1, 1 - 17): Jesús es realmente el Mesías
descendiente de David y anunciado por los profetas. Él es el heredero de
las promesas hechas a Abraham.
b) Concepción virginal de Jesús (1, 18 - 24): Como hijo de María, Jesús
es hombre; pertenece a la raza humana. Por su concepción virginal, Jesús
es Hijo de Dios; viene del Espíritu Santo; su origen es divino.
c) Nacimiento de Jesús (1, 25 y 2, 1): María da a luz un hijo y le pone por
nombre Jesús, que quiere decir “Salvador”. Nace en Belén como estaba
anunciado.
d) Adoración de los sabios de Oriente (2, 1 - 12): Jesús es salvador
de todos los hombres, no sólo de los judíos. Es el rey universal, luz de
las naciones.
e) Persecución de Jesús y huída a Egipto: La persecución y el
sufrimiento son características propias de la misión del Mesías.
f) Matanza de los inocentes: La persecución contra los cristianos es una
persecución contra Jesús. Herodes persigue a Jesús, derramando sangre
inocente. Mientras haya gente como Herodes, ciegos de ambición y de
poder, los cristianos, nacidos bajo el signo de Jesús, sufrirán persecución.
g) Vuelta a Nazaret: Jesús vive en Nazaret; por eso se llamará Nazareno,
según anunciaron los profetas.

El evangelista Lucas escribió su evangelio algunos años después que Mateo, pero
sus destinatarios directos no son ya los judíos sino los gentiles, es
decir, cristianos con otra tradición, mentalidad, cultura, ideología, etc. Estos
cristianos no judíos vivían problemas y preocupaciones en parte comunes a los
cristianos judíos, peo en parte también diferentes. Entre sus dudas estaban:
a) ¿Cómo es posible que todo un Dios se encarne en un cuerpo? En aquel
entonces existía en algunos una mentalidad negativa del cuerpo; decían
que el cuerpo era una cárcel del alma, fuente de pasiones y corrupción,
causa de enfermedades y muerte.
b) ¿Hay que creer todo lo que se dice de Jesús en las leyendas piadosas o
evangelios apócrifos? En aquel entonces circulaban evangelios apócrifos
donde se decían cosas fantásticas y maravillosas de Jesús, pero sin
fundamento histórico. Algunos cristianos se dejaban engañar fácilmente por
la fantasía, alucinaciones, sugestiones, etc.
c) ¿No estaba anunciado que el Mesías había de nacer en Belén de Judá?
¿Cómo puede ser Jesús el Mesías si era de Nazaret?
d) ¿Qué relación existía entre Jesús y Juan Bautista?
e) ¿Es Jesús realmente el verdadero salvador?
El evangelista Lucas ha investigado cuidadosamente los hechos y sacado unas
enseñanzas para confirmar la solidez de la fe en Jesús. Su relato se agrupa en
torno a dos figuras: Juan el Bautista y Jesús. Juan siempre aparece como
el precursor de Jesús, quien es Hijo de Dios y el Mesías esperado que cumple las
profecías.

5. Los textos evangélicos de la vida oculta de


Jesús
Los textos evangélicos sobre la vida oculta de Jesús son muy pocos sobre este
período: Lc 2, 40 - 52; Mc 6, 3; Jn 6, 42; 7, 15, son los únicos pasajes que se
refieren a su vida oculta.
Durante los treinta años de su permanencia en Nazaret, Jesús no revela sus
cualidades sobrenaturales y no realiza gestos prodigiosos. Ante las primeras
manifestaciones extraordinarias de su personalidad, relacionadas con el inicio
de su predicación, sus familiares (llamados en el evangelio «hermanos») se
asumen
-según una interpretación- la responsabilidad de devolverlo a su casa,
porque consideran que su comportamiento no es normal ( leer, por
ejemplo, Mc 3, 21). En Jn 7, 15 sus adversarios se maravillan que Jesús
conozca las
« Escrituras » no habiendo estudiado como lo hacían los
escribas estudiando con un maestro reconocido. Aunque muchos se dirijan a
él como
«Rabí» hay que tener en cuenta que hasta el 70 d.C. en que se restringe mucho
su uso, este título es de uso más flexible (por ejemplo en Jn 3, 26 se usa
también respecto a Juan Bautista).
Así, pues, la vida oculta de Jesús que se extiende a través de treinta años es
bastante diferente de la que uno habría de esperar en el caso de una
Persona, quien es adorado por sus seguidores como su Dios y reverenciado
como su Salvador. Pero esta es una prueba indirecta de la credibilidad de
la historia evangélica, de que lo narrado en los evangelios sucedió realmente.

6. Enseñanzas teológicas de la vida oculta de


Jesús
Cristo y la santificación de la totalidad de la vida
humana
Los años de la vida oculta de Jesús no son una simple preparación para su
ministerio público, para su misión, sino auténticos actos redentores (salvadores)
orientados hacia la consumación del Misterio Pascual (su Pasión y muerte): «Con
el anonadamiento, con la sencillez, con la obediencia: con la divinización de
la vida corriente y vulgar de las criaturas, el Hijo de Dios fue vencedor» (cf
San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 21).
Jesús, asumiendo no sólo la naturaleza humana, sino también una vida ordinaria,
ha redimido y santificado todas las realidades nobles de las que está
entretejida la vida común de los hombres: vida de familia y relaciones
sociales, juegos de niños y trabajos de adultos, fatiga y reposo. En estos años
de vida oculta, Jesús nos dio ejemplo, pero también estaba realizando nuestra
redención, mediante su amor y obediencias presentes en cada una de sus obras
ofrecidas al Padre como ofrenda por los pecados del mundo.
Tiene una gran relevancia teológica el hecho de que Jesús compartió durante
la
mayor parte de su vida la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una
vida sencilla, sin aparente importancia. Esta forma de vida indica que a todos los
hombres es posible redimir su mundo sin necesidad de salirse de su sitio, a
través de lo más sencillo y cotidiano. Jesús nos revela con su vida ordinaria
que la vida diaria de los hombres es susceptible de ser elevada al orden
sobrenatural.

El trabajo de Jesús y su valor redentor


El Señor realiza nuestra redención también durante los muchos años de
trabajo de su vida oculta, cumpliendo el quehacer que el Creador encomendó al
hombre al colocarle sobre la tierra: que la trabajase (cf Gn 2, 15). Por
medio de su trabajo nos enseña la santificación de nuestro propio trabajo.
También puede decirse que con Cristo el trabajo ha vuelto a encontrar su
primitiva dignidad (cf J. M. Aubert, la santificación del trabajo). Tras el pecado de
nuestros primeros padres, el trabajo se convirtió como una «maldición» para el
hombre: « con fatiga comerás de él todos los días de tu vida » ( cf Gn 3,
17). Pero, con Cristo, el trabajo se convierte en «bendición» ya que se
transforma en medio de santificación.
Por estos motivos la unión con Cristo también implica el amor al trabajo como
parte del amor a la propia vocación cristiana: «al haber sido asumido por Cristo,
el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el
ámbito en que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad
santificable y santificadora» (cf S. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 47).
Dios elige a los
sencillos
Otra enseñanza que nos transmite la vida oculta de Jesús es que Dios elige a lo
que no cuentan los ojos del mundo para manifestar su gloria. Son muchos los
textos de los Evangelios que lo atestiguan
• «Dijo María: Mi alma engrandece al Señor… porque ha mirado la humildad de
su sierva» (cf 1, 46 - 48).
• «Había en la región unos pastores que pasaban la noche al raso sobre su
rebaño y se les presentó un ángel del Señor» (cf Lc 2, 8 - 9).
• «En verdad les digo que si no os volvéis como niños…» (cf Mt 18, 2 - 3).
• «Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los
entendidos y las has revelado a los sencillos» (cf Lc 10, 21).
• «Vio a Andrés y Simón… que eran pescadores…» (cf Mc 1, 16 - 17).
San Pablo, al hacer referencia de las primeras comunidades cristianas surgidas,
dice: «Fíjense en Su vocación, no hay en ella muchos sabios según la carne ,
ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; más bien todo lo contrario, lo
necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha
escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular
a lo que cuenta de modo que nadie pueda gloriarse en presencia de Dios » (cf
1Cor 1, 26 - 29).

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué son los Evangelios de la Infancia?
2. ¿Cuáles son los rasgos comunes de los Evangelios de la Infancia?
3. ¿Cuáles son los argumentos que se usan para negar la historicidad de los
Evangelios de la Infancia?
4. ¿Cuáles son los argumentos que se usan para demostrar la historicidad de los
Evangelios de la Infancia?
5. ¿Cuáles son los textos evangélicos que narran la vida oculta de Jesús?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Escribe un comentario de Gaudium et Spes n. 22.
2. ¿Cómo nos dio Jesús ejemplo de obediencia? ¿Qué explicación tiene su
aparente «desobediencia» en el pasaje del templo de Jerusalén?
3. Explica cómo puedes dar sentido divino a tu vida: estudio, familia,
diversión, uso de las cosas materiales… ¿Cuál es el fundamento de
ese valor sobrenatural?
E. VOCABULARIO BÁSICO
• Apología • Evangelios Apócrifos
• Belén • Herodes, el Grande
• Dogma • Nazaret
Tema 4

A. MOTIVACIÓN
Los cristianos "hemos de meditar la historia de Cristo, desde su nacimiento en
un pesebre, hasta su muerte y su resurrección (...). Hace falta que conozcamos
bien la vida de Jesús, que la tengamos toda entera en la cabeza y en el corazón,
de modo que, en cualquier momento, sin necesidad de ningún libro, cerrando los
ojos, podamos contemplarla como en una película (...). Así nos sentiremos
metidos en su vida. Porque no se trata sólo de pensar en Jesús, en
representarnos aquellas escenas. Hemos de meternos de lleno en ellas, ser
actores. Seguir a Cristo tan de cerca como Santa María, su Madre, como los
primeros doce, como las santas mujeres, como aquellas muchedumbres que se
agolpaban a su alrededor. Si obramos así, si no ponemos obstáculos, las
palabras de Cristo entrarán hasta el fondo del alma y nos transformarán" (San
Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 107).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En éste tema el orden lógico que se seguirá es el siguiente: primero señalaremos
cuál es el papel que tiene ésta etapa en el
plan salvífico (punto 1); luego, en un
estudio detallado, trataremos de señalar la
duración temporal de ésta etapa de la vida
del Señor (punto 2); y, finalmente,
estudiaremos dos hechos principales de ésta
etapa: El Bautismo (y las tentaciones) y la
transfiguración (punto 3). Lo que se busca
es mostrar la importancia que tiene la vida
pública de Jesús como criterio de vida para
un cristiano: seguir a «quien pasó por el
mundo haciendo el bien» y quien «todo lo
hizo bien».
1. La vida pública de Jesús
Se llama Vida pública de Jesús a los años en
que, dejando su vida oculta de Nazaret, se
dedicó a predicar. Esto sucedió cuando
Dolores de la Virgen Jesús tenía alrededor de treinta años.
Los Evangelios son los textos que nos han transmitido los
acontecimientos principales de esta etapa de su vida. Pero los Evangelios
no son propiamente una biografía sobre Jesucristo. Ellos transmitieron
fielmente los hechos y enseñanzas de Jesús, pero su contenido no
corresponde a las biografías de la literatura actual (ver el texto de la Const.
Dogm. DV n. 19). Su fin principal es anunciar la buena noticia de la Salvación, y

202
0
proclamar que Cristo, con su Muerte y Resurrección, nos ha salvado de nuestros
pecados. El contenido

212
1
central de los Evangelios es anunciar que Jesucristo es el Salvador, y que con
Él ha llegado el Reino de Dios.

2. Dimensión salvífica de la vida pública del


Señor
La «vida pública» de Jesús tiene una dimensión salvífica: está orientada hacia la
predicación y la implantación del Reino de Dios. Esta se manifiesta especialmente
en su predicación, en sus milagros, y en su perdón de los pecados y expulsión de
los demonios.
3. La duración de la vida pública de Jesús
Hablar sobre el tiempo de la
vida pública de Jesús siempre
ha planteado muchos
problemas. Aquí solo nos
dedicaremos concretamente al
tema de la duración de la vida
pública.
Sobre la duración de la vida
pública del Señor existen dos
opiniones opuestas. Estas son:
a) Que la vida pública de
Jesús duro sólo un año.
b) Que la vida del señor duro
más de dos años.
A continuación trataremos, de
modo condensado, cada una de
ellas. Las Bodas de Caná
a) Los que afirman que la vida pública del Señor duró sólo un año:
Entre sus defensores están San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Julio
el Africano, Filastro, San Hilario de Poitiers y dos o tres escritores patrísticos más.
San Ireneo que fue el primero y a quien los demás siguieron, parece sugerirlo
con frases proféticas del Antiguo Testamento como, «un año de desquite», «el
año de mis redimidos» (cf Is 34, 8; 63, 4). (cf S. Ireneo de Lyon, Adv. Haer., II,
23, 3 - 6),
b) Los que afirman que la vida pública del Señor duró más de un año:
Si tenemos en cuenta el texto evangélico de san Juan veremos que la vida
pública del Señor demanda una duración mayor.
El Evangelio de San Juan menciona tres pascuas diferentes en la historia del
ministerio de Cristo (cf Jn 2, 13; 6, 4; 11, 55). Todo esto tiende a favorecer el
punto de vista de aquellos escritores y de los comentaristas más recientes
quienes extienden el período del ministerio de Cristo a un poco más allá de
los dos años.
Pero al hacer una comparación entre el Evangelio de San Juan con los Evangelios
Sinópticos, parece ser que se introduce otra pascua más en la vida pública de
Cristo, mencionada en el primero de ellos. Esto nos muestra que la vida
pública de Jesús se debe haber extendido por un período de cuatro pascuas,
es decir, que debe haber durado tres años y unos pocos meses más. Aunque
el Cuarto
Evangelio no indica esta cuarta pascua en una forma tan clara como lo hace con
las otras tres, no está totalmente callado respecto a ella.
Por los estudios hechos hasta ahora parece que la opinión más acertada es la
que afirma una duración superior a dos años.

4. Principales hechos de la vida pública del


Señor
Algunos momentos de la vida pública de Jesús nos muestran con particular
claridad esta orientación de toda su vida hacia el misterio pascual (a su
entrega en la Cruz en cumplimiento de la voluntad del Padre para el
perdón de los pecados del hombre). Por cuestiones de espacio y porque se
tratará en otros capítulos solamente veremos dos hechos: el primero, el
Bautismo (y las tentaciones), que es el pórtico de su vida pública; y la
transfiguración, que es el suceso previo a su pasión y muerte en la Cruz.

El Bautismo y las tentaciones.


a) El Bautismo del Señor
El Bautismo aparece relatado, con especial solemnidad, en los cuatro
Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles (cf Mc 1, 9 - 11; Mt 3, 13 - 17; Lc
3, 21 - 22; Jn 1, 32 - 34 y Hch 1, 22; 10, 38).
Entre las enseñanzas que podemos deducir del Bautismo del Señor están las
siguientes:
a) Muestra la relación entre su bautismo y el misterio de su pasión y
muerte.
b) Muestra su relación con el bautismo cristiano.
c) Muestra la solidaridad del Señor para con los pecadores.
d) Muestra su relación con el Espíritu Santo y la Santidad.
e) Muestra la relación entre su bautismo y el misterio de su pasión y
muerte
Las mismas palabras “bautismo”, “ser bautizado”, son empleadas por Jesús
en dos momentos posteriores (cf Mc 10, 38 - 39; Lc 12, 50) para designar
su muerte, con lo que deja clara la relación bautismo-misterio pascual: Bautismo
y Pasión-Resurrección encierran un paralelismo: en ambos se da un “paso” a la
muerte (el sumergirse en las aguas era un símbolo de muerte y Cristo padeció y
murió en la Cruz), para resurgir con una “vida nueva” (el recién bautizado
resurgía de las aguas con nueva vida y Cristo, triunfando sobre la muerte,
Resucita).
El Bautismo de Jesús fue, pues, no sólo una «preparación» para su vida pública,
sino también «realidad de salvación» por su unión indisoluble con la Cruz y la
Resurrección.

a) Muestra su relación con el bautismo cristiano


San Pablo pone el bautismo cristiano en relación con el misterio de la muerte,
sepultura y resurrección del Señor (cf Rom 6, 3 - 4). Él señala que en el
Bautismo el cristiano participa del sufrimiento y glorificación del Señor en la Cruz.
b) Muestra su solidaridad con los pecadores
En el Bautismo, Jesús se solidariza con los pecadores, sus hermanos, tomando
sobre Sí sus crímenes conforme se profetiza en Is 42, 1 - 9 del Siervo de Yahvé,
y hace penitencia con ellos para reconciliarlos con Dios. Se bautiza entre los
pecadores, como más tarde morirá entre los malhechores (cf Mc 15, 27). De ahí
que no sin profundo sentido y en clara asociación de ideas, el Bautista le designe
en esa ocasión como «el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (cf Jn
1, 29), con una referencia cargada de evocaciones en torno al sentido de toda su
vida orientada hacia el sacrificio de su muerte.

c) Muestra su relación con el Espíritu Santo y la Santidad


El Bautismo de Jesús es uno de los momentos culminantes en que aparece su
relación con el Espíritu Santo y con la santidad: Él es, como implica el propio
nombre de «Mesías», el «Ungido».
Pero el Bautismo de Jesús no supone en Él pecado alguno. Jesús lo recibió para
darnos ejemplo de lo que habíamos de hacer para renacer a la filiación divina.
Por primera vez, y en forma sensible, aparecen en escena las tres Personas de la
Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

b) Las tentaciones en el
desierto
El relato de las tentaciones es presentada por los sinópticos inmediatamente
después del bautismo de Jesús en el río Jordán (cf Mt 4, 1 - 11; Mc 1, 12 - 13; Lc
4, 1 - 13).

A través de estos relatos podemos ver que Cristo experimentó realmente


la tentación. Pero, como señalan los textos, esta no se trata de una tentación
«ab intrínseco», que brota de un desorden interior (Cristo, al no haber contraído
el pecado, no estaba sometido a él), sino de una tentación «ab extrínseco»,
desde fuera. Pero esto no quiere decir que la tentación no haya sido real,
auténtica, ni que en otras ocasiones se viese tentado. Cristo sintió sobre sí la
presión del demonio, de los hombres, de las mismas circunstancias, que le
pedían que fuese infiel a su misión, que desnaturalizase su mesianismo.

Estas tres tentaciones relatadas por los Evangelios Sinópticos apuntan


claramente hacia el mesianismo de Cristo, y guardan un estrecho paralelismo con
la interpretación terrena que el judaísmo daba al papel del Mesías. Satanás tienta
a Jesús para que oriente su mesianismo en mezquino provecho propio y
contra la voluntad del Padre. De hecho, Jesús tuvo que rechazar a lo largo de
su vida las presiones de su ambiente, incluso de sus discípulos, contrarias al
plan del Padre. Es la misma tentación que le propondrán los judíos, cuando está
ya en la cruz: «Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz, y creeremos» (cf Mt 20,
20 - 22; Mc 10, 37 - 38). Se trata, pues, de tentaciones numerosas y reales,
que Cristo vence con perseverancia, dándonos auténtico ejemplo de cómo luchar
contra el mal.

En el plan divino, las tentaciones de Cristo no sólo tienen un sentido pedagógico


(de enseñanza), sino que forman parte de la lucha y victoria de Cristo sobre el
Maligno (el Diablo). Como escribe San Hilario de Poitiers, comentando el texto de
Mt 12, 29: «Cristo reconoce públicamente que todo el poder del diablo fue
liquidado por El en la primera tentación, dado que nadie puede entrar en
casa del fuerte y robarle su hacienda, si previamente no ha maniatado al fuerte. Y
es evidente que quien tal cosa puede hacer ha de ser aún más fuerte que el
fuerte aquél. Satanás quedó atado cuando el Señor le llamó por su
nombre; la declaración pública de su maldad lo encadenó. Y una vez que lo
tuvo así atado, lo despojó de sus armas y de su casa, es decir, de nosotros,
sus armas de antaño. Volvió a hacernos militar en las filas de su reino, y se
ha hecho con nosotros una casa despejada por el vencido y encadenado»
(cf Hilario de Poitiers, Commentarius in Mt).

Ciertamente la victoria de Cristo sobre el diablo se consumará definitivamente en


la cruz; pero ha comenzado ya —y en forma contundente— mucho antes. Uno
de los momentos cruciales de esa lucha y victoria de Jesús han sido
precisamente las tentaciones.
La Transfiguración.
a) La transfiguración en la Sagrada
Escritura
Los Evangelios colocan la escena de la Transfiguración al final de la vida
pública de Jesús, antes del inicio de los relatos de la Pasión y Muerte de Cristo
(cf Mt 17,
1 - 9; Mc 9, 2 - 10; Lc 9, 28 - 36).
Pero no solo aparecen en los Evangelios. Parece que S. Pedro, en su segunda
epístola, la alude con la siguiente frase: «Pues al recibir de Dios Padre honor y
gloria, de la majestuosa gloria le sobrevino una voz en estos términos: “Éste es
mi Hijo, el Amado, en quien tengo mis complacencias”. Y esta voz bajada
del cielo la oímos los que estábamos en el monte santo» (cf 2Pe 1, 17 - 18).
En la teofanía de la Transfiguración encontramos parecidas palabras a las de la
teofanía del Bautismo: En la teofanía de la Transfiguración se designa a
Jesús como el «Hijo amado» (cf Mc 9, 7). San Lucas, en vez de «querido»
introduce
«elegido» (cf Lc 9, 35); San Mateo intercala el inciso «en quien me complazco»
(cf Mt 17, 5). Ambas expresiones, «elegido» y «en quien me complazco» se leen
en el primero de los cantos del Siervo de Yahvé (cf Is 42, 1), con los que se
evocan los sufrimientos del Siervo junto con la gloria de la transfiguración.
San Marcos advierte que la Transfiguración tiene lugar seis días después del
anuncio de la Pasión (cf Mc 9, 2), quizás insinuando que existe conexión entre
ambos episodios, y queriendo mostrar a Cristo en camino hacia su consumación.
San Lucas explicita el contenido pascual de esta teofanía, al puntualizar que
«dos varones hablaban con El, Moisés y Elías, que aparecían gloriosos y le
hablaban de su partida (su muerte), que había de cumplirse en Jerusalén» (cf Lc
9, 31-32).

Enseñanzas de la transfiguración
Entre las enseñanzas de este suceso cabe señalar las siguientes:
a) La teofanía de la transfiguración está dirigida especialmente a los Apóstoles
para reconfortarlos en la prueba de la Pasión y Muerte de Jesús.
b) Las palabras del cielo son una urgencia a todos los hombres a escuchar las
palabras del Mesías, Legislador supremo.
c) La presencia de Moisés conversando con el Señor en el monte Tabor no puede
menos de evocar el Monte Sinaí. El hecho de que hablen de la muerte de
Jesús pone de relieve que en la muerte del Mesías se cumple el contenido de
la Ley y los Profetas (la Torá).
d) Es una visión que anticipa también la gloria que aguarda al hombre, pues
Cristo «transfigurará éste cuerpo nuestro de humillación en cuerpo glorioso
como el suyo» (cf Flp 3, 21).
e) La transfiguración también muestra que para entrar en gloria es necesario
recorrer el camino de la Cruz y que la Cruz en sí misma tiene ya aspectos de
gloria: ella es al mismo tiempo lugar de tormento y trono de gloria.
f) También es una revelación de quién es Jesús: es el «Hijo amado»(cf Mc 9, 7).

