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La alianza del Reino de Judá con la familia de Acab (869 – 833 a.C.)
La siguiente historia está escrita en la biblia y decidí resumirla porque tiene muchos giros, clímax y
aspectos que la hacen muy interesante. Este relato es parte de una serie que he llamado “La
decadencia del linaje de David”, debido a que me enfocaré sólo en los reyes hebreos del Reino de
Judá, los que poco a poco comenzaron a corromperse, tomando decisiones que los llevarían a su
propia destrucción. Recordemos que tras el cisma de Israel el año 930 a.C., el Reino de Israel en el
norte agrupaba a diez de las doce tribus hebreas, mientras que el Reino de Judá en el sur, agrupaba
sólo a la tribu de Judá y de Benjamín. En este último reino el linaje de David gobernaría durante
casi cuatrocientos años.
[Advertencia: los años referidos son de mi cálculo personal y deben tomarse como rigurosas estimaciones,
pero estimaciones al fin y al cabo]
El reinado de Josafat (869 – 844 a.C.) y los primeros lazos con Acab
En el año 869 a.C. Josafat se convirtió en el quinto Rey de Judá y fue fiel al Dios hebreo. Pero uno
de sus errores tendría una dramática repercusión en los próximos treinta años. Cerca del año 863
a.C., cuando su hijo tenía entre 15 y 17 años de edad, dio a su hijo en matrimonio con Atalía, hija de
Acab, rey de Israel.
La familia de Acab había llegado al poder el año 880 a.C. luego de casi cinco años de disputa entre
diferentes bandos. Esta tercera dinastía que gobernaba Israel se destacó por ser uno de los gobiernos
más idólatras de la llamada Samaria. Acab se había casado con Jezabel, hija de Itobaal ( Etbaal), rey
fenicio de Sidón y Tiro. Debemos explicar que los fenicios realizaban el misterioso culto a Baal,
que según fuentes bíblicas, parte importante de su adoración implicaba la matanza y el sacrificio de
niños.
El rey Acab no mostró preocupación por el origen de su esposa ya que él ya era un idólatra e integró
estos cultos paganos en el Reino de Israel. Durante su reinado, llegó a haber hasta cuatrocientos
profetas de la diosa Aserá y 450 profetas de Baal. Josafat sabía esto, pero no le dio importancia;
para él, Israel seguía siendo un único pueblo y debía trabajar para mantenerlo unido, pasando por
alto este tipo de actos.