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¿Qué es un Cuento de terror?

Un cuento de terror o relato de terror es una narración por lo general breve,


perteneciente al ámbito literario o al popular, que busca ocasionar al lector
sensaciones de miedo y de angustia, a través de la recreación por lo general de
situaciones imaginarias, fantásticas o sobrenaturales.
El cuento de terror es uno de los muchos subgéneros en que se puede clasificar la
narrativa breve tanto el que posee aspiraciones artísticas, como el que responde a
una tradición local o popular, a menudo vinculada con los valores religiosos o
culturales de la región.
Por eso se ha desarrollado en prácticamente todo el mundo, de diversas maneras,
en algunos casos recogiendo una advertencia o moraleja más o menos explícita,
que permanece como enseñanza, a modo de fábula. Esto último es clave en el
relato de origen popular.
Este género no solo se ha mantenido en el tiempo, sobreviviendo a los cambios de
la cultura y la literatura, sino que ha colonizado también otras formas de
representación narrativa como el teatro o sobre todo la televisión, dando origen a
una vasta tradición de filmes de horror.

Elementos del cuento de terror


Ojo terror
La acción en un cuento de terror está organizada en torno al suspenso.
Los cuentos de terror tienen los siguientes elementos:

Personajes. Reales para el relato o imaginarios y fantásticos, los personajes son


las entidades sobre las cuales recae la acción. Si un relato cuenta la aparición de
un fantasma, es probable que éste sea también uno de los personajes del cuento.
Narrador. Como toda narración, el cuento de terror tiene un narrador definido que
es la voz que cuenta la historia. Puede ser el propio protagonista, un testigo, o
simplemente una voz que cuenta. Los narradores de los relatos de terror suelen
abundar en detalles, sobre todo en las descripciones, y suelen callar elementos
que serán revelados luego, para generar tensión o expectativa mediante la elipsis.
Acción. La acción del relato de terror suele estar organizada en torno al suspenso
generado por acciones asombrosas, incomprensibles, siniestras o angustiantes,
que ocurren en una unidad de tiempo determinada y que tienen su final en una
revelación, aparición o desenlace.
Estructura del cuento de terror
cuento de terror
En muchos cuentos de terror el final coincide con la aparición del monstruo.
La estructura de la mayoría de los cuentos de terror no es demasiado distinta de la
estructura general del relato breve: inicio – complicación – desenlace.

Sin embargo, lo particular de la estructura en el cuento de terror tiene que ver con
la distribución de los eventos en dicha estructura, ya que el cuento de terror puede
terminar en su momento climático o de mayor tensión y carecer de un desenlace
que reconcilie la trama y permita un nuevo estado de equilibrio en los elementos
de la narración.

Así, en muchos cuentos de terror el final del relato coincide con la aparición del
monstruo, la revelación de la verdad oculta o elementos similares que a menudo
acarrean la muerte o la perdición del personaje protagonista.

Se acostumbra a terminar con la narración en cuanto el suspenso o la tensión


hayan alcanzado su punto más álgido.

Características de los personajes


Miedo fantasma muerte
Los personajes misteriosos y fantásticos son característicos de este género.
Los personajes de un cuento de terror pueden ser de distinto tipo, pero a grandes
rasgos se pueden clasificar en:

Convencionales. Aquellos que pertenecen al mundo de lo racional, de lo confiable,


ya sean del bando del protagonista o no.
Siniestros o misteriosos. Aquellos que se muestran ambiguos frente a la trama y a
la mirada del narrador, ocultando sus motivaciones, invitando a la atmósfera de
expectativa, angustia o desconfianza.
Monstruosos. Aquellos por lo general del orden de lo fantástico, lo siniestro, lo
aterrador o lo perturbador, ya sean literalmente monstruos (criaturas fantásticas) o
personas que llevan a cabo acciones monstruosas y que, por lo general, juegan el
rol de antagonistas.
Motivos recurrentes
Este tipo de relatos a menudo tiene presencia de:

Fantasmas, vampiros, monstruos u otras criaturas sobrenaturales.


Asesinatos, robos, violaciones o situaciones traumáticas o angustiantes.
Elementos mágicos, sobrenaturales, demoníacos o religiosos.
Argumentos de venganza, justicia, retaliación o descubrimiento de tesoros y
mensajes ocultos.
Historia del cuento de terror
cuento de terror
Drácula es uno de los cuentos de terror más famosos.
Las raíces del cuento de terror se encuentran en el relato tradicional, así como en
el imaginario de tradiciones mitológicas como la Griega (La Odisea, La Ilíada) o la
mismísima Biblia.

Los relatos de fantasmas, demonios, monstruos o aparecidos son casi tan


antiguos como el hombre y a menudo encarnan los miedos y las angustias propias
de su cultura y su civilización.

Es posible rastrearlos en las épocas antiguas, durante el medioevo y en el


Renacimiento, pero este tipo de relatos tuvo su auge durante el siglo XVIII, en
especial en la tradición literaria anglosajona, mucha de la cual sería heredada por
escritores del gótico como William Polidori y Mary Shelley, en el siglo XIX.

Otros nombres importantes de la época serían Edgar Allan Poe y Washington


Irving, quienes cultivaron el género ampliamente (sobre todo Poe, considerado
maestro del género), imprimiendo su sello personal y haciendo escuela.

