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Curso

sobre duelo - AEPSIS

1. Introducción

Durante muchísimos años las personas han estado experimentando duelos, recurriendo a las posibles
opciones de las que antes se disponía para que les ayudaran a resolverlos. Sin embargo, el paso del
tiempo y los cambios que han ido pasando en la sociedad se han visto reflejados en nuevos tratamientos
y en nuevos enfoques, dado que en bastantes ocasiones solemos carecer de ese sentido de familia
extensa y de comunidad que proporcionaba apoyo en tiempos pasados, hace que cada vez más cantidad
de personas que han sufrido una pérdida se animen a pedir ayuda a los profesionales de la salud mental.

Durante los últimos años, el interés de los profesionales en temas como la muerte y el proceso de morir
ha ido aumentando y con ello también, el interés en todo lo relacionado con el proceso de duelo.

El duelo se puede definir como una serie de sentimientos, comportamientos y emociones que se
aparecen cuando se produce una pérdida de alguien o algo significativo. A pesar de que, durante la vida,
las personas pasen por esta experiencia de manera constante, cuando se trata de la muerte de un ser
querido, se cambia la manera de sentir y se revisan los modelos internos que han sido los más
habituales de la experiencia vital. Enfrentarse al aprendizaje que supone vivir y continuar adelante sin
ese ser querido, supone en muchísimas ocasiones sentirse desorientado y vacío, entre lo que las
personas son capaces de comprender lo ocurrido y el dolor tan intenso y debilitante que experimentan
mientras la vida sigue día tras día de la misma manera.

Durante los momentos de la pérdida y lo que requiere y significa su proceso, se realiza una recons-
trucción de sí mismos, de las ocupaciones y las relaciones.

Este proceso es algo natural en las personas en duelo y es necesario para que el transcurso del mismo se
realice de manera adecuada, pero sigue siendo un proceso que genera mucho dolor y que para algunos
se puede llegar a complica y a vulnerar seriamente la salud e integridad de la persona que lo está
sufriendo.

En la literatura científica el duelo ha sido de mucho interés desde hace varias décadas. A partir de los
años 70, es cuando comenzaron a aparecer una serie de estudios encaminados a la búsqueda de
criterios diagnósticos que operativizaran una entidad clínica propia, diferenciada de los demás
trastornos psicológicos.

Prigerson, ha sido uno de los autores que ha liderado un estudio dirigido a la validación de estos
criterios. Una de sus aportaciones más importantes destaca la elaboración del Inventario de Duelo
Complicado, que ha sido muy utilizado como técnica de evaluación. Su trabajo ha ido encaminado hacia
el conocimiento y la descripción de los criterios de riesgo que pueden aparecer, al estudio de su
etiología y naturaleza, así como de las consecuencias emocionales y físicas que pueden provocar la
complicación del proceso de duelo.

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De esa misma manera, realiza una valoración de las distintas áreas de intervención y tratamientos del
duelo complicado, proponiendo como terapias con respuestas más esperanzadoras las establecidas por
la corriente psicodinámica y la psicoterapia con orientación cognitivo-conductual.

Para entender mejor lo que puede suponer una pérdida, suele ser de utilidad reconocer su om-
nipresencia en la vida humana; es decir, perdemos algo con cada paso que avanzamos en la vida, desde
las cosas más concretas, como objetos, lugares, personas, hasta las más inmateriales, pero no por ello
menos importantes, como la juventud o los sueños e ideales que van desapareciendo cuando nos
enfrentamos a la dura realidad de la vida. Cada una de estas pérdidas va acompañada de su propio dolor
y nos afecta de una manera diferente. En esta misma línea y de acuerdo con Harvey y Weber (1998),
“podemos definir la pérdida como cualquier daño en los recursos personales, materiales o simbólicos
con los que hemos establecido un vínculo emocional”.

Otra definición un poco más extensa y completa es la de Alba Payás, según la cual: “El duelo es la
respuesta natural a la pérdida de cualquier persona, cosa o valor con la que se ha construido un vínculo
afectivo, y como tal, se trata de un proceso natural y humano y no de una enfermedad que haya que
evitar o de la que haya que curarse. La expresión del duelo incluye reacciones, que muy a menudo se pa-
recen a aquellas que acompañan a trastornos físicos, mentales o emocionales. Es importante ser muy
cauteloso en la interpretación de ciertas expresiones de duelo que pueden aparecer como patológicas y
ser, en realidad, manifestaciones totalmente naturales y apropiadas, dadas las circunstancias
particulares de la pérdida.”