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cuántas y cuáles son las opiniones respecto a la duración del ministerio de
Jesús?
2. ¿Qué enseñanzas podemos deducir del Bautismo del Señor?
3. ¿En qué lugar se ubica el pasaje de las tentaciones?
4. ¿Dónde se encuentra relatado la escena de la Transfiguración?
5. ¿Cuáles son las enseñanzas de la Transfiguración?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Explica todas las razones que se te ocurran por la que Jesús quiso bautizarse
en el Jordán.
2. Investiga otros hechos importantes de la vida pública de Jesús: El milagro de
las bodas de Caná, el Sermón de la Montaña, la multiplicación de los
panes, etc.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Monte Sinaí Monte Tabor Siervo de Yahvé
Teofanía Torá Transfiguración
Tema 5

A. MOTIVACIÓN
Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la
región. El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazaret,
donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de
sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta
Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres
la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista
a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia
del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la
sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta
Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban
testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que
salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» (Lc. 4, 14-22).
B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En éste tema el orden lógico
que se seguirá es el
siguiente: Esta presenta tres
grandes bloques: en el
primero veremos qué es en
sí una sinagoga (concepto
etimológico, origen histórico
y papel en la historia de
Israel) (punto 1 y 2); en el
segundo, veremos cuál fue la
relación de Jesús con la
sinagoga (el papel que
cumplió la sinagoga dentro
de la vida de Jesús),
analizando dos hechos de la Sinagoga en Cafarnaum
vida del Señor que ocurrieron
dentro de una sinagoga (punto 3); y en el tercero, veremos cuál fue la relación
de la sinagoga con la Comunidad Cristiana recién surgida (punto 4).
1. ¿Qué es una sinagoga?
Concepto etimológico de “sinagoga”
La «sinagoga» es el lugar de culto judío. El término «sinagoga» proviene de
la palabra griega synagogé que significa reunión y traduce la palabra
hebrea
«kenesseth».
Origen de la “institución sinagogal”
La «institución sinagogal» tiene su origen, al parecer, en el exilio babilónico
(s. VI a. C.), cuando los judíos, lejos del Templo de Jerusalén, se reunían en
las
casas particulares para la lectura de la Escritura y para la oración. Es muy posible
que pueda considerarse a Esdras, el escriba, como el verdadero fundador
del culto sinagogal en Tierra Santa: él es en efecto quien instituyó la lectura
pública de la Ley (Torá) en las tardes del sábado, así como los lunes y jueves,
días en los que las gentes de los pueblos iban a la ciudad para el mercado.
2. La sinagoga y la historia del pueblo de Israel
La importancia de la institución sinagogal para el pueblo de
Israel
La institución sinagogal gozaba de crédito en el pueblo de Israel y lo prueba
el hecho de que existía una sinagoga al lado mismo del Templo de
Jerusalén, donde, según el testimonio del Talmud (cf Sotah 40b; Yoma
68b), el gran sacerdote leía la Ley y recitaba las bendiciones.
Unánimemente se reconoce que gracias a la existencia de la institución sinagogal
el judaísmo pudo recuperarse de la destrucción del Templo y de la catástrofe
nacional del año 70 d. C. Al finalizar esta guerra el partido político-religioso
de los fariseos desaparece y los cristianos comienzan a predicar fuera de Israel
ya
«gentiles».
3. Jesús y la sinagoga
Los Evangelios y la sinagoga
Los Evangelios mencionan frecuentemente la palabra sinagoga en diferentes
circunstancias de la vida del Señor. Las
menciones que se hacen de ella algunas
son positivas y otras negativas.
Entre las menciones positivas que los
Evangelios hacen de la sinagoga están:
a) Es en una sinagoga donde Jesús
comienza su ministerio público (cf Lc
4, 15);
b) Es el lugar a donde acude en los
pueblos que iba a predicar (cf Mt 9,
15; Mt 4, 23).
c) También dentro de la sinagoga obra
una serie de milagros (cf Mc 1, 21 -
28; Mc 3, 1 - 6; Mt 12, 10 - 14; Lc 4, Jesús en la Sinagoga
15; Lc 6, 6 - 11), o es llamado para sanar (cf Lc 8, 41 - 53; Lc 7, 1 - 10).
d) Incluso, durante el juicio que a Jesús le hicieron las autoridades
religiosas en el Sanedrín, les dice que pregunten a las personas que le han
escuchado predicar en la sinagoga, pues es en ese lugar solía predicar su
doctrina abiertamente (cf Jn 18, 20).
Pero no todo lo que nos dicen los evangelios sobre la sinagoga era positivo.
Entre las menciones negativas están:
a) En ella se dice que Jesús era vigilado por sus enemigos, para ver si
realizaba milagros en sábado para poder acusarle (cf Mc 3, 4 - 6; Mt 12, 10 - 14).
b) El Señor también advierte a sus discípulos que serán perseguidos por los
jefes y miembros de la sinagoga y que serán castigados por su causa (cf Mt
10, 17; Mc 13, 9; Lc 21, 12).
c) También les advierte que serán interrogados, pero que contarán con
el apoyo del Espíritu Santo (cf Lc 12, 11).
Podemos concluir que para Jesús no le fue ajeno el ambiente de la
sinagoga: fue el ámbito donde inició y desarrolló, en buena parte, su
predicación; donde seguramente conseguiría a muchos de sus seguidores.
Pero poco a poco fue separándose de ella, como lo señalan, indirectamente
las palabras del Señor de que sus discípulos sufrirán persecución por su
causa. Esta separación se consumaría en la época de los inicios de la
Iglesia, cuando ésta se separe definitivamente del Judaísmo.
Jesús en la Sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16 -
21)
«Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la
sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.
Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló
el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha
enviado a
proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar
la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Enrollando
el
volumen lo devolvió al ministro, y se sentó.
En la sinagoga los ojos de todos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles:
«Esta Escritura, que acaban de oír, se ha cumplido hoy»
De este texto podemos decir, entre muchas cosas, lo siguiente:
• El contexto histórico próximo del pasaje: que Jesús, tras su Bautizo en el
Jordán por Juan Bautista y su retiro al desierto para ser tentado por el
demonio, regresa a Galilea. Allí se encuentra con que Juan el Bautista ha
sido cogido preso por el rey Herodes Antipas.
• La enseñanza del pasaje: que se puede usar textos del Antiguo Testamento
para aplicarlas a Cristo. Esto quiere decir que en la persona de Cristo se
cumple todo lo anunciado por Dios en la Revelación divina.

Un milagro dentro de la sinagoga: la curación del hombre de la mano


seca (Mc 3, 1 - 6)
Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano
seca. Estaban al acecho los fariseos a ver si le curaba en sábado para
poder acusarle.
Jesús le dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y
les dice a los fariseos: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del
mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban.
Entonces, Jesús, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su
corazón,
dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su
mano.
En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra
él para ver cómo eliminarle.
Hemos mencionado anteriormente que el Señor era vigilado por sus enemigos
para ver si curaba en sábado para así poder acusarle. A continuación
analizaremos el relato según Mc 3, 1 - 6.
Entre las enseñanzas que nos transmite este texto cabe destacar:
a) La presencia de Jesús en la Sinagoga: Jesús se dirige en primer lugar al
pueblo de Israel, el pueblo elegido.
b) En ella se manifiesta tanto su divinidad como su humanidad: Jesús realiza
milagros, lo que manifiesta su divinidad; y Jesús se molesta con los fariseos
por su dureza de corazón, lo que manifiesta su humanidad.
c) En este milagro de curación Jesús manifiesta su poder de salvar al hombre
del mal que amenaza al alma: la curación del cuerpo -la liberación de la
esclavitud de la enfermedad- significa la curación del alma de la esclavitud
del pecado.
d) Jesús tenía enemigos. Los principales partidos religiosos-políticos de la
época de Jesús eran la de los fariseos y saduceos.

4. La Iglesia, la Sinagoga y el Judaísmo


Tras la Ascensión del Señor y fiel a su mandato de «Vayan y prediquen el Evangelio
a todas las naciones» (cf Mt 28, 19), los Apóstoles y discípulos se dedicaron a
cumplirla. Sabían que la misión no les sería fácil, pues el mismo Señor les había
anunciado que serían perseguidos por su causa, para ser ajusticiados y
castigados (cf Mt 10, 17; Mc 13, 9; Lc 21, 12). Pero sabían, porque el Señor se
los había prometido, que no estarían solos, en su misión evangelizadora.

Los Apóstoles y discípulos se dedicaron al principio a predicar el Evangelio


al pueblo de Israel y para ello se dirigieron a las sinagogas, donde
seguramente conseguirían a nuevos seguidores de Cristo. Tal sería el éxito de
su predicación en Jerusalén que pronto provocó la envidia de las
autoridades religiosas de Israel. Estas encarcelaron a los Apóstoles para
juzgarlos al día siguiente, pero, por temor a una posible revuelta del
pueblo, decidieron dejarlos libres tras mandarlos azotar como advertencia de
que no volviesen a predicar en nombre de Jesús. Pero esto no aminoró la
actividad apostólica de los Apóstoles.

Hasta el año 70 d. C., fecha de la destrucción de Jerusalén y del segundo


templo, no hubo un corte nítido entre los seguidores de Jesucristo y el judaísmo.
La Iglesia primitiva era, dentro de la religión judía, un movimiento profético que
tenía una propuesta para los sectores socio-político, económico e ideológico;
pero también para la vida personal. Poco a poco quedó claro que se trataba
de una nueva propuesta religiosa y el cristianismo terminó separándose
del judaísmo.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es una sinagoga?
2. ¿Cuáles son las menciones positivas que los evangelios hacen sobre Jesús?
3. En conclusión, ¿cuál fue la relación de Jesús con la sinagoga?
4. ¿Cómo manifiesta Jesús tanto su divinidad como su humanidad?
5. Tras la ascensión del Señor, ¿a qué se dedicaron los apóstoles y discípulos?
6. ¿Qué era la iglesia primitiva dentro de la religión judía?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Haz una investigación sobre:
• El rito de la sinagoga.
• Los inicios de la Iglesia y su separación del judaísmo.
• El uso que hace Jesús del Texto de Isaías en la Sinagoga de Nazaret.
2. Comenta con tu profesor y compañeros por qué el Señor acude a la Sinagoga
para predicar.

E. VOCABULARIO BÁSICO

Damasco Esdras Exilio Babilónico


Galilea Talmud S. Pablo

303
0
Tema 6:

A. MOTIVACIÓN

Al intentar explicar el Reino de Dios, hemos utilizado algunas comparaciones.


Y todos nos hemos dado cuenta de que estas comparaciones las propuso el
mismo Jesús. En efecto, Jesús no hizo grandes y complicados discursos,
sino que recurrió al uso de lo que Él mismo llamó «parábolas» para
explicarnos el Reino de Dios. Los evangelios nos han transmitido unas cuarenta;
y hay que decir que constituyen la forma más característica de hablar de Jesús.

Las parábolas son comparaciones o relatos breves sacados de la vida de cada


día, que, a primera vista, parecen totalmente inofensivos. Al escucharlos,
el oyente entra confiado en ellos. Pero, cuando está dentro y ha tomado
parte, salta de pronto un interrogante y el oyente, por poco sincero y avispado
que sea, se ve literalmente atrapado, se da cuenta de que esa historia va dirigida
a él y le obliga a definirse. Jesús utilizó este lenguaje porque quería llegar
al mayor número posible de oyentes, hasta los más sencillos. Pero también para
hacernos caer en la cuenta de que el Reino tenía que ver con la vida de cada
día; más aún, que se realizaba en la vida misma.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En éste tema el orden lógico que se seguirá es el siguiente: Primero se verá qué
es una parábola, sus rasgos propios que la hacen
distinta de otros géneros literarios (punto 1), luego
el uso y sentido que hace Jesús de ella (punto 2),
posteriormente la clasificación de las parábolas del
Señor (punto 3) y, finalmente, cómo debemos
interpretarla (punto 4). Con este tema queremos
demostrar que Jesús, haciendo uso de los recursos
de su época, fue un excelente predicador de la
palabra de Dios con un mensaje que aún sorprende
hoy en día.
1. ¿Qué es una
parábola? Definición
etimológica
La parábola como indica su nombre (del griego
parabollé), es una especie de problema
propuesto
Jesús Divino Maestro a los que escuchan, mediante una semejanza o
comparación, más o menos desarrollada.
La parábola constituye un género literario en que se elige un fenómeno de la
naturaleza, un incidente, una escena de la vida ordinaria, un hecho real
o imaginario, pero absolutamente posible, probable y aun corriente. Y bajo
el relato que de ellos se hace, se envuelve como en un velo material la idea que
se
quiere destacar, ilustrar o comprobar, ya sea de orden moral, religioso o
sobrenatural. Sirven de término de comparación, colocando al nivel o al lado
de la verdad que se intenta inculcar una imagen, que la hace más sensible y viva.
Otros géneros literarios semejantes a la
parábola
La parábola viene a ser la traducción del vocablo hebreo «mashal» del
Antiguo
Testamento. El «mashal» tiene un conjunto de significados más amplio que el
que encierra la parábola ya que puede significar refrán, proverbio, relato, etc.
(Ver p. ej. Ez 17, 1 - 5). Esto nos ayudará a comprender el significado de las
parábolas de Jesús.
Pero existe otro género literario, quizá contemporáneo al Señor, que son los
«meshalim rabínicos». Estos tienen una forma muy semejante a la de las
expresiones de Cristo. Pero los meshalim son rígidos y pobres de medios que
contrastan con la riqueza imaginativa y de percepción que vemos en las
parábolas de Jesús.
2. Jesús hablaba en parábolas
Sin las parábolas, nos quedamos sin
mensaje
Está fuera de toda duda que Jesús hablaba a la
gente habitualmente en parábolas. Las citas de los
evangelios sinópticos que lo afirman son
numerosos (cf Mt 13, 3; 13, 10; 13, 34; 13, 35;
13, 53; 22, 1; Mc 3, 23; 4, 2; 4, 10; 4, 11; 4, 13;
4, 33; 4, 34; 12, 1; Lc 8, 10). Incluso Mc 4, 34 y
Mt 13, 34 llegan a decir que Jesús solamente les
hablaba en parábolas.
Hay que tener en cuenta que de Jesús nos
interesan tres cosas: saber quién es, qué hace y
qué dice. Si prescindimos de las parábolas,
prácticamente no podríamos saber lo que decía
Jesús; y si nos quedamos sin saber qué dice, El buen Pastor
gran parte de la Buena Noticia desaparece. Por
lo tanto, estudiar las parábolas es lo mismo que enterarse del mensaje de Jesús,
y prescindir de ellas es lo mismo que no conocer ese mensaje.
¿Por qué Jesús hablaba en parábolas?
Ya hemos visto que Mateo 13, 34 y Marcos 4, 34 llegan a decir que Jesús
hablaba a la gente solamente en parábolas. A continuación veremos que estos dos
textos paralelos tienen gran importancia, porque explican por qué lo hacía:
Marcos 4, 33 - 34 Mateo 13, 34 - 35

Con muchas parábolas semejantes les Todo esto se lo explicó Jesús a la


exponía el mensaje, adaptado a su multitud con parábolas; y sin
capacidad. Sin parábolas no parábolas no les explicó nada.
les exponía nada, pero en privado, a
sus discípulos, les explicaba todo.
Esto nos introduce en el tema, muy discutido, de «por qué» hablaba Jesús en
Parábolas. Acabamos de ver una explicación, dada por Marcos y Mateo. En esta
explicación, Jesús busca la claridad: habla en parábolas porque quiere que todos le
entiendan, para ponerse a la altura de su auditorio, lo que no impide que, cuando
al atardecer se van a casa a comer, alrededor de la mesa les explique más
detenidamente todo a sus discípulos.
Pero hay un momento de los Sinópticos en que se da otra explicación, lo que ha
desconcertado muchas veces a los comentaristas de la Sagrada Escritura.
Marcos 4, 9 b - 12 Mateo 13, 9 - 13 Lucas 8, 8b - 10

El sembrador El sembrador El sembrador

Y añadió: quien tenga Quien tenga oídos que Quien tenga oídos que
oídos para oír, que escuche. escuche.
escuche. Se le acercaron los Los discípulos le
Cuando se quedó a discípulos y le preguntaron el sentido
solas, los acompañantes preguntaron: – ¿Por qué de la parábola y él les
con los doce le les hablas contando respondió:
preguntaron acerca de parábolas? –A ustedes es dado a
las parábolas. Él les Él les respondió: conocer los secretos
decía:
–Porque a ustedes es dado del reino de Dios a
–A ustedes es dado conocer los los demás se
el secreto del secretos del reinado de les habla en parábolas
reino de Dios: a los Dios, a ellos no se les para que viendo no
de fuera se les propone concede. Al que tiene, le vean y oyendo no
en parábolas, de modo darán y le sobrará; al que entiendan.
que por más que miren, no tiene, le quitarán aun lo
no vean, por más que que tiene. Por eso les
oigan no entiendan; no hablo en parábolas, porque
sea que se conviertan y miran y no ven, escuchan
sean perdonados. y no oyen ni comprenden.

A primera vista, estos textos parecen decir que Jesús hablaba en parábolas para
que no le entendiesen, como un Maestro de Sabiduría que esconde el significado
de sus enseñanzas, para que sólo los sabios le comprendan. Pero esto,
evidentemente, no es así. Es característico de Jesús precisamente todo lo
contrario. Jesús no se dirige a los sabios sino a la gente normal. Jesús
disfruta con la gente, y la gente con Él. Sus parábolas no son enigmas, sino
historias tomadas de la vida corriente, que fascinaban a la gente precisamente
porque las entendían.
De aquí podemos sacar una buena lección para leer los evangelios (y la Biblia en
general). Sacar conclusiones basándonos en un solo texto es peligroso. Un texto
debe entenderse a la luz de todo su contexto, que es, en el caso de los
evangelios, los mismos evangelios en conjunto. Si un texto parece ir contra el
conjunto tendremos que buscar una explicación.
En nuestro caso, está muy claro: el contexto total de los evangelios nos muestra
a Jesús hablando y enseñando constantemente a la gente en general, que le
entiende y disfruta con lo que oye. Incluso para nosotros, separados por tanta
distancia de tiempo y mentalidad, la mayoría de las parábolas de Jesús son muy
fáciles de entender. Parece claro, por tanto, que para su auditorio, más
acostumbrado a la manera simbólica e imaginativa de expresarse y mejor
conocedor de las circunstancias cotidianas a las que las parábolas se refieren,
le sería aún más sencillo. La constante afluencia de multitudes a escuchar a
Jesús, el largo tiempo que pasaban escuchándole, la insistencia de los
evangelistas en frases como «les enseñaba», «se puso a enseñarles», deja
muy clara la conclusión: a Jesús le entendían todos, y hablaba para que le
entendiesen con facilidad. Para confirmarnos en esta impresión, es significativo
el texto de Lucas
10, 21:«En aquel momento, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo y dijo: –
¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra!, porque has ocultado estas
cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a los pequeños. Sí
Padre,
porque así te agradó » , texto que podemos tomar muy bien como indicativo
del deseo de Jesús de que la gente sencilla le entendiera, y como comprobación
de que, en efecto, le entendían.
Por lo tanto, parece claro que debemos dar preferencia a la explicación de
Marcos 4 y Mateo 13: Jesús hablaba a gente muy sencilla con imágenes muy
sencillas; su intención era que todo el mundo le comprendiera. Éste es el dato
fundamental. Desde ese dato tendremos que explicar estos textos que parecen
disonar un poco.
La explicación, por otra parte, no es difícil. Los evangelistas han comprobado
que entre los oyentes de Jesús hay quienes no ven lo que todos ven, no
entienden lo que todos entienden. La gente entiende a Jesús, los escribas y
fariseos no. La gente se siente fascinada por Él: los escribas y fariseos se
escandalizan. Y es que su corazón se ha cerrado; Jesús es para ellos «piedra de
escándalo». Ésta es la situación que reflejan las frases «viendo no ven, oyendo
no oyen».
Cuando nuestros textos dicen «para que viendo no vean...» no hacen más que
utilizar el viejo modo de los escritores de Israel, que atribuyen a Dios mismo el
endurecimiento del corazón, como cuando Faraón se empeñaba en no dejar que
los israelitas salieran de Egipto, y el Éxodo lo expresa diciendo que «Dios
endureció el corazón de Faraón».
Interpretación desde los resultados
Podemos comprender, además, el sentido de esos textos viendo los resultados
de la predicación de las parábolas: estos resultados son de varios tipos:

• Hay quienes le escuchan, le ven actuar, le aceptan, le siguen. Hay corazones


abiertos que, al verle curar, al oír las parábolas, aceptan la Palabra, se sienten
llamados a la conversión, le siguen.
• Hay otros que no se enteran. La gente le oye con gusto, pero sigue queriendo
que Jesús sea «su mesías», el que esperaban, y se van marchando. Fariseos y
letrados le ven, le escuchan, y se escandalizan. Jesús morirá por lo que hizo y
dijo, aunque la acusación «oficial» fuera de tipo político. Lo que hizo y dijo
motivó que sus adversarios lo quitaran de en medio. Vieron y oyeron, pero se
cerró su corazón. ¿Es a esto a lo que se refería Jesús con la expresión
«pecado contra el Espíritu Santo», que Él mismo calificó como incurable? De
todas maneras, ciertamente es a esto a lo que se refirió Jesús con lo de «son
ciegos y guías de ciegos». Es muy significativo el final del episodio del
ciego
de nacimiento (cf Jn 9, 39 - 41): «Jesús dijo: –He venido a este mundo
para un juicio, para que los ciegos vean y los que ven se queden ciegos.
Algunos fariseos que se encontraban con Él le preguntaron: Y nosotros,
¿estamos ciegos? Les respondió Jesús: Si estuvieran ciegos, no tendrían
pecado; pero como dicen que ven, su pecado permanece».
Aquí está, pues, la clave para una interpretación correcta del sentido «oculto» de
las parábolas. Jesús las dice para anunciar el Reino, para que sea accesible a
todo el mundo. Y su desencanto es doloroso cuando percibe que hay muchos
oídos que se cierran, muchos ojos que no quieren ver.
Esta consideración nos afecta también a nosotros. También nosotros decimos
que vemos, también nosotros escuchamos con placer las parábolas y admiramos
a su creador. Pero si las parábolas no son para nosotros llamamiento a seguir a
Jesús, revelación del Reino de Dios, oímos y no escuchamos, tenemos ojos pero
no vemos.
3. Clasificación de las parábolas
Las parábolas, según el modelo más seguido, se suelen clasificar del siguiente
modo.
1. Las parábolas del Reino
2. Las parábolas de la misericordia
3. Las parábolas de la urgencia y la reprobación.
Al grupo 1 pertenecerían las parábolas que Jesús dijo en Galilea, en torno al
lago, correspondiendo a la primera época de su predicación.
El grupo 2 se refiere fundamentalmente al capítulo 15 de Lucas, ese gran inciso
propio del tercer evangelio, tan nuclear en el mensaje de Jesús.
El grupo 3 se atribuye a su última etapa, en Jerusalén. El clima luminoso y
esperanzado de Galilea ha cambiado. Jesús mismo se ha hecho más radical y su
enseñanza se ve afectada por el rechazo de las autoridades y por la inminencia
del desenlace.

4. Interpretación de las
parábolas
Debemos tener en cuenta tres dimensiones a la hora de leer las parábolas e
interpretarlas para extraer conclusiones correctas que se ciñan a lo que Jesús
quiso transmitir al contarlas. Estas tres dimensiones son: histórica, literaria y
hermenéutica.
a) Histórica: Fijándonos en el contexto histórico y social del momento.
Procurando ver la parábola dentro del marco cultural del pueblo de
Palestina en los tiempos de Jesús, sobre todo los modos y costumbres de la
época.
b) Literaria: Viendo la parábola como una creación literaria que respeta las
normas de composición literaria en cuanto a narrativa, alegoría,
retórica, etc. sin caer en una lectura de las parábolas como tratados
doctrinales de teología.
c) Hermenéutica: Intentando interpretar la parábola de forma correcta
y aplicarla a la realidad actual.
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es una parábola?
2. ¿Por qué Jesús hablaba en parábolas?
3. ¿La gente entendía a Jesús?
4. ¿Por qué los escribas y fariseos no entendían a Jesús?
5. ¿Cómo se clasifican las parábolas?
6. ¿Cuáles son las tres dimensiones que debemos tener en cuenta al leer las
parábolas e interpretarlas?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Averigua cuales son:
• Las parábolas del Reino.
• Las parábolas de la misericordia.
• Las parábolas de la urgencia y la reprobación.
2. Haz un comentario personal de las siguientes parábolas:
• La parábola del sembrador.
• La parábola de los talentos.
• La parábola de los viñadores homicidas

E. VOCABULARIO BÁSICO
Escatología Hermenéutica Palestina
Parábola Reino de Dios Teología
Tema 7:

A. MOTIVACIÓN
Todos queremos ser felices, estar contentos y alegres, queremos, en fin, ser
bienaventurados. El Catecismo de la Iglesia recogiendo el deseo de felicidad del
hombre lo relaciona con las bienaventuranzas evangélicas. Dice el Catecismo:
«Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de
origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia
él, el único que lo puede satisfacer» (cf CCE n.1718).
Lamentablemente a veces caemos en el error de pensar que el tener muchas
cosas, o poseer el saber y el poder, el éxito y la fama, son la clave para ser
conseguir la felicidad. Pero en realidad la auténtica felicidad del hombre no
depende de lo que uno posee, de lo que uno tiene, sino de lo que uno es.
Jesús nos enseña, como Maestro por excelencia que es, que existe otro camino
para ser felices, que es bien distinto al que el mundo nos propone. Este está
recogido en las bienaventuranzas evangélicas.
B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del presente tema:
Podemos agrupar el contenido
en dos grandes bloques: En el
primero veremos qué son las
“Bienaventuranzas” dentro de la
fe cristiana (punto 1), sus
características particulares
(punto 2), y la comparación de
los dos textos que nos han
transmitido las Bienaventuranzas
(punto 3). En el segundo bloque
analizaremos por separado los
textos de Mateo (punto 4) y
Lucas (punto 5) que son los que
nos han transmitido las
Dichosos los limpios de corazón porque ellos
bienaventuranzas. verán a Dios

1. ¿Qué son las


Bienaventuranzas?
Las Bienaventuranzas son la norma suprema de conducta del cristiano,
seguidor de Jesús. No están redactadas como leyes o mandamientos a
manera de imperativo. Son invitación e indicativo de una oferta de
transformación en el amor.
La palabra bienaventurado, significa dichoso, feliz (si enfatizamos el sentimiento
subjetivo) o bendecido, digno de ser felicitado (si resaltamos la actividad Divina).
Las Bienaventuranzas forman parte del «Gran Discurso de la Montaña»
pronunciado por Jesús en Galilea, en los inicios de su vida pública (cf Mt 5, 3 -
12 y Lc 6, 20 - 26).
2. Puntos que caracterizan a las
Bienaventuranzas:
1. Las bienaventuranzas en general nos hablan de Dios, de Jesús y de los
cristianos:
a) Las bienaventuranzas nos dicen primero quién es Dios. Dios no es
alguien neutral, está del lado de los pobres.
b) También nos dicen quién es Jesús en el plan de Dios.
c) Y finalmente nos dicen quién es el cristiano que sabe unirse a Cristo.
2. Las bienaventuranzas en el horizonte propio de cada evangelista:
a) En San Lucas se dirigen a los creyentes y se les dice que su situación de
pobreza es normal, consecuencia de su fidelidad a Jesús: que no
se preocupen que el Señor restablecerá las cosas.
b) En San Mateo se dirigen a todos los hombres, cristianos o no, que
practican la justicia. Por eso hablan de las disposiciones del corazón;
y por eso se propone a Jesús como modelo, porque encuentran su
fuente en Jesús.