Cultores posteriores fueron Bram Stoker (con su Drácula) y H. P. Lovecraft, autor


de una serie de espeluznantes relatos sobre terrores antiguos ocultos en el fondo
de la tierra.
Tipos de cuentos de terror
cuento de terror - crimen
La situación terrorífica puede ser una alegoría de un contenido psicológico.
No hay propiamente una tipología de cuentos de terror, pero podría hablarse de:

Cuentos de terror con alegoría moral. La situación de miedo, suspenso o angustia


conduce a una suerte de moraleja, enseñanza o conclusión moral de algún tipo,
operando como una fábula o un cuento tradicional.
Cuentos de terror con metáfora psicológica. La situación terrorífica es en realidad
una alegoría de un contenido psicológico o emocional que genera malestar al
protagonista, quien puede o no estar sufriendo de una enfermedad mental.
Cuentos de terror fantástico. Se quiebran las leyes del universo para hacer
aparecer monstruos, criaturas o fenómenos aterradores e inexplicables.
Cuentos de terror urbano. Tienen lugar en las dinámicas de la ciudad: el crimen,
las persecuciones, la vida anónima, etc.
Géneros cercanos al terror
El género del terror suele bordear e incluso colaborar con otros géneros
narrativos, como son el de la ciencia ficción, el fantástico, el policial o el de
aventuras, para lograr híbridos que causen miedo en el lector empleando al mismo
tiempo imaginarios tecnológicos, detectivescos, etc.

Diferencia entre terror y horror


Terror sangre
Algunos distinguen el «horror» como el relato que trasgrede las normas del mundo
real.
Estos dos términos se emplean de manera más o menos indistinta pero
especialistas en el tema como Noël Carroll los distinguen en base a ciertos
detalles.

La presencia de una criatura monstruosa, que trasgrede las normas del mundo
como lo comprendemos, es clave en el relato de horror, mientras que el relato de
terror ese rol antagónico puede cumplirlo un ser humano a la perfección.
Sin embargo, uno podría argumentar que dicho ser humano estaría actuando de
una manera monstruosa.

Creepypastas
cuento de terror - creepy pasta
Los creepypastas son transmitidos hasta perder su contexto.
Internet trajo consigo cambios en muchos aspectos, incluso los cuentos de terror,
inaugurando lo que se conoce como creepypastas, es decir, mitos urbanos propios
de la red, que tienden a venderse como reales y que involucran sucesos
asombrosos, terroríficos o increíbles, sobre todo en la historia universal o como
fruto supuesto de conspiraciones ocultas.

Se trata de historias breves que son copiadas y copiadas hasta perder su contexto
y autoría originales (de allí su nombre, proveniente de Copy&Paste, copiar y
pegar).

Ejemplos de cuento de terror


Algunos célebres ejemplos de relatos de terror son:

“El gato negro” y “El corazón delator” de Edgar Allan Poe


“El horla” y “La noche” de Guy de Maupassant.
“El rincón alegre” y “La renta espectral” de Henry James.
“El horror de Dunwich” y “El color que cayó del cielo” de H. P. Lovecraft.
“Los sauces” y “El Wendigo” de Algernon Blackwood.
“La pata de mono” de W. W. Jacobs.
“El espectro”, “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga.

Fuente: https://www.caracteristicas.co/cuento-de-terror/#ixzz6Wew1RgrT
Demonios nocturnos