De este modo, los síntomas de tristeza del duelo se pueden asemejar a los del Trastorno Depresivo
Mayor, aunque estos no indican un trastorno mental. Para prevenir posibles falsos diagnósticos, los
criterios diagnósticos del DSM para Trastorno Depresivo Mayor excluyen el duelo no complicado de
corta duración y moderada intensidad. Sin embargo, el DSM no excluye las reacciones de depresión que
pueden aparecer ante otras pérdidas, incluso cuando éstas no son complicadas en intensidad y
duración. En esta misma línea, los resultados de un estudio reciente llevado a cabo por Wakefield et al,
conluyen que los episodios depresivos sin complicaciones provocados por un duelo y por otras pérdidas
muestran perfiles sintomáticos parecidos. Por ello, según estos autores, los datos obtenidos en sus

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investigaciones no apoyan la validez de excluir únicamente del diagnóstico de Trastorno Depresivo


Mayor, el duelo no complicado, sino que también debería aplicarse a las reacciones ante otro tipo de
pérdidas.

La palabra “duelo” proviene del latín “dolus” que significa dolor. En el manual diagnóstico de los
trastornos mentales DSM-IV-TR, en problemas adicionales que pueden ser objeto de atención clínica,
se incluye el duelo y lo define como la reacción ante la muerte de una persona querida. Emplea el có-
digo V62.82, no atribuible a trastorno mental. La clasificación internacional de las enfermedades CIE
10, Trastornos Mentales y del Comportamiento, dentro de los factores que influyen en el estado de
salud y en el contacto con los servicios de salud, en los problemas relacionados con el grupo de apoyo,
incluidas las circunstancias familiares, emplea el código Z63.4 para el duelo normal (desaparición o
fallecimiento de un miembro de la familia), mientras que utiliza los trastornos de adaptación para las
reacciones de duelo de cualquier duración que se consideren anormales por sus manifestaciones o
contenidos.

De acuerdo con Bayés, los componentes del duelo son tres:
(a) una reacción universal ante la pérdida, en el sentido de que se trata de un acontecimiento que
aparece en todas las culturas, aun cuando sus manifestaciones son muy diferentes de unas culturas
a otras.
(b) Produce sufrimiento, el cual puede encontrarse asociado, tanto a comportamientos de malestar
como a comportamientos de tipo depresivo.
(c) Puede afectar de manera negativa a la salud de la persona que lo está experimentando.
En función de los autores a los que hagamos referencia hablaremos de distintas etapas o fases en el
proceso de duelo.


2. Por qué es necesario conocer el proceso de duelo

Según algunas estadísticas, cada muerte puede afectar, de media, a unas 10 personas y se ha
calculado que sobre el 10% de las personas que se encuentran en duelo, atravesará un duelo
patológico o complicado con problemas importantes para su salud mental, física y psicológica.
En el año 2012 murieron en nuestro país 402.950 personas, por lo que se podría considerar que en
ese mismo año, habrían más de 4 millones de personas atravesando un duelo, de las cuales, unas
400.000 estarían viviendo un duelo patológico o complicado.

Algunos estudios recientes nos informan que un tercio de los casos vistos en consulta de Atención
Primaria, tienen su origen en lo psicológico. De entre estos casos, una cuarta parte hace referencia al
resultado por alguna pérdida (Bayes 2001).

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Todos estos datos nos informan en primer lugar, de que la persona en duelo suele acudir a
profesionales de la salud tanto física como mental y, en segundo lugar, que el duelo puede tener
complicaciones y problemas a nivel físico, psicológico y social.

Entre todos los posibles problemas físicos que puede desencadenar un duelo, encontramos algunas
como la depresión, que, en las personas viudas, se suele multiplicar por cuatro en el primer año.
Por otro lado, otras personas suelen presentar ansiedad generalizada o angustia recurrente.
Además, se aumenta el consumo de alcohol y alrededor del 50% de las personas viudas se toma
algún fármaco durante el primer año y medio. Además, entre el 10%-34% de las personas en duelo,
desarrolla un duelo complicado o patológico (Jacobs 1999) y el riesgo de morir aumenta
(normalmente por episodios de problemas cardíacos o suicidios).

Estas suelen ser las manifestaciones más comunes a nivel físico que la persona en duelo puede
experimentar, pero también son muy comunes los problemas somáticos: sensaciones físicas similares
a las que tenia la persona fallecida antes, miedo a caer enfermos o sensación de ahogo y asfixia.



En el ámbito psicológico, el duelo se trata de un proceso normal que toda persona suele vivir cuando
tiene una pérdida, pero en ocasiones, puede complicarse y puede llegar a inhibirse o enmascararse.
En estos casos, reacciones comunes como tener depresión o ansiedad, pueden desembocar en una
desesperación importante, sensación de falta de protección en la vida, depresión mayor, trastornos
de ansiedad serios o pensamientos negativos y desarrollo de fobias.
El proceso de duelo es un proceso también social, y como tal, es de vital importancia que la persona
tenga un gran apoyo alrededor con el que pueda verbalizar sus emociones y sus pensamientos sobre
la pérdida y sobre cómo se encuentra. Sin embargo, a veces, la sociedad puede ser perjudicial y
generar el efecto contrario, es decir, pueden forzar al doliente a que esté bien rápidamente, a
distraerlo, o evitar que llore y se derrumbe provocando así, que el proceso se retrase o se inhiba.

Por tanto, en conclusión, una buena elaboración del duelo es significado de una buena salud mental,
emocional, psicológica y física.

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