3. Análisis comparativo de los textos que transmiten las


Bienaventuranzas
Un análisis comparativo de los textos que nos transmiten las Bienaventuranzas
(cf Mt 5, 3 - 12 y Lc 6, 20 - 26) nos permite descubrir la existencia de unas
semejanzas y unas divergencias:
Entre las semejanzas que existen entre ambos textos están:
• Los dos Evangelios las colocan en el inicio del Discurso – Del Monte o del
Llano.
• Los dos presentan enunciados cortos, excepto en la última bienaventuranza en
la que se despliega un discurso más amplio.
Entre las divergencias entre ambos textos están:
a) El contexto: en Lucas el Discurso está centrado casi exclusivamente en el
amor al prójimo, mientras que en Mateo se interesa por señalar el modo en
que las exigencias del Evangelio, superan las exigencias de la antigua Ley;
b) El número: en Mateo hay nueve bienaventuranza, en Lucas sólo hay cuatro,
aunque seguidas de imprecaciones (ay de vosotros);
c) Contenido: Lucas considera motivo de dicha las situaciones
penosas, mientras que Mateo tiene en cuenta más bien las actitudes
del alma, situaciones espirituales.

4. Análisis de las Bienaventuranzas según San Mateo


Entre las características que podemos señalar del texto de las
Bienaventuranzas de S. Mateo caben señalar:
a) Que está dirigida a una tercera persona no necesariamente presente:
«Bienaventurados aquellos que…».
b) Que estas bienaventuranzas no indican ahora quien es dichoso sino cómo
ser dichoso.
c) El número de las Bienaventuranzas que presenta son 9.
Las bienaventuranzas según San Mateo
Las bienaventuranzas que nos ha transmitido San Mateo son las siguientes:
a) Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos.
b) Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
c) Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
d) Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán
saciados.
e) Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
f) Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.
g) Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque
suyo es el Reino de los Cielos.
h) Bienaventurados cuando los injurien, los persigan y, mintiendo, digan contra
ustedes todo tipo de maldad por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque
su recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron
a los profetas de antes de ustedes.
De todas ellas sólo veremos la primera. Veremos que la interpretación de ésta es
muy compleja.
La primera bienaventuranza: los pobres y el reino de Dios
Hay un texto de Isaías (Is 61) que se cita en boca de Jesús en los dos evangelios
—y en los dos como anuncio del
reino mesiánico que se cumple
en Jesús— que nos debe ayudar
a descubrir el sentido de esta
primera bienaventuranza:
En Lucas, ls frase está recogida
en la predicación que hace el
Señor en la sinagoga de Nazaret:
«Entonces le entregaron el libro
del profeta Isaías y, abriendo el
libro, encontró el lugar donde
estaba escrito: El Espíritu del
Señor está sobre mí, por lo cual
me ha ungido para evangelizar a
los pobres, me ha enviado para
anunciar la redención a los
cautivos y devolver la vista a los
ciegos, para poner en libertad a
Jesús en el Sermón de la Montaña los oprimidos y para promulgar
el año de gracia del Señor.
Y
enrollando el libro se lo devolvió al ministro y se sentó. Todos en la
sinagoga tenían los ojos fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha
cumplido esta
Escritura que acabáis de oír.» (cf Lc 4, 16 - 20). El texto de Isaías habla de
la
evangelización de los pobres y la interpretación del Señor habla del hoy en el
que se cumple.
En de Mateo, la frase de Isaías está en un contexto diferente, pero con un
sentido idéntico. El Bautista envía a sus discípulos para preguntarle a Jesús si es
el Mesías que deben esperar y Jesús dice entonces: «Id y anunciadle a Juan lo
que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos
quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les
anuncia el Evangelio.» (cf Mt 11, 4 - 5).
En los dos evangelios el sentido es claro: Isaías promete para los tiempos
mesiánicos el anuncio del Evangelio a los pobres y Jesús declara que con Él se
cumple el vaticinio.
Ahora bien, ¿quiénes son estos pobres? Para una primera aproximación no
nos
sirve ni la calificación de Mateo —el pobre es el que pone su confianza en Dios—,
ni la de Lucas — que habla de una pobreza real: pobre es el menesteroso, el
oprimido—. Por eso hay que poner la noción de «pobres» en relación con los
otros oráculos mesiánicos de Isaías —Is 35, 5 - 6; 40, 9; 49; 52, 7; etc.— y con
otros textos —Sal 72; 96; 146— en los que se consuela a «los que en ese
momento sufren porque no están protegidos» por el rey, y ansían la llegada del
Reino de Dios, el momento en el que el Señor reina sobre la tierra. Con esto se
unen ya los dos miembros de la Bienaventuranza —la pobreza y el reino— y se
nos da la clave para interpretarla: el punto de vista desde el que está formulada
la bienaventuranza es el punto de vista de Dios. Dios ha instaurado su reino en
Cristo y los que son realmente pobres son los que le tienen como rey. De manera
secundaria tanto San Mateo como San Lucas hacen explícita la manera de ser
pobre —ser pobre de espíritu o ser necesitado—, pero los dos incluyen antes la
determinación esencial: tener a Dios por rey.
Pero si entendemos «pobre» en el sentido bíblico que tienen los textos de Isaías
o de los Salmos citados o de tantos otros pasajes de los libros proféticos, vemos
que dentro de este calificativo de «pobres» desde el punto de vista de Dios,
anawim, incluimos también a los que se especifican en las siguientes
bienaventuranzas. Son pobres, desde esta perspectiva, los hambrientos, los
afligidos y los perseguidos.
Además estos textos nos dan la clave para entender las Bienaventuranzas. Estas
tienen directamente un sentido teológico, e indirectamente un
sentido cristológico, pues es Cristo quien instaura el reino. El sentido
antropológico es derivado y está más presente en la orientación de los
evangelistas que en las bienaventuranzas mismas.
5. Análisis de las Bienaventuranzas según San Lucas
El texto de las Bienaventuranzas que aparece en Lucas tiene las siguientes
características:
a) Hay algunas que tienen su semejante con el de San Mateo. Pero hay
otras que, transmitiendo las mismas ideas, son contrapuestas a las
bienaventuranzas ya que se presentan como lamentos: a los pobres
se oponen los ricos; a los hambrientos, los muy satisfechos; a los que
lloran, los que ríen; y a los perseguidos, los que son halagados.
b) Hace uso del «vosotros» lo cual significa que sus destinatarios son los que
oyen al Señor en aquel momento y por extensión a los cristianos.
c) También es importante el uso de «ahora» porque es el que se opone al
futuro: “ahora… después”. Con ella nos quiere indicar que el hoy hay
que
vivirlo de cara al después.
d) El número de bienaventuranzas es más abreviado, son 4:
Las Bienaventuranzas según San Lucas
404
0
• Bienaventurados los pobres, porque suyo es el Reino de Dios.

414
1
• Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados.
• Bienaventurados los que ahora lloran, porque reirán.
• Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los
expulsen, los injurien y proscriban su nombre como maldito, por causa del
Hijo del Hombre.
• Alegrénse en aquel día y regocígense, porque he aquí su recompensa será grande
en el cielo; pues de este modo se comportaban sus padres con los profetas.
• Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!
• ¡Ay de ustedes los que ahora están hartos, porque tendrán hambre!
• ¡Ay de ustedes los que ahora rien, porque gemirán y llorarán!¡Ay cuando los
hombres hablen bien de ustedes , pues de este modo se comportaban sus
padres con los falsos profetas.
De los lamentos que aparecen luego podemos decir que reflejan el alcance
profético del mensaje, el lenguaje imprecatorio y conminatorio, la llamada
de atención a los seguidores, que se halla con frecuencia en los antiguos
profetas y que recoge también el Nuevo Testamento como: las de Juan
Bautista: Mt 3, 7 –
10; las del mismo Jesús: Mt 23 13 – 36; la de las Cartas apostólicas: 2 Cor 11, 1
– 6; la de la Carta a los Hebreos 3, 7 - 19; la del Apocalipsis: Ap 9, 12; 14, 9;
18, 16; etc.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué son las bienaventuranzas?
2. ¿Qué significa la palabra bienaventurado?
3. ¿De qué nos hablan las bienaventuranzas?
4. ¿Qué características se señalan sobre el texto de las Bienaventuranzas de
S.
Mateo?
5. ¿Cuáles son las bienaventuranzas que nos ha transmitido San Mateo?
6. En el sentido bíblico, ¿a quiénes se considera “pobres”?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Lee el comentario sobre las Bienaventuranzas que hizo el Papa Juan Pablo II a
los jóvenes en Lima el 2 de febrero de 1985.
2. Dialoga en grupo de qué forma se puede compartir lo que uno es y tiene.
3. Visita con uno o dos de tus compañeros algunos enfermos de tu parroquia.
4. Prepara con tus compañeros un mural que ilustre cada una de las
bienaventuranzas.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Bienaventuranza Justicia Mansedumbre
San Lucas San Mateo Pobre
Tema 8:

A. MOTIVACIÓN
Los milagros de Jesús son una prueba de la verdad sobre sí mismo y sobre su
doctrina. Casi en los comienzos de su actividad, Jesús afirma de sí mismo que
tiene el poder de Dios para perdonar los pecados, y para mostrarlo realiza una
obra digna de Dios y no del hombre: cura a un paralítico (esto está en el
Evangelio de Marcos). Ante la maravilla de Dios, el hombre sólo puede aceptar y
adorar, pero no juzgar.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En primer lugar veremos qué es un
milagro (punto 1), luego veremos cómo
se han de entender los milagros de Jesús
(punto 2), posteriormente su clasificación
(punto 3) y finalmente un análisis de los
milagros desde la perspectiva literaria,
histórica y teológica. Con éste tema
queremos demostrar que el Señor obró
milagros como prueba de su autoridad y
de la llegada del Reino de Dios.
1. ¿Qué es el
milagro?
Concepto etimológico y formal de
milagro
El término «milagro» es la traducción
del
término latino miraculum, el cual deriva
del verbo mirari (= admirarse);
etimológicamente, pues, se refiere a algo
que produce admiración. Resurrección de Lázaro
En sentido amplio, milagro es un hecho
difícil e insólito, que supera la esperanza y la capacidad de quien lo observa; en
sentido estricto, milagro es «aquello que ha sido hecho por Dios fuera del orden
de toda la naturaleza creada» (cf Sto. Tomás de A.). En uno y otro sentido,
existe un doble elemento común: la causa escapa al control de los testigos, y el
hecho aparece como contrario a lo que debiera resultar.
Por eso, el milagro siempre lleva consigo el ser un suceso que encontramos en el
horizonte de nuestra experiencia humana y que no puede ser
explicado esencialmente partiendo de las leyes propias de ese ámbito de
experiencia, razón por la cual es atribuido a la Divinidad.
El concepto de milagro en la Biblia
En la Biblia el milagro no es simplemente una cosa imposible para las leyes de la
naturaleza que sucede por el poder de Dios. Mucho menos es sinónimo de
magia. Milagro es algo que nos llama la atención de tal modo que la gente
abre los ojos hacia la presencia de Dios en nuestra vida.
Pero en la Biblia el término «milagro» no tiene siempre el mismo sentido: el
Antiguo Testamento no tiene el mismo significado que en el Nuevo Testamento,
ya que este concepto se aplica «a cualquier hecho no explicable» desde los
conocimientos de la época y que se atribuía a Dios con intención teológica (p. e.
para mostrar su presencia entre el pueblo de Israel). En el Nuevo Testamento
disponemos de un amplio catálogo de milagros realizados por Jesús y los
apóstoles: milagros sobre la naturaleza, curaciones, resurrecciones... Todos ellos
«fruto del carisma inferido por el Espíritu Santo a quien los realiza».

2. Los milagros de
Jesús
Los milagros de Jesús se entienden en el contexto del Reino de Dios: «Si
yo expulso los demonios por el
Espíritu de Dios, es que el Reino de
Dios ha llegado a vosotros» (cf Mt
12, 28). Jesús inaugura el Reino
de Dios y los milagros son una
llamada a una respuesta creyente.
Esto es fundamental y distintivo de
los milagros que obró Jesús. Reino y
milagros son inseparables.
Por tanto, Jesús hizo milagros para
confirmar que el Reino estaba
presente en Él, anunciar la derrota
La pesca milagrosa definitiva de Satanás y aumentar la
fe en su Persona. No pueden explicarse como prodigios asombrosos sino como
actuaciones de Dios mismo con un significado más profundo que el hecho
prodigioso.
Los milagros sobre la naturaleza son señales de que el poder divino que actúa en
Jesús se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de
dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Los milagros de curación
y los exorcismos son señales de que Jesús ha manifestado su poder de salvar
al hombre del mal que amenaza al alma. Unos y otros son señales de
otras realidades espirituales: las curaciones del cuerpo -la liberación de la
esclavitud de la enfermedad- significan la curación del alma de la esclavitud
del pecado; el poder de expulsar a los demonios indica la victoria de Cristo
sobre el mal; la multiplicación de los panes alude al don de la Eucaristía; la
tempestad calmada es una invitación a confiar en Cristo en los momentos
borrascosos y difíciles; la resurrección de Lázaro anuncia que Cristo es la
misma resurrección y es figura de la resurrección final, etc.

3. Clasificación de los milagros de Jesús


Hay muchos modos de clasificar los milagros. Pero las principales
clasificaciones son dos:
• La «tradicional»: Distingue los milagros sobre Jesús (transfiguración y
resurrección) y los milagros de Jesús. Estos últimos se dividían entre milagros
sobre las personas y milagros sobre la naturaleza.
• La «Actual»: Clasifica los milagros basándose en la forma como se presentan:
• Exorcismos
• Curaciones
• Milagros de donación
• Milagros de salvamento
• Milagros de legitimación
• Epifanías
a) Los exorcismos: manifiestan el aspecto interior del reino de Dios, que es
liberación del pecado y de Satanás.
b) Las curaciones: manifiestan el aspecto exterior del Reino de Dios, que
es
liberación de la enfermedad y de la muerte; incluyen las tres resurrecciones
(la de la hija de Jairo, la del hijo de la viuda de Naín y la de Lázaro).
c) Los milagros de donación: en estos milagros Jesús interviene en
beneficio de la gente, que experimenta la carencia de un elemento
material (multiplicación de los panes, pesca milagrosa).
d) Los milagros de salvamento: en estos milagros Jesús interviene
para
salvar a uno o más hombres en una situación todavía más dramática que la de
los milagros de donación (tempestad calmada).
e) Los milagros de legitimación: son curaciones que justifican el
comportamiento de Jesús y tienen un carácter de controversia (por
ejemplo, la curación de la mujer encorvada).
f) Las epifanías: por ejemplo, la transfiguración de Jesús y las apariciones
del
Resucitado.

Aspecto histórico, literario y teológico de los milagros de


Jesús
La investigación bíblica acerca de los milagros de Jesús ha centrado su
atención en tres aspectos: histórico, literario, y teológico. Estos tres aspectos
plantean y responden a tres preguntas:
1. ¿Hubo realmente milagros en la vida de Jesús?: Historicidad de los milagros.
2. En caso positivo, ¿son reconocibles a través de los relatos evangélicos llegados
hasta nosotros?: Aspecto literario de los milagros.
3. ¿Qué significado poseen los milagros del Señor?: Aspecto teológico de los
milagros
Historicidad de los
milagros
Sobre la historicidad de los milagros, ésta ha sido planteada por la crítica
racionalista. Ante ella podemos afirmar que la ciencia histórica permite
concluir con seguridad que Jesús obró milagros.
Y convendría empezar teniendo en cuenta que Jesús no era el único que por
aquel entonces obraba curaciones. Otros también lo hacían, tanto en ambientes
judíos como griegos. De la misma época de los Evangelios se pueden leer relatos
de milagros en los escritos rabínicos judíos y en la literatura griega. Es
razonable admitir que ha habido hechos, extraordinarios en cada uno de estos
universos religiosos y que se ha podido, aquí y allá, aumentar un poco los
hechos para hacerlos más significativos.
Sin embargo, al comparar las narraciones paganas con las narraciones de
milagros que consignan los evangelios sorprenden por su sobriedad y discreción.
Sobre todo, es la actitud misma de Jesús la que les confiere un matiz muy
especial: no obra milagros sino en la medida en que puedan aparecer como sello
y signo de su propia misión: «Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios,
es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros» (cf Mt 12, 28). Se niega a obrar
milagros inútiles, algunas veces añade al milagro su propia explicación:
«Para que veáis que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar pecados»; y
otras veces, la significación del acto milagroso se revelará después: la
multiplicación de los panes (anuncio de la Eucaristía), resurrecciones de muertos
(anuncios de su propia resurrección), etc.
También hubo acusaciones de judíos y paganos contra Jesús afirmando que
era sólo un mago. En el siglo II, Orígenes de Alejandría refuta las imputaciones
de magia que Celso hace del Maestro de Nazaret y a las que aluden San
Justino, Arnobio y Lactancio. También algunas tradiciones judías que pueden
remontarse al siglo II contienen acusaciones de hechicería. En todos estos
casos, no se afirma que él no hubiera existido ni que no hubiera realizado
prodigios, sino que los motivos que le llevaban a hacerlos eran el interés y la
fama personales. De estas afirmaciones se desprende la existencia histórica de
Jesús y su fama de taumaturgo, tal como lo muestran los evangelios. Por eso,
hoy en día, entre los datos que se dan por demostrados sobre la vida de Jesús,
está el hecho de que obró exorcismos y curaciones. Pero los milagros de
Jesús no eran fruto de técnicas (como un médico) o de la actuación de
demonios o ángeles (como un mago), sino resultado del poder sobrenatural del
Espíritu de Dios.
¿Por qué convenía que Jesús hiciera milagros?
Jesús nunca hace prodigios espectaculares para demostrar su poder y para
asombrar. No busca el poder y la gloria a la manera humana. Para comprender
la significación de sus milagros hay que fijarse en estos cuatro puntos:
a) Los milagros de Jesús cumplen los anuncios del Antiguo Testamento.
b) Los milagros de Jesús no son pruebas irresistibles de su misión o de su
divinidad.
c) Los milagros de Jesús liberan a los hombres para que puedan andar en “su
seguimiento” y participar en el Reino.
d) Los milagros de Jesús muestran que la salvación de los hombres no
es
solamente “espiritual”.
¿Qué base histórica tenemos de ellos?
Si se estudian seriamente los evangelios y su contexto histórico, es innegable
que Jesús hizo milagros. Si no hubiera habido en el origen hechos extraordinarios
que admirasen a los contemporáneos de Jesús no se habrían relatado estos
episodios inauditos. Es preciso admitir al menos una «base histórica» a la
tradición que se desarrolla después.
Por lo demás, muchos de estos hechos no han podido ser «inventados» pasado
ya el tiempo, en particular los que dan lugar a discusión entre Jesús y sus
adversarios. En el momento mismo en que Jesús hacía «milagros» no se estaba
de acuerdo acerca de lo que representaban estos actos, y algunos los atribuían al
diablo. Es elocuente también la circunstancia de que los adversarios «observaban
a Jesús para ver si curaba el sábado o para poderlo acusar así de violación de la
ley del Antiguo Testamento» (cf Mc 3, 1-2).
Este desacuerdo narrado por los evangelistas que no pudo ser inventado,
atestigua el valor histórico de estos relatos.
¿Cuántos milagros hizo?
Es difícil dar precisiones. En una escena del evangelio más antiguo, el de Marcos,
Jesús curó a «muchos enfermos»; en el pasaje del evangelio de Mateo que
relata la misma escena cura a «todos». La curación de un ciego y de un
poseso en Marcos se convierte en la de dos ciegos y dos posesos en Mateo; las
4,000 personas alimentadas se convierten en 5,000, y los siete cestos de
restos, en doce. Pero esto no va contra la historicidad de los textos evangélicos.
Es evidente que con el tiempo, de un evangelio a otro, hay una tendencia
a amplificar y multiplicar los milagros. Se puede suponer que la misma
tendencia actuaba en el intervalo que separa Pascua y la redacción de los
evangelios: alrededor de cuarenta años.
Aspecto literario de los milagros de Jesús
La segunda cuestión metodológica que tenemos que plantearnos es que si los
milagros son reconocibles a través de los relatos evangélicos que nos han llegado
la respuesta es afirmativa. En efecto, no ha sido una forma (literaria)
preexistente la que ha originado la situación, sino que ha sido, un tipo de
acontecimientos maravillosos los que han llevado a usar y quizá también a
crear esta forma de relatos.
Con respecto a otras narraciones de milagros, las narraciones evangélicas tienen
tres grandes diferencias: el milagro del Nuevo Testamento es ajeno a todo tipo
de magia o sortilegio; ocurre siempre en virtud de la palabra de Jesús o de sus
discípulos; y el acento recae en la necesidad de la fe.
En los Evangelios, el esquema de los relatos milagrosos no es un producto de
una cierta clase de literatura; por el contrario es la consecuencia literaria de una
situación real que es testimoniada por la comunidad cristiana naciente y los
evangelistas.

Aspecto teológico de los milagros de


Jesús
La tercera cuestión metodológica que tenemos que plantearnos es saber cuál
es el significado teológico de los milagros de Jesús
En cuanto a su significado teológico, es indudable que los milagros son:
a) testimonios elocuentes a favor de la personalidad divina y la obra salvífica
de
Jesús.
b) despliegue de la misericordia de Dios en favor de los hombres;
c) medios de provocar y aumentar la fe; y
d) signos eficaces de la salvación mesiánica, y de la llegada del Reino de Dios.
Ya desde los primeros tiempos de la Iglesia se han presentado los milagros como
pruebas de la divinidad de Jesucristo. Los milagros son como las credenciales
dadas al Hijo por el Padre (cf Orígenes, Contra Celsum, 11,52; S. Tomás, Sum.
Th. 3 q43 a3)
No se debe, sin embargo, interpretar esta dimensión apologética de una manera
extrínseca o exterior. Los milagros no son extrínsecos a la Revelación de
Jesús sino parte esencial de ella. Realizan, en efecto, aunque sólo
incoativamente, la salvación que proclaman. Los milagros son así un
anticipo de la salvación mesiánica, y signo exterior de la superabundancia
interior de la gracia y la vida nueva traídas por Cristo.
C. AUTOEVALUACIÓN
1. Etimológicamente, ¿qué es el milagro?
2. En la Biblia, ¿cuál es el concepto de milagro?
3. ¿Para qué hizo milagros Jesús?
4. ¿Qué señales nos muestra Jesús con sus milagros?
5. Menciona la clasificación actual de los milagros. Explica cada uno de ellos.
6. ¿Por qué convenía que Jesús hiciera milagros?
7. ¿Cuál es el significado teológico de los milagros de Jesús?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Investiga a quiénes resucitó Jesús.
2. Enumera los milagros que tienen relación con la naturaleza.
3. Menciona algunos de los milagros relacionados con las curaciones de Jesús.

