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El detective Hercules Poirot vuelve de Siria después de haber resuelto un caso.

Coge en Estambul el tren Orient Express que le conducirá a Londres, a casa. En


esta época, invierno, el tren suele hacer su recorrido prácticamente vacío. Pero
aquel día, el tren va lleno. Poirot, gracias a su amigo Monsier Bouc, director de la
Compañía, consigue una litera, en el lugar de un tal Sr Harris que no se presenta.
La segunda noche Bouc le consigue un compartimento para él solo.

En el tren Poirot conoce a un norteamericano llamado Ratchett, que le quiere


contratar. Cree que su vida está en peligro y quiere que descubra quién le está
amenazando. Poirot le rechaza porque le desagrada su cara.

Esa noche Poirot se despierta al escuchar un grito en el compartimiento del lado,


que es el compartimento de Ratchett. Se asoma para ver qué ocurre y solo ve al
jefe del vagón que está llamando a la puerta del compartimento de Ratchett para
comprobar que todo está bien. Le contesta en francés que “No es nada. Me he
equivocado”. Poirot vuelve a su cama pero ya no logra conciliar el sueño: oye
ruidos sospechosos que lo levantan en más de una ocasión; un golpe en su puerta
y al asomarse solo ve el pasillo vacío y una mujer alejándose en kimono,… El tren
está detenido a causa de una tormenta de nieve. La nieve impide que el tren
avance y no se sabe cuándo podrá reanudar la marcha.

A la mañana del día siguiente Poirot es informado de que Samuel Ratchett ha sido
asesinado brutalmente con doce puñaladas.

Bouc encarga a Poirot la investigación del caso. Éste acepta.

Mientras el doctor Constantine observa el cadáver para poder saber más o menos la
hora del crimen y quien pudo ser el asesino, el detective empieza a investigar las
diversas pistas que ha dejado el, o por lo que empieza a notar, los asesinos.
Hay varias pistas, un pañuelo, un limpia pipas, un reloj abollado que se ha
encontrado en el bolsillo del muerto, un botón de un traje de encargado, una carta
quemada…

En esta última, se puede observar algo relacionado con los Armstrong y una
tragedia que tuvo lugar hace varios años en Norteamérica. Un mafioso secuestró a
la niña pequeña de la familia y causó la muerte de tres o cuatro miembros de esta.
Con esto, Poirot llega a la conclusión de que Ratchett en realidad era Cassetti, el
mafioso del caso Armstrong y que su asesinato tiene algo que ver con todo ese
drama.

Cuando Constantine ya ha observado al cadáver le comunica a Poirot que las doce


puñaladas que tenía en el cuerpo no podían ser todas de una misma persona y que,
por lo tanto, le afirma que hay más de un asesino.

Después de tener y haber encontrado todas las pistas, el detective se dispone a


entrevistar a cada uno de los 12 pasajeros que viajan en el vagón donde ha
ocurrido el crimen.

Todos tienen una coartada y parece que ninguno de ellos puede ser el asesino ya
que todos tienen a algún testigo que les ha visto a la hora del crimen.

Cuando todo parece muy complicado Poirot empieza a reflexionar, una de sus
largas reflexiones. Nadie puede entender nada pero a él no se le ha escapado
ningún detalle y tiene por fin la solución al caso. Y no solo una, sino dos.

- La primera es que el asesino provenía del exterior del tren. Esta teoría es
casi imposible y Poirot lo sabe.

- Y la segunda es que todos los 12 pasajeros son miembros o están relacionados


con el drama de la familia Armstrong. Cada uno de ellos, para vengar el sufrimiento
que este monstruo les había causado, dio una puñalada a la víctima, por lo que no
se sabe quién dio la puñalada que lo mató. Fue su forma de vengar un crimen que
la ley no pudo castigar.

Los sospechosos confiesan que la segunda teoría es la correcta. Sin embargo,


Poirot, Bouc y Constantine deciden no delatarles ante la policía. No justifican los
hechos aunque sí comprenden sus razones.

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