Autor: Luciano Doti


Era la madrugada, y no dormía. Estaba cansado, eso sí, pero no había podido conciliar el
sueño. Llevaba intentándolo largo rato, dando vueltas en la cama, buscando una posición
que facilitara su descanso. Todo era infructuoso. Dormitaba. De vez en cuando caía en un
estado de sopor, para luego salir de él dando un respingo. Tenía el cuerpo tenso,
especialmente el cuello. Sentía una fuerza opresora sobre el pecho, con algún que otro
pinchazo en el corazón. No lograba dejar de prestar atención a cada uno de sus signos
vitales; latidos, respiración...Inhalar y exhalar aire por la nariz, con la boca cerrada, lo
sumía en ese estado de sopor, de ensueño. Pero allí su mente creaba visiones muy raras:
serpientes, luces, figuras fantasmagóricas... Al regresar al estado consciente, encendía la
luz del velador junto a la cama, cuyo interruptor tenía al alcance de su mano. Entonces, su
mente, en pocos segundos, recuperaba la cordura perdida en el breve lapso que había
pasado en lo profundo de ese abismo nocturno. Tras ese segmento temporal de zozobra,
a veces apagaba el velador, dejando nuevamente el dormitorio a oscuras. En otras
ocasiones, se levantaba de la cama e iba a beber un vaso de agua. Atravesaba descalzo
el pasillo y el comedor, y ya en la cocina abría la heladera desde la cual la luz interna de
la misma se proyectaba sobre las paredes y el mobiliario del ambiente. Él, sensibilizado
como estaba, era invadido por un absurdo temor generado por una supuesta e improbable
presencia extraña en el lugar. Se dejaba caer sobre una silla e, inerte, fijaba la vista en el
sitio donde supuestamente había visto esa aparición, buscando constatar que allí no
hubiera nada; y, en efecto, no lo había. Luego, superado el incidente, regresaba a la cama
y retomaba el intento de dormirse.
Algunas de esas noches, tenía sueños alucinógenos en los que se encontraba a un perro,
o algo parecido, para hablar con mas propiedad. Era un can negro, pequeño, y poseía un
solo ojo. Sí, uno solo. Le ladraba y gruñía con furia. Exhibía su dentadura en modo
desafiante, y él no lograba escapar. Enviaba desde su cerebro la orden de abandonar la
escena y ponerse a salvo, pero sus piernas, agarrotadas, no le respondían. Por lo tanto,
quedaba siempre a su alcance, presa de ese engendro dueño de una mandíbula provista
de filosos colmillos que, con un único mordisco, sería capaz de desgarrarle la carne en
jirones. Encima, ese ojo, negro en la pupila y amarillo en la cornea, lo observaba. Era
como si el órgano visual del perro tuviera la facultad de hipnotizarlo y paralizarlo,
dejándolo despojado de toda capacidad de reacción. Permanecía a merced de ese animal
hasta que, ya sin ninguna chance de sobrevivir a su inminente ataque, despertaba dando
un estertoroso salto, como emergiendo desde una profundidad que no pertenecía a este
mundo; un inframundo vedado a la mayoría de los mortales y del cual él, por razón
nefasta y desconocida, poseía la clave de acceso gravada en su subconsciente. El susto
le duraba unos minutos. Para calmarse encendía la luz una vez más y pensaba acerca de
la simbología onírica, en la posibilidad de que esa pesadilla fuera portadora de un
mensaje; que fuera una advertencia.
A la mañana, despertaba cansado, sin haber descansado lo necesario. Pese a ello, iba a
su trabajo sin problemas. Una vez que se alejaba de la casa, ya nada lo perturbaba. Su
día transcurría con total normalidad. Al regresar al hogar, con la noche cubriendo la
ciudad, se activaba el efecto que lo atormentaba sin darle un respiro.
Una de esas noches, probó recitar los salmos bíblicos y logró que los cristales de la
ventana temblaran peculiarmente. Esto lo condujo a argüir que esos fenómenos
paranormales eran producidos por alguna fuerza demoníaca. Fue entonces que relacionó
lo que estaba sucediendo con el templo umbanda con el que compartía la medianera. La
Biblia era muy clara al condenar la idolatría desde su primer mandamiento: “No tendrás
otro dios, porque Yo soy tu único Dios”.
Buscó un bidón de nafta en la cochera, ese que guardaba por las dudas, y roció una parte
del templo vecino con su contenido, después encendió un fósforo y lo lanzó sobre el
combustible; todo comenzó a arder. Los bomberos llegaron cuando ya se había
consumido más de la mitad de la edificación. A él se lo llevó detenido la policía sin que
opusiera ninguna resistencia. Estaba seguro de haber hecho lo correcto, y confiaba en
que Dios intervendría a favor de su pronto sobreseimiento.

Recuerda buscar y anotar todas las palabras que no conoces en tu diccionario.