E. VOCABULARIO BÁSICO
• Epifanía
• Exorcismo
• Orígenes de Alejandría
• Taumaturgo
Tema 9:

A. MOTIVACIÓN
Jesús anuncia tres veces a los suyos que va a morir, especificando el motivo
de su muerte: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de
los príncipes, de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer
día resucitar» (Mt. 16, 20) Los discípulos no entendieron entonces lo que les
quería decir; lo entendieron al ver a Cristo resucitado, cuando se les
apareció y les explicó las Escrituras.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
Veremos, en primer lugar, que la
muerte del Señor ya estaba
preanunciada tanto en el Antiguo
Testamento como por Jesús, (punto
1), luego el relato de la pasión
según cada evangelista y un
esquema general de este suceso
(punto 2 y 3) y, finalmente, que en
el fondo de todo ello estaba tanto
la iniciativa del Padre (punto 4) y la
obediencia de Cristo a la voluntad
del Padre (punto 5). Con ello
queremos mostrar el gran amor de
Dios que entrega a su Hijo para la
salvación de los hombres por causa
del pecado.
1. Las predicciones de
la muerte de Jesús en
la Sagrada Escritura
En el Antiguo Testamento
La Pasión del Señor fue significada Nuestra Señora de la Piedad
en el Antiguo Testamento con diversas figuras. Entre estas están:
• La figura de Abel, muerto por envidia de su hermano (cf Gn 4, 8),
• La figura del sacrificio de Isaac (cf Gn 22, 6 - 7), la figura del cordero pascual
(cf Ex 12, 5 - 7), la figura de la serpiente de bronce levantada en alto por
Moisés en el desierto (cf Num 21, 9).
También en el Antiguo Testamento la Pasión del Señor fue profetizada. Entre las
profecías están la de los Salmos 22, 27, 68, 109 y el capítulo 53 de Isaías.
En el Nuevo Testamento
Los mismos evangelistas hacen notar en la narración de la Pasión cómo en
ella se cumplieron las profecías (cf p. e., Mt 27, 9; 27, 35; Jn 19, 36). San
Pablo afirma que Cristo murió «según las Escrituras» (cf p. e. 1Cor, 15, 3 - 6).
Por eso
no es posible leer unas cuantas líneas en el Nuevo Testamento en torno a la
muerte de Nuestro Señor sin que inmediatamente nos encontremos con
alusiones y citas explícitas del Antiguo Testamento, cuyo cumplimiento se da
precisamente en los sucesos de la Pasión. En el relato de la aparición a los
discípulos de Emaús, el mismo Jesús, ya resucitado, les dice: «¡Oh hombres sin
inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas!
¿No era acaso preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?
Y
comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a Él
se refería en todas las Escrituras» (cf Lc 24, 25 - 26).
Además de estas profecías, en los evangelios aparecen tres predicciones
explícitas de la Pasión hechas por Nuestro Señor.
• En los evangelios sinópticos estas predicciones dichas por el mismo Jesús y
que se van haciendo cada vez más explícitas en detalles conforme se acerca el
fin se encuentran en el siguiente orden:
o La primera, con ocasión de la confesión de Pedro en Cesarea (cf Mt 16, 21 -
23; Mc 8, 31 - 33; Lc 9, 22);
o La segunda, tras la Transfiguración (cf Mt 17, 22 - 23; Mc 9, 31; Lc 9, 44);
o La tercera, en la última subida a Jerusalén (cf Mt 20, 17 - 19; Mc 10, 33 -
34; Lc 18, 31 - 34).
• También en el evangelio de San Juan se encuentran tres predicciones de la
Pasión en los mismos labios de Jesús:
o La primera, en la conversación con Nicodemo, al utilizar el simbolismo de la
serpiente de bronce (cf Jn 3, 14);
o La segunda, al compararse al Buen Pastor que entrega la vida por las
ovejas (cf Jn 10, 17 - 18);
o La tercera, al compararse al grano de trigo que, si no muere, queda
infecundo (cf Jn 12, 31 - 33).
Comparando los textos de los sinópticos con el de San Juan vemos que existen
unas diferencias: Mientras que las predicciones de los sinópticos ponen de relieve
lo que la Cruz tiene de humillación y oprobio, las predicciones contenidas en el
evangelio de San Juan ponen de relieve lo que la Cruz tiene de gloria: «Ahora es
el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera, y
yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré a todos a mí. Esto lo decía
indicando de qué muerte había de morir» (cf Jn 12, 31 - 33). Llama exaltación a
la muerte de cruz utilizando como imagen básica la acción de "levantar
en alto" al crucificado.
Junto a estas predicciones explícitas, los evangelios recogen muchas otras
alusiones más o menos veladas de Nuestro Señor a su Pasión y Muerte. Entre
estas alusiones están:
• La alusión a que el esposo les será arrebatado a los discípulos y entonces
ayunarán (cf Mt 9, 15; Mc 2, 19 - 20; Lc 5, 34 - 35);
• El anuncio del cáliz que ha de beber (cf Mt 20, 22; Mc 10, 38);
• La comparación que hace de la unción en Betania con el embalsamamiento (cf
Mt 26, 6 - 13; Mc 14, 3 - 9; Jn 12, 1 - 8);
• La parábola de los viñadores perversos, que matan al hijo del dueño (cf Mt 21,
33 - 46; Mc 12, 1 - 12; Lc 20, 9 - 19).
Particular relevancia revisten las palabras que Jesús pronuncia sobre el pan y
el vino en la Ultima Cena, hablando del cuerpo que se entrega y de la sangre de
la Nueva Alianza, que será derramada para remisión de los pecados (cf Mt 26,
26 -
29; Mc 14, 22 - 25; Lc 22, 19 - 20; 1Cor 11, 23-25), palabras que muestran un
claro conocimiento de la muerte cercana y de su sentido salvífico.
Por tanto, podemos decir que Jesús sabía que sus enemigos le condenarían y
harían morir en la cruz; conocía también la voluntad de Dios de que sufriera la
pasión y la muerte para redimir a los hombres; y que Jesús aceptó todo esto de
modo voluntario, dándonos la mayor prueba de su amor a nosotros los hombres.
El relato de la Pasión en cada
evangelio
Los cuatro evangelistas nos cuentan ampliamente los sucesos de la Pasión y
Muerte de Jesucristo. Sin embargo, aunque los
relatos coinciden en lo fundamental, cada
evangelista acentúa algunos aspectos o
matices que nos ayudan a conocer mejor todo
lo sucedido.
a) San Mateo destaca la violencia con que
los judíos trataron a Jesús. El Señor es
condenado por haber declarado ante el
Sanedrín su condición divina.
b) San Marcos presenta el relato más
breve de la Pasión, lleno de
dramatismo. Pone de relieve el
profundo aislamiento de Jesús (los
discípulos duermen, le abandonan, le
niegan…) y su sereno silencio ante el
sumo sacerdote, ante Pilato y durante
Carrying The Cross - Cristo su agonía.
c) San Lucas subraya el amor y la
misericordia de Jesús, incluso hacia sus enemigos. Trata delicadamente
al traidor Judas, cura al herido restableciéndole la oreja, perdona a quienes
le crucifican. Jesús es la manifestación del Amor y la Misericordia del Padre.
d) San Juan, según su costumbre, calla algunos pasajes que recogen los otros
evangelistas y añade otros de particular importancia, como por ejemplo el
de la Madre de Jesús y el discípulo amado al pie de la cruz.
Estas pequeñas diferencias son lógicas: sería semejante al caso de
cuatro
periodistas rigurosos que acuden al lugar de un suceso importante, cargado de
detalles; es natural que los cuatro, coincidiendo en lo fundamental, destaquen o
añadan varios detalles diversos.
Esquemas de la pasión y muerte del Señor
Como los relatos de la pasión y muerte de Cristo nos son bastante conocidos
haremos solamente un pequeño esquema que nos puede ser útil:
Esquema de los relatos de la Pasión y muerte de
Jesucristo

505
0
• Conspiración
Declaración de matar a Jesús por parte de las autoridades judías
La traición de Judas.

515
1
• Última Cena.
La preparación de la cena.
El anuncio de la traición.
La institución de la Eucaristía.
El lavatorio de los pies, discursos de despedida y oración sacerdotal

• Getsemaní
La predicción de las negaciones de Pedro.
La oración de Jesús en Getsemaní.
El prendimiento.

• La noche de la detención.
El proceso religioso.
La negación de Pedro.
La muerte de Judas.

• El proceso político
Las acusaciones y los interrogatorios.
Las torturas y la condena a muerte.

• A crucifixión, muerte y sepultura.


El camino del Calvario.
La crucifixión.
Muerte de Jesús.
La sepultura.

La iniciativa del Padre y el mandato de morir.


La afirmación de que la Pasión y Muerte de Jesús es antes que nada iniciativa del
Padre es una convicción claramente presente en todo el Nuevo Testamento. Es
frecuente encontrar en los evangelios la afirmación del «es preciso, conviene,
que Él padezca» (cf p. e., Mc 8, 31; Lc 17, 25; 22, 37; 24, 7. 26. 44; Jn 3, 14;
20, 9), como manifestación de la providencia existente sobre la vida de Jesús.
También Jesús habla con claridad de que ha sido enviado por el Padre al mundo
(cf p. e., Jn 20, 21) y que lo hace por «obediencia» al Padre a la hora de aceptar
la cruz. Baste recordar la Oración en el Huerto, en la que pide que pase de Él el
cáliz de la Pasión, y en la que se somete a «la voluntad del Padre» (cf Lc 22, 42).
La existencia de un mandato del Padre sobre la vida de Jesús pareció muy dura a
algunos teólogos, pues este mandato de una forma u otra implicaba la
aceptación de la muerte. El principal problema se planteó a la hora de intentar
conciliar la libertad humana de Cristo–imprescindible para realizar la
redención– con su impecabilidad, es decir, el no poder pecar y, por consiguiente,
el no poder desobedecer.
Algunos «solucionaron» el problema eliminándolo, es decir, negando que
para
Jesús existiese verdadero mandato del Padre en torno a su muerte. Otros lo
solucionaron aceptando el mandato, y afirmando que a éste correspondía la
obediencia del Hijo, una «obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz» (cf
Fil
2, 8). Hay que tener en cuenta que la obediencia es esencial en la
obra
redentora de Cristo, que recapitula en Sí la historia de la humanidad, curando
mediante su obediencia la desobediencia de Adán (cf Rom 5, 19).
Pero, ¿cómo entender este «mandato de morir»? Para entender esta frase hay
que relacionarla con aquellas otras de la Sagrada Escritura en la que se habla de
que Dios no quiere la muerte: «Dios no hizo la muerte ni se complace en la
destrucción de los hombres» (cf Sab 1, 13). No se puede concebir este mandato
como voluntad positiva y directa en torno a la muerte de Cristo, como si el Padre
se complaciese en la misma muerte: en este sentido, el Padre no quiere la
muerte de Cristo. En cambio, sí quiere del Buen Pastor que dé su
vida generosamente por las ovejas (cf Jn 10, 10 - 18), se le pide a Jesús que,
como Buen Pastor, no huya cuando aparece el lobo para arrebatar a las
ovejas, sino que dé su vida en defensa de ellas (cf Jn 10, 11-13).

El "abandono" de Jesús.
La muerte de Jesús se relaciona en la Sagrada Escritura con el hecho de que fue
«entregado»: fue entregado por Judas a
los príncipes de los judíos (cf Mt 10, 4);
entregado por Pilato a los judíos (cf Lc 23,
25); Él mismo se entregó (cf 1Pe 2, 25).
Pero todas estas «entregas» dependen en
última instancia de la «entrega» que de Él
hace el Padre a los hombres.
Los judíos, que están viendo morir a Jesús,
incluso se atreven a decir: «Puso su
confianza en Dios; que Él le libre ahora, si
es que le quiere» (cf Mt 27, 43). Pero en el
fondo ellos hacen una interpretación
«teológica» de la Pasión: argumentan que
Dios ha «abandonado» a Jesús, dejando
así claro que su pretensión de ser el Mesías
era equivocada.
Es en este ambiente que Jesús pronuncia
unas estremecedoras palabras: «Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
(cf Mt 27, 46; Mc 15, 34). Estas palabras
tienen un sentido inmediato y obvio:
Dios,
que rige la historia, ni le «protege» de sus Cristo crucificado
enemigos, ni ha «aceptado» su petición de que apartase de Él ese amargo cáliz:
el Hijo puede, pues, clamar con exactitud que se encuentra «abandonado» en
manos de sus enemigos. Pero estas palabras son también una cita del Salmo
22 (21 en la versión de la Vulgata). Así, pues, el grito de Jesús es una oración.
Al pronunciarlas nos indica el camino para comprender los sentimientos que
le embargan en ese momento que no son otros que los descritos en el
Salmo: dolor, confianza en Dios, descripción de detalles de la Pasión,
seguridad del triunfo final. Por un lado, el justo no deja de llamar a Dios su
Dios, lo que da a su gemido acento de confianza más que de reproche; y, por
otro lado, Dios le
abandona en manos de sus enemigos por un designio misterioso que desemboca
en triunfo en el Salmo, como desembocará en la resurrección en los Evangelios.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Con qué figuras fue significada la Pasión del Señor en el Antiguo
Testamento?
2. ¿Cuáles son las predicciones hechas por Jesús sobre su Pasión que se
presentan en los evangelios sinópticos?
3. ¿Cuáles son las predicciones sobre la Pasión hechas por Jesús en el evangelio
de San Juan?
4. ¿Qué otras alusiones hace nuestro Señor a su Pasión y Muerte?
5. ¿Qué nos cuenta cada evangelista sobre lo sucedido en la Pasión de nuestros
Señor?
6. ¿Cómo entender el “mandado de morir”?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Examina y juzga la actuación de las personas que aparecen alrededor de
Jesús durante su Pasión.
2. Investiga porque a Cristo le hicieron dos juicios: religioso y civil.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Crucifixión Evangelios Sinópticos Figura
San Juan San Marcos Vulgata
Tema 10

A. MOTIVACIÓN
Los apóstoles de Jesús comenzaron su predicación anunciando este hecho
indiscutible: Jesús de Nazaret, quien fue clavado en una cruz y sepultado
resucitó. Todo su mensaje giró en torno de esta noticia; hoy la Iglesia también
centra todo su trabajo apostólico en Jesús resucitado. A partir de esta verdad, se
realiza la evangelización, hace dos mil años y hasta nuestros días.
La resurrección de Jesús es el hecho más importante de toda la Historia de la
Salvación. Es un asunto fundante -en él esta fundada nuestra fe- y fundamental
-sin Resurrección sería absurda, y no tendría razón de ser nuestra fe-. Si
Cristo no hubiera resucitado, la Iglesia no podría anunciar ninguna Buena
Noticia de salvación para nadie. San Pablo lo afirma claramente: "Si
Cristo no fue resucitado, nuestra predicación ya no contiene nada ni queda
nada de lo que creen ustedes…. Y… ustedes no pueden esperar nada de su fe….
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos…" (1Co 15, 14; 17; 20). La
Resurrección de Jesús es una verdad, a la que de ninguna manera debemos
renunciar si nos llamamos cristianos.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
Comenzamos este capítulo señalando en primer lugar qué es la Resurrección
(punto 1); y cómo aparece relatado en los Evangelios (punto 2): luego
expondremos algunos datos que nos puedan ayudar a mostrar que la
resurrección sucedió realmente (punto 3): posteriormente señalaremos por
qué la Resurrección es importante (punto 4): y, finalmente, explicaremos por
qué la Virgen María no aparece en los Evangelios como testigo de la
Resurrección del Señor.
4. ¿Qué es la Resurrección de Jesús?
La resurrección de Jesús es la vuelta a la vida,
pero con un cuerpo glorificado, al tercer día de
su muerte y que es dato central de la
predicación apostólica y fundamento de la fe
cristiana.
La Resurrección forma una unidad indisoluble
con el misterio de la crucifixión y de la muerte
porque el que resucita es el crucificado, que
conserva las heridas de la cruz (cf P e. Jn 20, 26
- 29). Se trata pues de un único misterio: el
misterio de la Pascua de Jesús.
La Resurrección es, antes que nada, la
glorificación del mismo Cristo, «hecho obediente
hasta la muerte y muerte de cruz, por lo que
Dios le exaltó y le otorgó un nombre que está
sobre todo nombre» (cf Flp 2, 8 - 9). Ella es
culmen de su vida y de su obra e inicio de una
Cristo resucita
nueva forma de existencia, la existencia gloriosa.
La Resurrección está muy vinculada a la Salvación de los hombres. Con ella, Dios
da cumplimiento a sus promesas de un Mesías salvador (cf Hch 13, 30. 32 - 37).
Esta relación es tan estrecha que San Pablo no duda en afirmar: «Si Cristo no ha
resucitado, vana es nuestra predicación, vana es nuestra fe» (cf 1Co 15, 14 y
17).
Finalmente, la Resurrección de Jesús confirma la santidad de Jesús, la verdad de
sus palabras, la legitimidad de su condición mesiánica. Durante su vida terrena el
mismo Jesús apeló a sus milagros como razón para que se creyese en Él (cf Jn
10, 38), y habló de su resurrección como signo para la generación que le
escuchaba (cf Mt 12, 39 - 40), es decir, remitió a su resurrección como prueba
de la autenticidad de su mesianismo.

5. El Testimonio del Nuevo


Testamento
En el Nuevo Testamento se encuentran numerosísimos testimonios referentes a
la resurrección del Señor. Todos los escritos del Nuevo Testamento hablan de la
resurrección de Jesús. Puede decirse con rigor que todos estos testimonios
apuntan hacia lo que constituye una dimensión esencial del ministerio
apostólico: dar testimonio de la resurrección de Jesús.
A grandes rasgos podemos decir de ellos lo siguiente:
a) Que ninguno es testigo ocular de la resurrección del Señor. Se la testifica
por el encuentro con el resucitado.
b) La existencia de una continuidad entre el crucificado y el resucitado. Se
trata del mismo Jesús, que es “reconocido” al aparecerse.
c) Que el cuerpo resucitado del Señor, siendo el mismo, se encuentra en un
estado superior en el que no está sometido a las normales leyes físicas.
El anuncio de Jesús
Jesús también anunció su resurrección. Incluso señaló a ésta como prueba de
su verdadero mesianismo.
Entre los anuncios de Jesús de su futura resurrección están:
a) La comparación que hace de su muerte-resurrección con el episodio de Jonás:
«Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás.
Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo
tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno
de la tierra tres días y tres noches.» (cf Mt 12, 39 - 40).
b) La que alude a los fariseos y escribas que le piden una señal para creerle:
«Destruid este templo y yo lo reedificaré en tres días.» (cf Jn 2, 19).
c) También aparece unida a las predicciones de su pasión y muerte: «Mirad que
subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos
sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los
gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a
los
tres días resucitará.» (cf Mc 10, 33 – 34).
El sepulcro vacío
Es con este relato como comienzan a tratar los evangelistas la resurrección de
Cristo. No es que el sepulcro vacío en cuanto tal sea prueba principal de la
resurrección: «la prueba definitiva de la realidad de la resurrección son las
apariciones».
La realidad del sepulcro vacío sí es imprescindible, en cambio, para que
haya tenido lugar la resurrección. Los relatos hablan de una continuidad
entre el cuerpo sepultado y el cuerpo resucitado, imposible si el sepulcro no
hubiese estado vacío. Hablan de una continuidad entre el que murió en la Cruz y
porque murió verdaderamente, fue sepultado, y luego resucitó. Es decir, el
mismo que murió, resucitó.
Por tanto, el sepulcro orienta hacia la resurrección y, particularmente hacia
la verdadera corporeidad del resucitado. Jesús no está en el sepulcro, porque
ha resucitado: quien quiera buscarlo deben buscarlo entre los vivos, no en
el sepulcro.
Las apariciones
Son muchas las apariciones de Jesús resucitado que nos relatan los Evangelios.
Estas son:
a) Manifestación de un ángel a la mujeres y a María Magdalena, el primer día de
la semana.
b) Aparición de Cristo a las mujeres y a María Magdalena.
c) Aparición de Cristo a San Pedro.
d) Aparición de Cristo a los discípulos de Emaús, el mismo día de la resurrección.
e) Aparición a los Apóstoles, ausente Tomás, en la tarde del día de la
Resurrección.
f) Aparición a los Once, pasado ochos días, estando presente Tomás.
g) Aparición a los discípulos junto al mar de Tiberíades.
h) Una o varias apariciones de Cristo encomendando a los Apóstoles la misión de
predicar el Evangelio.
i) Aparición el día de la Ascensión de Jesús a los cielos.
Todos estos relatos testifican un hecho histórico: Jesús de Nazaret, que ha
muerto en una cruz, en el Calvario, ha resucitado.

6. Certidumbre de la resurrección de
Jesucristo.
Para probar la realidad de la resurrección de Jesucristo, nos bastará dejar
establecido que verdaderamente estaba muerto cuando le pusieron en
el sepulcro, y que, después, apareció lleno de vida. Como confirmación más
plena de la fuerza de este argumento, demostraremos también que, en el
presente caso, se hizo imposible cualquier manipulación por parte de los
seguidores de Jesús. Por las razones que veremos llegaremos a la
conclusión de que la Resurrección es un milagro absolutamente incontestable.
Aquí solo trataremos de que Jesús había muerto en la cruz y que luego se
mostró lleno de vida. No tratamos las objeciones que a lo largo de la historia han
formulado una serie de autores sobre la historicidad de este suceso (entre estas
objeciones están de o que Jesús no murió en la cruz, o que los Apóstoles
robaron el cuerpo de Jesús, o que los Apóstoles sólo tuvieron alucinaciones de
una imposible resurrección del Señor).
Jesucristo estaba realmente muerto cuando lo bajaron de la cruz.
Entre las pruebas que tenemos están:
a) San Juan, testigo ocular, afirma que Jesús expiró en la cruz, y los tres
Evangelistas nos dan el mismo testimonio.
b) Por las torturas atroces que sufrió antes de ser clavado en cruz; antes bien, si
algo puede maravillarnos es que hubiese podido permanecer en ella vivo por
tres horas enteras (la sola crucifixión, según el historiador judío Flavio Josefo,
bastaba para hacerle morir).
c) Los soldados encargados de quebrarle las piernas, se abstuvieron de hacerlo
porque vieron que estaba muerto.
d) La lanzada que recibió en aquellos momentos habría bastado para quitarle el
último soplo de vida.
e) Pilatos no concedió el cuerpo de Jesús a José de Arimatea sino bajo la
aserveración oficial del centurión de que Jesús había muerto realmente.
f) Los mismos judíos estaban de ello bien persuadidos: y es de creer que
pondrían buen cuidado en asegurarse del hecho, antes de hacer, guardar el
sepulcro; tanto más que, a ser preciso, tampoco hubieran dejado de rematar a
su víctima.
Jesucristo se mostró, en verdad, lleno de vida después de su muerte.
Entre las pruebas que tenemos están:
a) Este hecho aparece
comprobado por
numerosos testigos
oculares que, después
de haber visto a su
divino Maestro expirar
en la cruz, le volvieron a
ver, no soñando, ni
mientras dormían, sino
en pleno día y estando
en posesión de sus
facultades; escucharon
sus palabras, recibieron
sus órdenes, tocaron y
palparon su carne y sus
heridas, y comieron Procesión de domingo de resurrección
juntamente con Él.
b) Esto sucedió en el espacio de cuarenta días y en circunstancias diversas.
Tampoco fueron siempre los mismos los que le vieron.
c) Más lo que da autoridad excepcional a todos estos testigos es que no dudaran
en sufrir la muerte en testimonio de la resurrección de Jesucristo. Y
sin embargo estos mismos eran los que poco antes se habían mostrado tan
duros en creer.
7. Importancia de la resurrección
Además de ser el argumento fundamental de nuestra fe cristiana, la Resurrección
es importante por las siguientes razones:
a) Muestra la justicia de Dios que exaltó a Cristo a una vida de gloria, luego de
que Cristo se había humillado a sí mismo hasta la muerte (cf Fil 2, 8 - 9).
b) Con su Resurrección y posterior Ascensión a los cielos, Cristo completó el
misterio de nuestra salvación y redención; por su muerte nos libró del pecado,
y por su Resurrección nos restauró los privilegios más importantes perdidos
por el pecado (cf Rom 4,25).
c) Por su Resurrección reconocemos a Cristo como Dios inmortal, la
causa eficiente y ejemplar de nuestra propia resurrección (cf 1Cor 15, 21; Fil
3, 20 -
21), y como el modelo y apoyo de nuestra nueva vida de gracia (cf Rom 6, 4 -
6; 9 - 11).
8. María y la resurrección de Cristo
Los evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del
encuentro de Jesús con su madre. Este silencio no debe llevarnos a concluir que,
después de su resurrección Cristo no se apareció a María; al contrario, nos invita
a tratar de descubrir los motivos por los cuales los evangelistas no lo refieren.
Suponiendo que se trata de una «omisión», se podría atribuir al hecho de que
todo lo que es necesario para nuestro conocimiento salvífico se encomendó a
la palabra de «testigos escogidos por Dios» (cf Hch 10, 41), es decir, a
los Apóstoles, los cuales «con gran poder» (cf Hch 4, 33) dieron testimonio
de la resurrección del Señor Jesús. Antes que a ellos, el Resucitado se
apareció a algunas mujeres fieles, por su función eclesial: «Id avisad a mis
hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (cf Mt 28, 10).
Si los autores del Nuevo Testamento no hablan del encuentro de Jesús
resucitado con su madre, tal vez se debe atribuir al hecho de que los que
negaban la resurrección del Señor podrían haber considerado ese testimonio
demasiado interesado y, por consiguiente, no digno de fe.
Los evangelios, además, refieren sólo unas cuantas apariciones de Jesús
resucitado, y ciertamente no pretenden hacer una crónica completa de todo lo
que sucedió durante los cuarenta días después de la Pascua. San Pablo recuerda
una aparición «a más de quinientos hermanos a la vez» (cf 1 Co 15, 6). ¿Cómo
justificar que un hecho conocido por muchos no sea referido por los
evangelistas, a pesar de su carácter excepcional? Es signo evidente de que otras
apariciones del Resucitado, aun siendo consideradas hechos reales y notorios, no
quedaron recogidas.
¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos
(cf Hch 1, 14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con
su divino Hijo resucitado de entre los muertos?
Más aún, es legítimo pensar que verosímilmente Jesús resucitado se apareció
a su madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que
al alba se dirigieron al sepulcro (cf Mc 16, 1; Mt 28, 1), ¿no podría constituir
un indicio del hecho de que ella ya se había encontrado con Jesús? Esta
deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras
testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las
mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y por tanto, más
firmes en la fe.
En efecto, a una de ellas, María Magdalena, el Resucitado le encomienda el
mensaje que debía transmitir a los Apóstoles (cf. Jn 20, 17-18). Tal vez, también
este dato permite pensar que Jesús se apareció primero a su madre, pues
ella fue la más fiel y en la prueba conservó íntegra su fe.
Por último, el carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario
y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz, parecen postular su
participación particularísima en el misterio de la Resurrección.
Un autor del siglo V, Sedulio, sostiene que Cristo se manifestó en el esplendor de
la vida resucitada ante todo a su madre. En efecto, ella, que en la Anunciación
fue el camino de su ingreso en el mundo, estaba llamada a difundir la
maravillosa noticia de la resurrección para anunciar su gloriosa venida.
Así inundada por la gloria del Resucitado ella anticipa el «resplandor» de la
Iglesia. Por ser imagen y modelo de la Iglesia, que espera al Resucitado y
que en el grupo de los discípulos se encuentra con él durante las apariciones
pascuales, parece razonable pensar que María mantuvo un contacto personal
con su Hijo resucitado, para gozar también ella de la plenitud de la alegría
pascual.
La Virgen santísima, presente en el Calvario durante el Viernes santo (cf Jn 19,
25) y en el cenáculo en Pentecostés (cf Hch 1, 14), fue probablemente testigo
privilegiada también de la resurrección de Cristo, completando así
su participación en todos los momentos esenciales del misterio pascual.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la resurrección de Jesús?
2. ¿Por qué la resurrección forma una unidad indisoluble con el misterio de la
crucifixión y muerte?
3. ¿La resurrección está vinculada a la Salvación de los hombres?
4. ¿Qué nos confirma la resurrección de Jesús?
5. ¿Qué podemos decir de los testimonios que aparecen en el Nuevo Testamento
sobre la resurrección de Jesús?
6. ¿Qué anuncios hace Jesús sobre su resurrección?
7. ¿Cuáles son las apariciones de Jesús resucitado que nos relatan los
evangelios?
8. ¿Qué pruebas existen para saber que Jesucristo estaba realmente muerto
cuando lo bajaron de la cruz?
9. ¿Por qué es importante la resurrección?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Comenta con tus compañeros el conocido episodio de la aparición a Tomás en
Jn 20, 24 - 29.
2. Lee con atención el encuentro de Jesús con dos discípulos en el camino de
Emaús en Lc 24, 15 - 21.
3. Lee con atención el pasaje donde S. Pablo anota la verdad sobre la
resurrección de Jesús en 1Co 15, 3 - 5.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Apóstol Jonás José de Arimatea
Pascua Resurrección Santo Tomás
Tema 11