Arlequín
Autor: Pedro Luna

No todo en la vida debe ser tan malo, a veces está salpicada de sorpresas, de situaciones
que alimentan al alma (en caso de que el alma exista). Me llamo Reymond Salas, soy
abogado de profesión, tengo dos hijas pequeñas, mi esposa me abandonó y ahora viven
con ella, creo que fue a causa de la casa. ¿Porque la casa? bueno, no es como cualquier
domicilio que se les venga a la mente, esta tiene vida.
Sofía y yo nos casamos en el verano de 1998, fue precedido por un noviazgo de seis
años, la conocí en el campus universitario, ella estaba más interesada en la criminología,
y yo solo quería ser abogado especializado en materia fiscal; ahí es que está el dinero,
solo se requiere mucha paciencia y buenos contactos, bueno creo que me desvíe un poco
del tema, les decía que desde que la vi supe (en primera instancia) que la llevaría a mi
cama, lo demás no se prevé, y fue así que una relación que empezó de la nada, de una
fantasía sexual, terminó en matrimonio.
Vivíamos en un departamento pequeño cerca del campus en donde nos conocimos,
después nos mudamos calles más abajo a un lugar amplio y barato, fue una ganga, un
golpe de suerte, ¿ven? se los dije, no todo en la vida debe ser tan malo.
Fue después de vivir juntos y descubrir que nuestra relación podría sobrevivir bajo el
mismo techo; decidimos casarnos, fue una boda sencilla, con la familia de ambos y los
amigos más cercanos, esa noche terminé un poco tomado, creo que fueron los nervios,
¿lo pueden creer? aún después de vivir con esa persona especial por tanto tiempo, me
seguía poniendo nervioso.
Al año de casados, Sofía dio muestras de síntomas de embarazo, noticia que nos ilusionó
demasiado, y que se corroboró con exámenes clínicos que mostraban un resultado
positivo en la gestación de un bebé en el vientre de mi esposa, vista esta confirmación
fuimos con el médico para seguir el proceso del embarazo y cuidar todos los aspectos
para la salud tanto de mi mujer como la del bebé en formación.
Todo marchaba perfecto, con la noticia del embarazo, sucesos afortunados sucedían uno
tras otro, la familia de ella y mía se mostraban eufóricos, nuestros amigos se
congratulaban con la buena nueva, conseguí un trabajo con salario fijo y altamente
remunerado en una firma importante de abogados, lo que me dio holgura económica para
conseguir un lugar más amplio para Sofía y el bebé, nuestra propia casa, con un patio
enorme. La vida está salpicada de buenas sorpresas (¿No se los dije?).
Nuestro bebé fue tomando forma, seguíamos visitando al médico para cuidar todos los
detalles de su sana evolución, Sofía ya cumplía cinco meses de embarazo, el bebé no se
dejaba ver del todo, desconocíamos su género, a veces creíamos que era niña, pero las
imágenes emitidas por las sonografías no eran muy claras; con preocupación el doctor
nos comentaba que el bebé perdía peso, el riesgo era alto, no solo de perder al bebé, sino
de que mi mujer muriese a causa de las complicaciones del parto.
Mi esposa ingresó de urgencias al hospital una noche en que el cielo se caía a pedazos,
llovía torrencialmente, ella describió en nuestro hogar un fuerte dolor en su estómago,
pensó que el bebé le rompía los órganos, sufrió una ruptura prematura de membranas
derramándose el líquido amniótico que rodea a la criatura. Se le realizaron en los
siguientes días en que ella estuvo internada, algunos estudios de ultrasonido, esto ante la
sospecha de una anomalía en el producto, no fue sino hasta el quinto día, que en el
estudio ecográfico se pudo observar una malformación facial al nivel de sus órbitas
oculares, en la región de su nariz, así como en manos y pies.
Mi mujer se salvó, el bebé también, pero no del todo, había nacido prematuramente y con
una complicación, una mutación genética derivada de la herencia de dos genes
defectuosos, lo que en términos médicos llaman "recesivos autosómicos" Sofía y yo
portamos ambos genes... que fortuna. Esto genera en el producto problemas cutáneos,
hace lucir a su piel con grandes escamas, como si estuviera cuarteada, con un rojo
prominente entre las grietas de su piel, los parpados salen volteados y carnosos, sus
labios son hinchados excesivamente, lo que le da una apariencia de sonrisa burlona, la de
un arlequín, el síndrome se llama Arlequín Ictiosis.
El bebé aun luchaba por vivir, verlo fue el derrumbe de mis sueños ante el ideal del hijo
que todos esperan, mi mujer estaba en un estado pasmado, no tenía reacción alguna, los
médicos le explicaban acerca de esta malformación, cosa que no pudo asimilar, después
de todo, el bebé si terminó matando una parte de ella.
La muñeca poseída
Autor: Mauricio
Cuenta Carolina, que cuando ella era una niña, entres sus juguetes más preciados estaba
una linda muñeca de esbelta figura y alargadas piernas que su mamá le había regalado
para su cumpleaños, era una de esas muñecas chelas y charraludas llamadas Barbies.
Siempre la andaba de arriba para abajo y hasta dormía con ella, cuando por las mañanas
se iba a la escuela la dejaba en la cama, cuando regresaba la encontraba en la sala como
esperándola. Se le perdió muchas veces pero siempre regresaba ya sea que alguien se la
iba dejar o misteriosamente aparecía por sí sola, pero siempre toda sucia. Carolina, a
como toda niña, le hablaba a su muñeca como si se tratara de una amiguita, le decía: “Ajá
vaga, donde andabas,” la bañaba, le ponía vestidos limpios y la guardaba en el ropero,
allí quedó por mucho tiempo, es que, la que antes era una niña ahora era una
adolescente con la edad suficiente para ir a la universidad, se fue a estudiar a León
Santiago de los Caballeros, la ciudad universitaria. Su cuarto lo ocupó una joven
empleada que tuvo que irse porque, según relata, ya no aguantaba más las asustadas
que recibía todas las noches, pues, si no era que le jalaban la cobija, era que le movían la
cama. Un día una tía de Carolina vino desde Costa Rica y se quedó a dormir en ese
cuarto, a la mañana siguiente la tía con apariencia de no haber dormido bien, contaba que
durante toda la noche estuvo escuchando leves golpecitos provenientes de debajo de la
cama, por rato había absoluto silencio y es cuando se dormía pero luego los golpes
regresaban con más fuerza y la volvían a despertar.

Cuenta Carolina, que cuando ella era una niña, entres sus juguetes más preciados
estaba una linda muñeca de esbelta figura y alargadas piernas que su mamá le había
regalado para su cumpleaños, era una de esas muñecas chelas y charraludas llamadas
Barbies. Siempre la andaba de arriba para abajo y hasta dormía con ella, cuando por las
mañanas se iba a la escuela la dejaba en la cama, cuando regresaba la encontraba en la
sala como esperándola. Se le perdió muchas veces pero siempre regresaba ya sea que
alguien se la iba dejar o misteriosamente aparecía por sí sola, pero siempre toda sucia.
Carolina, a como toda niña, le hablaba a su muñeca como si se tratara de una amiguita, le
decía: “Ajá vaga, donde andabas,” la bañaba, le ponía vestidos limpios y la guardaba en
el ropero, allí quedó por mucho tiempo, es que, la que antes era una niña ahora era una
adolescente con la edad suficiente para ir a la universidad, se fue a estudiar a León
Santiago de los Caballeros, la ciudad universitaria. Su cuarto lo ocupó una joven
empleada que tuvo que irse porque, según relata, ya no aguantaba más las asustadas
que recibía todas las noches, pues, si no era que le jalaban la cobija, era que le movían la
cama. Un día una tía de Carolina vino desde Costa Rica y se quedó a dormir en ese
cuarto, a la mañana siguiente la tía con apariencia de no haber dormido bien, contaba que
durante toda la noche estuvo escuchando leves golpecitos provenientes de debajo de la
cama, por rato había absoluto silencio y es cuando se dormía pero luego los golpes
regresaban con más fuerza y la volvían a despertar.
Una noche más se iba a quedar, esta vez, creyendo se trataba de un ratón el causante de
los golpeteos, colocaron una ratonera bajo la cama. En la madrugada se escuchó un grito
aterrador, todos se levantaron y vieron que la tía salía despavorida de habitación, ¿Qué
pasó? Le preguntaron mientras ella nerviosa se sentaba en el sillón de la sala. Una mujer
largucheta estaba parada al pie de la cama, decía la tía angustiada, ¡Una mujer! Replicó
Doña Miriam, la abuela de Carolina, ¡Siiiii! ¡una mujer charraluda toda largucha estaba
mirándome parada ahí al pie de la cama! Doña Miriam creyendo saber de lo que se
trataba, fue al cuarto, abrió el armario y sacó la muñeca, esto ya es demasiado, dijo y
poniéndola en el patio le pegó fuego, luego, todos en el cuarto, hicieron un circulo de
oración recitando algunos salmos y repitiendo varias veces el padre nuestro. La tía
regresó a Costa Rica a relatar su encuentro cercano con un espanto. Carolina llegaba a la
casa los fines de semana y en vacaciones quedándose a dormir en su cuarto, pero a ella
nunca nada ni nadie la asustó, mucho menos ahora que ya habían acabado con la
maldición de lo que fue el cuarto del terror.
La mansión de los asesinatos
Autor: Ana Mendoza