A. MOTIVACIÓN
El Domingo de Pascua el Señor resucitó como lo había predicho, apareciéndose a
María Magdalena, a los Apóstoles y discípulos. Aunque no lo dice la Sagrada
Escritura, porque resulta evidente, debemos suponer que se apareció en primer
lugar a su Madre Santísima.
La Resurrección de Jesucristo es la fiesta de las fiestas, el centro o punto de
referencia de todas las celebraciones, la Pascua o paso del Señor, el
triunfo definitivo de Dios entre los hombres.
Después de pasar cuarenta días con sus discípulos, el Señor subió a los cielos,
donde está sentado a la derecha del Padre. La Iglesia celebra este
acontecimiento en la fiesta de la Ascensión del Señor.
B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En primer lugar trataremos de encuadrar a grandes rasgos qué es la Ascensión
del Señor (punto 1); luego veremos los textos que nos hablan de la Ascensión
(punto 2) insistiendo en los textos que nos narran este suceso (punto 3);
posteriormente veremos los motivos de la Ascensión que nos da Santo Tomás de
Aquino (punto 4), y el valor que tiene en el plan salvífico (punto 5); y,
finalmente, haremos un estudio de la frase «Y está sentado a la derecha de
Dios» que es el texto más significativo dentro del texto que nos transmite el
suceso de la Ascensión (punto 6). Con este tema queremos mostrar que Jesús,
por haber cumplido su papel salvífico, ha sido exaltado y está, junto a su Dios
Padre gobernando con poder sobre todo lo creado.
1. ¿Qué es la Ascensión del
Señor?
La Ascensión de Cristo significa la elevación
definitiva de la naturaleza humana de Cristo, es
decir con su cuerpo y alma, al estado de gloria
divina después de cuarenta días de su
Resurrección teniendo como testigos a sus
discípulos.
La Ascensión es «vuelta» al Padre del que
«salió» para la Encarnación. En este sentido,
toda la vida de Cristo se encamina hacia la
Ascensión. Así resume Jesús su itinerario en la
Última Cena: «Salí del Padre y vine al mundo;
ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre» (cf
Jn
16, 28).
La Ascensión cierra el período de convivencia
de los discípulos con el Señor. A partir de aquí
se inaugura un tiempo nuevo –«el tiempo de la
Iglesia»- , en el que se vive con la esperanza y
La ascensión
el deseo de que el Señor vuelva. Esa vuelta
606
0
tendrá lugar al final de los tiempos.

616
1
La exaltación de Cristo en la Ascensión hay, pues, que verla a la luz de la unidad
del Misterio Pascual. La Ascensión hace definitiva la victoria de Cristo sobre la
muerte conseguida en la Resurrección, es la plenitud de la Resurrección. Pero
tiene su comienzo en la misma Cruz. La glorificación de Cristo comienza con la
muerte de cruz (cf Jn 3, 14 ss.; 12, 23 - 33; Mt 6, 62), ya que en ella, en la Cruz,
se realiza el sacrificio supremo y definitivo y tiene lugar el triunfo absoluto sobre
el pecado y la muerte. La Resurrección, la Ascensión y el envío del Espíritu Santo
son fruto de la Cruz.
2. Los testimonios del Nuevo Testamento acerca de la Ascensión del
Señor
Pueden clasificarse en tres grupos:
a) Textos que describen el hecho visible e histórico: En este grupo se incluyen
los tres textos clásicos de Mc 16, 19; Lc 24, 50 - 52, y Hch 1, 6 - 11.
b) Textos que contienen un enunciado genérico sobre la Ascensión: Afirman
explícitamente que Jesús ha ascendido al cielo pero sin precisar el hecho
visible ni las circunstancias (Ef 4, 10; 1Tim 3, 16; Heb 8; Hch 2, 33; 5, 30; 1Pe
3, 22;
c) Textos que no mencionan explícitamente la Ascensión, pero se refieren a ella
implícitamente: He aquí una lista lo más completa posible. (1Tes 1, 10; 4, 16;
2Tes 1, 7; 1Cor 4, 5; 2Cor 4, 14; 5, 110; Rom 8, 34; Flp 2, 9 - 11 ; 3, 20 - 21;
Col 1, 18 - 20; 2, 10 - 15; 3, 14; Ef 1, 3. 10. 20; 2, 6; 6, 9; 1Tim 1, 4; 2Tim 2,
8 - 12; 4, 1. 8. 18; Tit 2, 13; 1 Pe 1, 3; 1, 21; 4, 13; 5, 1.4; Stgo 5, 7; Jn 2, 1.
28; 3, 2. Hch 7, 55; 3, 20; 9, 3.17; Jn 3, 13; 6, 63; 7, 39; 12, 23; 12, 32 - 33;
13, 1; 16, 14; 17, 5.

3. La Narración del acontecimiento de la Ascensión


A continuación haremos un resumen del contenido de los relatos que nos narran
el suceso de la ascensión.
a) El de Marcos 16, 19 se presenta como un sumario. En é señala la exaltación
de Jesús: con el nombre de «Señor», con la mención del «cielo» y con la
expresión «sentarse a la derecha» (cf Sal 2).
«Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se
sentó a la diestra de Dios».
b) El de Lucas 24, 50 - 52 señala el lugar, la bendición y la adoración como Dios
y la entrada de Jesús en el cielo.
«Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió
que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo».
c) El de Hechos 1, 6 - 11, después de hablar del rechazo del Antiguo Israel y la
promesa del Espíritu Santo, el texto menciona: el lugar, la nube que, al igual
que en la Transfiguración y el Éxodo, señala la gloria de Dios en la que entra
Jesús, y las palabras de los dos varones que señalan la glorificación y su
venida como Hijo del Hombre trascendente.
«Los que estaban reunidos le preguntaron: “Señor, ¿es en este momento cuando
vas a restablecer el Reino de Israel?” Él les contestó: “A vosotros no os toca
conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad,
sino
que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y
seréis
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la
tierra.” Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a
sus ojos. Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les
aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: “Galileos, ¿qué
hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús,
vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo”».
4. Los motivos de la Ascensión según Santo Tomás de
Aquino
Según Santo Tomás de Aquino, Cristo subió a los cielos por tres motivos:
a) Porque el cielo era debido a Cristo por su misma naturaleza: es natural
que cada cosa vuelva a su origen y el principio originario de Cristo está en
Dios:
«Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre».
b) Correspondía a Cristo el cielo por su victoria: Cristo vino al mundo para luchar
contra el diablo, y lo venció; por ello mereció ser encumbrado por encima
de todas las cosas: «Yo vencí, y me senté con mi Padre en su trono».
c) Le correspondía por su humildad: Siendo Dios quiso tomar la condición de
esclavo, se sometió a la muerte e incluso descendió a los infiernos. Por
eso
mereció ser ensalzado hasta el cielo: «El mismo que bajó es el que subió
sobre todos los cielos para llenarlo todo».
5. El hecho de la Ascensión y su valor
salvífico
Ahora nos toca ver lo más importante de éste tema que es el de señalar la
importancia de la Ascensión en la vida de
Cristo y el valor salvífico que tiene para
nosotros. Esto lo podemos formular con
las siguientes preguntas: ¿Qué añade la
Ascensión a la gloria de Cristo resucitado?
¿Cuál es su eficacia salvífica?
Una primera respuesta a estas
interrogantes podría ser la siguiente: la
Ascensión no añadió nada a la gloria del
Resucitado ni a la obra de la Redención;
simplemente manifestó la gloria de Jesús
ante los discípulos y señaló el final de la
presencia sensible de Cristo en la Tierra.
Esta respuesta, sin embargo, parece no
hacer suficiente justicia a la importancia
que la Ascensión encuentra en la Sagrada
Escritura y en la Tradición de la Iglesia.
Existe, sin embargo, una segunda
respuesta que es la correcta y que
podemos formularla del siguiente modo:
Aunque en esencia, para Jesucristo, la
Jesús sube a los Cielos Ascensión coincide con su resurrección y
en este sentido no añade nada a su
glorificación, sí tiene importancia, sin embargo, en la historia de la salvación. El
Señor mismo alude a ese aspecto salvador al decir: «Os conviene que yo me
vaya, porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os
lo enviaré» (cf Jn 16, 7). Dios quiso que la misión del Espíritu Santo en la Iglesia
y en el mundo se hiciera mediante la Humanidad de Jesús, que así es para
nosotros fuente de todo bien. Y donando el Espíritu, Cristo se hace Salvador en
el sentido más profundo de la palabra. Él puede hacerse presente a todos los
hombres con su fuerza salvífica.
Santo Tomás de Aquino (cf S. Th. III, q. 57, a. 6, c.) señala tres motivos por las
cuales la Ascensión también es causa eficiente de nuestra salvación:
a) En primer lugar nos preparó el camino para subir al cielo, según lo que Él
mismo dice “voy a prepararos un lugar” (cf Jn 14, 2).
b) En segundo lugar, porque la misma presencia de Cristo en el cielo con su
naturaleza humana es intercesión a favor nuestro.
c) Por último, porque Cristo, «sentado a la derecha del Padre» (cf Mc 16, 19)
como Dios y como Señor, envía desde allí los dones a los hombres.
La Ascensión del Señor no significa, sin embargo, su ausencia A este respecto es
muy significativa la promesa de Jesús: «Sabed que yo estoy con vosotros todos
los días hasta el fin del mundo» (cf Mt 28, 19 - 20). Estas palabras de S. León
Magno que ahora se cita lo explica de modo claro: «Él (Cristo), cuando bajó a
nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo.
Él mismo asegura que no dejó el cielo mientras estaba con nosotros, pues que
afirma: Nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo, el Hijo del
hombre, que está en el cielo. Esto lo dice en razón de la unidad que existe entre
él, nuestra cabeza, y nosotros, su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya
que nosotros estamos identificados con él, en virtud de que él, por nuestra
causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de
Dios». (De los Sermones de San León Magno, Papa)
Esta presencia permanente del Señor es la base de la confianza y seguridad
de los Apóstoles que «se volvieron a Jerusalén con gran gozo» (cf Lc 24,
52) y garantía de la presencia del Señor en su Iglesia que camina en la tierra.

6. “Y está sentado a la derecha del


Padre”
Con la Ascensión se encuentra ligado lo que la Sagrada Escritura califica como
«estar sentado a la derecha del Padre» antigua expresión bíblica (cf Sal 110,
1)
con la que se afirma la potestad regia y el sacerdocio del Mesías.
Esta expresión no hay que entenderla en sentido literal, sino metafórico:
en cuanto Dios, estar sentado a la derecha del Padre significa ser de la
misma categoría que Éste; en cuanto hombre, quiere decir que Cristo tiene la
absoluta preeminencia sobre los ángeles y santos, y que participa de la
majestad y poder de Dios como Soberano y Juez del universo. Es el ejercicio
de esta potestad el que causa nuestra salvación.
Pero, ¿no tenía esa «potestad» por ser Dios Hijo? La respuesta es afirmativa, de
que tenía esa potestad por ser Hijo, pero el ejercicio efectivo de tal poder sobre
el universo entero sólo lo recibe, también como premio a su anonadamiento y
obediencia hasta la muerte en la exaltación. Esto queda expresado en este
famoso pasaje paulino: « (Cristo) el cual, siendo de condición divina, no retuvo
ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su
porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte
y
muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre
todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en
la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para
gloria de Dios Padre» (Flp 2, 6 - 11).
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la Ascensión del Señor?
2. La Ascensión, ¿hace definitiva la victoria de Cristo sobre la muerte?
3. ¿Qué relatos nos narran el suceso de la Ascensión?
4. ¿Qué nos dice Santo Tomás de Aquino sobre los motivos de la Ascensión?
5. ¿Por qué la Ascensión es causa eficiente de nuestra salvación?
6. ¿Qué significa la expresión “y está sentado a la derecha del Padre”?
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Averigua cuándo se celebra la Ascensión del Señor a los cielos.
2. Investiga todo lo relacionado con la fiesta de la Ascensión que se celebra en el
pueblo de Cachuy – Yauyos.
3. Averigua cuál es la letra y música del himno al Señor de la Ascensión que se
celebra en Cachuy.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Jerusalén San León Magno Última Cena
Transfiguración
Tema 12:

A. MOTIVACIÓN
Después de afirmar en el Credo nuestra fe en Dios Padre y en Dios Hijo -nuestro
Señor Jesucristo-, confesamos también la fe en el Espíritu Santo. El Espíritu
Santo -tercera persona de la Santísima Trinidad- es Dios.
Sin embargo, el Espíritu Santo es para muchos el Gran Desconocido, aunque,
como dice San Pablo, el cristiano es templo del Espíritu Santo. Desde el mismo
momento del bautismo está en nuestra alma en gracia santificándola y
adornándola con sus dones. Si no lo echamos por un pecado mortal, Él nos
inspira y nos asiste, guiándonos hacia el cielo. Es el Paráclito o Consolador,
el "dulce huésped del alma".
Este es el gran don de Jesucristo al subir al cielo, como lo había prometido a los
apóstoles en la última Cena: "Os conviene que yo me vaya. Pues, si no me fuere,
el Paráclito (el Espíritu Santo) no vendrá a vosotros; pero, si me fuere, os lo
enviaré" (Juan 16,7). Y, efectivamente, en el día de Pentecostés recibieron el
Espíritu Santo.
Al estudiar este tema hemos de pedir al Espíritu Santo que nos ayude a entender
su misteriosa acción en la Iglesia y en nuestra alma.
B. CONTENIDO DOCTRINAL
La fiesta de Pentecostés
Esta fiesta tiene su origen en el Antiguo
Testamento, siendo allí una fiesta, al
parecer, de origen agrícola (en ella se
hacía una acción de gracias a Dios por la
recogida de la cosecha). Luego se añadió
el motivo de conmemorar la promulgación
de la Alianza del Sinaí (en ella se celebra la
entrega de la ley por Dios a Moisés en el
Sinaí).
A partir del envío del Espíritu Santo en ese
día por Cristo glorioso, la fiesta de
Pentecostés tiene para los cristianos un
sentido nuevo. En ella se celebra la
venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia
cincuenta días después de la resurrección Espíritu Santo
de Cristo.

El relato del acontecimiento del día de Pentecostés


Del texto que nos transmite el acontecimiento del día de pentecostés podemos
destacar lo siguiente:
a) En ella se cumple la promesa del envío del Espíritu Santo que Jesús había
prometido.
b) Los presentes eran los Doce apóstoles y la Virgen María.
c) El que viene es el Espíritu Santo, que se manifiesta por medio de una “ráfaga
de viento” y “como lenguas de fuego”.
d) Los Apóstoles, y la Iglesia, se convertirán en testigos del Resucitado.
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar» (cf
Hch 2, 1). En el día de Pentecostés se hallaban reunidos, al parecer en el
Cenáculo, los Doce y, sin duda, también María, la madre de Jesús (cf Hch 1, 13 -
14); ésta es la interpretación más aceptada de «todos».
«De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso
que llenó toda la casa en que se encontraban» (Hch 2, 2). La primera de las
señales de la presencia del Espíritu aparece en el viento; hay cierta identificación
-incluso terminológica-, entre viento y Espíritu, y el viento aparece en el A. T.
como una de las manifestaciones de la divinidad.
«Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que dividiéndose se
posaron
sobre cada uno de ellos» (cf Hch 2,3); también el fuego era uno de los signos
teofánicos en el Antiguo Testamento (cf Gn 15, 17; Ex 3, 2; etc.); la forma de
lenguas guarda cierta relación con el don de lenguas que entonces se les
comunica (cf Is 5, 24; 6, 6 - 7).
«Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2, 4); en el milagro de
Pentecostés el don de lenguas por el que todos los pueblos pueden oír hablar de
las maravillas de Dios, además de ser una señal de la presencia del Espíritu
Santo, encierra una honda significación; con ello se hace realidad la promesa del
Señor (Hch 1, 8; Lc 24, 47 - 48; Mt 28, 10) de que los Apóstoles serán sus
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los extremos de la tierra;
y se muestra así que la Iglesia fundada por Cristo está abierta a todos los
pueblos; el entendimiento universal es a la vez el signo de la unidad de todos los
pueblos en Cristo por el Espíritu, antítesis de la dispersión por la confusión de
lenguas en Babel (Gen 11, 1 - 9). La reacción de los que escuchan a los
Apóstoles agraciados con este don es de admiración y sorpresa, aunque
debido, sin duda, al entusiasmo y exaltación de sus palabras algunos piensan
que están ebrios (Hch 2, 12 - 13). La fuerza del Espíritu Santo que han recibido
impulsa a los Apóstoles a presentarse al pueblo y predicar, haciéndolo S.
Pedro como cabeza de los once que le acompañan (Hch 2, 14).

El misterio Pascual y la efusión del Espíritu Santo


En el Nuevo Testamento la relación entre Jesús y el Espíritu Santo es señalada
en una doble dirección, como dos líneas que convergen: En primer lugar, Jesús
aparece como fruto del Espíritu; y, en segundo lugar, el Espíritu aparece también
como la donación mesiánica por excelencia:
a) Jesús aparece como fruto del Espíritu: toda la vida de Jesús, desde su
concepción (cf Mt 1, 18. 20; Lc 2, 35) hasta su resurrección (cf 1 Pe 3, 18)
está bajo el signo del Espíritu, de forma que el actuar de Jesús y la acción del
Espíritu están unidas tan estrechamente que resultan inseparables.
Tras Pentecostés, los Apóstoles se convierten en Testigos del Señor hasta el
extremo de la tierra (cf Hch 1, 18).
b) El Espíritu aparece también como la donación mesiánica por excelencia: La
donación del Espíritu Santo pertenece al núcleo más esencial del
mesianismo de Cristo (cf Jn 14, 16 - 17. 26). En su última aparición,
promete a los discípulos que recibirán el poder del Espíritu que vendrá
sobre ellos y serán sus testigos hasta el extremo de la tierra (cf Hch 1, 8).
Esta donación es fruto de la exaltación de Jesús y con ella comienza el
caminar de la Iglesia y se consuma la nueva y definitiva Alianza de Dios con los
hombres.

Pero ¿Quién es el Espíritu Santo?


El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad y del
que menos sabemos; de hecho es señalado como el “gran desconocido”. Es el
amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto
que forma una tercera persona.
Tres nombres fundamentales son propios del Espíritu Santo, y los tres están
basados directamente en la Sagrada Escritura: Espíritu Santo (cf Jn 4, 24;
2Cor
3, 17).), Amor (cf 1Jn 4, 8. 16; Rom 5, 5) y Don (cf Jn 4, 10 - 14; 7, 37 - 39;
14, 16s.; Hch 2, 38; 8, 17. 20) (cf Sto. Tomás de A., S. Th. I, 36 - 38).
Otros nombres que recibe son: “paráclito” (cf Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7),
“Espíritu de Cristo” (cf Lc 4, 1; 4, 18; Rm 8, 11), “Espíritu Creador” (cf Gn 1, 2),
“Espíritu de Verdad” (cf Jn 14, 17; 14, 26; 16, 13), , “virtud del altísimo” (cf Lc 1,
35) “Huésped del alma”.

La Revelación del Espíritu Santo


En el Antiguo Testamento
En la Revelación divina que Israel recibe no se manifiesta en Yahvé el misterio de
la distinción eterna de Tres Personas
divinas. La expresión «Espíritu Santo» se
usa tres veces: Is 63,10-11.14; Sal 50,13.
Y así como en muchas ocasiones
el Antiguo Testamento habla de Dios
en modo antropomórfico, y así alude a
la mano de Dios, a su boca, a su
brazo, también habla, y con no poca
frecuencia, del Espíritu de Dios, del
Espíritu de Yahvé (ruah Yavé): es decir,
de su aliento vital.
En el hombre, como en los animales, la
respiración, el aliento, es la vida. Y en un
sentido semejante se habla del Espíritu de
Yahvé; pero no, por supuesto, como
Persona divina.
La Escritura antigua suele hablar
del
Espíritu divino en cuanto fuerza vivificante
de la creación entera, ya desde su inicio
(cf Gen 1, 2; 2, 7). Más aún: el Espíritu
La venida del Espíritu Santo
divino se revela innumerables veces como
acción salvadora de Yahvé entre los hombres. Es, en efecto, el Espíritu de Yahvé
el que impulsa a Sansón (cf Jc 13, 25), establece y asiste a los jueces (cf Jc
3,
10; 6, 34) o a los reyes (cf 1Sam 10, 16), ilumina sobrenaturalmente a José (cf
Gn 41, 38; 42, 38), a Daniel (cf Dan 4, 5; 5, 11), asiste con su prudencia a
Moisés y a los setenta ancianos (cf Nm 11, 17. 25 - 26, 29), y sobre todo, inspira
a los profetas (cf Is 48, 16; 61, 1; Ez 11, 5).
En todos estos casos, el Espíritu divino es dado a ciertos hombres elegidos,
aunque todavía en escasa medida. Por otra parte, desde el fondo de los siglos,
anuncia la Escritura que, en la plenitud de los tiempos, Dios establecerá un
Mesías, en el que residirá con absoluta plenitud el Espíritu divino (cf Is 11, 1 - 5;
42, 1 - 9). Y también revela que, a partir de este Mesías, el Espíritu divino será
difundido entre todos los hombres (cf Is 32, 15; 44, 3): «Yo les daré otro
corazón, y pondré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su cuerpo su corazón de
piedra, y les daré un corazón de carne, para que sigan mis mandamientos, y
observen y practiquen mis leyes, y vengan a ser mi pueblo y sea yo su Dios» (cf
Ez 11, 19; 36, 26 - 27; Za 12, 10; Jl 3, 1 - 2).
Nuevo Testamento
La revelación plena de la Trinidad divina, y por tanto del Espíritu Santo, va a
producirse en nuestro Señor Jesucristo. Es en los Evangelios donde el Espíritu
divino se revela muchas veces en cuanto distinto del Padre y del Hijo. Hemos de
ver todo esto más detenidamente en el capítulo próximo; pero aquí exponemos
brevemente los rasgos principales de la revelación del Espíritu Santo en el
evangelio.
Es el Espíritu Santo el que encarna al Hijo divino en las entrañas de María (cf Lc
1, 35). Es Él quien desvela este misterio a Isabel (cf Lc 1, 41), a Zacarías (cf
Lc
1, 67), a Simeón (cf Lc 2, 25 - 27).
Es el Espíritu Santo quien, en las orillas del Jordán, al mismo tiempo que se
oye la voz del Padre, desciende en figura de paloma sobre el Hijo encarnado (cf
Lc 3,
22). Padre, Hijo y Espíritu Santo, por primera vez, se
manifiestan maravillosamente epifanía como Personas divinas distintas.
Es el Espíritu Santo quien conduce a Jesús al desierto, para que luego, saliendo
de él, inicie su ministerio como Profeta enviado por el Padre (cf Lc 4, 1). Es
Él quien alegra a Cristo, mostrándole la predilección del Padre por los pequeños
(cf
10, 21). Por Él hace Jesús milagros admirables, revelando su condición mesiánica
de Enviado de Dios (cf Mt 12, 28).
En la última Cena, Jesús anuncia a sus discípulos que, una vez vuelto al
Padre,
vendrá sobre ellos el Espíritu divino: recibirán «el Espíritu Santo, que el Padre
enviará en mi nombre» (cf Jn 14, 26). Tres Personas distintas, las tres divinas e
iguales en eternidad, santidad, omnipotencia... Poco después, en la
cruz redentora, «Cristo se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios por el
Espíritu eterno» (cf Heb 9, 14). Es en el fuego del Espíritu Santo, en la llama
del amor divino, en el que Cristo ofrece al Padre el holocausto redentor de su
vida.
Y en seguida, en Pentecostés, nace la Iglesia, que, como Jesús, nace «por
obra
del Espíritu Santo» (cf Hch 2). Él es, con los apóstoles, el protagonista de la
evangelización: «llenos del Espíritu Santo, hablaban la Palabra de Dios con
libertad» (cf Hch 4, 31).
Los hombres que acogen con fe el Evangelio de Cristo vuelven a nacer, esta vez
«del agua y del Espíritu» (cf Jn 3, 5). Y son bautizados «en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo» (cf Mt 28, 19): tres distintas Personas divinas, en
un solo Dios verdadero.
En adelante, pues, toda la vida sobrenatural cristiana será explicada en clave
trinitaria. Los que viven en Cristo, iluminados y movidos por el Espíritu Santo,
ésos son los hijos de Dios (cf Rm 8, 10 - 14). Y ellos se saludan entre sí en el
nombre divino de la Trinidad: «La gracia del Señor Jesucristo, la caridad de Dios
y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (cf 2Cor 13, 13).
Los dones y frutos del espíritu santo
Los Dones del Espíritu Santo
«Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en
las potencias del alma (hasta aquí, como las virtudes) para recibir y secundar con
facilidad las iluminaciones y mociones del propio Espíritu Santo al modo divino o
sobrehumano (aquí la diferencia específica)» (cf Sto. Tomás de A. S. Th. I - II,
q. 68, 4).
Estos dones son absolutamente necesarios para la perfección de las virtudes
infusas. En efecto, no hay perfección evangélica si no se llega a la vida mística
pasiva: «Los dones, cuando son activados habitualmente por obra del Espíritu
Santo, elevan al justo a la vida mística y le llevan, por tanto, a la perfección
cristiana. Son, pues, muy excelentes. Las virtudes teologales, como es sabido, la
fe y la esperanza, concretamente, son para este tiempo de peregrinación; en
tanto que solo la caridad permanecerá en el cielo. Por el contrario, «tanta es la
excelencia [de los dones del Espíritu Santo], que perseveran intactos, aunque
más perfectos, en el reino celestial» (cf Divinum illud, n. 12).
Incluso para la misma salvación eterna. En efecto, al ser infundidas las virtudes
sobrenaturales en una naturaleza humana debilitada y mal inclinada por el
pecado, aunque hay en ellas fuerza para vencer en todo al mal, de hecho, la
persona caerá no pocas veces en el pecado, más o menos claramente advertido
y consentido, sobre todo en el caso de ciertas tentaciones graves y súbitas.
Todos los dones del Espíritu Santo son perfectísimos, evidentemente.
Sin embargo, la tradición teológica y espiritual suele ver en ellos una
escala ascendente de menor a mayor excelencia: en la base pone el temor de
Dios y en la cumbre el don de sabiduría.
Santo Tomás enseña que todos los dones del Espíritu Santo están vinculados
entre sí, de tal modo que se potencian mutuamente: el don de fortaleza, por
ejemplo, ayuda al de consejo, y éste abre camino al don de ciencia, etc.
Los siete dones del Espíritu Santo (cf Is 11, 1 - 2) son:
a) «Don de Ciencia», es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al
conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del
bautismo.
b) «Don de Consejo», saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente
y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
c) «Don de Fortaleza», es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en
la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
d) «Don de Inteligencia», es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la
contemplación, camino para acercarse a Dios.
e) «Don de Piedad», el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El
calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu
Santo derrama en las almas.
f) «Don de Sabiduría», es concedido por el Espíritu Santo que nos permite
apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.
g) «Don de Temor», es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo
debemos todo a la misericordia divina.

Los frutos del Espíritu Santo


«Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo
como primicias de la gloria eterna. Son los actos procedentes de los dones del
Espíritu Santo».
La tradición de la Iglesia enumera doce (cf Gál 5, 22 - 2, vulg.): Caridad,
Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre,
Fidelidad, Modestia, Continencia y Castidad.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué sentido tiene para los cristianos la fiesta de Pentecostés?
2. ¿Qué podemos destacar del acontecimiento del día de Pentecostés?
3. ¿Quién es el Espíritu Santo?
4. ¿Qué otros nombres recibe el Espíritu Santo?
5. ¿En qué momentos de la Escritura Antigua se habla de la presencia del
Espíritu divino?
6. ¿Qué son los dones del Espíritu Santo?
7. ¿Cuáles son los dones del Espíritu Santo?
8. ¿A qué llamamos frutos del Espíritu Santo?
9. ¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Aprender la oración del Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos
el fuego de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de
la tierra.
Oración: Oh Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del
Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos
rectamente y gocemos de tu consuelo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
2. Investiga qué parroquia de la Prelatura tiene como patrono al Espíritu Santo.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Dones del Espíritu Frutos del Espíritu
Paráclito Pentecostés

707
0
Tema 13:

A. MOTIVACIÓN
Una realidad que aparece siempre en la Biblia es que Dios se fía de los
pobres. Su familia era pobre. Y a la hora se salir a predicar eligió también a
gente pobre. El único que podría ser de una clase media fue Mateo, que era
como empleado público; pero seguir a Jesús le costó el puesto. En cambio los
demás siguieron en parte trabajando en su mismo oficio de pescadores.
Es muy importante darnos cuenta de que cuando Jesús necesita colaboradores
íntimos los busca entre los pobres. También a nosotros nos llama para ser sus
amigos. El también tuvo algunos amigos ricos. Pero la mayoría era gente pobre.
En esta comunidad cristiana hace falta gente decidida, que se comprometa
con Cristo y con los hermanos. Hombres y mujeres, que se sientan
llamados a construir un mundo de hermanos, mediante la fuerza
liberadora de Cristo. Necesitamos sentir en nuestro corazón este llamado de
Cristo.
No pensemos que no servimos porque somos pobres e ignorantes. Igual de
pobres e ignorantes eran los apóstoles que Jesús eligió. El se fija ante todo en
los buenos tesoros que hay en nuestro corazón.
Jesús nos llama. Jesús nos necesita. Y no sólo de uno en uno. Sino a todos noso-
tros formando una comunidad. Necesita grupos de amigos que quieran seguirle.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
Explicación del contenido del presente tema:
En éste tema el orden lógico, que
presenta dos grandes bloques, es el
siguiente: en primer lugar
veremos cómo es la oración del Señor
(punto 1) y analizaremos la oración que
el Señor nos dejó (punto 2); y en
segundo lugar, teniendo todo lo
anterior como una luz, veremos qué
es la oración (punto 3), cómo se ha
de manifestar la oración de todo
cristiano (punto 4) y qué combate
debe entablar para sacar adelante su
oración (punto 5).
1. La oración de Jesús
Si leemos atentamente los Evangelios
nos daremos cuenta de que el Señor
es «hombre de oración». Sus
discípulos se percataron de ello y se
asombraron por el modo de cómo
rezaba el Señor. Quizá se
preguntarían, como nosotros ahora,
¿de dónde aprendió Jesús a Orar? Papa Juan Pablo II nos da ejemplo de vida
Podemos decir que Jesús aprendió a de oración.
orar en su hogar, de sus padres, y siguiendo las tradiciones de su pueblo, como
el uso de los textos de la Escritura Sagrada. Así, pues, Jesús aprendió a orar
como los demás hombres porque era «verdadero hombre», pero por ser sobre
todo «verdadero Dios» su oración era perfecta (cf Comp. del CCE n. 541; CCE
nn. 2599, 2620).
A continuación haremos un pequeño esquema-resumen de la oración de Jesús
tal cómo nos lo presentan los Evangelios:
a) El Evangelio cuenta en muchos pasajes cómo oraba Jesucristo. Jesús nos
enseñó a orar:
• con fe,
• con confianza filial, de hijos,
• con una disposición del corazón para hacer la oración del Padre
b) Habitualmente Jesús oraba solo, sobre todo antes de los momentos más
importantes de su vida.
c) Oraba constantemente, porque estaba en la presencia del Padre y nos enseñó
a retirarnos para orar de forma habitual: «de madrugada, todavía muy oscuro,
se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, y allí oraba» (cf Mc 1, 35).
d) Oró especialmente durante sus cuarenta días en el desierto.
e) Oró antes de elegir a los doce apóstoles: «se fue él al monte a orar y se pasó
la noche en oración a Dios. Y cuando se hizo de día llamó a sus discípulos
y eligió a los doce» (cf Lc 6, 12).
f) Oró en Getsemaní, antes de su Pasión.
g) Sus últimas palabras fueron una oración al Padre.
h) Otras veces Jesucristo oraba en compañía de otras personas, o pedía que le
acompañaran, como en Getsemaní.

2. El Padrenuestro
El Padrenuestro es la oración por excelencia ya que nos la enseñó el mismo
Jesucristo. En respuesta a la petición de sus
discípulos, de que les enseñe a orar, el Señor
les confía a sus discípulos y a su Iglesia ésta
oración.
También es conocido como «oración
dominical», que es traducción del
latín:
«oratio domini», que significa Oración
del
Señor.
El Padrenuestro es la oración por excelencia
de la Iglesia. Forma parte integrante de las
principales Horas del Oficio Divino y de la
celebración de los sacramentos. Antes de la
comunión nos prepara acrecentando nuestra
esperanza en el Señor, «hasta que venga»
(cf 1Cor 11, 26).
La oración del Padrenuestro contiene siete
peticiones a Dios Padre.
a) Santificado sea tu nombre.
b) Venga a nosotros tu reino.
c) Hágase tu voluntad. San Josemaría Escrivá de Balaguer
en oración
d) Danos hoy nuestro pan de cada día.
e) Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden.
f) No nos dejes caer en la tentación.
g) Líbranos del mal.
Las tres primeras nos atraen hacia Él y sugieren lo que debemos pedirle: la
santificación de su Nombre, la venida de su Reino y la realización de su voluntad.
Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre nuestras miserias y nuestras
esperanzas: le piden que nos alimente, que nos perdone, que nos defienda ante
la tentación y nos libre del Maligno.
A continuación explicaremos brevemente cada una de estas peticiones:
a) Santificado sea tu Nombre
Al decir “santificado sea tu nombre” pedimos la gloria de Dios y la salvación de
los hombres; que Dios sea conocido y amado por nosotros y por todos los
hombres.
b) Venga a nosotros tu reino.
Al decir “venga a nosotros tu Reino” pedimos el crecimiento del Reino de Dios
en nosotros y en el mundo y la venida gloriosa del Reino de Dios al final de los
tiempos para siempre.
c) Hágase tu voluntad.
Al decir “hágase tu voluntad” pedimos al Padre, en unión con Jesucristo,
que se realice en nosotros y en el mundo su plan de salvación.
d) Danos hoy nuestro pan de cada día.
Al decir “danos hoy nuestro pan de cada día” pedimos el alimento terrenal
y también el Pan de Vida, que son la Palabra de Dios y el Cuerpo de
Cristo, alimento de nuestras almas.
e) Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que
nos
ofenden.
Decimos “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden” para implorar la misericordia de Dios que vendrá sobre
nosotros, si perdonamos a los que nos ofenden con el ejemplo y la ayuda de
Cristo.
f) No nos dejes caer en la tentación.
Al decir “no nos dejes caer en la tentación” pedimos al Señor que nos
aparte de todo pecado y nos conceda el don de sabiduría y fortaleza, la gracia
de la vigilancia y la perseverancia final.
g) Líbranos del mal.
Al decir “líbranos del mal” pedimos a Dios, junto con la Iglesia, que se
manifieste la victoria de Cristo sobre Satanás, que se opone personalmente a
Dios y a su plan de salvación.
Con el “Amén” final expresamos nuestro deseo sobre las siete peticiones: “Así
sea”.
3. ¿Qué es la
oración? Definición
de oración
La oración es la «elevación del alma a Dios o la petición a Éste de bienes
conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al
encuentro del hombre».
La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre
infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en
sus corazones. Por eso nuestra oración debe ser de una confianza filial.
Debemos tener la confianza de que nuestra oración siempre es escuchada por
Dios. La misma Sagrada Escritura nos dice que el Señor no desatiende a nuestras
súplicas: “Me invocarán y yo les escucharé” (cf Jer 29, 12).

El tiempo y lugar de la oración


Sobre el tiempo de la oración podemos decir que «todos los momentos son
indicados para la oración, pero la Iglesia propone a los fieles ritmos destinados a
alimentar la oración continua: oración de la mañana y del atardecer, antes y
después de las comidas, la Liturgia de las Horas, la Eucaristía dominical, el Santo
Rosario, las fiestas del año litúrgico» (cf Comp. del CCE n 567; CCE nn. 2697
-
2698, 2696).
Sobre el lugar de la oración podemos decir que «se puede orar en cualquier sitio,
pero elegir bien el lugar tiene importancia para la oración. El templo es el lugar
propio de la oración litúrgica y de la adoración eucarística; también otros lugares
ayudan a orar, como “un rincón de oración” en la casa familiar, un
monasterio, un santuario» (cf Comp. del CCE 566; CCE nn. 2691, 2696).

Sacerdotes de la Prelatura en oración


4. La oración del cristiano
Tipos de oración
Existen cuatro tipos de oración:
a) Hay oración de adoración.
b) Hay oración de petición de perdón.
c) Hay oración de intercesión en favor de otros.
d) Hay oración de acción de gracias.
La oración de adoración es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque
Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquél que es la
fuente de toda bendición. La adoración es la primera actitud del hombre que se
reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha
hecho (cf Sal 95, 1 - 6) y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal (cf
CCE n. 2628).
Mediante la oración de petición mostramos la conciencia de nuestra relación
con
Dios: por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras
adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos,
como cristianos, que nos apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un
retorno hacia Él. La petición de perdón es el primer movimiento de la oración de
petición (p. ej. Las palabras del publicano: «ten compasión de mí que soy
pecador»: cf Lc 18, 13). Es el comienzo de una oración justa y pura (cf CCE nn.
2630 y 2631).
La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la
oración de Jesús. En la intercesión, el que ora busca «no su propio interés sino el
de los demás» (cf Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (p. ej.
recuérdese a Esteban rogando por sus verdugos, como Jesús: cf Hch 7, 60; Lc
23, 28. 34).
Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad
pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias: «En todo dad gracias, pues
esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros» (cf 1 Ts 5, 18). «Sed
perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias» (cf Col 4, 2).
Expresiones de la oración
a) La «oración mental» es elevar nuestra mente y nuestro corazón a Dios (cf
CCE
n. 2708): hablar con Dios de Él y de
nosotros:
• De Él: adorar a Dios; darle gracias; contemplarle por el camino que Él
mismo nos ha entregado: la Humanidad de Cristo, considerando todo lo que
hizo y enseñó, como la Santísima Virgen que «guardaba todas estas
cosas meditándolas en su corazón» (cf Lc 2,51);
• De nosotros: «de nuestras alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones
nobles, preocupaciones diarias... ¡flaquezas!...» (cf S. Josemaría Escrivá).
b) La «oración vocal» es manifestación externa de la oración interior (cf CCE
n.
2702). Hemos de tener en mucho la oración vocal, ya que, entre otras cosas,
el Señor enseñó a sus discípulos el «Padrenuestro», y una parte del
«Avemaría» fue el mensaje del Arcángel San Gabriel a nuestra Madre, la
Santísima Virgen.
c) Especial valor tiene la «oración litúrgica», porque es la oración oficial y pública
de
la Iglesia. Conviene nutrir la oración personal con las oraciones de la
liturgia.
• La Santa Misa realiza de modo supremo los fines de la oración: latréutico
(adoración), eucarístico (acción de gracias), deprecatorio (petición de nuevos
bienes) y propiciatorio (por nuestros pecados) (cf CCE n. 2639).
• La Eucaristía y la oración son inseparables en la vida sobrenatural. "¡Pan y
Palabra!: Hostia y oración" (cf S. Josemaría Escrivá, Camino n. 87). El
trato con Dios en la oración empuja a participar en la Santa Misa
recibiéndole en la Eucaristía; y esta participación sólo es
verdaderamente fructuosa si se convierte en oración personal, y no es
simple presencia pasiva.
• Debemos dirigir todo nuestro día, como una oración continua, hacia la Santa
Misa, haciendo de nuestra jornada entera "una Misa".
d) La «contemplación» es la expresión más sencilla de la oración: es mirada de
fe, escucha de la palabra de Dios y recogimiento interior (cf CCE nn. 2713 y
2715
- 2717).
¿Qué se necesita para
rezar?
a) Esfuerzo y lucha: «es necesario orar siempre y no desfallecer» (cf Lc 18, 1)
b) Darse cuenta de con Quien hablamos: con nuestro Padre
Dios.
c) Humildad: reconocernos al mismo tiempo, pecadores e hijos de Dios (cf
CCE
nn. 2728 - 2731).
d) Confianza: tenemos que rezar con la confianza de que Dios nos escuchará
si lo que le pedimos es para su gloria y para nuestro verdadero bien. «Os
lo aseguro —dice el Señor—: si pedís algo al Padre en mi nombre, os
lo concederá» (cf Jn 16, 23; CCE nn. 2736 y 2737).
e) Constancia, perseverancia: no debemos cansarnos de rezar aunque
nos parezca que Dios no nos escucha. Cristo nos dijo: «Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (cf Lc 11, 9; CCE n. 2742).
f) Aceptar la Voluntad de Dios, viviendo en el presente, aunque a
veces no la entendamos, porque Dios sabe mucho mejor que nosotros lo
que nos conviene en cada momento. Por eso, a la hora de rezar es bueno
decir: «pero no se haga mi voluntad sino la tuya» (cf Lc 22, 42).

5. El combate de la oración
La oración es un combate
La oración es un don de la gracia, pero presupone también una respuesta
decidida de nuestra parte. Es por ello que la oración es un combate constante.
El cristiano que ora tiene que enfrentarse contra sí mismo (luchar contra la
distracción, la sequedad espiritual, la acedía), contra el ambiente (las opiniones
y objeciones erróneas creadas por el mundo), y, sobre todo, contra el
Tentador (que estimula todas las anteriores añadiendo el odio hacia las cosas
espirituales). Este combate se decide solo cuando se elige a «quién se desea
servir».
Objeciones a la
oración
Ha habido a lo largo de la historia conceptos erróneos y objeciones contra la
oración. Entre éstas últimas están:
a) No tengo tiempo para rezar.
b) Sólo pueden hacerla las personas santas.
c) En el fondo la oración es algo inútil.
d) Si al final no consigo lo que he pedido, entonces, ¿por qué debo seguir
rezando?
Para vencerlas es necesario la humildad, la confianza y la perseverancia.
¿Se puede ser buen cristiano sin rezar?
No. Lo recuerdan los santos:
a) Santa Teresa de Jesús: «Quien no hace oración no necesita demonio que le
tiente».
b) San Alfonso María de Ligorio: «Es, pues, por la oración por la que
todos los santos no sólo se han salvado, si no que han llegado a ser
santos. Los
condenados se han condenado por no haber orado; si hubieran orado no se
hubieran condenado» (cf Del gran medio de la oración).
c) San Josemaría Escrivá: «—Santo, sin oración?... –No creo en esa santidad”
(Camino n. 107). “Tu vida de apóstol vale lo que vale tu oración” (Camino n.
108). “La oración es el cimiento de la vida espiritual» (Camino n. 83)
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cómo aprendió a orar Jesús?
2. ¿Cómo nos enseñó a orar Jesús?
3. ¿En qué momentos oró Jesús?
4. ¿Qué es el Padrenuestro?
5. Menciona las siete peticiones contenidas en el Padrenuestro. Explica
6. ¿Qué es la oración?
7. ¿Qué es la oración cristiana?
8. ¿En qué momentos del día debemos hacer oración?
9. ¿Qué tipos de oración existen? explica
10. ¿Qué es la oración mental y la oración vocal?
11. ¿Qué se necesita para rezar?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Busca en los Evangelios la oración del fariseo y del publicano. Comenta con
tus compañeros la actuación de cada uno de ellos al rezar.
2. Haz un listado de todas las veces en que el Señor aparece haciendo oración.
3. Aprende de Memoria las siguientes oraciones:
• El Credo
• El Ángelus
• La Salve

E. VOCABULARIO BÁSICO
Liturgia de las Horas Monasterio Oración
San Alfonso María de Ligorio Santa Teresa de Jesús Virtud teologal
Tema 14:

A. MOTIVACIÓN
Todos los sacramentos han sido instituidos por Jesucristo -que es el autor de la
gracia y puede comunicarla por medio de signos sensibles- y son
siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de enfermos, Orden
y Matrimonio. En los siete sacramentos están atendidas todas las necesidades
de la vida sobrenatural del cristiano.
Cristo confió los sacramentos a su Iglesia, y podemos decir que son "de la
Iglesia" en un doble sentido: la Iglesia hace o administra o celebra
los sacramentos, y los sacramentos construyen a la Iglesia (el bautismo
genera nuevos hijos de la Iglesia, etc.) Existen, pues, por ella y para ella.
B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Qué son los
Sacramentos
«Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y
confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina».
A lo largo del presente capítulo haremos una explicación detallada de esta
definición.

2. El signo sacramental: la materia y la


forma
«El sacramento es un signo». Por signo se entiende aquello que manifiesta algo
distinto de sí mismo (la cosa
significada). El signo es un
intermediario entre la cosa significada
y el que la conoce.
En el caso del Bautismo, por ejemplo, mediante el agua derramada sobre el
bautizando (materia) y las palabras que el sacerdote pronuncia (forma) se le
transmite una serie de efectos entre las cuales están la transmisión de la gracia
santificante, el carácter, la reinserción en el misterio de Cristo, etc.

realmente lo que significa». Por eso


se dice que el sacramento es un
«signo que produce lo que significa».
Los sacramentos, pues, no sólo
significan
Pero los la sacramentos
gracia, sino sobre
tienentodo
la
“la producen fuerza
tremenda de hecho”deen las
«contener
almas.
Pila bautismal de la iglesia de Chilca Ciertamente, el Señor podía habernos
comunicado la gracia directamente,

sin necesidad de recurrir a ningún elemento sensible. A veces lo hace así, y envía
su gracia invisible como una ayuda real, sin mediar elemento externo alguno. Sin
embargo ha querido acomodarse a estos elementos al darnos su gracia (cf Mt 8,
3, Jn 9, 6 - 7, Jn 20 - 22).
Sobre la razón de por qué Dios ha querido elegir unos signos materiales,
perceptibles por los sentidos, para comunicarnos la gracia, ésta puede estar
en una razón pedagógica pues, en nuestra condición actual, lo sensible nos
ayuda en gran manera a comprender lo espiritual, de modo que en cierta
manera la realidad sobrenatural se nos hace asequible a través de los sentidos.
El signo sacramental está, a su vez, estructurado por dos elementos: materia y
forma.
Se entiende por «materia» del sacramento tanto los elementos materiales (agua,
aceite, pan, vino) como las acciones sensibles, ya sean las relativas al uso de
tales elementos (ablución, unción, etc.) o bien acciones de otro género, como la
imposición de las manos, la confesión de los pecados, etc.; y por «forma», las
palabras, pronunciadas por el Ministro, que los acompañan y que declaran el
sentido especial de aquella acción o gesto material. Así, lavar con agua es la
materia del bautismo, y su forma son las palabras «yo te bautizo (que quiere
decir “yo te lavo”) en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
Para que se dé el signo sacramental, su materia y su forma deben estar unidas.
Pero el tipo de unión necesario entre ambas depende de cada uno de los
sacramentos. Así, en el bautismo, las palabras de la forma hay que pronunciarlas
mientras se lava con el agua.

3. El origen de los Sacramentos en Cristo y su continuidad en la Iglesia


Sobre la Institución de los Sacramentos por Cristo, el Magisterio de la Iglesia los
defendió frente a los
reformadores que sólo
aceptaban el Bautismo y
la Cena. Los
reformadores negaban la
institución de los demás
sacramentos por Cristo,
considerándolos de
institución eclesiástica,
pues no les parecía que
en la Sagrada Escritura
hubiera una promesa de
gracia en conexión con
ellos (cf Cc. de Trento:
DS 1600 - 1601).
Dios es el autor principal
de todos los Alumnas de la IE Apóstol San Pedro después de recibir la
sacramentos, pues nadie confirmación
sino Dios tiene poder para dar a unos meros signos la capacidad de conferir la
gracia sobrenatural. Además, al establecer estos ritos, lo hace a través de la
humanidad de Cristo, de modo que se puede decir que Cristo es el «autor
principal» de los sacramentos en su divinidad, y su «autor ministerial» con su
humanidad (cf CCE n.1114, 1210; S. Th. III, q. 64, a. 3 c.).
Cristo instituyó inmediatamente los sacramentos, es decir, Él
mismo directamente, sin dar el encargo a los Apóstoles o a otros de que
instituyeran todos o algunos sacramentos. Aunque Cristo lo podría haber
hecho no lo hizo para que los fieles no pongan su esperanza en los hombres y
no se produzcan, por esta causa, divisiones en la Iglesia (cf S. Th. III, q. 64, a. 4,
ad 1).
A causa de este origen divino de los sacramentos, y por ser la liturgia un
elemento constitutivo de la tradición viva de la Iglesia (cf Cc. Vat. II, DV n. 8),
ningún rito sacramental puede ser modificado o manipulado por el ministro o la
comunidad. Incluso la Suprema autoridad de la Iglesia no puede
cambiarla, aunque puede introducir cambios que no afecten al núcleo esencial
(cf CCE n.
1125; DS 1728).