Mariana era una niña de 13años, ella era muy lista, con un aspecto muy escuálido. Beto
era su hermano de 10 años, de personalidad muy curiosa. Sus padres tenían un aspecto
de millonarios.
Esta familia se mudaría a su nuevo hogar en una mansión en la colina.
Al llegar a su destino, todos bajaron de su moderna y lujosa camioneta, pero Marina y
Beto se llevaron una sorpresa al ver a su asesor. El hombre estaba cubierto totalmente
con prendas negras. Una enorme gabardina negra, unos elegantes guantes oscuros que
le cubrían totalmente los brazos y unos lentes oscuros.
Portaba una pequeña placa de metal con lo siguiente:
SEÑOR GUTIERREZ, ACESOR DE VENTAS.
Al entrar al lugar, al señor Gutierrez se le calló un filoso cuchillo cubierto de sangre.
Mariana asustada fue con sus padres y les contó lo que vio,ellos creyeron que estaba
bromeando y la ignoraron.
Ya hechos los tratos y papeleos, la casa les pertenecía. Los padres fueron de compras y
los dejaron solos. A Bretón se le escapó su pelota con dirección al sótano. Los hermanos
bajaron por ella, pero al caminar vieron un mensaje en sangre:NO SIGAN,VÁYANSE DE
AQUÍ. Al final den cuarto había una puerta,cuando Beto la abrió cayo como una docena
de cadáveres apilados sobre él, los niños salieron corriendo. De repente las luces se
apagaron y dos espíritus salieron de la pared advirtiendo a los hermanos que el asesino
estaba mas cerca de lo que esperaban.Fuera de la casa se escuchaba un grito: Beto
morirá, el señor Gutierrez tiró la puerta de una patada y se acerco a Beto con un
cuchillo,pero Mariana lo golpeo con un jarrón y el cayo inerte en el suelo,al tratarse de
incorporar para volver a atacar,una pálida y helada mano jaló del tobillo al asesino
arrastrándolo a la pila de cadáveres que el había realizado, mientras que un terrorífico
grito escapaba de su seca garganta. Al final los policías no encontraron su cuerpo, solo su
cuchillo que había cobrado la vida de personas inocentes.
La monja blanca
Autor: Genaro Di Donna
María Luisa despertó confundida sobre el banco verde y no fue hasta entonces que cayó
en cuenta de la espantosa realidad de que estaba sola, absoluta y totalmente sola. Ese
día tuvo que levantarse muy temprano para acompañar a la maestra Frandina y otros
compañeritos hasta el Museo Diocesano, una casa muy grande y antigua que antes era
un convento para monjas, pero que ahora funcionaba como un gran museo donde se
guardaban viejas campanas de iglesias, espejos altísimos y hasta algunas vírgenes que
cambiaban sus vestidos y pelucas según la ocasión.
María Luisa despertó confundida sobre el banco verde y no fue hasta entonces que cayó
en cuenta de la espantosa realidad de que estaba sola, absoluta y totalmente sola. Ese
día tuvo que levantarse muy temprano para acompañar a la maestra Frandina y otros
compañeritos hasta el Museo Diocesano, una casa muy grande y antigua que antes era
un convento para monjas, pero que ahora funcionaba como un gran museo donde se
guardaban viejas campanas de iglesias, espejos altísimos y hasta algunas vírgenes que
cambiaban sus vestidos y pelucas según la ocasión.
- ¡Maestra, maestra Frandina, ¿Dónde está?, conteste!
No pudo ver a la maestra ni a ninguno de sus compañeritos, ni a nadie que le dijera a
donde se habían ido todos, corrió hasta la puerta principal que encontró cerrada, caminó
por los pasillos y solo podía escuchar el taconeo agudo de sus zapatitos sobre las viejas
cerámicas de la gran casa solitaria. Pasaron algunos angustiosos minutos hasta que pudo
ver al final de un pasillo a una monjita blanca, muy joven y bonita, corrió hacia ella y
abrazándola le dijo:
- ¡Hermanita, hermanita, ayúdeme! me han dejado sola y tengo miedo.
La monjita la miró con cariño y agarrándola de la mano le respondió:

- Vamos, no tengas miedo yo te llevaré.

La niña caminó confiada agarradita de la mano. Escuchándose solo el taconeo de sus


zapatitos. De repente preguntó:

- Hermanita ¿Porqué tienes las manos tan frías?

La hermanita respondió:

- Porque estoy muerta.