4. El número de los sacramentos


Los Sacramentos instituidos por Cristo son 7 (cf CCE n. 1113; DS 860; 1310;
1601); A saber: Bautismo, Confirmación, Penitencia, Eucaristía, Orden
Sacerdotal, Matrimonio y Unción de los enfermos.
Nadie negó el número septenario de los sacramentos instituidos por Cristo hasta
el s. XVI, en que lo hicieron los protestantes, bajo sus más importantes
representantes: Lutero, Calvino y Zwinglio.
5. Efecto de los Sacramentos
a) Producen en nosotros una inserción o
reinserción más profunda en el
«misterio de Cristo», nos incorporan
a
la vida de Cristo, nos conforman a
Cristo.
b) Contribuyen a la santificación del
hombre, otorgando o aumentando la
gracia santificante (que es la
participación de la vida trinitaria, que
es el Espíritu Santo). La gracia
santificante puede venir a un alma que
ya lo poseía, produciéndose
un aumento de esa gracia. Puede
también ser comunicada a un alma en
pecado mortal u original,
infundiéndola donde no existía.
c) Producen además una gracia específica
llamada gracia sacramental. Cada
sacramento, en efecto, confiere una
gracia sacramental específica, distinta
en cada uno de ellos, que añade a la Ordenación de Mons Ricardo García G.
gracia santificante un cierto auxilio como Obispo de la Prelatura
divino cuyo fin es ayudar a conseguir el
fin particular del sacramento (cf S. Th. III, q. 62, a. 2).

808
0
d) El Bautismo, la Confirmación y el Orden confieren carácter indeleble. Esto
hace que esos tres sacramentos no se puedan volver a recibir.

818
1
6. El ministro de los
Sacramentos
Por ministro del sacramento se entiende la persona que lo confiere. En sentido
estricto, el ministro primario de todos los sacramentos es el Dios-Hombre
Jesucristo. En nombre de Cristo y haciendo sus veces, se llama ministro del
sacramento a la persona que ha recibido de Dios el poder de conferirlo.
Como el ministro humano actúa en nombre de Cristo y haciendo sus veces,
necesita de un poder especial conferido por el mismo Cristo. Por ello,
prescindiendo de los sacramentos del bautismo y del matrimonio, para la
administración válida de los demás es necesario poseer poder sacerdotal o
episcopal, recibido en la ordenación.
Además de la debida potestad, para que un sacramento se administre
válidamente, se requiere:
a) Que el ministro realice como conviene los signos sacramentales; es decir, que
debe emplear la materia y la forma prescritas, uniéndolas en un único signo
sacramental. P. ej. no se puede bautizar diciendo sólo las palabras (forma),
sino que también es necesario el uso del agua.
b) El ministro ha de tener, además, la intención de hacer, al menos, lo que hace
la Iglesia.
Pero por ser acciones de Cristo, los sacramentos tienen eficacia propia y no
dependen de la santidad ni de la gracia del ministro: el instrumento obra
en virtud de la causa principal, no de la situación subjetiva del que lo administra.

7. El sujeto de los
sacramentos
El sujeto es la persona que recibe el sacramento.
Las condiciones para la recepción válida de los sacramentos son: que el
sujeto tenga «capacidad» de acuerdo a la naturaleza de cada sacramento, y el
«fin» de Cristo al instituirlo. No todos los hombres son capaces para
cualquier sacramento: así, son incapaces, por ejemplo, los no bautizados, de
recibir los otros sacramentos.

8. Necesidad de los
Sacramentos
Los sacramentos son necesarios para la sociedad cristiana (el orden y el
matrimonio) y otros para el individuo (los otro cinco).
Con necesidad absoluta (sin ella no se puede conseguir el fin): el Bautismo y la
Penitencia (supuesto el pecado mortal después del Bautismo) son absolutamente
necesarios para el individuo; también, según algunos, sería necesario
con necesidad de medio recibir la eucaristía para aquellos que han alcanzado
el uso de razón; el sacramento del Orden es necesario para la Iglesia; con
necesidad no absoluta: los otros sacramentos.

9. La misión de la Iglesia con respecto a los


sacramentos
La Iglesia vive de los sacramentos y en ellos manifiesta su vida. Los ha recibido
como tesoro que le ha entregado el mismo Cristo, su Cabeza y Esposo. Tiene,
por eso, el cometido de no disipar este patrimonio de dones espirituales,
cuidando de que no se deje de recurrir a los sacramentos, sino que, al contrario,
se aprovechen, como fuentes de gracia que provienen del manantial
inagotable del misterio de Cristo.
El poder de la Iglesia sobre los sacramentos es exclusivo, si se ve en relación con
cualquier autoridad humana. Pero no se trata de un poder ilimitado (cf Cc. de
Trento: DS 1728, S. Pío X: DS 3556; Pío XII: DS 3857). Hay un límite que no se
puede traspasar: la Iglesia debe respetar la sustancia de los sacramentos.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué son los sacramentos?
2. ¿Por qué se dice que el sacramento es un signo?
3. ¿Por qué Dios ha elegido signos materiales para comunicarnos la gracia?
4. ¿Qué se entiende por materia y por forma de los sacramentos?
5. ¿Por qué la Iglesia ha defendido la Institución de los sacramentos por Cristo?
6. ¿Cuántos sacramentos hay? ¿cuáles son?
7. ¿Cuáles son los efectos de los sacramentos?
8. ¿Para qué son necesarios los sacramentos?
9. ¿Cuál es el poder de la Iglesia sobre los Sacramentos?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Anotar en el cuaderno varios signos y símbolos y las realidades que significan
o simbolizan. Destacar aquellos que son más importantes en la vida
del hombre.
2. Hacer un comentario sobre el significado de las siguientes palabras de S.
Ambrosio: “Cristo, te me has manifestado cara a cara, te encuentro en tus
Sacramentos”.
3. Relacionar los Sacramentos de la Izquierda con las palabras de la Derecha:
• Penitencia Pan
• Unción de los enfermos Agua
• Eucaristía Aceite
• Bautismo Pecados
E. VOCABULARIO BÁSICO
• Carácter
• Gracia
• Liturgia
• Sacramento
• Rito
• Signo
Tema 15

A. MOTIVACIÓN
La Virgen era una joven sencilla y humilde que vivía en Nazaret como tantas
otras mujeres, atendiendo a los quehaceres de la casa.
Dios quiso encumbrar a María a la dignidad de Madre suya, y por eso la lloenó de
gracia y la hizo inmaculada.
Cuando estaba en su casa orando se le apareció un ángel y le dijo que sería
Madre de Dios. Ante este saludo inesperado, Ella le contestó: “¿Cómo puede ser
esto si no conozco varón?” Parece ser que tenía hecho voto de virginidad, y sólo
cuando el Arcángel Gabriel le dio una explicación satisfactoria de que
concebiría no por obra de varón, sino por virtud del Espíritu Santo, exclamó:
“He aquí la esclava del Señor…” (Lc 1, 38). En aquel momento “el Verbo se
hizo carne”. Así tuvo lugar la Encarnación del Hijo de Dios.
Desde este momento María, como sierva o esclava del Señor, es la primera en
esperar, con más ansias que todos, la venida del Mesías, Hijo de Dios y a la vez
Hijo suyo, que iba a ser el Redentor del mundo.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La fe de María
La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. Por fe,
María acogió el anuncio y la promesa que le traía el
Ángel Gabriel, creyendo que “nada es imposible
para Dios”, (Lc 1, 37), y por eso dio su
consentimiento; “he aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1, 38).
Isabel la saludó: “¡dichosa la que ha creído que se
cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte
del Señor!” ((Lc 1, 45).
Por esta fe todas las generaciones la proclamarán
bienaventurada! (cf Lc 1, 48).
Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf
Lc 2,35), cuando Jesús su Hijo, murió en la Cruz,
su fe no vaciló. María no cesó de creer en el
“cumplimiento” de la Palabra de Dios. Por todo esto
la Iglesia venera en María la realización más pura
de la fe.
Madre del Amor Hermoso 2. Hágase en mí según tu palabra
Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo"
sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María
respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay
imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu
palabra" (Lc 1, 37-38).
Así dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de
Jesús y , aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que
ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a
la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios,
al Misterio de la Redención: Ella por su obediencia fue causa de la salvación
propia y de la de todo el género humano.
3. La oración de la Virgen María
“María, por su parte, guardaba todas
estas cosas y las meditaba en su
corazón” (Lc 2, 19). “Su Madre
conservaba cuidadosamente todos las
cosas en su coración” (Lc 2, 51).
Antes de la Encarnación del Hijo de
Dios y antes de la efusión del Espíritu
Santo, su oración coopera de manera
única con el designio amoroso del
Padre: en la anunciación, para la
concepción de Cristo; en Pentecostés
para la formación de la Iglesia,
Cuerpo de Cristo (cf Hch 1, 14).
La que el Omnipotente ha hecho
"llena de gracia" responde con la
ofrenda de todo su ser: "He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra". Fiat, ésta es la
oración cristiana: ser todo de Él, ya
que Él es todo nuestro.
El Evangelio nos revela cómo María
ora e intercede en la fe: en Caná (cf María Reina de todo lo Creado
Jn 2, 1-12), la madre de Jesús ruega
a su hijo por las necesidades de un banquete de bodas, signo de otro banquete,
el de las bodas del Cordero que da su Cuerpo y su Sangre a petición de la
Iglesia, su Esposa. Y en la hora de la nueva Alianza, al pie de la Cruz, María es
escuchada como la Mujer, la nueva Eva, la verdadera "madre de los que viven".
Por eso, el cántico de María (cf Lc 1, 46-55), el "Magnificat" latino, es a la vez el
cántico de la Madre de Dios y el de la Iglesia, cántico de la Hija de Sión y del
nuevo Pueblo de Dios, cántico de acción de gracias por la plenitud de gracias
derramadas en la Economía de la salvación (en el Plan de Salvación de Dios
sobre los hombres).

4. El culto a María Santísima


Los textos evangélicos atestiguan la presencia del culto mariano ya desde los
inicios de la Iglesia.
Los dos primeros capítulos del evangelio de san Lucas parecen recoger la
atención particular que tenían hacia la Madre de Jesús los judeocristianos, que
manifestaban su aprecio por ella y conservaban celosamente sus recuerdos.
En los relatos de la infancia, además podemos captar las expresiones iniciales
y las motivaciones del culto mariano sintetizadas en las exclamaciones de
santa
Isabel: «Bendita tú entre las mujeres (...). ¡Feliz la que ha creído que
se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 42. 45).
Huellas de una veneración ya difundida en la primera comunidad cristiana se
hallan presentes en el cántico del Magníficat: «Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones» (Lc 1, 48). Al poner en labios de María esa
expresión los cristianos le reconocían una grandeza única, que sería
proclamada hasta el fin del mundo.
Además, los testimonios evangélicos (cf. Lc 1, 34-35; Mt 1, 23 y Jn 1, 13) las
primeras fórmulas de fe y un pasaje de san Ignacio de Antioquía (cf. Smirn. 1, 2:
SC 10, 155) atestiguan la particular admiración de las primeras comunidades por
1a virginidad de María, íntimamente vinculada al misterio de la Encarnación.
El evangelio de san Juan, señalando la presencia de María al inicio y al final de la
vida pública de su Hijo, da a entender que los primeros cristianos tenían clara
conciencia del papel que desempeña María en la obra de la Redención con plena
dependencia de amor de Cristo.
El concilio Vaticano II, al subrayar el carácter particular del culto mariano,
afirma: «María, exaltada por la gracia de Dios, después de su Hijo, por encima
de todos los ángeles y hombres, como la santa Madre de Dios, que participó en
los misterios de Cristo, es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial»
(Lumen gentium, 66).

5. Modos de dar culto a la Santísima


Virgen a. Oraciones
Son alabanzas y súplicas dirigidas a la Virgen María. Las más extendidas son:
el
Avemaría, la Salve, Bendita sea tu pureza, Acordaos, ¡Oh Señora mía!
b. Devociones
Son expresiones del amor a la Virgen, a veces determinadas en el tiempo, que
suelen incluir una o varias oraciones. Son por ejemplo: el Santo Rosario, el
Ángelus, las tres Avemarías de la pureza, los sábados (día que se honra a la
Virgen), los meses de mayo y de octubre (dedicados a la Virgen y al Santo
Rosario).
c. Imágenes y templos
Son expresiones materiales del amor a Santa María, que al mismo tiempo lo
fomentan. Por ejemplo: el escapulario del Carmen, cuadros y esculturas, ermitas
y santuarios.
d. Fiestas
Son días de especial celebración litúrgica en honor a la Virgen. Las principales
son:
• 1 de enero: Santa María, Madre de Dios.
• 25 de marzo: la Anunciación.
• 15 de agosto: la Asunción.
• 8 de septiembre: la Natividad de María.
• 8 de diciembre: la Inmaculada Concepción.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿De qué manera la Virgen María realiza la obediencia de la fe?
2. ¿Cómo llegó María a ser Madre de Jesús?
3. ¿En qué momentos principales la oración de María coopera con el designio
amoroso del Padre?
4. ¿Qué nos revela el Evangelio?
5. ¿Cuáles son los principales modos de dar culto a la Santísima Virgen?
6. ¿Cuáles son las principales fiestas litúrgicas en honor de la Virgen María?

D. ACTIVIDES SUGERIDAS
1. Leer con atención los capítulos 1 y 2 del Evangelio de San Lucas.
2. Aprender y rezar la oración del Angelus.
3. Realizar una romería a un santuario o ermita.
4. Averiguar las fiestas de la Virgen que se celebran en tu parroquia.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Virgen Misterio Pentecostés
Escapulario Inmaculada Concepción
APÉNDICE

Biografía: Los Evangelios

Nombre del Tema generaldel Libro Abreviatura Nº de


Libro Capítulos

Mateo Presenta el Rey prometido a judíos (El Mt. 28


Evangelio para el judío)

Marcos Exalta al Hijo del Hombre, al Siervo Mr. 16


(EI Evangelio para el romano)

Lucas Cristo, el humano-divino (el evangelio Lc. 24


para el griego)

Juan Cristo, el eterno Redentor del mundo. Jn. 21

Historia

Nombre del Tema general del Libro Abreviatura Número


Libro de
Capítulos

Los Hechos de El Espíritu Santo edifica la lglesia. Hch. 28


los Apóstoles

Epístolas paulinas

Nombre del Tema general del Libro Abreviatura Número de


Libro Capítulos

Epístola a los La doctrina del Evangelio de Ro. 16


Romanos Jesucristo.

1ª a los Instrucción pastoral para Iglesia 1 Co. 16


Corintios

87
2ª a los El ministerio del apóstol 2 Co. 16
Corintios

Gálatas Fe y gracia por encima de la Ley Gá. 6

Efesios La Iglesia, el Cuerpo de Cristo Ef. 6

Filipenses La Iglesia neotestamentaria como Fil. 4


ejemplo

Colosenses La comunión con Cristo Col. 4

1ª Preparación para el salto de la Iglesia 1 Ts. 5


Tesalonicenses

2ª Preparación para el salto de la Iglesia 2 Ts. 3


Tesalonicenses

1ª a Timoteo Instrucción ministerial explícita 1 Ti. 6

2ª a Timoteo Instrucción ministerial explícita 2 Ti. 4

Tito Normas para el desarrollo de la Iglesia Tit. 3

Filemón Normas para el desarrollo de la Iglesia Flm. 1

Hebreos La superioridad de Cristo sobre la ley He. 13


de Moisés

88
Epístolas generales

Nombre del Tema general del Libro Abreviatura Número de


Libro Capítulos

Santiago La práctica diaria del Evangelio de Stg. 5


Jesucristo

1ª de S. Pedro Fortaleza ante la persecución y la 1 P. 5


prueba

2ª de S. Pedro Fortaleza ante la persecución y la 2 P. 3


prueba

1ª de S. Juan El amor de Cristo inspira nuestro 1 Jn. 5


amor

2ª de S. Juan El amor de Cristo inspira nuestro 2 Jn. 1


amor

3ª de S. Juan El amor de Cristo inspira nuestro 3 Jn. 1


amor

Epístola de S. Solícitos en la defensa de la fe Jud. 1


Judas

Profecía

Nombre del Tema general del Libro Abreviatura Número de


Libro Capítulos

El Apocalipsis La revelación del juicio, la Ap. 22


recompensa y la gloria

89
EVANGELIOS
LOS MILAGROS DE JESÚS
MATEO MARCOS LUCAS JUAN

NATURALEZA

Jesús cambia el agua en vino - - - 2, 1 – 11

Los discípulos, en nombre de Jesús, realizan una pesca milagrosa - - 5, 1 – 11 21, 1 – 13

Jesús camina sobre el lago 14, 23 – 33 6, 45 – 52 - 6, 16 – 21

Jesús multiplica los panes (1) 14, 14 – 21 6, 34 – 44 9, 11 – 17 6, 2 – 15

Jesús multiplica los panes (2) 15, 32 – 38 8, 1 – 9 - -

Jesús calma la tempestad 8, 23 – 27 4, 35 – 40 8, 22 – 25 -

Jesús maldice una higuera y esta se seca 21, 18 – 22 11, 12 – 26 - -

CURACIONES

Jesús cura a la suegra de Pedro 8, 14 – 15 1, 29 – 31 4, 38 – 39 -

Jesús cura a Malco - - 22, 50 – 51 -

Jesús cura a la hija de una mujer cananea 15, 21 – 28 7, 24 – 30 - -

90
Jesús cura a un leproso 8, 2 – 4 1, 40 – 35 5, 12 – 14 -

Jesús cura a diez leprosos - - 17, 12 – 19 -

Jesús cura a un siervo (hijo) 8, 5 – 13 - 7, 1 – 10 4, 36 – 54

Jesús cura a un paralítico 9, 2 – 8 2, 1 – 12 5, 18 – 26 5, 1 – 15

Jesús cura un enfermo con la mano seca 12, 9 – 13 3, 1 – 5 6, 6 – 10 -

Jesús cura a una mujer con flujo de sangre 9, 18 – 26 5, 21 – 43 8, 40 – 56 -

Jesús cura a dos ciegos 9, 17 – 31 - - -

Jesús cura a un ciego mudo 12, 22 – 30 - - -

Jesús cura a ciegos en Jérico 20, 29 – 34 10, 46 – 52 18, 35 – 43 -

Jesús cura a un ciego en Betsaida - 8, 22 – 26 - -

Jesús cura a un ciego de nacimiento en Jerusalén - - - 9, 1 – 8

Jesús cura a una mujer encorvada - - 13, 10 – 17 -

Jesús cura a un hidrópico -- - 14, 1 – 6 -

Jesús cura a un sordomudo - 7, 31 – 37 - -

91
Jesús cura a un epiléptico 17, 14 – 18 9, 14 – 27 9, 38 – 43 -

POSESOS

Jesús cura a un poseso en Cafarnaún - 1, 23 – 28 4, 36 – 37 -

Jesús cura a un poseso en Gerasa 8, 28 – 34 5, 1 – 20 8, 26 – 29 -

Jesús cura a un poseso mudo 9, 32 – 34 - 11, 14 – 15 -

RESURRECCIONES

Jesús resucita al hijo de una viuda en Naim - - 7, 11 – 17 -

Jesús resucita a la hija de Jairo en Cafarnaúm 9, 18 – 26 5, 21 – 43 8, 46 – 56 -

Jesús resucita a Lázaro en Betania - - - 11, 1 – 45

92
Apología: Expresión o razonamiento Salmos, que expresan, sobre todo,
de defensa o justificación. Es la felicidad que recae en quien sirve
famosa la que S. Justino, hacia el a Dios. En el Nuevo Testamento, el
año 150 de nuestra era, escribió, ejemplo típico son las pronunciadas
dirigida al emperador Antonino Pío por Jesús al empezar el Sermón de
en defensa del cristianismo. la montaña (cf Mt 5, 1 - 12).
Apóstol: De una palabra griega que Aparecen otras muchas en los
significa “enviado”. Designa en evangelios en varias cartas y en el
primer lugar los hombres elegidos Apocalipsis.
por Cristo, en número de doce, y Carácter sacramental: Marca
enviados por Él a predicar el espiritual, indeleble, impresa en el
Evangelio; en segundo lugar, los alma por ciertos sacramentos, y que
obispos, sucesores de los comunica ciertos poderes relativos
“apóstoles”, y todos los que en la al culto cristiano. Se distinguen tres
Iglesia son enviados a predicar el caracteres: del bautismo, de la
Evangelio de Cristo. confirmación y del orden.
Belén: Se suele interpretar el nombre Concepción. El hecho de que un
como “casa del pan”, aunque no es nuevo ser humano comienza a
segura esa derivación etimológica. formarse en el seno de su madre.
Ciudad ubicada a siete kilómetros al
Concilio de Jerusalén: Así se
sur de Jerusalén. Es la “ciudad de
designa a la asamblea que hacia el
David”. En ella, según Mt 2, 1 y Lc
año 48 ó 49 tuvieron en Jerusalén,
2, 4 - 7, nació Jesús. En aquel
Pedro, Pablo, Bernabé, Santiago y
tiempo podría tener unos 2 000
otros destacados apóstoles y
habitantes; hoy es una ciudad de
presbíteros para tratar sobre lo que
unos 35 000 habitantes.
debía exigirse a los paganos
Betsaida: “Casa (lugar) de pesca”. convertidos. Algunos querían
Pequeña población ubicada al norte imponerles la circuncisión y el
y en la ribera del lago de Genesaret, conjunto de la ley judía, contra el
al este del Jordán. De ella procedían parecer de Pablo y Bernabé.
algunos apóstoles: al menos Felipe, El asunto se decidió a favor de
Pedro y Andrés. Jesús maldijo a esta la libertad cristiana (cf Hch 15).
ciudad, lo mismo que a Cafarnaún
Damasco: Ciudad importante desde
y a Corozaín, por no haber hecho
los tiempos del Antiguo Testamento,
penitencia tras oír su predicación y
situada en fértil llanura con
presenciar sus milagros (cf Mt 11,
encrucijada de caminos. Fue capital
21). Marcos narra la curación de un
del reino del mismo nombre, que
ciego en este lugar (cf Mc 8, 22 -
tuvo enfrentamientos bélicos con
26).
Israel. En los tiempos del Nuevo
Bienaventuranza: Felicidad, Testamento era una de las ciudades
salvación. En la Biblia existe de la Decápolis. Muy pronto hubo en
copiosamente el género literario de Damasco miembros de la colonia
las bienaventuranzas. En el Antiguo judía convertidos al cristianismo. A
Testamento, principalmente en los Damasco precisamente se dirigía

939
3
Saulo en plan de perseguirlos Interviene por una parte ante el rey
cuando fue derribado por la gracia de Persia consiguiendo medidas
de Dios que lo convirtió. Allí fue legales protectoras, y, por otra,
bautizado y comenzó su predicación entre los repatriados para lograr la
(cf Hch 9 y par: 22 y 26), y de ahí práctica de la ley de Moisés. El libro
tuvo que huir descolgado por una de Esdras narra la vuelta del pueblo
ventana del muro de la ciudad desterrado, la reconstrucción del
cuando el rey Aretas quería templo, el retorno de un segundo
eliminarlo (cf 2Cor 11, 32 - 33). grupo y la restauración de la vida
Dogma: Transcripción de la palabra de la comunidad en Jerusalén.
griega dogma, que significa Hasta el siglo XV, los libros de
“decreto” o “edicto”. En el lenguaje Esdras y Nehemías formaban uno
de la Iglesia, el dogma significa la solo.
verdad revelada por Dios que la Evangelios apócrifos. Podemos decir
Iglesia propone a los fieles para que que el término "apócrifo" fue
la crean como divinamente adoptado por la Iglesia para
revelada. Se llama de fe divina toda designar los libros cuyo autor era
verdad que se contiene en la desconocido y los cuales
revelación de Dios. Y se llama de fe desarrollaban temas ambiguos, que
católica toda verdad propuesta por aun presentándose con carácter
la Iglesia para ser creída como sagrado, no tenían solidez en su
divinamente revelada. doctrina e incluían elementos
Encarnación: El hecho de tomar contradictorios a la verdad revelada.
carne, es decir, humanidad. Misterio Esto hizo que estos libros fueran
en el cual los cristianos considerados como "sospechosos" y
reconocemos que la Segunda en general poco recomendables. Se
Persona de la Santísima Trinidad se puede decir que los apócrifos más
hizo hombre en el seno de la Virgen antiguos, los que eran realmente de
María por obra del Espíritu Santo. carácter tendencioso, han
desaparecido, siendo remplazados
Escapulario. Del latín scápula = en su mayoría, por escritos
hombro, espalda. Vestido largo de modificados que presentan una idea
tela que cae por el pecho y por la más ortodoxa. La mayoría de ellos
espalda. se encuentran en la lengua original
Escatología: De eschata = cosas (principalmente griega, copta o
últimas. Doctrina o tratado sobre las siríaca).
cosas últimas, sobre el futuro Exilio Babilónico: Destierro. Se dice
personal (escatología individual) y en particular del sufrido por el
de la humanidad (escatología pueblo de Dios en Asiria (Caída de

colectiva). Esto último puede de los judíos cautivos en


considerarse en referencia a un Babilonia.
acontecimiento decisivo, o también
a lo último absoluto.
Esdras: Escriba que conduce la
repatriación de un segundo grupo