Un abrazo calido
Autor: Ian Kiddo

Es una noche obscura de verano, el cielo está completamente negro aunque lleno de
estrellas, la luna es llena y de color rojizo, pero todo es diferente en el baño de un
departamento de la colonia Roma. Keila se encuentra en su bañera, el agua ya está
completamente fría y la poca luz emitida por una vela que casi se extingue, es el único
destello de luz que ilumina el hermoso rosto, los pechos redondos y sus brazos blancos
de Keila salen de la bañera.
Keila se sumerge en la bañera por última vez, mientras cierra sus ojos e inmediatamente
vislumbra imágenes de lo que ella quisiera olvidar, se incorporó inmediatamente de la
bañera, limpió sus lágrimas dejando una ligera marca roja en su mano. Caminó hacia la
habitación su cuerpo blanco y desnudo iluminado por la luz de la luna le daba un toque
algo espectral pero muy provocativo, se detuvo frente a su espejo se miró y vio el rostro
de una mujer muy bella y con una mirada inocente, se secó con una toalla y comenzó a
vestirse para salir nuevamente de su departamento pues ya casi tenía un mes de no salir
por la noche.
Después de todos esos baños diarios en más de 3 ocasiones y el uso de cremas con las
mejores esencias, aun podía percibir el olor a quemado que emanaba de su piel. Había
intentado todo pero persistía, en un principio pensó que provenía de su pelo así que lo
cortó pero como eso no disminuyó el aroma decidió tomar varios baños en su tina favorita
mezclando en el agua diferentes esencias. Un día se sumergió en agua tibia con canela,
otro en leche de coco, pero según ella nada le quitaba ese olor el día de hoy había en el
agua una botella de su perfume favorito Heiress de Paris Hilton.
Sobre su cama estaba colocada la ropa que se pondría para salir de su departamento esa
noche; un pantalón negro y una blusa roja de tirantes. Junto a la blusa había un cinturón
blanco y unos calentadores negros que hacían conjunto con unos botines. Decidió
asomarse por la ventana para ver cuánta gente estaba en la calle. Cuando asomó su cara
al exterior del departamento, sintió un gran calor que le hizo hervir la sangre y aumentó
exponencialmente su lujuria, los ojos se le tornaron color marrón y sus pezones se
erectaron con el roce del aire en su pecho. Dio vuelta de nuevo y miró la ropa que estaba
sobre su cama, inmediatamente corrió a su guardarropa y sacó un vestido corto y rojo, se
vistió con él y se dirigió al espejo. De nuevo miro su rostro, pero esta vez el reflejo fue de
una mujer provocativa y muy sensual, tomó un lápiz labial rojo y se pintó los labios, se
maquilló los ojos, enchinó las pestañas y se alboroto un poco el cabello; antes de salir se
miró por última vez en el espejo y mandó un beso a sí misma antes de cerrar la puerta del
departamento.
Mientras caminaba en dirección a uno de los bares que estaba a unas cuadras del
departamento se dio cuenta de que llamaba la atención no solo de los hombres, las
mujeres también la observaban, ella incluso les sonreía a las chicas que la miraban y les
mandaba besos.
Al llegar al bar todas las personas la miraban al pasar, en el momento en que se acercó a
la barra, pidió al cantinero una cerveza, el cantinero inmediatamente le dio una botella de
cerveza obscura y le sonrió maliciosamente, ella le guiño el ojo y se dio la vuelta para
buscar a su víctima, pero al girar su cuerpo se encontró frente a una de sus hermanas:
Anyanka. Sus labios eran rojos y hermosos, se dirigían hacia los de Keila ella
simplemente humedeció su labios y se apartó un poco de ella.
- ¿Qué haces aquí Anyanka?-
- ¡Alouqua! ¡Qué pregunta tan tonta! ya sabes lo que hago; una mujer despechada me
invocó para que hiciera pagar a un hombre que la engaño. Ya sabes como es este
negocio -
- Anya ya sabes que no me gusta ese nombre, ahora me llamo Keila y sabes que “esto ”
no lo hago porque me guste, es algo que no puedo controlar, es parte de mi penitencia y
lo sabes bien -
- Está bien Keila esta vez vengo a ayudar a mi hermana menor, observa al hombre que
está sentado cerca de la mesa al fondo con cabello afro -
-Sí lo alcanzo a ver, es muy guapo -
- Si pero también es muy mujeriego, la chica que me invocó me pidió explícitamente que
se quemara en el infierno, y a cambio me dará su alma y ¿sabes qué es lo mejor de pedir
que tú hagas el trabajo sucio? es que no te tengo que pagar porque somos hermanas -
- Esta vez si te voy a cobrar algo por esto -
- Pero Keila tú tienes todo, qué querría un demonio que está a punto de terminar su
penitencia-
- Exactamente eso: que tú pagues lo que resta de mi condena-
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- no lo sé-
-Anyanka un año mortal para ti es como un pestañeo ¿no es así?-
-¡Agggg! está bien solo haz pagar a ese tipo por engañar a la pobre inocente y estúpida
de Karla, incluso yo la engañaría, es tan simple y poco atrevida… completamente patética-
-Está bien Anya pero no te quiero detrás de mí, no soporto que me espíen ¿OK?-
-Está bien y ¿cómo sabré que hiciste el trabajo? -
- Creí que la confianza entre nosotras era suficiente para ti -
- Y lo es hermana pero ya sabes cómo se pone nuestra madre -
- Está bien Anya, ves la cruz que trae en el cuello, qué te parece si la encantas con el
hechizo cuerpo-alma -
- ¡Aggg! Keila ¡vaya que es odioso y cursi hablar contigo! siempre hablando como un
ángel caído -
En un segundo los ojos de Keila se volvieron rojos, su hermosa cara se desfiguró por el
enorme enojo que le provoca, tomó por los hombros a su hermana, la estrelló en una
pared y con una voz ronca y demoniaca le susurró en el oído:
-¡Anya, sabes que no me gusta que me recuerden que era un ángel y lo perdí todo!-
Anyanka observa los ojos de su hermana e inmediatamente baja la mirada
-Lo siento Keila no quería hacerte enojar, ¡suéltame! tus manos comienzan a quemar mi
ropa-
Keila inmediatamente recobró la compostura y se disculpó con su hermana. Acomodó su
cabello y le dijo:
-Entonces haz el hechizo y mañana en la noche ve a mi casa a recoger el collar, y por tu
bien mantente alejada de mí-
- Claro hermanita si me haces ese favor tu penitencia quedará saldada-
Ambas mujeres caminan a lados opuestos del bar y Anyanka se desvanece entre la
sombras de una esquina. Keila se dirige hacia donde está el hombre de peinado afro.
Sentada en la mesa contigua a la de él, vuelve a revolver su cabello y cruza la pierna,
mira al chico afro y se ríe con él, quien inmediatamente se acercó a ella para iniciar una
conversación.
Él era en verdad guapo; cabello chino de color negro, piel canela y perfecta, ojos verde
claro y labios rosas, Keila atenta a todo lo que él decía, decidió que es mejor terminar el
trabajo sucio lo antes posible, y decide ir al grano
-Oye como que hace mucho ruido aquí ¿no crees? ¿te gustaría ir a un lugar más
silencioso?, bueno digo si no tienes novia-
-no para nada, no tengo novia, ¿te gustaría ir a mi casa vivo a unos 15 minutos de aquí?-
- mejor vamos a mi departamento está más cerca-
Besaba apasionadamente al joven, quien correspondía a su beso, Lo tomó de la mano y
ambos salieron del Bar. Mientras caminan por la calle rumbo al Departamento él seguía
diciendo que era la mujer más hermosa que ha visto y que le encantaría que salieran de
nuevo, Keila también le decía que es muy guapo y señalaba lo raro que es que un hombre
tan guapo no tenga novia, el chico sonreía y besaba a Keila
- Aquí es mi casa- dijo Keila mientras buscaba en su monedero las llaves del
departamento
-Es un poco viejo no-
-Créeme cariño aguantara nuestro vaivén-
Subieron por las escaleras hasta llegar al departamento de Keila, una vez allí comenzaron
a besarse apasionadamente, Keila se quita el vestido e inmediatamente él también se
desnuda Cuando intenta quitarse el collar con la estrella, Keila lo distrae besándolo
apasionadamente lo lleva a la cama y comienzan a tener sexo. Mientras lo hacen Keila
piensa en cómo fue que se volvió demonio, recuerda a su novio, un chico de cabello
negro y ojos verdes con barba de candado, que ella era un ángel que se enamoró de un
mortal, y que su padre le prohibió ver a ese joven, recuerda que estaba llorando, también
la cara de Lilith y como, ella le ofreció ayuda a cambio de dejarla utilizar por un rato sus
alas. En su primer día como humana temporal fue a visitar a su amado y lo encontró
teniendo sexo con otra mujer, aún siente el dolor que eso le causo, regresó a casa,
recuerda haber visto parte del cielo en ruinas, su padre desterrándola y el recuerdo de
Lilith mordiendo su cuello, volviéndola demonio a cambio de no matar a todos los ángeles
que tenía captivos. Un pequeño grito sale de su boca…
-¿Estas bien?- la voz del chico la despierta de su trance
-Si claro, pero me gustaría que lo hiciéramos de pie, ¿qué opinas?-
-Claro sería una muy buena idea-
Ambos se pararon de la cama y el joven comenzó besar a Keila en el cuello, ella se dejó
querer (sabe que esa será la última vez que lo hará así que no lo detiene) en un
movimiento bastante rápido Keila se situó detrás del Joven y besa su espalda cuando se
coloca detrás del chico decide abrazarlo, el chico se da la vuelta para besarla en los
labios, en cuanto lo hace, se da cuenta que la mujer hermosa con quien tiene sexo ha
cambiado, aún es una mujer hermosa pero esta vez tiene ojos negros y esta sangrado de
los ojos. Él, asustado, intenta zafarse del abrazo de la mujer pero le resulta imposible, los
brazos se convierten en alas negras que le impiden escapar de su abrazo. Lo mira a los
ojos una vez más y le dice:
- Lo siento -
En el momento en que terminó la frase, un remolino de fuego se formó en el interior de las
alas del demonio, el fuego lo cubrió completamente, y gritó muy fuerte mientras intentaba
zafarse de ese infierno. Keila levantó su mirada al cielo, sus ojos aun lloraban sangre, del
cuerpo queda ya muy poco, pues todo está siendo convertido en cenizas, después de
algunos minutos el fuego lo ha consumido completamente. Keila abre sus alas y mira al
piso, lo único que pudo ver es el destello de la pequeña cruz de plata que él traía en el
cuello, cubierta casi en su totalidad por las cenizas, se agachó de cuclillas y la tomó en
sus manos. Recogió su vestido del piso, se lo puso y, caminó hacia el espejo para mirarse
y darse cuenta de que su apariencia de demonio se ha ido, de nuevo se siente como la
humana que es, camina hacia la ventana para asegurarse que Anyanka haya cumplido su
palabra, mira a la luna y no siente nada simplemente se da cuenta que es hermosa y
comienza a llorar, rápidamente se limpia las lágrimas de sus ojos y observa sus manos,
no hay rastros de sangre en ellas, por fin ha sido liberada ya no es más la demonio
Alouqua La del Abrazo Infernal.
Se aleja de la ventana y observa la ropa que en un principio se iba a poner, deja su
vestido y se pone los Jeans, la blusa, los botines y los calentadores, toma todo el dinero
que tiene escondido lo guarda en una bolsa de piel y sale de su departamento, sabe que
es un buen momento para iniciar una nueva vida ya no ser más el ángel caído que se
volvió demonio por un error, o el demonio que se volvió humano.
Ahora simplemente será Keila.
El fantasma en la máquina.
Autor: Pawiizz Mora