949
4
Samaría en 722 a.C., sin que se a. C.) hasta que Ciro permite el
diera retorno) y sobre todo en Babilonia regreso (538 a. C.), la reconstrucción
desde la caída de Jerusalén (587 de Jerusalén y la
restauración del culto en el Templo. religión consiste en explicar cómo la
También se le llama a este exilio. gracia coopera con la libre voluntad
Filipo: Hijo de Herodes el Grande
aparece en Mt 14, 3 y Mc 6, 17. No
tuvo ambiciones políticas. Su esposa
era su sobrina Herodías, mujer que
le abandonó para vivir con Herodes
Antipas y la que hizo que su hija
Salomé pidiera la cabeza de Juan el
Bautista (cf Mc 6, 19 - 24 y
paralelos).
Galilea: Región situada al norte de
Palestina, al oeste del lago de
Genezaret, también llamado lago de
Galilea. En su población entraron,
después de la cautividad impuesta
por los asirios, muchos no judíos, de
modo que a veces se hablaba de
“Galilea de los gentiles” (cf Mt 4,
15), y sus habitantes eran
despreciados en ambientes de
Jerusalén (cf Jn 7, 41).
Gentil: En el Antiguo Testamento era
el que no pertenecía a la religión
judía. El término equivale a idólatra
o politeísta. En los tiempos
cristianos se emplea de preferencia
el término “pagano”, que viene a ser
equivalente a idólatra, politeísta o,
por extensión, a no bautizado. Hoy
se evitan ambas palabras, por su
cariz peyorativo, y se habla más
bien de increyente, no cristiano, no
bautizado.
Gracia: Don divino, sobrenatural e in-
terno que, en virtud de los méritos
de Cristo. Dios concede a los
hombres para salvación de sus
almas. La teología católica
distingue: 1) Gracia actual: Ayuda
de Dios o concurso divino, necesario
para que pueda haber una acción
salvífica. Uno de los misterios de la
959
5
del hombre. La desigualdad de la interpretación, sobre todo de textos,
gracia depende del libérrimo amor para determinar el significado
de Dios y de la diferente exacto de las palabras mediante las
disposición y cooperación de los cuales se ha expresado un
individuos. Dios quiere, no obstante, pensamiento.
que todos los hombres se salven y a Herodes el Grande: Rey desde 37 a
cada cual otorga la gracia suficiente 4 a.C. era idumeo, no judío, razón
para ello. de que fuera mal visto por muchos
2) Gracia santificante: Hace al judíos; llegó a reunir bajo su
hombre hijo de Dios; se pierde con dominio una extensión casi igual a
cualquier pe-cado mortal, y se la que tuvo David. Se caracterizó
recupera con la contrición y el por su crueldad (hizo matar incluso
sacramento de la penitencia; hace a tres de sus hijos) y por su sentido
meritorias para el cielo las obras de grandeza: construyó y embelleció
buenas. ciudades y reedificó el templo, no
Herejía: Afirmación doctrinal contraria ciertamente por sentido religioso. En
a la fe de la Iglesia en materia los evangelios se le menciona en Lc
definida. 1, 5 y en Mt 2, 1.
Hermenéutica. La hermenéutica Inmaculada. Dogma de fe que
(del griego ερµηνευτική τέχνη, profesa que la Virgen María nació
hermeneutiké tejne, "arte de sin pecado original.
explicar, traducir, o interpretar") es Jerusalén: Capital de Israel. Era la
el conocimiento y arte de la capital de los Jebuseos que
conquistó David. En ella construyó con los libros de los demás profetas,
Salomón el único templo que tenía sino que es una narración en la cual
el pueblo de Dios, al cual habían de el protagonista es un profeta al que
peregrinar todos los hombres en las se da ese nombre. Se trata de una
tres grandes fiestas del año. Sn especie de parábola con la que Dios
Juan nos cuenta las “subidas” comunica un mensaje de confianza:
(Jerusalén está sobre montañas) de Dios es inmensamente más bueno
Jesús a Jerusalén, principalmente que el profeta o que cualquier
con ocasión de las fiestas. En esta hombre. Eso se ve sobre todo en la
ciudad Jesús realizó milagros, parte final (4, 5 - 11), a la que,
anuncio su doctrina, discutió con sus desafortunadamente, no se suele
enemigos, celebró la última cena y prestar la atención que acapara lo
fue crucificado. En ella se constituyó maravilloso de los capítulos 1 - 3.
visiblemente la Iglesia con la venida José de Arimatea: Notable y rico
del Espíritu Santo el día de hombre de Jerusalén, miembro del
Pentecostes. sanedrín, discípulo de Jesús, aunque
Jonás: En hebreo, “paloma”. Este ocultamente. Desempeña un papel
nombre hace referencia a tres importante en la pasión y muerte de
personas distintas: el padre de S. Jesús: no asintió a su condena,
Pedro, el profeta Jonás, del reino luego pide a Pilato el cadáver y,
del norte y el libro de Jonás. Este junto con Nicodemo, lo entierra en
último no es un libro escrito por un el sepulcro nuevo que tenía
profeta llamado Jonás, como sucede preparado (cf Mc 15, 42 - 46; Lc 23,
969
6
41. 50. 51; Mt 27, 57; Jn 19, 38 - y la liturgia oriental, con sus
42. distintos ritos (galicano, mozárabe,
Justicia: La virtud de dar a cada cual ambrosiano, romano, etc.).
lo suyo. La filosofía escolástica Liturgia de las Horas: Celebración
distingue: 1) Justicia legal o litúrgica dispuesta por la Iglesia
prestación al Estado de los servicios para santificar el discurrir del tiempo
debidos (en la justicia social, a la por medio de la alabanza y de la
sociedad). 2) justica distributiva o súplica. Parte de ella va dividida en
distribución justa de los bienes y “horas”, que corresponden a los
cargas generales de la sociedad por diferentes momentos del día y de la
medio de la autoridad. 3) justicia noche.
conmutativa o actitud justa de los Mansedumbre. Es la virtud que
individuos (o grupos) entre sí. modera la ira y sus efectos
Liturgia: Culto divino prescrito o auto- desordenados. Es uno de los
rizado por la Iglesia. La liturgia llamados frutos del Espíritu Santo.
católica consiste en el sacrificio de la Misterio: 1) Arcano o secreto
misa (Misal), rezo de las horas religioso. En la antigüedad pagana,
canónicas (Breviario) y los misterios eran cultos divinos,
administración de sacramentos y sólo asequibles a los iniciados. La
sacramentales (Ritual, Pontifical). En iniciación constaba de ritos de
cuanto a la forma y a los textos purificación, cánticos, banquete
usados se han de distinguir sacrificial, representación mitológica
principalmente la liturgia occidental
y exhibición de objetos más o abad) o prioratos, (regidos por un
menos simbólicos a fin de que el prior).
alma lograra expiación, redención y Monte Sinaí: Montaña de la península
comunión con la divinidad. 2) del Sinaí. Y la zona de desierto que
Doctrina de fe, incomprensible para la rodea. Tres meses después de
la razón. Las aparentes semejanzas
salir de Egipto, los israelitas llegaron
de los misterios paganos con el
a la montaña del Sinaí y acamparon
culto cristiano no colman el abismo
a su falda.
que separa del Cristianismo estas
religiones paganas. En el Nuevo Monte Tabor: Monte de Galilea,
Testamento especialmente en San de cerca de 600 m de altura. Según
Pablo, misterio es la redención la tradición, éste fue el “monte
divina y, por consiguiente, el propio alto” (su altura queda destacada
Jesucristo. La literatura cristiana por estar aislado) en el que tuvo
primitiva designa como misterio (en lugar la transfiguración del Señor
latín sacramentum) los efectos de la (cf Mt 17,
redención. 1 - 9 y par.). Algunos piensan que
también fue el monte que Jesús le
Monasterio. Es un lugar donde habita
señaló para la reunión de despedida
uno o varios monjes. Originalmente
(cf Mt 28, 16s.).
un monasterio era la célula de un
ermitaño o anacoreta. Los Nazaret: Ciudad de Galilea en la que
monasterios cristianos son también tuvo lugar la Anunciación a María y
llamados abadías, (regidas por un
979
7
la Encarnación del Verbo. En ella pública. En el Antiguo Testamento
vivió Jesús hasta comenzar su vida no se menciona. En tiempos de
Jesucristo era un aldea de poca
importancia, que en Jn 1, 46 se
nombra con desprecio. Hoy es una
ciudad muy visitada por los
peregrinos cristianos, en donde se
veneran los lugares que recuerdan a
Jesús y a María, especialmente la
gran Basílica de la Anunciación.
Oración: Elevación de la mente a
Dios. Es una actitud por la que el
hombre confiesa a Dios y le
reconoce por Señor; hay oración de
alabanza, de acción de gracias,
impetratoria y propiciatoria.
Palestina: Nombre derivado de
filisteos, aunque éstos sólo
ocuparan una parte de ella. Es el
territorio en el cual o en torno al
cual se sitúa la historia bíblica. Sus
límites no están definidos con
precisión. Su paisaje es
muy variado, siendo las zonas
fértiles las llanuras de Galilea y de
Samaría.
Parábola: Relato cuyo conjunto de
elementos evoca, por comparación,
realidades de un orden superior.
Pascua: Una de las principales fiestas
judías en conmemoración de la
salida de Egipto. Duraba 8 días en el
mes de Nisán, y se celebraba con
pan ázimo y antiguamente con el
cordero pascual. En el cristianismo:
fiesta de la Resurrección de Cristo,
fiesta principal suprema y más
antigua de la Iglesia; se celebra el
domingo después del primer
plenilunio de primavera.
Pentecostés. Término griego que
significa el número 50. Señala fiesta
de la venida del Espíritu Santo,
ocurrida a los 50 días de la
Resurrección de Jesús.

989
8
Persona: 1) Sustancia individual de simultáneamente al final del mundo,
naturaleza racional. 2). En Teología para el juicio universal.
católica la hipóstasis espiritual (cf
Hipóstasis); las tres personas en la Rito: Ceremonia que se realiza según
Santísima Trinidad (cf Trinidad). unas pautas y un orden
preestablecidos. Por su desarrollo,
Pobre: En sentido económico, pobre asume una serie de signos/símbolos
es el que carece de bienes que son como unidades menores
materiales. En sentido religioso, dentro de un rito. Generalmente se
pobre es el hombre desprendido de emplea en referencia a ritos
esos bienes, que vive confiando en religiosos. Unas veces significa toda
el Señor. Es una actitud hecha de la ceremonia; otras, un conjunto
humildad y confianza. dentro de ella; a veces se da el
Redención: Según la fe católica, nombre a un simple signo.
liberación del hombre de la Sacramento: Signos sagrados o
esclavitud del pecado y su acciones santas establecidas por
reconciliación con Dios por medio de Cristo mediante las cuales Él
Jesucristo. El hombre-Dios comunica su gracia. Los
Jesucristo es el único Redentor, sacramentos son acciones (gestos y
porque sólo Él podía, con su vida y palabras) de la Iglesia en las que
su muerte, expiar la culpa de la Jesús, por su amor y con la fuerza
humanidad y reconciliar a ésta con de su Espíritu, sigue haciéndose
Dios (redención objetiva). presente en medio de nosotros.
Los frutos de la muerte de Cristo
dependen, en este mundo San León Magno: Fue Papa del 440
(redención subjetiva) de la al 461, y es una de las figuras más
cooperación de los individuos, destacadas entre los papas de todos
ya que Dios quiere la libertad los tiempos. Intervino decisivamente
del hombre y cada uno en el concilio de Calcedonia, al que
puede sustraerse a la redención. envió una carta dogmática con la
doctrina precisa acerca de la
Reino de Dios: Es el tema central del Encarnación. Son notables sus
mensaje de Jesús, pero Jesús le da escritos, tanto en fondo doctrinal
un sentido que desborda totalmente como en forma literal. Le debemos
los aspectos nacionalistas y muchas oraciones litúrgicas que han
moralizantes de Israel. Otra llegado hasta nosotros. Su
expresión que se emplea para intervención ante Atila, que se
referirse a ella es Reino de los aprestaba a conquistar Roma, libró
cielos. a la ciudad de una segura
Resurrección: 1) Resurrección de depredación.
Cristo. Verdad fundamental del San Lucas: El tercero de los
cristianismo, según la cual evangelistas y autor también del
Jesucristo resucitó al tercer día libro de los Hechos de los Apóstoles.
después de su muerte. 2) Según la tradición, nació en
Resurrección de la carne. Dogma Antioquía de Siria. Era heleno de
católico, según el cual todos los origen y de cultura, y pagano de
hombres resucitarán religión hasta su conversión al

999
9
cristianismo; ejerció la medicina actividad apostólica de Pablo fue
(cf Col 4, 14). Fue discípulo de Pablo intensa,
a quien acompañó en gran parte
de sus viajes, según se deduce de
los pasajes de los Hechos en los
cuales habla en 2ª persona del
plural: los llamados relatos-
nosotros (cf Hch
16, 10 – 17; 20, 5 – 15; 21, 1 – 18;
27, 1 a 28, 28, 16). La tradición
afirma que murió en Beocia a los 84
años.
San Mateo: En hebreo, “don de Dios”.
Uno de los doce apóstoles. Era
publicano, es decir, cobrador de
impuestos. En el relato de su
llamamiento por Jesús, en su propio
evangelio se le da el nombre de
Mateo (cf Mt 9, 9), mientras que Mc
2, 14 - 15 y Lc 5, 27 - 29 lo llaman
Leví.
San Pablo: El nombre que le pusieron
sus padres fue Saulo, que significa
“el deseado”, y el nombre romano
Pablo. De su vida sabemos lo que
encontraos en los Hechos de los
Apóstoles y en sus Cartas. Nació en
Tarso de Cilicia (Asia Menor), o sea,
fuera de Palestina, de padres judíos,
de la tribu de Benjamín, que vivían
en la diáspora. Tuvo así la
educación judía y la del mundo
griego, como gozó también de
pertenencia del pueblo hebreo y de
ciudadanía romana porque de ella
gozaba su padre. Al igual que éste,
se adhirió a la corriente farisea;
hacia los 15 años fue a Jerusalén a
formarse como maestro de la Ley en
la escuela de Gamaliel, maestro de
talento abierto. En los
primeros años de su actividad pública
fue perseguidor de los seguidores
de Jesús, hasta que Cristo, que lo
había elegido, le salió al encuentro
en el camino de Damasco. La

100
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hasta el punto de que se le llama el casi en exclusiva, al personaje
apóstol por antonomasia, aunque no destacado en el Segundo Isaías
conoció al Señor en vida.
Santa Teresa de Jesús: Mujer de
personalidad ejemplar:
incansablemente activa y, al mismo
tiempo, santa que alcanza las
cumbres de la mística; escritora que
maneja la pluma con extraordinaria
naturalidad, donaire y perfección;
obediente a la autoridad y
reformadora intrépida del Carmelo,
primero de las religiosas y luego,
con san Juan de la Cruz, de los
religiosos. Entre sus obras merecen
señalarse: su Vida, Las Moradas,
Camino de perfección, Libro de las
fundaciones Pablo VI la proclamó
doctora de la Iglesia, al mismo
tiempo que a Santa Catalina de
Siena (son las primeras mujeres que
han recibido ese título en la Iglesia.
Santo Tomás: En griego, “Dídimo” =
mellizo. En los sinópticos
únicamente aparece en las listas de
los doce, en el grupo de Felipe,
Bartolomé y Mateo (cf Mt 10, 3;
Mc
31, 8; Lc 6, 15; Hch 1, 13). San
Juan cuenta su valentía: “vayamos y
muramos con Él” (cf Jn 11, 16), su
incredulidad y su confesión de fe (Jn
20, 14 - 29).
Siervo de Yahvé: Yahvé llama
honrosamente su siervo a Israel (cf
Is 41, 8 - 9; 42, 19; 44, 1. 2. 21; 45,
4; 48, 20; Jr 30, 10); a Abrahán (cf
Sal 105, 6); a Moisés (cf Ex 14, 31;
Nm 12, 7 - 9; Jos 1, 13. 15); a
David (cf Is 37, 35) y a otros,
incluso no israelitas como
Nabucodonosor (cf Jr 25, 9). Pero
en los estudios bíblicos, desde
finales del siglo pasado, se llama
siervo de Yahvé por antonomasia, y

101
101
(Deuteroisaías) en Is 42, 1 - 4; 49, Teología: Del griego Theos =Dios, y
1 - 6; 50, 4 - 9; 52, 13 - 53, 12. logos = palabra, tratado. La ciencia
Estos pasajes son los cantos del que estudia a Dios y lo referente a
Siervo de Yahvé. Sobre quién es ese él, a la luz de la revelación. La
siervo, se discute: el pueblo, teología es reflexión: es la fe
el mismo Deuteroisaías u otro, que busca entender (“fides quaerens
uno que vendrá más adelante… En el intellectum”, como decían los
NT queda claro que ese antiguos) hasta donde le es posible,
misterioso siervo sufriente y glorioso, consciente de que en el fondo
tan poéticamente cantado, es Cristo permanece el misterio insondable de
(cf Mt 12, 18; Hch 3, 26; 8, 30 - 36; Dios.
Flp Teólogo: El que se dedica al estudio
2, 7) de la teología.
Signo: Lo que lleva al conocimiento de Testigo: El que da testimonio. La
otra cosa. Signo natural: fundado persona que garantiza ante los
sobre una relación natural del signo demás lo que ha visto u oído. Así,
a la cosa significada. Signo Cristo es testigo del Padre. Los
convencional: cuando la relación con apóstoles dan testimonio de Cristo;
la cosa significada proviene de una de una manera especial, de su
convención arbitraria. resurrección. La Iglesia entera da
Talmud: En hebreo, “enseñanza, testimonio de que el plan salvador
estudio”. Es la unión de las normas de Dios se ha cumplido.
y tradiciones añadidas a la Biblia Tora: En hebreo, “ley”. Al principio se
judía, codificadas por los rabinos, es refirió a la instrucción oral, tarea
decir, de la Misná (labor concluida específica de los sacerdotes en
hacia el 200 d. C.) y del comentario Israel y luego de los profetas, de los
a la misma, llamado Gemará. “sabios”. Cuando se van formando
Existen dos variantes, identificadas los libros, la torá o ley fue el
por los lugares donde se Pentateuco. En el Nuevo
redactaron: el Talmud palestinense, Testamento, a veces designa todo el
concluido hacia el 400 d.C., y el Antiguo Testamento (cf Jn 10, 34;
Talmud babilónico, más Rom 3, 19 - 20). Los libros en la
desarrollado, terminado hacia el 500 Biblia judía se ordenan en tres
d. C. grupos: la ley (Pentateuco), los
Teofanía: Del griego phanos = profetas y los otros escritos. En el
visible, y theos =Dios. judaísmo, en general la ley incluye
Aparición o manifestación de Dios también la ley oral que los rabinos
de alguna manera sensible. En el fueron incrementando.
Antiguo Testamento se narran Transfiguración: En griego,
muchas teofanías: Gn 12, 7; 18; metamorfosis = cambiar de forma.
32, 31; Ex Mateo y Marcos emplean la palabra
13, 21; 24, 16 - 18; Nm 12, 7 - 8; metamorfosis; Lucas la evita,
1Sam 3, 4, 4. 6 . 10. Otras sin duda porque entre los paganos
manifestaciones son menos directas, (y su evangelio va a cristianos de la
a través del trueno, de la tormenta, gentilidad) se hablaba de
del fuego, etc.

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“metamorfosis” la cena cena pero como
de los pascual, los pascual, semilla, que
dioses; él datos y la celebrada el había que
dice: “su explícita primer día de hacer crecer
rostro tomó indicación de los ácimos con
otro los (cf Mt 26, 17 nuestro
aspecto”. evangelistas y 18; Mc 14, esfuerzo,
Transfiguraci aseguran 12; Lc 22, 7 oración,
ón es el que fue una y 15). Fue sacrificio.
cambio de la pascua
aspecto de judía, que
Jesús en Cristo
presencia transformó
de sus tres en su propia
discípulos pascua.
predilectos. Como
El fenómeno aquélla era
está unido al el centro de
anuncio de las fiestas e
la pasión incluso de la
que Jesús vida de
hace varias Israel, la
veces en nueva
aquellos pascua lo es
mismos días. del
Al mostrarles cristianismo.
su gloria,
afirma su fe: Virgen. Mujer
contemplan que no ha
la gloria del tenido unión
“Hijo sexual con
amado”, “el hombre
elegido”. alguno.

Última Cena: Virtud


La cena que Teologal:
celebró Jesús Las virtudes
con sus teologales
apóstoles la son tres: fe,
noche en que esperanza y
iba a ser caridad. Estas
entregado. tres virtudes
Aunque hay fueron
opiniones infundidas
que la por Dios en
colocan nuestra alma
algunos días el día de
antes, no nuestro
considerándo bautismo,
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0110
1
I. SAGRADA BIBLIA: ANTIGUO TESTAMENTO

Ab Abdías Lv Levítico
Ag Ageo 1Mac Libro 1 de los Macabeos
Am Amós 2Mac Libro 2 de los Macabeos
Ba Baruc Mi Miqueas
1Cr Libro 1 de las Crónicas Ml Malaquías
2Cr Libro 2 de las Crónicas Na Nahum
Ct Cantar de los cantares Neh Nehemías
Dn Daniel Nm Números
Dt Deuteronomio Os Oseas
Esd Esdras Prov Proverbios
Est Ester Qoh Libro de Qohélet
Ex Éxodo (Eclesiastés)

Ez Ezequiel 1Re Libro 1 de los Reyes

Gn Génesis 2Re Libro 2 de los Reyes


Rt Rut
Ha Habacuc
1Sam Libro 1 de Samuel
Is Isaías
2Sam Libro 2 de Samuel
Jb Job
Sal Salmos
Jc Jueces
Sb Sabiduría
Jdt Judit
Sir Sirácida (Eclesiástico)
Jl Joel
Sof Sofonías
Jon Jonás
Tb Tobías
Jos Josué
Za Zacarías
Jr Jeremías
Lm Libro de las Lamentaciones
II. SAGRADA BIBLIA: NUEVO TESTAMENTO

Ap Apocalipsis 3Jn 3 Carta de S. Juan


Col Carta al los Colosenses Lc Evangelio según S. Lucas
1Cor 1 Carta a los Corintios Mc Evangelio según S. Marcos
2Cor 2 Carta a los Corintios Mt Evangelio según S. Mateo
Ef Carta a los Efesios 1Pe 1 Carta de Pedro
Flm Carta a Filemón 2Pe 2 Carta de Pedro
Flp Carta a los Filipenses Rm Carta a los Romanos
Ga Carta a los Gálatas St Carta de Santiago
Hb Carta a los Hebreos Tt Carta a Tito
Hch Hechos de los Apóstoles 1Tm 1 Carta a Timoteo
Jn Evangelio según S. Juan 2Tm 2 Carta a Timoteo
Judas Carta de S. Judas 1Ts 1 Carta a los
1Jn 1 Carta de S. Juan Tesalonicenses
2Jn 2 Carta de S. Juan 2Ts 2 Carta a los
Tesalonicenses

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III. CONCILIO VATICANO II (1962-1965)

LG = Lumen gentium Constitución dogmática sobre la Iglesia.


DV = Dei Verbum Constitución dogmática sobre la divina revelación.
SC = Sacrosanctum Concilium Constitución sobre la sagrada liturgia.
GS = Gaudium et spes Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual.
CD = Christus Dominus Decreto sobre el oficio pastoral de los obispos.
PO = Presbyterorum ordinis Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros.
OT = Optatam totius Decreto sobre la formación sacerdotal.
PC = Perfectae caritatis Decreto sobre la adecuada renovación de la vida religiosa.
AA = Apostolicam actuositatem Decreto sobre el apostolado de los seglares.
OE = Orientalium Ecclesiarum Decreto sobre las Iglesias Orientales
católicas. AG = Ad Gentes divinitus Decreto sobre la actividad misionera de
la Iglesia. UR = Unitatis redintegratio Decreto sobre el ecumenismo.
IM = Inter mirifica Decreto sobre los medios de comunicación social.
DH = Dignitatis humanae Declaración sobre la libertad religiosa.
GE = Gravissimum educationis Declaración sobre la educación cristiana de la
juventud.
NA = Nostra aetate Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones
no cristianas.

IV. OTROS DOCUMENTOS

CCE = Cathecismus Catholicae Ecclesiae, Catecismo de la Iglesia Católica


CIC = Códex Iuiris Canonici. Código de Derecho Canónico
Comp. del CCE = Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.

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