Recuerdo recuerdo cómo llegaste hasta aquí. Resulta difícil recomponer el cuadro con
fragmentos tan pequeños. Frágil como el cristal, mi mente rota. Cuando menos lo
esperas, de entre las manos confiadas, cae al suelo. La confianza es ceguera, negar la
oscuridad que nos sostiene. Ya no quedaba nadie a mi lado. Olvidé los nombres, las
palabras, replegado sobre mí mismo para protegerme del frío. La humanidad eran esos
seres lejanos, extraños. A nadie le importaba que viviera o muriera; dudo que tampoco me
importara mucho a mí. Se puede estar muerto mientras se respira.
Recuerdo haber matado, como radical forma de llamar la atención. Sólo para sentir de
nuevo el calor humano, la sangre, los golpes. Sentirme vivo otra vez. Pero el alma se fue
desvaneciendo por el camino, perdiéndose en hilachos de niebla. El pozo, tan profundo,
de la oscuridad. Nunca se llega al fondo; sólo se puede flotar y hundirse, un poco más, en
la negrura. Hasta que no se distingue el propio cuerpo, y se forma parte de ella. ¿Fue así
el origen? Y a él volvemos, como a una memoria escondida.
Recuerdo haber subido a la azotea. La brisa de la noche, como un milagro para los
sentidos. Cerrar los ojos, y fundir mi oscuridad con la de afuera. Y mi voz hablando,
preguntando con palabras sin sonido, dibujadas en la mente. ¿Quién habla en verdad, a
quién, para qué? Como un eco en el abismo nocturno de las montañas. Hablar conmigo
mismo, ese desconocido para darle sentido a lo que ya no lo tiene. Con el corazón
muerto, bailo sobre un pie, luego sobre el otro; justo al borde. Y me carcajeo, como si
hubiese descubierto de repente que la vida es justo este juego suicida. ¿Es valentía, o
cobardía saltar? Qué importa. Sólo sé que es el único lugar que jamás he pisado. Y
avanzo hacia el infinito

Recuerdo el dolor. Ah, tan inmenso, abrumador… que gritar resulta imposible. ¿Es esto
morir? ¿Nacer? No puedo moverme, pero cada nervio es como un hilo incandescente que
me recorre, el éxtasis de la carne abierta, bañada en sangre. Escucho voces, ruidos,
como a través de un mar revuelto. Siento que me elevan; el dolor me sacude, torturante.
Pero podría llorar de felicidad. He tenido que saltar al infinito para que mis hermanos, los
hombres, quisieran volver a mi lado.

Recuerdo… que despertaba y dormía, una y otra vez, siempre en un lecho de dolor. Me
hablaban y yo respondía, como en sueños; no recuerdo nada de lo que dije, salvo una
cosa: que volvería a saltar, una y mil veces, hasta fundirme con la verdad de lo que nos
oculta el universo. Luego, dormía.
Recuerdo que un día, al despertar, el dolor había desaparecido por completo… Tampoco
sentía ninguna emoción en especial, como si me las hubiesen estirpado todas, dejando
por restos un ánimo neutralizado. Por eso creo que no me sorprendió ver que mi cuerpo
había desaparecido. Estaba integrado en la torreta de un vehículo de combate, una
especie de helicóptero, según me pareció; y sentía su blindaje azulado de la misma forma
que antes sentía mi piel. Igual que sentía de nuevo las ganas de matar, de disparar sobre
cualquier objetivo que tuviese delante. Como si hubiese nacido justo para eso, y ninguna
otra acción en el mundo me pudiese brindar mayor satisfacción.
Recuerdo mis últimos momentos sobre la Tierra, mientras nos cargaban en el crucero de
batalla que nos conduciría a las estrellas. El cerebro principal del vehículo me transmitía
datos, por miles, acerca de la naturaleza de las misiones que íbamos a emprender. Todas
relacionadas con la exterminación de formas de vida nativas, allí donde las sondas
exploradoras indicaron –siglos atrás– que los hombres podrían asentarse, como en un
nuevo renacer.
Es curioso pensar cómo fui salvado por la humanidad, transformado y reutilizado por ella
para sus fines –que ahora son los míos–, como el cordero que escapó del redil. Han
sabido aprovechar mi esencia homicida para el bien común y el mío propio; así fuera un
organismo gigantesco que no desdeña ni a la más defectuosa de sus células. Doy gracias
cada día por pertenecer a esta masa biológica depredadora, que nada a conseguido
detener aún.

Estoy deseando matar bajo la luz de otros soles.

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